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Cet ouveage, publié dans le cadre ds Progeamme d’Alde & 1a Publication Victoria Ocampo, béndlcie du soutien tu Ministere Irangais des Affaires Etrangores et du Service de Cooperation et Action Culture de VAmbassade de France en Argentine Esta obra, publicada en el marco del Programa de Ayuda a la Pabliacion Vieloria Ocampo, centa con el apoyo del Ministerio ‘de Asuntos Extranjeros de Francia y del Servicio de Cooperacion y de Accin Cultural dela Embajada de Francia en Argentina Jacques Ranciére En los bordes de lo politico ysfele ‘Traducclén y presentacién Alejandro Madrid aM 3é- FACULTAD DE HUMANIDADES - UN.Ga eur YIP p, Ranciee, Jacque "En los bordes de o politico /Jacqus Rancire Ines -Boenos Airs: Ediciones La Geb, 207 125. Be12em, Teaducido por Alejandto Madeid ISON 978987 22884.2.6 1. Posota Contempornea. It Madrid, Alfano, ras HL To ‘Titulo francés: Aus bods pitigne (© La Fabrique Editions, 1998 “Traduccion y presentacion ‘Alejandro Madrid (© Ediciones La Cebea 2007, dicioneslacebraibgmail.com wwwedicioneslacebra.comat Imagen de taps Carlos Altamirano, "Retzatos', 1996, fagmento Est libro se terminé de imprimir en el mes de junio de 2007 en Grifien Pinter, Mesieo 1352/55 (C1097ABB), Buenos Aires, ‘Argentina (Queda hecho el depésito que dispone la ley 11.723, Presentacisn La primera edici6n de este ibro aparecié en Pars en 1990, 22afios desputs de la publicacién de Lire le Capital la obra que “Louis Althusser publicaa junto a Jacques Rancire, Etienne Ba- Iibar, Pierre Macherey y Roger Establet.Rancléve tenia 25 afios ‘cuando partici junto a Althusser en est obra que se convert- va en referencia obligada para lo intlectuales durante largos alos. En los Bones de lo politico es un libro que, espondiendo a Ta contingencia, muestra el trnsito de la obra de su autor desde ese escrito colectivo hacia Ia enunciacién de tn pensamiento ppoderoso y singular: en él asume valientemente el trabajo de repensar esos conceptes que hoy se recaman de tna imposibi= lidad: politica, igualdad, comenidad, democracia, ‘Como lo manifestara el mismo Ranciére, el movimiento {de Mayo del 68 marca el comienzo de una nueva etapa en si pensamiento, abocado desde entonces, prindpalmente, a Ia investigacin de los archivos del pensamiento comunitario, La roche de os proetaris. Archivos del sucho obrer, El lof y sus pobres y El Maesio Ignorante som obras que sefalan ef contexto fen que surge la publicacin de los tres ensayos que componen 1 Ae to pti, nici, Pari 150198 apre on La Fbrigue ua spunea ein de os Bors. En can ra ei, sunntaday coogi, andi inerpors a bro asters, qe fon pubes en 28 fn Chile por ir torial LOM com to de "Pocn oll demo i presente din soos le toe comspdes «i prne n, Iq tng las mule modiscaseocs que Rance jor ‘Stottear ena mopar los Bordes, Sua redaccién tenia entonces la apariencia de la con tingencia. Sin embargo, y a la luz del desarrollo ulterior de ‘su pensamiento, hoy podemos descubrir en esos escritos los fandamentos de una nueva concepeién de la politica y de comunidad, cuya traza vemos desarrollase hasta sus publica ciones mis contemporéneas, como EI Desacuerdo, 11 tess sobre 1a Politi, La particsn de lo sensible ete, Enel prefaci a la segunda edicién francesa, Rancire seRala| ‘que-con este libro apuntaba a responder a "una coyuntura polit ‘ery teriea marca por el tema obsesivo de fi. Fin dela politica, fin de la Historia Fukuyama), fin de la comunisiad. El primero dle sus ensayos nos muestra, sin embargo, cima esta idea del fin ha acompafado el pensamiento de Ia politica por lo menos desde la polite de Avistoteles y Platén. Ast "designer, como hace Leo Strauss la Replica ol Politica como obras y paradigmas se filesofapolitines quis bora a tension originaria del lac entre flosofiay politica a concidencia entre ef deseo de realizar le ‘verdad es asuntos dea politic, que se eivindic en el Gorgias, vel deseo de poner fn aa poltica, de hacer ofds sordo ela”. Ponetle fin, por lo menos, “as estado espontinen, democritico.” Poner fin al desorden de Ia politica, ala “autorregulacion anirquia de To itp através de la decision mayoritara, consumarin tal pare cehaber sido desde siempre la intencién de Ia filosoti, inscita en otras tantasdeclinaciones de esas politicas del fn utp Uberales, mistcas, gestionarins, técnica. Superar ese pensamiento del fin supone, asi, pensar un ‘nuevo concepto de democracia, a distancia de una tradicign que, desde el fondo de su ralgambre ontolégica, esconde el 21 Rani, on pala, Proce, Para La Faberge 138 Scie “Else dela po, ene en pS Praia principio de su disolucién. “La demecracia no es mi una forma de [gobierno rium estilo de vida social, e el moo de subjetioacion por 1 cual existe enyjetos politicos. Esta dable contra-afirmaciin supone ‘romper conta idea del politico en cuanto esencia unitara de er-en- tomlin.” Supone también "soca el pensansient de lo palitic dl onsaniento del poe”®. "Mis alld del apeiron en que ese pensamiento del fin pensaba precipita el pensamiento de la democracia, Ranciére piensa en tun sujeto que se define no ya por sa partcipacion en la elecién dle representantes, sino por su relacién diferencia respecto del frden que se le asigna en tuna comunidad dada, Pensar la 0 ‘munidad es pensar en esa relacin de tensién. Su inscripcién fen la comunidad supone precisamente una relacén de parti- ‘ipacién-partcién. Una nueva concepcién de la comunidad se [pefila ai es esa “communauté departage” en los miltiples sen fidos que l término asume: comunidad en la que compartimos es la imagen de las comidas fraternales que evoca el segundo fensayo- pero es, al mismo tiempo, comunidad de partici, 0 ‘comunidad de divisin, en In que la partcipacién supone el ‘poder divisor que marca la emergencia del sujeto democratico: ‘slo hay demoeracia allt donde emerge el Dos de a politics. Frente alos conceptos de representacion y consenso en que se agota cierto debate presente en toro a a partcipacién poli- ica, Rance postula: “ta veradera partiipacion ela invencn de ese suietoimprviibe que hoy dia ocupa calle ese movimiento gue no nace de or cst gue ‘dela cemocracia misma La garatia de a pormanenciademecritica no sa por ecupar too os Hempos muerte y ls epacis acs por me lio de formas de participacon o cntrapeder; pase por a rexooacitn de 5 bone pte Op. Cit Pace os bord de pti ls actres yd a forma desu acta, orl posibiiad, siempre abierta dena emergenca dees suelo que elipsa. El contol dla democracia hn pase dejar deserasu imagen, versitile interment, e dec pleno de confianaa”® EI nuevo concepto de sujeto democritico que emerge alli ‘esol de un sujeto que se constituye a través del disenso, en la reivindicacién de su diferencia, en su rlacién diferencial con tun orden respecto del cual reclama igualdad:igualdad de dere- chos para la reivindicacién de esa misma diferencia. “La igual sla se inscribe et magne social través del senso. El ienso noes solamente a quer es distancia en configu cin misma dees datos sensible, disocacn nserta entre as modes Aeser los mados de hacer de ver y de deci. La igualdad es tanto prin ‘pi timo de todo orden soil y gubernamental como causa excita tess acionamento “normal”. No reside ni enum sistema de formas ‘constitucionales nw estado de las cstumbres dea sociedad, ni Us enseianzauniforme de lo nis de a repli mena disponibil- la de os productos a bur precio eas oferta de los supermercades. Le igualdad es fundamental ysusent, actual eintempestion, siempre rite la inciation de indionduosy grupos que, acontracorriente del ‘curso ordinaro dels cosas, sume el riesgo de verifara incentando Fora indidvalesocolectiva ara st vericaion””. En ese sentido, como diré el mismo Rancitre, la igualdad std siempre detris nuestro: es el principio que permite recla- mar una distribucién diferente respecto del orden dado, es lo ‘que permite, justamente, que sea posible una desclasificacin. En primer liga, “la igualad, en general, no es wn fin por ala Rann “Lov dea democrat" ent ein pS. 7 hogs Hance Sobre el macro ignorant, Vw Mula, ovr 204 Latraductn sta 10 ar. Es un punto de partida, un presupuest qu se debe vein atea- ‘de secuencias de aetos especies. En segundo término, la igual ‘dad es condicg de a propa desigualdad, Para obedecer una orden, es hecesriocomprinderlay comprender que es necsaro obedecere"®, La azén entendida como punto de partida, es condicin, como principio de igualdad, de toda desclasticacién, En El maestro ignorant, Ranclére nos muestra que la misma tensién habita, necesariamente, la ligica socal y Ia ligica educa- tiva; ambas se encuentran intrincadas y son inseperables la una de la otra. Como lo explica él misma, en esta obra"... trata de ur viaje a tacts dele pedagogia entretenide, sino de wna refer {lose absolutamente actual sabre la manera en que i razin peda’ ion y la raz social tee le ure la otra”, La educacion tead- ‘onal tiende a reproducir las relaciones de desigualdad social a travis de a figura del “maestro expicador”: a expicacién es en s{misma un mecanismo que asegura esa reproduccién. La figura del maesteo tradicional es In figura del “maitre” ~con todas las resonaneias que lene el término en francés “maitre”, no es slo el maestro, sino también el amo, el seo respect al servo que reproduce la desigualdad y perpetia el orden socal. EI "maestro ‘gnorante” designa justamente la figura de este maestro que se constituye él mismo en una instancia de emancipacién: 1 macsir ignorante no establece para nada una relacién de inte Ligencia a intligencia, Es solamente sone auoridad, solamente una olutad que orden al ignorante hacer (su propio) camino, es decir, e orden per en ejecuci wna capacidad que ya pose, la capaidad gue foo hombre he demostad al adguii singin masta el mas “ll de os aprentizajes, que para cualquier nso que viene al mundo, fl de a eng que lamas matersa Omid os ont de fp Educacisn y politica revelan asi su potencia emancipatoria: ea educacisn como en la sociedad “la comunidad de os iguates ¢ siempre actualizable”, pero hay que comprenfier que ella no fesun fin por aleanzay, sino un supuesto que ¢ debe plantear desde la parida y replantear sin cesar. Pues la omuinidad “se cenenentra suspendida en el acto, siempre por rekadr, de su veif- ‘ucdn™, Tanto la edueacién como Ia politica be manifestan, ‘entonees, como instancias de emancipacién posible, mas slo si _permiten justamente, el surgimiento de una subjetividad que se dofinea través de ese poder de desclasificacion, PPodemos distinguit, como lo hace Ranciére con Foucault entre policia y politica: policia, en sentido amplio, no es slo <1 organism represor sino el orden que determina Ia ley y el Estado. Ese orden asigna a cada cual, a cada grupo social un lugar dentro de una estructura que por si misma no es politic, Existe politic, justamente, cuando quienes perteneoen a uno de Jos grupos asi clasificados porel orden del Estado se desclasitica, ‘onsiderindose perjudicado en esa clasficacién. Esto supone Giertamente un movimiento en apariencia paradojal, quienes ppertenecen un grupo social, © a una minoris,titese de las ‘mujeres, os proletarios, los estudiantes, ete, afirman st dif rencia en cuanto grupo, pero, al mismo tempo, reivindican su ‘gualdad; pues al reclamar oto estatuto para si reivindican st Igualdad de derechos ante le comunidad. Por end, la comunidad slo puede ser concebida como, ‘comunidad de partcién; s6lo asi se revela como comunidad politica y democritica, lejos de toda determinacién por una “Tey natural’, 0 de un telas que la trasienda: “hay politica orgie euardo~ el orden natural de os reyes pastors, dels seires de a _uerao de os poseorese nterumpido por sna ert que viene 131, Ranie “La comunidad de os gual ent en p12 Prsentacion «sactulizar la igual time sobre le que descansa todo orden so- al", En este sentido, Ia igualdad politics slo puede manifes- tarse como continua division del orden estatal, 0 esttico, por {el dos de Ia politica, por esa potencia desclasficante a través {de ln cal un grupo se desprende dela multiplicdad anénima ‘marcando su inscripciin en ese mismo movimiento de parti- ‘én-participacion, como tinica posibiidad de existencia de la democracia, “Hay poten desde el momento ex gue existe lt esfera de apariencia de un suet pueblo dl quel propio ce ser diferent a msm. Por eons- _guiente, desde! punto de vista pltic, las inseripcones dele gualdad ‘gue figura en tas Decaracones de los Derechas del Hombre o en ls reimbulos de los cigos yl consttuione, as que materilzon tal ‘cual insttucin o esti grabadas en el frontspcio de suseifios no so formas” desmentidas por eu contenido o "aperincis” destnadas 1 cular ta ralidad. Son un modo efitivo del parecer del pueblo, el minim de igualdad que se inscribe en el campo de la experiencia co Giertamente, Rancitre desarrlla sun concepto de subjetivi- dad radicalmente inmanente que supone la constante redefini- ‘ién det status mismo del sujto, el que se constituye a partir desu relacién relatva respecto del orden social. Pero, al mismo tiempo, ese sujeto que concibe debe ser comprendido no sélo a dlstancia respecto de las miltiples inerpretaciones del sujeto hhegeliano, definiendo una subjetividad que se determina a ta -vés de la serie de operaciones que lo consttuyen en un campo sensible determinado, sino también de aquellos autores que [patecen compartir certa concepciin del disenso. {age Rn, ers Nav Vin Boos Al 3 os bones de patio En una intervencién reciente en el Cole International de Philosophie, dirs "Esta cla, en efecto, gue la preveupace respect al disenso me es cami a muchas otas personas. Pero yo la he comprendido de otra ‘manor que celles. Casi todos los autores, vos o muertos, que constr yen hoy ta acuaidad del disenso comparten en efecto wna misma idea ‘el consensoy dan ef mismo nombre a su figura politica, La amen ‘democraca.Pensadoes ta diferentes con Arend y Lyotard, Badiow, “Agannben o Milner Honen en comin chert den del consenso como de- ‘mocracia, eto come la fgualded ariitice de Plato, el rgimen dela ‘mecca indistntn oinuiferent. La demecraca es para ells el gine el recuenta infront, parecid ala cireulacn de las mercancias ft “gotcowniforme de tina” que carcteriza el peridico seg Me lame. Ela os poder del mal multiple qu circle intrcambindose ‘en sum nulay reproducadoe de manera ita. Este pnsadores ‘poner la potencia dela difernci: el buen multiple, el que coniene tn principio de lterdad, una potenciasuplementaria. Esta puede ser to superpotenci:potenciaarendtiana det camsienz0 0 eta dels multitudes (Negi 0 Bien wa suplementariedad no intermbiabe (el aconteciniento de verdad de Badiow 0 ef unosle-mis de Milner) Eundan entonces a poitiasobre esta superpotencao este suplenento ‘bien Ie oponen otro principio de a comunidad (el gobierno pastoral de ‘Mulner). Oponen la democracia un principio de hetrogenedad, La Ieterogenciad puede ser wna figura del ser del ent into @ mult tudes, fran wna verdadere politica o wna superacn dela politen eel comumisme, Puede, al contra, identifcase con otra cosa gue el sr haciendo encllrs aa potencia comuniara. Yo, por mi parte he Yommado esta Ligica a contrapie He tomo el partid singular de dar a Iu potencia defo heteragéneoo del uno-de-mis el nombre de démasy de plantear en consecuencia ta democracia como opuesta al consens. Es tuna manera de decir que no hay heteogénco rea, no ay principio onto- ligico de te difrencia pitino del diferencia en reac ala politics, ro hay aothé 0 antvarth. Hay, on su lugar, ue principio de gualdad ‘que no esto “propio” de a politic y que no tiene mundo propio masque que faa sus acts de verfccin™ En ese sentido, el sujto se define, si se quiere, iin como “negatividad”, pero una negatividad que no consiste en el despliegue de ninguna determinacion teleoligica: las formas de la subjetividad se constituyen en tantas formas de igualdad, ‘en tanto igualdad y diferencia son caras de ese mismo proceso de subjetivacion: no hay forma deo humane, sino las diversas figuras que asume su constitucign al diferenciarse como tal al Interior de un campo politico de experiencia, Campo que ninguna razén podria llegar a determinar como ‘un orden necesario: si la razén puede establecer distinciones, si ella misma parece ser esa capacidad de establecer dist clones, difcilmente podsiamos asumir que esas distinciones sean en verdad las formas esencales que astime lo real en st ‘manifestacin: s6lo podemos seguir su movimiento en cuanto ‘campo de continua diferenciacién, seguir la traza de esa conti- ‘nua negacién de las formas, 0 de las Biguras, que emengen. Es fen ese sentido que podemes decir que ninguna subjetividad se constituye a partir de la pura proyeccién de si misma, sino siempre continuamente trabsjada por el movimiento incesante que constituye ese campo sensible en que se afirma cualquier figura de sujet. “Lapoitica, en cuanto ela, es—y noes mds que~elconjunto de actos ue efectin una “propiedad” suplementara, wa propiedad bili "eer asin" ela tion Coapnde renin ‘Schunio deat eno Collage neta de Phwope, ie iatve ‘be our Cht Martin y publican svi Tae pimavera 3006 ‘Ua taducclon de ta ntervencn ha io pbc ened, nova ‘iti Messner dea que a rcogea En lostorde de pte {yantropoligicamente imposible de encontrar, la igual de los sees ablantes.Existe como suplemento de cualquier bios. Se paren at dos estructurciones dl mundo comin: una que no conoce mis que Dios desde i civculacin dela sangre a a reguarzacn de os fos ‘de pblaién) y otra que conoe ls artifice del igual, su formas te reconfigure de “mundo dado” en comin efectadas por sujetes pitas. Suetos que no afrman otry vida sino que configuran un urido com diferente", 25 Biopttiea pot’ enevsa Rance pica en evi vit tee so m= En los bordes de lo politico Introduccion* Hiablar de los bordes de lo politico no compromete apa- rentemente a nada muy preciso 0 actual. La leyenda de lo politico sitia sus comienzos siempre en algiin borde, del ‘Tiber al Neva, para encallarle en algiin otro, de Siracusa al ‘Kolyma:riberas de los ris de lafundacién, orlls de las islas dle la rofundacién, precipicios de ruina u horror. Algo esencial debe contener este paisaje para que la politica se haya obsti- rnadamente representade en él. ¥ sabemos que la flosofia ha tomado parte insigne en esta obstinacién. Sus pretensiones respecto a la politica pueden resumirse bastante bien a través de este imperative: para arrancar ala politica del peligro que lees inmanente es necesario arrastraria sobre seco, instalarla en tecra Beme, a totalidad de Ia empresa politica platéniea puede ser pensada como una polémica antimaritima. El Gorgias insiste ‘en ese punto: Atenas ests enferma de su pucrto, de Ia predo- ‘minancia de una empresa maritima en la que lasupervivencia y el lucro son los tinicos principios. La politica empicica, es decir el hecho democratico, se identifica al reino maritimo de ‘e508 des00s de posesidn que recorzen los mares exponiéndose simultaneamente al vaivén de las olas y la brutalidad de los ‘marinos. El gran animal popular, la asamblea democritica de la polis imperialista podria serrepresentado como un trirreme i i 2 spt sl sta Enos bores deo ptitca ‘de marinos ebrios. Para salvar la politica hay que arrastratia sobre tierra de pastores, Por a discusin con que se nica el cuarto libro de as Leyes, sabomos que los ochenta estadios que separan de su puerto ala ciudad de Clinias parecen demasiado escasos al aeniense. Slo Ja existencia de algunas montaias en su contorno impide que esta proximidad haga desesperada la empresa de fundacin. Y ‘es que estamos siempre demasiado cerca del almuron, del olor ‘sslobre. El mar hiede. Y no a causa del limo, El mar huele a marino, huele a democracia. El trabajo de la filosofia consiste fen fundar una politica distinta, una politica de conversidn que ‘yuelva las espaldas al mar "Esto es antes que nada un asunto de puesta en escena, un desplazamiento de imagenes: caverna y montafia en lugar de mar y terra, Antes de hacernos desoenider en la eélebre caver na, Sécrates nos ha hablado abundantemente de trirremes, ‘marinas incorregiblesy plotos impotentes, Yan la caverna di remos adiés a este paisaje marino, sedactor y fatal. La caverna esol mar conducido bajo tierra, privado del resplandor de st Prestigio: en lugar del horizonte oceinico, el encicero; hombres fencadenados sustituyen al banco de remeros; la opacidad de Jas sombras contra el muro, el reflejo de Ia uz sobre las ola. Precediendo la operacién en que se libera al prisionera y se le invita a conversar encontramos esa otra y primera metaforiza- cidn que consistia en enterrarel mar, secaro, en privare de sus refleos, en cambiar la naturaleza misma del refej. Violencias elas que, como sabemos, el mar se vengaré. De ahila parado- ja de esta empresa: para conduc Ia politic al elemento firme ‘del saber y el coraje se hace necesarlo abordar la ilas de la refundacién y atravesar nuevamente el mar, entregando al c3- ppricho de mareas y marinos los planos dela refundada ciudad de pastores. ‘Tal podria serel primer objetivo deeste nuncio no compro- smetedor, de este antncio sin promesa: indicar algunos lugares y caminos de reflexin en torno a esta figura de los bordes que noha cesado de acomparar al pensamiento deo politico, como tambitn sobre esa vieja y siempre actual posicin de la ilosofia “al borde de lo paltico- vinculada a la idea de un alejamiento {del borde fata, de un cambio de rumbo; conversién que no ha ‘esado de acompatiar, de manera parlanchina osilenciosa ~di- {gamossilenciosamente parlanchina-lareflexin, la irefleién, Ola distraccin dela flosofia fente a lo politicn desde la meta: rnoia griega hasta la Kehr alemana, ‘Pero parece a la vez que Ia aetalidad puede proporcionar a esa interrogante una nueva signficacén. Mil discursos, sabios ‘9 profancs, anuncian hay el fin de Ia edad en que la politica tertaba de costa a costa, Y se dice terminado, asimismo, el iem= po en que los filésofoslegisladores pretendian reinstalarla en fu terreno, arriesgando conducinla a nuevos precpicio: Ia politica abandonaria hoy, finalmente, el teritorio de los bordes los bordes del origen o del precipicio~ en que la enclaustraba Ja tutela filoséfica. Libre, de ahora en adelante ésta se desple- {gaa en el espacio sin olla de su propia supresion, El fin de Is politica sometida seria también el fin de Ia politica misma, Vivimos, sein se dice, el fn de las divisiones politica, de los desgarramientos sociales y de los proyectos utbpicos. Hemos tentrado en Ia época del esfuerzo productivo comin y de la Libre eireulacin, del consenso nacional y la competencia inter nacional. En lugar deislasutbpicas y-millenarismos, la tardia sabiduria de muestro tiempo propone paraisos terrestres més accesible, plazos mas préximos: el Centro o Europa, 1993 0 el ‘ako 2000. Sin embargo, y considerindola mas detenidamente, esta temitica ofrece algunas sorpresas. Asi, el notable norteameri- ‘eano que anunciara con tanto ruido que en nuestra época se Entor bondes dele politico sia el fin de Ia historia nos advierte, con més modestia, que ‘se fines el mismo que proclamaba Hegel en 1807, a riesgo de ‘dejarnos en la indecisién: ese intervalo paricularmente denso, Tos dos sighos que demorara Ia historia en consumnar su muerte, ‘bedecerin, acaso, a la siempre lenta eliminacién de las super- vivencias obien al error funesto del exégeta Marx, quero viers| cena promesa hegeliana el anuncio del fin de la historia, sino el fin de su prehistoria? Podriamos limitaros simplemente a sonreir ante la prisa ‘can que lo gestionarios politicos anticipan el momento en que, scabada la politica, podrén finalmente trabsjar en calma los ssuntos politicos. Empero, quizd sea més interesante examinar ‘nas de cerca la duplicidad de esta realizacién/supresion de lo politico -quees, al mismo tiempo, una supresién/realizaciin de [a filosofia: puede que valga la pena interrogarse respectoaesta nueva conjaneidn la vieja pretension de la filosofia de alejar la politica de sus bordes funestos y In nueva certidumbre en la ‘onsumacién de Ia politica o el fn de la historia. pAcaso no es justamente en ese momento -en el momento en que se piensa Tiberada del peso de las utopias filoséficas- que la politica pasa ‘ ocupar la funcién que le asgnara el proyecto filoséfico, la de fcabar con los desbrcenes de la politica? Los textos que sigue intentan extrae algunos elementos de anslisis de ese nudo singular. A través de les anilisis satisfechos ‘nostilgicos de nuestro tiempo sobre el trmino de las desven- turas igualitarias y comunitaras, el triunfo de la democracia liberal, ein de las ideologias el fin de la politica o de lahisto- Fin, hemos intentado discernir algunas paradojas que pueden ‘conducimos a reexaminar no solamente la intervencién politica {ela filosota, sino tambien el estatuto de esa extra actividad llamada politica. Debemos prevenir al lector sobre ol earseter ‘coyuntural de estos andlisisy el contexto en que se insertan, en particular los dos primeros textos, fruto de una discusién con 2 Introducca filbsofes y amigos latinoamericanos confrontados a las espe- ranzas y diffcultades del retorno a la democracia. En Santiago hemos intentado reflexionar en torno a una reinterpretacion de experiencia democratica mis all de los estereotipos, teria y politicamente desastrosos, de democracia “real” y democra- {i “formal”. En un encuentra franco-brasileno, la reflexion se detiene, porelcontrario, en algunas de las ambigiedades e in [pases octidentales de Ia democracia en la hora supuestamente friunfal de superacion de la hucha de clases. Una huelgs de estudiantes en Fars y Ia ultima eleccin presidencial francesa han proporcionacdo eventualmente su materia inmediata a esta reflexién. Sin privarme de precsar una formulacién ambigua, 0 de desarrollar un andlisissugestivo, he querido mantener en es tos textos su carécter de confrontacin inmediata entre certos problemas de interpretacién de Ia herencia floséfica clasica y Algunos problemas sscitados por Is soictaciones y sorpresas de nuestro presente [Ein dea politica 0 a utopia realista, 1 EL fin de a promess El fin de la politica, cayo rumor eoere hoy por doquier, «= escrito frecuentemente como el fin de certo tiempo, de un tiempo mareaco en si mismo por cierto uso del tiempo, el uso de la promesa. En el mundo gubemamental francés, se puede sim bolizar perfectamente ese fin con el paso del primer al segundo septenaclo socialist. En 1981, el candidato socialist a a presi- lencia habia hecho ciento diez promeses. No cen, ciento diez El ‘excedente es la esencla de la promesa. En 1988 fue relecto, sin ‘que nadie le preguntara cudntas de éstas habia cumplido, Por el contrario, la opinién ilustrada le alabaré por lo siguiente: aparte tuna excepeién, que menconaremos enseguida, el presidente ya ‘no hacta ninguna promesa. Es que en es sete afos, decian los ‘bios, tanto él como nosotros hemos cambiado de siglo. Hemos abandonado el “polvoriento corpus filoséfico y cultural” del Siglo pasado, el decinueve, el siglo del pueblo soRado, dela pro- mesa comunitariay de la islas de utopia; el siglo dela politica del futuro que abriera el abismo en que nuestro siglo peligraba sucumbir. La nueva actitud de nuesteo presidente-candidato sera la que corresponde al que finalments ha comprendide la leccién, asumiendo et giro del siglo. Pues el principio del mal residia precisamente en la promesa, en ese gesto que proyecta hacia delante un tls dela comunidad euyos fragmentos se pre ipitan como pisdras mortiferes. A través de este presidente sin promesa, la politica deriunciaba finalmente su largo compromiso ros bonds de optic con lasideas de lo futuro y de loalende al legarasu frien tanto viaje clandestino hacia islas de utopia se identificaria desde aho- rm, con el arte de conduclr el navio, de esquivar las olas; com el ‘movimiento natural y pacifico del crecimiento, de esa prolucion {que reconclia la physisgriega con el arte ctidiano de propulsar [paso a paso las cosas delante suyo ~produccicn que et siglo eno _quecido confundiera con el geto homicida de la promes. ‘Ciera idea del fin dela politica se enuncia ask: secularizar 1a politica tal como se han secularizado todas las otras actvida- des que conciemen a la produccion y ala reproduccién de los Jndividuos y de los geapos; abandonar las ilsiones vinc al poder, ala representacin voluntarista del arte politico en ‘cuanto programa de liberacién y promesa de felicidad; aban- fdonar tods identificacin de Ia potestas politica com el imperium {de una idea, de cualquier tlos de grapo; aercarla ala potencia (que acompafa las actividades secularizadas del trabajo, el ine tercambio y el goce; concebir un ejercicio politico en sincronia «con los ritmos del mundo, con el crecimiento de las cosas, con Ta cirulacién de las energias, la informacion y los deseos: un sercicio politico voleado por entero en el presente, en el que futuro no seria més que expansin del presente. Al costo, tevidentemente, de la necesaria disciplina y reduecién de gra sa, Tales la temporalidad nueva a la que accederiamos ahora. Finalmente, con algunos decenios de atraso, se nos dice, hemos entrado en el sigho XX, CGiertamente esto denota un atraso, Denota antes que nada, ‘una extrafia configuraciin de los tempos modernos. Al pare- ‘et, nuestro sigh ha consagrado lo esencial de su tiempo a ser tan sélo el futuro Ia pesadilla~ del que le precede reatrapindo- se justo a tiempo al identiticarse al siglo por venir Ese desfase de dos siglos corresponderia al tiempo invertido en acabar la revolucidn, esto es, al tempo invertido en acabar tanto la Aestruceién de la igura real dela politica como la figura revo- 1 depts atop risa Iucionaria de esta destruccién para entra al fin en un tiempo |homoygéneo, en una temporada aligerada dela doble realeza del pasado y del futuro. ‘Acee tiempo que ya no se encuentra dividide por la pro- mesa debe corresponder un espacio liberado de divisién. El idioma gubernamental lo llama naturalmente conto; ste no {designa un partido entre otros, sino que es el nombre genético fe tna nueva configuracion del espacio politico, libre desplie~ igue de una fuerza consensual adecuada al Iibre despliegue politico de la prodsccién y Ia circulacin. Pero si bien es facil, decretar el comienzo y el fin de los tiempos, la identificacion ‘empirica de esa configuracién plantea otros problemas. El cen- {woo deja de excapsreenos. Elfin dela politica parece mas bien dlividirse en dos fines que no coinciden -el fin ela promesa y tl fin de la divisién~y que producen vietalmente dos partidos ‘del "fin de la politica‘ el partido del tempo nuevo y el partido ‘del nuevo consenso. La cleccién presidencial francesa de 1988 podria proporcio- ‘narnos el ejemplo. El candidato derrotado, el primer ministro CChitac se identiticaba, en efecto, justamente com la idea de los nuevos tempos. Frente aun candidato al quecalifcaba como el viejo hombre de la promesay del siglo diecinueve reivindieabs’ la javentual del siglo por venir el dinamismo de la empresa que ‘mpulsa hacia delante nuevas cosas. Nos invitaba asl, simple- mente, a preferrlajaventud ala vejez, a reconocer la evidencia {que asia hoy el jercicto del poder al libre despliegue de Ia pPotencia, Intentaba atrapar una vez mis al arrepentido en el ‘culo de a promesa; hacerle confesar lo que precisamente éste [pretendiera disimular al no prometer nada —que era inelucta blemente el hombre de 1a promesa, un hombre que anuncia ‘pero que es incapaz de realizar lo que nunca, un hombre que proyecta lejos adelante vijos asuntos en lugar de dar impulso, [paso a paso, las cosas nuevas. Al hombre dela vieja promesa nla brde de ptt al vijo hombre de la promesa, que ya no puede, 0 ya no osa confesarlo-se oponia en ese entonces, en la persona del primer ‘ministro candidato, el hombre del dinansstno que conduc las cosas nuevas, el ganador capaz de conducimos coma vencedo- resal tercer milenio. Discurso de la potencla que debe traduciese naturalmente en poder, ya que la promesa vuelve impotente o demencial al poder. Aparentemente, este era el tinica discurso consecuente «on ese pensamiento del fin de la promesa, con la politica no- Ideoldgica que reina sin contrapeso sobre los Srganos, sabios © populares, dela opinién publica. Es un discurso que cicula a diario en la via publica. Ahora bien, a pesar de e80 -0 3 cat sa de es0~ ese discurso no marcha en el dia propicio. Hubo por lo menos una ocasién en la que ese discutsa sociolégico ‘mperante, aparentemente hecho para dominar todos los dias, no funcioné: el dia del cara a cara televisivo. Ese dia, nuestro joven y dinémico primer ministra hizo la experiencia: impo- sible obligar a prometer, a traicionar st promesa, a quien 0 {quiere hacerlo. Imposible obligarle a exhibie frente a si sus cartas funestas. Se trataba de hacerle confesar la dualidad, el dos dea promesa yla potencia, dela palabra y la realidad, de Jos hombres de la promesa jams cumplida y de los hombres

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