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BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO VicTor FLoriAN B. Sowa Cucrunat No. 4, sernestate 2001, 1-77 Feu ou lumieére, travail ou intelligence, voila les deux pGles entre lesquels se développe l'inmense champ du prométhéisme. BACHELARD e puede decir, esquematicamente, que Bachelard pasé de la meditacién sobre la racionalidad de la fisica contempo- ranea a la poesia y que permaneciendo filésofo elabor6 pa- ralelamente una filosofia de las ciencias y una verdadera poética de indiscutibles huellas en la «nueva critica» (Poulet, Rousset, Maryvonne Meuraud). ;Ah, como se ins- truirian los filésofos si consintieran en leer a los poetas! Es una de las multiples expresiones para justificar su pa- si6n por la poesia, concebida hacia el final de su vida, como un «asombro precisamente al nivel de la palabra, que se produce en la palabra y por la palabra». Por otra parte, la division de dos vidas, la diurna para quien sigue de cerca el racionalismo de la actividad cientifica y la nocturna para quien se ocupa de la imaginacién poética bien podria con- ducirnos a la busqueda de esa «secreta pasién» que une una vida con otra, retomando la expresi6n de Jean Lescure. Pero lo que es bien claro ante una obra tan polifacética y fecunda es la idea de que tanto la ciencia como la imagina- cién tienen por finalidad comtn introducir la novedad en el pensamiento en un esfuerzo continuo de creaci6n. En cuanto a la epistemologia 0 teoria del conocimien- to cientifico el punto de partida lo constituye la concien- cia de la novedad introducida por la Relatividad como uno de los caracteres mas evidentes. Progreso del pensamien- to, extraordinaria construcci6n, y creacién de experiencia son en efecto, a la vez, la gran via de acceso a una descrip- cién de la Relatividad y de lo que mas tarde sera su con- cepcién y explicacion de la dinamica de la ciencia. La no- BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. vedad relativista se presenta en contravia con los datos del empirismo y en ruptura con un cuerpo de experiencias anteriores. Ahora bien, lo que caracteriza a la ciencia en relacién con otras actividades humanas es precisamente el progreso. La ciencia puede progresar solamente a través de las rupturas (el sistema de Einstein en ruptura con el de Newton) porque lo que constituye al espiritu cientifico es la constante renovacion, la permanente problematizacién, el recomienzo. Es asi como Bachelard va a definir la cien- cia como una escuela permanente y simult4neamente va a reclamar reformas pedagégicas que leven la marca de una tajante separacién entre curiosidad natural y curiosidad cientifica y rechacen la experiencia inmediata en cuanto esta se puede convertir en un estorbo para la experiencia cientifica. Al proponer una epistemologia que se desarro- lle a partir de cada ciencia en particular, concretamente la fisica y la quimica, se rompe con toda teorfa general del conocimiento y con el esquema tradicional de un método cientifico general. Hay que reconocer por otra parte que si les tributaa la ciencia y a la expresi6n literaria el mismo género de admi- racién es porque las dos presentan una caracteristica co- mun en el sentido de que son inconcebibles sin la creativi- dad, valor supremo que Bachelard le exige a la ciencia. Cabe decir, ademas, que para él la literatura tiene por funci6n la creacion de nuevas imagenes y que el signo de la creaci6n artistica o de «la potencia creadora de la imaginacién» lo constituye precisamente la novedad. Valga recordar aqui la analogia que establece entre la creacién artistica y la procreacion de un hijo. La autonomia que constantemente le senala a la expresin literaria y a la poesia no es otra cosa que un intento por liberar la imaginaci6n o lo que es lo mismo oponerse a todo lo que la determina. VICTOR FLORIAN B. Con el titulo Bachelard o el complejo de Prometeo (sintesis de todas las tendencias que nos impulsan a saber) hemos querido caracterizar a nuestro autor mismo en un esfuerzo por aproximarnos a sus dos universos, el episte- molégico y el poético; porque es bien visible su interés tan especial por las creaciones culturales de la humanidad: la ciencia, los mitos, la produccion literaria, la poesia de los romAnticos alemanes y del surrealismo, la pintura. Vien- do como hace entrar en escena uno tras otro a Jung con José Eustacio Rivera, a Shelley con Nietzsche, a Pinheiro dos Santos y el ritmoandlisis con el sicoandlisis de Freud, nada tiene de sorprendente esta plegaria dirigida en las majianas al dios de la lectura: «Nuestra hambre cotidiana danosla hoy» y que como buen ebanista del lenguaje y de la imaginacion activa se pregunte en la Poética de la Enso- fiacion: «Acaso, alla arriba en el cielo, el paraiso no es una inmensa biblioteca? ». Algunas precisiones sobre el sentido y los limites que nos hemos asignado con el presente trabajo se hacen nece- sarias. En primer lugar, la pregunta por qué y para qué acu- de al sicoanilisis un filésofo de la ciencia que ha tomado conciencia del desfase entre la filosofia de su tiempo y el desarrollo cientifico, nos revela una profunda preocupa- cién pedagégica. Porque llama la atencién que en 1938 el término «sicoandlisis» aparezca en el titulo de dos obras: La Formacion del Espiritu Cientifico. Contribucién a un Sicoanilisis del Conocimiento Objetivo y el Sicoandlisis del Fuego, después de una amplia reflexién sobre las Ila- madas ciencias exactas, la relatividad (La Valeur Inductive de la Relativité, 1929), la microffsica (Nouméne et Micro- physique, 1931-2), la quimica moderna (Le Pluralisme Cohérent de la Chimie Moderne, 1932), dos estudios so- bre el tiempo (La Intuicion del Instante, 1935; La Dialéc- BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. tica de la Duracién, 1936) y uno sobre la experiencia del espacio en la fisica contempordnea (1937). Una clave para esta interpretacion la constituye la afirmacién expresada en el ultimo de los escritos sobre la fisica contemporanea: «las imagenes, como las lenguas cocinadas por Esopo, son a la vez buenas y malas,indispensables y daninas, hay que saberlas usar con medida cuando son buenas y des- embarazarse de ellas cuando se vuelvemn inttiles». En segundo lugar, Bachelard le dedicé un estudio a Lautrea- mont en 1939, lo que significé la aparicién de otra vertien- te de su obra, las preocupaciones por la imaginaci6n, y con- cretamente, la imaginacion literaria. El hecho de que la imaginaci6n sea concebida como la funcién de lo irreal plantea la necesidad de hacer explicita la relacién con el surrealismo y el vinculo con poetas que escribieron sobre la imaginacion y las relaciones entre lo imaginario y lo real, mas alla de las simples simetrias establecidas entre superracionalismo y surrealismo, entre racionalismo abier- to o surrealismo y de las referencias a Tristan Tzara como a primera vista aparecen en sus escritos. La fe en los poderes de lo imaginario, la insistencia en el onirismo activo de la ensonacién y del suefio nocturno asi como un interés comun por la actitud del alquimista y del poeta, son elementos suficientes que impulsan a plan- tear su relacién con el surrealismo. Una vez que se ha de- clarado el vinculo que establece entre la imagen y la pala- bra, las creaciones verbales y la imaginacién, se hace posi- ble establecer su aproximaci6n al surrealismo como crea- cién de un mundo literario en el que se supera el empleo VICTOR FLORIAN B. corriente del lenguaje o como lo expresa Breton, se eman- cipan las palabras devolviéndoles toda su fuerza. Finalmen- te es necesario distinguir cuidadosamente, con Bachelard mismo, entre imagen y concepto, imagen y metéfora, sim- bolo y lenguaje en la experiencia poética y el sistema de simbolos de la imaginaci6n. I-La EpistEMOLOGIA NEO-RACIONALISTA «Vemos pues, que todas las nociones por las cuales suele el vulgo explicar la naturaleza son solo modos de imagi- nar y no indican la naturaleza de cosa alguna, sino la contextura de Ja imaginacion...» Spinc Cuando V. Descombes en Lo Mismo y lo Otro hace el ba- lance de cuarenta y cinco afos de filosoffa francesa no va- cila en destacar, en el contexto de las paginas consagradas a Foucault, como una de las tendencias mAs tradicionales de la epistemologia aquélla que se ha orientado por la for- macion de los conceptos de una disciplina, sus variaciones y sus obstaculos en el tiempo. En esa tradicién instaurada por Bachelard y Canguilhem (La Formacién del Concepto de Reflejo en los Siglos XVII y XVII) se inscriben los tra- bajos de Alexandre Koyré, con nociones tomadas en prés- tamo («mutaci6n intelectual», «ruptura») para explicar el nacimiento de la ciencia clasica en sus Estudios Galileanos, 1939 y Estudios de Historia del Pensamiento Cientifico. De otra parte, en la confluencia actual de las ciencias hu- manas, la epistemologia y la historia de las ciencias, es BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO bien transparente la presencia de Bachelard en Foucault, Althusser, Fichant y Pécheux o para retomar la expresién de Vadée «la influencia esencialmente ideolégica en el seno del pensamiento francés». Es preciso recordar ente todo que en GASTON BA- CHELARD (1884-1962), el filésofo, el cientifico y el poe- ta no estan desligados. El ambiente cultural en el que se perfila su itinerario es bien polifacético y de hondas re- percusiones a lo largo de sus escritos: a-Los artistas contempordneos: Chagal, Marcoussis, Flocon, Waroquier, Simon Segal. b-Lautreamont y los poetas surrealistas. c-La filosofia:Bergson, Leén Brunschvicg, Meyerson, la fenomenologia. d-La sicologia y el sicoandlisis: Janet, Minkowski, Carl Jung. Su obra se presenta como la conjuncién de dos ver- tientes: por una parte, la reflexién sobre la actividad cien- tifica y por otra, la filosofia de la creaci6n artistica ala que estan intimamente ligadas las preocupaciones por la ima- ginacién poética, la ensonacidn, las imagenes e inclusive la practica de la poesia misma como lo sugiere la lectura de La Llama de una vela ! 1 «La lama es un mundo para ¢l solitario», «La lama es una verticalidad habitada» Ino se duerme ante el fuego, pero no ante la llama de una vela jorir por amor, en el amor, como mariposa en la llama, no es acaso realizar la sintesis entre Eros y Thanatos?».Desde una teoria de la imagen-frase que Bachelard su- giere al ligar directamente imagenes-pensamiento-frase, Jean Lescure nos habla de sentencias poéticas del poeta gnémico-. De ahi el Pequerio Compendio de Poemas Gnomicos elaborado en Un éte avec Bachelard , pp. 166-170. Mencione- ‘mos algunos: » Adan se encontré con Eva al salir de un sueno:por ello la mujer es tan hermosa, «En Brujas todo espejo es un agua dormida», «El lago es un gran ojo tranquilo» VICTOR FLORIAN B. El intento de superacién de la vieja antinomia entre poesia y ciencia es un componente importante en toda su obra ya que a la vez permite comprender afirmaciones como «la ciencia es la estética de la inteligencia», «la ciencia se forma mas bien sobre una ensofacién que sobre una expe- riencia». Es el romanticismo de la inteligencia, como lo califica Hyppolite, pero que pronto ser4 opacado por una clara separacién entre las condiciones de la ensofacién y las condiciones del pensamiento. En los dos frentes explorados, el cientffico y el lite- rario, entrevemos la presencia del sicoanalisis de Jung y mAs exactamente su teoria de los arquetipos y el papel de los simbolos en la vida inconsciente. El hombre es un drama de simbolos, declara en La terre et les révéries du repos y por eso el principio subyacente a las reflexiones sobre la alquimia y la imaginacién no es otro que las imagenes son sublimaciones de los arquetipos. Sin em- bargo, en la basqueda de factores que intervienen en las representaciones sobre el fuego (Sicoandlis del Fuego) se pone en evidencia una encrucijada entre el espiritu poéti- coy el espiritu cientifico, lo cual plantea la necesidad de un método para el andlisis de la formacién del pensamien- to cientifico: las trabas que se le presentan en el momen- to mismo de conocer, los obstaculos, la afectividad de las convicciones y la accién de valores inconscientes. Es el sicoandlisis del conocimiento objetivo, es decir, la reve- lacién de obstaculos epistemoldgicos, de nociones inti- mas, de intuiciones e imagenes, indispensable para libe- rar al pensamiento racional. Desde esa perspectiva, una doctrina como la de los cuatro elementos, tan central en los diversos sistemas fi- los6ficos del pensamiento griego y aun en el siglo XVII con Priestley, est construida segiin esta forma de sicoa- BACHELARD EL COMPLEJO DE PROMETEO. nalisis, sobre arquetipos del inconsciente o representacio- nes colectivas y debe ser examinada a la luz de la premisa de que la actividad cientifica implica, por lo tanto, el aban- dono de las convicciones y las imagenes personales. Re- sulta bien significativo, por ejemplo, que en la representa- cion platénica de la tierra mediante la figura geométrica limitada por seis cuadrados, mas alla de una justificacién racional sea necesario encontrar elementos propios de una simbologia inconsciente en la cual el cuadrado estaria re- presentando la maternidad de la tierra. En estas condicio- nes no sorprende la variedad de complejos que un sicoana- lisis del conocimiento cientifico puede explorar. Sicoana- lisis que desde ahora podemos precisar como material ?, por cuanto versa sobre objetos, la materia, y que permite dar cuenta de fenémenos como la invencién del fuego por frotacion, especie de inscripcién de los movimientos del amor. El complejo de Prometeo o complejo de la vida inte- lectual sintetiza todas las tendencias que nos impulsan a saber; el complejo de Harpagon es el deseo de poseer y se identifica con la avaricia; el complejo de Empédocles es la unién del amor y del respeto por el fuego Estos y otros complejos (de Medusa, de Atlas, de Ofelia, de Jonas, de «agresividad» en el poeta de los Cantos de Maldoror son elaborados.desde la perspectiva de un siconalisis del cogito cientifico y sobre todo en relacién con la obra literaria don- de constituyen una especie de topologia siquica. 2 Sicoandlisis material, Hamado también elementista, césmico, por cuanto presume que es en el objeto material donde se condensa el maximo de energia psiquica y de voluntad humana. La ambigtiedad ya se hace evidente sobre todo cuando en la Poética del Espacio propone el topoanilisis como auxiliar del sicoandlisis, entendido aquél como el estudio psicologico sistematico de los para- jes de nuestra vida intima’’ VICTOR FLORIAN B. 1.1 TEORIA DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO «La verdad es hija de la discusién y no de la simpatia». La filosoffa del No. Con la aparicién de la relatividad y las mecanicas (relati- vista, cudntica, ondulatoria) Bachelard anuncia el adveni- miento del «nuevo espiritu cientifico», ultimo estadio de laciencia dentro de su controvertida periodizacion’ , al que necesariamente debe corresponderle una nueva filosofia que le sea adecuada, filosoffa abierta como la denomina, capaz de dialectizar la experiencia, los conceptos y las teo- rias. Filosofia que a su vez se dispersa ya que nunca pierde de vista que: 3 En La Formacion del Espiritu Cientifico distingue diferentes edades del pensamiento cientifico: precientifica, cientifica, y nuevo espiritu cientifico (a partir de 1905 con la teoria de la relatividad) con sus correspondientes estados del alma (pueril, alma profesoral, y alma en trance de abstraer o quintaesenciar). La edad precientifica comprende desde la Antigiedad Clasica hasta el siglo XVII Como se ve, son amplios periodos del pensamiento cientifico los que quedan asignados por la categoria de precientificos. Lo precientifico viene a ser esa forma de pensamiento unitario que apoyada en un realismo ingenuo y en una doctrina de lo general esta girando alrededor de intereses pueriles propios de la curiosidad coleccionadora o del afin de satisfacer la curiosidad. «Para el espiritu precientifico la unidad es un principio siempre descado, siempre realizado con poco esfuerzo. No hace falta mas que una maytiscula. Las distintas actividades naturales se convierten asi en manifestaciones de una tinica y misma naturaleza. No se puede concebir que la experiencia se contradiga y tampoco que se separe en compartimentos. Lo que es la verdad para lo grande debe ser verdadero para lo pequefio ¢ inversamente. Frente a la menor dualidad se sospecha un error. Esta exigencia de unidad plantea una cantidad de falsos problemas». (La Formacién..., p. 103). A la luz de estas caracteristicas que acabamos de enunciar, la pregunta que nos planteamos ¢s la de saber si nuestro autor no cae también en una genera- lizaci6n arriesgada en el tiempo, Se sabe en efecto, que con Galileo comienza la ciencia moderna, concretamente la fisica, que ¢l mundo que é! describe contradi- ce la experiencia comin y que el experimento cientifico construido sobre una teoria matemitica no tiene nada en comiin con la experiencia cotidiana. BACHELARD EL COMPLEJO DE PROMETEO. «Cada hipotesis, cada problema y experiencia, cada ecu cion, reclamarian su filosofa» { La Filosofta del No, p. 15). Desde la tesis doctoral de 1928, un postulado de su episte- mologia es la afirmacién del conocimiento como movi- miento, como esfuerzo continuo de creaci6n, se lee desde las primeras paginas del Essai sur la connaissance epro- chée. Ahora bien, esta concepcién del conocimiento como inacabado, como evolucidn del espiritu, susceptible de ser asimilada a la idea bergsoniana de élan vital, es solidaria con los caracteres por los cuales se puede especificar la actividad cientifica: induccién, creacion, dialéctica. De ahi el sentido de las expresiones «induccién que descubre», «construccién», «invencién», particularmente ttiles para comprender que la ciencia es produccién de objetos, es tra- bajo de creacién y no de reproducci6n de lo real inmediato. Bajo la expresién global de busqueda de hechos nue- vos, desconocidos, encontramos una pluralidad de elemen- tos diferentemente asociados, por ejemplo, la creacién de nuevas formas, que enfatizan todas las perspectivas revo- lucionarias de la actividad cientifica. «Conocer es descri- bir para descubrir» (Essai..., p. 9) se presenta como una cons- tatacién de lo que significa hacer ciencia hoy cuando la microfisica ha operado ya un desplazamiento del objeto mis alla de la experiencia de los sentidos. Es por lo tanto la nocién de objeto la que merece una atencién especial con respecto a la ciencia noumenal (la microfisica) ya que se modifica el marco de la organizacién misma del conoci- miento. Una de las condiciones para la objetividad de la cien- cia de hoy es precisamente la de que el espiritu no puede tomar una imagen por un objeto. Su definicién del 4tomo VICTOR FLORIAN B. es bien ilustrativa: el atomo es «la suma de criticas a las que se somete su primitiva imagen». Como cada saber se construye produciendo, creando objetos que se presentan como realidad y llegan a ser cada vez mas especificos y diferenciados gracias a la dindmica propia de la racionali- dad, hay un «compromiso objetivo» en toda ciencia y que se sintetiza en una escala de precisién, una sucesién de aproximaciones y una exigencia de especializacién. Por eso en la btisqueda de las nuevas rafces de la obje- tividad llega a establecer que el «objeto es la perspectiva de las ideas» (Essai..., p. 246), nocién indispensable para comprender la critica al cosismo y al ideal pedagégico de « ver para comprender” * La ciencia ya no puede ser entonces una leccién de cosas ni tampoco la ensefianza de la experiencia cotidiana. En su proceso de construcci6n-reconstruccién del objeto, el conocimiento cientifico es el resultado del encuentro con nuevas experiencias, nuevos métodos y sucesivas rec- tificaciones que se alejan cada vez mas del dato inmedia- to. En esta direccién cobra importancia la distincién entre objeto percibido (fenomenal) y objeto pensado o cientifico (noumenal), instancias entre las cuales no hay un punto comuin pero que en el fondo, sin duda, permiten establecer una especie de superioridad del racionalismo sobre el empirismo reflejada especificamente en una critica cons- 4 La ensefanza de las ciencias no puede reducirse a comparaciones y faciles asociaciones con el objeto de hacer mas inteligible el fenémeno que se busca explicar. En El Materialismo Racional el blanco de las criticas es precisamente Maria Montesori y sus lecciones de quimica a través de imagenes que ilustran pero no explican; por ejemplo, que «el carbono tiene 4 brazos», imagenes que mas bien contribuyen a una forma de retardo del adolescente. Es preciso contra- poner a esas satisfacciones baratas la penumbra de las dificultades propias del conocimiento cientifico. «La claridad es a veces una seduccidn que cobra victi mas en las filas profesorales» (£! Materialismo Racional, p. 186). BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. tante al conocimiento comun y en la afirmaci6n del pro- greso como el progreso de la razén. El racionalismo cientifico manifiesta su fecundidad si es aplicado y conquista la objetividad a través de sus aplicaciones. Pero para la objetividad del conocimiento no basta solamente que hablemos «del objeto para que nos creamos objetivos», es necesario ante todo romper con el objeto inmediato, contradecir pensamientos anteriores surgidos de la primera observacion y mantener una vigi- lancia «malévola» que impida a la inmediatez disfrazarse de objetividad. La critica se plantea entonces como una exigencia total: critica de la sensacion, del sentido comin ¢ inclusive de las etimologias porque estas pueden ser en- ganosas. Por este camino encontramos lo caracteristico del racionalismo activo o racionalismo aplicado: es la articu- lacién de unas verdades de razon y unas verdades de expe- riencia. Pero por experiencia se entiende aquella que viene mediada por el conjunto de aparatos, de instrumentos, que ya no son los simples auxiliares de la actividad cientifica sino teorias materializadas *. 1.2 LA EpisTEMOLOGIA ES HistoRICA En cuanto tal se propone explicar la naturaleza de una cien- cia y su proceso de formaci6n en el tiempo, y para ello 5 En esta misma direccién Koyré muestra cémo ya los instrumentos galileanos (telescopio, péndulo) son realizaciones de teorias. Con el analisis de la «fenomenotécnia» emprendido desde 1931 Bachelard quiere hacer mas evidente su idea de que es el racionalismo el que instaura los fenémenos y que la ciencia contemporinea mas que una descripcion es una produccién de fenéme fabricacion de fenomenos (sel fendmeno es un tejido de relaciones»] y la té de efectos (el efecto Raman, el efecto Compton} desvirtua, segin él, la ret en que las cosas pueden instruirnos directamente. 13 VICTOR FLORIAN B. toma en cuenta una nocién que le es inherente, la de pro- greso; de tal manera que la ciencia misma es definida aqui como un «progreso del saber espiritual». Ante las racio- nalidades progresivas como son las ciencias, las tareas del epistemologo y las del historiador no se separan ya que la historia de las ciencias es concebida como «la historia de las derrotas del irracionalismo» y en este sentido no puede reducirse simplemente a la veneraci6n del pasado y al re- gistro de los hechos y las teorfas. Es mas bien una historia que va del presente al pasado, que juzga el pasado con base en certezas del presente; es la historia recurrente, y en cuan- to tal «descubre en el pasado las formaciones progresivas de la verdad». La historia de las ciencias asi concebida presenta una doble orientaci6n: una historia «caduca» de corta duracién de los conceptos (la teorfa del flogisto) y una historia «san- cionada» en la que los conceptos son para siempre concep- tos cientificos. Al juzgar ese pasado espiritual se hacen evidentes los valores de la ciencia (el valor de racionali- dad, el valor pedagégico) y se impone el abandono de las valoraciones subjetivas, de los realismos ingenuos. Frente aese pasado la historia de las ciencias se convierte en «un tejido de juicios impl{citos sobre el valor de los pensamien- tos y de los descubrimientos cientificos» °. Cuando se considera que las ciencias en su desarrollo hist6rico poseen una dindmica propia, la del progreso, se comprende el interés del autor por examinar ese campo heterogéneo y movedizo de las imagenes, prejuicios, valo- 6 El Compromiso Racionalista, p. 152. Las tareas de la filosofia de las cien- cias son abordadas en forma sistematica en la introducci6n a La Actividad Racio- nalista de la Fisica Contemporanea (1951). Véase también “La actualidad de la historia de las ciencias” en El Compromiso Racionalista. BACHELARD O El. COMPLEIO DE PROMETEO. raciones subjetivas, que de una y otra manera pueden con- vertirse en trabas para la constitucién del conocimiento cientifico. Son los obstaculos epistemolégicos. Desde una problematica bien préxima a la del autor de la teoria de los idolos cuando de propuso investigar por las causas del error y purificar la mente de toda clase de prejuicios, Bachelard advierte igualmente la necesidad de una para la purgacién de nuestras imagenes, representaciones simbélicas y con- vicciones individuales. La nocién de obstaculo, obtenida de la funcién que desempefian los contrapensamientos en el desarrollo del conocimiento cientifico no remite a una colecci6n de erro- res sino mas bien, como lo indica Michel Serres, a unos vicios del pensamiento o pecados capitales de la no-cien- cia (orgullo, avaricia, lujuria, gula) que tienen por soporte comun la ausencia de critica, el empirismo inmediato, la subjetividad de las valoraciones y la satisfaccion facil e in- mediata de la curiosidad. Su variedad, examinada con abun- dantes detalles y ejemplos en La Formaci6n del Espiritu Cientifico, se puede apreciar en la simple enumeracion: La experiencia basica. El conocimiento objetivo. El obstaculo verbal. El conocimiento unitario y pragmatico. El obstaculo sustancialista. El realismo. El obstaculo animista. El mito de la digestion. El obstaculo constituido por la libido. 10 Los obstaculos del conocimiento cuantitativo. Sin remontarnos a cada uno de ellos es preciso agre- gar una exigencia elemental previa a todo ese andlisis de- tallado y ejemplificado. Si la ciencia se explica por una CONADAwWHeE VICTOR FLORIAN B, «voluntad de raz6n», por una «voluntad de saber», el pri- mer obstdculo que debe superar es la uni6n pues ella y lo winico que pone de manifiesto es la incapacidad para plan- tearse problemas, indicio seguro de que no puede aportar- nos mas de lo que nos ofrece el sentido comin. Por el con- trario, el sentido del problema, tan profundamente inscri- to en el movimiento mismo de la «conciencia creativa» es precisamente lo que la opinién no puede proporcionarnos. Detengamonos en el obstaculo que surge directamen- te del lenguaje, tratado severamente en la medida que le permite establecer la tesis de que el lenguaje cientifico se caracteriza por una «permanente revolucién seméntica» que pone en evidencia el desfase entre la subsistencia de la palabras y las variaciones de los conceptos, asi como la confrontaci6n 0 ruptura entre lenguaje comun y lenguaje cientifico. Los ejemplos son bien ilustrativos (la esponja, la botella de Leyde) para explicar las diferencias entre las significaciones del lenguaje usual y las del lenguaje cienti- fico y la evidente discontinuidad entre ambos. El abuso con las palabras y las posibles trampas a las que nos puede conducir el lenguaje tan caracteristico del conocimiento vulgar son premisas para la afirmacién del lenguaje cientifico como un neolenguaje y del concepto cientifico como «una verdadera emergencia del conoci- miento» tal como se puede apreciar en la formacién del concepto de capacidad eléctrica (El Materialismo Racio- nal). Es también ese aspecto el que puntualiza Canguilhem cuando afirma que «ciertamente las palabras no son los conceptos que ellas movilizan». La palabra esponja es el prototipo del obstaculo verbal y de la imagen generaliza- da. Sirvié para definir el hierro (es una esponja del fluido magnético), para la definicion de los vidrios (son esponjas de luz); Réamur explica el aire como una esponja y Descar- 16 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. tes acude a la esponja hinchada de agua o de otro liquido» para explicar la rarefaccion. En sintesis, el uso abusivo del lenguaje puede conducir facilmente a la imprecisi6n, a fal- sas representaciones y a las mas variadas explicaciones. El riesgo que se corre por el paso del lenguaje sobre el pensamiento nos hace pensar en la prolongacién de una linea de pensamiento ya marcada por Descartes, Bacon y Spinoza cuando examinan las causas del error’. Le corresponde a la ciencia y al hombre de ciencia en particular convertir su actividad en una busqueda cons- tante de precision, de afinamiento y de clarividencia, pero esta tarea no es simple, existe siempre una serie de intui- ciones primeras, imagenes, prejuicios, que pueden frenar el proceso de objetivacién. La nocién de corptsculo de la fisica contempordnea tuvo que cargar el peso de la nocién- obstaculo de corptisculo concebido como un cuerpo pe- quenito. La creencia en la riqueza del dato o realismo*, a Descartes, una de las causas de nuestros errores est en que pensamos mis con las palabras que sobre las cosas: «y los pensamientos de casi todos los hombres versan més sobre las palabras que sobre las cosas. A tal punto que muy a menudo prestan asentimiento a vocablos no comprendidos, porque piensan que los han comprendido antes, o los han recibido de otros que los han compren. dido bien» (Los Principios de la Filosofia, ed, Losada, p. 34). Si bien para Bacon el lenguaje es concebido como el instrumento de la comunicacién humana, sin embargo advierte sobre el peligro de la formacién de idolos del foro o falsas no: ciones que se originan cuando el significado de las palabras “se regula por el concepto del vulgo”. Expresin ésta que paralelamente aparece en Spinoza para designar a todos aquellos que no poscen el conocimiento verdadero de las cosas y explican su naturaleza a través de una de las formas de la imaginacién, a saber, el lenguaie. Las palabras “estan formadas arbitrariamente y como le complace al vulgo, hasta tal punto que no son sino signos de las cosas segiin se dan en la imaginacion pero como se dan en el entendimiento” ( Tratado de la Reforma del Entendimiento, p. 52). 8 En La valeur inductive de la relativité (1929) el realismo es definido asi “toda doctrina que mantiene la organizacion de las impresiones al nivel de las prtopias impresiones, que por consiguiente cree en la riqueza prolija de la sensa- cidn individual y en el empobrecimiento sistemaitico del pensamiento que abs trae” (p. 206, la traduccion es nuestra}. VICTOR FLORIAN B. realismo del olfato y realismo del sabor, fue un obstaculo para la experiencia quimica y, en cuanto tal, procede de un sentimiento del poseer que se identifica con la avaricia 0 complejo de Harpagon. Como los obstaculos no son externos sino que estan en el sujeto en el acto mismo de conocer, un sicoandlisis del conocimiento objetivo sera muy propio para ir a la buis- queda de las condiciones 0 espacio en el que se despliegan las imagenes, las premoniciones y los prejuicios. Sera pre- ciso entonces desterrar todo este repertorio para que un conocimiento sea llamado objetivo. En estas condiciones, la nocién de objeto no designa, en el contexto de la activi- dad cientifica, mas que «un complejo de relaciones» bien alejado de un simple contacto con el mundo real del que se pudiera seguir la accion de la percepci6n. El punto de par- tida para la ciencia contemporanea no es la realidad, stricto sensu, sino un modelo teérico coherente. Desembarazar el sujeto de los obstaculos que se le presentan en el acto mismo de conocer no es otra cosa que contribuir a «arrancarlo del narcisismo que da la eviden- cia primera». Aqui el sicoandlisis es catartico, permite curar, mientras que en la produccién artistica ayudard a comprender el desarrollo de la imaginacién. Sin embargo, ese interés por el inconsciente en la actividad cientifica constantemente oscila entre una sicologia del cogito cien- tifico y la busqueda de arquetipos en el inconsciente 0 en- tre la busqueda de condiciones sicolégicas del progreso cien- tifico y la constitucién de un sicoandlisis, curiosamente llamado, sicoandlisis sicolégico. Por otra parte, la objecién de sicologismo a la que Bachelard trata de responder en varias ocasiones, es planteada por Quillet cuando se pre- gunta si la ciencia no encuentra otros obstdculos diferen- tes de los sicolégicos. BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO. Las limitaciones de una epistemologia demasiado antropolégica no las pierde de vista Annie Guédez cuando evoca el parentesco de Foucault con Bachelard. Pero cuan- do se toma en consideracién solamente el papel negativo del obstaculo en la historia de una ciencia, jésto es garan- tia suficiente para una auténtica historia de dicha ciencia? Porque hay unos obstaculos bien definidos con los cuales choca el espiritu cientifico y que no responden necesaria- mente a una fijaci6n sicolégica. Asi por ejemplo, desde una perspectiva diferente Frangois Russo insiste en unos tipos generales de raciona- lidad (el rigor o simple respeto de las normas de la légica, la acogida a la novedad, la raz6n critica) pero que no dan cuenta totalmente del progreso en el conocimiento cienti- fico. Es necesario, segtin él, examinar la manera como se conjugan la racionalidad y la no racionalidad para asegurar dicho progreso. El rechazo a abandonar el circulo, por ejem- plo, fue un obstaculo para el advenimiento de la astrono- mia moderna: como simbolo del tiempo sirvié para indi- car la totalidad, la perfeccién, la armonfa, y es esta con- cepcién comunmente admitida la que subyace en la pre- gunta de Plotino sobre el movimiento circular del cielo. Ademas del rechazo a la novedad por motivos mas de tradici6n 0 estéticos que légicos es preciso recurrir a otros factores que en mayor 0 menor grado pueden ser favora- bles o desfavorables al progreso de la ciencia, no sélo sico- légicos sino también externos, sociolégicos” , econémicos. 9 Asi, E Russo encuentra la coexistencia en cientificos del siglo XVI, de un gran rigor logico y fallas de racionamiento, como en el jesuita Gregoire de Saint Vincent en relacién con la formacién del caleulo infinitesimal, 0 el error de razo- namiento del jesuita J. G. Saccheri (1667-1733) sobre el postulado de las paralelas y la constitucion de la geometria no-euclidiana. Entre los factores sicol6gicos F. Russo incluye los siguientes: el prestigio de un gran cientifico, la presion ejercida VICTOR FLORIAN B. La existencia de obstaculos epistemolégicos en el pen- samiento cientffico y su develacién, hace parte junto con la noci6n de ruptura y el concepto de ciencia de los apor- tes fundamentales de Bachelard a la epistemologia contem- poranea. Canguilhem lo ha visto asi claramente cuando en sus reflexiones sobre la biologia muestra que Harvey, para comprender y explicar la circulacién de la sangre, se encontr6 precisamente con el obstaculo de la imagen de la irrigacién del suelo (Cf. El conocimiento de Ia vida). 1.3 La RupTura Es una categoria presente en toda la obra y esté ligada es- trechamente a su concepcidn del conocimiento cientifico. Por otra parte, es sorprendente el puesto que actualmente ocupa en las ciencias humanas y quiz como lo senala Lecourt haya contribuido a malentendidos y usos exagera- dos. En la lectura de Marx, Althusser propone una ruptura epistemoldgica'® que separa los trabajos del joven Marx de los textos cientificos de madurez. Ruptura que marca la mutacion de una problematica precientifica, distincién entre ideologfa y ciencia como forma elaborada y aproxi- mada de la oposicién radical de Bachelard entre espiritu precientifico y espiritu cientifico, conocimiento comin y por el medio intelectual y la comunidad cientifica. Recordemos que desde una perspectiva netamente “externista”, J. Needhan se pregunta: Porqué la ciencia moderna nacié en Europa en los siglos XVI y XVII y no en la China, y responde con un estudio sociol6gico c histrico. 10 En 1876 Dedekind utiliz6 "coupure” para exponer su teoria de la continui- dad aritmética. Sin embargo, Althusser lanz6 la expresién “coupure epistemologique” (literalmente corte epistemol6gico pretendiendo tomar en prés- tamo en concepto de rupture de Bachelard. BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO conocimiento cientifico. Por otra parte Foucault en Las palabras y las cosas senala la ruptura de los campos de pensamiento. La Enciclopedia Universalis define el «corte episte- molégico» (coupure) como «el momento en que una cien- cia se constituye cortando con su prehistoria y sus entornos ideolégicos» y cita como ejemplos la constitucion del ma- terialismo historico, el sicoandlisis, la fisica moderna con Galileo. Una concepcién que afirma la ruptura entre la cien- cia y la no-ciencia es evocada explicitamente por Ph. Riviere y L. Danchin cuando explican la aparicién de la lingiiistica como ciencia, a partir de Saussure, por el entrecruzamien- to del método y del objeto por una parte, pero sobre todo por el abandono y el desplazamiento (Linguistique et cul- ture nouvelle, 18) Conviene entonces abordar dicho concepto en Bache- lard mismo ya que, como lo hemos visto, su andlisis del pensamiento cientifico nos obliga a abandonar esa bella imagen de la ciencia como un edificio que se construye paulatina y pacientemente en un esfuerzo sin fin y progre- sando siempre por acumulaci6n como si estuviera siguien- do estrictamente un modelo lineal.. Por el contrario, afir- ma en la conclusién del Materialismo Racional, no sin antes haber puesto en tela juicio la cadena necesaria y cau- sal del antes sobre el después, «creemos, en efecto, que el progreso cientifico manifiesta siempre una ruptura, perpe- tuas rupturas». Entre la alquimia y la quimica no existe una relacién de causalidad sino de obstaculo. La ciencia no progresa por sumatoria ni acumulaci6n sino mediante rupturas y revo- luciones de ideas que la renuevan, negando verdades ante- riores o verdades de siempre, inclusive desprendiéndose cada vez mas de su pasado y recomenzando hasta en sus VICTOR FLORIAN B. propios cimientos. Por eso la filosofia que mas le conviene al conocimiento cientifico es el racionalismo entendido como en el que las matematicas o el esperanto de la razon ocupan un lugar considerable. De ahi las expresiones cien- cia racional, técnica racional para significar que estan ins- piradas en las matematicas y que sus simbolos estan mas alla de las imagenes del conocimiento comun. Como se puede apreciar enseguida el fildsofo francés utiliza desde muy temprano (desde la tesis doctoral) el con- cepto ruptura (rupture), inicialmente en el sentido de la ruptura de un saber con un saber anterior: «En la evoluci6n histérica de un problema particular no se pueden esconder verdaderas rupturas, mutaciones brus- que arruinan la tesis de de a continuidad epistemol6- (Essai sur la connaissance approchée, p. 270). El contexto de esta afirmacién lo constituye el problema de las concepciones de Goethe sobre la luz y las teorfas de Fresnell con la consiguiente aclaracién de que las teorias de este ultimo no responden a las preguntas dejadas en suspenso por los cientificos que le precedieron. Y, parale- lamente, al comienzo de la obra consagrada a la fisica del calor, denuncia la creencia en que: «los problemas cientificos se suceden historicamente por orden de complejidad creciente sin que se haga ningtin estuerzo por reubicarse criticamente ante el problema tal como se ofrece a la observaci6n primitiva y sin definir en qué aspecto se tiene un problema por complejo» (Etude BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO sur l’évolution d’un probléme de physique. La propagation thermique dans les solides). Por lo demas, este aspecto de la ruptura apunta directa- mente a la fisica y a la quimica en su desarrollo contempo- raneo. Por eso, sin reservas, constantemente evoca la cien- cia de nuestro tiempo en ruptura con la ciencia clasica; la ciencia de nuestro tiempo est4 articulada por ese vector que va de lo racional a lo real y donde precisamente ya lo real no se concibe como lo inmediatamente dado sino en relacién con la raz6n y representa para el conocimiento cientifico «un simple pretexto». La ciencia contempora- nea es, a su manera de ver, la gran entrada en el reino de la razon. Bajo otros matices Bachelard quiere eliminar la idea de que todo conocimiento cientifico se puede reducir, en ultimas, a los datos de los sentidos. La desensualizacién del conocimiento!! tome como ejemplos privilegiados el descubrimiento del ozono y el fendmeno del rocio (cuando se creia que éste caia del cielo o brotaba de las plantas) para afirmar la tesis de la ruptura entre conocimiento co- miuin y conocimiento cientifico con sus correspondientes instancias filos6ficas (empirismo y racionalismo). La cien- cia se construye en ruptura con la evidencia sensorial, con los juicios de valor (bueno/malo) y con los principios de utilidad y finalidad. En el conocimiento comun el objeto 11 CF. La conclusion al Materialismo Racional y el capitulo VL del Raciona- lismo Aplicado. “Cualquiera sabe que el azticar es blanca, dulce al paladar y se disuelve en agua. Mas cuando le preguntamos al quimico él nos dice: es casi en 100% sacarosa, Simplemente ha cambiado una palabra comin por otra menos conocida... ¥ la sacarosa parece ser un jeroglifico”, afirma Braunstein en un in- tento por aplicar la ruptura a diversas ciencias. Cf. Ideologia y Ciencia , Siglo XXI ed., p.9, 23 VICTOR FLORIAN B. es apenas fenémeno, sin mayor significacién y capacidad de recibir nuevas modificaciones mientras que en el cono- cimiento cientifico es notimeno, puede modificarse con nuevas experiencias y pensarse con otros pensamientos que constituyen, en tltimas, el signo de la progresividad. Finalmente, otro aspecto que sirve de marco a la ela- boracién del concepto de ruptura es el conocimiento téc- nico como dominio de racionalidad y progreso que se se- para netamente del conocimiento comin. Ruptura entre experiencia comun y experiencia cientifica, experiencia cotidiana y experimento cientifico, nos conducen ahora a localizar el papel de los instrumentos en la fabricacion de fenémenos. De hecho, los instrumentos © aparatos de la experi- mentacién son «encarnaciones de la teor{a» (lo hemos vis- to también en Koyré} tan profundamente fecundos para la actividad cientifica que son inseparables del pensamiento (La Actividad Racionalista de la Fisica Contemporanea ). El examen particular de una fenomenotecnia, el des- cubrimiento de la bombilla 0 técnica de no-combustién de Edison, muestra una ruptura con todas las técnicas de alumbrado anteriores no solo por sus caracteristicas de glo- bo de vidrio, encerrado, en el que esta colocado un fila- mento, lo que ya presupone un gran conocimiento de la combustion, sino también por el abandono de una concep- cién sustancialista de la electricidad del siglo XVII que establecia como equivalentes el fuego, la electricidad y la luz. A esta ruptura con el empirismo de la combustién la denomina técnica racional, esto es, expresada en formulas matemiticas (es la ley de Joule la que la regula y su expre- si6n algebraica pone en relacién los conceptos de energia, resistencia, intensidad y tiempo: W = RI2t (W: energia, R: resistencia, I: intensidad, t: tiempo). 24 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO La diferencia entre el nivel de lo inmediato (lo perci- bido) y el nivel de lo construido (las ciencias y sus teorias) asi como la reiterada insistencia en que el conocimiento cientifico no es una traducci6n de lo sensible fundamenta una vez mas la tesis de la ruptura: Existe ruptura entre el conocimiento sensible y el cono- cimiento cientifico. Se ve la temperatura en un terméme tro pero no se la siente, Sin teorfa no sabriamos jamds si lo que se ve y se siente corresponden al mismo fenéme- no» (Filosofia del No, p. 12). Para que un conocimiento sea llamado cientifico el crite- rio es el de que esté comprometido, esto es, que haya pasa- do por la criba de las rectificaciones mediante las cuales es dirigido e impulsado incesantemente a nuevas conquistas. El invento de la maquina de coser no fue posible sino me- diante una ruptura con la costumbre cotidiana de reprodu- cir a mano la costura. 1.4 EL ALMA PRoFEesoRAL Con La Formaci6n del Espiritu Cientifico Bachelard quiso purgar el pensamiento cientifico de toda forma de subjeti- vidad y de anquilosamiento en el conocimiento cotidiano. En esas condiciones se sigue claramente el propdsito de una pedagogfa de la raz6n que se rija por el principio de hacer evidentes los valores cientificos, el de racionalidad y el pedagégico, inicos capaces de hacernos comprender la importancia de la ciencia. De ahi la profunda intencién 25 VICTOR FLORIAN B. pedagogica presente en sus obras y expresada constante- mente en un esfuerzo por contribuir a la renovacién de la practica pedagégica. A los nifios no se les debe ensefiar tini- camente observando en el laboratorio cémo se hace un ex- perimento sino ante todo Ilevandolos a comprender y a construir el conocimiento, es decir, estimulando una vo- luntad de saber o complejo de Prometeo. Por eso, apoyan- dose en los trabajos del conde Korzybski advierte que: «E] nifio nace con un cerebro inconcluso y no con un ce- rebro desocupado,como afirma la pedagogia antigua» ( La Filosotia del No, p. 106). «No hay ciencia sino mediante una escuela permanente». Es un postulado que resume la necesidad de una forma- cién permanente en el educador ya que: «Es imposible educar por simple referencia a un pasado de educacion. El maestro debe aprender ensenando y fue- ra de su ensenanza». (Ibid., p. 107). Si no es asi, institucionaliza una practica muy antigua, bien cerrada, de ensefiar desarrollando lo conocido o repitiendo cada aio su saber a la manera de un pedagogo aristotélico firmemente aferrado al principio de identidad. Ser4 nece- saria entonces una «cultura continuada» en corresponden- cia con los progresos cientificos y mas alla del tiempo es- colar y de los programas preestablecidos. «Todo lo que es facil demensejar es inexacto». Es un aforismo que pone de manifiesto la actitud deplorable del pedagogo positivista empefiado en adoptar métodos que 26 BACHELARD © EL. COMPLEIO DE PROMETEO, aseguren una mejor comprensién pero que al mismo tiem- po estan paralizando el pensamiento, pues si no se inquie- ta la razon se bloquea esa capacidad de construir que ca- racteriza a un organismo abierto. ;De qué manera podria ser educativa -se pregunta Bachelard- la imagen del tomo planetario o la del Atomo-sol de Raspail?. Esta seria preci- samente una forma de pedagogia de la continuidad entre conocimiento comun y conocimiento cientifico con la que hay que romper. «Todo conocimiento cientifico es una penumbra de dificultades» y por lo tanto, lo tnico que disfruta de una existencia placida y tranquila es el empirismo cotidiano. En sintesis, tanto el comprender como el hacer compren- der plantean una misma exigencia; esto quiere decir, que para la practica pedagégica sera mas interesante examinar cémo se suceden las teorias, cémo se enfrentan y como se superan. La ensefanza de las ciencias se orientara enton- ces a demostrar que éstas poseen una dindmica propia y un devenir tal, que las pone en conexién cada vez mas es- trecha con una actividad que se crea y con una invencion que constantemente se esta haciendo y deshaciendo a lo largo de su historia. La ciencia debe ensenarse con los len- tes de una dialéctica histérica advierte enfaticamente. Resulta bien significativo que con la expresion logoses catatoniques {conferencia en L’Ecole des Hautes Etudes de Gand, 1939) denuncie el drama pedagégico de las falsas racionalizaciones, las falsas analogias, la aceptacién del empirismo absoluto, y proponga una educacion intelectual «catartica» que contribuya a «desanclar» la razon. Las fal- sas racionalizaciones (logoses) tienen como soporte el mo- delo inspirado por la pedagogia misma en cuya base est la idea de adaptaci6n a una determinada forma de sociedad, a una razon ya constituida y a un principio de autoridad. 27 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO, (PUF, 1988) se inscribe en la gran trilogia iniciada con La Poética del Espacio y La Poética de la Ensonacion . El re- torno al tema inaugural de la imagen ignea ya explorada en El Sicoandlisis del Fuego a través de los complejos de Prometeo y Empédocles le otorga ahora a estos héroes una nueva dimension. Prometeo es mds que humano. Y Empédocles es una de las mas grandes imagenes de la poé- tica de la aniquilacion. (Fragments.., p. 137). Poética de la aniquilacién y al mismo tiempo del heroismo en la que es preciso destacar ante todo sobre el plano de la dualidad animus-anima una constante accion del animus o arque- tipo de lo masculino y de los proyectos violentos". Pero en el examen de este cosmodrama de la muerte de Empédocles es el poema de Holderlin el que ocupa lu- gar considerable junto a Arnold y Nietzsche precisamente porque, anota Bachelard, (Id., p. 151). Al hablar de poética en Bachelard, filésofo de la cien- cia y de la poesia, de la imagen y del concepto, de la enso- nacién y de la razon, un aspecto que ha de tenerse en cuen- ta inicialmente es el significado mismo de poética, con- cepto que no se propuso desarrollar directamente pero que sin embargo, se podria aproximar a lo que Valéry entiende por poética: (poesia y pensamiento abstracto, en Variedad II, ed. Losada, p. 228). De esta definicién se descarta, por consiguiente, todo lo que concierne a los presupuestos normativos en la poe- {a otorgando, mas bien, todo el peso a la fusion entre crea- cién y lenguaje, universo poético y lenguaje, tal como lo 12 Fragments d'une poétique du feu, PUF, 1988, es una obra postuma cuya publicacién autorizé su hija Suzanne Bachelard. Sin embargo, Jean Lescure, inti- mo de Bachelard, habia publicado en 1983 Un été avec Bachelard donde recoge fragmentos de lo que iba a constituir una introduceién a La poétique du Phénix VICTOR FLORIAN B. resume la afirmaci6n la poesia es un arte del lenguaje’’. De hecho no es dificil conciliar precisamente esta defini- cién con otra de las definiciones bachelardianas de poesia: «La poesia es uno de los destinos de la palabra. Por ello, la poesia, la imagen literaria, nos brindan la experiencia de una creacion del lenguaje: ( El Aire y los Suefios, p. 306).» Es sin duda la raz6n para que el sonador de palabras, como solfa definirse, encuentre en la imaginacién los principios mismos de la creaci6n artistica y sefale que es bajo el sig- no de la conciencia de lenguaje como es posible aproxi- marse a ella. Es mediante la palabra como la imagen litera- ria cumple en todas las modalidades la doble funcién de funcién irremplazable desde la perspectiva de las image- nes como realidades siquicas que constantemente estan reclamando vida nueva. Por consiguiente, la originalidad y lanovedad constante son rasgos especificos de la imagen literaria porque si ella es un sentido en estado naciente, como lo pretende Bachelard, se dira entonces que el len- guaje es instrumento de creacién y que es a través de la literatura como podemos apreciar tanto la explosién y la creacion de lenguaje como la aparici6n de un universo pro- pio. Es lo que significan en ultimo término la literatura como «una emergencia de la imaginacién» y correlativa- mente la imagen poética como una emergencia del len- guaje. Tal es el sentido de esa vida nueva presente en la imagen poética que el poema mismo se designa como una 13 Paralelamente en los Fragments d’une Poétique du feu encontramos la afirmacién “ La poesia, la poética es un verdadero reino del lenguaje “(p. 54). 30 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. aspiraci6n a imagenes nuevas y la poesia como un comienzo permanente (La IJama de una vela }. No es extrafio entonces que con estas afirmaciones asocie también una teoria del conocimiento cientifico como creacién continua y movimiento inacabado e inicie su reflexion sobre la ciencia asignandole a ésta la tarea de buscar hechos nuevos, hechos desconocidos (Essai sur la connaissance approchée). Si la actividad cientifica no es otra cosa que creaci6n, induccién y dialéctica, entonces la creatividad se convierte en un valor inherente a la ciencia. Por esto el situar sistematicamente la induccién que des- cubre y la imagen poética como expresién de un ser nuevo en un mismo movimiento de invencién, Bachelard va a permanecer fiel a esa idea de que «la ciencia es la estética de la inteligencia» y que en consecuencia, en tanto crea- cién, guarda cierta semejanza con la creaci6n artistica. La novedad es el signo del acto cientifico y de la capacidad creadora de la imaginaci6n y en este sentido se puede decir que no tienen antepasados. La imagen del fénix como fe- ndémeno del lenguaje que nunca termina de nacer y de re- nacer es justamente «el simbolo de una eternidad que vive». En una de las poéticas, la del Espacio, antes de em- prender el examen de las imagenes del espacio feliz (la casa, el cajén, el nido, las conchas, el rincén evocador de enso- faciones y recuerdos de soledad) nos advierte que la ima- ginacion debe ser considerada como «una potencia mayor de la naturaleza humana» (p. 28), una especie de sobrehu- manidad a la que le corresponde la funci6n de lo irreal. Lo que legitima el invento de la navegacién en canoa no es la utilidad y la necesidad sino los, y andlogamente, en el sue- fo de vuelo como realidad nocturna esté subyacente el prin- cipio: (El Aire y los Suenos, p. 40). Por paradéjico que apa- rezca es la poética la que une las dos funciones extremas, 31 VICTOR FLORIAN B. la funcién de lo real y lo irreal, siquicamente utiles inclu- sive para protegerse contra la neurosis. Al afirmar la realidad de lo irreal 0 que lo irreal puede se también real es imprescindible volver sobre la célebre férmula en la cual André Breton encierra en cierta manera a lo imaginario: «Lo imaginario es lo que tiende a llegar a ser real». Todo lleva a creer, afirma en el Segundo Mani- fiesto del Surrealismo, que existe un cierto lugar del espi- ritu desde donde la vida y la muerte, lo real y lo imagina- tio, lo alto y lo bajo, dejan de ser percibidos contradictoria- mente. Sin pretender abarcar el desarrollo del surrealismo (pin- tura, literatura, musica, escultura), sus antecedentes y ver- tientes (el abstraccionismo), sus caracter{sticas iniciales de rebeldia y libertad, no hay duda de la importancia capi- tal que este movimiento tuvo en el desarrollo del pensa- miento de Bachelard no solamente en el tratamiento de los temas ligados a la imaginacién sino también en la pun- tualizaci6n del nuevo racionalismo de la raz6n experimen- tal llamado precisamente superracionalismo (reorganiza- cién superracional de lo real) por simetria con el surrealis- mo que «como el suefo experimental de Tristan Tzara or- ganiza de un modo superreal la libertad poética», afirma en 1934). No sorprende entonces que mas tarde, al ocupar- se de las ensonaciones del aire, plantee la posibilidad de una «filosofia que explique lo real por lo imaginario» (p. 105) y que al estudiar las ensofaciones de la tierra alce su voz contra los realistas que: «Atribuyen todo a la experiencia de los dias olvidando la experiencia de las noches. Para ellos la vida nocturna es siempre un residuo, una secuela de la vida despierta. Pro- 32 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO ponemos poner de nuevo las imagenes en la doble pers- pectiva de los suenios y los pensamientos» ( La terre et les réveries du repos, p. 130). No deja de ser importante que en 1939, mas o menos por la misma época en que proponja un sicoandlisis del cono- cimiento objetivo con La Formacion del Espiritu Cientifi- coy El Sicoandlisis del Fuego Bachelard haya consagrado una obra a un poeta, Lautréamont, inspirador o mas bien fecundador del movimiento surrealista segtin expresion de Maurice Nadeau. Es una declaracién que Bachelard com- pendié muy bien al estudiar Los Cantos de Maldoror del poeta de la agresién en la 6ptica de un sicoanilisis de la vida. Se trata de explorar en la obra de Isidore Ducasse el complejo de la vida animal y una fenomenologia de la agre- sién, «agresi6n pura en el mismo estilo en que se habla de poesia pura» «El libro monstruoso», como lo viera Leon Bloy, es poética y sicolégicamente «una obra acabada» y «una lo- cura escrita», «una locura sin locuras» que rompe con las imagenes primeras, habituales o familiares del lenguaje co- tidiano, ruptura con la estructura del mundo objetivo y que a su vez compromete la libre subjetividad del poeta. Por esto la poesia de Lautréamont crea su lenguaje, sus propios simbolos, es en este sentido progresiva, primitiva. Y a diferencia de una imaginacién que se adecia al pasado o imaginacién cerrada (por la via de la percepcién, el re- cuerdo) la imaginaci6n abierta reposa sobre el cambio de formas, el proyecto, la metamorfosis. Para esta forma de imaginacion puesta en obra (Lautréamont, p. 149). ¥ sien- do esto asi, recordemos que no deja de ligar Breton los nombres de Rimbaud y Apollinaire, Jarry y Lautréamont VICTOR FLORIAN B. precisamente cuando se refiere al desorden sistematico de las significaciones. Por eso cuando Eluard cita con admira- cién esa imagen de Lautréamont |) encuentra en ella el eco y el espejo de sus propias preocupaciones: (citado por Robert D. Vallette en El Poeta y su Obra, p. 81). Después de haber reconocido, a partir del frenesi de Lautréamont por la metamorfosis, que ésta es una funcién. de la imaginaci6n, y aun mas, que la imaginaci6n encuen- tra su origen en la necesidad de animalizar, Bachelard cen- tra su atenci6n en el concepto de imaginacién material o imaginacion de los elementos. Asi, en E] Agua y los Sue- fos (1942), obra que lleva por subtitulo Ensayo sobre la imaginacion de la materia cuando busca la raiz misma de la fuerza imaginante encuentra metaf6ricamente que «en la noche de la materia florecen flores negras» (p. 9); lo que equivale a sefalar una materia a las imagenes poéticas y establecer la «ley de los cuatro elementos» de los que se nutre la imaginaci6n como si estos fueran sus hormonas. Los elementos son los principios de la creaciOn artisti- ca, reitera a manera de conclusién después de haber exami- nado el elemento aéreo en la catedral de Rouen (Monet), el tema del agua en Las Ninfas y el Fuego en Van Gogh (Cf. El Derecho de Sonar). Esta especie de determinismo tiende a mostrar que los cuatro elementos ejercen una accién en el espiritu poético, estan presentes en él y operan mutaciones y combinaciones, son inductores de imagenes, operadores de imagenes. Al agua, sin duda, estan ligados poéticamente Edgar A. Poe y las aguas pesadas dentro de la clasificaci6n de las imagenes del agua (claras, primaverales, corrientes, enamoradas; aguas profundas, durmientes, muertas, pesa- das, compuestas, dulces, violentas) y también Shakespeare cuando en Hamlet pone en relacién la muerte con el agua, de donde surge precisamente el complejo de Ofelia. 34 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO Un complejo, afirma, es un transformador de energia siquica, es la sintesis inacabada de suefios y deseos. Ofelia es el simbolo del suicidio femenino. Otros complejos que se desprenden de las imagenes que tienen por materia el agua son el de Caronte (el viaje sobre el agua y la muerte como viaje), el del cisne, el de Nausicaa (mezcla de deseos e imagenes de ninfas y nereidas), el complejo masoquista de Swinburne propio de los nadadores, el complejo sédico de Jerjes azotando las aguas, y el complejo de la fuente de Juvencio (sintesis del deseo de curarse y de sofar con la sustancia compasiva). Estos complejos, que se podrian multiplicar, constituyen como lo sugiere Dagognet, una especie de Atlas del espacio poético para seguir de cerca las trayectorias del siquismo en acto. Los complejos lle- van la marca de una huella profunda en el inconsciente. Un complejo como el de Anteo (horror al vacfo, sensacién de vértigo) lo encuentra Bachelard en Alejandro Dumas a partir de la lectura de Mis Memorias. (Cf. T.R.V. p. 346). El agua es por esencia femenina y como tal se destaca en su tipologia imaginaria. El caracter femenino de este elemento sera reconocido desde los detalles mas simples como los nombres de los rios (la Seine, la Loire, la Mosalle) hasta la afirmacién de nuestra pertenencia al agua por la asociacion vida-muerte y la insistencia en la liquidez del lenguaje, el lenguaje debe estar henchido de agua. El agua es un elemento, una sustancia primordial para la imagina- cién, como también lo son el fuego, el aire y la tierra, cua- tro tipos de imaginacién material que el autor hace concor- dar con los cuatro temperamentos: el fuego caracteriza a los biliosos, la tierra a los melancédlicos, el agua a los linfa- ticos y el aire a los sanguineos. La materia gobierna a las formas. es un principio del que se vale para reconocerle a la imaginaci6n este primer cardcter especifico al que luego 35 VICTOR FLORIAN B. se agregaran el formal y el dinamico; el dinamismo de la imaginacién encuentra en el aire un tema explicito para instalarnos en su movilidad, como se ver mds adelante en el estudio del siquismo aéreo. La ley de los cuatro elementos poéticos plantea la necesidad de precisar lo que se entiende por elemento ya que, a primera vista, apareceria Bachelard como directo heredero de Empédocles, si bien ya en el Sicoandlisis del Fuego este elemento mantiene toda su importancia para caracterizar los complejos de Prometeo, Novalis, Hoff- mann y obviamente el complejo de Empédocles (atrac- cién y respeto por el fuego), complejo sicolégico que una vez reconocido lleva al filésofo a preguntarse por qué el fuego, fenédmeno en el fondo bien excepcional y extraio, que ha sido tomado por un elemento constituyente del Universo. ;No es, acaso, porque es un elemento del pen- samiento, el elemento de eleccién para la ensonaci6n? (La Psychanalyse du feu, p. 38). Esta pregunta, indiscuti- blemente, introduce suficiente claridad ya que el elemento es colocado sobre el plano funcional, esto es: la funcién imaginativa. En ese sentido los elementos no son propiamente ob- jetos , subraya F. Pire (p. 109). Son vectores de creacién de nuestro espiritu mds que percepcién del mundo precisa Ginestier (p. 136). A la perspectiva propia de la imagina- cion de los elementos, es decir, césmica, en cuanto son motores de nuestra visién del mundo, se liga necesaria- mente el sicoanilisis de los elementos, extrano propésito quizas pero que se convierte en un instrumento funda- mental de la poética bachelardiana para la comprensién de la obra poética en los autores analizados. No faltaran expresiones para confirmarlo: inconsciente hidrico, el in- consciente del poeta, el inconsciente de Edgar A. Poe, etc. 36 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. De ahi, el sentido de tesis que adquiere la afirmacion expresada en uno de los volimenes consagrados a la tierra: «Toda materia imaginada, toda materia meditada, es in- mediatamente la imagen de una intimidad» ( La terre et les réveries du repos, p. 4) Aqui el elemento sigue manteniendo toda su importancia por cuanto no solo suministra abundantemente distintas imagenes poéticas del mundo del metal y la fantasfa for- jadora (por ejemplo, las flores de hierro, la voluta), de la piedra y la roca, de los minerales y los cristales sino tam- bién imagenes de intimidad y proteccién a través de la gru- ta, el vientre, la casa natal, el laberinto y la experiencia laberintica. Dentro de esta atmésfera elementista su teoria de la imaginacion material va a desembocar en la dualidad pro- puesta por Jung entre Animus/Anima para explicar la cons- titucién de la sique humana. De esta manera, segtin Ba- chelard, el inconsciente es a la vez andrégino y dialécti- co!* en el sentido de que todas las representaciones, tanto femeninas como masculinas se complementan, se inter- cambian, se revuelven, cambian de posici6n, acttian reci- procamente. El anima es el arquetipo de las representacio- nes femeninas y el animus es el arquetipo de lo masculino; el sueno corresponde al animus y la ensonaci6n al anima. 14 La utilizacién del concepto dialéctica, exige una precision ya que cons mente nos vemos enfrentados a lo que Vadée denomina un uso “salvaje” del no: dialéctica de dentro y de fuera, juego dialéctico de la raz6n, dialéctica del « ante y del ensenado, dialéctica de lo Heno y de lo vacio, dialéetica del espiritu cientifico, etc. son expresiones que dejan ver un uso deliberadamente libre para dar a entender la complementaridad, la accion reciproca, VICTOR FLORIAN B. En ambos casos el inconsciente gira en torno al doblete constituido por aire y fuego como principios activos y mas- culinos, agua y tierra como pasivos y femeninos. Es ésto precisamente lo que le permite decir en La Poética de la Ensofiacién que «aquél que esta marcado por el agua con- serva fidelidad a su anima» pero que también en la imagi- naci6n material el agua se combina con el fuego, «el agua extingue al fuego, la mujer extingue el ardor». El agua, la luz, el arbol, la serpiente, la llama, son arquetipos, son fuen- tes de las imagenes poéticas y simbolos motores (el agua y el Arbol son simbolos maternales), son: «Reservas de entusiasmo que nos ayudan a creer en el mundo, a amar el mundo, a crear nuestro mundo»(Id.). La imaginacién tiene sus raices arquetipicas si bien, y esto resulta paradéjico, frecuentemente est4 insistiendo en que no hay relacién causal entre la imagen poética y el arque- tipo cuando al mismo tiempo establece un nexo entre ambos. Asi, a propésito de las imagenes imaginadas (0 ima- genes primeras o grandes imagenes) no vacila en afirmar apoyandose en Jung que: «Las imagenes imaginadas son mas bien sublimaciones de los arquetipos que reproducciones de la realidad» ( La terre et les réveries de la volonté, p. 4). Las imagenes de la casa nos permiten evocar la proteccién, el amparo, la maternidad; los cajones, los cofres, el escri- torio y sus cajones aseguran nuestra necesidad de intimi- dad; el rincén en el que nos acurrucamos resuelve nues- 38 VICTOR FLORIAN B. II. La Pokética «,..Le langage poétique a droit maintenant grace a une une activité surréaliste, 4 tous les exces» BACHELARD Al abordar esa otra vertiente de la obra bachelardiana, la filosofia de la imaginaci6n, es preciso resaltar ante todo la reciprocidad que aparece entre existencia y derecho de so- far pues no es solamente la imaginaci6n lo que constituye el objeto de la reflexién sobre la creacin artistica sino tam- bién la propia ensofacién de Bachelard, la mezcla en que se juntan los recuerdos de infancia marcados por el agua y el estudio de las imagenes del agua. A través del contacto con la poesia y las imagenes literarias de poetas y escrito- res (Rimbaud, Mallarmé, Eluard, Shelley, Edgar A. Poe) Bachelard pasa a la apreciacién de las imagenes en las ar- tes plasticas en una actitud que bien define Maurice-Jean Lefebve cuando afirma: «Comprender, cuando se trata de arte, literatura asi como de misica es coincidir. No es tener la obra a distancia bajo una mirada objetiva dentro del campo del microsco- pio del andlisis o del telescopio de la historia literaria; es intentar reproducirla en nosotros y vivirla» ( L’image, la sychanalyse et l’explication littéraire, 1963). En el marco de una estética de lo humano, la reciente pu- blicacién péstuma de los Fragments d’une poétique du feu 28 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. tros deseos de inmovilidad; en las imagenes de la concha se concentra el deseo de reposo. Se podrian multiplicar los textos en los que la termi- nologia de Jung esta presente, lo cual es bien significativo no tanto para hablar de influencias como si de las posibles afinidades 0 coincidencias entre los dos. La Poética de la Ensoniacion, ya se ha visto, esta impregnada de la dualidad animus/anima y ésta a su vez fue desarrollada ampliamen- te por Jung en E] Hombre y sus Simbolos, Dialéctica del Yo y del Inconsciente, Sicologia y Alquimia . Por otra parte, en una obra de epistemologia como E] Materialismo Racional, es evidente el propésito de hallar los arquetipos del in- consciente en la cuaternidad de los elementos en Agrippa y Platén y en el simbolismo alquimico. Al considerar la afirmacion bachelardiana de que la primera hip6otesis cientifica sobre la invencién del fuego es el amor y que la frotacién es originalmente una experiencia sexualizada, afirmacién a la que se le ha reconocido una gran originalidad, es preciso evocar en este contexto el pun- to de vista en el que se coloca el autor de Métamorphose de I’ame ses symboles cuando se remonta a la produccién cul- tual del fuego entre los hindties. La produccién del fuego est4 ligada al simbolismo sexual: el divino Agni es el pro- ducto de la frotacién de dos pedazos de madera (Puntiravas y Urvagi); un canto del Rigveda tiene el mismo simbolismo y también ritos cultuales dan cuenta del paralelismo entre produccidn del fuego y sexualidad. Esta inclinacién general es la que conduce a Jung a preguntarse si no existe una es- trecha relacion entre la creacién del fuego y la sexualidad'*. puede mencionar el interés de Jung por llevar esta concxidn hasta el nivel ‘0 buscando una analogia entre el pramantha hindi (madero masculino mediante cuya frotacién se produce el fuego} y el Prometco de los griegos, aunque le resulte dudosa, Véase Simbolos de Transformacion, especialmente el cap. IIL 39 VICTOR FLORIAN B. El simbolo, aclara Jung, «no es ni una energia ni un semeion (signo); es la imagen de un contenido que en gran parte trasciende la conciencia» (Metamorphoses de I’ame et ses symboles, p. 155). La fuente de Juvencio (Icono del siglo XVI, Escuela de Constantinopla) y la figura 133 del Arbor philosophica en la que dicho Arbol sale del hombre le permiten examinar el sentido maternal del agua en las mitologias y paralelamente el arbol de la vida, arbol genea- légico, también presente en numerosos mitos con una sim- b6lica propia. Siguiendo esta huella, no dudara Bachelard en senalar las multiples perspectivas que se abren con los mitos: valores césmicos, sociales y poéticos. Desde esta 6ptica los mitos sintetizan: «Multiples fuerzas siquicas. Todo mito es un drama hu- mano condensado. Los mitos son otras tantas ocasiones para estudiar esa funcion directa de simbolizacién» (Pre fa- cioa Paul Diel, Le symbolisme dans la mythologie grécque). Y habra que agregar que en el lenguaje de los mitos tam- bién podemos encontrar principios onfricos porque los sim- bolos se transmiten tan facilmente es porque crecen sobre el terreno mismo de los suefios afirma en el examen de las imagenes del arbol, pues en relaci6n con la imagen litera- ria hay un rasgo que define al sonador y es la posesin de un cogito por el cual crea su propio cosmos: «Yo suefio el mundo, por lo tanto el mundo existe como yo lo sueno», diré en La Poética de la Ensonacion. Esta identificacion es tan decisiva para la sicologia de la imaginacién material que constantemente Bachelard nos estara recordando que la imaginaci6n es «la facultad de formar imagenes que sobrepasan la realidad, que cantan 40 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO. la realidad»; mas aun, es la facultad de «deformar las ima- genes suministradas por la percepcion», con lo cual quiere romper con la explicacién comun y corriente de los sic6logos clasicos que hacian ver la imaginacién como la secuencia de lo ya percibido o de lo ya vivido desde una relaci6n causal'’. Es necesario, sin embargo, admitir que la tesis de que lo irreal domina al realismo de la imaginaci6n esta inspi- rada en proposiciones de los romanticos alemanes que Bachelard hace suyas, por ejemplo, cuando nos remite in- mediatamente a Tieck quien veia en un paisaje la realiza- cién de un suefio a menudo sofado (E/ Agua y los Suenos, p. 13). Otro tanto habria que decir de las frecuentes refe- rencias al idealismo magico de Novalis, y también a Rilke!” siempre en la perspectiva propia de encontrar los nexos entre la funcion de la poesia y lo imaginario, la superacion de la realidad y la realidad que nos revela la imaginacién creadora, Es ese libre juego de imagenes en movimiento lo 16 El esquema segtin el cual para imaginar hay que ver primero es precisa mente lo que él critica para poner de manifiesto el caracter primitivo, “el caracte siquicamente fundamental de la imaginacié , su funcién no derivada. Anotamos de paso que ya desde 1900 el tema de la imaginaci6n creadora comien- za a recibir una mayor atenci6n. Por ejemplo, Théodule Ribot, aunque todavia no la disocia completamente de la percepcién, la define como « la facultad de pensar por analogia». Los trabajos de Sartre (La Imaginacién, 1936, y Lo Imaginario, 1940) serin decisivos para la separacién entre imaginacién y percepcidn, Asi, en la conclusién de Lo Imaginario antes de definir la obra de arte como un irreal, tre postula como condicién inicial para poder imaginar que la conciencia ne- cesariamente “tenga la posibilidad de proponer una tesis de irrealidad” 17 Sobre todo en La terre et les réveries de la volonté donde Novalis es citado a partir de un texto que deduce de la imaginacién todas las otras facultades. Novalis, el poeta de “La pequeia flor azul”, el de los valores imaginarios, el poeta del suenio primitivo para quien “La pequefia flor azul es roja” (El Sicoandlisis del fuego). No podria pasar desapercibida la preocupacién de Cleménce Ramnoux por las citas que hace Bachelard de los poetas alemanes en alemsn y francés, de Novalis y Rilke. Esto la lleva a preguntarse en qué condiciones é! aprendié las multiples lenguas en las que cita a los poetas? Como buen autodidacta, en el Liceo de Champagne? VICTOR FLORIAN B que hace precisamente que la imaginacién creadora im- ponga un devenir a todo lo que crea y se enriquezca con la imaginacién dinamica. 2.1 METODOLOGIA DE LA IMAGEN LITERARIA Un aspecto particularmente interesante de destacar en el estudio de la imagen literaria es la manera como son tra- bajados los textos poéticos, fuente de toda multiplicidad de imagenes 0 mas bien coleccién de imagenes con las que se encuentra el lector. En efecto, Bachelard toma fragmen- tos de los textos poéticos, cita y comenta unos versos 0 algunas estrofas y luego los integra a una sola problemati- ca por la cual busca ligar al poeta con cada uno de los cua- tro tipos de imaginacion. Pero la meditaci6n sobre los tex- tos no se reduce simplemente a la pardfrasis y al comenta- rio para descifrar imagenes. Es también recreacién de las imagenes con ensofiaciones personales para condenar una poética que bien podria girar «alrededor de una sola ima- gen». La ensonaci6n representa la materia prima para la obra literaria y es concebida como una: «Actividad onirica en la que subsiste un resplandor de conciencia. El sofiador de ensonacion esta presente en su ensonacion», Se comprende entonces con qué fuerza cita, por ejemplo, un poema de Verlaine escrito en la prisidn («El cielo esta, por encima del techo, tan azul, tan calmo») para luego agregar: BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. «En la carcel. ;Quién no estd en la carcel en sus ho ras de melancolia? En mi cuarto parisiense, lejos de mi tierra natal, arrastro la ensonacion verlainiana. Un cielo de otras épocas no existe sobre la ciudad de piedra. En mi memo- ria cantan las instancias musicales que Reinaldo Hahn escribio sobre los poemas de Verlaine. Todo un espesor de emociones, de ensuefios, de recuerdos crece para mi sobre ese poema. Por encima -no por debajo, no en una vida que no he vivido- no en Ia vida mal vivida de ese desdichado poeta. En si misma, por si misma, jla obra no ha domina- do Ja vida, la obra no ha sido un perdon para aquel que la ha malvivido? En todo caso, en ese sentido el poema pue- de acumular ensonaciones, suenos y recuerdos» { La Poé- tica de la Ensofiacion, pp. 22-23). La circulacién de imagenes emprendida en cada una de las obras consagrada a los elementos es bien significativa para apreciar el alcance de la facultad definida como «la fuerza productora de imagenes». El agua silenciosa y triste de Poe, la ofelizacién de las aguas tranquilas de Brujas, Jerjes azo- tando las aguas, el matrimonio de la luna con el agua, las aguas enamoradas, son imagenes en las que se reconoce facilmente una poética tejida con el «poema corto», con fragmentos de poemas y yuxtaposicién de versos de dife- rentes poetas como Eluard, Mallarmé y Valéry alrededor del tema Azul del cielo en E/ Aire y los Suenos. Sin duda este método guarda vinculos con una concep- ci6n de la poesia expresada en La Intuicidn del Instante «La poesia es una metatisica instantdnea. Ella debe dar, en un breve poema, una vision del universo y el secreto de un alma, un ser y cosas, todas a la vez 43 VICTOR FLORIAN B. Definicién que marca el comienzo de la meditacion sobre el instante poético y el instante metafisico (1939) como complemento de una problemitica ya inscrita en los planteamientos de Gaston Roupnel sobre el instante. No hay més que una realidad, el instante, enfatiza Bachelard en polémica con la filosofia bergsoniana de la duraci6n. El tiempo vertical (no sujeto a la media) es el tiempo de la poes{a, en oposicin al tiempo comin horizontal, al tiem- po del mundo, y por eso en la complejidad del instante poético no vacila en afirmar que éste «conmueve, demues- tra, invita, consuela, es sorprendente y familiar». Como se ve, este concepto de poesia que produce, que crea su instante, «que construye ese instante complejo», juega un papel fundamental en la organizacién de una poé- tica que al mismo tiempo que se ocupa del instante poéti- co le agrega a las imagenes de la ensofacién del poeta sus propias ensonaciones. Porque para un sonador de palabras «la poesia es uno de los destinos de la palabra», «un reino del lenguaje», y no exagera cuando afirma que la poesia es «la actividad pancalista de la voluntad» y describe el len- guaje poético en términos de «promocién del ser». Rilke celebra la manzana con los siguientes versos: Atreveos a decir lo que llamais manzana, Esta dulzura que primero se condensa para, con una dulzura erguida desde el gusto, alcanzar Ia claridad, el despertar, la transparencia, legar a ser algo de aqui, que signifique el sol, la tierra. 44 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO A lo cual Bachelard como poeta agrega: «La dulzura erguida desde el gusto concentra una dulzu- ra del mundo. El fruto que tenemos en la mano da prue- bas de su madurez. Su madurez es transparente. Madu- rez, tiempo economizado para el bien de una hora. Hay muchas promesas en un solo fruto que retine el doble sig- no del cielo asoleado y de la tierra paciente. El jardin del poeta es un jardin fabuloso. Un pasado legendario abre mil voces a la ensonacion. Irradian avenidas de universo a partir del objeto celebrado. La manzana celebrada por el poeta es el centro de un cosmos, un cosmos en el que es bueno vivir, en donde estamos seguros de vivir.» | La Poé- tica de la Ensofiaci6n, pp. 2. En uno de los voltimenes dedicados a la tierra, La terre et les réveries de la volonté, se reinen imagenes tomadas del mundo del metal, de los minerales, de la madera, de la roca, de la pasta, de los cristales, de la piedra. De las ima- genes de la petrificacién deriva el complejo de Medusa y de la lucha contra la pesadez el complejo de Atlas. Bajo el signo de la preposicién «contra» y de la dialéctica duro/ blando Bachelard nos sittia directamente en el campo de la materia terrestre caracterizandola por la resistencia per- manente. En este sentido, la tierra favorece «una sicologia del contra» generada por la adversidad que nos hace vivir la sustancia s6lida: la célera provocada contra el objeto por una materia como el granito, los excesos del deseo de cor- tar, el caracter agresivo de los utiles (un cuchillo) y la con- siguiente violencia contra el universo, contra las cosas. Las imagenes dinamicas de la imaginacion terrestre estan por consiguiente inspiradas en la lucha que anima al 45 VICTOR FLORIAN B. sujeto contra el mundo resistente y en los choques entre la voluntad de trabajo y la materia rebelde. Nos estan mos- trando que la imaginaci6n desea penetrar la materia y que el trabajo sobre los objetos como necesidad de actuar sobre la materia es ya una especie de sicoandlisis natural. Si esto es asi, el trabajo es siempre origen ya que: «Recrea imaginativamente, por las imagenes materiales que lo animan, la materia misma que se opone a sus es- fuerzos» '*. En la obra complementaria, La terre et les réveries Durepos coloca las imagenes bajo el signo de la preposicién «dans» y del modelo de reposo propio de las ensofaciones de la intimidad material: la casa, el vientre, la gruta. Pero estan también las imagenes dindmicas del movimiento torcido (la serpiente y la raiz) examinadas sobre todo desde la 6pti- ca de los arquetipos de Jung ya que encuentran sus raices en el mas lejano inconciente. Asi la gruta nos proporciona la idea de reposo, refugio, morada, mientras que el laberin- to evoca una dimension de angustia que es inconciente pero que se relaciona con la estrechez, la dificultad de mo- vilidad y el cruce de caminos. Queda ahora por examinar qué entiende por imagen ya que constantemente utiliza términos y formulas que en cier- 18 La terre et les réveries de la volonté, p. 31. De ahi que deteniéndose inme- diatamente en el Homo Faber considere que la materia dura se nos revela como “ana gran educadora de la voluntad” y como “reguladora de la dinamogenia del trabajo”, Rasgos que ya se pueden apreciar en las paginas consagradas a la enso- acién forjadora con el ejemplo de las flores de hierro. (Cf. El agua y los Suetios, pp. 172-174). Pero no es solamente el lirismo del herrero que Bachelard quiere hacernos participar, es también de la ensofacién metdlica, la ensoacién petrificante, la ensofiacién del limador. 46 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO tos aspectos pueden llevar a una ambigiiedad. Si bien es cla- ro que la imagen literaria es el eje de las preocupaciones del fildsofo por la imaginacién activa y sobre esto sigue insis- tiendo en L’introduction a la poétique du Phénix . Sin em- bargo Bachelard nos habla de la imagen primera (el Arbol césmico)}, de la imagen literaria pura (la serpiente), de la alon- dra, también, como una imagen literaria pura, de las image- nes «princeps» (la flor), de las imagenes fundamentales, de la ambivalencia de las imagenes (la oposicion agua tranqui- la/agua violenta), del dualismo de la imagen (vida y muerte en la imagen de la llama), de la bi-imagen y de la imagen sicotrépica (La Poética de la Ensonacion ). Laalondra es el prototipo de una imagen literaria pura y de un romanticismo de la alegria. En efecto, ;quién pue- de descubrir la alondra? Ciertamente no es el pintor. Sin embargo el poeta la describe, la ve cuando la evoca: es Mi- chelet, es Merediht, es Maurice Blanchard, pero su visi6n no es la de la realidad del mundo exterior sino la de una pura imagen. La alondra es: «Un corpusculo invisible al que acompana una onda de alegria» (El Aire y los Suetios, p. 109). Una imagen literaria pura es por consiguiente aquella que toma toda su existencia de la literatura y se presta a una exaltacién césmica. Lo es igualmente la imagen de la pie- dra preciosa que se escribe, se describe, pero no se ve, y de la que el sonador con plena autonomia de las imagenes puede decir que: «La esmeralda es un gran estan- que de agua marchita» (TRV., p. 322). VICTOR FLORIAN B. Hemos podido ver, al seguir la lectura que Bachelard hace de los textos literarios y miticos, que la imagen tiene una realidad propia, que la imagen poética se presenta en rup- tura con un «ser antecedente» ya sea la percepcién, la emoci6n, el pensamiento o el recuerdo. Es por esto que la nocién de repercusién, resonancia, en el sentido de Min- kowski, es la que nos puede ayudar a comprender mejor el verdadero ser de la imagen poética, su caracter incausado («en la resonancia ofmos el poema, en la repercusién lo hablamos, es nuestro», La Poética del Espacio, p. 14). So- bre esa base recurre a una fenomenologia de la imagen en La Poética del Espacio y en La Poética de la Ensonacién enel sentido bien particular que quiere darle, esto es, como estudio del fendmeno de la imagen poética en el momento en que surge en la conciencia de un individuo. Este despla- zamiento del sicoandlisis, que segtin él intelectualiza de- masiado la imagen, a una fenomenologia del alma que as- pira a determinar el ser de la imagen, lo lleva a declarar que: «La imagen surge en la conciencia como producto direc- to del coraz6n, del alma» en L‘introduction a une Poétique du phénix: (citado por J. Lescure, Un eté avec Bachelard, p.58). Si Pierre Reverdy definié la imagen como «una creacién pura del espfritu que no puede nacer de una comparacion sino de la aproximacién de dos realidades mas 0 menos alejadas» no es acaso esta definicién la que le sirve de hilo conductor a la poética bachelardiana para afirmar que la imagen poética «no es el eco del pasado», que la imagen es siempre una promocién del ser, que la imagen poética es 48 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. «una emergencia del lenguaje». porque precisamente ese caracter de emergencia de la imagen literaria implica que el poeta con la novedad de sus imagenes sea siempre ori- gen del lenguaje. Y es mediante esa relacién de la imagen con el lenguaje, con la palabra que es poes{a, como Ba- chelard manteniéndose bien cerca de los surrealistas con- sidera que la poesia es una liberacién del espiritu («la liberation du psychisme par la poésie») , liberacién en la que cree precisamente cuando senala que: «En una poesia mds liberada como el surrealismo, el len- guaje esta en plena ramificacién. Entonces el poema es una racimo de imagenes» (TRV,7) La imagen poética nos «situa en el origen del ser hablan- te», «la expresiOn crea al ser», «las palabras suenhan», son expresiones bien significativas para una fenomenologia ontolégica y nos llevan a reconocer una vez mas que el vocablo que mejor le conviene a la imaginacion no es ima- gen sino imaginario y lo imaginario es lo dicho por el poe- ta. En este sentido, es por la imaginacién como el hombre alcanza el ser, el bienestar, y supera la condicién humana,es decir, hace evidente su facultad de sobrehumanidad. Para la fenomenologia de la imaginaci6n, por consiguiente, el poema es un tejido de lo real y de lo irreal, «los poemas son realidades humanas» que se viven y por eso «un verda- dero surrealismo» tiene que aceptar la imagen en todas sus funciones y proclamar con Artaud que lo que hace vi- sible y tangible la realidad es la poesia misma. De este modo en El derecho de sonar facilmente puede establecer el vin- culo de la poética con un sistema filoséfico mediante la palabra: VICTOR FLORIAN B. «Meditando una palabra se esta seguro de encontrar un sistema filosofico... Ahora bien, escribir es reflexionar en las palabras, es oir las palabras con toda su ressonancia» (p.187) Es entonces sobre el terreno mismo del surrealismo como hay que ver la primacia otorgada a lo imaginario sobre lo real y la relacion de la imagen con el deseo, bien explicita en los libros consagrados al agua y al aire. La dialéctica bachelardiana de la realidad como potencia de sueno y del suefio como una realidad nos hace pensar en la armoniza- cion postulada por André Breton entre suefio y realidad. La sobrerealidad o «surrealidad» definida en el Primer Ma- nifiesto (1924) «como una especie de realidad absoluta» es a su vez una especie de conocimiento supremo de todas las dimensiones de lo real. Es en la representacién que Breton se hace de la poe- sia donde podemos encontrar la mejor justificacién de su ambicién de ser real. Pues la poesia revela el mundo de la surrealidad y este es considerado como real, tinico real, por el hecho de ser la sintesis del mundo imaginario y del mundo visible. La confianza de Breton en la poesia es como lo anota Ferdinand Alquié porque: «Ella le parece ontoldgica, vital; le parece que posee las claves de la libertad, que contiene el mensaje de Ia feli- cidad humana, y esto en la medida en que ella es el Jen- guaje original, el tinico lenguaje verdadero que expresa el ser y crea sus objetos» (Philosophie du Surrealisme, p. 41). BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO La practica de la poesia es para Breton no slo un medio para conducirnos al mundo de lo maravilloso («lo maravi- lloso es siempre bello |...) debemos decir que solamente lo maravilloso es bello») sino también una manera de devol- verle al lenguaje su verdadera vida y de romper con la vi- sin cotidiana de los objetos en el marco de una insurrec- cién contra «el imperio de la légica» y los excesos de «la raz6n razonante», Desrealizar el mundo implica una ruptura con un or- den de relaciones légicas que se pueden establecer entre los objetos y al mismo tiempo una modificacién de la vi- sién cotidiana de las cosas. Desrealizar el mundo es des- truir ese orden, es desorganizar ese mundo de objetos y su correspondiente discurso a cambio de una forma diferente de representarlo, La modificacién de la imagen a través de objetos no convencionales es posible porque para Breton la imagen proviene de una conciencia imaginativa y toma- da en la sintesis del suefio es una via para el conocimiento de nosotros mismos. No vacila Maurice Nadeau en pre- sentar al surrealismo mas como un medio de conocimien- to que como una escuela artistica o una doctrina: explora- cién del inconsciente, lo maravilloso, el sueno, y simulta- neamente afirmacién de una serie de valores como la om- nipotencia del inconsciente, la escritura automatica, la destrucci6n de la légica y «todo lo que impide al hombre vivir segtin su deseo». Para Breton lo que més cerca esta de «la verdadera vida» son los encantos de la infancia porque como dira mas tarde Bachelard «la infancia no abandona nunca sus moradas nocturnas». Esta convergencia no es extrafa, dada la importancia que Bachelard le otorga a la infancia y la creencia en el poder del inconsciente constantemen- te asociadas a la idea de un sicoandlisis nuevo del que no 5I VICTOR FLORIAN B. logra desprenderse a pesar de la tentativa fenomenoldgi- ca'’, pero que como se vera mas adelante, se justifica por el empleo del término y las constantes referencias a la doctrina de los arquetipos de C.G.Jung «los arquetipos seran siempre origenes de imagenes poderosas», (La Poé- tica de la Ensofiacion, p.190). 2.2 LA METAFORA Imagen y metafora constituyen en Bachelard un mismo centro de interés para la imaginacién poética pues a me- nudo nos esta sefialando que la imagen adquiere todo su sentido de las metaforas, que la metafora en el lenguaje alquimico es origen de la imagen o incluso que las metafo- ras llegan a ser imagenes, lo cual ya plantea un problema de diferencia entre imagen y metafora porque mientras en algunos andlisis se mezclan para sugerir que la metafora es un tipo de imagen, «una falsa imagen», en otros, por el contrario, la diferencia se funda en lo que él denomina el valor fenomenolégico, entendido en ultimas, como una especie de ontologia de la imagen. En este sentido, la me- tafora en cuanto es, no resiste un andlisis fenomenolégico que centra su significacién solamente sobre las implica- 19 Es segiin su concepcidn como hay que interpretar las numerosas declara- ciones en las que Bachelard se vale de la fenomenologia para explicar la imagen poética. Por ejemplo, fenomenologia de lo redondo, del verbo habitar, del verbo salir (a través de las imagenes de las Melusinas alquimicas en La Poética del Espacio, y las imagenes de las sirenas en TRR, p. 153). Recordemos también que ya en la introduccién al Materialismo Racional (1953) nos habla de una fenome- nologia materialista y de una difenomenologia de doble perspectiva; por una par: te tendria que ver con la consciencia misma, y por otra, una fenomenologia aso- ciada con “a sorda persistencia del inconciente, la actividad nunca satisfecha de Jas ensonaciones inconcientes” (Cap.). 52 BACHELARD 0 EL COMPLEJO DE PROMETEO ciones del surgimiento de la imagen en la consciencia in- dividual. La imagen, al contrario de le metdfora, es «un fend- meno de ser», especifico del ser hablante, es vida nueva y conciencia de creacién, y en este sentido es susceptible de un estudio fenomenoldgico apoyado en el valor, por ejem- plo, el valor de intimidad que proporcionan las imagenes del espacio interior dentro de una fenomenologia de lo es- condido (la casa, los cajones, el cofre). El espacio de la ima- ginacién es desde luego el espacio vivido. Ciertamente no hay en Bachelard una teoria de la metafora pero el término aparece frecuentemente en sus obras y no siempre refleja una misma acepcién ni el senti- do que le presta adquiere la misma intensidad ya que en algunos momentos se refiere a ella de manera peyorativa como un peligro para la formaci6n del espiritu cientifico (las metdforas seducen la raz6n) y en otros, la metéfora es parte de la esencia de un espiritu poético: «Las metdforas no son simples idealizaciones que parten, como cohetes, para estallar en el cielo desplegando su in- significancia, sino que al contrario, las metaforas se ape- lan y se coordinan mas que las sensaciones, hasta el pun- to que un espiritu poético es pura y simplemente una sin- taxis de metdforas». La psychanalyse du feu, ( p. 179). Pero lo que si es bien claro en sus estudios sobre la imagi- nacion material es el poco interés por asumir la oposicién. entre sentido propio (original, primitivo) y sentido figura- do, oposicién basica en uno de los modelos de andlisis de la metafora, el sustitutivo, modelo comin a la poética y la 53 VICTOR FLORIAN B. retorica occidentales desde Aristoteles: los términos se pueden emplear en mas de un sentido, el sentido propio 0 corriente inmediatamente dado en cada uno de nosotros y el que se desvia de él, el extrafio (allotrios). La metafora como «transposicién del nombre de una cosa a otra» es una sustitucién del término propio por el figurado, funda- da en la relacion de semejanza; de ahi que Aristételes con- sidere que para hacer buenas metaforas hay que conocer bien las relaciones de semejanza. Para Bachelard la fuente de Juvencio es una metafora en la que «no existe un senti- do figurado» porque de hecho, la fuente simboliza un per- petuo rejuvenecimiento, es regeneraci6n y purificacién, elixir de vida alquimico. Derrida ha hecho notar en su trabajo sobre la metafo- ra en el texto filoséfico que lo que mAs interesa a Bachelard es el sistema de metaforas y no tanto el concepto mismo de metdfora. Sistema que se hace bien explicito en La Lla- ma de una Vela (1961), y en cuanto al concepto mantiene el sentido ordinario y tradicional como una forma de des- plazamiento. Las metéforas, afirma: «No son, a menudo, mds que traslacién de pensamien- tos, en un afan de expresarse mejor, de decir de otra ma- nera la imagen» (p. 10); Definicion que se puede aproximar a la definicién aristo- télica (onédmatos allotriu epiphora, traslacion de un signi- ficante a un significado, Poética, p. 21). La metdfora como traslacién de pensamientos, en una voluntad de expresarse mejor, esta ligada al cogito de un sonador que la expresa, a un sujeto que la dice; y a su vez las metdaforas en un destino comin con las imagenes per- 54 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO. miten acceder al ser, al ser que nosotros somos. Por eso exclama: «Las metdforas son realidades y la realidad, puesto que es contemplada, es una metdfora de la dignidad huma- na» (La Llama de una Vela, p. 35). La metafora representa entonces la dimensién humana y césmica de la obra literaria en la perspectiva del movimien- to de la imaginaci6n no solo por el lugar que le otorga en la exposicién de las metdforas de la dureza (TRV, p. 63-73) sino también por el papel que le asigna en la vida de la imaginacion. De ahi que senale a la manera de un impera- tivo que la vida de la imaginacién depende del enriqueci- miento de la imagen con la metéfora. Al determinar el sistema de metdforas como metéfo- ras axiomaticas, alquimicas, sado-masoquistas, metaforas mortales, metdforas de la dureza, ya se trate de un realis- mo 0 de un idealismo de la metéfora es claro que el ador- no, la ostentaci6n y la exuberancia son inherentes a la vida literaria y que esta se desarrolla ininterrumpidamente en el mundo de la metafora, (TVR., p. 76). En un primer sentido, en el contexto de una polémica con Bergson por el uso exagerado de metéforas («los con- ceptos son cajones que sirven para clasificar los conoci- mientos» decfa Bergson), la metafora es entendida como un medio de expresién, un accidente de la expresion, un simple medio fabricado, que en oposicién con la imagen . La imagen del ébano en Poe es el prototipo de una imagen literaria, raiz de ensofaciones, emociones y transposicio- nes, tal como se puede apreciar al final de E/ Aire y los Suenos. VICTOR FLORIAN B. En un segundo sentido, el hecho de caracterizar la imagen poética por la creatividad del lenguaje al nivel de la palabra y la frase convierte a la metafora en el soporte lingitistico de la imagen y de esta manera puede decirse que la imagen es introducida por la metdfora. Por eso des- taca como una constante que: Imaginar es ausentarse, es lanzarse hacia una vida nue- va... Parta experimentar de veras el papel imaginador del lenguaje es preciso buscar pacientemente, respecto a to- das las palabras, los deseos de alteracion, de doble senti- do, de metafora» ( El Aire y los Suefios, p. 12). Paralelamente en relacién con la poesia el papel de la me- tafora es primordial y nuclear: «La metafora es el fendmeno del alma poética». Finalmente entre las funciones del lenguaje esta la de su- gerir valores metaféricos ya que «es por las metéforas, por la imaginacién, como la realidad toma sus valores» . Trans- portar a otros mundos, «significar otra cosa» y «hacer so- far de otro modo» convierten la metafora en portadora de nuevas significaciones. De ahi la importancia de la vida metaférica para la terapia del sueno despierto de Desoille, método de exploracién y sicoterapia que mediante imdge- nes inductoras (las cimas, los arboles) y metaforas de la ascension conducia a formar un supery6 imaginante y fa- vorecia el desbloqueo de los problemas afectivos. Es sin duda imprescindible, también a proposito de la metdfora, hacer alusidn a una tesis apenas mencionada a BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. propésito del tema de la serpiente como una imagen tradi- cional, o imagen compleja (da la vida pero también la muer- te) que ha jugado un papel considerable en la imaginacion literaria a la manera de un simbolo motor 0 arquetipo. Las mitologias naturales, afirma, se forman en el acto literario mas sencillo: la metafora (La terre et les réveries du repos, p. 262). Pero ya en una obra anterior, El Aire y los Suefios, cuando se ocupa de los mitos relacionados con los arboles cosmogo6nicos, antropogonicos y falicos, Bachelard encuen- tra que ciertos mitos se basan en los principios onfricos y que el Arbol cosmolégico es una imagen primera, imagen que «produce todas las otras imagenes». Entre las metaforas axiomdaticas distingue las de al- tura, de elevaci6n, de profundidad, de rebajamiento, de cai- da; de ellas se puede decir que «nada las explica y lo expli- can todo», La denominaci6n es bien curiosa pero quizas hay que entenderlas en el sentido de que son verdaderas metdforas que no necesitan de una demostracién, son ad- mitidas sin discusién y no requieren de un anilisis espe- cial para comprender cémo se presentan aun en la vida cotidiana. En esta direccion, en efecto, se imponen las metaforas de la caida ontolégica, la caida moral y la caida imaginaria como convergencia en la verticalidad. Las metéforas alquimicas. En la gran riqueza simb0- lica del lenguaje alquimico (recordemos la cuadratura del circulo y su poder simbélico en el opus alchymicum) Bachelard encuentra un sistema de valorizaciones afectivas propias del espiritu precientifico comprometido mds con lo simbélico que con el conocimiento objetivo. El hecho de representar al oro por el sol y la plata por una media luna y que designaran los nombres de los metales con los planetas (azogue = Mercurio; cobre = Venus; hierro = Marte) se fundaba en una correspondencia mutua del mundo de VICTOR FLORIAN B. abajo con el mundo de arriba o afirmacién de la unidad arménica del mundo. Para los alquimistas, «Mercurio» designaba varias co- sas a la vez: sustancia quimica (Hg), el dios Mercurio (Her- mes), el planeta Mercurio, y la «sustancia transformable»; como simbolo unificador era metal pero también liquido, materia y también espiritu, frio y también caliente, de na- turaleza femenina y también masculina. El hermafrodita tipico es el Mercurio. Lo que los alquimistas querian sim- bolizar a través de esta doble naturaleza era la totalidad que une a los opuestos, la coincidentia oppositorum de Nicolas de Cusa. No ha dejado de sefalar Jung esta expli- cacién cuando ve a los alquimistas como pone en eviden- cia, apoyandose en el simbolismo, la proyeccién de conte- nidos inconscientes o formas arquetipicas (La psychologie du transfert, pp. 193/195). La simbélica sexual y las lecciones de intimidad que el autor de La Formacion del Espiritu Cientifico encuen- tra en la alquimia nos ponen de manifiesto el vinculo en- tre fantasias y suenos, imagenes objetivas y deseos subje- tivos. Aqui la metafora se hace indispensable para com- prender mas claramente el proyecto de un sicoandlisis del conocimiento objetivo. En efecto, afirma el filésofo: «Las metaforas llevan siempre el signo del inconsciente: son suenos cuya causa ocasional es un objeto. Asi, cuan- do el signo metaforico es el mismo signo de los deseos estimamos que deben interpretarse las palabras en el sentido fuerte, en el sentido pleno, como una descar- ga de la libido» (p. 229). BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO El alquimista llama al mercurio «flagelado y excavado» y desde una creencia en el mito de lo interior (todas las cosas, las sustancias ocultan algo interior) es portador de algo ocul- to. También desde otro obstaculo para el conocimiento cien- tifico, el mito de la digestion («el cuerpo del hombre es un horno»), la idea de alimento en el espiritu precientifico es tan valorizada que, por analogfa, la asimilacién de los ali- mentos es extendida a los metales, a la tierra, al fuego: * El antimonio es un «lobo devorador». Los corrosi- vos devoran los metales. ¢ La tierra es un inmenso aparato digestivo: «La tierra tiene como sus entranas sus visceras, sus filtros, sus cola- dores». ° El fuego se alimenta como un ser vivo y es una espe- cie de animal rapaz e insaciable. El concepto de alimento como una forma de valorizaci6n enraizada en el inconcien- te, rasgo caracteristico del espiritu precientifico, nos lleva de nuevo al problema de los conceptos utilizados en la vida comun y a la relacién de equivalencia entre dos sustancias o problema de la metéfora. Para no caer en la continuidad entre conocimiento comun y conocimiento cientifico, len- guaje comun y lenguaje cientifico, estas imagenes en nada son favorables al espiritu cientifico y mas bien llevan a postular con mayor insistencia la necesidad de una ruptu- Ta, que nos atrevemos a aproximar con la critica de Spinoza al conocimiento vulgar en el Apéndice de la primera parte de la Etica: «Todas las nociones que el vulgar tiene la costumbre de utilizar paara explicar la naturaleza no son mas que ma- neras de imaginar y no revelan la naturaleza de ninguna cosa sino solamente la constitucién de la imaginacion» . ae VICTOR FLORIAN B. Los ejemplos del bestiario alquimico (lobo «devorador», «ani- mal rapaz insaciable» ) ilustran la relacién de equivalencia entre dos sustancias (x es y), relacion que va de lo concreto a lo concreto y se funda justamente en la conjuncién de la «violencia, la crueldad, la agresion y la rapidez del ataque» . Todas las otras metaforas alquimicas provienen del deseo de rejuvenecimiento, de las propiedades atribuidas las piedras preciosas («el zafiro y la esmeralda conducen a la castidad»), de las enfermedades de los minerales («la he- rrumbre es una enfermedad del hierro»), de la fecundidad de las minas y de la sal («la sal provoca fertilidad»). A todo esto se afiade que para el inconciente toda mezcla es un matrimonio; Bachelard mismo parece comprobarlo cuan- do en sus lecciones de quimica los alumnos asociaban la reaccin del dcido y de la base con lo masculino y lo feme- nino respectivamente. La metafora «las bodas alquimicas» tan fundamental entre los herméticos se convierte frecuentemente en la matriz a partir de la cual se originan ,»las bodas de la pie- dra consigo misma», el matrimonio del sol y la luna, del Rey y la Reina, del azufre y el mercurio. De las propieda- des atribuidas al azufre (el calor y la sequedad) y al mercu- rio (frialdad y humedad) y del hecho de relacionarlas sim- bolicamente con fuerzas creadoras de origen masculino, activas 0 pasivas, es preciso evocar aqui ante todo las me- taforas que representan el «combate intimo» de lo mascu- lino y lo femenino en las intuiciones alquimicas: el mer- curio sufre el complejo de Edipo (El es quien reconcilia a su padre y su madre desterrando su antigua enemistad, él es quien corta la cabeza al Rey...para conquistar su reino»;) estan también las metdforas sado-masoquistas: el amor del Acido por la base a la que asesina y luego se suicida, la lucha del agua y la fuerza erdtica del fuego. 60 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. Es a partir de esa quimica de la hostilidad como va a preguntarse a propésito del lirismo del herrero y de la arte- sania metaltirgica: esa derrota repentina facilmente pone en juego las grandes dialécticas del sadismo y del maso- quismo. jPor quién toma partido usted? Por el fuego 0 por el agua, por el principio viril 0 por el principio femenino? (T.R.V. p. 145) Asi aparece que en la ensofacion alquimica actiian recfprocamente y, por asi decirlo, se mediatizan mutuamente el animus y el anima en una especie de dia- léctica de la que seré tributaria la misma poética bachelar- diana de la ensofacién. De hecho, el sofador y poeta mul- tiplica las imagenes del fuego (el fuego intimo), del agua, del aire y de la tierra reservandoles una forma de intimi- dad bien préxima a la de las imd4genes alquimicas; es la metéfora por excelencia en la que facilmente se deja reco- nocer la dualizacién dialéctica 0, en términos de Staro- binski «el mito sicolégico animus y anima», dos potencia- lidades en las que hace reposar la ensofacién y la misma escritura del poema. Es precisamente en el terreno de esta dualidad donde se asocian todos los rasgos que hacen que la ensonacién sea por esencia femenina. La feminidad de las palabras, los nombres femeninos de las flores (la rosa, la centaurea), las imagenes del agua, no son otra cosa que evocaciones para volver a encontrar el vinculo entre la ensonacién y las pa- labras, una via mas para demostrar que el genero de las palabras, lejos de cualquier azar, se compone en un solo tejido con la ensonacion. El reposo, la paz, la dulzura, po- nen su marca femenina a la ensonacién y explican nuestra afiliacion al mundo mientras que las construcciones del sueno se integran a los proyectos, las historias, los dramas propios del animus. Por tanto, las imagenes femeninas es- tan relacionadas con el arquetipo 4nima que corresponde 61 VICTOR FLORIAN B. en Jung al “elemento femenino del X masculino”. En cam- bio, las ensofaciones en animus operan en la imagen del Fénix, Prometeo y Empédocles, concebidos como “seres dominantes” y ademAs subordinados a un «animus que no acepta las dulzuras de anima» (Fragments, op.cit. p.44). 2.3. IMAGEN, SiMBOLO Y ARQUETIPO Una de las caracteristicas mas evidentes de la inspiracién bachelardiana es su posicién mantenida con respecto al sicoandlisis, o mas precisamente quizas, la libre utiliza- cin y la ausencia de un tratamiento sistematico a lo largo de sus escritos sobre todo cuando intenta poner en practi- ca una herramienta que cabalga sobre dos opciones defini- tivas. En primer lugar permite curar de la «afectividad» de las convicciones individuales y denunciar los «contratiem- pos» u obstaculos epistemolégicos que se interponen al espiritu cientifico. Es gracias al sicoandlisis del conocimien- to objetivo como se puede liberar al pensamiento de nues- tras imagenes y de las convicciones profundas, de concep- tos valorizados y de valores simb6licos presentes en el in- consciente. Se puede decir que la conjuncién de imégenes valo- radas y de pensamiento simbélico corresponde a una men- talidad precientifica® en constante oposicién con lo espe- cifico de la actividad cientifica: el sentido del problema («la ciencia consiste esencialmente en una proliferacién 20 Concepto que desempeité un papel importante en el contexto cultural de los afios 30 luego de la orientacién decisiva que le dio la etnologia de Lévy-Bruhl al comparar la sociedad primitiva {mentalidad “prelégica”} con la sociedad civili- zada. BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO. de problemas» afirma refiriéndose a Brunschvicg) y el en- cuentro de las teorias, los conceptos y los métodos en la produccién de conocimiento. Por otra parte, en relaci6n con el orden imaginario, el sicoandlisis remite a los cuatro elementos de las cosmogo- nfas tradicionales vistos como los «operadores de image- nes» o ejes referenciales de la ensonacién. Shelley y Nietzsche por sus vinculos con la sustancia aérea son poe- tas ascensionales, El hecho de que en Shelley las imagenes sean un espacio de manifestacién de la imaginacién dind- mica, porque giran alrededor del aire, el viento, el olor, la luz, explica que su poética esté construida sobre imagenes (recordemos la imagen de la isla suspendida y la imagen del Prometeo liberado) que son: «Operaciones del espiritu humano en Ja medida en que nos aligeran, o nos levantan o nos elevan.No tienen sino un eje de referencia: el eje vertical» (p. 57). El siquismo aéreo del poeta inglés abre la via para una con- frontacién con las imagenes que segin Bachelard inspira- ron la poética de Nietzsche, a quien identifica como el poeta vertical, el poeta de las cimas. La confrontacién, empren- dida en el capitulo V de la obra consagrada al aire, por lo demas bien interesante para seguir de cerca no s6lo el pro- fundo parentesco entre los dos sino también los contrastes paralelos, se apoya en un estudio minucioso de las poesias y pasajes del Asi Hablo Zaratustra . Son numerosos los textos en que las imagenes de Nietzsche son las cimas, los vientos, las nubes, el aire puro, el aire nuevo. La misma imagen de Zaratustra en lucha contra el viento, nos hace sentir la sintesis del aire y la 63 VICTOR FLORIAN B. libertad y todo ese universo que lleva el simbolo de la ver- ticalidad: «con el pensamiento en el viento» el caminar se vuelve un combate. De suerte que el pino al borde del abis- mo, el sendero de montana, la pesca arriba («algin hom- bre ha pescado jamas en las altas montafias?»), la barca que boga en el espacio, son imagenes y se podrian mencio- nar otras, que permiten detectar un mismo centro de gra- vitacion de la poética Nietzscheana. Mas atin, son el testi- monio mas neto del complejo de la altura, sugerido desde la introduccién a El Aire y los Sueiios, y del que Nietzsche seria su representante. De este modo, el destino aéreo, el siquismo ascensio- nal puesto aqui de manifiesto es esencial para la explica- cién de la creacion poética en Nietzsche en la medida en que el elemento es el preludio de la imaginacién material y de la imaginacién dinamica. A este nivel es donde mejor podemos ver el sentido que quiere darle al sicoandlisis ele- mentista y especificamente al sicoandlisis de la gravedad en Nietzsche. Sin embargo, desde que la imaginacion ma- terial es caracterizada a partir de un elemento determi- nante (el agua pesada en Poe, el aire en Nietzsche, el fuego en Novalis), principio basico de la poética bachelardiana, iqué ha de entenderse entonces bajo la denominacién de cardcter a-causal de la imagen? La ambigtiedad de la tesis de la irreductibilidad y la primitividad de las imagenes es aqui extremadamente marcada y choca con los propésitos metodolégicos de reivindicar plenamente el acto creador de la imaginacién. Enel prélogo a la obra de Patrick Mullahy, Edipo, Mito y Complejo, vemos cémo destaca la variedad de orienta- ciones que ha tomado la ciencia del inconciente y por con- siguiente las dificultades que comporta una visién de con- junto de los temas fundamentales del sicoanilisis. Del bre- 64 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. ve recorrido por los desarrollos y mutaciones del sicoan4- lisis (Adler, Jung, Karen Horney, Sullivan) hay una afirma- cién bastante sugestiva, por cuanto nos lleva a abordar ne- cesariamente la nocién de simbolo y arquetipo en la me- dida en que son un terreno privilegiado para aclarar mas su relacién con el sicoandlisis. Es asi como segtin él «para Jung los simbolos son realmente arquetipos». Pero jqué significan el simbolo y el arquetipo invoca- dos en su poética? Recordemos el propésito bien explicito de contribuir a enriquecer «por un cardcter dinamico la nocién de arquetipo» de Jung, en el momento mismo en que analiza las imagenes de la serpiente como arquetipo y simbolo motor, del Ouroboros como simbolo de eterni- dad, de la raiz y el vino como arquetipos del inconsciente. La serpiente es en nosotros un simbolo motor que se re- nueva constantemente como fuente de otras imagenes; el rio serpentea, una cuerda es una serpiente; (TRR, p. 282) y se la puede imaginar desde la dialéctica del bien y del mal, la vida y la muerte, como recta o redonda. La confrontaci6n con Jung se impone, porque desde que lo descubre no deja de afirmar el dinamismo de las imdgenes. Es una adquisicién tan definitiva de su pensa- miento que se puede decir que para hablar verdaderamen- te de imaginacion en la perspectiva de Bachelard es impo- sible separarla de la ensonacién que la dinamiza. Es esta concepcidn energética de la imaginacién un punto decisi- vo de aproximacion a la tesis junguiana de los arquetipos como reguladores de la actividad creadora”' . 21 El término “arquetipo” reviste varias acepciones y son multiples los ejem- plos con los que Jung quiso ilustrarlo (la cuaternidad, el circulo, la quaternio nuptial, anima/animus, el arbol, el mito del héroe, el divino | nino huerfa- no, el nifio Dios} muy particularmente en relacidn con el simbolismo de la alq mia, Para un desarrollo historico bien detallado del concepto de arquetipo en 65 VICTOR FLORIAN B. Afirma Jung: “Hay ciertas condiciones colectivas que existiendo en el inconsciente acttian como reguladoras y estimulantes de Ja actividad de la imaginaci6n creadora y provocan las co- rrespondientes formulaciones... Ellas se comportan exac- tamente como los motores de los suefos y es por esto que Ja imaginacion activa, nombre que dia este método, reem- plaza inclusive a los suenos hasta en cierto punto” | Les racines de la conscience p. 526). Lo colectivo se identifica con lo universal y se opone a lo individual o personal. Pero lo que en fin de cuentas est4 en Jung nos permitimos remitir a los excelentes trabajos de J. Jacobi, Complex, Archetype, Symbol, 1961 y The Psychology of C. G. Jung London, 1951. El tér- mino utilizado corrientemente por Jung desde 1919 es tomado del Corpus hermeticum y de Dionisio el Areopagita (Jacobi, Complex, Archetype, Symbol, p. 34). En Les racines de la Conscience precisa Jung que la expresin arquetipo ya se encuentra en Filén de Alejandria cuando se refiere a la imago Dei en el hom- bre. En Irineo (cuando dice: « Mundi fabricator non a semetipso fecit haec, sed de alienis archetypis transtulit») ; se encuentra en el Corpus Hermeticum (Dios es Mamado la luz arquetipo} y en Dionisio el Areopagita (los arquetipos inmateriales). «Arquetypus” es una perifrasis explicativa para el eidos plat6nico (Les racines de Ia conscience, p. 15). Es una estructura innata que le permite a un contenido expresarse en imagenes, “es una fuerza”, es un modelo de comportamiento inna- to (R, Evans, Conversaciones con Jung), -»Son elementos estructurales de cardcter divino de la sique; poseen una cier ta independencia y una energia especifica gracias a la cual pueden atraer los con- tenidos de conciencia que les convienen» (Métamorphoses de I’éme et ses symboles, p. 386). [La traduccién es nuestra. «Son imagenes originales simbolicas a partir de las ccuales se edificd y dife- rencié el espiritu humano»(La guérison Psychologique, p. 95) [La traduccién es nuestra]. - “La teoria de la alquimia, como creo haberlo demostrado, en lo esencial no es més que una proyeccién de contenidos inconscientes es decir, de esas formas arquetipicas propias de todas las creaciones imaginarias en estado puro, tal como las encontramos en los mitos y cuentos, en los suenos, visiones y fantasmas de los individuos”. (Psychologie du transfert, p. 195) [La traducci6n es nuestral, 66 BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO. juego no es tanto que los arquetipos sean los contenidos del inconsciente y encuentren su expresi6n a través de los mitos, folklor, cuentos 0 leyendas sino mas bien la afirma- cién del dinamismo de las imagenes arquetipicas como se deduce de L‘introduction a l’essence de la mythologie: |p. 112) y Sychologie de l’inconscient: (p. 195). El inconsciente es para Jung la matriz original de la fantasia creadora y de los simbolos. Los simbolos tienen por base el arquetipo inconciente y juegan un papel en la funci6n trascendente o conciliadora de los contrarios (fun- ci6n conciliadora entre la razon y el sentimiento, la reali- dad y la irrealidad). El simbolo, afirma: «No es ni una alegoria ni un sémeion (signo); es la im. gen de un contenido que, en gran parte, trasciende la conciencia» (Metamorphoses de I’ame et ses symboles, p. 155). Y aqui mismo precisa que los simbolos funcionan como transformadores en el sentido de que: «Transtieren la libido de una forma inferior a una supe- rior» (libido entendida como energia siquica). La funcién de los simbolos (la cruz en el arte cristiano; el mandala como representacion de la totalidad siquica; la ciudad, la madera, el agua, como simbolos maternos) pre- sente en objetos, nimeros o imagenes le imprime a estos una serie de cualidades que modifican el significado co- mun y corriente de la vida cotidiana. Hay en ellos una especie de vaguedad y nos estan indicando una realidad 67 VICTOR FLORIAN B. desconocida u oculta para nosotros. Es asi como para pre- cisar la naturaleza del simbolo afirma que: «Una palabra o una imagen es simbdlica cuando repre- senta algo mas que su significado inemediato y obvio» (L’homme et ses symboles, p. 20). «Luego todo simboliza». Es una conclusién a que llega Bachelard después de examinar la simbdlica de la casa, los simbolos propios de la casa (el s6tano como simbolo de la caverna, la guardilla como simbolo del nido; las escaleras y los recuerdos imperecederos, etc.) y que se convierte en un principio para el andlisis de la imaginacion literaria. El Arbol y el agua son simbolos maternos; Ofelia es un sim- bolo del suicidio humano; en las imagenes aéreas la altura es el simbolo en el que se unen el deseo de crecer y de volar; la barca de Caronte es el simbolo de la desgracia humana; el fénix es el simbolo de una eternidad que vive. Lo que caracteriza al simbolo no es acaso, se pregunta, «,una relacién esencial entre dos significaciones:un sentido ma- nifiesto y un sentido oculto?» . La esencia del simbolo con- siste por tanto en «sugerir un mas alla de su expresi6n» y seria contradictorio entonces tratar de determinar en un simbolo su sentido inmediato. Estas precisiones contenidas en el Prefacio a la obra de Paul Diel, Le symbolisme dans la mythologie grécque, hacen ver la necesidad de afirmar la autonom{a del simbo- lo, su multiple interpretacién y el desplazamiento de un «centro fijo» o tinico de significacién por lo general sexual. Es esta diferencia la que quiere establecer con el sicoan4- lisis clasico que frecuentemente se ha limitado al «cono- cimiento de los simbolos como si estos fueran conceptos» 68 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO. (El Aire y los Suenos, p. 30). Por otra parte, es sobre la perspectiva simb6lica como el estudio de los mitos adquiere un valor particularmente importante para su sicoandlisis césmico. El simbolismo, para retomar uno de sus térmi- nos, «coordina» los valores miticos y los valores césmi- cos. En la medida en que los mitos se nos presentan como «ocasiones» para estudiar la funcién de simbolizacién, su estudio nos aporta indicaciones sobre las multiples fuer- zas siquicas en acci6n. (Prefacio... op. cit., p. 6). No vacila el filosofo Michel Serres en calificar a Ba- chelard como el ultimo de los simbolistas y el ultimo de los sicoanalistas que reemplaza la relacion inconsciente- cuerpo por la de inconciente-naturaleza. Al registrar los cambios operados en relacién con los simbolos del siglo pasado sobre Apolo, Dionisios, Ariadna, Zaratustra, Edipo, afirma: «Vemos que en Bachelard, tierra, fuego, aire y agua reem- plazaron a Apolo o a Edipo, que el arquetipo-elemento reemplaza al arquetipo-héroe; y si Empédocles u Ofelia a veces aparecen bajo su pluma es de una manera subordi- nada: Empédocles ya no es mas que una especie del géne- ro agua» (Hermes I, La Comunication, p. 24). CONCLUSION Es un lugar comin entre los expositores del pensamiento de Bachelard plantearse como una especie de enigma el problema de la unidad o la dualidad de su obra. Asi para Dagognet, por ejemplo, ciencia y poesia surgen de una misma concepcién de la energia que engloba el mismo 69 VICTOR FLORIAN B, tiempo las tesis cientfficas y estéticas. El ritmoanilisis como equilibrio del «doble movimiento del pensamiento» rige la poesia y la ciencia, lo cual equivale a afirmar que reposan sobre el ritmo vibratorio, la vida ritmica de ins- tantes e intervalos en oposicién a lo inerte y continuo. Por consiguiente, la discontinuidad juega sobre los dos planos si se quiere tener el derecho de trabajar la materia, la plu- ralidad de materias diferentes, y acceder a la poesia como una fuerza de la naturaleza. Otro argumento es que hacia 1940 Bachelard quiso acentuar su rechazo al realismo con La Filosofia del No y Lautréamont comprometiendo en ese mismo movimiento a la ciencia y la poesia. La poesia no representa nada («Lautréamont rompe las imagenes naturales, reemplaza las formas por las funciones, en fin crea un lenguaje», subraya rapidamente Dagognet) y paralelamente, la ciencia ya no ¢s la ciencia de nuestro mundo al que tratarfa de representar sino mas bien de verificar y es por tanto la raz6n la que organiza la materia. Si nada nos es dado inmediatamente, entonces la ciencia contempordnea ya no puede ser de he- chos sino produccién de efectos. A estos argumentos habria que agregar que si bien unos mismos intereses confluyen en dos campos netamente polarizados, el del intelecto y el de la imaginaci6n, con condiciones bien especificas cada uno (las condiciones de la ensofiacién y las del pensamiento no son las mismas) sin embargo, creemos que la tesis unitaria plantea mayores dificultades, ya que los mismos argumen- tos que conducen a una aproximaci6n entre lo imaginario y lo racional pueden servir para suponer una tajante oposi- cin. Otro tanto habria que decir de los planteamientos de Margolin en favor de un pensamiento unitario. Si hay que volver sobre las dos vertientes que confi- guran el dia y la noche de Bachelard, conviene instalarnos 7o BACHELARD © EL COMPLEJO DE PROMETEO en la tesis bastante sugestiva de F. Pire, de una filosofia «creacionista» puesta en obra para dar cabida a todas las tendencias del espiritu humano. Lo cual nos permitiria comprender que haya insistido siempre a la vez en que la ciencia es un «esfuerzo prodigioso del espiritu» por crear un mundo bajo el impulso de la razén y que la imagen es una construcci6n del espiritu. Desde esta 6ptica estaria continuando una de las corrientes filos6ficas mas destaca- das en Francia a fines del siglo XIX, el espiritualismo, ya sea a la manera de Victor Cousin o de Jouttroy para quien la poesia, la religion, la filosoffa, brotan de un mismo sen- timiento, «Espiritu Cientifico» es una nocién en la que se ins- pir6 su epistemologia y le marcé por tanto un itinerario bien preciso que ya hemos encontrado en toda su caracte- rizacion. Y en la medida en que es tomada como hilo con- ductor que explica el desarrollo del saber cientifico, cons- tantemente le esta planteando la exigencia de renovacién y permanente rectificacién de los conceptos y las teorias. Hay un NES (Nuevo Espiritu Cientifico) que se con- trapone a un AES (Antiguo Espiritu Cientifico) porque lo rectifica y se constituye, con nuevos conocimientos, en valor absoluto. El espiritu cientifico es, en este esquema, dice Poirier, «ese arte implicito de pensar y de compren- der, esa inteligencia creadora». Afirmacién bien revelado- ra de esa otra dimension tan esencial al espiritu cientifico como es la ampliacién, «el ensanchamiento» de los mar- cos del conocimiento que hace que a partir de Galileo no se pueda pensar como antes, por ejemplo, con Aristételes en su explicacion del movimiento sin tener en cuenta esa gran diferencia cualitativa que se establece entre el antes y el después. Pero también se puede pensar, dada la natu- raleza tan subjetiva de los obstaculos en el proceso del 71 VICTOR FLORIAN B. conocimiento, que dicha nocién queda inserta en una sicologia del espiritu cientifico o mas bien como sugiere O. Roy, el espiritu cientifico es el espiritu del cientifico que Bachelard quiere rescatar mediante un proceso peda- gdgico. Es necesario anotar también que la puesta en paralelo de la produccién cientffica y la produccién poética bajo el signo de un valor comin, el valor de enriquecimiento 0 de novedad, de invencién de vida nueva y de nuevos sentidos con la imagen poética, nos sittia en el corazon mismo de una filosofia creacionista que hace de la raz6n y de la ima- ginaci6n los motores de la actividad humana. Pero yendo un poco mas lejos, se podria ver aqui la expresién de un nuevo humanismo en el que el hombre es exaltado en una doble dimension: es un animal de raz6n que crea un mun- do a imagen de ella, y también un animal que imagina, imaginante y fundmentalmente sofador.. Habria que me- ditar sobre los componentes de este diptico: 1. Bachelard cree caracterizar al hombre racionalista, el diurno, por una actividad de pensamiento que siempre recomienza, aun cada dia, esto es, por el mérito de poner a trabajar el pensamiento concebido como una fuerza y no como una sustancia. 2. La imaginacién es la maxima facultad hominizante. 3. En el hombre literario se condensan la meditacién y la expresion, el ensueno y el pensamiento. En definitiva, lo que aparece muy claramente en la fusion de estos dos campos que constituyen los pilares de la obra bachelardiana es una voluntad de comprender lo que nuestro autor designé con el nombre de Complejo de Prometeo. Cada uno «tiene su Prometeo», exclama al fi- nal de su vida en el inédito que habia proyectado sobre una Poética del Fuego. La imagen del héroe mitolégico que roba 72 BACHELARD O EL COMPLEJO DE PROMETEO, el fuego del cielo para entregarlo a los humanos hay que captarla bajo el signo de «una actividad siquica que conso- lida y dinamiza la vida del espiritu». Es el simbolo de la vida intelectual en el que é1 mismo colocé la necesidad de superar nuestra naturaleza y el deseo de saber cada vez mas mediante un proceso de actualizacién de la cultura: «Parece que en todo esfuerzo de cultura uno es el Prometeo de si mismo». Quizas entendamos mejor aqui por qué su epistemologia ademas de vigilante, critica, aparece abierta a la incursién del saber dentro del campo cultural, dentro de los valores de cultura, y por qué su pensamiento hay que asumirlo como una totalidad de dos actividades complementarias, la epistemologia y la poética. Es esta imagen la que hemos querido destacar en quien se definié como un hacedor de libros y un hombre de lec- tura o como lo recuerda su hija Suzanne, como un eterno escolar, a quien le gustaba aprender A BIBLIOGRAFIA A - Osras DE GASTON BACHELARD ESSAI SUR LA CONNAISSANCE APPROCHEE, Paris, Vrin, 1928. ETUDE SUR L'EVOLUTION D’UN PROBLEME DE PHYSIQUE: LA PROPAGATION THERMIQUE DANS LES SOLIDES, Paris Vrin, 1928. 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