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Este 19 de Julio de 2009, se cumplieron 30 años, que los nicaragüenses

protagonizaron uno de los momentos más importantes de la historia política y


social de América Latina.

Una impetuosa rebelión popular acabó con cincuenta años de la cruel dictadura
presidida por Anastasio Somoza. Los hijos de Sandino se alzaron en armas, con la
bandera rojinegra del FSLN a la vanguardia y la bandera de su patria azul y blanco
envolviéndoles el corazón.

Por aquellos días de julio de 1979 quienes conformábamos el comité Falconiano


de solidaridad con Nicaragua emprendíamos diariamente las acciones de
información en la calle con los medios a nuestro alcance, como los infaltables
multígrafos o las bateas, los grafitis, las telas y los megáfonos, porque hace 30
años al igual que hoy había una gran campaña de desinformación por parte de “la
gran Prensa” con respecto al avance de la organización popular y sus luchas, no
fue sino hasta que ocurrió el triste episodio cuando unos militares asesinaron a un
periodista norteamericano de un tiro en la cabeza el cual fue grabado y luego
lanzado por satélite al mundo, solo de ese modo se sensibilizo al publico a nivel
internacional en la forma cruel como había actuado Somoza durante tanto tiempo.

Esta revolución surgió como consecuencia que el pueblo nicaragüense, estaba


hastiado de que a diario se violentaran sus más elementales derechos, se levantó
contra la opresión y supo vencerla.

El éxito alcanzado por las fuerzas sandinistas no representó solamente el


derrocamiento del tirano. Fue mucho más que eso. Implicó, sobre todo, la caída
del modelo capitalista neoliberal que había sembrado dolor, terror, crímenes, e
injusticias a lo largo de cinco décadas de opresión en ese país centro americano.
Y es que desde Venezuela la veíamos como la utopía posible, pues nosotros
también vivimos similar represión con la fachada de la Democracia Representativa
en los gobiernos puntofijistas.

Aquel gobierno dictatorial, apoyado política, militar y financieramente por los


Estados Unidos, así como por una oligarquía local que se enriquecía a la sombra
del tirano, no pudo soportar el embate de un pueblo que tomó conciencia, optó por
organizarse y luchó por sus derechos e intereses hasta resultar victorioso, fue la
primera experiencia en la que los grupos de cristianos de base con sacerdotes
comprometidos en primera línea lucharon como guerrilleros, campesinos, pueblos
originarios y todo el tejido social se puso de acuerdo para impulsar un movimiento
por la libertad la unión y amor a la patria.
Era una pelea dura y desigual, en la cual el pueblo se enfrento con todo éxito a un
ejército armado y entrenado por el imperialismo, venciéndolo.

Luego vinieron los 16 años de gobiernos neoliberales que despojaron a Nicaragua


de sus principales conquistas. El Pueblo nicaragüense resistió la embestida
neoliberal, y en el 2006 el FSLN y sus organizaciones retornaron al poder, ya no
por las armas, sino con los votos del pueblo de Nicaragua. Las amenazas
imperialistas están aun presentes, en la vecina Honduras acaban de dar su
zarpazo y siguen la campaña contra Venezuela, Bolivia y Ecuador.

Pero la vida de Nicaragua en los últimos dos años permite confirmar que sí: la
Revolución continúa. Hoy que el pueblo ha vuelto a ser dueño de su historia y con
el FSLN a la vanguardia, llenos de optimismo, entusiasmo y se ve la esperanza.
La revolución Nicaragüense junto con la revolución cubana, la revolución
bolivariana y todos los movimientos progresistas de nuestra América nos sigue
indicado que es posible trazarse un camino diferente con una experiencia propia, a
30 años de la gesta heroica Viva el FSLN, Viva La Revolución Sandinista.

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