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La mano de la princesa (Pablo Amster)

Una conocida serie checa de dibujos animados cuenta en sucesivos captulos la historia de una

princesa cuya mano es disputada por un gran nmero de pretendientes. Estos deben tratar de

convencerla. Distintos episodios muestran los ms variados e imaginativos intentos de seduccin que

despliega cada uno de ellos.

As, empleando diferentes recursos -algunos ms sencillos y otros verdaderamente magnficos- uno

tras otro van pasando los pretendientes pero ninguno logra siquiera conmover un poco a la princesa.

Se ve a uno de ellos mostrando una lluvia de luces y estrellas, a otro efectuando un majestuoso vuelo

y llenando el espacio con sus movimientos... pero la princesa... nada. Al final de cada captulo,

aparece el rostro de la princesa desnudo de gestos.

El episodio que cierra la serie nos proporciona el impensado final. En contraste con todas las

maravillas ofrecidas por sus antecesores, el ltimo de todos los pretendientes extrae de su capa, con

gran humildad, un par de anteojos que le da a probar a la princesa. Ella se los pone, sonre y le brinda

su mano. Fin.

Con el paso de los captulos, el agotamiento cada vez mayor de las estrategias de seduccin genera

fastidio y hasta nos enojamos con esta princesa insaciable. Qu cosa tan extraordinaria est

esperando? Entonces aparece el dato que desconocamos: la princesa no se emocionaba ante las

maravillas ofrecidas porque era miope y no poda verlas. Ese era el problema.

Lo que hace el ltimo de los enamorados -enterado del fracaso de los otros- es cambiar el enfoque del

asunto, abordar el problema de manera diferente. As empezamos a hablar de matemtica.

Hablar de matemtica no es solamente demostrar el teorema de Pitgoras, tambin es hablar de amor

y de princesas cortas de vista.

Esta es la cosa: "sentido comn" que es el menos comn de los sentidos. Los divulgadores o

comunicadores de la matemtica deberan entonces pensar nuevos diseos de herramientas

pedaggicas o didcticas que cumplan la funcin de anteojos. De esta manera, los "matematimiopes"

podramos "hacer foco" y apreciar las piedras preciosas de la matemtica que, a simple vista, apenas

nos parecen vidrios y les confieso que a m no me gusta masticar vidrio.

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