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Memorias del graffiti

[Miércoles] 28 de marzo

Vas por cualquier ciudad y podría apostarte muchas cosas que quizás tu desconoces de mí, lector,
a que de un largo muro a otro, encontrarás una frase escrita por algún anónimo vampiro. Hasta
podría ser yo, o tú, que creí verte el otro día, y apenas fuiste ante mis ojos la sombra que se hizo
noche cuando sentiste que te observaba.

De graffitis, los hay difíciles de entender, otros demasiado obvios, con un sentido poético o
simplemente profieriendo algún insulto. Los ves desde Montevideo hasta Ciudad de Guatemala,
desde Barcelona hasta Manila. Los hay también políticos, de extrema o de centro, verdes como la
marihuana o antipáticos como Diógenes, que no necesitaba iluminar con su lámpara para darse
cuenta cuáles podían ser los más honestos.

Por lo general, los vámpiros de la noche los hacen sobre paredes que el día muestra como
inmundas, pero muy pocas veces hay tiempo para la elaboración, todo es muy rápido, casi
garabatean ante la amenaza de la poli a la vuelta de la esquina. De Góngora escribió: "la dulce
mansión / del blando sueño / alimentando vanos pensamientos". Claro, pero a veces no tan vanos.
A mí a menudo me pasa, no con lo que escribo, sino con los otros: viendo lo mejor donde en
realidad sólo existe lo peor. Pero estos clandestinos también pueden ser artistas. En Nueva York
he visto la belleza de algunos murales, recuerdo particularmente uno o dos en Harlem, como si se
tratara de uno en el muelle internacional del JFK pintado por algún famoso. Por ahí, en algún
dossier, debo tener las fotografías.

Los hay de amores y de protesta. "Kelly te amo", dice uno. "Quiero ser el virus de tu amor", dice
otro. Algunos los entiendes, otros ni te digan. Los de odio son a veces mediocres. "Yankee go
home!", etc. Pocas veces uno puede ser testigo de alguna línea escrita por cierto filósofo que de
repente se ha renegado contra las leyes que la sociedad le ha impuesto, como lo ha limitado. Otras
veces, un solo dibujo con algunas letras y ya te hace reír. Aquí va uno: En la pared, los
mamarrachos de una mujer y lo que parece ser un hombre que hablan, como en un café. Él le dice:

"¿Qué piensas si te digo que soy un libro abierto?, y ella le responde: "Que me dan ganas de ser
analfabeta".

Sin embargo, hay unas cuantas líneas murales que quisiera compartir, y, bastante cómicas por
cierto, tomadas de algunas capitales hispanoamericanas, de sus muros:

"Nada en vano. Todo en vino"


"Las vírgenes tienen muchas Navidades, pero ninguna Nochebuena"
"Tengo ambre. Ya me comí la h"
"¡Resucitaremos aunque nos cueste la vida!"
"Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas"
"Salario mínimo al Presidente, para que vea lo que se siente"
"No queremos sobrevivir. Queremos vivir"
"Todo se puede bailar"
"Quien tiene miedo de vivir, no nace"

Publicado por © La Redacción de Adentro y Afuera   

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