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ATEAGUARA Diario de un viaje imposible l Laragione Ana Maria Shua lustraciones de Carlus Ro Elec _negistro ve En ‘Unrimo pia EN EL SIGLo xxr inves pense que alguna ver ibs « estar tan contento de ser petiso. Nunca pensé que me iba a pasar horas estudiando historia porque si, jsin tener prueba! Pero no, tengo que empezar por el princi- pio, porque as{ no se va a entender nada y esto es demasiado imporeante. Hay que dejar un registro, dice mi tfo Francis, de todo lo que estamos hacien- do. El escribe, porque para eso es un cientifico, Yo lo estoy grabando en mi celular. Mama dice que tio Francis no es ningéin cientifico y que es un vago irresponsable. Me parece que, hablanco de historia, voy a tener que ‘empezar por la de mi familia. Mejor empiezo otra ver. Abi va. Me Hamo Emanuel Rizzo, soy petiso No sé si queda bien que rime, mejor empiezo otra ver. 8 ‘Me amo Emanuel Rizzo, mi pap dice que soy un atropellado. Tengo doce afios. A mi abuela se le ocurrié tener otro hijo cuando ya era bastante vieja, yo creo que a mi mama no le gusté del todo, porque se la pasa criticando a su her mano menor, pero para mi tener un tio de veinte afios es genial. Soy muy petiso. No tengo que explicar qué clase de desgracia es esa, porque ya todos lo saben. En la escuela me dicen Elena, por “El-enano”, y los grandotes me preguntan qué tal anda todo por ahi abajo y cosas asi. Pero no se meten mucho con- migo porque tengo una especialidad, que es dar patadas de punta en las canillas del enemigo. ‘Orra vez me fini de tema. Vuelvo. Resulta que mi tio Francis estudia fisica y es un re-bocho. Le interesa tanto que nunca le dio bolilla a todo lo demés, entonces la familia no lo comprende y lo trata de vago, porque siempre le iba mal en las materias como historia, lengua, y cosas asf. Las familias de tuno son muy exigentes, a nadie le va bien en todo. Bueno, sf, a Zanelli le va bien en todo, pero no cuen- 1a porque es un nerdongo. ‘Mejor la hago corta y lo digo con todas las letras: mi tfo Francisco inventé una maquina del tiempo. Ya esté. Ahora tengo que conseguir que 9 alguien me crea. Bueno, vodavia no, porque dice Francis que tenemos que mantenerla en secreto hasta tener verdaderas evidencias. Para mi que pruebas ya hay; porque a Francis se le daba por inventar desde chiquito. Inventé un abrelatas buenisimo, que casi anda- ba, un programa para espiar la compuradora del vecino (los chicos del cole me dicen que ya estaba inventado, pero yo no lo creo), un minimotor a pila para hacer andar mi autito preferido y muchas otras cosas titles. Francis traté de explicarme cémo funcio- na Ja maquina del tiempo, pero cuando empezé con la termodindrmica de las part{culas cudnticas yo me quedé dormido, Bueno, me habia pasado la tarde jugando al fiitbol y no daba mas. Igual ya quedamos en que él registra los datos cientificos y yo registro la experiencia. Por ejemplo, esto que estoy haciendo ahora es registrar la experien Aqu{viene la parteen que me pongo conten- to de ser petiso. Resulta que la méquina del tiempo tiene el tamafio de un cajén de frutas (en realidad, es un cajén de frutas forrado de plistico grueso). Dice Francis que por el momento sélo tiene energia para transportar un méximo de cuarenta y cuatro kilos, que es justo un kilo mas de lo que peso yo. 10 No me da miedo porque ya mand6, pri- mero, cosas y, después, una cotorrita y un hémsver, y volvieron. Bueno, un poco de miedo si que me da. Lo digo porque parece que cuando uno regis- tra tiene que registrar todo lo mas verdad que se pucda. La cotorrita y el hamster vinieron perfectos y con un papel de una persona de alld, porque... No, as{ no se entiende. Registrar es bastante difi- il, siempre empiezo todo al revés. Resulta que Francis esta en contacto con tun sefior de alli. Alld es nada menos que el afio 1810, que fue lo primero que se le ocurrié en cuanto armé la maquina. Fl sefior es un tipo bas- tance viejo, tiene como cincuenta afios, se lama Blas de Ulloa y tiene una nieta de mi edad que vive con él porque su hijo Diego murié en un accidente, un naufragio 0 algo asi. ;Seguro que el nombre Diego no se lo pusicron por Maradona! {Serla por Fl Zorro, Diego de la Vega? 21 Zorro eta de esa época? :El Zorro existié de verdad 0 es inventado? Lo voy a googlear. a1 DE AnRIL DE T810 Nise sasgutal Que ya som tas siete! ZNo se va a levantar? Remigia siempre me lama asi. {Y no solo me llama! Me saca de las cobijas y me pone de pie, aunque a veces estoy tan dormida que me tambaleo ¥ casi caigo de vuelta sobre la cama. Pero Remigia nno afloja. A las siete y media, con Ia cara lavada y las trenzas hechas, ya estoy tomando el mate de leche, casi lista para ir a misa, llueva o truene. Claro que no le puedo decir a Remigia que si me duermo, es porque me quedé leyendo hasta tarde a la luz de las velas que le robo de la despensa, ;Buena sc armaria si lo supiera! Parece que ya Ia estoy oyendo hablar. —jHabrase visto! :Pero qué quiere? Que se Ic soquen los sesos? ;Que se le arrugue la cara? ;Si ya hha cumplido los doce afios! A su edad tendria que estar pensando en preparar el ajuar para casarse. “ —Pero si ni siquiera tengo novio, —le digo siempre. Ni lo va a tener, si sigue con vicios y pretensiones de hombres. La culpa es de su abuclo —refunfuria en voz baja—. jAys si su pobre mama viviera, nunca hubiera consentido que la educara de esa forma! ;Y pensar que yo le promet{ cuidarla con mi vida cuando sus padres salicron para ese maldito viaje! Pero qué puede hacer una pobre negra contra ese viejo loco? Remigia es negra, eso sf. Y gorda. Con la cara brillante como cl bronce bien lustrado, mullida como una almohada de plumas de ganso, hospitalaria como un brasero en pleno invierno, siempre lista para abrigar y consolas, aunque me haga levantar todos Jos dias a las siete para ir a misa. Pero no tan “pobre negra” como clla dice. ‘Manda en toda Ia casa: en las salas y los cuartos y los aposentos, en los tres patios, al cochero, a las lavanderas y fregonas, a los peones de huerta y de limpieza, a la cocinera, a la negrita ccbadora de mate, a los huéspedes y familiares que ocupan los cuartos por temporadas y casi a mi abuelo. Don Blas de Ulloa come sin chistar todo lo que ella ordena y hasta se pone la ropa que le clige, aunque tiene un asistente para esos menesteres. Pero hay 1 tun solo lugar adonde no Mega el poder de Remi y donde ella tiene prohibida Ia entrada. Ese reino, propiedad exclusiva de don Blas de Ulloa, se Hama ia Biblioteca. Alf es donde mi abuelo me insteuye Gegiin dicen Remigia y las amigas de mamita) a Ja manera de los varones, y allf me refugio cuan- do quiero escapar de sus mandatos, tal como los ladrones se mecen en las iglesias para que no los alcance la justicia que los persigue... De ahi, de la Biblioteca, salié hace pocas noches el mocito al que Remigia mira con tanta sospecha. Yo misma escuché un ruido como de explosién de pélvora y vi la luz que se filtraba por Jas rendijas de la puerta de la Biblioteca. Remigia no, porque su cuarto est4 muy lejos del reino de don Blas. Menos mal que el abuclo habfa cerrado y luego sacado la Have. El agujero de la cerradura és tan grande que pude verlo perfectamente: en medio del cuarto, parpadeando como una lechu- za asustada, habia un muchachito chico, de pelo rojo, que se sacudia el polvo de las piernas y de los brazos como si acabara de caerse de alguna parte Cargaba a la cspalda una especie de bolsa de color anaranjado, y estaba vestido de una manera muy rara. Un pantalén que casi le colgaba, de rela que parecta grucsa, ordinario como el de un esclavo, 16 remendado y roto. Y, en vez de camisa fina, una especie de camiseta con carteles escritos en un idioma que no era ni el latin ni el francés, y que més bien semejaba el de los ingleses. Al dia siguiente, el abuelo me lo presenté en la mesa del almuerzo. —Nifia mfa, este es el joven Manuel de los Rizos, hijo de unos buenos amigos, que ha venido a quedarse por unos dias a Buenos Aires, bajo mi tutela. Muchacho, aqui tienes a mi nieta Margarita, de quien tanto te he hablado. Remigia no le creyé una palabra, Empez6 a rezongar sola, segtin es su cos- tumbre, mientras trajinaba ordenando la ropa blanca de mi cuarto. —:De dénde habra sacado su abuelo ese renacuajo? {Doce afios! Si no tiene estatura... 7Y cémo Megs a esta casa? Nadie lo trajo y nadie lo hha visto entrar. Aparecié una mafiana como por arte de Belcebti. {No serd un pordiosero que ha recogido de la calle para educarlo? Claro que no Ie comenté nada a Remigia sobre lo que vi la otra noche en la Biblioteca. Habria creido que mi abuelo, ademas de loco, es un brujo que hace aparecer a la gente de la nada. Pero a mi no van a engafiarme. Si pudiera encon- 7 trar la ropa con la que estaba vestido al Hegar (0 al caer), algo averiguarfa. Quién sabe si Remigia dio en el clavo, porque esos trapos que traia puestos parecfan de pordiosero mucho mas que de caba- lero, y lo que ahora lleva encima son, si no me equivoco, unas prendas que se olvidé en un ropero mi primo Mateo, en su tiltima visita. Por el momento, el abuelo lo tiene tan ocu- pado al tal Manuel que casi no pude cruzar con é mds que unas palabras. Entretanto, lo esta paseando por la ciudad, mientras monsieur Clarmont viene a ensefiarme francés, y el profesor Amundsen me hace exponer el Teorema de Pitdgoras. Aunque me gus- an las clases, me muero de curiosidad por saber lo que hablan el abuelo Blas y Manuelito de los Rizos en sus paseos. Hasta el nombre es gracioso y parece de comedia. Rizos, eso si, no le faltan. Pelitrojo y todo, tiene casi tantos como si fuese africano. ‘A lo mejor es mulato, aunque no se le note en los colores. La otra tarde, cuando se crefa solo, lo vi en uno de los patios al volver de sus pascos. Se contorsionaba y saltaba como un loco, 0 mejos, como los negros en los candombes, y tenia un cor- dén muy fino, plateado y brillante que, dividido en dos, por un lado le entraba en las orejas y por el otro cextremo desaparecia en uno de los bolsillos. 22. DE ABRIL DE 1810 Desi gue a veces voy gba y oe veces voy a escribir. Quiero que las baterias del celu me duren lo mas posible, aqui no tengo eémo recar- gar. De la ortografia, no me importa nada, después Jo copio todo en la compu y le paso el corrector. Don Blas quiere todo el tiempo hablar ‘conmigo para que yo le cuente cémo va a ser el fururo. Ahi me di cuenta de lo poco que sé de cémo funcionan las cosas en mi época. Le mostré Ia linterna, pero ni eso le pude explicar. —Todos esos aparatos que le cuento andan con electricidad —le dije una tarde, charlando en la Biblioteca. —Cuéntame un poco mis sobre eso. 3A qué aman ustedes “electricidad”? Bisa, C500 Cee Bso me hizo tomar conciencia de lo burro {que soy, Juro que cuando vuelva a mi casa me voy 20 a poner a estudiar a ver si consigo entender un poco mis. De repende me acordé de un dibujo del manual de séptimo: esta Franklin en medio de una cormenca, con un barrilete del que cuelga una lave y justo ahi le cae el rayo. —La electricidad es como la fuerza que estd en el rayo. Por eso, cuando a alguien le cae un rayo, se muere electrocutado. —iBl poder del rayo! —se asombré don Blas—. Yo mismo vi caer un rayo sobre el cam- panario del Cabildo. Eso fue en 1779, hace unos reinta y un afios. Se desbaraté el reloj y hubo que repararlo. —~De verdad? ;Genial! —dije yo, sin poder contenerme. igual que en fa peli Volver al fuaturo!, pensé. Pero no dije nada por no ponerme a expli- car qué es una peli. —Entonces el hombre logrars domesticar cl poder del rayo! —dijo don Blas. —Algo parecido —le contesté yo, por no meterme en honduras—. Eso si, mi mama y mi hermana dicen que no hay que decir “el hombre” sino “la humanidad” o “el ser humano”, para que no se piense que se habla solamente de los 2 —Veo que han domesticado al rayo, pero no a las mujeres. {En eso no adelantaron mucho! —dijo don Blas, riéndose. —Imaginese que hasta Ilegamos a tener tuna presidenta, que gané por el voto de la gente. ‘Apenas dije la palabra presidenta, la expre- sin de don Blas cambié por completo. En su ansiedad por enterarse de todo, me tomé de los hombros y me sacudié, Hasta me asusté un poco. jEntonces seremos un pais libre y sobe~ rano! Y, por lo que me cuentas, juna repiblica! Entonces no solo lograremos ser independicntes, sino que triunfaremos sobre los que piensan que debemos obedecer a la emperattiz, Carlota! Eso ya fue demasiado para mi. Yo habla estudiado todo lo de Fernando VII y la invasién de Espafia por el ejéreito francés, pero de la empe- ratriz Carlota no sabia nada. Me parece que don Blas se compadecié de mi cara y por ese dia me dejé en paz. Resulea que Carlota es nada menos que Ja mismisima hermana de Fernando VII y es la Emperatriz de Portugal y del Brasil. Se ve que hay familias asi: rodos reyes. Como los franceses inva- dicron también Porcugal, la corte completa se vino 2 para América y la Emperatriz esta viviendo aqui només, en Rjo de Janeiro. Bueno, aqui nomas para mf, que pienso lo que tardarfa en llegar en miero, 0 en avién. Pero, incluso para los de esta época, Rio no es tan lejos, considerando lo que lleva el viaje en barco. Y parece que hay un montén de patriotas famosisimos (todos amigos de don Blas, que esté muy metido en politica) que prefieren quedar bajo las drdenes de Carlota con tal de librarse de Espafia. Por suerte eso no es lo que va a pasar. Para mi, serfa caer de la sartén al fuego. Estas explicaciones me las dio, frunciendo bastante la nariz ante mi burrez, la niea de don Blas, una chica de mi edad que se llama Margarita, Tengo la impresién de que le aigo bastante mal. # Del diario de Margarita = G 23 DE ABRIL DE 1810 iA Que vergiienza, pero qué verge pasé! Ahora Mismo, al escribir estas lineas, siento que vuelve a subirme fuego por la cara y segur ramente debo de estar poniéndome tan colora- da como ayer cuando... jLo odio! jTiene razén Remigia cuando dice que es un renacuajo! j{Un intruso, eso es lo que est Acapara la atencién de mi abuelo, que no parece tener ojos ni ofdos mas que para él. No sé qué puede interesarle tanto de ese enano, Y no exagero cuando digo enano, sia la silla del comedor hubo que ponerle un almo: hadén bien relleno de plumas para que él pudiera sentarse encima y leq gar a la mesa sin que el plato lara a fa altura de los ojos. Nunea hast Jo que ocurrié ayer. Jamds se m entrar a la Biblioteca, Sin eml ahora habia pasado algo como habia prohibido #0, cuar lo intenté, me encontré con que la puerta estaba 4 cerrada con lave. Al golpear para que me abrieran, Ja vor del abuclo me advirtié que debia esperar porque él estaba hablando de un tema privado con Manuelito de los Rizos. {Manuclito de los Rizos, jal jManuclito de los Pisos deberia Ilamarse ese, ‘que apenas levanta dos palmos del suelo! De més esta decir, que en cuanto of esa respuesta, la curio- sidad empez6 a roerme por dentro como el gusano que devora lentamente pero sin parar la pulpa del durazno. Entonces, con fuertes zancadas simulé que me alejaba, y luego de esperar algunos minu- tos, regresé de puntillas para no ser ofda y pegué mi oreja a la puerta. Aleancé a ofr algunas palabras sueleas. Cref entender que en un momento habla- ban de algo asf como “clectricidad”. La verdad es que no sé si escuché bien y, si lo hice, no tengo la menor idea de qué cosa estaban hablando. La otra palabra que me parecié ofr fue “presidenta”. ;Eso sf que es raro! Reinas y princesas, por supuesto que existen, pero apresidentas? En fin, quiz se pueda llamar asf a la esposa del presidente de una asamblea o de un tribunal. En una novela france- sa (prohibida, por supuesto, bastante libertina y muchisimo més divertida que Corneille) que me rest6 mi amiga Bernardina, uno de los personajes era la presidenta ‘Tourvel. 25 Y mientras pensaba en lo de “presiden- t2, ocurié fo peor de todo, lo que me lens de vergiienza. Porque sin que yo oyera que se estal Neereando, Manueite de los Pisos abris de golpe Ja puerta de la Biblioteca y me descubrié fisgone- ando como una criada. Y, como si esto fuera poco, en el mismo momento perdi cl equilibrio y me caf encima del enano, que, con una sonrisa, alcanzé a atajarme antes de que me desparramara como leche hirviendo. Me habria encantado borrarle la sonrisa de la cara con la lejfa que usan las lavan- deras para la ropa sucia. Por suerte, el abuelo, que estaba consultando unos libros, no aleanzé a ver Ja bumillante escena, aunque estoy segura de que el tal Manuelito debe de haber cortido a levarle el cuento. ‘Como una verdadera dama, me repuse lo més répido que pude y me encerré en mi cuarto, pero apenas me enconteé sols me eché a lorar de la rabia y la vergiienza. Después de un rato de desahogo, me lavé Ia cara con ese jabén suave y perfumado que me regalé dofia Mercedes, una de Jas amigas de mamita, Ella dice que esos jabones tan delicados son una de las cosas buenas que deja- ron Jos ingleses, porque, antes de que nos invadie- ran, el jabén era pura bola de sebo, Parece mentira, 26 pero el contacto con la espuma abundante y el aroma tan rico me hicieron sentir mucho mejor. Por Ja tarde, tuve clase de francés con monsieur Clarmont y clase de piano con Celeste, la instieutriz de mi amiga Clara. No me result difi- cil leer cn voz alta los versos de Corneille mientras pensaba en otra cosa. Monsieur pone especial aten- cién a la manera en que pronuncio més que a mi comprensién del texto. Pero ia clase de piano fue un verdadero inficrno. Es imposible concentrarse en las teclas para tocar un rigodén y tener la cabe- za en otro lado. Y por supuesto que yo, empefiada como estaba en saber cual es el interés tan grande que mi abuelo muestra por el intruso, tenia la cabeza en otro lado, como bien noré Celeste. Me cost6 disimular con ella, pero me doy cuenta de que no tengo que contar nada de las cosas rarisi- mas que estan pasando en esta casa, ‘Un detalle més que me hace pensar en lo insélito de esta situacién: el tal Manuelito me pre- gunté mas tarde... ;quién es la emperatriz Carlotal Ni los esclavos son tan ignorantes. Al menos no cen esta casa. Me ref con desdén (eso me sale muy bien) y le di una pequefia leccién acerca de lo que est pasando en el mundo y en nuestra Buenos Aires, a7 Fue de manera casual que descubri que no soy la Gnica interesada en averiguar la verdad sobre Manuelito. También Remigia lo esté intentando ¥ pata eso utiliza sus propios y ocultos medios. Sucedié que me desperté en mitad de la noche porque estaba sofiando algo feos no sé exactamen- te qué, pero a veces tengo sucfios relacionados con el viaje en que mis padres perdieron la vida. Cuando me pasa so, corro a buscar a Remigia y me abrazo muy fuerte a ella, que me acompaiia nuevamente al Iecho y se queda conmigo mien- tras me canta en la Jengua extrafia de su tierra hasta que vuelvo a dormirme. Mero esta ver pase algo muy raro, Cuando fai a buscarla, un murmutlo de voces salia de su cuarto, Intrigada, me detuve, creyendo que Remigia estaba con alguien. Me parecié identificar la voz grucsa de un hombre, luego la de un nifio y enseguida la vor cascada de una vieja. Asustada, empujé Ia puerta y entonces, para mi sorpresa, dlescubst que Remigja estaba sola y que era lla misma la que hacia las diferentes voces mientras daba vueltas en circulo alrededor de unos objetos depositados en el suelo. —jNifia Margarita! ;Qué hace aqui? — sobresalts. 28 —2Qué estés haciendo, vos? —pregunté, Mena de curiosidad mientras me inclinaba para tomar uno de aquellos objetos. —iNo, nifial ;Deje eso! —ordené ella. La miré con sospecha, Qué eran esas voces que salfan de aqui? No le cuente a su abuelo, nifia, —Si no querés que le cuente, tenés que decirme qué estabas haciendo. Me miré resignada y luego me conté que se trataba de un antiguo ritual de adivinacién de su tierra. Ella sabe tan bien como yo que los negros, convertidos a Ja religién catélica, tienen prohibido practicar esta clase de ceremonias y son castigados si los descubren. —Quiero saber de dénde salié el mocito ese, porque se me hace que lo trajo Mandinga —dijo bajando la vor. De modo que era eso. Observé con aten- cién Ios objetos y los reconoci uno por uno: el troz0 de una boquilla que habia sido del abuelo, un pedacito del mango de un abanico, y también espinas de pescado y un caracti pelado. En todo caso, siempre se trataba de pedacitos de hueso que, seguramente, Remigia habfa reunido con 29 ja y a escondidas para practicar el ritual. paciencia y : Pero habia, ademés, un cuadradito muy pequefio de esa extrafia tela azul, dura, ordinaria y un poco sucia, coreado del pantalén con el que aparecié de Ja nada el tal Manuelito. —Escé bien, no voy a decir nada, pero a cambio vos tenés que prometerme que si averiguds algo me lo vas a contar, ; Ella sacudié la cabeza diciendo que si. —¥ ahora acompafiame a la cama, que tuve un suefio muy feo y si no estés conmigo no voy a poder volver a dormirme. 7 Peavuclea en su calor de brasero, regresé al lecho y dormf como un tronco hasta el dia siguiente. 25 DE ABRIL DE 1810 Argut Emanuel Risso segierando! ‘Tengo que repetirme cada tanto mi propio nom- bre, porque aqui me dicen Manuel 0 Manuclico y no me quiero acostumbrar. Emanucl, Emanuel, Emanuel. Hay un dato importante que me Hamé mucho la atencién: en 1810 la gente se habla de vos, igual que en mi época. Yo pensé que antes todos hablaban de ei, pero no es asi. Los tinicos que hablan solamente de tii son los espafioles, que hay muchos: por ejemplo, montones de emplea- dos piiblicos, sobre todo en los puestos mas altos, militares y fancionarios del virreinato. Los man- dan directamente de Espafia, porque el rey nunca quiiso darles puestos de mando a los criollos. Pero Ios que nacieron aqui usan el vos y cuando hablan, no distinguen la ese de la zeta o de la ce, igual que nosotros. A lo sumo la gente més ricachona mezcla 2 cl ni con el vos, como hace mi amigo Wilson, que €s uruguay y ataja al arco como ninguno. :Lo volveré a ver a Wilson alguna vez? Mi maquina del tiempo esté junto con mi ropa del siglo 202, bien escondida en el ropero de don Blas de Ulloa. Pero por el momento no tengo ganas de volver, esto es muy interesante y divertido, Tengo mucha suerte de haber venido a parar a la casa de don Blas, por muchas razones: 1. Es un tipo con la cabeza muy abierca y ho se espanta de nada de lo que le cuento. 2. Tiene plata, Bueno, como en todas las épocas, eso hace que todo sea mas cémodo y los problemas mds ficiles de arreglar. 3. iEs un conspirador! Esa es 1a palabra que él mismo us6. Quiere decir que es justamente tuna de las personas que se juntan para hablar y pensar y decidir cémo el Virreinato del Rio de la Plata se puede independizar de Espafia. Piensen que me podrfa haber tocado todo lo contario, Un “godo” 0 Snacurrango™, que ast ieee aqui a los que estén a favor de que sigamos siendo una colonia espaiiola. Hay fay que aclarar que algunos de los godos son espafioles ¥ otros no, asf como hay espafioles que quier también la independencia. 33 Si me Hegaba a tocar uno de los que no estén de acuerdo con liberarse de Espafia, 0 uno al que le da lo mismo (yo cteo que de esos os de los que mas hay), zqué oportunidad iba a tener de conocer un verdadero précet? Uy; si fo veo a Belgrano, le pido que me firme un aurdgrafo. ‘Margarita, la nieta de don Bias, es un pro- blema, Parece que estuviera enojada conmigo todo el tiempo y no entiendo por qué. Me parece que se ofendié por eso de que sin querer la descubri espiando. ;Por qué don Blas no querré contarle nada? Serfa mucho més ficil para mi no tener que mantener cl secreto. Yo creo que est celosa, por- que don Blas se la pasa charlando conmigo en la Biblioteca y no la deja entrar. No se pueden imaginar lo mal que me estoy sintiendo. Por un lado estoy todo doloride por culpa de mis lecciones de equitacién. Yo habia andado a caballo una sola vez, en Mar del Plata, y aqui me hacen montar todos los dias. Pero lo peor es el problema de la panza, Esto es un desastre, tengo que i al bafio a cada rato y aquf ir al bafio (al “comin”, dicen ellos) no es nada ficil. Yo no entiendo cémo se Jas arreglan las mujeres para ir a la letrina, con esos vestidos tan largos y todas las enaguas que se ponen abajo de la pollera. Debe de 34 Ser que usan més los orinales, unas pelelas grandes que, en el mejor de los casos, se ponen debajo de tuna silla con un agujero en el asiento, El bafo no esta dentro de fa casa, hay que salir afuera y chupar frio. (Por eso de noche se usan tanto los orinales). Lo llaman comin, y es un cuartito de madera que esté en el fondo, en la huerta. Le plantaron alrededor lavandas y limone- ros para disimular el olor del pozo ciego, que es bastante apestoso. No creo que sea la comida lo que me esté produciendo esta descompostura, porque aqui comen todo el rato sopa y puchero (le dicen “coci- do") de came y de gallina, con papas, choclos y zapallo. Como gran variante, empanadas. Es una comida aburrida, pero que munca me cayé mal, Bah, aunque puede ser también, porque Ia sopa se la roman toda Hena de grasa de la carne; inclu- 80, si les parece que el caldo no salié lo bastante esadito, jle agregan un pedazo de grasa pura! Se nota que nunca oyeron hablar de colesterol. ¥ pensar que en casa hasta a los chicos nos dan leche descremada... Encima, la sal es tan cara que Para condimentar mezclan un poquito de sal con un montén de aji molidlo. Eso si puede ser que me haga mal, porque no estoy acostumbrado a comer 35 tan picante, Casi no usan tenedor, comen todo con cuchara y don Blas, que tiene costumbres més anticuadas, a veces agarra incluso la comida con los dedos. Eso si, con tres dedos y con mucha elegancia. Por eso después de comer traen unas fuenrecitas con agua pars lavare las manos. | eee lee ketene eee mi panza debe de andar por ahi. Claro, yo vela cn las reviseas y en internet los dibujos de los aguateros trayendo ei agua del rio para vender casa por casa, y me parecfa de lo mas simpadtico. Pu puf y mis Buf. De simpitico no tiene nada, Nos wn agate de ver en cuando, Hay siempre una larguisim: de carros que van y vienen del sfo, porque toda el agua que se usa en la ciudad, para tomar, para coci- nar, para bafiarse, hay que cracrla as, Y aqui viven cuarenta mil personas. Obvio que nadie se bafia muy seguido. Encima, el agua del Rio de Plata no se ve mucho més limp en esta época. A lo mejor tiene menos porquerfas quimicas, pero es siempre trioma agua marronosaybarross. Entonoes hay qu pponera em tinajas y dejar decantas, cl baro = va fondo y se toman la parte de arriba, que queda m © menos transparente. ;Qué asco! Don Blas me mostré con tmucho orgullo claljibe, porque no todas las casas de Buenos Aires 36 Jo tienen. En el aljibe se junta el agua de Huvia, ¥ se saca con un balde. El agua sale con bichitos inmundos y aquf la gente se la sitve y se la toma como si fuera lo mis exquisio, Podsfan herviea, por lo menos, pero se ve que no se les ocurre. Adentro det aljibe tienen una tortuga, para que se coma los bichos y los renacuajos. Yo no lo podia creer hasta que Ia vi, una tortuga de agua ahi en el fondo... Ese agua tan fresquita y deliciosa, debe dle tener pis y caca de torrugal Para mi, por eso me dio semejante problema de panza. Ay, Francis, gpor qué no me avisaste todo esto? Por lo menos me hubiera traido unos carbones. fae ‘harie de, Maryarite 26 De ABRIL De 1810 "Teco se habia compuesto bastante son Manuelito de los Rizos hasta que hoy, durante el almuerzo, volvié a descomponerse. Pero para que sc entienda bien voy a contar ordenadamente Jo que sucedié. En primer lugar, debo reconocer en honor a Ia verdad que el enano puede actuar, fa veces, como un verdadero caballero. A pesar de lo que cref, me di cuenta de que no le habia contado nada al abuelo sobre el incidente de la Biblioteca, cuando me descubrié fisgoneando. En agradecimiento, esta mafana, al regresar de misa, lo convidé con un panecillo de dulce de coco, una de las golosinas que mds me gusta, compra~ da con mis propias monedas al negro Domingo. ‘Manuelito lo acepté con una sontisa, pero cuando Jo animé a probarlo dijo que preferia guardarlo para mas tarde. Su cara se retorcié en una expre- sién de dolor o incomodidad, se llevé la mano al 38 vientre y salié corriendo, El mocito, como lo lama ‘Remigia, jes muy raro! Algo mds tarde, recibf una noticia impor- tante. El abuelo esta vez dijo que sf al pedido de dofia Mercedes, la amiga tan querida de mamita, itendré mi profesor de baile! Empezaré por apren- der el minué y el cielito, segiin me conté dofia Mercedes cuando vino muy contenta a darme la buena nueva, Ella dice que tengo que estar prepa- rada para lucirme en los salones que muy pronto ae La que también se mostré feliz con la noticia fue Remigia. Aproveché reguntarle St habia podido aveiguar algo sobre tema que nos preocupa. Puso los ojos en blanco y lanzé un profundo suspiro, Le pregunté qué significaba eso, pero justo cn el momento en que se disponia a contestarme, aparecié el abuelo. ___ Yacé viene lo que volvié a descomponer mis asuntos con Manuclito. Durante el almuer- zo, el enano quedé pasmado cuando le sirvieron, como siempre, el cocido. Parece que en la casa de su familia (dénde quedaré eso) se come mucho mds variado. Al parecer, exttafia sobre todo una comida rar(sima, que debe de ser italiana, inventa- da en Milin, porque se llama “milanesa”. Mi abue- Jo me conté que los padres de Manuel nacieron 39 ‘en Buenos Aires, pero después se fueron a vivir a Italia y lo criaron alli. Asi se entiende por qué el renacuajo habla el castellano con un acento tar cantarino. Tengo que pedirle que me hable de sus experiencias en Italia. ‘Mientras comiamos el cocido, el abuelo comenté que habia muchos rumores sobre lo que estaba pasando en Espafia, Los rumores vienen del Brasil, adonde al parecer legé un barco con noticias muy recientes, de hace apenas tres meses. Se habla de que en Sevilla, el dinico lugar donde todavia mandaban los espafioles, ahora mandan Jos franceses, aunque por el momento la notici no esté confirmada. Se me ocurrié decir que, si los franceses Megaban hasta Buenos Aires, yo, por lo menos, podria recibirlos con un “bonjour” muy bien pro- nunciado. Fue un grave error: ef rostro del abuelo tomé ese tono morado que suele anunciar un enoje Furioso. —jNinguno de esos gabachos pisari estas tierras! —bramé, —No, claro que no —intervino con toda seguridad Manuelito de los Pisos como si él solo formara un cjército pederoso dispuesto 2 enfren- tarse a una supuesta invasién francesa, 40 ‘Nuevamente me senti avergonzada pot mi dlesacierto y me inundé la rabia contra cl intruco, 2Qué puede saber é1 para contestar con tanta sol- tura? Lo tinico que quiere es quedar bien con el abuelo y dejarme mal parada a mi. Me dio ganas de exigitle que me devolviera iamediatamente el dulce de coco. ;Qué tonta fui! jHaberlo desperdi- ciado de esa manera! Estoy esperando ansiosamente un momen- +0 de soledad para interrogar a Remigia acerca de lo que descubri6 sobre Manuelito de los Pisos. Ea dev ReezstRo 1° DE MAYO DE 1810 cra con que todavia n0 se invents que el primero de mayo sea feriado por e! Dia del ‘Trabajador. Se me junté tanto para contar que otra ver. me estoy haciendo lio. Es que sin compu ni tele la vida es muy rara. Me la paso todo el dia moviéndome de aquf para all y a la noche estoy cansadisimo y no tengo ni fuerzas para hablar. Por suerte mi panza volvié a la normalidad, sc ve que me acostumbré al agua. Pero el otro dia me dolia la cabeza y de repente me di cuenta de que aqui no hay aspirinas. Entonces fui a la cocina a buscar hielo... {Y resul- ta que el hielo no existe! No soy bobo, yo sabia que no habfa clectricidad, pero nunca me habia puesto a pensar en detalle cudntas cosas me iban a faltar. No me habia acordado de la heladera, por ejemplo. Aqui la gente hace compras todos los a dias y lo que sobra de la comida se lo dan a los pobres. Bueno, parece que el hielo sf existe, me conté Margarita, en la punta de las montafias y en Buenos Aires en pleno invierno, cuando hace bajo cero y se congelan los charcos (los charcos, las zanjas y los barriales: jnunca més me vuelvo a quejar de cémo estin las calles en mi épocal), De paso, jqué fifo hace aqui a fines de abril! Y ni siquiera tienen calefaccién, las chimeneas son muy ivertidas para mirar, pero para cl fifo son més 0 ‘menos, porque te tuestan de un lado solo. Por suerte, Remigia, la empleada de la casa (a Margarita le da risa que le diga “empleada”) me Prepard un tecito con unas hierbas raras medio ecolégicas que me sacé el dolor de cabeza y me hizo sentir muy bien. Tan bien que me puse a revi- sar tranquile mi mochila a ver lo que habfa traido Y me encontré en un bolsillito al costado con una tira de aspirinas, un frasquito de antiséptico, junos carbones! (que por suerte ya no estoy necesitando) ¥ varias curitas, Se ye que todo eso me lo puso Francis para que tenga un minibotiquin de prime- tos auxilios. Las aspirinas ya ao me hacfan falea, pero las guardé para otra vez. ‘Tampoco es que Remigia sea “la” emplea- da, porque lo que no falta en esta casa es gente ' a que trabaje. A m{ me parece una exageracién que tengan todos esos esclavos (que algunos son bien negros y otros 10 tanto) solamente para dos per- sonas. En la ciudad, en total, debe haber mas 0 menos un negro cada tres blancos. * pero Margarita, con la que ahora etoy en buenas relaciones (por lo menos de a ratos), me ‘explicé lo que hace cada uno y pareciera que todos tienen su funcién. Por ejemplo, hay una negeita jovencita, mas chica que nosotros, como de diez afios, dedicada a cebar mate, ese es stt principal ca- bajo. Aunque, por supuesto, también ayuda en lt cocina. También me explicé Margarita que justo cal en un momento en que la casa esta bastante vacia Lo normal es que siempre haya visitas que se que- dan vatios dias, familias enteras, amigos o paricntes que viven en otras ciudades del virreinato. Como Mateo, ef primo de Margarita que me “presté” la ropa (Golo que él no lo sabe). Mateo y sus pares viven en una quinta de Flores, que en estos tiempos cs bastante lejos, como en mitad del campo. ‘Ahora lamento bastante que mi to Francis haya sido siempre tn malo on historia, Pod = mi jo mejor para lo que me iba a encontrar: aac cy ae andar a caballo y ya soy un jinete mds 0 menos “6 aceptable. Dice don Blas que es algo que tiene que saber todo caballero, * Una cosa mala: Remigia. No tendria que decir esto, pero, a pesar del tecito curativo que me dio el otro dia, esa negra grandota que me mira con mala cara me asusta un poco. {Y encima me dice “nisio”! Al principio me daba una vergiienza barbara, después Margarita me explicd que asi les dicen los sirvientes a los jvenes solteros. Remigia es una esclava, pero la verdad que no parece. A los otros negros que andan por ahf sf se los ve mds esclavos. Por lo menos, esclavos de Remigia, que los mandonea tado el da + Una cosa mis 0 menos: la mismnisima Margarita, Al principio me parecia que me odiaba, Pero poco a poco me la fui ganando. No puedo decir que seamos amigos, pero me parece que ya no me tiene canta bronca. Lastima que me lleva tuna cabeza, igual que mis compafieras del cole, Y Por supuesto que se da aires de seforona, Para mi que tiene razén don Blas, las mujeres no cambia- ron tanto en los tiltimos doscientos afios. + Una cosa tenrrsii: ;jjDesaparecié mi mdquina del tiempo!!! Ando de aqui pafa allé buscandola sin parar. Como alma en pena, dice ‘Margarita. Todos me aseguran que va a aparecet. 5 Francis me mandé un mensaje de texto diciéndome que podria Iegar a hacerme otra. Yo le habfa escri- to hace varios dias, pero como el tiempo corre de otro modo aqui y allé, y su respuesta tardé muchi- simo en llegar, ya estaba a punto de volverme loco pensando que encima habia perdido contacto. Tio Francis dice que no me preocupe, que no hace ni cinco minutos que me fui de ahi. Pero yo estoy que se me entrechocan los dientes de puro desesperado, Aqui no se tira nada, me explicé don Blas: tiene que estar en la casa. Ahora voy a decir algo que ensegui- da lo borro pero si no lo digo me muero: excrafio muchisimo a mi hermana, a mi papd y sobre todo ami mamé. + Otra cosa mala: considerando que ahora no se sabe cudndo voy a volver a casa, a don Blas se le puso en la cabeya que tengo que ir al Real Colegio de San Carlos. Y Francis me dijo que mientras esté en su casa tengo que obedecerlo cn todo. Me van a hacer un uniforme que tiene hasta tun bonete de tres picos. Lo més ridiculo que uno se pueda imaginar! Aqui no hay manera de conse- guir ropa hecha, se compran las telas y viene a la casa un sastre o una modista para hacerte la ropa. La cosa es que don Blas me va a meter en dl Colegio con el mismo invento que le conté 46 a Margarita: se supone soy el hijo de un amigo espafiol, y me criaron en Italia. Fue lo mejor que se le ocurié para alguien que habla castellano de una forma tan rara. Pero zqué hago yo si mis com- Pafieros, 0 alguno de los profesores, me empiczan 2 hacer preguntas sobre Tealia? Margarita ya lo intenté y yo voy zafando con la excusa de que no puedo hablar de eso porque me pone triste. Como ella perdié a sus padres, se imagina que a mi me pasa algo por el estilo y cambia de tema. a ode Margarit 3 DE MAYO DE 1810 Suceais una cosa realmente extraordi- natial Algo tan dificil de creer que, por momentos, me parece que fue un suefio. Pero no, pas de verdad. Voy a empezar por el principio. Outre que el pobre Manuclito de los Rizos anda como alma en pena desde que perdié cl dinico equipaje que tala, aparte de esa bolsa anaranjada que se cuelga a veces en ia espalda. Buscandolo, hemos revuelto toda la casa y nada! Si parece cosa de ‘Mandinga, como dirla Remigia... Cuando le pregunté qué eta eso tan importante que guardaba dentro, él sélo me dijo que sin “eso” no podria regresar a su casa. Me dio Kistima verlo tan mustio, tan encogido como florcica sin agua. Y también me dio mucha curiosidad por conocer qué es “eso” cuya pérdida lo tiene en tal estado, De modo que dejando de lado las pasadas “e diferencias, me decidf a regarlo con un poco de cuidados. Ademis, estoy segura de que, si me hago amiga, podré obtener més informacién sobre lo que quiero saber, Cada vez dudo més de la versién que me dio mi abuclo: cuando le pregunto a Manuelito Por sus cxperiencias en Iealia, inventa alguna excusa y cambia de tema. Entonces decidé dar un rodeo y empecé por preguntarle qué hacen los de su edad para divertirse en ese misterioso lugar del que viene, Pero él se quedé mirindome con la boca abierta como si le hubiera pedido que reci- rara Ja cuarta declinacién en latin (tengo motives para pensar que ni latin sabe) y Iuego balbuces que “jucgan a la pelora”. Quise saber entonces si lo hacen de la mismna manera que los portefios, que toman la pelora con una sola mano y la arrojan con toda su fuerza contra el frontén. De nuevo parecié confundido hasta que finalmente me dijo que no, que ellos la patean con el pie. Me di cuenta de que la preocupacién por la pérdida del equipaje le debe de haber sorbido el seso, y decid dejarlo en paz. Entonces fue él quien me interrogé sobre Ja manera en que nos divertimos mis amigas y yo. Primero, lo miré desde mi altura para que se dé 2 cuenta de que entre él y yo hay mucha diferencia. Después le respondi que, ahora que somos sefio- ritas, ya no jugamos nia las escondidas nia la gallina ciega y tampoco saltamos a la cuerda. —Pero entonces gqué hacen para divertir- se? —insisti6 él. —Nos visitamos para tomar chocolate, para ensefiarnos unas a otras nuevos puntos de bordados, y también para tocar el piano —respon- di muy dignamente. Mi respuesta no parecié entusiasmarlo, pero no me preocupé porque sin duda marca niti- damente la distancia que existe entre la criacura que él es y Ia dama que yo soy. Sin embargo, el enano no se dio por vencido y me pregunté si las sefioritas vamos a ver algtin tipo de espectaculos. “Tave que contarle que, lamentablemente, cuando los ingleses nos invadieron, se cerré el Coliseo, l ‘inico teatro que tenfamos, pero que alli yo habia visto algo nico y maravilloso: sombras chinescas, HI, por su parte, nunca las habia visto, por lo tanto me vi obligada a explicarle que se trataba de figuras fantisticas que se movfan en una gran pantalla. ¥ cuando le conté ademas que el afio pasado, 1809, haba asistido a un especticulo de volatineros en la Plaza de Toros del Retiro, nuevamente me vi 50 obligada a aclararle que se trataba de artistas que vuelan por el aire, ya que tampoco tenia la menor idea de qué es un volatinero. En ese momento pensé que cl pobre, que no conoce nada de nada, se debe de aburrir muchisimo en ese lugar del que viene. {Me conté que nunca habia visto en su vida una corrida de toros! Fue entonces cuando se produjo el suceso extraordinario con el que comencé esta relacién, Inesperadamente, él tomé de su bolsillo una espe cic de cajita con botones de la que no se despren- de, me apunté con ella y, segundos después, me ‘mostré, en una pantalla muchisimo més pequefia que la de Jas sombras chinescas, jmi propia ima- gen! jNo lo podia creer! Me asusté muchisimo al verme capturada allf adentro, pero Manuelito se tio y me dijo que me quedara tranquila, que €s0 no era mds que una “foro” (esa fue la palabra que usé: foto) y que, como yo podfa ver, é sabia fabricar sus propias sombras chinescas. Volvi a mirar mi propia y asombrosa imagen, que se vela casi tan claramente como en un espejo, y me di cuenta de que estaba bastante despeinada y con tuna expresién poco agraciada, de modo que le pedi que hiciera su truco otra vez. Me peiné, traté de sonrefr con gracia, Manuelito se paré sobre un 31 banquito para (asf dijo) “tomar la foro” y en esta segunda oportunidad la imagen results bastante mejor. ; Para que todo resulte atin mds misterioso, Remigia me conté que esté segura de que el moci 10 mundo. to viene de —,Cémo de “otro mundo”? le pre; é desorientada. Ella no puede explicarlo, pero dice que, cuando trata de averiguar Ia procedencia de Manuelito, cuando trata de saber si viene del Ciclo o del Infierno, aparecen unas imAgenes rari- simas de cosas desconocidas a las que no puede siquicra darles nombre, entre ellas unas construc ciones varias veces mds altas que el campanario del Cabildo. Sin embargo, por el momento no tiene ninguna prueba de que sea un enviado del mal. “Tengo que decir que estoy cada vez mis incrigada. QMDEL_recrsteo pe Enanver 5 DE MAYO DE 1810 eee y documentar® Es un problema clegis, porque este mundo es tan increfble que yo quisicra contar todo, ‘Cuando veo que la gente esti distralda y no me mira, tzato de grabar las conversaciones. Eso de que no me miren no pasa seguido, se ve que, a pesar de que me vvisto como cualquier chico de mi edad, debo de tener algo muy raro, porque, cada vez que viene alguien 2 casa de don Blas, no me saca los ojos de encima. ‘No me olvido de lo que me pidié Francis, que no muestre nada de computacién, pero el ‘erro dia no me pude aguantat: le saqué una foro a Margarita y se la mostré. Por un lado hice mal, porque se impresioné tanto que me asusté, se puso toda blanca y casi se desmaya. Por otro lado me parece que ahora me tiene més respeto y hasta un poquito de miedo: jes como si hubiera crecido veinte centimetros de golpe! 34 Esto de contar lo que va pasando me hace bien, porque me da esperanzas de que alguna vez voy a poder hacérselo escuchar a alguiem, yle que alguna vez voy a volver a ‘ __ De la méquina del tiempo, por ahora, ni noticias, asi que mejor trato de ahorrar y no gastar la bateria del celu, por més que tenga repuesto ‘Yo sigo buscand. Sj igo indo por todos lados, ese cajén no es algo chiquito, tiene que aparecet, Esa era una de las cosas que me desesperaban de tener que entrar al Real Colegio de San Carlos: alejarme del tiltimo lugar donde haba visto mi maquina. La que me salvé del cole fue Margarica. Por suerte se le ocurri6 una idea genial. Voy « com. tar lo que se dijeron ella y su abuelo. —Abu querido —Ie dijo a don Blas, la quiere habla as que montén y se derrite cuando ella le Yo no it creo que este jovencito esté en condiciones de ingresar al San Carlos. No sé de qué ests hablando, hijiea —a veces le dice asf, aunque sea la nieta, Don Blas le dice “hijo” a todo el mundo que sea menor que él, —Es que no sabe ni lo més elementa Yo no sabfa si ofenderme © ponerme con- tento. Don Blas se fastidié un poco con su nieta, pero también se quedé pensando y decidié llevarme 35 al colegio para que uno de los profesores me exa- minara, haciéndome prometer por mi honor que intentarfa pasar la prueba. Resulta que el tal Real Colegio de San Carlos est cerquita del Cabildo, lo que me ayudé a orientarme. El Cabildo (muchisimo mas grande que en mi época) y la Plaza Mayor, que después va a ser la Plaza de Mayo, son lo tinico que ms 0 menos reconozco en esta ciudad tan tara, Desde las invasiones inglesas, a la Plaza Mayor le pusie- ron Plaza de la Victoria, pero todo el mundo se equivoca con el nombre. La cosa es que me di cuenta de que el San Carlos debe de ser nadia menos que el Colegio Nacional de Buenos Aires de mi época, que yo lo conocia porque une de mis compafieros de séptimo est4 haciendo cl ingreso. Claro que el edificio es muy distinto y la iglesia de San Ignacio, que esté al lado, tampoco tiene nada que ver con la que yo vi. Enfrente del cole vi un café que estaba lenisimo de gente, todos hombres, y se los vela tomando café y conversando de lo mis animados Don Bias me explicé que era cl Café de Marco, donde se reunfan los jévenes interesados en cues tiones politicas. Ya una vez el virrey anterios, que fae Liniers, lo habfa clausurado por eso mismo, 36 Como habiamos legado temprano, me invité a tomar un café con leche. Me pusieron delante un temendo tazén, boca abajo arriba de un platito. (Cuando di vuelta el tazén, adentro habfa una lati- tallena de azticar. Imitando lo que hacia don Blas, volqué el azticar en el tazén. Enseguida vino el ‘mozo a servirme el café con leche y me puso tanto que se desbordé y se derramé todo sobre el plato. A mf me parecié un enchastre, pero después vi que todos tomaban asf; incluso una vez que se termi- naban el tazén, seguian tomando del platito. Mis tarde, cuando estébamos cruzando la calle para entrar al Colegio, me acordé, medio borrosamente, de la jaboneria de Vieyes: —iUsted va alguna vez a la jabonerfa de Vieytes? —le dije a don Blas—. No me llevaria la préxima vez que vaya? ;Me muero por verlo a mi tocayo Belgrano! Don Blas dio un salto y casi se cae de la vereda, lo que hubiera sido una pena, porque él anda siempre tan bien vestido y las calles son terri- bles barrizales. — Qué sabés de la jaboneria? 2¥ por qué lo mencionds a Manuel Belgrano? Esas tertulias son tun secreto bien guardado. ;Podrian costarnos el destierro, si llegaran a ofdos del virrey Cisneros! 37 espués lo pensé y se dio cuenta de que ala re Suiero decis, en el Fueuro, se iba a saber todo, sobre todo si les iba bien con sus planes, que ‘| momento, tengo la impresién, son bastance fon ne de confusos. En esta época la gente no se pol acuerdo para nada; bah, igual que siempre. A todo esto legato al colegio. Pegunce Qe itero Benavider. y aparecié un cura meer can porque los cuellitos para curas todavia no se inventa~ ron). El tipo tenfa una tremenda verruga en la ca ¥ olla bastante mal. Me hiro entrar a una especie de ofcina, Alf me senté en un banc largo que estaba contra la pared. Cuando se me acercé para hacerme Parties dan ganas de taparme la mars. Se nota mucho que aqui la gente se bafia muy de ver en cuando. Al final resulté buen tipo, pero a mi me mas lo eal que me fur en ot examen. A pear de pocas ganas que tenfa de que me a nel Golgi, fre puss hecho un apo dare crea de aie, de verdad, por més que me esforzara, no podia mt cn ni una sola pregunta. ; 7 ees ais Benavides, salié después para hablar con don Blas y fue muy claro y terminante. Hablaba asi, con un vorarrén grueso, pero en vor bajita, para no molestar a los que estaban en clase: 38 —Lo siento, sefior Ulloa, pero este caba- llerito no esté en condiciones de ingresar al Real Colegio de San Carlos. Excepto en aritmética, carece de los conocimientos més elementales. Y aun en aritmética, sus métodos para realizar las operaciones me resultan incomprensibles, Es una vergiienza que un amigo suyo haya mantenido a su hijo en semejante grado de ignorancia. Mirclo, sabe leer y creo que también escribir, pero ni siquiera es capaz, de manejar una pluma de ganso. En efecto, yo tenia las manos y la ropa todas sucias con manchones de tinta. Y una cara de desesperacién que debia de dar ldstima, porque a don Blas no se le ocurrié ni por un momento que yo pudiera haber fallado a propésito, y venta —Sefior Ulloa —siguié el presbitero Benavidez (vaya a saber qué seré un presbitero)—, Ic encargo a usted mismo instruirlo para que esté en condiciones de ingresar el préximo afio. Es luna vergiienza que un joven de su condicién no sepa ni declinar rosa-rosae, caramba, ;la primeta declinacién, lo mds simple!, que no sepa ni el presente del verbo sum... Y no se trata s6lo del lau tus nociones de geografia son extrafisimas y muy confusas. No sabe nada de teologia, hasta un 39 : eel santo en que se vuelve sospechoso: jno conoc Coteclumo! Aun st su amigo, el padre de ese caba- lerito, es uno de esos peligrosos herejes agndsti ca tne det ast Io taba 2 on Bla como diciendo “yo sé que usted también anda por tse lado” —. Deberfa instruirlo, aunque mas no sea por prudencia. Pinel camino de wus » cst (de pens cmado en el jue casi me tengo que quedar inter fe, ya me parecia que volvia a mi dulce hoga®) Te expliqué a don Blas que mi abuela queria que omara la primera comunién, pero mi papa no Urabe de acuerdo, a mi mamé le daba igual, y al final habion descido espera unos aos y que yo lo decidiera por mi mismo. ¥ por eso no sabia el catecismo, Le parecié muy asombroso. Fcc de Margarita = = 9 De Mavo De rér0 Eecey sorprendida de ms minma: a pesar de la antipatia que le tenia hasta hace tan poco tiempo, ahora me alegro mucho de que Manuclivo no vaya como interno al Real Colegio de San Carlos. Esc jovenzuelo misterioso se ha convertido en una influencia importante en mi vida y Jamen- aria perderlo de golpe. Por ejemplo, nunca antes habia sentido tan intensa y claramente los limites que tenemos las mujeres para tantas cosas. Es cierto que mi abuelo, segiin creen las amigas de mamita (y, por supuesto, Remigia), me educa como a un var6n, pero, desde ‘que llegé Manuelito de los Rizos, yo noto de orra manera las barreras que se imponen a mi sexo. No me habia dado cuenta, por ejemplo, de que la ropa que muy pronto vestiré y que, por otra parte, me parece tan linda y femenina, es sin embargo muy incémoda. Los rigidos armazones que dan forma oe a los vestidos, los peinetones inmensos... Nada de eso facilita la libertad de movimientos. {Seri que Jas mujeres nos convertimos en presas de nuestra propia coqueteria? Y, hablando de ropa, no le gusté para nada a mi primo Mateo descubrir que un extraio vestia las prendas que fe pertenecen y que él habla olvidado cn casa unas semanas atrés. Ayer, cuan- do Mateo vino otra vez de visita con sus padres, se encontré con Ja novedad. Flos viven bastante cjos, en su quinta del pago de Flores. Desde que a mi ¢fo le fue mal en sus negocios, ya no tienen casa en la ciudad. do para wens dio permiso a ee desconoci- Para usar fopas que no son suyas? —preguntd Mateo, amoscado. ane Mi abuclo le explicé que las que trafa Manuelito de los Rizos se habfan ensuciado con el polvo y la tierra durante el viaje, y que, ape- nas estuvieran en condiciones, las otras le serfan inmediatamente devueltas a su legitimo duefo. La verdad es que no me creo esa historia. Yo lo vi & Manuelito al llegar y no me olvido de lo muy raras que eran las prendas que vestfa. No sé dénde las habrén escondido, pero voy a investigar hasta dar con ellas. Remigia debe de saberlo, porque ella 6 corté el pedacito de tela que vi en su habitacién, para sus ensalmos prohibidos. Por suerte mi primo, que tiene once afios, es de la misma estatura que nuestro huésped, porque si no el pobre habrfa tenido que andar ‘en cueros como los indios hasta que mi abuclo le consiguiera ropa a su medida. Pe Mareo, extuvo un rato fastidiado, pero cuando le hablé (haciéndole prometer bajo jura- mento que no se lo dirfa a nadie) de la maravillosa cajita con la que Manuel habia fabricado mi ima- gen, cambié al instante de anime y también quiso verla, Para hacerse amigo de Manuel, no tuvo mejor idea que proponerle ese juego salvaje que se llama “moros y cristianos’. Traté de convencerlos de que nos quedéramos adentro, que hacta mucho frio, les dije que podiamos jugar a los naipes, pero no, no hubo caso y allf salieron los dos a cortar cafias a la orilla del rio. Palos que simulan caballos, cafias que se atrojan por el aire como lanzas para un combate de mentira, en eso consiste el juego. jChiquilladast Volvicron dos horas después, sucios, agita dos. Contaron riendo que habjan jugado a “moros y ctistianos” en un hueco (un terreno vaclo) con unos muchachos del Alto de San Pedro Telmo, 64 uno de los barrios del tambor. Manuelito nos dijo gue se lo llama asf porque todo el tiempo suenan alli los camboriles de los negros. Nos quedamos miréndolo sin entender. A veces me parece que Manuel es muy inteligente, pero otras veces se Jacta en forma ridfeula de poseer conocimientos que son completamente obvios y vulgares. En fin, no sé qué pensar. Mateo, por su parte, muy orgulloso, conté que habfan salido victoriosos del combate en el que ellos personificaron a los cris- cianos, y que ninguno de los dos habia suftido el deshonor de que una de las lanzas (cafias, claro) les pegara en la espalda. A mf esas me parecen nifierfas, bobadas de muchachos, pero al mismo tiempo me doy cuen- ta de que siento envidia de esa libertad de la que gozan. Ir basta las orillas del r{0, correr, ensuciar- se; jugar con los pilluclos del Alto de San Pedro Telmo... Y entonces por unos instantes, solo por uunos instantes, me encuentro pensando ;Ah, si yo fuera un muchacho..! Lucgo, elabuclo, los tios, Mateo, Manuelito y yo bebimos un delicioso chocolate caliente con esos bufiuclos fritos en aceite y salpicados con miel que prepara la negra Dorotea bajo la cuidadosa vigilancia de Remigia, A Manuelito le gustaron 6s tanto que se comié cuatro, uno detris de otro sin parar, entonces el abuelo le advirtié que no comiera més, que se iba a volver a enfermar de la tripa. ;Tripal, repitié él y empezé a refrse a las car- cajadas. El abuelo creyé que Manuelito se estaba burlando y ese color morado que anuncia el enojo Ie subié por la cara. Antes de que fa cosa pasara a mayores, intervine preguntando si habfan llegado otras novedades de la peninsula, pero no obtuve respuesta. Sin embargo, me di cuenta de que mi abuelo estaba verdaderamente impaciente porque las visitas se marcharan. Yo sabfa muy bien por qué. Estaba segura de que esa tarde planeaba llevar a Manuelito a la rertulia secreta de la jaboneria de Vieytes. Bernardina, mi amiga casada, es la que me ha trafdo la noticia de que mi abuelo participa en esos encuentros, porque su marido es uno de los conspiradores, y le cuenta todo lo que sucede cen las reuniones secretas de la dichosa jaboneria. "Aunque yo sospechaba lo que iba a succ- der, cuando finalmente las visitas partieron y of que el abuclo Je pedia al negro Bartolino que preparara los caballos, empecé a sentirme celosa y con rabia. Entonces, levada por la violencia de ‘esas emociones, decidi revolver todo hasta encon- trar la maldita la ropa que traf Manuclito. Estaba 66 segura de que debla de estar encondida en algin lado. Como Remigia no quiso decirme de dénde habia sacado ese pedacito de tela azul, aproveché Ja ausencia del abuelo, entré a su cuarto y abri las pesadas puertas del enorme ropero. ‘Tal como lo sospechaba, en una esquina, medio oculta por las levitas y los pantalones, encontré finalmente lo que buscaba. All estaba ese pantalén de una tela azul tan diferente a todas las que conozco, grue- sa, dspera y dura sf, pero al mismo tiempo muy interesante y curiosa. Al examinarlo con cuidado, descubri que sobre uno de los bolsillos traseros, el pantalén tiene una franja de cuero con una pala- bra que parece inglesa. También tiene leyendas en el mismo idioma esa especie de camisera blanca que el enano trafa puesta. Enconces, una serie de preguntas se desen cadené en mi cabeza. Seré Manuelito un espia de los ingleses? ;Querrin ellos tal vez aprovechar las novedades de la peninsula para volver a inva- dirnos? 2Y¥ mi abuclo lo sabe? :Es posible que esté ocultando a un traidor? ¥ en ese instante me dije que, si yo hubiera sido un vardn, en vez de estar en casa haciéndome todas esas preguntas ue, por el momento, no tienen respuesta, habria estado en el Iugar de Manuelico compartiendo 7 con mi abuelo alguna actividad secret. Ys de pura é i con los rabia, me quité mis prendas y me vest pantalones y la extrafia camiseta del enano. Luego, me recog{ cl pelo y entonces vi que, desde el espe- jo veneciano del enorme ropero, un lindo y raro muchachito me devolvfa una sont Eibec eecrstao ve Enanvec 11 DE MAYO DE 1870 Ccaarezesoy mis amiga de Marga es una chica muy copada. Para mi que don Bias no se da bien cuenta de lo inteligente que es su nieta. El erata de que no se entere de algunas cosas para tenerla protegida. Cuanto més voy conociendo a la gente de esta ciudad, més me doy cuenta de que esté lena de secretos que todo el mundo sabe. También hay cosas que don Blas no le quiere decir 2 Margarita porque piensa {que las mujeres boronean todo. La verdad, a mi a veces me parece que es al revés, sobre rodo aqui, que no pueden hacer nada y se la tienen que pasar disimulando y haciéndose las tontas. Botonean lo que quieren y lo que no quieren se lo ticnen bien guardado. "A mi Margarita me dejé con la boca abier- ta cuando me dijo que estaba enterada de que su tio planeaba levarme a la famosa jaboneria. 7 —2Cémo supiste que aa lo partici las reuniones de la jaboneria de Vieyees? le pre, in fieyces? —le pre —Por mi amiga Bemardina —me explicé Bernardina es una chica de catorce affos, amiga de Margarita, que se casé hace poquito con un chabén como deweina etre oP —iPero 50 es abuso infantil! te di ‘cuando me enteré... bueno, s, ya s osalis guano» uieno, s, ya sé, pero me salié Margarita no se ofendié tanto por lo de abuso como por lo de infantil. Y yo me acordé entonces de que Remedios de Escalada cra una chieg de quince cuando se cas6 con el mismisi- mo San Martin, que tenfa como treinta, y parece que en esa época eso era de lo més normal. Pero a Margarita no le dije nada, porque San Martin por el momento debe de estar en Espata, ap peleando contra los franceses, y s i Feleendo contra los fancese, seguro que ela ni de tos drimatide de Bernardina viene a ser uno dk los patitas que se reien en la jabonerta. A {cl nombre del tipo no me decia nada, pero me acordé de que, cuando aparecen en el manual las istas de la gente importante, siempre dicen cosas como que iban Belgrano, Castelli, Saavedra, Paso, n “entre otros”. Seguro que el marido de Beraardina, Jo mismo que don Blas, eran “entre otros”. Por Bernardina nuestra Margarita sabia rodo: adénde iba su abuelo y para qué. Pero se hhacfa la burra. —;Adénde van? —nos pregunté esa tarde cuando don Blas le pidié al negro Bartolino que preparara los caballos. —Quiero mostrarle a Manuclito las cha- eras de San Isidro. —;Tan tarde? {Tan lejos? Pronto va a coscurecer —dijo Margarita, haciéndose la tonta. En realidad, si que era bastante lejos. Yo me la imaginaba, a la jabonerfa, en medio de la ciudad, porque en el manual decia que habia estado en Ia esquina de México y Lima. Pero no. Resulta que ese lugar, en 1810, ¢s casi cl medio del campo, y para llegar allf desde el Cabildo (noso- cros vivimos ahi només, cerca de la Plaza Mayor) hay que atravesar un bajfo (una zona de barro encharcado que cra un desastre, casi un pantano) y una tremenda zanja. Justamente por eso, porque no se llega alli con facilidad, los patriotas cligieron ese lugar de reunién. ‘Como era una cabalgata medio peligrosa para un jinete con can poca prictica como yo, imos casi al paso, y ya estaba oscureciendo cuan- do llegamos. Cuando mencionaba la jaboneria, don Blas hablaba de “establecimiento industrial”, pero para mi era un galpén de madera y gracias Son mucho olor a grasa de vaca, como la que compré una vez la abuela cn el stiper para hacer tortas fritas ala antigua, Alli vivia y trabajaba don Hipélito Vieytes, fabricante de jabén y velas de sebo, pero el ducfio de la propiedad era Nicolés Rodriguez Pefia, socio de Vieytes. A mf me daba risa: ;todo el mundo tenia nombre de calle! —Quiero que prestes mucha atencién —me dijo don Blas—. El Virreinato del Rio de la Placa debe terminar de una ver por todas. Vamos a fograr un gobierno independiente de Espafia y vos tenés que ayudarnos a que todo suceda tal como me lo contaste, Esta es nuestra oportunidad y, sila dejamos pasar, la historia puede ser muy diferente Esto me puso los pelos de punta, porque ve no Io habia pensado. Si la histori resulea- ba ser diferente, y no como yo ia conocia, ;mi mundo ne iba a ser el mismo! Aunque eacon- trara fa méquina del tempo, jy adéade volver! ‘Todo podia Negar a ser distinto n el futuro! Sobre todo porque mi presencia en sta épace ya estaba provocando ua cambio en el “4 pasado. Cuando me di cuenta, casi me pongo a llorar ahi mismo de puro susto. Tenia que lograr que todo pasara tal cual yo sabia, y no sélo para ayudar a los patriotas, sino por mi mismo. ;Miren si por ejemplo yo no nacfa! En el patio de tierra de la jabonerfa deja- mos los caballos. Adentro ya habia varios hombres sentados. Un negro cebaba mate y la sefiora de Vieytes habia preparado pastelitos de membrillo para todos. Mi llegada no cayé bien. Me hubiera gustado grabar, pero no habfa forma de hacerlo sin que se dieran cuenta. A ver si me acuerdo bien de lo que dijo cada uno. —Sefior Ulloa, zeémo se le ha ocurrido traer un nifio a esta reunién? —dijo uno de los hombres, indignado. —No se preocupen, yo ya me retiro me lo Hlevo adentro conmigo ~~aijo la senora de Vieytes, la duefia de casa. —Retirese usted, sefiora, que yo les expli- caré a mis amigos por qué es importante la presen- Glade Manado. ores Yo estaba completamente fascinado miran- do a todos. De pronto me fijé en un sefior con uniforme militar (habia varios) y sin poderme contener le dije: 5 —A ver... tirese un poco para adelante cl lequillito... —EI pedido era tan inesperado y tan fuera de lugar que el tipo, automaticamente, se llevé la mano al pelo canoso y s¢ lo tiré sobre la frente. No me pude aguantar un grito. — Saavedra! —grité—. Comelio Saave “Jaro —me dijo don Blas—. El jefe del cuerpo de Patricios, un hombre muy conocido en la ciudad. —Pero... pero... pero... —yo casi no pola hablar de la sorpresa—. Pero... fe falta un diente! Varios de los presentes se rieron tapandose Ia boca con la mano, —Nifo, soy un hombre de cincuen: redra, sin molestarse en Senor ta afios —se sonrié esconder el agujero de su dentadura—. ‘Ulloa, expliquenos inmediatamente qué hace aqui este jovenzuelo impertinent “Este jovenzuelo impertinente, como usted fo lama, tiene informacién tan valiosa que he considerado fundamental que ustedes la escu- charan directamente de su boca. ;Manuel acaba ds lcgar de Europa! “Todos los presentes alzaron las voces en exclamaciones de asombro, de tal manera que no se entendfa nada, “No es posible” decian unos; 76 “Pero cémo”, “En qué barco”, “;Por tierra?” pales qué barco”, “Por tierra?”, —No importa cémo. Llegé al Brasil vino desde alli por tierra. Manuel, cugntales estos hombres las noticias que tan bien conoces. Los conspitadores me miraban y yo me pusc tan nervioso que pensé que me iba a olvidar todo lo que habia estudiado, Por suerte habia llevado mi libretita, donde tenia anotado lo del manual —En 1808, con Ia excusa de castigar a Portugal por su alianza con Inglaterra, Napolesn invadi6 Espafia. El rey Carlos IV abdicé cn favor de su hijo Fernando VIL. Pero Napoleén los apresé a ambos y nombré rey de Espafia a su hermano José Bonaparte, a quien el pueblo llamaba Pepe Botella, por su aficién a la bebida. s =e Jo sigue Hamando, por cierto! —se suet Claro, ‘tonto, me habla olvidado de que tenia que hablar en presente. Un murmullo enojado recorria el ambiente, " —2Estas eran las grandes novedades que nos trae este nifio? —pregunté un hombre rubio tirando a colorado, de vor finita, también vesti- do de militar, como casi todos los presentes. Yo lo miré Ajo y no lo podia creer. ” {Manuel Belgrano! {El cteador de la bandera! —encima cra medio pelirrojo, como yo. —Si este nifio no deja de decir tonterfas, debo exigirle, sefior Ulloa, que se lo Ileve usted de aqui inmediacamente —dijo Vieytes, el duefio de casa. No era el momento de pedirle un aut6- grafo a Belgrano. No daba la siuacin. Traté de avanzar lo més rapidamente que podia con mis apuntes. “FI pueblo espafiol no se rindié y se for- maron juntas de gobierno para resistir el avance del ejército francés. Centralizé el poder Ia Junta de Sevilla, que nombré a Hidalgo de Cisneros como nuevo virrey del Virreinato del Rio de la Plata. —Cémo odio esa palabra: virreinaco —mumuré ef duefio de casa. Pero ya no habia tiempo, los hombres se miraban entre sf, en cuanto salicran de su descon- cierto nos iban 2 echar a patadas de la jabonerta Por fin Hlegué a donde tenia anotado lo de 1810. —En enero de 1810 los franceses se apo- deran de Sevilla y se disuelve Ia junca, Entonces todo cambié, fue como si hubie- ra tirado una bomba. Todos se pusieron a hablar y gritar al mismo tiempo. Bésicamente lo que 78 decfan era que se habfan confirmado las noticias que tenfan desde abril por rumores que venfan de Rio de Janeiro, —#istds seguro de lo que estés diciendo, jovencito? —me interrogé Belgrano. ;Manuel Belgrano me estaba hablando a mit —Ssssi —le dije. No podia sacarie la vista de la cara—. Lo lef en el diario. Quiero decir, en el periédico. En un periddico inglés. English. Ob yes, J can read English. Strawberry fields for ever. En stu tiltimo decreto, del 29 de enero, la Junta de Sevilla se declara disuelta —consulté mi libretita y segut—. Los diputados huyen a Cédiz, y alli se forma tuna Junta Superior que aconseja a los pueblos de América fundar juntas superiores, a su semejanza, Ya no hay autoridad central en la peninsula. Esto provocs otra vez un estallido de exclamaciones y empezaron varias discusiones al mismo tiempo. En un rincén, un hombre mayor repetia en voz baja “;campos de frutilla para siem- re?", con cara de no entender. Un sefior que yo no lo tenia, pero que don Blas me presenté como Juan José Castelli, coments que mi acento le hacia acordar mucho al de su padre, que era veneciano, —Asf es, el jovencito ha sido educado en Iralia Ie dijo don Blas. ” Voi parla italiano? —me pregunts ell . ee on po... —contesté yo. Capisco. joli. Gnocchi. Bon giorno, Milanesa. Ravel Por sucrre don Blas me hizo callar de wn ‘odazo antes de que siguiera metiendo Ia pata. espafol es muy fide —voments Vieyiss —Es que mis padres son argentin —ison que —se sobresalté Castelli, Al ofr la palabra “argentinos”, varios de los concu- eee argon de discutie y me clavaron los ojos. Sin embargo, seat{ que ahora, por primera ver. habia despertado un interés de buena onda, —Quiero desis etiollos. Americanos: Del Virreinato del Rio de la Plata. ;Pero bien de los nuestros! ; mestoelAjé. ZY quiénes son los nuestros, si se puede saber, armiguito? —siguié interrogindome Caselli, aunque ya con tna franca sonrisa, | —jbos que queremos independizarno la corona espafiola!jLos que estamos por el comer Gio en oma del monopolies 10s una patria independiente y soberana! snot ea me salié bien. Habla hablando con tanto entusiasmo que todos los caballeros se 80 pusieron ae pie y me aplaudieron solemnemente. —iTienes mds detalles? —pregunes Belgrano, pee stow iat lo, diputados de Ia Junta Central casi los linchan por haber querido arreglar con los franceses —le dije. Eso no lo tenfa anotad lo acordabaamimanera ne? ™ gLinchan? —dijo Castelli—. ¢Es una pala- bre italiana? No la conozco, debe de ser'dnleces —No importa, se entiende. :Y qué més? —pregunté Belgrano. —Solo unos pocos escapados pudieron llegar a Cidiz, donde formacon tina nucrs junea De ahi pasaron a Ia isla de Leén,, protegidos por Jos buques ingleses. Ya no hay un gobierno central en Espaiia, La Junta de Cédi2 recomienda a las colonias formar sus propias juntas de gobierno. Cuando los Snimos se calmaron un poco y la conversacién se encauzé otra ver, estaba claro que todos los presentes, cada uno a su estilo, renfan decidido que habia legado el momento de formar un gobierno propio, independiente de Espafia —Con Fernando VII preso en Bayona ta Junta Central dsl, ef virey Cisneros yu ne representa a nadie. Tenemos que derrocarlo, si ex Br necesario, por las armas, y formar un gobierno patrio —decfan los més jévenes y mas impacientes. —Quizé podamos encontrar una solucién menos violenta —decia Saavedra, y muchos pare~ cian estar de acuerdo—. Hay que fingir que se va a gobernat en nombre de Fernando VIL —jClaro! —dijo Belgrano—. jEsa seré nuestra mascara! —Pero ;cémo podemos confirmar que este jovencito nos esté diciendo la verdad? —pre- gunté un sefor gue era, segin me dijo don Blas, Nicolas Rodriguer. Pefia. _—jNo respondo de él! —salié a decir don Blas, muy ofendido. A ver, un momentito —intervine yo. ‘Ufa, todo lo que decta les resultaba raro—. Tengo tuna manera de probarlo —y agarré otra vex la libretica—, EL 14 de mayo va a entrar al puerto de Buenos Aires un barco inglés, el Misletoe, con periddicos londinenses de febrero. Allf podrin comprobar todo lo que les estoy contando. i cémo sabés eso? {Quién puede adivi- rnarla fecha exacta en que un barco va a entrar en el puerto? —pregunté Rodriguez Pefa, intrigadisimo. —Bueno, no es que lo sepa —lo que no sabfa era cémo arreglarla—. En fin, me parece. 2 ¢Qué podia decir? ;Qué me habfan avi- sado por teléfono que ya estaban por llegar? ;Por celular? Por radio? ;Por correo electrénico? No era raro que esa pobre gente estuviera tan desespe- rada por noticias. ;Recién se desayunaban de cosas que habjan pasado tres meses antes! —Quiero decir —seguf diciendo, mien- tras pensaba ripido—, si no es el 14, serd el 13 0 el 15, pero de acuerdo con la fecha en que tenia que zarpar de Gibraltas, calculo que por esos dias Megard a Buenos Aires. Y seguro que trae periédi- cos, no? eY sii el Misletoe se encuentza con una calma chicha y se atrasa? {Y si se encuentra con una tormenta y naufraga? Poin Margarita 14 DE MAYO DE 1810 Como bien dice Remig, Manuclio debe de venir de otro mundo y algo de ese mundo me est contagiando y me anima a hacer cosas inesperadas y llenas de audacia. Jamds antes se me habria ocurrido hacer algo asi! Pero no demoro mis, y ya cuento con detalles lo que sucedié. ‘Todo emperé con mucha inocencia cuando Manuelico pregunté si mi primo Mateo, del que se ha hecho muy amigo, podia venir a pasar unos dias con nosotros. El abuclo acept6, pensando que la compania de un vardn de su edad podria ser una buena influencia para Manuel, que todavia esti muy lejos de haber aprendido la mayor parte de nuestras costumbres, por lo visto tan distintas de las de su pais. Después de un fatigoso ir y venir de mensajes desde la ciudad hasta Flores, pidié y obtuvo la autorizacién de mis tios para que Matco se quedara un par de dias en casa. 84 Hoy, 14 de mayo, por la mafiana, llegé al puerto de Buenos Aires un barco inglés, el Misletoe Eso Ie produjo a mi abuelo una gran excitacién, Porque parece que Manuelito habia anunciado el arribo en la reunién de la jaboneria de Vieytes. Apenas se confirms la noticia, mi amigo (sf, por. que ahora lo considero casi un verdadero amigo) dijo que habja que llegar hasta el barco y apode- satse de uno de los periédicos ingleses. El virrey Cisneros, afirmé, iba a tratar de ocultarnos parte de la informacién que trafan. LY vos cémo sabés eso? ince. Es facil suponerlo, a lox que mandan siempre les conviene ocultar algunas cosas —res- pondié como si fuera un adulto. Me quedé muy impresionada por esas pelabras que parecfan salidas de Ia boca de un ombre, pero, en cuanto me recuperé, insist en hombre p 1 recuperé, insist{ 2 quién va a ir al barco a buscar ese periddico? jNosotros! —afirmé sin la menor duda. —Cémo nosotros? —dije sin poder creer Jo que ofa. —Mateo, vos y yo. Lo miré como si estuviera loco. 85 —,Vos creés que mi abuelo nos va a per- —Mateo y yo tenemos permiso para dar un paseo a caballo por la ciudad. ¥ don Blas no tiene por qué enterarse de que vos saliste de la casa. Entonces pensé que sf, que estaba defi- nitivamente loco. Entonces é! sacé del bolsillo fa cajita de las sombras chinescas y me pregunté si ‘yo podfa recitar algo en francés o enunciar algiin teorema o decir cualquiera de las cosas que estu- ba y sabfa, Aunque no entendia por qué me preguntaba eso y todo me parccia cada vez mas rato, dije que sf y empecé a recitar en voz alta los versos de “EI Cid” de Corneille. Manuelito, mientras tanto, mantenia la misteriosa cajita cerca de mi boca. Asi, pese a que mi amigo no entendia ‘una sola palabra de lo que yo decéa, transcurrié un largo tiempo hasta que a él le parecié suficiente. i¥ entonces ocurrié el primero de una sorie de extraordinarios sucesos! El tocé algo de la cajita iy de su interior salié mi propia voz! Al principio no la reconoct. Y cuando me di cuenta de que era yo misma hablando en francés, del tremendo susto se me aflojaron las rodillas y estuve a punto de caer redonda. Manuelito me sostuvo, bastante preocu- pado, porque dijo que me habia puesco blanca mitir.

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