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Es curioso observar el modo en que la exigencia del ritual del tiempo de duracin fija de
cincuenta, o cuarenta y cinco minutos se torn una prctica obligatoria del psicoanlisis.
Se apuntaba, des este modo, a limitar una supuesta omnipotencia imaginaria del analista,
por lo que este no debera manipular el tiempo de forma imparcial introduciendo cambios
intempestivos que comprometeran la llamada regla de neutralidad. Se ve, entonces, que es
el propio argumento de la regla la que justifica el mantenimiento de otra regla. En ese
vicio tautolgico de las reglas, no hay lugar para los principios que orientan la prctica
psicoanaltica. Segn ese punto de vista, el paciente tendra, inclusive, el derecho de
reivindicar su tiempo, cuya duracin fuera fijada anteriormente, incluso si ste escogiera
permanecer en silencio durante ese perodo. La existencia de este cdigo de reglas
permaneca como una ley comn, a pesar de la aparicin gradual de divergencias
doctrinarias en cuanto a la manera de dirigir el tratamiento. En suma, se torna evidente que
la quiebra de las resistencias en cambiar las reglas tcnicas de la prctica, no debera poner
en cuestin la rigidez del tiempo estipulado por el reloj del analista.
Y para poner en jaque la prctica estndar del tiempo, Lacan tiene que confrontarse, no
solamente con la llamada ortodoxia psicoanaltica, sino, tambin, con la propia obra de
Freud. Al decir que el inconsciente no conoce el tiempo, se postula que los procesos
inconscientes no sufren el desgaste del tiempo pues el deseo es indestructible. La idea que
se extrae de esta afirmacin es que sufriendo la presin constante del deseo, el
inconsciente en tanto memoria no tiene en consideracin el tiempo. Ahora, para Lacan, al
contrario que Freud, el inconsciente expresa una afinidad esencial con el tiempo. No se
trata de un elemento contingente cualquiera, sino de una afinidad que hace del tiempo un
factor causal inherente al advenimiento del inconsciente. Existen razones inherentes a la
propia lgica del tratamiento y a los principios que rigen los usos de la palabra, que lo
encaminarn a adoptar la prctica del corte de las sesiones.