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de la tercera parte del Tratado. Otros escritos son Historia natural de la reli= gin (1757) Didlogos sobre la religién natural, publicada péstuma, en *Principios asumidos confiadamen- te, consecuencias defectuosamente deducidas de esos principios, falta de coherencia en las partes y de evidencia en el todo: esto es 16 que se encuentra por doquier en los sis. temas de los filésofos més eminen- tes; esto es, también, lo que parece haber arrastrado al deserédito a la filosofia misma... Es evidente que todas las ciencias se relacionan en mayor o menor gra- do con ta naturateza humana, y que aunque algunas parezcan desenvol- verse a gran distancia de ésta, re- gresan finalmente a ella por una otra via.... pues estén bajo la com- prensién de los hombres y son juz- gados segrin las capacidades y facu!- tades de éstos.. Aqui se encuentra, pues, el titico expediente en que podemos confiar para tener éxito en nuestras investi- gaciones filos6ficas... Bn vez. de can- quistar de cuando en cuando un castillo 0 una aldea en la frontera, marchemos direciamente hacia la capital 0 centro de estas ciencias: hacia la naturaleza humana misma; ya que, una vez dnehos de ésta, por dremos esperar una fécil victoria en todas partes. ¥ como la ciencia del hombre es la Ainica fundamentacién sdlida de to das las demas, es claro que la tinica fundamentacién sélida que pode- mos dar a esa misma ciencia deberd estar en la experiencia y en la Hume muere en Edimburgo, en 176. De la personalidad de Hume hay que destacar su marcado esptritu de anti- dogmatismo y de tolerancia, observacién.» (Tratado sobre ta na- w turaleza humana, Introduccién, Bdicién de Félix Duque, Editora Na. Gonal. Madrid, 1977, pp. 77-84.) Hume comienza, como més tarde va a ha cer Kant, con ei reconocimiente det des: crédito de que es objeto la filosofia, Ante esta situacién, Hume propone una alterna- fiva, Todas las Ciencias —dice en so Intro- duceién al Tratado— hacen relacién a la naturaleza humana, pues todas ellas caen bajo las capacidades y facultades de) hom- bre; de manera que s6lo un conociniento verdadero de la naturaleza humana puede ser el fundamento seguro de todas tas de- mis ciencias. Aqui esté precisamente el auténtico sentido de la investigacién filo- séfica: ésta debe encaminarse hacia la construccién de una ciencia de la natura- leza humana, la cual serviré de funda mente seguro del resto de las ciencias. A su vez, esta ciencia del hombre debe fun- damentarse en la experiencia y en la ob- servacién; se trata de aplicar al hombre el mismo método aplicade por Newton a la naturaleza, esto es, el método experimen- tal. Claro que, en el caso del hombre, ha- bra que hacer uso de la introspec métada inaceptable en la inv fisica tigacion En su Investigacién sobre ef entendimiento humano, Hume establece que al hombre se le puede considerar desde dos puntos de vista: como ser racional y como ser de accién. En el primer caso, la ciencia del hombre se convierte en una investigacién sobre el entendimiento; se trata de partir del estudio de los procesos psicoligicos, para establecer Inego las leyes. En el se- gundo caso, la ciencia del hombre tudio de las pasiones y de la moral, to- mando como punto de partida la observer ign de la conducta bumana, 317 «Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos clases dis tintas, que denominaré IMPRESIO- NES € IDEAS. La diferencia entre ambas consiste en los grados de fuerza y vivacidad con que inciden sobre la mente y se abren camino en nuestro pensamiento 0 concien- cia, A las percepciones que entran con mayor fuerza y violencia las podemos denominar impresioness e incluyo bajo este nombre todas nuesiras sensaciones, pasiones y emociones tal como hacen su pri- mera aparicién en el alma. Por ideas entiendo las imagenes débiles de fas impresiones, cuando pensa- ‘mos y razonamos... No creo que sea necesario gastar Muchas palabras para explicar esta distincién. Cada ‘uno percibird en seguida por sf mis. mo la diferencia que hay entre sen- tir y pensar. May otra divisién de nuestras per- cepciones que serd conveniente te- ner en cuenta, y que se extiende fanto a nuestras impresiones como a nuestras ideas. Se trata de la divi- sién en SIMPLES y COMPLEJAS. Las percepciones simples impresiones € ideas) son tales que no admiten distincién ni separacién. Las com- plejas son lo contrario que éstas, y pueden dividirse en partes. nos limitaremos por ahora a esta- blecer como proposicién general que todas nuestras ideas simples, en Su primera aparicién, se derivan de impresiones simples a las que corresponden y representan azacte mente. lag impresiones simples preceden siempre a sus correspondientes ideas; sin embargo, nunca aparecen y esta prioridad de las impresio- nes constituye una prueba igual- mente convincente de que muestras impresiones son causas de nuestras » ideas, y no nuestras ideas de nues- tras impresiones.» (Tratado sobre la naturatesa humana, 1, 1, 1, 2, 4, 5, ©. Cy pp. 87-92.) Hume denamina percepciones a los conte- nidos de la mente en general; distingue dos clases de percepeiones: las impresio- nes y las ideas. Las impresiones son los datos de la experiencia presente o actual; impresiones son las sensaciones, pasiones y emociones en el momento mismo de fer, ofr, querer, desear. Las ideas son las niigenes debilitadas de las primeras, cuando pensamos © razonamos. La dife- rencia entre impresiones ¢ ideas es slo de ‘grado o intensidad: las primeras son més vivas y fuertes que las segundas; es la di ferencia que hay, por ejemplo, entre la percepeién de mi habitacién cuando la es toy mirando y cuando pienso en ella. Hume distingue entre percepeiones sim ples y complejas; inciuso distingue entre impresiones de la sensacién e impresiones de la reflexidn. Pero lo importante, para apreciar la linea general del pensamiento de fume, es tener en cuenta la relacién que establece entre impresiones ¢ ideas; todas las ideas simples se derivan de im presiones simples, a las que corresponden ¥ Tepresentan; las impresiones simples preceden siempre a sus correspondientes ideas, y nunca a la inversa; por tanto, se puede afirmar que son las impresiones las causas de las ideas, y no al contrario. En una palabra, todos los contenidos de lo mente derivan de la experiencia, todas las Ideas derivan de sus corresponclientes im presiones. Esta tesis es hasta tal punto ime portanie pore Hume, que va a hacer de ella el criterio de validez del conocimien. to: un conocimiento, una idea, si es valida, debe poder sefalarse la impresién o im: presiones de que deriva, Tal es lo que va a hacer Hume con ideas como causalidad, sustancia, yo, existencia; tnicamente las proposiciones de la Iégica y la matemética escapan a la aplicacién de dicho criterio, por razones que se exponen mds adelante, ‘Como todas las ideas simples pue- den ser separadas por la imagina- cién y unidas de nuevo en la forma que 4 ésta le plazca, nada seria més inexplicable que las operaciones de esta facultad si no estuviera guiada por algunos principios universales que la hacen, en cierto modo, con- forme consigo misma en todo tiem- » po y lugar. Si las ideas estuvieran completamente desligadas e incone- xas, s6lo el azar podria unirlas; se- ria imposible que las mismas ideas simples se unieran regularmente en w ideas complejas —como suelen ha- cerlo— si no existiese algtin lazo de unin entre ellas, sin alguna cuali- dad asociativa por la que una idea leva naturalmente @ otra. Este principio unificador de las ideas no debe ser considerado como una co- nexidn inseparable, pues esto ha si- do ya excluido de la imaginacién; tampoco podemos concluir que sin ésta no podria unir la mente dos ideas porque nade hay més libre que esa facultad; tenemos que mi- rarlo mds bien como una fuerza suave, que normalmente prevalece y es causa, entre otras cosas, de que Convengan tanto los lenguajes entre si; la naturaleza ha indicado de al gtin modo a tado el mundo las ideas simples que son més aptas para » unirse en una idea compleja, Las cualidades de las que surge tal aso- Giacién y por las que es llevada la mente de este modo de una idea a otra, son tres: SEMEJANZA, CON) © GUIDAD en tiempo 0 lugar, y CAU- SA Y EFECTO. (Tratado sobre la naturalesa humana, I, IV, 10-14, 0. C4 Pp. 98-99.) Antes de ocuparse de la conexién 0 asocia- cién de las ideas, Hume dedica una sec- cién a hablar de las diferencias que hay entre las ideas de la memoria y las ideas de la imaginacién, . Imaginacién y memoria son las facultades mediante las cuales las impresiones reapa- recen de nuevo en la mente como ideas. Las ideas de la memoria son més vividas y fuertes que las de la imaginacién, ya que la memoria preserva la forma y el orden de las impresiones originales, mientras que la imaginacién es libre de trastocar y alterar dicho orden. La asociacién de ideas se refiere a esta segunda facultad. Pues bien, aunque la imaginacién es libre para separar y unir las ideas simples, co- mo le plazca, se guia en sus operaciones por algunas principios universales. El he. cho de que unas mismas ideas simples se hnan regularmente en ideas complejas, in- dica que hay algiin principio unificador, merced al cual nina idea leva naturalmen- te a otra; Hume no acierta a explicar este principio, que describe como una sfuerza suaver; lo que sf indica son las cualidades, de las que surge la asociacién de ideas, y por las enales la mente es Tlevada de nina idea a otra, Dichas cualidades, llamadas le- yes de asociacién, son tres: semejanza, ‘contigitidad en el tiempo o en el lugar y causa y efecto, Es claro —dice Hume— gue nuestra imaginacién pasa ficilmente de una idea a otra semejante; es evidente también que la imaginacién adquiere la costumbre de asociacién de ideas que es- tn préximas en el tiempo o en el espacio; en cuanto a la causa y efecto, no hay —dice— otra relacién que produzca una conexién mas fierte en la imaginacién qne la de causa y efecto. Hume concede hina importancia findamental a esta vlti ma relacién, gustaria preguntar a esos filé- sofos que basan en tan gran medida sus razonamientos en la distincién 319 de sustancia y accidente, y se ima: ginan que tenemos ideas claras de cada una de estas cosas, si la idea de sustancia se deriva de las impresio nes de sensacidn 0 de las de refle- xidn. Si nos ¢s dada par nuestros w sentidos, pregunto: por cual de ellos, y de qué modo? Si es percibi- do por las ojos, deberd ser un color; si por los ofdos, un sonido; si par el paladar, un sabor; » respecto a los demds sentidos. Pero no creo que nadie afirme que la sustancia es un color, un sonido un sabor. La idea de sustancia debe- rd derivarse, entonces, de una im- presidn de reflexidn, si es que real- mente existe. Pero las impresion« de reflexién, se reducen a nuestras pasiones y emociones, y no parece posible que ninguna de éstas re- 2s presente una sustancia. Por consi- guiente, no tenemos ninguna idea de sustancia que sea distinta de la de una coleccién de cualidades particulares... » La idea de sustancia sino tuna coleceién de ideas simples uni- das por la imaginacion, y que po- seen sn nombre particular asigna- do a ellas, mediante el cual somos ws capaces de recordar ~a nosotros 0 a otros— esa coleccidn.» (Tratado so- bre la naturalesa: humana, 1, fy 4, 0.6, pp. 104-108.) La critica de Hume a la idea de sustancia puede resumirse asf: toda idea deriva de su correspondiente impresién 0 impresio nes; ahora bien, la idea de sustancia, en- tendida ésta como realidad en sf distinta de muestras impresiones, no se deriva de ninguna impresién, ni de la sensaciért, ni de la reflexi¢ carece de fundamento. luego, la idea de sustancia Ja idea de sustancia no es més que un conjunto de ideas simples unidas por la imaginacién, al que le asignamos un nom- bre, por medio del cual nos recordamos a nosotros mismos o a los densds dicho con. junto, 320 Pero Hume no sélo rechaza la nocién de sustancia. material, Hume rechaza tam- bién la idea del yo, entendido en el senti- do cartesiano de yo-sustancia. Lo que la mamos yo no es més que un conjunto de percepciones asociadas por la imagina ‘SiGn. Las ideas de sustancia material y de vorsustancia se explican como ide la imaginacién, pero nada més sTodos los objetos cuya investiga: cién se propone la razén humana, se dividen naturalmenie en dos cla- ses; la primera comprende las rela- s ciones de ideas, la segunda, las cosas He hecho, A la primera peste- necen todas las proposiciones de geometria, de algebra y de aritmé- fica; en una palabra, todas las que 1» sono intuitivamente o demostrati- vamente ciertas (..) Las proposiciones de este género se descubren por simples operaciones del pensamiento, y no dependen en ws nada de las cosas que existen en el Universo. Aunque no hubiese ni circulo, ni tridngulo en la naturale- za, los teoremas demostrados por Buclides conservarfan igualmente = su evidencia y su verdad siempre En cambio, no se establece ast la certeza de las cosas de hecho, que componen la segunda clase de los objetos sobre los que se ejerce la ra- z6n: por grande que pueda ser este certeza, es de una naturaleza distin- ta. Lo contrario de cada hecho siem- pre es posible, ¥ camo nunca puede implicar contradiccién, el espirita » lo concibe tan distinta’ y tan facil- mente como si fuera verdadero y conforme a la realidad, El Sol sal- drd mariana, y el Sol no saldrdé ma fiana, son dos proposiciones tan in- « teligibles y tan poco contradictorias Ja una como la otra. Asi pues, si hay una evidencia que nos certifica las existencias reales y vobre la que se apoyan unas cosas de hecho, que no son, ni presentes @ los sentidos ni registradas en la memoria, su naturaleza es un obje- to muy propio para excitar m curiosidad.. Los razonamientos que hacemos so- bbre las cosas de hecho, parece que todes tieuen como fundamento, la relacién de causa y de efecto. Esta es la tinica que puede llevarnos més w alld de la evidencia de los sentidos y de la memoria.» (Investigacién sobre el entendimiento humano, IV, en VERNEAUS, R: Tertos de los grandes (fildsofos, Edad Moderna, Herder. ss Barcelona, 1982, pp. 107-108.) Hume distingue dos clases de objetos del conocimienta: las relaciones de ideas, por tun lado, y las cuestiones de hecho, por otro. En la primera clase incluye todas las pro- posiciones de Ia geometrfa, el dlgebra y la aritmética. Proposiciones del tipo «el todo es mayor que las partes, da sama de dos mais dos es igual a cuatros, afirman sdlo lag relaciones entre ideas (por ejemplo, en- tre las ideas de todo y parte, en la prime- ra proposicién); a estas proposicianes se llega por las simples operaciones del espe rifu, por el solo razonamiento, sin necesi- dad de recurrir a le experiencia, La ver- Gad de estas proposiciones es indepen diente de la experiencia. Constituyen, se- gin Hume, el dominio del conocimiento Gerto, porque el opuesto de una proposi- cién de esta clave es imposible, implica contradiccién. Son, pues, proposiciones necesarias: son asi’ y no pueden ser de otro modo, se fundan en el principio de no contradiccidn, En cambio, el conocimiento que se refiere a hechos depende enteramente de la expe- Hiencia. A praposiciones del tipo sel oro es amarillo» no es posible Megar por wa sine ple razonamiento, es necesario recurrir a la observacién y la experiencia. Lo vinico que nos garantiza la verdad de las propo- siciones que afirman hechos es la expe riencia, de manera que slo podemos es- tar seguros de aquello que esté o presente alos sentidos o registradio ex ls memoria, mas no de lo que trascienda estos limites, porque Jo contrario de cada hecho es siempre posible, no implica contradiccién. Sin embargo, nosotros damos tambien por seguros hechos o acontecimientos futuros, de los que en consecuencia no tenemos impresiones: por ejemplo, damos por cier- to que mafiana saidré el Sol; que si dentro de un rato arrojo un objeto al fuego, di- cho objeto se consumird; que si me lanzo al agua y no sé nadar, me ahogaré, ete, Se- igtin Hume, nuestras anticipaciones sobre hechos que van més allé de la evidencia de los sentides y de la memoria, tienen como fundamenio la relacién causa-efecto (por ejemplo, estoy seguro de que si arco Jo al fuego un objeto, éste se consumirs, baséndonos en los efectos que produce el fuego) Ahora bien, Hume pone justamente en entredicho que Ia conexiéa entre causa y efecto sea una conexién necesaria, En pactado que sigue, se expone la eritica de Hume a la relacién de causalidad. H1 resultado sera que todo conocimiento factual, que vaya mas allé del testimonio inmediato de os sentidos ¥ que se base, por tanto, en la inferencia causal, no es un conocimiento absolutamente cierto, sino s6lo probable. eo aventurarfa aqui una proposi- cién que considero general y sin ex- cepeidn: que no puede citarse ni un solo caso en el que el conocimiento » de la relacién que hay entre la cau- say el efecto pueda obtenerse a priori; sino que, al contrario, este 321 conocimiento se debe tinicamente a la experiencia, que nos muestra ciertos objetos en una conjuncién constante. Presentad al mejor razo- nador que hays salido de las manos Ge la naturaleza un objeto que le sea enteramente nuevo; dejadie examinar escrupulosamente sus idades sensibles; yo lo desafio, después de este examen, a que pue- da indicar una sola de sus causas, 0 vuno solo de sus efectos. Las faculta- des racionales de Adin acabado de crear, aun suponiéndolas de una en- tera perfeccién desde el principio, no lo ponian en estado de poder concluir, de la fuidez. y transparen- » cla del agua, que este elemento po- Gia ahogarle, ni de la luz y el ealar del fuego que serfa capaz de redu- cirlo a cenizas. No hay ningtin obje- to que manifieste por sus cualida: w des sensibles las causas que lo han producido, ni los efectos que produe Gird a su vez; y nuestra Farin, pric vada de la experiencia, no obtendré nunca la menor induccidn que se ss refiera a los hechos y las reali- dades... La investigacidin mds exacta, el exa- men mds profundo, na pueden ha- cernos leer un efecto en su causa © supuesta; porque el efecto es total- mente distinto de la causa y jamas podremos descubrirlo en ella. El movimiento de la segunda bola (Hu- me se refiere al ejemplo de una bola de billar que choca con otra) es un acontecimiento completamente dis- tinto del movimiento de la primera, y no se encuentra nada en el uno que pueda sugerir la idea del otro. » Una piedra, 0 una pieza de metal, se halla sostenida en el aire; quitad- Ie su soporte, caer; pero, conside- rando la cosa a pricri, gqué encon- tramos en la situacién de la piedra » gue pueda hacer la nocién de hacia abajo més que la de hacia av cualquier otra direccién? . Veo, por ejemplo, en un billar, una bola que se mueve en linea ret t@ para ir a chocar con otra que es en reposo; yo supongo, ademés, que se me ocurre accidentalmente que el efecto del contacto 0 del impulso seré un movimiento producido en la segunda bola; y pregunto si con el mismo derecho no hubiese podi- do concebir otros cien sucesos com- pletamente distintos, que hubiesen podido igualmente resultar de esta ausa, No podrian las bolas que- darse las dos en reposo absoluto?

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