Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ciclo simple
Ciclo combinado
Los turborreactores permiten alcanzar mayores velocidades que los motores de hélices,
consiguiendo además una muy buena relación entre el tamaño del motor y la potencia de empuje
obtenida.
Todos hemos visto un turborreactor: son esos grandes cilindros situados en las alas de los aviones
comerciales, y que presentan en su zona frontal grandes aspas en forma de ventilador. Pero ¿qué
hay tras estas aspas, y de qué modo estos motores consiguen empujar al avión a velocidades que
rondan los 900 km/h?
Durante el vuelo el aire se agolpa en la boca del motor a una velocidad de 800 km/h. Una vez en
la entrada, el aire es succionado por un compresor, formado por varias hileras de aspas. Estas
aspas empujan el aire hacia el interior del motor, comprimiéndolo y aumentando su temperatura.
Una vez comprimido, el aire llega a la cámara de combustión, en cuyo interior se inyecta
combustible (keroseno, un tipo de gasolina), que entra en ignición con el oxígeno del aire. El calor
generado por la combustión aumenta de un modo tremendo la presión dentro de la cámara de
combustión, de modo que los gases producidos tienden a expandirse saliendo por la parte trasera
de la cámara de combustión. A medida que sale de la cámara de combustión, el gas pierde
presión, pero gana en velocidad, de modo que, al salir por la parte posterior del turborreactor, la
velocidad del aire es mucho mayor que la que tenía al llegar al motor.
El motor empuja los gases hacia atrás y los gases empujan el motor hacia adelante
En su camino de salida el gas pasa a través de una serie de turbinas, cuyas aspas giran
impulsadas por la corriente de aire caliente que escapa del motor. De algún modo, y para tener
una idea más gráfica, la turbina de salida se comporta de un modo similar a como lo haría un
molino de viento. El giro de la turbina de salida es transmitido a través de un eje a los
compresores situados en la parte delantera del motor.
Visto el proceso de modo global, el motor hace que el aire salga de su interior a un velocidad muy
superior a la que tenía cuando entró. Para que el aire gane velocidad, el motor ha tenido que
ejercer una fuerza sobre dicho aire, empujándolo hacia atrás. Pero, según el principio de acción y
reacción, siempre que se aplica una fuerza sobre un cuerpo, dicho cuerpo responde con una fuerza
igual pero de sentido opuesto. En resumen, el turborreactor empuja el aire hacia atrás y el aire,
como respuesta, empuja al motor hacia delante.
Banco de Ensayo de Turborreactores del INTA
Se puede comprobar y experimentar esta ley de movimiento realizando una sencilla experiencia,
para la cual sólo se necesita un suelo liso, unos patines, y la colaboración de un amigo o amiga.
Para comenzar nos dispondremos uno frente al otro sobre los patines. Seguidamente, empuja
suavemente a tu pareja, procurando manteneros erguidos. Comprobarás que al empujar a tu
pareja tú te mueves, pero en sentido contrario. Si los dos tenéis el mismo peso, entonces ambos
os desplazaréis la misma distancia. En caso de que tú peses más, tu pareja se moverá más que
tú. Si, por el contrario, tú fueras menos pesado, serías quien más rodaría hacia atrás.
¿Qué nos dice el principio de acción y reacción? El principio de acción y reacción fue formulado por
primera vez por el científico inglés Isaac Newton. Esta ley dice que siempre que un cuerpo ejerce
una fuerza o acción sobre un objeto, este último responde ejerciendo otra fuerza sobre el primer
cuerpo, de modo que dicha fuerza de reacción tiene igual intensidad que la fuerza de acción, pero
sentido contrario.
El turborreactor consigue en definitiva mover un avión proyectando hacia atrás un chorro de aire a
gran velocidad. El aire como respuesta empuja el turborreactor hacia adelante. Este proceso esta
basado en la Ley de acción y reacción de Newton.
El turborreactor (en inglés: turbojet) [1] es el tipo más antiguo de los motores
de reacción de propósito general. El concepto fue desarrollado en motores
prácticos a finales de los años 1930 de manera independiente por dos
ingenieros, Frank Whittle en el Reino Unido y Hans von Ohain en Alemania;
aunque el reconocimiento de crear el primer turborreactor se le da Whittle por
ser el primero en concebir, describir formalmente, patentar y construir un
motor funcional. Von Ohain, en cambio, fue el primero en utilizar el
turborreactor para propulsar un avión.
Contenidos:
1. Funcionamiento
2. Comparación con otros motores similares
3. Véase también
4. Referencias
1. Funcionamiento
Turborreactor SNECMA Atar 09C.
Bajo condiciones normales, la acción de bomba del compresor asegura cualquier retroceso del
flujo, consiguiendo así un proceso continuo en el motor. De hecho, el proceso completo es
similar al ciclo de cuatro tiempos, pero donde la admisión, compresión, ignición, expansión y
salida se realiza simultáneamente, pero en distintas secciones del motor. La eficiencia de un
motor a reacción depende fuertemente de la relación de presiones y la temperatura de la
turbina.
Comparando el turborreactor con el motor convencional a hélice, el primero toma una cantidad
relativamente pequeña de masa de aire y la acelera considerablemente, mientras que una
hélice utiliza una masa de aire grande y la acelera sólo una pequeña parte. La salida de gases a
altas velocidades de un turborreactor lo hace eficaz a velocidades altas, especialmente a las
supersónicas, y a altitudes elevadas. En aviones más lentos y aquellos que sólo realicen vuelos
cortos, una turbina de gas propulsada por una hélice, conocido como turbopropulsor, es más
común y eficiente.
El diseño de turborreactor más simple es de una sola bobina, en el que un único eje conecta la
turbina al compresor. Para diseños con relaciones de presión más altas suelen tener dos ejes
concéntricos, mejorando la estabilidad del compresor. El eje de alta presión conecta el
compresor y turbina de alta presión. Esta bobina externa de alta presión, con la cámara de
combustión, forma el núcleo o generador del motor. El eje interno conecta el compresor de
baja presión con la turbina de baja presión. Ambas bobinas pueden funcionar libremente para
conseguir velocidades óptimas, como en aviones supersónicos como el Concorde.