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NUEVAS MUJERES: CULTURA VISUAL, UTOPIAS SOCIALES Y GENERO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XxX Desoran Dorotinsky Somos planteles de hijas ti 1s el plantel de ¢ Gabriela Mistral, 1922! PRELUDIO lepigrafe de este texto anuncia el tema que nos ocupar4, Se trata de los cambios en los roles de las mujeres durante los primeros 40 aftos del siglo xx, com apreciarse a través de algunas obras de arte ylacultura visual mé sa ilustrada. El poema de Gabriela Mis. trasta con muchas de ¢ ines, que no apel ala figura de esposa idad como un menino exclusivos. Si bien el himno es no nada més a Ia unién con los hombres, sino al crecimiento y madu c las mujeres, Mistral parece estar lejos de aventurar un nuevo destino femenino, incluso a pesar de que la propia imagen de la maternidad cambié a ela Mistral, Archivo Mistiric briela Mistral, 19 ida de Gabriela Mistral la capital y si 4i7 418 PACINAS PERIODICAS partir de la Revolucién. Algunas fuentes visuales nos ofrecen tipos femeninos alternativos que permiten apreciar cambios en los modelos de género para lag mujeres, También nos dejan percibir que las diferencias de clase social se ahon= dan, Como podemos descubrir a partir de los estudios de caso en Género, po- der y politica en el México posrevolucionario, | “adelitas”, las sindicalistas, Jas maestras, las comunistas, las sufragistas, las activistas catdlicas, las famosas’ “pelonas” (flappers), las agraristas, y por supuesto las intelectuales, escritoras, pintoras y bailarinas, todas contribuyeron a hacer mas complejo el panorama de género a partir de nuevas relaciones con las instituciones, los sectores sociales y el nuevo Estado posrevolucionario. La postura de Gabriela Mistral es un fiel reflejo de la paradoja a la que estas nuev s opciones de género enfrentaron a as alternativas incluso la sociedad mexicana y las tensiones que generaron es' dentro del proyecto de educacién laica de la ser, La maestra de América llegé a México en 1922 y retribuyé al piblico de maes- t a la escuela para el plantel que recibfa su nombre s, funcionarios y alumnos que la homenajearon ese mes de julio, con un himno n esa ocasion.* En un pats que salfa de la Revolucidn y que en el articulo 3" constitucional habfa dejado sellado el futuro laico de la educacién, Mistral apela al Creador para que estas hijas se con- viertan en esposas. ¢ ti ié implica su Hamado? :Por qué podrfa ser necesario ent Sn en las de nuevo el papel de esposa? ¢Respondia este Hamado y su reiter Lecturas para miyjeresa alguna ansiedad frente a la presencia expansiva de las muje- 2 Ex importante indicat, coma lo hace Licia FiolMatta en su controvertido trabajo sobre Gabridla Mistral, que muy posiblemente sus pronunciainientos de cardcter oficial en torno al tema de los io, la edueaciin y la maternidad no sean vn “refljo de su propio sentir femenino”, sino como discursos de Estado relacionados con el problema de eriar futuros civdadanos.Licia Fiol-Matta, 4 ger mothe Jor the Notion. The State aud Gabriela Mistral, Minneapolis y Londres, University of Minnesota Pres 2002, p. 45. Yo me incline por tomar en exe sentido de diseurso de Estado Ja seléceiOn de leturas hechas por Mistral para el libro Leetanas pant magjeres enteargado a la chilena por Vasconcelos. 5 Una escuela primaria y una vocacional para mujeres recibieron el nombre de Gabriela Mistral en 1922, En el plantel de la vocacional, a decir de Patience A, Schell las maestras feministas promoxlan cen sus clases el control de la natalidad. Entre otras casas en esta eseuela convivieron mujeres de dif rentes seetores sociales, sobre todo de clase media y popular 8 bien las escuclas vocatonalestambil censefaban a las mujeres a auministrar mejor sus hogires, atender de modo mls eficiente e hig 1 us hijos,o prepararse para la-vida marital, asimismo abrieron wn espacio de socialieacion que sb las mujeres lel émbito domestica tamiliar, y las hizo eonvivir en otro tipo de espacio, con nuchas diferentes formas de ser mujer tanto en lo étnico come en lo que respecta a las lases sociales Para 12 eran siete las escuelas vocacionales que la SeP manejaba, haba més para mujeres con un total de 13.050 aluminas frente a 8280 alunos, Cf: Patience A, Schell, “Genero, elase y ansieda en la escuela vocavional Gabriela Mistral, revolucionaria ciudad de México’, en Gabriela Cano, Mary K. Vaughan posrevolucionaria, México, Universiiad Aut6nongy y Jocelyn Oleatt, Genera, padery politica en el Mee Metropolituna-latapalapa, Fondo de Cultura Beonémiea, 2009, pp. 173-1 res en la esfera piiblica?* ¢A su ingreso en la politica? Como éstas, otras preguntas surgen de esas letras de Ia poetisa chilena y nos llevan de su imagen poética a las figuras femeninas trazadas por Ernesto “el Chango” Garefa Cabral o el mural de ana escuela que lleva el nombre de otra ilustre maestra, Juana Palacios, oa las mu- jeres en los timbres de Eppens, los dleos de Angel Z4 ‘aga y sus perspectivas sobre las deportistas y las fotograffas dle Ismael Casasola sobre la danza en México, y a preguntarnos: si la Revolucién sembré la simiente para concebir el nacimiento de un nuevo hombre, gcémo imagin6 a las mujeres? La historiografia actual de la posrevolucién ha mostrado que la escuela era el laboratorio en que podfa hacerse realidad la utopia de una sociedad nacional reno- vada y m ‘ada después del caos dejado por la Revolucién y luego por la guerra cristera. También era el espacio para sanar los defectos de un “afeminamiento” en la cultura, incluso regenerar algunas imagenes donde la masculinidad no recibia toda la carga viril que debiera, Como bien aclara Renato Gonziilez Mello al simbolismo, confirmaba en cada La iconografia sexual de entresiglos, estrechamente tna de sus apariciones Ja supremacia maseulina: creen algunos estudiosos que es0 se ascenso del feminismo, que habrfa provoeado una ola de paranoia machista en la cultura occ dental [,..] La misoginia del decadentismo finisecular era, en los términos de su época, eld curso de los progresistas y alentaba el arte de la élite desdleniosa, La modernizacién, aseguran y demuestran) los estudios de género, fue concebida como una purificac “as de esta cultura visual “fi Li ron 0 como angeles del hogar —reducidas a una domesticidad honrosa y decoro isecular’, en la que las mujeres se plasma- sa, presentadas més que nada como madres y educadoras de los hijos (figs. 1 y 2) —o se vieron figuradas de preferencia como cortesanas y seres viles que esclavi- zaban a los hombres (Medusas y Vampiresas, por ejemplo) —las pérdidas de los bajos fondos y las amantes seductoras y gozosas sin honra ni moral— los fdolos de perversidad: Pero otros espacios desde la prensa ilustrada, incluso a partir de + Enlas Lee wjeres, Mistral reitera pos y madre coma maximo logo y aspiracion para la mujer latinoamericana § El mural al que me refiero se encuentran la Escuela Maeatra Jaana Palacios y fie pintado por Ranwbn Alva Guadarrama, EI plantel se localizada en la Colonia P 1 Axcapotaale en la Ave, Central Sur nim, 560, México, DE, CP n Ww 6 Rena lez Me le prntar, Mex . 17 plo, Ef Mundo mostré varios ejemplos « as y otras, y luego FE] Mundo Hasta Roberto Montenegro y Angel Zérraga, también presentaron alas mires que osilan entre estos dos ayaticn (1899) de Alberto Fuster con La domadora (1897) de Julio Ruelas para pensar en estas an LE CLE 422 Pacaas del objeto concreto del estilo —y sabemos gracias a las investigaciones de Fausto Ramirez que el modernismo no ofrecié “un” estilo uniforme, sino que més bien manifesté una serie de emociones y conceptos particulares a través de diferen= tes recursos formales— lo que llama la atencién son las nuevas figuraciones del cuerpo humano, en particular por la preponderancia de éste como “cuerpo sano 0 cuerpo enfermo” en los discursos racialistas de esta primera mitad del siglo xx." Por ello, aqui no habremos de ocuparnos de los estilos, sino de algunas de las manifestaciones formales en el cuerpo, femenino y stu entorno que ayudan a deters nar nuevas lecturas del quehacer de las mujeres en Ia posrevolucién. Este fendmeno de alumbramiento de un “Nuevo Hombre” parece haber sido generalizado para Europa, Norteamérica, Argentina y Brasil, por lo que no fue exclusivo de nuestro pais." En la recién creada Unién Soviética, para 1920, por ejemplo, la revolucién bolchevique habja también promovido Ia presentacién de nuevas figuras masculinas y femeninas. Como muestra Victoria E. Bonnell para el caso de la representacién de las mujeres en el arte soviético, desde 1918 hay cambios importantes, por ejemplo, en la representacién de la s mujeres ci mpe- sinas, La versién estandarizada de la mujer campesina (krest’ianka) no surgié 20. Los memorables afiches de Nikolai Kochergin la re- sino hasta mayo de 19 presentan como una mujer de busto generoso, con una paioleta, recogiendo sus cabellos y sus pies enfundados en unos grandes zapatos; sostiene una hoz en la mano, La campesina porta el cuerpo inclinado ligeramente hacia adelante, una pierna frente a la otra debajo de una amplia falda; est por dar un paso hacia el futuro, Esta mujer del campo casi siempre esté parada junto a un campesino 0 un obrero, encima de las ruinas del viejo orden, Como las representaron en los afios veinte, estas mujeres evocaban a la campesina, la famosa baba de las fibu- Jas, que aludfa a la fecundidad y 1a subordinacién a un orden social dominado por los patriarcas y los hombres. La Arest'ianka fue reemplazada po la kolkhoznitsa, 11 Véuse el texto de Fausto Ramirez en este volumen as! como del mismo autor, “El simbotisia on Mes sico",en El ee sinboliata. Europa y Mézica,1870-19¥0, México, Conaculta/INBA/Museo Nacional dle Arte/UNAM/ITE, 2005, pp. 29 y el texto area eitado, 12 Jean Clair (ed), The 19866 The making of “The New Man’, catilogo ile exposiciin, Otawa, National Gallery of Canada, 2008 , Clair aclara “In 1800, che World was oscillating between two styles, to moral eles and to hun types: decadent and modernity, chlorotic symbolism and the eult of en ong. the quintessence of the troubled soul and the power of the mechanized World, te diseased and he healthy. Certain labels and images disappeared forever, notable consumptive women anil under men; others appeared and were to endure: the over-man, the hero, the proletarian..." p. 17, Maria Bernardette Ranios da algunos ejemplos muy sucintes en la obra de Hernan de trajé para el exo bbrasileo delos aos veintey treinta en su capitule, "Corpos recompostos na morfologia artistes para regenerar” a naga: a propdsito da obra de Hernani de Ira", en Maria Bernardetie Ranos Flores Tecnologia e Estetica do Recivma Ciéncia e arte na politica da bela, Chiapees, Argos, 2007, Desoaay Doromns montada sobre un tractor; fue una figura femenina novedosa con atributos de nuevo cufo. Quizé la dit ya no se la represents dependiendo de otras encia més notable en la sintaxis de esta mujer es que as del panteén bolchevique ¢ incluso a veces se le dieron dimensiones hieraticas ¢ el paisaje en la escena, Las problematicas de género con las que nos enfrentan las utopfas sobre los “nuevos hombres” nos Hevan a ponderar qué ocurrié con las propuestas de cam- bios y pervivencias en los roles de las mujeres y sus representaciones, La idea de un “hombre nu 0" se referfa exclusivamente al género masculino —en ese sentido se dio preferencia al cultivo de la masculinidad, o viricultura— ¥ de forma muy consciente los artistas y artifices visuales del Estado y la sim, como apunta Daniel Vargas, se ocuparon en su mayorfa de una prospectiva mas- culina.'* Las mujeres fueron emergiendo como figuras de mil facetas en muchos otros espacios de visibilidad mas de a pie, aunque encontramos algunas notables excepciones en obi s de caballete y en algunos murales. No hubo una propuesta Unica, aunque quizds ese “eulto a la domesticidad” sostuvo precariamente un dleber ser femenino muy distinto de la realidad més dispareja y heterodoxa que Jas mujeres experimentaron en la posrevolucién, Las imégenes populares en la prensa fueron muy sugerentes respecto de los modos de visibilizar estos cambios La consideraci nde estas fuentes que para algunos pudieran parecer he- terodoxas, para la historia del arte no es nueva. Desde la década de los anos 423 setenta del si Jo veinte, algunos historiad s sociales del arte, como Michael Baxandall, se embarcaron en una intensa biisqueda de diversas fuentes vistuales ¥ documentales que, junto con las obras de arte, conformaban sistemas de imd- genes que podfan considerarse representativos de grupos sociales particulares, de las relaciones de éstos, asi como de momentos y situaciones histérieas muy concretas."” E] impulso de investigacién que pretendfa establecer relaciones en- tre objetos de estudio muy disimbolos se topé, por cierto, con problemas de orden metodolégico. En ese sentido, considers que una preocupacién por hacer cambios en la metodologia tradicional de la disciplina es muy clara en el pr 18. Ofe Vietoria E, Bonnell, “The an in Stalinist political art of the 1990s", én The tmetican Historical Revie, vol. 98, no. 1 (February 1943), pp. ss-ne, an Revie Agradezco a Carlos Molina la hibliogratia y ta sug ictoria E. Bonnell, “The representati ‘of women in early Soviet Politieal Act”, en vol, 50, no. $ (July 1981), pp. 267 nce revisar ta icemogratfa fernenina en la Brifica sovigtica de 1920-19815, Muchos de los carteles bolehevgjues pueden consultarse en el Latte to Hoover de la Universidad de Stanord en EUA. 1 Daniel Vargas Parra, °Ceitia dela ravén sexual. Eugenes y vricultura en ef pensamiente posrevoluci ay Letras, UNAM, Méxic and Experience in Fifleenth Century Italy, 24. ed, Oxted, Oxford Uni nario en México", tess de Tienciatura en Filosofia, Facultad de Filoso 15. Cf Michael Baxandall, Pernt 424 cio de Vision y pintura, La légica de la mirada de Norman Bryson."" En este libro, Bryson afirmé que pocas cosas podian cambiar en la prictica de la historia del arte —estancada si a compardbamos con los cambios apreciables en la litera- tura, Ta his ria y la antropologia— si no se hacfa un replanteamiento radical de los “métodos utilizados por la historia del arte: los supuestos técitos que gufan la normal actividad del historiador del arte”."" Bryson plante6, en otras partes de su trabajo, lo importante que resultaba para el historiador del arte, y para el é fomentaba y cémo se constitufa “el ojo de espectador también, entender qu una époea”. Entonces, aqui entenderé por cultura visual a aquellos sistemas de imagenes que conforman los “modos de ver” particulares de una cultura —o de un grupo social dentro de ella— en un periodo histérico conereto."* Se entiende ademas que estos sistemas no excluyen las discrepancias ni las con- tradicciones, aunque se ti nnda a privilegiar ciertos cénones. bre la construccién visual de En lo que respecta a la intencién de trabaja las formas de representaci6n de las mujeres, hay que aclarar que la relacién entre y género no es nueva, Joan Wallach Scott inicié este camino en la his- toria con su trabajo Género e historia.” El género es una categorfa construida sin sexuada de la en las practicas sociales cotidianas, aunque responde a la pobl cién, significada visualmente a partir de diversos elementos altamente co- dificados (0 signos sobredeterminados), algunos de los cuales, al ser de caréeter 6ricamente como biolégico, han implicado que las diferencias se conceptiien his imen naturales”. Las imagenes a muchos de estos preconceptos social re ¢ ha visualizado como masculino ala ver que ayudan a catalizarlos, actualizarlos, renovarlos, darles un sentido nacional o subvertir lo que canénicamente s y femenino, creando sistemas de visualizacién que podemos identificar como ‘comunidades visuales”. Bryson explica la formacién de una comunidad visual parcialmente a partir del concepto de Adbito La cultura produce en torne a sun “habito” que, aunque distinto del mundo natural, se fande con él como an orden cuya juntura con Ta Naturaleza no es visible pa es el habitat, para la especie humana e] habito esta formado no sélo por el entorno fisic, sino por todo un conjunto de maximas, proverbios, refranes, valores, ereencias y mitos que ase 16 Norman Bryson, Psion y pinta, La Iga de la manda, Madrid, Alianza Forma, 1991 17 Mid, pV. 18 John Mergen, Madas de ver, Barcelona, Gustavo Gili, 1974 1 Joan Wallach Scott, Ginera hiroria, México, Fonda de Cultura Econémics, 2000, garantizan la constante reproduccisn de los patrones de su proceso cultural La premisa es que la cultura visual, que comprende sistemas amplios de ima- genes, forma parte de eso que Bryson Hama “habito” —algo similar a lo que el socidlogo francés Pierre Bordieu Hamé habitus— en el que quedan inseritas las formas de representacién de la alteridad (diversidad), tanto racial como de clase y de género. También forman parte del hébito espeeffico en torno a la escuela y la infancia, las teorfas sobre la salud, la higiene, la eugenesia, la diversidad bioti- polégica y la utopia social de la primera mitad del siglo xx, en las que se consi deraba que la escuela ¢ aa luz a los nuevos mexicanos, més sanos, més aptos y mejor integrados en una nacién homogénea (y de paso igualitarial Las mujeres imaginadas y dibujadas por los artistas mexicanos en las pri meras décadas del siglo xx, y en general en la cultura visual de 19: ) a 1950, fueron nuevas en la medida en que expresaron una serie de mutaciones de los estereotipos de mujer que se habfan consolidado en el siglo x1x. Fue quizé la figura de “la maestra’, la que logré hacer visible en México verdaderamente un huevo tipo iconogréfico femenino: “Ia mujer de ideas”.*" Este trabajo se inscribe en las reflexiones historiogréficas sobre las figuras de los “nuevos hombres” gestadas en las vanguardias artisticas de la primera mitad del siglo xx y la relacién que esas imagenes guardan con las ideologias cientit cas y pedagégicas de la misma época. La muestra mas reciente de estos estudios es la exposicién The 1930's: The Making of “The New Man” presentada en 2008 por la National Gallery de Canadé.* De acuerdo con Jean Clair, editor del catdlog o, los afios treinta fueron una década en la que dos ideas contradicto- rias dor naron el panorama europeo: la regeneraciéin que emanaba del poder ra- cialista nazi, un fenémeno biolégico en que se propugnaba crear “un nuevo ser librado de la degeneracién de las razas inferiores lenas de taras. Por otro, an fe- némeno de in racion marxista, la re-educacién politica y social para eliminar a “los enemigos del pueblo”.** Aunque en el catdlogo canadiense hay referencias Janis Bergman-Carton, The Woman of Lists in Freick AP, 1890-1888, Michigm Yale U Reevolucidn francesa queda patente en dos ejemplos muy eoneretos, entre muchos otros, La poetst de Angel Zérrage, un dleo de si periodo cubista en Paris, y la mest ddel mural de Alva Guaularranea (1952) en la Escuela M; ra Juana Palacios en Azcapotzae, lean Clair (el), The 1990's The Making of “The New Man”, Canada, National Gallery of Canaela, 2008 es I £19, Emre los ar Albright, Otto Dix, aos destuaos femeni os futbolistieos” de Alexandr Decks, y atletas dle Uh ‘Oskar Schlemmer, figuras neoclisicas de Giorgi de Chirico, las rev 425 a muestras internacionales, de hecho se limitan a la manifestacién del fenémeno art{stico europeo y norteamericano y no se detienen a cuestionar (menos a abor= dar) los modos en que se manifestaron estos ideales en los paises latinoamerica nos, donde las précticas higienistas, la eugenesia y las teorfas sobre el bienestar social tuvieron impactos tan importantes como han demostrado ya varios estu- dios." Este trabajo intenta corregir esta grave omisién en la historiografia del arte del periodo. En términos historiogréficos generales, muchos avances en esta materia han quedado abordados por los miembros del seminario internacional sobre Eugenesia y Darwinismo Social, coordinado por Gustavo Vallejo y Marisa Miranda en Argentina, que desde hace tres afos ha venido atendiendo —sobre todo desile la historia de la ciencia— la manifestacién de estas précticas, discur- sos, politicas y estrategias de gobierno en Argentina, Brasil y Espana LAS MUJERES MODERNAS DE “EL CHANGO” Garcia CABRAL Ernesto Garefa Cabral fue considerado por sus contemporaneos el primer i trador y caricaturista de la posrevoluci6n.** Sus imagenes aparecieron en la por- tada de Revista de Revistas, ilustraron la Gacetilla Bayer y los libros de una buena Bernard Fleetwood-Walker, 0 en Rosario Velasco Belausteyuigeitia, Adolf Ziegler y Adolf Wissel familias modelo como en las obras de Mario Sironio y fotomontajes de Varvara Stepanova y Joh Heartfield, Fotografias de Alexander Rodchenko, Lotear Rabelt hasta las fotogratias distépicas de Hans Bellmer y Herbert Bayer Nancy Leys Stepan, “The Hour of Eugents", Ruce Geander, amd Netton i Latin america, Utica y Lowe Aires, Cornell University Press, 103, Alexandra Stern, “Mestizofilia, bietipalogiay eugenesia en el México posrevolucionario: hacia wna historia de Ia Ciencia y el Estado, 1920-1960", en Relaciones, vol. XI, niim. 81, invierno 2000, pp. 5901; "Frou mestizophilia to biotypology: Racialization and Science in Mexico, 1920-1960" én Naney P. Appelbaum, Anne S. Macpherson y Karin Alejandra Hosemblatt, Ruce and Nation iw modern Latin cmerica, Chapel Hill y Londres, University of North Carolina Press, 2008, pp. 187-210; "Madres conscientes nios normales: la eugenesia y el naciona- lisino en el México posrevolucionaria, 1920-1910", en Laura Charo G. Medicin,ciencia y sociedad on México, glo xt, Zamora, Fl Colegio de Michacén, Universiad Michoneana de San Nicalés de Hidalgo, ca, 2002; Marta Saad, “;Quiénes deben procrear? Los médicos eugenistas bij el signo social (México, 1991-1990)", en Curcufe, revista de la ENAHL nueva époea, vol. 1, nim, St, may gosto, 2004, pp. 49-8; Gustavo Vallejo y Marisa Miranda (comps), Darttnisma social eugenest ex el nado latino, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005; Maria Bernardette Ramos, Flores, Tecwolagéa eetce Gustavo Vallejo y Marina Miranda (comp). Police del cera. Bsrateias madermesdenormalcain del indivi» la xi, Buenos ives Sil XX1, 4007 Garcia Cabral en Esta Semana” econ Rata Senna, Revista de Bettas, wl. 1X, mim. 18, Mésion Xavier Moyasén, La etc de arte en Mxen 1696-1021, tomo l Mexico, UNAM/ Instituto de tes. cantidad de autores en @ 1916 y 1970. Sin emb: 0, se ha trabajado poco su acervo, y los libros y estu * que existen sobre su trabajo de manera amplia sé limitan a dos recientes ediciones, Garcia Cabral nacié en Huatusco, Veracruz, en 1890, y uno de sus propios Inios de origen como artista es que desde nifo en provincia gustaba de “dibujan con el dedo en la tierra" Teodoro A. Dehesa Méndez —quien becé a Diego Rivera para viajar a Europa— cuando fue gobernador del estado de Veracrer aparentemente pension a Garcia Cabral de Sa para venir a estudiar a la Academia Carlos. Para 1911, el Chango se encuentra ya en la Academia su firma en una solicitud de los al . hallamos lumnos de la institucin; aparecié en El Demé- grata Mericano, a favor de la divisién en dos de la Academia (entonces Escuela Nacional de Bellas Artes, en) para que la carrera de arquitectura pasara a otra dependencia A partir de esa carta, sabemos que coincidié en la eNnA con José Clemente Orozco, Rafael Lillo, y Antonio Garduno y otros ilustradores, como José de Pozo y Miguel Angel Fernandez que, al ig al que Leopoldo F. Quijano, fueron Hevados en 1916 a la ciudad de Mérida como profesores de la naciente Escuela de Bellas Artes, Abi, en la ciudad blanca, Quija > se convertirfa en el ilustrador Principal de las portadas de la revista El Heneguén (Srgano de la Comisién Re Suladora del Mercado del Henequén), y en la ciudad de México Gareia Cabral abral, ¢ rnesto Garela Cabral, Ho a Emecto Gane ( # linea, Mexico, Coniaculta, INBA, RM, 2008. Como relate Manuel Zava oni rte ¢ M awh arios inten evalorar y difind lel Chango Garcia Cabral” El primero, fix siciin pron Juan José Arne Carrillo Gil (1978); le sigui Carlos Monsivais von la publicacién de-un t 28 Ese resulta ser uno de los mitos de origen 1 re evo I mitica figura we Gok po fo descubre su maestro Cimabue, dibujando barreguitos sobre wes pial relate Vas i" wélas, México, Universidad Nacional Auténoma de México/Coorlinaein tle Hamer dades, 1996 (Nuestros Clasicos. Nu nte que “el Change” se construyaa mismo como artista partiende de es c 1 Bseteta Nici Bella Artes (San Carlos), Que lo conocieron los alumnos lemuestran dos ol fle José Obresn y de Ma raza respectivamente eon ¢ Giotto, Cft Nanda Lennar ¥ Luis Ortin Arias, original, atreoidoy ee Universidad Nacional Mayor de San Marcon, legal 2006. Véase Cty comenta ve del Museo N. oat te drte, México, Conaculta/INBA Munal/UNAM/IE, 20 #9 “La Bscucta de Bellas Artos dlehe ser dividide on di para arquitectos, otra para pintores" E Deméorata M1 México, 1 de julio de 1911, p.4 Xavier Moyssén, La crtca de rt Mésicn, 1506-1921, tomo U, México, UNAN 7 estelarizaria las portadas de Revista de Rev mia, no sorprende encontrar en sus istas. Ya que se forms en la Acade- imagenes didlogos con la obra de otros cada del siglo tistas de la segunda dé XX, como Saturnino Herrin, Roberto Montenegro € incluso a finales de los hos veinte, con Jorge Gonzélez Ca marena.” Su carrera como ilustrador puede rastrearse en publicaciones de usta Multicolor y E Ahuizote*’ De hecho, de la mano de 1911, como R Cabral literalmente podemos trans- portarnos de la imaginerfa del simbo- Glenna, Deacisr lismo decadentista, como podemos ada de Revista de Rew vistas, “Flor de cabaret”. Se trata de verlo en sui port Fig. & Emesto Garcia Cabral, “Flor de cabana”, UN@ aguada dle una mujer verde enfin- Revista de Revistas, i. 481, 20 de jul dada en un vestido negro que fuma un humeante cigartillo mientras nos lan- za una mirada turbia y seductora, A su espalda, en el oscuro interior, un espejo vacio cierra el fondo de la ilustracién, Sinica fuente de luz, ademas del humo del cigarrillo (fig, 6). ¢Qué nos sugiere Garefa Ca demos transitar de ahf a la coqueterfa de Iineas muy sencillas y colores planos, pral en este reflejo en blanco, ausente? gUna pérdida de espiritu? Po- ype el primer plano de una portada de Gonedlez Camarens disenada para la revista Cemenia, en 1829, Véase Enrique X. de Anda Alunts, “EL déco en México: arte de eoyur tura",en Rnrique X.dle Anda Alanis, rt dca Un pats nacionalista: en Mécico coomopolit;catélogo de ssposicién, México, [NBA/Museo Nacional de Arte, 1997, Tin Modotti y Diego Rive reo, con vestido reetw y muy peloinaw Antonieta Rivas Mercado, aunque Rivera hace sea lor dle cabaret, porta de Revive de Revistas, Revistas "Alegorta, dia de la Raza de julio de 1919. Ein otra portada para Revit de amente reminiscente de los dibujas de Saturnine Hervé en los estudios del mural “Nuestros Dioss Lo mismo ocurre en i onvertido en fa alegorta, “La humanidad no aba de despertar de su suetio nla portada del 15 de junio 0 Aguas de est imagenes de Herrany de Gareta Cabral yn las consign y mostré Fausto Ramirez en su Crohio la res pi s ahos de Lipes Vilunde 191-1981, México, UNANETIE, 1998 (Cuadernos de Are Veanse imigenes 16 ¥ 88 de Hered y Garett Cabral respctivament casi serigrificos, de “La dama del es- pejo” (fig. 6). En ésta, una muy moder na pelona nos mira desde el reflejo de su rostro en el espejo, su cabellera cor ta cubier a por un sencillo sombrero rojo, sus ufias del mismo color resal: tando delicadas contra el negro del abrigo y el blanco de sus diminutas manos, La sordidez de la imagen de 1919 abre paso a la frescura, incluso a la ven- tilacién de 1926, ya que desde el espejo observamos igualmente los recuadros tones, ade~ blancos de un ventanal. Er mas de un cambio de aire, literalmente del espacio cerrado sobre sf mismo del cabaret, atestiguamos a la dama que sale de casa y se mira por tiltima vez en el es- Fig. 6. Emesto Gaeta Cabra “La dama de esp pejo antes de pisar la calle. La ventana ha hh : fo RV IIL nin os generado un espacio de mayor amplitud bee de 192 y luz: una ventana, aunque quizé tam- bién la reticula de una reja que encierra, 6 trata de mantener encerrada ala mujer en el espacio doméstico. La paradoja parece responder a la disyuntiva de género: interior-femenino/exterior-masculino, como lo plasmaron varios artistas impresionistas, incluso los jlustradores de la p ssa mexi- cana en las postrimerias del siglo xtx. No por acaso las pintoras cecime Berthe Morisot y Mary Cassatt, se conocieron por pintar los interiores y la vida doméstica.** Aqui, sin embargo, hay una tensién mayor, ya que a pesar de esa “re- tfcula luminosa/reja” la mujer se nota decidida a dejar encerrado mada mis que su reflejo y llevar su cuerpo al exterior 8 "La dama:el espejo", portala, Revista de Revistas, 26 de diciembre de 1926, O las atletay de “Mujeres saltando" original para portada en Resvta de B igh, La vide fo B Garcia Cobral op ett, 9.4 + Of Griselda Pollock, Mary Cassatt Painter of Modern Women, Lanulfes, Thames andl Huidso Linda Nochlin, “Morisot's et Nur Ee Discourse: F Art Hasty, Now Broude and Mary D. Garrard (eds). Nueva York, leanE.ditions-tarper Collins, 1992. pp. 280-24 Tamar Garb, "Berthe Morisot and the Beminizing’ of Imp Perspectives On Moriol, Edelstein (ed), Nueva York, Hudson Hills Press, 190, y el mds reciente de Normia a iminid rt Histary After Pos The Gendering im, Norma Brod Mary D, Garrard (ed, Berkeley, University of California, 20 5 429 430 PAcIas PERIODICA Bernardo G. Barros nos dice de Garefa Cabral que es “quien primero atra ‘nan la ylas us mu niento admirable en donde se el interés y los aplausos con un proce precisiGn y la intensidad”.”* Eso deriva de su linea muy resuelta y delicad: selecciones de color de las “plastas” decididas en la mesa con el editor. jeres resultan contundentes y encantador: a la vez precisamente por la combi- nacién de la Iinea y la caracterizaciGn de los personajes a través de la expresién facial y la seleccién de color. Sobre las “pelonas” de las diferentes clases sociales, se decfan muchas cosas Anne Rubenstein sugiere que Hamaron mas la atencin en México que en otras latitudes posiblemente porque antagonizaron con la larga cabellera trenzada, simbolo de org illo nacional que, como sefalé Salvador Novo muchos afios mas tarde, era como una “herencia de la Malinche”, Rubenstein lo ve, con humor € , como una posible traicién a la raza césmica, como si perder la trenza fuera perder la casta." El caso es que en el verano de 1924, las pelonas fueron centro de atencidn, por la serie de ataques de los que fuer on el blanco (en vivo Y por escrito).”” Ya en la prensa se deja ver algo de ese ‘entir antagénico contra ellas, por ejemplo, Revista de Revistas reproduce un articulo de Virginia Pope del ) York Times, donde la autora tra a de explicar los eémos y porqués de este cambio en el gusto, la moda y la moral, Esta es la época de los plebeyos. Ya no ezares ni emperadores, y las mujeres, reinas del uni- verso, estén despa a “Liberté dose tontamente de su corona gloriosa, todo en nombre de cegalité et fraternite”, Existen actualmente dos campos, el de las pelonas y el de las no pelonas, dividienda 3 esos tan solo una linea de cabellos. ‘Todavfa no es posible expresar una opinién sobre cudl de los dos lados es el mis fuerte: las estadisticas generales no han podido terminarse ain, y solamente pueden oftecerse informes de cardcter local En qué forma la melenita corta afecta al talento? gAcaso la cordura surge de la médula os hombres consideran tener mis reciententente retrescada? Entonees, si nos es asf, gpor qui talento que las mujeres?. 89 “La caricatura en México", Revista de Revistas, vol. XI. nim, #13, México, 29 de febrero de 1920, en Xavier Moyssin, La critica de arte en Méstea, 1806-1921, tomo II, México, UNAM, Institut aciones Estéticas, 46 Salvador Novo citado en Rubenstein, “La yuerra contra las pelonas. Las mujeres moderns y sus ene migos, ciudad de México, 1924", en Cano,Vaughan y Oleott, op ey p. YOU 87 Vease el texto de Rubenstein ys citado. todas las eas”, Revita Virginia Pope, “La moda de la melena eorta st ha extendido las mujeres de Revistas, domi r Desorati Dosorinse En el fondo parece haber una eritica a la imitacién de los modelos femeninos ex- tranjeros t {dos por las revistas de modas y, sobre todo, por el cine, “esa diver sién malsana” a la que tanto se temfa porque en la oscuridad de las salas, pareeia haber una fuerza corruptora no s6lo de la infancia, sino del pablico mexicano. EI temor a la deformacién de una visi6n particular del cuerpo femenino a través del ejercicio también habfa influido en este rechazo a las flappers. Se temfa a un tercer sexo’, un andrégino gestado por el deporte, los vestidos sueltos robe che- mise de linea recta que no marcaban la figura, la preferencia por el estilo fisico ds delgado y afilado y, sobre todo, la masculinizacién implicita en el cabello corto, Ageeth Sluis Hama a este modelo de torso fino, largas y delgadas extre- midades, fisico vigoroso pero gricil y cabello corto “el cuerpo déco”.* De Anda ‘0 modificando sugiere que en el déco se “retoma la certeza de la mujer fuerte, p apariencias y actitudes”. Se sigue tratando de mujeres jévenes que quizé no pasan de los veinte afios, y Garefa Cabral fue notable en captar y hacer manifiesta esa sensualidad traviesa y ala vez duena de sf misma." Se han derramado rfos de tinta sobre la valia simbdlica de la cabellera femeni- na ondeante en la plastica y gréfica finisecular, y el simbolismo que apenas estaba terminando mantenfa fresca la imagen de estas mujeres, como las de Ruelas, per- versas con largas cabelleras telaraiescas donde enredar a los hombres incautos. En resumen, el temor a la masculinizacién podria no sélo deberse, como sugiere 1 mas (tanto Rubenstein, a un alejamiento del arquetipo de mujer mexicana de la china poblana de | zas como de la elegante mujer decimonénica de ‘gas tre largo cabello recogido en un suelto mono), sino al terror que podria implicar el ingreso y permanencia de las mujeres en muchos espacios piblicos; las fbricas, los sindicatos, las canchas de tenis, el campo de futbol, y detras del volante de los a Revista nuevos automdviles como chauffeuses, Como a rmé Carlos Serrano p de Revistas: “Es la revolucién, asientan los sociélogos, lo que ha venido a cambi nuestro ambiente femenino, creando, como es nat ral, segiin Marcel Prevost, lo que vino después de la guerra en toda Europa: grupos de mujeres santas y otro de mujeres locas o mejor dicho descocadas. El desgaste moral ha venido a crear esta situacisn”."* Al problema del deporte regresaré mé a terminar de 49 Ssana Sosenshi, “Di 8 malsanas; el cine y la Infancia en fa ciudad dle México en ba dca de 1920", en Secuencia, septiembre-diciembre 2006, nim, 66, pp: 37-454 tacles: Gender Performance ¥ Sluis en Rubenstein, is, “City of Sp tionary Refiem, and fe Spaces in Mexi Universidad de Arizona, 200. Ht Enrique X. de Ania Alanis, of iy 2 Este temor e incluso ciertu burla la expresa por ejemplo Carlos Serrano en su nota “Del bastidor volante del automévil, Revista de Revises, domi 431 432 ocuparme de estas nuevas mujeres que Jo eran en la medic: en que su moda, el fisico que adoptaron, también reflejaba supuestamente una moral més relaja- da, Serrano remata EL esfuerzo femenino por imitar a los hombres cn todo, en el trabajo, en las contiendas politi- cas, en Ja ciencia, en el arte y en el “sport", ha cundido por todas partes del mundo; pero en México, en donde las ideas femeninas naven de un eriterio humano y encastilladas de sereno de religién, esa ambieiin ha tenido & limite, mas de diez anos a estos dias, el dique ha sido roto y las influeneia lel “masculine mo” ha gganado el ambiente ferminista, El timo detalle lucir las eabezas exentas de trenzas. Ahora lega Fig 7. Ernesto Garcia Cabral, Revita de Revista otra imitacién furiosa importada de los Estados Unidos y lega hasta aqui al través de revistasy de las muchachas que de Yankilandia han venido a radicarse en esta metrépoli: el automovilismo. na comprendido de modo eritico apare- Iki obra publicada en los Estados Unidos Quizé el mejor ejemplo de época de este t ce en El gran Gatsby de F. Scott en 1926: la desilusién del suefio americano y la biisqueda del dinero ficil, el placer, el lujo y el despilfarro, Esta imagen quizas concuerda con una de las formas en que se percibieron las pelonas, sobre todo las de las clases altas. Tirar el corsé, estar nbio en el chic y a la moda, usar ropa suelta, implie6 definitivamente no sélo un atuendo femenino, sino también en el “disciplinamiento” del cuerpo femenino, en particular por la contencién y asfixia que implicaba el corsé y la liberacign literal figurada al deshacerse de ellos. Garcia Cabral dibujé a todas estas chicas con gran elegancia, caminando en espacios abstractos, neutros, indefinidos, no aventurdine idad (figs. 7, 8 y 9). Paraddjicamente, a pesar de que se las tenia por descocadas, como aclara Rubenstein, “las bromas dose atin a hacerlas poblar las calles de Ia pian vuelto sexualm y las quejas sobre las pelonas implicaban que se eine accesibles o que habfan perdido su atractivo para los hombres” porque se 43. nem He Rubenstein, ps eit, p10; la opinién piiblica jparectan muchachi- tos! Pero ademas, el “estilo andrégino de la pelona amenazaba con borrar las diferencias visibles entre los sexos, y los medios mexicanos a veces escribfan como si el nuevo estilo también amena- ara con borrar las sefiales visibles de diferencia racial”. Es decir, una forma de portar el cuerpo que se habia exten dido en la escala social y que causaba una enorme ansiedad porque no permi tia, fidedignamente ni a simple vista, colocar a cada mujer en su social, Esto, por supuesto, S una exageracién de los periodistas porque las diferen- dias en el vestido, el uso de accesorios y sobre todo las calidades de éstos de. jaban ver, a leguas, una diferencia de i poder adquisitive. La exageracién es retorica pues convivfan con la flapper otros modelos de mujer y no todos los periddicos publicaron notas de detractores de las pelonas. La hemerograffa cit da por Rubenstein en los periddicos del DF, £1 Universal Grifico, El Unie Brcéisior y las revistas Revista de Revistas y Ju s de Ered jor entre abril y agosto de 1924, revela esa “guerra contra las pelonas” y da cuenta de dos bandos en los ue aparentemente se coincidia que el estilo de “pelona” era apto para mujeres no indigenas, por lo que, como afirma Rubenstein, “los nuevos limites entre los sexos Se hacian porosos a cambio de una creciente rigidez en las barreras raciales” Por eso, no era mal visto que Hortensia, la hija del Plutarco Elias Esta moda estilo charleston con todo y sombrero eloche (o de “campanita’), 0 que Tina Modotti retratara bellisima y sombrfa a Antonieta Rivas Mercado, con un ombrerito similar y el cabello corto, enfundada en un hermoso vestido de lineas iagonales, pero se criticaba duramente que lo hiciera una mujer ind eentiende, por ejemph de una caricatura aparecida en El Universal Ta mayor parte de estas mujeres déo que Garcia Cabral crea para Revista de Revistas son damas de Ja alta burguesta, y con ellas emula los modelos cost BE EL Universo, 12 de julio de 124, seecisn 1, p 434 politas. Pero no son nada mas las ele gantes sefioras las que se dan cita en sus paginas, sino también las madres indigenas. ‘on las trenzas lar= gas y el rebozo cubriendo su cabeza y arropando al nil o. Ab hay una reafir= maci6n del arquetipo de la maternidad: ind{gena que, andado el tiempo, se con al, guila protectora del Bate vertird en magen del Seguro S salvo que el do reemplazaré al rebozo arropador!” EL DEPORTE Y LA HIGIENE Asi como estos cuerpos femeninos muestran no nada mds una forma nue Enesco Garin Cabral, portada de evi Va del atuendo y constitucién conpotil sano XVII, niin. 82, 22dedlcienbre femenina, sino un tipo nuevo de mje de 1928 sobre todo de clase alta, 1as mujeres an otra forma deena deportistas mues carnar lo femenino posrevoluciona con cuerpos més bien atléticos, y las encontramos tanto en dibujos como ef as de prensa y documentacién de eventos de danza. Estos cuerpos s contraparte femenina del “nuevo hombre’, sano, fuerte y fornido. El deporte —o sport como se le Hamaba en algunos medios— fue defini vamente una de las actividades mas promovidas por la Secretarfa de Educ Publica y por la Secretarta de Salubridad y Asistencia. Se trata de una estra de biopolitica de la poblacién, précticas que se orquestaron precisamente lograr este nuevo Estado con esos hombres nuevos. Como nos explican Gus Vallejo y Marisa Miranda, los estados modernos hicieron de la salud en k mera mitad del siglo xx. tuna vasta metifora que involuers, ala vez, € ico y moral, para proyectte si api ciones sobre el universo de lo colective y lo individual. En efecto, cuando afirmar la nacional se convirtié en una extendid necesidad, ese requerimiento se valié de una integraci6n entre opseit,p. 100, "Mujer indiana’, Revit de Reva biologia y politica, a menudo ensamblax aves de la basqueds de formas de garantizar gobernabilidad: siendo entendide el bienestar de Ia nacién como una consecuencia directa de ka luc fisica y 1 cuerpo social, comprobar el estado de los cuerpos individuales y prever su disciplinada insercién dentro de uma determinada idea de orden, constituyeron puntos impor= Estas ideas, que ponderaban una salud piiblica extendida a lo fisico y moral, pue den rastrearse, como lo han hecho varios investigadores, en los trabajos de sir Francis Galton y su Eugenesia, hacia 1865, y estén relacionadas con el desarrollc € atin no es genética como la concebimos ahora decimonénico de la herencia (q entendida simplemente como transmisién de particulas de padres a hijos. L ideas expresadas por Darwin, también en Inglaterra y sobre la evolucién en ‘espectes, aproximan la herencia en términos de degeneraci neracién, localizando a los pueblos en estos procesos de adelanto 0 decadencia acorde con su adaptacién y con las leyes de la seleccién natural. La forma en que estos dos trabajos se imbricaron promovié la creencia en la posibilidad de crear mnecanismos sociales para manipular la seleccién natural y “mejorar” a la especie humana la nierfa social, el darwinismo social y la politica eugénica gene- ral— esa creencia y sus posibles aplicaciones pricticas fueron uno de los motores que impulsaron los programas de deporte y condicionami por el Estado. La pediatria y la pedagogia de finales del siglo xix, por ejemplo, formaron parte de esa “episteme” que vefa al cuerpo humano, como dice Alber- to del Castillo, hacia adentro, para hacer visible lo invisible’, para generar los “dispositivos” que “crearon las condiciones para la percepcién de la diferencia, él individuo y la normatividad”."” Llevado a un extremo, el celo por promover la regeneracién, como lo expresa Daniel Vargas, planted a “la eugenesia como un artificio del hombre para dirigir la seleccién natural por medio de la reduecién generacional de productos humanos resultado del agrupamiento de seres poco 0 nulamente aptos al medio’.*” El mecanismo o dispositivo preferido de este tipo de yoluntad biopolitica ya en ¢ fue el examen prenupcial. A través de éste se pretendid, cuando menos, establecer que no existia sifilis en ninguno de los cényuges que pudiera causar una degeneracién en la progenie. Lat esterilizacién o, EI Colegio de México, Institut de In Vargas Par pat. Ademds, Var 436 Pacn de los “indeseables” y hasta su extermino en campafas de “saneamiento", hasta donde nos ha quedado claro, no fue la ruta seguida por los miembros de la So- ciedad Mexicana de Eugenesia por el mejoramiento de lar ava (sate) en nuestro pais. Lo que si encontramos desde los afios veinte, antes de la fundacién de la SME, son una serie de programas de deporte masivo que se intensificardn en las dos décadas siguientes, La cultura visual entre 1920 y 1950 es profuusa al respecto. Se trata ahora de la figura del proletariado, el campesino y en general el trabajador como signo y trabajo, y por ello de potencia viril. En términos précticos, el ca- non estético que subyace en estos iconos de potencia es el clasicista; lo vemos en trabajos como Adén y Eva (1992) de Tamara de Lempicka; los obreros del muro norte y del sur en el mural de Diego Rivera en el Art Institute de De- 8); en Las ba cromos para la cementera Cruz Azul) y, de manera ejemplar, en Las futbolistas (1922) de Angel Zérraga. El escritor y critico de arte José Juan Tabla¢ troit (193: stas (1935) de Jorge Gonzalez Camarena (y en sus a pensaba nece aria una “purga” del medio artistico para librarlo de las inelinaciones a las adicciones y la degenet \cidn moral. Tablada describe c6mo desde el siglo x1, para sus jévenes companeros de colegio, La ciudad y los suburbios plagidos de prostibulos, de tabernas, de pil de toros y de gallos y de casas de juego, fue todo Jo que vieron al abrir sus gjos a la vida. Los que no sucumbieron, Jos que en medio de aqulla eatastrate de todos los principios morales, pudieron salvar la fuerza de cardcter y la nocidin del deber fueron héraes en grado maximo y quienes sucumbieron no fueron sino vietimay de uno de los estados sociales mas desorganizados y mas concupiscentes que haya existido en el mundo! Una ciudad decadente, que a decir del poeta, vivieron ademvis con mayor vehe= mencia los jévenes bohemios cercanos a la Revista Moderna. “Sutriendo nosotros el extravio de eres en ‘el arte por el arte’, todos los medios parecfan buenos para conseguir el fin estético y la indispensable ‘torre de marfil’ se convirti6 en caja nagia negra’? Aunque el mismo autor consigna en sus memorias los ejercicios fisicos realizados en el bosque de de sutiles reactivos quimicos y en gabinete de Chapultepec, cuando alumno del Liceo Militar, y que fortalecieron su constitucion, Revista de Revistas publica una serie de dibujos de Angel Zarraga, en los que en este caso, se trata de un grupo de hombres (fig. 10). Al respecto del regreso de la fie muestra los apuntes que hacia para sus cuadros de futbolistas para 19 1 Jose-Iuan Tabla, La fer de to vida (Menwarias), Mésico, Botas, 1997, p. 10 v2 thd. p24 gura humana més clasicista a su obra el pintor aclara al reportero francés, del cual traducen la nota en Revista de Revistas, Me preguntais, —nos dice M. Angel Zarra. ga— c6mo he llegado al sport. Todos los e¢ euantas Vineas que Baudelaire eseribié en su salén de 1846, hablando de Eugenio Delacroix: Un viaje a Marruccos su esp dda; ahi, pudo al antojo estudiar al hombre y pura de toda mezcla y ornada por su salud y e libre desarrollo de sus misculos F pintor de los sports Re Actualmente, para erieontrair todos esto» de julio de 1998, p. elementos, Buffalo, Bergeyre, Pérshing, Co: 437 Jombes, Elisabeth, estdin mis cerca de mi bow. levard Arago que Marruecos. bras de Baudelaire explican mi caso, Pues este regreso al estudio del hombre y de lam El regreso a la figura y el rencuentro de las formas clisieas parten del estudio del natural del que estén tomados los dibujos que reproduce la revista y que infor- man los conocidos cuadros del pintor, Museo de Arte Moderno."* Sobre este depor ; como Las futbolistas, que se encuentra en el ., decia Salvador Novo en sus memorias en Nueva gi mericana, que en esos aiios veinte, la juventud proletaria de la ciudad creciente de 1924, tomado de Bzeélsion Un h ‘ tentado por los spor Gfr Elisa Garefa Barvagién, Angel 7 r Relaciones Exteriores, 1 se trenaaba en el jazz con el mismo espiitu faxgoso y puto con que jugarfa. football, Haba ya sido reseatada del pulque y la cerveza de la servidumbre al offcio, del huarache al ealza- owvtull, y en dias de presumis, alos pantalones ballon ¥ la camisa sport para revestir sucesi« vamente la salud del fit, el tarzén y el pe- 26S E Por su parte, Francisco Eppens disens una buena cantidad de imagenes para los Talleres de Impresién de Estampi- Mas y Valores (rikv) de la Seer Hacienda y Crédito Pablico durante la di tampillas postales privilegian sobre ada de los aos treinta.” Estas es todo el cuerpo masculino fornido y hierdético. Eppens construye una figura humana que es, a decir de Mireida Veldzquez, “en si misma una creacién Fig, 11. Eppens, “Hombre y myer con bandera’, estandarizada que sélo sufre algunas buy para tine postal de 1989, Kipiz ytinta sabre Varjaciones que nos permiten distin- pps eee guir clases sociales y géneros’.” En Hombre y mujer con bandera’, dibujo para timbre postal de 1989 (fig. 11) cuya parte posterior se lee en la inseripcién “El ejecutive Federal considera como justa reparaci6n la rehabilitacién integral de la mujer y su elevacién al plano de equidad con el hombre. Informe presidencial del general Lazaro Cardenas Salvador Novo, Mees grendisa meciana, Méxiea, Era, 1967 [17 ed. 1990]. p95 ido los trabajos dle Mirela Velizequez Tortes satire la obra de Eppens, Velisquer atirma que se imprimicron. (fk Mireida Velézques Torres, “La obra gratia de Franciseo Epp Je Impresiin de Estampils y Val posiciones "Los pinceles de Ia Histori acional de Arte, 2008, pp. L148 Mireida Velézques ‘Tortes, ra gritica de Francisco Eppens en los Talleres de Impresign de Estampillas y Valores de la Secretaria de Hacienda y Crédito Pablico, 1999-1940", tess de mucstr cn Historia del Arte, México, Facultad de Filosofia y Letras, UNAM, febrero de 2008, p. 57, Véase spl un dibujo al Congreso de la Unién, correspon diente al ejercicio comprendido entre el 1° de septiembr de 1936 y el 1 de sep- tiembre de 1937)’. La imaginerfa de Eppens retoma, con cuerpos més volu= minosos y esculpidos con un burdo cincel, la imagen de la pareja revolucio- naria de los carteles soviéticos del nales de los aos veinte El Chango Garefa Cabral también traté el tema del deporte, y de eso nos dan cuenta varios de sus dibujos para portadas de Revista de Revistas. Pero la imagen que me interesa aqui, “Bajo la luvia” (fig, 12), implica un giro estilis- tico en su imaginerfa en los afios treinta que, si bien no aborda el deporte direc- tamente, si trata al cuerpo femenino Fig. 12, Ernesto Gaia Cabral, “Bajo be Uva en un estado fisico de mayor fortaleza ° evita de Revi muscular. Llama la atencién por el con- traste que implica con la fina y esbelta figu xy e6mo Gareia Cabral se adapta a un gusto posterior e introduce una corporalidad mas robusta. Bajo la Huvia” nos ofrece, en un primerfsimo plano, a una dama vestida de rojo que atraviesa una Lluviosa calle del centro capitalino cubriendo su cabeza apenas con una mano. Aqui las formas son directamente turgentes. Debajo de la ropa hi meda se dibujan unos muslos atléticos, unos senos que si bien no son grandes, son bastante mas prominentes que los de las mujeres que dibujara en las portadas de los aftos veinte. Los brazos, del mismo modo, muestran unos hombros fuertes y las pantorrillas tienen mayor volumen, La forma de figurar el cuerpo donde predomi nan la carnalidad y el erotismo vigoroso dejan perder la languidez decadentista y se adhieren a los preceptos higienistas de mente sana en cuerpo sano. Pero, adem 6sta es una mujer que transita sola por la ciudad, que ahora sies el escenario de sus andares, a diferencia de los fondos de ninguna parte, limbos por donde transitaban sus pelonas elegantes de los afios veinte 440 Los preceptos de salud, vigor y ejer- cicio al aire libre son los que se difian den en las paginas de las revistas de los afios treinta, El Maestro Rural, érgano de contacto y difusién de la Secret ria de Educacién Piiblica y las escue- las, maestros y comunidades escolares rurales, publica nw \erosos textos so- bre el desarrollo fisico de los nifios. Se nota ya en los eseritos de la época la influencia de la biotipologéa italiana (se ‘in haciendo tablas donde se estable- cen relaciones entre peso, talla y otras medidas de las partes del cu rpo, y el funcionamiento interno de los érganos siguiendo a Jacinto Viola y la escuela de Nicolas Pende, como en Argentina y Brasil). Salvador Novo expresa, en el ro 9 de El Maestro Rural, de 1982, que podemos pensar en el hombre en régrat descomoxi, Revit Imager. om. — en sociedad como viviendo dentro de una reticula que representa las normas y convenciones sociales; la labor de la escuela es nutrir al individuo de modo tal, en lo intelectual y en lo fisico, que Hene la cel- dilla en su maxima capacidad.” Entre los valores que se destacan en el sistema educativo de los afios treinta, esté sobre todo el de la coeducacién; por ejemplo, se pensé, si uiendo a los pedagogos norteamericanos, que la coeducacién hacia mas independientes a las muchachas y menos toscos a los chicos; ademés, se considera- ba de gran valor la competencia intelectual entre los sexos. El perfe cionamiento de los cuerpos se dio sobre todo en el ejercicio fisico y en las actividades deportivas Aunque las mas destacadas en este ambito fueron las figuras masculinas atlé- del periodo, La vemos en la revista Imagen, publicacién de corta vida que difumdié uno de los y 1933 (fig. 13); aparece sola para un articulo de Eduardo de ticas, la mujer domin6 sobre todo en la representacién de la dan: imaginarios fotograficos més vanguardistas también en unas fotograffas de Ismael Ca 291 Cf Gustavo Valle, "Cuerpo y representacién: la imagen del hombre en la eugenesia latina” en Vac Nejo y Mivaenda, Polticns del ewerpa of. cit, pp. 1 Salvador Novo, “El in cc Ta eseuela rural", BY Maer Fara in. 11° de julio de 1989, Ef Maestro Te Otaién sobre el ballet mexicano ya que “la expresi6n de lirismo mas honda del pueblo mexicano, esté ahi, en su inter pretar danzando, a lo que ya en otra sién hemos llamado por ¢ ismo fig. 14) El periodista se refiere al nacimiento de motivo “el poema con los pies” un “verdadero” ballet mexicano, bajo el entrenamiento de Waldeen en los altos del Palacio de Bellas Artes. Vemos en las bailarinas captadas por Ismael trales, sino sasola no sélo los gestos tea! el regreso del cabello largo y el drama- tismo en la gestualidad, resaltados por elarticulista, Por iiltimo, quizas la imagen mas comin de este estixerzo por moldear los cuerpos puede sintetizarse en la doble plana “La cultura fisica como Fig 1. Fotograiade lana Canoe revista Hh medio de perfeccién racial’, en la que iim, 188, 28 de tanto nifas como nifios, alumnos de la iz ya través de ima; ucla Nacional de Educacién Fisica fenes de varios planteles, muestran la gimnasia colectiva impul- sada por la teorfas, convencidas de la capacidad del ejercicio fisice como perfev- Clonador del cuerpo de los individuos y con ello del cuerpo social (lig, 15), Pero el A estos esfiterzos se sumaron por supuesto las ideas de que la edueactén, las letras, en hamiento fisico fue una respuesta nada més parcial a la mejora de la ra también podian rrancar al pueblo de las manos pegajosas de la degeneracidn La MAESTRA RURAL COMO “MUIER DE LETRAS” Como podemos deducir de las imagenes del extendido ejercicio del deporte, las diferentes clases sociales se dieron cita en esa labor de entrenamiiento » sanea- miento. La presencia de las mu e visible en los sindicatos obreros, en las luchas del magisterio y en la arena politica, en particular en los enfrentami intos y 1 Beluardo de Otann, “El ballet mexicano", Hoy nim. 18, 28 de seriembre 1910, Fotograas de 441 nuestra Kristina A encuentros entre mujeres comunistas y penerristas, como de Boylan, terminan en una alianza durante la época del Frente Popular, en 1987. Podemos ahora considerar otras imAgenes que vinculan a las mujeres con ara definir los cambios de género en el siglo xx: la una practica que fue esencial pa ral presenta a Gabriela Mistral en la portada de educacién. El mismo Garcia més bien abstracta, otro niimero mas de Revista de Revistas y lo hace de maner io recurso del fisonotrazo. Diego Rivera y sucumbiendo al vie} ‘a habfa plasmado icas de la 6poca por lo menos dos versiones de “La maestra rural”, que serfan ie¢ ¥y que fueron diseminadas por el pais a través de las hojas de 1 Maestro Rural La Palacios, en la colonia Pro-Hogar, es una de las a ser y el De- Escuela Primaria Maestra Juana siete escuelas nuevas disefiadas por O'Gorman y construidas por | ‘Sin embargo, la seP no siguié los partamento Central en Azcapotzaleo en 1982 meterse: Las mujeres ene Frente Popular de Méxic 62 Kristina A. Boylan, y "El cent Cano, Vaughan y Oleott, of ¢ 6a L ‘on, secretaria, WC, regaderas, conserjerfay dictados del funcionalismo a pie junti- Has e ineluyé en los muros, al mente del descanso de la escalera entre la planta baja y el primer piso, una se rie de murales. Sabemos que la decora- cin mural de la Escuela Jua lacios constaba de otras escenas que hi encuentran cubiertas o destruidas, salvo una en el cubo de la escalera” (fig. 16 libro Escuelas sep 1999, panel destrui- do, fig. 17 mural). El panel que sobre- vive tiene como tema un grupo escolar al aire libre y es a mf ver una ale de la educacién. El ce Ta maestra. Lee despreocupada mien- tras los ninos se entretienen con los trabajos de la leccién. Detris de su ro- busta figura, surge el tronco de un arbol que se eleva para coronar el mural con la verde tronda de su copa que, ala ver, cubre y resguarda a los otros perso gn la escena. Se trata de dos grupos de alumnos: en el costado izquierdo, tenemos sentadas a las nifas, en tanto que en el derecho estan los varones, Son muchachos obreros y campesinos que podemos diferenciar gracias a su atuendo de overol azul o ropa de manta blanca respectivamente En primer plano, una pareja de pequeiios, nino y nifia, se toman de la mano en seal de unién. Son los nuevos ciudadanos. Casi todos los ninos carecen de un rostro individual; de algunos apenas vemos un par de ojos rasgados, Préc- Heamente todos son mestizos; lo notamos por el tono de piel mas bien canela. s direecién, WC. y regaderas), Sin Petro Xalpa (escuela nu silotes diroce WG. y regaderas), Santiago Abuizotls (os on 2 salone hi WE y te +18), Cumubtepec-Barrio Alto (escuela nueva con 4 salones, onserjeri WC. y repaderas) cu Barrio Bujo-(eseuela nueva con s,direoeibn, V s Ticoman (W.C ras nuevas), San La WE y poz), San Mi scuelas nuevas en Azcapotzaleo en ese aon Cli Kica M fa le Faden mis * ition una parte de su nel Munal MUAG, esas fotogratiasy lo teferente a los muttales en las eactelayite lo SEP dehen 444 PAGINAS PERICDICAS salvo la maestra y una mujer en el extremo izquierdo del mural, que son més blancas, y Ia pareja de indigenas del lado derecho, con tez mds oscura. Los ni- fos estén concentrados en sus labores, con la vista al frente, por lo que vemos sus espaldas y perfiles. Hay un grupo de ninas que se encuentran mirando o maestra. Los tres adultos que discutiendo algo a un costado de la mesa de aparecen en la imagen, ademas de la maestra, estén flanqueando la eseena en el fa, una mujer toma por la espalda con delicadeza primer término, Por la izquier a un nifio; esti calzada con zapatos negros de tacén y viste una falda larga, en e su cabeza tn reboso, Contempla la escena con gesto complacido, Su seguramente su hijo de overol, a tanto cub) obrera, figura representa a la madre de cl Jos mestizos y a la poblacién urbana. Al otro lado, hay una pare El hombre es nifio pequeno de camisa amarilla se abraza a su espalda, De esta forma, las tres de tez oscura, 4 de pie y tiene un nifio en brazos; la mujer est4 en cuclillas y un razas, Ia blanca, la mestiza y la indigena, se retnen en la labor de la escuela Detrds de la maestra hay un nifio de pie que nos da la espalda, pues escribe algo debajo de sobre una pizarra mévil. El fondo montafioso se pierde a la distancii un despejado celaje azul, contra el que contrastan las hojas verdes de la copa del Arbol, El La maestra es en definitiva el centro compositivo y perspectivo del que irra- alén esté en un valle, dian las Imeas ortogonales que marean las hileras de nifios y las montafas, El tronco del rbol es el eje vertical de la composicién. Por un momento, puede parecer que estos nifios son las raices que se hunden en la tierra y sostienen al Arbol que a su vez los cobija y protege. Sobre este mural se ha escrito poco.” Adrian Soto Villafana hace una des- cripcin y un anélisis en el que prefiere enfatizar una interpretacién esotérica de los elementos iconograficos de la obra, en particular los trazos geométricos que ejecuta el nifo en la pizarra, Por mi parte, considero que se trata de una alegoria de la comunidad escolar y de la ma stra en particular. Contiene casi todos los elementos relevantes para la época: el aire libre, el perfil del altiplano rrse del Popocatépetl y el Latac- central con sus montafas (incluso podria trata cihuatl s in nieve), los libros, un globo terréqueo con el mapa del continente 5. Carlos Mérida, Eseritos sobre ante EX muralioma, México, INBA-CENIDIAP, 1987 pp. 80481; Emily Edwards, Painted Wills of Mecict from prehistoric times until taday. Connecticut, University of Texay 1906, pp. 219-220; Orlando S UNAM, 1972, p01; Esther Aceved Iberoatnericana-Depto, de Arte/C Villatana,"Lo-visibley lo oculto, El mural de Ranén Alva Guadarrrama en Ia Escuela Primaria ana Palacios” en Crimea, Reviste del Seminario de Invustigacién “EL Mucalisno, producto dela Revol 2, Dreentario del maralism mexicano, siglo rn a. C1068, México (cola), Guia de murales det centro histrien, México, Universidad ‘ejo Nacional de Fometo a a Educacién, 19% Adeién Soto ign mexicana en Améties”, mim. 2, mayo-agosto 1998, México, IE, UNAM. (que quiza aluda a la raza césmica vasconcelista), los nifios sanos y atentos que reciben suficiente aire puro y sol nos permiten ser testigos de lo que significabe la coeducacién para la época, donde nifas y nifios se sientan “juntos pero no revueltos” a recibir las lecciones. La maestra es una figura interesantisima, ya que en lugar de estar “impar- tiendo una leccién” se encuentra completamente absorta en la lectura.* Esto puede inte pretarse de muchas formas, pero considerando el papel de mas que de “instructor” que casi se exigia del docente en las propuestas peda gogicas de la SEP en esos afios (si uiendo el modelo educativo de la Psicologia de la Acci6n de John Dewey y quizé los conceptos de Marfa Montessori en su método de pedagogia cientifica),”” la maestra est haciendo lo que debfa: atender sus asuntos y permi que los nifios aprendan los conceptos a partir de lac pe riencia. Por qué si no los localiza Alva Guadarrama en este hermoso entorno del que podian derivar todas las ensefanzas necesarias para la vida préctica y el trabajo? Esto puede explicar también por qué los varones ponen atencién, en su individualidad temprana, en tanto las nifias forman un corro que se entretiene en otros asuntos, quizd en el tema de la leccién que discuten en grupo, sociali zando ¢ interactuando de un modo particularmente “femenino’ asocia a la maestra entando al arbol 445 de la sabiduria, tronco central del que surge la maestra, nueva oficiante del culto El érbol es un elemento iconografico que muy seguido se mujeres en los ambientes educativos y puede es! a la educacién, la higiene y el orden (hay que notar que todos los nifios, aunque descalzos, estén impecablemente peinados y vestidos). Si se tr: una femenino no es fortuita, ya que desde siempre a la mujer se la relacioné con li rbol de la sabiduria, el arbol del bien y del mal, su asociacién al elem transmisién de los valores morales en la educacién de los nifios, de los hijos en 166 Vatiasexpli len dar cventad chor: prin las tareas de la Ieee de forma autorregulada, Sin emba ificamente esta imagen no e ‘comin las macstras rurales de Diego Rivera se encentran rodeadas por los nis y a ellos dirige si atencidn; Pablo O'Higgins en la escuela Estado de Mi escuela” sentada a la eabevera de una mesa rectangular, « directamente a unos sin un to sentados alrededor de Ja mesa, en el Centro Escolar Gabriel Ramos Millén en DF (1949) pinta “La importaneia de la Educacién” la muestra esti de ple, frente a un grupo mixto de alunos, ¢interpela a los nitos con wns mano sefalande al castado a le pizaeea. Véase [a p mural en los intros de educacn en Méxivo, Méxi nteca Escolar-Ste 67 Maria Montessori, EY método de la pedagngta cietifica. Aplicade ta edwcacin de la infancha, Madi 446 areama, mural én la Escuela Maestra Juana Palacios, 19 particular, Pudiera tratarse de igual modo del érbol eugénico, al que se asociaban todos los beneficias y ciencias correlativas a la eugenesia de los altos treinta Esta escena que se encuentra en el interior de lo que fue en su momento el modelo mas moderno de escuela pablica, nos confronta con una paradoja: la educacién al aire libre, plasmada en el muro de un edificio ultramoderno que, si bien fomentaba el aire puro y Ja iluminacién, constituia un ambiente cerrado con una reja en la entrada, La tensién que me parece evidente es entre modernidad y tradiciones, entre lo urbano y lo campesino, entre lo expuesto y Jo resguardado. Pero también nos permite identificar el espacio de esta escuela justamente como ese lugar topografico de limite o frontera entre la ciudad y el campo donde conviven hijos de obreros y campesinos, En ese sentido, la funcién simbélica de este mural es representar un espacio limite que se esté consoli- dando en esos afios: la periferia urbana. Nos recuerda a su vez la presencia de un campo “primitivo” e idilico por no estar contaminado ni en lo fisieo ni en lo moral. La funcidn simbélica de esta escena en particular entonces es bastante polifacética: incluye los estereotipos de los nuevos mexicanos ilustrados en su diversidad racial, de género y de edades a la vez presenta una imagen idflica del Jiscusién con Renato Gonzilee Mello y los miembros de Taller 32; en particular con Danie campo y del aula abierta, y retoma la figura, ya canénica para los treinta, de la maestra rural (go nos muestra a la nueva maestra semirrural? Esta imagen de paz contrasta con los murales que decoran otras escuelas de esta misma época, donde los nifios mantean curas, como en la Escuela Heroes de Churubusco en el mural de Julio Castellanos, 0 son acosados por el demonio de la ignorancia que ademas responde iconograficamente a la re presentacidn denostativa del “judio usurero”, como el Shylock shakespeareans que plasmé Roberto Reyes Pérez en otro plantel.® Pero también difiere de las escenas mas espirituales o buedlicas que el mismo Alva Guadarrama pinté para el Mereado Abelardo Rodriguez. dos aftos después. Esta maestra, que no atiende a sus alumnos y que esté tan absorta en su lectura, parece responder més bien a otro tipo de mujer, que podria Hamarse el tipo de la mujer lect ra" o, en su defecto y de manera més propositi de ideas”. Un tipo, creo yo, que puede estar vinculado con la ereciente participa- Gin de las mujeres en el dmbito de las artes y de la politica desde la Hustracién, Fueron representadas con esa agencia desde entonces y no como figuras alegé- ricas. Esta lectura silenciosa y concentrada es una muestra de la existencia de su mundo interno y de la agencia que 1a lectura proporciona a las mujeres (y para la época también a los indigenas). Las mujeres participaron de manera muy activa durante la Revolucién fran cesa. Sus contempordneos las dibujaron jalando cafones ¥ marchando a Versalles en 1789." Como relata Janis Bergman-Carton, en la revuelta de jeres, particularmente las mas pobres, fueron muy vocales. Detriis de la agencia que mostraban habia una ereencia en que la retérica de la democracia Jograrfa derechos universales, por lo que muchas tomaron la oportunidad de promover los intereses de lo que para la Monarqufa de Julio y luego, en la Revolucién de 00 fr respectivamente Ariadiia Patino Gividarran, “Julio Castellanos y- la ensefanza vis Jos murales en la Esewela Héroes de Churubusco en Cuyoacin. (19182 tesis de Tice Historia, Facultad dle Filosolfa y Letras, UNAM, 2007; Dalhie Crue Porchini, “La subversion de lag imiigenes: Roberto Reyes Pérez y la eonsttuceién dle un arte jaeobino en México (Logo de maestria en Historia del A I de Flos NAM De le a SEP de 19: Was ¥ terminadas por O'Gorn sal c teatlo” de tule Castel Héroes de Churubusco en € yeld rote gran vivlenta: lap i shaloas, Cf Lap México et sdacaciin, México, SEP. 2603 y Esther Aveveio otal, Cie de mara tro hist de Méxien Mésivo, Universidad Heroamerieana-D Consejo Nacional de Fome Edlucativo, 1984. James Oles, “Walls to Paint On: American Mutalists in Mein 1 Ph.D. dissertation, Yale University. an 4M Serville, i 2. C. 17H Museé Carnavalette. Cliché Phototéque 448 1848, se conocerian como movimientos feministas. Estas m jeres que escribie- ron panfletos y volantes, lo hacian no como saloniéres ni novelistas, sino como militantes.” Entre 1890 y 1848, hubo cambios significativos en la tipologta ico- nografica de la “mujer de ideas”; uno de estos cambios implie6 un énfasis en lt figura de la mujer lectora Frente a esta figura, tenemos su contratipo cliisico en | figura de la corte- sana, la prostituta, la mujer publica. Ellas eran agentes de perdicién y muestras fehacientes de las teorfas degent acionistas y recapitulacionistas® defendidas por algunos criminélogos decimondnicos que, como, el italiano Cesare Lombro- so, pensaban que el criminal era un ser que se acercaba mas al pasado evolutivo del hombre y a los rasgos mas animales de nuestro antepasados y que sus “ten- dencias” innatas podfan corromper lo que de civilizado y evolucionado tenfan los miembros de su sociedad. Las mujeres, vistas como inferiores por naturale: za, tendiamos por ello a presentar rasgos atévicos més frecuentes y a ser peli- grosas en el sentido de ser “contaminantes” por nuestra inestabilidad evolutiva y psiquic: En el siglo xx las ideas de una unidad fisico-psiquica y endécrina se elaborarfan con mas detenimiento en los estudios de los médicos constitucio- nalistas italianos, como Benigno di Tullio y luego Nicola Pende, quien tendrfa una fuerte influencia en los biotipélogos mexicanos, Es imposible dividir las representaciones de las mujeres en Jas postrimertas del siglo x1x sinicamente estos polos en tensién. Habfa por supuesto otros “tipos” que respondian a circunstancias como el abajo, la salud, la educacién y el consumo. Estas mujeres aparecen en las novelas y los tipos costumbristas son vendedoras en las tiendas de ropa, tienen sus puestos de frutas en los mercados i sobre todo de “mujeres trabajadoras” son tortiller s, lavanderas y pilmamas. La gratica y la fotografia costumbrista las construyen como tipos particu Janis Bergman-Carton, The Woman of Ideas in French crt, 1890-188, ELA, Vale University Press 1995, p. Deigeneracionismo es el temor de que algunos individuos hagan retraceder fos avances de la evolucin fe las “raza” humanas. Cfe Beatta Uris, “Degeneracionismo ¢higiene mental en ef México posrevo fcionarin(19:10-1910)" Bvenia vl. 4 fasefeulo 2, 2004, pp. 87-67. El reeapitulacionisina embrionario fie acuhado por el zoblogo alemin Hernest Hagekel en 1866 En esta teorfa “el desarrollo ontogené tieo del individuo reproduce las secuencias de desarrollo filogenética de la especie en cl sentido de ‘que la ontoggenia (el desarrollo del individuo) implica una recopacii de ka filers (et desarrollo y ‘evolucidn de la especie a la que pertenece), No obstate, durante el proceso de desarratlo embrionario inbriogénesis) se produeen eoincidencias asombrosas con nuestro proceso evolutive flogenétin Env htepr/ oroevistiano iglesia. net/shonwthread, php /16192-OBFECIONES-CREACIONISTAS-A-LA EOR%Ca%8DA-DE-LA-EVOLUCINC3%999N (7 abril, 2010). 74 Como insiste Did-Htuberman, la mirada eliniea que Charcot ayuda constr era ina "mirada nud sin gesto. Finge ser pura ser la “mirada elinia’ ideal, dotada ricamente de lo siguiente: es capt de scuchar el lenguaje en el espectculo que Te “tree Desoray Dororinsky La situacién de las mujeres de letras en nuestro pais era distinta, mas seme- jante a lo que habia ocurrido en Francia para las escritoras a inicios del siglo XIX, €8 decir, no se las tomaba en serio y las letras no eran una actividad presti- giosa para las mujeres, por lo menos hasta la década de 1840 con los trabajos de George Sand.” El artista y caricaturista francés, Honoré Daumier, las sat 126 en varias imagenes caricaturescas burléndose de sus maridos y promoviendo en ge- heral una situaci6n “carnavalesca” del mundo al revés, donde ellas salian felices a la calle mientras ellos, pobres, se quedaban en casa a cuidar los bebés. La prensa para mujeres en México no hace mejores comentarios; por ejemplo, asegura Tan perjudiciales como lus mujeres que escriben, son las mujeres que se “sienten poetisas” y no se resuelven a publicar sus concepeiones, A este género perteneeen tmichas sefioras listas,d quienes titulan “ilustradas” wna poreidn de personas de hucta fé {Oh La Gonzéler! ;Qué senura tan instruidal Librenos Dios de esta elase de inteligencias Todo hiombre que se easa con una de estas eriatunas inteligentes, no és maride: es un costal de paja encargado de la alimentacidn dle su familia Memos tenido ta mala fortuna de conocer 4 ta Gonzaler, que es una aragonesu dada a laine Tuccién, y que pass la existencia diseurriendo sobre problemas més dérduos de este bajo mundo. ‘Créame usted, nos decia en cierta ocasién: Siento con toda el alma haber nacido ast, con dotes intelectuales, aunque me esté mal en decirlo, Quisiera ser como otras mujeres que citkan su ventura en cuidar a su espe > hijos, yen tener arreglados y limpios los cajones de la da. El talento es un estorbo, Gonzilen respeta a su esposa mis que al director general del ramo de Comunicaciones, donde cobra un haber mensual de setenta dros, base de su existencia, Lo que El Correo de las Setoras nos permite apreciar en esta cita es que hasta 1889, casi el fin de siglo, la imagen que presenta una mujer intelectual es una de antifeminidad, es decir, una mujer que gobierna a su marido, no puede asumir su rol de género, y aunque tenga el don de la inteligencia, y lo emplee para instruir a r la nota, la mujer que “no responde al ca otros como parece suge won de género no puede espe ar ids que desdicha, ncia el estereotipo de la “mujer de ‘esa de 1789. Antes de la Revolu- Segtin Janis Bergman-Carton, en Fr ideas” se alters después de la Revolucién frar Véase Janis Bergman-Carton, apc, capitulo 2, "Lae Manik: Renversé: July Monarchy ‘typologies of 5 “Las mujeres ilusteadas”, ef EY Corrn de tas Sefiones, 6 de enero ie L889), tomo VEL, niin, 32 449 450 Paina cidn, era una mujer que intimaba con la aristocracia, si no provenia de su seno, Su trabajo ‘was principally literary but often reflected or implicitly critiqued sexual and economic insti tutions before it was fashionable to do so. Like Christine de Pisan and Louise Labé, women of i 6 sometimes class hybrids or products of the kind of fluid circumstance that sensitized inequality En el siglo xix, siguiendo la tradicién inglesa y con sorna, se la Iamé bas-bleu también fue conocida en Francia como femme-homme, 0 amacone-littéraire la “mu Jer de ideas” de hecho parece ser, segiin Bergman-Carton, una tipologia surgi la del éxito de las controversias que rodearon a figuras como Christine de Pisan (La ciudad de las mujeres, 1405) y Germaine de Staél, mujeres que publicaron sus obras por lo que se les vio como invasoras de un campo exclusivamente mas- ida principalmente (satiricamente 0 no) como un ser intelectual que reconoce y usa el Esta figura no forma emeninos que acorde con Bram Djikstra culino. De hecho, “la frase ‘mujer de ideas’ se refiere a una figura identifi poder de las palabras para influenciar la opinién piiblic parte de los repertorios iconograficos representaban con mayor vigor a la imagen de mujer en el modernismo, Juan Jacobo Row més contundente a la causa de las mujer eau quizas fue el idedlogo encargado de asestar el golpe ancesas. La teorfa social de Rousseau es sobre la f yyace en la teorfa liberal del siglo xix; es visible en los escritos de Michelet y Proudhon. Se trata pues de propu atiza estas de teorfa politica en las que se demoet ol poder masculino mientras se crean estrategias para delimitar 1 culto a la domestici- y domesticar los ambitos de influencia de las mujeres. dad, reemplaz6 la adoracién al rey. Si bien nuestra senora Gonzdilez, descrita burlonamente en El Correo de las Seforitas, sufve la suerte de haber nacido inte- ligente, no pone sus dones en mal uso y se dedica a la instruccién. Janis Bergma © criticaba implfcitamiente alas instituciones sexuales » econdmicas antes de que se pusiera de mode hhacerle. Como Christine de Pisan y Louise L dle la clase socal o productos del tipo de cireunstancias fuidas que las sensibieaban alas cuestiones Carton; op its ppp 9-10, “Su tra a principalmente literario y seguid eeflejaba hg, las tnujeres de ideas, a veces hibridas en el sentido dle Ta desigualdad social’ Te Mbid, pa phrase “woman of ideas” refers to 2 figure principally identified by her nineteenth century contemporaries (satireally or not) as un intellectural being who recognize and uses the power of words to influence public opinion”. Como muestra Bergman-Carton, entre 1830 y 1818, é ceulto a a feminidad de la mujer" tuvo una de sus ns serias manifestaciones, La prolferacion de pu blieaciones sobre mujeres en es4s afios segura al antieismo, pero también a un hecho muy freewentemente ignorado por las historiadoras feminists, el resurgimiento de une voz femenina fuerte y su presencia tanto en la literatura como en la politica Hemos dado este largo rodeo para rastrear una fig a iconogréfica para afirmar algunas cosas, como por ejem= plo, que la dedicacién a la lectura y al el ejercicio del intelecto sacaban a las Mujeres de un pantano genético apa- Fente, aunque paradéjicamente las des- feminizaban. Lo que si se aprecia es un aumento muy interesante en las repre- sentaciones de las mujeres lectoras en murales e ilustraciones en la prensa Angel 24 sa en una obra de su periodo cubista la incluye como poeti- (fig: 18). A pesar de que refleja quiz el ideal de la poetisa francesa, el cuadro es muy sugerente debido a que se tra- ta realmente de una imagen mas bien alegorica y generalizada de la mujer de letras representada por la figura en silueta sin rasgos fisonémicos con tretos. No es una mujer en particular son las mujeres escritoras en esencia Ademés, la obra sugiere por el colorido un espacio mas de ensonacién, a través deuna gama azul grisdcea en la que estén representados el fondo y la mujer, en {anto que los libros, los utensilios de escritura y el propio escritorio estin mucho mis presentes en términos miméticos.” ‘También las maestras rurales de Diego Rivera son mujeres lectoras y se encuentran con sus libros en los muros de la sr yen cl Palacio de Bellas Artes, ayudando a cambiar las condiciones de vida de Ibsescolares en el campo (curiosamente nos recuerc mucho a la madre lectora del Mantitla, aunque ahora esta rodeada de més pupilos). O las vemos torpe- Bente dibujadas de muchas maneras en las paginas de El Maestro Rural fig. 19) aunque también encontramos mujeres indigenas en fotografias de corte franca Inente folklorista (fig. 20} Por iltimo, los ilustradores de las cartillas de alfabetizacién en lengua in igena también recurrieron a las figuras de la mujer maestra leyendo ¢ impar- “ feria del libro de Minera para ext Bp Fausto Ramirer, “La postion 1917", en arte moderna de Méricn Colecién -udnés Blister, Méxi UNAM, 2 2 452 ‘ara significar los tiendo una leccién p cambios que la posrevolucién habia traido a los indigenas y campesinos mestizos. Estas presencias de un nie mero més amplio y variado de figuras de mujeres nos Hevan a pensar que, contrario a la idea de que la posrevo= lucién no trajo cambios signif ala vid ejemplos desde las imagenes nos per= miten reflexionar que estas mutacio- nes fueron maltiples y mas complejas. Gabriela Cano dediea su trabajo en Genero, poder y politica en el México ‘posrevolucionario a presentar y expli: car el caso de Amelio Robles, hombre transgénero que encontré en la lucha armada de la Revolueién un espacio no, 1s ideales alla 6 su identidad de nada mis para dar cauce a s Loved”, en BP Maestro Reel, nin. b 1d agraristas, sino para librar otr cultural, donde tro mujer en una de hombre” Si bien ex= eres como Amelio Robles nos per= nujer nuy generalizado, el caso de muje cesidad de mirar con detenimiento los estereotipos de tremo y ne mite apreciar la n és de la lucha armada y confirmar que se traté de variaciones construidos despt Jos en el siglo xix. La mujer y mutaciones de modelos de ser mujer consolidad entes pedagégicas, enfatizaba la lectura lectora, como modelo de las nuevas co como recurso de mejoramiento y medida profilictica cultural. En esa medida, las mujeres lectoras, pelonas 0 con trenzas, se consolidaron como nuevas mujeres en listas e incluso imagineria de la posrevolucién. Lo hicieron también las sindica las catélicas activistas. Pari de género se vio también atravesad mite apreciar este céustico recuerdo de Salvador Novo los treinta, no era lo cesaltar que la conformacién de una identidad terminar, es importante r y fuertemente afectada, a mi ver, por la de clase social. Como pet respecto a los derechos de las mujeres en Ios afos veinte y mismo ser una borracha rica, que una pobre: aladdes det deseo, Amelio Robles, masculinidad (tranggénero) Ia St Gabriela Cano, “Inoeuiltables Revolucién mesieana’, en Cano, Vaughan y Olcott, op. ct Mis recuerdos, mis constancias personales jetivas, prueban que hasta la época IA DE_EDUCACH n que el estricto jel de Salubridad que fe el doctor Gastélum instaurd en las pulquerfas, mientras las privaba de decoracio- nes murales, la diseriminacién sexual, y envid a las borrachas por su curado a an torno 0 ta ‘quilla exterior a la acogedora privacia del re- cinto, caballeros y damas eompartieron en su interior el social legitimo privilegio de char= lar y beber, del cual por si alguna inaleanzable eles ca A pga la CARTILL AYA~ESPA sin ambajes, en cambio (y ello demuestra que Ja justicia y las compensaciones inmanentes se Tibrio social por encima de las restrieciones con toda libertad empulearse con Old Fashio- rays de Yuentén, Campeche y Quintana Roo, 1946 neds y Wiskey Sours mientras se codean y se ° con sus contlapaches aristocriticos en estas modernas y refinadisimas pulquerias, Con lo que es posible concluir (y en la opcidn reside la esencia de una libertad de criterio por la que tanto hemos luchado), © que el pucble bajo ha ascendido sus costumbres hasta la aris tocracia, © que la aristocracia ha precipitado sus habitos hasta aquellos que ef pueblo bajo ya aandond, de que el pueblo bajo ya se emancips. Entonces, incluso en la construccién y “germinacién” de las nuevas mujeres, pa- rece que el abismo entre las clase sociales no cedié, @ pesar de los muchos esfiuer- 20s por la apertura de espacios de trabajo y mejora de condiciones sociales para las mujeres, la lucha por el derecho al voto, la educaci6n y el trabajo digno remu- nerado, la higiene y el ejercicio, las costumbres importadas y las nuevas pricticas culturales y sociales. Las implicaciones de esta brecha de clase siguen hasta hoy dfa atravesando el discurso y las luchas feministas, asi como las representaciones, mucho mas plurales, de las mujeres en el pafs. 453

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