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7. LAS PREFERENCIAS REVELADAS En el capitulo 6 vimos cémo podfa utilizarse la informacién sobre las preferencias del consumidor y la restriccién presupuestaria para averiguar la demanda. En este capi- tulo invertiremos el proceso y mostraremos cémo puede utilizarse la informacién so bre la demanda del consumidor para conocer sus preferencias. Hasta ahora, hemos considerado lo que podian decirnos las preferencias sobre la conducta de los indivi- duos. Sin embargo, en la vida real, las preferencias no pueden observarse directa- mente: hay que descubrirlas analizando los comportamientos. En este capitulo Presentaremos algunos instrumentos para hacerlo. Cuando hablamos de averiguar las preferencias de los individuos examinando stu conducta, tenemos que suponer que éstas no varian mientras lo hacemos. Si bien este supuesto no es muy razonable cuando consideramos periods de tiempo muy largos, para periocios mensuales o trimestrales como los que suelen utilizar los economistas, resulta bastante ajustado a la realidad, ya que parece improbable que los gustos del consumidor cambien radicalmente en un plazo tan breve. Por lo tanto, adoptaremos la hipotesis de que las preferencias del consumidor son estables a lo largo del periodo de tiempo en el que observamos su conducta. 7.1 La preferencia revelada Antes de comenzar esta investigacién, adoptaremos en el presente capitulo la con vencién de que se sabe que las preferencias subyacentes, cualesquiera que sean, son estrictamente convexas. Por lo tanto, para cada presupuesto hay una ica cesta de- mandada, Este supuesto, aunque no es necesario en a teoria de la preferencia reve- lada, facilita la exposicién. Consideremos la figura 7.1, que representa la cesta demandada por un consumi- dor, (z, 23), y otra cesta arbitraria,(y,,y,), que se encuentra por debajo de la recta pre- supuestaria del consumidor. Supongamos que estamos dispuestos a postular que se trata de un individuo optimizador del tipo que hemos venido estudiando. {Qué po- demos decir sobre sus preferencias con respecto a estas dos cestas de bienes? 122 / MicROECONOMIA INTERMEDIA La cesta (Vy ya) €s, certamente, una compra asequible con el presupuesto dado; el ‘consumidor podria haberla comprado si hubiera querido e incluso le habria sobrado di- nero. Dado que (%, ) es la cesta dptima, debe ser mejor que ninguna otra de las que el ‘onsumidor podria adquiri. Por lo tanto, en concreto debe ser mejor que la (yy). Figura 7.1. La preferencia revelada. Cuando el consumidor elige la cesta (xy 42), revela que prefiere esta cesta a la (yy, y,), que es una ‘cesta que podria haber elegido, Este argumento también se cumple en el caso de todas las cestas que se encuen- tranen o por debajo de la recta presupuestaria y que no son la demandada, Dado que podria haberse comprado con el presupuesto dado, y que esto no se ha hecho, la que se ha comprado debe ser mejor. Aqui es donde tenemos que recurrir al supues- to de que hay una inica cesta demandada para cada presupuesto. Si las preferencias no son estrictamente convexas, de modo que las curvas de indiferencia tienen seg- ‘mentos rectos, puede que algunas de las cestas que se encuentren en la recta presti- ‘puestaria sean tan buenas como la demandada. Esta complicacién puede resolverse sin excesivas dificultades, pero es més fécil prescindir de ella. La figura 7.1 nos muestra que, para el consumiidor, todas las cestas que se encuen- {ran en el 4rea sombreada situada por debajo de la recta presuupuestaria son peores que la demandada (x, x,), debido a que podrian haberse elegido, pero se han rechazado en favor de la (x, x2). A continuacién traduciremos algebraicamente el andlisis geométri- co de la preferencia revelada. Sea (x, %) la cesta comprada a los precios (p,, p.) cuando el consumidor tiene la tenta m. 2Qué significa que (y,, y2) es asequible a esos precios y con esa renta? Significa simplemente que (yj, y,) satisface la restricci6n presupuestaria Pi + Pap Sm. Las preferencias reveladas (c.7) / 123 Dado que (x,, x2) es la cesta que se compra realmente con el presupuesto dado, debe satisfacer la restricci6n presupuestaria con el signo de igualdad Paty + Paty =m. ‘Uniendo estas dos ecuaciones, el hecho de que (y,, y;) sea asequible con el presu- puesto (P,P m) significa que Prt + Pate 2 Pith + Pave Si se satisface la igualdad anterior y (¥,, y,) es realmente una cesta diferente de Ja (x), decimos que el consumidor revela directamente que prefiere la (%,, *;) ala Wy ¥2)- ‘Obsérvese que el primer miembro de esta desigualdad es el gasto realizado en la cesta que se elige realmente a los precios (p,, P,). Por lo tanto, la preferencia revelada es una relacién que se cumple entre la cesta demandada realmente con un presu- puesto dado y las que podrian haberse demandado con ese presupuesto. El término “preferencia revelada” es, en realidad, algo engafioso. Inherentemente no tiene relaci6n alguna con las preferencias, aunque antes hemos visto que si el con- sumidor toma decisiones 6ptimas, los dos conceptos estdn estrechamente relaciona- dos entre si. En lugar de decir que “el consumidor revela que prefiere X a Y”, seria ‘mejor decir que “el consumidor elige X en vez de Y”. Cuando decimos que el consu- midor revela que prefiere X a Y, lo tinico que decimos es que elige X cuando podria haber elegido Y; es decir, que pyr, + pat > PyYy + Pte 7.2 De la preferencia revelada a la preferencia Es muy fécil resumir el apartado anterior: De acuerdo con nuestro modelo de la con- ducta del consumidor —los individuos eligen lo mejor de lo que est a su alcance— se deduce que las decisiones que se toman se prefieren a las que podrian haberse to- ‘mado; 0, utilizando la terminologia del apartado anterior, si el consumidor revela di- ectamente que profiere (x, X3) & (Vy, a), prefiere de hecho (x,, x,) a (yy, Yq). Esta deduccién puede formularse en términos més formales: El principio de la preferencia revelada. Sea (x,, x,) la cesta elegida cuando los precios son @y Pa) y Sea (Yy ¥p) otra cesta tal que py, + P2X> > PiY, + PaYyy: En este caso, si el consiami- dor elige de entre las cestas asequibles la cesta Gptima, debe cumplirse que (x, %) > (Yy- Yo)- Este principio puede parecer trivial a primera vista. $i el consumidor revela que Prefiere X a Y, zno significa esto autométicamente que prefiere Xa Y? No. La “prefe- 124 / Micronconomts INTEEMEDIA rencia revelada” significa simplemente que se ha elegido X cuando podia adquirirse ¥, mientras que “preferencia” significa que el consumidor sitdia X por encima de Y. Si elige las mejores cestas de las que estin a su alcance, la preferencia revelada im. plica una preferencia, pero esto es una consecuencia del modelo de conducta y no de las definiciones de los términos. Esta es la razén por la que seria mejor decir que “se elige” una cesta en ver de otra, ‘como sugerimos antes. En ese caso, formulariamos el principio de la preferencia revela. da diciendo: “Si se elige la cesta X en vez de la Y, debe preferirse la X a la Y".En esta for- mulaciOn, es evidente que el modelo de conducla nos permite utilizar la selecciones observadas para hacer algunas deducciones sobre las preferencias subyacentes. Cualquiera que'sea la terminologia que se utilice, esté clara la cuestién esencial: si observamos que se elige una cesta cuando puede adquirirse otra, sabemos algo so- ‘bre las preferencias con respecto a las dos cestas, a saber, que se prefiere la primera a Ja segunda. Supongamos ahora que sabemos que (¥;, ¥,) es una cesta demandada a los pre- ios (42) ¥ que el consumidor nos revela que la prefiere a alguna otra cesta (zz). Es decir, Ya + Ia = 12% + Ia? Sabemos, pues, que (ty, 4) > (Ys ¥2) ¥ que (Vy Va) > (zy 22) A partir del supuesto de la transitividad, podemos concluir que (x, %,) > (cy. 2). La figura 7.2 ilustra este argumento. La preferencia revelada y la transitividad nos dicen que (x, x2) debe ser mejor que (z,, z,) para el consumidor que ha realizado es- tas elecciones. Es natural decir que en este caso el consumidor revela indirectamente que pre- fiere (xy, x2) a (2,23). Por supuesto, la “cadena” de elecciones observadas puede es- tar formada por mis de tres elementos: si el consumidor revela directamente que Prefiere la cesta A a la By la Bala Cy la Ca la D, hasta la M, por ejemplo, revela in- directamente que prefiere la cesta A a la M. La cadena de comparaciones directas puede tener cualquier longitud. Si un consumidor revela directa o indirectamente que prefiere una cesta a otra, de- ‘cimos que revela que prefiere la primera a la segunda. La idea de la preferencia reve- lada es sencilla, pero sorprendentemente poderosa. La mera observacién de las elecciones de un consumidor puede transmitir una gran cantidad de informacién so- bre las preferencias subyacentes. Consideramos, por ejemplo, la figura 7.2, que ilustra varias observaciones sobre las preferencias subyacentes. A partir de estas observacio- nes, podemtos concluir que, como el consumidor revela, directa 0 indirectamente, que refiere (x), x,) a todas las cestas del érea sombreada, (xy, x3) es la cesta que prefiere de hecho, En otras palabras, la verdadera curva de indiferencia que pasa por (x, 1), cual- uiera que sea, debe encontrarse por encima de! érea sombreada. Las preferencas eveadas (7) / 125 Figura 7.2. La preferencia revelada indirectamente. El consumidor revela indirectamente que prefiere la cesta (x4, x) a la (2, 2). 7.3 Recuperacién de las preferencias Observando las elecciones que realiza el consumidor, podemos conocer sus prefe- rencias. Conforme observamos un mayor niimero de ellas, podemos realizar una me- jor estimacién de las preferencias del consumidor. Esa informacion sobre las preferencias puede ser muy importante para tomar de- cisiones relacionadas con la politica econémica. Esta entrafia en la mayoria de los ca- sos intercambiar unos tipos de bienes pot otros: por ejemplo, si gravamos el calzado © subvencionamos el vestido, probablemente acabafemos teniendo més vestido y ‘menos calzado. Para evaluar la conveniencia de esa medida, es importante tener al- guna informaciGn sobre las preferencias de los consumidores en cuanto al vestido y al calzado. Examinando sus elecciones, podemos extraer esa informacién mediante Ja preferencia revelada y otras técnicas similares. Si estamos dispuestos a introducir més supuestos sobre las preferencias de los con- ‘sumidores, podremos realizar estimaciones més precisas sobre la forma de las curvas de indiferencia. Supongamos, por ejemplo, que observamos que el consumidor revela que Prefiere las dos cestas Y y Z a la X, como ocurre en la figura 7.3, y que postulamos que las preferencias son convexas. En ese caso, sabemnos que también prefiere todas las medias ponderadas de Y y Z a X. Si suponemos que las preferencias son monétonas, en- tonces también se prefieren a X todas las cestas que contienen una mayor cantidad de ambos bienes que X, Y y Z, o cualquiera de sus medias ponderadas. La zona dela figura 7.3 llamada “cestas peores” est formada por todas las cestas, en relacién con las cuales se revela que se prefiere la X. Es decir, esta formada por to- das las cestas que cuestan menos que X, as{ como por todas las cestas que cuestan ‘menos que las cestas que cuestan menos que X, etc. 126 / MICROBCONOMIA INTERMEDIA, Por lo tanto, podemos concluir que en la figura 7.3 todas las cestas del rea sombreada superior son mejores que la X y que todas las cestas del rea sombrea- da inferior son peores que la X, de acuerdo con las preferencias del consumidor que realizé las elecciones. La verdadera curva de indiferencia que pasa por X de- be encontrarse entre las dos Areas sombreadas. Hemos conseguido aprehender con bastante precision la curva de indiferencia simplemente aplicando de una forma inteligente la idea de la preferencia revelada y algunos sencillos supuestos sobre las preferencias. 4 Figura 7.3. Cémo se acota la curva de indiferencia. El érea som- breada superior esté formada por las cestas que el consumidor pre- fiere a la X, yla inferior por las que revela que son peores que la X. ‘Lacurva de indiferencia que pasa por X debe encontrarse en algu- na parte de la zona situada entre las dos reas sombreadas. 74 El axioma débil de la preferencia revelada ‘Hasta ahora hemos supuesto que el consumidor tiene preferencias y que siempre eli- ‘ge la mejor cesta de bienes que puede adquirir. Sino se comporta de esta manera, no tienen ningtin sentido las “estimaciones” de las curvas de indiferencia que hemos realizado antes, Es natural preguntarse: 7c6mo podemos saber si el consumidor sigue, ‘el modelo maximizador? O, en otras palabras, ;qué tipo de observacién nos levaria a concluir que el consumidor no estaba maximizando? Las preferencias revelades(¢.7) } 127 Consideremos la situacién que muestra la figura 74. Podria elegir un consumi- dor maximizador las dos opciones? Segiin la l6gica de la preferencia revelada, la fi- gura 7.4 nos permite extraer dos conclusiones: (1) se prefiere (x;, x2) a (yp ¥3): y 2) se prefiere (y,,y,) a (ty), 1o cual es claramente absurdo. En la figura 7.4, parece que el consumidor ha elegido (x,, x5) cuando podria haber elegido (y,, y,), lo que indica que ha preferido (x, x,) a (y,,y2), pero, por otra parte, ha elegido (y,, y.), cuando po- dria haber elegido (x,, x,), lo que indica lo contrario. % Figura 7.4, Violacién del axioma débil de la preferencia revelada. El consumidor que elige tanto (x,, x,), como (y;, ¥2) viola el axioma débil de la preferencia revelada. “ Es evidente que este individuo no puede ser un consumidor maximizador. O bien no elige la mejor cesta que esta a su alcance, o bien ha variado algiin otro aspecto del problema de la eleccién que no hemos observado. Tal vez. han cambiado los gustos del consumidor o algiin otro aspecto del entorno econémico. En todo caso, una vio- lacién de este tipo no es compatible con el modelo de la eleccién de! consumidor si no varian las circunstancias. La teorfa de la eleccién del consumidor implica que esas observaciones no son po- sibles. Si el individuo elige las mejores cosas que puede adquirir, entonces las cosas que estén a su alcance, pero que no elige, deben ser peores que las que elige. Los eco- nomistas han formulado esta sencilla idea en un axioma basico de la teoria del con- sumidor: Axioma débil de la preferencia revelada. Si un consumidor revela directamente que pre- fiere (x1,.*3) & (Yy, Yo) y las dos cestas no son iguales, no puede ocurrir que revele directamente que prefiere (yy, ¥2) 8 (XX). 128 / MICROECONOMIA INTERMEDIA En otras palabras, si se compra la cesta (ty, x) alos precios (py ps) y la (Yp ¥,) @ los precios (g,, 4), entonces si PAX + Po 2 Pith + Palla, no puede ocurrir que Ya + Ian = 94% + GX En otras palabras, si puede adquirirse la cesta Y cuando se adquiere la X, enton- ‘ces cuando se adquiere la Y, no debe ser alcanzable la X. Elconsumidor de la figura 7.4 ha violado el axioma débil de la preferencia revela- da. Por lo tanto, sabemos que su conducta no ha sido maximizadora. En la figura 7.4 no podria representarse ningiin conjunto de preferencias segin las cuales ambas cestas fueran maximizadoras. En cambio, el consumidor de la fi- ura 755 satisface el axioma débil de la preferencia revelada; en este caso, es posible encontrar unas curvas de indiferencia tales que su conducta sea éptima. A continua- cién ilustraremos una eleccién posible de curvas de indiferencia. % Figura 7.5. Cumplimiento del axioma débil de la preferencia reve- ada. Elecciones del consumidor que satisface el axioma débil de la referencia revelada y algunas curvas de indiferencia posibles. Las preferencias reveladas (c.7) / 128 7.5 Verificacin del axioma débil de la preferencia revelada (Optativo) Es importante comprender que ef axioma débil de la preferencia revelada es una ‘condicién que debe satisfacer el consumidor que siempre elija las mejores cosas que estén a su alcance. Este axioma es una implicacién légica de ese modelo y, por lo tan- to, puede utilizarse para comprobar si un determinado consumidor, o una entidad ‘econémica que queremos representar como un consumidor, es o no compatible con nuestro modelo econémico. ‘Veamos cémo contrastariamos sisteméticamente en la prictica el axioma débil de la preferencia revelada. Supongamos que observamos varias elecciones de cestas de bienes a diferentes precios. Sea (p, p) la observacién t-ésima de los precios y (x, x4) la observaciGn t-ésima de las elecciones. Utilicemos a titulo de ilustracién los datos del cuadro 7.1 Observacién Pv Pa * urd 1 1 2 1 2 2 1 2 3 1 1 2 ‘Cuadro 7.1. Algunos datos de consumo. Con estos datos podemos calcular cudnto le costaria al consumidor la adquisicién de cada cesta de bienes a cada uno de los diferentes conjuntos de precios, como he- ‘mos hecho en el cuadro 7.2. Por ejemplo, la cifra de la fila 3 y de la columna 1 mide la cantidad de dinero que tendria que gastar el consumidor para adquirir la primera cesta de bienes si el conjunto de precios fuera el tercero. Costas 1 2 3 1 5 ao | 6 Precios 2 a | 5 6 3 oe | xe | 4 (Cuadro 7.2. Coste de cada cesta correspondiente a cada conjunto de precios. Los términos diagonales del cuadro 7.2 miden la cantidad de dinero que gasta el consumidor en cada eleccién. Las cifras de cada fila miden lo que habria gastado si hubiera comprado una cesta distinta. Asf, por ejemplo, vemos si el consumidor reve- la que prefiere la cesta 3 a la 1, observando si la cifra de la fila 3 y la columna 1 (que 180 / MicRoBconoMa INTERMEDIA €3 lo que tendria que gastar con el tercer conjunto de precios para comprar la pri- ‘mera cesta) es menor que la cifra de la fila 3 y la columna 3 (que es lo que el consu- midor ha gastado reaimente con el tercer conjunto de precios para adquirir la tercera cesta). En este caso concreto, cuando el consumidor compré la cesta 3, también era alcanzable la 1, lo que significa que revela que prefiere la3 a la 1. Por lo tanto, po- ‘nemos un asterisco en la fila 3 y en Ja columna 1 del cuadro. Desde el punto de vista matemético, ponemos un asterisco en la cifra de la fila s ¥ la columna ¢ si ésta es menor que la que se encuentra en la fila s y la columna s. Podemos utilizar este cuadro para averiguar si se viola el axioma débil de la pre- ferencia revelada. En este cuadro se viola el axioma débil de la preferencia revelada Si se observa que tanto la cifra de la fila t y la columna s como la de la fila s y Ia co- Jumna ¢ contienen un asterisco. Ahora pedemos utilizar un ordenador (0 un ayudante de investigacién) para comprobar si hay algiin par de observaciones como éstas en las elecciones estudia- das. Si lo hay, las elecciones son incompatibles con Ia teorfa econémica del consumi- dor. O bien Ia teoria es errénea en Io que se refiere a este constmidor, o bien ha variado alguna otra cosa en su entorno que no hemos tenido en cuenta. El axioma deébil de la preferencia revelada constituye, pues, una condiciGn facilmente verifica- ble para ver si algunas elecciones observadas son compatibles con la teorfa econé- En el cuadro 72 observamos que tanto la fila 1 y la columna 2.como la fila2 y la columna 1 contienen un asterisco, lo que significa que el consumidor podria haber clegido la observaci6n 2 cuando eligié realmente la 1 y viceversa. Se trata de una vio- JaciGn del axioma débil de la preferencia revelada. Podemos extraer la conclusion de que los datos representados en los cuadros 7.1 y 72 no podrian provenir de un con sumidor que tuviera preferencias estables y que siempre eligiera las mejores cosas que tuviera a su aleance. 7.6 El axioma fuerte de la preferencia revelada Ei axioma débil de la preferencia revelada descrito en el apartado anterior es una condicion observable que deben satisfacer todos los consumidores optimizadores. Sin embargo, existe otra condicién més poderosa que resulta til algunas veces, ‘Ya hemos sefialado que si un consumidor revela que prefiere la cesta de bienes X ala Yyla Ya la Z, debe preferir, de hecho, la X a la Z. Si tiene preferencias compa- tibles, nunca deberd observarse una secuencia de elecciones que revele que prefiere laZalaX. El axioma débil de la preferencia revelada exige que si el consumidor revela di- reclamente que prefiere X a Y, nunca debemos observar que revela directamente que refiere Y a X. Fl axioma fuerte de la preferencia revelada exige que se cumpla el Las preferencias reveladas (c.7) / 131 ‘mismo tipo de condicién en el caso de la preferencia revelada de forma indirecta. En términos més formales, puede expresarse como sigue: Axioma fuerte de la preferencia revelada. Si un consumidor revela, directa o indirecta- mente, que prefiere (x, X,) 4 (Ys, ¥3) ¥ (Wy, ¥p) es diferente de (x,, x3), no puede revelar, ni di- recta ni indirectamente, que prefiere (y, Yo) @ (x %)- Es evidente que si la conducta observada es optimizadora, debe satisfacer el axio- ma fuerte, pues si el consumidor es optimizador y revela, directa o indirectamente, que prefiere (xy, x,) a (Vy, ¥a), (ty, 23) > (¥y,¥3)- Por lo tanto, si revela que prefiere (x, 2%) Vay Ya) ¥ Yas Yo) A (%y-%9), 90 implica que (xy, X2) ~ (Yy-¥o) ¥ que Yy- Yo) > Gy 1%), o cual es una contradiecién. Podemos extraer la conclusién de que 0 bien el con- sumidor no debe ser un optimizador, o bien debe haber cambiado algtin otro aspec- to de su entorno. En términos generales, dado que las preferencias subyacentes del consumidor deben ser transitivas, también deben serlo sus preferencias reveladas. Por lo tanto, el axioma fuerte de la preferencia revelada es una consecuencia necesaria de la condtuc- ta optimizadora: si un consumidor siempre elige las mejores cosas que estin a su al- cance, el comportamiento observado debe satisfacer el axioma. Lo que resulta sorprendente es que toda conducta que satisfaga el axioma fuerte puede considerar- se optimizadora en el siguiente sentido: si las elecciones observadas satisfacen el axioma fuerte de la preferencia revelada, siempre podemos encontrar unas prefe- rencias regulares que podrian haberlas generado. En este sentido, el axioma fuerte de Ja preferencia revelada es una condicién suficiente para que la conducta sea optimi- zadora: si las elecciones observadas satisfacen el axioma fuerte de la preferencia re- velada, siempre es posible hallar preferencias de las que se deduzea que la conducta observada es optimizadora. Aunque la demostracién de esta afirmacién esta des- graciadamente fuera del alcance de este libro, no ocurre as{ con la apreciacién de su. importancia. ‘Lo que significa es que el axioma fuerte de la preferencia revelada nos da todas las restricciones que impone a Ja conducta el modelo del consumidor optimizador, ‘pues si las elecciones observadas satisfacen este axioma, podemos “construir” prefe- rencias que podrian haberlas generado. Asi pues, el axioma fuerte de la preferencia revelada es una condicién necesaria y suficiente para que las elecciones observadas ‘sean compatibles con el modelo econémico de la eleccién del consumidor. {Demuestra esto que las preferencias construidas generaron realmente las elec~ ciones observadas? Por supuesto que no. Al igual que ocurre con cualquier afirma- cién cientifica, s6lo podemos demostrar que la conducta observada no es incompatible con la afirmaci6n. No podemos probar que el modelo econémico es co- recto; s6lo podemos hallar las implicaciones de ese modelo y ver si las elecciones, observadas son compatibles con ellas. 182 / Miceoecohoda nTERMEDIA 7.7 Cémo verificar el axioma fuerte de la referencia revelada (Optativo) Supongamos que tenemos una tabla como la que describe el cuadro 7.2, que tiene un asterisco en la fila ty la columna s si el consumidor revela directamente que prefie- re la observacién t a Ja s. C6mo podemos utilizarla para verificar el axioma fuerte de la preferencia revelada? Lo més sencillo es transformar primero la tabla como se hace en el cuadro 7.3, que es exactamente igual que el 7.2 a excepcién de las cifras. En este caso, los asteriscos indican preferencias reveladas directamente. El asterisco entre paréntesis se explica- Cestas 1 2,3 1 20 | 10° | 22 Precios 2 | 21 | 20 | 15+ 3 | 2 | 5 | 10 Cuadro 7.3. Cémo se verifica el axioma fuerte de la preferencia revelada, A continuacién observamos sisteméticamente cada uno de los datos del cuadro y vemos si hay alguna cadena de observaciones en las que el consumidor revela indi rectamente que prefiere otras cestas a la considerada. Por ejemplo, el consumidor re- Vela directamente que prefiere la cesta 1 ala 2, ya que hay un astetisco en la fila 1 y la columna 2; y la 2a la 3, ya que hay un asterisco en la fila 2 y la columna 3. Por lo tanto, el consumidor revela indireclamente que prefiere la cesta 1a la 3, lo que se in- dica colocando un asterisco entre paréntesis en la fila 1 y 1a columna 3. En general, si tenemos muchas observaciones, tendremos que buscar cadenas de longitud arbitraria para ver si el consumidor revela indirectamente que prefiere una observaciGn a otra. Aunque pueda no ser totalmente evidente cémo se hace esto, existen sencillos programas de ordenador que permiten calcular la relacién de prefe. rencias reveladas indirectamente a partir del cuadro que describe la relacién de pre- ferencias reveladas directamente. El ordenador puede colocar un asterisco en el lugar st del cuadro si el consumidor revela que prefiere la observacién s a la t a través de ‘cualquier cadena de otras observaciones, Una vez realizado este célculo, podemos verificar fécilmente el axioma fuerte de la preferencia revelada. Basta ver si existe una situacién en la que haya un asterisco ents y en st. En caso afirmativo, hemos encontrado una situacidn en la que el consu- midor revela, directa o indirectamente, que prefiere ia observacion t ala sy, al mis- ‘mo tiempo, revela que prefiere la sa la t. Se trata de una Violacién del axioma fuerte de la preferencia revelada. ‘Las preferencias reveladas (€.7) / 133 En cambio, si no encontramos ninguna violacién, sabemos que las observaciones ‘que hemos realizado son compatibles con la teorfa econémica del consumidor. Estas ‘observaciones podria hacerlas un consumidor optimizador que tuviera preferencias de buen comportamiento. Tenemos, pues, un test totalmente viable para averiguar si ‘un consumidor acta de una forma compatible con la teoria econémica. Esta posibilidad es importante, ya que hay algunos tipos de unidades econémi- cas que se comportan como consumidores. Pensemos, por ejemplo, en una familia formada por varias personas. {Maximizan sus elecciones su “utilidad”? Si tenemos algunos datos sobre las elecciones de la familia, podemos utilizar el axioma fuerte de la preferencia revelada para responder a esta pregunta. Otras unidades econémicas que pueden imaginarse como consumidores son las organizaciones sin énimo de ku «ro, tales como hospitales o universidades. :Maximizan las universidades una fun- cién de utilidad cuando toman sus decisiones econémicas? Si tenemos una lista de las decisiones econémicas que toman cuando se enfrentan a diferentes precios, po- demos responder, en principio, a este tipo de pregunta. 7.8 Los némeros indices ‘Supongams que examinamos las cestas de consumo de un individuo en dos perio- dos diferentes y que queremos ver cémo ha variado el consumo de un periodo a otro. Sea bel periodo base y f algxin otro periodo. {En qué se diferencia el consumo del pe~ iodo base? ‘Supongamos que en el periodo t los precios son (pi, p}) y el consumidor elige (x, x4). Enel periodo base b, los precios son (p}, p) y la eleccién del consumidor (x4, x4). Cabria reguntarse cémo ha variado el consumo “medio” de este individuo. Si suponemos que wy t, son algunos “pesos” que entran en el célculo de la me- dia, podemos analizar e! siguiente tipo de indice de cantidades: wl twat attest Si, es mayor que 1, podemos decir que el consumo “medio” ha aumentado entre b y Ly sies menor que 1, podemos decir que el consumo “medio” ha disminuido. Ahora bien, {qué utilizamos como pesos? Lo natural es elegir los precios de los bienes en cuestién, ya que miden, en cierto sentido, su importancia relativa. Pero en. este caso tenemos dos conjuntos de precios. ;Cuél debemos utilizar? Si utilizamos como pesos los precios del periodo b, el indice que obtenemos se de- nomina indice de Laspeyres y si utilizamos los precios del periodo #, el indice que ob- tenemos se clenomina indice de Paasche, Ambos indices muestran qué ha ocurrido con el consumo “medio”, pero utilizan pesos distintos en el proceso de célculo de la media. 134 / MickoBCONOMIA INTERMEDIA Si sustituimos los pesos por los precios del periodo t, vemos que él indice de can- tidades de Paasche se obtiene mediante la formula Pit + Pi Pi + Pe y Silos sustituimos por los precios del periodo b, vemos que el indice de cantidades de Laspeyres se obtiene mediante la f6rmula y= ist + hah Pest phat ‘La magnitud de los indices de Laspeyres y Paasche puede decirnos algo bastante interesante sobre el bienestar del consumidor. Supongamos que tenemos una situa- cidn en la que el indice de Paasche es mayor que 1: = iti + Piss "past pha” 2Qué conclusiones podemos extraer sobre el bienestar del consumidor en el periodo fen comparacién con la situacién que tenia en el b? La preferencia revelada nos da la respuesta. Basta expresar la desigualdad ante- rior de la siguiente forma equivalente: Piast + Pax> play + pix, ‘que muestra de forma inmediata que el bienestar del consumidor debe ser mayor en # que en b, que podria haber consumido Ia cesta b en ia situacién t, pero prefitié no hacerlo. Qué ocurre si el indice de Paasche es menor que 1? En ese caso, tenemos que Pint + PES < Pit + Pit, que nos dice que cuando el consumidor eligié la cesta (xf, x4), la (x4, 24), mo era alcanza- ble, pero no nos dice nada sobre su ordenacién de las cestas, El mero hecho de que una ‘cosa cueste més de lo que podemos pagar no significa que la prefiramos a la que esta- ‘mos consumiendo ahora. Qué ocurre con el indice de Laspeyres? Funciona de manera similar. Supongamos ‘que es menor que 1: "4 Esta dosigualdad is Phat + Pash > Pim + Ph, ‘Las preferencias reveladas (c. 7) / 135 que nos dice que el consumidor revela que prefiere la cesta (x4, 23) a la (xf, x4). Por lo tanto, el consumidor disfruta de un mayor bienestar en b que en f. 7.9 Los indices de precios ‘Los indices de precios funcionan de forma muy parecida. En general, son medias ponderadas de los precios: 1, = Pitt i Po Pho, + Pi En este caso, para calcular las medias es natural elegir como pesos las cantidades. Obtendremos dos indices diferentes, dependiendo de los pesos que elijamos. Si ele- ‘gimos las cantidades del periodo f, obtendremos el indice de precios de Paasche: a +o Ps y si elegimos las cantidades del periodo base, obtendremos el indice de precios de Laspeyres: P. ‘Supongamos que el indice de precios de Paasche es menor que 1: la preferencia revelada, {nos indica algo sobre el bienestar de que disfrutaba el consumidor en los periodos f yb? La respuesta es negativa, El problema estriba en que ahora hay precios diferentes en el numerador y en el denominador de las fracciones que definen los indices, por Jo que no es posible realizar comparaciones basadas en las preferencias relevadas. Definamos un nuevo indice de la variacién del gasto de la forma siguiente: Pim + Pas vist + Pe Este es el cociente entre el gasto total dei periodo t y el gasto total del b. ‘Supongamos ahora que se nos dice que el indice de precios de Paasche es mayor ‘que M. Eso significa que M= Pash + path pis + Pitt Pi + i Pei + Pe ‘Simpiificando esta expresién, tenemos que Piet + pak > vist + Ph 136 / MICROECONOMIA INTERMEDIA Esta expresi6n nos dice que el consumidor revela que prefiere la cesta elegida en el afio ba la elegida en el aftot. El andlisis implica que si el indice de precios de Paasche €s mayor que el de gasto, el consumidor debe disfrutar de un mayor bienestar en el afio b que en el t Este resultado es bastante intuitivo. Después de todo, si los precios aumentan més que la renta entre al ato b y el, cabe esperar que tienda a empeorar el bienes- tar del consumidor. El andlisis de la preferencia revelada realizado antes confirma También puede Ilegarse a un resultado similar mediante el indice de precios de Laspeyres. Si este indice es menor que M, el consumidor debe disfrutar de un mayor bienestar en el afo # que en el b, lo que confirma de nuevo la idea intuitiva de que si Jos precios suben menos que la renta, debe mejorar el bienestar del consumidor. En el caso de los indices de precios, lo que importa no es que el indice sea mayor que ‘uno, sino que sea mayor o menor que el indice de gasto. Fjemplo: Indiciacién de las pensiones de la seguridad social Muchos ancianos tienen como dinica fuente de ingresos las pensiones de la seguri- dad social, Jo que ha llevado a intentar ajustarlas de tal manera que su poder adqui- sitivo se mantenga constante incluso cuando varien los precios. Dado que en ese caso la cuantia de las pensiones dependeria de la variacién de un indice de precios ode un indice del coste de la vida, este tipo de sistema se denomina indiciacién. ‘Veamos una posible propuesta. Los economistas miden la cesta media de consu- ‘mo de los pensionistas en el afto b, que es el afio base. A partir de entonces, el siste- ma de la seguridad social ajusta anualmente las pensiones de tal manera que el “poder adquisitivo” del pensionista medio se mantenga constante en el sentido de que pueda adquirir la cesta de consumo que podia comprar en el afio b, como mutes tra la figura 7.6. ‘Una curiosa consecuencia de este sistema de indiciacién es que el pensionista ca- si siempre disfruta de un mayor bienestar que en el afio base b. Supongamos que se lige b como afto base para realizar el indice de precios. En este caso, la cesta (x4, x4) la cesta Optima a los precios (pt, p), lo que significa que la recta presupuestaria correspondiente a los precios (pp) debe ser tangente a la curva de indiferencia que pasa por (x4, x4). Supongamos ahora que varian los precios. Mas concretamente, supongamos que subieran. Si no existiera la seguridad social, la recta presupuestaria se desplazaria hacia dentro y girarfa. El desplazamiento hacia dentro se deberia a la subida de los Precios, y el giro a la variacién de los precios relativos. El programa de indiciacién levaria las prestaciones de la seguridad social para que pudiera adquirirse la cesta inicial (x4, x$) a los nuevos precios. Sin embargo, esto significa que la recta presu- Puestaria cortaria la curva de indiferencia y que habria alguna otra cesta en dicha Las preferencias reveladas (c.7) / 137 recta que se preferiria estrictamente a la (x4, x4). Por lo tanto, normalmente el con- sumidor podria elegir una cesta mejor que la que eligié en el afio base. Figura 7.6, La seguridad social. Normalmente las variaciones de los precios mejoran el bienestar del consumidor con respecto al afio base. Resumen, 1, Si un consumidor elige una cesta cuando podria haber elegido otra, decimos que revela que prefiere la primera a la segunda. 2. Si el consumidor siempre elige las cestas que prefiere y que estén a su alcance, significa que debe preferir las cestas elegidos a las que también podia comprar y, sin embargo, no eligié. 3. Observando las elecciones de los consumidores podemos “recuperar” o estimar las preferencias en que se basan. Cuanto mayor sea el ntimero de elecciones que observamos, mayor seré la precisién con que podremos estimar las preferencias subyacentes que generaron esas elecciones, 4, El axioma débil de la preferencia revelada y el axioma fuerte de la preferencia re- velada son condiciones necesarias que deben satisfacer las elecciones del consumi- dor para ser compatibles con el modelo econémico de la eleccién optimizadora.

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