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La Universidad sin condicion Jacques Derrida Iraduceién de Cristina de Peretti y Paco Vidarte MINIMA, TROTTA i9TITUT9 DE HWVESTIGAGIONES s ‘ULUMIVERSIOAD VLA EDUCACIC wimiwa TRorTA ‘otiione cade 200 En un primer momento, esta conferencia” fue pro- runciada en inglés en la Universidad de Stanford (Calitornia) on el mes de abril de 1998, dentro de la serie de las Presidential Lectures. Se me invitd entonces a tratar, preferentemente, sobre el arte y las humanidades en la universidad del mafana, El titulo inicial de Ia conferencia fue por consiguiente: El porvenir de la profesidn o La universidad sin condicién (gracias a las «Humanidades», lo que po- dria tener lugar maiana}. + A toveaion det profeor Pais Pefalber Ger, Jacques De rrda pronunco ssimismo esta confetenlapostenioeteney em el mes de tated do2001, en la Facultad de Filouoa de Manca tN. de fos) 58273 Esto serd sin duda com una profesidn de fe: la pro- fesi6n de fe de un profesor que harla como si les pidiese a ustedes permiso para ser infiel 0 traidor a sus costumbres, Antes incluso de comenzar a internarme efecti- vamente en un itinerario tortuoso, he aqui sin ro- deos y a grandes rasgos la tesis que les someto a discusi6n. Esta se distribuira en una serie de propo- siciones, No se eratard tamto de una tesis, en verdad, ni siquiera de una hipétesis, cuanto de un compro- miso declarativo, de una llamada en forma de pro: fesi6n de fe: fe en la universidad y, dentro de ella, fe en las Humanidades del mafiana. El largo tftulo propuesto significa, en primer lu- gar, que Ia universidad moderna deberia ser sin con- dicién, Entendamos por «universidad moderna» aquella cuyo modelo curopeo, tras una rica y com- pleja historia medieval, se ha tornado predominan- tc, ¢s decir wclasico», desde hace dos siglos, en unos Estados de tipo democratico. Dicha universidad ex ge y se le deberia reconocer en principio, ademas de 9 lo que se denomina la libertad académiea, una liber tad incondicional de cvestionamiento y de proposi- Gi6n, ¢ incluso, mas aan si cabe, el derecho de decir pablicamente todo lo que exigen una investigacién, tun saber y un pensamiento de la verdad. Por enig- matica que permanezca, la referencia a la verdad parece ser lo bastante fundamental como para en- contrarse, junto con la luz (Lix), en las insignias simbolicas de mas de una universidad. La universidad hace profesin de la verdad. De clara, promete wn compromiso sin Ifmite para con Ia verdad, Sin duida, el estatus y el devenir de la verdad, al igual que el valor de verdad, dan lugar a discusiones infinite (erdad de adecuacion o verdad de revela: cin, verdad como objeto de discursos teédrico-cons- tatativos o de acantecimientos poético-performati~ vos, ete.). Pero eso se discute justamente, de forma privilegiada, ev la Universidad y en los departamen- 108 pertenecientes a las Humanidades. Dejemos por el momento en suspenso esas in- quietantes cuestiones. Subrayemos tinicamente por anticipacién que esa inmensa cuestin de la verdad y de la luz, la cuestién de las Luces —Aufkldrung, En- lightenment, Iluminismo, llustracion, llumninismo— siempre ha estado vinculada con la del hombre. Im- plica un concepto de lo propio del hombre, aquel que fund6 ala ver el Humanismo y la idea histdrica de las Humanidades. Hoy en dia, la declaraci6n reno. vada y reelaborada de los «Derechos del hombre» (1948) y la institucién del concept juridico de «Cri men contra la humanidad» (1945) forman el hori 10 zonte de la mundializacidn y del derecho internacio- nai que, se supone, cuida de ella. (Conservo la pala: bra «mundializacions, en lugar de «globalization» 0 , Kant desevfra en ésta solamente el estudio que favorece la coinunicacidn y la sociabilidad legal de los hombres, de donde resulta el gusto del senti- do comin de ia humanidad (allgemeinen Menschen- sin}. Hay abi pugs un teoreticismo, pero también ‘un humanismo kantiano que privilegia el diseurso constatativo y la forma «saber». Las Humanidades son y deben ser unas ciencias. Intenté decir en otro lugar, en «Mochlos»!, mis reservas al respecto al tiempo que doy ia bienvenida 2 esa logica, tal ¥ como funciona en El conflicto de las facultades. Ese teoreticismo limita 0 prohibe la posibilidad para un profesor de producir obras 0 incluso enunciados prescriptivos 0 performativos en general, Pero tam- bign es lo que le permite a Kant sustraer la facultad de filosofia a cualquier poder exterior, sobre todo al poder estatal, y le ascgura una libertad ineondicio- hal de decir lo verdadero, de juzgar y de sacar con- tica® para ia artes. Propedéut 1. Ba Div doit poopie Gall, Pats, 1920. 42 clusiones cespecto a ta verdad, siempre y cuando lo hhaga en el interior de la universidad. Esta cltima limitacion (decir priblicamente vodo lo que se cree verdadero y lo que se cree que se debe decir, pero sélo dentro de la wniversidad), ereo que munca ha sido sostenible y respstable, de hecho y de derecho. Pero la transformacién en curso del ciberespacio publico, y mundialmente pablico, mis alla de las, ronteras estatales-nacionales, parece tornarla més areaica e imaginaria que nunca, Lo mantengo, no obstante: la idea de que ese espacio de tipo académico debe estar simbélicamen- te protegido por una especie de inmunidad absolu- ta, como si su adentro fuese inviolable, creo (es, por consiguiente, conto una profesion de fe lo que les dirijo y someto al juicio de ustedes) que debemos reafiemarla, declararla, profesarla constantemente, aunque la proteccién de esa inmunidad académica fen el sentido en que se habla también de una inmu- nidad biol6gica, diplomstica o parlamentaria) no sea nnunea pura, aunque siempre pueda desarrollar peli- gr0505 procesos de auto-inmunidad, aunque —y so- bre todo— no deba jams impedir que nos ditija~ mos al exterior de la universidad —sin abstencién uut6pica alguna—, Esa libertad 0 esa inmunidad de la Universidad, y por excelencia de sus Humanida- des, debemos reivindiearlas comprometiéndonos con ellas con todas nuesteas fuerzas. No sélo de for~ ma verbal y declarativa, sino en el trabajo, en acto ¥ en lo que hacemos advenir por medio de aconteci- En el horizonte de esas observaciones prelimina~ 43 res y de esas definiciones eldsicas vemos anuneiatse ‘algunas cuestiones. Poseen por lo menos dos for- ‘mas, por el momento, pero podriamos ver eSmo se tmodifican y se especifican a lo largo del camino, 1. En primer lugar, si esto es ast, sien la tradi- cin académica clisica y moderna (hasta el modelo del siglo xx) la performarividad normativa y pres- criptiva, y a fortiori la produccién de obras, debe permanecer ajena al campo del trabajo universita Ho, incluso a las Humanidades, a su ensehanza, es decir, en el sentido estricto de este érmino, a su teorfa, a sus reoremas como disciplina 0 doctrina (Lehre), enxonces, équé quiere decir , yo no subrayaria tanto la autoridad, la 47 supuesta competencia y la seguridad de la protesion O del profesor cuanto, wna vez mis, el compromise {que nay gue mantener, Ia declaracién dé responsa~ bilidad. Tengo que dejar para otsa ocasién, por falta de tiempo, esa larga historia de la «profesion~, de Sa “profesionalizacion» que eonduce al seismo actual. Retengamos, no obstante, un rasgo esencial de ésta. La idea de profesion implica que, mas allé del saber, el saber-hacer y de Ja competencia, wn compromt ae eel caibertads una enpotalidad fu ramentada, una fe jurada obliga al sujeto a rendir cuentas ance una instancia que est por definir. Finaliente, todos los que cereen una profesign no son profesores. Va a ser preciso, por consiguiente, fiadas: entre trabajo, actividad, produccién, oficio, rrofesiOn, profesor, entre el profesor que impar- ree o profes una doctrina Y el protesor que también puede, en cuanto tal, firmar unas obras Sque quiz’ lo hace ya o lo haga mafana. 48 Mm Como si, Geciamos al comienzo, el fin del reabajo estuviese en el origen del mundo. Digamos, en efecto, «como siv: como si el mun- do comenzase alli donde el trabajo termina, como si lb mundializacion det mundo (denomino ast the worldisation, the worldwidisation of the world, en suuma, lo que se Hama en paises de cultura anglosajo- na, globalization, en alemin, Globalisierung, ec.) tuviese a la vez como horizonte y como origen la desaparicién de lo que llamamos el trabajo. Doloro- samente cargado de tantos sentidos y de tanta histo- via, esta vieja palabra, el «trabajo» (work, Arbeit, Werk, labor) no tiene sobamente el sentido de una’ actividad, ni se limita a ella; designa una actividad: actual, Entendamos por ello real, efectiva, justamen- te (actual, wirklich), y no virtual. Esa efectividad actual parece unirla con Jo que pensamos general- mente del acontecimiento. Lo que pasa o adviene en general —se piensa asimismo— mo podria ser vir~ tual. Ahi es —luego hablaremos de ello donde las cosas no dejarén de complicarse. 49 Comenzando © fingiendo comenzar con un como siv, no nos encontramos ni en fa ficcién de un futuro posible ni en la resurreecién de un pasado hist6rico 0 mitico, ni sampoco de wn origen revela- do, La retéries de ese «como siv no pertenece ni a la ciencis-fieeién de una utopia por venit (un mundo) sin trabajo, in fine sine fine, «al final sin final de un Feposo sabitico eterno, durante un sabbat sin no- che, como en La Ciudad de Dios de Agustin) ni a la poética de una nostalgia vuelta hacia una edad de ro un paraiso terrenal, en ese momento del Ge- resis en que, antes del pecado, el sudor del trabajo no habrfa comenzado atin a derramarse, ni por la labranza nila labor del hombre, ni por el trabajo de alumbramiento de la mujer. En estas dos interpreta- ciones del «como sir, eiencia-ficcién o memoria de lo inmemorial, serfa como si en efecto los comien- 208 del mundo excluyesen originariamente el traba- jo: todavia no habria trabajo 0 ya no lo habria, Serta como si, entre el concepto de mundo y el concepto de trabajo, no hubiese ninguna armona originaria. Ni, por consiguiente, ningsin acuerdo dado o ningu- na posible sincronia. EI pecado original habria in- troducido el :rabajo en el mundo. El fin del trabajo anunefarfa la fase terminal de una expiacién. El esqueleto légico de esa proposicién introdu- cida por «como si» es que el mundo y el trabajo no pueden coexistir. Habrfa que elegir entee el mundo © el trabajo, cuando para el sentido comin resulta dificil imaginar un mundo sin trabajo 0 un trabajo que no sea ert ef mundo o no esté en ef mundo. Bl mundo cristiano, la conversién paulina del coneep- 50 to de cosmos griego introduce ahi, entre tantas otras, significaciones asociadas, la asignacién al trabajo expiatorio. Recordaba hace un momento que el concepto de trabajo esté cargado de sentido, de historia y de equivocidad, y que resulta dificil pensarlo mas all del bien y del mal. Pues, si bien se le asocia siempre simultineamente a la dignidad, a la vida, a la pro- duceién, a la historia, al bien, a la libertad, no por ello deja con la misma frecuencia de implicar el mal, el sufrimiento, el pesar, el pecado, el castigo, la ser- vidumbre, Lo laborioso es penoso, ese pesar puede ser el de un dolor pero asimismo e! de una penali- dad, El concepto de mundo no por ello deja de ser menos oscuro, en su historia europea, griega, judia, cristiana, iskimica, entre la ciencia, la filosofia y la fe, ya se identifique abusivamente el mundo con la tierra, con la tierra humana, aqu‘-abajo, 0 con el ‘mundo celeste all arriba, ya se extienda el mundo al cosmos, 0 al universo, etc. Logeado 0 no, el proyec- to de Heidegger, desde Ser y tiempo, habra consist doen sustraer el concepro de mundo y de ser-en-el- mundo a esos presupuestos griegos 0 cristianos. Resulta diftcil fiarse de la palabra «mundo» sin unos prudentes anslisis previos, y sobre todo cuando se lo quiere pensar con o sin el trabajo, un trabajo cuyo concepto se ramifica del lado de la actividad, del hacer de la técnica, por una parte y, por la otra, del lado de la pasividad, del afecto, del sufrimiento, del castigo y de la pasién, De abi la dificultad de entender el «como si» de nuestro comienzo: «Como si el fin del trabajo estuviese en el origen del mun- SI

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