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FliOSOFÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS


'Y SOCIALES. NOTA HISTÓRICA
DE UNA POLÉMICA INCESANTE

Entrar dentro del carrico de la filosofía de las ciencias socia


les equivale a tropezar con la polémica. No hay consenso en las
llamadas ciencias del espíritu, culturales, humanas o SOCiaiC5.
acerca de la fundamencación de su quehacer. Desde la apari-
ción de las diversas disciplinas que se acogen 'jJ sobrenombre
del espfritu, humanas o sociales (historia, psicología, sociología,
economía, 'derecho, pedagogía ...), 'se ha desatado la polémica
sobre su estatuto de cient.i.f:icidad.
La aparición exp res 2., m anifesta, de estas discipl inas (dicho
sea globalmente y sin--muchas precisiones) aco(1teció en el ~iglo;\lX
XIX'. Es decir, en el momento histórico en que se hizo evidente
que" la sociedad, la vida de los hombres en' ella con sus rnúiu-
ples relaciones, no era ni algo claro, ni dado de una vez por
todas. Desdees te' 'momen(o-de-'é:nsis~:erPensa'rru~nio' y'la r~n~,
xíóu pugnaron por encontrar estabilidad, Fruto de esta lucha
con un mundo social que se hahfa. vuelto problemático surgic- C\ e.V\~ J' r.
ron la ciencia histórica, sociológica, política, económica, psico- - yvr~~ .
lógica ... a)ero~ eran verdaderarnente ciencias tales intentos. ex- .
plicaciones,re.flexiones"y quehaceres? La respuesta dependería
del concepto' de' "Ciencia que se. utilizara como medida. .
. . Para .unos lo eran. y para otros 0.0_ Unos exigían que - las .
.".'. «nueyaslt.·ciencia:s'·se'acom~ara.n..aJ..paradigrna o-modelo de'
. . ,.. " '. -~-', - _'~,'.--!--:-.:..,,~..;.
..•...•
~.,:~:; -;~ ~"-".'.,~ .

19 .
"

1''-
• las denc::ias verdaderas, es decLt", de las físico-naturales, y otros
- defendían la autonomía de las nacientes ,'ciencias. V~mos que,
desde la cuna, les acompaña a las incipientes disciplinas la dis-
~ puta ac~rca del estatuto científico que posean o no,
~ ',t;.y.-': .: Pero más allá de esta disputa se advierte otra polémica ma-
)r \e3t1\ \c ~or, mis antigua, profunda y abarcadora: ('qué es la ciencia? Por-
C\¡ ! o I que. 10 verdaderamente problemático e inquietante es observar la
. I <r¡)U
.
e5'. ~\ CCfC\ 'diversioa
.dad de criterios
' , que S- élp lican tras Ia pilla
_1 bla ciencia.
qeV\C\c;. r '
, .Habría, pues, que decir que en el contencioso sobre la cien-
ti6.ciclad o no de 12..5 ciencias humanas, sociales o del espíritu.
seria cita el debate sobre la ciencia, De acuí su gr<li1 interés,
Por esta razón, algunos t~6ricos de! debate" denominan a este
problema de la fundarnentacióri de las ciencias sociales o hu-
manas como tales ciencias, la cuestión candente". Dicho de
(!

otro modo; aquí se anudan actualmente los problemas más


acuciantes que rodean a la ciencia y las preguntas que van mis
a la raíz. .
: : No es extraño que al tratar de indicar brevísimarnente algo
de la cuestión, en una nota irin-oductona a unas lecturas de
filosofía de dichas ciencias, no tengamos más remedio que ir al
encuentro de la génesis del problema. L~ fuerza misma de la
disputa actual nos impele a buscar, aguas arriba, el origen del
tumulto. También .aquí esperamos quela historia del problema
nos desvele e! problema o, 'al menos, nos ayude a aclararlo.
: -., . . ..

~ -•. ,.
A) Dos tradiciones importantes en la filosofía
del método científico: la arist'otélica y la galileana
lo

yo:s .- .-'.>'Si miramos


el, panorama de Ia filosofía de laciencia, o de la
1va-1t-ú)~ 'ri.flexi6n ácerq¡. de .la ciencia y de !o que tieri~ que ser. conside~
~ k \2- rado. oi tal, d~de la altura de. stCJlistona, ~ distinguen dos'
,s \-o0'd- '. diciones importantes: la llarriada a.r4totélica, y la denomina-, "
~\~. \Q..-Wo~ '~, ',g . ean~,l_ Sor: dos _tipos ,~~ ci.encia -o..dos plar:teamien~o~
~ b.dfl."
\jY\0- )..Q.
~yo~ ~er:ent:s ac~rca de ~as COnmCl?nes ~ue de s~tJsfac.er ,~a .
.~plicaC16~ que s~'qwera denominar científica, Ambas,tra~c~o-~
ha
~~
~.~

o.c-V'
r ~.'.\
cP .::; 1~ Sfr.G~~·~~~
y!a.sc la
~~ght.·~pl~aci6~
aceptación
.

de c:s::a tipo~ogfa al
j
x.o.
I;Omprr.lfS.~rt. Moo~id. Alh.n:ia,: '1980,:~
,\pd:. F;1~&k1.tf.rcr1-Vcr:srthcn.-Kanrrova-::-
18.. ,:
.
. . In r.rannaulattal-~ Sichr, Fr.uúáurt. Suhr.~p,,1979, p. 56.

"

20.

\
'nes tienen. sus raíces y representantes en el m~d~~C5-
de este pW1CO de vista, no nos deben engañar las db,~:Cio-
. nes .. La tradición aristotélica se remonta a Aristóteles como a
uno de sus primeros y mis conspicuos re r tances. pero la
galileana, aunque recibe su nombre d Galileo Galilc' (~ ~ ~k~
1642), hunde sus raíces más allá de Aristóteles, e~itágoras y tc~':'" '1
P~ No S<ln, pues, tanto los 3;centos personales los que aqu í '1r I t.>j o taJ
nos interesan, cuanto las diferentes concepciones de ciencia
que ambas vehiculan. Y esto. en tanto que dos tradiciones vivas
que llegan, con su caudal enriquecido por las vicisitudes hisró-
ricas, hasta nuestro hoy, y persisten en una confrontación, o
pugilato, cuyo lugar más visIble es la fundamentación de las
disci Unas humanas o socialeS como ciencia.
Con objeto de caracterizar mejor e problema y -el estado
de la cuestión». vamos a detenemos un poco en una breve ex-
posición ·de ambas tradiciones. Atenderemos a aquello que les
es' propio y las conduce a la confrontación. No nos fijaremos
tanto en lo que los autores. Aristótdes o Galileo. dijeron que
era ciencia, cuanto enjas acentos que sus tracüciones respecti-
vas~ ven en ello¡ lo que -a menudo
.
difiere W1 tanto.
,

B) La tradición aristorélica, o la ciencia .


como explicación teleológíca ' ..
o'

Arístóteles! consideraba que la inve:sti~ción cienúfica daba


r> VlueJ~~Cl~ comienzo allí donde alguien se perca~a de la ..ex.istencia __~~ .
\~ e..vJ/f·c.q ciertos -fen6menos. Es decir que, (p.-ªDÍ~st~~~Ie:s~_ principio;
\vt)cGOL C-íY) l/está' a-o servad9.!?.~~ro la e~icación cien~ficapsolo se consi-
. )0\ obJ.erVQ O-&í~e cuando se l-;gra dar rai::6n.oe esos hechOS o fenómenos, Y
. ve .e.] eyp \¡wCe justameiiféEl cómo ~e. entie~~: este ¡(dar razón de lo~. ~e-
'fE' F --
h (Á~.Gk°s)t lo que va a caracterizar a Aristótdes y toda una tradición
J':-~a L.-~ ~k~que .de~guna'J:11anera guarda seri1e~~ o prosigue el tipo de
l (/J ~ c1vvJ explicación propugnada por el Estagiríta. ~ .. . . -'o
\ - --
. ,
. '
2. Sobre la filosofía de la ciencia de Arisrétcles. cfr, J. Losec: 1~·rTcjll·cción Jr&tóri;
a la (iloso{la lÚ'la ciencia, M..dcid. A1bru::l. 1976. pp. 5-25; M.W. W~ofsky: [ntrrxluc-
. cián a la filoS;O(CalÚ la ciaccia, Madrid. Alianza, 1978. vol. l. op. 4. También B.Fa.
rrington; Ciencia y filoso{fa en la Anlig!1Láa..d. Barcelona. Ariel, 197 L .

21
l
I
d ~,ct?\ c.,VJV1 ---- Aristóteles pensaba la e:;qJlicación cientffic:ra como una pro-
.

q~r.fc-)lgresión o carninojnductivo desde las~servaciooe.s hasta los


csrr'0 i {\JvCC)A" principios generales o principios explicativos. Estos principios
eran inferidos por enumeración simple o por inducción directa;
por cualquiera de los dos métodos (que no nos interesa deta-
llar) se obtenían mis generalizaciones 2ce:-C2.de las propieda-
'des de la especie o género. Esta etapa consiste en obtener prin-
<-

° ,

I ~~i~ios explic3.tivo~ a ~'::t!r__


~:_los fenómenos que se han de ~x-
1':

i i + ~ól~ ~Q.,r plicar: ,se deno m mu(--;nduCC.y3J11. Para Aristóteles todavía existía
1
1 Q) eN'~ ~#~ u~ ~gUndo rn~mento o eta~a en la. explicaciÓn científica: el
eA /~~d;D'f-.V'o fléJUC(LVÓ) Consiste en deducir enunciados acerca de los fenó-
~::J/ / menos a partir de las prernisas que incluyan o contengan a los
\o.pl~ principios explicativos. Aristóteles exigía una causaJjen- ¡¡¡;;ción.
(d.l5-r:' (/C1J tr~ las prcmisas y la conclusión del silogismo acerca del hecho
<?C o fenómeno a explicar. Y ~quí aparece el énfasis, rasgo o carac-
c--0 A- ~ terística de la explicación nrlstotélica. La causa de un fenómeno
.tr ~~; ~~e, pa.:-aAristóteles, l~atra aspectos; l~ causa E~rmat, la cau-
~ <f!'1--J P' material.Ja causa e~clen~ la causa fiQ.al. o •

I ~"> ~~v\\f- '. ~.',Pues bien, una explicación científica adecuada debe cspeci-
. (},,&v~').~~ (YL- ficar estos cuatro aspectos que constituyen su causa. Sobre
l- ~~'P-- , ~ V' 'todo, no podía faltar a una pretenclida os..' -" ti ca de
1,~C!-/~ ,ur: fenómeno o hecho, ~CIar cuenta de su causa final ó reloj)
W Aristóteles criticó duramente a aquellos filósofos, como por
ejemplo los atornistas Demócrito y Leucipo, que pretendían ex>.
plicar los .hechos (ej., el' cambio) ep: términos de sus causas
.materiales y eficientes, o aquellos que acentuaban excesivarnen-
(T> telas causas formales, como los pitagóricos. _._
hfccr e ~.:. ~tóteles- exigía explicaciones, teleológicas, que adarasen
\p,\flpLo1 «conel fin de qué» ocurrían l~s fenómenos, no solo de los he-
"f' chos referidos al crecimien to o desarrollo de los organismos
.VivoS:-smo' a-un
de los seres inorgánicos u' objetos inanimados.
. . preClsamen e. e acento ..puesto por' stóte es y
c;ci~nda aristotélica» •en la. explicaciónteleológica o· finalista, el
que se .considera prolotípico de esta tr:adición y permite encon-
, sr;mejanzascon po~turas actuales' ora-bien. nodebemos
olví que las. explicaciones aristotélicas tenían otros rasgos no
\ . .. .! '. . .
mantenidos hoy día: eran explicacionesen términos de l¿,propie"O.
dades~:' «facultades». o «potencias», asociadas a la esencia de
, alguna substancia.: Taies' explicaciones tienen un carácter con-
t '. .. > -."~.'-- ,
..
. l •. ' '. '. . .:....,: • : .'

'. . .-'.'': : I
': 22
- .11 ktJYñ~:, qYJ VYr1e.:-,i· "". ~ú~· ~ 3~~ñ~
- .. 'i
. 1~rl - rJervv-t .1 .
ceptual que las difer .ncia de las hipótesis causales y las acerca
a las explicaciones teleclógicas y, mis allá, presupone una cos-
-mó~si6n o concepci?n del mundo. como conjunto de substan-
cias, que hoy nos es extraña. No nos interesa proseguir fuás por
los caminos del preceptor de Alejandro Magno. Nos bastan las
nociones adquiridas para entender por qué la tradición de la
ciencia que se remite a Arist6teles discurre al compás de los
esfuerzos por comprender los hechos de modo teleológico o
finalista.

C) La tradición galileana, o la ciencia


como explicación causal

Nada acontece en el mundo cultural y humano dela noche


a la mañana. Las ideas se van incubando lentamente, o de for-
ma más acelerada, al socaire de los acontecimientos sociales,
políticos, económicos .o religiosos.
_ Los vientos del cambio o de la critica nunca dejaron de so-
~ ~'j'''plar sobre la tradición aristotélica. Hay toda una línea revisio-
C1~(1\ \';} 'r0 / nista muy visible ya en el siglo xm, que introduce precisiones
~:s~ ¿..J""c:fo'~ ~ en el rriétodo .iD9.!:!s:tiv<?_-deªucoiyº_sl~Aill,tó.~eles, A ella pertene-
~ \? \-o ~1\(., cen nombres como R..' Grossete:ste (1168-1253), Roger Bacon
'0-'05 (1214-1292), Duns Scoto (1265-1308), Guillerrno .de Occam
(1280-1349) y Nicolás de Autrecourt (1300-1350), Los citamos
para que quede constancia que lo que vamos a llamar la «cien-
cia moderna», o manifestación socioculcural potente d~ el Lv
c~epci6n de ciencia, no irrumpe como algo inesperado, sino f:n ~_\\&=4~
como resultado de una· serie de cambios.sociOCUltUrales y. e. a __. ~ ..•
.rrUsma historia de las ideas. (
~.: A la al~ del siglo XVI durante el Renacimiento tardío y la
Af7 época del Barroco, las con:Uciones ~ociales y :ulturalcs esta~an
~( m~duras para que aconteciera el «giro coperrucano» en la cien- --
cia.y lo queOrtega y J~?-Sset llama la «anábasis de Descartes- o
arreglo de cuentas, en la .filosofía, de uno consigo mismo .
.AconteC2gue se deja de mirar eLuniveUQ_<;;om~ un conjunto de ~yVI~
su.~tanci~~~~Rfe~Iade:2y_.podms--L~~-· verlo com~ un
" ~uj~Ld~ _?SQn~cimi~Q.LQ~.eQ s<efllill-rey~ -.·casi-~o.~lS .
as ~revoluciones científicas» testimonian. --como ha mostrado

23
.r .
, r¡;V':f/~.S. Kuhn-J Ia unión indisoluble entre el descubrimien (o de
\'( .j~'-0'<:. nuevos hechos y la invención de nuevas teorías para explicar-
~f¡9e{ los, con una nueva imagen o visión del mundo. La concepción
del !11W1doEruto de la nueva forma de mirarlo, que ya es visible
._in· hombres como Galileo' 6 Bacon, no es tZlOto metafísica y
.\ fipalista, cuanto funcional y me.canicis,ta. Los nuevos ojos de la
V ). ~ ciencia mcx:lema están traDsidos de a~sias de poder y co.!:trol
f{\,¡/V r/tv s,'if-~-deran:;;:turaleza El~e.ntro .10 e.~ya el mundo, si..~o el ~m>~
(,.1" ""\ e/ Por esta razón, su rrurada coslDca, reduce a' objetÓ para sus
~- .~(¡éJ' necesidades y utiüdades, a la naturaleza.!
¡("- V()J.i' :.Este interés p~gmático, mecin.ico-c.aus~is.ta, qu~ no va a
Cl~ p~tar ya' por el «gor qué)) y <tp3..L'Cl. qub últimos, sino por el
t [/)
t
r .,:1)"'- «cómo» más inmediato y práctico de l.os fenómenos y sus ~
~oJ'(\\')fV"'~ ~cuencias, emer e con fu...::n.aen la centuria que va desde
o.vi' _..43 año de la aparición de la obra de Copérnico De re\.'olutio-
y V- J 11\ (/ nibus orbium coelestium, hast.a @
tec:ha en que ven la luz
/'V los Discorsi de Galileo. En este «umbral de la nueva ciencia",
~mo o 'en-;mlriá- Dijsterhuis, se cristaliza un nuevo .método
científico, una nueva forma de considerar qué requisitos tiene
que cumplir una explicación que pretenda llamarse científica.
Al triunfo social de las nuevas ideas no le van a -ser ajenos
-como venimos indicando- una serie de cambios sociales. Si
cÍ~nomin2.ITIos «fuerzas sociales inté~entes~ a estos factores
sociales que facilitan el s~imiento e instituci~nalización de la
ciencia moderna o galileana, tendríamos que señalar, lo si-
(l»íÍ'\\~n.. guíente.' En primer lugar, la labor de recuperación de la tradi-
7~t). _.. _i_
: -: ). T.s. Kuhn. Le. estructura de las revoluciones ciclIf{(icas, lvbd.rid, FCE. 1975, p. 19.
: ~. Sobre este interés dominador. _que.?:co_f!1p.a..~~ la ciencia moderna y se alza con
pretensiones cada Vez. más absolutas, cfr. Ho·rkhci~~rY-MomO:Dialtcrica-ddJlumi.
nismo, Buenos A~, Sur, 1911, esp. cap. I. .
. 5. Entre las lcorlas. o explicaciones del s~imie~(o de la cicncia y pensamiento
moderno se hallan: F. Borkenau: Da- (JWgang-VOrt [eudalsn V1J71 bargaiichat WtllbiJá.
París; 1934; Idem: ~Zur Soziologie des mechanlstíschen WdtbUcks., en Zcitsdtrift {ilr
Soval(~r0tuJ1g.t.1 (1932), rceditada en Munich, Kosel, 1970. Para Borkenau, la cien-
cia moderna, la nueva rnecénlca-galileana y ncwtoniana, tendría sus raíces en I~ pro-
ducción técnica manufacturada: G.H. Crossmann escribió, corrigiendo :1' Borkcnau, .

•Die gescllschaftlichen Grundlagen des mechanisdschcn Philosophie und die M~u •


. . .-hknir>; en z.atschrift fur Sodalforsc1tl.lng,.rv, 2 (1935). En esta línea continúa también
.. E...I.ihc:l Para estos autores la ciencia moderna sur-ge de: la unión' dd humanismo con
.d artesanado y ·d capitalismo primitivo. Posteriormente, A. Kojevc Y W. Kern vcrin lA
. C:;iC:ñciamodcm.a romofruto del Cristianismo. Cfr. A. Kojeve; -Origíne chrétíenne de b
.' 3CiCl';l~ rnodcrnc-, &icncti d ·L'btsdg71.cn1atC cÚf Szicnces, 5~37 (9~). ,. '. : '::" L' ~~---.
•• • •• • • •.•• /" •••• ~ • :." ' : • o"

..
;.
24
lI... lE
.ón..Jl~~.a:góric.~'p'lató~_Li-~efectuada. por los humanist _ Ellos o
I'c).~
J'ff vüiten en. el pensamiento occidental la concepción o creencia
\ ;1\~~~' }~ de oraíz pitagórico-platónica, que se verá fortalecida por la fe
odsv '#~ -cristiana en d Creador, de que el libro real de ola naturaleza
r(f'~ estaba escrito en lengUilje ~te~tico. No habrá que buscar
~ tanta a suStancia subyacente a los fenómenos cuanto las leyes
(~ ~ V- rpatemáticas que nos desvelen la estructura real del mlU1d~
V (/' .59, G#eo será un típico representante de la nueva mentalidad
V que cambia las e licaciones físicas cualitativas de Aristóteles
r laS formulaciones matemáticas de Arquímedes.
Pero os Umanistas solos no hu iesen logrado mucho. Junco
a ellos aparecen unas condiciones sociales engendradas por e:
capitalismo incipiente n~~id; y~'~~ ·el Sigl¿ XIII alrededor de las
ciudades italianas y su comercio con Oriente, que rompe el con-
trol de la producción y distribución instaurad2. por ]osl]re~3
La incipiente producción; según el esquema de la oferta y e-
manda, favorece la aet.:mulación del ca ¡tal el fortalecimiento
de una nueva clase social urbana: Ja b es! Pro io de esta
clase social va a ser él gusto por una cultura más ~u1ar una
propensión a los hechos concretos y su sentí o e oroen y lo
positivo; d.iPosi·ª~ que es lo que nuestro lenguaje popular ha t.: 'Pt:I81~

~ el r:sogido .e~~iXJ;resiones como i<ir a lo positivo», estoes, ~ ló útil~


'1't;:.f "\ l'
l",,~r:a~áti~) La nueva ciencia recoge este interés p@oomático,
rfJ \\"\..,.(b')~ acorde cori oel ointento de dominar la naturaleza, y señala una
\ v ~ actitud, tecnolágica del conocimiento y sus aplicaciones.F, Ba@)
será el gran apóstol de esta actitud «científica",
Tenemos ya una tradición matemática recuperada, que va a /
proporcionar un gran instrumento a Gali1~ y sus seguidores p;:u-'a ·~~I'Y1°~h-
reducir, primeroinruitivarnente y después en-la concentración.de _. ._~V'f\o. ~
~ fórmuh° ,matemáti~. las propiedades de .~~ fenómeno. Pero
~ ~ SI es importante 'la determinación "métrica y numérica de un fenó-] I

(fiJ \i! tv meno, todavía ~o.es más la suposición hipotética que posibilitaba, _ h dJO \.e~1 S
-s" /, El ~to más-importante re-ganado a la tradición pítagórico-pla-"
~~ ~cl ~OS
tóni~ y arquirn&:tica, y:rcformul.ado JX?r el, ge~o de G~~: ~~ el
-?~ '-..{'-I/ é~lS ~n ~l.valor de/a abs~acClón e idealLZJLQónde c:'~'0: ,El
)r~7/ o. éxito. de. GáliJeo y del posteriordesarrollo de esta tradición radi~
" '?:Y'-c¡/ .e~ .~uhabilida~ para arrinConar :diversas ~omplica<?~ne:s e~pCri~
'-cas,.para~trabaJ2r con conceptos ideales) como O(el~n.du1o ideal-,
etc, Es decir, que, junto a las fuerzas sccíales indicadas, hay que.

25
poner a los hombres: los arristas-in vúet0S del Renacun.iento
. hombres geniales, como\Leonardo da Vinci, que inician la vincu-
laciQ..nsistemática del saber académico con la empmca arte.saml
:El mismo GaliJeo, durante su estancia como profesor de matemá-
ticas en la Universidad de Padua (1592-1610), tuvo numerosos
contactos con artesanos para trabajar en su laboratorio y solucio-
nar
"
problemas físicos de las bombas de agu,l, artefactos militares,
"'"

de. Fueron, en suma, una (I-_éyad;V de científicos, en su mayom.


astrónomos (y Aristóreles ya' dé;ornmaba a la astronomía una
«ciencia mixta», por conjuntar la matemática con la técnica), los
'que pisaron ese umbral de la nueva ciencia: Copémico, Galileo,
junto con Sirnón Stevin y W. Gilbert,

tJ~~.
Q)eflf)d
r ./. 'La «nueva ciencia) que reemplaza a la aristotélica va a con-
siderar como eXE.!icación cienúfica de un hecho aquella q~e
\ venga fonnulada en ténninos de ,leyes gue relacionan Ienórne-
i nos detenninados numéricamente, es decir, matemáticamente.
I Tales explicaciones tornarán las formas de Q¿p6tesis causales.
l. Pero causal va a t:~er aquí una connotación funcional en una
\ ~rs~ctlVa mecaruclSta y "

~-..... Finalmente, la piedra de toque del valor de nuestras hipóte-


\ ~O~~\).; sis causalistas vendrá determinada por e:l análisis e.xperimental.
~ ~ \\ ',d"" \;Y~Se.rá la comparación de la, hipótesis con las consecuencias de-
+~\ Q/. o<'~-t- ducidas mediante la observación de la realidad o experimenta-
e,; ,&0- \("e".... '9?n, la que nos dirá su valor explicativo. ,
\p '<:. -V ~: M~ de un siglo después, dirá. Kant que la actitud del cienúfiCO '"
galíleano no es la de un escolar a quien la' naturaleza ensefl.3:,sino
la de un juez: que ciertamente va a aprender, de un testigo, pero
sornetiéndolo a un interrogatorio, previamente fOljado por el juez.
el 'cual ~fija. 'por tanto, lo que qwere averiguar. Dicho de otro
X'

'4J>'<'
j
~o
rnodo.r laIísica gríega-y-en-general.vtoda.la.
. se ha montado so.b~ el supuesto de que
a las '~

ciencia hasta Galileo,
e.I}!!,!.KIiI"TiJ~to
Galíleo, dirá Karj~':"~ montado su fíSica Sobre
" ,
gira~§r
}m~K.k..I~)
'
~p~e:t0 in~: el supu~to, de que las ~!2 tom~
en en ent ' por paradójico queparezca, entonces y solo en-
t?nces descubierto Io-qu,e son 1; ~osas. Se ha consumado lo dA /L-qn-t->

~e,~tllan:a~~~,~ppn~na.,en la ~~~~ I~ ~

" ·1· .' ,


,,~!' 6. I. Kant Craicn' cú la. razón pur-a",' Buenos Aires, Losada, 1970, P: 130; X. Zubi-
rl.:. CincO lexiorus tU. (r1o.sofia, Madrid, Alianza, 1980, pp. 72, 74. Sobre G.iliIco, cfr.
'A..Koyré; Estudios t;alikanas, Madrid. siglo xxr~1980. ' •.
!. :. .. 4'·

"

',26
Ya el . .scenario, o mejor, el 'ríng. donde se debate
tenemos
la fundamentación de las ciencias 'del 'hombre. Será a caballo
.de-estas dos tradiciones, aristotélica y galileana, de sus respecti-
vos puntos de vista sobre la explicación científica, donde se de-
sencadenará la disputa. Comprenderemos ahora por qué, ha-
blando en un sentido muy amplio, la confrontación puede ser 1. r I¿/ o. ¡.e VJ
exp~e_sa~~ en térrnlno~ de\_expli~qónlca~s:;J=Versus exP~i~iT '1) e- y ~ fe-~c. Y)
¡ teleol3g1d, o, como diremos mas ail~ante.rXplic.aclÓnHEl1i1it-
Ten) contraccompren.siÓ~ (Verstehen).' .
Vamos a continuar a exposición del estado de la cuestión
. actual: Según Io convenido, seguiremos, a grandes zancadas, el
desarrollo histórico de la polémica. Esperamos 'ganar asf un
horizonte heurístico. explicativo, del problema mismo. De
acuerdo con KO. Apel.' distinguiremos \!res fases en la controI
~Y si se nos abre un crédito de atención, como diría Orte-
ga,desde ahora anunciamos nubarrones con claros paisajes, y
prometemos archipiélagos, '.

D) La primera polémica explícita de la filosofía


de las ciencias sociales: positivismo decirnonóriico .
frente a hennenéutica !

. Nos situ~os en el sigIo~ Hay-un paralelismo entre este


siglo y. la centuria de la ciencia mcx::lema: acontece para las
ciencias del hombre un despertar análogo al conocido por
las ciencias naturales en aquella época. El estudio sistemático
del hombre, de su historia, lengua, usos e instituciones socia-
......- ·~es,·a<;Iquie~e enestetiernpo, y merced a hombres cornoRanke
y Mornmsen en historiograHa, W. van Humboldt, R. Ras k,
J. Grirnm err lingüística y filosofía.Tylor en antropologfa social,
Saínt-Símon, Cornte, Spencer yNfarx en sociología, una altura
comparable a 'la alcanzadapor la .cienciagalilaico-newtoniana.
Tampoco sucede este auge de' estudios culturales, soci ales ,
humanos, porque sL EJhombre
oo. • _.
fue desafiado a finales del siglo
_

~Tuvo lugar uno. de esos acontecimientos' que ~ven


. hasta los cimientos .del mu.ndO 'social y qu~; según Kant, no se
'. --- ' ..... "

. '.

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\0/ l' olvidaránjamás .' a . evo UCl n .rances(\: _Hasla er:tonces, digá-.
~ n,JV ~ -rnoslo de una arma sirnp 1 caca y general,· la sociedad no
\Y' _~ '. ~o.nstitula un problema para la conciencia, dada su relativa
~ l~~cidencia ~on ella. 'Todavía era posible una visión rnonolíti-
.cal.sm problemas, de la conciencia. Hasla cierto punto, las rela-
ciones sociales, la cultura, el pasado y porvenir de la sociedad,
funcionaban inconscientemente, a semejanza de las fuerzas ele-
mentales del cosmos. Perc desde el momento en que la socie-
dad europea entró en crisis, se convirtió en W1 problema para
sí misma a nivel de la práctica (modo de orga .ruzación) y se
hizo evidente la ignorancia teórica (modo de comprensión). De
.ta manera, quedaba expedito el camino para la aparición de
las' ciencias del hom
bre y, .en particular, de las que conciernen
a Iasociedad. T-a'-mslS~ el estado crítico, en que se encontraron
los hombres y las sociedades occidentales, enfrentados con la
. necesidad de una nueva reordenación social y de obtener equi-
librio, sacudió los cspíri tus en favor 'de W1a intervención cons-
ciente y refleja de [a sociedad sobre sí rriisrna.!
.: Nos encontramos, por tanto, 2. mediados del siglo XIX con
"'1

~JDaciencia natural asentada cada vez más fuertemente sobre


los pilares de ·la tradición galilcana.sy unas ciencias humanas
con grandes logros y con pretensiones científicas. En estas cir-
cunstancias, dirá Van Wright, «resultó natural que una de las
principales cuestiones de 1; metodología y filosofía de la ciencia
d~l siglo XIX fuera la concerniente a la relación entre estas dos
)rnportantes ramas de la investigación empírica-," Las principa-
les posiciones al respecto pueden engarzarse en las dos gi-andes
'tr:adiciones del pensamiento científico que hemos. esbozado.
__ o '._ •• __ Unade estas posiciones es la filosofrade la ciencia del positi- ]
,;.:

vismo decimonánico, representada típicamente por A. Cornte y


J: Stuart Mili",El ps¡¡~i)s unconcepto que se ha. vuelto
escurridizo, porque se pue e-aplicar- a una serie de autores, 'que
van desde Hume hasta Popper ysus discípulos hoy díaConvie-
ne buscar elcomún denominador de esta corriente positivista
. ---
.. ~i·.8. So~· el no.~lcnto: de: laS -c;ic:ncias hwna~as 'y el con~cxl~' socio¡;isI6ri~o-de
.ct-rm; cfr. ~ Foucaulc LAs palabras Y las'cosas, Madrid, Siglo XXI, 1971. pp. 3J4 So;
. J. Habcrmas; TconJ. y' praxis, Buenos Ai."CS. Sur. 1966, pp. 105 s.; A:· Tourulne: La
, production cú.la sociLJl, Paría, ScuiI. ·1973. pp. 62 s.
. ¡;',9.~.H..von Wrlght Explicación y com~t1.. p. 20,

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