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Construir(se) un pasado. Piera Aulagnier Existe el “diagnéstico” —término que se sobreentiende debe it entre comillas— de adolescente como de muchos otros, pre+ sentes en nuestras nosografias: es el observador exterior quien se sirve de él en un deseo de clasificacién y clarificacién necesa- rios para una buena utilizacién de sus conocimientos. El nifio, durante un tiempo, tiene menos problemas en reco- nocerse en esa denominacién [nene]** de la que generalmente se apropia compietandola con un “de mama” o “de papa”. Es distinto para el adolescente que oscila entre dos posiciones: —el rechazo a todo cambio de status en su mundo relacional sin importar cuales sean, por otra parte, las modificaciones que se inscriben en su cuerpo. —una reivindicacion ardiente o silenciosa y secreta de su derecho de ciudadano completo en el mundo de los adultos y, muy a menudo, en un mundo que sera reconstruido por él y sus pares en nombre de nuevos valores que probar4n lo absurdo 0 Ja mentira de los que se pretende imponerle. La designacién [adolescente] unida a un “Yo soy” enunciado por un adolescente, remite a lo que para el observador exterior forma parte de un estado pasado o un estado futuro, y que el Yo del sujeto vive a la inversa como un tiempo todavia o afin presente. Si yo he comenzado por medio de esta exposici6n banal este trabajo, es porque, entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transicién que es la adolescencia, considera que una tiene un ro} determinante tanto para su éxito como para su * Publicado en Journal de la Psychanalyse de Venfant. N° 7, 1989. ** Las palabras entre corchetes son agregacios de la tradueci6n. Psicoanalisis - APdeBA - Vol. X}11 - N? 3 - 1991 441 PIER ALILAGRIER fracascy ese trabajo de poneren memocda y de poner cn historia pracias-al cual, un tiempo pasado, y, come tal, definitivamente perdido, puede cominuar existienda psiquicamente tos engranajes de [a relacion de fusian, de odio, de posctidn, de deswtuccibn, de sedurcidn, de nvalidad présenites sucesicamente éntre una boca jun penbn. dos parace del eaenpo, dos cuerpos, dos seret, un nite y una madre. 453 PIERA ALLAGNIER dan una representacion fantasmatica, una vivencia afectiva que se caracteriza por la intensidad de fa ernocion y de Ja parttcipa- ci6n somAética que ha arcastrado, y un rasgo especifico del objeto odel encuentro que los la desencadenado, este rasgo especifico puede ser reemplazado por una palabra que se depostaré en la memoria en forma de enunciados identificatorios: te ame, no te ano mas, me matas, 10 eres mas mi hijo... Frases banales, oidas por todo niito, pero el andllsis nas dice por qué un buen dia, esos misinos enunciados percibidos en tal o cual inomento de la vivencla relacional, pudieron tomar el valor de un veredicto que los ha grabado en lamemoria del sujeto que, desde ese entonees, sc arriesga a volver a oirlos toda vez que un encuentro venga a movillzar la ccpresentaciOn fantasmatica que ellos habian puesto en palabras. Estos puntos sefieros responsables le nuestro acceso al goce y de nuestra po: idad de sufrimicnto, dos condiciones igual- mente necesarias para que exdsta una vida psiqui¢a, constituyen Ja singularidad de todos nosotros en el registra del deseo. Representan la marca de to infantil en nosotros mismos, lo que continéa ejerclendo su accionar desde ese tiempo cclacional. Fl Yo debe poder disponer de ese capital fantasmatico para soste- ner su deseo, para que esis palabras esenciales que son: anor, R020, sulrimicento, odio, no sean mis que palabras pero pucdan movilizar la representaclon fantasmatica necesaria para la cmo- clon de un cuerpo, con el anclaje del sentimiento en un Fantasma que es el Gnico que puede hacer la palabra apta al afecto, Bs este capital que decidiré los posibles relacionales para un sujeto dado, Jn elecclon de sus soportes de Invesddura, las parejas scxuales que le son atcesibles. En nosotros, todos hallarda como huclla de un tiempo de la Infancia una forma de encuentro, un tipo de situacion, la obtencién de ua objetivo que representan lo que definimos en nosotros mismos por los términos de alegria, de goce, de comple- tud, 0, a la inversa, de dolor, de horror, de destruccion. Una Torma de encuentro que no se repetira jams tal cual, pero que ¢jerceré un poder de imantacion para cl deseo y de la cual “un rasgo” que la recuerde debera estar presente para que éste hime pucda realizarse, Ningdn sujeto ticne el poder de investir a cualquier parcja sexual, ni a cualquier fin narcisista, ni a cual- quier proyecto. Por ese, yo propondria esta definicién del con- ficto responsable de nuestros cuadros clinicos: la coexistencia, 154 CONSTAUIRISE) UN PASADO posible, conflictiva o imposible entre ese nicleo de singulardad, ese permanente de la identificacion y del deseo y los comprom|- sos, las recomposiciones, las modificaclones que exigen eb en- cuentro y la investidura de otros sujetos y otros firtes. Sise mira del lado de fa neurosis, ef conflicto encuentra su origen cn cf cfecto de inantacion que ejerce un posible que hhabria sido y es compatible con [a singularidad del sujeto y su avgativa a realizarlo, por el miedo de que, al hacerlo pondria en peligro esta parte de mismidad, de permanente que debe pre- Servar para continuar reconociéndose en lo que hi sido, en lo que es y en lo que es susceptible de devenir. s distinto para la psicosis. in este caso, cl peligro es real. Flemos visto que desde la primera fase de esea puesta en historla de su propia vida que incumbe al nitto, es necesario que el Yo infantil, como mas tarde cl Yo del adolescente, y camo sera aun el caso para el Yo del adulto, pueda reconocer en aquel que deviene la realizaclon amticipada y pre-investida de un antes de ese presente de si mismo. fin lugar de cse antes solo podra encontrar cl dlscucso porel cual ese tientpo, aldevenir un tiempo. historizado, puede preservarse. He desarrollaco largamente la funcion que va a tener el dis- curso de ta madre, que puede proveer al Yo te historia de es bebé que ha preced|do a set propio advenimiento sobre la escena psiquica. Sila version que lainadre le propone es “suficientemen- te sensata”, el nie podra aceptar que para ka eroritura de ese primer capitulo permanece dependiente de¢ la menrorit materna, Pero, una vez asuniido ese préstamo obligaco, sera necesario que cl Yo pueda devenir ese “aprendiz histortador” que, antes de conquistar su autonomia, deberé ser reconoctita cama cl couutor indispensable de a historia que se eserile Qué tipo de colaboracion es necesaria pura que ef Yo pueda asegurarse un derecho de selecclén sobre los recuerdos que guasdard de alge de las experlencias que vive, sobre su propio trabajo de reformulicién y de elaboracién de las Interpretaciones que se da, fo que supone hacerse cargo del trabajo de represton? iQué tipo de célaborador debe encontrar para que pueda inve tir un pasado sin scr arriiconado para fijarse en una posicion idestifieatoria que detendria su marcha, 9, sin deber separarse de su propio paside para substitulrlo por una neo-temporalidad o, aun mas, sin estar abligade a borrar toda huella de un ya-Hivido, al que 455 PICA AULAGNITA, podria unir la experiencia presente para cdecodificar su sentido? Estos peligros sélo podrin ser evitados, sil Yo, no sdlo puede apropiarse, clegir en nombre propio ¢ investir el recuerdo de un conjunto de expertencias que amalgania en esta aparente unidad que nombra su pasado, sino, ademas, que este pasado pueda prestarse a interpretaciones causales no fijas, pues ellas deberan cada vez revelarse com-posibles® con as posiciones identificato- clas que él ocupa sucesivamente en su marcha Wdentificatoria y en la puesta cn lugar de los pardmetros relacionales que resultan de ello, Lo propio de kn psicosis es desposeer al historiador de esa movilidad interpretativa. O blen acepta quedar pinchado como una mariposa sobre la placa, aunque ese es un estado que no se te impone a una mariposa viviente, en una posicion que le asegura Ia preservacton de una relacién de investidura exclusiva para un primer objeto o su substituto, o bien “se mueve" y seri en esa forma relacional que corre cl riesgo de desmoronars' pues cl segundo polo que la sostiene rechaza toda modilieacion En un sentido, “se movera” IBualmente, a menos que sobrevenga ta muerte, ya que no estd en poder de ningtn sujeto viviente cl momificarse, Pero, en ese caso, toda movimtento relacional camporta cl riesgo de estallide de un conflicto que pone fect vamente en peligro esos pocos reparos Identificatorios necesa- rlos para que cl sujeto pucda asegurarse su existeneta, a la ve que polo necesario para la relactén, . Después de estas consideraclones metapsicolgicas, volvamos al alolescente y a su relacion con la infancia como pasado, relacion que aclararé por inedio de la clinica, La experiencia nos Muestra con insistencta que ¢l fin de la acolescenela —pero, en ese caso, éel fin segGn qué criterios? — puede a menudo signar la entrada en un episodio psicético cuya causa desencadenante a menudo se relaciona con un primer fracaso: fracaso en una primera relacion sexual, fracaso imprevisto en un examen, fraca- so de una primera relacion sentimental, Sten un cierto namero de casos se sabe que ya en cl curso de la infancia un total de problemas relacionales, escolares, somati- cos estaban presentes; en otros se encucnira el relato, la memo- zacion, —quizas habia que decir la no memorizacian—, de una * comn-pownbles en el on ginal (1) 456 CONSTRUIFISE) UN PASADO fancia sin historia, que puede tomar Ia forma Ccaricaturezc, extrema, que analicé en el caso de Philippe," o que puede presentarse de forma m4s rebuscada. El sujeto, tos padres st tenemos ocastén de oirlos, nos ascgurarin que todo iba de maravillas en cl mejor de tos mundas, en la mefor de las famillas, hasta cl momento en que todo camenzé a Ir de mal en peor. En. sus relatos, ese momento generalmente esta fechado: un fracaso que, sin embargo, forma parte de la expertencla de muchos jovencs, ba venido a arruinar et aparente equilibrio en ¢] que funclonaba el sujeto. La consecuenela mas freeucnte y Mis signi. icativa cs un brusco retiro de investiduras que se maniflesta por una fase de retraimiento relacional, de soledad acompailada a veces de anorexia, antes que aparczcan los elementos que signan Oo anuncian la entrada en un sistema deliranté, SI uno se quedara con el relato que nos han propuesto, se podria creer que la causa deldrama cs elhecho de que el sujeto no puede asumie el fracaso de un proyecto identifieatorio o sexual-relacional que el ereja parte de sus posibilidades. Pero, sl sc mira de m4s cerea, se constata que el fracaso es cl resultado de un movimiento de desinvestidura contra el cual el sujeto se défiende desde hace mucho tiempo y, enrealidad, desde siempre, gracias a diferentes protesis enconuadas en el exterior de si mismo y de tas que deseubre repentinamente, sea la fragilidad, sea el fudo excesivo tel precio que exigen en cambio. 16 que se da como causa de la descompensacién es, en realidad, fa consecuenclade este primer fracaso que ha heeho imposible para el sujeto la investidtura de su pasado en una forma que le permita investir ese devenir que rechaza, por falta justamente de esa Investidura pretinunar, Detengémonos primcramente sobre este movimiento de desin- vestidura cuya dimenstén relacional no se acompana por ninguna vuelta sobre si mismo de ta libido sustrafda al objeto. (Eso sélo se podri hacer en el curso de esta segunda fase en la cual cl apclar al delirio permitira Ja reconstruccion de ua mundo y también de una neo-temporatidad). El anilisis de Jovenes psiedticos que no son més. adolescentes en el sentido de a ley, nos cnsciia a menudo que antes de 4a aparicion de un momento confusional, de un crash agresivo, de una vivencia ablertamente interpretativa que tos ha canducldo a lo “rere Aulagnies.L Aeprents hittorien et fe mealtre rorcier. Paris, PUF 1964, | ay version eestellara. Ef aprendiz de bittoriador y el maetiro brujo Amosrorty Ls. Aives. 1986 (T)] 457

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