Está en la página 1de 10
> : wl lt fe PT P21 Gd Cocina ,filela. Con {."10 pelabrwa "pie Me Tomds y Tio clave em| eka de pro ferio nea Magistrado de la Audiencia Provincial de Valencia, Navawe | ed. evbo divino, 2000- ha sido decano de los jueces de Valencia en reitera- das ocasiones: Especializado en organizacién, ges~ . tién y marketing piblico. Director de la Oficina Presentacién Judicial y de atencién al pilblico por encargo del C.G.PJ. Autor del disefio de un servicio integral de Informacién y Reclamaciones en cl Tribunal ‘Supremo (Proyecto Teresa). Presidente de la Fun- . sae bor la justia Contatado por la Unién El sentido de las - Europes para el estudio programa de apoyo.a [2 : ‘forma y modernizacién del Estado en ls Rept p rofesiones ‘ca Dominicana. Director de la Escuela de Practica —Joridier det lasere Colegio-de Abogados de-Valen———— Gia. Coorinador y profit de los cans sore Gestién del Proceso organizados por el C.G.PJ. en . fl marco de los plnee eritrises de formacién 1. Proffsiones: un valor en alza ‘continuada para jueces y magistrados. Antf la pregunta “squé es una profesién?”, cualquidr ciudadano cortiente contestarfa como Jo hizo Max Weber hace ya un siglo: “Es la acti- vidad edpecializada y permanente de un hombre que, nofmalmente, constituye para él una fuente de ingrsos y, por tanto, un fundamento econd- mico sdguro de su existencia". Sustituyendo el témind “hombre” por “persona” o “ser huma- no”, datio que a lo largo de este siglo las mujeres, se han ilo incorporando a la vida profesional, la caractejzacién de Weber seguitia valiendo: la profesidn es la actividad especializada de una per- sona, cha la que se gana habicualmente su sus- tenro, da un mundo en el qué la fuente principal de ingrfsos de buena parte de la poblacién es el trabajo Sin} embargo, si lo piensa con cierta deten- cién, ef ciudadano corriente se percatard de que la profdsién no es sédlo eso, de que no es sélo un inserurlento individual pata conseguir el dinero con el Aue mantenerse, sino bastante ms. Mf Webco, La dice protetantey el epiitu del capitax Jim, Pingu, Barcelona 1969, p. 82, nota | En principio, porque la actividad profesional misma cobra su sentido de perseguir unas deter minadas metas, desde la salud del paciente a la informacién de los ciudadanos, o desde la éptima gestién de los recursos al progreso del conoci- miento. La actividad profesional no es sélo un medio para conseguir una meta que esté situada fuera de ella (el ingreso), sino una actividad que tiene el fin en si misma, Por decitlo con Aristée- Jes, no es pofesis, accién mediante la cual se obtie- ne un objeto situado fuera de-ella, sino praxis, accién que se realiza por sf misma; no es praxis atelés, sin fin interno, sino praxis teleta, que con- tiene en s{ misma el fin, Evidentemente, quien ¢jerce una profesién puede buscar con ella dinicamente lograr el sus- fento, y, en tal caso, ése serd su mévil subjetivo, pero conviene recordar que ésa no es la meta de la profesién misma, no es el fin que le da sentido y legitimidad social. Por eso, quien ingresa en la profesién debe intentar alcanzat la meta que le da sentido, y la sociedad puede reclamarle explicita- mente en cualquier momento que lo haga. En segisido lugar, la profesi6n no €s s6lo una actividad individual, sino ejercida por un conjun- 10 de personas, de “colegas" en el sentido amplio del cétmino (perteneciences al mismo collegium, ‘ms 0 menos institucionalizado), que, con mayor © menor conciencia de ello, forman una cierta comunidad, porque deben perseguir las mismas metas, utilizan la misma jerga, se sirven de unos métodos comunes y asumen ef érhos, el cardcter de la profesién. Las personas tienen un cardcrer, pero cambién lo tienen las profesiones, y el con- junto de profesionales encarna de alguna forma el éthos de la profesién, *A. Cortina, Ciudadanos del mundo, Alianza, Madrid 1997, cap. 5; Hasta un pueblo de demonies, Taurus, Madrid, cap. X 5 Precision 5 , Por otra parte, y en tercer lugar, el ingreso-ei. ” una actividad y en una comunidad profesional * determinadas dota al profesional de una peculiar identidad y genera en él un peculiar sentido de Pertenencia. Junto a las idencidades que cobra por Pertenecer 2 una familia, un pais o una comunidad creyente, el profesional se sabe tambicn juez, inge- niero 0 sacerdote, perteneciénte por ello al grupo de quienes comparten con él esa identidad. Por eso, la profesién’es social y moralmente mucho més que un medio individual de procu- rarse el sustento. Podriamos caracterizarla como sina actividad social cooperativa, cuya meta interna consiste en proporcionar a la sociedad un bien espe- cffico e indispensable para su supervivencia como sociedad humana, para lo cual se precisa el concur- 40 de la comunidad de profesionales que como tales se identifican ante la sociedad. La imporrancia social y moral de las profe- siones reside, pues, en primer lugar, en el bien expectfico que cada una de ellas proporciona a la sociedad; pero no sélo en eso, sino también en su capacidad para crear identidad y comunidad, aun- que sea muy amplia y difusa, en tiempos de indi- vidualismo anémico, en su capacidad para gene- rar y fortalecer redes sociales y pata potenciat las virtudes, la excelencia necesatia para alcanzar la meta, frente ala mediocridad que respiran el burocratismo y la pura legalidad. Una sociedad que no desee tener por referen- tes tinicamente dos lados, el mercado y el Estado, necesita porenciar las asociaciones intermedias de todo tipo capaces de generar sustancia moral, y, entre ella, las asociaciones profesionales. Porque es en las distintas esferas sociales donde deben, encarnarse las aspiraciones morales de una socié- dad, y las profesiones consticuyen parte impor- tante de esas esferas de la vida social. Estas son algunas de las razones de peso por las que distintos grupos,invitan hoy a revitalizar ———————_"”_ aK AGI Adele Corina el mundo de las profesiones, responsables a fin de cuentas de buena parte de la actividad social. tra razén seria el descontento de algunos profe- sionales con el modo deshonesto como algunos de sus colegas ejercen la profesién, que les lleva a proponer desde distintasinstancias la elaboracién de eédigos éticos de la profesién y la creacién de ‘comités de seguimiento para controlar el cumpli- miento de esos cédigos. ¥ como veremos en las péginas que siguen, es cierto que tales cédigos han proliferado, como también los comités. ‘Sin embargo, @ meni de un ebdigo no viene sélo del afin de reconocer fen vor alta las buenas o fas malas précticas de la profesién, sino de un motivo cambién moral, unque de distinto signo: de la aspiracién al reco- ocimiento social, del afin por parte de quienes trabajan en tareas todavia difusas de lograr una delimitacién de esas tareas y un reconocimiento Social de que es a cllos 2 quienes compete llevar- las a cabo. Es, como deciamos antes, el deseo de identidad profesional, que supone sin duda un mayor prestigio social y, en ocasiones, un ascenso econémico. Razones como éstas han puesto sobre el tape- te desde hace algunos afios la necesidad de revi- talizar las actividades profesionales, de “elevar su moral” en las distintas acepciones a las que hemos aludido, Justamente esto ocurre cuando se diluye la separacién entre “profesiones” tradicio- rales y “oficios”, pero no porque la tendencia consista en convertir todo en oficios, sino, por el contratio, porque el deseo mas extendido es el de clevar la propia actividad a la categoria de “profe- En este ro revuelro conviene ir aclarando ciertos puntos y, como ejemplo, este volumen presenta las peculiaridades de diez tipos de acti- vidades que se consideran profesiones, aunque hayan accedido al rango de profesién en tiempos ido él deseo de dotarse Presentacin 17 muy divitsos y aunque cumplan de forma muy distinta ps “tequisitos” que parecen exigise para convertid una actividad social en profesién. En efte primer articulo del volumen nos pro- ponemo} tinicamente mostrar los rasgos comu- nes a las{distintas profesiones, mostrar los rasgos del éthos|profesional y, sobre todo, aclarar cual es su sentido y e6mo deberfan enfocarse para gene- rar progfeso —y no regreso~ moral, cémo podria “explotafse” el potencial de las actividades profe- sionales para avanzar éticamente, en vez de retro- ceder-Chn-este-fin-imporca-contemplar,-siquiera— sea brevemente, la historia del é1hos profesional. 2. EL corti 1s profesional: ética de la vida te Las primeras profesiones de las que tenemos noticia fon esencialmente tres: sacerdote, médi- co, jurifra. Cada una de ellas proporciona a la humaniflad un bien indispensable para fa vida personal y social: el cuidado del alma, el cuidado del cuetpo y el de la relacién sociaP. Por eso, quienes ejercen estas profesiones no sélo tienen que seghiir un peculiar aprendizaje en cada caso para ingresar en la profésién, sino que deben pro- unciaf un juramento por el que se comprome- ten a obedecer sus reglas y a intentar proporcio- nar el blen correspondiente, més alld de su interés egoista|Con ello, se incorporan al grupo de quie- nes a sit vez pronunciaron él juramento, pasaron un perfodo de aprendizaje y se comprometieron con las|mismas metas. El grupo de profesionales aparecd entonces como un grupo privilegiado, “Separafio” del resto de la sociedad a la que sicve, precisafnente por la grandeza del bien que pro- porciona 1D] Gracia, Fundamentos de biodtica; Eudema, Madrid 1988, pp. 50s. Sin embargo, la idea de profesién tal como hoy Ia conocemos nace en el mundo moderno y especialmente con la Reforma protestante. Como nos recuerda Max Weber, los términos Beruf y calling, que traducimos como “profesién”, nacen ~con-Ias -traducciones protestantes de la Biblia, Pero no tanto del espiitu del texto original com® del espiritu del, traductor, La ‘profesign ee la misién impuesta por Dios a cada uno de los hombres, la tarea que les encomienda en el mundo; por eso deben ejercerla, no. por interés «golsta, sino por mandato divino, y estin obliga. dos a ser excelentes en su ejercicio. La idea de que el profesional no se sirve a s{ mismo, sino a una tarea que le trasciende, y que debe ejercerla de forma excelente, permanece, pues, en el mundo moderno. Sin embargo, la modernidad trae impostan- tes cambios. Frente al mundo medieval, que admira las grandes hazafias del caballero andante © del monje que abandona el mundo y se dedica 2 la vida contemplativa, calvinismo y luteranismo traen de Ja mano lo que Charles Taylor ha llama, do “la afirmacién de la vida cortiente”’. Dios no quiere grandes. hazafas ni el desprecio del mundo, no le interesa siquiera la distincién evan- zélica, destacada por el mundo catélico, entre 'precepros’ que todo hombre debe obedecer para ‘alvarse y “consejos”, asequibles sélo a los mas verfectos. Es en la actividad profesional —dird el alvinismo- donde cada hombre averiguard si ‘std salvado 0 conidenado, es en el éxito o fracaso 1 Ia actividad profesional. Por eso cada hombre tentard trabajar con ahineo en aquella tarea sara la que ha sido llamado, en aquélla para la ue tiene vocacién. Y no habré-actividades més ignas o més indignas a los ojos de Dios, sino uc los elegidos serdn los que mejor las realicen, ‘Charles Taylor, Las fientes del o, aidés, Barcelona, ».227-249, ae 7 Presemtaciin 119 sean cuales fueren, se trate con ellas de propor: . cionar bienes “inmateriales” (salud, ensefianza) 0 ‘materiales (produccién de riqueaa a través de la empresa). Ciettamente, la idea de un grupo de “selec- tos", de “clegidos’, pervive en el mundo moder- no, pero los “elegidos” no son los profesionales en su conjunto, sino aquellas personas elegidas por Dios para salvarse, los “santos”, que descubrirén su santidad precisamente en el éxito alcanzado en su trabajo profesional. La nueva aristocracia no es Ja de los monjes, sicuados fuera del mundo, tam- poco la de los profesionales en su conjunto, sino fa de Jos santos en el mundo, en su trabajo coti- diano, predestinados por Dios desde la eternidad, Ja de los elegidos frente al resto de los mortales En esta aristocracia se incluye, obviamente, la profesién empresarial, porque el empresario ascé- tico crea riqueza para la comunidad, produce uti- lidad. ¥ éste es uno de los eslabones entre la ética protestante y el espititu del capitalismo: no es perverso ganar dinero, lo perverso es trabajar tini- camente para ganarlo y emplearlo en bienes sun- tuarios, superfluos, olvidando el bien y la utilidad de la comunidad’. El buen profesional: trabaja, mds que para sf mismo, para la comunidad. Sin embargo, con el tiempo la vida empresarial no se considerard como vida profesional, entre otras razones porque los empresarios no se organizan formando colegios con una meta comtin, En efecto, uno de los requisitos tradicionales para considerar profesional una actividad consiste {en que quienes la ejercen se colegien, se corporen. Por eso, en nuestros dias, como veremos en las paginas que siguen, economistas y periodistas for-, man colegios, aun cuando deben tener un sentido muy diferente a los colegios de las profesiones tra- *M, Weber, La érica protestant y el expirite del eapita- fiomo, parce 14, Ti. x —-———_- Rn ee—e +201 Adela Cortina dicionales, de médicos 0 juristas. Sin embargo, jus- tamente el cardcter corporativo de las profesiones ha sido uno de los elementos por los que las as0- ciaciones profesionales han suscitado mayores recelos, de ah{ que convenga enfocarlo adecuada- mente para lograr que sea fuente de progreso ‘moral en vez de tener cardcter regresivo. La idea de profesién se seculariza y queda la nocién de que el profesional realiza una misién en el mundo, aunque ya no divina, junto con los demés profesionales que persiguen una misma meta, Los profesionales forman corporaciones; collegia, y en esta naturaleza corporativa de las profesiones se encuentra el germen de algunos de fos grandes servicios que pueden prestar 2 la sociedad, pero también de esa solidatidad grupal ala que se ha denominado “corporativismo”. 3, El cardcter ambiguo de las corporaciones profesionales ‘A fines del siglo XIX y principios del XX pro- nuncia Emile Durkheim tres conferencias bajo el rétulo “ética profesional” que, al menos en parte, siguen teniendo plena vigencia‘. Sefialz Durkheim en. ellas que s6lo puede logratse un estado de orden y de paz entre los hombres acometiendo una auténtica tarea moral. Esa tarea tiene sobre todo dos dimensiones, la civica y la profesional, yen ello podemos estar de acuerdo. Sin embargo, la forma de interpretar la moral clvica es sumamente discutible, porque Durkheim Ja ligt completamente al Estado y entiende que componen la moral civica el con- junto de los deberes de lealtad y servicio al Esta~ ©E, Durkheim, Profesional hier and Civie Morals Routledge & Kegan Paul Led., London 1957, caps. 1, ly IIL Las tes conferencias fueron publicadas por ver primera ena Revue de Métaphysique et de Morale en 1937. i SE — | | Presentacin | 2 do que tiene que cumplir todo ciudadano. A mi juicio, ebea ética estatalista no es fa moral civica, que en las sociedades pluralistas consiste més bien en HI conjunto de valores compartido por los distintol grupos, que les permiten construir su vida jurftos. La moral civica serfa una ética de minimof compartidos por las diversas éticas de méximab, no un conjunto de deberes relaciona- dos conlel Estado” Sin fmbargo, en lo que si se puede estar de acuerdo|con Durkheim es en su afirmacién de_ que la Yida moral no puede estar centralizada, sino qud existen diversas formas de moral, segin Jas distigcas vocaciones (callings), diversas formas de éticd profesional. Ninguna actividad social puede hhcerse sin disciplina moral, y es necesario precisar| reglas en cada una de las profesiones para alchnzar las metas correspondientes a cada una de kllas, pero ningiin poder central puede precisar|estas reglas. El Estado debe promulgar las leyed “juridicas", pero son los propios profe- sionales|quienes deben disefiar las reglas morales de la pipfesién. Someterse a ellas ser4 la mejor forma de evitar actuar por interés egoista y de mantentr la comunidad, colaborando en la tarea moral dk crear un estado de orden y paz. Delia proptesta durkheimiana podemos extraer for el momento al menos tres sugerencias sumamdnte positivas. En primer lugar, los distin- tos Amlfitos sociales muestran unas peculiarida- des quekxigen a quienes ofician en ellos tratar de extraer fudles son las reglas morales mds adecua- das par} alcanzar las metas. En segundo lugar, esto debe hacerse para “elevar la moral” de la sociedad en su conjunto. Y, por ultimo, engarzar a las perkonas en los gcupos profesionales tiene la 1 AlCortina, Hasta wn pueblo de demonios, Taurus, Madrid 4998, cap. VIl; Gixdedanas como protagonistas, Galaxia Gueenberg/Circulo de Lectores, Barcelona 1999. Vents de ayudares 2 superar el egofsmo, al que conduce inevitablemente un individvalisers insolidario. Los estudios de Durkheim sobre Ip anomia en las sociedades avanzadas, la no ideat, Ficacién de los individuos con las leyes, le lem a buscar en las corporaciones profesionales une ~fuente de Solidaridad y moralided Sin embargo, las corporaciones profesionales flsplertan profundos recelos y conviene indagar la causa, Podria parecer, en principio, que el ok gen religioso de las profesiones las rodea de un halo sagrado que hace jusidicamente intocables 5 guienes se integran en ells. Pero una inteapreta. cid semejante resulea poco convincente cuando ‘os percatamos de que la Reforma supuso la afi. macién de la vida corriente, el reconocimiento de que Jos profesionales son trabajadores de la vida cotidiana. Unicamence son aristécratas,elegidos, aquellos de entre ellos a los que Dios ha destin, do al éxito, pero son santos por Ia elecciin de Dios, no por ser profesionales Lo que sucede més bien es que las corpora: siones profesionales tienen su origen en los valle. sia romanos, presididos cada uno de ellos por ana deidad, y en los gremios medievales, cada ano de los cuales establecia-las reglas internas del stemio y se encomendaba especialmente a un vatr6n. El gremio venia constituido no sélo por uuantos ¢jercian un oficio e ingresaban en él, sino ambién por el conjunto de deberes que debjan umplir los miembros del gremio y por los privi- *gios de los que disfrutaban ante ia sociedat!. En Edad Media se produce esa “construccidn gre- tial de la realidad”, que no ha sido superada en na gran cantidad de casos con el Estado de dere- 20 Y que consiste en que quienes ingresan en el emio deben cumplir deberes mascados por el epio gremio y disfrutar de ciertos privilegios te la sociedad, Sélo que lo que en una sociedad estamental T Praenacibn 1B tenia pleno sentido es una témora en el Estadode derecho, que pretende afirmar Ja igualdad de todos ante la ley. Las corporaciones, y no sdlo las profesionales, hacen gala las més de las veces de una solidaridad grupal, de una defensa de los pri. vilegios del grupo frente a la sociedad, que carcce de justificacién en sociedades de ética postcon vencional, en las que s6lo el servicio a la solida, dad universalista es justificacién suficiente: Por otra parte, en pafses como Francia las corpora. ciones se ligan al ancien régime y despiertan en el pueblo toda suerte de recelos. Sin embargo, como casi'todas las entidades sociales, las corporaciones profesionales pueden tener un sentido moralmente positive o negativo segiin cémo enfoquen sus potenciilidades De este enfoque nos ocupamos a continuacién, 4, Sentido y futuro de las profesiones Decfamos en el primer apartado que cual- quier sociedad que desee evitar orientasse.tinica. mente por dos referentes, por el Estado y-por el mercado, necesita potenciar las asociaciones intermedias, tanto adscriptivas Como voluntatias, asi como el espacio de una opinin piblica aucs noma con respecto a los poderes politicos. Esta «s, obviamente, una de las razones por las que en fucstro momento detetminados grupos progre- sistas procuran un fortalecimiento de la sociedad civil, especialmente de aquellas asociaciones de la sociedad civil y del marco de opinién publica que pueden scr fuente de moralizacién social! Entre las asociaciones voluntarias se encuentran los colegios profesionales. * A. Comina, “Sociedad civil", en A. Cortina (dic), Die palabras clave en filoiofa police, Vetbo Divino, Exell 1998, pp. 353.388, 24 Adela Cortina Estos colegios, si quieren realizar la tarea que les cortesponde, deben abjurar del corporativis- mo y tratar de disefiar, de forma responsable, cudles son las buenas précticas de la profesién y cudles las malas, teniendo en cuenta que se trata de una actividad social que cobra su sentido de petseguir una meta, a de proporcionar a la socie- dad un bien especifico. No se trata entonces tanto de generar reglas como de sefialar qué tipo de practicas ayudan a alcanzar la meta de la profesién y cudles no, qué Valores y principios es preciso encanrar para pro porcionar a la sociedad el bien que le es debido. Porque en la profesién, como en tantas otras “entidades” sociales, importa recordar que es ante todo una actividad, que tiene ya una meta por la que cobra sentido y legitimidad social y que, por tanto, la tarea del colegio profesional consiste en dilucidar qué formas son mds adecuadas para rea- lizar esa actividad. En este sentido, no cabe duda de que los profesionales son quienes mejor conocen la {rama interna'de la profesién y, por lo tanto, los que estin mejor preparados para determinar qué son buenas practicas. Pero es igualmente induda- ble que esa tarea no pueden hacerla solos, sino que han de llevarla a cabo junto con los benefi- ciatios de la actividads junto con los usuarios. Los usuarios son los que experimentan la calidad del servicio prestado y, aunque no conocen Ia trama interna de la profesién, resultan indispensables pata determinar qué précticas producen un servi- io de calidad y cudles no. De ahi que hoy en dia Jos colegios profesionales no puedan ser cerrados, no ‘puedan disefiar sus cédigos ni componer comités sin contar con los ciudadanos corrientes, con los beneficiarios actuales 0 vircuales del ser- vicio que prestan a la sociedad. En este punto deben transformarse radicalmente. Por otra parte, conviene recordar que la lla- —$<$<— _ <_< Presentacdn 125, mada “fesis separatista’ es inaceptable. La “tesis separatibta” consiste en aficmar que los profesi See ee derechds y deberes privativos suyos, que pueden ser inchiso contrarios a los de ottos segmentos socialedy que les permiten en ocasiones infringit algunod de los derechos morales de sus clientes 0 de otrds personas’. Los profesionales ‘entonces gozartah de ciertos privilegios, de ciertas inmuni- dades eh la aplicacién de algunas leyes. Esta tesis, gue tiehe su origen en la “construccién gremial de la reblidad” de la Edad Media, resulta inacep- —— jable, pprque en un Estado dederecho tr ley vale igualmdnce para todos los grupos sociales. ‘Tam- bién -Higamos de paso- para corporaciones como findicatos, patronales 0 universidades, descosah siempre de gozar de privilegios en vircud de “su Hlevada misién”. Frehte a cualquier afin de privilegio o inmu- nidad, fl Estado de derecho debe aplicar la ley uuniversklmente de forma imparcial, lo que impli- @ hacfrlo con fa elemental comprensién, por parte del juez, de los dilemas ante los que se enicuenfra cualquier ciudadano, también el profe- sional, Fuando entran en conflicto valores o prin- ipios yes inevitable optar por uno de ellos. Para lo cualfseria de desear, por cierto, que los jueces se espdcializaran y que la profesién’ de juez ~comolen este volumen se aprecia~ se ejerciera con mdralidad suma. A\ mayor abundamiento, las profesiones y las resthintes actividades sociales no sélo no pue- den diffrutar de un “separatismo juridico”, sino tampodo de un “separatismo ético”. En la dis- yuntivd weberiana entre una ética de la convic~ ién y bna de la cesponsabilidad, un buen nime- ro de [grupos tienen la insana costumbre de |Gewicch, “Professional Ethics: The Separatise The- sis’, en Mies, 1986, pp. 282-300. arribuir a los dems mortales la ética de la con- [Heci6n y apropiarse de la ica de la zesponscba, lidad. Desde esta perspectiva, sélo en's cary alcanzar ciettos fines justfica emplear cienee medios. ¥ esto lo dice en principio el politico, al que Weber se lo atribuia,y con el tiempo se han ‘do sumando otros grupos. Por el ‘contrario, cabe decir que la ética comin a todos los ciudadanos y a todos los grax os sociales debe ser la ética de la responsabil dad, sin separatismos, pero més bien lo que me he permitido llamar la “éica de la responsabili, dad convencida”. Porque los. ciudadanos, en cualquiera de sus roles sociales, deben calibrar también las consecuencias de sus decisiones al fealizar uma opcién (ética de la responsabilidad), pero deben valorar esas consecuencias a la luz de | meta que da sentido a su actividad, convenci, ddos de que-esa meta es la que se debe aleansar (responsabilidad convencida), evitando con ello actuar por nudo pragmatismo. De ahi que cualquier actividad social, y por supuesto las profesionales, deba. encamner la misma moral civica que une a los distintos gnu. os sociales, sin privilegios ni excepciones, Pero, €s0 st, debe ‘niodularla teniendo en cuenta Ig peculiatidad de esa’ actividad profesional. El jSentralismo moral” es, ciertamente, inaceptable: |a diversidad de actividades sociales supone for. mas peculiares de encarnar lz moral civiea que son fuente de tiqueza moral. Esto es lo que mos- trardn en lo que sigue los diez autores que elabo- ran este volumen, cada uno de los cuales ejerce la profesién sobre la que escribe, Como siempre sucede en estos casos, hubiera sido deseable trarar también de otras profesiones, pero estas diez son "A. Cortina, Brice apliceda y democracia radical, Tece tes, Madrid 1993, cap. 17; A. Cortina, J. Conil, A omingo, D. Garela Marc, Erica de la empress, Tite, Aadcid 1994, cap. 4 Praenacitn! 2 , sumamente representativas de lo que significa a °° 3 vida profesional en este cambio de siglo ” Con codo ello veremos ebmo los requisicos que tradicionalmente se exigian a una actividad social para considerarla “profesional” son cade vex mds laxos y adaptables. Para ir dando fin a este primer articulo del volumen mencionaremos cules son los que hoy en dia pueden configurat el éthos de una profesion 1) Podemos decir que la profesisn es no sélo un medio de sustento personal, sino sobre todo tuna actividad humana social con la que se presta a Ia sociedad, de forma institucionalizads, un bien especifico e indispensable. 2) La sociedad esté legitimada para exigir a los profesionales que proporcionen ese bien especifco, 3) El profesional debe vivir su actividad como vocacién, en el sentido de que debe contar con las aptitudes requeridas para proporcionar ese bien y debe ser consciente de la valia del servicio que Presta, anteponiéndolo a su interés egoista 4) Pata acceder al ejercicio profesional se requiere las mas de las veces, pero no siempre, Seguit unos estudios reglados, de los que depen, dela licencia para ejercer la profesién. 5) Los profesionales forman con sus colegas un colectivo que habitualmente tiene la formale colegio profesional. El colegio profesional puede Proponerse realizar actividades de interés para sus miembros, elaborar eédigos écicos y deoncolégi- os, formar comités o también ejercer el control monopolistico sobre el eercicio de la profesién, denunciando el inteusismo, cosa que en algunas profesiones resulta imposible, al menos por el momento (periodistas, economists). "De exponerios con detalle me he ocupado en A. Cor- ‘ina, Giudadanes del mundo, eap. 5, “Zo, BF 78 hleeCacina +” En el caso de la elaboracién de cédigos y la creacign de comités los profesionales deberfan “eontar con Jos usuarios para superar la solidari- dad grupal en pro de la universal. 6) Bl ingreso en una profesibn es un factor de identidad social y de pertenencia a un grupo, bie- fnes ambos no despreciables en sociedades atomi- radas y andmicas. Por eso como en otro lugar apunté— importa_tevitalizar_las_profesiones, recordando ‘cudles son sus fines legitimos y qué habicos es preciso desarrollar para alcanzarlos. A esos hal fos, que llamamos “virtudes”, ponfan los griegos por nombre are, “excelencias". “Excelente” era para el mundo griego el que destacaba con res- pecto a sus compaferos en el buen ¢jercicio de pa actividad. “Excelente” serfa aqui el que com- pite consigo mismo para ofrecer un buen pro- Gucto profesional; el que no se conforma con la mediocridad de quien tnicamente aspira 2 eludir acusaciones legales de negligencia. Frente al ethos burocrético de quien se atiene al minimo legal, pide el ethos profesional la exce- jencia, porque su compromiso Fundamental no es cl que les liga a la burocracia, sino a las personas concretas, 2 las personas de carne y hueso, cuyo beneficio da sentido a cualquier actividad e insti- tucién social. Por eso, no es tiempo de despreciar fa vida corriente, sino de introducir en ella la aspiracién a la excelencia, como se muestra en los diez. trabajos que componen este volumen. Adela Cortina Universidad de Valencia " Hlasta un pueblo de demoniat, cap. 10 Deporte Hernando Romay 1. Deporte cof forma de vida No quisier} extenderme en demasfa con una introduccién Hrga y convencional, por lo que trataré de ser reve y comentar por qué acepté colaborar en esfe libro y transmitir a cuantos van a leerlo lo impprtante que ha sido en mi vida el deporte. Creo hue, hoy por hoy, puedo congra- tularme por hjber vivido el deporte en todas y cada una de sub faceras. De nifio diversirme, hal nes fisicas (“d que otras mo una adecuada en mi etapa c directo el dep el sacrficio q dia y sobrepo bién experim: por los tsiunf Cuando 4 “en activo”, t Superior de 2 nivel estatal ofieciera dit lomiencé a practicar deporte para ler amigos, eté. Por mis condicio- altura’), elegf el baloncesto, aun- Llidades me ayudaron a mantener reparacién fisica. Posteriormente, mo deportista profesional, vivi en rte de alta competicién, con todo Je supone mantenerse arriba dia a erse a las adversidades, pero tam- lnté en esos afios grandes alegrias s conseguidos. Inalizé mi etapa como deportista la géan suerte de qué el Consejo portes, el maximo organismo que regula el mundo del deporte, me lr una fundacién que acababa de

También podría gustarte