Está en la página 1de 1

Descosido.

"Un roto para un descosido" le han dicho ya muchas veces, "y todos terminaremos con los
trozos pertenecientes a otros". Una y otra vez, revoloteaban sus pensamientos cual
mariposas de papel, entre hilos, algodn y restos de tela. Porque as es, un mundo de tela.
Algunas suaves como la fina seda, otras no tanto, como un montn de arpillera.

Un muequito, hecho de lino grueso y spero, relleno de algodn y trocitos de tela, quin
era nico en su especie, pues nunca el mundo textil haba visto semejante barbaridad: dulce
y tierno algodn, cubierto por telas agrias y espesas.

Buscaba a su soada dama de seda, un roto para su corazn descosido, y entre lgrimas
de crep, pincelitos de esperanzas y sonrisas de botones, una vez, hall a una muequita.
Tan dulce, tan tierna; de satn charmeusse color orqudea. Y para quien slo vive de gris,
cualquier color es arcoiris, y todas las tintas dejan de quemar, los hilos dejan de enredar sus
manitas y sus boquitas vuelven a dibujar alegra.

Pero eran tan incompatibles, un amor efmero. l, gris por fuera y dulce por dentro. Ella de
seda, pero con alambres en sus adentros. Entonces, un da, decidi llevarse consigo sus
retazos de tela y sus hilos, dejndolo an ms vaco por dentro. "Resquebraja mi sonrisa,
pero an as he de quererla" se deca a s mismo, y aunque ya el amor le saba a mar, se
refugiaba en letras y se inventaba los recuerdos. Olvidar a una mueca de seda, no era tan
fcil.

Una agona lo ataba y consuma, arrastraba y posea, todos sus poemas y todos sus lemas.
Un poeta que mora, pues en su triste agona el mundo se le desvaneca y con eso, toda su
poesa.

Resisti hasta que la tinta de sus licores le quemase su piel de lino, ahora, sus horas
muertas pintaban color poesa.

(Piera Quattrocchi - Enero, 2016).

También podría gustarte