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19 .
"
1''-
• las denc::ias verdaderas, es decLt", de las físico-naturales, y otros
- defendían la autonomía de las nacientes ,'ciencias. V~mos que,
desde la cuna, les acompaña a las incipientes disciplinas la dis-
~ puta ac~rca del estatuto científico que posean o no,
~ ',t;.y.-': .: Pero más allá de esta disputa se advierte otra polémica ma-
)r \e3t1\ \c ~or, mis antigua, profunda y abarcadora: ('qué es la ciencia? Por-
C\¡ ! o I que. 10 verdaderamente problemático e inquietante es observar la
. I <r¡)U
.
e5'. ~\ CCfC\ 'diversioa
.dad de criterios
' , que S- élp lican tras Ia pilla
_1 bla ciencia.
qeV\C\c;. r '
, .Habría, pues, que decir que en el contencioso sobre la cien-
ti6.ciclad o no de 12..5 ciencias humanas, sociales o del espíritu.
seria cita el debate sobre la ciencia, De acuí su gr<li1 interés,
Por esta razón, algunos t~6ricos de! debate" denominan a este
problema de la fundarnentacióri de las ciencias sociales o hu-
manas como tales ciencias, la cuestión candente". Dicho de
(!
~ -•. ,.
A) Dos tradiciones importantes en la filosofía
del método científico: la arist'otélica y la galileana
lo
o.c-V'
r ~.'.\
cP .::; 1~ Sfr.G~~·~~~
y!a.sc la
~~ght.·~pl~aci6~
aceptación
.
de c:s::a tipo~ogfa al
j
x.o.
I;Omprr.lfS.~rt. Moo~id. Alh.n:ia,: '1980,:~
,\pd:. F;1~&k1.tf.rcr1-Vcr:srthcn.-Kanrrova-::-
18.. ,:
.
. . In r.rannaulattal-~ Sichr, Fr.uúáurt. Suhr.~p,,1979, p. 56.
"
20.
\
'nes tienen. sus raíces y representantes en el m~d~~C5-
de este pW1CO de vista, no nos deben engañar las db,~:Cio-
. nes .. La tradición aristotélica se remonta a Aristóteles como a
uno de sus primeros y mis conspicuos re r tances. pero la
galileana, aunque recibe su nombre d Galileo Galilc' (~ ~ ~k~
1642), hunde sus raíces más allá de Aristóteles, e~itágoras y tc~':'" '1
P~ No S<ln, pues, tanto los 3;centos personales los que aqu í '1r I t.>j o taJ
nos interesan, cuanto las diferentes concepciones de ciencia
que ambas vehiculan. Y esto. en tanto que dos tradiciones vivas
que llegan, con su caudal enriquecido por las vicisitudes hisró-
ricas, hasta nuestro hoy, y persisten en una confrontación, o
pugilato, cuyo lugar más visIble es la fundamentación de las
disci Unas humanas o socialeS como ciencia.
Con objeto de caracterizar mejor e problema y -el estado
de la cuestión». vamos a detenemos un poco en una breve ex-
posición ·de ambas tradiciones. Atenderemos a aquello que les
es' propio y las conduce a la confrontación. No nos fijaremos
tanto en lo que los autores. Aristótdes o Galileo. dijeron que
era ciencia, cuanto enjas acentos que sus tracüciones respecti-
vas~ ven en ello¡ lo que -a menudo
.
difiere W1 tanto.
,
21
l
I
d ~,ct?\ c.,VJV1 ---- Aristóteles pensaba la e:;qJlicación cientffic:ra como una pro-
.
° ,
i i + ~ól~ ~Q.,r plicar: ,se deno m mu(--;nduCC.y3J11. Para Aristóteles todavía existía
1
1 Q) eN'~ ~#~ u~ ~gUndo rn~mento o eta~a en la. explicaciÓn científica: el
eA /~~d;D'f-.V'o fléJUC(LVÓ) Consiste en deducir enunciados acerca de los fenó-
~::J/ / menos a partir de las prernisas que incluyan o contengan a los
\o.pl~ principios explicativos. Aristóteles exigía una causaJjen- ¡¡¡;;ción.
(d.l5-r:' (/C1J tr~ las prcmisas y la conclusión del silogismo acerca del hecho
<?C o fenómeno a explicar. Y ~quí aparece el énfasis, rasgo o carac-
c--0 A- ~ terística de la explicación nrlstotélica. La causa de un fenómeno
.tr ~~; ~~e, pa.:-aAristóteles, l~atra aspectos; l~ causa E~rmat, la cau-
~ <f!'1--J P' material.Ja causa e~clen~ la causa fiQ.al. o •
I ~"> ~~v\\f- '. ~.',Pues bien, una explicación científica adecuada debe cspeci-
. (},,&v~').~~ (YL- ficar estos cuatro aspectos que constituyen su causa. Sobre
l- ~~'P-- , ~ V' 'todo, no podía faltar a una pretenclida os..' -" ti ca de
1,~C!-/~ ,ur: fenómeno o hecho, ~CIar cuenta de su causa final ó reloj)
W Aristóteles criticó duramente a aquellos filósofos, como por
ejemplo los atornistas Demócrito y Leucipo, que pretendían ex>.
plicar los .hechos (ej., el' cambio) ep: términos de sus causas
.materiales y eficientes, o aquellos que acentuaban excesivarnen-
(T> telas causas formales, como los pitagóricos. _._
hfccr e ~.:. ~tóteles- exigía explicaciones, teleológicas, que adarasen
\p,\flpLo1 «conel fin de qué» ocurrían l~s fenómenos, no solo de los he-
"f' chos referidos al crecimien to o desarrollo de los organismos
.VivoS:-smo' a-un
de los seres inorgánicos u' objetos inanimados.
. . preClsamen e. e acento ..puesto por' stóte es y
c;ci~nda aristotélica» •en la. explicaciónteleológica o· finalista, el
que se .considera prolotípico de esta tr:adición y permite encon-
, sr;mejanzascon po~turas actuales' ora-bien. nodebemos
olví que las. explicaciones aristotélicas tenían otros rasgos no
\ . .. .! '. . .
mantenidos hoy día: eran explicacionesen términos de l¿,propie"O.
dades~:' «facultades». o «potencias», asociadas a la esencia de
, alguna substancia.: Taies' explicaciones tienen un carácter con-
t '. .. > -."~.'-- ,
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- .11 ktJYñ~:, qYJ VYr1e.:-,i· "". ~ú~· ~ 3~~ñ~
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. 1~rl - rJervv-t .1 .
ceptual que las difer .ncia de las hipótesis causales y las acerca
a las explicaciones teleclógicas y, mis allá, presupone una cos-
-mó~si6n o concepci?n del mundo. como conjunto de substan-
cias, que hoy nos es extraña. No nos interesa proseguir fuás por
los caminos del preceptor de Alejandro Magno. Nos bastan las
nociones adquiridas para entender por qué la tradición de la
ciencia que se remite a Arist6teles discurre al compás de los
esfuerzos por comprender los hechos de modo teleológico o
finalista.
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.r .
, r¡;V':f/~.S. Kuhn-J Ia unión indisoluble entre el descubrimien (o de
\'( .j~'-0'<:. nuevos hechos y la invención de nuevas teorías para explicar-
~f¡9e{ los, con una nueva imagen o visión del mundo. La concepción
del !11W1doEruto de la nueva forma de mirarlo, que ya es visible
._in· hombres como Galileo' 6 Bacon, no es tZlOto metafísica y
.\ fipalista, cuanto funcional y me.canicis,ta. Los nuevos ojos de la
V ). ~ ciencia mcx:lema están traDsidos de a~sias de poder y co.!:trol
f{\,¡/V r/tv s,'if-~-deran:;;:turaleza El~e.ntro .10 e.~ya el mundo, si..~o el ~m>~
(,.1" ""\ e/ Por esta razón, su rrurada coslDca, reduce a' objetÓ para sus
~- .~(¡éJ' necesidades y utiüdades, a la naturaleza.!
¡("- V()J.i' :.Este interés p~gmático, mecin.ico-c.aus~is.ta, qu~ no va a
Cl~ p~tar ya' por el «gor qué)) y <tp3..L'Cl. qub últimos, sino por el
t [/)
t
r .,:1)"'- «cómo» más inmediato y práctico de l.os fenómenos y sus ~
~oJ'(\\')fV"'~ ~cuencias, emer e con fu...::n.aen la centuria que va desde
o.vi' _..43 año de la aparición de la obra de Copérnico De re\.'olutio-
y V- J 11\ (/ nibus orbium coelestium, hast.a @
tec:ha en que ven la luz
/'V los Discorsi de Galileo. En este «umbral de la nueva ciencia",
~mo o 'en-;mlriá- Dijsterhuis, se cristaliza un nuevo .método
científico, una nueva forma de considerar qué requisitos tiene
que cumplir una explicación que pretenda llamarse científica.
Al triunfo social de las nuevas ideas no le van a -ser ajenos
-como venimos indicando- una serie de cambios sociales. Si
cÍ~nomin2.ITIos «fuerzas sociales inté~entes~ a estos factores
sociales que facilitan el s~imiento e instituci~nalización de la
ciencia moderna o galileana, tendríamos que señalar, lo si-
(l»íÍ'\\~n.. guíente.' En primer lugar, la labor de recuperación de la tradi-
7~t). _.. _i_
: -: ). T.s. Kuhn. Le. estructura de las revoluciones ciclIf{(icas, lvbd.rid, FCE. 1975, p. 19.
: ~. Sobre este interés dominador. _que.?:co_f!1p.a..~~ la ciencia moderna y se alza con
pretensiones cada Vez. más absolutas, cfr. Ho·rkhci~~rY-MomO:Dialtcrica-ddJlumi.
nismo, Buenos A~, Sur, 1911, esp. cap. I. .
. 5. Entre las lcorlas. o explicaciones del s~imie~(o de la cicncia y pensamiento
moderno se hallan: F. Borkenau: Da- (JWgang-VOrt [eudalsn V1J71 bargaiichat WtllbiJá.
París; 1934; Idem: ~Zur Soziologie des mechanlstíschen WdtbUcks., en Zcitsdtrift {ilr
Soval(~r0tuJ1g.t.1 (1932), rceditada en Munich, Kosel, 1970. Para Borkenau, la cien-
cia moderna, la nueva rnecénlca-galileana y ncwtoniana, tendría sus raíces en I~ pro-
ducción técnica manufacturada: G.H. Crossmann escribió, corrigiendo :1' Borkcnau, .
..
;.
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lI... lE
.ón..Jl~~.a:góric.~'p'lató~_Li-~efectuada. por los humanist _ Ellos o
I'c).~
J'ff vüiten en. el pensamiento occidental la concepción o creencia
\ ;1\~~~' }~ de oraíz pitagórico-platónica, que se verá fortalecida por la fe
odsv '#~ -cristiana en d Creador, de que el libro real de ola naturaleza
r(f'~ estaba escrito en lengUilje ~te~tico. No habrá que buscar
~ tanta a suStancia subyacente a los fenómenos cuanto las leyes
(~ ~ V- rpatemáticas que nos desvelen la estructura real del mlU1d~
V (/' .59, G#eo será un típico representante de la nueva mentalidad
V que cambia las e licaciones físicas cualitativas de Aristóteles
r laS formulaciones matemáticas de Arquímedes.
Pero os Umanistas solos no hu iesen logrado mucho. Junco
a ellos aparecen unas condiciones sociales engendradas por e:
capitalismo incipiente n~~id; y~'~~ ·el Sigl¿ XIII alrededor de las
ciudades italianas y su comercio con Oriente, que rompe el con-
trol de la producción y distribución instaurad2. por ]osl]re~3
La incipiente producción; según el esquema de la oferta y e-
manda, favorece la aet.:mulación del ca ¡tal el fortalecimiento
de una nueva clase social urbana: Ja b es! Pro io de esta
clase social va a ser él gusto por una cultura más ~u1ar una
propensión a los hechos concretos y su sentí o e oroen y lo
positivo; d.iPosi·ª~ que es lo que nuestro lenguaje popular ha t.: 'Pt:I81~
(fiJ \i! tv meno, todavía ~o.es más la suposición hipotética que posibilitaba, _ h dJO \.e~1 S
-s" /, El ~to más-importante re-ganado a la tradición pítagórico-pla-"
~~ ~cl ~OS
tóni~ y arquirn&:tica, y:rcformul.ado JX?r el, ge~o de G~~: ~~ el
-?~ '-..{'-I/ é~lS ~n ~l.valor de/a abs~acClón e idealLZJLQónde c:'~'0: ,El
)r~7/ o. éxito. de. GáliJeo y del posteriordesarrollo de esta tradición radi~
" '?:Y'-c¡/ .e~ .~uhabilida~ para arrinConar :diversas ~omplica<?~ne:s e~pCri~
'-cas,.para~trabaJ2r con conceptos ideales) como O(el~n.du1o ideal-,
etc, Es decir, que, junto a las fuerzas sccíales indicadas, hay que.
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poner a los hombres: los arristas-in vúet0S del Renacun.iento
. hombres geniales, como\Leonardo da Vinci, que inician la vincu-
laciQ..nsistemática del saber académico con la empmca arte.saml
:El mismo GaliJeo, durante su estancia como profesor de matemá-
ticas en la Universidad de Padua (1592-1610), tuvo numerosos
contactos con artesanos para trabajar en su laboratorio y solucio-
nar
"
problemas físicos de las bombas de agu,l, artefactos militares,
"'"
tJ~~.
Q)eflf)d
r ./. 'La «nueva ciencia) que reemplaza a la aristotélica va a con-
siderar como eXE.!icación cienúfica de un hecho aquella q~e
\ venga fonnulada en ténninos de ,leyes gue relacionan Ienórne-
i nos detenninados numéricamente, es decir, matemáticamente.
I Tales explicaciones tornarán las formas de Q¿p6tesis causales.
l. Pero causal va a t:~er aquí una connotación funcional en una
\ ~rs~ctlVa mecaruclSta y "
'4J>'<'
j
~o
rnodo.r laIísica gríega-y-en-general.vtoda.la.
. se ha montado so.b~ el supuesto de que
a las '~
'ª
ciencia hasta Galileo,
e.I}!!,!.KIiI"TiJ~to
Galíleo, dirá Karj~':"~ montado su fíSica Sobre
" ,
gira~§r
}m~K.k..I~)
'
~p~e:t0 in~: el supu~to, de que las ~!2 tom~
en en ent ' por paradójico queparezca, entonces y solo en-
t?nces descubierto Io-qu,e son 1; ~osas. Se ha consumado lo dA /L-qn-t->
~e,~tllan:a~~~,~ppn~na.,en la ~~~~ I~ ~
"
',26
Ya el . .scenario, o mejor, el 'ríng. donde se debate
tenemos
la fundamentación de las ciencias 'del 'hombre. Será a caballo
.de-estas dos tradiciones, aristotélica y galileana, de sus respecti-
vos puntos de vista sobre la explicación científica, donde se de-
sencadenará la disputa. Comprenderemos ahora por qué, ha-
blando en un sentido muy amplio, la confrontación puede ser 1. r I¿/ o. ¡.e VJ
exp~e_sa~~ en térrnlno~ de\_expli~qónlca~s:;J=Versus exP~i~iT '1) e- y ~ fe-~c. Y)
¡ teleol3g1d, o, como diremos mas ail~ante.rXplic.aclÓnHEl1i1it-
Ten) contraccompren.siÓ~ (Verstehen).' .
Vamos a continuar a exposición del estado de la cuestión
. actual: Según Io convenido, seguiremos, a grandes zancadas, el
desarrollo histórico de la polémica. Esperamos 'ganar asf un
horizonte heurístico. explicativo, del problema mismo. De
acuerdo con KO. Apel.' distinguiremos \!res fases en la controI
~Y si se nos abre un crédito de atención, como diría Orte-
ga,desde ahora anunciamos nubarrones con claros paisajes, y
prometemos archipiélagos, '.
. '.
. 27
r
\0/ l' olvidaránjamás .' a . evo UCl n .rances(\: _Hasla er:tonces, digá-.
~ n,JV ~ -rnoslo de una arma sirnp 1 caca y general,· la sociedad no
\Y' _~ '. ~o.nstitula un problema para la conciencia, dada su relativa
~ l~~cidencia ~on ella. 'Todavía era posible una visión rnonolíti-
.cal.sm problemas, de la conciencia. Hasla cierto punto, las rela-
ciones sociales, la cultura, el pasado y porvenir de la sociedad,
funcionaban inconscientemente, a semejanza de las fuerzas ele-
mentales del cosmos. Perc desde el momento en que la socie-
dad europea entró en crisis, se convirtió en W1 problema para
sí misma a nivel de la práctica (modo de orga .ruzación) y se
hizo evidente la ignorancia teórica (modo de comprensión). De
.ta manera, quedaba expedito el camino para la aparición de
las' ciencias del hom
bre y, .en particular, de las que conciernen
a Iasociedad. T-a'-mslS~ el estado crítico, en que se encontraron
los hombres y las sociedades occidentales, enfrentados con la
. necesidad de una nueva reordenación social y de obtener equi-
librio, sacudió los cspíri tus en favor 'de W1a intervención cons-
ciente y refleja de [a sociedad sobre sí rriisrna.!
.: Nos encontramos, por tanto, 2. mediados del siglo XIX con
"'1
,.
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