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Le pidi al discpulo que entrase con l en el lago y, sujetndole la cabeza, se la empuj bajo el
agua.
Transcurri todo un minuto y, a mitad del segundo, el muchacho comenz a debatirse con todas
sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie.
Al final del segundo minuto, el maestro lo solt. El muchacho, con el corazn acelerado, consigui
erguirse, jadeante.
- Si hubiera querido matarte, lo habra hecho. Slo quera preguntarte qu sentas mientras
estabas bajo el agua.
- Yo senta que me mora! Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire!
- Se trata de eso exactamente. La verdadera devocin slo aparece cuando tenemos un nico
deseo y llegaremos a morir si no conseguimos realizarlo.