Lectura del texto narrativo
Lazarillo de Tormes
Despus de mi aventura del jarro de vino y de la
paliza que me dio, yo siempre le llevaba por los peo-
res carninos, y adrede, por hacede mal y dao: si
habapiedras, por ellas; si lodo, aunque yo tambin
me ensuciara, por donde mshaba.
Contar un caso de los muchos que con l me acae-
cieron. Cuando salimos de Salamanca, su motivo
fue venir atiena de Toledo, pofque deca ser gen-
te ms rica, aunque no muy limosnera.
Llegando a un lugar que llamanAlmorox, al tiempo
que cogan las uvas, un vendimiador le dio, como
limosna, un racimo de ellas.
Como suelen ir los cestos maltratados y tambin
porque lauva en aquel tiempo est muy madura,
se le desgranaba el racimo en la mano.
Si lo echaba en el macuto, se le haca mosto, y como
no lo poda llevar de ninguna de las mafleras, nos
sentamos err una sombra y me dijo:
oHoy quiero ser genefoso contigo. Te invito a que
comamos juntos este racimo de uvas, pefo con una
condicin: que comamos los dos el mismo nmero
de uvas. Lo haremos de esta manera: cuando yo coja
una, t tomars otra, pefo solo una uva cadavez,y
as seguiremos hasta que se termine. De esta mane-
ra, no habt engao.
Comenzamos segn las norrnas que habamos pacta-
do, pero al segundo lance el traidor rompi el pac-
to y comerrz atomarlas de dos en dos. Como vi que
l quebrantabalas reglas, no me content con tomar-
las de dos en dos, sino que las coga de tres en tres.
Acabado el racimo, se qued un rato con el escoba-
jo en la mano y meneando la cabeza diio: Lzaro,
me has engaiado. Jwaa por Dios que t las has
comido de tres en tres.
No
-dije yo-, peropor qusospechis eso?.
Y respondi el sagacsimo ciego:
Porque yo las coma de dos en dos y t callabas.
Yo no le respond. [...]
En otra ocasin, estbamos en Escalona, efl ufl
mesn, y me dio un pedazo delongantzapata que la
asase. Ur:avez que la longaniza haba empezado a
soltar la gmsa y el ciego se haba comido varios tro-
zos de pan pringado en ella, sac una moneda de la
bolsa y me mand que fuese por vino alataberna.
El demonio me puso la tentacin delante de los ojos,
y fue que haba junto al fuego una zartaltoria peque-
Lazarillo de Tormes