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? ae ci | Bauiiiait } 4 i ( Esto no : es un diario iilesiaanashatiae es catenin Pine Cunbride ene Poly Net tvetcon Poy re, Came aduceién de Albino Santos Mosquera y Antonio Francisco Rodgues Esteban Gabierta de Jit G. Bacina 1 edici, jonio 2012 ‘Nose psmitels sprsucin lo parsil det ir nso incororn erik ae sas angina en cog foa 0 por cialguer medi, se te eco, inl. capi, pr baci tren modo, nel peiso previo ype sto de meio fan dees derechos mecinados puede ser conta de do on It ei mec Foy pune de Cigo Pen, Diss a CEDRO (Cento Espual i gros) pce fexsopinr o scanea sgn ragoento de ts ova, ‘Puede contacts con CEDRO s eaves dene wirconbeenda. com Dparelfeno exe 91702 1970/95 2720147 © Zygmrant Bauman 2012 (© 201 de a tadycen, Albino Santos Mosquera y Antonio Francisco Rodkiguer Esteban {© 2012 de todas las ediciones en casellano, Espata Jibros,.L. U., ‘ida, Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona, Espaia Paid es un sll editorial de Espasa Libros, $.L. U. ‘worn pads com [owespacioculturalyacademice cm ‘worm planetadeibrs.com ISBN: 978-84493-2017.9 epiito lgal:B-14087-2012 Tmpreso en Artes Grifieas Hueras S.A. Caring viejo de Getafe, 60 2846 Fuenlabrada (Madd) ppl utiza para nips de exe Hho es cen por cen bred cloro 1st eaiicado como papel coco “mpreso en Espa Printed in Spin Sumario Seprnmndone DE 20107 Del sentido y el sinsentido de escribir un diario... ‘De la utilidad de luchar contra molinos de viento - Dela eternidad virtual Delcultivo de las palabras .- De la superpotencia en superquicbra Delos promedios Dela multitarea . . Del hecho de que los ciegos gufen 2 los impotentes De gitanos y democracia ‘Del retroceso de la confianza y el florecimiento de la arroganc Del derecho a enojarse. . Ocrusre pe 2010 Del derecho a entiquecerse atin més Dela multiplicidad de culturas y Ta tapadera qu cubre a todas. Del No digan luego que no se lo advertimos» « Delos dilemas del creer.....-0020080+ De Cervantes, padre de las humanidades... De una guerra de desgaste més (2010-..) - ye las i 5 24 27 29 32 37 a a 3B 6 6 n B 8 la Noviempne pe 2010 De por qué los estadounidenses no ven luz alguna al final del tine! . Dictemane be 2010 De la guerra que pondrs fin a las guerras De quienes no matan moscas, pero si personas Jerusalén contra Atenas: volviendo sobre el tema De por qué los estudiantes andan agitados de nuevo Del respeto y el desprecio ‘De algunas de mis idiosincrasias (;que no todas!) Delos nuevos semblantes de la desigualdad Dela resocializacién de lo social De los amigos que uno tiene y de los que uno eree tener De portadas y otras paginas... De ciertos dilemas (seleecionados) De si «dlemocracia» significa ain algo y,en caso de que asi sea, cqué?. Byexo be 2011 Del dngel de la historia reencarnado, De hallar consuelo en lugares inesperados 2.2.2.2. Del crecimiento: clo necesitamos? De la sostenibilidad de la socialdemocracia en esta época.. De un consumo que crece y un planeta que mengua Dela justicia y de como saber que esté aqui... 3 87 92 9% 102 110 122 133 136 138 143 147 148 155 158 160 164 167 172 De internet, anonit 0 ¢ irresponsabilidad Del datio colateral y las bajas de los recortes . De una de las muchas paginas arrancadas de la historia de la cruzada democritica De hachas inmorales y verdugos morales De Berlusconi e Italia ‘De mantenerlo en el poder estando excluidos De la gente en las calles FepRero pe 2011 De la mayoria de edad de la «glocalizacién». ‘De qué hacer con los jévenes. De las virtudes exclusivas, De las bendiciones y maldiciones de no tomar partido . De un tsunami humano y Jo que viene después Del fondo bajo el fondo De estar fuera pero dentro, y dentro pero fuera De los milagros y los no tan milagros De Facebook, intimidad y extimidad ‘De construir fortalezas sitiadas Del suefio americano: gtiempo de necrolégicas? ‘Manzo pe 2011 De H. G. Wells y yo, tiltimo suefio y testamento Notas... 175 179 190 192 195 197 201 207 21 215 218, 221 226 228 239 249 262 2 275 281 a 1] oO <3V arbres ba ptiembre de 2010 Viernes, 3 de septiembre de 2010 Del sentido y el sinsentidg de escribir un di Lo confieso: estoy empezando a escribir (son las cinco de la ‘mafiana), no tengo ni la menor idea de qué seguira, si es que sigue algo, ni de por cudinto tiempo seguira, ni de hasta cudndo necesits: ré, desearé y sentiré el impulso de seguir. Y ni la intencién ni, me- nos ain, la finalidad estén en absoluto clasas. Dificilmente podria dar una respuesta a la pregunta de «gpara qué?». En el momento ‘en que me senté ante el ordenador, no habfa ningtin tema nuevo y candente que rumiar y digeti; ningén libro que escribir ni ningéin ‘material antiguo que revisar, reciclar o actualizar; ningiin entrevis tador o entrevistadora cuya curiosidad hubiera que saciar; ninguna conferencia que tuviera que perfilar por escrito antes de set pro nunciada; ninguna peticin, ningiin encargo y ningéin plazo limite de entrega... En definitiva, no habia ni siquiera un lienzo recién montado que hubiera que llenar de contenido, ni un bulto de ma teria amorfa que moldear y al que dar forma, Supongo que preguntarse «¢por qué?» es mas indicado en este caso que preguntarse «para qué?». Causas para escribir hay mu chas: larga es la fila de candidatas que aguardan a ser anotadas y seleccionadas. La decisin de ponerse a escribir est, pues, «sobre- determinada>, por asi decitlo. Para empezar, no he sabido aprender otro modo de vida més que el dela escritura. Un dia sin escribir o anotar algo se me antoja un dia desperdiciado o criminalmente abortado: un deber incum- plido, una vocacién traicionada, ‘Ademés, el juego de las palabras es para mi el mas celestial de Jos placeres. Es un juego del que disfruto con locura, y el goce alcanza su cima cuando, tras barajar y repartir de nuevo las cartas, me llega una mala mano y me veo obligado a devanarme los sesos y acsforzarme de verdad para llenar los vac: y sortear las tram: pas. No importa el destino de ese viaje: lo que da sabor a la vida es estar en movimiento y saltar (0 derribar) los obstaculos del camino, Otea causa: al parecer, soy ineapaz de pensar sin escribir... Su- pongo que, antes que escritor, soy lector: hay toda una serie de re- tazos, fragmentos, partes y pedazos de ideas que pugnan por nacer, cuyos fantasmagéricos (aterradores, incluso) espectros se arremoli- nan, se amontonan, se condensan y se disipan una y otra vee, y que solo al ser captados y atrapados por nuestros ojos, podemos inmo- vilizar, fijar y acotar dentro de unos contomos. Y deben escribirse uno detrés de otro para que la idea —redondeada hasta encajar deatro de unos minimos tolerables— nazca por fin, 0 para que, en caso contratio, sea abortada o —si ha llegado ya muctta a este ‘mundo— enterrada para siempre. Por otra parte, aunque me encanta la soledad cuando es volun- taria, detesto la que tengo que suftir contra mi deseo. Desde que Janina se fue, he llegado a tocar el mas abismal fondo de la soledad no querida (si es que esta tiene algiin fondo), a donde se juntan su mas acre sedimento de amargura con sus mas t6xicos efluvios. El rostro de Janina es la primera imagen que veo al encender mi ordenador de sobremesa, asi que desde el momento en que abro el Microsoft Word no hago més que entablar un didlogo. Y dialogan- do es imposible que me sienta solo. Como tltimo y no menos importante motivo, sospecho que soy un grafémano por vocacion o por formacién... un adicto que nece- sita su dosis diaria para no artiesgarse a padecer los tormentos del sindrome de abstinencia, feb kann nicht anders. Y esa es probable: mente la razén subyacente que hace que la busqueda de razones resulte tan desesperada e infructuosa como ineludible. En cuanto a los demas motivos y causas, puedo decir que son ciettamente incontables y que, por lo que yo sé, su némero conti- rida creciendo a diario, Entre los que figuran en un lugar mas des- tacado en este momento, esté la sensacién cada vez més nitida de que ya he vivido todo lo que tenia que vivir y ya he hecho todo aquello que mis inmoderadamente moderadas capacidades me permitian 0 me faciliaban hacer, de manera que ya ha llegado la hora de aplicarme a mi mismo la recomendacién de Wittgenstein y guardar silencio sobre aquellas cosas de las que no puedo 0 no sé hablar (ditia mas: sobre aquellas cosas de las que no puedo © no sé hablat responsablemente, es decir, con la conviccién genvina de ue tengo algo titi que ofrecer al respecto). Y las cosas de las que no puedo hablar coinciden, por desgracia cada vez mas, con aque- Ilas de las que, hoy en dia, més vale la pena decir algo. Mi curiosi- dad se niega a jubilarse, pero tampoco puedo hacer nada para que mi capacidad para satisfacer dicha curiosidad (0, cuando menos, para aplacarla y mitigarla) no me abandone: ni siquiera podria en- gatusarla o tratar de convencerla de que se quedara conmigo. Las cosas fluyen demasiado deprisa como para que propicien esperan- za alguna de darles alcance. Por eso las cartas no me deparan ya ningiin tema nuevo de estudio, ningin objeto original para un and- lisis en profundidad que le haga verdaderamente justicia. Y no es ni mucho menos porque escaseen los conocimientos disponibles pata tal tarea, sino justamente por lo contrario: porque son tantos que superan y desafian todo intento de mi parte por absorberlos y digeritlos ‘Quizas esa imposibilidad de absorcién sea producto del enveje cimiento y del decaimiento de fuerzas: una cuestién total o princi- palmente fisica y bioldgica, motivada en vitima instancia por los cambios en el estado de mi propio cuerpo y de mi propia psique (una hipotesis bastante verosimil y que resulta mis etetble adn, si cabe, porque tengo la impresién de que los recursos necesutios para obtener y procesar nueva informacién, que en mi juventud se presentaban en forma —por asf decitlo— de unos pocos billetes de levado valor monetario cada uno de ellos, se suministran hoy en dia en forma de infinidad de pequeiias monedas de cobre, una cal- derilla tan increiblemente voluminosa y pesada en conjunto como abominablemente limitada en lo que a su poder adquisitivo se refiere, lo que la convierte, por emplear la expresién de Giinther Anders, en «supraliminal» para un cuerpo envejecido y una psique ue se cansa con facilidad como la mia). Nuestra época destaca por pulverizar todo, aunque nada tan a fondo como la imagen del mun- do, una imagen que se ha vuelto tan puntillista como lade la propia Epoca que la esté rayendo y reduciendo a polvo. ‘Tengo la sensacién de que este fragmentado mundo de hoy esta or fin (y después de tanto tiempo) a la altura de quienes tratan de pintar su retrato, Me viene a la mente una vieja fabula india en la que media docena de personas, tras encontrarse un elefante en su camino, intentan hacerse una idea de la naturaleza del extrafio objeto con el que han topado, Cinco de ellas son ciegas y ninguna tiene brazos suficientemente grandes como para alcanzar a tocat y palpar todo aquel animal, por lo que no pueden formarse mas que impresiones dispersas del mismo, y resulta que la tinica que tiene los ojos bien abiertos para verlo es muda... Recuerdo también la advertencia que lanzara Einstein, cuando coment6 que, aunque tuna teoria puede ser demostrada, en principio, mediante experi- mentos, no hay senda que nos conduzca directamente de los expe- rimentos al nacimiento de una teorfa. Eso bien lo sabia Einstein, Lo que nunca se figuré (ni podia haberse figurado) fue el advenimien- to de un mundo —y de un modo de vivir-en-cl-mundo— compuesto \inicamente de experimentos, sin teoria alguna con la que conce- birlos ni orientacién fiable sobre eémo ponerlos en marcha, cdmo continuar con ellos y cémo evaluar sus resultados. de todo, vqué diferencia hay entre vivir y dar explie Ja vida? No hariamos mal en seguir un consejo de Joss tod una fuente de inspiracién que he deseubierto re: 1 Bn sti propio «casi diatio» reflexiona del modo si: «Geo que todas las palabras que vamos pronunciando, How movimientos y gestos [..] que hacemos, cada uno y todos puecen ser entendidos como piczas sueltas de una autobio fo intencional que, aunque involuntaria, © por es mismo, ‘menos sincera y veraz que el mas minucioso de los relatos de ia pasada a la escritura y al papeb>. 8 e80 mismo. de septiembre de 2010 lad de luchar contra molinos de viento Ein el umbral de entrada del tercer milenio, Francia, como la ‘mayor parte del planeta, estaba sumida en la incertidumbre. La legada de la nueva era se habia visto precedida (muy en consonan- ela con los tiempos) por el que tal vez fuera (nunca lo sabremos con seguridad) uno de los engatios mis logrados de la historia: el del llamado «efecto 2000», que puso a miles de empresas Privadas y organismos gubernamentales, tan setios como realistas y practicos ellos, asi como a millones de sus clientes y usuarios, en un estado de alerta suscitado por el miedo a un atertador y casi apocaliptico es- cenario de paralizacién y muerte de todas las rutinas del planeta Tierra, incluida la de la vida sobre este, en el instante mismo del paso de la Nochevieja al Ato Nuevo. Transcurtido aquel momento sin que se consumata el fin del mundo previsto, las empresas de servicios informéticos dieron gracias al cielo por que nada hubiera pasado, contabilizaron tranquilamente los beneficios que aquello les habia reportado y el desastre que jams llegé a acontecer no tardé en ser olvidado, arrinconado como quedé en la endémica- mente excitable y crdnicumente agitada ateneién del pablieo por otros desastres que s/azotaron al planeta (0 que se esperaba que lo azotaran en cualquier momento); los que, mientras tanto, no pare cfan remitir ni (menos atin) desaparecer eran el resqucbrajamiento de la confianza popular y el cuerpo que iban cobrando las incerte zas que sacudian a la poblacién en general y que tan bien habia simbolizado aquel affair del «efecto 2000». Quizas el fin de la civilizacién informatizada «tal como la co: nociamos» no estuviera tan préximo, después de todo, como se habia proclamado en el filo final del milenio precedente, pero la que muy bien podia estar al caer era la expiracién de la desprco cupacién de los afios inmediatamente anteriores, expiracién que aquella misma proclamacién parecia haber presagiado. Uno tras otro, los cimientos habituales de la seguridad se veian sacudidos hasta quebrarse y desmoronarse, decaian las posibilidades de dis- frutar de empleos ¢ ingresos fijos, los sélidos lazos y las colabora- ciones de antafio se tornaban enfermizos y endebles, muchos faros de fiabilidad presuntamente inquebrantable se derrumbaban 0 temblaban bajo el peso de sus propias corrupciones, cuando no implosionaban a la vez que la confianza de los navegantes, engaia- dos y extraviados. En cuanto a los gobiemos de quienes se esperaba que devolvieran lo inseguro a su anterior condicién de seguridad y que pusieran el desorden en orden, no sabian mas que responder con un rotundo y acértimo «No hay alternativay a las quejas y las Protestas de sus siibditos, cada ver més confundidos y asustados; eso, claro esti, si se dignaban en responder en vez de devolver al remitente las peticiones de ayuda («Aytidenmes, «Hagan algo») con un aviso de «Direccién errénea» 0 «Destinatario desconocido» estampado en el sobre... Ante un trasfondo de ruidos y silencios como aquellos, las pala- bras (y los programas televisados que las acompafiaron inmediata- mente después) de Nicolis Sarkozy, recién nombrado ministro del Interior de Francia (en 2002), sonaron como un mensaje rebosante Islamente eorrecto en aquel momento (el primer ‘ufo#): El nombramiento —producido tan poco del comienzo de lo que muchos ereian que iba a (0 un siglo, cuanto menos) de incertidumbre— pa- pierta a un nuevo papel y una nueva estrategia para ¥ Inv udlinistraciones piblieas, asf como dar la bien- ¢pocn de «gobiernos que escuchan», que seguian ast Jo bancos, que tentaban por entonces a sus clientes | whegurdindoles que les «encanta decirles que “st”». El io de Sarkozy prometia la egada de una época que poderes ftcticos volvieran a ser dignos de confianza y 1us stibditos confiaran de nuevo en que no iban a ser su atrozmente escasa suerte (y a sus escudlidos ‘en ou lucha desesperada por encontrar tierra firme bajo aie de Sarkozy fue triple. En primer lugas, habia detec- ido con exactitud cual era el semillero de aquella in- (1 queatormentaba ala gente cosriente como usted 0 como ro de vicio y esa prolifica fuente de terrores diurnos y nocturnas: él la ubicaba, concretamente, en las bailiewes, genético con el que los franceses designan los batrios pe- ¥ las «malas calles», habitados por personas de aspecto rtamiento extrafios (entiéndase, no como los nuestros) y, de costumbres e intenciones que probablemente sean lé extraiios (Iéase, sospechosos). En segundo lugar, una vez jafladlas por fin las raices més profundas de las adversidades ies que a Tos franceses les ha tocado vivis, nosotros (las snus en el poder, los tipos poderosos) estamos en disposicién at las rafces» del mal y las atacaremos, algo que, en reali “yi hemos comenzado a hacer (como bien habrn visto por la Tin tercer lugar, lo que ustedes acaban de ver por television (las de orden piblico desplegando su poderio y asaltando al fortalezas del crimen para arrestar y encarcelar a ctiminales pasados, presentes y futuros, culpables tiltimos de esos dia de ans sustia y esas noches de insommnio suyas, sefiores ciudadanos) es solo tun ejemplo, aunque muy grifico, de lo que es el gobiemo en ac ci6n, decidido desde un principio a hacerse con Ia victoria. (En caso de que tanto optimismo desconcierte a los lectores actuales, permitanme recordarles que hablo del aiio 2002 y que el autor del mencionado mensaje tuvo la fortuna de decitlo entonces, pues, dos © tres afios mis tarde, el oprobio intrinseco a tal afirmacién podria hhaberse visto mas resaltado atin, si cabe, si hubiera declarado algo asi como que las acciones gubernamentales «terminan triunfando tarde o temprano, como también terminardn en triunfo las puerras en Irak y en Afganistén».) En resumidas cuentas, que el gobierno cumple lo que promete...o, cuando menos, se ha puesto manos a la obra para cumplirlo, Ahora estamos en 2010. Con el transcurtir de los afios, aquel Iministro del Interior se present6 a las elecciones con un programa ue prometia dar «muerte a la inseguridad» y fue elegido presi- dente de Francia (en 2007), asi que se mud6 de las un tanto humil- des dependencias de la Place Beauvau al deslumbrante esplendor del palacio del Eliseo. Y ahora, ocho aiios después de que aquel mensaje convocara a los franceses y a las francesas a escuchar y tomar nota, ese mismo e idéntico mensaje triple vuelve a ser lanza- do (con las bendiciones y el respaldo apasionados del presidente) Por Brice Hortefeux, sucesor de Sarkozy en la sede ministerial de la Place Beauvau. Segtin Denis Muzet, en una informacion del Le Monde de hoy, el sustituto y heredero de Nicolés Sarkozy repiti6 Punto por punto la proeza que en 2002 ya llevara a cabo su jefe y mentor, ampliando su propia jornada laboral hasta las veinte horas diarias y empleando tan impresionantemente extendido horatio €n aparecer y hacerse ver «donde est la accién». Supervisé perso- nalmente el desmantelamiento de los campamentos de los roma- nies, la detencién de las personas de alli desahuciadas y su envio de vuelta al lugar «de donde haban venido» (es decir, de vuelta a anterior); convocd lov prefectos municipales para que wan y par transmitisles instruceiones y lleg6 incluso a # desprevenidos «sobre el terreno» a algunos de ellos wocharles su inactividad y acicatearlos para que se pusi jon a la ober i yaran una vex mas, para que emprendieran una ofensiva de (ode otorio, o de invierno, o de cuando fuera) mas contra petradores y los culpables de tanto infortunio (conocido nombre de «inseguridad>) de la gente decente, para que 1) una campaia final dirigida a poner fin a otra guerra més prometia terminar con todas las guerras. ¢Le rondan los 10s? Empecemos por librarnos de los molinos de viento, feH0 10 tiene ninguna I6gica? Tal vez, pero, por lo menos, ad yube ahora que no nos quedamos de brazos cruzados sin nada, Estamos haciendo algo, everdad? jLo han visto por i para que lo intentaran una vez més, para que sguerreros franceses que combaten ese sucediineo de la in- idacl no son los tinicos que prometen quematrla en la hoguera ido para ello las efigies de los romanies y los cingaros. Tie estrecho aliado en Il Cavaliere el caballero que gobierna en «Italia, Da la casualidad de que hoy también se publica New York Times una exénica firmada desde Italia por Blisabetta ledlo, donde se explica que el gobierno de Silvio Berlusconi, Jos romanies en mente, aprobé un decreto en 2007 que anto- ‘tlyaba al primer ministro a expulsar a ciudadanos de la Unién ‘huropea que hubieran cumplido ya tres meses de estanciaen el pas “fle demostraba que carecian de los medios necesarios para valerse ‘qondmicamente por si mismos; tras aquel, se publicé en 2008 un " jnulevo decteto que otorgaba al estado nuevos poderes para expul- suv a ciudadanos de la Unién Europea por motivos de seguridad Jpiblica: si usted es una amenaza para la seguridad piblica, podria, - deberia y (no dude de que) terminara siendo detenido y conducido hasta el aeropuerto mas cercano, 20 Esto noes un diario Para sacar partido de tan novedosas y fantésticas armas en la guerra declarada contra la inseguridad, hay que asegurarse primero de que los odiados gitanos sean (y, sobre todo, se los vea como) una amenaza de primer orden para la seguridad ptiblica, aunque solo sea para garantizar que la palabra de los poderes fiiticos se haga came de verdad y que las fuerzas de orden pablico no realicen un despliegue de su poderio en vano, También hay que convertir las propias predicciones en una profecia autocumplida (algo que viene aiin mas al caso): si usted ha predicho en el magazine televisivo ‘matinal que habré un incendio forestal, proceda de inmediato a rociar gasolina sobre los érboles y a encender cerillas, a ver si al fi- nal del dia, tanto su fiabilidad como la veracidad de sus palabras quedan perfectamente contrastadas en el magazine informativo ves- pertino, «Cuando se construyen campamentos con autorizacién mu- nicipab», informa Povoledo, suele ser en las afueras de una ciudad, segregados del resto de la poblacién, con unas condiciones de vida muy por debajo de las normales. Eso permite a los gobiemos «sor. tear la cuestién de la integracién, un proceso que implicaria dar a los romanies unos domicilios y un acceso escolar permanenteso. Los gobiernos incitan las sospechas hacia los romanies basindose en sus inclinaciones némadas, pero luego son esos mismos gobier- nos quienes obligan a los romanies a seguir siendo némadas pese su deseo de sedentarizarse, y son también las autoridades quienes se esfuerzan todo Jo que pueden en devolver a quienes ya se han esta blecido (voluntariamente y desde hace tiempo) a una vida némada contra su voluntad, a fin de que la sentencia sumaria original de «ambulantes» con la que se descalifica al conjunto de ese grupo étnico pueda quedar final y convincentemente corroborada pot lis estadisticas 0, lo que es lo mismo, por la mas indiscutible «realidad de los hechos». ¢Que los romanies molestan porque se los considle ra unos mendigos importunos? De acuerdo, aseginese «le que no tengan oportunidad alguna de ganatye «decentementer Ia vida, Y a propdsito de nuestta alegoria del incendio forentaly Septiembre de 2010, 21 Jos campamentos provisionales son un riesgo. La semana pasada, en Roma, un nifio romani de tres afios murié abrasado al declararse un incendio en la chabola en la que vivia con su familia, en un campa- mento ilegal préximo al aeropuerto de Fiumicino. A raiz del inci- dente, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno [otro politico elegido tras defender un programa electoral de «guerra contra la inseguri- dad», dijo que el ayuntamiento comenzaria a desmantelar doscien- {os campamentos ilegales este mismo mes, Lin destello de clarividencia, poco antes de ser coronada so- de Reino Unido, la joven, ingenua y franca Victoria anoté “entrada de su diario correspondiente al 28 de diciembre 6: "Siempre que hay gitanos pobres acampados en algdin lugar, in- blemente se les atribuyen los erimenes y robos que acaecen alli cerca, lo que es vergonzoso, porque, si siempre se os consi- lunos bandidos, zcémo podrén nunca convertitse en buenas ? dijo que la historia tiende a repetirse: la primera vez, su- ina de drama, y Ja segunda, en forma de farsa. Esa nor- 16 una vez mis en el caso de las dos guetras sucesivas eontea la inseguridad por Sarkozy en el transcurso de . Bin la segunda de dichas guerras, Alain Touraine co- mente que, muy a diferencia de las multitudes que Ja declaracién de la primera, «nadie cree ahora que los pitunos sean responsables de nuestro infortunio». Bien \.0¥ clerto, aunque siempre hay quien se traga el cebo iuipirlo, Pero nquella campaita de miedo en concreto 08 It intencién de debatir las causas del mal, ni para ‘cidn se eteyera Ia version oficial, Touraine da en el punta que todos aquellos titulares de primera paigi- weullo y Weld aquel alboroto publica han tenido 22. Esto noes un diatio lugar «en un escenario apartado de las grandes catéstrofes que es- tamos viviendo». Los efectos de la politica al estilo Sarkozy no de- ben medirse por el ntimero de mentes convertidas (0 aferradas to- davia) a la moda de culpar a los romanies, sino por la cantidad de miradas que se han desviado (aunque solo haya sido de manera temporal) de lo verdaderamente relevante para la vida de las perso- nas y para sus perspectivas de futuro, unas miradas que se han apartado también de la valoracién del desempeiio del gobierno del pais en aquellas obligaciones suyas que, segiin él mismo proclama, legitiman sus prerrogativas, sus pretensiones y, en el fondo, su pro: pia existencia, Medida de este otro (y apropiado) modo, no se puc de desestimar la politica de estilo sarkoziano diciendo que ha siclo tun fracaso rotundo sin mas, Tampoco esta desacreditada, como agréficamente testimonia el creciente ntimero de gobiernos que se apresuran a confeccionar sus propias imitaciones locales y a poner Jas en préctica. No es probable, comentaran ustedes, que los ojos de una nit ci6n se mantengan apartados de estas cosas para siempre, asi «te, eno es necesariamente efimero el respiro que se toman los gobet nantes con este modo suyo de actuar? De acuerdo, pero, si me perdonan la pregunta, equé es perdurable en estos tiempos que corren? zQueda atin alguna alma candida que crea en los laryos plazos y las soluciones definitivas? El respiro hab durado basta te (y gracias) si concede a los gobernantes el tiempo sutficiente par dar con otra atraccién que tenga iguales probabilidades de atruer miradas antes de que estas se dirijan hacia lo que de verdad impor ta: hacia aquellas cosas sobre las que los gobernantes no puedety i quieren hacer nada verdaderamente importante. Hay también otra victima colateral del gobierno al estilo Sark zy. Sorprendentemente (aunque no tanto), esa vietinva adiclonal Septiembre de 2010 23 r protegidos y seguros frente a una suerte adversa. Los fran- tal vez sean ahora mas escépticos (0 més cinicos incluso) a sito de la eficacia de las promesas del gobierno y del valor de sivas gubernamentales grabadas en video y televisadas delo jan al inicio de la primera de las guerras de Sarkozy, pero Aes seguro es que actualmente estén mas asustados que nun- perdido buena parte de su pasada fe en la posibilidad de me- algo su situaci6n. Estén empezando a creer que la insegu- Wo va-a temitir y que, probablemente, se convertiré en una humana normal, y, muy posiblemente, estén pensando biernos de los estados no son un instrumento apto para Alterar un veredicto particular de la naturaleza, la historia humanos. Planificacién casualidad, lo cierto es que ceuasi bélicas de Sarkozy araron y fertilizaron el terreno teriores cosechas fundamentalistas y tribales... La tierra ¥y preparada es una tentacién para conquistadores aven- que pocos politicos aspirantes al poder sern capaces de gobierno precisa también de unas victimas designa- #08 noticiados por Denis Muzet y Elisabetta Povo- son, claro esti, las poblaciones de los romanies en la politica cada vez mas al uso, las victimas (ya ¢ elegidas 0 «colaterales») no son meros peo- w de ajedrez de otras personas; en los juegos que ot) ln wettialidad, también son figurantes anénimos y les de reemplazar: individuos supernumerarios 1) 0 marcha ningun jugador (salvo unos pocos dard probablemente cuenta o recordard, y menos Ward, precisamente ef valor que dicha forma de gobernar prometié (y continéa prometiendo) fomentaryy honrari el representado por low sentimientos de protecelén y Heguridid, en deci, por la venwuct 24 Esto noes un diario Septiembre de 2010 25 5 de septiembre de 2010 lu ha sido capaz de cruzar. Podemos apostar, sin em- juie los «tecnogenios» habran logrado romper ese limite De la eternidad virtual ios otros en el pasado) para cuando haya llegado la fe- uniento de Love++ 0 Love? jechno.com>, uno de esos sitios web dedicados a los ‘teenolégicos serios, donde andan convencidos de que wologia es la satisfaccién de necesidades y demandas Un autobiis procedente de Tokio descargé a un gran grupo «le jévenes en una playa de Atami, una pequefia localidad turistica costera y lugar de encuentro durante los fines de semana para los buscadores de aventuras eréticas de la capital: eso es lo que nos cuenta la edicién de hoy de Yahoo! News. Hasta alli llegan de ‘Tokio len de su (muy favorable) asombro: «Lovet es un varios autobuses al dia, asi que gpor qué uno de ellos merecié que sledicado al hombre que no lleva bien lo de tener una Je dedicaran un espacio en un boletin informativo en linea tan leid wu vida, y en Japén ha triunfado a lo grande», se como ese? Ese autobiis en particular trasladaba hasta Atami al pri Tin lo que respecta a los servicios ofrecidos, los re- mer contingente de jugadores del nuevo juego Love+ para Ninter) se muestran esperanzados: «Para esos hombres, do, ese vehiculo en concreto era la golondrina que anunciaba ni) sJoportar a una mujer en su vida, la novia virtual tal Mio. de necesidades» que esta pidiendo a gritos ser ocu- poralguien es el detectado por : Jn que crecié con los tamagotchin Guguetes \, ya no estan de moda y, por consiguiente, estan }) hw clesarrollado un «habito cuidador», una es- por el cuidado (virtual) de seres (virtuales que ) vivo, un iibito que ya no son capaces de satis- Jo artilugios tecnolégicos apropiados para W) Lin NUlevo apuratito con el que practicar ese Jarga y rentable primavera para los restauradores y los hoteleros ie Atami. Los jévenes que se apearon de aquel autobiis, a diferencia de otros pasajeros habituales, no prestaron atencién a las chicas (le ligeras de ropa, «retozaban insinuantes sobre la arena». Merit dos a las cémaras de sus teléfonos inteligentes 0 sntartphones (ie iban equipados con software de «realidad aumentada»), prelivie ron ditigitse a toda prisa hacia el auténtico objeto de su deseo Ii verdaderamente importante: las novias virtuales, cifradas en Wil pequefio cédigo de barras adherido al pedestal de la esculturi tt una pareja de enamorados. El software introducido en los telél y Wer posible, de una forma mas excitante y nos inteligentes de los chicos les permitia «descifrar» a partit ‘Wi tlempo, al menos). Pero gracias a Lovet, se Jones| «Para quedarse con la novia, el juga- lu wdetll cle Ja DS con el lapiz. de la consola ile la mano husta Ia escuela, tontear, enviarse ichuie, eltarve en el patio del recreo para dar- Por medio del micrfono incorporado, ese cédigo a la chica (iinica y exclusiva) de sus suefios virtial™) llevarla de paseo, entretenerla, conquistarla y ganarse su favor tl: guiendo simplemente las claras ¢ inequivocas reglas especificnlit en las instrucciones interactivas en pantalla («con resultado i rantizados 0 le devolvemos su dinero»), Incluso pueden pani una noche de hotel juntos: berar ex una pricticn permitida y hast Ahuntenier conversaciones cariosas, aun- Jnwereldn dle ta conjuneidn «aunque» no welOny tecordemon que los fama 26 Esto noes un diario Septiembre de 2010 27 ‘gotchi no consiguieron convertir la conversacién en general (y me lta acasa, En palabras de Naoyuki Sakazaki, un hombre nos atin la no tan trivial) en un habito. Wy tantos aifios, «Love Plus es divertido porque la rela- En , Jenina Nunez se pregunta: «En la er \¢ para siempre» (la cursiva es mia). Pero bien debia de de las citas y la realidad virtual, ¢tan solitarios nos hemos vuelto (y Ju campaiia de Love+ en Atami comenzé el 10 de julio y tanto hemos renunciado al amor real, el humano) que estamos dis luido ya para finales de agost. puestos a cortejar la imagen de la compafiera 0 el compafiero per oid esta clase solo existe, que yo sepa, un preceden- fecto?». Y ella misma aventura una hipétesis en respuesta a est Wislibien es\cierto que apécrifo e indemostrable. El em- pregunta: «Empiezo a pensar que Love+, que parece eliminar la , el sah Jahan, estaba tan profundamente enamorado necesidad de compafiero bumano alguno, es un ejemplo claro le éposi, Mumtaz Mahal, que, a la muerte de esta, hizo hasta dénde esta dispuesta a llegar la gente para no sentirse sola...» is grandes arquitectos de su época para contratar sus La suposicién sobre la que se sostiene esa respuesta (y que Jenin Weintidin afios supervisando la construccién de un Nunez, por desgracia, no hizo explicita ni desarroll6) da justo en 10 clel encanto y la belleza de su amada en torno al el clavo. Si, la revolucién que el juego mas reciente de Nintendo ‘el Tij («corona de edificios») de Mahal. Cuando se augura (y que ¢s el secreto de su éxito comercial instantaneo) es |i ‘1 Ultimo de los frisos y pulido la ornamentacién fi- eliminaci6n por completo del compafiero humano del juego de ln ‘lah Jahan pasé inspeccién a aquella obra maestra relaciones interpersonales. Aunque se trate de algo muy del estile ‘ealmucla su aforanza amorosa y saciada su nostalgia de la cerveza sin alcohol, la mantequilla desnatada o los alimentos tb, sin calorias, no deja de ser un fenémeno que, hasta el momett fn aquel momento, una cosa estropes su deleite to, solo se habia intentado aplicar de manera cobarde y furtivw snubs groseramente la armonfa y la elegancia de con un estilo torpe, primitive y poco evolucionado, a lo que pili Jelén que habfa ordenado construir): se trataba los «cerebritos» y los vendedores de tecnologia es el reto supretit {exttafio cajén con forma de atatid ubicado en {jue entendamos que, solo cuando ordené que “cija de alli, terminé por coronarse de forma wnte iiltima y definitiva el romance Jahan- yeel equivalente més aproximado a la cuadratura del circulo: el Ai) bito de los lazos, las colaboraciones, las amistades y los amow humanos... Este juego Lovet es una ambiciosa novedad, Al suministiif sustitutos virtuales (Iéase asépticos, libres de «ataduras», efeOtit secundarios, «consecuencias imprevistas» y temores a un secteilftl de la libertad futura), apunta alo mas alto: al futuro en vf, Oreos Mt etemidad en un consumo instantineo, en ef acto, Ofrece uni vit para mantener la eternidad a raya y bajo control, asi come ji detenerla en el momento en que deja cle ser agracable y ceweul A Ras Ubeten toln'conceoléc de éatre- Ofrece «amor eternow para empaparne de él y clinfeuitarlo «a top Sotriv muchavcortumbres que con tan enér- en-un brevevisiedsausabds beste Atainby sin necesidadde. ie Alene! Ul Abicleinal e 2010 28 Esto noes un diario Septiembre de 2010 29 viembre de 2008, tras haber cumplido ochenta y seis afios, uno ms vida y recomienzo la escritura en el punto en que la de los que tengo yo ahora, apunté: «Me dicen que las entrevistas lo». han valido la pena. Yo, como de costumbre, lo dudo, tal vez por Wy otra respuesta», afiade, Pues que asi sea que estoy cansado de oirmen. También lo estoy yo... En mas de una ocasién, presionado por los entrevistadores para que revelase aquello que ellos crefan no saber pero que sus lectores ansiaban imbre de 2010 conocer, me he sentido humillado a fuerza de repetir lo que «se hi convertido, con el paso del tiempo, en comida recalentada»: des icin en superquiebra cubrimientos que en tiempos estaba ilusionado ¢ impaciente pot its, Estados Unidos celebr6/llor6/regurgité un nue- compartir han pasado a set para mi soporiferos en su banalidad, mis del 11-8. «O algo peor —como bien se apresura Saramago a afiadir—, cua ws estadounidenses no tienen ya que preocuparse tas cosas sensatas que he podido decir durante la vida no habri iyuertas a la carta” —sugeria Thomas L. Friedman tenido, a fin de cuentas, ninguna importancia. Y gpor qué habia . Ya no hacemos cosas asi. Hoy no podemos per- it Granada.» La superpotencia esta ahora en super: Gy va derecha a convertirse —y por mucho tiem- ail, «América esté a punto de aprender una muy W puede endeudarse para alcanzar la prosperidad eto no para conquistar el poder geopolitico a la de tenerla?» Conozco bien ese dolor: cuando, a instancias de lot entrevistadores, he tratado de recitar mi propio e incomps mente més diminuto pufiado de ideas (otrora) iconoclastas, demi siado a menudo no he visto ni he podido pensar més que en iconoy que suponfa y esperaba que se hubieran derrumbado hacia much) tiempo por una pura cuestién de vergiienza y de remordimient) retardado, pero que, sin embargo, continiian devolviéndome ¢l Win No e§ una opinién unénimemente compar golpe, mas feos aiin si cabe de como yo los recordaba ¢ igual de dias, por ejemplo, Hillary Clinton declaré confiados en si mismos (si no mds) que en sus aiios de juventiil) 1 lox miembros del Council on Foreign Rela- ahora me miran arrogantes a la cara, con desprecio, mofa y soeit tity Unidos puede ser, sera y, de hecho, es» el lider neria., ‘siglo que ahora comienza. Aunque, claro, gqué «Hablamos por la misma raz6n que transpiramos? Solo ji iit la jefa de la diplomacia de ese pais? Otro de que si?», pregunta Saramago. El sudor, como bien sabemos, He eh joblerno federal, Robert Gates, el encargado pora rapidamente o se lava a fondo y, «mis tarde o mas vempriiith, widlis, ha adoptado un tono distinto incidiendo ega alas nubes». Quiza sea ese el destino al que, a su propio maith Bn conereto, recomienda la inyeccién de estén abocadas las palabr uy Fealismo en las iniciativas internaci Y, luego, Saramago recerda a su abuelo Jerdnimo, qulen eel » No profundiza mas en su argumento: pa- sus diltimas horas, fue a despedirse de los deboles que habla plant Hontla en que lox lectores del Foreign Affairs do, abrazéndolos y Hlorando porque subfa qué no volverin «vel ‘quiere decir sin necesidad de mayores ex: La leccion es buena Me abrave-a las palabras que he: able 30. Estono es un diario Septiembre de 201031 Las naciones son reacias a aprender y, si aprenden, suelen ha leonsciente irresponsabilidad de Ia que hicimos gala en cerlo sobre todo a partir de sus errores y transgresiones anterio. tro colapso econémico aqui, en nuestro propio pais, no res, es decir, a raiz de los funerales por sus fantasias del pasaclo, mis descarnada», concluye Rich. La guerra del «luchen «En estos momentos en que el Pentégono ha cambiado el nombre juen después» y la ceguera casi undnime ante sus costes, de la “Operacién Libertad Iraqui” por el de “Operacién Nuevo Amanecer”, un nombre que sugiere mas bien la marca de una cte lad que se observé en el caso de la avalancha de las hi- ma para a piel o de un liquido lavavajillas» —comenta Frank Kiel ime, la burbuja inmobiliatia y ottos juegos de riesgo citando al profesor de Boston, Andrew Bacevich—, un 60 % de los 1, Hoy no estamos mas que empezando a calcular y estadounidenses creen (ahora) que la guerra en Irak fue un error y ladero balance de los costes de todos esos afios de otro 10% consideran que no merecia la pérdida de vidas de con ) pero, de momento, sabemos que el interés que se patriotas, mientras que solo uno de cada cuatro estadounideniey wri que pagar por la deuda federal habré ascendido suponen que esa guerra los ha hecho estar més protegidos frente il 1000 millones de délares anuales en 2014, una cifra terrorismo. La estimacién oficial del coste del conilicto pars lot Hupuiesto del gobierno federal estadounidense, y la contribuyentes estadounidenses (en el momento actual, en el qué ol slinero debera ser abonado a inversores extranjeros. presidente Obama esta pidiéndoles que «pasen pagina» en el (eit fe escuchan voces que expresan el temor al Apoca- de Irak) lo sittia por encima de los setecientos cincuenta mil milly dlesencadenaria si los acreedores fordneos decidieran nes de délares. Con ese dinero, se maté a unos cuatro mil quinietl: le deuda estadounidense. Tales miedos quedan tos estadounidenses y a mas de cien mil iraquies y se envié al exiliy jie no del todo sofocados) cuando se invoca el pro- como minimo, a unos dos millones de habitantes de aquel jill) Mi pmudencia de esos extranjeros: una venta masiva ademés, se hizo posible que Irén acelerara su programa nuclei hurl que en las bolsas de todo el mundo se produ- que Osama Bin Laden y sus fandticos» hayan gozado de la liber avin radical de las acciones, por lo que es Iégico necesaria «para reagruparse en Afganistan y Pakistan», ‘ueteedores se conformen con la renta constante Un error conduce a otro. «El mayor legado de la guerra dle | pgo cle esa deuda», al menos, mientras el Teso- aqui, en nuestro pais —sefiala Rich— fue sistematizar In lal Ul pueda arreghirselas para seguir pagando Jos in- sién de que los americanos pueden tener lo que quieran Wl ( 1 cero.» Pues bien, lo que los estadounidenses estin apronelliyi ws colaterales de la temeraria aventura en Irak ahora, aunque a regafiadientes todavia, es que ni siquiers lon rep y li credibilidad que inspiraban las dos mitades nantes y aborrecibles resultados que obtuvieron en Irak y qe aitislos extacounidense, los medios informativos mis habian previsto ni deseado pueden comprarse sin efeetiat jurtis, mentes privilegiadas y expertos reputa- enorme desembolso, y que uno de lox mas odioson axpecton ile july muy excasas y nobles excepciones, aca- repulsivos resultados es que ettos lek hacen quedarse corte por Horma por una mayoria tan vociferante dinero con el que puede acquire todo lo demas (bueno e i €1 jiteyo a los portavoces belicistas de la deseado o temido, placentere.o repugnante), «La ainergia: 32 Extonocs undiario Septiembre de 2010 33 Pero hay también otra clase de dafio colateral que tal vez podria (zquién puede asegurar que no?) afectar a América durante no s¢ sabe cudnto tiempo, un daiio con sus propios cémplices (volunta principio de ese periodo, sumaban entre el 8 y el 9% de tios, reacios o involuntarios) atin no reconocidos, «En vez de llevar il lel pais. A lo largo de la década de los ochenta, esa la democracia y la libertad estadounidenses a Irak —reflexions Wy subié del 10 al 14%. A finales de los noventa, pasé Rich—, la costosa guerra que libramos alli no ha hecho mis qu 9 Yo. Lin 2005, sobrepasé el 21 %. En 2007, tltimo atio traer el amargo sabor de la disfuncién iraqui a Estados Unicon ‘40 dispone de datos completos, a 1% de personas mas cEstaré a punto de repetise (aunque en una version grotescarill es one ode Ye te caricaturesca) el «efecto de helenizacién» que experimentivl HY(C00 fogares, ASiia ooe nas oa 7007 ih al Jos conquistadores romanos, culturalmente absorbidos, engulliday iii'iactonacs, convertidos, asimilados y reciclados por los derrotados y los coli quistados? { desde los afios setenta de la cuota cada vez mayor de wl ucumulada por el 1% de personas de mayores ingre- wiwilo, aunque sea de los errores y los abusos | No 4 ficil. Especialmente, para aquellos que 13 de septiembre de 2010 uitinos y desafueros, Hace exactamente un aio, bi en el New York Times de los «pocos cam- il Street». Hoy podria seguramente publicar de (60) sln vatiacién alguna, aunque, eso sf, con un Los estadounidenses no estin siendo sinceros consigo mii Bmeiumtinioso y pesado de datos y hechos con propésito de los cambios estructurales producidos en Ia econ Podlrla repetir (si acaso, con avin mayor segui- ‘unos cambios que han hecho posible que se acumule un fbi bhiti¢os no se han reestructurado mas queen | femuneracién de los banqueros (responsa- huice dos afios y no castigados atin por sus inee#) hi vuelto a los niveles previos al crac Wiel); los 30,000 empleados de Goldman Heheutndla dela amenaza de la bancarrota gea- on deuda federal) cobran una media de Esto escribe Bob Herbert en el New York Times dle Nii | Negtin Klan Abouhossein, analista de J. B sigue: ‘Hiiheos Americanos y europeos pagan al aio Wh media de 543,000 délates. El «siste- Hubo crecimiento de soba, peo la inmennn mayor AMMAN Pali ret tit escenario tan beneicios econdmicos de exte fueron w parar (njuatamente BO PAWK Yublte’ et nenno'més irHeagado nies ya octpaban lov evealonen auperiores, (Robert) Helele nuevo libro, A/emMoek) cite el abajo de analiatan que han De los promedios proporcién de la riqueza en el mimisculo uperior de {i rrimide social, al tiempo que han socavado el nivel cle vidi de clase media y han aplastado sin piedad a los mas pobrey. Mf demécratas ni los republicanos cuentan con una strate Yh para modificar radicalmente esta terrible situacis 34 Esto noes un diario Septiembre de 201035 Los inversores prestan dinero al sector financiero en condivio Iimite considerado el umbral oficial de pobreza, Segtin tle Randy Abelda, de la Universidad de Massachusetts, Ale tres miembros solo tiene derecho a la asistencia pui- Angresos conjuntos son inferiores a 1.383 délares men- que es lo mismo, a 1,5 délares por persona y dia, aproxi- slunque, quién sabe, igual al terminar estas lineas, ese nes muy favorables, Las instituciones financieras utilizan, a su ves, ese dinero barato para conceder préstamos y realizar operacioney de clevado riesgo. Los bancos se quedan con las ganancias sus apuestas salen bien, pero son los contribuyentes quienes ab ben las pérdidas cuando esas jugadas son perdedoras y pone «i ligro todo el sistema. ele jowdescender de nuevo. tuna sociedad de clases, sefiora, y Ia suya también, Los banqueros tienen incluso un término especial para rell lo muy en cuenta, si no quieren que su amnesia rirse a esa téctica, YMHI: para cuando las apuestas salgan peril pia de choque. También es una sociedad capitali doras, yo «ya me habré ido» (cobrando una jugosa prima, ) por el mercado, uno de cuyos atributos es el ir supuesto, y recibiendo una pensién no ya dorada, sino «de plill nes cle una depresién/recesién a otra. Como es no», ala altura del més lujoso de los retiros). Esa es la otra ¢ glases, reparte los costes de la recesién y los be- la desregulacién del mercado laboral que ya ha arrojado fecuperacién de forma desigual, aprovechando nes de trabajadores y trabajadoras (y que sigue arrojando 4 iy Bitaidotar.cde mayor firmeza a su columna ver- chos a diatio) a una pobreza sin perspectivas de futuro 0 inde clases. La hondura de la caida y la duracién emplear la expresién de Peter S. Goodman, a «los desiertoe el hoyo de la ausencia de perspectivas también din las clases. Todo depende de cual sea el pel- sowie el que usted se haya caido: si era elevado, despedidas, a tres millones de las cuales se les ha terminado yi Mawblveria cacalar posiciones son también al- ayuda al desempleo, y para las otras muchas que contemplin il ‘40 cay6 de uno de los peldaiios mas bajos, el petadas cémo se encaminan sin tregua a tan apurada situselil vuelva-a brillar en las salas de juntas de las sus vidas, todo ha cambiado hasta volvesse irreconocible (10 ( NNO bastard para acrecentar sus esperanzas. El cen Wall Street). Personas a las que se habia prometido («le iy forest empleados tens cada una de las depresio- fraudulenta, como han podido averiguar ahora) unos inyiviit clase media y a las que se indujo a llevar un nivel de gasto desempleo». Es un desierto, si: lo es para los quince millones de peti ‘icesivamente la economia es menor que el ‘lie eat He Contrajera por tiltima vez. En 2000, dela clase media no tienen en este momento (por primett VO" Ww anterior recesién, habia treinta y cuatro vida en el caso de la mayoria de ellas) otra opcidn més que ei Satay oktetlormente,/esentmero no vol- que la asistencia piblica les alargue algtin tipo de salvayidiy Joe (elit millones, a pesar de que «a econo- incluso esa esperanza (la ciltima que les queda) se va volviendl Y foe de extrafiar, Los inversores institu- HiW'dleWcHolloa» (negocios que les reporten tados norteamericanos ban recortado las prestaciones seul or Hu Lnvensién) y nada sacia més de in blicas a hogares. cuyosingresoe totals no estén una9Ki 0 tenue, afiligranada y gaseova por Momentos, Cuarenta y CHAl que un recorte drdstico de nominas y plantillas, El desarme y la incapacitacién de los sindicatos per mitieron cambiar puestos de trabajo estables por empleos ocasio nales. Se erce que la automatizacién es responsable por su parte de la desaparicién de unos 5,6 millones de empleos industriales cen esta pasada década. Y no hay que olvidar tampoco que muchos ppuestos de trabajo manuales (y también otros muchos intelectua les) han (ni me- nos atin Ja de aigualdad>) que manejan actualmente. Continuamos computando medias estadisticas de forma ruti- natia, previsible y dligente. Algunos de esos promedios son alen tadores; unos pogos son motivo de alegria y justifican incluso cierto grado de autofeicitacién, pero otros son considerablemen te menos reconfortantes y algunos indican un fracaso atroz e ins- piran preguntas para las que no podemos encontrar (ni buscar en setio) buenas respuestas. Pero a diferencia de los promedios, las estadisticas de las victimas colaterales de la batalla campal y el «silvese quien pueda» de los mercados (los pobres y los ham brientos marginados del impulso por enriquecerse de los demés y agravemente maltratados por los resultados de ese afén) son ruti naria, invariable, tozuda y mondtonamente funestas y deprimen- tes y, con cada episodio sucesivo de depresién econémica, se vuelven progresivamente peores. Como las palabras de Margaret Bounting dan a entender, no se trata de manejar de manera dife: rente unos fondos de ayuda cr6nicamente insuficientes. Se trata, mis bien, de hacer politica, pues politicos son el desafio y la tarca que tenemos por delante. 14 de septiembre de 2010 Dela multitarea Desde los albores mismos de ln era consumista, Ja principal preocupacidn de los expertos en marketing habfa sido la brevedad del tiempo que los clientes potenciales podian dedicar al consumo: 38 Hitono es un diario - ° on el tiempo tenia sus limites naturales y no podia estirarse mas allé de Jas veinticuatro horas del dia ni de los siete dias de la semana. Esa inflexibilidad del tiempo parecia marcar, a su vez, unos limites na- turales a la expansién del mercado de consumo. Ante la imposibilidad absoluta de alargar la duracién del dia o dela semana, la forma obvia de remediar ese motivo de preocupa- ci6n consistié en intentar encajar una mayor cantidad de consumo en cada una de las unidades de tiempo disponibles. ¢Cémo? Ense- fiando a las personas a consumir mas de un producto a la vez. La comida y {a bebida eran los candidatos ms claros para ser amon- tonados con otras actividades de consumo: uno puede tragar su racién de comida rpida mientras conduce, mientras hace cola para entrar en el teatro o mientras ve una pelicula o un partido de fir- bol. Se trataba de algo fécil de hacer: cada uno de los articulos consumidos implicaba érganos distintos del cuerpo y despertaba placeres sensoriales diversos; ninguno de esos productos exigia una concentracién mental plena e integra y podian consumirse simulté- neamente, porque el consumo de uno de ellos solo restaba una fraccién infima de la intensidad del placer del consumo de otro (el deleite sensual total era quizas un poco menor que la suma de los, placeres que cada uno de los bienes consumidos podia llegar a ofrecer por sisolo, cada uno en su momento, pero no haba tiempo suficiente que hiciera posible ese consumo por separado). Pero qué pasaba silos bienes ofrecidos implicaban los mismos sentidos y atraian el mismo aspecto de nuestra atencién? Uno puede tener misica para la hora de comer, para salir a correr, para quedarse dormido © para despertarse.. pero gse puede escuchar miisica smientras se escucha otra miisica? Parece que, por fin, los mercados de consumo han hallado su propia piedra filosofal. Finalmente, hoy es posible estirar el tiempo més allé de sus limites «naturales». De todos modos (hasta el mo- ‘mento, al menos), solo uno de los miltiples mercados existentes puede sacar partido econémico de ese descubrimiento/invencién; el de los aparatos y artilugios electrénicos, Segiin una investigacién recientemente realizada por Ofcom, la «multitarea» medidtica ocu pa actualmente un 20% del tiempo total de uso de los medios. Eso significa que el briténico medio consigue comprimir 8 horas y 48 minutos de tiempo diatio dedicado a los medios en poco mas de siete horas de consumo medi ico. Es cierto que, tras ese promedio, se esconden diferencias consi- derables, El consumo me ico simulténeo es un habito rutinario para un tercio de los jévenes de-edades comprendidas entre los dicciséis y los veinticuatro afios, pero solo para una de cada ocho personas mayores de ese intervalo de edad, Los miembros de la actual generacién més joven muestran mucha més habilidad que sus mayores para «embutin» més actividades de consumo medié- tico en el mismo tiempo: de hecho, saben cémo meter 9,5 horas de consumo de contenidos mediéticos en poco més de 6,5 horas de «aiempo reab> y repiten esa proeza de forma rutinaria, dia siy dia también, Tal y como los datos compilados por Ofcom sugieren, estos habitos «multitarea» empezaron a despegar de verdad con la introduccién de los teléfonos inteligentes 0 smartphones. Atin no se hha medido el impacto de otras novedades més recientes, pero son ‘muchas las previsiones que apuntan a que estas exacerbarin la mencionada tendencia a la multitarea. Los datos dan a entender ‘que esa aceleracién esta yendo actualmente mas deprisa en los gru- pos poblacionales de mayor edad: por primera vez, mas de la mitad de las personas de mas de cincuenta y cinco afios tienen instalada en sus casas una conexién de banda ancha, cuya ventaja principal radica, precisamente, en las prestaciones multitarea que aporta Ver televisién en ol ordenador portatil, en el telefono inteligente (0, posiblemente, también, en el iPad) mientras se usan estos otros dlispositivos se ha convertido ya en un habito compartido por todas Jas cohortes de edad, Asi describe su propia rutina diaria Krishnan Guru-Murthy, presentador de las noticias de Channel 4 y adicto confeso alos me- 40 Hato noe un di dia: «Aparte de mis horas normales de sueio, la mayor parte de mi jomnada de trabajo la paso en compaitia de un dispositive de comu- nicacién 1 otro y puedo entender perfectamente cémo hace la gen- te para dedicar mas tiempo a los medios que horas tiene el dia» Desde ls seis y media de la mafiana, Guru-Murthy se prepara para afrontat su jornada laboral acompafiado de la televisién matutina, Radio 4 y diversos sitios web de noticias que consulta en su orde- nado al iempo que «toquete(a] un iPhone o un BlackBerry para recibir sus notificaciones de Twitter». Va con sus auriculares al gim- nasio y ve «un poco la tele» mientras eercita en Ia cinta de caminar. En la mesa de su despacho tiene dos orcenadores permanentemen- te encendidos: uno como area de trabajo; el otro, para seguir las noticias de la tele y para «tuitear». En el camino de vuelta a casa, Guru-Murthy consulta as respuestas mis recientes que sus progra- ‘mas han suscitado en Twitter. No es hasta las nueve menos cuarto dela noche cuando se toma por fin (y no necesariamente todos los dls) «ana hora aproximadamente sin medios». Pero «si mi hijo de cinco afios no se ha agenciado el iPad, Jo uso yo para consultar ccudles serin las portadas de los diarios del dia siguiente antes de meterme en la cama>. Cuando yo era joven, me advertian con frecuencia: «Lo que rapido se aprende, ripido se olvida», pero aquella méxima res pondia a otro tipo de sabiduria, la sabiduria de una época que va loraba al maximo el «largo plazo» y en la que las personas que cocupaban la cima social marcaban su posicién de privilegio ro. deaindose de objetos duraderos y dejaban lo fugaz y efimero a los que ocupaban peldaiios mas bajos en la escala; aquella era una Epoca en la que la capacidad de heredar, mantener, guardar, pre servar, legar y, en definitiva, cuidar de cosas se valoraba mucho ais que la (entonces vergonzosa, lamentable y lamentada) facili dad de climinacién. Hoy, sin embargo, muchos de nosotros no aprobariamos una sabiduria como aquella. Lo que en tiempos fue virtud ha pasado eee Septiembre de 2010 AL 4 ser considerado vieio, En la jerarquia de las habilidades tiles y deseables, el arte de surfear la superficie ha ocupado el lugar del anterior arte de sondear las profundidades. Si el olvido temprano esla consecuencia del aprendizaje répido, jlarga vida a ese apren- dizaje rapido (breve, momenténeo)! A fin de cuentas, si lo que hay que escribir es el comentario de mafiana a los acontecimien- tos de mafiana, de poca ayuda va a servir acordarse de los sucesos de anteayer. Y puesto que la capacidad de la memoria (a diferen- cia de la capacidad de los servidores) no es ampliable, lo tinico que hard esa memoria misma ser constrefiir nuestra capacidad de absorber y acelerar la asimilacién de novedades, La miuktitarea es, pues, doblemente bienvenida: no solo acelera el aprendizaje sino que lo convierte en algo superfluo. Cuando un niimero ele- vado de fragmentos inconexos de informacién excitan nuestros diversos érganos sensoriales al mismo tiempo, lo més probable es que ninguno de ellos profundice lo bastante como para que Iuego no sean ficiles de erradicar, y, desde nego, Ia mayoria no dejard una sensacién que se prolongue més alla de lo que dure su propia utilidad. Lamultitarea es atin més bienvenida cuando no nos exponemos a todos esos surtidares tecnolégicos de informacién con la inten- cién de buscar conocimiento (por breve que sea el uso que le vaya- mos a dat) sino para dar al material de ellos manado la oportunidad de agradamos y entretenemos, La posibilidad de olvido instanté- neo no nos genera en ese caso molest m alegria alguna. Simple- ‘mente, resulta irrelevante, En esas condiciones, nadie tomaria en setio la vieja advertencia («d.o que rapido se aprende, répido se olvida»), pero tampoco se molestaria nadie en burlarse de ella, Esta seria acogida, muy probablemente, con la mas absoluta incom- prensién #2 Mow wi 19 de septiembre de 2010 Del hecho de que los ciegos guien a los impotentes Houellebecq... autor de La posibilidad de una isla la primera san y, hasta el momento, inigualada distopia de esta era liguida, desregulada, obsesionada por el consumo, individuslizada... Los autores de las més grandes distopias de antafo (vienen al caso Zamiatin, Orwell o Aldous Huxley, por ejemplo) compusieron sus escenarios con los terrores que rondaban a los habitantes del mun- do de la modesnidad sélida: un mundo de productores y soldados rigidamente reglamentados y obsesionados por el orden. Aquellos escritores aspiraban a que sus mundos imaginados sacaran a sus compafieros en aquel viaje hacia lo desconocido de aquel sopor propio de ovejas que marchaban décilmente camino del matadero: sa es la suerte que os espera, decian, si no os rebelais. Zamiatin, Orwell o Huxley, igual que Houellebecq, eran hijos de su tiempo, De ahi que, a diferencia del francés, funcionasen como sastres que confeccionaban intencionadamente sus obras a medida: creian en Ja posibilidad de construir un futuro mejor por encargo y despre- ciaban Ia idea de un futuro hecho a sf mismo, por considerarla una burda incongruencia, Les asustaban las mediciones incorrectas, los disefios defectuosos y/o los sastres descuidados, borrachos © co- sruptos;lo que no llegaron a temer en ningiin momento, sin embar- 0, fue que los talleres de sastreria se fueran a pique y acabaran siendo desmantclados y retirados: no previeron la Hlegada de un mundo sin modistos, Houellebecq, sin embargo, escribe desde las entrafias de un mundo en el que los disefindores ya han desaparecido, El futuro en tun mundo ast se hace a sé mismo: un futuro de bricolaje que ningtin bricomaniaco controla (ni querria ni podria controlar). Desde el momento en que cada uno de ellos y cada una de ellas se estabiliza * Michel Houellebecq, Le posbildad de una ilo, Madkid, Alfoguara, 2005 en su propia drbita, sin que estas nunea Hleguen w eruzarye entre si, los contemporineos y las contemporineas de Houellebecq ya no tienen mas necesidad de d spachadores ni de revisores que la que Jos planetas y las estrellas pueden tener de planificadores le rutas ni de monitores de trafico. Son perfectamente capaces de encon trar por si solos el camino al matadero. Y lo encuentran, como lo encontraron los dos protagonistas principales del relato, con la es- peranza (vana, por desgracia, muy vana...) de coincidir durante ese camino. El matadero en la distopia de Houellebecq ¢s también, por asi decirlo, una obra de bricolaje, que se hace a si misma. En una entrevista con Susannah Hunnewell, Houellebecq no se anda por las ramas y, al igual que hicieron sus predecesores y que hacemos nosotros (¢ hicieron nuestros antepasados), reformula en tun programa de su elecci6n una serie de condiciones que él no ha podido elegir: «Lo que pienso, fundamentalmente, es que nada po- demos hacer respecto a los grandes cambios de la sociedad». Si guiendo esa misma linea de argumentacién, sefiala unas pocas fra- ses después que, si bien lamenta lo que esta ocurtiendo actualmen- te en el mundo, no le «interesa lo mas minimo retroceder en el tiempo porque no cre{e] que eso sea posible» (la cursiva es mia). Si Jo que preocupaba a los predecesores de Houellebecq era qué po- dian ser capaces de hacer los agentes sitmados en los puestos de mando de los «grandes cambios de la sociedad» para contener la irvitante aleatoriedad de las conductas individuales, lo que preocu- pa a Houellebecq es adénde conduciré esa aleatoriedad en ausen- cia de puestos de mando y de agentes dispuestos a ejercerlos con un «gran cambio social» en mente. A Houellebecq le inquieta el exceso de control y de coaccidn (compaiiera esta tltima leal e inse- parable del primero), pues es la escasez de ambos la que hace que toda preocupacién sea initil y superflua, Houellebecq nos habla desde un avién sin piloto alguno a los mandos. «No creo especialmente en la influencia de la politica sobre la historia... Tampoco creo que la psicologia individual tenga efecto. 44 tte no eeu diario alguno sobre los movimientos sociales», concluye el autor. Por asi decitlo, la pregunta «Qué hay que hacer?» queda invalidada y reemplazada por una respuesta enfitica («Nadie») a otra pregunta («2Y quién va a hacerlo?»). Los tinicos agentes a Ja vista son «fac tores tecnol6gicos y, a veces, aunque no a menudo, religiosos». Pero bien sabido es que la tecnologia es ciega; invierte los términos de la secuencia clisica en la que la accién humana sigue a fa inten: cidn (esa secuencia que diferencia al agente del resto de cuerpos en movimiento): la tecnologia se mueve porque puede moverse (o porque no puede estarse quieta) y no porque desee llegar. Y Dios, ademés de una inescrutabilidad que deslumbra y ciega « quienes tratan de contemplarlo, representa la insuficiencia de los seres bu- manos y la inadceuacién de estos para la tarea (es decir, la incapa- cidad de las personas para enfrentarse a las probabilidades adver sas y actuar efectivamente conforme a sus propias intenciones). Los mpotentes son asi guiados por los ciegos: como son impotentes, no tienen otra opcién, No, pot lo menos, abandonados a sus propios recursos, notoria y pésimamente inadecuados; no sin un piloto que tenga los ojos bien abiertos: un piloto que mire y vea. Los factores acecnol6gicos» y «teligiosos> se comportan de forma asombrosa, como la naturaleza: nunca podemos estar del todo seguros de dén- de van a tocar tierra hasta que aterrizan en algén lado. Peto es0 solo significa, como dirfa Houellebecq, que no podemos saber dénde atertizan hasta que ya no es posible dar marcha atrés, Houellebecq, de quien cabe elogiar tanto la conciencia que tc ne de sus verdaderas posibilidades como su franqueza, pone de ‘manifiesto el nulo valor de las esperanzas en el caso de que alguien sea lo suficientemente tozudo e ingenuo como para tenerlas toda via. La descripcién de las cosas, insiste, ya no desemboca en el cam- bio de estas, y predecir_o que va. suceder ya no conduce a impedit que ocurra. ¢Hemos aleanzado por fin un punto de no retorno? <¢Se ha confirmado el veredicto del fin de la historia que dictara Fukuyama, aun cuando los motivos de su formulacién original ha- a eee Sepulembre de 201049 yan sido refutados y ridiculizados por la evolucién de los aconteci mientos? Yo cuestiono el veredicto de Houellebecq aun estando de acuerdo casi por completo con cl inventario de motivos que dice que le han llevado a él. Y digo «casi», porque ese inventario contie ne verdad, solo verdad, pero no toda la verdad, Houellebecq ha

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