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UN COMPROMISO CON LA

INCLUSIÓN

José Chamizo. Presidente de la Asociación


Voluntarios por Otro Mundo.
Asunción Cid. Voluntaria de la Asociación Elige la
Sevilla.
Rafael Díaz Quidiello. Químico.
Ana de Miguel Otero. Federación Liberación.
Federación Provincial de Drogodependencias.
Lola de Arcos Pérez. Historiadora y voluntaria de la
Asociación Elige la Vida.
Pedro Olano Claret. Tesorero de la Asociación Elige
la Vida.
Asamblea de Personas sin Hogar que participan en
las actividades de la asociación Elige la Vida.
Eugenia Carrasco.
Fernando Ocaña. Educador social y politólogo.
Marta Domínguez.
Eva Mariño.
Carlos Escaño. Profesor de Educación Artística
(Universidad de Sevilla).
ÍNDICE

Pág.
1. Introducción 5
2. Contextualización 7
3. Causas de la exclusión 9
4. Alternativas/Propuestas 14
Anexo I. Cárceles 29
Anexo I. Personas sin hogar 32
Anexo III. Drogodependencias 34
Anexo IV. Discapacidad 38
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1. INTRODUCCIÓN

E
l presente documento ha sido
elaborado por un conjunto de
personas sensibilizadas con la
pobreza y la exclusión social.
Queremos compartir contigo, lectora o lector
«Nuestro del documento, nuestro punto de vista sobre
objetivo es la situación actual de este crucial asunto en
doble: hacer nuestro entorno.

llegar a la En principio, el documento está centrado

ciudadanía y a esencialmente en la situación del municipio


de Sevilla, que es la ciudad donde residimos,
las distintas pero entendemos que muchos de los
organizaciones aspectos que comentamos son extrapolables
políticas a Andalucía y al resto del territorio español.

nuestro análisis Nuestro objetivo es doble: hacer llegar a la


de la situación, ciudadanía y a las distintas organizaciones
políticas nuestro análisis de la situación, así
así como como nuestras propuestas de mejora de la
nuestras misma.
propuestas de No cabe duda de que los partidos políticos
mejora de la que obtienen el respaldo de sus ciudadanos y
misma» ciudadanas tienen una gran responsabilidad
en cambiar la situación que estamos
viviendo/sufriendo, pero también es
importante que la sociedad adquiera un grado
de concienciación superior al que en la
actualidad se percibe, para precisamente
demandar ese cambio al poder político y a la
vez participar en la solución del problema de
una manera más activa.
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Nos parece fundamental hacer una labor


pedagógica de cara a la ciudadanía de
manera que desde la comprensión del
sistema político y económico que padecemos
sea la forma la que genere esos cambios de
la manera más democrática posible. Partimos
de la base de que el conocimiento que en
general se tiene de estas cuestiones es
menor de lo que cabría esperar. Este déficit
de conocimiento del problema dificulta el
poder plantear la posibilidad de cambios
cualitativos. Hemos de ser conscientes que
los cambios suponen cambios en la forma de
vida a la que nos hemos habituado. En la
medida en que las personas asumamos
responsabilidades y las consecuencias que
estas traen, se van a producir más cambios.

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2. CONTEXTUALIZACIÓN

R
especto al propio concepto de “exclusión social”, nos gusta la
definición aportada por un equipo de expertos que colaboraron
con la Unión Europea y que entendían que una persona se
encuentra excluida cuando no puede disfrutar de los derechos ni
ejercer los deberes que le corresponden como ciudadana (incluido ser
ciudadana).
La crisis económica, en la que la gran mayoría de la población está
inmersa, sigue avanzando pese a determinados datos positivos que
nos pretenden convencer de lo contrario. Las políticas mantenidas por
el Gobierno central, sumadas a la inercia secundada por el Gobierno
autonómico, han supuesto un ataque directo a la sociedad civil
andaluza a través de la disminución de medios y presupuestos en
servicios sociales, pues estimamos una reducción del 13% entre 2011
y 2014. Todo ello ha constituido una pérdida de derechos, un aumento
de la desigualdad y un claro empeoramiento en las condiciones de vida
de las personas. Una situación dramática que requiere de otras
medidas para restituir derechos y acción social urgente.
La puesta en práctica de las políticas de bienestar no es un horizonte
que deba perseguirse, sino la condición para un desarrollo social
pleno, el eje sobre el que giren el resto de las políticas. Es el punto de
partida que necesita la ciudadanía con el fin de alcanzar sus derechos
fundamentales y una convivencia democrática, en el marco de una
sociedad que centre los objetivos de su desarrollo económico en la
justicia social global, en el respeto por el medio ambiente, en la lucha
contra el riesgo de pobreza y exclusión social de cualquier tipo.
En este sentido, deben denunciarse las políticas llevadas a cabo hasta
el momento, que no solo no han disminuido la pobreza, la exclusión y
la desigualdad, sino que en muchos casos las ha aumentado. Debe
denunciarse, igualmente, que el actual sistema económico, cuya única

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orientación es la máxima rentabilidad de las inversiones y el mayor


beneficio posible, dificulta la erradicación de la pobreza, que viene
fomentada por un elevado porcentaje de desempleo estructural. La
consecuencia inmediata es, entre otras, un elevado número de
hogares en permanente situación de pobreza y marginación,
mantenidos solo por una política asistencial que a todas luces es
insuficiente. No se trata pues, de desarrollar ese tipo de políticas, sino
actuar bajo el principio básico de justicia social. Desde esa perspectiva,
llevar a cabo una política económica, social e inclusiva que permita
ofrecer condiciones de vida decentes a todos los miembros de nuestra
sociedad.
Sin embargo, mientras se consiguen estos justos objetivos, creemos
que deben desarrollarse unas medidas urgentes, a corto plazo, para
abordar la situación actual de la pobreza. Debemos tener en cuenta
que no se están respetando los derechos básicos: empleo, educación,
salud, vivienda y una buena estructura de los servicios sociales.
Bien entendido que estas medidas no implican el abandono de una
política económica que busque la mejora de las condiciones de vida de
toda la sociedad en su conjunto.
Elevamos nuestra voz, de manera especial, por quienes padecen la
amnesia del poder, por los olvidados del sistema, por aquellos que
viven en los márgenes de la sociedad.

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3. CAUSAS DE LA EXCLUSIÓN

A. Causas Estructurales

S
i hay una característica de la sociedad actual que incida en el
desconcierto de los hombres y mujeres que en ella estamos, es
la fragilidad, o, si lo prefieren, la inseguridad ante el presente y
futuro en temas básicos como el empleo, la salud, la educación, la
vivienda y los servicios sociales. Son derechos elementales que hoy
encuentran dificultades para ser vividos, aplicados, disfrutados. El
modelo economicista ha convertido los derechos en problemas y su
consecución en utopías irrealizables. Se crean así las bases de las
estructuras injustas que conducen a la exclusión social.
La excusa de la crisis económica mundial o global ha venido bien al
neocapitalismo para convertir los servicios públicos en privados, los
derechos en obligaciones particulares (si quieres tener pensión en el
futuro, haz con tu banco un plan…); la ciudadanía como concepto casi
ha desaparecido en pro del concepto cliente, consumidor y términos
semejantes.
Es así como se está tejiendo una red que, en primer lugar, llega a las
ideas, al ámbito conceptual, en el que quieren que pensemos que los
derechos son económicamente inabordables. Es así, también, como
observamos con perplejidad las expresiones de algunos ciudadanos
cuando hablamos de exigir a los gobiernos que cumplan con lo
legalmente establecido. Hay que lamentar que no queramos ver que la
pérdida de derechos de cualquier colectivo es un preaviso de la
pérdida de los nuestros: ejemplo la inmigración.
Las Administraciones no siempre saben de cómo abordar estas
situaciones y las políticas que se realizan, cuando las hay, van
encaminadas más a paliar los efectos que las causas. Es comprensible
hasta cierto punto que así sea, pero mientras no vayamos al origen de
tantas desigualdades no lograremos una auténtica política social.

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Sabemos que nos movemos en un territorio complejo, hablamos de


una economía despiadada y muy poderosa, que compra a quien haya
que comprar, pero es que no existe, a veces, ni un análisis crítico de
los males que nos amargan la existencia.
La exclusión no es sinónimo de pobreza, aunque la incluya; tampoco
es siempre sinónimo de marginación: pensemos en cuántas personas
de clase media o trabajadora se han visto con la crisis en situaciones
de vulnerabilidad absoluta. La lucha de quienes firmamos este
documento, va dirigida a hacer desaparecer los factores estructurales
que causan tanto dolor a los seres humanos y que son el origen de
tantas injusticias.

B. Circunstancias personales
Nadie puede afirmar que en un momento de su existencia no llegue a
vivir la exclusión. Si la vemos en un sentido amplio —quién no disfruta
de los derechos básicos— hoy hay millones de personas en España, y
un millón de personas en Andalucía, que no tienen un bien básico: el
empleo. Por tanto viven la exclusión social, sea esta breve, moderada
o profunda.
Con esta afirmación pretendemos ampliar el concepto para que todos
nos sintamos concernidos. Es cierto que cuando naces en una familia
"multiproblemática" que viene de otra con grandes dificultades, el
camino que lleva a la exclusión es más probable. Aunque hay ejemplos
excepcionales de lo contrario: personas que en un contexto imposible
han conseguido tener una vida normalizada con carreras universitarias
incluidas. Sabemos que no es lo común, pero son motivos y razones
para la esperanza.
Lo más frecuente es que con unos antecedentes familiares difíciles
algunos hombres y mujeres acaben repitiendo los procesos que llevan
hasta la exclusión absoluta y la marginación social. Si en tu casa no ha
habido orden ni concierto, ni horarios de comidas, ni alimentos básicos;
si en tu barrio anida la desidia, la desesperación y el abandono, es
evidente que tus posibilidades de estar fuera de cualquier bien social
son infinitas.
Las Administraciones hacen planes, gestionan la pobreza pero sin

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resultados sólidos. Es más una política asistencial que una apuesta por
sacar a cada ser humano de ese entorno, de esa situación.
Es cierto que hay personas que por otras razones, sin tener una familia
complicada llegan a la exclusión social. Pensemos en toxicomanías, en
enfermedades mentales no atendidas adecuadamente, en desahucios,
etc. El prototipo de todos estos casos lo encontramos en un colectivo
llamado "sin hogar" o "sin techo". Ellos y ellas representan la multitud
de causas por las que alguien puede encontrarse en los márgenes de
la sociedad. A lo ya dicho podemos añadir: ser inmigrante sin papeles o
haber perdido la condición de “regular”; cuestiones sentimentales;
pobreza económica por todas partes y la más absoluta soledad.
Es evidente que cada persona es un mundo y en este territorio, en
ocasiones, una persona constituye varios mundos, algunos de ellos
inexpugnables.

LA INCLUSIÓN SOCIAL

A) El universo de la incorporación social


Los redactores de este documento sabemos por experiencia que la
exclusión social no está ubicada de forma fatalista en el destino de
ninguna persona. Por el contrario, nos consta, que es posible
resolverla desde los valores sociales, la acción colectiva de la
ciudadanía y las políticas públicas. Hablaríamos entonces de inclusión
social, de incorporación social, de integración, o cualquier otro término
que suponga devolver a un ser humano los derechos y deberes que
lleva implícitos el término "ciudadanía".
Las políticas públicas que en nuestro entorno europeo están teniendo
mayor incidencia en la inclusión social vienen referidas a la formación y
a la educación, al empleo, a las políticas de rentas básicas y de
viviendas, al acceso a la salud, a la intervención en zonas de
transformación social y a la universalización de las prestaciones
sociales.
Para nosotros, los documentos de la Unión Europea, con ser
importantes, se han convertido en rumores, en papel mojado pese a

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las buenas intenciones. Sus objetivos no se han cumplido. Baste


recordar el libro blanco de la política social europea; el Consejo
Europeo de Lisboa, la Cumbre de Niza de 8 de diciembre de 2000 en
la que se aprobaron los Planes Nacionales de Acción para la Inclusión
Social. Entre sus objetivos figuraban los que acabamos de mencionar
mucho más reforzados. En España estos planes se pusieron en
marcha para los trienios 2001-2003, 2008-2010 y 2013-2016. De los
objetivos que se enumeraban en el texto, algunos corresponden al
núcleo de la inclusión social: fomentar el acceso al empleo; luchar
contra la pobreza; garantizar los recursos económicos mínimos en
educación de calidad con equidad; apoyar la integración de los
inmigrantes y garantizar la igualdad en la atención a las personas en
situación de dependencia. Desgraciadamente estos objetivos no han
tenido la trascendencia esperada, ni financiación ni acuerdos han sido
posibles. Hay comunidades autónomas, como la andaluza, que no
cuentan siquiera con una ley de inclusión social pese a estar
redactada.

B) Soportes fundamentales para la integración


Es cierto que el puesto de trabajo estable marca un antes y un
después en la vida de cualquier persona. El puesto de trabajo puede
dar acceso a un techo digno y también a cubrir otras necesidades
básicas pese al fenómeno actual de trabajadores empobrecidos. Pero
además de la ocupación laboral hay otros soportes importantísimos
para la normalización. Estos soportes son: la familia, el barrio, la
persona y la sociedad.
La familia, en cualquiera de sus modelos existentes, constituye uno de
los mejores ámbitos para que alguien normalice su vida. Pero como ya
hemos afirmado anteriormente, muchos excluidos proceden de familias
desestructuradas o inexistentes. En un número significativo de casos,
tras la muerte de la madre, que era la única preocupada por el hijo o la
hija con dificultades, la exclusión se acentúa. Cuando no hay familias
tienen que existir grupos de personas que sin pretender sustituir a la
familia, promuevan vínculos afectivos y de ayuda en el camino que
lleva a la integración.

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El barrio es otro pilar clave. Ocurre que la mayoría de los barrios donde
se produce la exclusión necesitan de transformaciones que van desde
la limpieza hasta la creación de alternativas dignas para la gente que
allí habita. Una política social honesta e intensa en los llamados barrios
ignorados puede hacer que la inclusión sea posible.
La persona concreta es el pilar esencial en la inclusión. Según sea su
procedencia, así debe ser el itinerario de inserción. Es un colectivo
amplio con grandes coincidencias y también con diferencias notables.
La primera clave está en el deseo profundo de alguien que quiere
provocar un cambio en su vida. Los demás debemos motivar,
acompañar, ayudar; y las políticas públicas deben ser constantes y
generosas.
Es muy importante ese deseo de cambio para superar cualquier
dificultad incluido el rechazo social. Nos encontramos en un momento
de la Historia en el que los deseos de ayudar de muchas personas se
mezclan con los de otras que solo se interesan por sus propios
problemas. Combatir la exclusión social es una tarea de todos, de
todas, incluidos quienes piensan que esta cuestión no va con ellos. La
actual crisis económica ha dejado al descubierto la fragilidad de la vida
y ha permitido observar cómo algunas personas que se creían
invulnerables han tenido que pedir ayuda.
Sabemos (y las personas que inicien este camino tienen que saber)
que habrá dificultades pero la esperanza que habita en la calle y en el
corazón de quien inicia el camino de retorno al encuentro de su propia
dignidad es muchísimo más potente, más poderosa.

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4. ALTERNATIVAS/PROPUESTAS

A. Propuestas aplicables a todos los colectivos de excluidos

M
uchas personas en exclusión no tienen referentes familiares
bien porque se han roto o bien, como sucede en tantas
ocasiones, porque la madre que mantenía esta relación ha
muerto o vive con hijos que no le permiten el acercamiento. Para la
inclusión social, como ya hemos dicho, se necesitan grupos de
personas que, sin ser la familia, supongan para quienes intentan la
integración un espacio de afectos, apoyos, y sobre todo de tomar
fuerzas para seguir luchando. Por ello proponemos la creación de
familias solidarias, en un sentido amplio, que se comprometan
con quienes buscan la inserción social con esfuerzo y constancia.
Las personas excluidas en muchas ocasiones necesitan un soporte
psicológico que solo pueden dar los profesionales. Proponemos la
creación de recursos de atención psicológica en nuestros barrios
a ser posible dentro de las asociaciones, para no interferir con
otros recursos. No pueden ser totalmente gratuitos, por lo que
proponemos que la consulta oscile de dos a diez euros.
Las personas excluidas deben mantener continuos contactos con las
Administraciones públicas. Estos contactos, de por sí difíciles para
todos, suponen para este colectivo un problema adicional y casi
insalvable. Proponemos que los procesos individuales de
incorporación sean tutelados por un solo responsable (persona
de referencia) desde la Administración de forma que la persona
excluida realice todas sus gestiones por medio de ese
responsable. Cada responsable atenderá simultáneamente a no
más de veinte personas.

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B. Propuestas aplicables a colectivos específicos

1. DISCAPACIDAD
¿Qué ocurre cuando una persona con una discapacidad acaba
malviviendo en la calle? ¿Están los diferentes recursos preparados
para atender a estas personas en las mismas condiciones (sean las
que fueren) que al resto de personas usuarias de los mismos?
Ante estas dudas realizamos las siguientes propuestas:
I. Garantizar la accesibilidad de todos los servicios públicos.
Incorporando la accesibilidad universal como un factor prioritario en la
gestión política. Eliminando barreras arquitectónicas y utilizando
mobiliario y servicios accesibles: aseos y duchas al menos una en
cada pequeño albergue, preparados y adaptados para personas
usuarias, en sillas de ruedas. Asimismo serían necesarias camas
abatibles y regulables.
II. Garantizar el acceso a la información. Promoviendo formas
adecuadas de asistencia y apoyo a este colectivo: intérpretes
profesionales de lenguas de signos, señalización en braille y en
formatos de fácil lectura y comprensión.
III. Garantizar el acceso a la asistencia jurídica. Mediante la adopción por
parte de la Administración local de las medidas pertinentes para
proporcionar a las personas con discapacidad el apoyo que puedan
necesitar en el ejercicio de su capacidad jurídica; para ello, y a fin de
asegurar un acceso efectivo a la justicia, se promoverá la capacitación
adecuada de los trabajadores de la Administración de Justicia, incluido
el personal policial y penitenciario; se hará especial énfasis en la
capacitación específica para atender a personas con discapacidades
sensoriales, intelectuales o mentales.
Se asegurará que las personas con discapacidad que se vean
privadas de su libertad en razón de un proceso tengan, en igualdad de
condiciones con las demás, derecho a garantías de conformidad con la
legislación internacional sobre los derechos humanos y a ser tratadas
de acuerdo con los objetivos y principios de la Convención

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Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la


ONU, incluida la realización de ajustes razonables.
Finalmente en este apartado queremos llamar la atención sobre las
denominadas “enfermedades raras” que son enfermedades cuya baja
prevalencia hace que los laboratorios no inviertan en investigación ni
en medicación. Proponemos que la Junta de Andalucía a la hora de
adquirir medicamentos tenga presente en la valoración a aquellas
empresas que inviertan más en la investigación de estas
enfermedades.

2. INMIGRACIÓN
Hoy ser inmigrante supone vivir con una serie de dificultades que
superan, en algunos casos, a las de otros colectivos. Nos referimos a
la pérdida de la situación legal por falta de contratos laborales, y cómo
no, a la imposibilidad de regulación para aquellas personas que llegan
buscando una vida mejor. Viendo el trato dado a los refugiados, que
tienen un estatuto jurídico propio no respetado, podemos comprender
cómo viven aquellas personas que huyen del hambre y de otras
catástrofes amparadas por el derecho humano a emigrar (artículo 13
de la Declaración Universal)
Dentro de las posibilidades y competencias de nuestra comunidad
autónoma proponemos:
I. Poner en marcha un plan de viviendas-albergues para trabajadores
temporeros, principalmente en algunos puntos de las zonas freseras
de Huelva, del Poniente almeriense y de las comarcas olivareras de
Jaén, con cargo a los presupuestos de la Administración andaluza y
también con las aportaciones de las asociaciones empresariales de
cada zona.
II. Plan de microcréditos para emprendedores migrantes. Para favorecer
el emprendimiento de personas migrantes cuyo oficio es el comercio a
pequeña escala, para hombres y, muy especialmente, mujeres. Los
microcréditos, así como la formación requerida para su buena gestión
por parte de los beneficiarios, se financiarían con un fondo crediticio
compartido por la administración andaluza y los fondos sociales de
entidades bancarias que quieran comprometerse.

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III. Plan de intervención de mediadores interculturales. En las zonas de


mayor densidad de personas migrantes, implementar la intervención
de equipos de mediadores que actúen principalmente en estos
ámbitos.
• Convivencia comunitaria o vecinal.
• Apoyo y refuerzo escolar con familias y profesores
con alumnado migrante.
• Fomento y apoyo del asociacionismo.
• Acciones educativas con jóvenes de familias
migrantes.

3. JUVENTUD
El ejercicio de inclusión social que debe desarrollarse con jóvenes,
tiene que hacerse siempre desde una perspectiva integral y global. Sin
embargo, la dimensión educativa en estas edades cobra un valor
especial: hay que prestar una atención a las dinámicas formativas y
pedagógicas que ayudarán en un futuro a los hombres y mujeres
jóvenes ante la exclusión social.
Igualmente, la educación debe ser entendida como un proceso a lo
largo de toda la vida, y las propuestas que aquí se desarrollan,
también se extienden a cualquier edad, pero por ese especial y
pedagógico carácter ya comentado debemos cuidar con particular
mimo a este colectivo.
I. Creación de unidades de formación; estas unidades se traducirían en
talleres de sensibilización sobre la problemática de la exclusión social.
Una propuesta en el barrio vinculada a los distritos. Espacios en los
que se impartan cursos seminarios de concienciación, de formación.
Estas unidades no solo estarían orientadas a la exclusión social en
relación con los menores y jóvenes, sino a otras temáticas que
provocan la exclusión social: Reducción de brechas sociales,
tecnológicas, de género, laboral-generacional…
II. Tomar medidas para que los programas puestos en marcha
contra el desempleo juvenil y el abandono escolar, en el marco

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del Plan de Garantía Social, puedan beneficiar a la población


joven en exclusión social priorizando a los jóvenes que más lejos
se encuentren del mercado laboral y/o de un itinerario de
inserción sociolaboral normalizado.

4. PERSONAS SIN HOGAR


La forma más radical de exclusión la representa este grupo humano:
sin techo, sin familia que los atienda, aquejado de enfermedades, a
veces sin ilusiones, sin esperanzas. Para este colectivo que día a día
se va agrandando hacemos las siguientes propuestas:
I. Llevar a cabo un estudio serio y coordinado para establecer qué
número de personas se encuentran en esta situación y su distribución
por edades y sexos, así como su estado de salud.
Como paso derivado del anterior, hacer una evaluación de los recursos
existentes en el ámbito residencial para ajustarlos a las necesidades
reales.
II. En la actualidad casi los únicos recursos públicos que amortigüen los
daños causados por el sinhogarismo lo constituyen los albergues y los
centros de albergues tienen carencias que no favorecen procesos de
integración de las personas que los utilizan: masificación, espacios
cortos y periódicos de uso del recurso, falta de personal cualificado
que pueda actuar de forma eficaz con los usuarios.
Proponemos en primer lugar que se incrementen los pequeños
albergues aumentando así el número de plazas, y que se evite en todo
momento la masificación de los recursos. En segundo lugar estos
albergues deberían estar orientados hacia las diversas etapas que
constituyen el proceso de inclusión: itinerario de inserción en sus
distintos ámbitos, personal, psicosocial, sanitario, formativo y laboral.
También deberían incluirse en estos procesos nuevos espacios de
vivienda, como pisos tutelados, viviendas compartidas y cualquier otro
recurso que lleve la persona a vivir de forma autónoma. No obstante
recordamos la necesidad de hacer posible el derecho a la vivienda
propia de este colectivo en el que hay seres humanos perfectamente
preparados para acceder directamente al uso y disfrute de este
derecho constitucional.

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

Sería imprescindible hacer partícipes y protagonistas a las personas


que inicien este camino pero también a quienes las acompañen, dando
pasos hacia un concepto de comunidad inclusiva y no selectiva.
Para conseguir estos objetivos es necesario establecer mecanismos
ágiles de coordinación entre todos los actores implicados en el
proceso, tanto públicos como privados.
III. La inscripción de personas sin hogar en los censos municipales
(empadronamiento) es un camino plagado de dificultades que les
impide a muchas de ellas alcanzar el mínimo nivel de reconocimiento
ciudadano con todas las consecuencias que se derivan de ese estatus.
Proponemos que se reconozca el derecho a ser inscrito en el censo
de un municipio con la sola declaración de la persona afectada que a
su vez aporte información del último municipio en que estuvo inscrita.
Creemos que puede hacerlo cada cual personalmente o mediante una
asociación de carácter social.
IV. Dormir al raso es además una situación de alto riesgo físico. Las
acciones violentas contra estas personas son bastante más frecuentes
de lo que se denuncia o aparece en los medios de comunicación.
Proponemos que se habiliten plazas de emergencia a las que se
pueda acceder sin exigencia previa y tan solo por derivación directa de
los equipos de emergencia municipales o asociaciones especializadas.

5. VIOLENCIA DE GÉNERO
Las mujeres en situación de exclusión que sufren violencia no son solo
víctimas de sus parejas y/o ex parejas, sino de un sistema social que
muchas veces las juzga antes de conocer la situación y las penaliza
doblemente por no encajar con el rol que se espera de ellas como
mujeres.
En el ámbito de la exclusión se da con frecuencia esta doble o incluso
triple estigmatización: mujeres drogodependientes, prostitutas, mujeres
presas, sin hogar, inmigradas sin regularizar, pertenecientes a minorías
étnicas… Son ellas las que se encuentran en situación de mayor
vulnerabilidad. Es más difícil alejarse de la violencia cuando la relación
de pareja es la única que se tiene, no se dispone de recursos

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

económicos, ni de un entorno social de apoyo. Por ello se hace


necesario poner el foco de atención en la exclusión, para tomar
medidas eficaces contra la violencia de género que incluyan a todas
las mujeres.
I. En primer lugar proponemos una evaluación rigurosa de las medidas
actuales, tanto jurídicas como policiales y sociales y mejora de las
mismas, teniendo en cuenta las dificultades de las mujeres más
vulnerables.
II. Formación en género y en violencia de género de los profesionales de
los diversos recursos a los que acuden las mujeres en situación de
exclusión, para que sepan detectar y acompañar en estas situaciones,
proporcionando así atención integral. La especialización de cada
servicio —aún siendo adecuada— dificulta el abordaje integral cuando
tenemos varias problemáticas al mismo tiempo. Todas las
intervenciones profesionales deberían introducir la perspectiva de
género de forma transversal e intencionada.
III. Coordinación asegurada entre todos los recursos especializados en
violencia machista en la pareja. Esto permite trabajar conjuntamente,
evitando que las mujeres tengan que contar repetidamente su historia,
sin saber quién las atiende ni qué servicio se hace cargo del asunto.
IV. Acceso a los recursos sin obligatoriedad de denunciar al agresor.
Muchas mujeres no pueden acceder a los recursos de protección por
la obligatoriedad de la denuncia. Ello deja especialmente
desprotegidas a las mujeres más vulnerables, que no disponen de
recursos sociales ni económicos para salir de la situación por su
cuenta. Muchas mujeres desean salir de la situación de violencia sin
pasar por la denuncia por diversos motivos (mujeres inmigradas en
situación irregular que se arriesgan a un expediente de expulsión;
mujeres con antecedentes penales o causas pendientes que temen no
ser creídas; desconfianza en la justicia; deseos de no incrementar los
problemas judiciales de la pareja, que a su vez es quien las mantiene
económicamente; por sus hijos, etc…). En muchas ocasiones lo que
se necesita es empoderamiento para hacer frente a la situación y
obligar a la pareja a cambiar, puesto que no desean romper la relación,
sino que esta cambie. Para facilitar que todas estas mujeres se
acerquen a los recursos y puedan iniciar el proceso que las ayude a

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

salir de la situación de malos tratos e, incluso, las lleve a poner una


denuncia en un futuro, es necesario realizar cambios en los protocolos
actuales.
V. Que el acceso a los recursos existentes no dependa de haber
denunciado y obtenido orden de protección, sino de la certificación de
que se vive en una situación de malos tratos por parte de los servicios
pertinentes (servicios sociales generales, o de atención específica a
las mujeres).
Comprobación de que los requisitos de acceso a los recursos
disponibles (una vez certificada la situación de violencia) no dejan
fuera a algún colectivo especialmente vulnerable, de forma que se
garantice la protección a todas las mujeres y, en particular, a las más
vulnerables: por ejemplo, habría que prescindir de presentar el padrón
para acceder a una casa de acogida en una situación de emergencia,
lo que perjudica seriamente a las mujeres inmigrantes irregulares o a
las mujeres sin hogar.
VI. Promover redes ciudadanas de solidaridad y acompañamiento, con un
doble objetivo:
a) Que toda mujer en situación de violencia o riesgo de sufrirla sienta
que cuenta con recursos en los que poder apoyarse, factor importante
de mantenimiento de su situación.
b) Favorecer y ofrecer cauces para la implicación efectiva de la
ciudadanía en el acompañamiento y solidaridad con las víctimas de
violencia de género.
VII. En determinados contextos de exclusión, la violencia forma parte de la
cotidianeidad en todo tipo de relaciones y ha sido sufrida, en muchos
casos, tanto por víctimas como por agresores; las ideas sexistas sobre
las relaciones y el papel de hombres y mujeres en ellas permanecen
muy arraigadas. Acabar con estos procesos requiere una actuación
integral, social, educativa que vaya mucho más allá de las medidas
punitivas actuales, y la judicialización de todos los casos de malos
tratos, independientemente de su gravedad. Implantar programas
preventivos en los centros escolares, y en especial en las zonas más
vulnerables para paliar esta situación en el largo plazo.
VIII. La violencia sexual es una forma brutal de maltrato en el ámbito de la

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

pareja, y una forma de violencia contra las mujeres en general, fuera


de las situaciones de pareja (acoso, abusos, violaciones…) Las
mujeres más vulnerables están más expuestas a sufrir este tipo de
violencia (mujeres sin hogar, inmigrantes irregulares que se dedican a
la prostitución, mujeres con discapacidad...), y frecuentemente son
culpabilizadas por ello. Se trata de una forma de violencia de género
que requiere más atención, estudios rigurosos y medidas específicas.

6. SALUD MENTAL
Las personas que padecen esta enfermedad o enfermedades
asociadas, luchan día a día para vencerlas y se encuentran que no
siempre la sociedad les abre sus puertas. Por esta razón, proponemos:
I. Nos parece urgente un programa de lucha contra el estigma de la
enfermedad mental. Este debe fundamentarse en una educación con
principios igualitarios que de forma transversal tengan presente todos
los ejes en los que se sustente nuestra sociedad. Hay que desterrar
algunos tópicos como aquellos que afirman que el enfermo mental es
sinónimo de “loco peligroso”; o que la locura se puede contagiar…
II. Las personas con enfermedad mental exigen la profesionalización y
especialización en esta materia de todos los operadores jurídicos,
abogacía, así como policía y personal sanitario, funcionariado, y resto
de personal que las trata sobre todo en las unidades de agudos de
salud mental, incluyendo, celadores, limpieza, mantenimiento, etc.
III. Según los datos más optimistas la enfermedad mental se está
convirtiendo en la gran pandemia de las sociedades “civilizadas”. Las
nuevas patologías que están surgiendo, para algunos especialistas
más vinculados a los intereses de las farmacéuticas, dibujan un
panorama incierto. Sin embargo las Administraciones responsables
solo se dedican, de manera muchas veces inadecuada, a la atención
de los pacientes. Creemos necesaria, por supuesto, la atención a este
colectivo, pero exigimos programas de prevención que eviten el
incremento del número de personas con estas patologías.
IV. Como bien hemos dicho en las propuestas iniciales una de las
acciones importantes de cara a la prevención es la creación de
recursos de atención psicológica en nuestros barrios. Sin olvidar que

22
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

en la prevención de estas patologías tienen gran influencia la situación


laboral, ambiental, la vivienda…

7. DROGODEPENDENCIAS
La larga historia de drogas en Andalucía ha pasado por diversas
etapas que no podemos olvidar pasa entender el presente. Desde la
crisis de la heroína hasta llegar a una situación en la que el consumo
de cocaína y drogas de síntesis nos ha traído un panorama
desconcertante, y donde los viejos parámetros para la intervención
casi han desaparecido.
I. Creemos importante insistir socialmente en el peligro del consumo de
drogas, tanto si optamos por un sistema legalizador como
prohibicionista.
II. Las comunidades terapéuticas, una vez adecuadas a los nuevos
modelos de consumo, cumplen con cierta eficacia los procesos de
desintoxicación y deshabituación. No obstante, tras el alta terapéutica
la persona se encuentra sin apoyos eficaces que le permitan asentar
los logros conseguidos también fuera del ambiente aislado de la
comunidad y mantenerlos y desarrollarlos en sociedad. El seguimiento
por parte de equipos de trabajo social públicos o de entidades
ciudadanas debe estar contemplado dentro de los protocolos de
actuación.
III. Determinados consumos de sustancias no prohibidas legalmente,
como el alcohol, están instalados en muchos sectores sociales. Baste
recordar su incidencia en algunos accidentes de tráfico.
No obstante, afirmamos rotundamente que el consumo de sustancias
tóxicas legales o ilegales es un problema de toda la población, y no
exclusivamente de los jóvenes.

8. CÁRCELES
La mayoría de las personas internas son las grandes olvidadas. Los
medios de comunicación solo recogen noticias de cárceles cuando un
famoso, habitualmente corrupto, pasa a estas instalaciones. Pero en

23
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

ellas viven casi sesenta mil personas en el ámbito nacional y más de


quince mil en Andalucía. Queremos recordar que existen y hacemos
para ellas estas propuestas:
I. Una de las carencias más destacadas que se observan en la población
reclusa es su educación y la utilización de las habilidades
instrumentales que esta propicia, por lo que nos parece básico y
urgente intervenir tanto para adecuar la percepción social del recluso
como para adaptar su conducta al medio. La implantación de
programas educativos básicos y de otros niveles en las prisiones exige
convencer a los internos de la necesidad de estos instrumentos para
ampliar sus expectativas de futuro.
II. La población reclusa, además de no contar con una adecuada
percepción social de la realidad, tiende a caracterizarse por un déficit
en los mecanismos adecuados para facilitar el desarrollo de relaciones
interpersonales normalizadas.
Lamentablemente se trabaja para el preso y no con el preso. Existen
las limitaciones presupuestarias y materiales.
En las visitas de colaboración por parte de las ONG constatamos
grandes dificultades como la tardanza burocrática que incluye sellos,
autorizaciones, excesivos controles y verificaciones que condicionan
dicha colaboración.
Los vigilantes/funcionarios requieren de una formación para tratar
convenientemente a los presos y no hay una evaluación de este
personal por los profesionales de Instituciones Penitenciarias.
III. Existe un gran déficit de funcionarios de tratamiento. Las nuevas
incorporaciones de funcionarios van dirigidas a aumentar las medidas
de control de los presos y no las medidas pedagógicas. Se necesitan
funcionarios preparados para atender a personas con patologías
duales, de salud mental o drogodependencias.
La mayor parte de los presos pasan toda su condena, día tras día, sin
hacer nada. Los sentimientos de inutilidad y de fracaso son
predominantes y la desmotivación va en aumento.
IV. No existen programas de preparación para la libertad, no se tiene en
cuenta que algún día estas personas tendrán que volver a incorporarse

24
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

a la sociedad. Por muy bien que un psicólogo, un educador o un


trabajador social de una prisión quieran hacer su labor es
materialmente imposible atender bien y con dignidad a los 350 o 400
presos que tienen a su cargo.
V. Entre las incongruencias de la misma Administración pública, aparece
una que queremos destacar: el interno, al quedar en libertad, tiene
derecho a cobrar el paro de excarcelación, pero no lo puede solicitar
hasta el día en que pone los pies en la calle. Y sabemos el tiempo que
ha de esperar sin cobrar desde que hace la solicitud hasta que llega el
primer dinero. Las personas en esta situación, si no tienen un apoyo
familiar, de Cáritas o de alguna ONG que los mantenga mientras no
puedan tener ingresos económicos no podrán valerse por sí mismas
durante los dos o tres meses que tardarán en cobrar. En
consecuencia, a la mañana siguiente de quedar en libertad se ven
obligados a pedir o a realizar actividades ilegales para poder
sobrevivir.
Las reincidencias son, entre otros elementos, una consecuencia de lo
anterior.

9. MAYORES
Es cierto que los sistemas de ayudas a las personas mayores han ido
evolucionando desde el nacimiento de la democracia, especialmente
en dos ámbitos: protagonismo de las personas mayores y sistemas de
pensiones de muy diferente índole. No obstante, existen personas en
este colectivo que son pobres, más mujeres que hombres por
cuestiones de longevidad.
I. Para este grupo humano pedimos revisar los sistemas de ayuda
económica y dotarlo de medios suficientes para una vida digna.
II. Las personas mayores con algún tipo de discapacidad que sean
consideradas dependientes deben tener más recursos a su disposición
tanto para ellos como para sus cuidadoras. Pedimos una reforma
profunda de la ley de autonomía personal y ayuda a dependencia,
reforma real y con medios económicos, sin brindis al sol.
III. Los programas de ayuda a domicilio dejan bastante que desear, y

25
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

conviene reformularlos también de manera conceptual y económica


partiendo de una idea muy extendida en este grupo humano: quieren
permanecer en sus domicilios.
IV. Centros de día y residencias son hoy una necesidad que no siempre
camina a la par de las demandas de las personas mayores. Creemos
que los centros específicos dedicados a personas con alzhéimer en
fase avanzada deben ser una constante en el sistema público, al igual
que aquellos lugares necesarios para personas con un grado de
discapacidad que les impida valerse por sí mismas. Del mismo modo
se deben habilitar espacios para aquellas personas que han decidido
vivir en una residencia y cuyo estado de salud no es ningún
impedimento.
Mezclar a todos los grupos, como ocurre hoy, seguramente no
beneficie a ninguno de ellos, solo al ahorro social.
V. Parece mentira que durante el invierno mueran tantas personas
mayores a consecuencia de los incendios en sus domicilios,
provocados por estufas de mala calidad. Nos consta que existen
calentadores a precios razonables que impiden la combustión.
Exigimos un plan por barrios que dote a las viviendas de los mayores
de estos nuevos calefactores para impedir que nadie más muera por
no tener dinero para comprar un aparato de las mencionadas
características.
VI. El maltrato a las personas mayores en el ámbito familiar es un
escándalo social no atajado con la rapidez y eficacia que tal barbaridad
exige. Hay elementos jurídicos, médicos, sociales, como para realizar
campañas de prevención y denuncia. Las Administraciones no pueden
olvidar este ultraje a los derechos humanos. Si los responsables
públicos persisten en su irresponsabilidad nos veremos obligados a
presentar denuncias ante los tribunales. De igual manera ocurre,
aunque parece que a menor escala, en algunas residencias y lugares
donde este colectivo está presente.
VII. El número de personas mayores que viven en la calle se va
incrementando poco a poco. En ocasiones aparecen asociados a este
hecho trastornos mentales, en otras hay una huida del “infierno”
familiar. El tratamiento a estas personas debe ser sumamente

26
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

cuidadoso, ya que su grado de compresión no es siempre correcto.

10. MENORES
La crisis económica ha afectado a muchos colectivos, pero es en la
infancia donde ha provocado mayores problemas. Para muchas
organizaciones sociales la pobreza infantil es un hecho evidente que
está afectando en Andalucía casi al 45 o 50 por ciento de la población
menor de edad. Es cierto que existen iniciativas para combatir esta
situación, pero son a todas luces insuficientes.
I. Creemos que se deben redoblar los esfuerzos en materia de ayudas a
las familias y sobre todo en la búsqueda de empleos para los padres y
madres.
II. Los menores víctimas de abandono familiar por negligencia o malos
tratos son una realidad que no se puede ocultar. Los recursos puestos
a su disposición básicamente son dos: centros de menores y familias
acogedoras. Con respecto a los centros, creemos que hay que
intensificar los aspectos terapéuticos, así como la necesidad de que
tengan más recursos para los menores. Con relación a las familias
acogedoras la Administración tiene que ser más seria a la hora de
efectuar los pagos a los que se ha comprometido, de no ser así puede
extenderse la idea de que se ha elegido esta opción por ser más
económica y no más correcta para las personas menores.
III. Uno de los asuntos más graves a la hora de abordar temas de infancia
es el de la violencia filioparental, entendida como cualquier acto que
realiza un menor con intención de controlar a los padres y/o causarles
daño, lo que se puede manifestar de muy diversas formas: violencia
verbal, física, psicológica, económica, etc. Actualmente la
Administración no tiene programas específicos que aborden estas
situaciones en todas las provincias de Andalucía, pero sí los tienen
entidades privadas. La magnitud que está adquiriendo este problema
exige que la Consejería competente implante programas de
intervención que permitan restablecer la convivencia familiar.
IV. Los menores que padecen algún tipo de trastorno psicológico deben
tener a su disposición servicios específicos y que no estén colapsados,
como ocurre actualmente con los llamados centros para menores con

27
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

problemas de conducta o las USMIS (Unidades de Salud Mental


Infantojuvenil).
V. Resulta increíble, pero es cierto que los niños y niñas son a veces
sometidos a redes de tratas de seres humanos. En ocasiones para
comercio sexual, y en otras incluso para tráfico de órganos. Es
necesario llamar la atención de la población ante estas situaciones,
pero también exigir a las autoridades mayores medidas de control y de
prevención. La EUROPOL (Oficina Europea de Policía) reconocía a
principios de 2016 que desconoce el paradero de 10.000 niños
refugiados.
VI. Con respecto a los centros de reforma juvenil, es necesario crear más
programas de inserción laboral para intentar que estos jóvenes puedan
tener un futuro diferente. Los programas en régimen abierto cada día
son más deficitarios en cuanto a medios y personas. Urge que la
Administración les preste mayor atención y apueste de verdad por
ellos, tal y como marca la ley.
VII. Nos preocupan profundamente dos grupos de personas menores de
edad, aquellas que son víctimas de la violencia de género y aquellas
que han sufrido junto a sus familiares un desahucio. Con respecto al
primer grupo, sabemos que la Ley 26/2015, de 28 de julio las
considera víctimas, lo cual supone un avance importante. Aunque
pensamos que estos menores deben tener un tratamiento “completo”
que los ayude a superar situaciones tan dramáticas.
Las personas menores que han sufrido un desahucio junto a su familia
aún continúan sin ser objetivo prioritario de las Administraciones. Las
huellas que deja en un menor el hecho de perder su techo y su barrio
requieren un esfuerzo terapéutico y social, aunque la medida más
adecuada es buscar una vivienda para la familia.

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

ANEXO I
CÁRCELES
• Asunción de las competencias en materia penitenciaria por parte
de la Junta de Andalucía, con el objeto de garantizar una
Administración penitenciaria más cercana a las personas presas,
sus familiares y las organizaciones sociales que intervienen en
prisión, así como de evitar problemas de coordinación entre las
Administraciones estatal y autonómica.
• Integración de la sanidad penitenciaria en el Servicio Andaluz de
Salud. El personal sanitario que está en las prisiones depende
orgánicamente de la Dirección General de Instituciones
Penitenciarias, lo que repercute en el grado de independencia a la
hora de ejercer su profesión médica. La incorporación de estos
profesionales al SAS, según establece la Ley de Cohesión y
Calidad del Sistema Nacional de Salud (2003), tenía como fecha
límite, para hacerse efectiva, el 1 de diciembre de 2004.
• Acceso de las personas presas a todos los programas de salud y
tratamiento en igualdad de condiciones que el resto de ciudadanos
y ciudadanas. La asistencia sanitaria que reciben las personas
presas enfermas es inadecuada (el personal sanitario de prisiones
es de atención primaria y no está preparado para tratar
enfermedades infecciosas ni problemas mentales y, además, es
insuficiente). Y tampoco tienen acceso a una atención
especializada en condiciones de igualdad respecto al resto de la
población. Las personas presas continuamente pierden sus
consultas con especialistas externos en hospitales o sus citas para
ser intervenidas quirúrgicamente. Tampoco se aplica todo lo que se
debiera el artículo 155.4 del Reglamento Penitenciario (permisos
extraordinarios de salida para consulta ambulatoria extra
penitenciaria), que permite a personas presas en tercer y segundo
grado salir de permiso para recibir asistencia médica en régimen
de autogobierno. Y, finalmente, tampoco se promueve la presencia
ambulatoria de especialistas en las prisiones, a pesar de que está
contemplada en numerosas normativas. Tampoco existen
programas específicos ni especialistas que realicen un seguimiento
adecuado a las personas presas con problemas de salud mental.

29
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

Solicitamos la implantación en las prisiones andaluzas de todos los


programas de atención y tratamiento que existen en la calle y el
acceso de las personas presas a recursos externos cada vez que
sea necesario, sin demoras que perjudiquen su estado de salud.
Demandamos el cumplimiento del Convenio Marco de
Colaboración en materia penitenciaria entre la Junta de Andalucía y
la Administración central (1992) y del Convenio en materia de
Asistencia Sanitaria entre la Consejería de Salud-SAS y la
Secretaría de Estado de Asuntos Penitenciarios del entonces
Ministerio de Justicia e Interior (1995), especialmente en lo relativo
a la presencia ambulatoria de especialistas médicos en las
prisiones y la especial atención a los problemas de salud mental. Y
también pedimos el cumplimiento del Acuerdo sectorial entre el
Ministerio de Interior y la Consejería para la Igualdad y Bienestar
Social de la Junta de Andalucía en materia de servicios sociales
para personas con discapacidad internadas en establecimientos
penitenciarios de Andalucía (2006), especialmente en lo relativo a
la adecuada atención a las personas presas con enfermedad
mental.
• Ampliación de los recursos que permitan la aplicación de medidas
alternativas a la prisión y de apoyo a la salida. Casas de acogida,
pisos de reinserción, comunidades terapéuticas, etc. Es también
esencial difundir la existencia de estos dispositivos entre el
colectivo de jueces y funcionarios de prisiones para que se utilicen
dichas medidas.
• Necesidad de crear centros adecuados para acoger a las personas
enfermas mentales actualmente en prisión. Es imprescindible sacar
de forma inmediata de las prisiones a las personas privadas de
libertad que padecen una enfermedad mental grave. La ley
establece que ninguna persona que sea incapaz de entender el
sentido de la pena de prisión debe encontrarse en un
establecimiento penitenciario.
• Protección de la integridad física y moral. El personal médico debe
vigilar la salud de las personas presas y valorar alegaciones de
malos tratos y posibles torturas. Cuando la víctima afirma que ha

30
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

sufrido malos tratos por parte del funcionariado público, todo el


personal médico debe siempre utilizar el Manual para la
investigación y la documentación eficaces de la tortura y otros
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (Protocolo de
Estambul), que es la guía internacional de referencia.
• Garantizar el transporte público a los centros penitenciarios,
Centros de Inserción Social, Servicios de Gestión de Penas y
Medidas Alternativas y Unidades de Madres. La Administración
debe establecer los correspondientes convenios y,
subsidiariamente, ofrecer directamente el transporte a estos
servicios para garantizar su accesibilidad y favorecer la reinserción
social de los usuarios.
• Mejora en las condiciones laborales de las personas presas.
12.000 personas presas trabajan en centros penitenciarios
españoles en condiciones de explotación laboral sin que nadie
quiera afrontarlo. Estas personas están trabajando en unas
condiciones inadecuadas. Una persona en la cárcel puede llegar a
cobrar 0,5 euros a la hora. De este modo podrá acumular un
sueldo de entre 80 y 300 euros al mes, incluyendo pagas
extraordinarias, y sin vacaciones. Una nómina en la cárcel refleja
en muchos casos, una cuarta parte de las horas realizadas. Al
obtener la libertad no disfrutan del subsidio de excarcelación por
haber cotizado durante el tiempo que estuvieron en prisión. Esto
significa que, en lugar de cobrar un subsidio de 426 euros hasta
una duración máxima de 18 meses, perciben la prestación por
desempleo, cuya cuantía depende de lo que se haya cotizado,
rondando los 150 euros. La selección para el puesto de trabajo y el
despido (que en prisión se denomina "cese") son opacos y, en
muchas ocasiones, irregulares. Ningún sindicato se ocupa de velar
por los derechos de esta población trabajadora y por denunciar
estos abusos continuos.
• Derecho a la alimentación. Las personas beneficiarias de
prestaciones no contributivas en prisión no deben ver mermado el
importe de su prestación por el hecho de recibir comida en prisión.
Esta situación en la práctica lleva a que las personas con menos
recursos y enfermas acaben teniendo que pagar por la

31
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

manutención. Si bien esto no ocurre en Andalucía sí sucede en el


resto de comunidades, por lo que, cuando una persona andaluza
es trasladada a otra comunidad, se ve afectada.
• Derogación de la prisión permanente revisable. Diversos estudios
afirman que el encerramiento prolongado de más de 15 o 20 años,
según las fuentes, impide la reinserción, pues la mente humana
queda “gravemente incapacitada” para hacer frente con un mínimo
de equilibrio a las exigencias relacionales y de responsabilidad de
la vida en libertad. En consecuencia y en esta línea, una pena de
prisión que dure toda la vida atenta contra este derecho.

ANEXO II
PERSONAS SIN HOGAR
Este documento ha sido elaborado por la Asamblea de Personas sin
Hogar que participan en las actividades de la asociación Elige la Vida
para ser presentado al Ayuntamiento de Sevilla.
A su vez el documento fue asumido por los participantes en la Mesa de
Personas sin Hogar que fue convocada por el Ayuntamiento con el
propósito de reflexionar junto a este colectivo sobre sus necesidades a
fin de encontrar soluciones consensuadas para ellas.
Propuestas:
ALOJAMIENTO
1. Que los horarios de la campaña de ola de frío y calor no sean tan
estrictos: entrada y salida menos temprano.
2. Que las olas de frío y calor no se afronten en hamacas (son
incómodas)
3. Aprovechar los pisos vacíos para las personas que están en la
calle.
4. Más plazas en los albergues de larga duración para que nos dé
tiempo a poder solucionar nuestra situación.
5. Que los sitios para dormir nos dejen entrar con mascotas o den
una alternativa para que podamos hacer algo con nuestras
mascotas.

32
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

6. Prioridad en la asignación de plaza a las mujeres.


7. Más pisos de inserción donde poder solucionar nuestros problemas
con monitores que nos ayuden.
8. Que LIPASAM no tire las cosas que tenemos en la calle
guardadas. Que nos avisen por lo menos.

EMPLEO
1. Más ayudas económicas para desplazamiento para búsqueda de
empleo: para campañas agrícolas.
2. Que haya contacto con las campañas agrícolas para que nos
contraten
3. Más trabajo.
4. Que den ayudas económicas para poder estudiar.
5. Que sea más fácil que nos contraten a las personas inmigrantes
para poder gestionar nuestra documentación.
6. Favorecer cooperativas y grupo de trabajadores con la misma
profesión.
7. Fomentar el autoempleo con distintas ayudas.

SALUD
1. Que los centros de salud y hospitales mejoren el trato con las
personas y nos ayuden a las distintas gestiones.
2. Trato humano.
3. Ayuda económica para tratamiento y medicación (ejemplo. Médicos
del Mundo solo ayuda hasta 5 euros).
4. Más sitios y plazas para cuando nos dan el alta en el hospital
(ejemplo: si tengo el brazo roto o un pie roto no puedo estar en la
calle, aunque no sea grave lo que me pasa).
5. Más trabajadores sociales en hospitales o informarnos a todos de
que podemos pedirlo cuando llegamos a un hospital o centro de
salud.

33
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

PERFILES
1. Itinerarios individualizados con las necesidades de cada uno y las
características personales.

DERECHOS
1. Más asociaciones o centros que nos ayuden a gestionar nuestra
documentación.
2. Tenemos hobbies y cosas que nos gustan. Que den ayudas para
poder ir al cine, conciertos y actividades.
3. Que no nos traten como delincuentes y la policía no nos pida
constantemente la documentación (y con malos modos a veces).
4. Que la policía no utilice los sitios donde vamos (comedor, albergue
etc.) para pedir la documentación.
5. Que no pidan documentación para entrar en los sitios más
“básicos”: comer, ducharse, médico.
6. Que para solucionar documentación no nos manden de un lado
para otro.
7. Tenemos la sensación de que con las leyes y normas que ponéis
(ejemplo: inmigración, empadronamientos, etc.) en el fondo no nos
queréis ayudar, solo hacer más difícil arreglar nuestras cosas.
8. Que haya más asociaciones y sitios abiertos por las tardes.

ANEXO III
DROGODEPENDENCIAS
Las drogodependencias son un ámbito que es objeto de trabajo y
aplicación de políticas desde hace relativamente poco tiempo en
nuestro país.
Solo hay que remontarse a la década de los 80, cuando afloran, de
manera pública y escandalosa, los efectos del consumo de heroína en
muchos jóvenes de nuestro país, droga esta que apenas había sido
introducida masivamente en nuestro mercado ilegal en la década
anterior.

34
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

En este contexto de las décadas de los 70 y 80,con la apertura del


Estado español a las libertades democráticas y tan baja experiencia y
conocimiento de los ciudadanos, y también de las instituciones,
respecto de las drogas , se produce una acelerada implantación del
consumo de heroína y, de manera menor, otras drogas.
De repente, nos convertimos en un país con muchas familias inmersas
en situaciones desesperadas, derivadas del consumo de drogas, y con
el agravante de la aparición del VIH como elemento de complejidad
definitivo.
Desde la perspectiva del Estado, la percepción del problema, así como
las primeras actuaciones sobre él, estarían situadas en el plano de la
seguridad, es decir, existía un problema porque se producía un mayor
índice de delincuencia común, y no porque las personas afectadas
estuviesen enfermas o sus familias superadas por dichas situaciones.
En este contexto hay que enmarcar la constitución de las primeras
asociaciones de lucha ciudadana en el ámbito de las
drogodependencias, fruto de la desesperación y de la inacción por
parte de las instituciones.
La dura y larga lucha de estas entidades consigue poner en la agenda
el problema, desde la perspectiva, no solo de la delincuencia
generada, sino de la persona afectada y de su entorno.
Todo este movimiento generará los primeros planes públicos de
atención al problema, tanto en su vertiente de tratamiento como en el
ámbito de la prevención.
Durante estos primeros años se consigue estructurar un sistema de
atención, tanto ambulatoria como por comunidades terapéuticas, con la
metadona como producto estrella de la intervención.
Desde estos primeros momentos hasta nuestros días muchas cosas
han cambiado en el universo de las drogodependencias, los perfiles de
consumo y consumidores, ampliación de la oferta a otras muchas
sustancias, contexto social, etc.
Sin embargo, el modelo de atención no ha evolucionado en gran
medida, nos hemos quedado con la metadona, los centros de
tratamiento ambulatorio, la comunidad terapéutica y el papel, a estas

35
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

alturas desgastado, de las asociaciones de los barrios.


Ya situados en el presente, y con la motivación de volver a enfocar el
problema, actualizarlo y abordarlo con mayores garantías,
señalaremos aquellas cuestiones que son de vital importancia para
establecer políticas solventes en relación a las drogodependencias,
tanto en el ámbito del tratamiento como en el de la prevención.
En primer lugar, dada su relevancia a la hora de construir el resto del
proceso, se debe abrir un debate público, más documentado e
informado que moral e ideológicamente orientado, a través del cual
consensuemos un concepto razonable de lo que son las drogas y, en
consecuencia, las adicciones a las mismas.
Es de capital importancia que la discusión sea de índole técnica y
realista, o sea, partir de la coexistencia del ser humano con las drogas
a la hora de establecer los mejores mecanismos para la atención y la
prevención.
Este no es un tema menor, no es igual considerar que una persona
está enferma que juzgarla una viciosa sin voluntad. Tampoco debiera
darnos igual, como sociedad, que nuestras cárceles estén repletas de
personas que, según lo que dicen los máximos organismos nacionales
e internacionales, son enfermos sujetos a derechos, y no los últimos
eslabones de una cadena que, además de sufrimiento y
desestructuración familiar, deja multimillonarios beneficios a unos
pocos, con unos niveles de economía sumergida y bolsas de exclusión
social y delincuencia organizada más que considerables.
Una vez contextualizado el problema, paso a enumerar aquellas
cuestiones en las que hay que trabajar y, que en mi opinión son
relevantes para avanzar en el tratamiento de las drogodependencias y
la prevención de las mismas:
• En primer lugar, la apertura de ese debate social acerca de las
drogas, técnico y realista, sin ideologías ni cuestiones de índole
moral que desvirtúen una buena definición del hecho y del
problema.
• En segundo lugar, actualizar el conocimiento y la realidad del
consumo de drogas hoy en día.

36
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

• En este sentido habrá que hablar de sustancias, perfiles de


consumidores, patrones de consumo, etc., y todo ello ponerlo en
relación con el contexto en el que vivimos y se consumen las
drogas.
• En tercer lugar, y en relación con las conclusiones
consensuadas de los dos puntos anteriores, habrá que analizar
y evaluar qué recursos sirven, y cuáles no, a la hora de abordar
los problemas de drogodependencias, atención, centros,
fármacos, inserción, etc.
• En cuarto lugar, al hilo del punto anterior, habrá que diseñar e
implementar las nuevas herramientas que se deriven del
análisis, así como mantener y mejorar aquellos recursos que se
entienda que siguen sirviendo.
• En quinto lugar, en materia de prevención, parece claro que las
campañas llevadas a cabo desde la Administración no han
generado el efecto buscado, al menos de forma relevante.
• En mi opinión, la prevención habrá de pasar necesariamente por
la información, es imprescindible salir de la estrategia del miedo
al concepto de responsabilidad en el consumo, y para ello es
ineludible que las personas, en especial los jóvenes, reciban la
información para enfrentarse con garantías a algo con lo que, sin
ninguna duda, se cruzarán en su construcción personal y
comunitaria.
• Por último, habría de producirse un debate bien documentado
sobre la legalidad o ilegalidad de las drogas. Es un tema muy
controvertido, pero hay datos que permiten hacer una evaluación
cualitativa de la ilegalidad de las drogas, en concreto calidad de
la sustancia en términos de adulteración de la misma, economía
sumergida, bolsas de marginalidad, etc.
Pienso que desde este esquema de partida se puede iniciar un camino
de comprensión del problema que, con una sociedad más
cohesionada, permita dar mejores y más realistas soluciones a los
problemas derivados del consumo de drogas.

37
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

ANEXO IV
DISCAPACIDAD
La sociedad en la que vivimos impone una serie de parámetros de
obligado cumplimiento que establece aquello que es considerado
“normal” para poder contraponerlo a lo que es “diferente”, en un intento
maquiavélico de que todas las personas encajen en una suerte de
molde artificialmente normativo, socialmente creado e
indiscriminadamente aplicado. Con esta práctica, generalmente sutil,
pero también a veces explícitamente aplicada, no solo se intenta
marcar y señalar lo que es “normal” en nuestra sociedad, también se
pretende justificar la discriminación de aquellas personas que menos
encajan en ese molde o cuya “anormalidad” resulta más evidente. No
todas las personas obedecen a los cánones impuestos, básicamente
porque la inherente diversidad de la condición humana lo impide.
Supone una “normalización” artificial que va en contra de la naturaleza
y complejidad de nuestra propia especie. Pero ahí está. En el mejor de
los casos, se consigue una cercana mimetización de lo que se supone
que debe ser una persona para asemejarse lo máximo a la mayoría y,
por tanto, ser considerada “normal”; y en el peor, esa imposibilidad de
semejanza lleva a la exclusión. Todas las personas sufren este intento
de amoldaje, pero sus consecuencias más dramáticas se ponen de
manifiesto especialmente en determinados colectivos sociales,
precisamente aquellos previamente categorizados como minoritarios,
marginales o simplemente “diferentes” per se. El mensaje es claro: si
no eres como la mayoría, según los parámetros impuestos, eres
diferente, y si eres diferente tus derechos parecen tener un rango de
importancia secundario, al menos en cuanto a su respeto y aplicación
se refiere. Y no hay mayor descuadre de encaje que aquel debido a la
discapacidad; un colectivo cuya inclusión social pivota en torno al
respeto social y legal a esa “diferencia”.

Exclusión social y discapacidad


“La exclusión social está más estrechamente relacionada con el
concepto de pobreza relativa que con el de pobreza absoluta y, por
tanto, indisolublemente vinculada a la desigualdad. Se refiere no solo a
la distribución del ingreso y los activos (tal y como lo hace el análisis de

38
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

pobreza), sino también a las privaciones sociales y a la falta de voz y


poder en la sociedad”. Buvinié (2004).
Y esas privaciones sociales y falta de voz y poder en la sociedad se
ejemplifican y ponen de manifiesto en diversos colectivos sociales,
pero en ninguno se hacen tan evidentes como en el de las personas
con discapacidad, colectivo heterogéneo donde los haya, cuya
diversidad y complejidad supone uno de los mayores obstáculos para
combatir su exclusión, igualmente heterogénea y diversa, y
especialmente compleja, donde la invisibilidad, la pobreza estructural,
el estigma, la discriminación y las desventajas acumulativas
(características comunes de la exclusión) alcanzan su grado máximo.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2000),
entre los factores de riesgo de exclusión se encuentra la discapacidad:
las personas con discapacidad son frecuentemente excluidas, debido a
barreras de diferente tipo (de información, de pensamiento o actitud y
de prácticas) presentes en su medio y que les impiden o dificultan
participar de forma activa en todos los ámbitos de la sociedad. Estas
personas tienen mayores barreras de acceso a servicios, menor
permanencia en escenarios de socialización y mayores probabilidades
de exclusión social. Así mismo, son más propensas que el resto de la
población a vivir en la pobreza. Existe una estrecha vinculación entre
discapacidad y pobreza.
Sin embargo, cuando se habla de exclusión social el imaginario
colectivo y la acción institucional suelen enfocarse hacia las personas
sin hogar, la población desempleada, las personas víctimas de algún
tipo de violencia, la población inmigrante o perteneciente a alguna
minoría étnica y, en general, hacia toda aquella persona que sobrevive
en los confines de la marginalidad social por algunos de los anteriores
motivos o por todos a la vez. La exclusión tiene múltiples causas y se
presenta en muy diversas dimensiones. Para que alguien acabe
“viviendo” en la calle, por ejemplo, tienen que haber concurrido varias
circunstancias en esa persona, y la discapacidad, sobre todo de tipo
mental o intelectual, suele ser una de ellas. Y viceversa, el tener que
sobrevivir en la calle provoca o desencadena problemas mentales
latentes. El ejemplo más claro y habitual es el alcoholismo o la adicción
a las drogas de abuso.

39
UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

Y pese a ello, la discapacidad en sí misma no suele ser tenida en


cuenta como un factor activo de exclusión, sino que es considerada
una causa secundaria en el mejor de los casos, sobre todo cuando
hablamos de las expresiones más severas de exclusión, como la
pobreza y la marginalidad extremas. Huelga decir que una persona con
algún tipo de discapacidad puede estar desempleada, ser víctima de
violencia, no tener hogar, ser inmigrante… todo eso y además, la
discapacidad. De hecho, como se viene comprobando en los últimos
años, los diversos indicadores de exclusión social son más altos en la
población con discapacidad (en algunos casos llegan a duplicarse las
tasas) en comparación con la población “sin discapacidad”. Hay
muchas formas de discriminación que promueven diferentes formas de
exclusión. Mención aparte merece la conjunción de discapacidad y
género, pues se estima que un 15,7% de las mujeres con discapacidad
se encuentran en situación de pobreza extrema. La desigualdad entre
sexos se mantiene en este colectivo social y se acentúa en algunos
aspectos. La mujer con discapacidad no es ajena a los imperativos del
patriarcado, pero este ejerce sobre ella una influencia con notables
diferencias respecto al resto de mujeres, ya que la primera sufre lo que
tradicionalmente se ha venido a llamar “la doble discriminación” o, más
recientemente, la “discriminación múltiple”, debido a la discapacidad, el
sexo y todo lo demás.
Algunos datos
Según el IMSERSO (con base actualizada a 31 de diciembre de 2013),
en España residen 2.564.893 personas con discapacidad, es decir,
con un grado de discapacidad reconocido igual o superior al 33% (de
acuerdo con lo establecido por el artículo 4.2 del Real Decreto
Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley General de derechos de las Personas con
Discapacidad y de su Inclusión Social), de las cuales 1.263.879 son
hombres (49,3%) y 1.301.014 son mujeres (50,7%).
Atendiendo a la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social (tasa
AROPE) observamos con estupor que:
• La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social de las personas
con discapacidad mayores de 16 años en 2013 fue del 29,3%.

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

• El 29,3% de las personas con discapacidad mayores de 16 años


(2.706.726 personas) vivía en 2013 en una situación de riesgo
de pobreza o exclusión social, frente al 25,7% de las personas
sin discapacidad.
• La tasa de riesgo de pobreza y exclusión de las personas con
discapacidad es algo más elevada que la de las personas sin
discapacidad (un 11% mayor), si bien estas diferencias han
tendido a disminuir de forma paulatina en los últimos años por la
reducción de la tasa en el colectivo (salvo 2011) al mismo tiempo
que aumentaba en el resto de la población. Sin embargo, a la
hora de interpretar este resultado es preciso tener en cuenta, por
un lado, el hecho de que todos los indicadores se midan desde
la perspectiva familiar y no individual y, por otro, el hecho de que
el indicador relativo a la pobreza monetaria se calcule en función
de la renta media del conjunto de la población, con lo que, al
producirse reducciones en esta última, las tasas de pobreza
pueden también aminorar sin que necesariamente exista una
mejora en el poder adquisitivo de las familias.
• Si atendemos solo a la población con discapacidad en edad
activa, encontramos que el 40,3% de ella se encuentra en riesgo
de pobreza y exclusión social, un 45% más que en el resto de la
población y un 37,5% más alto que la media. Dicha tasa es
particularmente elevada, de un 44,4%, entre aquellos de 16 a 29
años, lo que supone un 60% más que en la población sin
discapacidad de la misma edad.
• Atendiendo al sexo, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión
social es ligeramente más elevada en los hombres que en las
mujeres con discapacidad (dato controvertido, pues según otras
fuentes ocurriría justo lo contrario).
Según el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo
en España (ODISMET), en 2012, la tasa de actividad de las personas
con discapacidad en España era del 36,6 %, menos de la mitad de la
que corresponde a las personas sin discapacidad, que era en ese
mismo año del 77,0%. Este es, posiblemente, uno de los indicadores
que mejor reflejan las diferencias entre las personas con y sin

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

discapacidad en España, y el que pone de manifiesto el impacto de la


discapacidad en lo que se refiere a los niveles de integración
sociolaboral de las personas con algún tipo de discapacidad. Algunos
datos concretos de este informe:
• Tasa de empleo: apenas una de cada cuatro personas con
discapacidad está actualmente ocupada, lo que supone el
24,5%, frente al 57,8% de las personas sin discapacidad.
• Jóvenes que abandonan precozmente la educación: el 43% con
discapacidad frente al 25% sin discapacidad.
• Personas que alcanzan la educación superior: el 15% con
discapacidad frente al 30% sin discapacidad.
• Personas que experimentan barreras para acceder a la
educación: el 70% con discapacidad frente al 50% sin
discapacidad.
• Entre las personas con discapacidad, realizan ocupaciones
elementales 20 de cada 100, mientras que entre las personas
sin discapacidad son casi 12 de cada 100.
• El 82,3% de los nuevos contratos realizados a las personas con
discapacidad corresponden al sector servicios.
• Salarios un 10% más bajos que los del resto de la población.
• El 82% de los trabajadores pertenece a empresas que no
cumplen la cuota de reserva del 2% mediante contratación
directa.
• La pobreza laboral afecta más a las personas con discapacidad:
en 2012, el 15,8% de las personas con discapacidad ocupadas
eran trabajadores pobres, frente al 12% de las personas sin
discapacidad.
Y así podríamos seguir aburriendo con más porcentajes y cifras de
otros informes y estadísticas elaborados por otras entidades y
organismos que, según hacia qué indicador se enfoquen y los
intereses de los mismos, variarían muy poco unos de otros, pues la
realidad, porcentaje arriba porcentaje abajo, es que el conjunto de las
personas con discapacidad es uno de los colectivos más expuestos a

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

sufrir exclusión social debido a la dificultad para acceder a la


educación, al mercado laboral, etc. Problema, por cierto, que no se
resuelve con colegios especiales (segregadores) o empresas
especiales de empleo. Todo muy especial, pero poco efectivo e
inclusivo.
Como decíamos, hay otras formas de exclusión, algunas de las cuales
solo afectan al colectivo de la discapacidad, o al menos lo hacen en
mucha mayor medida, y que nada tienen que ver con las tasas de paro
y el nivel educativo del individuo, aunque sí de la sociedad en su
conjunto. La inclusión plena de una persona depende, al igual que su
reverso negativo, de muchos factores, algunos de ellos poco dados a
ser tenidos en cuenta en macro informes de entidades subvencionadas
con dinero público.
La inclusión social, una realidad alcanzable
Para que la inclusión social de la población con discapacidad sea una
realidad es necesario, por ejemplo, poder ejercer el derecho a algo tan
mundano como usar el transporte público, votar en unas elecciones,
recibir una atención adecuada y con todas las garantías en cualquier
especialidad médica, cruzar un paso de cebra sin que suponga un
peligro de atropello, o algo tan valioso como donar sangre o tan
“superficial” como elegir dónde hacerse la depilación completa o en
qué cine ver el estreno de turno... Estos son solo algunos ejemplos, los
más obvios por ser actividades cotidianas, pero hay muchos más;
algunos tan privados y fundamentales como el derecho a pensar y
decidir libremente qué hacer y cómo hacerlo, y para eso en ocasiones
hacen falta apoyos y recursos, y cuando estos no están disponibles se
está vulnerando un derecho fundamental. Quizá la inclusión social de
una persona que no puede desenvolverse por sí sola pero que tiene un
hogar e ingresos, a menos que cuente con una asistencia personal
ajustada a sus necesidades no sería más que un espejismo, y estaría
sufriendo esa forma de exclusión que no llama tanto la atención.
La dificultad para llevar una vida lo más “normalizada” posible y
equiparable al resto de la ciudadanía radica, entre otros motivos, en el
incumplimiento de las leyes y normativas que regulan la accesibilidad
de las infraestructuras, el urbanismo, la edificación, el transporte, etc.,
y en la escasa e inadecuada aplicación de la Ley de la Promoción de la

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de


Dependencia (la mal llamada ley de dependencia). Asimismo, también
tienen mucho peso ciertos estereotipos y falsas creencias que
trasforman el desconocimiento e incluso el miedo en prejuicios,
intolerancia e incomprensión. Y estos junto con aquellos propician ese
otro tipo de exclusión. En realidad, la desigualdad debida a la
discapacidad se sustenta en primera instancia en una visión
distorsionada y prejuiciosa de las personas con discapacidad, lo cual
degenera en todo lo demás.
Por todo lo expuesto, queda bastante claro que para llevar una
escolarización “normal” o acceder al mercado laboral, pilares de la
inclusión social presente y futura de cualquier persona, primero hay
que garantizar la autonomía personal y la accesibilidad universal, pero
también fomentar una visión realista y respetuosa de las personas con
discapacidad, de lo cual también depende lo anterior.
La convención y las leyes que no se cumplen
Y como venimos diciendo, ese otro tipo de exclusión es aquella que
sufren algunas personas debido simplemente al hecho de “ser
diferente” o, más bien, de no tener un entorno adecuado que favorezca
su desenvolvimiento autónomo. Por ello, y atendiendo a esta realidad,
el 13 de diciembre de 2006 se aprobó la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ratificada por el
Estado español en mayo de 2008), cuyo propósito es promover,
proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de
todos los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las
personas con discapacidad, así como promover el respeto de su
dignidad inherente. A partir de entonces, España, como firmante, debía
adaptar de forma paulatina toda legislación a dicha norma
supranacional.
Lejos de haber cumplido con su obligación, nuestro país aún tiene
pendiente renovar y adaptar por completo el tejido legislativo para
adecuarlo a los preceptos de la convención, pero de nada sirve adaptar
y aprobar leyes cuando no se cumplen. A lo largo del territorio nacional,
cada comunidad cuenta con su propia legislación autonómica, y no en
todos los casos se ha regulado y modificado según dicho texto
internacional. Igualmente ocurre con las normativas municipales. No

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

todos los ayuntamientos tienen aprobada una normativa sobre


accesibilidad universal, por ejemplo. Cierto es que se ha avanzado
mucho en los últimos años en ese sentido, pero una ley o norma que
no se aplica no sirve de nada y, por tanto, de cara a favorecer la
inclusión social de las personas, que es de lo que se trata, es como si
no existiera. Podríamos poner como ejemplo el Decreto 293/2009, de 7
de julio, por el que se aprueba el reglamento que regula las normas
para la accesibilidad en las infraestructuras, el urbanismo, la
edificación y el transporte en Andalucía, un marco normativo amplio y
riguroso que debería servir de modelo para el resto de comunidades
autónomas, pero que en aquella en la que se redactó y aprobó tiene
una aplicación muy deficiente. Tal es el caso del transporte, cuya
regulación en materia de accesibilidad está ampliamente desarrollada
en el mencionado decreto y, sin embargo, sigue habiendo muchas
dificultades y, en algunos casos, una imposibilidad absoluta, para hacer
uso del transporte público en Andalucía en igualdad de condiciones por
parte de toda la ciudadanía.
Y dicho esto…
Aunque todas las leyes relacionadas con los derechos del colectivo se
impregnaran del espíritu de la convención y su incumplimiento no fuera
un factor de exclusión, una persona con discapacidad, al igual que las
demás, seguiría siendo vulnerable al resto de múltiples condicionantes
que llevan a la exclusión social. Y en ese caso cabría preguntarse:
¿qué pasa cuando una persona con algún tipo de discapacidad,
fundamentalmente física o sensorial, acaba malviviendo en la calle?
¿Están los diferentes recursos municipales preparados para atender a
estas personas en las mismas condiciones (sean las que fueren) que al
resto de personas usuarias de los mismos?
Propuestas concretas de ámbito municipal
• Garantizar la accesibilidad en todos los servicios públicos
municipales:
1. Incorporar la accesibilidad universal como un factor prioritario en
la elaboración y aplicación de políticas, programas, proyectos y
planes destinados a las personas con discapacidad en situación
de exclusión social. Para ello:

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

o Asegurar que las entidades, tanto privadas como públicas


(albergues, comedores, asociaciones, etc.), que
proporcionan instalaciones y servicios abiertos a las
personas sin hogar tengan en cuenta las condiciones
básicas de accesibilidad universal, cumpliendo con la
normativa municipal vigente en cuanto a:
a. Eliminación de barreras arquitectónicas (ausencia de
escalones y escaleras para acceder al edificio, existencia
de ascensores de dimensiones adecuadas para una silla
de ruedas cuando haya que salvar más de una planta,
etc.).
b. Disposición de mobiliario y servicios accesibles: aseos y
duchas (al menos una en cada pequeño albergue)
preparados y adaptados para personas usuarias de silla
de ruedas, camas abatibles y regulables, etc.
2. Acceso a la información:
o Ofrecer formas de asistencia humana o animal e
intermediarios, incluidos guías, lectores e intérpretes
profesionales de la lengua de signos, para facilitar el acceso
a edificios y otras instalaciones abiertas, dedicadas y
destinadas a las personas sin hogar.
o Promover formas adecuadas de asistencia y apoyo a las
personas con discapacidad para asegurar su acceso a la
información sobre los recursos municipales de los que
disponen.
o Dotar los edificios y otras instalaciones de asistencia a las
personas sin hogar de señalización en braille y en formatos
de fácil lectura y comprensión.
3. Acceso a la asistencia jurídica:
o Adopción por parte de la Administración local de las medidas
pertinentes para proporcionar a las personas con
discapacidad acceso al apoyo que puedan necesitar en el
ejercicio de su capacidad jurídica; para ello, y a fin de
asegurar un acceso efectivo a la justicia, se promoverá la

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

capacitación adecuada de los trabajadores en la


Administración de Justicia, incluido el personal policial y
penitenciario; se podrá especial énfasis en la capacitación
específica para atender a personas con discapacidades
sensoriales, intelectuales o mentales.
o Se asegurará que las personas con discapacidad que se
vean privadas de su libertad en razón de un proceso tengan,
en igualdad de condiciones respecto a las demás, derecho a
garantías de conformidad con el reconocimiento internacional
de los derechos humanos y a ser tratadas de acuerdo con los
objetivos y principios de la Convención Internacional de los
Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU,
incluida la realización de ajustes razonables.
• Protección y asistencia ante la situación:
o Fortalecer la red de dispositivos y programas, y coordinar la
red de prestaciones públicas y privadas del ámbito social,
laboral, de salud y rehabilitación, con un enfoque
biopsicosocial, basado en la comunidad, desde una
perspectiva intersectorial, con dispositivos ambulatorios,
sistemas residenciales (como última opción), talleres
laborales, etc.
o Desarrollar programas de capacitación dirigidos a quienes
trabajan y atienden a personas con discapacidad en las redes
públicas, con el fin de realizar planes de tratamiento
adecuados orientados a eliminar las barreras actitudinales de
discriminación y desinformación.
o Adoptar todas las medidas de carácter administrativo, social,
educativo y de otra índole que sean pertinentes para proteger
a las personas con discapacidad que se encuentren en
situación de desamparo, contra todas las formas de
explotación, violencia y abuso, incluidos los aspectos
relacionados con el género.
o Desde la Administración local y en coordinación con los
diferentes servicios municipales, se tomarán todas las
medidas pertinentes para promover la recuperación física,

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

cognitiva y psicológica, la rehabilitación y la reintegración


social de las personas con discapacidad que sean víctimas
de cualquier forma de explotación, violencia o abuso y que
por ello se hallen en situación de desamparo. Dicha
recuperación e integración tendrá lugar en un entorno que
sea favorable para la salud, el bienestar, la autoestima, la
dignidad y la autonomía de la persona, y que tenga en cuenta
las necesidades específicas por sexo y edad, así como la
discapacidad concreta de la persona.
o Proporcionar a la persona con discapacidad una persona de
referencia con formación específica según la discapacidad de
que se trate durante todo el proceso de recuperación e
inserción social.
o Crear de viviendas tuteladas, preferentemente de titularidad
municipal, como primera opción tras el abandono de la calle.
Se trataría de viviendas adaptadas a todo tipo de
discapacidades, pero en las que residieran tanto personas
con discapacidad como “sin” discapacidad para evitar la
segregación y favorecer la inclusión entre el propio colectivo
de personas sin hogar.
o Diseñar e implementar políticas, planes y programas de salud
integral y de rehabilitación que apunten a mejorar las
condiciones psicosociales y favorecer la autonomía e
independencia de las personas con discapacidad que se
encuentren en situación de exclusión social grave. Para ello,
se diseñará según el caso y en coordinación con el SAS, un
programa de salud y rehabilitación específico e
individualizado.
• El siguiente paso, la inclusión laboral:
o Promover programas de habilitación y rehabilitación para el
trabajo que faciliten la inserción o reinserción laboral de las
personas con discapacidad.
o Promover y desarrollar mecanismos inclusivos de selección y
contratación, así como de continuidad y promoción en el
trabajo, tanto en organismos públicos como privados.

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

o Desarrollar estrategias de sensibilización social que eliminen


las barreras de acceso al mundo laboral de las personas con
discapacidad.
o Para todo ello, crear un organismo independiente dentro del
Ayuntamiento que asegure el cumplimiento del cupo de
contrataciones de personas con discapacidad en el ámbito
público así como divulgar campañas para incentivar la
contratación del colectivo en el ámbito privado.
• Concienciar sobre esta realidad:
o Realizar jornadas y encuentros para dar a conocer esta realidad:
discapacidad y exclusión social.
o Concienciación en primera persona: hacer a la persona partícipe
de su propia recuperación social, favoreciendo su autonomía y
remarcando durante todo el proceso la necesaria
responsabilidad individual y personal para lograr el
empoderamiento de la persona con discapacidad, sin victimizar
ni caer en el asistencialismo, haciéndola consciente de su
situación, pero también de sus derechos y capacidades.

Algunas conclusiones
Podemos concluir que el cumplimiento de leyes, la modificación de
aquellas no ajustadas a la Convención y la erradicación de
estereotipos negativos hondamente arraigados en la sociedad son
condición necesaria para favorecer la inclusión social de las personas
con discapacidad; necesaria, pero no suficiente. El empoderamiento y
la plena inclusión suponen una construcción individual en la que es
fundamental que la persona se haga responsable de su propia vida y
libremente decida cómo vivirla. De nada sirve hallarse en un entorno
accesible y contar con el respeto y la consideración de la sociedad si la
persona no se hace cargo de su propio desarrollo vital. Hay que
corresponsabilizarse para minimizar los efectos de ese desajuste
normativo que lleva a la exclusión, pero no es fácil. Existen muchos
condicionantes y barreras que sortear: este mundo exige la adaptación
de las personas, cuando debería ser al revés. Por mucho que limemos

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UN COMPROMISO CON LA INCLUSIÓN

nuestras esquinas nunca seremos “redondos”, ni falta que hace.


Debemos exigir ser tratados como lo que somos, ciudadanía de
primera, pero esa exigencia lleva implícita no dejar nunca para otro
momento la denuncia cuando se vulneran nuestros derechos, y exigir
siempre su respeto y obligado cumplimiento sin excusas. “Nada sobre
nosotros sin nosotros”; sin intermediarios ni voces impuestas, para que
seamos protagonistas de nuestra propia realidad, asumiendo y
respetando nuestra diversidad, pero sin renuncias.
No es fácil luchar contra la alineación que supone la
institucionalización, ni contra los continuos mensajes devastadores de
los medios de comunicación, que tienen su réplica en el día a día en
boca del vecino, de la farmacéutica o de la propia familia. La conquista
de la plena autonomía y la libertad que esta proporciona puede
suponer una travesía dolorosa, pero más lo es su ausencia. Hay que
intentarlo.

Nuestro documento en la web:


http://inclusionsocialsevilla.wordpress.com

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