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GRUPO EDITORIAL RAMA Jennings, Marianne M. Un cuento de negocios / Marianne M. Jennings ; taduccién de Fabian Bonnett. — Bogota : Grupo Editorial Norma, 2004. 200 p. ; 21 cm, Titulo original : A Business Tale. 1, Administracién de empresas I. Fa 0 Tit. 658.401 ian Bonnett. tr. Titulo original en inglés: A BUSINESS TALE A Story of Bihics, Choices, Success and a Very Large Rabbit de Marianne M. Jennings, Publicado por AMACOM, divisién de American Management Association 1601 Broadway, New York, NY 10019 Copyright © 2003 por Marianne M. Jennings Copyright © 2004 para Latinoamérica por Editorial Norma S. A. Apartado Aéreo 53550, Bogoté, Colombia hittp://www.norma.com Reservados todos los derechos Prohibida la reproducci6n total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso escrito de la Editorial Impreso por Editorial Nomos S.A. Impreso en Colombia — Printed in Colombia Edicién, Masia del Mar Ravassa Garcés Disefo de cubierta, Maria Clara Salazar Posada Este libro se compuso en caracteres Garamond ISBN 958-04-7886-4 Para todos los pookas en mi vida | que en alguna ocasién han sentido indignacién: La fe, la familia, los amigos y los estudiantes Contenido Prdlogo Introduccién La historia detras de Un cuento de negocios ...... 17 Capitulo 1 Edgar y Ari La honestidad es un asunto exigente.... Capitulo 2 Ari va a la escuela y conoce a la pandilla Seguir las reglas del juego significa sufrir una contrariedad de vez en cuando........ Capitulo 3 Ari y los fabulosos cuatro se reencuentran 43 en la universidad 53 Hacer lo correcto a menudo implica mds trabajo Capitulo 4 Las ironias de buscar trabajo Ser ético a veces significa ir atras en la carrera..... 63 Capitulo 5 Drew le consigue un empleo a Edgar Espere siempre una pequetia burla por comportarse ticamente .... 67 Un cuento de negocios Capitulo 6 Heather se compadece de Edgar y le consigue un empleo Ser ético significa que usted tiene que hablar claro ........ 81 Capitulo 7 Un nuevo intento: Steve le da trabajo a Edgar ... Algunas veces Ia ruta ética permite que se presenten las oportunidades Capitulo 8 Edgar gesta su propia compafia A fin de cuentas, quién es ético vence... y con tranquilidad de conciencia...... Capitulo 9 La compafiia de Steve va a la bancarrota Las fallas éticas rondan a quienes corren rapido . Capitulo 10 Mas suspiros, pero de triunfo El éxito proviene de hacer lo que es honesto y correcto..... 117 Pensamientos sobre Edgar, Ari y el triunfo a largo plazo 123 Nott o.secscesseeeee 187 Agradecimientos .. 193 La autora ..... 197 3 ] Prélogo Me frustro como la que mas con la realidad de que la vida y SEEN OE Coe SSS TES Se ee CD ec ec Gea earner aera ol machoumeng 2D Usted puede perder la posicion, el poder, el éxito material o la vida misma. @6ED ‘qué? Porque en el mundo real se libra una batalla SS A ec ee = Frente a esa formula mucha gente se derrumba, sucumbe e, incluso, abdica sus valores. Después de todo, hay utilidades por hacer, nifios por enviar a la escuela privada, muy buenas oportunidades de trabajo que per- der, conexiones por hacer, prebendas que disfrutar, un ego por satisfacer, competiciones que ganar, vacaciones por gozar y bellas casas que poseer, y parece que do- ig Un cuento de negocios blegar las reglas éticas 0 los principios legales es lo que todo el mundo debe hacer si quiere ser competitivo. iEpa! Dificiles alternativas. ;Por qué escogeria usted rebelarse contra el sistema y hacer lo correcto, lo ético, cuando es tan claro que usted podria pagar un precio real y deprimente? ;Por qué escogeria usted sacrificar el lucro, Jas oportunidades y el poder por algtin noble ideal de la ética y la moralidad personal y profesional que claramente no es compartido por quienes lo rodean? ;Qué hay de realmente errado en no defender lo que es correcto si eso lo va a lastimar? ;Qué hay de realmente errado en hacer cosas en las cuales no cree, para mantener su trabajo y ascender en su carrera profesional? ;Qué hay de realmen- te errado en adular o venderse cuando tinicamente lo esta haciendo para lograr una posici6n mejor? ¢Qué hay de realmente errado en hacer de Id calidad y el servicio algo secundario, y lucrarse, cuando hay supervisores que agra- dar y accionistas que satisfacer? Son buenas preguntas. Preguntas que usted afronta- r4 de una u otra manera todos los dias de su vida personal y profesional. Cuando usted era nifio tenia suefios acerca de lo que haria cuando fuese mayor. No descarte estos suefios como. | ' | Prdlogo iL una fantasia tonta que no tiene realismo alguno. En sus suefios de infancia usted era idealista y altruista. Los suefios estaban dirigidos hacia un noble fin que represen- taba un don especial. {Es realmente el mundo mucho mejor cuando estos suefios se hacen a un lado y se consideran ingenuos, poco practicos, poco realistas o estiipidamente inocentes? ¢Vale\lalpenal sacrificar seri) Demasiadas personas contestan “si” a estas pregun- tas. Muchas estén dispuestas a sacrificar el papel de “buenas personas” por el de las mas poderosas, mas conocidas, mds ricas, mas gustadas, mas temidas o mas (superficialmente) queridas. Hay una tremenda presién social para hacer eso, y actualmente también hay una escasez de vergiienza, techazo o castigo social para oe actian de manera errada. . Y hay unos terceros para quienes, a ——— El éxito y las posesiones sin integridad francamente son s6lo un gran chasco. Para evitar esa sensacién de é Un cuento de negocios decepcién, muchas personas compulsivamente aprove- chan mas y mas y més, sdlo para sentirse decepcionadas una y otra vez. Es cuando algunos se vuelcan a las drogas, al alcohol o al sexo compulsivo con el fin de deshacerse de ese sentimiento de desencanto. Este se debe a que el alma y la psique no estan siendo satisfechas. Esos elementos del ser pueden ser pasados por alto, pero en tltimas no pueden negarse. Cuando las metas y motivaciones no valen la pena, cuando la tactica no corresponde a las metas, cuando el resultado final no compromete una nobleza auténtica, el alma y la psique carecen de orgullo y de verdadera satisfacci6n. Ademas, no se sera feliz. No hay felicidad en una vida a la cual se Je ha (atrancado la integridad, la moralidady la ética, Finalmen-) {sy I isn gin an Satie.) Tal como lo dije en el prefacio de mi libro How Could You Do That?! The Abdication of Character, Courage, and Conscience: “No me sorprende que tanta gente busque ciegamente el ‘significado de la vida’. Lo que no parece entender es que la vida no tiene significado a través de la mera existencia o la adquisicién de bienes o el entreteni- et, Blsigniicado dea vida ests unido a as conexio. Dejaré al lector con este simil que uso -con los escuchas que me llaman al programa de radio y que luchan con dilemas morales 0 éticos después de que han | neal i i t t . ‘ 1 Prologo hurgado sin satisfacci6n en sus listas de pros y contras para formular una decisi6n. Involucra un momento de Dickens en el cual me convierto en el fantasma de la Navidad futura. Les digo que, gracias al poder del cual estoy investida por hacer este programa radial, puedo proyectarlos veinte afios adelante y hacerlos verse segtin la decisi6n que tomen hoy, y les pregunto: ;Qué quieren ver que los enorgullezca? En consecuencia, como dice el comercial de Nike: “Sdlo hagalo”. Siempre me sentiré orgullosa de escribir el prdlogo para este maravilloso libro de la profesora Marianne Jennings sobre la ética en los negocios. Si se tienen en. cuenta los recientes escdndalos de avaricia y corrupci6n corporativas en los Estados Unidos, las encuestas que muestran que para los estudiantes mayores de las escuelas de secundaria que han recibido honores el fraude es una de muchas herramientas aceptables, y una subestimacién general del valor que la sociedad otorga al sacrificio, la espiritualidad y la integridad (inclinandose en su lugar por la adquisicién de bienes, el poder y la propia actualiza- cidn), este libro debe considerarse como /ectura obliga- toria en toda aula de clase, toda oficina y todo hogar. Doctora Laura C. Schlessinger Autora y anfitriona de un programa radial de entrevistas distribuido internacionalmente “Lo que es correcto es correcto, aunque nadie lo esté haciendo. Lo que es errado es errado, aunque todo el mundo lo esté haciendo”. —Anénimo “La mds débil de las cosas débiles es una virtud que no haya sido probada en el fuego’. —Mark Twain i | : | : i Introduccién La historia detras de Un cuento de negocios o me divirtieron los colapsos éticos y financieros de / Enron, WorldCom, Tyco y Adelphia y las pérdidas que sufrieron los accionistas y los empleados.{Incluso ver | a Martha Stewart bajo el microscopio acusador del FBI no ha sido divertido. (Bueno, quizds hay una parte mia que gozaria viendo a Bernie Ebbers, Jeff Skilling y Andrew Fastow sentenciados a trabajos forzados 0 al mismisimo infierno. Y habria una cierta ironia deliciosa en ver a Martha comiendo los mas horrorosos potajes, como puré de papas instantaneo y gelatina verde, durante tres o cinco afios, en una carcel para delincuentes de cuello blanco.) 7 Aun asi, hay una parte mia que se regocija porque quiere ¢ gritar: “is dijel”, después de mas de veinte afios de recibir palmaditas en el hombro por mis esfuerzos por ensefiar ética en los negocios, pero de ser secretamente desperdiciada por la facultad y los estudiantes que Un cuento de negocios consideran mi material “flojo” y poco importante para los futuros titanes de los Estados Unidos, que son recompen- sados por aumentar el valor de las acciones a cualquier costo. Pero por mucho ruido y muchas exigencias que hice Ilevada por la indignaci6n, esos tipos nunca captaron lo que habia estado diciendo durante veinte afos. se Los tedricos de las finanzas ensefaron a los estudliian- tes que su tinica obligaci6n ética era la de maximizar_el valor para los accionistas. Yo ensefié lo mismo a mis estudiantes. Sin embargo, nuestros enfoques fueron lige- ramente diferentes. Los profesores de finanzas les ensefia- ron cémo manejar los ingresos, los profesores de conta- bilidad les ensefaron cémo darle un giro a la deuda en los libros, y yo les ensefié que esas practicas bordeaban los limites legales y éticos y no le ayudaban a nadie a largo : plazo. Nunca tuve un modelo para calcular el riesgo financiero de bordear esos limites), ~ Enron, Adelphia, WorldCom, Tyco, Kmart y una lista cada vez mas amplia de compafifas que experimentaron dificultades, reformularon sus declaraciones de ingresos : y lidiaron con afios de ejercicio financiero menos que : honesto han cuantificado el valor de la ética incluso mas alla de mis suefios mas alocados. La ficcién no habria » podido aportar un escenario y un telén de fondo mejores para ensefar la importancia de la ética. @G3§MEGOCIO Introduccié6n is | | os | | . Hasta que sobrevinieron estos colapsos, que tuvieron un impacto en virtualmente todos, desde los accionistas hasta los em- pleados, pasando por los proveedores y los clientes, nadie habia podido cuantificar los costos de las decisiones éticas precarias. Ahora podemos hacerlo. El 14 de enero de 2001, el precio de la accién de Enron era de 83 dolares. in- : Exactamente un afio mas tarde, el 14 de enero de 2002, el | tras la reformulaci6n de las declaraciones de ingresos, la nis : destruccién de documentos y una Comisién Nacional del re- / Mercado de Valores y un Departamento de Justicia ia- | estadounidenses Ilenos de célera e investigaciones, el ta- | precio de la accidn de Enron era de 14 centavos de dolar. los ] Un dia, en octubre de 2001, los accionistas fueron los ; informados de que en adicidn a la nueva declaracién de go : ingresos por 586 millones de dd6lares, tendrian que go / efectuar una reduccién de 1 200 millones de délares en el patrimonio. Los accionistas de WorldCom perdieron 3 500 sta millones de délares en ingresos en una nueva declaraci6n. on / Ese ligero problema técnico de caracter contable significd OS | que realmente no hubo ingresos en la compafifa durante ue : tres afios. Y ése fue sdlo el comienzo. A finales de 2002, ds : las nuevas declaraciones de ingresos de WorldCom alcan- ria : zarian los 9 000 millones de délares. Como uno de mis. es | colegas ha dicho, invertir 1 000 ddlares en Enron o os ; WorldCom lo dejaria a usted hoy con 5 délares. Usted lo de 1 habria hecho mejor si hubiera comprado los 1 000 délares Un cuento de negocios en cervezas y hubiera reciclado las latas, pues habria logrado un ingreso neto de 50 délares. La ética importa aun si se refiere a la vida personal de los gerentes. Cuando se formularon cargos contra el ex director ejecutivo de Tyco, Dennis Kozlowski, por eva- sion del impuesto a las ventas en una transaccién multimillonaria de obras de arte, el mercado se hundié en 200 puntos mas. Todavia tambaleantes por los cuestio- namientos sobre las finanzas de Tyco, los inversionistas se pusieron mis nerviosos acerca de la credibilidad de las compafiias en general. El paquete de jubilaci6n de Jack Welch y las revelaciones relacionadas con su divorcio y sus prebendas forzaron la suspension de la valoraci6n de las acciones de General Electric. S6lo la insinuacién de que Martha Stewart podria estar comprometida en una operacion de bolsa que us6 informacién privilegiada en una compajiia distinta de la suya, envi6 por la pendiente la accién de su empresa, Omnimedia, que bajé en un 31%. Los asuntos contables no son la tinica fuente de la cuantificacién ética. En el frente de la responsabilidad civil con terceros, un jurado pronuncié un veredicto de 4800 millones de délares (reducido mediante una apela- cién a sdlo 1.200 millones) en un caso que involucré la posici6n del tanque de gasolina del modelo Malibd de la General Motors. Dos memorandos internos desconcerta- ron al jurado. Uno era de un joven ingeniero que estaba preocupado por el peligro que representaba la posicién os ite un ta- ba én Introduccion del tanque de gasolina. El otro era de un abogado que revisaba el memorando del joven ingeniero y que reco- mendaba que nadie se acercara ni al ingeniero ni al memorando. : Mi devocién por el campo de la ética empezé muy inocentemente, y sdlo en un campo como la ética es apropiado que el tema se acometa con inocencia. De alguna manera, la devocién por la ética por razones ma- inceridad. Gordon Gekko (Michael quiavélicas carece de si Douglas) nos lo dijo en Wall Street: “La avaricia, a falta de un mejor término, es buena”. Esta fue una pelicula de Oliver Stone que proporciond mas que una inmadura exageraciOn alarmista. A pesar de la manera como termina la pelicula, el texto de Gordon Gekko llegé a ser el credo de numerosas personas de negocios. Fue durante esta era de magnates reales y de ficci6n (como Ivan Boesky) que esta no tan joven profesora le puso atenci6n a las respuestas que sus estudiantes daban alos dilemas legales, morales y éticos, y tom6 conciencia. Mi reaccion a las cavilaciones de mis estudiantes de pre- grado en administracién de empresas cuando discutiamos la ética de hacer dinero era de fondo: “Estos muchachos van a terminar en prisi6n”. Ese fue el inocente nacimiento de mi devocion por el campo de la ética en los negocios. E] reconocimiento de que hoy en dia los estudiantes carecen de caracter y de ética fue la inspiracién para Vin Diesel y el libreto de la pelicula Hey, cdonde esta mi automdvil?, pero no es Un cuento de negocios exactamente material para un curso o un libro. El reto recae en volver a entrenar esas mentes, moldeadas en un mundo laico, para entender por qué 1 Mi reto era grande, dado que ensefio en una institucién de educaci6n superior de origen estatal que castiga a los profesores que hacen referencia a la religion y los quema en la hoguera (jy ésos son los profesores titulares!). 2Es posible una ética laica, secular? ¢Es posible ensefiar tica a adultos? ;Es posible entrenar mentes que los profeso- res de finanzas y los economistas han contaminado con nociones como quellalfesponsabilidadl clea! Ge uinleject- (Ciipiesalparallosaccionisiass Es posible andar a la caza de “la cosa correcta que se debe hacer” con gente que habla de “versiones beta” e intercambia cifras sobre “utilidades antes de intereses, impuestos, depreciacién y amortizacién” que podrian quitarle el viento a los veleros de Warren Buffett? éQueda alguna esperanza con posterioridad a. Enron, WorldCom, Tyco, Adelphia y esta era de una bancarrota tras otra, que esta convirtiéndose en el mayor desastre financiero en la historia de los Estados Unidos? (;C6mo sabemos incluso sila presuncién de que es la mayor bancarrota jamds vista es cierta, si sus ntimeros han sido manipulados desde los departamentos contables que elaboran las facturas pro forma hasta las costas de las Islas Caiman?) La respuesta, en una palabra, es si. Desde luego es posible ayudar a adultos a entender por qué la ética es ici crtieoetonetaie ios Tntroducci6n 3 es es importante en su vida y su trabajo. El libro -Quién se ba levado mi queso? ha probado que los lectores quieren involucrarse en una historia, por simple que parezca. Y como Fish/ ha mostrado, el mantra de “Muéstrelo, no lo diga” aplica a los libros de gerencia. Uncuento de negocios es la historia de cuatro personas de ese mundo. Edgar es seguido como una sombra por un pooka invisible que lo miantiene en alerta ética y evita que se mude irresponsable- mente de su apartaestudio o avance de manera irreflexiva por la escalera corporativa. Mientras tanto, los amigos de Edgar —Drew, Heather y Steve—, que no llevan la carga de un pooka ético, se estan volviendo ricos stibitamente. fe te ¢ Este es un relato que usa “La tortuga y la liebre” de Esopo como su esquema basico. Detalla el viaje de estas cuatro personas de negocios y muestra que ni la vida ni los negocios son una carrera corta sino una marat6n, y que aquéllos que aplican las reglas del juego realmente ganan a largo plazo. El resultado es un relato que ilustra la importancia de la ética en los negocios. La nocion de un pooka proviene de la pieza Harvey, de Mary Chase, ganadora de un Premio Pulitzer, y de la cual se produjo una pelicula en 1950, en la cual James Stewart representé a Elwood P. Dowd, el protagonista. Elwood es un tipo brillante que tiene la buena fortuna de estar acompafiado por un pooka, es decir, un espiritu travieso, que asume por lo general la forma de animal, 24 Un cuento de negocios visible solo por quienes él desea. El resto del mundo se asombra con Elwood P. Dowd y su presunto conejo invisible, Harvey. La tia de Elwood, Veta Louise Simmons, aburrida de ser rechazada a causa de ello en distintos circulos sociales, consigue el apoyo del juez Omar Gaffney para declarar a Elwood incompetente e internarlo en Chumley’s Rest. Elwood esta feliz de hospitalizarse si eso hace feliz a Veta Louise. Sin embargo, el doctor Willie Chumley, psiquiatra en jefe y propietario de la casa de reposo, no sélo ve a Harvey sino que lo adora tanto como Elwood, ¢ incluso se propone ir a Cleveland con ellos. Al darse cuenta de que Elwood P. Dowd es sano y cuerdo como el que mas, el doctor Chumiley devela la despiadada trama de Veta Louise, incluyendo la confiscacién de los bienes de Elwood, y pregunta: “Por todos los cielos, hombre, ino estas justificadamente indignado?” Elwood explica su inspiradora filosofia de la vida: “Mi madre siempre solia decirme: ‘Elwood... ella siempre me llamaba Elwood... En esta vida, ta puedes ser o inteligente o agradable’. Yo intenté ser inteligente. Pero prefiero ser agradable. Usted puede citarme”. De ahi surge la inspiracién de este cuento de jiShhhhhh!!!, ética. La sabiduria convencional sostiene eso mismo en los negocios: (EUR SEGA De hecho, despréndase de la ética y el éxito le sera esquivo 0, en el mejor de los casos, sera fugaz. Y he aqui el cuento de Edgar y Ari. ios dre iba ser de 2sO 20 nte era qui 1 | | “CAPITULO 1 ran las 7:05 de la mafiana, hora del Pacifico, cuando Edgar P. Benchley llegé a su escritorio en Tortoise Enterprises e hizo lo que siempre hacia a las 7:05 de la mafiana, hora del Pacifico, todos los dias laborales del afio: suspirar. El suspiro hinché su pecho y alcanz6 a elevar sus hombros cuando puso los brazos sobre la mesa, llena del reguero de papel con los infortunios del mundo o, al menos, con los infortunios de Tortoise Enterprises. No era que Edgar odiara el trabajo, su escritorio o incluso a Tortoise Enterprises. Edgar era un vendedor innato, un as con los nimeros y un maestro del viejo andlisis DOFA, es decir, de las debilidades, oportunida- des, fortalezas y amenazas. De hecho, Edgar era el propietario de Tortoise Enterprises, una compania respe- table con ingresos respetables, productos respetables, empleados respetables, proveedores respetables, publici- dad respetable y un edificio libre de asbesto. 26 Un cuento de negocios Pero el suspiro de Edgar se debia a toda esa respe- tabilidad. Sin la carencia de asbesto podia vivir. Edgar vivia aquejado por la respetabilidad y los suspiros. El resto del mundo no siempre valoraba la respetabilidad, y jde qué manera Edgar habia aprendido esa lecci6n! Lo que hacia suspirar a Edgar, respetable y libre de asbesto, era un secreto que habia guardado de por vida. Edgar tenia un pooka. Los pookas son criaturas miticas que no todo el mundo puede ver, se pegan a quienes quieren y estas pobres almas no s6lo los ven, sino que empiezan a vivir su vida para complacerlos. Pero Edgar no tenia la clase de pooka amoroso, divertido y aficionado a la bebida con el cual James Stewart fue bendecido en la pelicula Harvey. James y su pooka, un conejo blanco de 1,88 metros de estatura, pasaban gran parte de su tiempo en bares. Edgar habria podido vivir una vida deliciosa y libre de suspiros. Pero, por el contrario, fue “bendecido” con un tipo diferente de conejo pooka, aunque también alto, que leia a Aristoteles, citaba a Thoreau, era versado en la escala de Kohlberg de desarrollo moral y nunca tuvo una buena palabra que decir sobre los abogados que litigaban en los casos de accidente. El pooka de Edgar, apodado “Ari”, era un conejo que amaba la respetabilidad, el honor y los cheques que de verdad Ilegaran por el correo. Ari habia sido una piedra en el zapato y un suspiro en su pecho durante tanto tiempo como el que Edgar podia recordar, Su primer recuerdo vivido de Ari era en sic isaac ' : de Edgar y Ari elasiento trasero de un Dodge Polara verde selva condu- cido por su madre, que era una conductora de miedo y siempre estaba atrasada. De hecho, ese dia, cuando Edgar vio por primera vez a Ari en elasiento trasero, supuso que habia salido de Alicia en el pais de la maravillas, y el conejo simplemente Sin embargo, Ari no estaba ahi para repren- der a la sefiora Vera Benchley por sus retrasos. Tenia una “agenda” mucho mds importante, término que muchos usarian afios después, los tiltimos de Edgar. Ari apareci6 por primera vez justo después de que la madre de Edgar, a toda velocidad, se monté encima de la acera en una esquina de un centro comercial para evitar un seméforo en rojo. Desde el asiento trasero, Edgar le pregunté a su madre: “jNo es eso ilegal, mama, y no vas demasiado rapido?” Ella respondié: “Si, pero estaremos a tiempo en la iglesia”. Edgar no habia aprendido atn la jerga administrativa a la madura edad de ocho aiios, pero sus pensamientos estuvieron en la linea de las “activida- des no acordes con las declaraciones de misi6n y visién”. Y como Edgar estaba moviéndose en el mundo de sus pensamientos, que a sus ocho afios de edad tomaron la forma de: “Me pregunto si las demas mamas aceleran asi cuando van a la iglesia’, recordé haber mirado.a su izquierda y ver el conejo mas alto del mundo sentado a su lado. Realmente era la cosa mas alta que Edgar habia visto jamas. Un cuento de negocios No sdlo el conejo era gigante, sino que estaba sacu- diendo la cabeza. El pavor vivido de aquel dia se debia a que Edgar pensaba que seria cargado por esa criatura en sus garras (con seguridad los conejos de este tamafio tendrian garras) hasta su madriguera, donde seria sacrifi- cado debido a la velocidad de su madre y al irrespeto a una sefial de transito, una simple infraccién civil en la comunidad de Edgar, pero aparentemente una ofensa mucho mayor en el reino de los grandes animales. La madre de Edgar le habia leido suficientemente a Beatrix Potter como para que él se diera cuenta de que enfrentaria los peligros de Jemima Puddle-Duck, las regaderas, el jardin y el azad6n del sefior MacGregor, y los zorros ladi- nos y no ladinos en el mundo de cuento de hadas de los conejos (bueno, al menos de los de la Gran Bretafia). Edgar traté de vocalizar para su madre la teoria de las garras y el miedo que le producian, pero la sefora Vera Benchley se encontraba, por lo demas, ocupada ultra- pasando y cortando el paso de otros conductores, y ofre- ciendo a diestra y siniestra gestos manuales, mientras aceleraba alegremente rumbo a la iglesia. Edgar trat6 de evitar el contacto visual con la gigante criatura porque tenia la teorfa de que al conejo le saldria fuego de los ojos y de que éste le chamuscaria el pelo asi como sus pan- talones de pafio, devolviéndole de esa manera los gestos manuales de su madre. “No te preocupes por los ojos de los conejos gigantes, jmira mds bien lo que les has hecho a los pantalones que yo acabo de comprar a plazos en el ‘ios Edgar y Ari 2 Bon-Ton/”, seria la simpatica reacci6n de su madre. Pero cuando Edgar clavé sus ojos mas alla, noté que las orejas del conejo, del tamafio de lonjas de pan francés, eran claramente visibles en el espejo retrovisor del Polara. jVaya! Era sdlo cuesti6n de tiempo hasta que Vera descubriera esas orejas gigantes, se hiciera a un lado, junto a la acera, y golpeara con su bolsa de charol a esta criatura hasta dejarla sin sentido, no tanto por ser una criatura extrana que viajaba en su automévil sino por costarle un tiempo extra que ella ya se habia ahorrado con tantas violaciones de transito. Pero Vera, como Edgar llamaba a su madre —aunque s6lo en los silenciosos recovecos de su mente y desde el asiento trasero del Polara—, nunca vio las orejas que hasta Ray Charles hubiese sentido que estaban presentes. No habria, por tanto, castigo fisico de este conejo mutante por parte de la sefiora Vera Benchley. En cambio, Edgar, con los ojos bien abiertos y mirando fijamente al frente, empez6 a recibir una paliza con las manos, digo, con las patas, por parte de esta criatura. Trat6 de moverse con la esperanza de que el conejo simplemente quisiera estirarse en el espacioso y refinado Polara, pero a medida que se corria hacia la derecha del automédvil, también lo hacfan ese conejo jy esas patas! Cuando Edgar, arrinconado, hizo sonar la manija metalica del automdvil, Vera exclamé: “Apartate de la manija. O volaras cuando dé la curva”. (A los cinturones de seguridad no se les daba importancia en la infancia de Edgar, pues la sefiora Vera Benchley tenia 30 Un cuento de negocios la firme creencia de que todos los automdéviles eran seguros a cualquier velocidad. Como en ese entonces no habia leyes obligatorias sobre dicho adminiculo, los nifios con frecuencia volaban con regocijo por los amplios espacios de los automéviles de la época, casi siempre de tipo sedén y con puntiagudos alerones en la cola. Adicionalmente, si en esos dias hubiera existido el con- cepto de responsabilidad civil, la sefora Benchley no era del tipo de quienes gastan preciosos momentos en tareas extras como la de decir: “;Ponte el cintur6n, Edgar!”) No era lo que Edgar estaba esperando: su madre no hizo referencia al conejo. Edgar juraba que su madre tenia vision de rayos X que la capacitaba para ver a través de la puerta de su dormitorio y para acompafiarlo de ida y vuelta a la escuela, porque ella sabia todo lo que él habia hecho mal aun antes de que él se diera cuenta de que estaba mal. Aun asi, Vera Benchley no vio las patas del conejo, que tenian la longitud de una manija de un vag6n Red Flyer, cuando lo empujaban contra la puerta del Polara. Edgar sopes6 sus alternativas: salir volando por la puerta de un Dodge Polara a casi 100 kilémetros por hora en una zona en la cual la velocidad estaba restringida a 65 © prepararse para residir con conejos gigantes en una madriguera que con seguridad tendria el tamafo de la tienda de abarrotes que él y su madre frecuentaban. Ambas opciones parecian involucrar huesos rotos, de tal manera que Edgar hizo contacto visual con la criatura, que See Edgar y Ari suspendi6é temporalmente la paliza y habl6é: “Aqui Ari. Apécope para Aristételes. Estoy tratando de ayudarle un poco a tu mami. Ella es una conductora imprudente y debes decirselo”. Edgar estaba limpiandose los zapatos pero se sintid obligado a defender a la sefiora Vera Benchley: “Ella sdlo esta tratando de estar a tiempo ya ella no le ponen multas”. Las patas de Ari se estaban poniendo en posiciOn para un nuevo ataque, cuando Edgar pregun- t6: “;Desde cuando estan los hijos a cargo de los padres?” La respuesta de Ari fue simple: “Cuando los padres no me ven pero necesitan alguna ayuda es cuando recluto a sus hijos. Y tu, nifio, tienes que aprender a hablar en plata sobre estas cosas. Piensa en esto: tu madre quiere llegar atiempo a la iglesia, asi que conduce como alma que lleva el diablo”. Edgar lo interrumpié: “Nosotros no usamos esas expresiones en nuestra casa”. Ari continud: “Proba- blemente no, pero tu madre conduce endemoniadamente. No esta bien. jDiselo!” Edgar dud6, pero las patas de Ari estaban ya en posici6n, asi que suspir6 y espeté: “Mama, deberiamos ir mas despacio”. La sefora Vera Benchley respondié alegremente: “jJa! Tenemos cuarenta y dos segundos de sobra. La préxima vez iré mas despacio”. Todos los domingos posteriores a ese aciago en- cuentro con la bestia del asiento trasero, Edgar se levan- taba muy temprano, se alistaba con sus ropas mas majas y molestaba a su madre a lo largo de sus preparativos para salir, de tal manera que salieran de la casa hacia la iglesia con mas de cuarenta y dos segundos de sobra, aun con Un cuento de negocios el cumplimiento cabal del cédigo de transito y el decoro general que debe tener un conductor. Edgar estaba determinado a mantener al conejo lejos del Polara. Pero pronto aprenderia que una vez Ari habia entrado en su vida, no desapareceria tan rapidamente como apareci6é. Ari siempre estaba alrededor cuando la sefiora Vera Benchley la emprendia por territorios peligrosos. Sin embargo, nunca se le aparecia a ella; sdlo era visible para Edgar y lo aporreaba hasta que éste viera las cosas a su manera. Hubo una vez en el parqueadero de la tienda de abarrotes en que la sefiora Vera Benchley, después de cargar todo en el Polara, descubrié una caja de detergente Tide en la parte inferior de su carrito de mercado. Estuvo a punto de olvidar cargarla en el automdvil, pero sabia claramente que lo que si habia olvidado era pagarla. Sin embargo, la arroj6é dentro del amplio maletero y murmu- 16: “Parece ser mi dia de suerte”. Edgar sinti6 un extrafio palpito, pero solo efimero. Si usted hubiera conocido a la sefiora Vera Benchley, sabria que hacia que mucha gente sintiera corazonadas por muchas razones, siendo su manera de conducir sdlo un punto de partida. Edgar dejo pasar, pues, su palpito, pero cuando trato de subirse a la parte trasera del Polara, se hallé sentado justo en medio de dos patas blancas, parecidas a unas raquetas para caminar sobre la nieve, algo verdaderamen- te irritante. “Vuelve con la caja de Tide y pagala. No seria honesto. No estaria bien”, dijo el conejo, quien en ese dia Edgar y Ari de compras usaba una camiseta con una corbata estam- pada. Edgar nunca estaba seguro dénde y cémo Ari compraba su ropa, pero atin no le tenia la confianza suficiente como para preguntarle eso a esta gran criatura de los bosques. Cuando la sefiora Vera Benchley vio a su hijo agitan- dose en el asiento trasero, sin poder ver, desde luego, la causa de tal agitaci6n, amenaz6 con visitar al médico y darle medicaciones, mientras blandia un dedo de adver- tencia acerca de la hiperactividad. La agitaci6n de Edgar continuaba a medida que decia: “jNo!” y Ari complemen- taba, casi exhausto por la zurra que estaba propinando al muchacho: “No seria honesto. No estaria bien”. Edgar suspiré y, transigiendo, emergié del automévil en un 4gil movimiento gimndstico, azotado por las elasticas patas de Ari, e inst6 a su madre: “Mami: tienes que pagar el Tide o devolverlo”. En un inicio, la sefiora Vera Benchley se resisti6, pero fue cuando pens6 que quizas la agitacién de Edgar no era hiperactividad sino el resultado de su malestar por el robo de una caja de dos y medio kilos de Tide. Ella tuvo que pagar por el detergente y, ademas, por el silencio dentro del automévil en la via a casa. La sefiora Vera Benchley y Edgar irrumpieron nuevamente en la tienda con el Tide, mientras Ari observaba con orgullo desde el asiento trasero del automdvil. Edgar le eché una mirada y pensé que Ari era una peste, pero una peste placentera, del tipo que parece saber que lo que quiere que td hagas te har sentir bien. we Un cuento de negocios El gerente de la tienda, de delantal y brillantina, no se pudo deshacer mas en elogios con la sefiora Vera Benchley y se refiric pomposamente a su honestidad e integridad, a la molestia que se tomé y al tiempo que perdis. Pensd tantas cosas buenas de la sefiora Vera Benchley, que le dio a Edgar una barra de chocolate Zagnut. A Edgar no le gustaba y, la verdad sea dicha, el Zagnut era duro y parecia siempre un poco rancio, pero la sefiora Vera Benchley le habia ensefiado a Edgar a agradecer a quienes le daban una golosina aun en circunstancias cuando las golosinas fueran tan repulsivas como un Zagnut, siempre rancio. La inclinacidn de la sefiora Vera Benchley por esquivar un poco las cosas aqui y alla también le permiti6 la gentileza de una mentira piadosa. Que Edgar supiera, la sefora Vera Benchley era la inica persona en la ciudad que podia decirle con con- vicci6n a la mujer del alcalde, que pesaba la bicoca de 120 kilos, que se veia muy delgada. Y la sefiora Vera Benchley podria convencer a Eulalie McKechnie Pomeroy de que era material para la revista Vogue siempre que se ponia un nuevo vestido. A Edgar le encantaba ver a su madre en acci6n en esas ocasiones, pero Ari se mantenia al margen durante los encuentros de la Benchley y la Pomeroy, mientras daba golpecitos con sus patas de gran conejo, disgustado por su impotencia para controlar a la sefiora Vera Benchley y aun mas disgustado con que Edgar go- zara al ver a Su madre doblegar la verdad. En esos prime- ros afios, Ari escogid cuidadosamente las batallas libradas ui w cn Edgar y Ari con Edgar. La filosofia de Ari era empezar con la velocidad y el detergente e ir escalando hasta los asuntos relaciona- dos con la adulacién explicitamente falsa. Ari ponia gran fe en la escala de desarrollo moral de Kohlberg y tenia grandes esperanzas en el progreso que lograra Edgar. Este abandoné la tienda de abarrotes preguntandose si el Zagnut era algo que de ninguna manera queria el gerente de la brillantina. Las sospechas de Edgar se confirmaron cuando volvié al automévil y exhibié con orgullo ante Ari su no tan deseada recompensa. Ari, que parecia ducho en materias complejas de las cuales Edgar jamds habia oido hablar, tales como “depreciaci6n”, explic6: “De todas maneras, fue parte de una amortiza- cin de inventarios. Pero es la intencidn lo que cuenta”. Edgar estaba empezando a apreciar a Ari en estos momen- tos en los cuales se volvia filos6fico o hablaba sobre la vida 0, como en este caso, de las deducciones de los ingresos de los tenderos. Edgar estaba aprendiendo que Ari no era un hombre, digo, un conejo de muchas pala- bras, pero que cuando hablaba siempre tenia algo valioso que decir. Pero habia algunas ocasiones en las cuales Ari era terriblemente rigido. Como esa vez en quinto grado cuando la sefiora Vera Benchley le corté espantosamente el cabello a Edgar y Ari se volvié irrazonable al maximo. Edgar habia pedido un corte de moda, como el de los demas muchachos. La sefiora Vera Benchley tenia abun- dante creatividad, tanto para doblegar la verdad como 36 Un cuento de negocios para las actividades domésticas. Decidis ejercitar la bar- beria casera, pues se habia entrenado suficientemente, pensaba ella, con el perro de la familia. Sin embargo, el pelo canino y el humano tienen sus diferencias, tanto en textura como en extensi6n, de tal manera que la sefiora Vera Benchley qued6 desagradablemente sorprendida cuando el pelo de Edgar result6 ser mas dificil de manejar que el de Jack, el amistoso terrier que ahora tenia la reconocible apariencia de un chihuahua. La sefiora Vera Benchley intenté hacerle a Edgar el peinado de moda, pero no sin varias muescas en la cabeza, que le dieron una cierta apariencia de dalmata. Edgar se sintié mal y suplicdé que le permitiese no ir a la escuela al dia siguiente. Mientras Ari escuchaba intencionalmente desde la entra- da arqueada de la cocina, la madre de Edgar sugirié: “Sélo ponte un esparadrapo sobre la muesca mas grande y diles que te caiste mientras incursionabas en una cueva. El entusiasmo de una aventura en una cueva les restara valor a las muescas mas pequefias. Podrias incluso soltar una o dos historias sobre murciélagos y serpientes”. Edgar era un vendedor innato, especialmente debido a las habilida- des heredadas de su madre. Trat6 de usar el arte de la persuasion, pero la sefiora Benchley ya se habia decidido a remover el pelo de, digamos, el “corte” previamente hecho en la cabeza de Edgar, mientras que Jack, el terrier, se escondia de miedo en un rincén, temeroso como el que mas y aturdido con el nuevo descubrimiento sobre la diversidad de las especies. Oo oO — WBE an a: ow pepsi eet Ee a ele Edgar y Ari jLa sefiora Vera Benchley tenia cada salida! Faltar a Ja escuela no era una opci6n para Edgar, pero al menos ella habia encontrado una manera de solucionar el descalabro capilar. Edgar sabia que su madre era singular. Su padre, el sefor Wallace Benchley, le decia casi todos los dias: “Arrojaron el molde después de haber hecho a tu mama, Edgar. Y tal vez haya sido lo mejor”. El sefor Benchley era un alma deferente que seguia las pautas de lasefiora Vera Benchley, principalmente porque creia que cambiar a su flamante esposa era un ejercicio inutil. Sin embargo, en el caso de la barberia familiar, traspas6 los limites, una vez le echo un vistazo al corte de Edgar. De hecho, tan aliviado estaba de que Edgar y Jack hubieran sido los conejillos de Indias en ese experimento estético, y no él, que aprob6 la historia espeleoldgica, el esparadra- po y demas. Con semejantes pautas y consenso paternos, y no siendo la ausencia escolar una opci6n, Edgar se retir6 a su habitaci6n para preparar las invenciones sobre estalactitas y estalagmitas que tendria que urdir el dia siguiente para sus condiscipulos, cuando recontara sus proezas subterraneas y las lesiones en las manos causadas por alimafias voladoras. Su madre de alguna manera era un genio, pensé Edgar. Hasta que Ari aparecid. Se habia distraido durante el debate sobre el pelo y la escuela, debido a que estaban transmitiendo de nuevo en televisi6n Sky King, Ari podria debatir el relativismo moral con el mejor, pero tenia una especial debilidad por a Un cuento de negocios las historias sobre rescates efectuados por aeroplanos en el Rancho Flying Crowne. “Escuché Sky King en la radio antes de que se produjera para televisi6n”, le decia a menudo a Edgar. Pero, con la tiltima situaci6n de riesgo ya resuelta por el monomotor Cessna y Penny y sus colegas, Ari ahora estaba parado en Ja habitacién de Edgar y sacudia su pata © su anca 0 como quiera que se llamen las extremidades de los grandes animales miticos. “No seria honesto, Edgar. No estaria bien’, dijo. “Realmente, Ari”, arguy6 Edgar, “entiendo el exceso de velocidad, el detergente en polvo y todas esas veces en las cuales tt hiciste que mi madre devolviera las propinas que habia encontrado en las mesas cuando fbamos a los restaurantes. Y con la manera de conducir de mi madre, estabas preocupado por un posible choque miltiple de cuatro vehiculos, o quiz4 de cinco. Pero este pequefio episodio acerca de mi pelo no hiere a nadie, Es un asunto parecido al de Eulalie McKechnie Pomeroy, que he visto que has dejado pasar. Una pequefia mentira piadosa. Me ahorraré una humilla- cién. De hecho, seré un héroe. Ademas, bueno es decirlo, el dinero est4 escaseando por aqui gracias a que tt estas obligandonos a devolver las propinas y a pagar por todo en la tienda de abarrotes”. Ari permanecia de brazos cruzados mientras escu- chaba las congojas de Edgar y entonces pregunt6: “;D6n- de estaba la cueva?” Edgar retom6 aliento: “jNo sé donde hay cuevas!” Ari estaba dispuesto a zurrarlo cuando Edgar Edgar y Ari 39 ita vio la sabiduria del conejo gigante. Suspir6. Una simple pregunta sobre detalles de la historia cavernicola y ya estaba perdido. Ari ya habia empezado a jugar con el modelo de hombre anatémico que Edgar poseia, fascina- do con el bazo y su facilidad para ser removido, cuando distraidamente farfull6: “No seria honesto. No estaria bien”. Entonces, Edgar fue al colegio con las muescas a la vista y Ari, a su lado, invisible para los demas, sonreia orgulloso, (CReCHaS AGA”, le pregunté a Edgar. Este suspiré y le asegur6 a Ari: “No. Me siento como un idiota. Me veo como un idiota. Y si no tuviera mas temor de que se me creyera loco que de ser visto con estas trasquiladas y este pelo, les diria a todos sobre ti. Te apresarian por abuso de menores”. En el patio de juegos de una escuela donde usar los zapatos de tenis del afio pasado es ya motivo de burlas sin piedad, era muy facil para un conejo invisible sentirse confiado; pero para Edgar, el descrédito de este error estético seguramente le acarrearia muchos proble- mas en la secundaria. jQuién sabe cudn severo seria el castigo para este tipo de corte de pelo en los primeros afios de secundaria! Cuando Edgar llego al aula de clases, alrededor habia un poderoso festin de miradas. Los muchachos aullaban y las muchachas reian tontamente a causa de la calvicie sin pauta que habia consumido el cabello de Edgar. Ari estaba al fondo del aula, parecia fascinado por los diagramas y 40 Un cuento de negocios las frases del tablero y murmuraba comentarios como “bueno”, “bien”, “adverbios” y “adjetivos”. La sefirita Hazel Wertz, la profesora, observaba cOmo Edgar aguan- taba las bromas. Estaba plenamente familiarizada con la pintoresca sefiora Vera Benchley y sabia que el sino de Edgar no era el mejor, asi que habia reservado un pequefio espacio en su corazén para él. Justo cuando Edgar pens6 que no podria soportar mas la situacién y estuvo tentado a exponer, desprovista de esparadrapos, la historia de la cueva, la sefiorita Wertz sali6 con ésta: “Uno nunca sabe. El peinado de Edgar podria estar adelante de la moda”. La anotaci6n de la sefiorita Wertz intrigaria a Edgar toda la vida. ;COmo podria ella haber sabido que los cortes creativos con palabras, simbolos y palabras soeces grabados en las cabezas estarian en boga algun dia? La intervencion de la Wertz termin6 la tomadura de pelo. Aunque Edgar habia agachado la cabeza durante los comentarios de la profesora, temeroso de algtin contacto visual con sus crueles compaiieros de clase, logré levantar la mirada hacia la derecha cuando la sefiorita Wertz concluy6 su novedosa tesis sobre los cortes de pelo. Ahi, mirandolo fijamente, estaba Elise McDonough. Los rumo- res en el patio del colegio eran que Elise era la mas bella entre las nifias, no sdlo en la escuela Franklin sino en el Area de los.tres condados vecinos. Edgar tuvo que elevar su mirada dos veces mas porque pens6 que Elise le estaba sonriendo, algo que no era posible que le aconteciera a

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