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SERGIO GUERRA VILABOY, graduado en la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana, en la actualidad es profesor y jefe del Departamento de Historia de América de la Facultad de Filosofia e Historia de Ja misma Universidad. Ha publicado varios articulos y ensayos sobre temas de historia-de América Latina. Es coautor de Crénicas Iatinoamericanas. La region surandina. Chile, Perti y Bolivia (1972); Estados Unidos contra América Latina: dos siglos de agresiones (1978); Cronologia del movimiento obrero y de las Iuchas por la revolucién socialista en América Latina (1979). Ademas es autor de La Republica artesana en Colombia (1980). En 1983 obtuvo el premio +13 de Marzo con el libro Luchas sociales y peartidor politicos on. Guaterate PARAGUAY: - DE LA INDEPENDENCIA (ALA DOMINACION , IMPERIALISTA wena hid Sergio Guerra Vilaboy by “BLAS MANUI S EL ALI INTROPCLOGO aRoEeeg! AMIFYERSIVAD DE BUENOS AIRES KL TAD DE FILOSOFIAY LETRAS {RMELION DE BIBUOTEGAE EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA. 1964 EDICION: Jorge Oviedo Rueda y Consuelo Casanova Orozco CORRECCION: Lea Lozano Ramil z , © Sergio Guerra Vilaboy, 1984 © Sobre la presente edicién: : Editorial de Ciencias Sociales, 1984 Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace legar su ‘opinién, por escrito, acerca de este libro y de nues:ras ediciones. Editorial’ ‘dé’ Ciencias Sociales, calle 14, no: 4104, Playa, Ciudad de La Habana, Cuba Nota de! Autor Las huchas del pueblo paraguayo por su de- sarrollo independiente y contra las intervencio- nes extranjeras durante el siglo x1x, constituye uno de los acontecimientos més relevantes, y al mismo tiempo menos conocidos, de la historia de América Latina, Después de Ja emancipacién de Espafia (1811) y hasta la brutal ocupacién de su territorio por los ejércitos invasores de la Triple Alianza en 1870, el Paraguay fue por su estructura y.de- sarrollo. socio-econémicos una excepcién entre los paises latinoamericanos.: Aqui. los latifundis~ tas criollos no pudieron ascender al poder tras la independencia, como sucedié en el resto del continente, donde dejaron inconclusas las tareas de la revolucién burguesa, obstaculizaron el de sarrollo industrial y facilitaron al capital impe- rialista, la sustitucion del viejo colonialismo por una dependencia de nuevo cufio. En el Paraguay 1 las masas campesinas pudieron llevar adelante Jos avanzados proyectos democraticos de la co- rriente radical rioplatense —cuyos exponentes fueron Artigas en el Uruguay, Mariano Moreno en Buenos. Aires y el doctor Francia en la tierra guarani—, abriendo el camino al avance capi- talista por la via que Lenin llainé revolucionaria. Asf se convirtié en la tinica nacién latinoameri- cana que las grandes potencias industriales —y las fuerzas sociales aliadas én el plano interno— no lograron deformar hasta que en 1870 con- cluyé la devastadora agresién de la Triple Alianza. El presente texto ha sido elaborado tomando como base los siguientes trabajos. En la parte introductoria se utilizaron dos articulos' edita- dos originalmente en la revista OCLAE en 1977 y 1978. El ensayo sobre la época del doctor Francia, cuya primera versién corresponde a los afios 1971-1972, fue presentado en la Universi- dad Nacional Auténoma de México (UNAM) en un Seminario internacional (1980) sobre “Dicta- duras y Dittadores en América Latina” y publi- cado en la revista Critica y Utopia de Buenos Aires, en 1981, Por ultimo, el estudio sobre los Lépez y la guerra de la Triple Alianza aparecié © por primera vez en Santiago, Revista de la Uni- versidad de Oriente, en diciembre de 1978. SGV. INTRODUCCION: LAS LUCHAS INDEPENDENTISTAS EN EL Rf0 DE LA PLATA El sistema, Robespierre, que se queria apli- car aqui, la imitacién de la Revolucién Fran- cesa, que se queria usar como modelo, trq- casaron, gracias a Dios...’ CORNELIO SAAVEDRA “EL anélisis de las luchas sociales desatadas en'el Virreinato del Rio de la Plata y particu- Jarmente en el Paraguay, en los afios de la pri mera independencia, debe comenzar por dos he- chos —la invasién inglesa a Buenos Aires y la ocupacién napolesnica de la peninsula ibérica— que empezaron a agrietar el dique que hasta entonces habia contenido a las fuerzas de la emancipacién. Entre los acontecimientos que més contri- buyeron a acelerar el proceso emancipador en el Rio de la Plata y a forjar la nueva nacionali- 1 Escrito por Cornelio Saavedra el 15 de enero de 1811. Tomado de Manfred Kossok: «La sal de la Revolucién, El jacobinismo en Latinoamérica. Intento de una de- terminacién de posicioness, en Historia y sociedad, Méxi- co 1977, no. 13, p. 22. | | dad estuvieron las invasiones inglesas, ocurridas durante: 1806 y 1807. El ataque inglés no sélo reveld Ja existencia de importantes sectores crio. los en ascenso econémico —naciente burguesia comercial, hacendados y estancieros—, capaces de levantar con suaccién todo un movimiento popular al margen de las autoridades coloniales espaiiolas, sino también descubrié los propési- tos de Gran Bretafia para suplantar por la fuer- za a Espafia en sus dominios americanos? El crecimiento de la conciencia nacional en el Rio de la Plata forma parte de un largo pro- ceso, que comenzé a cobrar fuerza desde comien. zos del siglo xix.) Manifestaciones de los intere- ses criollos, que permitieron crear las primeras fisuras en el régimen colonial espafiol, se dieron a conocer en las paginas de algunos periddicos de Buenos Aires, como El Telégrafo Mercantil (1801-1802) 0 el Semanario de Agricultura y Co- 2 Para el estudio de la época colonial en el virreinato del Rio de la Plata ver a Rodolfo Puiggros: De la colonia @ Ja revolucién, Lautaro, Buenos Aires, 1943; Leonardo Paso: De la colonia a la independencia nacional, Edito- rial Futuro, Buenos Aires, 1963; Manfred Kossok: El virreinto del Rio de-la Plata, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1959 y Ricardo Levene: Investigaciones acerca de Ia Historia Econdmica del virreinato del Plata, El Ateneo, Buenos Aires, 1952, 2 t 3 Sobre el tema de 1a nacién y la nacionalidad en América Latina ver a Alberto Prieto: «La nacionalidad en nues- tra Américas, en revista Casa de las Américas, La Haba- ma, 1977, nos, 107-108-110, mercio, que se publicé hasta 1806 bajo la di- reccién de Hipélito Vieytes.* Esos cambios coincidieron con el incremen- to de las apetencias coloniales de la rapaz bur- . guesia inglesa, cuyas vinculaciones con Hispano- américa se habfan fortalecido durante el siglo xvi en virtud del comercio de contrabando. A raiz del Tratado de Basilea —firmado en 1795—, Espajia y Francia se aliaron contra Inglaterra, y despuétde la batalla de Trafalgar, los ingle- ses quedaron posesionados de los mares, para aumentar as{ las posibilidades de arrebatar colo. nias a las potencias enemigas. Fracaso colonialista inglés La politica agresiya Nevada a cabo por In- glaterra contra Espafia desde 1795 se evidencié con las invasiones inglesas al Rio de la Plata. El 25 de junio de 1806, 2000 soldados brita- nicos, encabezados por el general William Carr Beresford, desembarcaron en Jas cercanfas de la villa de Buenos Aires, ciudad que por en- tonces contaba con unos 50000 habitantes. Se desaté la lucha entre ingleses y espafioles, hasta que el virrey, marqués de Sobremonte, huyé de a capital rumbo a Cérdoba, para asi abandonar la ciudad a los invasores. 4 Leonardo Paso: Historia del origen de los partidos poli- ticos en la Argentina, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1974, p. 20. Entregada Buenos Aires a los soldados bri- tdnicos, Beresford modificé la tarifa aduanera a favor del comercio inglés, propicié el asenta- miento en la villa de algunas casas comerciales y proclamé sus respetos a la religidn catdlica. Ademés, se decreté la libre navegacién por los rios. Pero estas medidas no fueron suficientes para vencer la oposicién criolla, que considera. ba la invasién inglesa como de agresién a la tierra natal, La existencia de un naciente senti- miento nacional, que atin se identificaba de cier- ta forma con Espafia, permite entender el ines- perado comportamiento de los hacendados y comerciantes criollos, a quienes beneficiaban las medidas liberales adoptadas por los ingleses. Los criollos tomaron en sus manos la lucha contra la invasidn. briténica y organizaron sus fuerzas bajo la direccién de un experto militar francés, Santiago Liniers, residente en el virre nato desde 1796. Integrardn el contingente patriota los gau- chos que dirigia Juan Martin de Pueyrredén y las milicias patricias de Cornelio Saavedra, asi como decenas de combatientes procedentes de las mas recénditas regiones de El Plata. El re- cién creado ejército criollo se concentré en la Banda Oriental del Rio Uruguay. Recibieron armas y provisiones enviadas por el Gobernador espafiol de Montevideo, y con ellas iniciaron la «Reconquista» de Buenos Aires. Los combates se desarrollaron exitosamente para las armas criollas y culminaron el 12 de agosto con Ia ex- pulsién de los ingleses.* La Junta de Guerra —integrada. por. muchos combatientes criollos—, reunida,en febrero de 1807, acordé ia destitucién del marqués de So- bremonte, cuyas atribuciones pasaron a la Au. diencia, aunque el titulo de Comandante Militar —exclusivo del Virrey— le fue conferido a San- tiago Liniers. Pueyrredén partié entonces hacia Espafia para dar cuenta de los sucesos y con- seguir la aprobacién de estas decisiones por el Gobierno de Madrid. Sin embargo, los ingleses no desistieron de su empefio. A principios de 1807, 12 000 soldados al mando de John Whitelocke se presentaron esta vez en Montevideo y ocuparon la ciudad. Luego intentaron repetir la operacién en Bue- nos Aires. Los criollos, dirigidos de nuevo por Liniers, se negaron a rendir la capital del Virrei- nato, hostigando tenazmente a los ingleses en episodios de gran audacia militar que los histo- tiadores han dado en llamar «La defensa», Derro- tados los invasores el 7 de julio, las tropas bri- tanicas fueron obligadas a evacuar todos sus efectivos del Rio de la Plata. El fracaso’estrepitoso del intento colonia- lista deméstré a la burguesia inglesa los peli- gros y las limitaciones que implicaba la realiza- cién de expediciones de conquista, del tipo tradicional, contra Hispanoamérica, Pero las 5 Benito Marianetti: Argentina, realidad y perspectivas, Editorial Platina, Buenos Aires, 1964, pp. 27-28. consecuencias mds importantes. que: de. estos hechos se derivaron fueron. otras. Los éxitos-de a lucha popular contra los ingleses elevaron la confianza de los criollos en sus propias fuerzas, y ayudaron a acercar la fecha de la emancipacién del yugo espaiicl. La apertura de Buenos Aires al libre comercio, legalizado durante un breve pe- riodo, ayud6 a deslindar los campos antagénicos entre los intereses econémicos de espafioles y criollos,.propugnadores unos del mercantilismo monopolista y otros del comercio libre. La inter- vencién inglesa revelé también el grado de inca- pacidad politica y militar de Espafia, obligada a depender de sus propias colonias para la defensa de su Imperio de Ultramar. La Junta de Mayo La crisis politica en que se vio envuelta Es- pafia con la destitucién por Napoleén Bonaparte de Ja monarqufa reinante y la consiguiente ocu- pacién francesa de la peninsula ibérica, tuvo profunda repercusién en Hispanoamérica Los sucesos europeos agudizaron las contyadicciones entre criollos y espafioles, acelerando el movi- miento independentista. En el Virreinato del Rio de la Plata gober- naba desde 1807 Santiago Liniers, quien habia sido designado para tan alto cargo por los crio- 4 Sobre 1a ocupacién francesa y sus consecuencias véase: Carlos Marx y Federico Engels: La revolucién espaiiola, rial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. llos, en premio. a:su destacada participacién en la lucha contra los ingleses. La monarquia es- pafiola, puesta ante hechos consumados, no tuvo ‘mas remedio que ratificarle como virrey y san- ‘cionar la destitucién del desprestigiado marqués de Sobremonte, Los circulos monopolistas. de Buenos Aires v Montevideo contemplaron con creciente alarma el avance de la influencia criolla en el Gobierno del virreffato, La resistencia de los espafioles a aceptar la -intromisién de los criollos en los asuntos gubernamentales aumenté con el nom- bramiento del general Francisco Javier de Elio como Gobernador de la plaza de Montevideo. Elfo era un furibundo defensor del absolutismo y el 24 de septiembre de 1808 aproveché las no- ticias sobre la creacién en Sevilla de una Junta “Central de Gobierno: —destinada a dirigir la resistencia del pueblo espafiol contra los ocu- pantes franceses— para desconocer Ia jurisdic- cin de Liniers sobre Montevideo, autoprocla- méndose presidente de una Junta subordinada directamente a la de Espaiia. Elio no se limité a desconocer al Gobierno capitalino, sino que tam- bién fomenté la desobediencia de los espafioles residentes en Buenos Aires ala autoridad del vitrey Liniers, Como resultado de su actividad antiportefia un grupo de peninsulares, encabeza- dos por el alcalde del cabildo bonaerense, don Martin de Alzaga, se sublevé en la capital del virreinaio el primero de enero de 1809. El mo- vimiento fue dominado por las milicias de Saa- 9 vedra y los involucrados desterrados a Carmen de Patagones. Estas circunstancias permitieron al general Elfo lograr que la Junta Central de Sevilla sus- tituyera a Liniers como virrey y situara en su lugar al funcionario espafiol Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien Ilegé a Buenos Aires en julio de 1809. La legada de Cisneros a la sede del virrei- nato coincidié con el inicio del movimiento inde- pendentista en los territorios bajo su jurisdic- cién. Juntas de Gobierno, compuestas en su mayoria por criollos, destituyeron a las autori- dades espafiolas y se establecieron en Chuqui- saca, La Paz y otras villas del Alto Peri. Apre- suradamente, el nuevo -virrey despachd las fuerzas con que contaba para reprimir al movi- miento. En coordinacién con las tropas del virrey del Pert, lograron aplastar las subleva- ciones en relativamente poco tiempo. En agosto de se turbulento afio 1x se pre- sentaron arte el puerto de Buenos Aires varios “barcos ingleses, que pretendian establecer re- laciones comerciales con el virreinato, pretex- tando la alianza recién concertada entre Espafia e Inglaterra contra Ja Francia napoleénica. Los monopolistas se’ opusieron a la apertura del puerto y ello motivé que el relator de la Real Audiencia, Mariano Moreno, escribiera su famo- so alegato en favor del comercio libre titulado Representacién de los hacendados, que recogia el sentir de los intereses cricllos. Este documen- to pronto se convirtié en el programa econémico 10 de los estancieros y comerciantes, enemigos del régimen colonial.” El movimiento anticolonialista se iba exten- diendo en Buenos Aires como expresién de estas contradicciones. Uno de los grupos de conspira- dores que alcanzé mayor importancia era el que se reunfa en Ja jabonerfa de Hipélito Vieytes, donde se formé la organizacién secreta Sociedad ‘de los Siete. Entre sus fundadores se encontra- ‘ban Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Juan José Paso, De acuerdo con Saavedra, estos hom- bres prepararon la sublevacién que: debia esta- lar cuando Sevilla cayera en poder de los fran- ceses. La ocupacién de esa ciudad espafiola por las huestes de Napoleén significarfa la desapari- cién de la Junta Central Gubernativa y el de- samparo de las autoridades coloniales, asi como la ruptura de las relaciones formales metrépoli- colonia, Ese hecho se conocié en Buenos Aires el 13 de mayo, y precipité el desenlace de los acontecimientos. Cuando Ilegé la noticia de la toma de Sevi- lla por los franceses, la poblacién de Buenos Ai- res se volcé a las calles y, con el apoyo de las milicias patricias, exigié al virrey la convocato- tia de un cabildo abierto a fin de elegir una Junta de Gobierno. La presién popular obligé al virrey Cisneros a ceder y el 25 de mayo de 1810 asumié los poderes una Junta de Gobierno inte- grada por 7 criollos y 2 espajioles. Esta especie 7 Sobre la vida de Moreno ver a Sergio Bagi: Mariano Moreno. Pasién y vida del hombre de mayo, Claridad, Buenos Aires, 1939, 1 de Gobierno colegiado de Buenos Aires, estaba presidido por'el propio Saavedra y contaba con: Moreno y Paso como secretarios; vocales de Ta Junta eran Belgrano, Castelli, Manuel Alberti Miguel de Azcuénaga y los espafioles Domingo Matheu y Juan Larrea. En Ia préctica, la Junta de Gobierno sélo ejercia su soberania sobre el Puerto y regiones cercanas, pues las restantes provincias del virreinato se negaron a reconocer al nuevo Gobierno y mantuvieron las tradiciona- les autoridades coloniales. Proyecci6n “jacobina” de Mayo: Mariano Moreno vee Las jornadas de mayo Ievaron al poder en Buenos Aires a un grupo heterogéneo de hom. bres, entre los cuales sobresalfa un ala radical que queria proclamar Ja inmediata independen- cia de Espafia, a la par que realizar profundas transformaciones econdémicas y sociales en be- neficio de las masas oprimidas, Esa faccién ‘jacobina” estaba encabezada por Belgrano Castelli, aunque la direccién intelectual. prove. nia del secretario de la Junta, don Mariano Mo- reno. Los radicales utilizaron todos los medios a su alcance para difundir sus ideas ¢ impulsar la actividad emancipadora y destruir cualquier posibilidad de conciliacién con las autoridades peninsulares y los comerciantes monopolistas Buena parte de aquella labor propagandistica se realizé en La Gaceta, 6rgano oficial de la Jun- ta, fundado y dirigido por el propio Moreno, 12 “La estructuracién més integral del pensa- “ miento de Moreno fue plasmada por el lider ra- dical en su discutida obra titulada Plan de Ope- raciones, donde se relacionaban las tareas militares, sociales y econémicas necesarias para consolidar el movimiento revolucionario. Las ideas recogidas en este programa superaban con creces las demandas formuladas a Espafia por el propio autor en su mencionado memorandum al virrey Cisneros. El Plan de Operaciones refle- jaba una*tpida maduracién_ del ‘pensamiento revolucionario de Moreno.* En él se planteaba el proyecto de expropiar a 5.000 0 6.000 ricos propietarios y asf obtener fondos para impulsar el desarrollo de la indus- tria, Ta mineria y Ia agricultura. El programa proponfa una cierta intervencién estatal en dife- rentes sectores de Ia economia, a la vez que ha-~ blaba de aniquilar sin contemplaciones a los aliados del régimen colonial. El ala radical de la Junta impuls6, entre sus primeras medidas, el establecimiento del comer- cio libre y la represién a las actividades con- trarrevelucionarias. Con el propésito de pasar a Ia ofensiva contra las autoridades coloniales, to- davia al frente de las provincias, Moreno preparé un poderoso ejército (29 de mayo) que debia sumar a todas las regiones del interior al movi- miento de, Mayo, especialmente a las de Alto Perit, cuna del fenecido movimiento juntista de 1809. ® Leonardo Paso: Rivadavia y la linea de nmyo, Editorial Fandamentos, Buenos Aires, 1960, pp. 44-48. 13 Las fuerzas enviadas al norte se-organizaron bajo la direccién militar de Francisco A. Ortiz de Ocampo. Como “consejero politico” actuaba Hipélite Vieytes. El 26 de agosto Castelli se sumé a las tropas que marchaban hacia el Alto Pert —sustituyé: a Vieytes—, con la finalidad de asegnrar la ejecucién de los realistas captu- rados en Cordoba, entre los que se encontraba el otrora virrey Liniers. La incorporacién de Castelli imprimié valor y espiritu revolucionario al Ejército del Norte. En la travesia sé fueron incorporando, para combatir a los “godos”, gau” chos y vampesinos —como Martin Giiemes—, que le dieron el aspecto de una verdadera hueste popular, Ya en el Alto Peri, las fuerzas coman- dadas por Castelli lograron apoderarse de Chu- quisaca y Potosi. En medio del juibilo de la po.» blacion indigena de los Andes, Castelli proclam6, en una solemne ceremonia celebrada al pie de las ruinas de Tiahuanaco —y ante la estupefac- cion de los terratenientes—, la abolicién de la capitaciéu y la plena igualdad de todos los ciu- dadanos. Aunque los indios no podian compren- der todo el sentido de aquella ceremonia, ni de las consignas “jacobinas” de Castelli, sf aprecia- ron su esfuerzo por repartir tiexgas entre las masas desposefdas. Las clases privilegiadas del Alto Pert, por otro lado, no tardaron en mani- festar su descontento? Mientras estos acontecimientos revoluciona- rios se desarrollaban en el norte, la situacién politica se complicaba en Buenos Aires. La rup. 9 Ibidem, . 14 ) tura entre la faccién moderada de la Junta, encabezada por Saavedra, y el ala “‘jacobina’ F dirigida por Moreno, se acentuaba. Los sectores © vonservadores del Gobierno consideraban intole- tables las proyecciones radicales de Moreno ~-asi-como sus decretos y resoluciones—, quien ' ya acariciaba el plan de convocar a un Congreso Nacional que proclamara abiertamente la inde- pendencia de Espafia. Para socavar los propésitos revolucionarios de Moreno, la faccién conservadora consiguié ‘poner en minorfa al grupo radical en el seno de “la Junta, valiéndose de la incorporacién de dele- gados del interior, partidarios hasta cierto punto de mantener el statu quo alcanzado. La Junta Ampliada o Grande, como se le denomina indis- tintamente, se organizé el 18 de diciembre de 1810 con 22 miembros, entre los que se encon- traba el dean Funes, ilustrado sacerdote cor- dobés. El afio de 1811 se inicié con el alejamiento de Moreno del escenario politico bonaerense. Obligado a ocupar un cargo en Londres, cosa / que equivalia al destierro, Moreno fallecié (4. de marzo) durante Ja travesia hacia Inglaterra, se supone que envenenado, Su fecunda influencia sélo habia durado unos meses. Los epigonos de Moreno se reunian en el club del Café de Marco —dirigidos por Hipélito Vieytes y Domingo French —y a semejanza de los clubes del Paris revolucionario, no tardaron en constituirse en organizacién politica, En los dias 5 y 6 de abril intentaron sublevarse, pero 15 fueron aplastados ‘por las milicias patricias de Saavedra. Clausurado el Club, un tribunal, de- nominado de Seguridad Publica, condené a sus miembros a penas de destierro o prisién.”” La derrota de la faccién revolucionaria de Mayo se completé con el pretexto de los fracasos mili. tares de Castelli en el Alto Pera —derrotado en a batalla de Huaqui el 20 de junio de 1811. El “consejero politico” del Ejército del Norte fue sustituido —por Pueyrredon— y murié un afio después en una prisién de Buenos Aires, Artigas y la Banda Oriental Simulténeamente al- desarrollo de. la lucha de los criollos contra el régimen. colonial en el Alto Perd y Paraguay —cuyo -anilisis se eféc- ttia mAs adelante—, se inicié la guerra de libe- racién en Ia Banda Oriental del rio Uruguay, donde estaba enclavado el baluarte espafiol de Montevideo, Buenos Aires, como centro del movimienté emancipador en el Rio de la Plata —a pesar de que la independencia no habia sido declarada—, irradiaba sus influencias y apoyo a las fuerzas anticolonialistas del antiguo virreinato, ya que esa labor contribuia, de cierta manera, a garan- tizar la consolidacién del’ movimiento. en. la capital. 10 Leonardo Paso: Historia del origen de los partidos (...J, ob. cit, pp. 28-29, 16 Por ‘esa’ razn; log patriotas orientales bus- caron aliento en Buenos. Aires, decididos a em- prender la’ lucha contra’el Gobierno realista de Montevideo, a cargo-de Elfo, quien ya habia sido nombrado por el Consejo de Regencia. de Es- pafia-como Virrey del Plata. La guerra emancipadora del pueblo oriental comenz6 el 28 de febrero de 1811 con el famoso grito de Ascencio. Los sublevados-pronto recono- cieron su*Subordinacién a las autoridades de la Junta de Buenos Aires y solicitaron su respaldo. El Gobierno portefio respondié enviando un con. tingente militar al mando del general Manuel Belgrano. En abril se incorporé“a las fuerzas patriotas el oriental’ José Gervasio Artigas —quien desembarcé por Ia Calera—. Artigas es- taba Ilamado’a desempefiar un importante papel en la lucha independentista.” La primera victoria militar de las armas an- ticolonialistas se obtuvo el 24 de abril en la villa de San José. Obligados los realistas a refugiarse en las fortificaciones de Montevideo, Belgrano puso sitio a la ciudad el 2 de mayo de 1811. Vic- tima de las. intrigas politicas de la oligarquia bonaerense, tuvo que entregar el mando poco después al coronel José Rondeau. No obstante estos cambios en Ia alta jerar- quia militar patriota, las tropas de Elio fueron derrotadas el 18 de mayo en la batalla de Las Piedras, donde se distinguié por su bravura e! comandante Artigas. La ocupacién de todo 11 Véase: Oscar H. Bruschera: «Prélogos, en José Artigas. Documentos, Casa de las Américas, La Habana, 1971, 17 el territorio oriental por las fuerzas de Rondeau y Artigas era sdlo una cuestién de dias. En esas circunstancias, se produjo el entendimiento entre el Gobierno de Buenos Aires, represen- tado por el dedn Funes, y las fuerzas realistas de Montevideo, encabezadas por Elfo, que entre- g6 la Banda Oriental a los espafioles. Evidente- mente, Ia oligarquia portefia temia que la lucha del pueblo oriental escapara a su control.” Artigas se vio forzado a emprender la re- tirada desde la sitiada Montevideo (octubre de 1811) y dirigirse hacia la zona entrerriana de -Ayuy, acompafiado de sus soldados y de miles de gauchos y peones con sus familias, que pre- ferfan el éxodo antes de volver a someterse a Ia dominacién espafiola. Esta verdadera epopeya ha sido recogida por la historia como el “éxodo del pueblo oriental”.!* De la Junta Grande a los Triunviratos en Buenos Aires La manifiesta incapacidad politico-militar de la Junta Ampliada, la presién del cabildo de Bue- nos Aires y las contradicciones entfe algunos miembros del Gobierno, llevaron a la disolucién de la Junta en septiembre de 1811 y al aleja- miento de Funes y Saavedra. En su lugar ‘se creé un Triunvirato, formado por Feliciano Chi- clana, Juan José Paso y Manuel de Sarratea. 12 Benito Marianetti: ob. cit, p. 34 12 Oscar H. Bruschera: ob. cit,, p. 17. 18 La gestién del nuevo Gobierno quedé en manos de uno de sus secretarios: don Bernar- dino Rivadavia, quien se habia destacado como Capitan en una compafifa del Regimiento Galle- gos en Ja lucha contra los ingleses y mas tarde como Alférez Real del cabildo de Buenos Aires, en la semana de los sucesos de Mayo. Bajo el impulso de Rivadavia se promulgé un Estatuto Provisional del Gobierno Superior de las Pro- vincias Unidas del Rfo de la Plata, que fue el primer intento de organizacién constitucional emprendido por Buenos Aires, Rivadavia propu- so también algunas leyes destinadas a favorecer el desarrollo de la economia y la cultura. Nos referimos al proyecto de cesién gratuita de tierras fiscales y a la creacién de escuelas laicas. El periodo de gobierno del Triunvirato se caracterizé por las continuas turbulencias po- Itticas,-conspiraciones y motines. En diciembre de 1811 Se produjo un conato de golpe de estado, - protagonizado por las milicids patricias que se negaban a secundar los planes de Belgrano, en- caminados a organizar un verdadero ejército na- cional. A principios de 1812 fue resueltamente reprimida la sublevacién realista dirigida por Alzaga y a continuacién se desarrollé la crisis politica que condujo a la sustitucién de Paso por Pueyrredén como miembro del Triunvirato. La caida del primer Triunvirato no se debid en realidad a ninguno de estos hechos, sino al resurgimiento de las sociedades semisecretas. 14 Leonardo Paso: ob. cit., pp. 30-31. \ i i q Tras la disolucién de la Junta Ampliada, Riva- davia permitié la reorganizacién del viejo Club “jacobino” fundado por los partidarios de Mo- reno. El 13 de enero de 1812 el Club se trasladé del Café de Marco a la Casa del Consulado, y adopt el nombre de Sociedad Patriética. La direccién del Club radical estaba ahora en ma- nos de Bernardo Monteagudo, ferviente partida- rio de la independencia. La lucha constante de Monteagudo por declarar la emancipacién’ de Espaiia lo levarfa poco a poco a posiciones an- tagénicas, frente a la politica conciliadora de Rivadavia y el Triunvirato.'* Otra organizacién que hizo su aparicién en el escenario bonaerense fue la Logia Lautaro. Esta sociedad nacié en marzo de 1812, después de la Hegada a Buenos Aires de Carlos M. de Alvear y José de San Martin, La Logia:Lautaro —junto con la Sociedad Patriética— asumiria la responsabilidad de derrocar al Gobierno. La po- Iitica titubeante del Triunvirato, que concitaba el descontento de las provincias y rehufa una confrontacién directa Con los realistas, quedé al descubierto cuando Rivadavia desautorizé a Bel- grano (febrero de 1812) por hacer jurar a sus tropas una bandera con los colores celestes y blanco." 1S Tbidem, pp. 36-40. Las circunstancias conducirian des- pués a Monteagudo'a seguir a San Martin en su epo- péyica campaita por Chile y Peri. Murié asesinado en Lima, el 28 de enero de 1825, 16 Benito Marianetti: ob. cit. p. 36. 20 El desenlace final se’ produjo el 8 de octu- bre de 1812, cuando José de San Martin dirigio el golpe militar que dio al traste con el primer Triunvirato, y establecié el segundo. En la prac- tica, el ‘segundo Triunvirato, encabezado por Paso, resultaria tan vacilante como el primero, aunque a diferencia de éste tuvo en ocasiones que ceder ante las presiones de la Logia Lautaro y Ia Sociedad Patriética, concordes en el propé- sito de redicalizar el movimiento para alcanzar la independencia y lograr un cordial entendi- miento con Jas provincias. De ahi que el nuevo Gobierno se viera precisado a convocar a elec- ciones para una asamblea, encargada de ela- borar la Constitucién de las, Provincias Unidas del Rio de Ja Piata y declarar la independencia de Espaiia.’” El vuelco favorable en el curso de los ’acon- tecimientos se produjo con la victoria militar alcanzada por San Martin en Ia batalla de San Lorenzo —que puso fin.a las correrias espafiolas por el Parané— y las derrotas sufridas por los ejércitos realistas en Tucumén y Salta a manos de las fuerzas de Belgrano —-quien en marzo de 1812 habia sustituido a Pueyrredén al frente de Tos contingentes del. norte—, apoyadas por las guerrillas indigenas de las “republiquetas”, co- mandadas por Manuel A. Padilla y su valerosa mujer, Juana de Azurduy, Ignacio Warnes y José Vicente Camargo. 7 Leonardo Paso: ob. cit, pp. 36-40. 21 La Asamblea del Afio x111 Alentado otra vez por Buenos Aires se rei- nicié la lucha a fines de 1812 en la Banda Orien- tal, de nuevo.foco de constantes conspiraciones realistas, Rondeau y Artigas dirigian a los patrio- tas que, en una serie de campajias fulminantes, derrotaron a las tropas espafiolas, y los obliga- ron, por segunda vez, a encerrarse en Montevideo. Conocida por Artigas la convocatoria librada por el segundo Triunvirato para reunir una asamblea de representantes del Plata en 1813, el caudillo oriental dispuso la organizacién en Tres Cruces de la eleccién de, los diputados de la Banda Oriental. A los representantes electos por el pueblo, Artigas entregé sus famosas Ins- trucciones del Afio XIII, en las cuales hizo gala de una clara visién de los problemas sociales del Plata y de un avanzado pensamiento politico. Los principales postulados sostenidos por Arti- gas eran: independencia absoluta de todo poder extranjero; régimen republicano y sistema fede- ral para el nuevo Estado; libertad civil y reli- giosa; eliminacién de las trabas arancelarias internas, que limitaban la creacién de un mer- cado nacional; nacionalizacién de la aduana por- tefia y distribucién equitativa de sus rentas entre todas las provincias, ast como permitir la libre navegacién por los rios."* 18 Benito Marianetti: ob. cit, p. 50 y Oscar H. Bruschera: ob. cit., pp. 22-24. Para mas detalles ver a Héctor Mi- randa: Las instrucciones del afio XIII. Biblioteca Artigas, ‘Montreal, 1964, 2 t. 22 Las clases dominantes de Buenos Aires no : aceptaron el programa politico artiguista y des- conocieron la eleccién de los diputados del pueblo oriental. Para sustituirlos por represen tantes domesticados, Rondeau organizé en Ma- ciel una farsa comicial, en la que fueron desig- nados delegados conservadores pot la Banda Oriental. Ante la inescrupulosa violacién de los dere- chos orientales, Artigas se declaré en rebeldia, desconocié Ia eleccién hecha por Rondeau y abandoné con sus fuerzas el sitio de Montevideo. Se iniciaba una nueva etapa de la lucha ar- tiguista. La experiencia de los sucesos en la Banda Oriental, la tradicional politica hegeménica de Buenos Aires y los términos de la convocatoria del Congreso del Afio x11, no dejaban lugar a dudas en cuanto a las pretensiones y objetivos que perseguia el Triunvirato. Con esta asamblea la oligarquia portefia pretendia legitimar su predominio politico y privilegios econémicos. El puerto y la provincia de Buenos Aires segufan aprovechandose en for- ma exclusiva de las rentas de aduana prove- nientes del comercio. Al amparo de la naciente penetracién comercial inglesa, la balbuceante oli- garquia portefia se iba enriqueciendo, mientras se arruinaban los productores de las provincias: hacendados, chacreros y artesanos. Esta situa- cién alentarfa de ahi en adelante la agitacién po- litica en todas las regiones del interior y el litoral, y arrastrarfa a las masas populares tras 23 caudillos. de las. mas disimiles tendencias, pero siempre enemigos. de las pretensiones hegemé- nicas de Buenos Aires, defendidas por Jos uni- tarios. En estas circunstancias se habia producido en Buenos Aires la debatida Asamblea del Afio xin, inaugurada el 21 de enero. A pesar de no contar con la presencia de los enviados de Arti- gas y de constituir un evidente intento de hege- monfa por parte de la naciente oligarqufa por- tefia, el Congreso representé un importante paso en aras del avance y consolidacién del movi- miento independentista del Plata. Lo mds’ sobre- saliente de la reunién, fue el acuerdo de desco- nocer el poder del rey de Espafia y asumir la responsabilidad de organizar el Estado, aun cuando formalmente no se sancionaba una constitucién ni se declaraba la. independencia. Asimismo, la Asamblea consagré la libertad de los esclavos y prohibié la trata;.se abolieron los titulos nobiliarios, se establecié la soberania de la autoridad civil sobre la eclesidstica; se apro- baron Ia bandera y el escudo nacionales; se suprimieron las mitas, encomiendas, mayorazgos y servicios personales y se autorizé la libre en- trada de las casas comerciales. y mercaderes: ex- tranjeros, Las limitaciones de la Asamblea del Afio xiut, en la que habian puesto sus esperanzas los miembros de la Logia Lautaro, provocaron la division de sus integrantes. La influencia de Al- vear fue prevaleciendo en la Logia y junto con ella la idea de concentrar el poder politico en 24 una sola-persona. Las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma en el Norte (octubrenoviembre de 1813), el anuncio de una posible invasién espa- fiola, la enfermedad de Belgrano, la‘ ausencia de San Mart{n —que marché al norte a asumir la direccion del ejército—, la rebeldia de Artigas y el bloqueo de Buenos Aires por los' realistas de Montevideo, fueron factores que facilitaron a Alvear imponer, el 22 de enero de 1814, a su pariente Gervasio Antonio de Posadas como Di- rectoy Suprgmo de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.” Luchas de Artigas y San Martin Tras la retirada. de las fuerzas artiguistas del sitio de Montevideo, Posadas, Director Supre- mo de Buenos Aires, declaré traidor a Artigas y puso precio a su cabeza. Una intensa lucha se desaté entre ambos bandos. Paralelamente, la oligarquia portefia se pre- paraba para liquidar de forma definitiva a los realistas de Montevideo que a fines de 1813, habjan tenido la audacia de bloquear por mar a Buenos Aires. Con el fin de someter a los espa- fioles, Posadas adquirié cuatro buques y los puso a las érdenes del irlandés William Brown. En forma mds 0 menos coordinada avanzaba por tierra un ejército bonaerense, al mando de Car- los M. de Alvear. La presién simulténea de 19 Benito Marianetti: ob. cit, pp. 38:39 y Leonardo Paso: Historia del origen de los partidos (...), pp. 43-49. rr ambas fuerzas oblig6 a los realistas a capitular y entregar Montevideo ‘el 23 de junio de 1814. Artigas no acepté la ocupacién de la capital oriental por fuerzas bonaerenses, empefiado en hacer retroceder a los portefios. A principios de 1815 las tropas artiguistas lograron sorpresiva- mente ocupar Montevideo y después de aquel éxito, continuaron la lucha contra Buenos Aires. Su objetivo era establecer una federacién con las provincias del litoral del Parana, o sea, Santa Fe, Entre Rios y Corrientes, también en guerra con Buenos Aires. De ahf el titulo de Protector de los Pueblos Libres que éstas le otorgaron.” La accién revolucionaria de Artigas, quien Jeventaba a las masas de las provincias del lito- ral, descontentas por la politica hegemonica de Buenos Aires, puso en una:situacién dificil al gobierno de Posadas. La sublevacién del Ejér- cito del Norte complicé atin mds las cosas y Posadas tuvo que renunciar. La asqmblea, con- vocada al efecto, le acepté la dimision el 9 de enero de 1815 y designé en su lugar a Alvear. Uno de los principales problemas que la oligarquia encomends resolver a Alvear era el de la presencia de Artigas y su jefatura indis- cutida en la zona del litoral. Al efteto, Alvear 2 Benito Marianetti: ob. cit., p. 35. Una correcta valora- cién marxista del contenide revolucionario de 1a lucha de Artigas, Giiemes y otros préceres de la primera inde- pendencia, puede encontrarse en Manfred Kossok: «El contenido burgués de las revoluciones de independencia en América Latinas, en Historia y sociedad, México, 1974, no. 4, pp. 61-29. 26 ofrecié a Artigas la independencia de la Banda Oriental, a cambio de la evacuacién de Santa Fe, Entre Rios y Corrientes. Artigas rechazé el ofrecimiento, pues su proyecto no era el de frac- cionar el antiguo Virreinato, sino, por el contra- rio, establecer una federacién que lo agrupara. EI 10 de septiembre de 1815 Artigas apro- b6 el Reglamento Provisorio, Con su aplicacién, el caudillo pretendia detener Ja anarquia de la, propiedad en el campo, debilitar el latifundio y dar tierras a los campesinos y peones despo- seidos. En el Reglamento se apuntaba un cierto intervencionismo del Estado en la economia, dirigido-a regular el comercio, ‘proteger la in- dustria y repartir las tierras baldias y propieda- des confiscadas a los realistas.” Entretanto, en la frontera altoperuana, el otro frente de combate, la situacién no podia ser més dificil para las armas patriotas, después que los descalabros de Vilcapugio y Ayohuma habfan obligado a los criollos a retroceder hasta Tu- cumén. Para romper la ofensiva realista en el norte, Buenos Aires designé al general San Mar tin, quien poco antes habia rechazado el ofreci- miento portefio de que asumiera el mando de In campaiia contra Artigas. San Martin se hizo cargo del Ejército del Norte en Tucumén, a pesar de que comprenilia 2) Benito Marianetti: ob. cit. pp. 50-51 y Oscar H, Brus- chera: ob. cit, pp. 45-51. El Reglamento de Artigas daba acéeso a la tierra a las capas oprimidas de la sociedad colonial: indios, campesinos desposeidos y antiguos esclavos. 27 que la batalla final contra el coloniatismo espa- fol en la América del Sur habia que Ilevarla a cabo por otra ruta, atravesando la cordillera de los Andes y bordeando el océano Pacifico hasta Megar a Lima. De todos modos, la frontera sep- tentrional no podia quedar sin proteccién y San Martin encomends esa tarea a las montoneras del gaucho Martin Giiemes. Las guerrillas de Giiemes se encargaron de mantener en jaque a las tropas espafioles por . varios afios. Cin¢o tentativas de invasién realista fueron rechazadas por los «rotosos» de Giiemes,” Para llevar adelante sus planes, San Martin solicité de Buenos Aires la gobernacién de Cuyo, en sus manos desde octubre de 1814. A partir de ese momento, el general San Martin dedicé todas sus energias a la formacién del Ejército de los Andes, que habria de liberar a Chile y Pera. Mientras tanto, Rondeau se ocupaba del contin- gente militar del norte en lugar de San Martin, Cuando Rondeau intenté pasar a la ofensiva, desoyendo los consejos de San Martin, sus fuer- zas fueron derrotadas por los espafioles: batalla de Sipe-Sipe (29 de noviembre de 1815). Alvear tampoco duré mucho al frente del Go- bierno en Buenos Aires. Acosado por la oligar- quia portefia, que exigia tiayor represién contra las tendencias autonémicas de las’ provincias —unido al fracaso ‘del intento por sustituir a San Martin en Cuyo—, presenté su renuncia y escapé a Rio de Janeiro. En su lugar se instalé una Junta de Observacién, de cardcter interino, % ‘Benito Marianetti: ob. cit, p. 37. 28 en espera del regreso de Rondeau, nombrado nuevo Director Supremo; Rondeau tampoco per, duraria en el cargo; pronto serfa relevado por ¢ coronel Ignacio Alvarez Thomas.” Proclamacién de la independencia: el Congreso de Tucuman La anasquia “politica se aduefiaba de los territorios del antiguo virreinato, Tras el des- calabro de Sipe-Sipe, cada provincia se dio su propio Gobierno y Buenos Aires quedé aislada. Giiemes habia proclamado la -federacién_ en Salta; en Cordoba y La Rioja se imponfan mo- vimientos separatistas; en el Paraguay se conso- lidaba la Repiblica independiente, y el litoral del Parané y la Banda Oriental reconocian el liderazgo de Artigas. : Tales circunstancias obligaron a la oligar- quia portefia’a hacer concesiones. Lo primero era detener el movimiento descentralizador que amenazaba destruir la tradicional hegemonfa de Buenos Aires. Eso fue lo que lev6 a convocar el Congreso de 1816, cuya sede se establecié en co provincia interior (Tucuman) para disminuir las sospechas y el recelo de los caudillos. No obstan- te, ni aun esto pudo garantizar una amplia par- ticipacién de los representantes de las provine cias. Faltaron a la cita de Tucumén: la Band Oriental, Corrientes, Entre Rios, Santa Fe, Cér- 23 Thidem, p. 38. doba_y, por supuesto, la Republica del Paraguay. Sélo 6 provincias enviaron delegaciones, inclui- das la del Alto Pera. Las sesiones se iniciaron el 24 de marzo de 1816. Enseguida se manifestaron dos’ grandes tendencias: la unitaria, representada fundamen. talmente por los delegados de Buenos Aires, y la federal, que respaldaban los diputados de las provincias. El conflicto entre los distintos gru- pos se extendio a otras cuestiones, como el sis- tema politico a adoptar mondrquico o republi- cano. Algunos, delegados Iegaron a plantear su exigencia de coronar a un descendiente de los incas y trasladar la capital del nuevo Estado al Cuzco.* El unico punto que results aprobado por acuerdo undnime de los delegados fue el de la independencia, proclamada, por fin, solemnemen- te el 9 de julio de 1816. A continuacién, Juan Martin de Pueyrredén resulté electo Director Su- premo de las Provincias Unidas, tras declinar el ofrecimiento Belgrano y San Martin, Pueyrredén no tardaria en perder todo escripule y trasla- daria, sin mas subterfugios, la sede del Congreso de nuevo a Buenos Aires.’ 2% Leonardo Paso: ob. cit, pp. 53-54 25 Ibidem, pp. 61-62. Ya ‘en enero de 1817, el general San Martin atravesaba con su ejército la cordillera de los ~ Andes, engafiando a los realistas que lo espera- ban por una direccién equivocada. El 12 de fe- brero las tropas patriotas conquistaban la vic- toria de Chacabuco,-que marcé el principio del fin de la-dominacién espafiola.en Chile. Una’ politica. contradictoria -caracteriz6 el Gobierno de Pueyrredén. Si‘ bien por un lado presté apoyo a San’ Martin para’ realizar las hazafias de Chile; por el otro, permitié' el resur- gimiento de la reaccién clerical y la profundiza- cién del conflicto con las provincias y especial- mente con Artigas. Acérrimo enemigo del caudillo oriental, Pueyrredén no puso obstaculos a la ocupacién de la Banda Oriental por los portugue- ses.* Las tropas lusitanas, dirigidas por Carlos Federico Lecor, invadieron el territorio oriental en junio de 1816. Los desesperados esfuerzos de Artigas por detener aquella avalancha que Ile- gaba del Brasil fueron imtitiles, Fl 19 de noviem- bre de 1816 los artiguistas sufrieron una derrota en la batalla de India Muerta y otra el 4 de enero de 1817, en la del Estero Catalan. Esos enfren- tamiento permitieron a Jas fuerzas portuguesas ocupar, quince dias después, la ciudad de Mon- tevideo. Sobreponiéndose a estos duros reveses, Ar- tigas prosiguié el hostigamiento de las tropas portuguesas, hasta que vencido en las batallas de Rio Queguay (4 de julio de 1818) y en Ta- % Oscar H, Bruschera: ob. cit. pp. 53-56. 31 cuaremb6 {20 de enero de 1820), abandoné para siempre el territorio oriental rumbo al ‘litoral del Parand. . La derrota de Artigas a manos de la oligar- quia bonaerense —aliada con las clases privile- giadas del Brasil y favorecida con la naciente penetracién comercial inglesa—, dejé el camino expedito para que Buenos Aires sometiera a las provincias rebeldes y apretara el cerco contra el tnico Estado que nacia verdaderamente libre a la vida independiente: el Paraguay del doctor Francia. PRIMERA PARTE: EL PARAGUAY DEL DOCTOR FRANCIA Quiienes habian creado la leyenda del Para- quay shigubres de Francia eran los inismos que hablaban de la Francia kigubre de Ro- ‘ bespierte y de los jacobinos. CARLOS RAFAEL RODRIGUEZ! Situacién econdémica y social del Paraguay colonial Desde la época colonial el territorio del Paraguay se caracterizé por un acentuado aisla- miento del exterior, debido a sus peculiares con- diciones geograficas, Durante gran parte del periodo de dominio colonialista espafiol (1536- José Marti, contemporineo y compaiieros, en Universi- dad de ta abana, ta Habana, 1972, nos. 196-197, p. 6. a cita aparece en el siguiente contexto: : (Ni Bolivar, ni San Martin, ni Sucre, ni Artigas, ni nin- guna otra de las grandes figuras latincamericanas de comienzos del pasado siglo, ninguno de los que adelan- taron la Revolucién, pudieron darnos con su actitud po- Hitica una guia, para nuestro presente. Tal vez encontra- vlamos algunas similitudes en el grupo de hombres que, con Mariano Moreno, participé en mayo de 1810 en el proceso revolucionario de Buenos Aires; 0 en figuras 33 gy 1811) prevalecié en la provincia, a diferencia del resto de la América Latina, la estructura econé- mica impuesta por las misiones de los jesuitas. Los eclesidsticos de esta orden lograron estable- cer durante los siglos xv y xvi su hegemonia casi completa sobre toda la produccién agrope- cuaria y el comercio de la regién, en virtud de los sistemas de trabajo implantados y los favores recibidos del Estado colonial. Gracias a estas circunstancias favorables lograron extender in- creiblemente. su poderio econémico, y Hegaron incluso en determinadas ocasiones a controlar practicamente el poder politico de la provincia. De esta manera, la orden de los jesuitas acumulé extraordinarias riquezas, derivadas, en lo funda- mental, del monopolio de las exportaciones de la regién y de la explotacién desmesurada de los indigenas. Es ilustrativo al respecto el testimonio que nos brinda un Acta Capitular de la Villa de Asuncién: de modo que por ese lado cogen todo lo mejor de la tierra inmediata a la ciudad (...) calumniadas por la mala Historia, como José Gaspar Rodriguez de ‘Francia, a quien el’ mismo José. Marti -Hevado erréneamente por los juicios yashechos’ sobre su figura~ no supo ver en realidad como lo que era, como una representacién jacobina, revolucionaria, en el + sur americano. Por ello nos hablé erréneamente -tam- bién los grandes tienen sus erfores de apreciacién ine- vitables~ de vel Paraguay ligubre de! Francia, sin darse cuenta de que quienes habian creado la leyenda del - Paraguay -ligubres de Francia eran los:mismos que hablaban de la Francia ligubre de Robespierre y de los jacobinos. 34 siendo la mejor de toda’ Ja provincia en pas- tos, aguadas, montafias y abrevaderos, ha- biendo adquirido todo este dominio por sola su autoridad. No siendo menos perjudicial esto, por el atajo que hacen de los caminos publicos en _ todo lo que dicen ser suyo, causando a los vecinos de esta’ Provincia innumerables tra- bajos, y pérdidas de haciendas y vidas, por los rodeos que les obligan a hacer por los caminos y arroyos crecidos. No es menos el dafio que esta Provincia experimenta de dichos religiosos por el modo con que Se tienen abarcado el comercio del rio y de la tierra a titulo de Misiones y Bienes Eclesidsticos, sin pagar la Real Alcabala, de- echo de estanco a la ciudad ni los diezmos a Ia Iglesia alzandose con los yerbales de que esta ciudad es duefia. ..? A diferencia de otras colonias de Espafia en América, los ricos criollos paraguayos eran en muchos casos producto de la mezcla de espafio- 2 El acta fue tomada de la obra de Hipélito Sanchez Quell: Estructura y funcidn del Paraguay colonial, Editorial Kraft, Buenos Aires, 1955, pp. 109-110. Sobre la historia de las misiones jesuitas-existe una abundante tibliogra- fia, iniciada por los propios frailes. Al respects pueden verse las obras clisicas de los jesuitas espaficles José Guevara (1719-1806), Pedro Lozano (1697-1752), Domin- go Muriel (1734-1795), José Sinchez Labrador (1714-1798) y Félix de Azara (1746-1821), asi como la del misionero belga Nicolas de Techo (1611-1680) y del austriaco Mar- tin Dobrizhoff (1717-1791), 35 Jes con aborigenes, Pero la mayor especificidad del Paraguay no estuvo dada por esta combina- cién racial, sino por la relativa debilidad de este grupo social privilegiado, en comparacién con los latifundistas y terratenientes de las de- més colonias iberoamericanas, Los hacendados paraguayos habian sido entorpecidos en su cre- cimiento econémico por el rigido monopolio de los jesuitas, lo que los obligé a aliarse con el comin —el pueblo—, dando lugar a las afama- das insurrecciones de los comuneros entre 1721 y 1730. Estas sublevaciones fracasaron, pero err 1767 la orden de los jesuitas fue expulsada de los dominios ibéricos, y se produjo asi un vacto que el Gobierno colonial pretendié Ienar entregan- do Ja administracion de las antiguas misiones a funcionarios de la Corona o religiosos de otras ordenes. Sin embargo, estos centros productivos sin la disciplina y los sistemas de explotacién de los jesuitas, y sujetos a la celosa intromisién gu- bernamental —aumentada después de la creacién del Virreinato en el Rio de la Plata—, termina- ron rapidamente con su tradicional rentabilidad, Jo cual ocasioné la decadencia de las misiones, 3 Para un relato de las insurrecciones comuneras del Pa- raguay ver a: Phillip Raine: +Rebeliones de los comu- neros paraguayoss, en Cuadernos Americanos, México, 1950, no. 1. También puede consultarse la obra del es- ceritor paraguayo Justo Pastor Benitez: Los comuneros del Paraguay, 1640-1735, publicada en 1938, asi como Ja del periodista argentino José Manuel Estrada: Ensayo Ikistérico sobre la revolucién de Tos comuneros del Pax raguay en el siglo xvi, que aparecié por primera ver en 1865, 36 Los latifundistas criollos, que hasta ese mo- mento-habfan permanecido en franca desventaja econémica frente a los religiosos, pudieron co- menzar a fortalecerse como clase social, asu- miendo en el comercio exterior, y también en el Ambito interno, el papel que hasta entonces habian desempefiado los astutos seguidores de Loyola. No obstante, este crecimiento no fue tan absoluto, pues el hecho de que los Gobernadores provinciales gozaran de cierta autonomia con respecto atpoder central, les permitié realizar algunas distribuciones de tierras, difundiéndose las pequefias propiedades o chacras.' Por todas estas razones, cuando en la primera década del siglo x1x estallé el movimiento imdependentista en Iberoamérica, los hacendados paraguayos no eran tan poderosos como los ganaderos bonae- renses o los mantuanos venezolanos, lo que per- mitié al proceso paraguayo adquirir caractertsti- cas muy propias.* Asuncién, capital de la provincia del Para- guay, nucleaba a los principales componentes de Ja burguesia comercial monopélica, en su inmen- 4 Oscar Creydt; Pormacisn histérica de la nacién paragua- ya, edicién mimeografiada, 1953, El autor, que escribié este trabajo para su tesis doctoral, pertenecié durante afios a la direccién del Partido Comunista de! Paraguay, de la que fue separado a fines de 1965 por sus desvia- ciones maofstas. 5 Pelegrin Torras: Colonialismo y subdesarrollo en América Latina, edicién mimeografiada, Impresora Universitaria, La Habana; 1966, t. Tl. El doctor Pelegrin Torras fue el primero que en Cuba reivindicé 1a obra revolucionaria de Francia, 37 t t sa. mayorfa de origen espafiol. Ademés, habita- ban en Ja villa los mds grandes hacendados de Ja regién, algunos intelectuales, campesinos —propietarios 0 no— y determinados trabaja- dores:del puerto. En el resto de la provincia vivian también los hacendados, chacreros y peo- nes, junto a los indigenas que atin ocupaban las viejas'y empobrecidas misiones. Los principales renglones de produccién de la provincia eran el tabaco, la yerba mate y los cueros. El primero se obtenia fundamentalmente de Jas chacras de los campesinos, mientras que las mayores can- tidades de yerba y cueros exportados salfan de las éxtensas propiedades territoriales, que em- pleaban la fuerza dé trabajo forzosa de los mes- tizos e indigenas endeudados. En general puede decirse que los hacendados paraguayos se dedi- caban a la exportacién de yerba mate, pues este producto tenfa un gran mercado en la zona rio- platense y en especial en Buenos Aires. Debido a la amplitud de la demanda, el fisco espafiol se habia cebado-en esta mercancia, y la recargaba de trabas arancelarias, como la del “puerto pre- ciso” de Santa Fe, instalado en 1662, Ademés de estos gravdmenes, existian los impuestos del puerto de Buenos Aires, trabas a lassque se unfa el estanco del tabaco, segundo producto de. ex- portacién del Paraguay. Para hacer mas tensa la situacién entre los productores paraguayos y la Corona, estaba el problema de Ja utilizacién del dinero de estos impuestos, destinados al ex- clusivo beneficio de la Metrépoli espafiola o de la capital del virreinato. Asi, existia un.sistema 38 de explotacién-dependencia entre la ciudad de Buenos Aires y la provincia interior del Para- guay, al margen de las propias relaciones colo- niales con Espafia. De tal manera que el descon- tento no era exclusivo de determinada clase social, sino un sentimiento sumamente arraigado entre toda la poblacién criolla paraguaya, aun- que los mas afectados eran los grandes yerbate- Tos exportadores. Por tanto, para los paragua: yos su contradiccién econémica fundamental no residia sdlo en Ia lejana Espafia, sino especial mente en la cercana Buenos Aires. Repercusién del movimiento independentista de 1810 Los frontales antagonismos con el puerto motivaron que los hacendados paraguayos se negaran, en mayo de 1810, a acatar la autoridad de la Junta de Buenos Aires, que no habia dero- gado las trabas e impuestos que afectaban direc- tamente al comercio del Paraguay y continuaron brindando su respaldo al Gobierno metropolita- no en la persona del Gobernador espafiol. Las diferencias entre el Paraguay colonial y la Junta de Buenos Aires dieron por resultado la momentédnea alianza de los distintos grupos sociales de la provincia, ya que todos buscaban © Sobre el particular ver la nota del historiador marxista argentino Alvaro Yunque en Diego Barrios Arana: His- toria de América, Instituto del Libro, La Habana, 1967, p. 481. 39

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