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EL EPISODIO DEL CIGARRILLO, MADRID-BARCELONA Y EL SOFÁ 2

Fumar es un placer, genial, sensual…

¡Qué de recuerdos! ¿Por qué asocio a Eustaquio con ese tango? ¿A él con
la Saritísima1?
¡Ah, ya me acuerdo! Había ido a Madrid para hacer las pruebas como
azafata de Iberia y mi hermanastra Blinia me lo presentó. Estaba casado
con la hermana de la esposa de mi hermano. Hermanastro él también.
Hmmmm. ¿Ha quedado claro?
Es igual, sigo. Eran varios días de prueba y me alojaba en el
apartamento de Blinia. Una monada en el centro de Madrid. Más o
menos. Nuevos Ministerios no quedaba lejos.
El caso es que Eustaquio, que también era de Barcelona, se erigió en mi
guía en la que era mi primera visita a los madriles. ¿A dónde fuimos? Al
zoo seguro. Nos hicieron una foto en la que estábamos la mar de monos
ambos dentro de las fauces de un tigre de cartón. Y otro día Blinia
consiguió que un antiguo amante suyo al que había hecho encarcelar
muchos años antes, cuando yo apenas había echado a andar, nos
invitara a una cena en uno de los mejores restaurantes en las afueras de
Madrid. Ni idea de donde era, lo siento. Tampoco me acuerdo de la
comida; no creo que me impresionara mucho.

El caso es que íbamos en el coche con Eustaquio y yo le


encendí un cigarrillo. No le di mayor importancia pero se montó el
jolgorio entre el resto de ocupantes del coche. Madrid la nuit.
*****
Eso tuvo consecuencias a largo plazo. De vuelta a Barcelona –otro día
explico en qué acabó el episodio de Iberia pero resulta evidente que no
llegué a azafata- nos vimos en algunas ocasiones.
Yo ya andaba buscando piso porque Marga, otra hermanastra y de hecho
la única que siempre he tenido como hermana de verdad porque me crié
con ella, estaba dejando muy claro las ganas que tenía de que yo
1
Saritísima. Nombre por el que es conocida la actriz y cantante Sara Montiel.
EL EPISODIO DEL CIGARRILLO, MADRID-BARCELONA Y EL SOFÁ 3

ahuecara el ala y le dejara el piso a ella y a su familia.


Se me ocurrió preguntarle a Eustaquio si me podía aconsejar. Él tenía
un apartamento cerca del hospital de Sant Pau (el nombre completo no
lo doy que es muy largo) y la zona me gustaba. Céntrica, bien
comunicada, con toda clase de servicios, vida de barrio como en mi
Sants. Hubiera estado bien mudarme allí.
Eustaquio se prestó a mostrarme su apartamento y yo, como soy muy
literal, acepté la invitación.
*****
¿Por qué los hombres no hablan de sexo cuando quieren sexo?
Entré en un antro oscuro, con lámparas de sobremesa con bombillas que
no debían de superar los 25 voltios y pantallas de tela muuuuy tupidas.
Rojas, creo. O quizás no y mi inconsciente realiza una síntesis entre lo
sucedido y los tópicos más manidos.
Lo que es seguro es que me puso un disco de vinilo de jazz del año de la
catapún y me sirvió una copa de un licor dulzón y añejo la mar de raro
antes de invitarme al sofá.
A esas alturas me había dado cuenta de que no me iba a mostrar lo que
podría ser mi futuro hogar y antes de que comenzara con aquello de
“¿No es verdad, ángel de amor…?”, la escena del sofá de Don Juan
Tenorio2, me levanté y me escabullí como pude. Toda azorada y
también perpleja. ¿De verdad creyó Eustaquio en algún momento que
actuar como un Dean Martin cualquiera, un seductor de jóvenes
virginales de comedia americana, le podía funcionar? Supongo, claro,
pero no conmigo que huí como un conejo asustado para no volver más.
Resultó todo demasiado añejo.
Después de ese incidente al único que le volví a encender un cigarrillo
fue a Manolo. La escena de seducción con el Manolo para otro rato.

Los hechos relatados en esta historia son totalmente verídicos. Sólo han
sido cambiados los nombres de los distintos implicados para preservar su
anonimato ¿¡?

2
Famosa obra de Zorrilla, “Don Juan Tenorio”, basada en historias anteriores como “El burlador de
Sevilla” de Tirso de Molina.

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