Exponer a Unamuno resulta difcil. Su obra es poco sistemtica en la
exposicin. Su filosofa es una filosofa vitalista de lo contradictorio, irracional y vital.
1. Funcin de la filosofa.
El tema de la filosofa es el hombre. El objeto de la filosofa es el hombre.
La obra filosfica de Unamuno puede considerarse una antropologa filosfica.
El vitalismo pretende construir una filosofa propiamente vital, apegada a la
cotidianidad de la experiencia humana y que someta a una crtica radical cualquier producto terico o ideolgico que se aleje de ella o que la contradiga.
El punto de partida de Unamuno es la conciencia:
"El mundo se hace para la conciencia, para cada conciencia." (Del
sentimiento trgico de la vida.", p. 116, Obras completas, 1966, Madrid, Escelier).
El mundo es mundo para alguien, para una conciencia individual y subjetiva
y carece de sentido considerado en s mismo.
El hombre genrico no existe. Slo existe el hombre concreto de carne y
hueso. "Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el adjetivo sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-"
Este hombre concreto es el que constituye el verdadero objeto de la
filosofa. La filosofa es el acto de reflexin de la conciencia subjetiva de cada hombre. Esta reflexin est originada por un sentimiento que obliga al filsofo a reflexionar, pero el fruto de estas reflexiones sirve de punto de partida al lector, le sugiere, le impele a planteamientos semejantes. La filosofa debe ser un pensamiento concreto, una reflexin sobre el existir
Este sentimiento no es otro que el sentimiento trgico de la vida. El
sentimiento trgico de la vida es la base de todo filosofar. Es un afn, un deseo de plenitud, de romper los estrechos lmites de la existencia. Es un ansia de inmortalidad. Por otro lado es una bsqueda de fama y prestigio. Es un instinto de perpetuacin.
"si la conciencia no es nada ms que un relmpago entre dos
eternidades de tinieblas, entonces nada hay ms execrable que la existencia." (Ibdem, p. 117)