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ido el diseao de la cubierta, puede alguna ni por ningGn , de grabacién 0 de Primera edici6n, 1986 Segunda edic “Tercera edici6n, 1996 Cuarta edicién, 2006, © SAUL SCHKOLNIK (© EDITORIAL ANDRES BELLO Carmen &, 4° piso, Santiago de Chile Inscripetn N° 63.544 Se terminé de imprimir esta cuarta edicién de 1.000 ejemplares en el mes de mayo de 2006 IMPRESORES: Imprenta Salesianos 8. A. IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE ISBN 996-13-0466- SAUL SCHKOLNIK ANTAI LAS HISTORIAS DEL PRINCIPE DE LOS LICANANTAL ILUSTRACIONES DE EDUARDO OSORIO MENCION HONROSA. EN LOS JUEGOS LITERARIOS GABRIELA MISTRAL, DE LA MUNICIPALIDAD DE SANTIAGO. 1982 EDITORIAL ANDRES BELLO $9 09 us * mI nIYD ap Bunge] ey ap epuatoy — TIYD NIYD ep sojueUTe soy ap eUOYST, — aS * queer] — IVINVNVOIT SOT Ad SVAUALL SVT aaa vannoas Ses cotmtg — * "Teumnd) Jap eprpred pepnyo ej op epuokory — : * ovunuy Aax yap euoysry ey — Teund Jo uo eanquoae eu) — S55 ugpenanrey — “++ + + sembaoe op edu, ey] — opurs8 erAny] Bap A Jos [ap epuadoy — ca : (Seaano sey ap sopfoarquroy SOT) Paroy eAPy>y09 PunedeIUS so ap BHO — poe IVINV a VIONVANIVT abavd Vuannid “rejueuory soy & wxr8N ET Ts pupoyyas reg AIAN] invice El techamiento La velada . Leyenda del Alicanto Historiadeunamina . . oe Cuento de la nifta con la estrella de oro Leyenda delClarunco. . . - 70 14 = 81 84 91 SAUL SCHKOLNIK Sail Schkolnik nace en 1929. Es arquitecto y licenciado en filosofia, Dentro de este tiltimo campo se ha especia- lizado en Ia filosofia de las ciencias. En 1965, casi por casualidad, publica Cuentos de por qué, No tiene intenciones de dedicarse a escribir, pero su libro es favorablemente acogido por los profe- sores de literatura infantil Desde esa fecha hasta 1978 escribe solo algunos cuentos que envia al Primer Concurso Latinoamericano de Literatura Infantil de la UNESCO, que se realiza en Colombia. Entre més de 2.300 autores, Satil Schkolnik obtiene el primer lugar con El cazador de cuentos, Esto lo impulsa a participar en el Segundo concurso de la UNESCO, en el que obtiene el cuarto lugar. Entonces decide continuar escribiendo en forma sistemética. Hasta ahora, ademas de los premios mencionados, ha obtenido el segundo lugar en el Concurso Convenio Andrés Bello para television; una mencion honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral, de la Municipali- lad de Santiago; y el quinto lugar en el concurso Laza- rillo, que se realiza en Espaiia y que es la mas importante competencia de literatura infantil del mundo de habla hispana. ‘Actualmente dedica gran esfuerzo a la tarea de im- pulsar talleres literarios infantiles. Interesado en fomen- tar la expresiOn literaria, asistio, en septiembre de 1985, a las Jornadas Latinoamericanas por el Arte, que se efectuaron en Montevideo, Uruguay. Alli present6 dos uoreure A woreyos sojja ouroo yse {“soweue A soweuog ‘wore|duta}U09 sofja anb safested soy sourejdursyuo;) “uola|L109a1 So|fa anb sazesiny Soy sOUIAITOINY UOFTATA Sopa anb ua sopeiqod souanbad so} soureyiqey soxjosou ‘Aoqy “euion eidord exysanut s@ ‘SOUISTU JS B URQeUIR]] as Jadared Je OWOD ‘teyWeUROT euTEH Bs9 ‘soNosoU ap a}ied sa ojgand asa anbsog “exIaT} eysanu ua sepefioy sayuejrodut spur semyjno sey op eun ap —osefed ap oyana e— epesur eun seuade uog eUSUIROE}e eIUIa 2] ap orpnysa un Jas uapuayaid ou soyuand sojsq, OLAN-OHTVAYVO da O1NVd ~popaad ny ap soyjany woo iad ‘jwoun uojovuu vy so pac, DT Winivd ZINOD OONINOG ‘Durpun Di2}pIp409 v] 2408 s29]D4 sns 499249 oZ1y a4quioy [2 4° ‘B[]9 VoD asreatyNUEp! v TeBEI] EIpOd Ise O[9g pepfeuoroeu widosd ns ap saoyer se] 12000 -09 $9 OUT epeo ap Sa[ejUaUEPUTY soysarap so] 2p OU “(S861 ‘daO “INN Jod opeytps) snuos vand sayy) up) (S861) ATX Z (Sg61) vnosng ap MIST vsouajsnU D ua uDx “(SR6I) souanbad spu: so) vand sojuany “(pg61) mrounfur tue ap nomou aaoug “(y961) oqoumso ap vuidsa VT “(ER6I) une 011 Jap SDUOISITT (7861) aAquioy sor ‘(786 I) BULAN “104 VT (2961) "224 DUN DIQDH (ZR6I) OPYPuNdas on} -nao Op4ojoo ujsojo7 ‘(1361 ‘IS20d) sasoiunf opunzny (0861) sooupwuos sazuaasafopp Dund sojuany ‘(0861) nyaupd osowuay un zaa dun ascuy “(6L61 “eIqUIO[O) ua opeoyqnd) sozuans ap soppzva jy ‘(S961) 9nb 40d ap soluan; :seuotouaur uapand 08 seiqo sns axyug “ofled soupuy [euoytpg sod sopeorjqnd soqure ‘op -uaadn & osuayd Of & v9ax0Ngig ap Uo}DA U7) Ua sotfa ax}U9 “etpour A voiseq BzueUAsUS B] B SOPEDIPP $o}Xe} sOsor -allinu ua usdarede ¥IUTOAYOS [Neg ep sojUOND SOT eysrodueag eng ueg oFFJoZ Jap ayse op sera|[ey OseND ap OJUNfuOD ofeqesy, A [HuEyuT ase ap OLOWeIO|dxe oIIes, :seIOUaUOd MINTONHOS TNS 8 LA TIERRA Y LOS LICANANTAL Alli, en cualquier meseta, podemos encontrar sorpresi- yas quebradas hundidas por la erosién, en cuyas profun- didades corren las suaves aguas de escasos riachuelos y desde donde emergen el aroma y el frescor de la lampaya, Ja chacoma o de las chilcas. Riachuelos que combaten el hambre de pueblos y caserios milenarios, donde la Paatcha —la venerada tie- rra— es la fuente y el origen de la vida y de la muerte, de la tradicion y del progreso. El paisaje seco, pedregoso y drido, casi metdlico en su ocre y violdceo colorido, cobija en sus entrafias ocultas riquezas que esperan. Tierra donde todo insta al esfuerzo y al trabajo. Pueblos con casas de piedras levantadas en estéri- les suelos, cerca de los andenes que se descuelgan a las quebradas en medio de la vasta planicie bafada por el sol. Durante 11.000 afios una sucesion de pueblos caza- dores, recolectores, pastores y campesinos conformaron complejas sociedades. Por fin se asentaron en pequeftas aldeas donde con- solidaron insospechados avances culturales. Basado en textos de Domingo Gémez Parra. IV.LNV 4d VIONVANI VT aLaVd Vaan ‘yeUnsesY PUnIyRD :O1TT aw “wyurunoy sop soustul 18 v UOADLUD]] as ‘onBUa] MIdosd ns ‘v2uND UT eed] -ouun « zod ap muya un ua o1ata anb soousinsuy & soo1 ‘JOUNG ep wore! -a[e 9s K uouefaje as ‘souegar soy Jepmo v sour Sop Sox} uuoo rey opifes opuargey ‘anb zon eun orpeons A : japues3 vrony opuena! ““seuezey seor|spyue] Seu Se] OPUBZ|RAL ELL -auiooal ‘Teyuy adiouyig weIH [2 ‘]9 enb oyosap [a ““ouasop [a £ “eperqanb 2] ap opuoy Jo ua ve vjs109 anb o}s 9 “oaNIN ap ses -a1} Se BISeY SOPRIOP saUOTLAsa saULoUD OULD ueqefeq anb sesea se] op o[finbunf ap soya) so :opunu yo zejd “uraquoo v reyuY ouDNbod ja eqedan as J1[e anb1oq ‘rowing ap Bse3Ng [ap a1quuND eI WE BSE.) 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El nifio y el hombrecito cayeron al fondo de una caverna. ‘Antai se desmayo. ‘Al volver en si oy6 unas vocecillas: ~ ;Donde encontraste a este licanantai? —Estaba bajo el chaftar y me vio. —{¥ qué hacias ta abt? —{Uf! jEsa vizcacha que nos trae chaflares no me dejaba venir! Me insistfa en que yo le recordaba a su ma- ma jesta vez no se me —;Pero, como Hlegé él hasta el valle? —~Yo me asusté tanto que me vine corriendo por arriba y él me persigui6, seguramente también le recuerdo asu mami... — Oh, no! —exclamé Antai—, jmi mamé no es gor- da ni enana como ti —Y entonces, jpor qué me perseguias? —preguntd el hombrecillo. —La verdad es que pensé que eras una vizcacha —confes6 Antai, y todos se rieron. Sus ojos ya-se habjan acostumbrado a la oscuridad de la caverna, y pudo ver a los hombrecitos. Eran tan pequefios como el que habia perseguido. ;Apenas si le Ilegaban hasta la rodilla! = {Quiénes son ustedes? —pregunte. ANTAL 19 —Somos los simapauna cotchaya koiba —respondid uno de ellos. —jLos hombrecitos de las cuevas? —se extrafio Antai—, pues se parecen mucho a un... ~dud6 un momen- to-. Claro, se parecen al ekeko que tiene mi abuela! Pero, observindolos mejor, pens6 que eran como esa mufieca, la diosa de la fecundidad que habia en su casa. Mirando a su alrededor vio que no estaba en una caverna como habia creido, estaba en una plaza, con ar- boles extrafios y otros que conocia, pero todos muy pequefios. jSus frutos parecian muy apetitosos! ;Y también habfa plantaciones de maiz!... jOh..., las mazorcas eran del tamafio de su dedo mefiique!... {Como si fueran de juguete! ‘Antai no pudo reprimir su asombro: ~ {Qué lindas son! —exclamé. Al ver la cara del nifio una mujercita se acercé a un 4rbol y tomando algunas frutas se las dio. No eran més grandes que el fruto del chafiar y pa- recian pequefias calabazas, de esas gordas por abajo y flacas por arriba, como la sefiora que se las habia dado. —Pruébala —le dijo ésta—, es una pera. Antai se la comié de un bocado. — jHum..., ;qué rica! —exclamé, y antes que alean- zara a decirlo ya la seffora le habia traido una docena. —Me alegro que te gusten —le dijo—, yo soy la en- cargada de las peras. Y mird a todos como diciendo: ivean, a él le gustan mis peras! Mientras se las comia, Antai not que las diminu- tas casas estaban hechas de cristal; y eran transparentes como el suelo del Valle de la Luna que ahora estaba alld arriba, sobre su cabeza. Pero algo llamé su atencin: juna fuente!, una la- guna con un surtidor de agua en su centro. Antai nunca habja visto correr tanta agua. — {Qué lindo! —exclamé de nuevo. QnULUOD UEdLY, ‘UQIORUBISAL ap 0ys08 uN LOD) isgndsep osed ‘anb oJ sequono 9] ou gnb sod? “—opefous spur zaa eped ‘uofoue Jo opepaurar e Qlajoa— joqer un Jog! — opesnea viqey| anb axjsesap [a 10d asiednosip une opueyuayur ‘ofarae— jo109 oyWeI uN 10d o[9s anb oue[! “ene op soxloys Tezuey ev WorezUWOS “Opranse ap ojsend uesoigny as IS OWOD ‘sexopyans so] sopoy ayuadal ap “jJ4Jooood! ~ayuatnais eyp je opueny “sWuOp b Iny our Oso op e}SIA Ug jepet oad! “eNO A ‘eNO A “UO -iojiod exo sory SeqUOTUA “oaupLaIgns OL un UDIqUIE) eqesed yyje sod sond ‘ouenxo Anur tio anb of ‘ense offes ou K uorsesopfod wun sory anb se —asreowynsnf ap opuryen ‘uediy oldumuszur of orpeons onb o[— “zopnuns ns wos ‘oBany apsep ‘eun epeo A jsequeny opuarey soureal “onb jse ‘oood Anu Bio pepnio e] ua aquany eun nb gLsn90 9 as 9789 B anb vysey “oreo “exe Ofeq aidwarg “oxuape eI -a[[tp10d ef Ua Blje <—opefous opisarquioy Jo seyE[ar & Oz -UatHOo— ONLI, aP PEPMID FI Uo SOUIEFATA SOm}OSON— {a1qusa} we} ose sesed opnd ourgo A? 1eyuy oursrojut— jroues “eaIp aut ON? — ‘epeuopuege anb sourany & pepnio e| a4sep -unuy ‘JNU! un ‘aqesuodsautt un sazo anb so vsed anb of fous 9 opeular of joueur B osed our ag! — “soxsoyo ap Fopaaey [9 odinostp as— oymbod un ~-oueur ey osed au as onb sq— iygnd! &~,pepzoa? “pie aystory anb So] owoy —oNo opefoua qumejoxe— jysid? ‘Is— ene Jo eyes jgyyid! A of140y un o8ey “ezaqvo ap oMenuD aul Of ‘sosofepnes sofI wa109 soNOsoU ap ofeqap 10d ‘—as9 ooudxa— j1oR} Anu sa A “Fs “IS— juedty, roues ‘goky SO] paysn A? ‘—Te]UW O}OTa} O[— o}TUOG An os anb opesjap of 10d ‘uedry, uewreyy aur ‘oftp a[— saxopyyns soy ap opeaiesua ja Sos oA— osoypniai0 Anut go1208 9] 28 “0,989 op eurdso vun eyoared onb 4 ‘opyenbed arquioy OQ : HINTOMHDS 1QVS oe 2 SAUL SCHKOLNIK —Resulta que antes de hacer los hoyos, me habia comido una pataska con harina tostada y tenia la barri- ga hinchada y redonda como un zapallo y al hacer las perforaciones, éstas resultaron demasiado grandes. —jImaginate el tamafio de los chorros! —Io inte- rumpié el otro hombrecito-. jSaltaron tan alto que perforaron incluso el techo de nuestra ciudad! —jJi, ji, ji! se burlé un simapauna que estaba es- cuchando. {Cémo habran sido los chorros, que toda- via los puedes ver!, y 10 més probable es que durante muchos cientos de afios sigan lanzando agua todas las mafanas. —jTodas las maflanas? —pregunt6 Antai, més in teresado en los surtidores que en el desastre que el hacedor de fuentes habia ocasionado. Asi es. Todas las mafianas, y exactamente a la misma hora, el agua salta como treinta veces tu tamafio, y después contintia saltando, pero més bajito...; json muy puntuales los surtidores! Pero entonces una vocecilla pidiendo ayuda inte- rrumpié la conversacién: — Socorro, socorro! —gritaba alguien desde arri- ba, desde la superficie del valle. —{Uf! —rezong6 el simapauna enojén—, debe ser de nuevo Solor. Y mientras corrian hacia el lugar del cual prove- nfan los gritos, le fue explicando a Antai: —A Solor le gusta tallar esos monticulos que hay enel valle, jsabes?, hacer figuras raras y esas cosas.. ‘Antai y sus nuevos amigos treparon por pequefios senderillos hasta el Valle de la Luna. Curiosas figuras se destacaban contra el cielo iluminado por una gran luna y miles, miles de estrellas. El brillo de sorprendente colorido de aquellas es- culturas impresiond al muchacho. Imagin6 increfbles animales, guerreros de resplandecientes armaduras, for- talezas encantadas que surgian como por encanto... ANTAL a _jSolor, Solor!, ;d6nde estés? —gritaba, mientras tanto, él hombrecillo gordo mirando en todas direccio- nes. La voz soné directamente sobre sus cabezas: Aqui, Khaipe, aqui. jAyidame, por favor, no me puedo bajar! —pedia. ‘Antai_y Khaipe miraron hacia arriba. Y allf, en ta punta de una de las hermosas figuras talladas en cristal, Pytaba Solor. Era una pequefia nifia, y no parecia tan desesperada como Antai habfa creido por el tono de su llamado; por el contrario, estaba lamiendo un trozo de cristal. Esta muchachita! —grufié Khaipe—, jcudntas veces le he dicho que debe comenzar a tallar desde arri- ba para terminar abajo y no como ella insiste en hacerlo: comienza desde abajo, y cuando termina, est arriba, y entonces... ;socorro, socorro, que no puedo bajarme! {No te da vergitenza, chiquilla! ‘Antai, sonriendo, se habia acercado a Solor y, toméndola, la habia depositado sana y salva en el suelo. Te gustan mis esculturas de Kuta? —le pregunté la nina. — {De sal? —se extrafio él. —§on de cristales de sal —le explicd, entonces, Solor. “ZY viste las casas alld abajo?, también son de sal, y el suelo del valle..., todo... ;Mira, toma esto! —dijo y e paso un pedazo de cristal—: ;Pruébalo! ‘Asi lo hizo Antai, y le gust6. — jHm, rico! ~exclamé—, es salado. Solor se agach6, y recogiendo su diminuta chuspa sac6é de ella dos mufiequitos, un hombre y una mujer, no més grandes que el dedo mefiique de Antai “Son nuestros dioses de la fecundidad —Ie dijo, y le regal6 la mufieca—, es para que te acuerdes de mi, —Estas cosas no sucederian si fuéramos grandes como éramos antes —protest6 Khaipe. Esto sorprendié a Antai. ueqepsens of opyex uerqey of onb sorquioy soy anbune ‘anbiod ‘somosou woo 4e}s9 O3sn¥ 9 Jog fe UsIquIE |, oaanu o}ongnf un eur Oulu un OULos ofopUPsTU sourepanb sou anb ‘o}uey oysnii sou *"-jg}sni sou Is eAea! A euzeysn® sou anb opuesuad uoselen of ‘fog [a woo saoyjay URJAlA soya ‘ouEp sousooey Uespuajold ON “opo} ofopupurumyr ‘znq op soXes U0o EpeuorOs: ezaquo ns uoo Oloarede uIdeyy “sey -e]UOU! 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Tunto a los otros nifios aprendié las labores que un hombre debe saber para sobrevivir: aprendio a encen- der fuego, a cocinar y a tejer en telar; aprendio cerémi- ca; a fabricar armas y calzado; a trabajar la piedra, el cuero, la madera y el cobre; aprendié a contar, y algunas palabras en quechua y aymara, aprendio a tocar la flauta y el putus... {Uf!, jpero, claro! No aprendio todo aquello de repente, 1o aprendié de a poco, con diferentes maes- tros y artesanos de la aldea También aprendi6 a pastorear los rebafios de llamas y alpacas; a sembrar, cuidar y cosechar el maiz, la quinoa y otros cultivos; aprendid qué plantas eran comestibles Y cuales venenosas; aprendid a cazar zorros, fandties, vizcachas, guanacos y flamencos; aprendid que el cén- dor y el puma no deben ser cazados porque son dioses como los de la tierra, del agua, del fuego, del sol y otros. Y como era el hijo mayor de Hlacsa, jefe de Quitor, también. aprendio como resolver un problema entre mu- jeres; una rifia entre dos hombres; el incumplimiento de una palabra; como mantener la disciplina; como lograr que todo el pueblo participara en la siembra, en la lim- pieza de acequias y otras tareas comunes. En fin, no fueron pocas las cosas que Antai tuvo que aprender Asi, al cumplir las dieciséis primaveras, Antai supo que ya no era un nifio, que ahora era un hombre y se dispuso a actuar como tal. ‘Abandon6 los juegos de nifios y asumié algunas responsabilidades en ia casa de su padre. Pero, entonces, llego la invitacion. Un dia se present6 en Quitor el propio Curaca, el Gobernador que vivia en el Tambo de Catarpe, centro ANTAL 35 administrativo de los Incas en la region, y llamado asi: “Saco de Haina” (Catarpe), porque alli se almacenaban los productos que luego se enviaban al norte. Antai conocia al Curaca, pues habia acompafiado a su padre un par de veces al Tambo. El dignatario fue invitado a la Gran Casa, y después de las ceremonias de bienvenida, Hlacsa y él se sentaron a conversar. ‘Al poco rato, Antai, que merodeaba leno de curio- sidad, fue llamado. Entr6 corriendo y se presenté frente alos dos hom- bres. Entonces el Gobernador le dijo: —Antai, principe de los licanantai, te traigo una invitacin personal del Emperador Inca para que vayas a Arica. —jArica? —Arica es un balneario a la orilla del gran mar y mucho més al norte —explicé el Curaca Yo he dado mi consentimiento, hijo —agrego Hlac- sa, alld tendrés oportunidad de conocer otros jévenes como tt, de naciones y pueblos distantes. Es bueno que vayas, eso completard la educacion que has recibido aqui. “Fs muy grande el honor que me haces —respondid Antai, usando las frases de rigor para agradecer una invi tacion—, y si mi tikan, mi padre, lo ha decidido, cumpliré sus 6tdenes y gustoso iré a... a... —pero como estaba tan nervioso, se le olvidé el nombre del lugar al que habia sido invitado. “A Arica —concluy6 por él su padre, sonriendo—, y puedes salir Io autorizo, y Antai partié como una Hlecha a contarles a sus amigos la buena nueva Por la noche, volvié a su casa y comenz6 a arreglar sus cosas para el viaje, ayudado por sus hermanos meno- res, no menos emocionados que él. Pero su padre, al llegar a casa, lo detuvo: —Fspera, espera, Antai, atin faltan dos Tunas llenas para que salga la caravana con la que ti irds al norte... nis Us o1od ‘sofeates sooeuend soy v o}uaume ap aazis anb ‘omp oysed Jo 20019 ofos anb eI ue ee}UCU uN sq “redo]] & sare as orpeu seo £oy apuop ‘Teund Jap eUeJUOW! e] op woNTIs 2[q:pUNJUOSUT 2 ‘epees BLI9N] EI op Ble spur ‘I9A E OZURDTe —OUISIL Of eijeder ardurais— “"sorosou ap uepmo anb so] sopoy & saxped soxjsanu uestessap apuop sen] 2159 epsaq— “RyLOARY aSeA] NS UO BLOWSIY F] GZUCUIOD ‘eaqujed upto opuepiosar eA uaInb oWOD “s}UsUIEUaL Anut f ‘oun uoo ‘ayuaweliy qulu of oueRUE 1g “ojange ja eqrisa apuop wioey ousos ‘eures ap uryares a] anb sojoid sepyynur sey P ojunf opeuye rol} v eqeuasua af arpem ns onb us 3eJ9} [2 Opuefep ays9 oIsajuoo— opange ‘oa eX— “Teyuy & ‘uel A “exeyng Jap BseD URI BI ap aUETEp “sopesedozue sns ap equin} eI Bzqno anb expard B] a140s o}Ues 2g ~eusoysty eun. vqe}UOD af ‘O8fe a[st0ap epson ojange jo anb aidurarg ELIOJSIY BUN B}.2}U09 osaINb ‘oso 10d ‘1e} -weueor] So] 8 spreusogo$ & aiped m) v spreparay wp unde aiquioy un sox eX my ‘—ofip a[— euned ‘uaa— “ugjad0ur Oysngor A OpmusoJ un woYye we [9 enbune < ouanbad,, :Jse RqEUIEI] O] ojanqe ns ‘OLUOS TeUY “uaa ‘euned “ua, — :QUR] OT Ofange ns Jooopse}e Un ue onb seioaUrLid oxen seUN PA PTOREY ‘ops0s9y jhax Jenbe! “-oeunuy fez osorapod [a opmata esquy zea vundye anb ua xe8nj fo sofo soidosd sns uoo eA viiend “eur “Ind [ep euE}uOUT By LM eIed oduoy oso seyoososde vuspod ‘ofeia ja ered seuay seuny sop une ueyey sad ‘Teyuy “osse}so0e [y ‘TVWINO Ta NI VUN.LNAAV VN. ue IVINV pe IN VL a) RRR ION IN OTR OKT BONN ““apuesd euny eB ap Zn] e[ B JauIOD B UOLeTes sopo} A— jueuaa! ‘jedeg! “—ospew ey omtdar— jueyty?— _,BUUL,, ‘294 NS B “EI9—p 9] 9489 4 “OpLeUE Ns B eded,, eure] Bquiquinysooe arpeu ns ‘OLTUOs Te]UW “esovff] OISaqUOO— EYE jueyyy?— ‘esonye apsap eqeur eI] So] anb axpeut ee uosa40 onb eysey uosefeqe enb solopestaay sopeareye ap odni3 ye guns as A ‘opreuue vaed osped ns oftp o[— guepnde 9} upiqurey OX sang— “Oe eyes our Is 10a vied ‘—asredjno -sip op o}es}— ueyH ‘sesoo stur opuRsyAar eqeisq— “ugtoediorjue }ueyseq WoO BIDIONY os o}uELOdU ue} UOIDe}TAUT BUN anb o9189] Bia :ayUaFeduHT OUTU UN OUT -00 opuenjoe eqe}sa anb ap zIUaNd oIp as ‘saouoyUe ‘ord Sopeuorsnpsap asopuryuas ‘TeUV oUTEIOXe— jyO! — ‘INIONHOS TVS ve 38 SAUL SCHKOLNIK judad: es una de las dos ciudades des- cumbre hay una aparecidas. —{Dos?, yo sdlo sé de una, abuelo, de Toconao... —pregunto Antai recordando a los pequefios hombre- citos. —Toconao —explicé el abuelo— se escondié en algu- na parte detras de los volcanes..., si subes al Lascar es pro- bable que la puedas ver..., la otra est ahi, en esa monta- a, es la ciudad perdida del Quimal En ciertos dias puede verse claramente sobre la mon- tafla. Pueden verse sus torres de oro y sus casas revestidas en plata y cobre, pueden verse sus calles de piedras cristalinas bordeadas de chafiares y Iticumos, pueden... —;Sabes que me estén dando ganas de ir a ver esas maravillas? —lo interrumpié Antai. ~Aquellos que han tratado de hacerlo —le advirtié el abuelo— dicen que la ciudad se desvanece cuando preten- den acercarse; pero déjame contarte que hace mucho, mucho tiempo. YY acomodandose en su asiento de piedra, continué: ANTAL 39 LA HISTORIA DEL REY ANTINAO «esa hermosa ciudad del Quimal fue la capital del Impe- rio de los Licanantai, y alli vivio un poderoso Seftor. Ila~ mado Antinao. Habiendo reinado ya por muchos affos, penso que su poder no era lo suficientemente grande como para se~ guir gobernando su Imperio, ya que debia recurtir a la ayuda de mucha gente. —Debo elegir un sucesor —Ie dijo a su esposa Raua— y como no hemos tenido hijos, elegiré uno de entre mi pueblo, de entre los licanantai —Me parece una sabia decision —respondié a reina —Sin embargo —aclaré Antinao—, debe ser alguien tan poderoso que no necesite de nadie més, solo asi podré gobernar. —Si es lo que deseas, entonces puedo sugerirte al Gran Shaman —le dijo Raua—, ya que, siendo el Gran Sacerdote, su poder depende s6lo del Dios Creador. —..El Sumo Sacerdote..., por supuesto... —aceptd el rey, y, sin perder un momento, fue al Gran Templo, entré a la enorme sala tapizada en kéminas de oro puro e hizo lamar al Gran Shaman. Este se present6. Vestia un elegante manto bordado en oro y plata, turquesa y malaquita; sus sandalias eran de cuero repujado, y Ievaba un gran sombrero de plumas rosadas. —Escucha —le dijo Antinao-, tti hablas con los dio- ses del agua y del fuego.. ~Y también con los dioses de la fecundidad —lo interrumpié el sacerdote, que era un tanto presumido. — Calla! —se enoj6 el rey—, quiero decirte que he decidido nombrarte mi heredero, porque ti eres tan po- deroso que no necesitas de ningiin otro hombre. Al of aquello, el Gran Shaman se sintié muy hala- gado, pero como era un hombre honesto, respondid: “Muy grande es el honor que me haces, pero no obarede ereyng [ep sauoreyiqey seyonur se] ep eunsye apsep “oj uaUNOU! os1ro1d aso ua anb opoons o10g “oyooy erqey anb oyuarurqno “Sep ZIfay [2 seIqo]oo ered OTE ns & JOARW OFOULTY [e OUAUT 2 ‘oyfonbe Ifo [e OyoMUT oufaye as vOIeUOW! [Ty “ouadury 0yseA ‘nj opoy ap osozapod spur o1pqns Je Aos anb souozes ses Jod ‘sond ‘sq “soprytuisuen ap UedreaUD a8 $9}0pI99"S SO] enb sasorp soy ap & oAn} oyepueur Jo UoD Jse Ndumnd wep -ond A reuxaqo3 uepond soxafasuoo sm) anb opuepmo sor -o1rani So] B sa}iany uagey anb seusre sey aye} onb [2 Kos Of “pepioa sq “seqosng anb axquioy je openuoous sey ‘—vroulefez Z0A woo orpuodser a[— prysole— -osoroiquie Antr ‘

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