COLETTE SOLER
LO QUE QUEDA
DE LA INFANCIA
Bs CRIS
FORMACIONES CLINICAS DEL CAMPO LACANIANO
COLEGIO CLINICO DE PARIS
— CuRSO 2012-2013 —Colette Soler
LO QUE QUEDA
DE LA INFANCIA
Formaciones CLinIcAs DEL CaMPo LACANIANO
CoLEci0 CLinico DE Parts
— Curso 2012-2013 —
TRADUCCION DE PABLO PEUSNER
TetraElegi como titulo para este afio “El nifio en el adulto”, que es una
parte del titulo general propuesto por los Colegios Clinicos, que
es mas extenso: “La perversién polimorfa, el nifio en el adulto”. El
Colegio Clinico de Paris le agregé ademas: “Clinica de las pulsiones
y del sintoma”.
Perspectiva
EI nifio en el adulto es una cuestién mucho mds amplia que la
aludida por las expresiones perversién polimorfa, pulsi6n y sintoma.
Estas expresiones solo retienen, en la cuestién de las edades, las
modalidades de goce propias de cada periodo —dicho de otro modo:
lo que se denomina sexualidad infantil o genital. Plantean entonces
la cuestién de saber si y cémo las modalidades de goce propias de
la infancia -tal como Freud comenzé a ponerlas en evidencia con el
término de perversién polimorfa— se prolongan en la edad adulta; o
bien si del nifio al adulto hay al respecto una ruptura, un umbral, y
en tal caso cual serfa. No voy a trabajar sobre la pregunta asi restrin-
gida sino que la abordaré en toda su extensién, incluyéndola entonces
en un marco mas amplio para interrogar qué de la infancia deter-
mina no solamente la sexualidad por venir, sino el destino del sujeto.
No es que esta restriccién a lo sexual de nuestro titulo no resulte
justificable, lo es, pero no permite dar cuenta por si sola de la expe-
riencia de un andlisis. En el andlisis no podemos evitar tener un
quehacer con lo que denominamos el sujeto. No el sujeto en el sentidobanal del término, sino que hablamos del sujeto determinado por d
significante, y los significantes son en principio del Otro. El sujeto ge
constituye en el lugar del Otro y se afirma en una relacién al Otro_
que no desplegaré aqui.
Ciertamente podemos preguntarnos si lo que destaqué de la tltimg
ensefianza de Lacan sobre el inconsciente real, ese inconsciente cuyos
significantes hacen blanco directamente sobre la sustancia gozante,
vuelve a poner en cuestién esta tesis. Podemos preguntarnoslo pero
no podemos tener la respuesta por adquirida antes de elaborarla. En
todo caso podemos ya suponer que no se trata de elegir entre el sujeto
que es efecto del lenguaje y la sustancia corporal estructurada por el
lenguaje, sino de captar su articulacién precisa. Es lo que intentaré.
Por el momento sefialo solamente que esta linea de fractura entre
el sujeto y lo real del goce se traduce clinicamente en el andlisis por
un hecho mayor: es posible separarse del Otro -obviamente, habria
que desplegar esta expresién-, pero no de las modalidades de goce,
ya sean pulsionales, fantasmaticas o sintomdticas (puesto que el goce
noes uno). No son los beneficios terapéuticos del andlisis los que me
objetardn, ya que no son més que acomodaciones, ajustes. Pero si uno
no se separa de ellas, a lo mejor es posible identificarse a esas modali-
dades de goce, decia Lacan. La expresién “identificarse a su sintoma”
ha sido extensamente comentada en nuestra comunidad: no signi-
fica solamente que se lo reconoce y que entonces se lo acepta, sino
que Lacan lIleg6 a decir mucho mas: que uno puede hacerse respon-
sable de eso, es decir que se le responde. Introduzco aqui, y ustedes
lo captan, un componente ético que esta ausente en las nociones de
perversi6n polimorfa, de pulsién y de sintoma, y que intento reintro-
ducir en el inicio de este afio. La dicho-mencién (dit-mention) ética,
por oscura que sea —y lo es porque hunde sus raices originalmente en
lo que Lacan llam6 “la insondable decisién del ser’—, esta dimensi6én
ética, inherente al andlisis, objeta que —como se tiende a hacer creo
que desde hace algunos afios— se reduzca la clinica a meros problemas
del goce. Tal vez crean que asf aleanzaran al inconsciente real, no lo
sé... Es cierto que los analistas se contradicen muy a menudo. Y lo
hacen en acto. Por un lado, ahora se afirman alto y fuerte los efectos
de lalengua sobre el cuerpo; pero por otro lado, a nivel del manejo de
la cura, aleanza como evidencia con escuchar el menor comentario
de algun caso para comprender que implicitamente se refieren a la
buena y antigua regulacién edipica, es decir a la metdfora anterior alLo que queda de la infancia
inconsciente real de Lacan. Volveré sobre este punto. Por el momento
y a titulo de introducci6n, quisiera mostrar la extensién de lo que
compromete el tema del nifio en el adulto.
Lo que esta en juego en la cuestién
Un primer punto en juego es, evidentemente, el tan debatido deter-
minismo. {Acaso lo que somos se decide en nuestros primeros afios?
éEs cierto que, como se ha dicho en ocasiones y en nombre del psicoa-
nélisis, todo estd jugado a los tres o cuatro afios de edad? El tema
de la infancia como destino esta tan presente en nuestra época que
sirve incluso como explicacién para todo y, a menudo, como coartada
o circunstancia atenuante —asi se dice. Todos y cada uno esta intere-
sados en esta pregunta que interroga el margen de libertad, 0 sea a
la responsabilidad que podemos atribuirnos y, con ella, a una ética
posible. En efecto, desde que se habla de ética se supone que es posible
elegir. Pero de hecho la pregunta por el margen de libertad, es decir de
lainterpretacién y la respuesta ante lo que adviene, no se plantea sola-
mente para el adulto; desde el punto de vista analitico esta allf desde
la infancia, e incluso desde la primera infancia, antes de los seis afios,
esos seis afios que la tradicién llamaba “la edad de la razén”, la edad
en la cual se suponia que el nifio accedia a ese atributo del adulto...
Un segundo punto que salta a la vista y que es el punto crucial, es
el de saber qué es un adulto y su diferencia con el nifio—si bien nuestro
titulo pareciera dar la respuesta por resuelta. Partamos de lo que no
deja dudas. Hay entre el nifio y el adulto una diferencia bien asegu-
rada por el organismo, concretamente con ese umbral de la pubertad.
que abre a la posible reproduccién de los cuerpos. Eso es real. Ahora
bien, ese umbral de la edad de la pubertad permanecié estable a
través de los siglos a pesar de ciertas fluctuaciones menores segun las
coyunturas de la civilizacién. Digamos que se trata de un dato de la
naturaleza. No obstante, el psicoandlisis no tiene que vérselas con el
organismo en forma directa. Este no esta concernido sino a través de
las transformaciones que lo convierten en lo que llamamos un cuerpo
—hoy en dia tan a la moda no solamente en el psicoanilisis. El cuerpo
es el organismo transformado, tan transformado que ha perdido la
brdjula instintiva que guia a las especies animales. Por otra parte, se
constata que esta sujeto a sintomas tan ligados al discurso que éste
11puede modificarlos. Se trata entonces de saber qué son un nifo y un
adulto para el hablante, o sea para un ser marcado por los efectos de
la palabra y que por eso tiene un inconsciente: {como es que el orga-
nismo se captura en la dialéctica del sujeto y de lo que gobierna su
temporalidad, el tiempo propio del serhablante?
Un gran debate atravesé al movimiento analitico sobre este
asunto. Lacan particip6 como polemista contra las llamadas teorias
del desarrollo, las que sostenian que las fases que se observan en el
tiempo de los humanos estan prescritas por la naturaleza; dicho de
otro modo, las consideraban fases del tiempo real del organismo. La
hipétesis del desarrollo supone creer que al igual que las plantas
o los animales el humano crece segtin el programa de la especie, y
que por lo tanto las fases que observamos, porque claramente se las
constata, son homélogas a la pubertad, la que en efecto solo depende
muy poco de lo simbélico y de lo imaginario, al menos en lo esencial.
El debate justamente causé estragos en el psicoandlisis con nifios.
Creo que la teorfa freudiana de las fases de la libido que conducen a
la genitalidad adulta indujo esta hipétesis naturalista. Cuando Freud
escribe sobre las “organizaciones pregenitales” inducia a pensar en una
progresi6n casi natural desde la perversién polimorfa hacia esas orga-
nizaciones infantiles que ignoran la genitalidad, y de alli a la genita-
lidad. En la perversién polimorfa propiamente dicha la libido no esta
unificada en torno a una pulsién dominante; en las organizaciones
llamadas pregenitales, esta unificada en torno de una pulsién domi-
nante pero la diferencia de los sexos no esta concernida; mientras que
la genitalidad se define por el hecho de que la diferencia de los sexos
entra en juego, ya sea eligiéndola o eliminandola. Es captable en todos
los casos: lo que est en cuestién es el objeto, el objeto requerido por la
intencién del goce. Los postfreudianos concibieron esta sucesién como
un trayecto independiente del discurso; ellos no hablaban del discurso
pero podemos decirlo con sus términos: independiente de la cultura.
El més representativo al respecto fue Karl Abraham, el analista de
Melanie Klein, autor consistente, gran teérico de los objetos parciales,
de los que afirmaba que estaban llamados a unificarse en un objeto
que calificaba de total: el partenaire heterosexual.
Dije que Freud habia inducido esta concepci6n, pero para ser
justos hay que observar que progresivamente la fue poniendo en
cuestién a favor de una concepcién mucho mds compleja. Volveré a
esos textos freudianos que siguen siendo fundamentales. Este debateLo que queda de la infancia
se repitié entre los discfpulos de Lacan. Hay un eco al respecto en el
seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis, en
una pregunta que planteé Francoise Dolté, quien le dijo a Lacan no
comprender cémo se puede prescindir de la referencia a los estadios
en el andlisis de nifios. Fijense en la pagina 72, al final de la lecci6n
del 12 de febrero de 1964. En efecto, ella no comprende. No es que
no comprende que se prescinda de los estadios, sino de la hipé-
tesis naturalista. Es lo que en sustancia le responde Lacan. Pueden.
ustedes leer su respuesta: “La descripcién de los estadios formadores
de la libido, no debe ser referida a una pseudo-maduraci6n natural,
siempre opaca”. Y asf, por no referirla a esa hipétesis, cambia todo
y especialmente lo siguiente: si los estadios son naturales, entonces
la heterosexualidad es la norma y todas las personas que no son
hétero habitan una sexualidad anormal, perversa; la perversién
seria entonces un “residuo” del desarrollo estandar -o dicho de otro
modo, un hecho de infantilismo. “Residuo” es el término que utiliza
Freud en una de sus notas a Tres ensayos de teorta sexual.
Este asunto del desarrollo no produce mas debate hoy en dia, pero
no porque haya sido resuelto sino porque los analistas de diversas
corrientes ya no estan en situacién de didlogo. Ya no se habla mas
de este asunto, pero el clivaje que introduce esta siempre ahi, perfec-
tamente legible, especialmente en las producciones de los analistas
acerca de la homosexualidad, para no tomar sino el ejemplo que segu-
ramente es el mejor.
Para concluir sobre este punto, nuestro tema compromete todo
lo que el psicoandlisis aporté a la concepcién del humano a partir
de las dos esenciales preguntas acerca de (1°) los limites del deter-
minismo (limite sin el cual no hay ética), y (2°) de la normativiza-
ci6n de la sexualidad.
Coyuntura de época
Para introducir el tema voy a apoyarme en el ejemplo de Lacan.
A modo de conclusién de las jornadas de estudio sobre el nifio y las
psicosis' (organizadas en la Maison de la Chimie, en Paris, el 21 y
1. [Colette Soler se refiere al texto publicado como “Alocucién sobre las psicosis del nifio”
(1967), en Lacan, Jacques. Otros escritos. Paidés, Buenos Aires, 2012, p.381 y ss).22 de octubre de 1967, algunos dias después de la “Proposicién del 9
de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela”), antes de hablar del
nifio y del psicético, Lacan plantea como primera urgencia la nece-
sidad de precisar aquello a lo que desde ese momento el psiquiatra
y el psicoanalista deberdn enfrentarse en la coyuntura de la época.
Las intervenciones de dicho Coloquio aparecieron un afio después, en
diciembre de 1968, en Recherches, Enfance aliénée II. Una vez mas la
primera indicaci6n de Lacan es que no se puede ignorar que la clinica
y el tratamiento individual son indisociables de lo que hace ya mucho
tiempo llamé la clinica del discurso, es decir del lazo social dominante.
Pero no hay lugar a dudas de que desde los treinta primeros afios
del ultimo siglo, la época de Freud, algo ha cambiado en el discurso
comuin por el hecho de los efectos a largo plazo de la ciencia. Es incluso
un verdadero cambio radical en lo que refiere a las costumbres. Relei
algunos textos de Freud, los dedicados a la educacién sexual de los
nifios de 1907 y a las teorias sexuales infantiles de 1908... Jamas
habia notado hasta qué punto, ademas de su alcance analitico, se
trata de verdaderos documentos antropoldégicos. Los ejemplos de los
nifios que cita, sobre todo los de las nifias, hoy en dia serian inha-
llables. Tal como ese en el que una “doncella inocente” —como dice
Freud- se indigna de que su esposo le hubiera “orinado adentro” en
su noche de bodas... Hay otros por el estilo.
Abordo las cosas no en el nivel de las realidades, sino en el de lo
que se formula actualmente. Constatamos la caida patente de las
hipétesis naturalistas en lo que refiere a las realidades sexuales.
Los gender studies ya lo advirtieron. Cualquiera sea su diversidad,
conciben a las realidades sexuales como profundamente sociales. En
Francia, Simone de Beauvoir profirié su famoso “no se nace mujer,
se llega a serlo”. Es cierto que una contraofensiva esta en marcha
actualmente, la que retorna a un naturalismo biolégico a través de
la hipétesis de los determinismos organicos, cerebrales, hormonales,
genéticos, etc. Se trata otra vez de una repercusién ideolégica de la
ciencia. Mientras tanto, la normalizaci6n de la homosexualidad esta
en curso a pesar de algunos focos de resistencia que actualmente nos
hacen ruido pero que la corriente principal arrastrara. Igualmente
hay a nivel juridico una permisividad sexual cuyo tnico limite es
actualmente el consentimiento del partenaire —he desarrollado ya
ese punto. De alli el ascenso de las dos unicas grandes faltas legales
que permanecen, la violacién y la pedofilia, donde falta el consenti-EE ———oOooo
miento. Finalmente, la concepcién de lo que son un nifio y un adulto
ha cambiado. En el discurso comun, ese que hablan los sujetos que
recibimos, el adulto ha sido pensado desde hace tiempo en términos de
valores: valores de madurez a los que habrfa que acceder, y de racio-
nalidad. Quien dice madurez y racionalidad habla, en términos freu-
dianos, del principio de realidad (PR), 0 sea de la aceptacién de las
prohibiciones y obligaciones ligadas a toda integracién en un discurso.
Se habla mucho en estos tiempos de los problemas de integracién, se
trata siempre de la integracién en los valores que regulan los lazos
sociales. Ese principio de realidad incita a todos y a cada uno a salir
de la infancia, a renunciar a la irresponsabilidad que se cree que la
caracteriza, y a temperar su preferencia en todo por el principio del
placer (PPL). Como resultado, la relacién nifio/adulto es concebida en
términos del acceso a favorecer, promover, incluso a imponer. El tema
acosa a todo el mundo de la educaci6n que no es solamente el de la
escuela sino, en principio, a las familias. No sorprende encontrarlo en
boca de los analizantes cuando lamentan no poder llegar a ser adultos
y responsables. Uno de ellos me decia lamentandose: “soy todavia un
nifio, mi verdad, mi real, es que seguf siendo nifio, un nifio inquieto y
asustado”. La cuestién es entonces saber cual es la verdadera natura-
leza del sentimiento de déficit del que un sujeto testimonia cuando se
expresa de esa manera, lo que no es raro. Es solamente el resultado
de una idealizacién del adulto que se percibe cuando se le atribuye a
éste madurez y racionalidad? {Es esta idealizacién la que genera ese
afecto de incapacidad, digamos de impotencia? No resulta impensable
porque un ideal produce siempre, ademas de sus efectos de arrastre,
efectos deprimentes en tanto que justamente solo se realiza parcial-
mente. No es impensable entonces, sino sin duda un poco precario.
Ademias, esta idealizaci6n misma tambalea mas y mds.
“El nifio generalizado”
Un indice al respecto es el término hoy en dia en curso de juve-
nilismo. Este indica que se produjo una inversién, que el plus con el
que se acreditaba a los adultos, o mds precisamente a los llamados
ancianos en el discurso de la tradicién pre-cientifica, les ha sido
sustrafdo; actualmente es la juventud lo que aparece como lo més
precioso, y eso se manifiesta en todos los niveles de la vida social, espe-
WwWcialmente profesional, a nivel del empleo. Ciertamente, esta inversién
no toca en forma directa a la oposicién nifio/adulto, pero indica un
desplazamiento del acento y una evoluci6n en curso. Da la impresién,
més generalmente, que hoy en dia se cree mucho menos en la racio-
nalidad universalizante como propiedad idealizante del adulto. Es
tan cierto que regularmente se escucha en los medios a filésofos que
asumen la defensa de la racionalidad universalizante en contra del
ascenso de las tesis relativistas. Conocen ustedes una antigua formula
al respecto, anterior a la época de la globalizacién: “verdad de este
lado de los Pirineos, error mds alla”. El psicoandlisis probablemente
es convocado ahi para cualquier cosa. Resulta claro en todo caso que
lo que Lacan Ilam6 “la razén desde Freud” no sirvié a la raz6n univer-
salizante de los filésofos. Lo que asi nombraba ponia en evidencia para
la practica freudiana que las manifestaciones de lo inconsciente mas
perturbadoras del buen orden y las mas aparentemente absurdas no
eran del orden de lo irracional, ya que obedecian a sus propias regula-
ciones. La tesis es explicita en el seminario sobre Los escritos técnicos
de Freud: el campo de la subjetividad no es el de lo irracional, tal como
laciencia y el discurso comtin quieren hacernos creer. Hay una razén
en el campo de lo mas subjetivo y de lo mas particular marcado por
lo inconsciente. A la vez, el sujeto universal del conocimiento, ese del
que Kant decia “el Yo pienso debe poder acompajiar todas mis repre-
sentaciones”, reaparece como sujeto dividido. Hay pensamiento que
piensa sin “Yo pienso”. Es lo que Lacan denomin6 subversién del
sujeto, entiéndase “del sujeto cldsico”. Por otra parte, el postulado de
una época de la razén ha perdido su fuerza. De todos modos se han
oido algunas voces, es cierto que aisladas, preconizando la ensefanza
de la filosoffa... jdesde el jardin de infantes, a los tres afios!
{Serd por eso que hemos visto emerger progresivamente hasta
nuestros dias la idea de que, probablemente, no hay mas verdaderos
adultos? Observen que nuestro siglo registra muchas desapariciones,
es divertido: ya no hay verdaderos hombres y sobre todo ya no hay
verdaderos padres, ni verdaderas mujeres, ni adultos... Lacan hablé de
esta puesta en cuesti6n de la nocién de adulto en 1967, en el coloquio
al que hice referencia, y evidentemente no lo hizo para declarar su
aprobacién. Lejos de eso. Para Lacan un nifio no es un adulto, pero
atin habrd que decir en qué reside la diferencia —ya que no esta en las
tesis idealizantes que acabo de evocar-, y si con la pubertad alcanza
para inscribirla.Lo que queda de la infancia
Contamos con dos grandes textos de Lacan sobre los nifios, si bien
no son grandes por sus dimensiones sino por sus tesis: el que recoge
sus conclusiones al coloquio del ’67 y la “Nota sobre el nifio”. Es en el
primero de ellos donde habla de esta puesta en cuestién del adulto.
Al releerlo pude valorar una pequefia paradoja muy simpatica.
En el circulo de Maud Mannoni, de quien no quisiera hablar mal ya
que tuvo sus méritos, se amaba tanto a Lacan sin entenderlo que su
participacién produjo encanto, su contribucién fue muy estimada y por
supuesto publicada inmediatamente. Cuando digo que “se lo amaba
tanto”, lo hago irénicamente ya que de hecho se servian de él como de
un sello de calidad, dijera lo que dijera. Lefdo a la luz de nuestra actua-
lidad, ya sin esa demanda transferencial tan presente, es evidente
que todo el texto es una verdadera reprimenda a los psicoanalistas
de su Escuela y también a los psiquiatras. Si bien estaban en la sala
Jos ingleses (Cooper, Laing, Winnicott) invitados por Maud Mannoni,
élles hablaba a los suyos. Volveré sobre lo que Lacan les sefialé seve-
ramente, pero ahora retengo solamente el punto que segtin entiendo
tiene valor preliminar.
En dicho coloquio se hablé del nifio, de la psicosis y de la institu-
cién (de cuidados). Pero la intervencién de Lacan se abre y se cierra
con el problema de la segregacién creciente en nuestra civilizacién,
a la que plantea como previa a toda concepcién del andlisis de nifios.
éCémo entenderla y utilizarla? Sabemos que la clinica de los sujetos,
con los sintomas de goce que les produce el inconsciente, es insepa-
rable del estado de los lazos sociales que no son otra cosa que trata-
mientos colectivos del goce. Esto es asi para todos los casos, més ain
cuando se trata de nifios. Por una simple raz6n: y es que el nifio esta
a la merced del Otro, de los otros que lo reciben en la vida. Esté a
su merced real y simbélicamente. Por eso, para situar el ser del nifio
-si acaso puedo emplear esta expresién— se interroga lo que él es
para el Otro, para esos otros que hablan, cada uno, el discurso de
su tiempo, de su sociedad. Es lo que fuertemente acentuaba Lacan
en las notas a Jenny Aubry (que se publicaron como “Nota sobre el
nifio”). Pero entonces, {por qué situar la segregacién creciente como
el factor determinante para pensar no solo la psicosis sino también
la clinica con nifios? Lacan insiste en que no alcanza con considerar
la relaci6n entre locura y libertad, relacién intrinseca que él mismo
valorizé desde el principio y de la que los psiquiatras presentes se
habian ocupado mucho, tanto como algunos de sus discipulos, porejemplo Jean Oury. Lo esencial est4 en otra parte, en “aquello con
lo que (...) tendremos que vérnoslas, y de modo cada vez mas apre-
miante: la segregacién”. Estamos en 1967.
Y vuelve al mismo tema al final del texto, cuando introduce lo
que llama los problemas planteados por la época concernientes al
cuerpo. Esos problemas vuelven a chocar contra los derechos del
hombre a nivel del cuerpo, y Lacan evoca el derecho al nacimiento
—estamos hoy a pleno con la procreacién en los matrimonios homo-
sexuales-, la libre disposicién del cuerpo (tw cwerpo es tuyo) y el uso
social que puede hacerse de todo eso, que no es tan libre. En todo
el asunto evidentemente solo es cuestién de una cosa: del derecho
al goce del cuerpo propio que desde entonces todos reivindican.
Estamos en el nivel de los derechos del hombre aplicados a la gestién
de los cuerpos. Y Lacan concluye, sorprendentemente, formulando
una tesis que fue ignorada en su consecuencia. Cito: “;Extraeremos
la consecuencia de un término como el del nifio generalizado?”. He
aqui entonces una consecuencia bastante inédita para agregar a los
efectos ya observados de la ciencia, via los derechos del hombre y
la organizaci6n globalizada del capitalismo: “el nifio generalizado”.
Sigue luego hablando de las anti-memorias que André Malraux
venia de publicar:
Algunas anti-memorias ocupan la actualidad en estos dias (por qué
asf son estas memorias si es por no ser confesiones, nos advierten?, gno es
esa desde siempre la diferencia de las memorias?). Sea como fuere, el autor
las abre por la confidencia de extrafia resonancia con que un religioso lo
despidi6: Termino por creer, vea usted, en la declinacién de mi vida, que no
hay personas mayores.
Y Lacan agrega: “Esto es algo que rubrica la entrada de todo un
mundo en la via de la segregacién”.
Eneste breve texto se capta que Lacan no ha sido verdaderamente
embaucado por esas anti-memorias. ;Bravo por él!, sobre todo porque
los recuerdos recientemente publicados de su esposa, Clara Malraux,
quien estuvo en un principio ligada a su hermano muerto durante
la guerra, han revelado justamente la triste parte del engafio y las
mentiras. Pero eso no es lo esencial para lo que nos interesa. No hay
personas mayores. Si tal fuera el caso, entonces no habria mds que
nifios, j6venes 0 viejos, de donde surge la expresién de “el nifio genera-
lizado”. Y logicamente los padres de familia también estan incluidos:
—_Lo que queda de la infancia
todos esos papds que ya no tienen como funci6n especifica -como si lo
tuvieron alguna vez- llevar el dinero a casa para asegurar el pan de
la familia puesto que ahora las mujeres trabajan y ya que, ademas, se
les exige que compartan los cuidados del maternaje en igual medida.
Tampoco sorprende que esto ocurra en un contexto que promueve los
“derechos del nifio” en igualdad de condiciones con los derechos de
cualquier otro, lo que no quiere decir que se los respete. Entonces,
estas dos formulas que se complementan (“el nifio generalizado” y
“no hay personas mayores”), que nivelan la distincién nifio/adulto en
el campo social y también la jerarquia que ha reinado durante tanto
tiempo, {qué tienen que ver con la segregacién? {Cual es la articu-
laci6n entre el “todos nifios” y la segregacién? No olvidemos que en
ese momento Lacan concluia su “Proposicién sobre el psicoanalista
de la Escuela”, anunciando la segregacién creciente y generalizada,
e indicando asi que —seguin entendia— el psicoanalista, en acto, debe
tener en cuenta lo que es una verdadera subversion social y no sola-
mente sexual.
Subversion social
Quisiera mostrarles que mds all de una descripcién del estado de
las cosas, este punto compromete la concepcién misma del lazo social.
Ya desarrollé la distincién entre diferentes tipos de colectivos: por un
lado los que estan ordenados en el lazo social, de hecho se trata de
los que Freud describié en su “Psicologia de las masas y andlisis del
yo” y que voy a designar con el término ‘multitud’ [foule] y después,
por otra parte aquellos que solo son agregados de unidades indivi-
duales multiples y que designo con el término de ‘masas’ [masses].
El ntimero no es suficiente para hacer lazo social, de hecho en el
psicoandlisis se hace lazo social de a dos. Y ademas, cuanto menos
lazo social haya, mds valor se le da al numero —se lo verifica con el
reino del rating generalizado, en todos los niveles e incluso entre
los psicoanalistas.
La segregaci6n es solidaria de la conjugacién de dos fendmenos:
la degradacién de los lazos sociales y los derechos del hombre. La
pregunta, dice Lacan, “es la siguiente: ;cémo arreglarselas para que
masas humanas, destinadas a compartir un mismo espacio, no sola-
mente geogrdfico, sino familiar llegado el caso, permanezcan sepa-
19Colette Soler
radas?”. Y bien, la segregacién responde a la pregunta mediante la
légica de los campos que separa los espacios para atribuir lugares
distintos. Ese tratamiento de las masas, del numero, mediante la
segregacién es una consecuencia directa de la degradacién de los
lazos sociales. Sera necesario que precise un aspecto que se concibe
mal acerca de lo que es un lazo social, pero tengan en cuenta que
cuando los lazos sociales se deshacen, queda la masa: un agregado
de individuos, de Unos que a titulo de unidades, no estan jerarqui-
zados sino a la par en el agregado, de hecho y de derecho. Asi es que
en la masa del “todos nifios” -y aqui tienen una férmula de paridad-,
la segregaci6n es entonces el tinico modo de tratamiento de la coha-
bitaci6n: el tratamiento mediante la divisién real del espacio. A
nivel social y politico, la democracia norteamericana lo ha desarro-
llado al extremo: cada quien tiene su bus, su zona, etc. Esta légica
de los barrios ha invadido ahora a Europa y se retoma incluso en el
habitat de las familias en la concepcién de los departamentos: cada
uno tiene su habitacién, su escritorio con su televisién, su computa-
dora, lo que asegura la separacién espacial. Es un tratamiento por
Jo real de los espacios.
Ellazo social, al contrario, trata los problemas de la cohabitacién de
los cuerpos, permite vivir juntos -como se dice ahora— por el lenguaje,
por los semejantes, digamos. Y por eso todo lazo social implica la
disparidad. Es un punto que se ha captado mal en la valorizacién que
ahora hacemos del lazo social. En cada uno de los discursos estable-
cidos no hay paridad entre las duplas que los constituyen, eso es claro.
Los dos 0 mas de dos partenaires que estan ligados en un lazo social
tienen la misma disparidad que el S, en posicién de agente (el que
ordena el lazo) y el S, con el que se relaciona y que designa a lo que
alli es ordenado. Y estos dos significantes definen funciones, tareas
diferentes. Para el amo y para el esclavo, para el profesor y sus astu-
dados, para la histérica y el amo, esta bien claro, y vale también para
el analista y para el analizante, ya que la relacién transferencial es
una relacién de disparidad —asi dice la “Proposicién...”. Con el lazo
social, en los tiempos de los derechos del hombre hay que afirmar que
todos son iguales en derechos pero desiguales de hecho, no solo por las
contingencias de la naturaleza y de la historia, sino por el orden que
instauran los discursos. El lazo social instaura el “no todos iguales”:
amo oesclavo no es igual, ni tampoco analista o analizante. En el lazo
social se instaura un orden de lenguaje al precio de una disparidad
tee oe aw
n
op QaLo que queda de la infancia
de principios, si ésta falta solo queda la segregacién. Contamos con la
demostracién que ofrece el discurso del amo antiguo: ese amo no era
para nada igualitario con sus esclavos pero no los segregaba, siendo
la casa su lugar comun. Si no se toma en cuenta que la disparidad es
inherente al lazo social, no se comprende la afirmacién de que el capi-
talismo —efecto mayor de la ciencia en la realidad— deshace los lazos
sociales. A titulo de objecién un colega me decia que a su criterio el
discurso capitalista también creaba lazos sociales. {Es asi? De hecho
asegura relaciones a escala mundial, extiende las posibilidades de
conexiones, de comunicaciones audiovisuales, multiplica las posibi-
lidades de encuentros y sus ritmos, etc. Ya he desarrollado que rela-
ciones, comunicacién, encuentros 0 citas, todo ese tipo de contactos
entre pares, no son por esencia lazos sociales.
El lazo social con su disparidad trata al goce de una forma precisa:
se produce una modalidad comun de goce, pero que deja lugar a los
desvios de las verdades individuales. Contrariamente, en la masa
los goces particulares pueden no ser idénticos, sino mas bien discor-
dantes, pero con igualdad de pretensién e incluso de derecho. Podemos
afirmar de otro modo esta disparidad propia del lazo social. Todo lazo
social establece una relacién de autoridad consentida, una jerarquia.
Es un pleonasmo porque no hay autoridad que no sea consentida —
es lo que Lacan Ilamaba en su momento “la dimensién del pacto”—.
Leia en estos dias una biografia de Denis Diderot, a quien le debemos
la gran Enciclopedia unos cuarenta afios antes de la Revoluci6n. Se
capta alli de modo impactante el momento de nuestra historia en
el que, junto a las nuevas ideas, crece la polémica entre las autori-
dades politicas y religiosas, con una censura feroz como respuesta.
En esa época la autoridad era algo muy distinto a lo que es hoy en
dia. Piensen ustedes que se alcanzaba la mayoria de edad y se le
permitia a un hijo emanciparse en cuanto a su profesién, acceder al
matrimonio, orientar su propia vida, etc., recién a los treinta afios.
Hoy en dia esta cuestién de la autoridad desfalleciente y de la cafda
del respeto estd por todos lados, no solamente en la politica —incluso
es en las familias y en la educacién donde mejor se la percibe.
Voy a hacer un paréntesis... Seria interesante tomar bajo este
Angulo el hecho de que la Escuela y el pase inventados por Lacan
eran respuestas al tratamiento de los conflictos analfticos mediante
la segregacién. A falta de poder regular las luchas entre las diferen-
21cias absolutas de los analistas y la masa de todos esos “dispersos
dispares’”, el tratamiento, aparentemente el unico posible, consistié en
encerrarlos en diversos espacios asociativos que se multiplicaron sin
escisién con el correr del tiempo. Eso comenzé con la expulsién segre-
gativa de Lacan y no se detuvo mas. Entonces, con la Escuela, Lacan
buscé restituir un lazo social minimo, y con el pase -que nombra solo
aalgunos como AE- intent6 sancionar un no-todos-iguales. Diferentes
tal vez, pero no en igualdad, no a la par. Se le ha dado mucha impor-
tancia a la diferencia entre jerarquia y gradus que Lacan introdujo
para justificar su pase, pero cémo no ver que el gradus es un tipo
distinto de jerarquizaci6n que la del discurso del amo, que no otorga
poder sobre otros sino que establece diferencias en lo concerniente
a la “estructuraci6n analitica” —como lo expresa en el “Discurso a la
EFP”. Es un gran problema para nuestra época, la que no deja de
vociferar la paridad entre los individuos, mientras que ustedes saben
bien cudnta protesta genera la seleccién de unos y no de otros, lo que
es muy dificil de admitir.
Se valoriza la paridad autorizandose del hecho de que en los
discursos establecidos, concretamente en el discurso del amo y su
variante universitaria, la disparidad entre el semblante que ordena
al discurso y lo que es ordenado, se conjuga demasiado facilmente
con el abuso de poder y la opresién. Es por otra parte también el
caso en el discurso histérico cuya relacién de fuerzas esta lejos de
estar ausente, aunque permanezca velada por el supuesto amor del
amo. Ciertamente la igualdad de los derechos —y en el nivel econé-
mico, aquella del salario real hombre-mujer— no puede ser puesta en
cuestién. {Pero acaso los estragos del nifio generalizado, con lo que eso
implica respecto de las disparidades clasicas entre la autoridad del
adulto y el nifio obediente, pero también entre profesores y alumnos,
o sea el final de su jerarquia, no se percibe en lo que se comienza a
lamentar del nifio que no solo es indomable, sino a veces tirano en las
familias o en las escuelas? Y esa multiplicacién alucinante de mujeres
golpeadas, en ciertos casos hasta la muerte, y no precisamente en los
medios llamados populares, ,acaso no tiene relacién con la creciente
igualdad de las mujeres? Descubrimos que a medida que desaparecen
las desigualdades significantes que fundan el lazo social, la paridad
creciente, idealizada y en ocasiones legislada, especialmente entre
hombre y mujer o entre nifio y adulto, no reduce ni las violencias niLo que queda de la infancia
Jas relaciones de fuerza, ese imperialismo intimo que no forzosamente
es del Estado. El lazo social incluye siempre una violencia, solo que
le impone un orden; la paridad de las masas no suprime las violen-
cias, simplemente las desregula. De ahi surge el choque, no de las
civilizaciones como se ha dicho, sino en un nivel mucho mds micros-
copico: el de los derechos de cada uno con su propio goce. Hay alli, en
esas remodelaciones de lo colectivo, una verdadera subversi6n social
que toca las convicciones mas intimas de los sujetos y que se traduce
en el derecho haciendo aparecer problemas inéditos.
28 de noviembre de 2012