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EXTRADICIÓN

ORIGEN DEL TÉRMINO.

La palabra extradició n que, pese a sus claras resonancias latinas, dice Quintano
Ripollés, se acuñ a en la jerga político diplomá tica francesa, aparece por primera vez
en 1804 en un despacho del ministro ruso, príncipe Czartorisky al embajador de
Berlín, Alopeus, segú n testimonio de Martens O.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL INSTITUTO.

No fue Roma con su organizació n imperial, campo propicio para su desarrollo. La


extradició n en esa época era má s el producto de la imposició n de un pueblo
dominante que de la convivencia de los mismos. Ferrini afirma que Roma conoció los
tratados de extradició n y tuvo algunas normas de legalidad interna, como la que
decidía la entrega del agresor de un embajador al Estado que el mismo representase,
sin excusarse siquiera la condició n de la ciudadanía romana del culpable.
Correspondía al Tribunal de Recuperatcres decidir sobre la entrega, con lo que se
afirmó el cará cter judicialista de la institució n, matiz trascendente que se pierde en la
historia y que aparece en los tiempos modernos.

Los pueblos germá nicos no la conocieron como institució n y aú n en la Repú blica


Cristiana de la Alta Edad Media, la dependencia nominal de la autoridad imperial o
papal impedía su desarrollo.
No aparece en la historia, como instituto destinado a colaborar en la represió n de la
delincuencia comú n, sino por el contrario como una fuerza de asistencia política entre
los príncipes, destinada a fortalecer sus vínculos y a destruir a sus enemigos, cuando
menos a restituir a la esclavitud o a la servidumbre al hombre fugitivo.
Denominada deditio, remissio o intercum, constituía excepciones al derecho de asilo,
que, por impulso del Cristianismo y de la Patrística a partir del siglo iv, se habían
impuesto con plenitud en la Edad Media, constituyendo un factor moderador al
derecho feudal, que ocupa un papel prevalente en un mundo escindido por la rivalidad
de los señ ores y por el aislamiento. Los autores coinciden en afirmar que el asilo
determinó el retraso con que aparece la extradició n.
El debilitamiento del feudalismo en los siglos xni y xiv y el recrudecimento de los
estudios del Derecho romano, van desde entonces posibilitando la extradició n con los
caracteres modernos.
A mediados del siglo xvm el convenio del 29 de .setiembre de 1765, entre Carlos III de
Españ a y Luis XV de Francia, señ aló un paso decisivo en la materia ya que perseguía la
entrega de la delincuencia comú n en sus forma, graves, sin excluir la delincuencia
política, ú nica hasta entonces extraditable,

Si bien el tratadlo es debido a razones utilitarias y producto de vínculos diná sticos,


significa sin duda un positivo adelanto. Es necesario fijar, que en esa época prima
fundamentalmente el interés de los regímenes absolutistas por asegurar su imperio,
estando todo el derecho organizado en su defensa. Por ello en los tratados de tipo
militar la extradició n era un arma para evitar deserciones e impedir rebeldías. En esta
corriente se advierte a los tratados entre Austria, Prusia y Rusia (1749 y 1804),

En la segunda parte del sjglo xix con el advenimiento del liberalismo y el cambio
fundamental de valores que se opera, al surgir una distinta concepció n del hombre, al
aparecer en la escena el ciudadano, lo que entrañ a la limitació n al poder del Estado y
el nacimiento de los regímenes constitucionales que da lugar al Estado de derecho, se
advierte que el asilo reduce su materia a lo político, dando así paso a la extradició n del
delincuente comú n.

La extradició n va a dejar de ser un arma al servicio de la política del Estado, para


pasar a coadyuvar a la defensa de valores perdurables; va a ponerse en definitiva al
servicio de la sociedad y del hombre. No puede negarse la influencia ideoló gica del
Iluminismo y de la Revolució n Francesa, y representativo de ello es el Tratado de Paz
de Amiens de 1802 entre Francia, Españ a e Inglaterra, donde el vencedor asegura la
extradició n de la delincuencia comú n, excluyendo a la política, sobre la cual dicho
instrumento nada dice. Origen de esas ideas es la ley belga del 1' de octubre de 1833
en que se excluye expresamente a la delincuencia política y el tratado de ese país con
Francia en 1834'(3).
Todo el derecho extradicional moderno, especialmente en América, ha seguido en
lineamientos generales «1 sistema belga, razó n por la cual sus antecedentes histó ricos
tienen especial importancia para nosotros.

CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNDAMENTO.

La extradició n es un acto, por el cual un Estado entrega por imperio de una ley
expresa (tratado o ley) un individuo a otro Estado, que lo reclama con el objeto de
someterlo a un proceso penal o al cumplimiento de una pena. (Gallino Yanzi)

Surge así, su naturaleza eminentemente normativa. La extradició n no es ya un acto


meramente político del Estado como fue concebida antes del advenimiento de la ley
belga; ella está reglada como institució n de Derecho, originada sustancialmente en los
tratados internacionales o en las leyes especiales que normativizan la reciprocidad; la
presencia así de un tratado ratificado por el Congreso, es decir, incorporado a la
legislació n nacional, o de una ley, nos aleja de la mera reciprocidad política.

El fundamento del instituto no puede ser otro que el de la utilidad. La comunidad de


naciones, y el Estado civilizado en particular, tienen interés en que los delitos
comunes no queden impunes. Manzinl —transito de nacionalismo—, ha dicho: "que el
reconocimiento del deber recíproco de los Estados, no importa la disminució n de su
(4);
soberanía, por la misma razó n que el deber es recíproco" en ese interés recíproco
de las naciones, de unirse en una "acció n comú n para prevenir y reprimir los delitos",
Garraud. El fundamento de la extradició n, que para Florlan "es un acto de asistencia
Internacional, que los Estados deben prestarse para la represió n de los delitos y la
aplicació n de la pena" (8).

LA EXTRADICIÓN ACTIVA Y PASIVA.

Se dice que la extradició n es activa cuando un Estado requiere la entrega de un


delincuente a otro Estado donde reside, y pasiva es aquella en que el Estado requerido
que lo tiene en su poder lo entrega para su juzgamiento o el cumplimiento de una
condena. Se llama Estado requirente al que solicita la entrega del delincuente y Estado
requerido al que se solicita la entrega.
EXTRADICIÓN DE TRÁNSITO Y REEXTRADICIÓN.

No entran estas formas extradicionales en el concepto que de la institució n hemos


dado; la extradició n de trá nsito se da cuando se prevé, como en la Convenció n
interamericana de 1933, "que los Estados signatarios se obligan a permitir el trá nsito
por su territorio de todo individuo cuya extradició n haya sido acordada por otro
Estado a favor de un tercero, sin má s requisito que la presentació n, en original o en
copia auténtica, del acuerdo por el cual el país de refugio concedió la extradició n" (art.
18). Si para llevar a cabo la entrega es preciso transitar por territorio de un tercer
Estado, el proceso es de reextradició n.

En la "reextradició n" concurren dos o má s demandas de extradició n dirigidas contra


un mismo sujeto, "bien en el supuesto de que haya sido extraído ya o bien en el de que
los diversos países se interesen por infracciones distintas" (20).

CONDICIONES PARA QUE PROCEDA.

Nuestro régimen legal excluye la costumbre como fuente de Derecho penal. En


ausencia de tratado, siempre deberá existir una ley que expresamente autorice la
extradició n. El principio nulla traditio sine lege desarrollado por Jiménez de Asú a es de
aplicació n ineludible (10) y en este orden de ideas esbozaremos cinco presupuestos:
1') Existencia de determinadas relaciones entre los Estados. Presencia o ausencia
de tratados internacionales.

2") Condiciones relativas a la calidad del hecho, previstas en la ley o identidad de


la norma:
3') Condiciones relativas a la punibilidid:
4') Lugar de la comisión delictuosa.
5°) Calidad de la persona reclamada.

EL PROCEDIMIENTO
La extradició n se regula en los tratados internacionales. Es preciso que el acto que se
imputa al delincuente solicitado se considere delito, no só lo en el Estado requirente,
sino también en el ordenamiento del Estado requerido (principio de doble
incriminació n). La extradició n no se concederá si se trata de delitos políticos (como
por ejemplo, los de opinió n)
Los derechos del detenido.

Objetos que deben o no entregarse.

Tránsito.

Gastos de la extradición

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