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Recorriendo San José: Trayecto para una caracterización de los

habitantes de calle.
Elaborado por: Priscilla Alvarado, Natalia Duarte

Introducción

El sábado 10 de abril del 2010, a las 8 de la mañana salió un grupo de 20 estudiantes


de antropología en un bus de la Universidad de Costa Rica rumbo al centro de San José.
Nuestro objetivo como grupo era levantar una base de datos para que, a partir de una
observación sistematizada, se pudiera contabilizar y cualificar a las personas que viéramos
en condición de calle a lo largo de una ruta trazada por San José. Parte de la observación se
realizó desde el bus, pero en algunos lugares hicimos recorridos a pie, y pudimos tener
contacto directo con el ambiente de la ciudad por donde se mueve la población de nuestro
interés.
El objetivo de este ensayo hacer una reflexión a partir de la experiencia de este
ejercicio de observación en la ciudad de San José, en torno a dos temáticas: el cómo se
detectan a las personas en condición de calle, y la relación entre los distintos espacios en
San José y de qué manera son utilizados por los habitantes de la calle.
Para esto se hará una breve descripción de la ruta, ilustrándola con fotografías
tomadas por nosotras ese día y luego se profundizará en el tema de los espacios de
dormitorios de los habitantes de la calle que tuvimos la oportunidad de observar.

Cómo detectar a las personas en estado de calle

Antes de hacer la ruta, elaboramos un instrumento para sistematizar nuestra


observación. Este ejercicio nos hizo pensar desde dónde es que detectamos a simple vista a
una persona que vive en la calle. No es una habilidad que tenemos en tanto estudiantes de
antropología, sino que es una habilidad que tenemos en tanto habitantes de la ciudad.
Porque aunque la gente prefiera hacer como si el “indigente” al que le pasan a la par no
existiera, la gente en la ciudad sabe reconocerlos. ¿Y cómo se hace? Se parte del aspecto de
la ropa que andan puesta: con manchas de tierra y suciedad, rota, con prendas faltantes (por
ejemplo, sin zapatos), ropa muy grande o muy pequeña para el tamaño de su cuerpo.
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También de las actividades que realizan en la calle; cómo utilizan el espacio público, cómo
se mueven en él. En muchos casos utilizan espacios de tránsito como lo es una acera, para
pasar el día sentados o para dormir.

Otro elemento que es observable es el tipo de relación que las otras personas que
transitan en la ciudad establecen con los “habitantes de la calle”: la indiferencia y rechazo
hacia ellos manifestado gestualmente y la distancia espacial que se intenta mantener (cruzar
la calle, mirar hacia otro lado). Estas observaciones se pueden hacer desde el “sentido
común” con que detectamos y categorizamos a esta población en la vida cotidiana, pero si
se quiere hacer una mirada antropológica, se debe partir de al menos una sistematización y
una desnaturalización de las dinámicas que se establecerían normalmente con esta
población, que conforman un “otro cultural”. Por tanto una aproximación antropológica con
la población implica desmantelarnos de nuestros prejuicios y temores para conocer a ese
otro cultural de una manera más humana y menos estigmatizada; sin dejar por fuera
aspectos metodológicos como la creación y el seguimiento de instrumentos para la
observación.

El trayecto.

Salimos de San Pedro, hacia San José. La primera parada la hicimos por el Parque
Nacional, y fuimos hacia el Hospital Calderón Guardia, rodeando la cuadra. Nos dirigimos
hacia el Parque España, y con un pequeño grupo de compañeros caminamos por Barrio
Amón, y pasamos por detrás del Parque Simón Bolívar. De ahí, nos trasladamos hacia el
Parque Morazán donde nos recogió el bus. En todo este recorrido, no vimos ninguna
persona con apariencia de ser un “habitante de la calle”. Lo que sí pudimos observar fueron
“dormitorios” y viviendas hechas de cartón, con cobijas y ropa sobre o cerca de ellos; ropa
apuñada en las aceras y restos de fogatas en la calle, que probablemente fueron dejadas por
estas personas.

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Imagen 1. “Dormitorio” frente a Estación del Atlántico, sobre el Paseo de las Damas

Imagen 2. Restos de fogata y ropa por el puente sobre Avenida 7, por el Hospital Calderón Guardia.

Estas dos imágenes son retratos de espacios urbanos que son habitados por personas
en condición de calle; ambas sobre la zona central de San José, permiten observar el modus
vivendi de estas personas; el cual es carente de pertenencias materiales y en condiciones de
evidente riesgo social. La ubicación de estos “dormitorios” es significativa en cuanto al
impacto que generan en la población que transita por la zona, generando desagrados,
angustias y alimentando estigmas. Y por otro lado permiten reflexionar acerca de las
oportunidades y modelos que esta sociedad actual nos brinda.

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El bus continuó en dirección hacia el Este sobre la Avenida 7, donde de nuevo
descendimos y vimos un muchacho con ropa en buen estado y de apariencia aseada, que
acababa de llegar y dormirse sobre un cartón. Quince minutos antes habíamos pasado y no
estaba.

Seguidamente junto con los mismos compañeros, subimos sobre la línea del tren
que pasa por el puente 100 metros al Oeste de la entrada de Emergencias del Hospital
Calderón Guardia. Ahí encontramos un gran espacio de uso de “personas de la calle”. Por
el lado detrás de la Biblioteca Nacional olía a orines y heces, y había mucha basura, ropa,
restos de fogatas, cartones extendidos, paredes con grafittis1, y una gran cantidad de
jeringas y agujas entre la tierra, probablemente utilizadas por estas personas para el
consumo de drogas2. Cruzamos el puente que atraviesa la Avenida 7 y también
encontramos basura y ropa tirada, y un “rancho” o dormitorio tapado. Adentro había una
botella de orines, unas cobijas, una almohada y un envase de tetrabrik de jugo de naranja.
Después de esto, salimos hacia la Casa Amarilla, y nos recogió el bus por el Centro de
Cine.

Imagen 3. Sobre línea del tren. Puente por Hospital Calderón Guardia.

1
Los cuales podrían no tener relación con esta población. Se mencionan porque formaban parte del escenario
que nos encontramos.
2
La relación entre el estado de calle y la drogadicción es bastante frecuente para el caso de Costa Rica. Las
trabajadoras sociales Ivonne Astúa y Priscilla Solano tratan el tema en su tesis de Licenciatura: Acciones
conjuntas, beneficios múltiples: una experiencia con población en condición de indigencia y adicción.
Universidad de Costa Rica, 2000.

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Imagen 4. Jeringa sobre el suelo. Sobre línea del tren. Puente por Hospital Calderón Guardia.

De ahí nos dirigimos hacia el oeste, hacia el Museo de los Niños, atravesando la
“zona roja” de San José. En este trayecto sí fue evidente el contraste con los lugares
previamente visitados en cuanto a densidad de población en situación de calle. Empezamos
a ver pasar hombres cargando bolsas de basura, o dormidos sobre cajas de cartón. Llevaban
puesta ropa grande y manchada de suciedad, con la piel quemada por el sol. Al llegar al
Museo de los Niños nos bajamos del bus. Era como las diez de la mañana. Sobre la
Avenida había un centro de reciclaje: “Centro de Servicio Paso de la Vaca”, donde vimos
entrar un hombre, el mismo que habíamos visto antes en nuestro trayecto cargando una
bolsa negra de basura y acompañado por un perro. Entró al centro de reciclaje mientras su
perro lo esperó en la puerta. Al salir intentamos interpelarlo, pero no quiso hablar. El
hombre siguió su camino y el perro se fue con él. También intentamos hablar con una
mujer que venía caminando sobre la acera en dirección a Barrio México. Al ver que
teníamos intenciones de interceptarla cruzó la calle.

Como a las diez y treinta de la mañana empezaron a salir personas del lote baldío
que se encuentra en las faldas del río Torres cerca del Museo de los niños. Una mujer
apareció, pero no quiso hablar, dijo no tener tiempo y se fue. Era muy delgada, de postura
ligeramente jorobada, de unos treinta años de edad, andaba la piel y ropa llena de tierra y
tenía unos raspones en la nariz y pómulos.

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Imagen 10. Lote baldío en las faldas del Río Torres. Por Museo de los Niños.

Salió un muchacho de aproximadamente treinta años de edad, junto con tres perros
vestidos. Este hombre es conocido porque entrena a sus perros, les enseña trucos, y ha
salido en algunos medios de comunicación en nuestro país. Aproximadamente un mes
después de realizar este trayecto, este hombre salió en un reportaje en el noticiero de canal
11, en el cual decían que tiene VIH, y le donaban una silla de ruedas.

Del aspecto mencionado anteriormente podemos destacar dos factores: por un lado
como los medios de comunicación utilizan la imagen de las personas en condiciones de
riesgo social, como lo son las personas que viven en la calle; brindando una ayuda
asistencialista. Y por otro, el tipo de relaciones que se establecen en la vivencia de la calle,
este hombre por ejemplo cuida a sus perros como si fuesen compañeros de vida y su caso
no es el único, durante el recorrido tuvimos la oportunidad de ver a otras personas en
condición de calle acompañadas por sus compañeros canes. Si tratásemos de darle una
explicación a este fenómeno, pues siempre se ha dicho que “el perro es el mejor amigo del
hombre”, y ante las condiciones de marginación y exclusión en las que viven estas
personas, no es de extrañarse que se relacionen con animales fieles que no emiten juicios de
valor para con ellos.

Fue a la esquina a hablar con otros dos hombres, en lo que parecía ser una pequeña
casa de habitación. Hablamos brevemente, y accedió a que fotografiáramos a sus tres
perros.
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Imagen 5. Perros vestidos. Lote baldío en las faldas del Río Torres. Por Museo de los Niños.

Después de esto cruzamos la calle, y fuimos a tomar fotografías en otro lote baldío a
la par del Club Mónaco en donde hay un “botadero” de basura, lugar que seguro también
frecuentan personas que viven en la calle puesto que encontramos restos de fogatas y olía a
orines y heces humanos. Ahí había un hombre buscando entre la basura y empezamos a
hablar con él, pensando que vivía en la calle. Nos contó que se dedicaba a recolectar
galones de plástico y otros materiales como botellas, las lavaba y las vendía a empresas de
thinner, entre otros negocios. Además nos dijo que entre la basura no sólo buscaba material
para reciclar o reutilizar, sino que también llevaba unos zapatos que se había encontrado.
Nos explicó que era empresario, que estaba inscrito en el Ministerio de Hacienda, y que
tenía una casa en Barrio Escalante, en donde vivía. Nos contó que en el patio había
construido una bodega especialmente para guardar las botellas. Esto nos sorprendió
enormemente, puesto que a partir de su apariencia pensábamos que vivía en la calle.

La equivocación que cometimos con el hombre que buscaba entre la basura por el
Club Mónaco nos hizo toparnos con lo que ya sospechábamos: no es tan fácil determinar “a
ojo” (por la apariencia física o actividades que realiza) quién vive en la calle. Ya la
trabajadora social Carolina Madrigal, quien cuenta con amplia experiencia de trabajo con
esta población nos había hecho esta advertencia. Esto tiene dos implicaciones para este
trabajo: que lo que caracteriza a la población en condición de calle no necesariamente es
observable de primera entrada, y que por tanto es una población muy difícil de cuantificar.

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Ambas conclusiones coinciden con lo que nos mencionó Carolina Madrigal, y con lo que se
expresa en otros trabajos de caracterización de esta población en otros países.

A partir de esta misma experiencia también se puede hacer un cuestionamiento


sobre lo que realmente significa ser un “habitante de la calle”. Por ejemplo un caso como la
persona que confundimos en el lote baldío que aunque tiene casa, participa de las dinámicas
de la calle, y comparte ciertos espacios y actividades con quienes habitan en la calle. Lo
mismo puede decirse de quienes durante el día piden dinero a otros transeúntes en las
aceras o los semáforos, o reciclan para obtener dinero y no necesariamente viven en la
calle; o de quienes pasan el día en la calle, y en la noche alquilan un cuarto para dormir.

La callejización constituye un proceso en el cual, el espacio de la calle se convierte


en el escenario en el que algunas personas establecen y desarrollan sus relaciones sociales,
en el que trabajan y viven de una manera particular y diferenciada de otras formas de vida.
De igual modo, existe una relación entre este proceso, y la participación en actividades
económicas del sector informal, como las ventas ambulantes, el reciclaje, incluso la
mendicidad. Esto no quiere decir que todos los que realizan estas actividades vivan en la
calle y duerman sobre cartones, pero sí se encuentran dentro de las dinámicas de calle.
Considerar estos matices cualitativos que abarca el “estado de calle” es una cuestión cuya
discusión y desarrollo es fundamental para esta investigación.

Después de hablar con ese hombre por el Club Mónaco, volvimos al parqueo del
Museo de los niños donde nos esperaba la buseta. Desde ahí también vimos hombres
sacando materiales de basura del río, y por el parqueo se veían desechos y ropa, y
muchachos durmiendo contra las paredes.

Por último, nos subimos al bus y nos dirigimos a Barrio México. Allí también
encontramos varias zonas de dormitorio y residencia, como el monumento José María
Morelos, frente a la parada de buses de Tilarán y Monteverde. De ahí nos movimos a las
cercanías de las paradas de la Coca Cola. Allí hicimos observación desde adentro del bus.
Para terminar, recorrimos por la Clínica Bíblica, luego Plaza Víquez, y regresamos a San
Pedro por una de las avenidas aledañas al Paseo Colón.

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Espacios de uso para los habitantes de calle.

En este apartado, se quieren recoger en detalle las impresiones de los espacios


físicos que encontramos que ocupan los habitantes de la calle en la ciudad. Para esto se
apelará al recurso de fotografías tomadas por nosotras en ese día, las que recuperan los
escenarios sobre los que nos queremos referir.

En primer lugar, logramos detectar dos tipos de espacio diferenciado: lugares para
dormir, realizar fogatas y consumo de drogas, en los que cuando pasamos se encontraban
vacíos, como los dormitorios y restos de fogatas encontrados por Barrio Amón, por la línea
del tren que atraviesa la avenida 7 por el Hospital Calderón Guardia, en los alrededores del
Río Torres por el Museo de los Niños. Estos espacios coinciden con terrenos baldíos y
lugares en estado de abandono en la ciudad, que son apropiados por los habitantes de la
calle como espacios de uso.

Imagen 6. “Dormitorio” detrás del Simón Bolívar

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Imagen 7. Dormitorio por fuera. Sobre línea del tren. Puente por Hospital Calderón Guardia

Imagen 8. Dormitorio por dentro. Sobre línea del tren. Puente por Hospital Calderón Guardia.

También están los espacios de trabajo, como el centro de reciclaje por el Paso de La
Vaca, las bolsas de basura colocadas por negocios o familias sobre las aceras por la ciudad,
botaderos improvisados en lotes baldíos o en las faldas de los ríos, en donde muchas
personas se meten a buscar materiales para reciclar. Es en un espacio de este tipo en donde
confundimos al reciclador que conocimos con alguien un habitante de la calle.

Esta primera aproximación como antropólogas con los espacios urbanos habitados
por personas en condición de calle, permitió ampliar nuestra visión en lo que respecta a la
temática que trabajaremos durante el semestre. Sin duda alguna este tipo de aproximaciones
permiten la sensibilización de quien le es ajena esta situación y la agudización de los
sentidos “antropológicos” y la práctica profesional.

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