Está en la página 1de 36
Ditiogos, 92 (2012) | pp. 125-160 HOBBES VS. DESCARTES: UN DIALOGO ENTRE SORDOS GEORG H. FROMM ‘A pesar de la talla de los interlocutores, el diflogo filossfico «que Marin Mersenne propicié al invitar en 1640 a Tornés Hobbes a eomentar ex ticamente el manuscrito de las Mediacions metfiscas de Descartes! results bastan- te decepcionante: pobre en contenido (se soslayan muchas de las cuestiones filo- s6ficas mis importantes ¢ inersater que suscita la obra cartesiana) al tiempo que 1a calidad de la argumentacion que desarrollan sobre os temas que s{abordan deja, bastante que desear (¢ intercambio entre Hobbes y Descartes se queda, sin gar a ddudas, muy por debajo de la sofstcaci6n, penetracion y profundidad de la discu- sién que Antoine Amnauld por ejemplo, entabl6 con Descartes). L La “sordera” de Hobbes Se acostumbra culpar principalmente a Hobbes por este desastre intelectual, y con bastante (per no sodé)razén.* En efecto, el didlogo se frustra en buena medida 1 “Terceras objeciones y tespuess", en Descares, Malian metas con Objeiones y ‘puss (icin de Vida Pn. Madrid, Ediciones Alagoas, 1977, p. 139-159. 2 Cuaras objcionesyrespuestas” en Descartes, ii pp. 161-204. 2 Tipco ese ico formulado por listing estudio, Evin Curley: “of all those who ‘wrote objections to Descartes work, ti Hobbes, cerainiy, who will became the philosopher “whom history will regard as the most penetrating and original Prom him we might ave expected something Duminatng, even brillant, and we are disappointed. The author of the “Third Objections i dogmatic, he insists on 4 materalitt point of view without supplying any persuasive argument frit and he seems not to understand the structure of the argument of the ‘Meitations, ‘agioing that the cenal argument Descartes gives for his dualism occurs in the Second Meditation. He stems not to note the argument ofthe Sith Mediation, and hence does ‘ot sep toi.” (E. Curley, “Hobbes versus Descartes”, en R Ariew & M. Greene (eds), Diss and bis Conteris: Meditations, Oban and Replies. Chicago/Loodon, Univ. Chicago Press, 1995,p. 97. 126 GEORG H. Frown p92 debido a la acttud rigida e intransigente que Hobbes asume de entrada frente a Descartes. Hobbes rehiisa cumplir con las exigencias minimas de un interlocutor ceritico adecuado, pues en modo alguno se esfuerza por eomprenderlos planteamien- tos del otro, sino que los descarta o rechaza tjantemente, reduciéndolos a tesis del todo inaceptables, que no merecen consideracin sera, senilamente org di- crepan de su materialsmo militate. Al rehusar buscar wn terreno comin para realizar ‘on intercambio de ideas fructifero, Hobbes se limita en gran medida a entresacar de la obra cartesiana passes y formulaciones en las que se evidencia el compromi- so inmaterilsta 0 espiriualista de su colega francés para contraponerle mecéni- camente sus propias tess afirmaciones netamente matrilistas. 1. Ya en su primer comentario critico (Sobre la 1* Meditacién), Hobbes ex- hibe una erat insenibildad frente al texto cartesiano, despachindolo como earente de interés por set una suerte de “fiambre” flos6fico, un mero reciclaje de ant- ‘gu0s t6picos 0 argumentos escépticos: «si nos guiamos tan sélo por los sentdos, sin recurs a razonamiento alguno, justo seri que dudemos desi exist algo 0 no, Reconocemos, pues, la verdad de ‘esta meditacin. Mas como ya Plan hablé de tal inceridumbre de las cosas sensibles, o mismo owos antiguos filésofos anes y después de dy como a di- ficulad que hay paradise la vigia del sueiio no es nada dificil de adver, Ihubiera yo preferido que tan excelente autor de nuevas especulsciones se hubiese abstendo de publica cosas tan vieja. Hobbes llega a este jucio despectivo porque 1o comprende la peculiar naturaleza ‘metodoligca de la duda cartesiana, a pesar de estar familiarizado desde su publics- ‘ida en 1637 con el planteamiento del Ditcurso del mitado de Descartes. En efecto, yan esta obra Descartes sefala lo que luego elaborara en las Mediacons, a saber, ‘que la duda metédica es el instrumento crucial para alcanzar el objetivo central de tomar como verdadero s6lo Jo que se presente “tan clara y distintamente que no ‘haya motivo algo para panera en dada” § Ello conlleva que todo habra de someterse 4 Tid, pp. 139-40. 5 Se sabe que Hobbcs Ic eavié « Merseanc una extenaa carta comunicinsole sus critics al Dare los ensayo rbre temas seticor que seorpafarn: mentabement, slo se conscraon —en i componderca de Dexaner— alpina referencia 1 arcs qe pensar ings vat respec Op carina. (CE. Tom Sorel, "Hobber's Objeons& Foes Sem” en R.A & M. Greene) oh 988) * Dito de mio (ed. R. Fron, Rio Piedeas, Ea, UPR, 1955, p. 18 (Este es el primer “recep del mcvo mtn sie cl ator presen et ob) Ta nconcenci e Hole rent cs comentario respec a problema deing ene cl suo ya igi: bine foment ngs ten toda un plane gue rman no con ctaton aye dl (2012) Hones vs, DESCARTES: UN DIALOGO ENTRESORDOS 127 4m sistemitico proceso de evestionamiento, levado al nunimo de intensidad posible: es decir, a un proceso de dua que incluso supere en intensidad a los t6- picos escépticos tadicionales. Slo lo que supere esta prucba extrema cuslifcaria para ser aceptado como verdadero segin el procedimiento peopuesto por Descartes. Ast, pues, la dada extrema, levada hasta el limite, es la beramienta cognoscitiva clave para determinar qué es lo que se puede aceptar como verdade- 10 desde la perspectiva catesiana Al no comprender lo que Deseartes esti tratando de hacer en 1 Meditacion, Hobbes también desconoce la noedal yradicidad de Ia hipétesis del genio maligno que Descartes introduce en esta obra como culminacién de su proceso de cuestionamiento en aras de converislo en una sapendeda que, al ser eventualmente superada, habri de conducie (egin la perspectiva optimiva del fil6sofo francés) a una syprserdad, Pero, por su cadet hipebie (pues logsa po- ‘ner en duda incluso lo que tradicionalmente pareciaindudsble, las proposiciones clementales de l matemitica), este peculiar recurso cartesiano no sélo es novedo- so y radical, sino que esti erizado de problemas filosficos de la mayor enverga- dura, como otros lectores mis cuidadosos y sensible no tardaron en detect” El desconocimiento de Hobbes le permite a Descartes esponder 2 su critco inglés sin tener que abordar la escabrosa problemitica de las implcaciones de a hipéte- tis del genio maligno, con el coasiguiente empobrecimiento del intercambio filo s6fico sobre el particular entre estos dos interlocutores. § 2. En k mayor parte de los restantes comentarios Hobbes exhibe una singu Jar torpeza en la ctieas que dirge contra los planteamientos cartesianos que se dlgna a considerat. Ax, por ejemplo, en su 3* Objecién, saca fuera de contexto las formulaciones caresanas y termina combatiendo a un mufieco de paja, como Descartes se apresta a sefalar en su correspondiente respuesta Peor ain, en oc3- siones distorsiona crasamente el planteamiento que es objeto de su comentario extico: por ejemplo, al referirse al célebte ejemplo eartesiano del pedazo de cera, imalinterpeeta groseramente su verdadero sentido (con ello Hobbes pretende ex- teaee de manera ineibement forgada la conclusion de que el see que piensa es una sustancia crs: ‘allades en distinguit lo uno defo ote, pas por alo la exgenca cartesian de eases certera alrespectosupete td mao de dado Cul es harina de oz costal 7 Tanto el astor de las Segundas objecones (probablemente, el propio Mensa) co ‘mo Arnau, por ejemplo, ya seielan perspicazmene ln poibildad de que Descartes haya callo (nun aon al exacerbates su proceso de dds: opp. 104 y 197, * tid, pp. 143.4 128 GrorG H. Fro po -- ues parece qu los sujeros de cualuir acc silo pueden entendese consi- derindolos como compéreos o materiales: y esto lo ha mostndo [Descartes] ‘mismo, un poco mis adelante, con el ejemplo de le cea, la cual un eambiando todos sus actos —como el color, In dure, la figura, y demis— sigue siendo ‘concebida como Ie misma cose, es deci, la misma materia sujet a todos esos cambios? ‘Al responder, sefalando que el pensador inglés ha entendido mal el sentido de la argumentaciin desarrolada 2 partir del ejemplo del pedazo de cers, Descartes spenas puede ocultar su inrtacién y el desprecio intelectual que siete por sa in- terlocutor: ssi bien es certo que los sujetos de cuslgier acto son entendidos como substancas (0 si querts, como materas, es deci, materias en sentido metafisco), «s0 no quiere dect que se les entienda como euerpos. Alconttato, todos los lgicos, y con ellos casi todo el mundo, suelen dec que ‘unas substancias son espirtales y owas coxpéreas. Y mi ejemplo de la cera 20 probabs sino que el color, la dreza a figura et, no pertenecen ala razén for- smal de la cer; esto es: que puede concebirse too lo que necesaiamente hay en 1a cera, sn que sea necesario pensar en aquellascualidades. ¥ en ese lngat 20 he ‘hablado, en absoluto, de la az6n formal del espicin, y ai siquicra de In del cuer- po ‘Ocurze otro tanto con la 15* Objecién, ditigida a cuestionar el argumento que de- sarrolla Descartes en la 6* Meditacién para rehabilitar nuestra confianza en la exis- tencia de un mundo de cuerpos externo a la mente y cuya pieza clave es la certeza {que tenemos de que el ser divino, por ser infintamente bueno, es incapaz de en- _gsfiaros, Hobbes tueree voluntasiosamente cl sentido del planteamiento para po- Aerie atrbuir a Descartes la afirmacidn de que el ser divino 10 nos engaiia mens ‘pero para ello tiene que ignorar convenientemente el detalle crucial de que la tesis, ‘cartesiana remite a la beretokaca del ser divino, lo cual no excluye absoltament Ia posibilidad de tdo engaiio, sino sélo de los engafios pereres, es decir, de mala fe (posibilidad que originalmente se habia planteado con la hipstesis del genio ma- ligno). En la argumentacién cartesiana, el ser divino fang, pues, como el sper antidoto paca la sxper-duda creada por la hipétesis del genio maligno. Al plantes- imiento de Hobbes: Es opinién comin que ao cometen fala los médicos que engin a sus enfer- ‘mos en beneficio de su salud, ni los padees que hacen lo propio con sus hijos por clbien de éstos, asi como que el mal del engaio no consiste en la faledad de las 9 thi, pt 2d, pe (2012) HOBBES VS. DESCARTES: UN DIALOGO ENTRE SORDOS 129 palabras, sino en l malicia de quien engaia. Siendo asi, mite el seior Descartes Si la proposiciin Dias no puede emgatarnar nunc, unversalmente considerada, © ‘verdadera; pues si, asi considerade, no los, entonces no es buena esta conchi- sid: for eomiguent, xis oases!" Descartes responde con faildad: ara que esta conclusion sea verdadera, no es necesario que no podamos ser faunea engaiados (al coatraio, he reconocido abiertamente que 2 menudo lo somos); sino s6lo que no lo seamos cuando nuestro error parecer revelar en Dios un deseo de confundimos, ue en El no puede dase ‘A-estas alturas del intercambio, Descartes ha perdido totalmente su paciencia, por Jo que remata su respuesta con un comentario lpidario y cortante: 'Y, una vez mis, adviero aqui una consecuencia que no me parece bien deducida de sus peincipios § 3. Las torperas y disates interpretativos de Hobbes se exacerban al maximo ‘cuando se dispone a comentar crticamente Ia argumentacién que presen- ta Descartes en su 3* Meditacién dirigida a demostrar la existencia del ser divino (@ a crsian). Aunque el extico inglés le presta una enorme (y hasta despropor- hi pp. 9-10, 2012) Houses vs, DESCARTES: UN DIALOGO ENTRE SORDOS 137 ello que yo era una sasiancia caya total esencia 0 naturalers es penta...” no cabe dada alguna de que el autor pretend hacer un aserto ontligi (¥ no meramente epistemaisgico), como se desprende tanto del sentido del término “sustancia” como de las aclaraciones que, a renghin seguido, Descartes hace al respecto. Ea suma: nuestro flbsofo prefiere “re-escribie” su primera obra antes de reconocer «que ha cometido un flagrante error logico en su eezonamiento. Es obvio que Hobbes no puede haber estado satisfecho con esta “respuesta” cattesiana a los critcos del Discs. Pero tampoco estuvo conforme (gual que ‘muchos de los lectores y criticos contemporiineos) con la forma en que Descartes pretende subsanar este punto neurilgico en el cuerpo de hs Meditaiones. En pri- mer lugar, porque la nueva versién de este paso crucial en la argumentacin carte- sane que se presenta en la 2 Meditacién resulta ser, para los eriticos, mas de lo ‘mismo, ya que s6lo introduce cambios “cosméticos” en la tesis fundamental. En ‘efecto, si bien Descartes evita el uso del término “sustancia” en la nueva version, lo sustituye con unos términos no menos problematicos y discutibles: Pues bien,zqué soy yo, thors que supongo haber alguien extremadamente pode 1080 , ss licito decislo as, maligno astuto, que empea todas sus fuetzas ein- ‘dustria en engaitarme? .No admito ahora nada que no sea necestriamente verda- ‘ero: ts, pues, hablando con preckin, no soy mks qoe una cosa qoe Piensa, es cic, prin wm alma need na ri.. [Bs claro que los términos susttutos emplesdos por Descartes en este passje n0 resuelven realmente la cuestiin de fondo en disputa, pues son todos términos “‘cargados” de una fuerte connotacién idealists, ¢s decir, que sugieten fuerte ¢ ieresisiblemente la plena aniarputs del pensamiento: cosa que es totalmente ies ‘imo concluir a estas aturas de la exposicibn cartesian. Es cierto que Descartes, poco después, cualfica sus atertos, admitiendo la po- sibilidad de que el cuerpo y sus miembros pertenezcan de alguna manera, tengan algo que ver con la naturaleza de ese “algo” pensante de cuya existencia tiene cer- teza absoluta: Pero acaso suceda que esas mismas costs que supongo Sef, que no las conozco, ‘no sean en efecto diferentes de mi, a quien conozco. Nada sé del exso: de eso 20 dlsputo ahora, y solo puedo juagar de las cosas ue conozco: ya sé que Soy. e50 sabido, busco saber qué sox 138 GEORG H. From. p92 ‘Pero la siguiente afirmacién anula en gran medida el efecto de la cualifieacién que ‘Descartes aeaba de hacer ¥ nos encamina nuevamente hacia la concepcisn idealis- te ‘Pues bien: es cerdsimo que ese conocimiento de mi mismo, hablando com prec- sion, na puede depender de cosas cays exstncia ain me es desconocida, ni por consiguiene, y con mayor razbn, de ninguna de las que son fingdas e inventadas por a imaginacion.” Gémo puede Descartes estar tan seguro (“es certisimo”) que las cosas gue drone eno tienen realmente dada que ver con el conocimiento que tiene de si mismo? Qué fandamento tiene esta tesis ferozmente idealist? Descartes cietamente la firma con plena eonviccidn, pero en modo alguno la demuestra o fundamenta ‘como para poder admitrla como verdad cietta, incontrovertible: y un pensador ‘materiasa tan perspicaz.como Hobbes tiene que haberse percatado de esta singu- Jar “laguna” en la argumentacién cartesiana, como la hicieron también otros lec- totes y comentaristas contempordnicos En fin: resulta, pues, que en el mejor de los casos, la versin corregida de las Meditaions es sistemiticamente equitoca sobre este panto neurilgico de la “‘sutandia pensante” cattesiant, por lo que dista mucho de subsanar adecuadamente el paso en falso —el fagrante mon guitar de la versin original el Discs del mito, 57 Peto, en segundo lugar, la argumentacion especitica que Descartes pro- ‘mete suministrar mis adelante (de hecho, la desarrolla en la 6* Meditacién) tam- bién dej6 insaisfechos 2 los lectores y erticos contemporineos. Y no era para ‘menos. ‘Una ver que ha “demostrado” (en el curso de la 3 y la St Meditacién) como verdad absolutamente evidente ¢ incontrovertible la existencia del ser divino (4 la ‘wisiana), que no puede engafarnos malévolamente, con el consiguiente corolatio (#* Meditacibn) de que “todo lo que concibo con cardad y distincién no puede por menos de ser verdadero..”®, Descartes procede a argumentar como sigue so- ‘bre la relacin entre la mente (aera) y el cuerpo humanos: -epuesto que ya sé que todas las cous que cancbo clara yditintamente pueden se producias por Dios tl y como las cancb, me basta co poder concebit 2 Lae at 28 ease, por ejemplo, €l segunis juego de "Objeiones” (recogias”, pero probablemeste edacadas pore propio Mersenne) c.f p. 1012. Bid 58, (2012) Hoses vs. DEscawres: UN DIALOGO ENTRE sORDOS 139 clay ditntamente una cost sia ota, pata esta seguro de que lana ediferen- te del or, ya que, al menos en virrud de la omnipotencia de Dios, pueden dar- se separadamente,y entonces y2 no importa cull se la ptencia que produzca ‘esa separacin, para que me sea forzosoestimaras come dterentes, Por lo taato, como s de cero que existo, y, Sin embargo, no advierto que convenga neces ‘amente ami nanualeze o eseacis ora cosa qu Ser cosa Petsante, coneliyo re- tamente que mi esencia consist s6lo en Ser una cosa que piensa 0 una substancia cuya esencia o naturale toda consist slo en pensar” Descartes remata su argumentacién con las siguientes afrmaciones: YY aunque acaso (0 mejor, con tod seguridad, como dité enseguida) tengo un cuerpo al que estoy estrechamente unido, con tod, puesto que, por una parte, tengo una idea car distnea de mi mismo, en cuanto que yo sélo soy une cost ‘gu piensa ~y a0 extenss-¥, por ot parte, tengo una ide dstnt del cuerpo, ‘en cuanto que él es slo una cosa extensa-y no pense, es cero eatonces que ‘exe yo (¢s dee, mi alma, por la cual toy lo que soy) es enteramente distinto de smi cuerpo, y que puede exist sin él" Contrario alo que pretende Descartes, este argumento particular dista mucho de ser contundente ¢ inequivoco ¥, por énde, no resuelve realmente (decisvamen- te) la cuestién crucial de la separacién de la mente y el cuerpo humanos, al punto de que puedan ser considerados como dos stands en el sentido téenico tradi- ional que el filésofo faneés hace suyo. En primer lugar, el argumento cartesiano depende fatalmente de probarrign- rosamente (como verdad mis cierta que las proposiciones matemitcas) la exis- tencia de Dios (de eristuna, es dec, un ser dvino que no puede permite que nos engaiemos perversamente, por lo que aquello que concebimos clara y distnea- mente tiene que ser verdadero, tal y como lo conecbimos. No cae duda alguna que las “pruebas” que Descartes nos ofrce en las Medion al respecto 20 ‘cumplen ni remotamente la finaldad cartesina, pues: (2) sencilamente dan por sentado que un ser dvino(perfecto) tiene que tener los auibutos que le asigna la teadicin eristiana; (6) no pueden superar una duda hiperslica (con la hip6tess del genio maligno), pues precisamente por ello mismo la argumentacién cartesiana «queda atrapada en un insuperable dra rion; (@) ain obviando estos insupera- bes problemas de fondo, los argumentos cartesianos estin plagados de puntos Bid, pp. 65-6. * Bid, p66. Coma Amatld y oto ekicos contemporsncos se acuparon en sala. 140 GEORG H. Fro pez vulnerable, presupuestos euestionablese incluso falacias 0 errores elementals de sazonamicnto® En segorto lugar: para poder invocar la guranta que nos offece la exstencia del ser divino 2 la riiona, Descaes tiene que sostencr que tenemos una concep cin perfectamente adecusda —clray ditinto— de i mente y el cuerpo humanos como eatidades compliast ditints sparadss (que slo acidealnet esti, vss « interactian entre 3), Pero es claramente discutible sien realidad tenemos ese Lipo de conocimiento sobte nosotros mismos, tanto en ewanto seres pensantes y como seres corpétens, No sélo un materalta como Hobbes, sino tam- bien Mersenne ya plantea agudamente este problema: Hasta ahora sbéis que sois una cosa que pense, peo ain no sabéis qué es esa cosa peasant. Y gpor qué no habeia de set un cuerpo el que, con sus dverios ‘movimients y chogues, prodsjese la acin que lamamos pensamiento? Pues stunque exes haber rchazado todo género de cuerps,aca0 os engis al no Iberos rechazado a vos mismo, que sis un cuerpo. En efeto:zcémo probs «pe un exrpo no puede pensar, o que certs movimietos coepézeos no son el Pensamiemo mismo? Acuso el sstema todo de wuesto cuerpo —que cis aber rechazado— o alguna pare de, como el cecbzo,coneuren ea a forma cién de los movimientos que lamamos pensimientos. Soy —deeis— una cosa ‘pentante; pexe zsabéis si sois, por ventura, un movimiento corpéreo, 0 un uct pomorido2' Ya el hecho mismo de que un lector perspicaz, pero nada host al pensamiento cartesino, pueda formular seriamente estas interrogaates pone en entredicho et supuesto cariccer dar 7 diate de nuestra concepcién de la mente como sbsolu- tamente independiente de todo lo coxp6reo. ‘8 Blaboro sole el pacar en mi ensayo, “EL ‘atelmo' de Hobie, en Digs, 8 2007), pees. La distinc enue caso sustain ample incmptaiitroduce Descartes en $3 61 pst al primer jurgo de “Objecions” pepundo por Catero; para una discus de la isms, cf ‘Mager D. Wison, “Descares: Mind-Body Distnciness", ca Margret D, Wilsoey la and Mecanirm: Eneyon Eur Madre Phil, Paceton Usiv. Pres, 19%, pp 8.9. 48 Segunda objeiones”, en bi, p 102. Hasta Margaret D, Wilton, quien hace etaneina- fs exfuerzos interpretatvos pur salvar de alguna maner el argumento cartesiano, xe ve obligade ‘conc "Haw go (ot ba) isthe epistemological argument when inerpected inthe way that (4s T maint Descartes imesed i? Wel'—ro mention only one problemi i at she very best ‘no beter this the distinction between clas and dsinetperespson ad “were” perception. And ‘while Tae made some atempt to lary this distineson,X mus admit wo strasting i vey cai cally" ont 92

También podría gustarte