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© by Biiciones Metropolitanas, 1984 (Queda hecho el depdsito que previene a ley 11,723 Prohibida su reproduccién total o parcial sin previa autorizacion escrita de la Editorial PRINTED IN ARGENTINA IMPRESO EN LA ARGENTINA Althusser Macherey- Balibar FILOSOFIA Y CAMBIO SOCIAL 269098 ““" Metropolitanas | | Louis Althusser Con vuestro permiso, quisiera presentaros algunas reflexiones sobre la filosofia marxista Vivimos un periodo histérico, en el que el marxismo, fa teoria maraista forma parte de nuestra cultura. Lo cual no quiere decir que esté integrada en ella. Por el contrario, el marxismo (dis)Tunciona en nuestra cultura, ‘como un elemento y una fuerza de division, Que el mar xismo sea un objeto de conflicto, una doctrina defendida Por unos y violentamente atacada y deformada por otros, @ nadie puede extranar. Porque el marxismo, su teoriay su filosofia, ponen sobre el tapete la cuestion de Ja lucha de clases, Y todos sabemos muy bien que detrés de las opciones tebricas abiertas por el marxismo late siempre la realidad de unas opciones politicas y de una lucha politica Sin embargo, y a pesar de su gran interés, dejaré a un lado este aspecto de la cuestion y coneretaré mi exposi cidn en las caracteristicas paradojicas de la filosofia mar- sista (*} Conferencia pronunciads en la Universidad de Granada, Facultad de Flosotia y Letras, e126 de matzo de 1976. La filosofia marxista presenta efectivamente una para- doja en si misma que, en principio, nos deja estupefactos Y cuya lucidacién resulta muy compleja. Se puede enun- ciar esa paradoja diciendo simplemente: Ia filosofia mar- xista existe y, sin embargo, nunca ha sido producida co- ‘mo tal «filosofia». {Qué quiere decir esto? Somos cons: cientes de que todas las filosofias que conocemos, desde Platén a Husserl, Wittgenstein y Heidegger han sido pro- dducidas como «filosofias» y han aportado ellas nismas Jas pruebas de su existenciafilosofica, mediante sistemas tebricos racionales, generando discursos, tratados ‘otros escritos sistematicos, perfectamente aistables © ‘dentificables como «filos6ficos» en la histori de la cul- tra, Esto no es todo: tales sistemas tebricas racionales v sistematicos han producido siempre la prueba de su exis: tenciafilos6fica, mediante el conocimiento o mediante cl ddescubrimiento de un objeto propio (ya se trate de la idea del todo, det Ser, de la Verdad, de las condiciones priori de cualquier conocimiento de cualquier accién posible, del Origen, del Sentido o det Ser, del Ente). To: das las filosofias conocidas, por tanto, se han presentado on la historia de nuestra cultura como «filosofian, y en el ‘campo de la whistoria de la filosofia», bajo la forma de discursos, de tratados o de sistemas racionales que com- portan el conocimiento de un objeto propio. ero es necesario ir mis alli. Al consttuirse como «fi losofias», dentro del campo de la cultura, todas las filosofias conocidas se han autodiferenciado siempre, ceuidadosamente, de las demas formas de diseursos 0 de cualquiera de las otras obras escritas, Cuando Platén ceseribe sus didlogos o sus obras didéctieas, tiene buen cuidado de diferenciarse de cualquier discurso literario, retérico 0 sofistico. Cuando Descartes o Spinoza escri ben, es evidente para todo el mundo que fo que ellos ha: cen noes literatura», Cuando Kant o Hegel escriben, no 8 se trata de una exhortacién nora, un sermén religioso 0 una novela, La filosofia' se produce asi, dstinguiéndose radicalmente de los restantes géneros morales, politicos, teligiosos oliterarios. Pero lo que resulta més importante es que la filosofia se produce, como tal «ilosofian, dis tinguiéndose de las ciencias. Aqui se plantea uno de los, aspectos més decsivos de la cuestiOn. Parece como si el destino de la filosofia estuviese profundamente ligado a laexistencia de las ciencias, ya que es necesario que exista una ciencia para que (al igual que ocurre en Grecia con. Platon, al surgir la geometia) se provoque la aparicion de la filosofia. Y esta vinculacion, dentro de un destino comiin, es tanto mas profunda cuanto que la existencia de a filosofia no puede producirse sin contar previamen- te con la existencia del discurso racional de una ciencia pura (como la geometria en el caso de Platén, la ‘zeometria analiticay la fisica en el de Descartes, la fsica newtoniana en el de Kant, etc). Prueba de ello es que la filosofia no existe (y no puede apartarse de los mitos, de la religidn, de la exhortacibn moral o politica y de la sen- sualidad estética) mas que con la condicidn absoluta de poder ofrecer ella misma un discurso racional, cuyo mo. delo la filosofia séto puede encontrarlo en el discurso ti- guroso de las ciencias existentes. Pero en este punto las cosas sufsen una sorprendente inversién: la misma Filosofia, que toma de las ciencias puras existentes et mo- elo de su propio discurso racional puro (pensemos en la tradicion que va desde el «que nadie entre en la filosofia Sino es gedmetran, a la filosofia expuesta «more geo: metrico» de Spinoza y a «la filsofia como ciencia rigu rosa» de Husser),invierte completamente en el interior de su discurso su relacién con las ciencias. Es decit, Ia filosofia se separa rigurosamente de las ciencias reales y de sus abjetos y declara que es ciencia, pero no en el sen: tido de las ciencias ordinarias (que no saben de lo que 9 hablan), sino que asegura que ella es la ciencia suprema, la ciencia de las ciencias, la ciencia de las condiciones a priori de cualquier ciencia, la ciencia de la Logica dialécti- ca, que convierte a todas las ciencias reales en meras de- terminaciones del entendimiento, etc. En otras palabra fa filosofia toma prestado de las ciencias existentes el mo- delo de un discutso racional puro. Esta, pues, «someti- ddan alas «ciencias reales», que son su condicién de post bilidad, Sin embargo, en ¢l interior del propio discurso filos6fico, se produce una inversién del problema: el dis- curso filoséfico convierte esta sumisién ante las ciencias, fen una relacion de dominio sobre las ciencias. La filosofia se sitda, en tanto que ta filosofia, por encima de las ciencias, toma el poder sobre ella. ‘Asies como en Platon las matematicas se relegan al or= den subordinado de la «dianoiay, disciplinas hipotéticas sometidas a las anhipotéticas, que son el objeto de la Filosofia. Asi es también como en Descartes las ciencias som slo ramas salidas del tronco de la metafisica. Asi es como en Kant y Hegel y Husset la filosofia es la que tiene la iltima palabra con respecto a las ciencias, es d- cir, su riterio de justeza, su sentido, en la dialéctica de la 1gica pura, en el origen del sujeto trascendental concre- to, Ese vinculo singular y altamente contradictorio, que liga a la filosofia con Tas ciencias, esa operacién que transforma las condiciones de existencia de la filosofia (y por consiguiente de las ciencias) en determinaciones su: bordinadas a la propia filosofia, esa operacién por la que fa propia filosofia se sit a si misma en el poder, decla- rando que sélo ella posee la verdad de y sobre las ciencias {ue le proporcionan e! modelo de su propio discurso ra- cional y sistematico, forma parte de la produccién de la filosofia como «filosofian, ¥ ello nos permite sospechar {que entre a primera demarcacién que hemos sefalado {aquella por la que la flosofia se distingue de los mitos y 10 de la religidn, de la exhortacién moral y de Ia oratoria politica o de la poesia y la literatura) y la segunda demar- ceacion que acabamos de indicar, la que se refiere a las ciencias, existe una profunda relacién de parentesco. Porque si observamos de cerca la cuestién, podremos darnos cuenta de que la filosofia no se contenta nt con dominar a las ciencias ni con «decir» la verdad de las Giencias. La filosofia impone su dominio igualmente res pecto de la religion y la moral, respecto de la politica y ta estética, ¢ incluso sobre lo econémico (desde Platén, en el ‘que encontramos una sorprendente teoria del salario, ¥ Aristoteles, con sus apreciaciones sobre el «valor» y el sistema esclavistan). La filosofia aparece asi como la ciencia del todo, es decir, de todas las cosas. La filosofia enuncia la verdad de todos los objetos exteriores, revela lo que tales objetos son incapaces de decir sobre ellos mismos: les dice», les revela su esencia. Y es legitimo pensar que la formula que se utiliza para las ciencias {aque nadie entre en la filosolia si no es gedmetray) re- sulta igualmente valida para los demas temas: para poder hablar de religion, el fldsofo debe ser religioso, para po- der hablar de moral et filosofo debe ser moral, para po: der hablar de politica debe ser politico, para poder hablar de arte debe ser westeta», etc. F1 mismo tipo de in versién que hemos visto aetuar én el terreno de laciencia, actia igualmente, sélo que en silencio, respecto a todos los demas objetos, «Objetos que habitan, de una mane: ra especifica, el espacio de Ia filosofia: s6lo que la filosofia no les deja acceder a tal espacio sino a condicion, de imponer previamente su poder sobre ellos. En una pa: fabra: la produccién de la filosolia, en tanto que tal sfilosofia», concierne a todas la ideas y a todas las pra: ticas humanas, peto siempre subordinando todas éstas a la afilosofian,es decir, sometiéndotas a una «forma filo sbfican radical, ¥ es este proceso de «subordinacion» de n las précticas e ideas humanas a la «forma filosofica» lo ‘que vemos realizarse en los diélogos, los tratados y Ios sistemas filosoficos. Enel fondo, podria resultar ingenioso plantear Ia cues- tion siguiente: gpor qué siente la filosofia esa necesidad de hablar tomando todas las precauciones, para desma carse de las ciencias y de cualquier otra idea o practica social? (Sila filosofia solo habla de elas! Digamos que la cuestién no es tan simple. Sila filosofia experimenta la necesidad, o mejor ain, se encarga de hablar y de consig- har fo que tiene que decir en tratados separados identifi- cables, es porque considera —en su intima conviccion histérica— que tiene una tarea irremplazable que ccumplir. Esta tatea es la de decir la Verdad sobre todas las précticas e ideas humanas, La filosofia considera, en su intima conviccién historica, que nadie ni nada puede hablar en su nombre, y que sella no existiera, al mundo le fataria su Verdad. Porque para que el mundo exista es preciso que tal Verdad sea dicha. Esta Verdad es el logos, ‘el origen, o el sentido, Y como existe una idemtidad ori ginaria entre el ogasy el decir (entre logos y legein, ence la Verdad y el discurso), dicho de otra manera, como la existencia especifica del logos no es la materialidad o la practiea 0 cualquier otra forma, sino el deci, 1a vor, la palabra, por esto, para hacer conocer el logos, consi guientemente, la Verdad, s6lo hay un medio: la forma del discurso, Esta intimidad entre el logos y el decir hace {que la Verdad, el logos, solo pueda ser encerrado 0 reco: sido y ofrecido enteramente en el discurso dela filosoia, Por eso la filosofia no puede sobrepasar de ningiin modo su propic discurso. Por lo tanto, esti claro que su discur so no es un medio ni un intermediario entre ella y la ver ad; sino que es la presencia misma de la Verdad como logos. ero ahora nos sale al paso la extrafa paradoja de la 2 filosofia marxista. La filosofa marisa existe y, sn em- bargo, no ha sido producda como filosoiaen el sentido ‘que acabamos deanalizar. Nohay quer demasiado leos para convencerse, Dejando apare las breves frases, fl jurantesyenigmatias, de as Tess sobre Feuerbach, que anunciaban una filosofia que no ha llegado jamas; de- jando aparte las mordaces eras filosfias divas Contra los neohegelianos en La feologiaalemona, que se limitaban a zambullir a toda a filosoiaen la nada vapo- rosa dea idcologa, yal margen de as célebresalusiones Hegel en el prefacio ala segunda edicionalemaa de EY Capital, Mark no nos ha dejadoningintatado, ningun discurso de filosofia, Por dos veces, en dos carts, Mark nos prometié una veintena de pginas sobre fa dialectic, pero tales paginas no os lezaron munca, Podemos ee Sumi que no eran nada fcies de escribir Es verdad que Engels osha dejado su critica filosica de Dalwing, y aque Lenin nos dejo Marerialismo y Empirigcricismo, de nuevo ora critic. lgualmente cierto que de una critica s¢ pueden extrer muchos elementos, pero zcimo «pen sarlosn?, ;como westruturar tséricamente> tales ele mentos?, (se trataia de elementos de un tod, aun ausentes, aun sin presencia efetiva, elementos, pues ae basta con reclaborar segin los moldes tradi cionales, como suelen hacer los filisofos marxistas cue siguen aun inmersos en la wontoogiay?, 50 se tratria pore conirari de elementos a os au es previo imerrogar y desifar en si mismos, «pregunitoles» precisamente por qué siguensiendo sol ¥ tinicamente aclementos»? Cierto que contamos también con los scuadernos» de Lenin sobre Hegel, pera tambien ag nos surgen necesariamente ly mismas preguntas: qué sentido puede darse a ess simples ntas de lectura, a esas indcaciones brillanes pero enigmatias? En sua, res ta forzaso conclu queen nguino de esos caso, Engels n © Lenin nos han dejado nada que sea comparable, aun de lejos, alas formas clisicas del discurso de la filosofia ‘Ahora bien: el colmo de la paradoja radica mas allé Radica en que esta ausencia de un discurso filosbfico en cf interior del marxismo ha producido, sin embargo, pro- digiosos efectos floséticos. Nadie puede negar que la filosofia que hemos heredado, la gran flosofia clasica (de Platén a Descartes, de Kant a Hegel y Husserl se ha tambaleado desde sus mismas raices (y en todas sus pre {ensiones) por el impacto de ese algo inconcreto, definido, que le llegd de pronto con la presencia de Marx. Algo que, sin embargo, no se present nunca bajo la forma directa de un discurso filosético sino, muy al contrario, bajo la forma de un texto como El Capital, 0 sea, 0 un texto afilos6ficon, sino un texto donde se po- ne en cuestin el modo de producci6n capitalist (ya tra vés de él las etructuras de las formaciones sociales), don: de de lo que se trata es s6lo de un conocimienti cientifico ligado a la lucha de clases (ese conocimiento cientifico due, de esta forma, se nos ofrece lo de un conocimiento como siendo a la vez parte de esta misma lucha de cla- ses proletaria, es devi de lo que a partir de Marx mis- mo esta representado en E! Capital), Entonces: icomo ccomprender tal paradaja? Quisiera aclararla comandlo el camino mas corto, au cuando este camino no sea exactamente el de la historia real ‘Asi, diria de entrada que, pese a toda su brevedad y ‘conformacion inacabada, as Tesis sobre Feuerbach con- tienen el esboz0 de una indivacion capital, Cuando Marx scribe en la Tesis I: El defecto fundamental de todo el ‘materialismo anterior (incluyendo el de Feuerbach) ¢s que sOlo concibe el objeto, la realidad, el mundo sen- sible, bajo la forma de objeto, de intuicion, pero no en tanto que actividad humana concreta, en tanto que prac 4 | tica, de manera subjetivay, emplea sin duda formulas {que pueden interpretarse en el sentido de una filosofia trascendental de la praxis; y algunos no han dejado de ampararse en esta subjetividad activa para pensarla co ‘mo legitimante de una filosofia humanista, cuando Marx habla de algo muy diferente, ya que declara expresamen= te que esa filosofla es «critica» y «revolucionarian. Pero. cen esta frase enigmatica, al oponer de modo muy preciso la prictica a ula forma-objeto» y ala «forma-intuicion», Marx no hizo intervenir otra nocién filos6fica que estaria ‘en el mismo plano que la forma-objeto o la forma: intuicién y que estaria, por tanto, destinada a reempla- zarlas para fundar una nueva filosofia, para inaugurar un nuevo discurs0 filos6fieo, sino que hizo intervenir tuna realidad que posee la particularidad de estar @ la ver presupuesta en todos los discursos filos6ficos tradicionales y, por su naturaleza, excluida de tales dis- cursos. Esto que digo agul no se deduce solo dela prime ra Tesis sobre Feuerbach, sing de toda la obra de Marx, de Ei Capital y de todas las obras que tratan de Ja lucha de clases del movimiento obrero, Esta irrupeién de ta prictica en la tradicion filosbtica, incluso materialista (a que el materialismo del siglo XVIII no era un mate- tlalismo de la practica), constituye en su base una critica radical de esa forma de existencia clasica de fa flosofia, {ue yo definia como «producida en tanto que filosofia {Qué son, en efecto, la «forma-objeton o la «forma intuicién»? Son, bajo las especies esta ver de la metafora de la vision (metafora que es intercambiable con la de kt presencia o la de la palabra del logos), la condensacion rmisma de la pretensiOn. Para la filosofia, los hombres vi ven y actian sometidos a las leyes de sus propias practi- cas sociales: no saben lo que hacen, Creen estar en pose sin de verdades, pero no conocen lo que saben. Gracias ‘Dios, I filosofia est ahi, ve por ellos y habla por ellos. Is para decitles fo que hacen y lo que no saben, Ahora bien, la inrupcion de la practica va a hacer tambalearse este edificio, estas evidencias y esta pretension. La irrupcion de la prdctca es la denuncia de la filosofia producida co- ‘mo tal filosofia. Es deci, contra la pretension de la filosofia de abarcar et conjunto de las practices sociales, y las ideas), de ver el «todo», como decia Platén, para establecer su dominio sobre estas mismas précticas;, contra la pretensién de la filosofia de no tener"«un espa cio exterior», el marxismo afirma que ciertamente la filosofia tiene «un exterior» o por decirlo con mejores palabras: que la fllosofia no existe mas que por ese eexte- rior» y para él, Este exterior (que la Filosofia quiere ha: cerse ia isin de someterlo a la Verdad) es la practic, las practicas sociales Hay que aceptar Ia radicalidad de esta ertica para en tender sus consecuencias, De forma contraria al logos (es decir, @ una representa idm de algo supremo a fo que se llama «la Verdad» y cu ya esencia se reduce al wdecir» —o la inmediata presencia de la vista 0 de la voz—}, la practica, que es ajena por completo al logos, no ¢s la Verdad y no se reduce, no se realiza, en el Decir 0 en el Ver. La prdctica es un proceso de transformacion sometido siempre a sus propias condiciones de existencia y que produce, no la Verdad, sino «Verdades» (0 la Verdad, ‘digamos, de los resultados o de los conocimientas, todo ello en el interior del campo de sus propias condiciones, de existencia). Y sila practica tiene agentes, no tiene, sin embargo, un sujeto como origen trascendental u ontologico de su ab- Jetivo, de su proyecto, como tampoco tiene el fin como Verdad de su proceso. Es un proceso sin sujeto ni fi Si aveptamos el término de Verdad en su sentido filo sofieo, de Plat6n a Hegel, y silo confrontamos a la prac 6 tica, proceso sin sujeto ni fin, sepin Marx, hay que afit- mar que no hay Verdad de lt practica. No hay, por tanto, problema en asignar a la préctica, momenténeamente, el papel dela Verdad, del fundamen: to, deb origen, de una nueva Filosofia, que seria una filosofia de la praxis (si cito esta expresién no es en contra de Gramsci, que nunca tuvo esto en cuenta). La practica no es un sustituto de la Verdad para una filosofia inmutable; es, por el contrario, lo que hace tam: balearse a la filosofia. La prictica es aquello que la filosofia, alo largo de toda su historia, va sea bajo la for ‘ma dé la causa errante de la materia como la lucha de ca ses, no ha podido nunca asumir. La practica es aquella, ‘otra cosa a partir de la cual, no slo se puede hacer ta balear ala filosofia sino mas aun, gracias a fa cual pode- mos empezar a ver claro en ¢l interior de la filosoia Decia antes: «la prictica obliga a la filosotia a recono- cer que ésta tiene un exterior. Conocemas la afirmacion dde Hegel: la conciencia de sitene un envés,y no lo sabe, ‘Aceso responde la confidencia de Frangois Mauriac cuat do recuerda que, de nifio, é creia que las personas ilustres no tenian culo, La itrupeidn de la practica coge a la filosofia por la retaguardia y fijémonos como ocurre est. Tener un espacio exterior y tener un trasero se dir que 5 lo mismo. Pero tener «un detras» es tener un exterior inesperado, Y la flosofia, desde luego, cuenta com esto {Acaso la filosofia no ha introducido en el dominio de su pensamiento la tolalidad misma de todo lo que existe, incluso el fango del que habla Socrates, o el esclavo del {que habla Aristteles o incluso de la acumulacién de ti {quezas en un polo y de la miseria en el otro de que hable ba Hegel? Para Platon, el ildsofo observa el todo; paca Hegel, el filosofo piensa el todo; de hecho, todas las 0 pricticas sociales estan ahi, en la filosofia, y no solo la fabricacin de zapatos y de bares, no silo el dinero, el salario, la politica y ta familia, sino también todas las ideas sociales, a moral, la religion, las ciencias y la ar tes, del mismo modo que estan las estrelias en el cielo. Si todo estd ahi, si todo estd perfectamente recozido y reunido en el interior de la filosofia, gdOnde esta el espa cio exterior? ;Acaso el mundo real, el mundo material, no existe para todas las filosofias, incluso para la {ilosofiaidealista? Berkeley, por ejemplo, era un obispo para el cual, segim la frase de Alain, «la comida estaba ya cocinadan; sin embargo, este obispo era tambien un hombre como cualquier otro, que no se equivocaba en absoluto sobre la existencia de la wcarne asada», es decir, sobre la existencia del mundo exterior En que consiste,entonces, este proceso maligno que se da en la Filosofia? Para ser precisos, hay un pequenio ‘matiz sobre el cual es necesario detenerse. A fin de hacer entrar a todas las practicas y a las ideas sociales en el do: rminio de su pensamiento, y para imponerse ella misma sobre todas estas practicas ¢ ideas sociales para decitles su verdad, a filosofia hace trampas: es decir, evando la filosofia las absorbe y las reelabora de acuerdo con su propia forma filoséfica, en absoluto hace esto respetan: do escrupulosamente la realidad (la propia naturaleza) de lales préticase ideas sociales. Al contrario, al afirmarsu poder de Verdad sobre ellas, la flosofia ha tenido que obligarlas a suftir una verdadera wansformacién, aun- ue éta suela ser imperceptible, {Qué hacer si no para. ajustarlas y pensarlas bajo la unidad de una unica y mis rma Verdad? Tampoco hay necesidad de ir demasiado le {0s para entender esto: ahi estin, por ejemplo, el impulso de Descartes a la fisica de Galileo —jquees, sin duda al 0 mas que experimentacion!—,o la pequeta operacion de Kant sobre la quimica y a psicologia, para no hablar 18 de las grandes maniobras de Plat6n y Hegel sobre la mo- ral, la politica o la economia, La filosofia, cuando se le jobjeta que tiene un espacio exterior, tiene raz6n al pro- testar y responder que no lo tiene, puesto que ella se hace cargo de todo. Ciertamente, su espacio exterior hay que buscarlo y encontrarlo dentra de ella misma, en esaapro: piacién del espacio exterior filosbiico que se eealiza sobre Tas précticas sociales, en esa operacidn de explotacion y por tanto, de deformacién de las preticas sociales que le permite a fa Filosofia unificar tales practicas bajo la Ver- dad EI verdadero espacio exterior de la filosofia esta dentro de la propia filosofia, © sca, en esta separacidn, esta distancia dela deformacion y de Ia explotacidn. Por el contraria, a practica es el empero de exisir por enc ma de tal explotacion y de tal transformacion, es la ress tencia a esa violencia filosofica, Pero queda por decir lo mas importante, Porque lo dicho hasta ahora podria interpretarse en teminos de: Juntad de poder, contando le historia de la filosotia un poco a la manera de Nietzsche: existieron en un determi nado momento hombres movidos por el resentimiento que, heridas por el mundo, emprendieron ta tarea de do: minarlo mediante el pensamiento y conciiendolo evelu sivamente a través de éste, Los fldsofos fueron precisa mente estos especialistas de la violencia del concepro, del Begriff, de la apropiacién, y, ademas, afitmaron su potencia sometiendo sla ley de la Verdacl (de su verdad) todas las pricticas sociales de los hombres, que seeuian entristecendo y viviendo en 1a noche. Sabemos que tal perspectiva no es del todo extrana a algunos de nuestros contemporaneos, que de forma natural buscan cuentran en la filosofia el arquetipo de la potencia, el modelo de cualquier poder. Ellos mismos esctiben la ecuacion saber= poder, y a la maneta de los modernos 19 narquistas cultivados, dicen que la violencia, la tirania, el despotismo de Estado es culpa de Platon, lo mismo ue hace tienpo se decia que la revolucion es culpa de Rousseau. La mejor manera de responderles es la de ir ims lejos que ellos, introduciendo la fractura escandalo- sa de la practica dentro de la naturaleza de la filosoia ‘Aqui es quiza donde se aprecia de forma mis profunda la influencia de Mar. Hemos hecho creer hasta ahora que la filosofia se con- tentaba con introducir en su pensamiento el conjunto de pricticas y de ideas humanas, para enunciar con ello la Verdad. ¥ hemos supuesto a titulo provisional que si la filosofia (que absorbia el conjunto de las pricticas so- ciales en su pensamiento) las deformaba era, en cierta medida, por razones logicas y téenicas; en detinitiva, pa ra poder unificarlas, $i queremos introducir un certo ni mero de objetos en una maleia lena, sera necesario ple sgarlos y deformarlos. Si queremos imaginar las précticas sociales bajo la unidad del Bien, hardn falta muchas de. formaciones para legar a plegarlas bajo esta unidad, En- acls dijo en algun sitio algo parecido cuando afirmaba ue toda filosofia era sistematica en funcién dela weter~ na necesidad del espritu humano de superar las contra- dicciones», Pues bien, pienso que esto no es totalmente exacto, que estas deformaciones de la unidad de la contradiction no son mas que deformaciones formales y conciernen Gnicamente a 1a peculiar logica del discurso filosofic. ‘Se perfectamente que en todo filésofo, como en todo matematico que sabe apreciar la clegancia de una de: mostracion, hay dormido también un amante de las bellas artes, y no fallan fil6sofos que creyeron, como Kant, que la realizacion de un sistema era cuestion no so: lamente de logica, sino tambien de estética. Cuando no basta la légica (0 para hacerla digerible) se le afade un 20 pequento complemento de esta, lo Ballo lo bueno, {qu en nuestra historia tienen a costmbre de salir en fa mila para hacerse nota pr la buena sociedad. Pero és tas son las pequetas debildades dels flsofos,y no st debe juzgar a la filosofia a partir de ellas, como tampoco Se debe jugar a las matemitices por laeerancia de los matemiticos La Verdad es otra cosa: para verla no sélo hay que despreciar la pscologa de los filsofos, ino tambien esa iusion en la que fa ilosaia se encuentra a gst: ie sion desu propio poder sobre las practices sociales, Por- ‘que —y aqui es donde se decide tolo— lo importante no ¢ que la filsotia tome el poder sobre las prctcas las ideas sociales. Estas no son més que formas de ejercicio de su poder y de sus resultados, sno quel filosoia no incorpora de movo gratuito ls practic Sociales hao a unidad de su pensamiento. Lo hace quitando su propio espacio a las practicas sociales y estableiendo una jerarguia incr ente la prdstica y ls ideas sociales, to face sometiendo esta jerarquia a un orden intemo que constituye su verdadera uifcacén Por decrlo con otras palabras: cl mundo que pens a filosotia es un mundo unifcado en tanto due desarteu- lado yreartcuiado, e decir, eordenado por la filosoi Fs un mundo en el gue ls iferentes prctcas sociales dlescompuesasy recompuestas se distibuyen dy un ce. to orden de distnsin jerarguas que es sgnficativo. Lo que le hace se significativo noes quel filosofia do rine sus objetos, sno que ela fos descompongay lo te ompona para dstibuirlos en un orden especial de jerarquiay de distincion interns, orden que e precisa ment el que da su significacin a toda la operaion dela filosofia. Es evidente que para realizar toda esa oper cid, para distribuir sus objetos en este orden, la filosofia debe dominarlo,o dicho de otro modo: es por 2 «sta necesidad por lo que la filosofia esta obligada a «to- mar el poder» sobre ellos, ero tengamos siempre en cuenta que el upoder» no significa nunca un apader» por el «poder», ni siquiera en, 1 Ambito politico. Muy al contrario, el poder no es otra cosa que fo que se hace con él, esto es, lo que produce co- ‘mo resultado. Y si la filosofia es «aquella que ve el todo», no lo ve mds que para reordenarlo, para imponer 4 los diversos elementos del todo un orden determinado, No puedo entrar aqui en detalles. Es indudable que hhabria miles de ejemplos muy Faciles de desarrollar, pero se me permnitirdatenerme @ uno bien claro: el «lugar» re peetivo que Descartes, Kant y Hegel conceden cada uno a lo que ellos conciben como la moral y la religion. Eviden- emente, este «lugar» (que no es nunca el mismo en la tunidad de cada uno de estos sistemas) repercute profun- ‘damente sobre la significacidn de cada una de las doctri- nas. O, para tomar otro ejemplo mas abstracto, recorde: ‘mos cOmo la presencia de una teoria del conocimiento en Descartes y su ausencia en Spinoza y Hegel son hechos que demuestran la existencia de tratamientos diferentes de la practica cientfica, hechos que son ellos mismos efectos de la orientacién global de cada una de estas doctrinas, No puedo ahora profundizar més en este tipo de ala raviones. Peto si quisiera que se prestara mucha atencién 4.una de las consecuencias de lo que acabamos de decir Cuando se avanza la hipétesis de que la filosofia se sitve dle las prcticas y de las ideas sociales para imponerles un sentido especifico en el interior de su sistema, esté claro ue la filosofia debe «descomponer» primero y «recom: poner» luego tales pricticas, Es decir, que la filosofia ne- cesita recortar de un modo especifico a las practicas so- ciales para retener de ellas s6lo aquellos elementos que la Filosofia considera los ms significativos para su empre- 2 sa, recomponiendo luego tales pricticas a partir de esos elementos. Asi, cada fil6sofo se fabrica, a partir de la realidad de la préctca cientifica, una idea de la ciencia; & partir de la realidad de la practica moral, una idea dela moral, etcétera Esta deformacion sistematica (en el sentido fuerte) provocada por el sistema (entendiendo éste no como sis- tema logico, sino como sistema de dominacién, como sis- tema que impone una significacién, una Verdad, @ las précticas sociales) produce objetos filosoficos que se as mejan a los abjetos reales, pero que son diferentes de ellos. Slo que hay algo mas importante ain. Esto: para hhacer aparecer en el interior de todas las prcticas o ideas sociales la Verdad que ella les quiere imponer, y para po- der mantener al todo en un bloque tnico, la filosofia se ve obligada a inventar Io que yo llamaria objetos filosofi os, sin teferente real y empitico, y que son, por ejemplo, los objetos de la Filosofia como objetos filosoticos: ta Verdad, el Uno, el Todo, el cogito, cl sujeto trascenden~ tal y muchas otras categorias del mismo género que no existen mas que en la filosofia. Hace afios escribi que la filosofia no tiene objeto en el sentido en que una ciencia ‘6 una prictica social tienen un objeto, pero que existen ‘objetos filoséficos. La filosofia tiene sus objetos en ella ‘misma, y trabaja sobre ellos continuamente, los modi ca, ls retoma, no puede prescindir de ellos, porque tales objetos filos6ficos (que no son més que el objeto de la filosofia) son los medios a través de Tos cuales éstaalcan- za los objetivos de su mision: imponer a las practcas y a las ideas sociales que figuran en su sistema, la deforma: cidn impuesta por el orden determinado de ese sistema Hablaba hace un instante de a teoria del conocimiento, y decia que su presencia en Descartes y Kant, lo mismo que su ausencia en Spinoza y Hegel, tienen un sentido: en efecto, la teoria del conocimiento es uno de esos abjetos 2 Ue la Filosofia que no pertenecen mas que a la filosofia y 4 proposito del cual los filésofos pueden enfremtarse, desde el momento en que con este objeto estamos en el corazén de lo que consttuye lo propio dela filosofia, los ‘objetos que son suyos y solo de ella y en los que se jueea todo el destino de su actividad. Si se acepta seguir este camino, se podré comprender ‘mejor en qué viene aicrumpir la prdctica para tomar ala filosofia a la inversa y mostrar que tiene en sw exterior ‘Su espacio exterior, una vez mas, es fo que sucede dentro de ella; no solo las deformtaciones ligicas de las précticas sociales para someterlas ala unidad Formal no contradic toria de un pensamiento sistematico que abarca ala ota Tidad, sino el desmembramiento y la reconstruccién, la puesta en orden de esas mismas practicas sociales defor madas; una doble deformacidn, pues, requerida por las exigencias de ess puesta en orden que, en definitiva, do- ‘mina todo y da a la filosofia su sentido. {Cul puede ser, entonces, ese sentido? Porque hasta aqui todo tiene lugar en textos escttos, en diseutsos abs tractos, que parecen muy Iejanos a las précticas sociales feales, que no aparecen en la filosofia més que bajo lx forma de categorias y nociones. Se comprende que toda esta operacién mental pueda satisfacer al autor de una bella unidad conceptual, responder a su necesidad de sbiisqueda de la verdad. Después de todo, son muchos los coleccionistas y los jugadores de ajedrez, Pero :que puede tener que ver con Ia historia este pequefo affaire conceptual privado, una vez desenmascarados sus pe- quefios procedimientos, una vez que ya no se cree que tenga vocacién alguna de decir la verdad? En realidad, aqui es donde las cosas empiezan a ser serias —y esto se la debemios a Marx. Es evidente que lo que voy a decir no esté con todas sus letras en Marx, pero sin él no podriamos decirlo, 2m ese eee ees sees seers eae ee eer eee ! | Nadie negara que, al menos en ciertos campos, la his- toria no sabe seleccionar demasiado bien y reconocer a los suyos. ¥ seguramente no es un azar que este hecho haya consagrado Ia existencia historica de a filosoia; no es un azar que la filosofia siga con vida, que es0s sagt. dos textos abstractos, interminablemente leidos y releidos por generaciones de estudiantes, iterminable- mente comentados y glasaios, se mantengai contra ven- to y marea en nuestro universo cultural y jueguen en su papel. ¥ como To que inspira su letura no es el amor al arte ola fidelidad a su historia, si tales textos subsisten, por peraléjico que parerca, € por los resltados que producen, y sijroducen resultadas es que esos resultados fos exiget: las sociedades de nuestra historia, Toda Ta ‘cestidn consiste evactamente en saber cules y de qué ‘orden son esos resultados. Quiero prevenit al audinorio ue To que voy a decir no pretende agotat el ema. Al igval que cualquier otra realidad social y cultural, la filosofia, por excelencia, esta sobredeterminada. Pero quisiera hacer resaltar lo que considero su determinacit ‘sencal, su determinacién en altima instancia Porque hasta ahora hemos olvidado una realidad de tina importancia fundamental, En efecto: la filosofia, {que pretende dejar enunciada para siempre la Verdad de las cosas, presenta esta caracteristica —de hecho paradéjiea— de ser, por esencia, conflictiva y ello pe petuamente. Kant dijo de la filosofia —la anterior a la suya, elaro— que era un campo de batalla, ¥ todos ls fi Tésofas que han venido al mundo, antes y después de él, Te han dado la razén, puesto que jamas escribieron nada sino a condicién de guerrear con tal o cual de sus prede- cesores, La filosofia, por tanto (y con una insistencia y luna constancia tan impresionantes que esta condicion ‘exprese su naturaleza), es una guerra perpetua entre las ideas, :Por qué esta guerra? No pueden ser neurastenias 2s entre personas. susceptibles, Los innumerables sub- fildsofos, fil6sofos-ufa, il6sofos-cabellos, como decia Marx, que entraron en guerra por simple espiritu de contradiccién, como autores fracasados que buscaban, pelea, no han dejado huella en la historia. Pero en cam- bio, todos los que han quedado en la historia no hicieron ‘mas que pelearse entre si, y como combatientes verdade~ ramente astutos sabian buscar apoyos contra el adversa- rio principal en los argumentos de los adversarios secun- darios,hacerse aliados de éstasdistribuyendo los insultos ¥ los elogios, tomando, en suma, posiciones, y posiciones beligerantes, sin equivoco posible. Sobre el fondo de esta lucha general hay que intentar comprender los resultados, producidos por la existencia de una filosotia historica. Y es aqui donde el pensamienio de Marx resulta decsivo En efecto: Marx lanzo la idea, en el Prefacio a la Coniribucidn del 59, de que una formacion social des- cansa sobre su infraestructura econémica, es decir, sobre Ja unidad de las Tuerzas productivas y las relaciones de produccién. En fa infraestructura es donde est enraiza da la lucha de clases, que enfrenta a los poseedores de los, ‘medios de produccién con los trabajadores inmediatos explotados. Y Mare afadi6 que sobre esta infraestructu- ra se elevaba toda una superestructura que comprendia el Derecho y el Estado de una parte, y las ideologias de otra, La superestructura no hace mas que reflejar la infraestructura, Porque, evidentemente, hay que dar vi- da a esta tOpica, que se presenta como un corte ela his toria de una formacién social, y pensar que siuna forma- cin Social existe en el sentido fuerte, es que es capaz, co- mo todo ser vivo, de reproducirse, pero a dife rencia de los otros sees vivos,reproduciendo sus propias condiciones de existencia. Las condiciones materiales de Ja reproduccin estan aseguradas por la propia produe- cidn, que asegura también una gran parte de las condli- 6 ciones de la reproduccién de las relaciones de la produc- cién. Pero las condiciones econdmicas y politicas de la reproduccién estan aseguradas por el Derecho y el Esta- do, En cuanto a las ideologias, participan en las rela- ciones de produccién y en el conjunto de las relaciones sociales, asegurando la hegemonia ideal o cultural de la clase dominante. Entre estas ideologias se encuentran, en general, la ideologia juridica, ta ideologia politica, la {deologia moral, la ideologia religiosa, ylo que Marx la- ma la ideologia filossfica ‘Al hablar de estas ideologias, dice Marx que en ellas os hombres toman conciencia de sus conflictos de clase ¥ «alos Hlevan hasta el final». Dejo a un lado la cuestién de saber si la denominacin de Marx —«ideologia tilos6fi ‘cah— cuibre exactamente lo que hasta aqui hemos desig nado con la palabra «filosofian. Pero retendré dos indi ccaciones esenciales: 1.*) lo que ocurte dentro de la filosofia guarda una relacién estrecha con lo que ocurre en las ideologias; 2.*) lo que ocurre dentro de las ideologias guarda una relacién estrecha con la lucha de clases. Hasta ahora, y con el iinico fin de simplificar, he hablado, sobre todo, de las practicas sociales, diciendo ue la filosofia se proponia enunciar su Verdad, puesto ue se consideraba asi misma como la nica capaz de ha: cerlo, Pero simulténeamente he hablado de las précticas y de las ideas sociales, para subrayar claramente et hecho de que la filosofia no se interesatinicamente por la pro: duccién de un objeto fabricado, como se observa en Pla: tén, en Aristoteles yen Hegel, a propésito de la produc: cién de camas, de barcos 0 de mercancias, También he intentado subrayar que [a filosofia tampoco se interes cexclusivamente por la practica de la produccién de cono- cimientos (cientificos o de cualquier otro tipo), como se cbserva en todos los autores; ni tampoco se interesa a ote ae ow. Se ‘exclusivamente por la practica juridica, moral o politica, ni por cualquier otra practica que tienda a transformar 0 4 conservar algo en el mundo. He sefalado todo esto porque, al mismo tiempo que se interesa por las précticas Sociales, la flosofia se interesa por las ideas que los hor bres se hacen de tales précticas: ideas que en unos casos setvirin para condenar y critica y en otros para aprobar, pero que afin de cuentas sirven para proponer una nueva interpretacién, una nueva Verdad. Esto ocurre porque, fen realidad, las pricticas sociales y la idea que los hhombres se hacen de ellas estan ligadas estrechamente. Puede decirse que no hay practica sin ideologia, y que cualquier préctica, incluso cientifica, se realiza através de tuna ideologia. En todas las practicas sociales (ya corres- pondan al dominio de la produccién econ6mica, al de la ciencia, el arte 0 el derecho, al dela moral oal de la politi- ca), los hombres que actian estén sometidos alas ideolo- as correspondientes, independientemente de su voluntad ¥, por lo general, con una total ignorancia de ello. Llegados @ este punto, creo poder avanzar la idea de ue la filosofia solo se satisface actuando sobre el con: junto contradictorio de las ideologias existentes, actuan do sobre el fondo dela lucha de class y su protagonismo historico. Tal accién en absoluto es estéril. Ningiin mar- xista podra defender Ia idea de que la accién que la ideologia ejerce sobre las practicas basta para cambiar la naturaleza y la orientacién general de esas practicas. Y esto porque no es la ideologia lo determinante en Ultima tancia. Sin embargo, la eficacia de la ideologia no es ‘mucho menos nula; por el contrario, puede ser basta te grande, y en ese sentido Marx le reconocié (de acuerdo con la experiencia de la historia real) un papel muy im- portante en la reproduccién y Ia transformacién de las ‘elaciones sociales. Puede concebirse, pues, formalmente la posibilidad de una accién de la ideologia sobre las 2B practicas sociales, a las que confierecierta unidad y cer ta orientaci6n en una fase dada de las luchas de clases. Si cl conjunto de las ideologias es capaz de esta accién, y si Jo peculiar de la filosofia consiste en actuar sobre las, ideologias y, a través de ellas, sobre el conjunto de las prdcticas sociales y su orientacion, se comprenderd mejor fentonces la razbn de ser de a filosofia y de su alcance. Pero quiero insistir sobre este punto: s6lo formalmente ‘es comprensible su raz6n de ser, porque hasta ahora no se comprende en absoluto por qué es imprescindible que cel conjunto de las ideologias reciban de la filosofia, bajo las categorias dela Verdad, esta unidad y su orientacion. Para comprenderlo es necesario, en la perspectiva de Marx, hacer intervenir lo que yo lamaria la forma politica de la existencia de las ideologias en el conjunto de las précticas sociales. Hay que sacar a relucir la lucha de clases y el concepto de ideologia dominante. Si la so- ciedad a considerar es una sociedad de clases, el poder politico, el del Estado, estard detentado por la clase explotadora, Para que su poder sea duradero (y esto lo sabemos mucho antes que Marx, desde que Maquiavelo estableciera la teoria politica) es preciso que la clase do- ‘minante transforme su poder violento en un poder con- sentido, Es preciso que dicha clase dominante obtenga, ‘mediante el consentimiento libre y consuetudinario de sus sujetos, una abediencia que con Ta sola fuerza no podria mantener. Para esto es para lo que sirve el siste- ‘ma, contradictorio, de las ideologias, Es lo que, siguiendo en esto a Gramsci, he llamado et sistema de los Aparatos Ideolégicos de Estado, entendi dos como el conjunto de las insttuciones ideolbgicas, re- ligiosas, morales, familiares, juridicas, politias, estéti- cas, etc., mediante las cuales la clase en el poder, al mis- ‘mo tiempo que se unifica, logra imponer a las masas explotadas su ideologia peculiar como la ideologia pro- » pia de dichas masas. Cuando esto ha tenido lugar, la ma- ‘a del pueblo, penetrada por la Verdad de la ideologia de Ja ciase dominante, acepta sus valores (dando asi consen- timiento al orden existene) y la violencia siempre necesa- ria puede ser, o bien dejada a un lado, o bien utilizada como ultimo recurso, Pero este estado de cosas, que en la historia, salvo periodos excepcionales, se ha alcanzado sélo tendencial- ‘mente, supore lo que, al contrario de lo que se cree, noes tan evident o sea, la existencia de una ideologia domi- ante, La ideologia dominante, decia Marx, ¢s la ideologta de la clase dominante. Pero esta situacion es el resultado de una lucha extraordinariamente complicada, Y la experiencia historica muestra que hace falta tiempo, 4 veces mucho tiempo, para que una clase dominante que ha tomado el poder, llegue a forjarse una ideolopia que Finalmente se convierta en dominante, Mirad la bburguesia: ha necesitado nada menos que cinco siglos, el XIV al XIX, para lograrlo. E incluso en et XIX, cuando tenia que atrontar las primeras luchas del prole- tariado, se batia ain contra la ideologia de la aristocracia rerrateniente, heredera de la feudalidad, De esta dsgre- sion hay que retener que la constitucion de una ideologla, ddominante es, para la clase dominante, un problema de lucha de clases: en el caso de la burguesia del siglo XIX, um asunco de lucha de clases en das frentes. Ahora bien, esto no es todo. Porque no se trata solamente de fabricar tuna ideologia dominante porque haga falta una, por Udecreto, no se trata solamente de constituirla en una lar- sa historia de lucha de clases. Hay que consttuirlaa par- tir de lo que existe, a partir de fos elementos, de las re siones de la ideologia existente, a partir de fo que el pasa do ha legado, que es diverso y contradictorio, y también a través de los acontecimientos inesperados que surgen ‘vontinuamente tanto en la ciencia como en la politica, En 30 la lucha de clases y sus contradicciones (sobre la base de los elementos ideolbgicos contradictorios legados por el pasado), de lo que se trata es de constituir una ideologia ue supere todas esas contradicciones, una ideotogia que estéunificada en torno a los intereses esenciales dela cla- se dominante para asegurarles lo que Gramsci lamaba su hhegemonia Si entendemos asi la realidad de la ideologia dominan- te, podemos —al menos es la hipétesis que quisiera plantear— captar la funci6n propia de la filoscfia. La filosofia no es ni una operacién gratuita ni una actividad especulativa. La pureza, las manos limpias y la especula- cién contemplan su conciencia de si, Pero los grandes fi losofos tenian ya una conciencia muy distinta de su mi sion: sabian que respondian a las grandes cuestiones practicas y politicas: ,eémo orientarse en el pensamiento y en la politica?, gqué hacer?, jen qué direccion ir? Sabian incluso que estas cuestiones poiticas eran histori- cas; ¢5 decir, aunque las viesen comio temas eternos, sabian que estaban planteadas por los interesesvitales de Ja sociedad para la que pensaban, Pero seguramente no sabian lo que Marx nos permite comprender y que yo uisiera decir con pocas palabras. Me parece, en efecto, ue no se puede comprender la tarea determinante en il- tim instancia de la flosofia ms que en relacidn con las exigencias de la lucha de clases en la ideologia, o sea, la csyestion central de la hegemonia, de la consttucibn de la idcologia dominante ante todo. Lo que hemos visto que ‘ocurre en la filosofia, esa reorganizacion y esa puesta en orden de las précticas y de las ideas sociales dentro de ‘una unidad sistemética bajo su Verdad (algo que ocurre aparentemente muy lejos de lo real, en la abstracci6n fi- los6fica), podemos verlo producirse, de forma por su- puesto comparable y casi superponible —pero no simultnea—, en Ia lucha de clases ideologica. En los dos 3 Sc TTT casos stad eorganizar, desmembyar,recomponet nia, bao unaorenacin define toda ua sete de précis sociales su ieclogas orepondente, par evar al poder, por encima de los elementos subordina- dos, una determinadeVerdd qe les inponga una de. terintdarientacén, aaratiando esta oenacion vor aguela Verda 5 esa correspondence xara podemos induce de ela qu a oso, que comings Sian sh de tases es eon es sha de Soe ela or ep at uname Sa por la ahs dels: en enemas evtamete bor fa ha de cases oli sade con al unieain de es deta en una dcloia dominate $4 gaanizar ea iol dominante come Veal sess cones ei de po ee Sema, flo aad 9b gant de ane ng bvietacn in divestad dea diferentes peas sv ieologas. Al stfaer eta engen que el ive atandes cons de slase y de los arandeyaconec. iis da historia gu ae liso? Produce. do un dispositive de eteoras que permten Pena 7 due olcan nu ga determina ferent ed. tks soi aj as eologias, sdec,en luge ue deben neeasablement oupat pare aut Jueguen el pel au, ena constitucon dela deoloia dominate ce espera de ellos, La filosofia produce una problematica fener es dec, una manera de planta, portant, de resolver lo problemas que pueda sug En Tn, I 32 filosofia produce unos esquemas tebricas, unas figuras tedrieas que sitven de mediadoras para «superar las contradieciones y de lazo para religa los diferentes ele ‘mentos de la ideologia, Adems, al actuar como domina dora de las practicas sociales, asi reordenadas, lx filosofia garantiza la Verdad de este orden, enunciado bajo la forma de la garantia de un discurso racional ‘Creo que, entonces, puede representars la filosofia de la manera siguiente. No esté fuera del mundo, fuera de los conflicts y de los acontecimientos histbricos. En su forma concentrada, la mas abstracta, la de las obras de fos grandes filésofos, es algo que esti al lado de las ideologias, como una especie de laboratorio ideolégico donde experimentalmente se pone a punto, en Ia abstrac: cién, ef problema fundamentalmente politico de la hhegemonia ideologica, es decir, de la constitucién de ta jdeologia dominante. Abi es donde se ponen a punto las ‘categoria y las téenicastedricas que haran posible la uni- ficacién ideol6gica, que es un aspecto esencial de la hegemonia ideologica. Porque el trabajo efectuado por Ios filosofos mas abstractos no queda en letra muerta lo {que la filosofia ha recibido de la lucha de clases come exigencia, lo devuelve bajo la forma de pensamientos que van a actuar sobre las ideologias para transformarlas y unificarlas, De la misma forma que en la historia se pueden observar empiricamente las condiciones de exis- tencia imouestas ala filosofia, de igual manera se pueden “observar empiricamente los efectos dla filosofia sobre las ideologias y las prdcticas sociales. Paste pensar en el racionalismo del siglo XVII y en la filosofia de fas Luses, por utilizar dos ejemplos conocidos; los resultados del trabajo de elaboracion filosofica se dan en la idcoloeia y cen Tas précticas sociales. Estas dos etapas de la filsofia burguesa son otros dos momentos consitutivos de la ideologia burguesa en ideotogia dominante, Esta const: 3 ls sch eso en ick, a so judo en cies up de memo npr ste Pets todo lo quate desire pete er mann doy) she ioo, soon quenabes eee pol cso pr el dana gu Maes hg fantastic de Estado y de ls ideolois ena superesrstrs ence, tnd foot araae one caren a pardija oii Pore sa lomtajuegs oo ima insanca, el ap delubratoroeustnie ie Shien pars esp doen eo have dels lio qe senegn soon sda dominate Caled papel tanto eoee auedelarsenelPostacvslaseuna ctor ae, £1 Capil, ess vo saumacriccaas eens 4am se cami ade feta su tae la despite ses Donde mera o qe he propuce pede et prada, oe io pede pense camo postu tania Phra comprnder em psd, have cee a son sabe ht de gels xpesion saa de Exreson la Wesoga dominad, Ven ae ies cision nis dea heproni etc Erde aie ena soca din ens ca do tani dee ane sien ge cademre itnitaseasiminecimponese save gi es ominus) anpeoso ae se doaralaccn se tena. Enpareaer pogo; manage élnanina ie sominine gieobeoea ee Sse eis vent cm ma snes Laideoip des csedomane rosea a donna masa sa ls coon alge 7 la clase dominada. Tal oposici6n volvemos a encontrarla emel interior mismo de la filosofia como uo de los cle- rmentos del problema hegeménico que la filosofia debe resolver, Por eso encontramos en la filosofia esa guerra de todos contra todos, esa guerra perpetua que es el eee: toy eleco que la lucha de clases provoca ena filosofia, ¥ por eso las posiciones antagénicas de las ideotogias anta- szonicas estan representadas en el interior mismo de ta filosofia. Le flosofia, que trabajé en su propio laborato- rio tedrico por la hegemonia ideologica de la clase ascen- dente o dominante, sin darse cuenta dello, afrontaa sus propios adversaries, generalmente en nombre del mate rialismo, En principio, ocurte con la filosofia algo seme- jante a lo que ocurte en una sociedad de clases: al igual ‘que la unidad y Ia Tucha de clase explotada se organiza bajo la dominacion de clase, las formas del partido filo sofico que representan a la clase dominada se constituyen en las formas que constituyen a Ia filosofia en filosofia, y, por tanto, bajo las formas de la cuestibn de la hhegemonia ideoldgica. Asi es como toda la historia de la filosofia resuena sordamente con el eco de los explotados fo de los oponentes. Algunos, como los materialistas del siglo XVIII, legaron a oponer su propio sistema de la verdad a Jos representantes de la clase dominante. Pero mas que los materialistas del siglo XVIII (que no repre- sentaban a fos explotadas, sino a una nueva clase explo tadora, tratando entonces la burguesia de realizar una alianza con la aristocracia, segin el modelo inglés), lo {que quiza debe interesarnos son aquellos que no lograron ‘mas que a medias (0 que apenas lo lograron) dar a su ‘opoxicin la forma de una filosofia producida como tal «filosofian, En mi caso, yo investigaria de buen grado en tomo a Epicuro o en torno a Maquiavelo, por no citar ‘mds que a dos de ellos; pero si hago esto es silo para tra- tar de comprender a Marx: es decir, su silencio. 3 Enel fondo, toda la paradoja de Marx radica aqui. £4, que habia recibido una formacion de filésofo, rehus6 escribir una filosofia. El, que casi nunca hablo de filosofia (pero que habia hecho tambalearse a toda la Filosofia tradicional al escribir en la XI tess sobre Fever bach la palabra «prictica»), practicd, sin embargo, la filosofia que nunca habia escrito al escribir EY Capital, Y al escribir El Capital Marx nos ha dado, como nadie hi- ciera antes, las claves para empezar a comprender lo que se juega en el interior de la filosotia, es decir, para poder empezar a escribir algo asi como una teoria de la filosofia. Y tas él, tanto Engels como Lenin, no han escrito mas que critics o fragmentos aislados, De nuevo entonces: jcdmo comprender esta paradoja?, 4podriamos comprenderla a parti de las propuestas que hhemos venido haciendo? Voy a intentar exponer fo que yo creo al respecto, sin ‘ocultar que con ello me artiesgo a enunciar una hipdtesis muy aventurada. Peto creo que merece la pena correr es: te riesgo. Cuando observamos la historia del movimiento obrero ‘marxista, desde el prisma de las formas filosoficas en que se ha reconocido, nos encontramos frente a dos si tuaciones perfectamente tipicas, En la primera nos en contramos con Marx, ‘ ngels, Lenin, Gramsci y Mao, ue, de un modo u otro, siempre dan la impresin de des confiar, como de la peste, de todo lo que pueda parecerse una filosofia producida como tal «filosatiaw en las for mas de la hegemonia ideologica que hemos analizado. Por el contratio, en la segunda situacién nos encontra ‘mos con hombres como Lukacs, aunque no sea dete nante, y sobre todo Stalin (que si que lo ha sido, al abrir todas las grandes vias para una filosofia marsista produ: cida como «filosofia»). Stalin hizo esto al retomar alga nas desdichadas frases de Engels sobre Ia materia y el 36 Tord movin oes i sosina xa por via de na ongloga 0 una metafisa mate ce era, En a Sta 00 esa aemena paar os Sign es ea pln 9 de su rts errs oe a terete, asian, Todo oe mo no era en absoluto una filosofia producida como Fa de in raz de fond de 080 eX puerta tm dean one Pstat de a Els pera compo, le 0 Se dele domi Ene gun, daea ina ae pie ei prota, Sphinn pode ues ere pose San eye et primes cnein gprs inde en fe y = escribié nunca de filosofia como «tilosofian. Par Man, nents co adversario; incluso bajo la forma de oposicion, era, indirectamente, @ forzar a la ideologia burguesa, dan. 60 or vl su forma de expen stay se compromaia fare.) por ano, ane presen dei deol plete defor fs as or usin hg ec yurguesa; en suma, a . el partido del Estado. a Porae itr de is tained Exad, gue an ben hi apa ilo anes P Sian stn gs xr, Deel habla opt nate cuand aa an coin ten ele do fae La edo dinate del ce dan spor ant deat deen os nat pods dt Eta, Deaton «Descartes, Sion, Rant Hey enh Huse acest Esato Sssona a Hain por ee lo a ot de aa ama nog ice info al ta par ae eens filsofo-jefe-de-Estado. ns eo So ns palo muy eo ar ia eh clara npr de cua pa sot dl Esta, No pest staneees CTE turgus eset yon aes sea De fen conn arebaon de Engl, enna se da 8 c#lebre— son los profesores de la filosofia). No pensava. solamente en el Estado burgués, «la primera potencia ideokdgicam, como decia Engels, capaz de imponer Ja for- rma de st ideologia a toda produccién filosbtica. Marx vvela mucho mas lejos. Pensaba en la forma del Estado futuro, la que tendria que construirse después de la Re- volucién, de la que la experiencia de la Comuna le habia dado una primera idea, y que debia ser no un Estado sino tuna «comunidad o, seain la expresién de Engels, «un Estado que sea un no-Estadon. Dicho brevemente: una forma totalmente nueva que produciria su propia desa- paticién, su extineién, Naturalmence, este punto de vista tstratégico de Marx, que subvertia toda la idea que era normal hacerse (y que aiin hoy se hace) del Estado, no cra una quimera, sino que se apoyaba en una profunda conviceign de Marx: la de que el proletariado, tal como habia sido producido y concentrado por el modo de pro- ucci6n capitalista, tal como era educado por sus gran Ges uchas de clases, posefa en si mismo recursos total- mente extrafios al mundo burgués, y, ante todo, el recur- so de inventar formas de organizacion salidas de la base, tales como fa Comuna de Paris y los Soviets de 1905 1917, que son buenos ejemplos de formas de organiza- cidn adecuadas para hacer existir al proletariado al mar- igen del Estado, Natucalmente, esta vision estratéyica de Mars, que apuntaba a la destruccién del Estado, afecta- ba a toda la superestructura, incluidas las ideologias (3, por tanto, ala ideologin dominante, totalmente insepara- ‘le del Estado). No se excluye (por las razones que entre- Iazaban a la filosofia tradicional con el Estado y por las razomes que hacian prever a Marx la abolicion del Esta~ ddo) que Marx haya tenido siempre fa misma desconfian- za respecto de la filosofia y respecto del Estado. No se trataba en absoluto de un rechazo anarquizante del Esta- do, a pestr de ciertas afinidades de Marx con los anar- » Guistas, del mismo modo que tampoco se trataba de un Fechiazo de la filosofia; sino que se trataba, por el contra- tio, de una profunda desconfianza contra una institu cién, ef Estado, y una forma de unificacién de la ideologia dominante, la filosofia, Ambas le parecian brofundamenteligadas entre si, en tanto que comprome- tidas en el mismo miecanismo de dominacién de la clase bburguesa. Por mi parte, creo que es aqui donde radica la Tazén por la que Marx se abstuvo de toda filosofia pro: dlucida como tal «filosofian: para no caer en la wglotifi cacidn del estado de cosas existentes». Si esto es verdad, Marx ha legado # los marsistas (cruelmente instruidos por la contraexperiencia de la ontologia staliniana) una tarea especialmente dificil, Ya ue, del mismo modo que leg6 al movimiento obrero la area de encontrar nuevas formas de comunidad que convertirian al Estado en algo superfluo, igualmente Marx ha legado a los filésofos marxistas la tarea de in- ventar nuevas formas de intervencién filosofica gue ace- leren el fin de la hegemonia ideoldgica burguesa. En su- ma: la tarea de inveniar una nueva practica de la Filosofia Para apoyarnos, por comparacién, en el Estado revo- lucionario, que debe ser un Estado que sea un «no- Estado», es decir, un Estado que tienda a su aniquila- cién, a ser reemplazado por formas libres de asociacién, puede decirse, de igual modo, que la filosofia que obse siona a Marx, Lenin y Gramsci, debe ser una filosofia ‘due sea una «no-filosofian, es decir, que deje de ser pro- lucida en la forma de una filosofia y cuya funcion de hhegemonia teorica desaparezea para dejar el sitio nuevas formas de existencia filosofica. ¥ lo mismo que la libre asociacién de trabajadores debe, segin Marx, to- mar ef lugar del Estado para jugar un papel totalmente istinto del del Estado (no un papel de violencia y cepre 0 si), podemos decir us as us formas de exitencia de lo iosofialigaas al Tuto de ets Hires so cisions deran detent com funsin ese lacons- ts ei sags dominant compromisos las expltacion ie en uid, pi Ta contribu en cambio a iberain yl Hoe stl eas pritcs Soils yd a ets ands, Ya iva que las pospetvas sobre el Estado eat teeta mr rer iejano Es una empresa de ara mis para ox tarts deben formate. Mar fro peo en da Gjemplo al poner en pista le loot de na forma fost en tanto qe losin, pero practcinol ni un «funda- ‘menton, sino una determinacién universal: 1o mismo que, como dice Engels, «la unidad real del mundo consis te en su materialidad» (6). El idealismo, ante todo, no es otra cosa que el oculta- rmiento de ese hecho; su negacion por medios muy diver. (5). Como dijo may laramente Lenin: wl “tals ingens” de todo hombre de en seni, que no haya pasado po oman tor neue des fsofor elias, consi en aru gue aso § el meio, el mundo even independieneente de resi sea Sion, demuestra concen, de nuestro TO y del hob en seer. La ‘rsa experince fen el sentido hurano deta palabra y rome que ie {bjoiean lor dicipuls de Mach) ha creado en nosotros a comin. ‘navebranableconicion de que exsten, ndependienemente dno fois, tro homes jo sips compos de mis sesaciones fo io. de lo bajo de lo al, defo soho, oc cla ma expe eno etea nat sonic de qu as eosin, ef mundo, et med ‘risen independienemente de nosotros. Nuss Setuasons, see Snsenca son slo anagem del mundo extern, esis A ss 40s, los mas representativos de fos cuales son el rechazo puro y simple, el desplazamiento, ls ficcién. En este sen- tido, y solamente en éste, puede decirse que la posici6n idealista, al contrario que la materialista, siempre es for- orque se resume en la forma en que recubre, escon- ddeun contenido inconfesable para ella, Y también en ese sentido —no hay que tener miedo a deci las cosas con toda su crudeza— el materialismo es verdadero y el idealismo falso;falso, no en el sentido de un error parti- cular que conseguisiamos rechazar © deshacer con una \emostracion, sino en el sentido de una mentira que esc: motea un hecho fundamental para sustituitlo por «qeorias» infiniiamente variadlas, infinitamente comple- val constituye una maniobra de dispersion inter- fravduleota y, en su propio terreno, imparable. fo que Lenin quiere decir cuando, de forma pro- vocadora, escribe: «El idealismo ffosbfico no es mis que luna bistoria de aparecidos disinulada y disfrazada» (7). Pero pasa reducir l simulacro no basta con denunciarlo: porque ta mentira ilealista que, por fo demas puede ser luna , sgn consent ea Beko, "tn Dang, 1 pr pp. 2 le a tra de 3. Weds usin Ea Cela NuersStadiy 1968 TH) My Eyeap. 4 5ap dela ot) 56 recidos: «No niego los heshos, sino las interpretaciones ue se dan de ellos» (8). También el idealismo es un hhecho, pero de forma distinta al matetalismo: esti siempre determinado por sus condiciones materiales, se presenta como una realidad que hay que encarar en sv propio terreno, que no es el de lo verdadero y lo falso; un hecho no se refuta, o al menos no basta con refutarlo pa- +a que desaparezca. No hay en filosofia ni una revelacion, ni una buena nueva materialista que restablezca el hecho fundamental en su verdad y suprima las apariencias idea- listas. Hecha esta reserva, queda todavia, sin embargo, el hhecho de que el idealismo depende de una determinacién universal y simple, comin a todos los idealismos: se defi ne, en primer lugar, por la negacion del materilismo. YY aqui es donde et principio dela unidad de los contra ris toma un giro muy extrao. Sielidealismo es «ident co» al materialismo, es porque no es otra cosa que miate- rialismo, pero materialismo negado. En el fondo del idealismo subsiste la posicién materialist, sin la cual simplemente no existitia. Podemos legar incluso a decir ue el idealismo no es mas que otra forma de material mo, una expresiOn pervetsa y excesiva, invertida, del hhecho materialista fundamental. Podemos, por ello, re- petir una proposicién ya conocida: el idealismo no podria existr si no fuese por ese minimo de materials ‘mo, su causa intima, su seceto, que siempre lo socava en alguna parte. ;Pero cuidado! No se trata de postwar una uunidad originaria, e imaginaria, del materialismo y el idealismo, que consttuiria su genealogia esencial; esta ‘mos hablando Gnicamente de la necesaria determinacion det mismo idealismo por el materilismo fundamental rimado del materialismo sobre el idealismo: extrafa pa- (8) Cana $4 Hugo Boxe ° radoja porque, hasta ahora, toda la historia real de la filosofia, en lo esencial, se ha desarrollado en el sentido contrario a esa determinaci6n, aplastando al materialis- ‘mo bajo la dominacién del idealismo y, la mayoria de las veces, sin dejarle a aquél mAs lenguaje para expresarse que el que, coyunturalmente, le conceden determinadas formas del idealismo. Llegados aqui, hay que recordar ue no se puede confundir determinacién y dominacion ue el idealismo haya jugado en la lucha filosofica un p pel dominante, casi siempre, no significa que ocupara en, ella la posicién determinante; por el contrario, desde ese punto de vista, estd abocado por su naturaleza, por el secreto de su nacimiento, a desempeniar papeles secunda- ios, ano ser mas que el reflejo deformado de una teali- iad que es imprescindible ocultar. Pero no han acabado todavia nuestros problemas: ‘queda por decir algo esencial de lo que depende todo lo demés. Si nuestra argumentacion se detuviera aqui, quedaria cogida en la ilusién, la mentira, del idealismo, ‘bajo la forma muy precisa de la ficciOn de la inversion, La «teoria» de esa ficcibm es bien conocida: si el ideals- ‘mo es materialismo invertdo, basta con invertir el idea- lismo (jnegacion de la negacién!) para volver a encontrar ef materialismo inicial, El circulo queda cerrado, como. cn la critica feuerbachiana de la religion, en ta que el Hombre que se perdi6 en Dios se reencuentra haciendo de si mismo su propio Dios. El Hombre de la inversion es pata si mismo un Dios, es decir, que de ese corto viaje que momenténeamente lo alejé de su esencia, ha sacado algo que realmente lo ha cambiado, aunque eso que ha sacado lo cambie en si mismo; se ia convertido en Dios. Como Marx habia comprendido muy bien en 1845, la critica feuerbachiana de la religion es una critica reli- giosa. So pretexto de disipar una ilusin, de suprimir una forma ideoldgica, conserva la caracteristica esencial de 58 sta, s6lo que desplazandola, De igual forma que Dios invertido es siempre un Dios, un Dios que se ha hecho ‘Hombre (pero la ideologia religiosa, que no es tan burda, habia previsto esto desde hace tiempo), un idealism in Vertido es siempre un idealismo, porque la inversion es el ‘medio peculiar por el que el idealismo se constituye y se conserva. El materialismo que se obtiene invirtiendo ‘dealismo es un falso materialismo, tanto mas falso cuan- o més se presente como un materialismo. Hay que decirlo: el idealismo es idéntica al materials ‘mo, en tanto que el idealismo es materalismo, y en cal dad de tal es como esté unido arél; pero el matetialismo en absoluto es idéntico al idealismo, sino que, por el contrario, se distingue esencialmente de él por el lugar ‘que ocupa en la contradiccion filosofica, lugar original en el que no puede ser reemplazado y que le asegura su posici6n determinante en la contradiccién, La contradic- idn filos6fiea, como todas las contradicciones reales, ‘ero a su manera, es una contradiccidn desigual que asi za a los contrarios posiciones imposibles de conciliar, justamente porque son distintos y no pueden ser inter ‘cambiadas, Esta contradiccion no se desarrolla en un me- dio neutro y homogéneo, un cielo de las ideas en el que pudiese haber reciprocidad de los contrarios, sustitucién de las posiciones e inversion: esté determinada ante todo ppor su condicién material, por su naturaleza de lucha de clases en filosofia, que impone una absoluta disimetria entre is tendencias amtagénicas. Asi, ya lo he dicho, sie idealismo es lo inverso del materialism, el materialismo ‘no es lo inverso del idealismo; es su contrario directo, que no es lo mismo. Primera consecuencia: para reducir la posicion idealis- ta no basta con interpretarla en sentido contrario, Esta ‘operacién, que tiene un apoyo en el idealismo, en la lite- ralidad de su discurso, queda encerrada en los limites de 9 la problematica ideal-ia, Ser materialista no es tomar el contrapié del idealisino; el idealismo, que no se de- sarrolla mAs que en las formas de sus propias contradic- ciones, no dice mentiras acerca de todo, y nunca las dice de la misma manera; son desigualdades internas que hay aque tener en cuenta para coger al idealismo en su propia trampa, La lucha contra el idealismo no puede ser leva dda de forma consecuente més que a partir de la posicién rmateralista fundamental, concreta, explicitada y formu lada, Esta saca todas sus consecuencias del hecho mate- Tialista comprobado en la practica y desarrolia sus efec~ tos en la filosofia. Tal operacion debe acompafarse de tuna critica interna del idealismo, pero no se limita @ ello. Donde va a buscar sus armas esenciales, las que decidir cl resultado de la lucha, es en el exterior de la posicion idealsta y de la misma filosofia. Armas del materialismo en su lucha filosbtica, que son la lucha por la produc- cin, la lucha de clases, la experimentacién cienifiea. El idealismo filos6fico, con sus diversas formas de explota cidn, ha intentado apropiarse de esas armas, naturalmen- te, pero se le escapan o se vuelven contra él, Por ¢0, st dominio, que comenzd en unas condiciones hist6ricas coneretas, se acabard también en otras condiciones. Segunda consecuencia: asegurar el dominio del mate- rialismo no es retroceder al materialismo inicial, fanda- ‘mental y casi espontineo, 1o que hasta aqui he llamado el hhecho materialista. El materialismo no debe interpretar la historia de la filosofia, dominada hasta ahora por el ‘dealismo, de forma recurrente, como si se tratase de una historia que hubiera que reconducir a su punto de parti da, del que desgraciadamente se separd, Porque el mate- rialismo, ademas de no set idéntico al idealismo, no es ‘déntico a sf mismo, no puede sobrevivir mas que trans- formandose. Aqui es donde hay que hacer intervenir una distincion esencial entre el hecho materialista (que repre- Ca senta la posicién materialste en lo que tiene de funda ‘mental) y el materialismo consecuente. En Materialismo » Empiriocriticismo, Lenin emple6 con mucha frecuen- cia las expresiones «idealismo consecuente», «material mo consecuenten; y en esta ocasién la dsimetria del ma- terialismo y del idealismo, y la imposibilidad de una con- versién pura y simple del uno en el otro aparecen de for- sma muy clara Qué ¢5, en efecto, um idealismo consecuente? No se trata en absoluto de una doctrina que, coherentemente, hha levado hasta sus iltimas consecuencias su principio inicial, porque el idealismo no tiene un principio en si ‘mismo, sino que en el fondo no es mas que un materialis- mo inconsecuente; y si intenta desarrollar los efectos de «su» principio, se compromete inevitablemente en susin- terminables contradieciones, que necesita disimular hae bilmente bajo el sabio y complicado edificio de sus siste- mas, Un idealismo consecuente es un idealismo explicito que reconoce, formulandolo claramente, su principio ini- cial: la existencia, primera ¢ independiente, del pensa- miento. Para Lenin, por tanto, un idealism consecuente es un idealismo franco, que confiesa su verdadero conte- nido, 1a negacién del materialismo, y que excluye todo ccompromiso con la posicién contraria; se presenta en la «cdesnudez idealistan E] idealista consecuente no es ef que leva el principio idealista fundamental hasta sus thimas consecuencias, sino, por el contrario, el que lo reconduce a su posicion elemental: es un idealista ingenuo. Por eso escogié Lenin 4 Berkeley para representar esta forma extrema y rara del idealismo: «jE! obispo Berkeley razonaba de una manera france, de una manera simplistal En nuestra poca, las mismas ideas sobre lo “econ6mico” que seria climinar la “materia de la flosofia se presentan de una forma mucho mas artificiosa y embrotlada por el empleo 6 de una terminologia “nueva”, destinada a hacerlas apa: recer ante las gentes ingenuas jcomo una filosofia “novisima’")» (9). Si Berkeley es consecuente no es por- ‘que Sea mas coherente que otros 0 porque su sistema po- sea esa ldgica interna que lo haria estar racionalmente de acuerdo en todos los puntos con su principio central Tiene gran interés leer un estudio sobre las dificultades internas del sistema de Berkeley, el de Gueroult (Berke- ley, ed. Aubier), queen absolute recomendamos desde el punto de vista materalsta, pero que, sin saberlo, contir- ‘ma en algunos puntos los analisis de Lenin. Como ya hhemos constatado, una coherencia de ese tipo es impo- sible, a causa de la naturaleza del idealismo, que implica, en st misina existencia, la posicion materialist. {Qué es, por el contrario, un materialismo consecuen- te? Para Lenin, es un materialismo que ha sabido de- sarrollar su posicioninical de forma que ha unido el ma. {erialismo con la dialética; es un materialismo que deja de ser ingenuo, espontaneo y expuesto, por tanto, a la amenaza del idealismo, que siempre puede invertrlo, desviarlo de su verdadero sentido, prestarle (con usura) sus formas y sus razones,transformarlo en su contrario. Por eso, el verdadero nombre de la filosofia marxista, que es un materialismo consecuente es el de materialismo ialéctico, Esto no significa que ese materialismo expon- a, a partir de su principio inicial, un sistema completo de consecuencias: la dialéctica, que es el arma por exce- Jencia del materialismo, excluye precisamente tal presen- tacion sistemética bajo Ta forma de una adoctrina» o de tuna «ciencian; la dialéctica, en su forma correcta, prohibe una presentacion de ese tipo, El materialismo onsecuente, que ¢$ un efecto de la lucha de clases en filosofia, es un materialismo que se ha transformado (9) My E, etodusion ip. 19. ci e Porque ha sabido asimilar las lecciones de la dialctica e incorporérselas. Un materialismo consecuente (0 «cons- ciente», como dice Lenin a veces) no es un materialismo formalmente coherente. Asegurar el dominio del materialismo no significa, pues, volver al materialismo préctico, que consttuye su posici6n inicial, no es volver de nuevo al hecho mate- Fialista enmascarado por el disfraz que le impone el idealismo, sino plantear la lucka en vn terreno nuevo, en cl cual las lecciones de la experiencia inmediata aparecen efectivamente como algo realmente débil e insuficient, ‘Asi, el materialismo difiere fundamentalmente del idea- lismo ( de ninguna manera se agota en su negaciOn) porque utiliza conscientemente las armas que le dan la lucha por la produccién, la lucha de clases, la experiencia cientfica, Para un estudio dialéetico de la historia de la filosofia Las consideraciones generales que acabamos de propo- ner sobre la relacién contradictoria del materiaismo y el ‘dealismo, gnos permiten avanzar efectivamente en el es- tudio concreto de la historia de la filosofia? Esto es lo ‘que vamos a ver a continuacién, examinando el fun- cionamiento de las categorias de lo real y de experiencia, Estas categorias se presentan (nos son presentadas) co- ‘mo nociones simples, evidentes, inmediatas: pretenden, asi, ser las categorias de lo inmediato. A menos que, por artificio de la critica, sean devueltas al laberinto de st «problema; pero entonces lo simple, loinmediato, es el hhecho del problema; y lo complejo, mediatizado, oscuro la mayoria de las veces, es el sistema de sus soluciones, En todos los casos, esas eategorias pretender dar, sino la 8 presentacién, al menos el indice de un hecho, hecho reflejado en un espejo, porque el hecho dela experiencia es el hecho del hecho, etc. Ahora bien —y doy a conti- rmuacién el resultado del anélisis. materialista—, la ‘categoria de experiencia no es ni (infinitamente) simple ni (infinitamente) compleja, es doble porque asocia y con- fuunde sisteméticamente dos aspectos que, por el contra rio, sera preciso disociar, un aspecto idealista y otro ma- terialista Retomemos, en primer lugar, el estudio de las filosofias idealists, es decir, de los sistemas en que do- mina la posicion idealista (por ser esta presentacidn de fa filosofia, bajo la forma de un sistema, la forma por exce- lencia de la dominacién del idealismo). Esas filosofias, por todas las razones que hemos visto, son complejos frutos de combinaciones. Jamés presentan la posicién idealista en el estado puro, lo cual, en el fondo, es impo~ sible, sino variedades del idealismo en las que éste estd asociado al materialismo de distintas formas. Recojo a continuacién los ejemplos analizados por Lenin en Mate- rialismo y Empiriocriticismo, en los cuales reduce ast te- sis central las doctrinas caracteristicas del idealismo clas ‘Berkeley,—No hay nada mas acd de la sensacién y de la experiencia Hume.—No podemos saber si hay algo més acd de la sensacion y de la experiencia, ‘Kant.—Hay algo mas acd de la sensacién y de la expe- riencia (la wcosa en sin), pero esta cosa en si es incognos- citle. Con su simple presentacion se ve claro desde el princi- pio como, en efecto, estos res casos representan, através de la variedad de doctrinas, una misma tendencia ideatis- ta, Su funcién principal es la de denunciar, impedir 0 cexcluir el materialism; en este punto concreto y esencial, 64 Jos tres sistemas hacen intervenir, por lo dems, un mis rmo argumento que, a través de sus divergencias, es su punto en comin: el materialismo, que pretende conocer Ja existencia de ana realidad en i, desde fuera de toda ex- periencia, no es més que una «metafsicay, y la wereen- cian en 1a existencia de la materia es indigna tanto del ‘buen sentido como de fa razén. ‘in embargo, en ningun de los tres casos aparece el {dealismo bajo la misma forma, en la misma composi ci6n, diriamos. A través de ese espectro tan curioso de doctrinas idealistas, Ia posicion idealista no se presenta en la misma proporcién, la misma composicon, con la posicidn matrialista, dela que, como hemos mostrado, ‘es inseparable, Puede, por ejemplo, decirse que Hume es menos» idealista que Berkeley, pero «mds» que Kant Por supuesto, es posible hacer otras combinaciones, co- mo irénicamente —zhay que decirlo?— sefiala Lenin: ‘Bs de notar que la unin, ecléctica en el fondo, de Kant ‘con Hume, 0 de Hume con Berkeley, es posible, por de- cirlo asi, en proporciones diferentes, acentuando bien @ uno, bien a otro elemento de la mezcla» (10). ‘Asombrose farmacia de la ilusién, en Ia que las drogas se dosifican sabiamente, porque esos filosofos son ya ‘amezclas», 0, més Figuresamente, compromisos que in- ‘entan unit el materialismo con el idealismo, sometiendo ¢l primero al segundo; unin fatal para el idealism, por- que np puede escapar 2 ella (es la condicion misma de existencia de una filosofiaidealista) y también porque la ‘mina desde dentro (aquella lo presenta en una forma siempre imposible de sostener; el sistema se deshace al ‘mismo tiempo que se hace). El mismo Berkeley, ae da ke versién mis consecuente del idealismo, no consigue puti- ficar su mezcla hasta el punto de expulsar de ella todo (10) My cap. 4, p20 197 ct. 6 astro de materialism, Esto s lo que Lenin subraya en cha tent Su Introduecién: «Berkeley no sblo hablaba con toda lucha de tendencias en filosofia, ¥ que esta lucha franqueza de las tendencias de su filosofia, sino que se esforzaba también en cubrir su desnudec ‘dealista, en presentarla como exenta de todo ubsurdo y aceptable por el “buen sentida”'» (11), El miussio de materalisino que Tequiere en este caso la exposicion del idealismo es el re- curso al sentido comin, la intenciOn de Berkeley de apatentar estar adscrito al realismo» (12): el eriterio de verdad que se reserva el idealisia (el sentido comin, la Sensacién) en una cierta medida se le escapa, porque puede volverse contra él y denunciar el absurdo (schwar- merei, Schurulle) de sa posicién fundamental. Digamos ue el idealismo, todo idealismo, lleva su negacién en si ‘ism, pero no olvidemos que se alimenta de ese conte. diceién, sin ta cual él mismo seria imposible. Las doctrinasidealistas, por consiguiente, siempre pre- Sentan, al que sabe leerlas, dos flancos. Privilegiar uno de ellos —reducir, por ejemplo, un sistema idealista ala fendencia dominante en &l y confundirlo con todos los deniés sistemas, como hacen los criticos de la «azn lental», es acebar haciéndole el juego al idealismo or el provedimiento de la amalgama; es creer en su triunfo, e incluso el hecho de reducir na filosofia a la tendencia materalista que dormita en ella —forjar, por ejemplo, la ficcion de un Descartes 0 un Spinoza pura: ‘mente materialistas— supone, al previo de mil acrobacias ue @ fin de cuentas no son mas que ignorancias, ignorar la realidad de la lucha filosdtice y buscar en un pasado imaginario las formas de un materialismo consecuente ain por construir. Por el contrario, hay que comprender {que una Filosofia es siempre un efecto determinado de la (1) My, trroducita(p, 19 de te it) 2) ME, Insoduci p20 de ne Si) 665 ions matrls fer Je soi poppies somo tal efecto contradictorio, tun sistema es conocerlo oe Tomalo conan de oe epee, pre fone de uida ycohereci para enconta Sipe annie de donc, pari 6 tl ‘Sikrye ta patria de materi el verdadero concen. mo, ae Ee tcctrasy poses dura re anor pn and 0 de 0s Manos ee Sao rine provonaiment, a, tne, unaesira de dees, ue rhe oa oso Sr eomo que doin en la Hs ambi uma lst Tac nutes, que noe vets de anterior, ave soca cul pei veren doc gues th materi cpt, sno ae se tres oe Sonrilones conten soe ea dese Se nome tan pc a mera neers ete wettn delat dent dl etn a smo, o mejor —no tengamos miedo de la palabra—, el teorn deo rechazado, Hacer una fest ede zi tro pr igo in a rnd nosso sso adn es sem Ste cpu fn ds set de te con Sree por pina por et 3 = Salis ocer una filosofia es reco- ec ely un dtrmasel>e Knaus demasiado mast 9 nosso cram ma Kant dade a derecho ¥ nosotros dese a izquierda> (13. (03) My B,cap. 4p. Lp, 190 dea 8 i o Los Cuadernasflsticos de 1914 aplcan, est vera Hegel, mismo métod, gi sonst, en prime ugar en ua drimnacién, cn una separaio, Desai dena forma a menudo osciray mal comptendia hs ae recordar quesettata de nots de leur, brrares aie evientemente no putdenuiase dee misma ma nera que un bo acaba, ene que ls pone He sbfcs estén conscietemente desaralladas), po. grama de lecture materia de una fico ie {a De ex forma, el matriaismo fambin pce, ci con lun compromiso, ino para, de alguna fora, en tomtare en sis cntradciones. Tomes eos doa ‘aforismoss de os Cuadernos sore la Le de Heel 1) «Plejanoe ceca et Kentsmo (agnostics en fenera, mas dede opto de vta del metering vulgar que desde lel materialism alte en ae dida en que no hace masque rechar a fmie sts samients, pero no ls rete (eumo Hege este 2 Kant profundzénolos, general sandtes ampli doles, mostando fs cnextnes ls tensioned dos y cada uo de os cones 2) Los marxisias han erica, al pinipio del silo XX, bs kananes ya los dspuls de Hume mis manera de Feuerbach ala de Bichner que sade He fein alo nos recuerda uel cede Lenin Bogdanos 4 1908 no tenia nad que ver son la que Plano, ee fran meciico del marsismo, haa en Ta mim ca (15), Bl verdadero problema no es salar @ Kan ya 9 Cader flesifcs p. 17168 dean csan de ‘Ayuso, Madrid, 1974, ene U1) Vea os eos soso Le mae man, ‘Sociales, Paris. . i fame 68 herencia, ni condenarlo, sino apreciar la realidad objet vva de su relaci6n con el materalismo y utilizar ee cono- cimiento para desarrollar un materialismo conseeuente La referencia a Hegel no debe desviarnos en este punto: rnotemas, sin embargo, lo extrato de esta declaracion, ‘Hegel mas materialsta que Feverbach, al que se mete en el mismo saco que a Buchner! Estamos muy lejos de una edificante Jeyenda segin la cual Feuerbach, «invirien do» a Hegel, habria producido o revelado el materalis- mo, La dialéctica que se aplica aqui al analiss de los ss temas filosoficos es una dialética materialista. Nos pr tege de la tentacién que nos levaria a dar una nueva sin terpretacign» de las filosofias del pasado, aunque fuese bajo la forma de su denuncia. EI problema que Lenin plantea aqui no es interpretar las doctrinas para conser varlas o rechazarlas, sino transformarlas apoysindose en las contradicciones y las determinaciones materiales, no sélo para producir una filosofia nueva sino para dar un ruevo estatuto a la filosofia misma, Las «transiciones» y las «conexiones» de los conceptos gue definen aqui cl. ob- jeto de la lectura matetialista, evidentemente no tienen nada que ver con las concatenaciones puramente ra cionales inventadas por los eriticos idealistas de la filosofia. Aqui se trata de pensar las doctrnas filosoi «as, no comio sistemas acabados sino como procesos,co- ‘mo los elementos de un movimiento de transformacién (transicion») que hay que continvar, extendiéndolo 0 dandole una nueva orientacion, Peco hay que afadir una reserva esencial a lo que ante cede: esa demarcacion, esa discriminaciéa de los dos as pectos que una doctrina filosdfica concrete reiine oca- sionalmente pero que no sélo yuxtapone, no es una ope racion facil, ausomiética, como lo seria una simple sepa racion o un simple reparto. Sia filosofia, segin la defi nicién propuesta por Althusser, procede esencialmente al 6 Uivzadlo de Tiness de demareacién, wo bay que entender ‘¢ trazado como una operacidn mesdnica que tuviera po! simple tuncion «reconocer una frontera, la Tinea Ivien clara que separa dus regiones absoluramente este sores la una a otra, cada una de las cuales existiria entro de sus propios limites, Esto seria trasladar al and lisis de ta filosofia, so pretevio de «politizarlay, una con cepcidn Tiquicacionisia, La lucha de clases, desde un punto de vista materiatsia, no es un enfrentamiente ‘mice dos clases independientes, preexistentes 2 su cho- que; en absoluto hay en flosefia, por una parte et idea imo, la afllosofia burguesa», y por otra, el material. fio, la atlosotia del protetariade». gPor qué no ha dle aplicarse también a a filasofia ta concencin dialect ‘a de la contradiceiOn? ;¥ por qué no aplicarla, sefal mesio de paso, ala mistna dialética? Pues, una slectura de izquierstasn? No es sito ‘que reparta, que separe y que se quede con ua seo dei dterminade para conserva alsa dominado jou sontexo ideal podria, a tuk, ek msteraimeate cpio po a opi dcr cielo ope iv cleo eas, m0 simplemente desnganchado del Me eferit4 poe dl nice aionl Que por encima del fay en Hegel un eemento maeratna 6 eemento Sora dp sn an, Ign des ental, epiede a vale por st sm, hablar eau propio nombre, a desire seo tera 70 ta que hasta ahora tuvo encerrado por la fuerza que 10 produjo y que lo habita, s0 es sencllamente imposible. Lectura materalista,lectura de izquierdas, significa tam bign, y en primer lugar, una lectura dialética, no und lectura que conserva, sino una lectura que transforma: no uma letura que reconoce un hecho olvidado o escon~ ido y se queda con él, sino una lectura que produce nuevas tess, imposibles, impensables antes de que haya sido explicitamente formuladas. De la misma forma, ¥& decir verdad, el materialismo de Hegel no se encuentra dentro de Hegel, como si fuese un simple depdsito, una Fnerencia que bastarla recoger. Las tesis materialist ave Mars, Engels y Lenin supieron leer en Hegel no se er ccontraban en éliteralmente y tal cuales; son resultado del trabajo de elaboracién, no una metamorfosis insta tanca, sino la laboriosa produccién de un saber nuevo a {que Marx, Lenin y Engels obligaron ala dialéctiea hege YVYolvamos ahora a la presentacidn de la filosofia como vin compromiso, El ejemplo més caracteristieo de ello, puesto por Lenin, es el de Kant: «El cardcter esencial dea filosofia de Kant es que con- cilia ef materialismo y e] idealism, iastauca un compeo~ ‘miso entre el uno y el otto, reine en un sistema tice dos, corrientes diferentes y opuestas de la filosofia, Cuando fadmite que una cosa en si, eXterior & NOsOLFOS, cOFTes ponde a nuestras representaciones, Kant habla en mate rialista, Cuando a esa cosa en sila dectara incognoscible, irascendente, situada en el més alli, se comporta como un idealista. Al reconocer en las expetiencis, en las sen saciones, la fuente tnica de nuestro saber, Kant orienta su filosofia hacia et sensualismo, y a sravés del sensual: mo, bajo ciertas condiciones, hacia e! maseralismo, Al reconocer el cardcter a priori del espacio, del tiempo, 1a " cousalidad, et, Kant orienta su filosofia hacia elideais- ‘mo,..» (16) ara empezar, hay que sefialar un error, de alguna ma- nera literal. En ningiin caso hace Kant de la experiencia {a fuente tinica del conocimiento; volveré sobre ello en seguida. Pero si se mira atentamente se vera que Lenin dice aqui dos cosas: primero, que el sistema de Kant es contradictorio porque reine a dos elementos itrecon liables (pero hay que volver a repetilo: la contradiecién prima sobre los eontrarios, las elementos no preexisten a ‘su oposicién, y por ese es por lo que no pueden ser sepa: rados mecdnicamente). Después, y es entonces cuando las cosas empiezan a ser apasionantes, que esa contradic. cidn no se encuentra s6lo en el nivel del conjunto siste- ‘ma, sino que también rige la consttuci6n de cada una de sus partes. ¥ ta reencontramos incluso en sus categorias. La doctrina de la experiencia representa el materilismo cn la filosofia de Kant, pero «bajo ciertas condiciones», yla precisign es agui capitel. La misma categoria presen- tados rostros en Kant, mira a ambos lados la vea, al del ‘materialismo y al det idealismo. Por tanto, no puede set simplemente «descontada», extraida del sistema y, consi- derada en si misma, ser separada de la otra categoria fun- damental opuesta a ella, lade la cosa en si incognoscible; tomada en si misma, la categoria de experiencia tambien esel resultado de un compromiso, es una mezcla de idea- lismo y materilismo. En este sentido, la filosofia de Kant es, en efecto, un sistema: todas sus partes estn or- inicamente ligadas y sometidas @ una misma ley, pero esta ley no es una ley racional o légica de coherencia, es el principio dialéctico de coniradicci6n que se aplict al sistema en su totalidad, es decir, también a cada uno de sus elementos, Por eso es por lo que la «ieorian de la ex- (18) ME, cap. 4, 9 1p 188 de aed. i); subrayados P.M 2 periencia no es més o menos materialista en Kant que la «cosa en si; como mucho, podria decirse que no lo es de la misma manera, Para que se nos entienda bien, voy a intentar, oiniciar, cL analisis de un ejemplo iusire y elemental ala vez, bas- tante complejo si, como se vera, se intentan abarear to- ddas sus implicaciones, Se trata de una frase, mil veces ci tada y comentada, que abre la Critica @ la razon pura: «Todo nuestro conocimiento comienza con la experien- cia, pero esto no prueba que todos nuestros conocimien- tos procedan de la experiencia» (17), Armados con los principios de explicacién que acabo de indicar, encontra emos en esta Trase un terreno de excepci6n en el que ha cetlos funcionar. Pero, como veremas en seguida, ello no estar libre de dificultades y sorpresas. ‘A primera vista, a divisin entre los dos aspectos, las dos tendencias, se oftece por si misma en la composicion sgramatical de la frase. «La ciencia comenz6 con la expe- riencian, parte materialista, «No toda la ciencia procede de la experiencia», parte idealista. Y entre los dos, esa Pequefia palabra esencial sobre la cua esta construidoto- do el asisteman: «pero», signo legible de la oposicion de los dos aspectos. Empecemos por comentar, dsarrollin. dolo un poco, esta primera lecura, «La ciencia comienza con la experiencia: esta formu: Ja, tomada en si misma, puede ser realmente entendida en un sentido materalista. Al presentar la ciencia como, inseparable de la experiencia, reconoce de una forma ‘muy particular el hecho materalista fundamental: todo Pensamiento es inseparable de la realidad material dada, independientemente del pensamiento que se le presenta cen la experiencia. Dicha formula lo reconoce, no de buen (17, Bde la Cota de ard pure, en Lesa, Buenos Ais, 96T(S4 eet 1 pT grado, pero justamente como un hecho imposible de suprimi y que, de una u ovra forma, fe interesa admitr. ensemos en [a irrtacion de Descartes leyendo a Galileo y deseubriendo que éste descubrid y publicd antes que él ‘elementos esenciales del nuevo conocimiento de la natu- raleza sin tener derecho a ello porque era incapaz de de- icirls de los verdaderos principios dados @ priori por la metafisica y de reunirlas en un orden necesario de las razones (Descartes, carta a Mersenne, 11 de octubre de 1638: «...sin haber considerado las primeras causas de la naturaleza, ha buscado solamente las razones de algunos efectos particulaes, y ai ha construido sin cimientos»). Irritacidn que se vuelve lamento en el primer discurso de la Didpirica, cuando Descartes descubre que los progre: sos de las ciencias en el campo de la astronomia depen: dieron no de una deduccidn precisa de los efectos a parti, de sus causas, como, sin embargo, 10 exige el principio fundamental del mecanicismo, sino del azar que puso los ‘amaravillosos anteojas» en manos de ignorantes: «Al Ie vvar nuestra mirada mucho més lejos de lo que sola ir la imaginacion de nuestros padres, (los anteojos) parecen hhaber dejado expedita el camino para un conocimiento dela naturaleza mucho mas grande y més perfecto que el {que ellos tuvieron nunca. Pero para vergienza de nuestra ciencia, no fue hallado por primera vez sino por la expe- riencia y la fortuna.» El conocimiento cientifico de 1o real empieza con hechos; e un escandalo que realmente hay que reconocer para poder reducirlo, para someter el hecho al derecho, ‘que es la manera de afirmar aqui el primado del pensa- miento sobre 10 real. Fijémonos en que el derecho, categoria filosOfica esencial de sistema kantiano, queda sometido en éste a un hecho irreductile: ef hecho de la Razén misma (ein Faktum des Vernuntt), el hecho de {que hay una raza, de que ésta coordina un determinado rnimero de facultades (dace: es el nimera de os a prior?) en una (o unas) relacin (es) determinada (3), et., cosas como éstas que no pueden ser deducidas @ prior, sino gue remiten al orden de un decreto 0 de una constata La frase ula ciencia comienza con la experiencia tiene ue ser también entendida en el sentido de un reconoci rmiento previo que en seguida sera objeto de una limita cin, incluso de una refutacion: la cienciasélo comienza con la experiencia, y ésta no representa la realidad mate~ rial més que de una manera indirecta. Agu el elemento, rmatetalista, si existe, noes, por tanto, mas que un punto de partida, un trampolin, un pretexto pars la formuia- cid de una tesis diferente que aparentemente mira en la direccion del idealismo: la necesaria relacin de la ciencia, ‘con la experiencia es negada al mismo tiempo que afir mada; a poco que se conazca la dactrina en su conjunto,, se vera como esa negaci6n es lo principal. La reacion po- sitiva del conocimiento con la experiencia, pensada a tra vés de la categoria wcomienzo», no es mas que una Forma, de privilegiar la proposicién siguiente, que la deforma. ‘No toda la ciencia procede de la experiencia»; por con- siguiente, provede de algo distinto de la experiencia, de algo que no esta dado en (o con) la experiencia, y procede dealgo tinicamente para «comenzar». La ciencia procede de la raz6n, como poder de derecho y como complejo de facultades distintas que, por el orden legitimo en que ella. dlispone sus propios elementos, conoce la experiencia apropiindosela, amoldndola a sus propias leyes y, en el fondo, incluso produciéndola De ahi una sorprendente definicion deta ciencia como conocimiento de I experiencia, que vuelve a mezclar dos aspectos. Al tener en cuenta el hecho historico dela me ‘nica newtoniana, sefiala de nuevo la necesaria relacibn de la ciencia con la experiencia, pero para winvertila» in i mediatamente, subordinando la experiencia 2 ta razin con la distincion de la cosa en siy el fenémeno; se pase entonces dela limitaciOn del hecho por el derecho a lal mitacidn del conocimiento mismo; sila ciencia depende, en todo 0 en parte, de la razén, no es ella todo lo que procede dela razon. Se comprende asi cémo en el sistema dle Kant, ef ideatismo domina al materilismo: aparen- tando aceptar su hecho basico, Io subordina a fa ley de la razén, reservando para el trabajo de las categorias de co- rmienzo y origen, posiciones diferentes y desiguales en la ciencia y en la experiencia. En cualquier caso, ysise miran mas de cerca las cosas, po sont tan simples, Prosigamos. «No toda laciencia pro: sde de la experiencian: en la reflexion, esta misma for ifula presenta un aspecto materalista, si no se confun- den el materialismo y el empirismo, Kant da incluso al materialista, sin saberlo, un argumento. muy impor- tante para luchar contra la ilusién empirista: iusién imeiafisica, puesto que presupone que la ciencia est ya dada en fo real, totalmente construida pero encerrada, {ue basta con darle los medios de expresarse, 0 sea, Ua lenguaje, liberarla, para que aparezca. La ciencia no est «dentro de» la experiencia, esto también es un hecho; si 1, silo contrario estuviera comprobado, hace mucho tiempo que lo real habria sido obligado a liberar lo ver dladeto que se supone que contiene. Pero, como acaba- mos de ver, este argumento tambien se vuelve contra la argumentaciéa de Kant En Kant, por tanto, la categoria de experiencia no representa ella sola al materialismo, como, por otra par te, la categoria de razon no representa al idealismo. La ‘oposicion de esas dos nociones no permite trazar una linea de demarcacién clara entre e! materialismo y et idealismo. Lo que ocurre es que en fa frase de Kant, la contradiccin fundamental pasa por otra distincin cate 76 gorial que se superpone a la primera, que la sobrecarga con todo su peso: se trata de la distncion entre comienzo origen. «No toda la ciencia procede de la expefiencian, algo que también es verdad, sobre todo para un mate- rialsta, bajo ciertas condiciones. En efecto, y éste es su primer sentido, la formula de Kant significe menos «La ciencia procede de la raz6n y no de la experiencia», que esto otro: ala ciencia procede de algon; y la pregunta fi- losofiea por excelencia, pregunta obligada, pregunta critica, es la que busca fuentes, origenes (del conocimien- to, pero tambitn de cualquier otra cose). El aspecto idea- lista de Ia filosoffa kantiana reside, pues, en primer lu- ar —cl andlisis de esta frase elemental lo demostrara claramente—, en la forma de plantear la cuestin (de co nocimiento, pera también de cualquier otra cosa) cues tin de otigen. La ciencia no procede de la experiencia, pero podria proceder de ella, en la medida en que se ad mitié desde et principio (y sin demostracién) que procede de alguna cosa; esto es lo que piensan los materialistas —Kant lo piensa al menos; y que esta interpretacién sea sincera 0 sea solamente un simulaero tiene un interés muy secundario, Pues el materalismno consecuente no busca en el conocimiento otro origen distnto dela raz6n, que le vendria dado, por ejemplo, por la experiencia, porque no se plantea una cuestin de origen, sino que al contratio la elimina. La realidad material objetiva,inde- Pendiente del pensamiento, no puede ser pensada, en el marco de un materialismo consecuente, como un origen (0 un principio, © un Fundamento), sino como un con: junto de condiciones materiales determinadas, sin co: mienzo ni fin que se puedan precsar, en el que los efectos existen dentro de sus causas, sin que sea necesaro atti- buirles un principio de explicacion distinto, es decir, una justficacion. Desde et punto de vista materialist ia idea de que el conocimiento (0 cualquier otra cosa) puede pro- ” seder di fo que sea, no Gene estcicamente ning sent slo, En este sentido, declaracion segi la cual la ciencia no hace mis que comenzar con la experiencia, pero no procede de elig, es pertectaments materialisia, pero no evidentemente el sentido quc esa declaracion toma en la ilosotia de Kane, Esto debe confirmarnos en laidea de {que no basta con sacar los elementos materialistas depo. sitados aqui yalléen las doctrinas ideatistas; hay que so meter estos elementos todo un trabajo de tansforma- cidn que ks ertadique de su problematica anterior, los hnaga funcionar en un comtexto diferente y les arranque Iie teralmente una verdad sneva Para acabar rapidamente con este andlisi, sin preten- der, evidentemente, terminarlo, hay que subrayar que la partida esta truncada desde el principio: el objeto sobre el que trabaja el razonamiento de kant es el par «cienca experiencia, es decir, esa trasposicion interes da de las ciencias, del proceso ile desarrallo de os cono- simientos y del conjunto de las determinaviones que ‘consttuyent Ia realidad objetiva, en eategorias ilosoficas enerales gracias las cuales se da ya, por supuesto, el re sultado de una argumentavion idealist, Con el simple ‘examen de esos termings, earactersticos de la explota ion de las ciensias por el idealisme filosotico, podemos semtar de antemano esta consecuencia esencal de que los clemenios materialisias, incontestablemente presentes en la filosofia de Kaut, son, tal cuales, inseparables de sit contexto xdealista, Creer que pedemos producir un mate rialismo insintiendo» el ideatismo, diciende, por ejemplo, wit ceneia no hace mas que comenar con fae periencia, tambien procede de ella, y de ella deriva odo», es caer ela peor de las ilusiones,susttuir el idea lismo de la razin por el idealismo de la experiencia. Es dejarnos coger en la trampa de una problematica ideals ta que enfrenta fraudulentamente origenes y comien20s, 8 sar somo ovgen lg tig Ju" 6 a aes, pina dso Ppl wovimniento, €n Gilti- 9 no bl reo: a Tuindepedient deo el Saari 59 POD! ™ area sear 8 nr fiteralidad esta marcada por la irae tendencis OS sora de experiencia, es porque ens misma Sain fundamen ood pets Fee no deta eta donna coe a expen” ast an 1 Hea 2 ida en ale sf - at pe contusion ene way er POE are nes cabo ge i rreacion dl ior ein a ii os sei Me rdeatas sie (8) is : Por consiguiente, hay das 1sos de una misma nocie : rama tiwamente neces dsere, Cu OSS gone eta wr PEN ue emer Pr arenprenla deaf, que a determina a a El soe dela sma nosen sue par elcotrario, en 82 eee apeinca de un eto de un PES dctocsrerin pais ij 5 HOS ie aera or eve dbl So gat de mecca sriencia es el instrtte Psa de tla actors de x o hacer de agen de Tos juegos de palabra 10S me ees a ere cost. gH AMP i edd cet 9 Avena 9 Ci ce son ae gue con ava Ge Ta ple "=X io os ama ae apr fa anusiad” sineton as) My Econ Rp Ep, 9 dS. RAL aupiiovec® oe a ss ees epee snes isos een nee nee ee ee sneer errr eee centre el materialismo y el idealismo» (19), «Asi pues, ba jo la palabra experiencia pueden, indudablemente, cobi jarse tanto la linea materialista como la idealista de la filosofia, igual que la de Hume y Kant, pero ni la defini cin de la experiencia como objeto de investigacién nist definicidn como medio de conocimiento, resuelven nada en este sentido» (20). Tampoco L falsos amigos de la experiencia nil con los que pretenden condenarla; se contenta con analizar la contradiccion, ue habita a esta categoria y explotar esa contradiceion para desarrollar el punto de vista materialsta sobre la cuestion, Hay que afadir que, en Lenin, este andlisis de la categoria de experiencia sigue al de la categoria de sensa: cid, ¥ que continia sus grandes lineas: «Avenarius y Mach admiten que las sensaciones son Ia fuente de nuestros conasimientos, Se sitdan, por consiguiente, en el punto de vista del empirismo (todo saber procede de la experiencia) 0 del sensualismo (todo saber procede de la sensacidn), Pero esta concepci6n, lejos de eliminar la ferencia entte las corrientes filosoficas fundamentales, idealismo y materialismo, lleva a dicha diferencia, cual uiera que sea la nueva ‘vestimenta’ verbal (los “elemen tos") con que se recubra. El solipssta, es deci, el idealis- ta subjetivo, puede, 10 mismo que el materalista, reco nocer en las sensaciones la fuente de nuestros conok rmientos. Berkeley y Diderot dependen ambos de Locke EI primer principio de la teoria del conocimiemto es, sin duda alguna, que las sensaciones son la nica fuente de nuestros conocimientos. Admitido el primer principio, Mach embrolla el segundo principio importante: el de la realidad abjetiva, dada al hombre a través de sus sensa- jin sealinea ni con los (09) My cap. 3. 4p, 10 de ae. i. Go) MYEleap 3, p.20 18 dela al ce) 80 i | i ciones o constitutiva de la fuente de las sensaciones hu: manas. A partir de las sensaciones, se puede uno orientar hacia el subjetivismo que lleva al solipsismo (los cuerpos ‘son complejos o elementos de sensaciones), y también se puede orientar hacia el objetivismo que lleva al mate rialismo (‘las sensaciones son imagenes del cuerpo. del mundo exterior’). Desde el primer punto de vista ~el del agnosticisma 0, yendo mas lejos, el del ideatismo subjetivo—, no podria haber verdad objetiva. El segun do punto de vista ~el del materialisino— reconoce esen cialmente la verdad objetiva» (21). Los que tienen o fin. ‘gen tener a Lenin por un sensualista, es evidente que des ccontocen esta pagina; para un desarrollo mis amplio de cesta situseién, nos remitimos alos analisis de D, Lecourt ‘en «Une crise et son enjeu» (22). Para ser completo, anadiria, sin embargo, a este largo texto de Lenin que he tendo que citar entero, una simple observacidn, Aunque su idea fundamental esté absolutamente clara, en su vo- cabulario el texto todavia deja subsistir un equivoco, al conservar la nocién de «fuente», También esta nocién mira a ambos lados: para un idealista, significa princi pio, origen o fundamento; para un materialist, determi snacion material objetiva. Para terminar, indiquemas algunas conclusiones pro visionales 1, La lucha de tendencias en filosofia es universal: determina en rodos sus aspecios la existencia de todos las sistemas filositicos 2, Esta contradiccion es una contradiccin material, {que se realiza siempre en contradicciones determinadas: Q) My, cap.2,p.44p. 117 dele ed. cit), (22) Hay sersioncastlna, Bnav sore la posed de Lenin en lsofa, Silo NXI de Argentina, 174 81 ‘i permite dar cuenta de efectos filosoficos singulares, ‘nsenarables de la coyuntura, tedrica y préctica, en que tales ctectos se producen. 3. Esta contradicvion es también wna contradiccién dlaléctca: los elementos que disocia ¥ asocia no pueden ser aslados inmediatamente y wueltos a tomar «tal cual», on independencia del eontexto antagonico en el que es. ‘ant ininersos: lo signficativo es la relacidn de esos cle- ‘mentos, o sea, a unidad contradictoria que les asigna, coneretamente, st posicion, 4. Por iiltimo, esta contiadiccion es ella misma et efecto en la filosotia de una tucha de eases especitiea: de ai la necesidad, para estudiar ef proceso de la filosotia en si historia, de una roma de partido: solo desde este hhunto de vista pueden ser identificadas y aclaradas esas ‘ontradivciones reales, 2 GEN NOMBRE DE LA RAZON? MARXISM, RACIONALISNG,, IRRACIONALISMO ican Ratiber 1Cémo luchar contra las filosofias de ta crisis? Desde hace algin tiempo, los comunistas se han visto obligados 4 conceder una atencién cada vez mds sostenida a temas Ideoldgicos sabre los que si hoy se insiste no es por azar: temas como, en el terreno econémico, los «limites del crecimiento», el «crecimiento cero, los sriesgos> y ««perjuicios» (para el «hombre», para la wnaturaleza») de Ja industrializacion intensiva, etc...; en el terreno social, tuna renovacion de fas ceoriasanarquistas que toma como bianco «las instituciones», «los poderes», y proclama la necesidad de la «abolicidn» inmediata de la Familia, la Escuela, la Medicina, los tribunates; en el terreno filosd- fico, un cuestionamiento del evalor de la clencian como conocimiento y como fuente del progreso social, bien en beneticio de temas de religiosos (Illich) 0 ‘mistico naturalistas (la «gnosis de Princeton»), bien en beneficio 4e temas niilistas ¢ irracionalistas (Deleuze-Guattar Precisamos que para nosotras, el problem no esta en saber si hay que combatir estos temas en las précticas y * Version catellana de Mariano Marea, Publicado en sa Nowelle Citiguen, n° 98, diciembre de 1976 8 en Jas ideas. El problema esta en saber cémo hay que combatilos, desde qué punto de vista. Es un problema filos6fico. Es un problema politico. Algunas consideraciones De entrada, se imponen algunas consideraciones Aquellos temas ideolégicos, por muy diferentes que sean unos de otros, coinciden en apoyar y facilitar los in- tentos de la gran burguesia de «resolver» en su provecho ya su manera la crisis econémica, es decir, presentando &ta como inevitable, proclamando la necesidad de la austeridad, sustituyendo las causas sociales reales por causas imaginarias, por abstracciones como la Técnica y la Ciencia, que cargan con todas las culpas. De forma igualmente clara, buena parte de esta ofensiva esta arti culada, concertada con objetivos inmediatos que podrian tener sobre los trabajadores manuales ¢ intelectuales efectos que es previso ocultar: wreestructuracién de la producci6n capitalist, quizd la tentacion de un desplaza ‘miento de los centros de acumulaeién de capital hacia otras regiones del mundo hasta hace poco «subde sarrolladas» y que aparecen como los nuevos paraisos de Ia libre empresa, con su mano de obra barata y sus regimenes «fuertes», Por tanto, y son cosas que van jun= as, frenazo, limitacion selectiva de los gastos de educa sidn, de investigacion ciemtifica y tgenica (1). «Quien a eS ae a ss ss ana a sss sae a a a spn ans aan nea aes Sp ee quiere aivogar a su perro, lo acusa de tener arabian co: totic de stars ropa ga aes eas sg 500 sewers tape econ eae eres sere Rabin se fornnds # meno mere enna ela le mid eae am te sens Me sey Glare ro mit del oe {Tune enstela ein dee, secon sesamiae Ales mes Site christy ced J oxo, os em 8) she dane arate ne deta» i Tae Snes etree sc eevee, re edapercons nance ma pr Steiner Estas obo del Peach erator bale soc colin fy ce at, eb Mea crs ames eed Sin ncn tea rons tpl de Sesto ey ue enn 3 9 ian nr ¢maialalrv ecloe Jenson anc amerency. ea pues ev amos deisel ecas weer toms det enorme, laa slave obra, Der, es absluament impresndlesupsmi todo ine desde puto de visa del eaptal reeset, ben BEES ‘epiliaross bien spiilepoe ets mista cas es Sci, que thoy resllaindspensite comempiea yaa erie, aeerar roe Ineuolin,empeeand por aac 3s sepurided (epi 0, Tid el empleo) 8s cualfeacion de aq pases hive clr ener) sta conradiion es 2a, expos 8s tsa mera dhostals y diensasio ol om ls mavor dracién de i scolrad, I netic €5 mas que una ilision, a idolges, lucha gee pate negrane de Su combate cotta pica desea, coat spain de a rsh pore eran capital por el desarrollo del mon mento poplar Bota és somanits sect qua idea lade iraconalsmo, supe un lgar import Se estar prodiendo, se ora mas 0 menos celineada ee desarrotio del iravionalismo, o més bien un desliza. eno tend dee eco ree) donate todo periods htéco desu ascension econcicn de lominain poi, ta burgueia desta ant ta oon y was Hovis rca qa ea, ban el ropes del conoinienos el roses pre cos oxime, esa se mrs pra osetia, qual no, en una clase prs de ire ssa, Pre oma, cle cca ut ee sa # porn sia aman eer eno sucesvo como potador dl aconlmo Heo co us la dtene hace popear, al ue abe un fe aod a. esrb ay wa Gel pasado (especialmente ela epce de fase, a6 contra el cual Politzer, Maurice Thorez —entre nosotros levantaron la bandera de Descartes!) Efectivamente, esta cuestiOn es importante en la teoria y en la préctica, Pero como también sabemos, es indis- pensable ajustar nuestras ideas y nuestras tesis, porque ‘en materia de lucha ideoldgica, como en cualquier otro campo politico, ninguna posicion es espontaneamente correcta y eficaz al cien por cien. La combinacion del analisis concreto del presente y las leeciones tebrias del rmarvismo es lo que nos permitira realizar aguel ajuste por medio dela discusion y la confrontacion de experien- cias. De abi, algunos elementos de reflexion sobre la ccuestion del racionalismo y el irracionalismo, que pro- pongo para ser discutidos, Que es el irracionalismo? En alguna medida, el irracionalismo, por una necesi- dad interna, escapa a una definicidn unificada, sisteméti- cca Su importancia y su influencia no provienen de que se cconstituya en un sistema coherente, capaz de proporcio- har un entramado ideol6gico ¢ institucional a toda ta sociedad. Hablar de irracionalismo es designar un con- junto de tendencias reactivas que, bajo diversas formas, se presentan como wetiticas» de la Raz6n, de a racionali dad (cientifica, politica, econdmica) y se inspiran para ello en un pasado ideologico de cuya persistencia ellas rmismas constituyen una prueba. evo es enormemente importante no confundir cionalismo, fentémeno esencialmente moderno, con las ideologias anteriores al racionalismo, especialmente con la religin,ideologia dominante ev lay sociedades feud les precapitalstas. Lo que hav que comprend” es la rela ‘cin del irracionalismo moxierno con el mito y la vligiin, a ina. que hoy «sobreviven» bajo formas profundamente trans: formadas. Relacién muy desigual que, a su vez, impone distin- ciones de una gran importancia préctica Es indiscutible que, especialmente en Francia, hay un irracionalismo «vulgar» pero, por lo mismo, nada desde- fable: mezcla mas o menos homogénea de creencias su- Perticiosas, pseudo-ciemtiticas y para-ciemtficas (que tienen sus profetas, de Albert Ducrocq a Uri Geller), de naturismo, de religion (jLourdes!). Fendmeno muy’ im- portance, {Es cualitativamente nuevo? En el fondo, n0, sca cual sea la distinta publicidad que le de la politica ideologica de ta prensa y 1a radio burguesas. Por el contrario, ¢s un fenémeno ya antiguo {Cuiles son sus causas? No basta con invocar ahora la ‘gnorancia de las masas, venida desde la noche de los tiempos, porque esta wignorancian no es de ninguna ma: neta un fenémeno natural, un fenémeno absoluto. En Ultimo andlisis, hay que recordar cudles son atin hoy las contradicciones y los limites de fa ensenanza que se im- parte @ las masas en una sociedad de clases como la ‘huestra, Puede decirse que el fondo tenaz del irraciona- lismo vulgar sobre el cual se apoyan todas las empresas de mistificaciOn ideotgica a que nos estamos refiriendo, sal mismo tiempo el residuo y el subproducto de la edu. cccion burguesa, sobre todo de la misma escolarizacidn, primaria «laica», y nos remite, querémoslo o no, a sus ontradicciones historicas. Porque esta escolarizacion,a {a vee que realiza una extension sin precedentes dela en- Sefanza popular, no supera la desigualdad ante el cono- (Verio cavtellana Bacceloa, Lai, 1978) 4 filosofia anticientifica solo en «teoria», es deci, ena su perficie: bajo ningiin concepto tenian como fin préctico limitar 0 estancar el desarrollo cientifico y téenico de ‘Alemania al servicio dela gran industria y el militarismo —itodo lo contrario!— ni, sobre todo, limitaro estancar la aracionalidad» y la «ravionalizacién» de la explota- cidn, de la propaganda politica «cieniffica», 0 sea, del «sistema» de concentracién. Este es el aspecto contradic torio del irracionalismo que pudo entonces pasar desa- percibido (4), De ahi la necesidad, para ver hoy mas claro en todo es- to, de plantear una cuestion doble: 1. {Qué representa histricamente el racionalismo fi- los6fico? 2, {Qué conexion hay, en nuestra época, entre una crisis econémica y social dl capitalismo, en el contexto ‘general de la crisis del imperialismo, y las contradic- ciones de Ia ideologia dominante? Qué es ef racionalismo? [No tratamos agui de rehacer toda la historia del ra- cionalismo filosbfico, cuyos origenes, tan antiguos como los de la filosofia misma, pueden remontarse a It anti- sledad (Deméctito, Aristételes). Lo que nos interesa es Ia estructura del racionalismo constituido en filosofia do- minante en la época moderna, y el sentido de su evolu cién tendencial, la relacion dialéctica que se establece en Glentre las dos tendenciasfilos6ficas determinantes, ma- terialismo e idealismo, en funcién de unas condiciones historicas dadas. (@)_Lésesobre te ems un famoto texto de Brecht, de 1997 «Dis- curso sobre a capacidad de reastende a razon en Berssul po Iigu et soe, ed. de L’Arche, rp. 198-198 95 El racionalismo, como toda filosofia, es una orma- cién de compromiso, un producto de la lucha del mate- Tialismo y del idealismo que queda bajo el dominio del idealismo (5). Cuestion decisiva: «en» el racionalismo, © ims bien, en su desarrollo y proceso de evolucion, hay viertamente un elemento de materialismo tendencial que, bajo una forma especifica, lees consttutivo, Y correlati- vamente, durante todo un periodo, ese materialismo no hha tenido otta existencia que la forma que toma en tanto {gue componente dei racionalismo, en el terreno del ra: conalismo que éf mismo contribuye a crear (no existe, por un lado, el materialism, intemporal, presente pero escondide, ¥ por otra lado su «expresién en forma ra- cionalista, dentco de los «limites» det racienalismo). {Cudl es, por tanto, esta forma especifice que corres- ponde a las condiciones historicas dela clase burguesa y el desarrollo de capitalismo a expensas de los modas de produccién de vasallaje y de su superestructura feudal y ddespotica? Es e} materialismo de la lucha anti-eligiosa, de la critica de la tetision, de la teotogia, y por tanto, en l plano filoséfico, del espiritualismo, La tendeneia ma: terialsta, en tanto gue tendencia anti-rligiosa, subtiende el conjunto de las diversas formas del racionalismo clési- co umietafisico» ¢ «empiristay. El ractonalismo es mate- slalista en tanto que se opone a la religion y al espiri- tualismo (en diversos grados) Pero esta caracieristica es insuficiente, El elemento tipico del racionalismo es la lucha contra la religibn por ‘medio de y @ favor de la ciencia de fa naturaleza, Por me (5) Remit para este punto al aticulo de Pierre Macher, «his tote de la llosphieconeiderée comme he de tendencesn (son 2itelana en exe mismo volumen) ya mi conferensa enol CERM, {ilo sbreladactca, Sorel comradcim aparece en Eons Sova (son casetlna en el volumen Teoria» praxis, Fernando Torres editor, Valens, 197, 96 dio de la ciencia de ta naturaleza: tomando de ella, para ‘atefutar» la religion, los conceptosy los «métodos» cuya generalizacion fildsofica permite la critica dela teologia, el milagro, la revelacion, la providencia, etc. En favor de la ciencia de la naturaleza: porque, a cambio de lo ante- rior, esta critica tiene siempre como objetivo hacer saltar los obstéculos ideolbgicos que traban el progreso de le ciancia de la naturaleza y de su aplicacién productiva, 0 al menos algunos de ellos. -Aceste nivel, podemos ver ya cémo, seqin las variantes historicas del racionalismo, su componente materialista debe ser desigualmente fuerte: no solo en raz6n del nivel de desarrollo de los conocimientos cientiticos y de la fuerza de la articulacién establecida entre ciencia y filosofia, sino también en razin de la posicién mas o me- nos conseewente que tal o cual filosofia puede ocupar en esta lucha que se desenvuelve en su propio terreno. Algu- nas variances son totalmente parad6jicas. El racional ‘mo puede tomar la forma de una «teologia racional». ¥ simultaneamente, la lucha contra la teologia puede to- ‘mar otra forma distinta de compromiso, que opone a la Fe, no la raz6n, sino su «contrario», la Experiencia, el Sentimiento, ia Vida. Primer indice del par simétrico que vvan a-constituir racionalismo e irracionalismo y cuya funcion cambia segin las estructuras ero esta caracteristica es todavia insuficiente para dar ccuenta de las variantes, las contradicciones del raciona- lismo, y de la desiguaidad de su relacién con el mate- rialismo, Para comprenderlas, hay que ver cOmo el re- ccurso a la ciencia de la naturaleza en contra de la religion ‘en absoluto tiene su fuente ena simple confrontacién de ‘ambos. Es el mismo racionalismo el que imagina y proclama una incompatibilidad inmediata entre ciencia y religion, susceptible de hacer jugar una contra la otra, bajo las especies de la incompatibilidad entee luz natural ” Espero eeeer ere ere epee arene eer ere reece eee aU eee y evelacién, entrerazén y mito (0 mistica), entendimien- to y fe (0 superstcién, prejuicios), la naturaleza y «to sobrenatural», verdad y error (0 ilusion). Pero esta rela- cidn, de hecho, es una relaciéu praducida bajo el efecto de otra «causa» de la posici6n racionalista, por una me- diacién de orden préctico, «politico La cause més profunda de la lucha del racionalismo contra el espiriualismo es, en efecto, la opasicton pricti- a entre la concepeion relighosa del mundo y el derecho burgués, Es el desarrollo de la ideologtajuridtca, bajo ta ‘cual y gracias a la cual el derecho burgués puede de- sarrollarse de acuerdo con el proceso histérico que exige 11 desarrollo de las relaciones de produccion y el Estado nacional, porque solo dicha ideologia le suministra ta garantia tedrica de su préctica cotidiana (6). El analisis, histérico del racionalisino (y de la misma categoria de ra- on, de racionalidad) muestra cbmo la lucha contra la r= ligidn para y por la ciencia de la naturaleza tiene en si misma como condicin la lucha contra la religion para y por el desarrollo def derecho y de la ideoloyia juridica burguesa. De ahi una consecvencia fundamental: el elemento de ‘materialismo constitutive del racionalismo no se ve afec tada solamente desde dentro por los grados desiguales de la lucha y del compromiso enire religién y ciencia dle la haturalers, No puede bastar con adesprenderlon de esta Jimitacién para hacerlo surgir «en persona, sino que es 1 afectada sobre todo por ef hecho de que si puesta en prictica depenile de la ideologia juridica y, por tanto, porel hecho de que la lucha contra el idealisino religioso (6_Reléate sobre exe ema aos avelo de Eagcsy Kautshy, ‘soviino de Tor Juriasn, de 18, aduccion franca ent fntloge de Fstions Socaes, Mary Engels, Sur la reliion, 1980 98 se efectia bajo la dominacién interna de otro idealism, ¢lidealismo juridico, (del sujeto individual tibre y del de- recho natural) Puede comprenderse entonces esta situacién a primera vista paradjica de la que aiin hoy somos tributarios: racionalismo es tanto més «consecuente> en tanto que uch amtreligiosa, es tanto mas puro y se desmarca me- jor det espiritualismo y de su «otro» congénito, el irra tionalismo, en tanto en cuanto es tambien mas conse- cuente camo realizacién filosética del idealismo juridico bbureués. La aracionalidad ciemtfica representa la «ra- cionalidad» juridica. Asi su forma fuerte, cipica, es 1a tlaborecién de la categoria de Razon bajo una concep- cidm de ia sociedad como naturaleza, como realizacion de la naturaleza humana (y no de los designios y las leyes de Ta divina providencia), camo sistema mecénico y arméni- co de las relaciones «naturales» entre los individ razo~ ables (7), Solamente si nos remontamos a esta estructura interna del ravionalismo filos6fico podremos comprender las formas de la ideologia filoséfica domiinante que se de- sarrollan desde que el capitalisino vence definitivamente al feudalismo y desde que, simultaneamente, se de- ‘sarrolla la lucha de a clase proletaria, cuyo efecto filos6- fico es una forma radicalmente nueve del materalismo, EL mito fosbfcoburgus dea razon, es dose revolsionaria, cxrest spr a uni dena factad man universal del Ni ‘Rta, que puede ai dceoi soberanament campo del eco Yet dein aside enammaie ene puogrese de is cena. Remo aos bdlside Uy Auster en Phiosophc es piesorespotont dessa ns Mestore 974 (erin ene: Barevlona, Lai. 195), Ele iments vanocringue, Hachete Liter, 193 (eso eave Brclonas tai, 1995)» Peston fl tov de a lesa de e389 fen, Eats, Socaks, 1996 (erase caxelana Dastlona, ‘Ararat, 1977), 9 cl materialismo dialfetico investido en la ciencia revolu: cionaria de las formaciones sociales, {Cudles son esas formas? Ante todo, las formas del positivismo y del neo- positivismo actuales (8). El positivismo es todavia un racionalismo que, combinando la herencia del empirismo (Hume) y la del formalismo (Leibniz), tiende a presentar todos los fenémenos de la naturaleza y de la sociedad co- ‘mo explicables por la Logica y la observaci6n, por el «ra- Zonamiento» o el «caleulo» y el emétodo experimental, ¥ que, sobre esta base, proclama el «fin» det irracionalis- ‘mo, el «fetichismo», ef misticismo, etc, Pero el posiivis- ‘mo es un racionalismo cuyo resorte interno, en lo que se refierea su periodo clasico, esta singulamente debilitado y en el que, correlativamente, el elemento materialsta (Giempre presente, como en toda filosofia) es cada vez rms cl elemento dominado. Porque en el positivism (9), pese a las reiteradas proclamaciones, la lucha contra el espiritualismo y a ideologia religiosa se vuelve totalmen- te formal: su figura no es mas que la de una division: de tun lado, el lenguaje y las operaciones racionales, téeni- cas, de la ciencia; de otto, el lenguaje ¥ los rtos wirra- cionales» de la religion, la metafisica, el «mito», De un lado, las necesidades def conocimiento y sus progresos; de otto, el residuo, imposible de eliminar, del sentimien to, de la patotogia. (Cuidado: ta relative debilidad dt psitvismo en a radsin fi losiiea Universitari rancesa durante toda una oss, no debe oe taznos el hecho de ie e a forma dominant de alto fHossico tel mando captalstamodero. Nohas que seguir dejindorengebar ot el hecho de que el posnsmo aca ea incapaz de organise en Sisemasn al modo dal acionalimo metic claico: una forma Se Sena eomo eae latina en la historia def los. Y despa de Hegel el santo horor que inspira el sstema, mpone at I ois dealt a Tora de emia, (6) Vinas aun elneo-postivimo actus, de Mach a Can los sherejess como sr Kat Poppe, cay dil ydeeneor eco nocido en Francia se famoso blog tacaues Monod, 100 | sergeant cecnteengcge sgn genres een grag ree Al admitir de esta maneraelcardcter wirracional» dela religion, el positvismo brinda a ésta una buena coarlada dela que no ha dejado de sacar provecho con el pretexto de completar el conosimiento ciemttic, siempre carente dde un complemento espirituab». El positivismo es wna ‘base mucho mas solida que todas las formas anterio- res del racionalismo para el desarrollo del par racio- nalismo/irracionalismo y para la formacion de filo- sofias irracionalistas. Y es que, en el fondo, la oposi cidn ciencia/religion (o ciencia/mistica) ha cambiado de sentido: fa funcion de combat a religion tiene ahora s6- Jo un cardcter secundario y se tiende en primer lugar @ ‘poner a la ciencia la voncepeiémmateralista de fa histo ria y la dialéctica, presentadas como modernos avatares de la religion, el animismo etc. Y correlativamente, la ba- se ideolégica juridica del racionalismo sure un impor: tante desplazamniento: en vez de tratar de «fundamentar» ‘una politica y una forma de Estado sobre el derecho y la Razén, cuyos principios universales emanan de la natu: raleza humana, la tendencia es la inversa: fundar una in terpretacién y una practica del derecho, es decir, de ta «razon de Estado», sobre la oposicibn politica de dos ti pos de sociedad, las sociedades alibres» y las socieda- des totalitarias» que, por la fuerza, realizarian © impondrian al individuo una determinada «ideologia» (véase el Este... Llegados a este punto, estamos en condiciones de comprender que el positivismo pueda ser, para el capita lismo moderno, fa forma dominante de la ideologia do- ‘minante (en tilosofia) y, como en seguida veremos con mas precisiOn, la base interna del irracionalismo mismo. Pero se plantea enionces la pregunta siguiente: ,c6mo afecta a esta configuracin ideoldgice la aperture de la crisis historica del capitalismo? 101 Crisis social» y «Crisis ideotdgican Me he referido més arriba, presentandola de forma ne- cesariamente esquemética, & ia interpretacion que hi- rieron muchos comunistas de las relaciones entre crisis econdmico-politica y crisis ideotdaiea, ante las tenden= cas irracionalistas actuales: Is burguesia se veria forza da, por sus propias difculiades, a ecurriral isracionalis- ‘mo, a invertir su tendencia ideoldgica y utilizar el irra- cionalismo como un istrumento de su estratesia politica defensiva. Vayamos nn poco ins espacio, Me parece que, toma- dds al piede la letra, esa unterpretacion es ala ver ideatsia ¥y mecanicista, Idealista, porque tiende @ hacer creer que la burguesia de ayer y de hoy seria rodopaderasa re: necto de «sus» ropias ideas, que ela las invenca, las efat rica» segin las ‘ecesidades de su causa y las impone a toa la sociedad, con més 6 menos éxico segin su poder material y fas ee sistencias que encuente. Mecanieista, porque ia evolucién del «instrumentow ideologico se reduce entonces a un esquema (demasiado) simple, no disléctico: en el perioda de auge del capitals ‘mo, la ciencia (en general) es «itl» al capital, le sirve y Por tanto es un valor ideotigico postiva; inversamente, ‘en el periodo de crisis, de decadencia, la ciensia (en gene al) mo es ya til al capital, se vuelve contra sua, se c vierte por tanto en un valor ideolégico negative. Pero este no es cl sentido de la tesis marvisia funda ‘mental seatin la cual «la ideologia dominante es le ‘deologia de la clase dominante». La ideologia dominan- fe no se constituye ni automaticamente ni por una deci sién de la elase deminante. La burguesia este materiai= mente cogida en asin deologia dominance, dererminada 102 ‘por la misma ideolopfa que ella impone histéricamente a la sociedad. No tiene el poder sobrenatural de inventar y cambiar «libremente» su ideologla, de adapiarle como ‘un instrumento a las enecesidades» de las distintas co tunluras, mas o menos duraderas y contradietoria. Ciertamente, hay una politica eoldgica de ta bur- suesia, e incluso de determinada fraccion de Ia bur- guesia (et gran capital y el Estado) que tiende a de- saarollary difundir, por la edicién, ta prensa, fos medios, audiovisuales, Cemas ideotdgicos y filosoticos. Hay tam- bign una «gestion ideoldgica» concertada de Ia clase do- ‘minante. Pero ests politica no puede existir mis que dentro de determinadtas condiciones materiales y bajo contradicviones que ws esta en su poder elude Qué es fo que sucede en la prictica? Primera explicacion posible: para actuar en el plano ‘deoldgico, a ls burguesia le hacen Falta hombres, ¥ espe- cialmente idedlogos wactives», «funcionarios de la ‘deologian. No sOlo individualides creadaras de temas, filos6ficos, ecandmicos, socinlégicos, sino sabre todo ‘una masa de intelectuales diversos, reconocidos o no co- mo tales. Ademas, &i0s no «maniobran» como un ejér- cito cuando desfila, No se trata simplemente de pasar sabrdenes» que se cumplen al ser wejecuiadas», Su ares: puesta», es decir, sus iniciativas y sa receprividad, depen: den ellas mismas de la coyuntura, del estado de las luchas, de una correlacién de fuerzas y de lx manera eo que aquellos han sido «formados», Pero esta explicacién resulta todavia insuficiente, Es circular. Lo decisivo no son les hombres, ¢s desir, los cespiritus», incluso tomadas en masa, Lo decisive son Jas exigencias materiales de la practica ideologica, las re laciones sociales en las que aquellas se desenvuelven y por tanta los apararos ideolégicos del Estado y sus 10} ‘medida de lo posible) tos efectos ideol6gicos de I crisis evonémica y politica det capitalismo, hay que tener en cuenta esas condiciones materiales. Y puesto que se trata aqui del racionalismo, del irra sionalismo y, por tanto, de las relaciones entre las cien- cias, la filosofia y la sociedad burguesa, esbocemos un lltimo rodeo, que es imprescindible. Desde su constitu- defender el capitatismo monopolist ye! caitalimo de Estado. Si rtca los efectos nocivos dl «crecimienton, jo hace en nombre de as extadnicas yas prescipions de los ordenadores de Harvard! Secure la uti, so hace en nombre de los chechos obeivosn, ls eeviden- Gias experimental» de Ta ctsis svi! Si denancin Ta scienca pura, sl hace en nombre de la wefcacia sue. riot del wsaber popular, dela emedicina dsclzay! Si acusa al Saber como insttui6n, como represién, como ideologia, et. lo hace en nombre de la misma conep- Gin positvita del poder de la iencia y ela ina co mmo procedimiento téenco adminsirativo (bgieo y so cial, «socioldgico»)! (13). A esta determinacién es a la aquehay que aacar para desenmascarar las rales dl ie Gionalsmo, las cosas so asi, nesta sha contra el raiona- lsmo no puede hacers oa vez en nombre dela Razény te raconalismo, Nien nombre de un (pico) 00 fT retoralismo anterior ast edesvacion posta, a én nombre deun raionalismo «nuevon, Esto levaria a dsarrollar, no el_materilsmo de fos teabajaderes Sienificos, sino su idealism, no lo que su concenia ene de revoluconaio sino Toque emp converte fn tal, Ante todo, producica un emible efecto de «bo- simerangn ent campo mismo del marxomo, que goza Ge ninguna vinmunidad natural en su. propio de- Serrllo. Est defensa, reforando aparatemente [a atianza del marnismo con ls cenias de a naturale y ia teenies productive, lo eblaria ante la deolgia (03) Para ee tema, ver libro de Michel Pecheos, Les Vrs de 1 Paice, Pas, Maspeie 1975, 109 bburguesa de las «ciencias humanas», de la economia, politica y de I politica sin ms. EI marxismo no debe ad mitir a ningin precio, como hemos podido ver reciente: mente, cl planteamiento (comin a la gran burguesia y a la socialdemocracia) de los problemas econdmicos y politicos en términos de opciones légicas entre dos «mo- delos» de gestion racional de la sociedad, en vez de plan- tearlos en términos de lucha de clases El marxismo debe inteatar combinar efectivamente ddos perspectivas, tanto més indisociables cuanto més de- cisiva nos parece la crisis del capitalismo, cuanto més afecte a la naturaleca de las relaciones sociales actuales. Una perspectiva stéctica» (responder inmediatamente @ la inflexiGn de la ideotogia burguesa) y una perspectiva sesiratévican, preparar las condiciones de la hegemonia ideologica del protetariado, en Ia perspectiva dela revo- lucién socialista. Porque la revolucién socalista es, en efecto, la unica verdadera wsolucidnm a las contradic ciones sociales de cuyo desarrollo el iracionalismo es un sintoma ideolégico; no una solucién-milagro, automati- «a, sino una solucidn a construir por la accién historica el proletariado y de todos los trabajadares en torno a él, tuna solucién cuyas bases se preparan hoy en la préctica politica del protetariado. Pero esta perspectiva no es un problema de Razén, de ravionalidad, una simple alterna- Hiva a la «razon 0 la wsinraz6n> del capital memopolis- tay de a division tecnocrética del trabajo; es, ante todo, tun problema de lucha, de lucha de clases, Fundamentalmente, por tanto, el marxisima no es un sracionalismo», y precisamente por eso puede, siesta y sigue estanto vivo ~Io cual no puede darse por supuesio— oponetse victoriosamente al irracionalismo. Mis concretamente, el marxismo, como filosotia en po Sesin de una ciencia y de una politica, no es wn raciona- lismo teérico, en el mismo sentido en que puede devise, 0 acertadamente en nuestra opinién, que no es un hunt timo tebrico. El marxismo ha surgido y se desarrolla @ partir del racionalismo y también contra él, como una nueva forma del materialism, la primera que invierte de tuna manera efectiva la relacién de dominio idealismo- materialismo que el racionalismo, por el contrario, pre serva, Porque en la raiz del marxismo hay una doble rup. {ura revolucionaria en relacién con el racionalismo: Ia constitucién como objeto de ciencia de la historia de las sociedades (cosa imposible con la «generalizacion ra cionalista de las wleyes de la naturaleza), y fa ruptura con el punto de vista, de Ia ideologia juridica sobre Tas relaciones sociales, que secretamente ordena esa generali- zacién, {Debe decirse, por tanto, que la lucha filos6fica del marvismo es, en la misma medida, una «lucha contra el jrracionalismow y una «lucha contra el racionalismon, como si se tratara de un par simétrico, igual? Es evidente que no. Fs0 seria precisamente ignorar la contradiccién interna de la historia de la filosofia (jy no haber aprendi- do nada de la manera en que especialmente Lenin trata y utiliza @ Diderot, Feuerbach, Hegel, e incluso a Duhem y ‘Abel Rey!). El materialismo marxista, precisamente por- ‘que na es un racionalismo y porque éte es, en cierto sen tido, como hemos visto, su adversario principal en el par racionalismo/irracionalismo, puede y debe sacar del ¢5 tudio atento del racionalismo elementos muy valiosos pa- ra su lucha ideolégica. Pero esta alianza, este apuntatarse cn otf, esté sometida a dos condiciones imperativas. La primera condicidn es que esos elementos, es decir, esas tesisy esas categoriasflosOficas, sean extraidos, por medio de un trabajo filoséfico nuevo (que no sea una lseleccibn mecénica, sino una verdadera transforma: tion), de Ia forma bajo Ja cual han sido producidos, para (que apatezca la contradiecién fundamental de Ta que son resultado y para que su tendencia materialista pueda ser retomada, prolongada, ajustada. Es obvio que, en este trabajo, algunas tesis y categorias jugarén un papel ‘mucho més fundamental que otras, en particular cuando Tepresentan los wexcesos» del racionalismo clésico, de los que el postivismo ha intentado desembarazarse, En pri- ‘mer lugar, todas las categorias que expresan la universa- idad objetiva y la realidad «absoluta» de la causalidad natural, asi como la interaccién material de los fenome- ‘nos en tanto que causa determinante de su «movimientow (14). Otras categorias deberdn ser deserticuladas y desplazadas (experiencia, totalidad, etc). Otras, en fin, tendencialmente eliminadas (Razén, Naturaleza hums: na, Armonia preestablecida, Fundamento del conoci- ‘miento —ua priori» o «sensible»—, Verdad de Hecho y de Razén, Sujeto de Derecho y de Hecho, ete.) Pero esta primera condicion depende de otra segunda: esos «elementos» flos6ficos tienen que ser completados, ‘0 mas bien subordinados a otros que no tienen neda que ver con I filosofiaracionalista y que proporcionan la ba: sesobre la cual podemos valernos de ella, Elementos filo- s6ficos, es decir, las categorias y las tesis del materials ‘mo dialéctico: proceso, conteadiccién, Elementos cientifieos del materalisino hist6rico, incluidos, sobre todo, elementos inéditos, todavia por desarrollar en su ‘misma utlizaci6n y referentes a las relaciones de produc (G8) Este se sentido en gue Athuser, en una sie de texto iets, ambit otros mt ant, 0, baamado ln atensia cepet lament sabe In impertancia dL esoia de Spinora pa ed mare. tno, Pogue Spinoza, con gran etindalo de ss contenpordnety jd Ia posteridad, tert In exrutira interna del acon esi, oo lugar de fandomenar,abertao secretamentc recoocimiento de it objevdad de la cetcia de la aturalea ela ieologia el eeto Juric y desu bert, expca odo solamente alberta eal esa ote nara fina, deerrainada Es inerestate la lecture dl ‘reve libro de. F. Moreau Spincen, Sel, co. eArocosmen, m2 cin, las relaciones sociales, los aparatos ideoldgicos del Estado, y ls formas correspondientes de la lucha de cl ses, en la &poca del imperialismo. Por atin, elementos politicos de la politica protetara, referents ala culturs {a ensefanza popular, la cienciay su lugar en la divsién social del trabajo, Sobre estas bases, a fos marxista, alos comunistas, no les falta trabajo; su urgencia misma prueba que existen condiciones para llevar g buen fin us SERRE SEES ease Spee es spe a se nS ape nese nue nS nSSSEE TT APENDICE Sobre algunas condiciones de la lucha ideologica ‘en ef wampe de Ia filosofiay * 1, El texto que sigue no pretende decir cosas nuevas acerca de lo que ocurre en el acampo dela filosofia», Su propésito es tan sencillo como recordar que la misma existencia de ese campo no es ajena a la lucha de clases v ue, por tanto, nos interpela para producie una interven: ion como fucka ideoldgica. Pero habré que matizar cuidadosamente que esa lucha ideoldgica no puede ser confundida con ninguna suerte de «guerra de discursos». Esta clarificacion s6lo se logra, sin embargo, en el marco de lo que este texto propone: el analisis de las condi- ciones de una intervenci6n revolucionaria en e! «campo de Ia filosofian texto» se detiene en este punto, y no por conse: * Los autores dl texio que sigue (Rosa Jiménez Asensio, Sergio Hinojosa y Mariano Maresca) lo redactaron para ul zarlo como introduccién a un debate sobre los fileso"0s y la filosotia con los mismos profesanalesencargados de su ene ‘ianza. De ali ol carter abierto de texto, que pretend sobre todo enunciary situa ls problemas fundsnenteles del debate 17 sara las apricticas dscursivas», ala wescrituray, inefica- «es o irelevantes para la lucha politica directa, sino por- ue el punto en que nos quedamos debiera sere inicio de un debate con y entre los mismos profesionales de la Filosofia. Para ese debate era preciso interpelarlos antes, desde un punto de vista presuntamente exterior a sus précticas, precisamente el punto de vista de la préctic. Situados ya en el terreno del analisis politico en sentido estricto, tendrian que definirse ante wobjetos nuevos», sajenon au campo: sina, paid, el econven- 2. Los términos del problema son los siguientes. Nos Proponemos un objetivo que hay que conseguir interv niendo en un medio. Pero ambas cuestiones hay que con- siderarlas en orden inverso, pues, en efecto: — El objetivo es el establecimiento de una lucha ideolbgica por la hegemonia del marxismo en el «campo de la filosofian; y desde el punto de vista marxista, el es- tablecimiento de esa hegemonia no puede suponet sino el final de a existencia de ese campo, su ruina politica (que ‘no es la uina de sus discursos, sino de sus soportes), Pe~ ro esto es algo que habra que demostrar. — La cuestidn basica, por tanto, es designar con pre- cision el medio en el que debe prodiicirse la intervencion: idemtificar el «campo de la filosofia» y examinar sus contradicciones y determinaciones. Esta ser nuestra principal tarea. Redefini (negar) et «campo de la fitosofian 3. La denominacién «campo de Ia filosofia» forma parte de la autodefinici6n de la filosofia misma. Esta se presenta como existente con una especificidad propia, como un campo autosuficiente, autoregulado y exhausti- vo. Con ello a filosofia niega, vela, desconoce su propia organicided politica. Dos son los modes fundamentales de explicar la propia filosofia su existencia y de identifi car ese «campo»: — Segin el modelo del positivismo tecnicista, Ia pro- duecién de la flosofia ocurre en el contraste continuo de los diferentes discursos contemporéneos; ese contraste se a en un campo cuyos limites vienen definidos por tas reglas de juego («crterios de validez») de lavcomunidad de cientificos». Si se entendiera la lucha ideolégica como tun intento de establecer la hegemonia del marxismo en el ‘campo de la filosofian, aceptando asi la existencia de te tal y como Lo constituye el positivism tecnicista, 10 {que se lograria seria bien distinto: reformular el marxis~ ‘mo en 10s términos del propio positivism tecnicista, Dicho de otra forma; equivaldria . sustituir ta ucha (Gdeolbgice) de clases por la colaboracién (ideotdsica: el didlogo interminable de los discursos) de clases. Y esté ‘lato el sefuelo que se utiliza: el marxismo ganaria «pre- cisién técnica» en sus enunciados. “— Segiin el modelo del istoricismo evolucionista, la produccién de la filosofia ocurre y consiste en un proceso interminable, que va integrando los sucesivos discursos como conquistas parciales en el camino hacia Ia Verdad de su «campo», Si el marxismo acepta la validez de ese «campo (histérico) de la filosofian, lo que hace es queda ‘comprometido con el objetivo ilusorio, con la finalidad y cl fin impuestos por aquella Verdad al proceso historico de la filosofia. Y quedaria prendido en ese compromiso, porque en el «campo (histérico) de la filosofian, todo discurso tiene que aceptar ser superado por otro que 10 salva y lo recupera en parte, inscribiéndolo asi en el pro- ‘eso hacia aquel objetivo ilusorio. Por tanto, una propuesta de lucha ideotdgica necesita negar el «campo de la filosofia» en sus dos vertientes ba nny Sea gFaSEEEE ESET EEEIESESEEEESTTTETECHUTETT EET TTT CPO ETETET ere Tee eTEoTEPETTTTP PE ETPTEP ER TETETEOSTSTT ESTP eT CTEEEE TTT sicas: como espacio definido por el didlogo de los discur: 595, ¥ como espacio definide por la historia de la Filosofia 4, Si el «campo de fa filosofia» no es es0 que ella ‘mista pretende mostramos, slo puede ser otra cosa: un ‘ugar ideotdgico. Con esta afirmacion se quiere sign primero, que al hablar de «campo de a filosofian, se aludiendo a un conjunto de dispositives que ese in terior a nivel ideoldgico de una formacién social conc , ¥ segundo, que, por tanto, ese canjunto de disposit- os se constituye, articula y transforma segin las deter. mminaciones especficas en de la lucha de clases. Conse- cuenicment, si quereanos saber algo acerca del «campo dle a filosofian, solo to lograremos mediante el andlsis politico que dé cuenta de sus condiciones actuales ~ ssituacién concrela»— como lugar ideolégico. En nuestro caso, ello quiere decir que para poder plantear ana intervencion merxista en el «campo de la filosofian, hnecesitamos conocer fos efectos polticas dela transicién en filosofia y las claves de la remodelacién de ésta Del «filésofo-definido-por-ia-politica» a «fildsofo-deta-poticer 5. La transicion se acompana necesariamente de una legitimacién que se busca arguinentando sobre dos exre mos: ios términos en que ese praceso de transicidn se ha producido, y el resultado de dicho proceso, que puede considerarse cristalizado en la Constitueién, La argu- ‘mentacion sobre las distintas viisitudes de la transicin tiene, obviamente, un cardcter mas coyuntural, detinible Por Ia naturaleza de «hechos consamados» de toxos los ‘momentos del proceso. La argumentacion sobre los te- Sultados se sitda, sin embargo, a.un nivel més general, 0 que es justamente el que suministea ag.st0s t6picos fur- damentales de la «filosofia politica» producir; de hhecho, la izquierda —que necesita legitimar en este nivel los resultados de la transicon para «salvar ai su falta de iniciativa en el proveso— s6lo habla del cardcter de fu- turo de lo alcanzado: la Constitucién es «abiertan, «progresistay, etc. En este sentido, la propia izquierda ‘esta enunciando lo que, como veremos, sera los tem nos bésicas de futuros planteamientos y practicas de la remodelacion de la filosoia La izquierda no habla del pasado, del proceso y de sus términos. Lo importante de ello no es la calificacién mo- ral que pueda merecer tal silencio, sino el hecho de que, sracias a él, algo se desconoce, algo queda oculto. Lo ve- lado es, sin embargo, io fundamental, pues cualquier to- sma de posicién debe partic de su reconocimiento: del re- conocimiento de que, en la transicion, se ha producido tuna reordenacién del conjunto del dispositivo ideoldgico (de los discurs0s, las instituciones y las practicas) que modifica de forma sustancial lo anteriormente existent, El problema es basico por lo que se refiere al «campo de Luilosofiay, y hay que ocuparse de él antes de que se nos, {0 «nos lo») conviertan en prehisteria tratable inicamen- te por la arqueologia académica (la historia de la filosofia) y se nos hunda en ese indescifrablee irecono- cible caos propio del westado de naturaleza», No se trata s6lo de diseutir directamente los «discursos de la trans ccién», que la legitiman para reproducir sus condiciones politcas eideolbgicas. La cuestion es, ademas, histrica, politica. La transicién no se establece conio dominante (couno una wevidencia» de la que el «consenso» aparece a la vez como causa y efecto) por la coherenciao por la ca pacidad de persuasion de los discursos que la argume ‘tan, sino por sus efectos prcticos, politicos, y en lo que a la filosofia (como al resto de las acepciones del trabajo 1 incelectual) se reiere, estos efectos son dotectables solo mediante el reconocimiento eidentificaciin del nuevo es- pacioilusorio ofertado u (as intelectuales para sus prcti- En este sentido, cabe enunciar los efectos politicos de la transicion en el «campo de a filosofian como el proce: so que va desde el «filésofo-definido-por-ia-poitica» al ‘fl6sofo-de-ts ,ttica, 6, Una dle las caracteristicas de Ja formacién social ‘spaftola durante el fascismo, consiste en que el nivel ideotigico de dich formacin social viene inmediaca- ‘mente definido por una determinada relaci6n com el nivel politico. Jnmediaranrente: pues no se trata de una eviden- cia directa dela politicidad global de toda formacién so- cial, i tampoco, por tanto, de que en el nivel ideolégico aparezca como directamente reconocible y reconocida tuna posicidn politics de clase. Lo que sucede es que hay una relerencia directa, y, en este sentido, inmediara, entre esos dos niveles de la superesteuctura, referencia ‘que consiste en la imposibilidad de definir una posicion en el nivel ideol6gico, sin que ello suponga al mismo tiempo detinir directa ¢ inmediatamente una posicion fa- vorable o contraris a la legitimidad y reproduccién del nivel politico, Exto es vilido incluso para el caso de coartadas cui dadosamente montadas, pero condenadss al fracaso. El fildsofo no escalafonado en el aparato escolar y que tam- poco se incuta en cualq.:-ra de los grupos exiracadémi- «08 reunides en torno a maestros, editorales o revista, el ufilésofo-retirado-de» la adhesion o Ia critica expli- citas, adquiere, incluso a su pesar y autométicamen- te, una cesta condicién de aresistente. El «silencio» del escepiicism, lp mismo que el «juego vacio» del estetcis- imo, se fesisten ser definidos inmediatamente por la re- Ferenciaa ese nivel politica que ellos, en sus planteamicn- 122 tos y en sus pricticas, han sustituido por cualquier suerte Ge «forma pura. Aquel paradigmatico «no hay estéics sin éticam de Valverde resulta transparente: al morgen de la incegracién, la nica alternativa posible para quien es-

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