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Los fundamentos tedricos de la historia de los conceptos (Begriffsgeschichte) LUCIAN HOLSCHER Universidad de Bochum En las dltimas dos décadas observamos un rdpido cambio en la investi- gacién histérica; nuevos campos de interés como la historia de la vida privada y la historia de las mentalidades han causado una explosién de las investigaciones y de los matetiales histdricos. Anteriores provincias de ia ciencia historica como la historia econémica, ta historia social, la historia del lenguaje. la historia del arte y otras ya no estdn separadas de la historia general del modo en que lo estaban a finales de! siglo XIX y principios del xx, Pero, al mismo tiempo, el centro tradicional de la investigacién histérica en torno a los conceptos de «politica» y «nacién» no puede ya integrar el exten- so campo de Ia historia. Como consecuencia, estamos buscando nuevas apro- aimaciones sisteméticas a la historia, y lo hacemos en dos niveles diferentes: En primer lugar, necesitamos nuevas teorias y métodos de investigacién con el fin de conseguir respuestas para nuesiras nuevas preguntas: por ejemplo, usamos la teorfa del psicoandlisis para el nuevo campo de la psicohistoria: la reconstruccién de la identidad individual o colectiva en el pasado. O utilizamos hipstesis y métodos antropoldgicos para la investiga- cién de objetos histéricos como la infancia y la muerte, la amistad y la hostilidad, ¢l honor y la piedad, etc. Esto es, necesitamos nucvas teorias para construir nuestro objeto particular en la historia misma. En segundo lugar, necesitamos nuevos conceptos de la historia en genc- ral 0 como un todo. En el siglo xIx era la historia politica; hoy, no hay duda, el concepto mds importante, con mucho, es el de «historia social» 0, como algunos especialistas fa denominan, la «historia de la sociedad» (Ge- sellschafisgeschichte ). En década anteriores la historia social no eta mas que un sector de la disciplina referido principalmente a la historia de las clases m0 LUCIAN HOLSCHER sociales; hoy es mucho mds: incluye la historia de las ideas tanto como la de las instituciones politicas, los aspectos privados de la vida familiar tanto como los aspectos ptiblicos de la cultura nacional. De hecho, parece no haber objeto que no pueda ser tratado segtin orientaciones y categorias sociolégicas. Una bibliografia moderna de Ia historia social alemana, que abarca sélo los dos ditimos siglos, conticne no menos de 73 capitulos, y pretende recoger tinicamentc los titulos ms importantes en més de 400 paginas. Otra bibliografia reciente sobre el movimiento obrero aleman en el periodo 1863-1914, mas detallada, contiene mas de 20.006 referencias publi- cadas entre 1945 y 1975'. La investigacién sobre los aspectos sociales de las colectividades hist6ricas es todavia la forma més estimulante de investigacidn histérica: apenas puede imaginatse que una futura concepcién de la historia no tenga en cuenta los modelos del andlisis cuantitativo y la autoexplicacién tedrica, niveles que fueron establecidos por la historia social. Pero también hay fallos y puntos débiles en cl concepto de historia social. Uno de ellos es la sorprendente tendencia a dividir la historia en pedazos, un sirintimero de objetos separados tales como la historia de los obreros, de las clases medias (incluyendo ‘sus diferentes profesiones}, de la nobleza, de los sindicatos, de las grupos de presién burgueses y de los partidos politicos; del gobierno, de la burocracia y del ejército; de las iglesias y del sistema educativo, de las naciones y de las minorias ¢tnicas, de los hombres y de las mujeres, de los viejos y de los jd- venes, etc. Los historiadores sociales —hablo de la media, no de una peque- fia elite— estan muy ocupados cn distribuir ¢l material histérico en estuches ya dispuestos, cada uno de ellos etiquetado con una de esas categorfas. Pero no se preocupan demasiado por los fendmenos hist6ricos que no encajan en esos estuches 0 que pertenecen a varios a la vez o que deben ser tratados en diferentes niveles tedricos. En muchos aspectos la investigacién histérica se ha vuelto «chata», simple, bajo el influjo de los historiadores sociales. Es esta carencia o déficit lo que sos conduce a la historia cultural, un campo de la historia que ha sido descuidado en la Gesellschafisgeschichte durante décadas (por ejemplo, en la historia teligiosa del siglo x1x, de la que yo me ocupo, no ha existido un trabajo completo y moderno al menos durante 40 aiios, desde finales de la década de [930 hasta principios de la década de 19802). Para mf, que provengo de una escuela de tradicién alemana. el concepto de historia cultural (Kulturgeschichte) evoca algunas asociaciones extrafias: a finales del siglo XIX la Kulturgeschichte fue concebi- da por el historiador alemén Karl Lamprecht como una alternativa tesrica a la historia politica, que era el concepto dominante en aquel tiempo. 1 Hans-Ulrieh Wehler, Bibliogruphie zur neueren deutschen Sozialyeschichte, Munich. 1993; Gerhard A. Ritter, Klaus Tenfelde, Bibliographic zur Geschichte der deutschen Arbeiterschafi und Arbelrerbewegung 1863-1914 (1945-1975), Bonn, 1981 2 Franz Schnabel, Deutsche Geschichte im 19, Jahrhunder 4: Die retigiasen Krafte, Friburgo. 1936: Thomas Nipperdey. Deutsche Geschichte 1806-1918, Munich, 1983-1992, LOS FUNDAMENTOS TEORICOS DE La HISTORIA DE LOS CONCEPTOS n Lamprecht arremetié contra el concepto de individualidad ¢ idea histérica en favor de un enfoque de la historia estrictamente empirico y positivista Por aquel entonces Kulturgeschichte tenia m4s 0 menos el mismo significa- do que la «historia social» en la década de 1960. Hoy, sin embargo, bien puede ocurtir que fa historia cultural se convier- la,en e] nuevo «sector de vanguardia» de la investigacién histérica, como antes lo fueron la filologia o fa historia econémica. Porque el concepto de historia cultural parece reunir todos aquellos aspectos de la investigacién histdrica que son abandonados por la historia social tradicional; por ejem- plo, el nuevo interés por la estructura mental de la sociedad en lugar de por 5 sus basés inateriales y por las instituciones sociales y politicas. Muchos de estos nuevos intereses han sido impulsados por los especialistas franceses de la Hamada «Escuela de Annales» en los afos sesenta y setenta, como Jacques Le Gott, George Duby o Michel Vovelle. Tuvieron éxito a la hora de conseguir un nuevo y ptiblico interés por la historia, fueron mas atrevi- dos al extender el campo de esta ciencia y mas innovadores al expiorar nuevos métodos de investigacién cientifica. En mi opinin, en gran parte gracias a ellos podemos hablar hoy de una «nucva historia cultural». Una parte de esta revolucién de la teoria, métodos e intereses histéricos es la historia de los conceptos, la Begriffsgeschichte. Pertenece a un espectro mds amplio de investigaciones sobre la relacién histética entre el lenguaje y las disposiciones mentales de la sociedad, lo mismo que la «historia intelectual» en Estados Unidos, la «historia de las mentalidades» en Francia, ef «andlisis del discurso» de Michel Foucault y, por supuesto, la antigua «historia de las ideas». Todas ellas estan todavia en estado experimental y de ningin modo wacabadas» en sus normas tedricas ¢ instrumentos metodolégicos. La gran atencién que hoy despiertan en las ciencias histéricas ha hecho que algunos observadores hablen de un «giro lingiistico» en la historia, lo que significa, bien un nuevo interés de los historiadores por el lenguaje y los fené6menos seménticos (ésta es la versién mds modesta), bien el desplazamiento del sector vanguardista de la investigacidn histérica de la historia econdémica y social hacia la historia de las mentalidades (en una versién més audaz). En mi opinion, esta ultima tesis resulta demasiado pretenciosa, Otros campos de la historia cultural, como la antropologia histérica y la microhistoria, no son menos dindmicos. Pero es cierto que el interés lingisistico y semdntico perte- nece hoy a los campos de mayor interés en la investigacién histérica. Y especialmente Ia historia de los conceptos merece examinarse mds de cerca puesto que parece tener su fundamento tedrico mds elaborado. 1. Raices histéricas de Ja historia de los conceptos La historia de los conceptos no ¢s tinica ¢ igual en todos los paises. Esto se debe a que sus fundamentos tedricos fueron establecidos sobre la base de 2 LUCIAN HOLSCHER tradiciones intelectuales diferentes. En Inglaterra, en Estados Unidos y en Australia todavfa encontramos la antigua historia de las ideas politicas; la postura tedrica mds avanzada parece ser la de la llamada «escucla de Cambridge», cuyos especialistas mds famosos son John Pocock y Quentin Skinner, junto a Terence Ball, fohn Dunn y otros*. Este tipo de historia de los conceptos todavia esta estrechamente vincutado con la teoria politica y la filosofia en su metodologia, basada sobre todo en tradiciones filolégicas, y en su teorfa, a menudo construida sobre enfoques sistematicos y normati- vos. En Alemania encontramos en la actualidad dos versiones diferentes de la historia de los conceptos: la mas antigua esta estrechamente ligada a la historia social; la mas reciente, al andlisis del discurso francés. En Francia el andlisis cuantitativo de los vocabularios en ciertos tipo de fuentes histdricas ha conducido a una rama técnicamente avanzada de la investigacién infor- matizada. Ademdas de esta ultima, todas las ramas o «escuelas» de la historia conceptual tienen sus rafces comunes en la historia de las ideas, una concep- cién de la historia extendida a finales del siglo xIx. Pero el concepto de «ideas» fue adoptado después de la primera guerra mundial en diferentes pafses de muy distintas maneras: en la tradicién alemana del historicismo todavia tenia un gran sustrato metafisico, concebido por el historiador Friedrich Meinecke y otros como sujcto propio de la historia. En Inglaterra y Estados Unidos fue adoptado por estudiosos como Arthur Lovejoy en un sentido mds positivo, como sistema o discurso filoséfico*. Esto puede expli- car por qué la investigacién histérica comenzé muy pronto a centrarse en «conceptos», no en frases y otras unidades lingiiisticas. Ya a finales de la década de 1920 encontramos interés por la historia de los conceptos en el trabajo de historiadores tan diferentes como Mare Bloch y Lucien Febvre, tos «padres» de la Escuela de Annales en Francia, y Otto Brunner en Alemania. Procedentes de tradiciones intelectuales y politicas muy diferentes, tenfan una cosa en comin: su interés por la estructura de las sociedades tardo-medievales y modernas. Fue la distancia critica de las sociedades modernas lo que agudiz6 su atencién hacia el lenguaje de sus fuentes, al situarse lo bastante lejos como para darse cuenta de Io extrafo del modo de vida en aquellas sociedades y lo bastante cerca como para no pasar por alto su familiaridad con nuestra propio modo de vida. Otros estudiosos como Johan Huizinga o Bernhard Groethuysen sefialaron lo mismo en la década de los veinte>. Pero lo que Brunner. Bloch y Febvre tenian de peculiar era su concentracién en el lenguaje. * Una obra representativa de sus trabajos sobre historia conceptual es Terence Ball, James Fart Russell, L. Hanson (eds.), Political innovation and concepiual change, Cambridge, 1989. 4 CE Friedrich Meinecke, Die idee der Staatsriison in der neueren Geschichte, Munich, 1924; Asthur Lovejoy, The Great Chain of Being, Cambridge (Mass), 1936 * Johan Huizinga, Herbst des Mittelalters, Harlem, 191% Bernhard Groethuysen, Die Entstenung der biirgerlichen Welt- und Lebensanschauung in Frankreich, Halle/Saale, 1927. LOS FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA HISIORI4 DE LOS CONCEPTOS 8 Al principio se trataba de un interés muy pragmiatico, puesto que, para el lector, el lenguaje de las fuentes medievales y de la temprana Edad Moderna resultaba extrafio y familiar al mismo tiempo; a veces crefa enien- der de qué hablaban esas fuentes, a qué se referian los términos utilizados en ellas; pero en muchos casos esto era engafioso. Por ejemplo, en las socieda- des medieval y moderna la palabra «libertad» no designaba un derecho universal del hombre, como uno podria pensar, sino que se referia a ciertos privilegios bien definidos de una persona, ciudad o corporacion. La palabra | | «nacién» no representaba a un pueblo unido cultural y politicamente, sino, que significaba un grupo de estudiantes universitarios que vivian juntos en i residencias, hablaban el mismo idioma y procedian del mismo pais En Tas fuentes medievales o modernas, los términos a menudo tenian otro significa- do y —esto es crucial— el lector moderno involuntariamente los malinter- pretaba, usdndolos en otro sentido, en funcién de] cual creia entender a qué se referian. Por eso nacié en Alemania Ja idea de elaborar un diccionario que explicara esas expresiones cuyo significado ha cambiado en los dltimos siglos. Joachim Eisler !o hizo ya en la década de 1920 (Warterbuch der Philosophischen Begriffe), seguido por Joachim Ritter con el Historisches Worterbuch der Philosophie. Otto Brunner, Reinhart Koselleck y Werner Conze afiadieron ef diccionario histérico de conceptos politicos y sociales Geschichiliche Grundbegriffe, en las décadas de 1970 y 19805. Pero antes de analizar sus enfoques les recordaré intereses hist6ricos similares en la historiografia alemana de entreguerras y en la primera etapa de la revista Annales, de Marc Bloch y Lucien Febvre: su propdsito era recoger, en una amplia sucesién de artfculos, términos cuyo significado se habia perdido para el lector moderno, pero que eran significativos para estudiar el pensamiento de las sociedades pre-modernas, El enfoque alemén y el francés eran diferentes, pero tenian algo en comin: explicar tales térmi- nos deberia incluir mas que una pura traduccién seméntica, como se suele encontrar en los diccionarios ordinarios. Deberfa decir a la gente algo de la propia sociedad que los utilizs. Por citar dos ejemplos: cuando Lucien Febvre, en su ensayo Le probleme de Uincrayance au XVie siécle (1942), afirmaba que Rabelais, el famoso autor de Gargantua (1532), no era aleo, probaba que el término «ateo» no sdlo no tenia un significado especifico en el siglo XVI, sino que era el fruto Gnicamente de una muy vaga polémica contra Jas ideas religiosas de alguien. Rabelais no pudo ser algo, argilfa Febvre, dado que en su tiempo no existia el concepto de ateo en el sentido moderno. De una manera muy parecida, el especialista alemdn en historia social y constitucional Otto Brunner —en su © O. Brunner, W. Conze y R. Koselleck (eds.), Geschichtliche Grundhegriffe, Historisches Lexikon cur politisch-soziaien Spracke in Deuischland, 7 vols., Stuttgart, 1978-1992. Arin no se ha publicado el ultimo volumen, que recogerd un completo conjunto de indices del diccionario, ” LUCIAN HOLSCHER libro Land und Herrschaft. publicado en la década de 1930— argitia contra la idea de «Estado» a finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna en Austria, demostrando que ef término «Estado» no adquirié su significado moderno antes del siglo xv. Fuentes contemporaneas hablan de Land (pats) y Herrschaft (gobierno, dominium, imperium), (érminos todos que significaban en mayor 0 menor medida «Estado», Siguiendo a Brunner, ct uso de tales términos era mds que una mera cuestién de definiciones apropiadas: el cambio de conceptos, sostenfa, probaba que cl objeto. lo que era designado por eltos, habfa cambiado también. Una idea comiin y extendida enire los especialistas en aquellos inicios de la Begriffsgeschichte era que el pasado podia ser descrito correctamente sélo mediante el uso de congeptos contempordneos, Algunos de estos conceptos artificiales han sobrevivido hasta nuestros dias en la terminologia incluso de los historiadores sociales: por ejemplo, el concepto aristotélico de vikes («das ganze Haus» ) para el micleo social de la Edad Moderna, que abarca mucho mds que nuestros términos «familia» u . Esta estrategia de investigaci6n histérica tenia un enojoso antecedente en la filosofia idealista alemana. Pero fa idea de que cl lenguaje representaba el mundo, de que las cosas reales s6lo existian por medio de sus nombres reales, se remontaba hasta el nominalismo medieval ¢ incluso hasta Platén, Y en el periodo de la Ilustracién era una idea extendida por toda Europa que el desarrollo del lenguaje, su niveau de claridad, mostraba el progreso de! desarrollo cultural en general. Todos estos argumentos filoséficos coinci- '|den cn una cosa: la idea de que los conceptos (Begrifje) representan el mundo. Pero a esta hipotesis hicieron frente, con serias dudas y objeciones, “las ciencias sociales después de la Segunda Guerra Mundiz 1. En un nivel mds pragmatico, dificilmente se podria negar que mu- chas fuentes hist6ricas cerradas o escondidas a la vista de los contempo- raneos (por ejemplo, los archivos de Estado) estan hoy abiertas a la investi- gacidn hist6rica. Los conceptos contempordneos, se argumentaba, no podfan expresar lo que se descubrié sélo mediante una investigacién posterior. 2. En ur nivel més filoséfico, se afirmaba que el pasado era mds que un «presente perdido»; cn consecuencia los historiadores no podfan simple- mente reanimar, «re-presentar» e] pasado mediante su trabajo. En cierta forma el historiador parecfa estar en una posicién mejor que cualquier observador contempordneo: mirando atras desde el presente actual podia juzgar cosas pasadas, a la luz de su propio futuro. Porque lo que una vez fue futuro incierto, ahora se habia convertido en un pasado cierto. Vagas suposiciones podian ser sustituidas por experiencias ciertas. 3. Finalmente se afirmaba que la investigacién histérica nunca debe- tia desatender los conceptos, experiencias y teorfas modernos, porque, en historia, comprender sélo era posible mediante la comparacién de las fuentes con el «prejuicio» moderno. Era una ilusidn creet que el pasado LOS FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA HISTORIA DE LOS CONCEPIOS 75 podfa ser reconstruido en su «forma objetiva» anterior. Lo que sabemos del pasado nunca es mds que una construccién histérica. Por tanto, el { lenguaje de las fuentes era insuficiente para expresaf la «perspectivan/ i moderna del pasado. ‘ 2. La teoria de la Begriffsgeschichte de Koselleck Admitiendo la razon de estos argumentos, Ja moderna historia de los conceptos nacié a finales de la década de 1950. Encontré su forma «clasica» en Alemania, en el enfoque «estructural» de Werner Conze y en la teoria semdntica de Reinhart Koselleck, el cual concibié el ya citado diccionario Geschichtliche Grundbegriffe. Este no fue el tinico intento de hacer un diccio- nario histérico de conceptos politicos y sociales. Rolf Reichardt, Heinz- Dieter Lisebrink y otros estudiosos comenzaron a publicar una obra simi- lar sobre el vocabulario francés ente 1680 y 1820 con presupuestos tedricos diferentes’. Siguiendo la linea del «andlisis del discurso» de Michel Fou- cault, restringieron su investigacidn a un perfodo de tiempo fimitado y a ciertos tipos de fuentes histéricas, pero intentaron utilizar métodos cuantita- tivos para definir la popularidad de un concepto. Sin embargo, en mi exposicién me centraré en el enfoque de Reinhart Koselleck, puesto que me parece el enfoque mds estimulante y prdctico para los historiadores. Entre 1972 y 1992 se publicaron los Geschichtliche Grundbegriffe en siete tomos, que recogian 120 articulos y casi 7.000 paginas; esto es, como media, cada articulo ccupaba 57 paginas. Es hasta ahora la obra mas claborada sobre la historia de los conceptos en el mundo, un instrumento indispensa- ble para la investigacin sobre la historia cultural. Combina una enciclope- dia de conocimientos histéricos con un diccionario del lenguaje politico y social. Pero, por supuesto, incluso una obra tan gigantesca tiene sus limita- ciones: tras comenzar con la tradicién clasica griega y romana de los conceptos (como «democracia», «libertad», «anarquia», etc.) y atravesar los siglos medievales a grandes pasos, como una especie de «pre-historia> de la historia moderna, ef diccionario se ocupa sobre todo del giro lingtifstico de nuestro lenguaje politico y social en el perfodo de la Ilustracién, esto es, entre mediados del siglo xvilt y mediados del siglo xIx. Centrado en el yocabulario alemén con amplias perspectivas hacia el francés, inglés y latin —muy raramente hacia el espafiol, italiano o las lenguas escandinavas y de Europa del Este—, es mucho menos que un diccionario europeo. Pero, dentro de estos limites, es una sorprendente muestra de trabajo, sdlo com- parable con la Encyclopédie de Diderot y d’ Alembert en las décadas de 1750 y 60. Comprende al mismo tiempo una teoria de la historia y un método de R. Reichardt et ai.. Handbuch politischesoziater Grundhegriffe in Frankreich 1680-1820, 3 vols, Munich, 1985. 7 LUCIAN HOLSCHER investigacién, la Begriffsgeschichte. Intentemos abordar algunos de sus ras- gos mds importantes. Si me preguntaran qué clase o tipo de teoria es la Begriffageschichte, yo Ja llamaria una «teoria de ta diferencia». Porque el rasgo mas caracteristico de la Begriffsgeschichte es que no fija propiamente su objeto: mas bien lo diluye en una serie de diferenciales tedricos ( Differenziale ), También se podria describir como una teoria del «entre»: L. Uno de esos diferenciales es la relacién entre «palabra» y objeto», El primer paso del argumento tedrico es muy simple: podemos decir que sabemos poco de los objetos histéricos (acontecimientos, instituciones, etc.) si ng tenemos palabras para designarlos, Algunas de estas palabras tienen significados muy complejos, como «Estado», 0 «nacién», 0 «democracia», o «partido», o «polftica», etc, Las lamamos «conceptos» —la diferencia entre «palabras» y «coneeptos» la explicaré mds adclante—. Tales conceptos se «cifien» a ciertas constelaciones histéricas, tienen sentido sélo en ciertos perfodos de la historia. En tales casas es evidente que fa palabra y lo que representa en la historia se corresponden. La unidad entre ambas es diferen- te de lo que la teoria lingitistica de Saussure describe como la unidad de «signifiant» y «signifié», porque tales palabras estan ligadas de una manera especifica a las constelaciones histéricas o sociales a las que se refieren. Pero esto es s6lo una verdad a medias: porque los significados de las «palabras» y los «objetos» también pueden diferir, la relacién entre ambos no es estable y cierta: las palabras pueden tener distintos significados y os objctos pueden ser llamados con palabras diferentes. Daré algunos ejemplos de ambos casos: 1. Las palabras pueden tener significados diferentes en distintos mo- mentos o en el mismo momento. En los siglos xv y xvut, el concepto «revolucién» se usaba sobre todo para el movimiento circular de las estre- las, en el siglo x1Xx significaba un cambio violento de las constituciones politicas. «Burgués», a principios del sigto xix, se lamaba al habitante privilegiado de una ciudad, pero también al préspera empresario de la clase industrial. En el primer caso, «revolucién». la diferencia de significado apunta a un interesante cambio del discurso; en ¢] segundo caso, «burgués», a la presencia sincrénica de una secuencia diacrénica del status social. 2. Se pueden ver ejemplos de palabras distintas que representan el mismo objeto, cn expresiones como «liberty» y «freedom», «piedad> y «devocién», «trabajador» y «empleado», «campesino» y «dabrador». A veces podemos encontrar una ligera variacién en el significado, pero en otros casos las palabras sdlo son utilizadas en diferentes contextos, por grupos sociales distintos, en momentos diferentes. En cada uno de los casos de su uso —en el nivel de la «parole», en la terminologfa de Saussure— la palabra se cifie a su objeto, pero en general —en el nivel del «langage»— muy a menudo difieren. Asf pues, ,qué hace la identidad de un «concepto»: la LOS FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA HISTORIA PE LOS CONCEPTOS ” identidad de Ja palabra o la identidad del objeto? De hecho, en Ja teoria de la Begriffsgeschichte es algo entre ambos. A menudo los lingitistas nos acusan de no ser claros en la definicin de nuestros presupuestos teGricos. Pero —como explicaré mds adelante— el significado de un concepto histérico no pucde ser definido, tiene que Ser contado como una narraci6n. Los lingiistas no son historiadores, normal- mente no se ocupan de fos cambios histéricos de las sociedades, como hacemos nosotros. En consecuencia, lo que puede ser definido correcta- mente en una teoria sistematica puede no ser adecuado para la explicacién histérica. Si los lingiiistas encuentran que un concepto ha cambiado su significado en el tiempo. hablan de otro concepto. Lo que les interesa es tener unidades de ienguaje claramente separadas. Pero para et historiador el cambio de un concepto no es cuestién de definicién arbitraria, sino mas bien una sefial importante para investigaciones posteriores. A_yeces el historiador encuentra que una nueva palabra, o un nuevo significado de una palabra, también revelan una nueva situacidn histérica. Las revoluciones inglesas del siglo Xvi y la Revolucién Francesa de 1789 no fueron Jas primeras revoluciones de la historia, pero fueron las primeras llamadas «revolucién» por sus contempordneos. E] cambio de conceptos —de «tumulto», «levantamiento», «insurreccién», etc., a «revolucién»— indica una nueva experiencia: la experiencia de que la revolucién en curso no restauraria un estado de justicia anterior, sine que conducirfa a un periodo de Ja historia absolutamente nuevo. Podemos llamar a esto una perspectiva ideolégica de la historia y demostrar que la Revolucién France- sa tuvo muchas cosas en comin con revoluciones anteriores, pero la propia ideologia parece haber sido un hecho nuevo en aquellos dias. En consecuen-ff cia, se puede decir que el concepto «revolucién» también fue expresién del! yna nueva mentalidad. ~~ A veces encontramos que una nueva institucidn o un nuevo estado de cosas aparecen con un nuevo concepto, como es el caso de «praletariadon. Pero en otros casos no es fécil demostrar que las cosas cambiaron cuando surgié un concepto nuevo. Nadie afirmaria que la secularizacién comenzd con la aparicién del concepto en ia segunda mitad del siglo XIX, y adn menos que la industrializacién empez6 hacia 1900, cuando se cred la pala~ bra. Es cierto que deberiamos echar un vistazo a los cambios de la sociedad tan pronto como un nuevo concepto se esté haciendo popular. Pero los cambios de expresién, en el vocabulario politice y social, no son més que indicios de posibles cambios en la estructura de la politica y la sociedad; no garantizan que tales cambios hayan ocurrido realmente. Para decirlo de manera més general: ef cambio lingilistico y el cambio social no van juntos necesariamente, las leyes del cambio no son las mimes | en un caso y en otro. Y una vez mds debemos admitir que el cambio histérico no puede ser descrito de una tnica forma, el cambio del Jenguaje o el cambio de las instituciones sociales. El cambio histérico es algo entre 78 EUCTAN HOLSCHER ambos, participa del cambio del Jenguaje y del cambio social. Como ejem- plo, una referencia al concepto «industrializaciéii»: lo que desde nuestro punto de vista parece ser un proceso continuo de desarrollo a lo largo de los siglos XIX y XX, resulta ser una nueva perspectiva sobre el cambio social cuando nos fijamos en la historia del concepto. Hasta 1900 la gente no se percaté mds que de un aumento del trabajo industrial y de la expansién del comercio de productos industriales. Su filosofia econdmica era que lo que se ganaba en la industria se perderia en otros sectores de la economia, espe- cialmente en Ja agricultura. Para ellos, lo que ocurria ante sus ojos —prime- ro en Inglaterra, después en Francia, Alemania y Estados Unidos— era un desarrollo desequilibrado de la economia. E incluso crearon una expresion para designar los peligros sociales resultantes de dicho crecimiento desequi- librado de la industria: el concepto de «industrialismo». Pero hacia 1900 algunos economistas comenzaron a reconsiderar sus experiencias econémicas: los modos industriales de produccién, ,estaban limitados a ciertos sectores? ~No podian ser utilizados en la agricultura de la misma manera que en la industria? Era una consecuencia necesaria que la economfa perdiera en otros sectores lo que ganaba en Ja industria? Los que contestaban negutivamente a esta ultima pregunta popularizaron el concepto de

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