y a las planicies lquidas, a la esfera brillante de la luna y a los astros. Titanios un espritu los penetra. Esta alma, extendida por los miembros, mueve toda la mole y con el cuerpo enorme se funde. De aqu viene el linaje de hombres y bestias, la vida de las aves y de los monstruos que produce el mar bajo su superficie de mrmol. Vigor de fuego y celestial origen tienen estas simientes, mientras no las estorban los nocivos cuerpos y no las entorpecen miembros terrenos ni figuras mortales. De ah sus miedos y deseos, sus dolores y gozos; de ah que no vean la luz del da, siempre encerradas en tinieblas y en ciega crcel. Ni siquiera en el supremo instante, cuando la vida los abandona, termina por completo para las infelices todo el mal, todas las miserias de su cuerpo, pues muchas, largo tiempo unidas a ellas, han arraigado en su interior de mil maravillosas maneras. Por ello son constantemente castigadas y expan las antiguas culpas. Cuelgan unas, expuestas a los ligeros vientos; otras, al fondo de un inmenso abismo, lavan los crmenes que las mancharon o los purifican con fuego. Cada cual sufre sus propios Manes. Luego, unos pocos somos enviados al amplio Elisio y ocupamos sus alegres campos, hasta que un largo da sealado, cumplida la rbita del tiempo, haya borrado la mancha innata del espritu. A todas ellas, cuando ha girado la rueda del tiempo mil aos, un dios las llama, en grande multitud, a las riberas del Leteo, a fin de que, perdida la memoria, vuelven a ver la bveda celeste y empiecen a querer regresar de nuevo a sus cuerpos.