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RAFAEL L. Lérez Vaunts (1941) particip6 en el Seminario de Estudiosde Folklore y Etnografia del Teatro Na- cional de Cuba (1961). Cursé estudios en la Catedra de Etnografia de la Universidad Estatal M. V. Lomo- nosov, de Mosct, y, al propio tiempo, en el Instituto de Etnografia N, N. Miklujo-Maklai, de la Academia de Ciencias de la URSS, bajo la direccién del hoy académico I. R. Grigulevich y de la dottora Yu. P. Avierkieva. En 1968 obtuvo en Moscu el titulo de Can- didato en Ciencias Histéricas (especialidad en Etnogra- fia) con su trabajo Ermita; ensayo histérico-etnogrd- fico de una comunidad rurai cubana, Desde 1962 trabaja en el campo de la Etnografia en la Academia de Ciencias de Cuba; es Asesor de la Vicepresidencia de Ciencias Sociales de esta Acade- mia y Jefe de un Problema Principal de Investigacién: el Atlas Etnografico de Cuba. Ha participado activamente en eventos organizados por la Academia de Ciencias de Cuba y de otros paises socialistas, por la Unién Internacional de Cien- cias Etnolégicas y Antropoldégicas, ]a Association for Applied Anthropology, la Association for Caribbean Studies, y ha, impartido conferencias en centros uni- versitarias de la RDA, Estados Unidos y Puerto Rico, INDICE Prélogo/ 1 Hacia una periodizacién de la historia de la esclavitud en Cuba f 7 Bibliografia /17 Cronologia de hechos relativos al régimen esclavista en Cuba y al comercio de esclavos con destino a la Isla/19 Problemas del estudio de los componentes africanos en la historia étnica de Cuba /50 Bibliografta /71 El lenguaje de los signos de Ifa y sus ante- cedentes transculturales en Cuba /74 Bibliografia /104 Las firmas de los santos en el Palo Monte, / 106 El complejo mitolégico de los jimaguas en la santeria de Cuba /116 Bibliografia/148 La’ Sociedad Secreta Abakud en un grupo de trabajadores portuarios /151 Elementos para una caracterizaci6n de los cultos populares de origen africano en Cuba / 186 Bibliografia / 226 Expresiones materialistas en la obra cien- tifica de don Fernando Ortiz /230 PROLOGO La formacién del etnos cubano implicé un pro- ceso de siglos en el que intervinieron dos gran- des raigambres, una hispanica y la otra africana. Al tiempo de la Iegada de los europeos y del inicio del trafico de esclavos con destino a Cuba, cada una de estas grandes raigambres represen- taba, de hecho, un conglomerado étnico. Si diversos eran los pueblos de Espafia en los primeros tiempos de la colonia —y todavia lo son en gran medida—, aun mayor diversidad ostentaban los componentes étnicos africanos que la Trata arrastré consigo a tierras de Amé- rica. Nunca se sabra la cifra exacta de los afri- canos Ilegados a Cuba durante casi cuatro siglos de esclavitud colonial; menos atin de los que perecieron en ruta hacia las factorias de la costa, conducidos por los traficantes nativos, o el mon- to de los que no sobrevivieron en la travesia hacia el Nuevo Mundo. Hasta ahora sdlo es posi- ble conjeturar, a grandes rasgos, la dimensién étnica que alcanzé el comercio de esclavos con destino a la Isla; en términos espaciales, se pue- de apreciar que el trafico de esclavos trajo a costas cubanas elementos humanos procedentes de toda el Africa Occidental, desde Senegal o mas al norte hasta zonas meridionales de Ango- la, y aun procedentes del Africa Oriental, desde el territorio actual de Mozambique y Tanzania. Pero, ademas, los traficantes de hombres no se limitaron a promover y ejercer la rapifia escla- 1 Me vista en zonas costeras, sino que en sus incursio- nes alcanzaron la profundidad del continente. La tarea de la identificacién étnica de los escla- vos introducidos en Cuba —trabajo de afios—, con tedo y ser una compleja y laboriosa empre- sa, constituye un capitulo de la historia del pue- blo cubano que debe abordarse en toda su mag- nitud. Esta tarea es importante en muchos sen- tidos: la determinacién de los componentes ét- nicos africanos que estuvieron presentes en la formacién del pueblo cubano y de la cultura actual del cubano, de todo aquello que nos iden- tifica como cubanos, contribuira a colmar esta laguna en el conocimiento de nuestra historia, que permanece atin desconocida en gran medida. Con ello sera posible establecer las caracteristi- cas esenciales de los vinculos étnicos que unen al pueblo cubano con pueblos y culturas maitri- ces africanos. Por esta via sera posible dotar de una base mas solida al estudio y la interpre- tacién de la cultura cubana. Uno de los traba- jos incluidos en la presente edicién, “Problemas del estudio de los componentes africanos en la historia étnica de Cuba”, va dirigido a establecer las peculiaridades de esta tarea de identificacién étnica. El marco cronolégico en que se desenvolvié el comercio de esclavos con destino a Cuba debe enfocarse como una sucesién de periodos sus- ceptibles de ser identificados, cada uno, median- te sus caracteristicas propias. Siendo la esciavi- tud esencialmente la misma, en tanto privacién de libertad individual, en tanto sujecién a la voluntad explotadora de los amos como clase dominante, tuvo sin embargo distintos matices y manifestaciones atendiendo a los diferentes periodos histéricos. Es evidente que el nivel de z explotacién que comportaba la esclavitud de plantacién, durante la primera mitad del si- glo xix, no fue igual a las formas que adopté este régimen en los primeros siglos de la colo- nia. Por ello es necesario precisar los contornos | de los diferentes periodos cronolégicos en la historia de la esclavitud en Cuba. A este propd- sito se dirige “Hacia una periodizacién de la historia de la esclavitud en Cuba”, complemen- tada con una cronologia, en que se recogen los hechos mas salientes de la esclavitud negra en la Isla. Como resultado de la interaccién cultural hispano-africana, del proceso de transcultura- cién operado, se produjo la cristalizacion y emergencia de la cultura cubana. A pesar de que la cultura dominante burguesa era de raiz hispanica, y de que la discriminacién racial ejer- cida durante la colonia y la republica neocolo- nial constituyé un instrumento ideolégico para reforzar la explotacién, en la cultura cubana son perceptibles las influencias africanas. Particu- larmente notables fueron estas influencias en la cultura de los explotados. La esfera religiosa ha sido, entre las formas de la conciencia social, la que ha conservado en mayor grado las influencias africanas. Se trata de distintas religiones de origen africano con- servadas en Cuba, que fueron objeto de discri- minaciém y aun de persecuciones en el pasado por parte de las antiguas clases dominantes, y que hoy dia, en contraposicién, disfrutan de la libertad de cultos que garantiza la Revolucién. Partiendo de la existencia de una cultura socia- lista, del estudio de estas religiones, de su mito- logia, musica, danza, asi como de las formas de expresion estética y literaria en ellas presentes, se ha venido operando un proceso de creacién al 3 ———— Sess margen de su contenido religioso, De este modo, los mencionados valores se incorporan definiti- vamente, libres ya de su envoltura sacro-magica, al patrimonio cultural del pueblo cubano. En la presente edicién se incluyen algunos tra- bajos en los que se estudia la presencia de in- fluencias africanas en el campo de la religién. En “El lenguaje de los signos de Ifa y sus ante- cedentes transculturales en Cuba”, se trata acer- ca de las caracteristicas de una de las formas de adivinacién practicadas por los babalawos —sa- cerdotes de If4 en Cuba—, poniéndose de relieve la riqueza literaria de las narraciones asocia- das a los signos del ordculo, fruto de la tradi- cién e imaginacién populares. Por su parte, “Las firmas de los santos en el Palo Monte” se refiere al culto religioso de origen Bantu practicado en Cuba y a las expresiones graficas —las llamadas “firmas’— que, en el marco de este culto, los practicantes asocian a las dei- dades o santos paleros. En otros cultos religio- sos de origen africano existentes en Cuba hay también manifestaciones graficas, como las que, ya en vias de desaparicién, se relacionan con el culto de Osain en la Hamada Santeria de Cuba, o los enigmaticos dibujos de la Sociedad Secreta Abakud. Tal vez investigaciones futu- ras, de tipo comparativo, puedan establecer que estas manifestaciones graficas constituyen res- tos de formas de escrituras autéctonas africanas utilizadas, como el nsibidi, en zonas orientales de la actual Nigeria y Camerin, Otra muestra de las supervivencias religiosas de origen africano en Cuba est dada en el com- plejo mitolégico de los jimaguas. En general, las creencias acerca del caracter sobrenatural de la concepcién de gemelos y los mitos con ellos 4 relacionados, estan extendidos en muchas regio- nes del mundo. El trabajo que se incluye en la presente edicién sobre el complejo mitolégico de los jimaguas, ofrece una vision de conjunto sobre las expresiones de este complejo mitolé- gico, con especial referencia a la religién de ascendente Yoruba practicada en Cuba. Como parte de los componentes culturales africanos introducidos por los esclavos en el Nuevo Mundo, se reprodujo en Cuba una forma de organizacién religiosa, la Sociedad Secreta Abakua, la unica en su género de que se tenga noticia en América. Las sociedades secretas son un fenémeno generalizado en el Africa Occiden- tal, y la Sociedad Abakua, al igual que aquéllas, estA integrada sélo por hombres y practica un complejo ritual de iniciacién. “La Sociedad Se- creta Abakua en un grupo de trabajadores por- tuarios” constituye el resultado de un trabajo de campo realizado en el puerto de La Habana, cuyo objetivo fue establecer las relaciones de ciertos sectores laborales con la membresia en la Sociedad, atendiendo al sentido de ayuda mu- tua que el abakud preconiza. Otro de los trabajos incluidos en la presente edicién, “Elementos para una caracterizacién de los cultos populares de origen africano en Cuba”, se propone ofrecer una visién de conjunto sobre las practicas religiosas de este origen. Los cul- tos religiosos de raiz africana son analizados atendiendo a tres grupos de caracteristicas: aquellas relacionadas con la teologia y el ritual, las facetas sociales inherentes al culto y las caracteristicas de composicién de su membre- sia. El ultimo de los trabajos se refiere a las con- cepciones materialistas del sabio cubano don 5 ————L_ ill Fernando Ortiz. Don Fernando tiene —entre otros— el mérito histérico de haber sido el pio- nero de los estudios etnolégicos en Cuba. Ha- biendo vivido en una sociedad hostil al negro y a los origenes africanos del pueblo cubano, una parte destacada de su magna obra la dedicé al estudio de las influencias africanas en la for- macion de la cultura cubana. Es por ello que el estudio del pensamiento de Ortiz reviste una importancia singular en la asimilacién, a través de un prisma actualizado, de sus aportes de mas de medio siglo, y en la valoracién del papel que los africanos y sus descendientes desempe- fiaron en nuestra historia y nuestra cultura. En suma, el conjunto de trabajos que recoge el presente volumen se inscribe, modestamente, en los esfuerzos por esclarecer el caracter latino- africano del pueblo cubano, definido por Fidel, término feliz que resume nuestra esencia nacio- nal mas legitima y verdadera. En la sintesis latino-africana se expresa, ademas, el orgullo de ser herederos y continuadores de los antiguos explotados, entre ellos los esclavos, que dieron muestras frecuentes de rebeldia contra la explo- tacién de los amos y contribuyeron con sus ener- gias vitales a la formacién del etnos cubano. RLV. HACIA UNA PERIODIZACION DE LA HISTORIA DE LA ESCLAVITUD EN CUBA El régimen esclavista colonial establecido por los europeos en el Nuevo Mundo cubre casi cuatro siglos en que se entrelaza la historia de tres con- tinentes: Europa, Africa y América, los tres lados del comercio triangular de esclavos. Para Europa constituyé6 una fuente perma- nente de enriquecimiento en multiples formas. De una parte, el trafico de esclavos en Africa representé el desarrollo del comercio, el incre- mento de la produccién manufacturera y, mds tarde, de la produccién industrial europea, y, como resultado de ello, la consiguiente acumula- cién de capitales. Como sefialara Carlos Marx, la conversién de Africa en cazadero de esclavos negros constituye uno de los factores que sefia- lan los albores del régimen capitalista: “El abas- tecimiento, embarque y disposicién de este gran numero de presas humanas se convirtié en una gigantesca operacién internacional que favore- cid el crecimiento de nuevas industrias, espe- cialmente en Inglaterra, pero también en Francia y en los Paises Bajos. No hubo tal crecimiento industrial en Africa, sino s6lo un amplio desga- rramiento de la cultura nativa. Los europeos no introdujeron plantas manufactureras, métedos agricolas, servicios ptiblicos, sistemas politicos o ideales cristianos, como trataban de hacer en el Nuevo Mundo. Lo que introdujeron fueron Ge mosquetes, pélvora, abalorios y ron, como me- dios de hacer avanzar el comercio de esclavos...” (Mannix y Cowley, 1972:32-33.) Las colonias de América, 0, con mas exactitud, sus élites dominantes, obtuvieron con el citado trafico la fuerza de trabajo necesaria para los cultivos de plantacién, fundamentalmente el azti- car, el café y el algodén, asi como para la mine- ria, que tuvo auge en algunas regiones. Los mis- mos barcos que traian esclavos de Africa, envuel- tos en el comercio triangular, conducian los pro- ductos coloniales a los mercados europeos, en beneficio tanto de los intereses coloniales me- tropolitanos como de las oligarquias criollas. La peor parte de esta historia, la mds cruel y dolorosa, fue la que le tocé vivir al continente africano. Millones de africanos fueron transpor- tados a las colonias del Nuevo Mundo, lo que representé una irreparable pérdida de brazos y capacidades que dejaron de volcarse en el des- arrollo de sus regiones de origen. Cantidades de africanos, imposibles siquiera de conjeturar, perecieron en las guerras que durante siglos asolaron aquel continente, con el unico propé- sito de capturar prisioneros con destino a los mercados esclavistas: “Cuando dos Estados afri- canos estén en guerra entre si —afirmaba un autor del siglo xv111— el propdsito de cada uno es indudablemente destruir tantos enemigos y obtener tan gran numero de cautivos como sea posible. De estas Gltimas infortunadas victimas, tantos como puedan viajar, son cominmente enviades a la costa para su venta. El resto es masacrado en el lugar, y la misma suerte espera a aquellos infelices débiles que, enviados a la costa, resultan invendibles. Los precios cierta- mente se sabe que varian en la costa, en depen- dencia de si el mercado esta mas o menos abas- - tecido; pero tan pronto como los barcos europeos crean un mercado, siendo los precios altos y bajos, es dificil dudar que las guerras seran tan frecuentes como siempre y los mismos actos de opresién, violencia y fraude, que se dice cometen los principes con sus stibditos y los individuos entre si, con el propdésito de procurarse esclavos para la venta, existiran sin regulacién o restric- ciones.” (Edwards, 1801: 110.) La travesia trasatlantica, el llamado en inglés. Middle Passage, uno de los lados del comercio triangular esclavista, que se efectuaba en terri- bles condiciones de hacinamiento, insalubridad, hambre y sed, cobraba a su vez un alto precio de victimas humanas. Cifras tan elevadas como. un 20 % de muertes durante el viaje Africa-Amé- rica eran comunes, a las que debian sumarse los esclavos que morian al llegar a los lugares de destino, minados por las enfermedades y la debi- lidad extrema. Numerosas comunidades étnicas, los habitan- tes de regiones enteras, desaparecieron por com- pleto envueltos en Ja voragine de la rapiiia escla- vista. Se descuidaban los cultivos y demas ocu- paciones pacificas. Las familias vivian presas del sobresalto y las madres advertian continua- mente a sus hijos del peligro potencial del rapto. Acaso sea una supervivencia de aquella época el que en algunas regiones de América, como Cuba, otrora presas de la brutalidad esclavista, haya madres que todavia invoquen la amenaza de rapto por personas extrafias —el “Hombre del Saco"—, con el propdsito de infundir miedo a sus hijos y granjearse con ello su obediencia. El holandés William Bosman, que llegé a ser jefe de la factoria en Elmina, luego de pasar catorce afios en la costa africana, recogié eviden- cias de los efectos devastadores que producian 9 las guerras en las regiones por él conocidas: “La ultima y fatal guerra entre los Anteas y los Ado- mias —escribia Bosman en 1705— los ha redu- cido a una miserable condicién y ha despojado a la mayor parte. Ademds de esto, los pocos miserables que fueron dejados atr4s, estan tan carentes de espiritu que se cobijan bajo nues- tro cercano fuerte de Boutry, dejando la mayor parte de la tierra salvaje y sin cultivar. Esto es ciertamente deplorable de ver en el presente y contrasta con su condicién antes floreciente en los afios 1690 y 1691. Antes de la guerra, siendo asistente, tuve la oportunidad de enca- minarme a Boutry a través de este pais, cuando regalaba mis ojos con el agradable panorama de ‘numerosas aldeas bien pobladas, una gran cose- cha y abundancia de ganado.” (Bosman, 1721: 17.) De forma implicita esta establecido que du- rante estos casi cuatro siglos de comercio de esclavos con destino principalmente a las colo- nias de América, el trafico asumié caracteristi- cas diferenciales en unas y otras épocas. Sin embargo, en la historiografia no marxista por lo general se aborda el estudio del comercio de esclavos sin distinguir propiamente periodos o estadios en el mismo, recurriéndose con fre- cuencia a la simple divisién por siglos, o a la mera crénica de los acontecimientos. Tomando. en cuenta la existencia de tales peculiaridades, la historiadora soviética Abramova ha elaborado una periodizacion que distingue, grosso modo, la existencia de tres estratos cronoldégicos en la historia del comercio de esclavos en la costa oc- cidental de Africa: 1. En el periodo que va desde mediados del siglo xv, cuando se produjo la IMegada de los primeros navegantes portugueses a las costas africanas, hasta mediados del siglo xvi, atin no 10

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