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El manual del ciudadano contemporaneo Rolloteca lam Anta Ondgacién Biografia lkram Antaki (Damesco, 1948 - DF, 2000) publics 29 libros en francés, entre otros: La cultura de fos rabes (Siglo XX, 1989; Joaquin Mortz, 2000), Ei secreto de Dios (Joaquin Mortiz, 1992), &1 espirtu de Cérdoba (Planeta, 1984), 13 volimenes de la serie En el banquste de Platon \oaquin Mortiz, 41996-2001), Celebrar el pensamianto (Joaquin Mortiz, 1989), Manual del ciudadeno contemporéneo (Atel, 2000), A la vuelta de! milenio (Joaquin Mortz, 2001). Colaboré en Vuelta, E1 Dia, EI Universal, Siempre!, entre otras publicaciones, es{ como en ios canaies 11, 7, 13 yen Radio Red, donde a io largo de varios afios tuvo programas de gran auciencia. Ikram Antaki El manual del ciudadano contemporaneo Ariel {© 2000, hram Antaki Derechos reservados © 2000, 2008, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de CV. Bajo el sello editerial BOOKET wx Avenide Presidonte Masarik nim, Colonia Chapultepes Morales C2. 11570, México, DE. ‘wow editorialplaneta.com.mx 1,20.piso Disefo de la portada: Carts Palleiro Iustracién de la portada: detalle de Le serment des Horaces de Louis David. Colecsién de Luis XVI, Museo de Louvre Fotografia dela autora: Mario Mejia Primera edicion en booker: enero de 2004 Désima segunca reimpresién: febrero de 2014 ISBN-13:978-970-9031-24-9 ISBN-10: 970-9031.24.4 Ne se permite la reproduccién total o parcial de este libro ni ipecrporsciéa & un sistems informético, ni su trarsmision en cual forma 0 por cualquier medio, sea éste elecrtnico, mecénico, ‘fetocopin. por gmbacion u ores métodos, sin el permiso previo y sexta is thulares de! copyright La Eiacsice de los derechos mencionados puede ser constitutiva Geiss soem: ls propiedad intelectual (Arts. 229 y siguientes de la Federal de Derechos de Autor y Ars. 424 y siguientes del Cédigo Heppress a Ine talieres de Irema, S.A. de CV. (Dest i=. 43, colonia Sifon, México, DF. Beppemee 5 Bache ex México ~ Printed and made tn Mexico Introduccion ‘Comprender es un triste oficio. Expresarse libremente es un oficio con riesgos. San Agustin decia: “quien reviste Ja lucidez, reviste la tristeza”. Yo di mis primeros pasos en un pais en guerra, esto lo vuelve a uno vigilante. Pero la experiencia de la madurez la hice aqui, en México; con ella descubri que algunos sélo creen en la culture de larelacin de fuerza. A ello agregamos, en estos iltimos afios, ja estética de la ultranza que rige las relacionesen- tre los mexicanos. Los romanos distinguian dos formas de barbarie: una barbarie dur, la ferocitas, encamada por los pueblos des- tructores; y una blanda, la vanitas, que es la barbarie de la debilidad, de la decadencia, de la inconsistencia. Los mexicanos no hemos vivido suficientemente las pala- bras que utilizamos; muchos se dejan regir por un vielo resentimiento; I fascinacién y la ira del pequefio frente al grande. La gente més peligrosa es aquella que rehace fa historia, que desempolva los ritos para renovarlos, ‘que puebla la historia con los muertos. No estoy segura de que las ideas y los ideales guien al mundo, el azar 0 las ccircunstancias son agentes mucho mas poderotos: aun la gripe puede ser un agente poderoso: en enero de 1789. debido a la enfermedad de un diputado mondrquico. fue 5 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO declarada la Repiiblica francesa, por mayoria de votos de los republicanos. Hoy, el paisaje mundial presenta una sola gran po- tencia. Podemos odiarla, pero también podemos sumar ‘a nuestro rechazo la seguridad de que slo unos estados fuertes pueden impedir que se desaten comunitarismos € iredentismos destructores. Para vivir juntos necesitamos principios politicos més © menos compartidos: esto se logré bajo la figura del Estado-nacion. La eficacia de los estados nacionales ha perdido hoy su visibilidad, por causa de la mundializa- cidn, y los fenémenos de retraccién identitaria se multi- plican como reaccién contra ésta. F! Estado modemo se define a partir de la presencia de una administracién; asi ue no ataquemos tanto a las burocracias: no hay Estado sin burocracia. Luego viene el llamado “monopolio de Ia violencia legitima”. Cémo funciona un Estado? ,Cémo funcionan sus ciudadanos? Cuando hablamos de estos asuntos seria itil imponer, como una obligacién evidente, el principio de precaucién. ,A qué nivel se rompié la cadena de las res- ponsabilidades en nuestro pais? Tenemos que recordar elementos ée la historia propia y ajena. En la época de los dogos de Venecia, ningiin palo podia ser desplazado de la laguna sin la aprobacion del magistrado de las aguas, bajo pena de un impuesto de 100 ducados de oro 0 10 afios de galera. Este poder exorbitante hacia del respon- sable de la laguna, el nimero dos de la Serenisima, con los riesgos y peligros que esto significaba. Cuando los dogos anunciaban a los venecianos la nominacién de un ‘nuevo magistrado de las aguas, les daban el consejo si- guiente: “Péguenle bien, pero si se equivoca, cuélguen- lo.” La autoridad no es coercién, la civilizacién no es INTRODUCCION 7 ‘orden moral, una obligacién que nos imponemos @ no- sottos mismos no es una violacién de nuestro honor. ‘Aqui tenemos dos conceptos complementarios, a la vez ‘que contradictorios: la democracia puede pagarse el Iu- jo de olvidarse del pasado, es una creacién consensual ‘ex-nikilo; pero la repiiblica no puede privarse de su pro- pia historia. Fl siglo xx no inventé ideas nuevas, retom6 entera~ ‘mente las del siglo xix: el comunismo, el liberalismo, el socialismo, todos los grandes temas nacicron del cho- aque de las revoluciones inglesa, americana y francesa; nos referimos a ellas aun cuando no vienen al caso. L hhumanidad debe reaprender a heredar. ;Pero cémo here~ damos? No s6lo acumulamos; el cerebro es un Srgano de inhibicién, de abi su dignidad. La existencia de partidos politicos y de elecciones no ¢s suficiente para caracterizar una democracia. Hay paises que poseen una importante poblacién campesina {ue no puede edoptar ni aplicar una democracia de esti- lo occidental avanzado. Hoy, el principio demecritico se estd desencadenando hasta querer regentearlo todo. En la democracia, e! pueblo no siempre tiene la razén, pero tampoco se puede tener la razén solo contra el pueblo. El arte de argumentar se adquiere, es la mejor escuela de la democracia. Nuestro problema es que no arguments- ‘mos, estamos parados en los suburbios de la inteligencia. Frente @ Ia indigencia del pensamiento en nuestro pais, sélo presentamos desnudez y miseria. (Acaso la logica ces conciliable con la politica? Quizé no hay hombres de Estado entre nosotros, quiz s6lo hay pequefias personas. ccon pequefios célculos.a su altura, actores que no logran. salir de sus papeles secundarios. Se acabé el Estado- padre, solo quedan esiados-madres que no amenazan @ $ MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO nadie, sino que seducen y amamantan; un sistema de matriarcado en politica, ejercido por hombres que se ‘comportan como nanas, que han sido escogidos por sus ‘capacidades lecheras, sus pechos simbélicos. La nana.es la figura central del sistema mexicano, Nuestro paisaje nacional esta poblado de Ofelias, parece no haber un so- lo Hamlet. Tampoco basta con nombrar las causas de un problema para que éste se resuelva; no basta con decir que la violencia encuentra su fuente en ls injustcias so- ciales para que disminuya, Necesitamos que los culpabies sean castigados, que el Estado dé prueba de su autoridad. Pero, Zde qué autoridad estamos hablando?, ;de aquella (que arresta, juzga y pone en la cércel?. 0 zde aquella que ensefia, educa y transmite un saber? Tuvimos una revo- Juci6n: todas las revoluciones son funcionales, quieren reemplazar un equipo por otro, un orden por otro, pero la descendencia slo ha dado enanos a partir de unos pa- res gigantes. Este libro no s6lo es un telescopio, es también un re- trovisor. No debemos detestar ser considerados como dinosaurios, la especie es bastante rara como para set respetada y protegida. Entre nosotros hay un peligro gra- Ye: la gente esta buscando un déspota. La determinacion del déspota inspira més seguridad que la libertad de los x__ i _ MANUAL DEL CIUDADANO CONTENPORANEO. odin doris) y la agresividad consecuente, cindad Pecabe parelizada, ls comerciantes, ag01840s Pot los sarce, cerraban sus tiendas, Javenal nos ace el rei ele vida en Roma a principios del siglo. Las mene TRdes colectiva de estos hombres angustiados Parect shestables. Las inscripciones finebres en los cemeniers vwessraban su nihilism y su apetito por vivir el insane, mporeecuparse del fro. No se trataba de un esceP fin Peer tocrtco, sino de un ciismo que ocultabn ia Gescsperanza y el temor. A partir de abi, crecio una com avaltura de inspiracion popula, el descostento dbs ee expresaba en los motines y la violencia. Esta se volvié carrsiee. En reacciGn, se formaron milicias privadas que pretendian suplir una policia feras eran poco seguras y la crim 2 oe Ge habla de su época, confundiendo los indigen- 2 rosis y sicosis latentes en y politicos a punto de caer. Las s + sn, Ia iquidacién fisica de los adversarios y de partidarios, las escenas de linchamiento I extent Peneracién de as costumbrespoliticas,y su violensis Teciidad para reclutar matones y golpeadores en is ‘también en la pequesa burguesia, edad romana decadente, asi ELESTADO 8 verdaderos profesionales: los antiguos gladiadores; en ‘guardaespaldas profesionales, que garantizan la proteceién personal de los ricos y de Tos poderosos. Todo eso partia de una desacralizacién del ejército y de la policia. Frente a esa decadencis, el Estado republicano parece desarmado. ‘La experiencia romana es aleccionadora. Hubo que esperar los afios sesenta para que surgiera una legisla cién con el propisito de detener la violencia, pero ya era demasiado tarde. Rapidamente, se puso en marcha un arsenal legislativo que prohibia la ocupacién de los 1a- sgares piblicos y llevar lanzas en el recinto de la ciudad. Enel ato 52, Pompeyo prohiié portar todo tipo de ar- armados, eran enviados ni siquiera la ley fue ‘una solucién; abundaron los textos (judiciales 0 constitu. sionales) de manera inquietante. Cuando se multiplican las sanciones legales sobre un mismo tipo de infraccién, aquello prueba la ineficacia concreta de los textos. Y cuando el derecho no se impone por si mismo, hay que hacerlo respetar recurriendo a la fuerza péblice. El Esta- 0 romano prasticamente no tenia policia; no servia de trada ganar un proceso, si no se podia obligar al san- sionado a ejecutar la sentencia; de ahé la importancia de tener protectores 0 de ser poderoso. Como en nuestro ‘caso, s6lo se podia artestar 2 un delincuente si existia ‘a denancia oficial, y no podia haber ningun castigo ‘sin juicio. La incficacia era completa. ‘A la violencia de los delincuentes sc puede oponer ‘violencia del Estado. Esto supone que la mayoria de la ‘oblacién apoye a su gobierno y que no exista una fuer~ ‘S armada opositora. Sin estas dos condiciones, el Esta- “& esié desermado. $4 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO La sola injusticia social no basta para explicar la violencia. La historia muestra que rara vez las masas toman la iniciativa en este campo: la accién viene de los que tienen apetito por el poder y la riqueza, y que utili- an todos los medios para lograr sus propésitos; buscan Ja riqueza para controlar el Estado, alcenzando asi al po- der verdadero. En Roma, la clase dirigente estaba divi- dia y, en gran pare, era corrupta; unos demagogos sin ‘escripulos estaban decididos a utilizar el descontento popular. El Estado se encontraba desarmado, con unas estructuras inadaptadas: estas eran las condiciones idea~ les para que surgiera y reinara la violencia ‘Al desmoronamienio de las instituciones se agregs una serie impresionante de factores de desestabilizacion. Roma se parece a México; vivimos una crisis de valores civicos y religiosos, de angustias individuales y colecti- vvas, y de corrupeién; el mismo ejército ha abandonado os ideales civicos. Esta es la imagen de un régimen que ‘semuere y, con él, a clase que ha construido la republice, ‘Nuestro Estado ha escogido Ia forma republicana; pero, qué es una repiblica? <¢Acaso tiene algiin sentido, hoy, recoger su significado? La republica Nuestra identidad nacional es republicana. La identifi- cacion con la nacién es mucho més imperativa que la ‘dentificacién con una clase. Cada ver que ha sido nece- sario escoger entre ambas, tuvimos que preferir a la pri- mera, y fue en aquellos momentos de mayores desgarres ‘cuando la unidad nacional registré sus mayores progress. La nacién no es una cosa sobrenatural: es una cosa sacra”, Es frente a la nacién directamente, 0 a sus repre scniantes clegidos, y no frente a tal o cual grupo particu- 4. que nuestros gobernantes tienen que rendir cuentas. Y +a repablica la que da un espiritu de comunidad @ un agregado de cuerpos errantes sin objetivo en las calles. Goethe no se equivocé cuando hablaba de la nacién co- =o representaci6n y como voluntad. Dejar la nacién a ‘es nzcionalistas es como dejar la Iglesia a los “mochos": Sempre acaba mal. Su forma, la repiblica, siempre est "= peligro; es una creacién permanente, diaria. Si no se “SS continuamente, se deshace a cada instante. Hay en “25: algo esencialmente inacabado. Una repiblica viva, ‘puede terminarse. ‘Hoy, la sociedad esté suplantando a la republica. ‘ocabulario lo indica. Nacién y repiblica sue- -xcaicos. La democracia es omnipresenic. Esta es la 88 MANUAL. DiL-CIUDADANO CONTEMPORANHO paradoja de la mods; estamos escogiendo el més viejo de los términos sabios, el més desencamnado. La nacién ¢ un mito, la repuiblica es una historia, la democracia es tuna idea. Todos conocemos a los muertos por la patria | © por la repuiblica. No sé quién ha muerto por la demo- cracia. Esta idea habladora y sin leyenda, sin emblemas ni geografia, sin ritual ni bandera, suscita palabras sin misica. Repiiblica significa una larga cadena de institu- cciones, hechos, précticas... Democracia es razin pura’ ‘el gobierno del puedlo por el pueblo. De ella, dijo Rou- sseau: “Si hubiera un pueblo de dioses. estaria gobemado democriticamente”. Pero sélo somos hombres; tenemos las entratias republicanas y el ideal democratico. La de- mocracia es la repiiblica sin sus inconvenientes ni sus obligaciones, sin pasado y sin combate; ¢s ia fascinacion de la decadencia. Hoy vivimos en esta ceremonia expia- toria. La sociedad posnacional dificilmente puede seguir siendo republicana; aquellos que suprimen a la madre, rara vez aman a la hija. El otofio de la repiblica podria morir enel invierno de la democracia. ;Queremos demo- cracia ante todo? Alain, el subversivo autor de los Ele- ‘menios de una doctrina radical, recomienda al ciudadano “resistir a toda opinién que se pretende evidente”. Y Bergson recordaba que “de dicz errores politicos, nueve consisten simplemente en creer que aiin es verdadero lo {que ha dejado de serio, pero el décimo —que podria ser el mas grave- seria el no creer que atin ¢s verdadero lo ‘que si lo es”. Hemos tratado con seriedad lo que no lo era tanto, y con ligereza lo que se revelé més pesado que lo previsto. Hemos aprehtendido lo més grave por su aspec- tomés fitil. La comunién de los corazones no reemplaza Ja unién de las voluntades, y la hermandad no pertenece al registro de 1a convivencia, sino al de la gravedad. La repiblica es algo grave. LA REPUBLICA 0 ‘Res-pitlica significa, lteralmente, “la cosa publica’. No siempre ha designada una forma de gobierno demo- critico. En la Antigiedad romana, la palabra era utilizada pera hablar del Estado o de la vida politica en general. En Francia, en el siglo Xvi, Jean Bodin la utiliza en el sen- tido de Estado. En el siglo xvii, Montesquiew la utiliza también en este sentido, sin designar un regimen parti- cular, Rousseau lama repiblica a todo Estado regido zporleyes nacidas de la voluntad del pueblo soberano, no {importa que el gobiemo sea una monarquia 0 un consejo. \No sorprende entonces ver a Napoleén Ilamarse “empe- rador de la repiiblica francesa” Desde Platén, Cicerbn y Bodin, varios autores han escrito sobre la repiiblica. Hace dos siglos, el concepto ée repiblica se volvi6, en Francia, una realidad politica, cargindose con un contenido y significaciones coneretas. Enuna primera etapa, a definicicn es negativa: es la abo- licion de un poder monsrquico y personal. Durante mucho tiempo se pens6 que la republica debia ser colegiada para cevitar que se identificara con un individuo. Algunos re~ publicenos consideraron que confiar el poder ejecutive ‘aun solo hombre era traicionar la idea de republica. Hay una religién de la republica que, en el fondo, es un poco cl equivalente de lo que podria ser la leattad hacia el mo- rnarca. Ahi cohsbitan los valores del civismo, més alla de las instituciones democraticas: en ella esti la voluntad de construir una sociedad sobre un principio de igualdad, la cual los ciudadanos deben aportar una contribucion personal y una participacién activa. La repéblica es una construccién colectiva, ‘La nocién de una democracia directa no figura en la repiiblica. La soberania del pueblo la detenta la asamblea. De ahi la idea de que tocar a la asamblea constituye un 62 MANUAL DEL. CIUDADANO CONTEMPORANEO xvi y xvut se le da a la palabra un valor peyorativo; ¢s sindnimo de anarquia: un republicano era un rebelde 0 un enemigo de la monarquia. Bossuct distinguia entre | las republicas modemas, crticables, y las repUblices anti- ‘guas, modelos de virtud civica y de organizacién politica. Hablando de Inglaterra, Montesquieu dice que se trats de una repiblica que se oculta bajo la forma de una mo- narquia. En el siglo x1x, Constant escribe: “se trata de ir ‘més alld del antagonismo entre ‘monarquia constitucional ¥ repiblica, ambas son aceptables si respetan los derechos fundameniales”. :: “entre la monarquia constite- cional y la repablica, la diferencia esta en la forma. En tre la monarquia constitucional y la monarquia absoluta, la diferencia esté en el fondo”. | ‘ ‘Asi que hemos pasado de una concepcién de la “co- sa publica” a una forma politica imprecisa, que designs ‘un Estado que no se encuentra bajo Ia dominacion de un solo hombre y donde cl poder politico no es hereditae rio. La reptblica esta definida por una ley comuin. No s= puede concebir un Estado sin ley; éste ya no seria Estado. En su Antigona, S6focles hace decir a Heméa no hay ciudad que sea el bien de uno solo”. Ya no tamos en un Estado a partir del momento en que un bre, proclamandose legislador supremo, no respeta Jeyes hechas para todos. Platén quiere fundar la a, definida como un Estado estable, dotado de una titucién y reglas. No quiere a la democracia, que ¢3 ‘égimen de incertidumbre. La repiblica de Platon, con exigencias absolutes, no ha inspirado las politicas blicanas. En la Politica, Aristoteles precisa por prim vez el concepto de repablica: el poder politico “se a hombres naturalmente libres”. Es repiblica este ‘men conforme a una constitucién legal y dirigido por LA REPUBLICA 3 ‘conjunto de los ciudadanos, En cuanto a la democracia, esuna desviacién, una degeneracin de la repuiblica, co- ‘mo la tiranfa en la monarqufa y la oligarqufa en la aris- tocracia. La repiblica moderada de Aristételes es una suerte de sristocracia que no ha degenerado en un go- bierno que favoreceria.a algunos. Cicerén habla de “una ley que se opondria 2 que alguien poseyera una cosa, a ‘menos que supicra cémo utilizaria”. Y se pregunta: “por qué hay casi des pueblos en una misma repablica?” Para Cicerén, el respeto por la repablica no es un deber tras- cendente, estd fundado sobre un interés. Hay comunidad deintereses. ¢indiferencia hacia la forma de gobierno de la republica. La ley ¢s la relacién social y el derecho es ‘gual para todos. Mientras que Aristételes operabe una separacién de principio entre democracia y aristocracia, para Montesquieu ambas son dos formas de la repabli- ca. Montesquieu teme a la repiiblica “porque el pueblo 10 ha podide limitar su propia potencia” y rechaza un despotismo ligado a la afirmacion de una soberania po- ular. Sin embargo, afirma que “en una repiiblica donde 15s condiciones son iguales para todos, cada quien pue- = compartir las riquezas comunes”. Para Rousseau, 3 republicano todo Estado regido por las leyes. El inte- 1% general gobiema y la voluntad general es la ley. Para 4, la repablica es un régimen dotado de una Constitu- ‘Sin. La repiblica, que es la forma de un Estado, llama ‘ta democracia, que es la forma de un gobiemo, pero s2laeexige. La repiblica moderna nacié del encuentro de "2 idea constitucionalista, con la presién de la mayoria y Ja forma nacional. La repiblica contempordnea su- una constitucién, unas leyes, y una nacién; es la adecuada al Estado-nacién. Una gran monarquia ser republicana. Hay una indiferencia relativa ala ‘94 MANUAL DEL CILIDADANO CONTEMPORANEO sobiemo, pero sélo es republicano un régimen ' fandadosobe al derecho, cuyos cudadanos son jurii- ‘camente iguales. A la vez, la repiblica borrabe las perte- nencias particulares de los hombres. s En Ia Grecia antigua se oponia el Aoindn, es decir lo que es comin, al oikos, lo que es privado. El espacio pO litico suponia una comunidad de intercambio de opiniones entre iguals. Jamas se invocaba a opinion publica, con siderada como una forma de tirania. A pesar de sus die ferencias y la variedad de sus perspectivas, los hom se ineresaban en el mismo objeto; “el mundo comin se ‘acaba cuando se ve bajo un solo aspecto”. En el seno la diversidad, la comunicacién entre come Xt democracia seha opuesio ale repiblica. La ideologies pullicana se encuentra més del lado de los éeberes Zoncepto de repibliea supone una limitacion el 41 hombre, porque ningun on tos eee eprops E trifica que la repiblica esté del lado de sn derecho " Jectivo, que no se ia. los derechos inv ‘ino que concebiria al hombre en funcion de su fen la ciudad: el hombre esyante todo, un cindadana a feferencia antigua a la virtud civica funda PH una inamica dels institucones ase queel equilibriode los poderes sea cvestionado en funcion de una situacion politica dada. {ee ‘asimilada al Estado, es més republicana que {i6n de juego de los partidos una monaraiaTepoES fs mas represeniativa que la representacién naci ‘La escuela se encuentra en el centro de la i republicana. Ella es la que otorga Montesquieu: “es en el jta toda la potencia de la e¢ wean incline la morl ln idea denacin ya prension de la historia. La escuela debe prepares 8s Sadano para su madurez politiea. Los reput raz6n, su proyecto es instruir, no sélo educar: la instruc~ cin crea una cultura, que permite a la educacién flore- cer. La funcién de la escuela es acelerar la movilidad social. No debe tomar en consideracién la pertenencia a ‘un grupo; esta uniformidad permite la igualdad. La tra- gedia consiste en que, desde dentro de la escuela, se ha destruido la esperanza puesia en la escuela. El republica- rnismo es una sintesis: no es sélo liberal ni nacionalista i conservador ni socialista; pero sabe muy bien que sus ‘enemigos se manifiestan con el fascismo, el racismo y 1 integrismo religioso. La repablica integra, pero su error ha sido no preo- ‘cuparse mis del concepto de justicia, y el mérito del re- ublicanismo oportunista es haber introducido, a partir e finales del siglo x1x, los elementos de una politica so- ial (como el reeonocimiento de los sindicatos, el seguro ‘social, la legislacion sobre los accidentes de trabajo). Es {asi como le repiiblica logra renacer en la figura del Estado ‘benefactor. Pero, aun asi, cl problema no ha sido resuel- "©; dice Durkheim, # propésito de las reivindicaciones los trabajadores: “no hay limites posibles a sus exi- ias". Si bien la doctrina republicana esté atrasada relacién con la prictica y se limita a la igualdad de serechos y dela escucla ~que deberian llevar ala igual- real en la capacidad de realizar una obra-. la cuestién ia!, bajo su forma igualitarista, estd omnipresente en ia aieedlicaia tte dittinaitialicidiene iaadiiall 102 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO a democracia, hasta el punto de ocultar el marco social y las mentalidades. ‘La laicidad es un principio fundador de la repiiblica: hace de la ereencia un asunto privado. Pero, al hacerlo, leva a una conmocién profunda en los principios que forman la ética de una sociedad. Asi que dos condicio- rnes son necesarias para una repUblica: la primera es facil, se trata de una Constitucién republicana; la otra es dificil, se trata de tener un pueblo republicano. Recha- zara laicidad consiste en decir que no existe un espacio publico comin para aquellos cuya religién es diferente. La fuerza de la repiblica radica en su capacidad de inte~ sgraci6n, Sus enemigos admiten la division de la sociedad. El riesgo consiste en olvidar que existen asuntos commu nes. Hoy, pareciera que ya no hay un lugar politico, sole existen circulos de pertencncias diversas, donde se tratan cuestiones particulares, que sustituyen a le politica: som las estructuras infrapoliticas. La repiblica requiere dé un espacio piblico y de un acuerdo sobre la extensix del campo de los asuntos politicos, una separaciGn entre lacsfera piblica y el campo privado. Pertenever ale mis- ima sociedad tiene sentido; pero una sociedad es si frigil. Para que haya repiblica, debe haber cohesiéa razin, La repblica es un circulo virtuoso. ‘Si el hombre se encuentra solo en una sociedad it frapolitica, no podra resolver sus problemas vitales. repiblica apuesta ala existencia de una razén uni ‘que trasciende las diferencias. El debate entre y democracia es el de una comunidad de ideales y ‘muchas diferencias. Hoy, la sociedad venera més & democracia. La repiiblica seria hija del tiempo de tenberg; la democracia, de la era de McLuhan. Pero debate por la democracia tiene como marco a la LA REPUBLICA 103 blica. Esta ha sido fundads sobre los derechos de los in- dividuos y unos objetivos minimos de solidaridad y de educacién, unos procedimientos de funcionamiento de los poderes publicos y el sufragio. La razén ha sido santi- ficada e identificada con la repiiblica. En camtio, la in- certidumbre democratica parece scr un desprecio de la racionalidad. Ambas tienen peligros: en el nombre de la repibica, un régimen puede volverse dictatorial; mien- ‘ras que una democracia puede trasformarse en una tira zie de la masa y en el reino de la demagogia. La repiiblica +3 de los ciudadanos; la democracia considera al hombre ensu indeterminacién. La repiblica se vuelve democré- ‘ica cuando cada hombre es un ciudadano. La democracia funciona al vacfo, la republica le da un contenido. La democracia le recuerda a la repablica la exigencia del sstado de derecho, y exige la deliberacién. La repiblica supone el reconocimiento de los valores conformes a la ‘26n. A menudo se utiliza una palabra por Ia otra (re- Piblica-democracia). Podemos decir que los republica- ‘20s son mas pesimistas que los demécratas, y que tienen ‘Zenos confianza en las tendencias de una sociedad. Ala 82, son mis optimisias, tienen ej eet porque el ideal de una ‘Hay que construir una democracia republicana. La s=piblica define las reglas democriticas primordiales: par- ‘Sipacién en las decisiones pablicas, educacién, concien- ia. Para ser un buen republicano es necesario saber lo ‘= cs “el Principe” y segin qu¢ logica esti condenado "2actuar. La repiblica sélo podré mantenerse si sabe to- ‘== en cuenta estas exigencias implacables. Maquiave- sabia que no hay que hacer nada contra el pueblo. sino participar, de ahi su proyecto de creacién de una ia popular. La accién emancipadora, la liberacién TA REPUBLICA ‘a 104 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO ‘stallaron y el lugar de! mando se ha escurecido. Los me- dios cargan con fragmentos de ideologia incoherentes, desestructurados, incontrolables ¢ incriticables porque no estén formalizados. La repiblica cra una moral, ex- presaba la cohesién de una comunidad de pertenencia, buscaba promover, y funds la memoria; era la forma de lo politico. De ahi el respeto que sentian los republica- 1s por Esparta y por Venecia, los dos gobiernos mas es- tables de toda la historia. La identificacién confusa entre ‘gobierno republicano y gobierno democritico s6lo data del siglo xix. Un Estado donde faltan instituciones sélo es una re- piblica ilusoria. Las instituciones son e! alma de la repti- Hica. No hay muchas en una monarquia, las hay ain menos en el despotismo. La impotencia de la republica se explica por el hecho de que pide mucha abnegacién La republica es austera. La gente que sélo nevesita lo Pecesario puede desear luego la gloria de la patria: pero sn alma corrompida por el lujo es enemiga de las leyes. Nadie puede exigir un sacrificio que no esta dispuesto a 2x. La repiblica es una idea masculina, urbana, racio- sal. El verbo es republicano, amigo de las leyes y de los Seros. La came bland, célida, coloreada, desemiboca en ig democracia y el comunitarismo. Los valores hedonis- “2s son democraticos. Enel centro de la cuestién de la re- ica est la cuestiOn del Estado: a la ver simbolo de la “szcién, lugar de encuentro de los ciudadanos, expresion 4 unidad, educador, protector y proveedor. El Estado sua forma historica: hoy se encuentra en crisis. es obje~ de burla y de rechazo, lo mismo que la repiiblica. Esto ue la republica nunca se gana para siempre; hay descanso con ella. La historia es perpetuamente et Y la repiblica es un movimiento infinito. tenencia. No hay repabli autoridad tradicional (religiosa, hereditaria, So- ne Taicidad, la igualdad de los hombres Ia sobers: nn nr seed raisin yn, los republicans los gu idea de lo verdadero, piensan que todo hombre €s Tidad, a un discurso de la indignacién. Recurrimos # valores individuales més que al debate piblico, El sex tido mismo del interés general se ha perdido. AY nuevas formas de compromiso; laelevacién del nivel formacién y de comunicacién ha acrecentado las f tades de autonomia personal. La gente rechaza cade mas las formas de adhesiéa a una organizacién col (como el sindicato); quiere un compromiso cortado a ‘medida, contratos de ciudadania para un resultado ‘ereto, Los principales motores de la accién son el nocimiento la utilidad y la proximidad. Las asociac consttuyen la expresin pilica de las opciones pol ‘© econémicas, o de los modes de vida; toman a directamente los objetivos de interés general. lam la genetosidad de los individuos y reclaman el publico. Ya no se trata tanto de la libersad de aso Sino de relaciones célidas entre asociados. Todo i una perticipacién diferente. Ta degradacin material dela ciudades nos dda que, entes del orden piblico,estéel orden civil. La cesidad del debate y el principio de laicidad fundas ccultura republicana. Pero las formas de movil ZOUE ES EL CIVISMo Hoy? s (la asociacién), los temas (alojamiento, condiciones de vida en el barrio), revelan una concepcién civil de la iudadania que ya no es solamente civica. La formacién el juicio se vuelve un propésito democritico y, en lu- -gar de la colectividad, tenemos a colectividades abstrac- tas cuyas implantaciones ya no coinciden ni representan la estabilidad duradera. Nuestra cultura civica esté compuesta por la alianza ée la sumisién a la autoridad y por la rebelién perma- pente, por el igualitarismo y por la bisqueda sistemati- ‘ca de los privilegios. Se desarrollan nuevas formas de ‘ccién politica, y debemos debatir sus prioridades. El ci- ‘ismio no es une peticion provisional, es una preocupa- sién por el interés general. Vemos que, cuando mas se Progresa en las categorias socioprofesionales, més crece 42 capacidad de emanciparse de las reglas. El dificil ac- 250 2 la ciudadania y la confrontacién con la desigual- ed de las condiciones nos recuerdan que el ejercicio de 42 ciudadania supone garantias contra la ignorancia y la iseria. Esto designa la capacided de nuestra sociedad ‘para asumir la movilidad de las condiciones. El orden civil supone compartir valores comunes. Pero, cual es el sistema de valores que sirve para cons- ‘Suir el sentido de la experiencia personal, que legitima ‘ss reglas de la moralidad publica y funds los procesos +#pertenenciay de reconocimiento? Atenas y Roma de- -Sgnan, ena historia del pensamiento occidental, el mo- erto fundador de la ciudadania. La participacién en la | eccién de la ciudadania concierme a un circulo cerrado, = srupo de ciudadanos-soldados, legisladores y jue- +$55. aislados de los esclavos, las mujeres y los extranjeros. suerpo civico contaba con 30 mil 0 40 mil ciudada- La oligarquia no rebasaba los tres mil. Ser ciudadano 116 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. ‘era un privilegio y comportaba obligaciones. Habia ex- tieidos de la ciudadania y habia un espacio civico. El ciudadano era un soldado, y reinaba Ia ley. ‘Mis cerca de nosotros, el Dios de Calvino y de Lute- ro impone una nueva forma de comunidad, destruyendo los poderes intermediarios,y funda un relacién diferente con la ley de Dios, abandonando las leyes mundanas & la responsabilidad de los hombres. La Reforma conviet~ te la sociedad en otro tipo de ciudad. Este civismo se bast ‘en Ia dualidad de Ia relacién protestante con el pode, ‘uumerosos los que participaron en los combates y ct promisos fundamentales de la repiiblica. Los moti ‘eran sociolégicos: afirmaban el sacerdocio universal todos sacerdotes, 0 todos laicos) y destruian las. ra contra todos los que perturbaran tal acuerdo”, Milton. “Este es el origen de las ciudades y de los dos. Ninguna fe mutua era lo suficientemente fuerte, Jo que instituyeron una autoridad que prokibiera, fuerza, toda violacién de su pez y su derecho Esta autoridad, este poder de autodefensa y de cion, reside, por su origen, en cada uno entre ellos y tariamente en todos, para su bienestar y buen ZQUE ES EL CIVISMO HOY? u7 Luteto y Calvino rechazan el sistema catélico romano de la doble moral, que funciona en los paises de cultura catolica; afirman las mismas exigencias para todos y promueven la diferencia entre una ética animada por el ‘conflicio de las convicciones evangélicas, y un derecho minimo, que busca fundar pragmaticamente la coexis- tencia de diversas convicciones en la misma sociedad. No se debe legislar imponiendo a los demas un régimen Politico, o moral, que seria sagrado. Durante la Refor- na, las ciencias bajan del cielo metafisico para contestar 2 la religiGn, y se establece la separacién entre las leyes ‘eligiosas y las leyes politicas. Las consecuencias fueron revolucionarias. El despotismo abrié la via a la demo- sracia. El déspota destruyé la estructura de los poderes ‘ntermediarios, volviendo posible el adverimiento de una politica fundada en el interés individual; destruyé el siste- ta de Iealtades trbales y clinicas, atacé el separativismo Tegional y los privilegios locales, impuso una especie de fgualdad sumaria y nivels el universo politico, Los desa- ‘suerdos y las diferencias establecieron nuevas formas -sontractuales de consenso, basadas sobre la responsabi- jisciplina de sus miembros. La ley fue inventada para conservar el mundo ¢ im- ‘pedir lo peor. El derecho positive es relativo a nuestra ia humana, marcada por las pasiones y el caos. El sera entonces escéptico, conservador, relativis- ‘= Fin pasiéa por las utopias, pero fiel a su ejercicio, que el de crear una ética estwica. En el siglo xvi nacié La Boetie, quien escribié su ‘de la servidumbre voluntaria En él, mostré que ‘piramide de Ja participacion en la tirania, por medio "equefias protecciones y pequefios provechos, era lo rio del civismo. La servidumbre voluntaria fue 118 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO llamada el “siervo albedrio” por Lutero; consistia en per~ der el recuerdo de la libertad original, por temor a ser auténomo. Pero el tirano jamas es amado. Le amistad supone le reciprocidad, la igual dignidad de dos seres. Este punto corresponde exaciamente a la ética del contrato, que de~ sarrollaron los puritanos ingleses del siglo xvi. Calvino construyé su teoria del derecho basindose en Ia obra de Séneca De clemencia. La doctrina de la predestinacién firma que somos, a priori, elegidos 0 reprobados pot Dios. Pero esio no lo sabemos. Asi, la dureza teoldgica de Ja Reforma desemboca en la liberacion politica, moral y | social. La comunidad protestante se somete a un velo de ignorancia. La predestinacién es el equivalente exact de la deslegitimacion, de la imposibilidad de justificar cualquier orden social, politico 0 eclesiéstico, ya que salvacién escapa a la Iglesia y al Estado. Asi Se pier Ja “fundacién divina” del orden social, y se abanda este orden a la responsabilidad de cada quien. Calvin se muestra pesimisia en cuanto a las capacidades hu nas de construir una justia; pero se va formando uni ponsabilidad individual y comunitaria donde las re no tienen mis fuerza que la de un contrato libre. C ‘vino no retoma a los argumentos medievales tradicio les, no trata con ningin respeto particular a las relacio familiares y patriarcales. Las autoridades tradicionales: Jo podran durar si se reforman radicalmente. El calvinismo, con su realismo politico y su: de organizacién con disciplina, sirvié de soporte légico a la Reforma. El protestantismo equilibré su: conservador con un lado revolueionario, con el i crear un ciudadano virtuoso, frugal y disciplinade protestante civico serd, entonces, un ciudadano q 2QUE ES EL CIvisMo HOY? ne Posible la ciudad, en un momento de caos eritico entre sociedades tradicionales y sociedades modernas, consti- ‘uyendo el contratante libre que se necesitaba. A la vez, ¢l protestantismo creé un modelo de asamblea volunta- ria, de la cual el individuo era miembro optativo, y que sjercia una disciplina comunitaria. Es asi como nacié el ‘burgués liberal. Las convicciones arcaicas desaparecen para dejar subsistir s6lo las obligaciones morales, que forman la modernidad. El calvinismo seri el primero de ‘os agentes autodisciplinados de la reconstruccion poli- tice y social; construyé un sistema politica inventivo, un sivismo puritano y revolucionario, nacido de una tan- sicién entre trdicion y modemidad, una sociedad someti- 2a un orden de conservacién. Este orden civil tomaba i mundo tal y como era, y buscaba evitar los males. Mis ‘ale, para esta ciudad, un orden injusto que una falta de ‘srden. La ciudad esti abiertaa la critica, que tiene como ssbjetivo el mundo tal y como podria ser. El protestan- Samo legisla para que las ciudades nuevas sean casi picas. Se puede revocar un orden existente en nombre del entrato fundamental. La fuerza del contrato viene de la ss'ibucidn equitativa de la responsabilidad. Este con- © “obliga” y, a la vez, tiene una cierta plasticidad, que ge del sentido de lo posible. Cada generecién, frente St verdad, puede recomenzarlo todo. A la vez, la ideo- gia de la ciudad corre el riesgo conservador de casarse ‘el dogma del mantenimiento del orden, disimulan- bbs conflictos. tun civismo por pesimismo politico y un civismo ‘entusiasmo politico, cabe la urbanidad. :Cémo rein- una civilidad a la altura de la crisis que atravesa- 120 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO gout es ex civismo nov? in mos? La urbanidad no se opone a la “ruralidad”, sino @ dad supone igualmente que, en esta diversidad, los ac- ta “incivilidad”, tan frecuente en una sociedad que debe tores juegan fair play, respetan las reglas, construyen un hacer cohabitar, en tn espacio restringido, una gran di- minimo de coherencia. Esto implica, en los actores, el versidad de formas de vida y de cultura, Esta incivilidad ‘sentido de las responsabilidades. Esta urbanidad se opo- tiene dos rostros complices: el de uns indiferencia gene- -ne a la incivilidad de un mundo cuya diversidad sélo se- ralizada y el de una cerrazon en las diferencias exclusivas. hes ch cisissven was iksoies colintvas! Chdk uss: {La urbanidad significa, ane todo, la benevolencia hacia Ik pertenece ala vez a varias comunidades, y esté obligado diversidad de las formas de vida y de relacionarse con los ‘2 inventar una coherencia. La urbanidad no propone bo- demas. Hay que renunciar a borrar esia diversidad ¢ in- rrar todas las tradiciones, ni ponerlas unas al lado de otras Veniat una urbanidad capaz de tolerar la heterogeneidad. sin cambiarlas, sino que propone autorizar unas civili- “Aqui existe el riesgo de “lo émico” y de les guetos. Pere dades nuevas. fe puede volver a las diferencias compatibles. La urbe: ‘la desigualdad de las condiciones, la repblica opo- fhidad modema se ha construido a través del abandon gualdad de los deberesciudadanos, pero cde cual de las viejas solidaridades étnicas y religiosas, por cau nacion? En este pais innegablemente democratico, la ‘sa del éxodo rural, luego de las diversas migraciones 6& existencia misma de un dominio politico independiente habria podido efectuarse sin una pro de los intereses particulares plantca cuestiones agudas. La aparente desafeccién por la nacion politica es el sig cl drama de arrancarse de sus estructuras 10 de una repiblica sin ciudadanos y sin civismo. Vivimos jdentificacion, una nueva identidad es posible. Ni ¢1“orgullo de ser mexicanos”, a la vez que el cuestiona- identidad es simplemente nuestra aistoria mezclada miento de la unidad nacional ‘otras; por un lado, lo que recibimos, por el otro, mt El civismo, virtud particular del ciudadano, encauza ‘obra. Sélo aceptan parecerse y juntarse los que is relacién del individuo a la cosa pibblica, pero también ‘elativizar sus diferencias. {Cual es la forma de la urbe ‘postula el ejercicio de las virtudes en la esfera privada. nidad contemporinea, a la vez capaz de responder a: El pumto de unién se realiza en la calidad del individuo de laidentidad y de hacer frente a los neotr yen la concepeién de lo que es pablico. Estamos en el lismos? La urbanidad comporta una dimension de ei ‘tepistro de las pricticas y de los comporiamientos, no i & las posturas. {Cudles relaciones, para con el interés legitimidad homogénee, donde los actores hablan el " sslectivo, se involucran en las pricticas de trampa y de mo lenguaje y se adhieren a los mismos valores de Saude que son nuestro deporte nacional? Existe una dis- és general, de solidaridad y de participacion. La civilide ‘Sacia entre la imagen socialmente aceptable de nosotros, {que buscamos supone la aceptacién del hecho de que, “squella que formulamos, y les realidades sociolégicas que a ciudad, todo el mundo no habla el mismo lengt ‘San en juego en los actos de incivismo. Las relaciones hay una pluralidad de esferas de legitimidad. La la regla y con su transgresién dependen siempre de 122 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO ios de los cuales los individuos disponen para wee aneine ala regia. La relacion que ls ciudadanos te jen con las reglas (el fraude fiscal. por ejemplo) define ‘una trama social y marca el nivel de su cohesién. Estas relaciones y su transgresi6n representan nuestro estado. ‘Somos ura sociedad que delinque sin cesar. La falta de respeto a las reglas parece arraigada en las costumbres; re~ cchazamos el earécter impositivo de la regla de vida en sociedad. Engafiamos en la vida diaria. La atomizacién de los individuos, la impersonalidad de las relaciones hu rmanas, desregulan el contrato social. Una cultura indi ‘Vidualista, refractaria @ toda nocién de bien colectivo y de valores eivicos, nos rige. Por supuesto, tenemos que distinguir entre los diferentes niveles de fraude: aque- los que ponen en juego conveniencias sociales (no res peiat la fila), aquellos que surgen del medio familiar (no respetar el horario de trabejo, copiar en un examen, men= tir al seguro), y aquellos que ponen en juego la relacion del individuo con la colectividad entera (robar al fisco, no declarar su trabajo). Entre los aces te i sas pricticas existe una permeabilidad extrema. No una frontera precisa entre faltar a las reglas basicas de Is cortesia y de la sociabilidad, y violar més gravemente Jos fundamentos colectivos de la sociedad. Tomarse liber — tades con las primeras reglas lleva 2 una predisposicién para rechazar las otras. \Vivimos una forma de anarquia blanda. La extrema liberalizacién de las relaciones sociales nace de la indi- vvidualizacién ereciente, que nos lleva a una pérdida de Jas referencias morales estructurales. Es necesario rea firmar un sistema colectivo de valores que impediria cemergencia de fracturas sociales importantes. Hay pocas ‘campos en los cuales la oposicion entre el discurso y QUE ES EL CIVISMO HOY? 12 los actos sea tan flagrante como el trinsito. El ciudadano conductor negocia consigo mismo el color de los semé- foros. Conducir bien y conducirse bien son testimonios mayores de pertenencia al grupo. Cuando el eédigo de trinsito deja de ser un cédigo de buena conducta, las con- secuencias van més alld del trénsito. La fuerza de los corporativismos reside desde siem- pre en la simbiosis entre los principios més nobles y los inteteses mas cinicos. La administracién deberia ir més alla, pero la magnifica idea de “administracién piblica” ha sido progresivamente descalificada; podria reencon- ‘rar su vocacién original y reinventar el interés colecti- ‘vo. La construccién de la identidad personal se hace por 1 estado civil, le filiacion, la socializacién por la escue- lay el trabajo, y la confrontacién con la regla. Estos son Jos fundamentos de la vida colectiva. Pero las dos ilti- ‘mas generaciones se han construido sobre la denuncia y Ja emancipecién de la moral y el orden social, la duda y laironia, luego la caida de las ideologias y las rupturas _ de la vida colectiva. :Acaso se puede volver hacia el in- ividuo virtuoso capaz, él solo, de reordenar lo politico en la ciudad? Nuestra generacién se ha equivocado so- bre casi todo. El Estado benefactor, las instituciones de socializa- in (escuela, asociacién), mantuvieron en los espiritus kes valores del civismo republicano: probidad, trabajo,

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