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Un benevolente experimento

[Domingo] 15 de abril

Recibí en el transcurso del fin de semana una copia electrónica de la tesis de grado de mi querida
amiga Rose Schiller-Bower, con su nombre de poetisa, en la cual le colaboré, creo, bastante. La
tesis trata los medios masivos modernos de comunicación entre personas, exactamente el popular
MSN Messenger y el fenómeno MySpace. Rose representa la casi cofradía literaria de mis días en
Georgetown University, así que cuando me enteré de su tesis, no pudo dejarme de atraer. Mi
colaboración comenzó casi espontánea, pero asimismo inesperada: una conversación en la que yo
le propuse estudiar el fenómeno de MySpace, que, un tiempo antes, sus dos creadores habían
vendido por una fortuna a una gigante electrónica (Google?). En fin, tras leer esto, me llamó la
atención esta página de modo que no me explicaba el sentido que podría tener maquillar o fingir un
determinado perfil y comenzar uno a hacerse con un montón de supuestos "amigos" virtuales, algo
que siempre me ha inquietado mucho. Así que, tras hacerle la recomendación a Rose, pasaron
algunos días y, de repente, me pidió que la ayudara. Su excusa fue que ella no conocía a personas
tan creativas como yo, además, ella necesitaba a alguien muy creativo (reiteraba la palabra
demasiado, que quiere decir en realidad, un "fabulador"). Fue como, sacándome deudas de
favores que tenía con ella, me enganché en esta aventura.

Mi primer aporte consistió en abrir una cuenta en MySpace, que Rose dejó completamente en mis
manos. A lo largo del proceso, no entendía nada, e incluso cometí el error de poner varias veces mi
propio nombre y así quedar demasiado expuesto. Eso me di cuenta hasta hace poco, cuando la
cuenta fue clausurada, al haberse terminado el experimento. Una vez abierta la cuenta, el asunto
fue crear toda una vida o personalidad nueva: creí que si lo inventaba todo, entonces no sería
suficientemente creíble, así que mezclé la realidad con la invención. Una vez terminada, Rose se
concentró en el estudio de lo que vendría luego. En la primera semana ya tenía disque 15 amigos
por solicitud, en la segunda la suma casi se igualó y para los meses restantes ya se había
disparado a 50. Con base en esto, Rose comenzó a utilizar todos sus conocimientos universitarios
en el análisis comportamental de todas estas personas, desde hondos hasta superficiales, de todas
las preferencias y razas mezcladas.

El experimento fue increíble, principalmente porque Rose era la dueña del acceso, es decir, la que
tras mi desplazamiento tomó pleno control de esa ventana de MySpace. La tesis que acabé de leer
y que será sustentada dentro de poco en Georgetown es un valioso documento, además que mi
querida Rose me agradece, a modo de dedicatoria, en gran parte, mi ayuda. Aunque tuvo algunos
costos personales esta pequeña ayuda, me siento muy contento de haber puesto de mi parte, pues
la manera como fue abordada la problemática merece mucho la pena.

En últimas, no hay nada como los amigos en carne y esqueleto. Y así de un lado falten ya algunos,
porque siempre, por el otro lado, sobran.

Publicado por © La Redacción de Adentro y Afuera   

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