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| i | Alejandro Tapio y Kivera 1 PUERTO RICO VISTO SIN ESPEJUELOS POR UN CEGATO i 1876 Tropecé no ha mucho con un Diccionario Geografico y como era natural, dime al punto a buscar el articulo «Puer- to Rico». A Encumbré sobre mis narices los espejuelos, adminfculo que me es indispensable, y hallando el articulo que anhela- ba, comencé a leer lo siguiente: «Puerto Rico, la menor de las grandes antillas, esta si- tuada en el Mar Atlantico, entre los paralelos 17° 54’ y 18° 30’ 40” Norte y entre los meridianos 59° 20’ 26” y 60° 58’ 52” al Oeste de Cadiz. Su capital es la gran ciudad de Puerto Rico o de San Juan, depésito comercial de primer orden don- de van a surtirse desde los principales puntos de las Anti- las y del Continente Sudamericano, merced a la franquicia o absoluta libertad de su puerto, Este, que hasta principios de nuestro siglo pudo ver fondeados en su seno navios de . linea, habia Ilegado a obstruirse de tal modo, que era casi inaccesible a buques de mayor porte; pero gracias a intere- | ses mejor comprendidos, se ve en la actualidad del todo lim- | pio, desecados los pantanos de la parte del Sur y despojado de los manglares que lo infectaban y ocupaban inutilmente. 59 ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA Convertidos ahora estos lugares en diques, astilleros y vas- tos almacenes, hase trocado aquel en uno de los mejores del mundo, mereciendo por lo tanto el nombre que, sin duda por su natural excelencia Je puso su primer visitante Juan Porice de Leén. Vénse hoy dentro de su herradura millares de buques ostentando las ensefias de todos los paises, y atracados a los muelles y espaciosos almacenes de la Pun- tilla los barcos de tres palos y vapores a centenares, a mAs de los buques menores que pueden contarse por miles. Catafio se ha convertido en una bella poblacién comer- cial, manteniendo el trafico con la capital situada enfrente, por mds de una docena de vaporcillos; y con Ponce al Sur de la isla, por medio de tres ferrocarriles, el Oriental, el del Centro y el de Occidente. La ciudad alumbrada a giorno por las noches y con aguas abundantes que han facilitado el aseo y la industria, sin temer a las sequias anteriores, con arbolado por donde quiera alegra Ja vista y mejora la salud, con casa de artes y oficios para bien de los nifios pobres que hoy no vagan por las calles, con hospicios inmejorables, su célebre mani- comio y su carcel, como las demas de la isla, arreglada al sistema moralizador de las més famosas; contiene magni- ficos edificios, entre los cuales se ve la Universidad en que se ha transformado uno de sus antiguos conventos; el Ban- co, la Biblioteca Publica con mas de un millén de volime- nes, establecida junto al Seminario, y el Ateneo, templo de todas las ciencias, situado en la calle San Francisco en medio de preciosisimas tiendas que si antes Ilegaban apenas a la calle de San Justo hoy se extienden hasta la plaza de San~ tiago. Esto sin contar otros bancos particulares de descuen- to, de garantias, cajas de ahorros y el famoso Territorial e Industrial, con un movimiento anual de millones de millo- nes. E] campo del Morro, la Puerta de Tierra, libre de mu- rallas, son paseos preciosos, con glorietas alegres, estatuas primorosas, fuentes y vistosos jardines. Las afueras de la puerta de Santiago se dilatan en medio de una poblacién 60 CUENTOS Y ARTICULOS VARIOS que llega hasta Martin Pefia, ya incluso en la Ciudad, unida a Caguas por camino de hierro. Cuenta, ademas, numerosas escuelas de todas clases de ensefianza. Conservatorio Industrial, Museo de Ciencias y de Bellas Artes; periddicos que han contribuido a este progreso, que sosteniendo con vigor y perseverencia los de- rechos y deberes, y deslindando a fuerza de luz, las atribu- ciones del Estado de las soc‘ales, municipales e individuales, han destruido toda clase de desconfianza respecto de un pueblo que sdlo quiere el justo y natural progreso, garan- tizado por Ia ilustrada nacionalidad en que ha nacido, y den- tro de Ja cual, con buena voluntad, pueden caber todos los adelantos, como acontece hoy en aquella isla. Y si aun existe alli quien, resabiado por lo antiguo, use del progreso para condenarlo, esto es inevitable, como lo es que haya tinieblas donde termina Ia luz. Una docena de vapores costaneros liga los pueblos de] litoral en todo el contorno ‘de una isla pequefia en su terru- fio, pero notable hoy por su riqueza y por la laboriosidad, virtudes y saber de sus habitantes que gozan en su totali- dad, puede decirse, de todos los bienes de la civilizacién. Imposible es allf encontrar quien no sepa leer ni escribir, y rarisimo hallar hombre vago o sin oficio. La propiedad, bastante repartida, une sus fuerzas por la asociacién, con- téndose sociedades mercantiles e industriales de todo géne- ro, asi como en el orden intelectual y moral para los asuntos religiosos, cientificos, de ensefianza y de moralidad. Hasta los animales reciben proteccién de este benéfico influjo, existiendo asociaciones para su mejora, y para impedir el mal tratamiento de que son victimas en los paises que des- conocen los deberes de la cultura y civilizacién. Las galle- ras han sido abolidas. Apenas podra encontrarse poblacién que no esté ligada a las demas por el ferrocarril y el telégrafo, y que no cuen- te suficiente ntimero de bancos, escuelas, periddicos y biblio- tecas municipales o particulares. Canalizados los rfos, uti- Jizan la antes perdida riqueza de sus aguas en la agricul- 61 y ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA tura y en los numerosos talleres hidrdulicos, habiendo ju- rados periciales para la equitativa distribucién de aquel pre- cioso liquido. El bienestar se halla por dondequiera, y gusto da ver las poblaciones hechas al parecer para el encanto del viaje- ro, que encuentra en ellas a su paso, el ornato, el aseo y la abundancia con albergues cémodos y fondas confortables. En la casa del jibaro se halla el libro de instruccién y el de recreo, y el ajuar de las habitaciones urbanas més de- centes. Ya aquél anda calzado y viste levita los dias de fies- ta o ayuntamiento en que concurre a opinar lo convenien- te a la mejor distribucién de los recursos locales. Con Ja canalizacién de los rios han desaparecido las aso- Jadoras crecientes y los viaductos que lo cruzan se alzan y mantienen exentos de todo temor. Es decir que ya los puen- tes no se van con los rios como antes acontecia. Mayagiiez, ya grande emporio; Ponce, unido a la playa en caserio con soberbios puentes que no le aislan, abroquela- do contra las inundaciones; Guayama, que gracias al riego de sus campos, ha resucitado; Arecibo, Aguadilla, Humacao, Caguas y otros pueblos que hoy son centros notables, viven la vida de la civilizaciér y rivalizan noblemente en adelan- tamientos materiales y en cultura intelectual. Academias, grandes colegios, asociaciones, teatros, paseos, conciertos al aire libre, bellos cafés y cuanto hermosea la vida de otros pueblos, se encuentra en las poblaciones que hemos citado; y Ponce, que antes era puramente azucarero, parece en la actualidad hermoso barrio de algtm gran centro de Europa. Los ferrocarriles han abierto a los correos facil camino, y a las producciones de todos los campos del interior, con la cultura consiguiente a un pueblo que, con un censo crecidi- simo, se pone en continua y variada comunicaci6n. Este con- tacto acrecienta la cultura y la esfera de los negocios, con aumento del bienestar y la riqueza publica. Extrafio es que antes no se haya pensado en la gran produccién de las vias férreas, en un pais tan fecundo y tan poblado. Por dondequiera han Ilevado estas arterias la vida y la 62 CUENTOS Y ARTICULOS VARIOS abundancia, y hanse aumentado veinte veces mas las fincas rurales y plantaciones. El vapor aplicado a grandes inge- nios centrales, ha logrado separar el cultivo de la caiia de la fabricacién del aziicar, entregando aquél a pequefios pro- pietarios, y por consiguiente, utilizando en su produccién in- finidad de terrenos antes incultos. La misma fuerza de Watt aplicada al arado, a la segadora, y a otros mil usos agricolas, como gran divisor del trabajo, facilita abarata y acrecienta la produccién. Las alturas se ven hoy coronadas por el arbusto del Ye- men, convertido en especialidad para Puerto Rico, y cuyos jazmines prometen una cosecha que antes no era posible utilizar por falta de transportes. Las vegas tratan de lle- var con abundancia por el mundo la hoja de Comerio, mejo- rada su cultura por la ciencia, y su elaboracién en las ciu- dades por la mejor inteligencia de los obreros ya ilustrados. El ganado de todas clases se acrecienta en los verdes prados de Yabucoa y demas Ilanuras de la isla, ofreciendo, con habiles cruzamientos, variadas castas y especies apro- piadas a su distinto objeto. Mil industrias, antes desconocidas, utilizan en tejidos, pastas y conservas, las diversas, ricas y hasta ahora no co- nocidas ni beneficiadas materias naturales del pais. Cada centro se ha convertido alli en una Atenas por la ciencia, en una Londres por lo industrial y mercantil; cada pueblo en un vergel; cada casa en un jardin, y toda la isla en un paraiso de abundancia y bienestar.» Hasta aqui la lectura. jCudntas veces, asombrado ante cuadro tan lisonjero, traté de ver si mis lentes, empafiados quizd, me fingia lo que parecia un suefio! Pero el mismo asombro, el ansia de llegar al fin de este bello ideal, me im. pedia suspender la lectura. Por tltimo arrojé el libro ex- clamando: jAsi se escribe la Geografia! Pero mis lentes ca- yeron con tal movimiento y pude notar... jque no tenfan cristales! Me armé de otros espejuelos y volvi a buscar; pero entonces no di con el famoso articulo: jni aun siquiera mencionaba a Puerto Rico el tal Diccionario! Sin duda ha- 63 ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA bia leido la descripcién de otro pueblo y alucinado por « deseo, habia tomado por Puerto Rico, Ponce, etc., los non bres y descripcién de otros paises, jLo que es tratar de leer sin espejuelos! Un cegato.

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