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STUART AVERY GOLD El viaje de ping El viaje de ping Rumbo al Gran Océano En la busqueda de una nueva laguna, Ping, ls rama, aprendid de su maestro a luchar cow los desafios del cambio, a alcanzar alturas impensadas y a visic una vida profandamente intencional zt Ahora, Ping esta preparado para convestizse, él misao: en maestro. Sus discipulos seri Daikon y Hodo, dos ranas jovenes y audaces que deciden seguitlo en un viaje inicidtico, cuyo destino es abrumadoramente incierto La inseguridad y el miedé'a lo desconocido de estes discipulos solo seran compensados por la confianza en las ensettanzas de su maesiro. Com pacienctz y coraje, él los conducira hacia la meta que conoce desde el primer momento: el citeule que hand perfecto este Viaje rambo al Gran Oceana Sud op ofeIA ] We 3 1535 04421 7345 0¥6 SBy9L OL —© = = = = ‘Titulo original: The way of Ping. Journey to the Great Ocean ‘Tradueci6n: Silvia Sassone Edicion: Lidia Marfa Riba Colaboracion editorial: Cristina Alemany - Angélica Aguirre Disefo: Sabrina Pusso Iustraciones: Machiko © 2008 Stuart Avery Gold © 2008 VER Faditoras wwwlibroregalo.com “Todos los derechos reservados. Prohbids, dentro de los limites estalecdos por aly, Ja reproduccion total o parcial de esa obra, el almacenamientoo tansmiscn por medios lectrénicos © mecinices, ls forocoplas 0 cualquler ota forma de esion de he misma, sin preva autorizacinescrita dels editoras ARGENTINA: Demaria 4412 (C1425AEB) Buenos Aires Tel Pax: (54-11) 4778-0444 y rotativas e-mail: editoras@libroregalo.com Mexico: Av, Tamaulipas 145, Colonia Hipédromo Condesa CP 06170 - Delegacidn Cuauhtémoc, México D. E Tel Fax: (5255) 5220-6620/6621 * 01800-543-4995 ‘e-mail: editoras@vergarariba com.mx ISBN: 978-987-612-154-5 Impreso en México por Edamsa Tmpresiones S.A. de CY, Printed in Mexico Ping. Buz al Gran Octano- 13 ‘Chad Autdnowa de Buenos Aes: VER, 2008 88:22 14 em. Traducida por Sia Sssone 2, Narration gles, 1 Sse, Svat Talo cop ers STUART AVERY GOLD El viaje de ping Rumbo al Gran Océano Var, Contenido 1. La gran visita ... 2. El camino viejo, el camino nuevo ..... 3. El corredor de los arboles intitiles ........ 4, El ojo atento no ve obstaculos... 5. Las ensefianzas del bambi ... 6. El pantano de los reptiles... 7. Amanecer en la montana . 79 Para la mente iluminada, el paratso del Loto se encuentra en todas partes. Para los que ain estan en busca de su verdad, sta se encuentra en la tranguilidad del océano, La gran visita 1 La gran visita Habfa una vez un lugar... La mayoria de los habitantes de la laguna comenzé a reunirse con veinticuatro horas de anticipacién, Aquellos que venian de los confines de la laguna Tegaron hasta unas cuarenta horas antes, lo cual les permitié conseguir una buena ubicacidn. Las tortugas sabian que, si querian estar en primera fila a la som- bra, se encontrarfan en un grave problema si no se daban prisa en llegar. Eran fervientes devotas de una buena ubicacién, por lo tanto, apuraron el paso tanto como les fue posible. Especialmente afortunadas fueron las criaturas que artibaron con la suficiente antelacién como para obtener un lugar sobre las rocas lisas que asomaban entre las campénulas azules, las flores de satico El viaje de Ping y las fragantes gardenias. Por supuesto, tenfan verda- deramente una vista soberbia desde allt. Sobre- volando por encima de todo este escenario, Libélula se mantenfa atenta. Alrededor de la laguna se desarrollaban diversos trabajos maravillosos, pero en este preciso dia, con ese revoloteo y esa danza en derredor del techo del mundo, con delicadas alas de gasa, la tarea de Libélula era la envidia de toda la laguna. Desde un lugar estratégico, se le asigné a Libélula Ia tarea de encargarse de controlar el rumor. A medida que la multitud crecia, el rumor acer- ca de la llegada de Ping aumentaba. Por ese moti- vo, Libélula desarrollo la importantisima tarea de volar de un sitio a otro difundiendo la verdad. Exactamente al mediodia anuncié que la hora del chapoteo de Ping era inminente. Dicho esto, des- pej6 el aire para abrir paso a lo que solo podria describirse como un salto extraordinariamente perfecto y en linea recta desde la distancia, segui- do de una... digamos muy, pero muy colosal y espectacular zambullida La gran visita ‘A todos aquellos para quienes los saltos gloriosos de Ping eran nuevos, esto les parecié tan fantastico que asi lo expresaron. Otros, que recordaban las his- torias que les fueran contadas, no pudieron hacer otra cosa que admitir su veracidad. La forma de saltar de Ping era mucho més que una emoci6n a contem- plar. No era sino la prueba fehaciente de que la leyenda de la rana Ping se mantenta intacta. Las aventuras de Ping eran legendarias, su meta- morfosis interna, mitica. Su viaje transformacional le habfa hecho ganar a Ping tal notoriedad que no sorprendia que un grupo tan grande se hubiese aglu- tinado para presenciar el espectaculo de su aparicion. Fuere lo que fuere que se llevase a cabo en la laguna ese dia, no se podia negar que el momento le pertene- cia al honorable visitante, de quien habian oido hablar tanto por sus famosfsimas patas eldsticas con las cuales ejecutaba saltos de distancias asombrosas. Con destreza, Ping se subié sobre la hoja de un lirio de agua, aceptando los hurras, los saludos en alto y los interminables vitores al grito de “Ping, Ping, Ping” que acariciaban sus ofdos. La multitud hizo silencio El viaje de Ping Elocéano es atin mas grande. Todos los rios vierten sus aguas en él y, sin embargo, ‘nunca se desborda. La gran visita solo cuando se abri6 paso la figura majestuosa de su viejo soberano: Sapo, el Anciano. Nadie sabia cuanto tiempo hacia que Sapo, el Anciano, ocupaba el lugar de soberano. Durante la recientemente celebrada Animalfest aniial, Tortuga, que por entonces tenfa 106 aftos, comenté que Sapo habia gobernado la laguna desde hacfa tanto tiempo que él mismo no podia recordar cuanto. A Jos habitantes de la laguna les encantaba la tradicion. Siempre que Sapo, el Anciano, se tomaba un des- canso de su modorra habitual para salir bamboledn- dose y aparecer refunfuhando, era magnificamente saludado con reverencia, puesto que representaba el origen de los origenes, el salvador de todo lo que era sabio y maravilloso. Sapo provenfa de la laguna, pero su voz bajaba desde las nubes. Esta se ofa débil y etérea, y hasta los conejos que se encontraban al borde del agua tenfan que inclinar sus largas orejas para captar cada palabra. Cada vez que Sapo, el Anciano, deci- dia hablar, los habitantes de la laguna escuchaban con atencion porque crefan en todo lo que decia. " El vigje de Ping Sapo emitié un malhumorado sonido aclarando- se la garganta, levant6 sus debilitados brazos y con un gesto extensivo dijo: —Hoy es un dia de bienvenida para alguien que salta grandes distancias. Atronador rugido de aclamaciones, —Bienvenido a nuestra casa, la magnificencia de todo lo que existe. El espejo de agua mas glorioso que jamas haya imaginado cualquier ser viviente. Desde aqui hasta allt y desde allf hasta aqui, no existe nada que sea mis grande que nuestra laguna. Fsta era una declaracién que Sapo hacia a menudo. ~Asi que dime, Rana, :cual es la razon por la que has dedicado tu vida a saltar del modo en que lo haces? —Desafiar més al cielo, siempre expres Ping, radiante ¢ impulsivamente. Sapo paseo su mirada imperiosa sobre sus subditos y observ6 los gestos de afirmacion y las sonrisas de las ranas jovenes. Més precisamente, observo atento como Daikon y Hodo, las dos ranitas mas traviesas que jamés se hubieran engendrado en el lugar, cuchi- cheaban entre si. 2 La gran visita Daikon y Hodo no habfan sido faciles incluso de renacuajos. Su inclinaci6n por aventurarse demasiado, lejos de la seguridad de la vegetacion, en las aguas poco profundas de la laguna, era una fuente de cons- tante preocupacién entre las ranas adultas. Cuando legé el dia en que Daikon y Hodo alcanzaron la forma de ranas hechas y derechas, descubrieron que el carifio que se tenfan entre ellos también habia crecido. Daikon estaba seguro de que Hodo lucfa los mejores colores del mundo en su perfecta piel lustrosa. Y eso para él era suficiente. En toda la larga historia de la laguna, no habfan existido dos criaturas que disfrutaran tanto del tiempo que pasaban juntas. Conversaban durante todo el dia, deleitandose en mutua compaiiia, preguntandose sobre la seguridad de los alrededotes, y reflexionando acerca de la naturaleza misma de sus propias exis- tencias, El espiritu curioso y la conducta rebelde de ambos se habian convertido en un tema irritante para Sapo, y hoy no era diferente. Sapo resoplé para demostrar su desaprobacién ante la alegria descarada de Daikon y Hodo. jYa no se 13 El viaje de Ping puede entender a estos jévenes! Sapo se dio media vuelta, ajustando sus ropajes reales. —Entonces... ¢desde donde nos has venido a visitar? -le pregunt6 a Ping, —Desde el Gran Océano, Un silencio desconcertado se produjo entre todos los presentes. Una mirada cargada de perplejidad nublé los enve- Jecidos ojos de Sapo. ~Hum... Nunca escuché hablar de ese lugar ~dijo-. Pero, no te sientas disminuido por nuestra maravillosa laguna. ¢Cudnto mds pequefio es tu océano? —Como ocurre con todas las cosas, Majestad, el océano no deberia ser juzgado por su tamatio sino por su generosidad -respondi6 Ping con sencillez. ~—Tonterias Sapo hizo un gesto amplio sefalando orgullosamente a su alrededor-. {Cudntos de tus océanos se necesitarfan para llenar nuestra laguna? —Con el debido respeto, debo decir que el océano es algo de una inabarcable extensién. —@Qué quieres decir exactamente? {Insintias acaso que el océano ni siquiera se puede comparar? Ping asintio, La gran visita -Es cierto, no existe comparacién posible para él. =Tal como pensé -afirmé Sapo, mirando fijamente asus stibditos. -El océano no es pequerio; es grande. -Lo sorpren- dio Ping, —jGrande? ;Cémo? ;Fs tan grande como la mitad de nuestra laguna? Ping nego con la cabeza. =No, Mas grande. La multitud empez6 a agitarse. El grupo de ranas mds jovenes parpadeaban demos- trando asombro. Sapo reflexionaba sobre lo absurdo de aquella declaracion. —jTan grande como nuestra laguna? —La inquietud de Sapo iba aumentando con su tono. —Aun més grande. Lo aseguro —contest6 Ping-. Todos los rios vierten sus aguas en él y, sin embargo, nunca se desborda. Se lo drena constantemente, pero nunca se vacfa, Las estaciones como la prima- vera y el invierno no provocan ningun cambio en él. Las inundaciones y las sequias, tampoco. Tiene un 15 Elvigje de Ping caudal poderosamente superior al de un arroyo y una laguna. Majestad, perdéneme. No es mi de- seo causar un disgusto en nadie, pero esta laguna ni siquiera serfa una gota en el Gran Océano. La multitud quedo boquiabierta mirando a Sapo, el Anciano. Este fulminé a Ping con la mirada y estall6 con rabia. {Qué clase de criatura eres que nos visitas con tales mentiras? -Sapo habia sido agresivo en su juventud y atin lo segufa siendo-, Lo que dices es una herejfa! =No es mas que la verdad -respondié Ping. —jLes aseguro a todos, aqui y ahora, que no existe nada mas grande, nada mds emocionante ni nada mas placentero que nuestra laguna! Ping parpadeo y volvié a parpadear. Sus notables ojos miraban a Sapo como si tuviesen el poder de ver a través de él, lo cual en realidad era cierto. Con una voz que solo podria ser descrita como la calma misma, invit6 a Sapo y a todos los que tuvie- sen voluntad, coraje y curiosidad para iniciar un viaje hacia el descubrimiento, a que lo siguieran. 16 La gran visi Verian asf con sus propios ojos que el Gran Océano era glorioso y verdadero y descubririan que realmente existfa todo un mundo, més grande, lejos de la laguna. Hasta ese momento, nadie jamés se habia atrevido a disentir con Sapo, cuyo envejecido rostro empez6 a enrojecerse. Sus ojos ardian con verdadero fuego. iQue insolencia! —rugié furiosamente, lanzando escupitajos-. ;T& me invitas a ver el océano para ensefiarme, como si no tuviese ningtin conocimien- to ni nada de sabiduria? No existe nada que se llame océano. No existe nada mds alld de la laguna... ~Sapo, el Anciano, continuo su perorata sin siquiera tomar aliento; su voz se hacia mas estruendosa y resonante a medida que su rabia aumentaba. Mientras aquellas palabras golpeaban de frente a Ping, tambien lo hacian los proyectiles de lodo. Los habitantes mds antiguos de la laguna comenzaron répidamente a modelar puiiados de fango y lodo y los lanzaron hacia Ping. Salpicando, cafan con fuer- za sobre él, a medida que se iban sumando a la estruendosa furia de Sapo que, iracundo, le ordena- ba a gritos a Ping que abandonase su laguna para 7 siempre, Algunos de los proyectiles de lodo dieron enel blanco con una fuerza y una precisién notables. Furor... O, para ser més exactos, furia. Por qué Ping no saltaba para alejarse? Esta no era sélo una buena pre- gunta, era la Unica pregunta. Pero Ping se mantuvo firme en su lugar, abriendo y cerrando los ojos y haciendo muecas de dolor, una y otra vez, aceptando las burlas, el desprecio y los golpes dolorosos del odo, sabiendo que la forma en que respondemos a otros és siempre més importante que la forma en que los otros nos responden. Finalmente, dirigiendo la mirada hacia los rostros jovenes de los habitantes mas pequefios de la laguna, Ping hablo. —Lo que ustedes son hoy es lo que ustedes fueron y lo que ustedes serdin manana es lo que haran aho- ra... El viaje empieza aqui-. Dicho esto, dio un salto tan recto y perfecto como jamés lo habia hecho antes, desapareciendo de la vista, lejos, perdido en la celestial distancia. Las criaturas mayores, satisfechas, gritaron “;Si!”. 18 La gran visita Dos de los mas jévenes se maravillaron exuberantes y,con mucho coraje, también gritaron "|Si!". Nadie en la laguna lo sabia entonces, pero la histo ia estaba por comenzar. 19 El camino viejo, el camino nuevo 2 EI camino viejo, el camino nuevo Se pusieron de acuerdo para encontrarse ala media- noche, debajo de diez mil estrellas, entre las malezas del cahaveral. "Encontrarse" era tal yez la palabra equivocada, "Esconderse" seria mds correcto, dado que reunirse en secreto iba en contra del decreto mas reciente dictado por Sapo, el Anciano. Desde la visita de Ping, el viejo Sapo habia mantenido una sospe- chosa y muy cerrada vigilancia sobre las ranas jovenes. La mayoria, por supuesto, hizo lo que se le decta. No se pudo decir lo mismo de seis ranas pequenas lideradas por Daikon y Hodo. -Procuremos hablar en voz baja a medida que avanzamos ~dijo precavido Daikon, asegurandose viaje de Ping él mismo de hacerlo-. Recuerden c6mo el sonido se transmite por el agua. Los seis pequetios esperanzados se miraron entre sf. Temblaban. Por un instante, nadie dijo nada pues sus mas terribles miedos tenfan que ver con abandonar la segura familiaridad de la laguna para ir en pos de lo desconocido. Fue Kil, cuyo color era el més verde del grupo, quien expres todo lo que sentia en ese momento. Pero, estamos tan bien aqui..., sno es asi? —le dijo a Daikon, pensando en su laguna, su mun- do-. {Qué sucederd si esto es efectivamente tan bueno como parece? Por un momento, se hizo silencio. Daikon asin- 116 con la cabeza demostrando una comprensién que le proventa del alma. Siempre habia sabido que, Hegada la hora, sus compafieros podrian temer abandonar ‘la comodidad de su laguna para ir detras de una simple posibilidad. No podfa cul- parlos. Pero atin asi, no era muy triste no permi- tirse ver posibilidades? Daikon hizo una larga pausa y luego hablé El camino viejo, el camino nuevo ~Todos nosotros somos creadores de nuestros pro- pios suefios y tomamos nuestras propias decisiones. Uno debe hacer segtin lo que crea—expresd Kiku, aunque sonrefa, no pudo evitar sus repen- tinas lagrimas. ~Te matardn alld fuera. Lo sabes. —Tal vez. Por favor, no vayas. No habja forma de cambiar la decision de Daikon. Ante esto, Kiku extendié la mano y le ofrecié a Daikon un collar hecho de una sola rafz de enreda- dera con una piedra de la laguna como pendiente. ~Para que nos recuerdes Je dijo Kiku. Daikon se puso el collar, miré el pendiente, luego pase6 la mirada por el grupo, y fue su turno de emo- cionarse. -No los olvidaré -dijo-. Lo prometo. Hodo asintié imperceptiblemente; le era muy difi- cil respirar. No habia existido una noche en que el suefio de abandonar la laguna no se hubiese agita- do detras de sus parpados somnolientos y ahora habfa legado el momento. Lagrimas. 23 El viaje de Ping 24 Uno debe hacer segtin lo que crea. El camino viejo, el camino nuevo Las seis ranas pequefias se sentaron en silencio. Hacian lo que podian, mostrando sonrisas tristes y valientes a Daikon y Hodo, quienes también les sonrefan consoladoramente. La noche no podria haber sido més hermosa, la brisa mds incitante ni mas calida. Daikon y Hodo elevaron sus ojos a las titilantes estrellas, después a sus hermanas ranas, les hicieron un gesto afirmativo y abrazaron a cada una. Y con eso, dieron un salto cargado de fe hacia la cautivante oscuridad. Sus convicciones no habfan sido nunca mds evidentes. 25 } El corredor de los arboles inittiles, 3 El corredor de los arboles inutiles Sin duda, el corredor de los arboles intitiles tenia un nombre totalmente equivocado. Nadie sabia la 1az6n de esto, si bien la més probable podria haber sido la cantidad de arboles encorvados y torcidos que ensombrecfan el suelo. Los primeros que recorrieron el corredor tal vez vieron a los viejos arboles demasiado doblados y nudosos como para que fuesen de alguna utilidad a carpinteros 0 talladores, o para ningtin propésito en absoluto. De ese modo, durante generaciones, el corredor de los arboles intitiles permanecié intacto e impertur- bable, como si los majestuosos drboles supieran que su falta de utilidad era lo que les permitia hacer El viaje de Ping de ellos un lugar perfecto para aves y animales, al proporcionarles un sitio alegre donde podian cobijarse en paz. Fue alli, atraido por la reclusion de la sombra de las ramas, que Ping se sento en meditante silencio, estrechando la poesia de formas que las sombras del Arbol proyectaban. Tal como habia sido su practica durante afios, Ping pasé muchas horas del dia entre- nando su mente, aprendiendo sus modos, penetrando en la esencia de su verdadera naturaleza, abriéndose anuevas visiones y posibilidades interiores. Mientras respiraba la brisa cargada de perfume de las flores del cerezo en las distantes montafias, Ping con- templaba feliz el paisaje interior de una mente serena. Estaba alli sentado con una concentracion profunda y estable cuando, por fin, a la distancia y casi invisibles, Daikon y Hodo lo espiaron emocionados. Los esperanzados saltadores entrecerraron los ojos para asegurarse. Los ojos no los engaiiaban, Felices y atemorizados a la vez, avanzaron a saltitos, en silen- cio, tan cerca como se pudieron atrever. ~Shhhh.... esta durmiendo -susurré Hodo. 28 El corredor de los arboles inutiles, Daikon se acereé un poco més cautamente, lo suficiente como para examinar un momento mas el rostro calmo de Ping. Observaba algo muy extrafio. Es como si estuviese durmiendo, pero no creo que lo esté. Las dos ranas jévenes clavaron la mirada en él Ping, oscurecido por la sombra, abrié los ojos sdlo para dar una ojeada y los volvié a cerrar. Hodo y Daikon intercambiaron una mirada cargada de curiosidad. Estoy meditando —dijo entonces Ping, atemori- zando a las minusculas ranitas y haciéndoles perder el equilibrio. Hodo y Daikon se recuperaron del susto y miraron a Ping extraftados, Asintieron con la cabeza y, al uni- sono, alcanzaron a decir: -Entend{. Entendt. Eso era todo lo que ellos siempre contestaban: “Entendi. Entendi.” El sol se ponia, salia la luna. "Entendi. Entendi." Cafa la luna, el sol asomaba. "Entendi, Entendi." Por supuesto que no era asi, pero siempre que las ranas j6venes estaban aturdidas por algo que superaba 29 El viaje de Ping Meditar es encontrar la quietud dentro de nosotros mismos. 30 El corredor de los &rboles intttiles su capacidad mental, lo cual sucedia la mayor parte del tiempo, instintivamente contestaban: "Entends." Estas eran palabras que decfan muy a menudo. El habito empieza a una edad temprana. Emprenden la vida como renacuajos, pasan sus primeras etapas a las mil maravillas, luego despiertan una mafiana y yen que han perdido la cola, les han crecido los brazos y las patas, y se preguntan entonces qué pas6. Aun cuando encuentran la raz6n como algo indescifrable, de inmediato dicen: "Entendi". Y repiten la palabra continuamente en su desesperada necesidad de con- vyencerse de que pueden comprender. Desde los primeros tiempos de la creacién, las ranas han confundido el entendimiento con la reali- zacion y la realizacion con la liberacién. Inclusive hoy, en pantanos, ciénagas, lagunas y lagos de todo el mundo, la préctica contintia, si bien el canto de las ranas... "Entendi... Entendi" se confunde con el sonido del "cri-cri... cri-cri". Tal es la incertidumbre que sufre la mente de una rana joven. Una incerti- dumbre que Ping, que habia sido él mismo una rana joven, entendia. 31 El viaje de Ping Ping respiré profundamente, relajéndose. Volvi6 a respirar. Estudié a las j6venes ranas que tenia delante suyo. La niebla de la ciénaga se levantaba cuando empez6 a explicar: ~Meditar es encontrar la quietud dentro de noso- tros mismos, donde la verdad del corazon envuelve ala mente. Es la quietud que armoniza el cuerpo y la mente para poder reconocer las posibilidades ilimitadas que existen para cada uno de nosotros. El fortalecimiento del cuerpo se consigue poniéndo- lo en movimiento. El fortalecimiento de la mente se consigue dandole sosiego. A través de la meditacion se descubre que, mientras el cerebro mueve el cuer- po, la mente mueve el mundo. Las ranitas hicieron un gesto como dando poca importancia a lo que escuchaban. —Entendi, Entends, Hodo y Daikon no tenfan la mas minima idea de lo que habfan escuchado, —Por supuesto —

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