ERNESTO RENAN
| lectura tiene mas encanto; porque, a la incomparable belle-
| za del fondo comin, aiiade una parte de artificio y de ela-
boracidn que aumenta singularmente el efecto del retrato,
\ sin perjudicar gravemente la. veracidad,
i En suma, puede oh que Ia redaccién sing
atravesado tres etapas: Estado original de los doc
ie de Mateo, Asxdts * farcosy,—Primitivas
redacciones que ya no existe Estado de simple mez:
‘la, en el que los documentos o1 les se encuentran amal-
gamados sin ningin esfuerzo de composicién, que se
manifieste ninguna, nal_por parte de los autores
(Evangelios actuales de Mateo y de” Marcos).(3,3 Estado de
comibinacton, de retaécién intencionada y"premeditada, don-
‘de se-advierte el esfuerzo llevado a cabo para conciliar las
diferentes versiones (Evangelio de Lucas, Evangelios de Mar-
n, de Tatiano, etc.). El Evangelio de Juan, segiin hemos
aparte.
Se observar4 que no hago uso alguno de los Evangelios
apécrifos. Estas composiciones no deben, de ningtin modo,
ser consideradas bajo
frecuentemente tienen por base a los canéni
no aiiaden nunca nada que tenga valor. Por el contrario.
me he preocupado mucho de recoger los fragmentos, con:
servados por los Padres de la Iglesi
gue existieron en otro tiempo paralelamente a los canéi
y que ahora se han perdido, como el Evangelio segiin los
Hebreos, el Evangelio segiin los Egipcios, los Evangelios de-
nominados de Justino, de Marcidn, de Tatiano (130). Son i
portantes, sobre todo, los dos pri porque estaban re-
dactados en arameo, como las Loy
este apést
decir, de
que conservaron el uso del si Jeo, y que en algunos as-
pectos parecen haber seguido la linea ‘de Jestis. Pero es pre-
iso confesar que, en el estado a que hemos Ilegado, tales
Evangelios son inferiores, para la autoridad cri la re
daccién del Evangelio de Mateo que poseemos,
‘Creo que ahora se comprenderé la clase de
No son ni biogri
leyendas a Ta Mantra de
“Los compararé de
Ms, Studer sur fea Evangiley
apveryjes, Panis,
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dicho, forma Gna composicién de otro orden y totalmente *
E JESUS
al gobierno de Ro!
nes de mayor impor’
més valor que
otro tanto de
de poner de relieve la exc
su enseflanza, los evang
tal hacia
se estaba muy lejos de conceder tal
tores. Ellos no se veian mis que como
‘no se ocupaban mas que de una sola cosa: no on
de cuanto sabfan (131).
Ciertamente, una parte de ideas preconcebidas debié mez-
clarse a tales recuerdos. Varios relatos, sobre todo de L
estén inventados para resaltar mds vivamente ci
de Jesis. Por si misma, esta fi
teraciones cada dia. Jestis seria un’ fenémer
ia si con el papel que represents no
figurado muy pronto. La leyenda de Alejandro salié a la luz
inde sus compaiteros de armas se hu-
; la de San Francisco de As’s
. De igual modo se operd un
morfosis en los
muerte de Jesits,
absolutos,
de toda leyenda ideal. La muerte perfecciona al hombre més
perfecto; borra sus defei amado. Por
otra parte, al mismo
tro, se le queria dar a
6s
Pee ere eee eae eae at ala CCC