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No s a cmo estamos.
En esta casa no hay calendarios, y en mi memoria los das
estn hechos una maraa.
Me acuerdo de esos calendarios grandes, unos primores,
ilustrados con imgenes de los santos que colgbamos al
lado del tocador.
Me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, pero mi hija
sigue barriendo sin tocarme. Los nios corren a mi alrededor, de un lado
al otro, sin tropezar conmigo.
Un viernes se alborotaron los nios y me vinieron a decir que al da siguiente nos iramos
todos de da de campo. Me puse muy contenta Haca tantos aos que no sala, y menos al
campo! Entonces el sbado fui la primera en levantarme. Quise arreglar mis cosas as que
me tom mi tiempo para no retrasarlos.
Al rato entraban y salan de la casa corriendo y echaban bolsas y juguetes al coche. Yo ya
estaba lista y, muy alegre, me par en el zagun a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto
desapareci envuelto en el bullicio, comprend que yo no estaba invitada, tal vez porque no
caba en el coche o por que mis pasos tan lentos impediran que todos los dems corretearan
a gusto por el bosque.
Sent clarito cmo mi corazn se encogi. La barbilla me temblaba como cuando uno ya no
aguanta las ganas de llorar.
Ya no me les acerqu ms, no fuera ser que les pasara algo malo a causa de mis
imprudencias. Tengo tanto miedo de contrariarlos!
Ojal que el da de maana, cuando ellos lleguen a viejos... Sigan teniendo esa unin entre
ellos para que no sientan el fro ni los desaires.
- Que tengan la suficiente inteligencia para aceptar que sus vidas ya no cuentan, como me lo
piden.
- Y Dios quiera que no se conviertan en "viejos sentimentales que todava quieren llamar la
atencin".
- Y Que sus hijos no los hagan sentir como bultos para que el da de maana no tengan que
morirse estando muertos desde antes... como yo.