hacemos de los tomos. Por lo tanto, no hay tomos y su teora es falsa.

Evidentemente,
nuestros conceptos tericos de las molculas solo existen en nosotros,

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pero los fenmenos que les son conformes

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existen fuera de nosotros e independientes de nosotros. Y cuando hoy nos servimos de la frase
nuestras imgenes

representativas correspondientes son una imagen sencilla y adecuada de los fenmenos

observados, en vez de decir las molculas existen, puede que la nueva

forma de expresin tenga ciertas ventajas, pero en el fondo se est diciendo lo

mismo que antes.

Y ahora vienen los quebrantahuesos conceptuales. El oxgeno y el hidrgeno

no existen realmente en el agua, sino que el meollo conceptual de nuestras representaciones

no es otro que estos se manifiesten y en qu proporciones. Estos argumentos y otros similares
se supone que deberan hablar contra la atomstica. De

esa manera debera reducirse el meollo conceptual de nuestra concepcin de las

estrellas a la percepcin de puntos luminosos y lneas oscuras, pero en vez de esto

concluimos la existencia de inmumerables mundos, mayores que el nuestro.

Como ya se le ocurri a Fichte, las percepciones de los objetos reales no se

distinguen cualitativamente sino solo cuantitativamente de los recuerdos y sueos por su

mayor regularidad y persistencia. Si digo que existen gentes y pases

extranjeros, su meollo

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conceptual en realidad no es ms que el hecho de que

tras determinados actos squicos, que se llaman volitivos (comprar el billete,

subir al tren, etc.), consecuente y solo provisionalmente tras cerrar los ojos, dormir y de nuevo
tras una larga serie de actos squicos (por el regreso) se dan una

gran cantidad de nuevas representaciones que a travs de mapas, guas, etc., son

previsibles con una precisin admirable. De esto no se diferencia cualitativamente el recuerdo

del viaje, al que tambin se anudan, sin que podamos evitarlo y con fuerza, muchas
representaciones nuevas. Pero estas son mucho menos
robustas; en muy poco tiempo podemos suprimirlas; en cierto modo, podemos

ahorrarnos el viaje de vuelta.

Al que est suficientemente imbuido de esta concepcin, no le parece ya sorprendente que

con frecuencia simples imgenes acten sobre nuestro nimo como