En un fragmento suprimido de la Recherche, Proust expuso su propio
programa: para llevar a la luz las partes inconscientes del yo sin disecarlas en manos de la inteligencia, tena que llegar a conocerlas directamente, esto es, llegar al punto en que stas se conozcan a s mismas, llegar al punto en que una pequea parte, en ciertos momentos, se acoplen a la conciencia, volvindose reflectoras , como ha hecho nuestra carne bajo la frente, all, donde se ha vuelto ojos. Es un arte difcil: obligaba a Proust a mantener sus pensamientos en la penumbra, que era la nica que poda conservarlos frescos, misteriosos e inquietantes hasta el momento de encontrarles una forma adecuada. Se habla mucho de Freud, a propsito de Proust. Pero Freud, durante toda su vida, hizo lo opuesto, llevando brutalmente al inconsciente al pleno da y desmontando su tejido de transposiciones y sustituciones. Kafka, en cambio, tuvo la misma cautela que Proust. En sus libros, las tinieblas no pierden nada de su fuerza inquietante, de su viscosidad, de su irradiacin; el inconsciente sigue siendo inconsciente; la razn no se interpone nunca con la mediacin; y sin embargo el territorio desconocido sale a la luz y encuentra una forma.