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I Nuevas corrientes en la filosofia de la ciencia 1.1. LA CRISIS DE LA FILOSOFIA POSITIVISTA DE LA CIENCIA La filosoffa de la ciencia se constituy6é como tal a partir de la formacién del circulo de Viena. Este grupo se organizé en torno a la Catedra de Filosofia de las Ciencias Inductivas que gané Moritz Schlick en la Universidad de Viena en 1922, y rpidamente congrego a fisicos, matema- ticos, economistas, psicdlogos, lingiiistas y fildsofos. Su aparicién respon- dié al proceso de profunda transformacién que la ciencia habia experi- mentado a principios del siglo XX con la emergencia de la teorfa de la relatividad de Einstein, el desarrollo de la légica matemitica ligada a la teoria de conjuntos y la aparicién de la mecanica cudntica. 4El Circulo de Viena proyecté elaborar una filosofia cientffica que rom- piera con la Wissenschaftstheorie y con la metafisica imperante en los paises germanos. Considerandose herederos de la revolucién légica de principios de siglo (Frege, Peano, Russell, Hilbert) y de la revolucién relativista de Einstein, sus miembros trataron de producir una auténtica revolucién filosé- fica, apelando para ello al proyecto de Comte de una\ciencia unificada y a las epistemologias empiristas de Mach y del Wittgenstein del Tractatus. De hecho, en su manifiesto fundacional se mencionaban explicitamente los nombres de Einstein, Russell y Wittgenstein. La Teoria de la Ciencia de los empiristas ldgicos no sélo obedece a un nuevo planteamiento filosdfico: fue sobre todo la respuesta de estos pensadores a los importantes procesos de cambio cientifico que se desarrollaron a principios del siglo XX. El empirismo légico del Circulo de Viena y de sus continuadores man- tuvo una influencia considerable hasta los afios 60, a pesar de las criticas que Popper habia llevado a cabo a algunas de sus tesis (inductivismo, con- firmacionismo, etc.) ya en 1934", Obras como las de Nagel (1961) y Hempel (1965 y 1966) constituyeron las expresiones més sistemdticas de esta filosofia empirista y justificacionista de la ciencia: no en vano han sido libros de texto en numerosas Universidades, sobre todo en el ambito de influencia anglosajona. Divetsos autores Coulsin, Rolya, Hanson, Quine, Putnam y el propio Wittgenstein) publicaron en los afios $0 y 60 agudas criticas a algunas de las tesis principales de la standard view, o concepcién heredada*. Sin embargo, la crisis de la filosofia Positivista de la ciencia se inicia a partir de la publicacién en 1962 de la obra de Kuhn, La estructura de las revoluciones cientificas; a partir de esa fecha surgieron numerosos crf- ticos de las tesis Positivistas, tanto entre los filésofos € historiadores de la ciencia (Lakatos, Feyerabend, Laudan, etc.) como entre los defensores de la sociologia del conocimiento cientifico (Barnes, Floor y otros muchos)’. sobre la ciencia en el siglo XX+. Desde 1970 cabe hablar de una proliferacién de concepciones sobre la ciencia, sin que haya ninguna central ni determinante. Junto a le filosofia de la ciencia que se sigue inscribiendo en la tradicién positivista y anal ca’, se han consolidado la sociologia de la ciencia, la etnociencia y en jE su Logik der Forschung, que comens6 a tener ampliainfluencia a partie dela traduecién inglesa de 1959 (The Logic of Scientific Discovery), Popper afitmé que laseenrias cientificas son ipa e wes deo temprano serin refutadas,y que el método cientifico fundamental coat (tulad La estructura dels woviascientificas (Madrid, Editora Nacional, 1979) Ves ih Putnam, “Lo que las teorfas no son", en L. Olivé y A.R. Pérez Ransane 1989, p. 312. “Tara un estudio mas detallado de la citcas ala concepeién heredada, asf como de las pos- turas de Kuhn, Lakatos y de la concepcién estructural, que ha tratado de conjugar esas criticas con algunos postulados bsicos de la filosofia empirista de la ciencia, vere J. Echeverria, Ineroduccién a la Metologia de la Ciencia; la Filosofia de la Ciencia en of siglo XX, Barcanova, Barcelona, 1989. Para un resumen del desarrollo de la filosofia dela viencies ie largo del siglo 2%, ver J.A; Lépes Cerezo, J. Sanmartin y M. Gonaéle, “El estado de la cuenton, Fite te actual de la ciencia”, Didlogo Filosdfico, 29, 1994, pp, 164-208, * Catlos Sols ha publicado recienemente el libro Razonese intereses. La historia de la ciencia después de Kuhn (Barcelona, Paidés, 1994) en el que se contraponen la filosofia racionalista previa a la obra de Kuhn y la filosofia sociologsta ulterior (p. 13). Un buen manual en castellano con esa orientacién es el libro reciente de Anna Estany, Introduccién a la flosofia dela ciencia, Barcelona, Crftica, 1993, 12 general los estudios sobre la ciencia (Science Studies). Asimismo han apa- recido nuevas maneras de hacer la historia de la ciencia y de la tecnologia. No hay que olvidar la creciente atencién que se presta a la influencia de la politica cientffica (Science Policy) sobre la actividad de los cientificos, ni los estudios sobre la ciencia y el poder, asf como la naciente economfa de la ciencia. Todo ello muestra que la filosoffa positivista, que tuvo una pro- funda influencia durante varias décadas, est en declive, y que denomina- ciones como Filosofta Cientifica, Logica de la Ciencia 0 incluso Teoria de la Ciencia, que pueden ser consideradas como caracteristicas de la filosoffa positivista de la ciencia, han ido perdiendo vigencia. Esta transformacién se refleja en los libros recientes, en las nuevas revis- tas, en las series monogrficas de las editoriales especializadas, en las line- as de investigacién y en los Congresos, pero también en otros ambitos ins- titucionales, como las Universidades y las Sociedades Cientificas. La teflexién sobre la ciencia ya no es exclusiva de los légicos ni de los filéso- fos. Son pocos los que tratan de indagar los fundamentos ldgicos o filosdficos de la ciencia’. Por el contrario, se insiste en el cardcter cultural y social de laciencia, y con ello en la complejidad y pluralidad del saber cientifico. El ideal positivista de la Ciencia Unificada ha pasado a la historia. La reduc- cién de las teorfas cientificas a sistemas légico-formales axiomatizados, al modo del programa metamatematico de Hilbert, ha quedado literalmente abandonada, y el andlisis y la reconstruccién de las teorfas cientificas con- forme a las técnicas informal—conjuntistas de la concepcién estructural §, aun pudiendo representar una tentativa de salvar los “restos del naufragio”, va experimentando a su vez profundas modificaciones conceptuales, que tienden a hacer converger algunos aspectos de la filosofia clasica de la cien- cia (Carnap, Reichenbach o Popper, por mencionar tres autores que han tenido amplia influencia durante muchos afios) con algunas de las aporta- ciones de Kuhn o de Lakatos. Algunos fildsofos de la ciencia han adopta- * Enure la literatura reciente en castellano sobre este tema, destaca el volumen colectivo titu- lado Ciencia y Poder (Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 1987), asi como la monografia de José Manuel Sanchez Ron, El poder de la ciencia (Madrid, Alianza, 1992), de tendencia més historiografica. 7 Richard Rorty, en su libro La filosofia y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cétedra, 1983, ha dedicado amplios ataques a esta epistemologia fundacionista. Sin embargo, en 1994 se ha creado tun grupo internacional que edita la revista Foundations of Science y que trata de volver a vincu- lara los cientificos, los fil6sofos y los historiadores. Su lider principal es el polaco R. Wéjcicki. * La obra basica es la de W. Balzer, C.U. Moulines y J. Sneed, An Architectonic for Science, Dordrecht, Reidel, 1987. Véase también C.U. Moulines, Exploraciones metacientficas, Madrid, Alianza, 1982. 13 do las tesis de Quine, y en particular las de Giere®, defendiendo una epis- temologfa naturalizada, mientras que otros (como van Fraassen y sus segui- dores') estén desarrollando una concepcién representacional de las teorf- as cientfficas. El desarrollo de las ciencias cognitivas ha influfdo asimismo sobre la filosoffa de la ciencia, habiendo surgido en los anos 80 diversos autores (como Thagard, los Churchland y el propio Giere) que han inda- gado la metéfora computacional mente/ordenador para dar cuenta de la actividad investigadora de los cientificos. A lo largo de esta obra volveremos una y otra vez sobre numerosas cues- tiones abordadas por los autores y las escuelas recién mencionadas. Sin embargo, en este primer capitulo conviene que consideremos con un cier- to detalle el desartollo de los estudios sociales de la Ciencia, tal y como han sido propuestos por diversos socidlogos del conocimiento. Frente al reduc- que los historiadores, socislogos y psicslogos de la ciencia s6lo debian desa- trollar estudios complementarios, asf también numeroses socidlogos del conocimiento cientifico Parecen pensar tltimamente que sus indagaciones sobre la ciencia son las Gnicas realmente pertinentes, Por ello es preciso conocer, aunque sea a nivel puramente descriptivo e introductorio, algu- mo cuarto de siglo. 1.2. EL RELATIVISMO CIENTIFICO, A PARTIR DE KUHN ©" LRN. Giere, Explaining Science. A cognitive Approach, Chicago, University of Chicago Press, 1988, Vet B. van Fraassen, The Scientific Image, Oxford, Clarendion, 1980 ub este apartado se retoma buena parte de mi articulo “Leibniz contea Kuhns problemas del Telativismo cienuifico", publicado en la Revista de Occidente 169, junio 1995, pp. 55-70, Agradezco alos editores de esa revista la autorizacién pata utilizar exe tare 14 fico, asf como sus afirmaciones sobre la existencia de paradigmas y de revo- luciones cientificas. Al distinguir entre dos tipos de ciencia, la ciencia nor- mal y la ciencia revolucionaria, asf como al afirmar que en los momentos de crisis y de cambio cientifico radical existfa inconmesurabilidad entre los paradigmas rivales, Kuhn dio pabulo a un fuerte renacimiento del relati- vismo cientifico. Entre los filésofos de la ciencia, Feyerabend mantuvo posiciones radicalmente relativistas, resumidas en su formula “todo vale”, referida a la metodologia cientifica. El relativismo ha tenido asimismo una gran influencia en la década de los 80 entre los socidlogos de la ciencia, como veremos en el apartado siguiente. Numerosos fildsofos de la ciencia han criticado este resurgir del relati- vismo y han atacado las tesis de Kuhn y de Feyerabend sobre la inconmen- surabilidad entre paradigmas y teorfas. En la polémica subsiguiente, se han adoptado las mas diversas posturas. No se trata aqui de hacer un estudio a fondo del debate ni de los diversos autores que han intervenido en el mismo. Los objetivos del presente apartado son cuatro. Primero, resumir los principales puntos que fueron propuestos por Kuhn y que favorecen las tesis relativistas, tal y como éstas son tratadas en filosoffa de la ciencia. Segundo, comentar algunos de los problemas que presentan las tesis kuh- nianas. Tercero, mostrar que estas cuestiones involucran debates filoséfi- cos més generales que los que se muestran al hablar solamente de la cien- cia. Por tiltimo, trataremos de replantear el debate, pero centrandonos siempre en las tesis de Kuhn. Al cabo, las diversas variantes que el relati- vismo cientifico ha tenido entre los filésofos de la ciencia tienen al autor de ERC como su principal inspirador. Para ello nos centraremos en la evo- lucién que puede percibirse en Kuhn desde sus primeros escritos sobre la inconmensurabilidad hasta sus ulteriores trabajos sobre la intraducibilidad. En su libro de 1962, Kuhn afirmé que la ciencia no se desarrolla mediante la acumulacién de descubrimientos e inventos individuales, sino gracias a una acci6n colectiva Ievada a cabo por las comunidades cientifi- cas en base a creencias, métodos, conceptos y valores compartidos, a cuyo conjunto denominé paradigmas, Puesto que hay épocas de ciencia normal, pero también hay revoluciones cientificas, se trataba de estudiar ambos tipos de ciencia. Las revoluciones cientificas implican paradigmas rivales y comunidades cientificas contrapuestas entre si. La experiencia no vale como juez en esas controversias, porque los defensores de paradigmas opuestos pueden llegar a tener percepciones heterogéneas del mundo. En los procesos de cambio cientifico, los propios términos basicos (fuerza, masa, energia, atomo, electrén, gen, etc.) cambian de significado y la per- cepcion de los cientificos varfa, pudiendo suceder que un mismo fenéme- 15 ee no sea visto de maneras diferentes, e incluso incompatibles entre sf. Como dijo Hanson, un astrénomo ptolemaico y un astrénomo copernicano no ven lo mismo, y por tanto no pueden ponerse de acuerdo entre sf, ni por lo que respecta a sus observaciones empiricas ni en relacién a sus vocabula- rios respectivos (Hanson, 1977, p. 79). Kuhn ha formulado una serie de tesis que pueden servir como marco de referencia al relativismo cientifico actual: A: “La tradicién cientifica normal que surge de una revolucién cientifica no sélo es incompatible, sino a menudo efectivamente inconmensurable con la anterior” (Kuhn, 1971, p. 166)". B: “El historiador de la ciencia puede sentirse tentado a proclamar que cuando cambian los paradigmas, el mundo mismo cambia con ellos” ... “los cambios de paradigma hacen que los cientificos vean el mundo de investi- gacién, que les es propio, de manera diferente” (Ibid., p. 176). C: “En tiempos de revolucién, cuando la tradicién cientifica normal cam- bia, la percepcién del cientifico de su entorno debe ser reeducada” ... “Tras haberlo hecho asf, el mundo de su investigacion le parecer4, en algunos lugares, inconmensurable con el que habitaba anteriormente” (Ibid., p. 177). En esta misma obra, Kuhn matiz6 su afirmacién B, al decir poco des- pués: D: “Aunque el mundo no cambia con un cambio de paradigma, el cientt- fico después trabaja en un mundo diferente” (Ibid., p. 191), y ulteriormente volvié a precisar, sus tesis sobre la inconmensurabilidad entre teorfas, afirmando claramente que ello no implica que las teorias { sean incomparables y precisando que: E: “Al aplicar el término ‘conmensurabilidad’ a las teorfas, s6lo trataba de insistir en que no habia un lenguaje comin en el marco del cual ambas pudieran ser expresadas por completo y, por consiguiente, ambas pudieran ser usadas compardndolas entre sf punto por punto” (Kuhn, 1976, p. 191). Con ello el debate sobre la inconmensurabilidad entre teorfas tomaba otro rumbo. El mundo no cambia porque la ciencia cambie, como queda claro en la tesis D, pero nuestro conocimiento del mismo sf puede modi- ficarse radicalmente por efecto de las revoluciones cientificas (tesis B y C), Por otra parte, no existe un lenguaje comin y neutro al que pudieran ser traducidas dos teorfas inconmensurables, ni luego comparadas punto por punto en el marco de dicho lenguaje. Podriamos decir que Kuhn no es un relativista ontolégico (ni un escéptico), sino mas bien un relativista epistemolégico y, sobre todo, un relativista lingiifstico. * La traduccién de este pasaje es de José Luis Falguera, quien corrige la realizada por Agustin Contin en la edicién del Fondo de Cultura Econémica de la obra de Kuhn. wm Esto tiltimo queda particularmente claro en sus obras posteriores, en las que Kuhn se acercé a las posturas de Quine sobre la intraducibilidad: : “Afirmar que dos teorfas son inconmensurables significa afirmar que no hay ningiin lenguaje, neutral o de cualquier otro tipo, al que ambas teorfas, concebidas como conjuntos de enunciados, puedan traducirse sin resto ni pérdida” (Kuhn, 1989, p. 99). Retengamos este “sin resto ni pérdida”, porque ulteriormente tendra importancia para nosotros. Kuhn llama inconmensurabilidad local a este nueva concepcién, la tesis F Consiguientemente, el problema de la incon- mensurabilidad se remite al problema de la traduccion. De hecho, buena parte de sus consideraciones ulteriores versan sobre los problemas de la tra- duccién de unos lenguajes naturales a otros. Asi como hay inconmensura- bilidad entre teorfas cientificas, asf también hay inconmensurabilidad entre lenguajes naturales (Ibid., pp. 124—5). Las tesis de Kuhn se sintetizan final- mente en la afirmacién siguiente: G: “lenguajes diferentes imponen al mundo estructuras diferentes” (Ibid., p- 131). El relativismo cientifico se reduce entonces, al menos en su version kuhniana final, al relativismo lingiiistico; y de éste se llega rapidamente al relativismo cultural, aunque sea a base de aceptar hipotesis tan fuertes como la siguiente: H: “Los miembros de la misma comunidad lingiifstica son miembros de una cultura comtin” (Ibid., p. 129). Sin embargo, Kuhn no llega a afirmar que, asi como hay inconmensura- bilidad entre teorfas y entre lenguajes, hay también inconmensurabilidad entre culturas. Los motivos por los que no da este tiltimo paso merecen ser comentados. Para Kuhn, “lo que los miembros de una comunidad lingiifstica compar- ten es la homologya de la estructura léxica” (Ibid., p. 131). Los lenguajes poseen una estructura y para que dos hablantes (0 dos cientificos) aludan a un mismo mundo y puedan comunicarse entre sf, es preciso que coincidan sus estructuras taxonémicas, mediante las cuales categorizan, organizan y conocen el mundo. Como conclusién, Kuhn afirma que la traduccién tér- mino a término no es posible, ni en el caso de los lenguajes cientificos ni en el caso de los lenguajes naturales. Su teoria de la traduccién no se limi- ta a una seméntica extensional ni a la identificacién de las referencias, sino que incluye también las intensiones.y los sentidos, al modo de Frege. Como Saussure, aunque sin aludir a él, Kuhn admite un holismo local en toda len- gua, de tal manera que una palabra nunca tiene significado por sf misma, a no ser por oposicién y en relacién a otras palabras de esa misma lengua. Esas interrelaciones caracterizan lo que Kuhn Ilama “estructura léxica” 17 Pues bien, en el caso de distintas lenguas la Posibilidad de la traduccion depende de las estructuras respectivas. “Tas estructuras léxicas empleadas por los hablantes de las lenguas deben ser las mismas, no s6lo dencro de cada lengus sine también de una lengua a otra” (Ibid., p. 132), ina las culturas, consiste precisamente en inter- pretar y hacer inteligibles esas teorfas intraducibles. Los historiadores y los mundo, que para Kuhn siempre estén vinculadas a las teorias cientificas y 18 Extraemos de ello una importante conclusién: en el caso de la ciencia, y en concreto de su historia, el relativismo kuhniano se caracterizara por afir- mar la irreductibilidad de las épocas cientificas anteriores a la ciencia actual. Ello no equivale a decir que no sean reducibles parcialmente; pero nunca en su totalidad. Uno de los principales problemas \que se traslucen en los textos de Kuhn. antes citados estriba en la delimitacién de lo que pueda ser ese “mundo” que cambia con los paradigmas. Al respecto, Kuhn ofrece respuestas insu- ficientes. Tratandose de un ffsico interesado en las ciencias naturales, cabria inferir que lo que nunca cambia es la Naturaleza, a pesar de que pue- dan cambiar las leyes que formulamos sobre ella, y por consiguiente el sig- nificado de los términos cientificos, y por ende también el conocimiento cientifico del mundo. El debate con Kuhn no se centra tanto en los hechos y en las observaciones cientificas cuanto en las leyes cientificas, que para él son el foco de atribucién de significado a las teorfas: “s6lo con ayuda de esta ley (la segunda ley de Newton) se puede aprender a identificar fuerzas y masas newtonianas, y a relacionar con la naturaleza los términos correspondientes” (Ibid. p. 144). La clave del relativism kuhniano no esta solo en el lenguaje cientifi- co, sino especificamente en las formulaciones de las leyes cientificas. Dado que el significado de los términos cientificos depende de las leyes, y puesto que las referencias de dichos tétminos sdlo son dilucidables con ayuda de las leyes, la clave para interpretar lo que pueda ser el mundo de los cient/- ficos se encuentra en las leyes cientificas. La inconmensurabilidad y la intraducibilidad, en su sentido fuerte, se producen cuando no es posible ~contrastar de ninguna manera dos leyes cientificas antagénicas, ni tradu- cirlas la una a la otra. Por tanto, la prueba de fuego para el relativismo cientifico radica en el relativismo némico, y ello no en un sentido débil y abstracto (“cualquier ley vale”: Kuhn rechazarfa radicalmente esta afirmacién), sino en uno mucho mis preciso: puede haber leyes cientificas inconmensurables entre si, en la version lingiifstica antes esbozada? Contestar a esta pregunta requiere un anélisis detallado del concepto de ley cientifica, que abordaremos en el capitulo 6 de este libro. Conviene también sefialar una segunda insuficienctade la postura kuh- niana, que luego vamos a ver repetida por numerosos socidlogos de la cien- cia. Segtin Kuhn, los detentadores de una misma lengua participan de una misma cultura. A nuestro entender, es claro que una misma lengua puede soportar multiples concepciones del mundo contrapuestas entre si, asf como diversas culturas. Por consiguiente, no cabe reducir el problema del 19 relativismo cientifico al del relativismo cultural a base de presuponer tesis como H. La afirmacién de la unidad de cada cultura es una de las grandes mixtificaciones del relativismo cultural, en el que incurren la mayorfa de los socidlogos de la ciencia. En lugar de analizar el concepto, harto difuso, de cultura, los relativistas culturales dan por supuesto el problema mismo que se trataba de abordar. En una palabra: no hay relativismo cultural serio que no empiece por un andlisis y una relativizacién del concepto de cultu- ra. Si se parte de la tesis de que la ciencia es un saber relativo a cada cul- tura y a cada sociedad, hay que precisar de inmediato qué es una cultura y una sociedad: no vaya a suceder que el relativismo cultural (0 social) parta de conceptos confusos e imprecisos, proyectando a continuacién esa con- fusién sobre la ciencia. Algo asf sucede en el caso de Kuhn, sobre todo cuando atribuye a cada cultura (o a cada teorfa cientifica) una sola concepcién del mundo. El “mundo” del que habla Kuhn es algo indefinido, vago, difuso y polivoco. A veces parece aludir a la totalidad del cosmos a lo largo de la historia; otras veces, en cambio, parece que se refiere al mundo actual, sin que nunca quede claro si ese mundo es el entorno inmediato en donde vivimos o una totalidad puramente imaginaria definida por la contemporaneidad. El con- cepto kuhniano de “mundo” es tan vago como el de “cultura” de los relati- vistas. Precisamente por ello los comentaristas y los epigonos de Kuhn han podido relacionar la tesis de la inconmensurabilidad entre teorfas con el relativismo cientifico. Por nuestra parte, y siguiendo en esto al propio Kuhn, centraremos la inconmensurabilidad entre teorias en la incompatibilidad entre sus respec- tivas leyes cientificas, y no entre las concepciones del mundo 0 Tas cultu- ras subyacentes. Asif, Ia clave del debate sobre el relativismo cientifico radi- ca en ese relativismo némico recién introducido, sobre el cual volveremos en el capitulo sexto. 1.3. LA SOCIOLOGIA DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO A la hora de ocuparse de la ciencia, la sociologfa se restringié durante buena parte de este siglo a la sociologia de las instituciones y de las practi- cas cientificas. Conjuntamente con los historiadores y los psicdlogos, los socidlogos podian ocuparse de la génesis del conocimiento cientifico, asf como de la actividad institucional que genera; pero la valoracién de los contenidos de la ciencia debia de ser fundamentalmente epistemoldgica. En su libro Ideologfa y utopia, publicado en 1929, Karl Manheim formulé la 20 resis segtin la cual la sociologia podia ocuparse de lo que Reichenbach llamé luego contexto de descubrimiento™, e incluso podia ayudar a renovar la epistemologia; pero el contexto de justificacin quedaba fuera del alcance de los estudios sociolégicos: Para Manheim, “la epistemologia pretende ser el fundamento de todas las ciencias” (Ibid., p. 192), si bien “la sociologia del conocimiento ... penetra también en el reino de la epistemologia, en el que resuelve el conflicto entre las diversas epistemologfas concibiendo cada una de ellas como una infraestructura tedrica adecuada solamente para una forma de conocimiento” (Ibid., p. 296). Los socidlogos que se ocuparon ulteriormente de la ciencia (Merton, Znaniecki, etc. “) legaron a afirmar que la sociologfa del conocimiento sdlo podia resultar fecunda en la medida en que dejara de lado cualquier tipo de pretension epistemolégica*. Consiguientemente, la sociologia y la filosoffa de la ciencia tenfan objetos de estudio diferenciados, aunque pudieran interactuar entre si’. Este panorama ha cambiado radicalmente a partir de los afios 70, al irrumpir una serie de escuelas y grupos que propugnan una nueva sociolo- gia del conocimiento cientifico, que no sélo se ocupa de la actividad de los cientificos, sino de los propios contenidos del conocimiento cientifi- co. Pickering, un destacado socidlogo de la ciencia, resume las posturas de esta corriente de estudios socioldgicos sobre la ciencia de la manera siguiente: “La sociologia del conocimiento cientifico, SCC abreviadamente, se dife- rencié de dos maneras de las posiciones contemporaneas en filosoffa y en sociologfa de la ciencia. En primer lugar, y como su nombre indica, SCC insistié en que la ciencia era significativa y constitutivamente social en todos " Para la distincién de Reichenbach entre contexto de descubrimiento y contexto de justifi- cacién, véase el capitulo siguiente. ¥ Algunas aportaciones del funcionalismo de Merton serén comentadas en el capitulo sobre Ciencia y Valores. 8 Véase R.K. Merton, “La sociologia del conocimiento” en su libro Teoria y estructura sociales, México, FCE, 1964. % Conviene recordar que K.R. Popper, al criticar las posturas holistas e historicistas en sus libros La Sociedad abierta y sus enemigos y La miseria del historicismo, consideré que la sociologia del conocimiento, y en concreto Mannheim, no ofrecfan un tratamiento adecuado de la objetividad cientifica ni de los aspectos sociales de la ciencia. Para Popper, la objetividad de la ciencia no se funda en la imparcialidad u objetividad del hombre de ciencia individual, sino en la continua cri- tica que unos cientificos se hacen a otros: “la llamada ‘Sociologia del Conocimiento’ olvida ente- ramente el cardcter social o institucional del conocimiento cientifico, porque se basa en la inge- nua opinién de que la objetividad depende de la psicologia del hombre de ciencia individual” (Popper 1987, p. 170). O también: “la objetividad se halla intimamente ligada al aspecto social 21 ‘ los aspectos que afectan a su nticleo técnico: el conocimiento cientific mismo debfa de ser entendido como un producto social. En segundo luga SCC era resueltamente empirista y naturalista” (A. Pickering, 1992, p. 1). En el marco de esta concepcién general, la mas reciente sociologia de | ciencia se ha diversificado en numerosas tendencias. En esta obra sélo nc ocuparemos de cuatro: el programa fuerte, la etnometodologia, el progr ma empirico, del relativismo y los estudios de ciencia y género. Hay otre muchas corrientes en la reciente sociologfa del conocimiento cientific como la teoria de los actores—red de Latour, Callon y Law, los andlisis de discurso cientifico de Mulkay, Gilbert y Woolgar, el constructivismo soci: de Knorr—Cetina, la escuela francesa de Bastide, que practica un enfoqu semiético, o las diversas tendencias postmodernas, pero dado que la mayc rfa de estas corrientes se renuevan y se modifican sin cesar, es preferibl aguardar a que se produzca el légico proceso de decantacién en esta prol feracién de teorias socioldgicas sobre el conocimiento cientifico ". 1.3.1. El programa fuerte en sociologia del conocimiento cientifico La primera formulacién influyente de este programa de explicacié social del conocimiento cientifico fue propuesta por David Bloor bajo | incisiva denominacién de programa fuerte (strong program) en sociologia d conocimiento cientifico y fue defendida por diversos autores agrupados e torno a la Science Studies Unit de la Universidad de Edinburgo (Barne Mackenzie, etc.). Bloor resumié asi los puntos basicos de ese programa « investigacién sociolégica de la ciencia: “El Programa Fuerte. Al sociélogo le concierne el conocimiento en tan fendémeno puramente natural, incluyendo el conocimiento cientifico” ... “ lugar de definirlo como una creencia verdadera —o, quizd, como una creel cia verdadera y justificada— el conocimiento es para el socidlogo aquello qi la gente considera como conocimiento. Consiste en aquellas creencias que gente asume confiadamente y con las cuales vive. En particular, el socidlos se sentird concernido por aquellas creencias que son consideradas con garantizadas o institucionalizadas, es decir investidas de autoridad por grup del método cientifico, al hecho de que la ciencia y la objetividad cientifica no resultan (ni pu den resultar) de los esfuerzos de un hombre de ciencia individual por ser ‘objetivo’, sino de la co peracién de muchos hombres de ciencia, Puede definirse la objetividad cientifica como la int subjetividad del método cientifico” (Popper, 1981, pp. 385-6). " Algunas de estas escuelas son comentadas en el capitulo 22 de una obra muy completa q se ha publicado recientemente en castellano sobre Sociologia de la Ciencia, escrita por E. Lar de Espinosa, J. Gonzélet Garcia y C. Torres Albero, La sociologéa del conocimiento de la cienc Madrid, Alianza, 1994. Véase asimismo C. Torres, Sociologta politica de la ciencia, Madr ClS/Siglo XI, 1994, y J. M. Iranzo y otros, Sociologfa de la Ciencia y la Tecnologia, Madrid, CSI 1995, 22 de gente. Por supuesto, el conocimiento debe ser distinguido de la mera cre- encia. Esto puede hacerse reservando la palabra ‘conocimiento’ para aquello que ha sido asumido colectivamente y dejando lo individual e idiosincratico como mera creencia” (D. Bloor, 1976, p.5). Por consiguiente, el conocimiento cientifico debe de ser estudiado como un fenémeno natural, entendiendo por natural aquello que se manifiesta empiricamente en las sociedades: aquello que la gente considera que es conocimiento cientifico. El sujetd-de la ciencia es la sociedad. Si la gente cree que algo es cientifico, y en particular si las instituciones y las comu- nidades cientificas aceptan un conocimiento como cientifico, los socidlo- gos han de partir de ese conocimiento cientifico dado, tomandolo como punto de partida de sus investigaciones. En un segundo momento hay que fijarse en aquellas creencias que estén investidas de autoridad; es decir, en aquellas que estan institucionalizadas. Las creencias pueden ser individuales y privadas; el conocimiento, en cam- bio, ha de estar apoyado y mantenido social, colectiva e insti te: las comunidades cientificas configuran el sujeto de la cier Partiendo de estos postulados, el programa fuerte en sociologfa del conocimiento afirmé cuatro principios (tenets) basicos. La sociologia de la ciencia: a ionalmen- “1. Deberfa ser causal, esto es, deberfa sentirse concernida por las condi- ciones que suscitan creencias o estados de conocimiento. Naturalmente, habré otros tipos de causas, aparte de las sociales, que cooperardn a la hora de suscitar creencias. 2. Deberia ser imparcial con respecto a la verdad y a la falsedad, la racio- nalidad o la irracionalidad, el éxito o el fracaso. Los dos lados de estas dico- tomfas requerirdn explicacién. 3. Deberia ser simétrica en sus estilos de explicacién. Los mismos tipos de causa deberfan explicar las creencias verdaderas y las falsas. 4. Deberfa ser reflexiva, En principio, sus patrones de explicacién deberf- an tener que ser aplicados a la propia sociologta. Al igual que el requisito de simetria, ésto es una respuesta a la necesidad de buscar explicaciones genera- les. Es un requisito de base obvio, porque de otro modo la sociologia seria una clara refutacién de sus propias teorfas. Esos cuatro principios de causalidad, imparcialidad, simetria y reflexividad definen lo que sera llamado el programa fuerte en sociologfa del conoci- miento” (Ibid., p. 7). Oo El programa fuerte fue criticado por diversos fildsofos de la ciencia ", sobre todo por lo que respecta al postulado de simetria. Lopez Cerezo, Véanse los libros de Laudan (1977), Newton-Smith (1981) y Brown (1989), asf como el duro articulo de Laudan, “The pseudo-science of science”, en Philosophy of the Social Sciences, 11 (1981), pp. 173-198. 23 Sanmartin y Gonzalez consideran que “el éxito del programa fuerte significa la muerte de la reflexién epistemo- l6gica tradicional y la reivindicacién del andlisis empirico. Slo una ciencia, la sociologia, puede segiin este programa explicar adecuadamente las pecu- liaridades del mundo cientifico” (Lopez Cerezo et al., 1994, p. 188). De hecho, el desarrollo ulterior de la sociologia de la ciencia se ha caracterizado casi siempre por una confrontacién con la filosoffa standard --u de la ciencia y por la tendencia a plantear una alternativa a los estudios filoséficos sobre la ciencia. Partiendo de la obra de Fleck (1935), asf como de las ideas del Wittgenstein de las Investigaciones Filoséficas y de las pro- —T puestas de Mary Hesse", los socidlogos de la ciencia han reinterpretado las tesis de Kuhn en un sentido relativista, afirmando que cualquier criterio puramente ldgico o racional para evaluar la ciencia resulta inadecuado, porque la actividad cientifica siempre se produce en un determinado con- texto social, y por tanto esta determinada por los intereses de los corres- pondientes actores sociales®. Este tipo de afirmaciones han dado lugar a enérgicas réplicas por parte de filésofos de la ciencia como Bunge y Moulines*. Prescindiremos por ahora de todos estos debates entre fildsofos y socié- logos de la ciencia para centrarnos en el desarrollo que ha tenido la socio- logia de la ciencia en las dos tiltimas décadas. Los seguidores del programa fuerte han llevado a cabo estudios minuciosos de algunos momentos rele- vantes de la historia de la ciencia, tratando de poner en prdctica sus prin- cipios explicativos de la actividad cientifica®. El desarrollo teérico mas notable que han ofrecido ha sido la teorfa de los intereses de Barnes, " M, Hesse, Models and Analogies in Science, Notre Dame, Univ. of Notre Dame Press, 1966 y The Structure of Scientific Inference, Berkeley, University of California Press, 1974, donde se desa- rrolla su teorfa de redes. La antropéloga Mary Douglas es asimismo otra de las fuentes de las tesis de Bloor: véase su obra Simbolos naturales, Madrid, Alianza, 1978, asi como M. Douglas (ed.), Essays in the Sociology of Perception, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1982. ® Véase B. Barnes yD. Bloor, “Relativism, rationalism and the sociology of knowledge”, en M. Hollins y S. Lukes (eds.), Rationalism and Relativism, Oxford, Blackwell, 1982. * Véase, por ejemplo, C.U. Moulines 1992, cap. Il, 1, “Las incoherencias del relativismo”, en donde se acusa a los autores que defienden el relativismo epistemoldgico de ser autocontra- dictorios. ® Véanse los trabajos de Mackenzie y Barnes (1979) sobre el mendelismo y la biometria, el de Shapin (1979) sobre anatomia cerebral en el XIX, el de Mackentie (1981) sobre los coefi- cientes de correlacién en Estadistica, el de Pickering (1984) sobre los quarks o el de Shapin y Schaffer (1985) sobre la controversia entre Hobbes y Boyle. Ademis de la obra clisica de Bloor (1976), hay que mencionar los dos libros de Bares, Scientific Knowledge and Sociological Theory (1974) ¢ Interests and the Growth of Knowledge (1976) y la recopilacién de estudios de casos his- téricos de Barnes y Shapin (1979) como obras de referencia para el programa fuerte en sociologia del conocimiento cientifico 24 ediante la cual se explicita el principio de causalidad . Barnes no se lemita a afirmar que la ciencia no es neutra ni aséptica desde el punto de sista de los intereses sociales, como ya habian subrayado los filésofos de la cceuela de Frankfurt, sino que va mas all4, al afirmar que los intereses cntervienen en la formulacién de las observaciones empiticas, en las eva- luaciones de las teorfas y, en general, en las creencias compartidas por los cientificos. 1.3.2. La etnometodologia El programa fuerte de Bloor y Barnes fue criticado por algunos otros socidlogos de la ciencia, y en particular por los etnometoddlogos, algunos de los cuales no sdlo defendieron el relativismo epistemoldgico, sino tam- bién un relativismo ontoldgic % Las tesis mas extremas al respecto son las de Woolgar, para quien “los objetos del mundo natural se constituyen en virtud de la representacin, en vez de ser algo preexistente a nuestros esfuetzos por ‘descubrirlos’” (Woolgar, 1991, p. 127). Este mismo autor des- cribe la tarea de los etnometodélogos en los siguientes términos: “Literalmente, la etnograffa es un estilo de investigacién en que el obser- vador adopta la postura de un antropélogo que se encuentra por primera vez ton un fenémeno. Uno toma la perspectiva de un extranjero como medio para poner de relieve las practicas comunes de los nativos que son objeto de Petudio. Literalmente, etno-grafia significa ‘descripcién’ desde el punto de Vista de los nativos: en vez de imponer el marco de referencia propio a la situacin, el etnégrafo intenta desarrollar una apreciacion de la forma en que Jos nativos ven las cosas. En el caso de la ciencia, nuestros nativos son la comunidad de cientificos. Adoptaremos la perspectiva de que las creencias, presupuestos y discurso de la comunidad cientifica deben percibirse como algo extraio” (Ibid., pp. 128-9). Partiendo de estos postulados, los etnometodélogos.se incorporan al Ambito de los estudios sobre la ciencia en tanto antropdlogos culturales (y sociales), tomando al laboratorio en donde investigan los cientificos como el lugar preminente para sus trabajos de campo. Mediante la observacién participativa, los etnometoddlogos aportan una nueva perspectiva, clara- +4 Véase, H.J. Habermas, Conocimiento e interés, Madrid, Taurus, 1982. Elarticulo de M. Lynch, E. Livingston y H. Garfinkel, “Temporal order in laboratory work”, en K. Knorr-Cetina y M. Mulkay (eds.), Science Observed, Londres, Sage, 1983, constituye un buen resumen de las posturas de los etometodélogos en sus estudios sobre la actividad cientifica. Véase también la obra clésica en tres volimenes de H. Garfinkel, A manual for the study of natu- rally organized ordinary activities, Londres, Routledge S Kegan Paul, 1982, asf como los estudios de Lynch sobre la actividad de los cientificos en los laboratorios, Art and Artifactin Laboratory Science, Londres, Routledge & Kegan. Paul, 1985. @AIVERSIDAD JAVERIAMS] BIBLIOTECA GRHERAL rere 7 fo. 43-00: Pantare do reset 25 mente opuesta a la de los filésofos clasicos de la ciencia. Tanto ellos como los socidlogos de la ciencia niegan la distincién entre contexto de descu- brimiento y contexto de justificacién™ y afirman que la actividad cientifi- ca ha de ser estudiada en su propio medio, y no sélo en base a sus resultados finales. Garfinkel, Cicourel, Latour y Woolgar han sido algunos de los autores que mas han publicado sobre etnometodologfa”. Frente a las posturas del programa fuerte, Latour y Woolgar renuncian a toda pretensidn explicativa de la actividad de los cientificos en base a intereses y factores sociales. La etnometodologfa es una orientacién estrictamente descriptiva, que ha cen- trado sus estudios en la actividad de los cientificos en los laboratorios. La creencia en la objetividad y en la neutralidad de la ciencia se viene abajo cuando se examina con detalle la complejidad de la vida en los laboratorios cientificos. Para Latour y Woolgar, “el laboratorio es un sistema de cons- truccién de hechos” (Latour y Woolgar, 1986, p. 41), y esa construccién siempre es social (Ibid., p. 188). Esto les llevé a coincidir con una nueva tendencia en sociologia de la ciencia, el constructivismo social, una de cuyas representantes mas destacadas es Karin Knorr—Cetina, sobre cuyas tesis vol- veremos ulteriormente. Los contenidos de la ciencia, y en concreto los hechos y sus presentaciones ulteriores, no sdlo estan condicionados por fac- tores sociales, sino que “se constituyen a través de fenémenos microsocia- les” (Ibid., p. 236) que tienen lugar en los laboratorios. Ello implica discu- siones y debates: sélo a partir de esos procesos “agonisticos” emerge el concepto de naturaleza (Ibid., p. 237). Los procesos basicos que Latour observé en el laboratorio de endocrinologia en los dos afios en los que desa- rrollé su investigacién de antropologia de la ciencia (construccién de los hechos, disputas y alianzas entre cientificos, reificacién de los resultados, credibilidad de los actores, circunstancias favorables o desfavorables, dismi- nucién del ruido en el canal de informacién) se ven invertidos al final de la investigacin: “El resultado de la construecién de un hecho es que aparece como no cons- truido por nadie; el resuiltado de la perswasién retorica, en el campo agnéstico en el que los participantes estén convencidos de estar, es que los participan- tes estiin convencidos de que no han sido convencidos; el resultado de la % Véase el capitulo siguiente. ® Los tres primeros autores son ante todo sociSlogos, mientras que Latour y Woolgar se han centrado en la sociologia del conocimiento cientifico, par lo que auf sélo nos ocuparemos de estos dos tltimos. Para un panorama general sobre la etnometodologia en Sociologia (centrado en los grupos de California), véase el libro de Alain Coulon, La etnometadologia, Madrid, Catedra, 1988. 26 materializacién es que la gente puede jurar que las consideraciones materiales von solo componentes menores de los ‘procesos de pensamiento’; el resulta- dos de las inversiones en credibilidad es que los participantes pueden afirmar que la economia y las creencias no tienen relacién alguna con la solide: de In ciencia; en cuanto a las circunstancias, simplemente desaparecen de los protocolos finales, siendo preferible dejarlas para un andlisis politico que tenerlas en cuenta a la hora de valorar el duro y sélido mundo de los hechos. Aunque no es.claro si este tipo de inversion es especifico de la ciencia, resul- ta tan importante que hemos dedicado gran parte de nuestra argumentacién a especificar y describir el momento preciso en el que ocurre esa inversién” (Ibid., p. 240). Los etnometoddlogos parten de la base de que la ciencia es una activi- dad humana més, que en poco difiere de otras practicas sociales. Su interés principal estriba en mostrar cémo se genera el orden cientifico a partir de un caos previo de datos, observaciones, posturas opuestas y diversas hips- tesis. 1.3.3. El programa empirico del relativismo A partir de los aftos 80, la Universidad de Bath ha desarrollado una implementacién del programa fuerte en sociologia del conocimiento, cen- trandose en el anilisis de las controversias cientificas. Dicho programa (Empirical Programme of Relativism, EPOR) fue impulsado sobre todo por Collins y por Pinch: constituye otro de los exponentes de la escuela que suele ser denominada como constructivismo social. Su estrategia ha sido caracterizada mediante las tres etapas siguientes: “1. En la primera se muestra la flexibilidad interpretativa de los resultados experimentales, es decir, c6mo los descubrimientos cientificos son suscepti- bles de mas de una interpretacién. 2. En la segunda etapa, se desvelan los mecanismos sociales, retéricos, ins- titucionales, etc. que limitan la flexibilidad interpretativa y favorecen el cie~ tre de las controversias cientificas al promover el consenso acerca de lo que ¢s la ‘verdad’ en cada caso particular. 3. Por tiltimo, en la tercera, tales ‘mecanismos de cierre’ de las controver- sias cientfficas se relacionan con el medio sociocultural y politico mas amplio”**. Por consiguiente, esta escuela no subraya tanto la importancia de los laboratorios y, aunque contintia centrandose en estudios microsociales, su interés estriba en la recepcién que otros cientificos hacen de las propues- J.A. Lépes, J. Sanmartin y M. Gonzéle: (1994), pp. 188-9. Véase también H.M. Collins, "An Empirical Relativist Programme in the Sociology of Scientific Knowledge”, en K. Knorr-Cetina y M. Mulkay (eds.), Science Observed, 0.¢., pp: 93-95. 27

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