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Traduccién de EDUARDO TERREN TRAS LAS HUELLAS DEL MATERIALISMO HISTORICO por PERRY ANDERSON > siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. siglo xxi editores argentina, s.a. Primera edicién on espaol, 1985 arta eicidn en espaol, 2004 © siglo efitores, 2. dec, cen cocdicign con {© siglo do expat editor, sa, isbn 968-23-1463-1 primera econ en ings, 1983 (Call and verso editions, londres tial original: nthe tracks of asorical materi derechos reservados conforne la ley impreso y hecho en méxic'printed and made in mexico INDICE Prélogo 1. Prediccién y realizacion 2. Estructura y sujeto 3. Naturaleza e historia Epilogo Indice de nombres 66 105 134 1, PREDICCION ¥ REALIZACION El término que nos retine aqui hoy, «teoria critica», contiene sus propias y peculiares, aunque productivas, ambigedades. En primer lugar, teoria gde qué? Los uusos oscilan entre dos polos principales: el de la litera- tura, el mas familiar, tal y como nos recuerda el nom- bre y la coleccién alos que hacemos honor; y el de la sociedad, en una tradicién menos difundida pero mas polémica y penetrante. En esta segunda version, las dos palabras que constituyen la expresion se escriben frecuentemente con maytiscula para destacar la dife- rencia respecto a la primera. El otro componente del, término plantea problemas parecidos. ¢Qué tipo de critica se esté teotizando? zCon queé base y sobre qué principios? Aqui esta en juego una amplia gama de posturas, como pone de manifiesto esta coleccién con Ja amplitud de sus miras. En la prictica, y lo podran atestiguar los lectores de la Historia de la critica de Wellek *, la gran variedad de posiciones existentes, dentro de la critica literaria siempre ha tendido, a pesar de las naturales fricciones entre ellas, a relacio- nar lo literario con lo social. La necesaria conexién entre uno y otro aspecto ha sido confirmada a menudo incluso por quienes han repudiado de una forma mas tenérgica la nocién misma de «teoria». La critica de la literatura, declaré Leavis, es después de todo la «cri- |tica de la'vidas. Este movimiento involuntario de lo |literario a lo social, tanto si es establecido como si es simplemente sugerido, no ha revertido en un movie nto de lo social a lo literario, Las razones no son \dificiles de encontrar. La critica literaria, tanto «prac- + Laistoria deta eritia modems (1750-1930), Madrid, 3 vol, Gre- os, 1969-72 IN. del TI. Prediecién y realizacin 5 ticas como «tedricas, es varacteristicamente eso ‘mismo, una critica: su irreprimible impulso evaluador tiende espontineamente a transgredir las fronteras del texto hacia la vida exterior que se le asocia. Paraddj camente, la teoria social carece en si misma de una carga discriminatoria comparable. La teoria de la ac- cién que dominé la sociologia norteamericana como corriente principal durante tanto tiempo es un caso {que tenemos bien a mano. Mientras que la mayoria de |as teorias de la literatura proponen directa 0 indirec- tamentealgiin discurso sobre la sociedad, las teorias de la sociedad que contienen aunque sea de forma tangen- cial un discurso sobre la literatura son relativamente escasas. Es dificil imaginar una poética parsoniana, | pero es bastante facil apreciar en el New Criticism una sociologia 0 una historia efectivas. La teorfa critica de la que voy a hablar constituye a este respecto una excepcién. El marxismo, por su- puesto, entra absoluta y preeminentemente en la cate- goria de esos sistemas de pensamiento interesados en la naturaleza y direccién de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, a diferencia de sus rivalesen este campo, ha desarrollado también a lo largo de este siglo un amplio discurso sobre la literatura. Existen varias ra- zones para ello, pero una, sin duda, reside en la intran- | sigencia misma de lacritica realizada por los fundado- res del materialismo hist6rico al orden capitalista en ‘que vivian. El marxismo, con una perspectiva radical e invariablemente critica desde el principio, fue llevado répidamente por su propio impulso, como si dijéra-) mos, al terreno dela critica literaria. La corresponden-| cia entre Marx y Lasalle muestra lo natural de este ‘movimiento en sus inicios. Lo cual no quiere decir que tanto entonces como posteriormente hubicra una con- cordancia facil entre los discursos social y literario dentro del marxismo. Al contrario, el historial de sus relaciones ha sido complejo, tenso y desigual, escin- dido por multiples interrupciones, desplazamientos y puntos muertos. Sino se ha producido una ruptura 6 Perry Anderson total mas o menos desde los dias de Mehring se debe, sin duda, al hecho de que, mas alla de su punto critico inicial comin, ha habido siempre una linea histérica fundamental en el horizonte de cada una de ellas. Noes casual. pues, que la locucién eteoria critica» tenga dos |connotaciones dominantes* por un lado, un cuerpo g | neralizado de teorias sobre la literatura y, por otro, un | determinado corpus de teorias sobre la sociedad quese | remontaa Marx. Este tiltimo es el que suele escribirse ‘con mayuiscula; el cambio a caja alta fue propiciado esencialmente por la Escuela de Franctort en la década de 1930. Horkheimer, que codified este sentido en 1937, intent6 recuperar con él la agudeza filoséfica del materialismo de Marx, excesivamente debilitada, al entender de su generacién, por la herencia de la 1 Internacional. Politicamente, declaré Horkheimer, la stinica actividad del tedrico critico consiste en eapre- surar un desarrollo que conduzca a una sociedad sin injusticias . Intelectualmente, sin embargo, pretende —en palabras de Adorno—selevaren éla autoconcien- cia te6rica aquello que le separa tanto de explicaciones diletantes del universo como de la ‘teoria tradicional’ de la ciencia» +, El principal atague de la Escuela de Franefort en sus intervenciones a lo largo del tiempo apunta en esta direceién: una larga y apasionada elu- | cidacion critica del legado y las eontradieciones de la filesotia clisica y de sus sucesores contemporaneos, elucidacién que, con el paso de los aos, se fue diri. ‘iendo cada vez mas a los campos de la literatura y el " Max Horkheimer, «Traditonelle und kritische Theorie, Zais ohn frSovialforschug, vol. 2, 1937, p. 274 [Teoria tradicional y leori erties» en Teoria cies, Buenos Aires, Amorrorts Editores, 1974. 252), Horkheimer sigue diciendo que eso toric deberia ha arse en contradicion con las opiniones imperantesentrelosexplota- dos, yaquesin a posiilidad deeseconfictono habria ncesidad de teoria que aguéllos requiere, dado que se podria dsponerinmediae tamente de ell. "Theodor Adorno, Negarive dialectics, Londres, 1973, p.197 Wie lecica negative, Madrid, Tara, 1975, 9.198). Prodiccién y realizacién 7 arieen la obra de Adorno o Marcuse, quienes acabaron|| ws carrera en el terreno de la estética, Con todo, es|| obviamente insuliciente detinir al marxismo como una ia critica simplemente en funcién de la meta de luna sociedad sin clases, o de los procedimientos de una lilosofia conscientemente materialista, No es ésa la | vordadera razén por la que el término cs apropiado | para el marxismo. [La caracteristico del tipo de critica que en principio | representa el materialismo historico es que incluye de lorma indivisible e incansable la autocritica. Es decir, cl marxismo es una teoria de la historia que pretende colrecer a la vez una historia de la teoria, En sus estatu- los se inseribié desde el principio un marxismo del | marxismo: Marx y Engels ya detinicron las condicio- hes de sus propios descubrimientos intelectuales como ia aparicién de determinadas contradicciones de clase de la sociedad capitalista misma, y sus objetivos poli- Licos no simplemente como un «estado ideal de cosas», sino como algo originado por el «movimiento real de las cosas. Esta concepcion no tenia nada de compla- cencia definitiva, comosien lo sucesivo la verdad tuera ‘ ser garantizada por el tiempo, el ser por el devenir, como si su doctrina fuera a permanecer inmune al terror por la mera inmersién en el cambio. «Las revolu- | ‘iones proletarias», escribié Marx, «se critican cons- tantemente a si mismas, se interrumpen continua- mente ensu propia marcha, vuelven sobre lo que pare- || ccia terminado para comenzarlo de nuevo desde el prin- cipio, se burlan concienzuda y cruelmente de las inde~ cisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que s6lo derriban a suadver- sario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vaelva a levantarse mas gigantesco frente a ellos» ’. | > Karl Mars, +The Bighteenth Brumaire of Louis Bonaparts. en Mary-Engels Seietod Work, Mose 1951, . 228 [E118 de Sma de LISS Bonaparte, Barcelona, Aetel, 1971 p18, 8 Perry Anderson Dos generaciones después, fue Karl Korsch quien por primera vez desde los turbulentos dias de 1848 aplico esta autocritica revolucionaria al desarrollo del mar xismo, distinguiendo, segin sus propias palabras, «tres grandes periodos en el desarrollo de la teoria del marxismoa partir de su nacimiento, por las que nece- sariamente tenia que pasar en virtud de su relacién con el desarrollo social practico de esa épocas *. Estas pa- labras fueron escritas en 1923. Sin ser enteramente consciente de ello, su autor estaba inauugurando con cllas un cuarto periodo en la historia de la teoria mar- xista, periodo cuya forma final iba a estar alejada de las expectativas ilusiones del momento. Yo mismo he intentado investigar algo sobre el desarrollo de esta forma en un ensayo sobre la evolucién y el modelo del marxismo occidental desde las secuelas de la primera ‘guerra mundial hastacl final del largoboom que siguié ala segunda, esto es, el medio siglo comprendido entre 1918y 1968 ?, Esta investigacion, escritaa mediados de los afios setenta, incluia un diagnéstico y algunas pre- dicciones.Trazaba un balance provisional de un argo eriodo que parecia haber terminadoen un callejénsin salida, y sugeria otras direcciones en las que la teoria marxista podria o deberia moverse dentro de un nuevo ‘marco, Objeto fundamental de estas conferencias sera ‘comprobar la exactitud del analisis y de las anticipa- cones de dicho texto a la luz de los subsiguientes des- arrollos. Sin embargo, antes de abordar esta tarea, es necesa- rio hacer una observacion preliminar. He dicho que el marxismo se distingue de todas las otras variantes de la teoria critica por su capacidad —o al menos por su ambicién— de construir una teoria auiocritica capaz de explicar su propia génesis y metamoriosis. Esta «Karl Korsch, Masism ana philosophy, Londres, 1970p. St {Mor ism yfilosfta, Mésco, Era, 1971, p37) S Considerations on Wistert Mars, Londtes, 1970 Considenaci- nessobre el marsismo occidental, Madrid, Siglo XX1, 197]. Prediccién y realizacién ppeculiaridad precisa todavia de algunas explicaciones ‘nas. No esperamos de la fisica o de la biologia que nos: proporcionen los conceptos necesarios para considerar) Suraparicién como ciencias. Paraesto necesitamos otra| terminologia anclada en un contexto convencional- ‘mente definido.comoun contexto de edescubrimiento> | y no de «ustificacién». Pero, ciertamente, los princi-| pios de inteligibitidad de la historia de estas ciencias, hoon absolutamente externos aellas. Al contrario, lo paradéjico es que una vez constituidas alcanzan nor- tnalmente un grado relativamente alto de evolucio inmanente, que es regulada por los respectivos pro- blemas planteados en cada una de ellas y por sus suce- sivas resoluciones. Lo que Georges Canguilhem, histo- riador de las ciencias de la vida claramente volcado en clestudio de las dimensiones sociales y «normativas» {que las alectan, no duda en llamar su comin «acti dad axiolégica: la bisqueda de la verdads ® actua de modo creciente aunque no absoluto como regulador interno, aislandolas de un orden puramente externo de determinaciones de la historia cultural o politica. Po- dria decirse que aunque los origenes de las ciencias naturales escapan enteramente a su propio campo teo- rico, cuanto més se desarrollen menos necesidad ten- dran de cualquier otro campo te6rico para explicar su desarrollo, La «busqueda de la verdad» institucionali- zada y la estructura de los problemas impuestos por el paradigma dominante son suficientes en buena me- ida para dar cuenta de su crecimiento. En este sen- tido, Canguilhem, al igual que Lakatos en la filosofia de la ciencia anglosajona, afirma la prioridad de la historia interna de los conceptos de las ciencias natu- rales en sus sucesivas derivaciones, rupturas y trans- formaciones. Para Canguilhem, su historia externa, siempre presente, es causalmente crucial sélo en los ‘momentos en que el progreso enormal» vacila. * Georges Canguithem,Enudes dhistire de phlosope des scien aris, 1970, p19 10 Perry Anderson For contra, disciplinas descrtas trdicionalmente como humanidades, como los estudios literarios, a fas han reivindicado un progreso tacional acumula- tivo de este tipo. Estin sujetas a las mismas determi- naciones externas en sus origenes, pero nunca las elu- den después, En otras palabras, no poseen una estabi- lidad axiologica derivada de la autonomia de lo vert dico, ni una movilidad autorreflexiva capaz de expli- car sus modelos variables de investigacién en funcién de sus propios conceptos. Una disciplina que si preten- did hacer esto iltimo de un modo explicito fue, por ‘supuesto, la sociologia del conocimiento desarrollada por Schelery Mannheim. Pero este esfuerzo fue dema- siado lejos y terminé en un relativismo que negaba realmente cualquier validez cognitiva a las ideologias utopias que analizaba, minando, asi, sus propias pre- tensiones. «El todode un conceptode ideologia global e indiferenciado», seal Adorno, «acaba en la nada» puesto que una vez que deja de diferenciarse de toda conciencia verdadera, cesa de estar capacitado para criticar una falsa. Adorno insistio acertadamente en. que la linea divisoria que separa una sociologia del conocimiento de este tipo del materialismohistéricoes la «idea de una verdad objetiva». Mafiana veremos la sorprendente importancia de este lugar comin, apa- Fentemente inocuo. Baste sefialar por el momento que | 10s protocolos para una retlexién marxista sobre el ‘marxismo deben ser, por tanto, dobles. Por un lado, la suerte del materialismo histérico en un periodo dado debe situarse ante todo en el complejo entramado de las luchas de clases nacionales e internacionales que lo caracterizan, cuyo desarrollo sera captado por sus propios instrumentos de pensamiento. La teoria mar- xista, empefiada en comprender el mundo, ha aspi rado siempre a una unidad asintotica con la practica popular tratando de transtormarla. De esta forma, la > Negative dialectics, p. 198 Ip. 1981 Prediccién y realicacién u Lrayectoria de la teoria siempre haestado determinada, primordialmente por el destino de dicha practica. ual, jutier exposicién del marxismo de la altima década| sera, pues, en primera instancia, una historia politica de su desarrollo externo, Parodiando la consigna de la escuela histérica alemana de Ranke, podria hablarse de un constante Primat der Aussenpolitik en cualquier Consideracion seria del desarrollo del materialismo histérico en cuanto teoria, que seria todo lo contrario cl orden de prioridades de la teoria de la literatura de Wellek y Warren, en la que los enloques «intrinsecos» prevalecen sobre los sextrinsecoss. Pero al mismo tiempo, precisamente por toda esa distancia que se- para.a Marx de Mannheim (0 de sus sucesores contem- poraneos), dicha consideracién debe atrontar también fos obstaculosintertos, las aporias y los bloqueos de la (oria en su intento de aproximacion a una verdad ineral de la época. Una historia puramente reductiva ‘del marxismo, que lo forjaraen el yunque de la politica mundial, contradice la naturaleza de su objeto. Habia socialistas antes de Marx: la tremenda innovacion que Este introdujo, y que todavia hoy olende a muchos Socialistas —por no hablar de los capitalistas— fue la ‘spiracién a un socialismo cientifico; es decir, un so- ‘ialismo gobernado por criterios de evidencia y verdad rracionalmente controlables. Una historiainterna de las cogueras e impediments cognitivos, asi como de sus vances e intuiciones, resulta esencial para un verda- deroexamen de la fortuna del marxismo, tantoen estos Liltimos afios como en otros momentos anteriores. Sin testo no se daria el rigor de la auténtica autocritica: el recurso a un movimiento mas amplio, el de la historia. tenderia a deslizarse desde la explicacion material a la exeneién o a la exculpacion intelectuales. Pasemos ahora a los asuntos que nos interesan. La * Ren Welleky Austin Warren, hea of literature, Londees, 1963, (Teoria trav, Madrid, Gredos, 7.1979) ef pp. 7374y 139-141 In 87-899 185.681, 12 Perry Anderson \contiguracién del marxismo occidental que se man- tuvo durante tanto tiempo tras la victoria ¥el posterior aislamiento de la revolucion rusa fue fundamental mente —como intenté describir— el producto de las sucesivas derrotas del movimiento obrero en las for- tslezas del eapitalismo avanzado de la Europa conti- ental, tras la primera ruptura llevada a cabo por los bolcheviques en 1917. Estas derrotas vinieron en tres oleadas: en primer lugar, el levantamiento proletatio de la Europa central (Alemania, Austria, Hungtia, lta, Mia) inmediatamente después de la primera. guerra mundial, fue aplastado entre 1918 y 1922 de forma tal ue el lascismo emergi6 triunfanteen todos esos paises en menos de una década. En segundo lugar, los frentes Poputares de finales de la década de 1930 en Espana y Francia se deshicieron con la caida de la republica espatiola y el derrumbamiento de la izquierda rane esa, que Prepars el terreno para lo que dos atios mis tarde seria Vichy, Finalmente, los movimientos de re- sistencia encabezados por partidos socialistas y com nistas de masas que estallaron en toda Europa oceiden. tal en 1945-46 fueron incapaces de conseguir que +t ascendiente en la lucha armada contra el nazismo se transformara en una posterior hegemonia politica dis radera, El largo boom de la posguerra subordiné gra: dual ¢ inexorablemente el trabajo al capital en las democracias parlamentariasestablecidasy las nacien tes sociedades consumistas de la Onganizacign de Coope: racién y Desarrollo Economico, Fuc en el marco de esta serie global de coordenadas historicas donde cristaliz un nuevo tipo de teoria mar. xista, Al este, en la URSS, el estalinismo quedo conso- lidado. Al oeste, Estados Unidos y Gran Bretana, las sociedades mis grande y mas vieja del mundo respec- tivamente, no fueron turbadas por ningiin desalie re volucionario proveniente de abajo. Entre estos dow Hancos, en aquellas sociedades en las que el movie tmiento obrero cra lo suficientemente fuerte como para Plantear una auténtica amenaza revolucionaria al 6 B Prediveion y realizacion see en sade peruo etsy Alora, Ph ee ee inset aes bo ns Se ee ial padres fundadores: Lukécs, Korsch y Gramc tivo del movimiento comunista de su propio Pz | tras la primera guerra mundial, Pero como estos) Ce ee | n Tos sindicatosy fos par- \nplazaron gradualmente de Toner Vids politicos a Tos institutes de investigacion y ortamentos de unversidad,Eleambio,inaugurado Vos ncimient de a seus de Franelort a ial, ‘Ss adSada de 1920 y principe da de 1930, sino Vitale absolut en el pesado de la guerca fi Mada de 980 en que apenas habia orc | iors imertante que no fern poner un 8 lnm Ia acter. mas que de an puesto en la fucka | “Jat eambio de terreno institucional se rte eal uns modiacion del enfeque nila. at como seh srasadads encanta ve politien,y de aqua Ta economia, el marx ‘dnt esta ayestrn Losgrandes ana SSnomivos del captalismo en un mareo marxista \jrecievon en su mayor parte tas la gran depresn;| 4 Perry Anderson cel examen politico del Estado burgués decayé tras el silenciamiento de Gramsci; la discusién estratégica de las vias hacia un socialismo realizable desaparecio casi || por completo. Su lugar fue ocupado por un restableci- | miento progresivo del discurso ilosdfico propiamente dicho centrado en cuestiones de método, es decir, de | cardcter mas epistemolégico que sustantivo. A este respect la obra de Korsch de 1923, Marxisino y /ilaso- | lia, result6 protética. Sartre, Adorno, Althusser, Mar~ use, Della Volpe, Lukas, Bloch y Colletti produje- ron todos grandes sintesis, enfocadas esencialmente | hacia problemas de cognicién que, aunque reformula- dos dialécticamente, estaban escritos en un idioma de gran dificultad técnica. Para sus propésitos, cada uno. de ellos recurrio a legados filos6ficos anteriores al mismo Marx: Hegel, Spinoza, Kant, Kierkegaard, Schelling y otros. Al mismo tiempo, cada una de las escuelas del marxismo occidental se desarrollé en un, estrecho contacto, a menudo casien una simbiosis, con los sistemas intelectuales coetineos de caricter no mar- xista, tomando conceptos y temas de Weber en el caso. de Lukécs, de Croce en el caso de Gramsci, de Heideg- | ger en el caso de Sartre, de Lacan en el caso de Althus- ser, de Hielmslev en el caso de Della Volpe, etc. La cconfiguracion de esta serie de relaciones laterales con la cultura burguesa, extrafa a la tadicién del mar- xismo clisico, era en s{ misma una consecuencia de la dislocacion de las relaciones que se habian mantenido entre éste y la prictica del movimiento obrero. La ausencia de éstas tltimas propicié en la tradicion mar- | xista una inflexién hacia un pesimismo subyacente, | manifiesto en las innovaciones mismas que traio al campo tematico del materialismo historico tanto en la teoria de Sartre sobre la légica de la escasez como en la vision de la unidimensionalidad social de Marcuse, en. Ja insistencia de Althusser en la permanente ilusion ‘ideologica, en el temor de Benjamin a la confiscacién. de la historia del pasado, o incluso en el desolado estoi- cismo del propio Gramsci Vrediccién y realizacién 15 Al mismo tiempo, Centro de la nueva constriccién de’ uss parametros, la brillantez y fecundidad de esta tra- licién fueron, se mire como se mire, notables. No sélo vlcanz6 la filosofia marxista un nivel de sofisticacién ny por enc de ls niveles medics del pasado, sin | ‘que los principales exponentes del marxismo occiden- (al inctaron también normalmente estudios de Tos pprovesos aulturales en las esferas més altas de las super- structuras, como si se tratara de una brillante com- | pensacién por su descuido de las estructuras c infracs- vcturas de la politica y Ia economia. El arte y la, ‘lcologia, sobre todo, fueron el terreno privilegiado de | ran parte de esta tradicion, tratados por un pensador tras otro con una imaginacién y una precision que el materialismo histérico nunca habia desplegado con’ wterioridad en este punto. En los tiltimos dias del) marxismo occidental, en efecto, puede hablarse de una. | /\ verdadera hipertrofia de la estética, que llegé a estar || ‘en otras partes por culpa de la atrofia de la politica | alista del momento: imagenes ut6picas del futuro, ‘maximas éticas para el presente, fueron desplazadas y || Jensadas en las complejas meditaciones sobre arte on las que Lukacs, Adomo 0 Sartre concluyeron gran | parte de la obra de su vida, Con todo, cualesquiera que sean los limites externos || le la tradiciOn representada por estos tedricos, su | inismo distanciamiento de la practica politica inme- data la dejaba al abrigo de cualquier tentacion de \nansigir con el orden establecido. El marxismo ocei- slental en su conjunto rechazé6 todo pacto reformista.. Hiergia de un suelo en el que los partidos comunistas wnasas contaban con la lealtad de la vanguardia dela ‘lose obrera en los principales paises de la Europa ntal, partidos quea finales de la década de 1920 Vn al mismo tiempo enemigos intransigentes del ca- pilal y estructuras estalinizadas que no permitian dis- ‘union o disensiones serias sobre cuestiones politicas, ‘inportantes,exeluyendo de antemano una conexién de fontin ccargada de todos los valores reprimidos o nega 16 Perry Anderson [corte revolucionario entre teoria y prictica, En estas condiciones, algunas de las principales mentes del mar- xismo occidental —Lukics, Althusser, Della. Volpe— optaron por continuar como miembros oficiales de sus ) respectivos partidos mientras desarrollaban, en la me- | dida que les era posible, un discurso distante de los ‘dogmas oficiales, en oposicin cifrada a ellos. Otros, ‘como Sartre, intentaron teorizar la practica de estos | partidos desde fuera, Otros, como Adorno en la Alema- ia de Ia posguerra, se abstuvieron de una relacion directa con cualquier tipo de politica. Pero ninguno de | ellos capitulé nunca ante el status quo ni lo realz6 | durante los peores aiios de la guerra fria, Esta larga y atormentada tradicién — como ya he lexplicado— se fue agotando a finales de la década de |1970. Habia dos razones para cllo! La primera fue el nuevo despertar de las revueltas de masas en Europa loccidental, y de hecho en todo el mundo capitalista, | avanzado, donde la gran oleada de disturbios estudian- | tiles de 1968 anuncid la entrada de contingentes mas | vosde laclase obreraen una nueva insurgencia politica | deun tipo nunca visto desde los dias delos espartaquis- sitas ode los consejos de Turin. La explosién de mayo en Francia fue la mas espectacular de todas ellas, seguida por la ofensiva de la militancia industrial de Italia en 1969, la decisiva huelga de los mineros ingleses que derrocé al gobierno conservador en 1974 y, pocos me ses despues, el levantamiento de Portugal con su ra- pida radicalizacion hacia una situacién eevolucionaria del tipo mas elasico. En ninguno de estos casos el im- |petu de la rebelién popular provino de los partidos |establecidos de izquierda, ya fueran socialdemécratas {/o comunistas. Lo que parecié prefigurarse fuc la posi bilidad de terminar con el divorcio existente entre la teoria socialista y la practica de masas de la clase obrera, que habia durado medio siglo y dejado su marca en el marxismo occidental’ Al misma tiempo, el |\prolongado boom de la posgacrra se interrumpié brus- \\camente en 1974: por primera vez en veinticinco afios Prediccién y realizacién "7 la estabilidad socioeconémica basica del capitalise | nado era cuestionala, Las condiciones, portant, thacelamestardespejando el camino ubjetiva y obje-| (amen) para ef nacimienfo.de otr tipo de mar We conelusiones personales sobre su. probable so eeeclusiones que eran tambien recomends- vii vividas con un espiritu. de razonado opti vtiuimo-~ eran euatr. Em primer lugar, estimé que 9 reed eaperar que los decanos supersivientes de Ia truuigndel marxismo ocedental produjeran nuevas visas de importancia significativa, mientras que mu vinosssus inmediatos sepuidores mostraban signos de wee Virando hacia lo que terminaria siendo una de- ston iaion con respect a Cina como alterna (ian socedad posrevoluconaria la URSS y ejem- Vics as investigaciones socalitas de Ocedente Ii feyundo lugar, sugert que la reapertura de una vtheuon entre la teria marxista la practica de ma- seh lo pases avanzados podria recrear algunas de in. Sonietones que consttuyeron el canon clasico del viatealsm elasico en la generacion de Lenin o Ls ‘inburgo. Esta reuniicacion de teora y practck ten Ivica mi entender, dos consecuencias: desplazaria incvuablemente todo el centro de gravedad de I cul- rs esta cael con unto de problemas basics hanteados por el movimiento dela economia mundial, qi eStructura del Estado capitalista la constelacion de 1nc tases sociales el sigailicado y ta tuncion de la rns tedos les cuales habian sido sistematicamente (escuados durante muchos aos. Pareciaimponerse vin vuttaa lo conereto,unretomo ala preocupacto- Ml Mar maduroo de Lenin, Dicho cambio resuci tina necesartamente esa dimension que mas se ha (eitaa de menos en la tradicin del marsismo occ (inal desde la mocre de Grams a Saber, la discu= viinesraepica de las vi por las que un moviencat A lactonario podria traspasar las Darreras del Es (iit democratico burgues para aleanzar una verds- 18 Perry Anderson dera democracia socialista, Pronostiqué que, una vez reanudado el debate estratégico, seria probable que la gran tradicién de oposicidn al estalinismo que, aunque radicalmente marginada, habia sobrevivido sin solu- cin de continuidad con el marxismo clasico —la tra- dicién proveniente de Trotski—tendiera a adquirir vuna relevancia y una vitalidad nuevas, liberada ya del conservadurismo en el que su defensa de un pasado vencido habia tendido a congelarle frecuentemente. En tercer lugar, predije que el renacimiento de una forma mas clasica de cultura marxista tendria que implicar virtualmente la expansidn de ésta a los bas- tones angloamericanos del imperialismo que, por lo general, se habfan opuesto con éxito al materialismo historico en la época del marxismo «occidental », Des pués de todo, tue en el Reino Unido y en los Estados Unidos —respectivamente el mas viejo y el mas pode- roso de los Estados capitalistas— donde siempre se habjan planteado, para dejarlos forzasamente sin res- puesta, los problemas mas decisivos de la teoria socia- lista. Las revueltas de los campusa finales de la década de 1960, dejando aparte sus otras limitaciones, pare- cian mantener la promesa de una futura tnielligentsia socialista capaz de superar en cantidad y calidad todo lo que cualquier otra sociedad hubiera conocido en el pasado. Finalmente, en cuarto lugar, mantuve que un ‘nuevo desarrollo de! materialismo historico no tendria sélo que reexaminar lirme y pausadamente la herencia de los pensadores clasicos, desde Marx y Engels hasta Lenin, Luxemburgo y Trotski, intentando identiticar, criticar y resolver sus omisiones 0 contusiones especi- ficas, sino que tendria que adaptarse también a los avances fundamentales conseguidos por la hestorio- 4grajia marxista —sobre todo en el arva anglosajona— desde la segunda guerra mundial, que hasta ahora ha- bia permanecido luera del perimetro central de la fee fa marxista, dominada como estaba por la diseiplina tilosética, La contromtacién e antegracién de ambas Hevaria consigo una reconsideracion del estatuto y la Prodiecién y realizacion 19 ‘nificacién global del pasado en un sistema de pen- uniento totalmente engranado con el presente 0 el ‘ure a un nivel cotidiano; y ni la historia ni la teoria «uedarian inalteradas en ef encuentro de ambas * hss [ueron mis conjeturas en aquel momento. ¢Qué hha quedado de ellas tras el contraste con el curso real «lc los acontecimientos? A mi entender, la suposicién ‘nas general ha sido conlirmada —aunque, como ve- ‘ems, ne de una forma definitiva ni satistactoria—. Bs «ir, la imponente tradicién del marxismo occidental con sus tonalidades epistemolégicas 0 estéticas, snbrias o esotéricas— ha llegado realmente a un in, cnsulugarha nacido con una rapidez y una contianza) notables otro tipo de cultura marxista, orientada pri- wordialmente hacia esas cuestiones de orden econd- co, politico o social que faltaban en su predecesora. |.a productividad de este marxismo ha sido tormida:| ble, quedando practicamente fuera de toda duda que hemos sido testigos de un periodo de crecimiento y inuineipacién global. Sin embargo, en el marco de esta vunpha perspectiva, la historia como suele ser habi- \usl— ha deparado algunas sorpresas ironias des- »ncertantes para las conjeturas formuladas en aquel | mento. Veamos esto con mas detalle. La convicetén de que el marxismo occidental habia «guido su curso results, como he dicho, correcta. Esta volucion no era ditietl de prever. En parte, la muerte bpiologica de la generacién mas antigua iba a desempe- ‘har su papel. Entre la linea divisoria de 1968 y la fecha tle mi ensayo murieron Della Volpe, Adorno, Gold ‘nnn, Lukées y Horkheimer. Al final de la década les |uieton Bloch, Marcuse y Sartre. Pero el proceso de wolamiento tuve también otras luentes, Los dos teéri- jovenes de los comentados por mi eran Althus- ser y Colletti, que poraquellos afios estaban todavia en * Vease Considerations on Weston Marsism, pp. 101-2, 9-101, 1023, foresters 20 Perry Anderson lo mejor de su vida. A pesar de ello, como ya anticipé, ‘ninguno produjo con posterioridad una obra sustan- cial, cayendo en la repeticion o en la negacion. En general, pues, puede trazarse una linea de separacién con respecto a la experiencia del marxismo occidental originario a mediados de la década de 1970. Que tue lo que le sigui6? Un repentino entusiasmo, ‘una nueva pasion por lo concreto. Si pasamos revista a los temas clave que habian permanecido mas abando- nados por la tradicién del marxismo occidental y en cuya enumeracidn insisti en 1974, podemoscomprobar que durante los aiios siguientes dieron lugar, en la imayoria de los casos, a una actividad tedrica concen- trada, produciendo frecuentemente sintesis memora- bles. Las leyes del movimiento del modode produecién capitalista en su conjunto —que, si exceptuamos El capital monopolista, de Baran y Sweezy, de estructura casi keynesiana, habia sido tierra de barbecho para la investigacion marxista desde Ia teoria de Grossmann sobre la gran depresion— eran exploradas ahora por tres conjuntos de trabajos decisivos: primeramente, El capitalismo lardio, innovadora obra de Ernest Mandel ala que siguieron susestudios sobre The second slump y Long waves of capitalist developments; en segundo lugar, clgran librode Harry Braverman sobre la transtorma- in del proceso de trabajo alo largo del siglo xx, Labor and monopoly capital; y,en tercer lugar, la ambiciosa y ‘original obra del economista francés Michel Aglictta, Teoria de la regulaeton capitalisia ®. Con obras como éstas, el analisis marxista del capitalismo contempo: " Ermest Mandel, Late capitalism, Londres, 1975 [capitalism tardio, Mexico, Era, 1972), The second stump, Landes, 1978, Long waves of euptalst devdopemants: the mara imerpreation, Cam ‘ridge, 1978 las largos ends del desarola capitis, Madrid, Siglo XXIjen reparacion|; Harry Braverman, Labor and monopoly capia Nueva York, 1975 (abajo y captal monopolist, Malco, Nuestro ‘Tiempo. 1975}: Michel Agiita, A theory of capitalist relation eat lackin y erss del captaismo, La experiencia de ls Estados Unidas, Madrid, Siglo XX1, 1973}, Prediccién y realizacién 21 vaneo ha alcanzado, y en algunos aspectos superado,| luna vez mas el nivel de la época clasica de Luxemburge y Hillerding. Al mismo tiempo, las investigaciones his-| ‘oricas concretas han ido acompaiiadas de la reanud: ‘16n de un intenso debate conceptual y metodolégico al jue se asocian los nombres de Morishima, Steedman, Roemer, Lippi, Krause, etc." En el campo politico, las) siructuras especificas’ del Estado capitalista moder- yo habjan sido una de las grandes lagunas del mar- xismo occidental, demasiado poco preocupado por la uraleza precisa de la constitucién politica occiden- | uu! en la que subsistia. Hoy dia también se ha subsa- nado esta ausencia en buena medida con una serie de | \inportantes estudios. Aqui se incluyen, por supuesto, | los cinco libros de Nicos Poulantzas, que investigan | ‘oda la gama de tormas parlamentarias, fascistas y | ulitares del Estado capitalista; la obra com mayor | hase empirica de Ralph Miliband en Inglaterra; los | slebates de la Escuela de Ia Kapitallogik en Alemania | Occidental, junto con las contribuciones de Claus Off yl reciente y fundamental libro del sociélogo sueco Goran Therborn ¢Cémo domina la clase dominante? " Veanse Micho Morishima, Marrs economics, Cambridge. 1973, Us wor ecm de Wars tora dual de valor de erie, Madrid, Tecnos, 19795 Tan Steedman, Mare afte Safa, Londres, [017 ihn Roemer, A general they of exploaton and class, Catm Inge (Mass) 1982; Marco Lipp, Value and anurans in Mare. Lon ‘hs 107; Ulrich Krause, Money and absract labour Londres, 1982, Nicos Poulantass,Pdica! power and social classes, Londres, 1973 Vint politico eases sociales, Madrid, Siglo XXI, 1972) econ and Vi utrship, Landes, 1974 Paseismo ydetadura, Madrid, Siglo XX, 1716 Clases end contemporary captalism, Londres, 1975 [bas clases ‘eel eaptaltemo ena, Madi, TH The ens of ‘he catrshps, Londres, 1976 (La rss de las dctadurae, Madi ilo XX, 1976] State power. secatiom. Londres, 1978 Estado, por ism, Madi, Siglo XXI, 1979); Ralph Miliband, The Staten uals society, Londres, 1969 (ET estado en la sociedad coptatsta Would, Siglo XXL, 1977), Marxism end poles, lord, 1977 (Mer. sive’ politica, Madd, Siglo XXI, 1998), Capitalist democracy in Itain: Oxford 1982; Joh Holloway Sol Picotto, compe Stateand wvtel, Londres, YT; Claus Ole, maureen ds Rpts 2 Perry Anderson Los nuevos tipos de estratificacién social en el capita lismo tardio también han sido objeto de estudios mas rigurosos e imaginativos que los producidos por el ma- terialismo historico en el pasado, incluso en su época clasica: en este sentido, han sido relevantes la obra de Erik Olin Wright en los Estados Unidos, la del italiano Carchedi y las investigaciones de Roger Establet y Christian Beudelot en Francia’. La naturaleza y la dinamica de los Estados poscapitalistas del Este, te- rreno durante largo tiempo prohibido para una inves- tigacion pausada a mucha dela izquierda europea, han recibido una nueva y penetrante atencion, sobre todo enel extraordinario libro de Rudolf Bahro La alterna ‘iva, pero también, de forma més académica y especia- lizada, en los estudios de economistas como Nuti y Brus, Y esta expansidn de la teoria marxista en la ‘economja, a politica y la sociologia no ha ido acompa- ada de la correspondiente contraccidn en los campos de la filosotia o de la cultura, parcelas particulares del, ‘marxismo occidental. Al contrario, estos afios tambien han sido testigos de la progresiva obra de Raymond chon States, Prancort, 1975; Goran Therbor, What dos the ruling lass do wher rds? State apparatuses an State power unr fue lism, eapllsm and sollte. Londres, 1978 LComeo daria ls lase dominant? Aparates de Estado y per ettal ne fexalvmo, cate Talismo ye socalimo, Madi Siglo XXI, 1979; vease tambien sa imperial of poe ante pone of ely, Le "Bek Olin Weight Clas, crs and he State, Londres 1978 Case css y Estado, Madrid, Sigh XXI, 1983], y Class suctrc and income ‘kaerminatt. Nueva York, 1979; Guglielmo Cardechh-On the econ nical denafaton of octal classes, Londres, 1977, Chitin Baudet 4 Roger Estabet, cole capitate en Frence, Paris, 1971 Ca escuda apulista on Frencia, Madrid, Siglo XXI, 1976] La pete beurgeeste ‘en Prance, Pris, 1974 (con Jacques Tosser), Qt tnavale pr a, Pans, 1979, “ iRudolf Bohro, The altematve in Eastern Burope, Landes, 1978 la alrmative, Madrid, Alanza-Materes, 1977; Domenica Macto Nut, «The contradictions of socialist economics, The Socialist Reis fer, 1979; Wlodzimierz Brus Sacialist onnership and politcal ystom, onde, 1975, Prediccién y realicacion 2B \Williams.en Inglaterra, estudios sobre la cultura mate-| sJen susentido més amplio,y de Fredric Jameson en} los Bstados Unidos, en un terreno mas especificamente| Iitevario; mientras que en la filosolia, La teoria de la | fusoria de Karl Marx: una defensa, de G.A. Cohen, que | proporciona por primera vez a la filosofia analitica ‘riterios metodologicos para referirse a los conceptos| Iuisios del materialismo histérico, es, sin lugar a du) vias, el ito de la década | Un staccato bibliografico de este tipo no puede, viesde luego, acercarse a un inventario comprehensivo, por no decir ya eitico, dela produccién marxista delos, hltimos aios. Hay otras obras y otros nombres que pudrian ser igualmente mencionados, y los que lo han \docstan sujetos ala restricein de sus juicioscomo lo «st cualquiera de sus predecesores. Sin embargo, este iweve apunte de toda una compleja serie de cambios iniclecthales, que precisa un anélisis mucho més fino tcl que ahora nos es posible, muestra ciertos puntos. Aunque podemos hablar de una verdadera «rupturas | pografica entre el marxismo occidental y la forma- | vn naciente que acabo de esbozar, en otros aspectos \wizd haya habido una continuidad de conexiones ma: | yore la que he tenicoen cuenta, aunque normalmente «ha tratado de una conexion mediada, De este modo ppucde discernirse la influencia de la mayoria de las ‘scuclas mas antiguas en el bagaje teorico de muchos, te los recién egados. Probablemente la corriente al- ssertana ha sidola que ha persistdo con mas fuerza vic entre los anteriormente mencionados, Poulantzas, Therbora, Aglietta, Wright y Establet tienen diferentes \icudas con ella. Ei legado de la Escuela de Franctort Véange Raymond Williams, The country and the city. Landes 1973 Marism and iteranue, Oxford 197 Martsmoy literature, Baw ‘ona, Peninsula, 1980} Poli end ters, Londres, 1979,Prablems in| lors ane culure, Loses, 1980, Cillre, Londres 1981; Fredric wuneson The political unconsctous, hora, 1981; G. A. Cohen, Kar Murs theory of history defence, Oxford, 1978 Ua teria dela histor Ue Karl Stare: una defense, Madrid, Siglo XXI, en preparacinl 24 Perry Anderson puede verse en la obra de Braverman, a través de Ba- ran, yen la de Olle, a través de Habermas. La tendencia lukacsiana es reconocidamente dominante en la obra de Jameson. La de Cardechi revela notas dellavolpia- nas. Pero, al mismo tiempo, la misma distribuctén de estos autores indica el hecho mas importante de que el patron geogratico de la teoria marxista se ha visto protundamente alterado durante la ultima década. Hoy dia los centros de produccion intelectual predomi- navies parecen radicar en el mundo anglopariante mas queen la Europa germanao latina, como sucediden los ) peviodos de entreguerra y posguerra respectivamente Este desplazamiento del escenario supone un cambio histérico llamativo. Como en gran parte habia previsto | que sucederia, las zonas del mundo capitalista mas atrasadas en cultura marxista han pasado a ser repentinamente las més avanzadas en muchos sen- tidos. Un estudio mis extenso de los autores y las obras egaria a la siguiente conclusion: la tremenda densi- dad de la investigacion economica, politica, sociol6- ‘zica y cultural, todavia en marcha en la izquierda mar- xista de Gran Bretaia 0 Norteamérica, con su creci miento de periddicos y discusiones, eclipsa cualquier quivlente que haya podidedarse no antguos cen- tros de la tradicin marxista occidental propiamente Jdicha. Pero hay otra razon que explica la naciente “hegemonia angloamericana en el materialismo histé- rico de nuestros dias, razin que, a su vez, ha verificado otra de las predicciones formuladas a mediados de los setenta. Ys el ascenso de la historiografia marxista a | su largamente merecido puesto de honor dentro del | panorama global del pensamiento socialista. El do { mio de los especialistas angléfonos en esta area ha sido evidente desde los afos cincuenta y durante muchos aftos, al menos en Inglaterra, el marxismo como fuerza Antelectual ha sidoppracticamente sindnimo del trabajo de los historiadores. Incluso un destacado pensador de ‘una generacién anterior y de diferente formacién, el Prodiccién y realizacion 25 cconomista Maurice Dobb, logré mayor influencia ‘con sus Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, pu- blicados en 1947, esencialmente historicos y que abar- can desde la Baja Edad Media hasta la empresa mo- ‘na, que con su prolifica produccién sobre la econo- ‘nia politica de Marx. Sin embargo, serian los colegas) ‘nas jovenes de Dobb, reunidos en el grupo germinal de’ historiadores del partide comunista de finales de la, dlecada de 1940 y principios de la de 1950, quienes con td tiempo maduraron en la brillante pléyade de aca- Ulemicos que durante los aftos siguientes transtorma-| ton muchas de las interpretaciones aceptadas del pa- ‘ado inglés y europeo: Christopher Hill, Eric Hobs- hawm, Edward Thompson, George Rudé, Rodney Hil- ton, Vietor Kiernan, Geoffrey de Ste-Croix, etc. Mus hos de ellos venian publicando desde el inicio de los ‘ahs Sesenta, pero la consolidacion desu obra colectiva Como un canon de peso abrumador mas alla de su propia disciplina oficial se desarrollé verdaderamente Ulurante los afts setenta, Esta [ue la década en que se publicaron The age of capital de Hobsbawn, The world hhumed upside down Milton and the English revolution de Mill, Bond men made free yThe English peasantry in the ler Middle Ages de Hilton, Class struggle and the in- dustrial revolution de Foster, Whigs and hunters de Thompson, Lords of humankind de Kiernan, seguidas ahora por la monumental Class struggle in the ancient wk world de Ste-Croix '*. Quiza el libro mas convin- Cente y original de Raymond Williams, The country and The age of coptal, Londres, 1975 [Le ea de capitaomo, Madi. Anbor, IFT The world sumed upside dow, Londres, 1975 Et mando tresorado, Made, Siglo XXI, 1943} Milton an the English evolu: ‘lon, Londres, 197; Bond men made fre, Landes, 1973 Siew liber |i'Los movamientoscompesinos medicals yeevantamiento ngs de 1h) Madrid, Sigho XX1, 19781, The English peacaary in the Lat Widile Ages, Oxford, 1975; Clare stragale athe indus revoltion, nen 1978; Whigs end hntrs, Londres, 1978: Lords of humankind {ces, 1973; The clase struggle the ancient Greck werd, Londres, 26 Perry Anderson the city, tiene también aqui su primera filiacién. Para alguien de mi generacién, formado cuando la cultura britanica, absolutamente falta de un impulso marxista local de importancia, pareciaestara la aga de Europa, situacién que nosotros denunciamos constantementea riesgo de ser acusados de «nihilismo nacional», ésta ha sido una metamorfosis verdaderamente sorprendente. En efecto, la tradicional relacién entre Gran Bretaiia y el continente parece haberse invertido: por el mo- mento, la cultura marxista del Reino Unido resulta mas productiva y original que la de cualquier Estado del continente. Entretanto, en Norteamérica se ha producido un ‘cambio mas restringido pero semeiante. Aqui también la historiogratia ha sido el sector principal, con un abanico de trabajos extremadamente amplio—nocon- linado exclusivamente a la historia americana—desde Eugene Genovese, Eric Foner, David Montgomery, Robert Brenner, David Abraham y muchos otros mas ”. Pero alrededor de ella se ha ido desarrollando luna cultura socialista més amplia, no toda ella mar- xista, de una variedad y vitalidad impresionantes, que va desde la sociologia histérica de Immanuel Wallers- tein y Theda Skocpol a la economia politica de James 0'Connor, la obra todavia en marcha de Paul Sweezy y Harry Magdot! y la critica cultural de Christopher Lasch ". El panorama actual a este respecto es radi- Eugene Genovese, Ral, Janda, rll: the world the slaves made, Nueva York, 1978, y From rebellion o revolution: afframerican save ‘reals inthe making of dhe mesdera world, Nueva York, 1979; Eri Fone, Free sol free labo. free men, Neva York, 1970, y Tom Paine and reveltionary America, Nucva York, 1976; David Montgomery, Besond quality Taber an the radial Republicans, Nueva York, 1967, y Wor ‘rs control n America, Nueva York, 1979; Rober Brenner, «Agrarian «lass structure and economic developement in pre-industrial Burope> cognitiva a otra (Fou. Crue etc reason, Londres, 1976 p81, 822 Cri de raz deca, Boonos Aire 2c 1970.41, pp 82, 492) 40 Perry Anderson volumen. En otras palabras, el horizonte de la Critica era un intento de comprender no la verdad de una persona, sino —como dijo Sartre— «la verdad de la humanidad como un todo» (aunque para él habia wna. continuidad epistemolégica basica entre ambas). Apuntaba hacia una historia global cuyo lin mani ficsto seria una comprensién totalizadora del signili- cado de la época contemporanea. Esta promesa, la mayor tormulada quiza por un escritor del siglo Xx, n0 se cumpliria, Sartre escribié un segundo volumen de extensién similar al primero, pero lo abandoné incon cluso e inédito. En este signilicativo acto de desisti- ‘miento y en el silencio que le siguié se decidié —pode- mos verlo ahora— gran parte del subsiguiente destino intelectual de la izquierda francesa. Doce afios des- pues, Sartre termino su carrera con un estudio sobre Flaubert cuyas monumentales proporciones no podian, cultar, sino mas bien, a su modo, casi anunciar, la modestia de su vuelta al proyecto biogrilico de las «Cuestiones de método». Enel interin, todoel terrenode una respuesta te6rica tierras altas con riscos y escarpas— habia quedado vacio, En 1962 Lévi-Strauss publicaba Fl pensamionto salvaje, Duramente dirigido contra laCritica dela razén dialéctica, no s6lo contenia una antropologia —en cualquier sentido de la palabra— completamente al- ternativa, sino que ademas terminaba con un ataque directo al historicismo de Sartre en nombre de las propiedades invariables de todas las mentes humanas ydella igual dignidad de todas las sociedades humanas. Deesta forma, echaba por tierra, con un gesto desdibu- jador, todas las pretensiones de la razon dialéctica y de la diacronia historica construidas por Sartre, redu- ciéndolas simplemente a una mitologia de lo «civili- zadov, contrapuesta al pensamiento «salvaje», sin ninguna superioridad intrinseca sobre él. Sartre, agil y {éctil interlocutor, intatigable polemista hasta enton- ces, no contesté. EI fin tiltimo de las ciencias humanas no es consti- Estructura y sujeto a twir al hombre, sino disolverlos *, concluia Lévi- Strauss, proporcionando con ello la consigna de la dé cada, Cuando en 1965 aparecié por fin la réplica mar- xista, ésta no fue un repudio sino un refrendo de la propuesta estructuralista. Los dos libros de Althusser, Para leer El capital y La revolucion tedrica de Marx, en lugar de ensafarse con el ataque de Lévi-Strauss a la historia o con su interpretacion del humanismo, los aprobé e incorporé al marxismo, reinterpretado ahora como un antihumanisme tedrico para el que la diacro- hifa no era mas que un edesarrollo de las formas» del conocimiento sinerénieo. Sartre, declaré Althusser en Jas paginas de] semanario del Partido Comunista lta- hiano, fue un falso amigo del materialismo histérico, ‘mas distante de él realmente que su supuesto oponente Lévi-Strauss *. La innovacion y genialidad del sistema althusseriane eran innegables por derecho propio; en otro sitio he detendido su legado *. Rapidamente ad- quirieron gran prestigio e influencia en Ia izquierda rancesa, desplazando a corrientes te6ricas anteriores representadas no sélo por Sartre, sino también por Lelebyre, Goldmann y otros, y practicamente presen- tes todas en la formacién de una generacion mas joven de marxistas. Pero incluso en la cumbre de su produc: tividad, el althusserianismo estuvo siempre en una in- tima y latal dependencia con el estructuralismo que le precedié y que le sobreviviria, Lévi-Strauss habia in- » The sevage mind, Londres, 1966, pp. 254-5, 247 El pensamiento salvaje Menico, Fondo de Cultura Bcanoaaa, 2 ed, 1972,pp.370-73, 31 Vans las dos partes de su intervencin publicadas bao os ct Jos de «Gl lattumenti del marsinosy «Teoria e metodov en Rinas Sta, 25 de enero y I de febrero de 1964, criticando las opiniones “epiesadas por Umberto Reo sabre las principales cortintes de Is ilura contemporines. Estetextohasdo constantemente pasado por ‘Toe ls iblograiashabituales de los eseits de Althusser. * Arguments within Englch Marrsm, Londres, 1980 Teoria, poltice histor on debate con Edward Thompson, Madrid, Siglo XX1, en preparacién a2 Perry Anderson tentado imperiosamente cortar el nudo gordiano de la relacién entre estructura y sujeto expulsando a este liltimo de cualquier campo de conocimientocientifico.. En lugar de oponerse a este movimiento, Althusser lo radicaliz6 en una versién del marxismo en la que los sujetos fueron abolidos totalmente, a no ser como efec- tos ilusorios de unas estructuras ideolbgicas. Pero en una subasta objetivista de este tipo, tenia que ser so- brepujado. Un aio después su antiguo alumno Fou- cault, al proclamar a pleno pulmén la retérica del «fin del hombres, redujo a su vez al marxismo a un efecto involuntario de una anticuada episteme victoriana, y ademas secundario®, El avance del estructuralismo, lejos de ser desviado o contenido por la nueva leetura del marxismo, ue acelerado por ella, pese a las decla- raciones de reserva de éste. El testimonio mas importante del modelo hegemo- nico resultante lo depararon los acontecimientos de mayo en Francia. Aqui podria haber parecido plausi- ble pensar que la postura estructuralista se encontra- ria desconcertada por una dinamica histérica que ha- bia intentado soslayar 0 negar. ¢Qué irrupcién mas espectacular de sujetos individuales y colectivos ca- bria imaginar que la revuelta de los estudiantes, obre- 08 otros muchos en 1968? Si alguno de los discursos reinantes antes de mayo debia ser capaz de responder a esta notable explosién politica de la lucha de clases y sobrevivir teorizandola, el candidato mas adecuado Iogicamente era la variante marxista desarrollada por Althusser. Pues, aunque inadaptada al cambio en otros. sentidos, disponia al menos de una teoria de la contra diccién y la sobredeterminacién y, con ello, del tipo de sunidad de ruptura» ” que podia dar origen a una. * The order of things, Londes, 1970, pp. 261-62 (Las palabras y las cosas: una arqueclgia de far cionctas humanar, México, Siglo XXI, 1968, pp. 256.571, ” Veaae For Marz, Londres, pp. 99-100 [a revolucn seria de Mars México Silo XXI, ed. 1971, pp. 7981) Poimuctura y sujeto 43 ‘wacidn revolucionaria en una sociedad dividida en lases, como estuvo a punto de ocurrir en Francia, En ‘calidad, lo que ocurrié fue justamente lo contrario, Althusser intenté ajustar su teoria concediendo con ‘erto retraso un espacio al papel de las «masas» que, «in Feconocia ahora, «hacian la historias aunque oshombres las mujeres» no la hicieran * Pero como suuicra que la direccion general de las investigaciones «le Althusser no fue corregida ni perfeccionada, la in- ‘woductién del problema del sujeto historico en la ma- «winaria de la causalidad estructural iniciada en Para ‘vr Fl capital condujo simplemente a la incoherencia Ys noaparecieron mas sintesis comparables a las desu (va mas temprana. La consecuencia de ello fue la pogresiva desaparicion y disolucion del marxismo siuhasseriano como corriente a mediados de la década de 1970 "or otto lado, contrariamente a lo que podia espe- ‘aise, el estructuralismo propiamente dicho pasé la Hyrucba de Mayo y resurgi6 como el ave Fenix, debili- luxloy modificado, es cierto, pero por nada mas y nada nenos que elequivoco prefijode una cronalogga: ahora fr» posestructuralismo lo que antes habia sido estruc- {uralismo. La relacién exacta entre ambos, el parecido Invnuhiaro comin descendencia quelos une através del vigil registro temporal esta por establecer. Podria ser | rasgo mas revelador de ambos. Pocos han sido los ive han dudado de la existencia de un vineulo entre Wilos. Dos de las figuras més eentrales del primero, fuleinds, no fueron menos destacados en el segundo: Iuican, cuyos Ecrits —reunidos en 1966, con mucho ‘clan estructuralista— antieiparon ya gran parte de Jp critica interna desarrollada en el estructuralismo a Jiarir de 1968; y Foucault, que pasé sin ningiin pro- Jileina ni alboroto de una constelacién a la siguiente jompre a la altura del momento. El mismo Derrida, vin and philosophy, Londres, 1971, p. 21-22 Lenny flosofia, Mévin Era, 1970, pA 44 Perry Anderson pensador puramente posestructuralista cuyas tres primeras obras, publicadas en 1967, prepararon las posiciones para una «revocacién general de los vere- dictos» después de Mayo, pesea sus exigentes reparos a Lévi-Strauss, no pudo sino rendirle homenaje como el investigador de un «nuevo status del discurso» en el que «todo comienza con la estructura, la configuracion © la relaciéns si bien, al mismo tiempo, con el «aban- dono de toda referencia a un centro, a un sujeto, a un origen oa una archia absoluta» * Durante la década de 1970, pues, el destierro del marxismoa los margenes de la cultura parisina se hizo cada vez mas pronunciado, El Flaubert de Sartre, cuando finalmente aparecié, tenia practicamente el aire de una obra péstuma, no con respecto a la vida del, autor, sino con respecto al ciclo de cultura en el que fue concebido. Los eseritos de Althusser se agotaron en cexiguos fragmentos y glosas. Mientras tanto, el estruc- turalismo y su prole continuaron siendo prodigiosa- mente productivos. En los veinte aiios transcurridos desde la publicacién de Fl pensamiento salvaje han apa- recido: la tetralogia antropolégica de Lévi-Strauss so- bre los mitos; la serie de ensayos y seminarios de Lacan sobre psicoanalisis (veinte voltimenes previstos); los densos estudios de Michel Foucault sobre la locura, la medicina, el encarcelamiento y la sexualidad, acom- pafiados de comentarios metodolégicos; la proteica obra de Barthes sobre literatura y las innumerables desconstrucciones de Derrida en filosofia, por no ha- blar ya de la progresiva de Deleuze y otros. Rara vez se habran mostrado mas concluyentes los signos externas de una victoria intelectual. Con todo, cabe preguntarse todavia: cen qué consisti6 esta victoria? ¢En qué sen= tido y hasta qué punto dieron el estructuralismo y el posestructuralismo mejores respuestas al problema conel que hicieron su fortuna. ilustraron su ascenden= cia sobre el marxismo en Francia, esto es, el problema * Writing ond dference, Londres, 1979, p. 286 Pstractura y sujeto 45 vlc la relacion de la estructura con el sujeto? Sobre este punto existe una numerosisima literatura de la que vhhora no pedemes ocuparnos con el detalle o el cui ‘lado debidos. Me limitaré en lo sucesivo a la demarcacion de un »pacio basico en el que las teorias estructuralistas y )posestructuralistas pueden unificarse como una serie sle posibles movimientos u operaciones ldgicas dentro cuun campo comtin. Ninguno de los pensadores que he ‘eneionado o que mencionaré ha realizado todos estos ‘ovimientos, de la misma forma que no hay un com- plcto acuerdo entre dos de ellos. ¥, sin embargo, todos wis temas y propuestas principales caen dentro de los linutes de este terreno comun. La primera operacién digo la primera porque dio origen al nacimiento del \vucturalismo como tal—esta relacionada con lo que )poxdviamos llamar laexorbitancia del lenguaje. La disci- ina de la que el estructuralismo extrajo originaria- ‘nwente la practica totalidad de sus conceptos earacte- Hysticos ue la Linguistica, Fue en ella donde De Saus- wre desarrollé la oposicion entrelangue yparole («len- Wa» y shablas), el comtraste entre las érdenes sincrd- nico y diacrénico, y la nocién de signo como unidad de ‘pnilicante y significado cuya relacién con el referente ers esencialmente arbitraria 0 no motivada en cual- ier lenguaje dado. El avance cientifico que repre- nio el Curso de linguistica general en su propio campo Ive decisivo. La aplicacién de sus conceptos fuera de la slisciplina para la que habian sido forjados comenzd on bastante moderacién en los estudios literarios de Jnkobson y la Escuela de Praga, Aqui los materiales Vinguisticos, aunque sélo fuera por definicién, eran Iyatados como trabajos particulares de la literatura; slentro de la divisi6n saussuriana entraban més en el tainpo de laparofe que en el de la langue, tinico al que ‘soussure consideraba susceptible de analisis sistema- ico El instrumental saussuriano pas6 de Jakobson a Jev-Strauss, que.con su intrépida generalizacion de ‘wjuel a su propio dominio antropologico dio lugar al

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