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E. Wibro es la historia de Ia occidentainciOn le América Latina y des crib los procesos que, en el periodo transunrido desc el descubrimiento dle América en 1492 hasta I actualdad, han obstaculizado 0 favorecido lx convergencia entre hdres htinoamericams y europea, y entte &tsy los rents, En él se analzan Las imeraeciones econbmicas, socides, do alos ctoreslatinoamericanos a elegir emis co politcasy culrursles que ham dletemninadas opciones coletivas y a converse en sujetos ativos en et proceio de occidentalizacin. Ta occilentaizacin dls dreas latinoamericams es un historia global, et euanto supone relaciones entre distintas dimensiones regionales, nacio- nals y estas, y ente ls Sires ainoameicaas y el resto del mando, de To eal resulta tna red de interaceiones, Al analiza es imteracciones, este libro de historia intervacional nose limita ¢conscerat bs relaciones diplo- nics bilaterales © nubilaterles, sino que también abarea los contactos informales desivados de la proyeccion de lx actores histricos en la esera internacional, expresa, por ejemplo, en rligién, ta lengua, a clara ‘material o la emigracién, El testo analiza uo s6lo de qué manera Arica Latina se vuelve occidental, sino cémo el subcontinentey el mundo inven taron un recoride que acereé ns Seas ltnoamericanas als ibéicasy o¢- Mss baer y meas mes polis, 28, oni Se ere depen yrs elites, 273 ae jn de la Y. ta occidentalizacion 2... : 1, Del desorden internacional a la nueva diplomacia [Nacionalisno y sobera nacional, 287; E subsistema snteramericae to, 296 a patcipcin en el stems de Naciones Unis, 30; Ls ten- dencis plicgntiees, 308; Anéica Latina en el orden mater, 313 2. Las teas Jatinoamericanas en Ja economia intemacional Ta economia populisa, 326; Las décadas del optimisno, 331; Nuevos desequiibyios esonomicos, 255; fa reorientacin del desempeto eco ‘némicoy a prductividad, 2; Alero e inversiones, 46; olnerabi- Tidnd de fa economia fnancia, 351 3, Hacia la secularizacién social os vecores principales, 36¢; La sociedad wba, 367 4. La occidentalizacién de la politica . Tas opciones politics, 375; Cudadant, ase politica y partidos, 379; CConsttucionaliso e institcones, 36, Cenlizacin, federaismo y presiencalsmo, 393 Conclusién, Formas.y trayoctorias de las dreas latinoamericanias cen la historia mundial 7 Bibliografia 268, 286 286 325 359 374 401 as PRESENTASION 1 FIDEICOMISO HISTORIA DF TAS AMERICAS nace de Ia idea y Ia conviccién de que la mayor comprensiOn de nuestra historia nos permitira pensarnos como una comunidad plural de americanos, al mismo tiempo unidos y diferenciacos. La obsesién por definir y ‘caracterizar las identidades nacionales nos ha hecho olvidar que la rea- lidad es mas vasta, que supera nuestres fronteras, en cuanto se inserta fen procesos que engloban al mundo americano, primero, y a Occiden- te, después Recuperar Ia originalidad del mundo americano y st conttibucién a Ia historia universal es el objetivo que con optimismo intelectual trata- semos de desarrollar en esta serie de Ensayos, que en esta ocasién pre- senta una tilogia de textos sobre historia econdmica: Mecanismo y ele- ‘mentos del sistema econdmico colonial americano, sighs xvr-xvi, de Ruggiero Romano; Las polticas de desarrollo en la regién latinoaynert- cana, 1930-2000. Otro siglo perdido, de Victor L. Urquidi, ¥ el que el lector tiene en sus manos, le Marcello Carmagnani. La finalidad de esta serie es promover investigaciones en historia econémica y social y fue ppatrocinada por el Fideicomiso Historia Econémica de Banamex, funda- do en 1968, gracias al interés de don Antonio Ortiz. Mena, entonces di rector general del Banco Nacional de México. Al banco y a con Anto- rio Ortiz Mena les expresamos nuestro reconocimiento. El Colegio de México promueve y encabeza este proyecto que fue acogidlo por el gobierno fecleral, Al esimulo de éste se suma el ent- siasmo del Fondo de Cultura Econdmica en fa produccién ecltorial y la difusion de nuestras series de Ensayos y Estudios que entregamos al pablo, Ancra Heels Cvez Presidenta Fideicomiso Historia cle las Américas Introduccion AMERICA LATINA EN LA HISTORIA MUNDIAL [Azmunio ne ar unto es rescaatolpapl de os pass latino americanos en la historia mundial. En este sentido, considero que ¢l andlisis histérico ofrece elementos que arrojan hz, ao largo del tiem- po, €n torno a cGimo, cu¥indo y por qué cada una ce ls reas latinoame- ricanas participan activamente en los asuntos mundiales y acerca de ¢6: ‘mo se aticulan en una red de relaciones instituciones de colaboracion entre el subcontinente y con el resto del mundo. las constantes en la modalidacl de la participacién de Latinoamérica en Ia historia mundial son las interconexiones, es decir, los nexos que sgeneran formas de colaboracién o negociacién entre las Areas latino- americans y las otras partes del mundo. Tales interconexiones son Fundamentales porque permiten visuclizar las acciones nacionales € internacionales y comprender las forms de interactuar de las regiones americanas en el sistema mundial Hl lector encontrard en esta introduccién una presentacién de las interconexiones internacionales, ast como de las formas de colabora- ci6n, conflicto y mediacin entte las freas del mundo, En la conclusién, fen cambio, se precisan, con base en la interaccién existente entre in- formacién y teorfa, las formas histéricas de participacion de las areas Jatinoamericanas en el sistema internacional. En consecuencia, este vo- lumen no es una historia general o sintética de América Latina, como tampoco lo es por areas 0 temas de ceda pais. Mi propésito es distin- to: mostrar que Latinoamérica es parte integral de la historia mundial Y¥ que, justamente por ello, ubicdndola en su dimensién mundial de- viene més comprensible. 1. Los motouts DE LA STOMA MUNDIAL Considero que las interconexiones —de orden econémico, social, poll- {ico, juridico y cultural entre las reas latinoamericanas y el resto del ‘mundo— son los motores que ponien en movimiento las formas de par- 4” 2 EDUCA ticipacién, amén de reorientar y modifcar el eumbo de dich participa Ga6n. A lo largo de cinco siglas ce interconexiones entre dimensiones intemas —las americanas— y extemnas —las mundiales—, podemos te- conocer que éstas mmudan con e. devenit histérico, Tiempo y circuns tancia confieren a la relacién matua una pluralidad de formas de ar ticulacién, de participacién; tales formas histOricas tlenen una vida de larga duuaei6n, secular, antes de transformarse dando vida a otra moda- Tidal de relacin muta Las interconexiones —independientemente ce su naturaleza— son de ipo formal o informal, Las primeras son insttucionales, como los ‘cuerpos administativos de las monarquias espatiola y portuguesa a lo largo del period colonial, o como las instituciones republicanas y mo- nnitquicas constitucionales que nacen a partir de las naciones soberanas latinoamericanas del siglo xxx. Ea cambio las segundas, las informales, ‘on respuestas naturales y espantineas de gobierno de parte de los actores sociales en clstintos tenitorios acordes con su tradicion hist6- fica, o una respuesta juridica a vacios institucionales. En Ia vida cot diana se entreveran las resoluciones institucionales ce gobierno, en particular ls de justicia, con el derecho consuetudinario, 10s sos y cos- tumbres locales. Son todas respnestas que buscan el consenso y la re- duccién del nivel de conflicio. Lo que vuelve atin mis complejo el rnudo de relaciones es el hecho de que norma y praxis se adecuan continuamente en consonancia con fas miiltiples formas de reciproci- dad, de asociacionismo, hermandades, grupos de ayuda mutua, tanto antiguas como contemporsneas, que perviven en los espacios latino- americanos, particularmente en el medio rural Desde ef siglo xm al presente se han acelerado y multiplicado las interconexiones entre las comunidades humanas latinoamericanas y de tas con las comunidacles norteamericanas, evropeas,alricanas y asté- ticas. Del estudio de los distintcs momentos destacamos que las cone xxiones se muliplican y se vuelven mas complejas con el pasar del tiempo. Justamente es la compkijdad de la relacidn mutua fa que in prime una dindmica a Ja intercenexién, dotindola de ereciente fluidex para relacionar las dimensiones nacionales y locales con las interna ionales 1a exploraci6n de la relacion entre las 4rcas del mundo, su difusién yy permeabilidad, sus vineulos, sus nudos, permite superar una limita- ion bastante difundida en los paises latinoamericanos y que sobredi mensiona las condicionantes nccionales. Este tipo de andlisis nacional, AMERICA LATINA EN LA HSTORIA MUNDIAL » tanto Latinoamericano como de otras ltiudes, otorga escasa impostan- aa la comunidad de intereses y problemas entre los hombres de! mun- do, a los patalelismos, a Ia simultaneidad 0 a la convergencia de los procesos historicos. Este es un grave prejuicio que se traslada al estu- dio de las comunidades humanas del continente latinoamericano y ‘que ocasiona que incluso se haga caso omiso de lo que histéricamente identifica a la comunidad iberoamericana. Si quienes rescatan un pasa- do comtin afirman que la historia de cada pais se explica por el ascen- iente de la religién, de una lengua yuna cultura originaria comunes, olvidan que la comunicacién y las redes entre actotes histéricos de dlistintos patses constituyen el fundamento viviente de una historia en, comin. No debemos, sin embargo, caer en lt trampa de pensar que una his: toria comin a una ploralidad de Estados y naciones conlleva una evo- lucida tnica, un destino compartido. la historia en comin se refiere al hecho de que miltiples paises en distintas reas del mundo responden —en una era especifica— a desafios similares con base en experien- cas conocidas o recorias por los disintos patses del munclo. Desaffos que pueden ser ecoldgicos, econdmicas, sociales, politicos, culturales y tecnolégicos. Precisamente estas experiencias compartidas conducen €1fa comunicacién que genera formas de sociabilidad y de retacién en- tre espacios nacionales ¢ intemacionales. Una vez asentadas estas premisas basicas clebemos aproximamos de modo diferenciado a la historia de hi comunidad humana en Latino américa. Su estudio puede ser como comunidad abierta al mundo o en. su dimension hemisférica comiin, reconociendo sus vas0s comunican- tes, sus historias compartidas, Slo asi pocltemos ofrecer al lector una doble perspectiva: la hemistérica y la mundial La historia hemisférica permite comprender el significado, el cémo y cl cundo logra el hombre latinoamerieano trascender sus fronteras na- turales, su Ambito local 0 nacional, y entrar en contacto con otras freas latinoamericanas. La Optica mundial crroja luz en torno al cémo, al caxindo y al significado de Ia interelci6n entre las Areas latinoatne sicanas con las europeas, norteamericanas, alricanas y asiticas. Baste un botén de muestra. El nexo entre Amiérica y Africa genera —aclemnés del tifico de esclavos y del comercio triangular con Europa— una his toria rica en procesos de mestizaje cultural, social y étnico, La perspec- {iva hist6rica lleva a ver la-emigracién latinoamericana contemporaine como el resultado de varios elementos: no como consecuenicia del pro: “ retropuecién ceso ce globalizacién y del incremento de la pobreza general, ¥ el oo como el resultado de In construccién de una inédita pluralidad y com- pleja interconexién social, politica y cultural latinoamericana con Ia co- tmunidad humana europea, norteamericana y canadicnse. Al ubicar Ins dneas latinoamercanas en su dimensi6n global rescata- mos la cenuralidad del actor indizidual cuando se manifesta en colect virlad, y nos aproximamas una aamativa hist6rica que valoriza la acciGn del hombre. Lo anterior leva a superar la interpretacién del “sistema mundo” que —como la ofrecice por Immanuel Wallesstein en ZI mo- demo sistema mundial (1998)— da excesiva importancia a las estruc turns subyacentes a la accién himana, Est interpretacién —como to- das las de orden estructuralista— concede escasa libertad al hombre individual, « las unidades familias, y desdefia la espontaneidad y el ingenio de cada colectividad paca discemnir cusles nexos le convienen al relacionarse con otras colectividades. En summa, desconoce o menos precia el potencial humano ce colectividades especificas para inoremen- tar y desarrollar sus capacidades y los recursos de su entorno, Los estructuralistas confieren demasiada importancia a la. situacion sgeogrfica y econémica de cada frea en el orden munclal. En particu lar, Wallerstein recondluce la cagacidad expansiva de Ia actividad inter- nacional de las comunidades humanas a tina dominacién de éstas por parte de un sistema muy estrucurado, capaz. de ejercer su fuerza de ‘coetci6n en todas las eas y regiones del planeta. Fn tal sistema mun- do, toda sociedad, nacién, clase social 0 individuo se ubican y se des envuelven exclusivamente a pati de su posici6n en la divisin inter- nacional del trabajo —que segrin Wallerstein se firma con el capitalismo desde el siglo x—, dando asi vida a un sistema jerérquico intemacio- nal de Ja desigualdad, de la asimettia. 1 sistema mundo se impone y comanda las diversas éreas ¥ paises, asignando a unas pocas regiones la exclusiva centralidad en el sistema, cen tanto que a las drcas semipeaiféricas les reconoce benelicios parcia- les, y a las pedfésicas, que son las ms, solo desventajas, La concep: ci6n rigida, unidimensional y repetitiva implicita en cl sistema mundo conidena eternamente alas Areas y los pafses del mundo a la condicién fen que fueron ubicados; su destino inmtable, impuesto por una real dad abstracta —el sistema mundo—, es inmune a toda decisi6n aut noma tomada por los actores hist6ricos. De esta interpretacién emerge una versi6n act boc pata las dteaslatino- americanas: la denominada “teofia de la dependencia’, cuyos promoto- AMERICA LATING EN LA HISTORIA Mn res consideran que Ia pavticipacién cel subcontinente es pasiva y por (0 los actores latinoamericanos no tienen, no han tenido y tal vez no tendcin nunca la posibilidad de incidic en los destinos de! mundo. En sum, ls dveas del denominado Tercer Mundo tienen, en el mejor de los casos, un papel subalterno en la historia de los tiltimos cinco si los. Esto significa que viven al marge de la historia, de la “gran his- toria, que es la que viven las mettOpalis, las naciones industializadas (Andrew Gunder Frank, 1976 y 1998). ‘Una nueva y atenta lectura en torne a kas interconexiones entre co- lectividadles humanas permitiré a los llamados pueblos subaltemos res- catar los momentos en que los paises le Latinoamérica actuaron deci- didamente en la definici6n de su historia CEsie R. Wolf, 1991). Sélo asi lograremos comprender cmo dlstintos puebslos se esfuerzan para acte- ccentar su presencia en el sistema intemacional, aprovechar sus venta- jas y minimizar los efectos negativos de su pauticipacién en dicho siste- ma, En su actuar cotidiano los actores sociales no son anulados ni sometidos por el peso de la estructura o de los condlicionamientos ex- temnos. De tal actuar, el gran literato austriaco Robert Musil nos ofrece, en su novela de formacién I hombre sin atributos, una posible clave interpretativa al sostener que junto con “el sentido de la reali", que “existe, y nadie puede poner en duda que su existencia esté justifica- da’, existe también el “sentido de la pasibilidad”. Sentido de la posibi- lidad “que podria definitse como la capacidad de pensar todo aquello ‘que podria igualmente exist’, ser, deve. Si aceptamos que los actores histérizos ejercen su libre albedrio y actian transformando su realidad, debemos conceder esa caracteristica 4 todo ser humano, a toda colectividad humana, ya sea subalterna 0 periférica. EI anilisis dicotémico hasta ahora empleado: tradicién-mo- demidad 0 desarrollo-subdesarrollo, inpide una comprensién de la historia mundial en su complejidad y de las transformaciones vividas ios. i se quisiera dejar atti tal dicotomia se debe reflexionar que a lo largo de la historia todas las sociedades han experimentadlo periodos de florecimiemto, crecimiento, estancamiento ¥ crisis, En cambio —y a pesar de que los cstructuralistas Jo nieguen 0 lo dejen de notar—, si nos centramos en las interconexiones y la comuni- cacién entre las distintas éreas del mundo, notamos que todas las reas latinoamericanas y sus actores hist6ricos sin exclusién ni distingo, ma- nifestan una capacidad de actuar con ingenio en todos los émbitos. % snreapuccion local, nacional e internacional, De lo contrario, al verse obstaculizados, fircnados, los actores hist6ricos acttan como five riders, es decir, al imargen de las normas y las instituciones. El contrabanclo colonial am- pliamente difundido fue la respuesta de los latinoamericanos al comer- io monopélico peninsular. Ott expresién del fre rider es la mano de ‘obra sujeta al latifundio al fnndo minero, la cual logea migrar para reerear un nuevo habitat y un odo de subsistencia en las fronteras no ccolonizadas latinoamericanas, Es probable que In aparicion dle asocia- Cones no gubernamentales internacionales como Amnistia Tnteracional sea, en los albores del siglo x la respuesta ciudadana a los gobiernas autoritasios latinoamericanos por Ia violacién de derechos hnumanos, ci- viles y politicos. En consectencia, una vez reconocida Ia capacidad del horabre indi vidual de actuar colectivamente, cle responder a los setos que el con- texto nacional y mundial le presenta, se puede también aoeptar su ci- pacidad para transformar su entomo. Por lo mismo, todo hombre 0 ‘olectividad dispone de conocimiento, de un capital social, necesatio para acompaiiat cualquier proceso de cambio interno ¢ intemacional Y para frenar, desarticularo dilair su impulso. Las colectividades huma- nas responden de modo diferenciado —con base en su haber hist co— a los contextos mundiales: ciertas paises o cegiones se montan sobre ln cresta de la transforracién, como acutié en el siglo xx con Jos pases asiiticos —Asia, Corea del Sur, Taiwan, Singapur y la propia China y otros actéan con meyor reserva o incluso a destiempo, como fue el caso de los Estados latironmericanos atin cautivos por el mode- lo estatista-nacionalista Contrariamente, al despuntar el siglo xn los paises latinoamericanos abrazaron el nuevo consttucienalismo, las formas republicanas y libe- rales, asf como la libertad de comercio y el potencial de fa diplomacia internacional la inversa, Japén, China y otvos patses asiéticos se mos- traxon mis refractarios, reacios al cambio Te pauticipacién diferenciad: de los dlitintos pafses incide en la his- toria mundial, primero porque el proceso no es linea, y, segundo, por {que la pattcipacién de cada pats no es continua ni ascendente, La historia panticular de los paises condiciona la forma de convergencia internacional, asf como su estzbilidad, sus resultados paniculaes y ge- nerales. Lo cierto es que la hisioxia muestra que los paises lideres mun- diales no siempre han sido los mismos. Lo fueron Espaiia en el siglo Holanda en el sv y Grav Bretafia en el x1, Una vez alcanzado el climax de su potencia, su plena madu-ez, perdieron terreno para dejar espacio al ascenso cle nuevos paises. Esa alternancia no debe pensarse exclusiva de las grandes potencias, da:io que un futuro escenario para 2050 postula como naciones lideres a Brasil, México y China ‘Tampoco es el destino dle los paises acompafiantes mantener st po- icin subordinada. Baste recordar que si bien Gran Bretafa fue wn pais acompaante a To largo ce casi toda la era modesna (1500-1800), para el siglo mx era potencia Kider. Asimismo, la historia mundial cnseda que durante el bajo medioevo dectinaron las ciudades ialianas para dar paso a la era de los grandes imperios de siglo xv (Espatia y Portugal); 41st vez, Its potencias ibéricas cedieson ante el cambio hist6rico que dio vida 2 los Estacos nacionales, Cambios similares ocurtieron en las, {reas latinoamericanas: del siglo xv al xv los principales dominios ‘eran el vitreinato cle Ia Nueva Espaiia (México) y el virreinato del Peri cen el siglo xx o fueron Argentina, Brasil y Chile, ya la vuelta del siglo sax en especial a partir de la primera Guerra Mundial, los Estados Uni- dos de Nosteamérica se convistieron en la gran potencia mundial [SSTEMA nvTERNACIONAL. AUTONOMA RELATIVA "Y FORRIAS DE COLAHORACION EI primer paso para la mejor comprensi6n de la geomettia variable del sistema mundial es reconocer el mecarismo de las interconexiones en- tre los paises y entre las regiones del mundo. Desprendemnos de este- reotipos y determinismos que el aniliss estructuralista nos impuso, y que ahora el deconstruccionismo posmodemista quiere imponemos, cexige reconocer la flexibilidad, la espantaneidad y la impredecibilidad de los procesos histricos, aceptar la mtiplcidad de los mecanismos de interconexién material e inmaterial que genera el actuar colectivo. Fn cuanto a fa interconexidn, ésta puede ser intermitente 0 perdu- rable, En el primer caso estin los vikirgos 0 los chinos, que atribaron 4 América antes que los europeos, s6bo que los vikingos no lograron asentarse de modo esabe y dradero en hs costs de Nuewa Ingle 1a, como tampoco los chinos en las costas del Pacifico. Asi se explica que la historia mundial retenga los vinculos permanentes que generan una interacci6n mutuamente benéfica y duradera en el tiempo. El beneficio de una colaboracién sostenida por largos periodos en- tre actores histéricas se reconoce en las miitiples maneras de repre 1 eonuacton sentas al rmundo, La imagen del orbe de la Cosmeguayia blaviana —pw biicada en 1662, en Amstercam-—, que esti presente en la portada del libro, muestra Los cuatro continentes con proporciones idénticas, sin precominio de ninguna de sus >attes, pues en lo ako impera el princt pio divino orginizador garante de Ia colaboracién entre las regiones el mundo. Casi un siglo mis tude, en 1753, en el ciclo del salén de baite del palacio de un gran mercader veneciano, en la Ca'Rezzonico, se repradice una imagen del undo donde aparecen los custo conti nentes —Europa, Asia, América y Affiea— en distancia y proporcién cequidistante; al centro impera Ie divinidad, simbolo del supremo poder orginizador de una convivencia ordenada del mundo. Una vez mis, resalta una concepcién equilibrida y ordenada entre freas lel mundo. En Trieste, puerto del Mecitearineo abierto hacia el exterior, consta- tamos la seculavizacién del principio organizador del mundo. plaza principal, centro de la vida mercantil, se yergue la fuente de los Cuatro Continentes (1751-1754. fsta tiene cuatro estatuas que repre- sentan los continentes y que vierten agua en unas conchas que simbo- lizan el destino comtin de los continentes: la colaboraci6n. La fuente representa las formas de tal colaboraci6n internacional porque la orna- rmeniacion de las cuatro estatuas es profusa en naves, instrumentos, cordeles, pacas de algedén y granos; todo fruto y simbolo de un co- mercio que organiza Ia colaboracion intercontinental. Corona este mo- ‘numento la Fama, simbolo de la unién y la recttud de todo nexo entre comunidades humanas. Fama y comercio sugieren una pluralidad de voluntades, tanto individuales como colectivas, que interactiian para dlialogar y partcipar en Jos asuntos de! mundo sin renunciara sus pat= ticularidades locales y nacionales Si me detuve en el simbolismo de la representacién cel mundo fue para insistr en sus caractersticas esenciales: competencia y colabor i6n entre colectividades humanas en el Ambito continental ¢ intercon- tinental. En dicho Ambito se desenvuelve la historia mundial, que de ninguna manera es una sumatoria de historias nacionales. Por el contraio, Ia historia undial explica por que y cémo se des- envolvi6 un pais 0 un area en selacién con ota. Por ejemplo, pregun témonos acerca de las circunstancias que provocaron que se diera una dlivergencia entre China y Europa en el siglo xvu y que determinaron tuna situacion distinta de las dos grandes Areas en la historia econdmi- ‘ca mundial contemporinea (Kenneth Pomeranz, The Great Divergence China, Europe, and the Making of the Modern World Economy, 2000) -AIEHICA LATINA BN 1A HISTORIA MUNDIAL » Hoy comprencemos las razones por as cuales Europa lleg6 a ser la regién mis rica del mundo; circunstarcia que se debi6 no sélo a fac- tares de indole econémica, sino también politica. Si comparamos el dlesenvolvimiento de China con el de Europa, mientras en la primera predominé la forma imperial de gobierno, en Europa la existencia de dltintos Estados nacionales en un textorio compaeto condo a la com- petencia, al intercambio de experiencias, 1s ejemplos citados son s6lo una muestra de otra perspectiva cle andlisis que permite dejar ats los estrachos cauces que delinea la his toria nacional o las ideas de una primacia europea. El eurocentrismo condluce a ln pretencla universalidad de la cultura europea, y la histo- ria nacional se extravia en ta brisqueds de una originalidad congénita 1a insistencia en la cokaboracién entre eas y paises det mundo de ninguna manera soslaya el conflicto, la guerra, las cisputas, lo cual per- mite subrayat, una vex mds, que las dimensiones internas y mundiales estin constantemente en interaceién, De aif que las interacciones cons tituyan el argumento central de la historia munclial. A diferencia de la historia de las relaciones internacionales, que estudia los mecanismos Dilaterales y multilaterales de las relaciones entre Estados, lt historia ‘mundial hace hincapié en las interacciones entre todas las limensiones nacionales ¢ intemacionates. 12 historia mundial reconoce las rekciones entre Estados, pero su el fundamento de la autoridad del jefe-chamén al interior de la tribu, Al momento de fa llegada de los ceuropeos existian dos imperios: el azteca y el inca, los cuales, a su vez, {jercian su dominio sobre numerosos seniors estatales. Habia asimismo sefioris estatales en Amética Central, Colombia, Venezuela, Ecuador, hose de Chile, noroeste cle Argentina algunas zonas amazénicas ‘Todas estas organizaciones son resulkado de un prolongada historia de tansformaciones intemas, migraciones y contactos interculturales, {que han dejado sus huellas en el arte, la asronomfa, las materméticas, fa arquitectura y la ingenieria. Es muy interesante notar que gracias a la cexpetiencia y a las numerosas tentativas y errores, los imperios y sefio- ros lograron mantener un equilibrio muy eficiente entre ecologias ‘muy distintas y fueron capaces de gobernar a una poblacién numerosa ‘mediante mltiples y complejos mecanismos de disciplin y jerarquiza- ci6n que imponian un acceso diferenciado a los bienes y servicios dle 1h comunidad, diferencia de los grupos y tribus, los imperios y seitorios fueron capaces de absorber el impacto de la invasién europea, precisamente porque consiguieron reforzar la organizaci6n de clanes tipica de la poblacion americana, Cabe detenerse, pues, en dos de estas organiza- ciones, el calpull del rea mesoamericana y el apie det mundo anci- no, las cuales no sélo no se disuelven durante el periodo colonia, sino que siguen existiendo hasta hoy en rumerosas regiones mexicanas, colombianas, ecuatorianas, peruanas y bolivianas Hemos dicho que la revolucién neoltica da origen a las aldleas agi colas que permiten la convivencia en un misito tertitorio de los o mis linajes familiares, La versiGn mesoamericana de esta conformacién de lanes no presenta una sola dimensiéa econémica y social, sino tam- bign politica y cultural, puesto que el cafpull retine a un determinado ‘mimero de familias ampliadas y nucieares emparentadas entre si a condicién de que todas ellas reconozean una divinidad tnica protectora de todo el clan, Se trata del reconocimiento cebido a la divinidad que ha ensefiado a los miembros del calpalli un oficio, una profesi6n 0 AINsENCION tuna habilclad que, aclems de ser iil al conjunto det clan, debe trans- mittse a los hijos. 1 fundamento religioso del calpulli supone que el clan dispone de todos los recursos locales, ya sean de tierra o de agua. Son las autori- dades del clan quienes asignan a los miembros del calpullt no solo las parcelas de tierra sino también la canticad de agua necesaria para los culivos, y controlan ademis las tierras no asignadas a las familias, cuyo producto esta destinado al sustento de los nobles, los sacerdotes, el scfor o el emperador. El mecanismo de asignacién de recursos ala autoridad imperial 0 sefiorial, ast como a los funcionarios, se basa en cl tvibuto, una insttucién preexitente a la formaci6n del imperio azteca, sugida seguramente en la fase de secentarizacién definitiva de Ia po- blaci6n con la configuracién de una red de aldeas enlazadas mediante el intercambio de bienes. El cafpull! es al mismo tiempo un elemento sico de la vida material ¢ inmaterial de las comunidades de aldeas, ademas de constitu el primer escal6n de una mas vasta organizacién politica, seforial y, luego, imperial. ‘También el ayilu andino presenta esta doble connotacién, pero otorga una mayor importancia a la dimensi6n territorial. El apie es tuna agrupacién de familias que se consideran descendlientes de un antepasado comtin en una determinada localidad geogréfica, Antes de la conquista de distinios sefiorias andinos lleva a cabo en la segunda mitad del siglo xv, los mismos incas no eran otra cosa que un seitorio territorial asentado en las cercanias de Cuzco, en los Andes meridions. les, que abarcaba once avi. También esta organizacién presenta una dimension religiosa, represented por el ceque o linea imaginaria que vincula el ayia a un lugar sagiado. Rasgo comin dle todas las oxganizaciones amerindias es, pues, la es twecha vinculacin entee religién y sociedad. En el mundo mesoameri- ccano maya y azteca, esta asociecion se manifiesta en I idea de que los hombres no son mas que la expresi6n dle una doble voluntad dlvina 4 que gobierna la esfera superior —el cielo— y la que gobierna lo in- ferior —la tierra—. Y no son muy diferentes las creencias del mundo andino, segin las cuales la interaccién entre lo material y lo inmaterial dlefine los principios esenciales de la organizacién social: la tipatt- in, el dualismo y la organizacién decimal imperial. La tripartici6n establece la relacién entre los principios sagracos y los criterios profa~ nos que se manifiestan en la divisi6n territorial de los barrios; el dut- lismo sanciona la idea de la integracién de las partes desiguales de un re TA mSERCION Pa ‘ayllu mediante mattimonios exogmicos; el principio decimal define la forganizacién poltico-administrativa del imperio, especialmente el sis- tema tibutatio. Resulia entonces evidente que las sociedades americanas no son ficiles de describir 0 interpretar. Podenos constatar, de todos mocos, {que a medida que las culturas amerindias se van aproximando al mo- elo imperial se vuclven cada vez mds frdequicas y levantan esuucturas ten las cuales se va reforzando el temor reverencial a los superiores ‘sean ést05 el anciano, el responsable del cafpull, el sacerdote local, el mercader, el guertero u, obviamente, el sefior étnico. Los sefiores étnicos, 10 sea los latoan en México central, los batab en Yucatin, los kuraca en Jas regiones andinas, denominados genéricamente por los congqistado- res ibéricos como cacigques, expresan la rtvalizacion dle un proceso cul- tuaal, politic y social iniciado algunos milenios antes de la invasién europea. Fl msgo distintivo de las sockedades americanas es, pues, la Corganizaci6n jerérquica, lo que resulta evidente en la distineién entre nobles y plebeyos ¢ incluso entre dife-entes tipos de nobles y plebe- yyos. La caracterstca disciplina social de los pueblos americanos esta arraigada en una concepcién religiosa segiin la cual s6lo la dlivinidad es etema, frente al hombre y la naturaleza frgiles y efimeros. Si bien la organizacién jerarquica generé cambios signifcativos en el sistema productivo y permitié un mejor uso de los secursos para man- tener a una poblaci6n creciente, fue tamoién causa ce muchas tensiones y conflictos. Sabemos de etnias arrasades por rebelarse contta la domi- naci6n imperial, de desplazamicntos forzados de miles de personas, de luchas intestinas por sustituic 2 unos jefes étnicos con otros. Las varia- las formas’ de servidumbre y los sacrficios humanos demuestran que las sociedaces americanas, como todas las sociedades histéricas, encie- san pulsiones que las conducen tanto a la convivencia pacifica como al conflict. os conflictos, que se desencadenan tanto en los grupos de nobles ‘como en ln plebe, adquieren particular importancia, puesto que favo- recerin puntuales alianzas con los invasores. En México es un seitor indio, de la etnia zapoteca, en Oaxaca, quien propone una alianza a Hernan Cortés con el objetivo de someter 2 un potente sefiorio mixte- 0, y no hay que olvidar que gracias a la alianza entre los conquista- ores y los taxcaltecas Cortés logea expugnar Tenochtitlan, Ia capital del imperio azteca, No es muy diferente la situacién en el impetio inca, donde los escasos espaitoles mandados por Francisco Pizarro y * A INSERCION Diego de Almagro aprovechan en 1532 la oportunidad de intervenir en el complejo juego politico ertre Atahwalpa y Hudscar por la sucesién al trono lel emperador Huayna Capac, que habia muetto en. 1527. En ‘general los acuerdos y alianzas fueron més frecuentes de lo que se suele pensar. Otro ejemplo es el de los sefiores de Haatun Xauxa en cl altiplano peruano, quienes en 1561 reivindican ante las autoridades espaiiolas la cevolucién de Ics bienes entregados a Pizarro en pago de In alianza para derrotar 2 Atahuslpa en Cajamarca Los conflicts al interior de las organizaciones indigenas incitan a los conquistadores a entablar alianzas no, s6lo con los setiores, sino tam- Din con los jefes de ribus indias. Gracias a este tipo de acuerdos, los franceses y portugueses pudieron instalarse en Brasil, y la victoria de los portugueses sobre los frarceses se obtuvo gracias al entendimiento on los tupinambos. De la misma manera, el asentamiento de los espa- fioles en Chile, y en concreto la fundacién de Santiago, fue posible por cl entendimiento entre el capitin de conquista Pedro de Valdivia y el jefe de las tribus de aquella regién. EL hecho de que los amerinlias posean habilidades que los capacitan para claborar estrategias tan complejas como las que planiican los in- ‘vasores europeos explica la variedad de formas que la penetracién euro- ‘pea adquiere en las eas americanas. Demostracién de ello son la acep- tacion por parte indligena de la coexistencia con los europeos y la nnecesidad ibérica de adaptarse constantemente alas distintas realidades americana. En tlkima instancia, no habia que considerar la invasién,y conquista del mundo americano sélo como un proceso de destruccién yy violencia, sino también como la configuracién dle una nueva realidad {que supone un eruce, no necesasiamente siméitico, de das experien- cis colectivas. os ibéricos El bagaje cultural de los invasores ibéricos, cuyo fundamento de accion politica y social es a religion, desempeia un papel no secun- dario en la interaceién entre conquistadores y conquistados. Se puede Sintetizar dicho fundamento en la idea dle Reypublica Christiana y en la cconcepcién de un imperio que supone la coexistencia entre la unidad de tone y altar y los distintos aspectos lingdisticos, culturales, politicos y sociales propios de los diferentes terrtrios dle la monarquia. Cab te- nner presente que la penetraciGn europea en América se leva a cabo a seas a durante el impetio de Carlos V, que representa en muchos aspectos la teansicidn de Ia monarquia medieval « Ia monarquia moderna, ‘asi como Jos amerindios no eran esos salvajes bétbaros destinados a set convertidos por espaioles y portugueses ala verdaders fe, segrin ka imagen propagada por los catdlicos del siglo xv, tampoco hay que ver alos invasores ibéticos como rudos ignorantes y oscurantistas supers ‘ciosos, tal como los presenta la propaganda antiespaviola a past de ese Siglo, Estas dos imagenes perlan un visiGn simplista de Ia invasion ibérica, haciendo hincapié exclusivamexte en la violencia y los atropellos de los invasores, que fueron ciestamente muchos, pero que no deben cult los fenémenos de coexistencia entre ibéricos e indligenas. “Tanto los capitanes de conquista como los jefes y el pueblo indo dis- ponian cle un acervo cultural que utilizar, una vex superac Ia sorpres inicial, para elaborar nuevas estrategias de adaptacion y desarrollar ecanismos que generarin nuevos cédigos de comportamiento y for- sas de vida. Este patrimonio cultural de los ibéricos se explica por el hhecho dle que en su gran mayoria proceden de Castilla y del sur de Por- tugal, es decir de las éreas mas densamente pobladas y dinamicas de la peninsula. De extracci6n social tendencialmente no campesina y muy influidos por la cultura urbana, la mayoria de los ibéticos artibados a ‘América es gente que sabe leer y escibie. Algunos capitanes de conquis- ta, como Hemén Cortés y Pedro de Valdivia, ademas de Ia casi totali acl de los donatarios portugueses en Brasil, poseen un notable nivel cultural y constituyen ejemplos del nuevo hombre del Renacimiento. abe recordar, por otta parte, que Ics invasores formaban un contin- gente afin de cuentas no muy nuumeroso: menos de cien mil ibéticos dlesembarcaron en las reas americanas durante el siglo x, 75% de los ‘cuales provedta de Castilla y el resto ce Portugal. Entre 1506 y 1560 aribaron @ América apenas 1558 ibéricos cada ano. Estos representan, puts, un porcentaje minoritario respecto a la poblacién amerindia de 60 millones al momento de la conquista (probablemente menos cle la mitad en el timo tercio del siglo x00. Quignes eran estos pocos miles de europeds, cules eran sus tnd cones cultural, su universo mental, su modo de afrontar la diversidad de las sociedadles indias? Se dispone ce pocos datos para delinear un cuadro exhaustivo al respecto. Si se excluye a los funcionarios reales, quienes llegan después y poseen una cultura jurdica universtaria, y 4 los ectesidstcos, formaclos en los colegias de kis distintas Srdenes y que fueron siempre pocos respecto a las necesidades de la evangel * a msencion el tinico dato realmente seguro es que la gran mayoria de los ibéticos se deciaran bidalgos o fidalgos, o que significa poseer algin tipo de post con social heredada y estar exentos de pagar impuestos personales. ‘A pattir de esta autodefinieén podemos deducir los instrumentos cclturales de que disponian los ibéticos para realizar una empresa en la que aparecian en desventaja no sélo numérica sino también organi- zativa frente a la poblacién indigena, Recientes estudios han demostra- do que en el reinado de Isabel la Catolica se ventic6 un notable inere- mento de las concesiones del rango de hidalgos y caballeros exentos de pagar impuestos, como efecto de la coyuntura politco-militar y de 1h conquista dle tltimo bastién érabe en Granada. FI resultado de ello es que las familias pertenecientes a la baja nobleza representaban al ‘momento del descubrimiento de América 10% de las familias de Casti Ila, porcentaje muy superior al de ottos reinos espafoles. Habria que nadir que esta expansin de ‘a nobleza no incluye a la alta nobleza, ya que el niimero de los grandes linajes de Castilla, unos cien, perma- rece inalterable desde finales el siglo xv, 1a ampliacién de los ranges de la baja nobleza no es ajena a la importancia que adquiri6 Castila en el proceso plurisecular de recon- quista ‘de las tegiones ibéricas en manos de los arabes desde los afios 711 y 750. Se da, pues, una evdente relacién entre la reconquista y la Conquista del Nuevo Mundo, ¥ una consecuencia de ambos procesos es el traslado de los hidalgos de Espaia al Nuevo Mundo, tras la culmi- rnacién de la reconguista en 1489 y Ia unificacién de las coronas dle Casilla y Arag6n, acontecimiento que, al cabo, impidi Ia posibilidad dle adquitic honores, prestigio y riqueza al servicio directo del rey. ‘Aunque la concepeién de nobleza propia de los hidalgos esta araiga- da en ka cultura caballeresea medieval, se crea una nueva relacion entre honor y prestigio, debico a la mayor importancia que va adquitiendo la siqueza familiae. Se asiste entonces a una renovacién de la cultura social y politica de la baja nobleza, porque también otros grupos sociales dque sirven a la Corona en la administracion y en el comercio pueden ambicionar, gracias a su rqueza a tener matritnonios, amistades ¥ wincu- los de clientela con la alta aistcracia e integrarse en los rangos nobles. La ampliacién de la cultura nooiliaria provocé entonces una dismint: Ci6n relativa de la estispe guenera de la nobleza y ayudé a promocio- nar sociakmente @ grupos sociales enriquecidos pero sin linge. En el contesto americano, la concepeidn nobiliaria se expresa en la sibilidad de los conquistadores de ascender socialmente sirvienclo al a sen » rey y ala religin. Los servicios prestiios al rey aparecen sistemstia. mente enumetados en las relaciones y gracias a ellos se obtienen mer- ecles similares a las adquiridas por sus predecesores en Espaiia y Por- {ngal luchando contra los rabes, Entre las mercedes otorgadas en “América destacan las donaciones reales en Brasil (concesiones jurisdic~ ‘cionales en vastas regiones) y las enccmiendas en la América espaiio- fa, que concedlian a Jos conquistadores y sus clescendientes los tributos {que los pueblos indios estaban obligacos a pagar al rey. as donaciones y mercedes otorgads @ los nuevos nobles no consti- tuyen un fendmeno exclusivamente espafiol y portugués, ya que se trata de una practica muy comiin en las monarquias europeas del siglo xo, Ir cual sera eliminada tan s6lo en los dos siglos siguientes, tras la concentracién de las funciones politica-administrativas en manos del rey y sus funcionatios. En el periodo inicial de la invasién de América, Ins coronas europeas conservan atin numerosos rasgos dle la monar- {quia parlamentaria medieval, lo que enel caso ibérico se advierte en la convocaci6n a las Cortes de Castilla y de Portugal de los distintos esta- mentos y de los representantes de las ciudades, y en la presencia de Ia alta nobleza en las consultas reales. El cardcter especifico castellano y portugués esta cladlo por la exis- tencia de una baja nobleza muy numerosa que, una vez. concluida Ia reconquista en la peninsula, se queda sin posibilidades de mejorar su posicién, Cuando el duque de Olivares, primer ministo de la monar- uit esparola, intenta realizar una reforma poltica en el primer tercio del siglo xvi con el objetivo de frenar la declinacién de la monarquia, redacta una interesante clasificacién de la nobleza castellana, distin- suiendo entre infantes (hijos del rey), grandes de Espatia, setiores, ca- balleros ¢ hidalgos. Segiin el texto del duque, las tres primeras cate- gorias debian patticipar en Ia gesti6n del reino y del impesio cedienclo una parte de sus rentas para conservar sus cargos reales. La cuarta categoria, los caballeros, quienes dominaban la vida politica local des- dle cargos municipales, debian ser uilizicos en los rangos militares. En 0 que concieme a los hidalgos, el duque expone una interesante dis- tincidn que nos ayuda a visualizar las caracteristicas de los principales protagonistas de la invasién americana: los hidalgos se diviclen enton- (es en “solariegos’, 0 sea propietasios con una cietta posicién econd- mica, “privilegiados" que han adquirido la hidalguia mediante una donacién del rey, ¢ hidalgos considerados tales por vax popu, aunque 10 posean ni bienes nt ttulos de nobleza, Existe adem una categoria ” LanssnciOn de hidalgos que goza de los priilegios de Ia nobleza tan solo en se lugar de residencia y no en otras Iocalidades. Si tenemos en cuenta cesta clasificaciGn, adems le los pocos datos biogrificos y los testimo- niios de los conquistadores e informaciones relativas a los primeros hhabitantes espafoles y portugueses en América, se puede deducts que In gran mayer cle los conquistdores procede del rango de los hidal ‘gos conocidios o considerados como tales en sus lugares cle origen, Gu ellos abandonan en busca de Fortuna en los efécits imperiales y Iuego en Amética Tay que tener presente también que, independientemente de su experiencias postetiores, los ibéicos proceden de un contexte malicul tural, puesto que han vivido en ireas con fuente presencia fae y judi ¥ en ciudades como Sevilla y Lisboa donde vivian muchos esclavos ‘racanos. Hasta qué punto esta experiencia culural fails una acti de didlogo con ottos grupos énicas? Cabe recordar también que, cuando fos reyes catSlicos se fueron de Granada, dejaron el gobiemo de la reyion conquistada en manos de un tiunvirato del que formaba parte el ar- obispo de Granada, Hernando de Talavera, tipico exponente ce una tradiei6n de tolerancia e interés por lx cultura y la religin musulmanas TEnre Is experiencias que de alguna manera influyeron en los hidal gos atrbadlos a América, habs. ue recordar Ia expansion castllana Y portuguesa en Africa, en los sigos av y x, Sabemos que Ia penetraciGn {bétiea en Africa se intensificé durante el siglo xv, en competencia com sgenoveses y venecianos; en la Sevilla de finales del sigho 3v habia 44 fasas mercantles genovesas, 2) florentinas, 10 venecianas, siete port. fquesas, algunas inglesas y nurerosas catalan, Situacin parecida se presentaba en Lisboa, ciudad que mantenia mejores vinculaciones con Amberes, Brujas y Londkes. La expansidn ibérica en Africa y posteriormente en América se con” figura también como wna prolongacién de Ia experiencia mediterrs. nea, visible en las factorias a Io largo de la costa africana, y como una qeelaboracién de dicha experiencia. Una de las novedades consiste en fas expediciones portuguesas y castellanas dedicadas ala captura ce es Gavos en Affiea. Un cronista de 1444 nos describe el desembarco de fesclavos africanos en Lisboa explicando que muclios de éstos eran blancos, ottos mulatos y muchos “negros como etfopes”. Sabemos que Jas expediciones afrcanas de Znrique el Navegante, con licencia excl siva concedida por el rey de 2ortugal en 1443, fueron financiadas con ln trata de esclavos. También los castellanos se sumaron a estas activi rE co aes y numerosos bares con licencia ef so competi con os datfagese io duels agri, as como on ‘empzendian cont po ataques conta las islas Canarias castellants ode as novedades dervadasdetipo de penecion comer ta sikinién portaguesa ycastellana hai el antco presenta oves os tect coma ral colonizaion de as Azores y Male Boy Pe Pestguetn de ls Cana por pate espafl. Mets of ) case DOr oe erat de una colonizacion real de eras despoblas 8 tage leva a cabo iniialmente wna colonizacén serial de 8 las as ote, Fuenteventa Fiero, despobladas tas la trata sclyisa Lanripiencos del sigio av. La verdaders conquista de las Canadas es ere de fs isas leas y densamente poblidas de Gran Canatia 1s eins y Tenerife, se emprencer entte 492 y 1496, inicialmente Pajo Falmucei6n de la Corona, para. transfo-marse posteriormente en una SMipresa nanciada por comerciantesy conquistadors, tal como Cet cietfaego en América Entre los comerciantes que pauticiparon en ft feat pea canara encontamos 2 algunes genoveses que contsibuirin samen a. financiar los viajes de Colon. La conquista de las Canarias, ta ual Tos conquistadores supicron aprovecha las rvalidades entre ter fudillos locales, tiene lugar le manera simutténea a Ja invasion 10s tuevo Mundo, evidenciando asi le continuidad de las Formas de expansi6n Ia primera invast3n ibérica ses ustros después del desembarco de Cristobal Colén en un islte del vege, unos diez afos después de fa muerte del almirante (15060), Se nribo de Vasco de Gama ala India y del descubrimiento de Brasil por obra de Pedro Alvarez Cabal (1500, antes incluso de que el nuevo continente reciba el nombre ce América, comicnzan a soplar en Europa fos primeros vientos proceclentes del Nuevo Mundo. ‘No obstante In insistencia, mas bien interesada, por parte de Col6n, las nuevas tierras eran consideradas por Ia mayurfa como fas nuevas vores, y por los dems como las Antipas. A pesar de que la actividad de explomei6n en el Caibe y los primeras contactos eon Tien Iie fueron muy intensos entre 1492 y 1513, solamente a pani de 1524, ‘con in presencia espaitola en el territeio azteca ola triple alianea me~ rica, comenzara una nueva fase de la invasion. “Observand el mapa t2 podemos seguir con mayor facilidad los veinte Mara ta Las Ineias occidlentales en 1515 TE fecas scat por ls espates 1502 Primer ao de sono comand 3515 Guéed yao ce funda > Ras de nave desde Europa } a mse ® aitos transcurridos entre el descubriniento de Colén de las tierras, ‘onocidas como “islas y tierra firme del mar océano” y el comienzo de Ia invasién cle México. Aparece aqui un dato importantisimo: las faeto- rias espafolas en el Caribe eran muy numerosas, pero en su mayorfa se trataba de restos de las empresas de colonizacién comercial colom- binas liquidadas en 1499. A muy pocas se habia concedic aquel ran- go de ciudad que indicaba una presercia consolidadla en el terrtorio. Estos empotios son el signo de continuidad entre el mundo medite redneo y el Nuevo Mundo, y entre la reconquista y Ia iavasién, sta aparece formalizada en el instrumento institucional de las capitulacio res de Santa Fe, firmadas por la reina Isabel y Cristobal Colén en 1492. Ia capitulaci6n es un contrato similar al que se estipulaba en los siglos dela eeconquista entre el rey y un capivin de armas, segiin el cual éste asumia la tarea de conquistar y repotlar las tierras en manos de los, ‘moros, obteniendo en cambio titulos nobiliarios y mercedes. las capitulaciones de Santa Fe reservaban el ttulo de virey y almiran- te de Castilla para Colin y sus descenclentes y la divsi6n en partes igua- les entre el rey y Col6n de las ganancias generadas por el eomercio y ex- plotacién econémica de los nuevos teritorios; ademas; las nuevas tierras se conveitian en patrimonio personal cel monatca. Sobre la base de los resultados del primer viaje de Col6n, que indicaban la presencia de oro, se organiza en la isla de Hispaniola Santo Domingo) una factoria con- trolaca por el mismo Cokin, donde todos los ecién legados de Castilla, son depencientes de Col6n y se incorporan a a actividad principal, con- sistente en intercambiar metcencias eurqpeas con el oro extraido por los amerindlos. A fin de cuentas, entonces. la actividad de la empresa de Col6n era la misma que habfan desstrolado tradicionalmente los empo- 10s africanos, es decir el trueque, el intercambio de bienes por bienes. EI monopolio real-colombino del comercio result6 ser un pésimo negocio, ya que os indios de Santo Domingo, como los del Caribe en general, vivian en una onganizacion tribal basada en el cultivo de man- dioca, papa dulce, yuca, maiz-y frioles, y recogian el oro aluvial con fines puramente religiasos y omamentales, de: modo que contra el in- terés de los espaftoles dicho metal era y sigui siendo una mercancia rarisima, De manera que la empresa real-colombina no sélo no progre- saba, sino que el mismo rey estaba pensando en liquidarla. Fueron Finalmente los mismos depencientes cle los emporios quienes decreta ron su fracaso rebelandose al monopolio en 1497 y solicitando la auto- rizacién. para comerciardirectamente con los indigenas. La revuelta de 1497 da comienzo a la invasion del espacio americano, puesto que una vez revocado el monopolio en 1499 la Corona empieza 4 conceder a individuos y compantas licencias cle comercio entre las, Antillas y Espaitay al interior del espacio antillano, Esta prctica sect posteriormente reglamentada mediante la creackén en Casilla ce una nueva institucién, In Casa de Contratacién dle Inclas (1503), la cual, siguiendo el modelo portugués de la Casa ca India de Lisboa, otorga licencias, reghmenta el comarcio y recaud los derechos cortespon- dientes a Ja Corona. En conseeuencia, vemos aparecer en las Antillas a los primeros funcionarios reales. Ta nueva forma comercial nace no s6lo para contentar a los espait: les instalados en el Caribe, sino que obedece también a la necesidad politica ce neutralizar la expansiGn portuguesa y hacer respetar el tr {ado firmado con Portugal relativo a Ia divisién del espacio maritimo. De hecho, el Tratado cle Tordesillas (1494) recogia el contenido de la bla papal de 1492 que asignaba las tetas descubiertas por Col6n al rey Cat6lico, precisanddo que le donacién fijaba la division a 370 leguas, al oeste de ls islas de Cabo Verde. En esta nueva fase, la monarquia espafiola afronta el problema de cconciliar intereses contradictotios. Ante todo los intereses de los colo- nos de las “islas del Mar Océano", y ademas los intereses religiosos ssancionados por la bula papal que contemplaba la evangelizacién cle los indios, sin que todo ello Legase a cuestionar su propia soberanta cn los nuevos teritorios. La monarquia espatiola abte en este periodo la via que con Carlos V conducitfa a la eonstrucci6n de una mona quia compuesta, dle caracterstcas universal e imperiales, en la que co- existieran principios de tipo peitico y ético mediante una alianza entre el tono y el altar. En este sentido, ls Areas americanas, hasta aquel mo- ‘mento poco consideradas, asumian una notable importancia en el ima- ginasio y en los proyectos poiticos de la Corona, los cuales durarin por més de dos siglos, independientemente de las transformaciones Cocurtidas en ese lapso. Sinn embargo, no era ffeil Hevar a la prictica las nuevas politcas de la monarquia espafiola, que estaba por ascender al rango de primera gran potencia de la era modesna. Una vez concluida la experiencia Colombina, la monarquia coneedi6 mumerosas licencias a castellanos para que comerciaran con la poblacién antillana. Peto la escasa cal dad del oro aluvial, las dificultades en la pesca de perlas y los reduci- dos excedentes agricolas comerciables, acabaron por transformar los — La senaon 6 rupos mercantiles en verdaderas bandas armadas dedicadas al saqueo eas ndigeas af captrs de esclavos, Ess bandas mercies fmaedas fueron lisa y llanamente las empresas cle conquista, cuyos so- Cis ¥ financieros eran funcionarios reales, eclesidstions y agentes de las gandes casas comerciales castellanas y europeas con sede en Sevilla a invasion ibérica de las Antillas aeab6 provocando frecuentes justiicadas revueltas, Los indios se lartaron de la soberbia de estos Conquistadores espanoles que, obsesionados por aro y las perlas, Se tlejaban caer en sus aldeas armados de espadas, lanzas y ballestas y compafiados de perros feroces. Los hotrores de la invasién de las “Anilla, descritos a los europeos cel siglo xu por el milanés Gerolamo Benzoni e ilustrados por los espléndidos dibujos de Theodore de Bry, serviin como primer instrumento de propaganda antiespafiola y anti ceat6lica en Buropa. Pero las bandas armadas en las Antillas constituyen, por otro lado, tuna vanguardia, porque estos contingentes de castellanos que dlispo- nen de armas propias y de bienes intercambiables dan origen a las pi- metas factorias espafolas estables. Por lo tanto, la banda no es s6lo tuna empresa comercial, sino que se convierte sobre todo en una orga- nizacidn politica cuyos miembros deben obediencia a un jefe, el caw dillo. Una ver. Fundado el asentamiento estable, la ciudad, la banda tiende a institucionalizarse e instituye al cabildo, es decir el municipio, y/su 6rgano de gobierno, et concejo municipal. fsta es la transforma- ‘i6n que explica la conversion de las bandas en empresas de conquista, (© sea en organizaciones no sélo comerciales sino también sociales y politcas. Sin embargo, las correrias de las bendas mercantile armadas en el Caribe comienzan muy pronto a ser motivo de preocupacién para la rmonarquia y Ia Iglesia, preocupacién que aumenta tras el alzamiento comunal en Castilla en los aos 1520, caramente reprimido por Carlos V, ante el temor de que los castellanos de ultramar aspiren a la indepen- dlencia, mientras la Iglesia presiona are la monanquia en defensa dle la poblaci6n india, que en lis Antillas lt sido, mienitas tanto, prictica ‘mente exterminada. A fin de neutralizar las tendencias centrifugas de la conquista, 1a Corona funda en 1511 en Santo Domingo la primera institucién de gobiemo y justicia, la Audiencia, organismo ya existente en Castilla, formado por un concejo de jueces nom brados por el rey con el encargo de gobernar los tevtorios y administer justicia: De esta manera se eli “ uanssencion mina fa figura del adelantado o alealdde mayor sin que ello signifique Pponcr témino a la empresa de la conquista, Como se puede ver en el ‘mapa 12, numerosas expediciones comerciales llegan hasta Tierra Firme, Darién o Castilla del Oro y las islas de Cubagua (Venezuela), ricas en plas. Al mismo tiempo se da comienzo a la produceién de azsicar en las Antillas, a. mas ingente del Caribe durante varios siglos. Las ex- pediciones mercantiles y la produccién azucarera generan el traslado 4 Esparia de los primeros tescros americanos: entre 1503 y 1510 des- embarca en Sevilla el equivalente a 200000 ducados anuales, 70% cle los cuales va a los comerciantes, mientras 3096 correspond a impues- tos cobrados en América la necesidad! de incrementar la presencia de autoridades de la mo- narquia en América estimula a su vez el interés de la Iglesia, especial- inte de las Grdenes religiosas que se pronuncian piiblicamente en defensa de los indios. Gracias @ esta presion de la Iglesia se promulgan ‘en 1516 las primeras normas legales en favor de los amerinclios, cono- das como Leyes cle Burgos. Junto a los intereses econémicos comien- zan entonces a manifestarse de manera cada vez més explicit los inte- 1eses espittuales, con el resultado de un incremento de la presencia influencia de los funcionatios reales y eclesidsticos. Sin embargo, pese alas maniobras comrectivas cle tipo politico, el balance de la invasién espaftola en las Antillas no clea de ser negativo, ya que la poblacién de la fala de Santo Domingo «sminuye de 3.7 millones a 66000 habi- tantes entre 1492 y 1519. [a destrucci6n demografica impide entonces el nacimiento de aquella sociedad hispanoamericana que surgiria pos teriomente en el subcontinente ‘También las areas brasilefias experimentan una penetracién similar, ya que la Corona portuguesa busca consolidar su soberanta en tierra americana, como estaba previsto en el Tratado de Tordesillas. Paca aleanzar dicho objetivo sin emalear recursos propios, Portugal otorga en concesi6n a la compafiia mercantil de Fernando Noronha la extrac- cida y ttanspotte de los troncos del 4rbol conocido coma "palo Brasil" materi prima para producirtnturs rja EI monopolio otorgado a Noronha da lugar, como en las experiencias afiicanas y colombinas, ala formacion de factorias donde se almacena la ‘madera preciada extraida por ks distntas tribus amerindias, que luego se intercambia con productos portugueses y europeos. Tal como ocu- ne en las Antillas, también en Brasil el régimen de monopolio entra ripidamente en crisis, no tanto por conflicios entre los poseedores del i ne anseRc ” * jnonapolio y sus empleados portugueses sino por la creciente presencia de agentes comerciales franceses interesacos en esta madera preciada ‘Gon la penetracién francesa en el Nuevo Mundo comienza una larga setie de infitraciones de los paises ewopeos que no aceptan la repar- ticién del mundo entre Espaiia y Portugal. ¥ los conflictos entre los in- vasores europcos contribuiri a su ver a agudizar los roces entre las tribus, ya que algunas de ellas se aliaa con los franceses y otras con Jos portugueses. E5 muy probable que los conllictos entre las tibus hayan provocado un aumento cle los sactificios humanos el inicio del comercio intertribal de esclavos amerindios. Por otro lado, es posi ble que este contacto entre invasores ® indigenas basado en el intet- cambio de mercancias haya dado origen a los primeros cruces étnicos y al nacimiento del mameluco, el mestizo que para el nacionalismo brasilefio contemporineo representa el prototipo del brasil. ‘También la invasi6n europea de Brasil es extremadamente cruenta y provoca la muerte de unos 2.5 millones de tupiguaranies que vivian en Ia franja costera. Tal como habia. ocurrido en las Antillas, la destruccién demogrifica provocacla por Ia propagacién cle epidemias europens, las luchas tibales y la escavitud, impide en ese momento la formacién de ‘una sociedad lusoamericana, Invasion y conquista a monarqufa espaitola, producto de 1s unifieacién de las coronas de Casilla y Arag6n, acelera su transformecion en imperio durante el si- glo >, Con la subida al trono de Carlos V en 1517, comienza a pert Jarse un imperio tenitorialmente diversiicado, compuesto de diversas patras con una vartedad de sistemas iastitucionales que reposan en tradiciones cultures y politicas muy dlierentes. La navedad del impe- tio de Carlos V consiste precisamente en no destrut las diversas culeu- fas, sino mas bién en permitirles coexstir indoles una proyeccién ‘omtin mediante la construccién ce unt consistente simbologia en la que intervienen elementos como la fe =atdlica, una corte que pueda asegurar la fdelidad de los stbdites als Corona, y una administacién capaz de cepresentar desde el centro las necesidades de cada wna de las unidades teritoriales. Hl naciente inperio es un mosaico compuesto dle muchas piezas di- feremtes que, aunque no encajen perfe:tamente, crean la imagen de * La RIsEROION tuna unidad que la monarquia espaniola no tavo ni quiso tener antes del siglo xvm. Esta imagen cerresponde también a la monarquia portu- guesa, ya que en ambos casos ef monarca no apatece identificado ‘como rey de Espaiia © Portugal sino mis bien como rey de una serie ‘de seinos en Europa y en Anérica. Fl elemento que tnifica estas mo- narquias ibéricas es, por lo tnto, Ia figuca del rey en cuanto simbolo de la jsticia y defensor de la fe; el monarca aciministrajusticia, recom- pensa a los buenos, castiga a los malvados € impone el respeto de lerechos y deberes 4 los stibditos al interior de cada tno de los esta- mentos sociales. Kista es la idea de buen gobiemo que el imperio ase- jgura a todas las unidlades tenitorales, 1a onganizaciGn imperial que se deduce de esta concepcién se aplica cn los diversos consejos terrtoriales: el de Castilla y el de Aragén, el Consejo de Indias a partir de 1524, el de Italia en 1555, el de Portugal en 1582 con Ia unificacién ce las dos coronas y el Consejo de Flan- des en 1588, Antes de la union de las dos coronas el impetio port {gv€s contaba con dos consejos territoriales, el de Portugal y el de In- alas; la autonomia de este tilimo seré mantenicla tras la unificaci6n dle Espana y Portugal Durante esta fase de construecién imperial, Casilla y el Portugal rmetidional proporcionan los hombres, los medios financieros y los modelos de organizacion del Nuevo Mundlo, Cabe recordar, en efecto, due las reas americanas, la Indias occidentales, dejacan de ser bienes personales del rey tan s6lo en 1519, al conquistar éstas el derecho ‘1 contar con un consejo terttorial propio, denominado Consejo de Indias. Aun siendlo heredero de la tadicin juridica y normativa caste- llana, dicho Consejo producieé su vex muevas formas jurcicas ¢ insti- tucionales, ya que est4 obligato a tener en cuenta el derecho consuett- dinatio amerincio. EI nuevo estatus de las Indias occidentales nos permite destacar el hecho de que la teayectoria ce la segunda fase de la invasién coincide _grosso mocio con Ia formaci6n de Ia nueva monarqu‘a espafiola bajo el reinado de Catlos V. Los elementos que evidencian este proceso son la desapaticion de las antiguas expediciones autorizadas por los Funcio- narios reales y el hecho de que las nuevas capitulaciones 0 acuerdos entte la monarquia y los potenciales conquistadores requieren ahora la autorizacion del Consejo de Indias la creciente institucionalizacion se expresa paticularmente en ef ma- yor control que la monarquia ejerce sobre los funcionarios y sobre las rapines de los conquistadéres y en la capacidad de domar las revueltas brganizades por étos, como la cle Gonzalo Pizarto en Pert (1543) y de Martin Cortés en México (1566). La nueva regulacién del Nuevo Mundo ‘es mis importante de lo que se ha creido hasta ahora, aunque desdle Juego no implique la instauracién dela justicia y mucho menos de la jgualdad de derechos entre ibéticos y amerindlios. Fl aumento dl con trol moniquico, que no suipone atin el inicio del absolutismo, neue liza aquellas tendencias sefioriales que se habian reforzado notable- mente durante la invasi6n de las Antillas, € introduce en América el principio de la organizacién imperial. El reforzamiento de la auoridad real difunde entre los stibditos espatioles y americanos la imagen del rey como garante ce las libertades estamentales instauradas en los diferentes teritorios americanos de Ia monarquia, que en ausencia de tuna convocacién regular a las Gortes estin representadas en la corte real pot los procuradores de las princizales ciudades americanas. Bl itinerario de esta segunda Forma de invasién no se caracteriza solamente por la inserci6n americana en la monarquia, sino también por el hecho de que la América espaiiola deja de ser patrimonio per- sonal del sey y por la novedad ce que en la invasi6n del continente los espafoles se encuentran ante sociedades amerindias mucho mas estructuradas y con una capacidad d> respuesta politica y social. La ‘conquista de México y luego de Pert marcarén un gio significativo al respecto. EL mapa 1. ilustea la invasion del continente por parte de los ibéri- os, la llamada conquista. Se muestra aqui que los principales centros son conquistados en poco més de treinta alos, entre 1519 y 1550, y que la ocupacién se lleva a cabo por gemacion. En efecto, una vez ‘ccupado un lugar signficativa como ‘Tenochtitlan (la Ciudad de Méxi- co) entre 1521 y 1524, desde ese enclave parten nuevas conquistas que a su ver. dan origen a una red de asentamientos ibéricos. Poxlemos constatar que los centros desde los cuales parten las expe diciones, originadas a su vez en Santo Domingo, son fundamentalmente cuatro: Panama (1519), México (1521-152), Pend (1534-1535) y Bue- nos Aires (1536-1537). A partic de estes asentamientos se desplicga la ‘cupacién de enormes tetrtorios Hevada a cabo por pocos espaiioles. Como puede verse, la penetracion hacia el interior de Mexico se verifi- ca con gran rapidez: en poco mas de veinte aiios —entre 1521 y 1547— México central, bajo control del impetio mexica 0 azteca, pasa manos de los invasores ibéricos. opunpy onary jap vadoune uossony oT “et Va oosasave onve0 contiB Bm STE | ele BEOa Bia) PEL Y no es muy diferente la invasion de las areas andinas. Ente 1534- 1535 y 1550, se lleva a cabo el gradual conteol espanol de esas terito tos y su prolongacion hasta Chile. Similar es el itinerario en e! Rio de la Plata: entre 1536 y 1553 y por Via fluvial se llega a controlar las Areas iinemas hasta la regién preandina del actual Tucumn. En. Bra procede al mismo ritmo: todavia en. 1550 las clonaciones terrtoriales a los nobles portugueses na hin daclo origen a importantes nticleos de control terttorial. Tan s6lo tres asentamientos, Pernambuco, Bahia y San Vicente, muestran un cierto dinamismo; en 1540 los portugueses atin no conseguian neutralizar las incutsiones de los franceses, cuya presencia comenzari a disminuir solamente tras la firma del tratado de paz entre los reyes de Portugal y Francia La mayor rapiciez de la invasién espaftola respec obedece al sistema organizaivo. Portugal utiliza el instrumento de la donacién real, institucionalizada en el momento en que arvecia la pe- netizcién francesa, la cual permite obtener capitanfas hereditarias de unas cincuenta leguas de litoral y una extensi6n indeterminada hacia el interior. EI mapa 14 ilustra la nueva versi6n cartografica de los seio- rios brasilenios elaborada po: Alberto Gallo, en la que apreciamos los territorios asignados a los donatarios que se comprometen a colonizar- los obteniencio a cambio derechos y privilegios, como el gobierno, la administtacién y el control d2 una parte importante de las tierras, ale- ‘mis de la posibilidad cle corcederas a sus propios stibditos. El domi- no teal se limita al monopolo comercial sobre la madera preciada, las podemos observar un cuadio de esta realidad politica, caracteizada por una notable expansi6a de los municipios en las dis. tints dreas hispanoamericanas. Si pudiéramos indicar junto a los muni Cipios espafioles la presencia de los municipios indios, que son vatios miles, se podria apreciar a existencia de una tupida red politica que ‘Bae och santnads Es Fcigge Rea pee en sgn ‘Mara 12. Los municipios americanos, siglo xrr LamseKco oe ° wilosteyer = “eae. oe 2° cone Finan se encaey teeta Tyee | Baa Sanne de Oty mr Meiine sya _— ona cana Tain an ovger Mara 12. Los municipios americanas, siglo vr (detalle) une las distintas realicades locales con las cortes iberoamericanas y rmettopolitanas. Para entender Ia importancia de los municipios, basta con recordar que enire sus funciones se cuenta la ce organizar en cada territorio las ceremonias de obediencis y lealtad de los stibditos al rey ya la religion cat6lica, a través de juramentos colectivos ante los estan- artes reales y ceremonias de recepcida a os representantes del rey, al virrey al gobernador. Corresponcle entonces a ls instituciones munici- pales no sélo la gesti6n politico-admiristrativa del tesrtorio, sino ade- mis la conservacién y reproduccién simbélica del pacto que une al rey con su “pueblo” en las Indias oocicentales. La relacion entte el rey y los sibditos da lngara una dialéetica que se ‘expres tanto en colaboracién y entencimiento como en conflicto. Esta tension entre monarquia y tenitorio —entte rey y reino— Hleva a la erea- cin de algunos canales de meciaci6n, entre fos cuales figura el nom- brramiento de procuradores en las Cortes vireinales y reales, mecanismo {que refuerza el poder politico de la insitucién municipal. Los eabildos de |i Ciudad de México y Lima mantienen representantes permanentes en lt corte de Madrid, y lo mismo ocurre en el caso de las capitales brasi- La psnc1On Jenas de las mis ricas capitanias generales. La expansi6n de esta forma de tepresentatividad territorial nos permite entender por qué los muni- cipios reivindican con éxito cnte el rey la posibilidad de que el envio de procuradores pueda verilicarse sin la autorizacion previa de los fun- cionarios reales. El sistema de designacién de procuradores incluye también a los municipios indios, especialmente en Nueva Espaita, como demuestra la cantidad de solicitades que los representantes de los ea- bilclos inlos elevan a las insttuciones virreinales sta pretrogativa de los municipios de mantener una telaci6n con las cortes coloniales y metropolitanas explica lt consolidacién de una forma de gobierno indicecto en el iranscurso del siglo vu. Los municipios son los instrumentos que permiten a las autoridades coloniales centra- les un control concreto de las istintas regiones americanas sin la pre- sencia de un cuerpo de funcionarios reales o un ejétcito. Se acaba por conflara los grupos espatiole e indios organizados en municipios am- plias competencias le gobierno y de justicia local, a cambio de una completa lealtad a la religin, al rey y a los funcionasios. Sin la activa participaci6n de los estamentos locales, el pacto colonial no habia po- dido consolidarse, y su consistencia y eficacia est demostrada por la casi total ausencia de revueltas espaitolas, mestizas o indias durante ese largo periodo, los Componentes locales se expanden también en funcién de la am- bicign de cargos y oficios. Est: tendencia se refuerza a partir de la crisis financiera dle lis monarquias iséricas entre finales del siglo x y la pri- mera décadh del xm. En la América espaiola dicho proceso involucra «110s municipios, sobre todo a partir de 1591, contribuyendo a reforzar la presencia de los grupos de notables en el gobierno local, mientras que en la América portuguesa afecta sobre todo a los circulos financie- ros y judiciales, La capacidad de los gobiernos locales para conservar € incliso ampliar sus competencias teritoriales se explica en gran par- te por la escasa importancia del corregidor, el cual, 4 diferencia de lo ‘que ocurte en Castilla, no ejence en América una verdadera Funcion de control sobre los municipios. Aqui el corregidor no es wn funcionario dll rey, sino un particular que por pertenecer a la clientela del vierey ‘ del gohernador obtiene una comisidn para ejercer de comerciante en 1 distrto. En América, los corregidores en general no poseen forma- cin juriica alguna y son esencialmente espaioles o criollos mis inte- resados en lucrar con sus cargos que en una carrera en Ia administra i6n real a sence » zn Brasil, las instituciones municipa es (cimaras municipales) asu- men incluso mayor importancia que sus equivalente hispanos; de he- cho, junto a las jurisdicciones reales existen las seftoriales, las cuales se incrementan entre 1550 y 1650 (nueve en 1550, 10 en 1600, 13 en 1650), mientras las capitanias siguen siendo seis en 1650. Ello explica por qué, 2 falta de un control real sobre los seforios, los gobiemnos municipales acaban copados por los nctables locales, tinico grupo ca- paz de limitar el poder de los donatarics. Tambien en Brasil se intent6 introducic la figura del comisario real y del juez dle paz, pero el re- sultdo fue insatisctorio, porque, come en la Amética espafiola, el co- rregidor y el juez cle paz. Giz de fora) no eran funcionatios teales pa- sgidos por la monarquia Para comprender plenamente el papel de los funcionarios reales en América, ¢s necesario tener presente qce existen instituciones munici- pales en posicién de interpretar las exigencias del reino y de neutrali- zat las estructuras politico-administrativas y el poder de los funciona rios. Se comprendle entonces que las verdaderas funciones del aparato ‘aministrativo real son de superintendencia, més que de control e in tervenci6n directos sobre el territorio. Sin embargo, a pesar de todos {os limites impuestos por la forma indlrecta ce gobiemo en las sireas americanas, los virreyes y en general los funcionarias reales son figu- ras investidas de un alto significado simbélico. Uno de los rasgos ca- racteristicos del aparato estatal de los Austea, tanto en Espafia como. ‘en América, fue el de crear una imagen austera y fuerte de la monar- quia afin de suscitar un temor reverencia en los sibditos. Los rituales que acompafian la toma de posesién en los eargos de virreyes, gober- iacdores, jueces y funcionarios de hacienda tienen como objetivo refor- zas esta imagen de la monarquia y ciluit las pulsiones centrifugas exis- tentes en los diversos territorios europeos y americanos, 1a organizacién poltico-adiministrativa dle la América espanola y por- tuguesa se caracteriza por una notable cistancia entre Ia esfera del rei no —municipios— y la del rey, virey, gobemadores, ete, que, como se ha dicho, se debe a que no existe tin cuerpo intermedio dle verca- eros funcionarios reales a nivel tervitoral, ya sea porque atin no ha sido creaclo, como en Brasil, ya sea pone en realidad se trata de 1e- presentantes que obtienen su cargo por vinculos clientelares, como en. li América hispana. El resultado es Ia ausencia en todas las ‘reas ame- ricanas de ina jerarquia dle oficiales reales en posicién dle transmitir las ‘Grdenes procedentes del aparato politice y administrativo de la monac- @ LansERCION quia. Si bien Jos municipios y funcionarios estin teéricamente obliga- dos a cumplir las ordenanzas reales, su implementacién asume distintas foumas que pueden llegar hasta la suspension dle las mismas, Existe una mejor comunicacién entre las autoriades reales america- nas y las instituciones metropolitanas gracias a tres organizaciones buroeriticas: los gobernaclores y virceyes, el real teibunal cle justicia (Audiencia) y In Real Hacienda. En todo caso, Ia suptemacia en la ges- tion politica y administrative coresponde al virrey 0 al gobernador, en ‘cuanto presidentes de In Real Audiencia y de la Real Hacienda, Todo el parato politico-administrativo americano se encuentra sujeto al Con- sejo de Indias, érgano colegiaclo que estudia, examina y propone al rey y a sus sccretarios la resolucion dle los problemas politicas, militares y administrativos. "Aunque presentan tna concentraci6n geogrifica compacta en Brasil, los dominios portugueses en América estén divididdos politica y admi- nistrativamente en sefiorios y capitanias. Los primeros, que abarcan gran parte del tertitorio brasilenio, son trece en 1650, once de los cua- les estén en manos brasilenas (Itanhaém, S40 Vicente, Espitito Santo, Posto Seguro, Ilhéus, Peruassti, Itaparica, Chuma, Camets, Cabo do Notte) y dos controlados por los holandeses (Pernambuco ¢ Itamara- cA). Las capitanias son solamente ocho, dos de Ins cuales se hallan bajo control holandés (Paraiba y Rio Grande), mientras las demas (Rio de Janeiro, Bahia, Sergipe, Ceari, Maranhao y Para) siguen sujetas a Brasil. Mientras los seitorios disponen de jueces clectos por los nota- bles locales y de autoridades designadas por los donatatios, las capita- nas (s6lo tres de ellas hucen el rango de capitanias generales: Bahia, Pernambuco y Rio de Janeiro) obedecen a un gobernador general con sede en Bahia; las de Marenhao, Pard y Ceara, dependen del gober- nador de Maranhio. Sin embargo, durante todo el siglo xvi la autoridad de los gobernadores generales es més nominal que real, por lo que las distintas capitanias gozan le una amplia autonomfa, similar a la de los seiorios. El papel de los capitanes generales y gobemadores de Ia América portuguesa presenta muchas semejanzas con el ce los gobemadores ¥ capitanes generales hispanoamericanos: todos ellos poseen competen- cas militares, administativas, financieras y judicales. A diferencia del ca- 50 hispano, sin embargo, kz Amética portuguesa dispone de un tnico alto tribunal de justicia la Relagao de Bahia, en tanto que en las capita ras generales existe un aulitor general subordinado al méximo tibu- La NseRCION " nal de usticia metropoltano, la Casa da Suplicacto. Son dos las instan- tec colegiales que asesoran al rey 0 su sectetatio de Ultramar, el Conselho Ultramarino y el Conselho da Fazenda, encargado exclusiva- mente dé astuntos financieros. acia mediaclos cel siglo xvu, todas lis reas americanas pestenecien- tes las monarquias ibéricas experimentan una significativa transforna- ‘Gan que las incorpora a la organizaci6n general de la monarquia, tanto Snivel politico y administrative como cultural y material, De hecho en 11650 todos los grupos étnicos, inclependientemente de su colocacién cen Ia jerarquia social americana, se ercuentran, en diferentes grados, ‘compenetrados de valores ibéricos. A esas alturas, el Nuevo Munclo het ‘conocido una primera y significativa occidentalizacién en la economia, ‘en ka sociedad, en Ia politica y en la cultura I EL MUNDO IBEROAMERICANO ‘[tuasas tonne rpenomtetcano a i primera fora acide que asume el subcontinente americano. Si bien el conglomerado de las Améticas utiliza una multiplicdad de instrumentos europeos, sean elas concretos 0 abstectos, la conformacién gue asume Amética tna en los siglo ty xwn est4 marcada por rasgos especificamente espiioles y portugueses. Cor Espaia y Portugal se reprockice una foema de catotcismo muy diferente de In que se praetica en Roma, con as pectos dela vida coriiana, desde los alimentos a las formas dle convi- venca, que la dfwsion del espaitol y del portugués vuelven especificos yiinicos No hay que deducir de ello, sin embargo, que lo espectico de las, forms iséricas vuelva a las reas americanas impenetrables a otras influencias europeas, ya que en realidad los elementos ibéricos coexis- ten con los que proceden de esas otras regiones. Por un lado la infor- smacién politica y teol6gica espaiiola y portuguesa son mas ripidas y eficaces, mientras que de otmas paises europeos llegan los conocimien- tas tenicosy los textos de flosofia y clerecho. A diferencia del mundo americano anglosajén, clonde todavia a comienzos dl siglo xv los americanos se consideran britfnicos que viveny trabajan fuera de Ingiaterra, los iberoamericanos desarrollan ya desde el siglo sv una visiGn de si mismos que los diferencia dle los babitantes metopoltanos, La pertenencia a una monarquia compuesta, capaz de federar mis que de absorber a las distintas identidades que conviven en el impetio, constituye una explicacién parcial ce esta clerencia. #1 ripido desarrollo de una identidad iberoamericana puc- de deberse en prictca a la necesidad que tienen los espaioles y por- tugueses, bites demogrificamente, de legar a un entendimiento con la poblacién indigena, en un primer momento, y con la naciente poblacién mestiza y mulata después. En este complejo proceso cle neste, los béricos interioizan muchos sfmbolos eulturales indios y alficanos y aceptan formas de sociabilidad mestiza y mulata las cuales, a su vez, son interpretaciones y reformulaciones de formas ibéricas, indas yaticanas, LMUNDO IHERONVERICANO 8 1. Contexro meratscionn. ¥ cowtexro ma¥co La soberanta de los Hsiados ya dectinaci6n ihérica {A partir del siglo x, las Areas iberoamericanas se encuentran integra hs en un contexto intemacional destirado a suftr relevantes cambios, tanto en las 4reas europeas como anericanas, Mientras durante la seguncla mitad del siglo tla potenciclidad sberoamericana se ve dis minuida a causa de la no aplicacion ce las reformas auspiciadas por politicos y funcionatios ce ambas onillas del Atkintico, en el ranscurso de Ja segunda parte del siglo siguient2 las xeformas aplicadas por la nueva monarquia borbsnica y el ministto portugués Pombal crearin un contexto en el que madurard la crisis del orelen monsixquico Durante el siglo xu y hasta el ascerso al trono de los Boxbones, a comien2os de 1700, a densa a uitranza por parte de las dos monarquias ibéticas de su fundamento religioso y de! principio de ka monarquia com- puesta, impide la afirmacién cle la monarquia absoluta, y obstaculiza la asimilaci6n de las novedades internacionales que se perfilan a partic del Tratado dle Westfalia (1648), La manifestacién axis significativa de ln pércida de dlinamismo de ambas monarquias ibéricas es Ia incapaci- dad ce construit una administracion en posicién de neutalizar las fuer- zis centrifugas estamentales y terrtoriales y de reformular sus politicas en funcién de las nuevas exigencias comerciales y del nuevo orden ‘europeo, segein el cual la soberania de In monarquia se encama en la figura del rey, ‘Como sucle ocurrit con las grandes potencias que dejan de setlo, es muy posible que las monarquias ibéricas no peccibieran el fin de su predominio, ya que hicieron caso omisn del principio establecido por el Tratado de Westfalia, segiin el cual tocas las confesiones cristianas, no s6lo la catdlica y la luterana, adquirian plena legitimidad para ejer- cer una accidin pilitea en el caso de que ua monica la acoptase vieja supremacia del imperio se iba red.ciendo a un rango simbélico y ceremonial, a un sistema de poder puramente regional, punto de rele rencia para una multiplicidad de estados y ciudades alemanas, austria- «as y bohemias. 1a gradual declinacién del imperio atxia el camino a i idea de que Europa se componia de una plutalidad ce uniones de Estados, al interior de los cuales el poder central consolidaba su superioridad sobre todos “ LAURO wEHOULERICANO Jos demis y al mismo tiempo no reconocfa una subordinacin hacia ‘atto Estado, notte térninos, cada Estado asumia la plena soberania intema y exterior, convitiéndose en el tinico drbitro de sus intereses, De este modo, a soberania se convierte en un poder que no reco- noc ninguna instanca superior, por fo que lt independlencia de cacla monarguia debe ser defendida ante cualquier amenaza externa. A dife- rencia de fa concepcin imped, el nuevo escenario de la soberan de fa monarquia muesu el puta de una serie de Estados peun: nentemente en pie de gue. Después de haberse intensificado nota- blemente en el tanscuso del siglo xv, los conflctos entte Estados comienzan a disminuir en el siglo siguiente, De hecho, el Tratado de Utrecht (1713) establece que los objtivos esenciales del orden euro- ‘peo, ceinido como sistema de Estados, son la paz la armonta en el ‘mundo cistiano. Para akanzar dicho objetivo es necesario un orden cesiable dotado de un adzcuado equilbrio de poderes, que sea, como se ee en un documento de ln época, “el mejor y mas sélido Funda- mento de la amistad reciroca y de una durable concordlia general”. Si bien el equilxo de podkres constuye la base del sistema poitico de las naciones europea, los pardmettos del nuevo concierto interna- ‘onal son, por una pare, la pertenencia comin al mundo cristiano indepenlntemente de tconfesion religisa y, por la otra, el principio, dinisico que legitima a los monarcas segin su capacidad para defender fl Estado de as amenazas intemas y externas. En kia instancia, en el ‘conceto europe de las naciones la soberanfa ya no es un concepto abstract, sino que aca estechamente ligado a la monarquia, por lo aque podemos defini est primera forma de soberanfa como dnstica 1a soberaniadinstica, etenda también alas repablicas aristocraticas como Veneda y Holanda facta las alianzas entre fos distintos sobera- nos, ya sen mediante caidas de amistad o gracias a vinculos matrimo- riales, mecansmo que acabari por emparentar alas casas reinantes. 1a tpida declinacion del factor relgioso en el sistema de los Estados cen eltranscuts del sig wm tansfoua el conficto poltico-religioso en Confizo politico y econémico. En esta sigaificativa transcién, ls drcas ‘beroumercanas,especiclmente sus riquezas, s¢ vuelven un recurso ‘importante para ls demés monauquias y acaban desencaclenando una ferox competencia entre las potencias europeas por apoderarse de ceuotas del comerco intamacional, es decir de aquella actividad que ‘gener as mayoresganancias y recursos financieros. ‘Durante el siglo vm l progresiva secularizacién cle sociedades y ELMUNDO IBEROANEICANO s reinos y la ereciente importancia de Ios intereses mercantiles termina- tin por extenderse a todas las monarquias europeas. También Espaita y Portugal se van adaptando a la nueva situaci6n e intentan recuperar 1 ateaso acumulico durante el siglo anterior. Pero se trata de una \daptacién relativamente lenta y el proceso cle moclemizacién se ve frenado por lt excesiva importancia que kas monarquias ibéricas con ceden a In alta nobleza en la distribucion de los cargos y en la gesti6n del gobiemo, que de cualquier form en Espana y Portugal (neva- mente separados descle 1640), como en las dems monarquias, se con- centra cada vez ms en manos del rey y de los secretarios de Estado, ‘A diferencia de los demas Estados enropeos, las monarquias ibéricas, pero especialmente Ia espaitola en los afios de los tltimos Austria, no fomentan un reforzamiiento del aparato militar y naval. No hay tampo- co, hasta el primer tercio del siglo xvm, un ineremento le la burocracia civil y financiera, ya que en realidad no se aplican las reformas adm nistativas elaboradas por eficientes secretarios dle Estado y consejeros. Por otta parte, las reformas del duque de Olivares (1622-1643) terminan con Ia unidad hispanoportuguesa y desencaclenan revueltas antiesp: folas en Catalufa, Flandes y Napoles. La monarquia espaiola se ve asi desgasrada por fuerzas centrifugas tanio en Europa como en Amética. la declinacién espaiiola se refleja también en las continuas crisis financieras, que, a su vez, son consecuencia de la incapacidad de resig- natse a desempefiar un papel internacional disminuido, sobre tocio después de 1640. En 1663 y a pesar cle encontrarse en una aguda cxsis econémica, la Corona espanolaintentar someter nuevamente a Port- gal, el cual, apoyado por Francia y Gran Bretana derrotara al agresor. Ademas de la mengua de la capacicad militar, Espaita no administra eficientemente sus recursos, a causa de carencias administrativas y ‘organizativas, De los 27 millones de cucados que constituyen el pro- medio de los ingresos anuales de la monarqu‘a en los afios 1650, tan sélo entran efectivamente en hacienda seis millones, porque con los restantes 21 se pagan las deudas con lstintas casas Comerciales. Esta situacion de impoteneia se adlvieate tabi eu lay dens snieticatas, donde la monarquia es absolutamente incapaz de hacer respetar el monopolio comercial. En consecuencia, el comercio con las colonias americanas languidece, mientras flujos consistentes de riqueza ameti cana, especialmente de metales preciosos, llegan clirectamente a Ams- tenlam, Paris y Londres sin siquiera transit por Espafia, las interferencias en el mare clausus ibérico se intensifican en el transcurso del siglo xv como efecto de la penetracién holandesa. 1a ad fucraa de Holand es tan grande que s6lo la posicién contain de los aai ged. é zstaclos Generales de Amstercam impide a Cromwell la realizacion de Boe G8 s83e3 su proyecto de repartirse los imperies ibéricos entre las dos potencias Bae gs» tpoge protestantes. Holanda habia ocupadc fas regiones brasilefias de Parai- aaa sh aiiy bay Recife entre 1635 y 1654 y Sac Luis co Maranhao entre 1641 y S42 8) £a8g2 1644, mientras se apoderaba tambicn de tres islas del Caribe importan- . pees tes para el control de las rutas comerciales, Curagao, San Martin y Saint a0 Fustatis. Con su presencia en las Antillas los holandeses conseguian controlar, incluso despues de ser expulsados de Brasil, alrededor de la iitad de las exportaciones brasilenias de azticar, una paste importante del tabaco americano, casi la totalidad de kr tata de esclavos negros, tuna cuota importante de la plata de Potost a través cel contrabando y ‘el comercio negrero con el Rio de la Plata, y de la plata mexicana a través del contrabando y la trata de esclavos en las Antillas. Gracias al decisivo apoyo de notables Iusobrasilefios a las autorida- des portuguesa, la expulsion cle los holandeses de Brasil no impide la penelraciOn creciente de las potencias europeas en la América ibética Francia y Gran Bretafia estaban interesadas en las Antillas por su posi- ‘i6n estratégica en la ruta de la plata; de hecho las tres escalas de las fotas espafiolas de la plata —Portotelo, La Habana y Veracruz— se cencontraban en el mar Caribe. La presencia francesa e ingles, dlfe- rencia de la holandesa, combina el comercio ilegal y Ia actividad de corsarios y piratas protegiddos por aquellas monarquias Hl mapa ri muestra los numerosos asentamientos y factorias no ibé- ricos ytraza un cuadro de las principales ofensivas contra las posesiones espafiolas. Resulta evidente que las fuerzas europeas han conseguido llenar el mar del Caribe, ef Mediterréneo americano, de mercancias y esclavos, y que los intereses de estas potencias astmen un caricter politico estratégico. Todo ello se inserta en el cuadro mys amplio de la expansi6n colonial europea, pero 2 comprendle mejor a la luz de kt declinacién elas monarquias ibéricas en este periodo. 1. Penetracion inglesa y francesa en América, 1667-1690 Mapa La renovacion de las monarqutas ibericas CCon el nuevo siglo asistimos a una aceleracin dle la adaptacién de ls :monarquias ibérieas al contexto eurozeo. Con el cambio cindstico y la legac al trono de Felipe V dle Rorbéa, a monarquia espaiola intenta recuperar terreno. Las reformas refuerzan el porter de los secretarios de Estado, liquidan fa corrupci6n en la burocracia, eliminan el sistema, dle subastas de las rentas paiblicas y las mercedes reales. Ademas se comienza a ejercer un control sobre los consejos municipales mediante ‘una nueva divisién politico-administrativa del tetitorio y una reorgani zaci6n del aparato de funcionarios civiles, con la ereacidn cle escalafo~ nes de intendentes y subdelegados, y de la administraci6n fiscal. Fl 0, se van generando de esta manera rela- clones mas articuladas y diferenciadas entre los diferentes miembros de la lite. Dado que los notables desempeiian al menos una segunda actividad importante como propietaros de minas, comerciantes 0 abogaclos, acaban por consttuir el centro de una red social integeada por wna serie de dependlientes intermedios, algunos de los cuales, en cuanto FL MUNDO THEROADERICANO » svientes, se encargan de la tarea de coordinar y controlar la actividad Melos teabajadores. La actividad econémica fija a los distintos grupos finieos y sociales al interior de una organizacién jernquica que indu- dablemente limita sus posibilidades, pero al mismo tiempo les otorga sgarantias ce protecci6n similares a los de una clientele La realidad dle! mundo colonial americano se diferencia, pues, ce la imagen cortiente de una sociedad compuesta de pocos dominadores y muchos clominados. La verdad es que se trata de una organizacion con muchos actores sociales intermedios, de modo que el pedn, antes de encontrarse en una posicién de dependencia ante el pattn, man- tiene una relacién no necesariamente paritaria con el capataz, con el ‘mayordomo, con tin administrador. No esti claro tampoco que el mes- tizo, l mulato o el indio Fugado de su comunidacl obtenga inmediata- mente el adelanto de bienes o dinero que lo convierte en trabajador subordinado y endeudado. De hecho, este mecanismo se pone en marcha una vez que el pen o el jornalero haya demostrado poseer algin mérito 0 competencia, En las relaciones serviles existen otras formas menos onerosas, como el colonato, la aparcerta, la simple con- cesion de tieras en préstamo o el atriendo a cambio de algunas jorna- cas de trabajo, Todas éstas se caracterizan por su informalidad, puesto que no existen contratos esctitos, sino s6lo acuerdos verbales. Si bien las conclciones de trabajo en las minas, los latifundios y tos obrajes, como asimismo en las casas, son extremadamente curas, las dis- tints formas de paternalismo de alguna manera las atentian. Por ejem- plo, podemos ver que las descripciones de las zonas mineras mexicanas, chilenas 0 brasilefias parecen sacadas ce escenas de vida provinciana de novelas inglesas del siglo xvu sen Ia ciudad donde se manifiesta et inode los miembros de la élite. Pero no se trata de una pura ostentacién, porque la magnificencia de las familias de notables tiene su raz6n de ser en un contexto colonial catente de una vercadera nobleza con stulos, y su prestigio cepende sobre toclo del estilo de vida y de la consistencia de la red de clientelas de que dispone. De hecho, si exceptuamos el marquesado del Valle en manos de los herederos de Coxtés y los sefiorios portugueses en Brasil, fen vias dle extincién a partir de ta segunda mitad del siglo xu, la nobleza americana podia jactarse de a gunos titulos, pero no de los Drivilegios de que gozaba Ia gran nobleza espafioia 0 portuguesa Pata entender el estamento nobiliaeio iberoamericano baste pensir gue durante el siglo svn se otorgan en hi América espaiiola 422 titulos 100 FL URDO HHEKOANIERICANO dle nobleza, y 409 en el siglo siguiente, pero ninguno de ellos supone la concesin de jurisdiecién o privilegios. Se deduce de ello que los mecanismos de reprochteciin aristocritica dependen de fenomenos sociales basados en factores econémicos. Entre ellos cestacan tno de caricter legal con fuertes inplicaciones econémicas, ef mayorazgo, y (tro informal con contenido social, la alianza matrimonial. EL mayoraz 0, concesién real otorgadh a una familia notable que pueda demos trar pureza de sangre y rqueza consolidada, otorga al hijo mayor la preferencia en la herencia de los bienes familiares afin de impedic la fragmentacion de las fortunas, mecanismo que genera una reparticién de roles al interior de las grandes familias. La alianza matrimonial, por su parte, es el mecanismo que articula a las familias de la élite en tna red social de parientes, equlibrando las diferencias de riqueza, prestigio y honor enite las distintas familias de notables. Dentro de esta red y a tuavés del matrimonio, es posible intercambiar el prestigio de tna anti ‘gua familia descendiente de un conquistador con la riqueza de wna Familia de comerciantes, 0 el prestigio de la profesi6n de abogado o médico con el honor de un funcionatio real Transformacicnes de los espactos econémicos Si nos alejamos de las reas iberoamericanas consolidadas y mas vineu- Jadas con las rutas comerciales, notamos la presencia cle numerosis zonas de asentamiento pr2cario, pero no por ello cesconectadas indiferentes a lo que ocunie en las areas tradicionales. En la mayoria de los casos se trata de segiones de colonizaci6n reciente, como las que muestra el mapa ia. En estas reas de colonizaci6n reciente, que presentan cierla semejanzz con regiones dle la Furopa oriental de la poca, los vinculos de clependencia son mucho més fragiles, ya que Ia escasa oferta de mano cle obra favorece la libertad de movimiento y otorga més posibildades a las indigenas, negros, mestizas y mulatos de obtener mejores condiciones de vida y de trabajo. Estas areas, dise- minadas por todas las regicnes iberoamericanas, ademas «le demostrar la enorme capacidad de producir bienes nuevos y de incrementar los ya existentes, proporcionen entonces wna alternativa a Ia mano de ‘obra oprimida de las areas de colonizaciGn consolilada, En efecto, si los vineulos de dependenca se vuelven insoportables, la Ginica sala cs a fuga. La mano de obra abandona constantemente no s6to las 7550:1560 | 1526550 Btapas de la colonizacion del norte de Nueva Espa Mava. w EL NUNDO IHEROAMERICANO ‘grandes propiedades —haciendas, estancias, ranchos, Fundos— sino también los obrajes, los taleres, los servicios domésticos y las faenas dle la mina, Y ssi fuese posible segui: las huellas de las familias que huyen 6 abandonan las zonas consclidadas 0 tadicionales, las encontrariamos seguramente no s6lo en las aldeas rurales sino ademis en las reas dle ilevo asentamiento, donde estas personas se integran en nuevos cei {vos productivos agricolas, ganaderos 0 mineros. Los recién llegaclos se instalan a menudo en tiernis baldlias que no pertenecen a nadie, no vinculadas por concesiones reales o titulo legal alguno. La ausencia de derechos ce usufmucto de las nuevas tierras da lugar, sin embargo, a.un conflicto con las reas de calonizacién consolidada. Los protagonistas de la segunda oleada cle colonizacién son, en efecto, personas exclui- das del orden estamental iberoameticano y, en consecuencia, los nota- bles reivindican derechos sobre estos nuevos tertitorios para poder remediar la catencia crénica de mano de obra en las regiones coloni- zadas anteriormente. Come hemos dicho antes, dicha teivindicacién responde al persistente desequilibrio entre recursos naturales abun- dlantes y fuerza de trabajo escasa. A pesar del sensible mejoramiento ‘en la oferta de mano de obra a partir de finales del siglo xv, el des- equilibrio no desapareceri e incluso tenderd a ampliarse en regiones ‘que experimentan tna expensi6n acelerada de la produccién agricola yy minera euroamericana y a persstc durante largo tiempo en las Areas de procecin indigena y mestiza, que son fundamentalmente Areas agrico lis, pero también de aitesania text la tensin que se genera en el México Central, América Central, reas andinas de Peri, Ecuador y Bolivia, altiplano colombiano, Chile y Bra- sil, entre la produccién ewoamericana y Ia produccién indigena y iestiza se debe a los divergentes niveles «le productividad, 1o que quiere decic que a paridad de trabajo y recursos naturales utilizados, Jas unidades cle prochctos e1roamericanos aumentan mas répicamente que las unidhacles cle prochicos indios y mestizos. Sin embargo ello. no significa que Ia productividad del sector euroamericano sea siempre superior a Ia que se registc en el sector indigena 0 mestizo. Muchas ‘veces las economias indoanericanas son més proxluctivas, como por ejemplo en las segiones indigenas de Oaxaca, de Guatemala o en las reas andinas de Ecuador, P2rd y Bolivia, donde las comunidades inci _genas obtienen ina clevada productividad gracias a la combinacién de productos muy preciados en el comercio internacional (cochinilla, "HL MUNDO MBEROPMERLCANO 103 igo, lana de alpaca, etc.) con procuctos més baratos como telas y bienes agricolas destinaclos a mercados locales, regionales ¢ interregio- nates. Lo mismo se pede decir le las areas de procluccién mestiza y ‘mulata de tabaco en Cuba y de cacao en Venezuela in clertas regiones donde predomina la produccién euroamericana ¢ pone en prictica una especifica arganizacién del espacio con el objetivo de alcanzar la mixima produetividad posible, como succde con el aaicar en el noreste brasileno. En las dreas azucareras, en efecto, es la divisi6n en zonas de produccién lo que permite una elevada pro: ‘ductividac, que aumenta avin més en las plantaciones que cuentan con tun ingenio, o sea una planta que refina la cafa en aziicar quebrada, imelaza 0 alcohol, productos que circulan ampliamente dentro y fuera de dichas regiones. La procuctividad disminuye en las zonas donde se produce s6lo cafia de aziicar en planiaciones de menor superficie y con mano de obra esclava, producto que luego se vende al ingenio creindose una relacién de fuerte depencencia mercantil. Una tercera 4cea, por titimo, produce ganado que se vencle las otras dos areas productoras de aziicar para cubrir la demanda alimenticia de la mano de obra esclava y las necesidades de energia animal del ingenio y de Ia fazenda, Esta irea, a diferencia de Iss otras dos, recurre a diferentes formas laborales, desde la servidumbre al colonato, pero no a la mano de obra esclava, razén por la cual su productividad no es necesaria- mente baja, dado que no esté gravada sor kt compra ce esclavos. Ia produccién de metales preciosos, oro y plata, es ciertamente la actividad més rentable del sector eurcamericano. Se trata de un pro- acto rico, con un alto precio por unidad, por lo tanto con eapacidad de ataer y fijar cualquier forma de mano de obra, esclava, libre o ser- |. Mientras la mano de obra servil predomina en la mineria grande y media de México, Pert y Chile, los tabajadores esclavos y libres se concentran en Ia pequefia mineria colombiana y en Ia producci6n aurifera de Brasil, tanto aluvial como minera, entre 1680 y 1750. En esta codiciada produectén, la productividad depende de Ia posibilidad de asociar la fuerza de trabajo —que en este caso no constituye un problema—con los bienes necesarios para transformar el mineral ca inetal precioso. Mercurio, hierro, acero, sal, ganado y madera son los insumos esenciales para la produccién de metales preciosos, los tres primeros importados y los titimos de produccién local 0 regional. Es esta relaci6n entre produccién e insumes comercializados lo que deter ‘mina la productividad de los metales preciosos, puesto que en los cos- 14 HL NUMDO MBEROAMERICANO tos de produccién hay un porcentaje altisimo de gasto monetario, a diferencia de lo que ocurre con ottos productos euroamericanos que 1o requieren de insumes procedentes del comercio intercontinental, porque los producen al intetior mismo de la gran propiedad. Si las economias iberoamericanas s¢ caracterizan por no ser homo- _géneas a causa de la relaci6n entre mano de obra escasa y recursos naturales abundantes, entonces podrfamos afirmar que los espacios ‘cconémicos americanos pueden represcntarse como una “picl de leo- pardo”, como una extensién diseminada de manchas. En este espacio algunas reas obtienen una alta productividad, otras una productividad ‘mediana y otras baja, Las d stintas productivicades locales y regionales aaparecen conectacks por tna serie de ejes mercantiles que, en ausen- cia de un mercado autorregulado, permiten la circulacién interna e ntemacional de los diferentes productos americanos, Los ejes mercantiles son resultado de una combinaciGn de Factores institucionales y econ6miccs: las primeros estin representados por las comporaciones mercantiles ibéticas e iberoamericanas y por los intere- ses fscales de las monarquias ibéricas; los segundos reflejan la deman- da de productores y consumidores, tanto en las economias americanas corto europeas. Esta forma ce intercambio puede ser definicla como un mercado administrado, o sea un sistema no sujeto alas leyes de metca- ‘do —segtin las cuales los precios son determinados por la oferta y la ‘lemanda—, pero en el que no esta ausente la Logica mercantil. El resul- tado es un sistema de precios oxganizado en compartimientos definidos por las mercancias: bienes agricolas americanos con circulacién local y regional, bienes mineros arrericanos con circulaci6n interna y europea, bienes textiles europeos, bienes intermedios europeos, etc. 1 compar- timentaci6n de los precios obedece a la elasticidad de las distintas demandas locales, regionales ¢ internacionales de los diferentes pro- ducts. El precio de la plata tiene una demancla elistica, porque teac- ciona répidamente 2 las vatiaciones del comercio internacional, mien- tras que Ia demanda de trigo 0 maiz no se comporta de fa misma . Yt_qule un amplio sector de consuumi- manera, y es entonces inclistiea lores produce el grano que necesita y no tiene que acudir al mercado HI mapa 11a muestra los dos ejes principales de Nueva Espaita: uno oeste-este de Veracruz a Acapulco, el otro norte-sur de Guatemala a Zacatecas y a los centros mineros del norte, los cuales se unen a tavés de la Giudad de México. En la América meridional espafola pueden identificarse clos ejes: uno norte-sur le Panama a Chile, y otro oeste- FL MUNDO MEROAMERICANO wos este de Potost a Lima, con una prolongacién que une Potesé a Buenos ‘sires via Tucumiin ¥ C6rdoba, Como consecuencia de la creacién el vireinato del Rio de Ia Plata con capital Buenos Aires (1776) y del mejoramiento de la comunicacién atlitica, los ejes de América del Sur tienden a converger en uno solo hacia fa segunda mitad del siglo xvi iin ln América portuguesa hay por lo menos tres ejes hacia finales cel siglo xu: el primero parte de Sao Paulo y lega hasta Paraguay y el Mato Grasso, eegidn productora de oro entee finales del siglo xa y el wlimo tercio del xv; el segundo conecta Rio de Janeiro con ka importante regidn agricola y aurifera de Minas Gerais; el tercero une el ltoral con las zonas interiores del sertao en las tegiones cle Pernambuco y Bahia 1a situacion generada por la divergencia entre recursos naturales y ocearo Mana tia, Los gies mercantiles

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