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EL OFICIO DE SOCIOLOGO Presupuestos epistemologicos oo PIERRE BOURDIEU JEAN-CLAUDE CHAMBOREDON JEAN-CLAUDE PASSERON 3K Siglo veintiuno editores Argentina SRGUNDA PARTE, LA CONSTRUCCION DEL OBJETO 1 EL HECHO SE CONSTRUYE: LAS FORMAS DE LA RENUNGIA EMPIRISTA “El punto de vista —dice Saussure— crea el objeto.” Es decir que una ciencia no podria definirse por un sector de lo real que le corresponderia como propio. Como lo sefiala Marx, “a totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto del pensamiento es, in fact, um producto del pensamiento y de la con- cepcidn [....]. El todo, tal como aparoce en la mente, como todo del pensamiento, es un producto de Ia mente que piensa y que se apropia el mundo del xinico modo posible, modo que difiere de la apropiacién de ese mundo en el arte, la religién, el espiritu préc- tico, E] sujeto real mantiene, antes como después, su autonomia fuera de la mente [..."! [K. Marz, texto r? 26). Bs el mismo principio epistemolégico, instrumento de Ia ruptura con el realis- ‘mo ingenuo, que formula Max Weber: “No son —dice Max We- ber— las relaciones reales entre lo que constituye el pri cipio de detimitacién de los diferentes campos cientificos sino las relaciones conceptuales entre problemas. Sélo alli donde se aplica tun método nuevo a nuevos problemas y donde, por lo tanto, se descubren nuevas perspectivas nace una «ciencias nueva” ? [Max Weber, texto n? 21). Incluso si las ciencias fisicas permiten a veces la divisién en sub-unidades determinadas, como la selenografia o la oceanografia, por la yuxtaposiciin de diversas disciplinas referidas a un mismo 4 Karl Marx, Introduction générale & la critique de "économie politique (wed. M. Rubel y L. Evrard), on Obvas, 1, Gallimard, Paris, 1965, pp. 255- 256. En castellano véase Kar] Marx, Blementos fundamentales para Ya critica de Ia economia politica, vol. 1, Buenos Aires, Siglo XI, 1971, p. 22. 2°M, Weber, Essai sur la théorie de la science, op. cit, > 146, 52. EL OFICI0 DE soci6L0G0 sector de lo real, es sélo con fines pragmiticos: la investigacion cientifica se organiza de hecho en torno de objetos construidos ‘que no tionen nada en comin con aquellas unidades delimnitadas sociologia cientifica a las categorias de la sociologia esponténéa en el hecho de que a menudo se dedica a clasificaciones por sec- tores aparentes, por ejemplo, sociologia de la familia, sociologia del tiempo libre, sociologia rural 0 urbana, sociologia de la juven- tud o de la vejez. En general, la epistemologia empirista concibe Jas relaciones entre ciencias vecinas, psicologia y- sociologia por ejemplo, como conflictos de limites, porque se imagina Je division cientifica del trabajo como divisién real de lo real. Es posible ver en el principio durkheimiano segim el cual “hay que considerar los hechos sociales como cosas” (se poner el acento en “considerar como”) el equivalente espec del golpe de estado tedrico por el cual Galileo construye el objeto de la fisica moderna como sistema de retaciones cuantificables, 0 de la decisién metodolégica por la cual Saussure otorga a la lingiiis- tica su existencia y objeto distinguiendo la lengua de la palabr en efecto, es una distincién semejante la que formula Durkheim cuando, explicitando totalmente la significacién epistemolégica de Ja regla cardinal de su método, afirma que ninguna de las reglas implicitas que inclayen los sujetos sociales “se encuentra integra~ mente ex las aplicaciones que de ellas hacen los particulares, ya que incluso pueden estar sin que las apliquen en acto”. El se- gundo prefacio de Las reglas dice claramente que se trata de pre- Cisar tuna actitad mental y no de asignar al objeto un status ontolégico {Emile Durkheim, texto r? 22}. Y si esta suerte de tautologia, por Ia cual la ciencia se construye construyendo su objeto conta el sentido comiin —siguiendo los principios de cons- truccién que la definen—, no se impone por su sola evidencia, es Porque nada se opone mis a las evidencias det sentido comin que la diferencia entre objeto “real”, preconsteuido por la percep- cidn y objeto cientifico, como sistema de relaciones expresamente construido. ¢ 3 Emile Durkheim, Ler rigles de la méthode eociologique, 9% edic.revisada y qumentada, Alcan, Paris, 1901; eitedo segim la 13+ ed. de UF, Paris, 4963, p. 9. [Hay od. ups Lar reglae del método eociolagieo, Buenos Airot, Schapiro, 1973.) 4 ia sin dda, porque Ia situacisn da comionro 0 de reesanionzo se cuenta fenire las mis favorables a Is explicitaciun de loe prineipior de construceion que 1A CONSTAUCGON DEL oBsETO 53 No es posible ehorrar esfuerzos en la tarea de construir el objeto si no se abandona la investigacién de esos objetos precons- ‘muidos, hechos sociales demarcados, percibidos y calificados por Ja sociologia espontinea# o “problemas sociales” cuya aspiracién ‘ existir como problemas socioléicos es tanto mas grande cuanto ‘iis realidad social tienen para la comunidad de socidlogos. * No hasta multiplicar el acoplamiento de criterios tomados de la expe- riencia comin (piénsese en took esos temas de investigacién del Lipo “eb ocio de los adalescentes de un complejo urhanistico en la ‘ona este de la periferia de Paris") para construir un objeto que, producto de una serie de divisiones reales, permanece como un ‘nbjeto comin y no accede a la dignidad de objeto cientifico justa- mente porque se somete a la aplicaciin de técnicas cientificas, Sin duda que Allen H. Barton y Paul F. Lazarsfeld tienen razin enando sefialan que expresiones tales como “consumo opulento” ‘0 “White-collar crime” construyen objetos especifices que, irre- ductibles a los objetos comunes, toman ex consideracién hechos conocidos, los que por el simple efecto de aproximacién, adquicren tun sentido nuevo;? pera la necesidad de construir denominaciones especificas que, aun compuestas con palabras del vocabulario comin, consiruyen nuevos objetos al establecer nuevas relaciones caractorizan a una ciencia, que Ia argumentacién polémica desplegeda por Tos ‘duskheumistas para imponer el pracipio de la. especificidad de los hechoe ‘scjles” conserva, aun boy, un valor quo no os sélo arquealogico. '> Muchos socidlogos principianter abran com si bastara darse un objeto dorado de realidad social para poster, al mismo tiempo, un objeto dotado de alded sccildgica: dejanco a vin lado las innumerables monngvafiae de fldea, potelan citarse todos este tomar de Snevstigaciom que no tienen otra ‘roblemética que le pura y simple designacién de grapos sacales 0 de preble sas percibides por Ia coneiencia comin, en wm momento dada, 8°Nq es casuatidad si sectres de la Sociologia, coma por ejeralo el estadio fe Tos mudios de comunicaciin smodemos 0 del tiempo libre, son los mis ternieables a las probleméticas y esquernas de la sociologia espontinea: ademae de que esos objetos existen yen tanto que temas obligades de la conversaciéa, ‘omtin sobre Ia sociedad mederaa, deben su carga ideoligica al hecho que es on el msm que se relaciona el intelectual cuando extudia la relacin de Tas clases populares con Ia cultura, La relacién del intelectual con Ia cultura ‘ncierra todo el problcma ce st rolacdn con Ia eondicién de imeleetsal, nunca tan dromiticamente plantcada como en el probleme de su relacién con las clases populares como clasoe desprovistes de. cultura, 1A. H, Barton y PF. Lazarsfel Analysis in Social Research en SM. tiology: The Progress of a Decade, Pr 1961, pp. 9-129. ice Hall, Englewood Clitfs (NJ), 54 EL OFICIO DE socIéLOGO entre los aspectos de las cosas no es mas que un indicio del primer grado de la ruptura epistemolégica con los objetos precanstruidos de la sociologia espontinea. En efecto, los conceptos que pueden superar a las nociones comunes no conservan aisladamente cl poder de resistir sistemaiticamente a la implacable légica de la ideo- logia: al. rigor analitico y formal de los conceptos Hamados “ope- ratorios” se opone el rigor sintético y real de los conceptos que se han Jlamado “‘sistematicos” porque su utilizacién sopone la refe- rencia permanente al sistema total de sus intertelaciones.* Un objeto de investigacidn, por més parcial y parcelario que sea, no puede ser definido y construido sino en ftmncién de una problemd- tica tedrica que permita someter a un sisternitico examen todos Jos aspectos de Ja realidad puestos en relacién por los problemas que le son planteados, 1 |. “Las abdicaciones del emapirismo” En Ia actualidad se coincide demasiado facilmente con toda la re- flexién tradicional sobre la ciencia, en el sentido de que no hay observacién 0 experimentacién que no impliquen hipétesis. La 4 Los conceptor y proposiciones definidos exclusivamente por su caricter “operatoria™ pueden no ser mis que Ia formulacién ligicamente irroprochablo de premoniciones y, por este motivo, son a los conceptos sisteméticos y, propo Siciones tedricas lo. gue el objeto preccmstraido es. nl objeto. consteuido, AL poner el aceato exclusivamente cn el caricter operacional de las definiciones, fe corre el peligro de tomar una simple terminologia clasificatoria, como hace S.C. Dodd (Dimensions of Society, Nev York, 1943, u “Operational Definitions Operationally Defined", American Journal of Sociology, XENI, 1942-1913, ppp. 482489) por una verdadera teorla, abandonando para una investigacion ‘iterior el problema de In sistematicidad de Ine conceptos propuesten 7 ava de in feeundided tobrica. Como lo subroya C. G. Hempel, privilesian ‘Setiiciones operncionntes™ en detcmento de los enigenclas trie a Uitte lolipicn consagrada las clencias sociales tiende @ sugerit quo In sociologia tendrin que provcerse, para preparar sa porvenir de disciplina cientifien, de uma atmplio como posible gama de términos “operacionalmente kins” “a om emlen constntey univoo”, como sla formacion de Tos ‘conceptos tiemtfices pudiera sor separada de Ta elaboracién tosrica. Es FRrwrlucé de acme cones does denn prtencateiy I ae sr emples ein ef progreso cientlfien: tales formuleciones exigen el desculri- Imienta teérico euro imperativo empirista w operacionalista. de Ia pertinencia ‘empirice [---] no podria darse por si solo (C. G. Hempel, Fundamentals of Concept Fermeation in Empirical Research, University of Chicago Press, Chica- 0, London, 1952, p. 47). 1A CONSTRUCCION DEL OBJETO 55 definicién det proceso cientifico como dilogo entre hipdtesis experiencia, sin embargo, puede rebajarse a la imagen antropo- imérfica de un intercambio en que los dos socios asumirfan roles perfectamente simétricos e intercambiables; pero no hay que olvi- dar que lo real no tiene nunca la iniciativa puesto que slo puede responder si se lo iuterroga. Bachelard sostenia, en otros términos, que el “vector epistemoldgico | ...} va de lo tacional a lo real y io a la inversa, de la realidad a lo general, como lo profesaban todos los filésofos desde Aristételes hasta Bacon” [Gaston Bache- lard, texto n° 23} Si hay que recordar que “la teorfa domina al trabajo expe- imental desde la misma concepeién de partida hasta las siltimas inanipulaciones de laboratorio”,* o atin més que “sin teoria no es posible ajustar ningiin instrumento ni interpretar uma sola lec- tra" es porque Ia representacion de Ja experiencia como pro- tocolo de una comprobacién libre de toda implicacién tedrica deja traslucir en miles de indicios, por ejemplo en la conviccién, todavia muy extendidla, de que existen hechos que podrian trascender tal como son a la teoria para la cual y por la cual fueron creados, Sin embargo, ¢l desafortunado destino de la nocién de totemismo (que Lévi-Strauss compara al de histeria) bastaria para destruir la creencia en la inmortalidad cientifica de los hechos: una vez ‘abandonada 1a teoria que los unia, los hechos del totemismo vuel- ven a su estado de datos de donde una teoria los haba sacado por lun tiempo y de donde otra tecria no podra sacarlos mas que confi- riendoles otro sentido." Basta haber intentado una ver someter al anzlisis secundario tn material recagido en funcién de otea problemética, por apa- ventemente neutral que se muestre, para saber que los data miss ricos no podrian nunca responder completa y adecuadamente @ Js interrogantes para Ios cuales y por los cuales no han sido cons truidos, No se trata de impuguar por principio la validez de la uiuilizacién de un material de segunda mano sino de recordar las ‘condiciones epistemoligicas de ese trabajo de retraduccién, que se refiere siempre a hechos construidos (bien o mal) y no a datos. ‘al trabajo de interpretacién, del cual Durkheim dio ya el vjemplo en EL suicidio, podria constituir a mejor incitacién a ta ® K. R. Popper, The Logic of Scientific Discovery, op. cit p. 107, B.Duhem, La théorie physique, op. city p, 277. 1 Claude Levi Strauss Le fotemisme aujourd'hui, wun, Parl, 1962, p. 7 nay ed, emp]. 56 EL OFICIO DE soci610c0 ‘Vigilancia epistemolégica en la medida en que exige una expli tacién metédica de las problemaiticas y principios de construccién del objeto que estin comprendidos tanto en el material como en ‘el nuevo tratamiento que se le aplica. Los que esperan milagros de la triada mitica, archivos, data y computers desconocen Yo que separa a esos objetos preconstruides Hamados hechos cientificos (recogidos por el cuestionario o por el inventario etnogréfico) de los objetos reales que conservan los museos y que, por su “exce- dente concreto”, ofrecen a la indagacién posterior la posibilidad de construcciones indefinidamente renovadas. Al mo tener en cuenta esos preliminares epistemoldgicos, se esta expuesto a con- siderar de modo diferente lo idéntico e identificar lo difer “te, a ‘comparar lo incomparable y a omitir comparar lo comparab “or ‘el hecho de que en sociologia los “datos”, aun los mas objetivos, se obtienen por la aplicacién de estadisticas (cuadros de edad, nivel de ingresos, etc.) que implican supuestos tedricos y por lo mismo dejan escapar informacién que hubiera podido captar otra cons- trucciéu de los hechos." El positivismo, que considera Tos hechos como dates, se limita ya sea a reinterpretaciones inconsecuentes, porque éstas se desconocen como tales, ya sea a simples confirma- ciones obtenidas en condiciones técnicas tan semejantes como sea posible: en todos los casos efectia la reflexion metodologica sobre las condiciones de reiterabilidad como un sustituto de la reflexion epistemolégica soore la reinterpretacién secundaria. Sélo una imagen mutilada del proceso experimental puede hacer de la “‘subordinacién a los hechos” el imperativo timico. pecialista de una ciencia impugnada, el socidlogo est particular- mente inclinado a reafirmar el carécter cientifico de su disciplina sobrevalorando los aportes que ella ofrece a las ciencias de la naturaleza, Reinterpretado segtin una Idgica que no es otra que Ja de Ia herencia cultural, el imperativo cientifico de la subordi- nacién al hecho desemboca en la renuncia pura y simple ante el dato. A esos practicistas de las ciencias del hombre que tienen una fe poco comiin en lo que Nietzsche Hamaba “el dogma de Ia inmaculada percepcién”, es preciso recordarles, con Alexandre Koyré, que “la experiencia, en el sentido de experiencia bruta, no 42 Gf, P, Boardiow y J, C, Paweron, “Ea comparchiité dev syttimen tation on Rone yi. Pasar (Gh) ton demon ot oppmens, Cahiers da Contre de Sacclgie Baropteane, 2° Moston, Paris, La Haya, 1967, pp. 20-58. he 1A CONSTRUCCION DEL OBSETO 57 dlesemperié niugiin rol, como no fuera el de obstéculo en el naci- miento de la ciencia clasica”.** Ocurre, en efecto, como si el empirismo radical propusiera como ideal ‘al socidlogo anularse como tal. La cociologia seria ‘menos vulnerable a las tentaciones del emnpirismo si bastase con recordarle, como decia Poincaré, que “los hechos no hablan”. Quizé la maldicién de las ciencias del hombre sea la de ocuparse tle un objeto que habla. En efecto, cuando el socidlogo quiere sacar de Ios hechos la problematica y los conceptos tedricos que fe permitan construirlos y analizarlos, siempre corre el riesgo de sacarlos de la boca de sus informantes. No basta con que el socidlogo escuche a los sujetos, registre fielmente sus palabras y razones, para explicar su conducta y aun las justificaciones que proponen: al hacer esto, corre el riesgo de sustituir lisa y Nana- ‘mente a sus propias prenociones por las prenociones de quienes estudia 0 por una mezcla falsamente cientifica y falsamente obje- liva de Ja sociologia espontinea del “cientifico” y de la sociologia espontinea de su objeto. Obligarse a mantener —para indager lo real o los métodos de caestionamiento de lo real— aquellos clementos creados ent realidad por una indagacién que se desconoce y se niega como tal, ¢s sin duda Ja mejor manera de estar expuesto, negando que la ‘comprobacién supone la construccién, a comprobar una nada que se ha construido a pesar de todo, Podrian darse cientos de ejemplos ‘en quo, creyendo sujetarse a la neutralidad al limitarse a sacar del sdieturs0 de los sujetos los elementos del cuestionario, el socidlogo propane, al juicio de éstos, juicios formutados por otros sujetos y termina por clasificarios en relacién a juicios que él mismo no sabe clasificar o a tomar por expresién de una actitud profunda inicios superficialmente provocados por la necesidad de responder 4 preguntas innecesarias. Todavia mis: cl sociélogo que niega la construccién controlada y consciente de sn distancia a lo real y ‘de su acci6n sobre lo real, puede no sélo imponer a Jos sujetos pré- intas que su experiencia no les plantes ¥y omitir las que en efecto gen de aquéllas, sino incluso plantearles, con toda ingenuidad, Js preguntas que sus propios propésitos le plantean, mediante uma «onfusion positivista entre las preguntas que surgen objetivamente 1 A. Koyrt, ftudes Galiléennes, x. A Vaube de lu science classique, Her- van, Panis, 1940, p. 7. ¥ agrega "Las sexperiencias> de las que se reclama or habra de reclaniarse ‘mais tarde Galileo, oun las que ejecuta realmente, 10 ‘habeda de ser nunen mis que expericacias de pensamiento” (Bid, p72). 58 EL OFICIO DE sociéLoco” aquellas que se plantean conscientemente. El sociélogo no sabe ‘qué hacer cuando, desorientado por una falsa filosofia de la obje- tividad, se propone anularse en tanto tal. No hay nada mas sorprendente que el hiperempirismo, que renuncia al deber ¥ al derecho de la construccién teérica en pro- echo de fa socioldgia esponténea y reencuentra la filosofia espon- ‘ténea de la accién humana como expresin de una deliberacién consciente y voluntaria, transparente en si misma: numerosas encuestas de motivacfones (sobre todo retrospectivas) suponen que los sujetos puedan guardar en algim momento la verdad obje- tiva de su comportamiento (y que conservan continuamente una memoria adecuada), camo si la representacién que los sujetos se hacen de sus decisiones 0 de sus acciones no debiera nada a las racionalizaciones retrospectivas. * Se pucden y se deben, sin duda, recoger los discursos mis irreales, pero a condicién de ver en ellos no la explicacién del comportamiento sino un aspecto del mnis- mo que debe explicarse. Cada vez quo ol socidlogo cree eludir Ia tarea de construir los hechos en funcién de una problemética teé- rrica, es porque esta dominado por una construccién que se des- comace y que él desconoce como tal, recogiendo al final nada mas que los discursos ficticios que elaboran los sujetos para enfrentar Ja situacién de encuestado y responder a preguntas artificiales 0 incluso al artificio por excelencia como es la ausencia de pre- guntas, Cuando el socidlogo renuneia al privilegio epistemolégico s para caer siempre en la sociologia esponténea 12, Hipstesis 0 supuestos Seria ficil demostrar que toda prictica cientifica, incluso y sobre todo cuando obcecadamente invoca cl empirismo mas radical, implica supuestos todricos y que ol socislogo no tiene més alter” nativa que moverse entre interrogantes inconscientes, por tanto incontroladas ¢ incoherentes, y un cuerpo de hipétesis metédica- 14 La wocida de opinibn din dua debe su éxito, prictico y tebrico, a que concentra todas los ilusianes de Ia filosfin atomistica del pensamiento. yd Ia filosatia espontines ée Tas relaciones entre el persamiento y la ectién, comenzando por el rol privilegiado de la expresién verbal como indicador de Jas disposiciones en acto, Nada hay de sorprendente entonces st los sorislogos ‘que ciegamente confian en los sondeos se exponen continuemente »,confurdir Jas declaraciones de accidn, o peor ain las declaraciones de intencién con las probubilidades de accién LA CONSTRUCCION DEI, OBIETO 59 nte construidas com miras a la prueba experimental. Negar la formulacién explicita de un cuerpo de hipdtesis basadas en una tworia, es condenarse a la adopcién de supuestos tales como las prenociones de la sociologia espontinea y de la ideologia, es decir ls problemas y conceptos que se tienen en tanto sujeto social ‘tuando no se los quiere tener como socidlogo. De este modo Elihta Katz demuestra cémo los autores de la encuesta publicada bajo-el titulo The People’s Choice no pudieron encontrar en una investi- iin basada en una prenocién, la de “masa” como piblico ato- mnizado de receptores, Jos medios de captar empiricamente el fendmeno més importante en materia de difusién cultural, a saber 11 “flujo en dos tiempos” (Two-step flow), que no podia ser est Mocido sino a costa de una ruptura con la representacién del pie Mico como masa desprovista de toda estructura’ [E, Katz, texto nt 24) Aun cuando se liberara de los supuestos de la sociologia esponténea, la préctica sociolégiea, sin embargo, no podria real ‘var nunca el ideal empirista del registro sin supuestos, aunque nnuis no fuera por el hecho de que utiliza instrumentos y'técnicas ste registro, “Establecer un dispositive con miras a una ‘medicién, plentear una pregunta a la naturaleza”, decia Max Planck, La wlida y los instrumentos de medicién y en general todas las ope- wriones de la préctica socioldgica, desde I elaboracién de los ‘westionarios y la codificaciin hasta cl andlisis estadistico, som tras tantas teorias en acto, en calidad de procedimientos de cons- 15 B Kate, “The Two-Step Flow of Communication; An Up-todate t_on an Hypothesis", Public Opinion Quaterly, val. 21, Spring 1957, 178: “De tadas las ideas expuestas en The Peopl's Choice, to hipitess dal io en doe tiempos es probablemente Ia menos apoyada en datas empiricos "700 de ellos clara: el proyecto do investigaeion no antcipaba impor 2 que revistirian en el aniisis de datos las relaciones intcrpersonales, que la imagen de un publico atomizado inspirata tantae sndagaciones Tis mass media, lo mas soxprondemte es que las redes de influencia inter torunates padioran Jiaman, por poca que ses, Im tenia de los invertigadores” Ha medi con qué fosraa na técnica ponds exchuir un arpects det fendmeno, ‘wnt saber cdino, con otrae problemétieas y otree wéenicas, Ios socidlogne rurales "lin emélogos tapteron decde Hemp atris la logice del twostepflow. Loe vloy de estos deseubrimientas que hay aue redescubrir abundant es asi vw! A. H. Barton y P. F. Lazarsfeld recuerdan que el problema de los informales", de los que hace macho tiempo eran conscientes olor 08, slp aparecieron tardiamente y como un “descubrimiento sorpren. rn los investigadaves de la Western Electrics cfr. "Some Fonrtions of ntive Analysis in Sociol Research” (Joe. ct) 60 x1, OFIGIO DE s0c1bL000 tmuccién, conscientes @ inconscientes, de los hechos y de las rela- cciones entre los hechos. La teoria implicita en una préctica, teoria del conocimiento del objeto y teoria del objeto, tiene tento mas posibilidades de no ser controinda, y por tanto inadecuada al objeto en su especificidad, cuanto es menos consciente, Al llamar meto- dologia, como a menudo se hace, a lo que no es sino un detélogo Ge preceptos tecnolégicos, se escamotea la cuestién metodols- gica propiamente dicha, la de la opcién entre Jas téenicas (mé- tricas 6 no) referentes a la significacién epistemologica del trata- miento que las técnicas escogidas hacen experimentar al objeto ya la significacién tedrica de los problemas que se quieren plan- ‘ear al objeto al cual se las aplica Por ejemplo, una téenica aparentemente tan irreprochable € inevitable como la de muestreo al azar puede aniquilar comple- tamente el objeto de la investigacién, cada vez que este objeto debe algo a Ta estructura de grupos que el muestreo al azar tiene justa- mente por resultado aniquilar. Asi, Elihu Katz sefiala que “para ‘estudiar esos canales del flujo de influencia, que son los contactos entre individuos, el proyecto de investigecién se ha revelado como inoperante por el hecho de que recurriria a un muestreo al azar de individuos abstraidos de su medio social [...]. Cada individuo de un muestreo al azar no puede hablar mas que por si mismo, ¥ Jos leaders de opinién, en el padrén electoral de 1940, no podian ser identificados sino dando fe de su declaracién”. ¥ subraya, ademas, que esta técnica “no permite comparar los leaders con sus segui- dores respectivos, sino slo los feaders y los no leaders en geme- zal”! Puede verse cémo la ténica aparentemente més neutral contiene uma teoria implicita de lo social, la de un ptiblico conce- bido como una “masa atomizada”, es decir, on este caso, la teotia consciente 0 inconscientemente asumida en la investigacién que, por una suerte de armonia preestablecida, se usaba con esta tc- nica. "7 Otra teoria del objeto, y al mismo tiempo otra definicién er musstran que asi como, en Ist Investigaciones técnica y Ios supuests son efines, la observaciin encial en 13 orgnizacion de Ja erupresa ¥ que este grupo os obedecen sustencialmante a determinaciones afectivas” [...]- “Ei sistema de Mayo deriva de dos opciones evenciales. Una vex cumplidas toro esta dado, los métodos, cl campo de interés, las prescripciones, pricticas, Jos problemas reservedos pera le investigaciin” (yen particular) “Ia indife- 1A CONSTRUCCION DEL OVIETO 6 de los objetivos de la investigacién, habria recurrido al uso de otra técnica de muestreo, por ejemplo el sondeo por sectores: registran- do el conjunto de miembros de ciertas unidades sociales extraidas ‘l azar (un establecimiento industrial, una familia, un pueblo), se procura el medio de estudiar la red completa de relaciones de co- municacidn que pueden establecerse en el interior de esos grupos, comprendiendo que el método, particularmente adecuado al caso tstatiado, tiene tanto menos efigacia cuanto mss homogénen ese sector y que el fenémeno del cual se quieren estudiar sus yaria- ciones depende mas del criterio segin el cual est definido ese sector, Son todas las operaciones estadisticas que es preciso some- ter a la interrogacién epistemolégica: “A la mejor estadistica (como a la menos buena también) no hay que exigirle ni hacerle dlecir mas quo lo que dice, y del modo y bajo las condiciones en que To dice”."* Para obedecer verdaderamente al imperative que formula Simiand y para no hacer decir a la estadistica otra cosa que lo que dice, hay que pregantarse en cada caso Jo que dice y puede decir, en qué limites y bajo qué condiciones [F. Simiand, texto n? 25). 13, La falsa neutralidad de las técniéas: objeto construido 0 artefacto V1 imperativo de la “nevtralidad ética” que Max Weber oponia ‘la ingenuidad moralizante de la filosofia social tiende a trasfor- arse hoy en un mandamiento rutinizado del catecismo sociolé- ‘ico, Si se ereyera en las represenitaciones mas chatas del precepto weberiano, bastaria precaverse de la parcialidad afectiva e incita- ciones ideoldgicas sobre Ia significacién de los conceptos y la pertinencia de las técnicas. La ilusién de que las operaciones “axio~ ligicamente neutras” son también “epistemolégicamente neviras” limita la critica del trabajo sociolégico, el suyo o el de otros, all examen, casi siempre facil y estéril, de sus supuestos ideoligicos yal de bus valores iiltimos, La discusién sin fin sobre la “noutra twvcia a los problemas de clase, de idoologia, de podee" (“Plant Sociology: he Hite amt the Aborigines", ex M. Kamacovsty ed. Common Prontiors 01 the Social Sciences, "The Feo Prost, Glencoe, Wineis, 1957, pp. 281-309). 0 E, Sioniand, Sloliique at expérience, remarques de molthode, Ni, Ri Pa 2 EL oFteI0 DE socténoGo lidad axioligica” se utiliza a menudo como sustituto de la diseu- sin. propiamente epistemolégica sobre la “‘neutralidad metodol6- gica” de las técnicas y, por esa razén, proporciona una nueva garantia a la ilusién positivista. Por un efecto de desplazamiento, el interés por los supuestes éticos y por los valores o fines wltimos es un apartarse del examen critico de Ia teoria del conocimiento sociolégico que esta implicada en los actos mas elementales do la préciica, Por ejemplo, no €s porque se presenta como a realizacién poradigmética de la neutralidad en la observacién el que, entre todas las técnicas de recoleccién de datos, Ja entrevista no dirigida se la sobrevalora frecuentemente, en detrimento de la observacién, etnografica que, cuando emplea normas obligadas por la tradi- cién, realiza mas completamente el ideal del inventario siste- mitico efectuado en una siturcién real? Es posible sospechar de Jas razones del favor que goza esta técnica cuando se observa que ni fos “tedricos” ni Ios metodélogos y ni siquiera los usuarios del instrumento, nada mezquinos sin embargo en cuanto a consejos ¥ consignas, se pusieron jamds a interrogarse metédicamente sobre las distorsiones especificas que produce una relacién social tan profundamente artificial: cuando no se controlan sus supuestos implicitos y se enfrenta con sujetos sociales igualmente predi puestos a hablar libremente de cualquier cosa, ante todo de ellos mismos, e igualmente dispuestos a adoptar una relacién forzada € intemperante a la vez. con el lenguaje, la entrevista no dirigida que rompe la reciprocidad del dislogo habitual (por otra parte no exigible por igual en cualquier medio y situacién) incita a los, sujetos a producir un artefacto verbal, por lo demas desigualmente artificial segrin la distancia entre la relacién con el lenguaje favo- recido por su clase social y lo retacién artificial con el Jenguaje que se exige de ellos. Olvidar el cuestionamiento de las técnicas formal- mente més neutrales significa no advertir, entre otras cosas, que las, técnicas de encuesta son también técnicas de sociabilidad social- mente calificadas [L. Schatzmann y A, Strauss, texto n° 26). La observacién etnografica, que es a la experimentacién social lo que Ja observacidn de los animales en su medio natural es a la experi- mentacién en laboratorio, hace notar el cardcter fieticio y forzado de la mayor parte de las situaciones sociales creadas por un ejer: cicio rutinario de la sociologia que llega a desconocer tanto mas Ja “reaccién de laboratorio” cuanto que sélo conoce el Jaboratorio, ¥ sus instrumentos, tests 0 cuestionarios. 1A GONSTRUCCION DEL OBJETO 63 En tanto no hay registro perfectamente Tigutral no existe tuna pregunta neutral. El sociélogo que no somote sus propias interrogaciones a la interrogacidn socioldgica no podria hacer un anilisis verdaderamente neutral de las respuestas que provoca Sea una pregunta tan univoca en aperiencia como: “ctrabajé usted hoy?” El andlisis estadistico demuestra que provoca res- puestas diferentes de parte de Jos campesinos de Cabila o del sur airgelino, los cuales si se refirieran a una definicién “objetiva”” Ulel trabajo, es decir a la definicidn que una economia moderna tiende a dar de los agentes econémicos, debieran dar respuestas semejantes, Sélo a conidicién de que se interrogue sobre su propia pregunta, en lugar de pronunciarse precipitadamente por lo absar- dio 0 la mala fe de las respuestas, el socidlogo tiene alguna posi- bilidad de descubrir que la definicién de trabajo que implica sa pregunta esté desigualmente alejada de aquella que las dos cate- gorias de sujetos dan en sus respuestas.™ Puede verse cdmo una pregunta que no es transperente para el que la hace puede oscu- recer el objeto quo inevitablemente construye, incluso si la misma no ha sido hecha para construirlo (J. H. Goldthorpe y D. Lock- wed, texto n® 27). Dado que se puede preguntar cualquier cosa « cualquiera y que casi siempre alguien tiene buena voluntad para responder cuando menos algo a cualquier pregunta, aun la més icreal, si quien interroga, carente de una teoria del cucstionario, no se plantea el problema de! significado espectfico de sus pregun~ tas, corre e} peligro de encontrar con demasiada facilidad una garantia del realismo de sus preguntas en la realidad de las respuestas que recibe:® interrogar, como lo hace D. Lerner, a subproletarios de paises subdesarrollados sobre la inclinacién a pro- yectarse en sus héroes cinematograficos preferides, cuando no respecto de la lectura de la prensa, es estar expuesto evidente- tmente a recoger un flatus vocis que no tiene otra significacién que SP. Roondiew, Travail et travailleurs en Algérie, 2 parte, Mouton, aris, La Haya, 1962, pp. 303.304. 3 Si el analiis secundario de los documenter proporcionados por le vest ms Ingenna es cast siempre posible, y legitim, es porqus resulta rato que los sujetos interrogadoe respendan verdaderamente cualquie? ra rovelon algo en sus vespuesias de To que son’ ee sabe por ejemplo las novrospuestat y mogarse a responder pueden ger interpretedoe en sh ivmos. Sia embargo, le recuperacion del sentido que contiensn, a pesar de Tilo, suponen un trabajo de rectificaciin, aunque més no fuera para saber ewil Site pregunta a la que veedpderamente reepondieran ¥ que io es necasaria: ie Tn. que se les fn planteado, EL OFIcIO DE soctéx0co la que le confiere el sociélogo tratandolos como un discurso signi- ficante2! Siempre que el socidlogo es inconsciente de la proble- matica que incluye en sus preguntas, se impide la comprensién de quella que los sujetos incluyen en sus respuestas: las condiciones ‘estin dadas, entonces, para que pase inalvertido el equivoco que eva a la descripcién, en términos de ausencia, de las realidades ‘ocultadas por el instrumento mismo de la observacién y por la intencién, socialmente condicionada, de quien utiliza el instru- mento. El cuestionario mas cerrado no garantiza necesariamente la univocidad de las respuestas por el solo hecho de que someta todos Jos sujetos a preguntas formalmente idénticas, Suponer que la misma pregunta tiene el mismo sentido para sujetos sociales dis- tanciados por diferencias de cultura pero unidos por pertenecer ‘a una clase, es desconocer que las diferentes lenguas no difieren sélo por la extensifin de su léxico o su grado de abstraccién sino por la tematica y problematica que transmiten, La critica que hace Maxime Chastaing del “sofisma det psicblogo” es pertinente siem- Pre que se desconoce el problema de Ja significacién diferencial que las preguntas y las respuestas asumen realmente segin la condicién y la posicién social de las personas interrogadas: “El estudiante que confunde su perspectiva con Ja de los nifios estu- Giados recoge su propia perspectiva en el estudio en que cree abte- ner la de los nifos [...]. Cuando pregunta: «¢Trabajar y jugar es la misma cosa? Qué diferencia hay entre trabajo y juego?», impone, por los sustantivos que sa pregunta contiene, la diferen- ia adulta que pareciera cuestionar {...]. Cuando el encuestador lasifica las respuestas —no segrin las palabras que las constituyen sino de acuerdo con el sentido que les daria si el mismo las hubiera dado— en los tres drdenes del juego-facilidad, juego-inutilided y 1D, Lemer, The Passing of Tratitional Society, The Free Press of Glencoe, Nueva York, 1958. Sin entrar en una critica sistematica de fos supues- tos ideoldgicos implicados en un cuestionarc, que de 117 preguntas slo cantenia ‘hs referentes al trabajo y al status ecansmico (contca 87 sobre las mass media, ‘ine, disries radio, tlevisién) puede observerse que una teorla que tome en ‘cuenta fas condiciones objtives de existencia del sub-proletarioy, en particular, Ia inestabilidad generalizada que lo carecteria, puede explicar Te aptitud del sub-proletario de imoginerse slmacencro © periodista, y aun de la particular Imodeldad de esas “proyecciones", en tanto que la "toria de Ia moderaiza- ian", que propane Lerner, es impotente para explicar Ia relaciém que el sub- woleiorio mantiene cou su trabajo o al porvenit. Aunque brutal 3 grosero, Zondenads [parece que ests enteno permite dstinguir un instramentaideologico, ‘8 prodocie um simple artefact, de un instrumento cientfico, LA CONSTRUCCION DEL OBJETO 65 juego-libertaa, obliga a los pensamientos infantiles a entrar en ‘esos compartimientos filoséficos” * Para escapar a este etnocen- trismo lingiiistico, no basta, como se ha visto, someter al andlisis dde contenido fas palabras obtenidas en la entrevista no dirigida, a riesgo de dejarse imponer las nociones y categorias de la lengua empleada por los sujetos: no es posible liberarse de las pre-cons- trucciones del lensuaje, ya se trate del perteneciente al cientifico 0 del de su objeto, mis que estableciendo la dialéctica que Ieva a construeciones adecuadas por la confrontacién metédica de dos sis- temas de pre-construcciones * (C. Lévi-Strauss, M. Mauss, B. Ma- linovski, textos nee 28, 29 ¥ 30] No se han sacado todas las consecuencias metodoligicas del hhecho de que las técnicas mas clasicas de la sociologia empirica es- ‘an condenadas, por su misma naturaleza, a crear situaciones de experimentacién ficticias esencialmente diferentes. de las experi- mentaciones sociales que continuamente produce Ya evolucién de 1a vida social. Cuanto las conductas y actitudes estudiadas més de- penden de la coyuntura, Ia investigacién, en la coyuntura particu- lar que permite la situacidn de encuesta, est mis expueste a captar sélo las actitudes u opiniones que no valen mas alla de los limites de esta sittacién. Asf, los encuestas que tratan sobre las relaciones centre las clases y, mas precisamente, sobre el aspecto politico de sas relaciones, estan casi inevitablemente condenadas a terminar con la agravacién de los conflictos de clase porque las exigencias téenicas a las cuales se deben sujetar las obligan a excluir las situaciones criticas y, por ello mismo. se les vuelve dificil captar 9 prever las conductas que naceran de una situacién conflictiva ‘Como lo observa Marcel Maget, hay que “remitirse a la historia para cescubrir las constantes (si es que existen) de reacciones a situaciones nuevas. La novedad histérica actia como ereactivos para revelar las virtualidades latentes, De alli la utilidad de seguir al grupo estudiado cuando se enfrenta a situaciones muevas, cays ‘evocacién no es nada més que un remedio para salir del paso, pues no se pueden multiplicar las preguntas hasta el infinito”.™* 2M. Chastaing, “louer n'est pas jover”,loe. cit 23 De este modo, In entrevista no directiva y el aniliss de contenido no 1fvian se ntlizados como una especie de patron sbslute, pero deban propor. tionar un medio de controlar continunmyente tanto el sentido de Ine preguntas tlnnteadac como Ios categorias seg lay cuales son aralizadase intrpretades HTM, Mage, Guide d'énue diecte dee comportements culturle, cX.9.., Paris, 1950, po xxi. 66 EL OFIGIO DE soci6LOGO Estamos en contra de Ja definicién restrictiva de las téenicas de recoleccién de datos que confiere al cuestiona- rio un privilegio indiscutido y la posibilidad de ver nada més que sustitutos aproximativos de la técnica real en mé- todos no obstante tan codificados y tan probados como los de la investigacién etnografica (con sus técnicas especificas, descripcién ‘morfolégica, tecnologia, cartografia, lexicografia, biografia, genea- logia, etc.). En efecto, hay que restituir a la observaciin metédica y Sistematica su primado epistemolégico Lejos de constituir Ia forma més neutral y controleda de la elaboracién de datos, el cues- tionario supone todo un conjunto de exclusiones, no todas escogi- das, y que son tanto mis perniciosas por cuanto permanecen incoriscientes: para poder confeccionar un cuestionario y saber qué se puede hacer con los hechos que produce, hay que saber Jo que hace el cuestionario, es decir, entre otras cosas, lo que no puede hacer. Sin hablar de Tas proguntas que las normas sociales que regulan la situacién de encuesta prohiben plantear, ni men- Cionar aquellas que el socidlogo omite hacer cuando acepta wna definicién social de la sociclogia, que no es sino el calco de la ima- gen piiblica de la sociologia como referéndum, ni siquiera las preguntas més objetivas, Jas que se refieren a las conductas, no recogen sino el resultado de una observacién efectuada por el sujeto sobre su propia conducta. Tampoco a interpretacién val- dria més si ella se nutriera de Ta intencién expresa de discernir metédicamente de las acciones las intenciones confesadas y los actos declarados que pueden mantener con la accién relaciones que vayan desde la valoracién exagerada, o Ia omisién por incli- nacién, a lo secreto hasta Jas deformaciones, reinterpretaciones e incluso a los “olvidos selectivos"; tal intencién supone que se obtenga el modio de realizar cientificomente esta distincién, sea por el cuestionario mismo, sea por un uso especial de esta’ téc- nica (piénsese en las encuestas sobre los presupuestos 0 sobre los Budgetstemps como cuasiabservaciin) o bien por la observaci6n directa. Se induce, por tanto, a invertir la relaciin que ciertos metodélogos establecen entre e) cuestionario, simple inventario de palabras, y la observacién de tipo etnografico como inventario sistematico de actos y objetos culturales:% el cuestionario no es 2% So encontrar una expesicién sistemética de esta metodologfa em Ia obra de Marcel Maget arriba citade ‘Al poner todas Ins tGenices etnogrificas dentro de Ie categoria desv lorizada del quatitative analysis, os que privilegion absclutamente el "qy 14 cONsraUccION DEL oBJETO 67 ada més que uno de los instrumentos de Ja observacién, cuyas sntajas metodolégicas, como por ejemplo la capacidad de recoger Alatos homogéneos iguaimente apreciables por un andlisis estadis- tico, no deben disimular sus limites epistemolégicos; de manera que no sélo no es la técnica mas econémica para captar las con- \inetas normatizadas, cuyos procesos rigurosamente “determina- ‘os” son altamente’previsibles y pueden ser en consecuencia ‘aptados en virtud de la observacién o la interrogacién sagaz de nigunos informantes, sino que se corre el peligro de desconocer vse aspecto de las conductas, en sus usos mds ritualizados, € ‘luxe, por un efecto de desplazemionto, a desvalorizar el proyecto mismo de su captacion 2 Los metodélogos suelen recomendar el recurso a las técnicas isicas de la etnologia, pero haciendo de la medicién la medida dv todas las cosas y de las téenicas de medicim la medida de toda, \Wsuica, no pueden ver en ellas mas apoyos subslternos o recursos ira “encontrar ideas” en las primeras fases de uma investiga- 2 excluyendo por esto el problema propiamente epistemolé- tte de las relaciones entre los métodos de la etnologia y los de la siologia. El desconocimiento recfproco es tan perjudicial para vogreso de una y otra disciplina como el entusiasmo desmedido ip puede provocar préstamos incontrolados; por otra parte las sds actitudes no son exclusivas, La restauracién de la unidad de la ‘ative onalysis” se condenan a ver en el sélo un recurso por una suerte de sno nletodoligico que Ueva e referirlos a la estadistica como a sw verded, para terminer viendo neda mis que wie “cuesi-estedistca” eo ‘yw se encuentran “‘cuash-distribuciones", "cuasi-correleciones" y “cuasi-datos tuts, por lo manos si co piensa en la estructura logien del andlisis cuant- Tuto pata tenerla prosente en le mento y extrasr precaucioncs y directivas venwnales’ (AHL Barton y P. ¥. Lazarsfald, “Some Functions of Qualitative Anaigsis im Social Research”, Voc. ci). 2 Inversamente, e] preferente interés que los etnilogos eonceden aloe suse mas determinades da Ig conducta, @ menudo es paralclo con Ja indi (errncin por al uso de la estadistica, que es la tniea capa de medir la distancia ‘nive ie normas las conductas reales "Chr. por ejemplo, AL HL Berton y P. F. Lozarseld. "Some Functions tative Analysis in Social Research”. foc. cit. C. Seliz, M. Deutsch ¥ ' W Caok se propusiaran definir Jes condiciones en las cuales podela real suse una traspascion fracifera de las téenicas de inspiracin etnolégica Uewurch Methods in Social Relations, Rev. vol. t, ed. Methuen, 1959, "9 65). 68 EL OFIcIo DE soctéioco antropologia social (entendida en el pleno sentido del término y no ‘como sindnimo de etnologia) supone una reflexién epistemolégica que intentaria determinar lo que las dos metodologias deben, en cada caso, a las tradiciones de cada una de las disciplinas y a las caracteristicas de hecho de Las sociedades que toman por objeto, Si no existen dudas de que la importacién descontrolada de méto- dos y conceptos que han sido elaborados en el estudio de las socie- dades sin escritura, sin tradiciones histéricas, sociolmente poco diferenciadas y sin tener muchos contactos con otras sociedades, pueden conducir a absurdos (piénsese por ejemplo en ciertos and- lisis “culturatistas” de las sociedades estratificadas), es obvio que hay que cuidarse de tomar las limitaciones condicionales por Iimi- tes de validez inherentes a los métodos de la etnologia: nada impide aplicar a las sociedades modernas los métodos de la etno- logia, mediante el sometimiento, en cada caso, a la reflexion epis- temolégica de los supuestos implicitos de esos métodos que se refieren a la estructura de la sociedad y a la légica de sus trans- formaciones=* No hay operacién por mas elemental y, en apariencia, auto- imitica que sea de tratamiento de la informacién que no impliqi una eleccién epistemolégica e incluso una teoria del objeto, Es evidente, por ejemplo, que es toda una teoria, consciente o incons- cionto, de la estratificacion social lo que este juego en la codi- ficacidn de los indicadores de la posicién social o en la demarca~ cidn de las eategorias (ténganse presentes, por ejemplo, los difere tes indices entre los cuales se puede escoger para definir los grades de “cristatizaciin del status"). Los que, por omisién 0 impru- dencia, se abstienen de sacar todas las consecuencias de esta evidencia se exponen a la critica frecuentemente dirigida a las descripciones escolares que tinden a sugerir que el método expe- imental tiene por funcidn descubrir relaciones entre “datos” 0 Propiedades preostablecidas de esos “datos”. “Nada hay de mas engaiioso, decia Dewey, que la aparente sencillez de la investiga- cidn cientifica tal como la describen los tratados de légica”, esta sencillez especiosa elcanza su punto calminante cuando se utilizan Jas letras del alfabeto para representar Ja articulaciin del objeto: teniendo en un caso, ABCD, en otro Bore, en un tercero COE y asi sucesivamente, se concluye que es ¢ el que evidentemente deter- 2 Tal sustantivacén del método etnolégico es Ia que realize R. Bierstedt ‘x su artculo “The Limitation of Anthropological Method in Sociology”, American Tournal of Sociology, 12%, 148-1943, pp. 23-30. tA CoNSTAUCCISN DEL OBJETO 69 mina el fendmeno, Pero el uso de este simbolismo es “un medio muy eficaz de oscurecer el hecho de que los materiales en. cuestién hhan sido ya estandarizados y de disitnular por ello que toda la torea de la investigacién inductiva-deductiva descansa en realidad sobre operaciones en virtud de las cuales los materiales son homo- Kenvizados”.™ Si los metodélogos estan mas atentos a las reglas ‘que se deben observar en la manipulacién de las categorias ya ‘onstituidas que en las operacioMles que permiten construirlas, es porque el problema de la construccién del objeto no puede resol- verse nunca de antemano y de una vez para siempre, ya se trate de dividir a una poblacién en categorias sociales, por nivel de ingreso o segrin la edad, Por el hecho de que toda taxonomia im- pla apa teoria, una divisiin inconsciente de sus alternativas, se ‘nyera necesariamente en funcién de una teoria inconsciente, fs decir casi siempre de una idcologia. Por ejemplo, dado que los ingresos varian de una manera continua, la divisiin de una poblacién por nivel de ingresos implica necesariamente una teoria ite la estratificacién: “no se puede trazar una linea de separacién absoluta entre los ricos y los pobres, entre los capitalistas terrate- tientes 0 inmobiliarios ‘y los trabajadores. Algunos autores pre- twnden deducir de este hecho la consecuencia da que en nuestra woriedad no cabe ya hablar de una clase capitalista, ni oponer la nrzuesia a los trebajadores”.*' Es tanto como decir, agrega Pareto, que no existen ancianos, puesto que no se sabe a qué edad, 0 sea fm qué momento de la vida, comienza la vejez. ‘Habria que preguntarsé, por tltimo, si el método de andlisis de datos que parece el mas apto para aplicarse en todos los tipos de ‘elaciones cuantificables, como es el andlisis mmultivariado, no debe semeterse siempre a Ja interrogacién epistemolégicas en efecto, Iiirtiendo de que se puede aislar por turno la accién de las dife- rentes variables del sistema completo de relaciones dentro del cual ‘tian, a fin de captar la eficacia propia de cada una de ellas, esta ‘nica no puede captar la eficacia que puede tener un factor al wertarse en una estructura e incluso la eficacia propiamente ‘structural del sistema de factores. Ademés, al obtener por un corte wucrénico un sistema definido por un equilibrio puntual, se esta 24. Dewey, Logi: The Theory of Inquiry, Holt, Nuovs York, 1938, Ht AV. Pareto, Cours d'Economie politique, . 1, Droz, Ginebra, p. 285. ‘ee enicas mis’ abstractas do divisién dal material tenen por efecto juste” mento anular les unidedes concretas como generacién, biografia y carrera 70 BL, OFIGIO DE socibL000 expuesto a dejar escapar Io que el sistema debe a su pasado y, por ejemplo, el sentido diferente que pueden tener dos clerientos semejantes en el orden de las simultaneidades por su pertenencia a sistemas diferentes en el orden de la sucesién, es decir, por ejemplo, en diferentes trayectorias biogréficas®* Generalmente, una habil utilizacién de todas las formas de calculo que permite elandlisis de un conjunto de relaciones supondria un conocimiento y una conciencia perfectamente claros de la teoria del hecho social, ‘considerado en los procedimientos en virtad de los cuales cada uno de ellos selecciona y construye el tipo de relacién entre variables que determinan su objeto. ‘Asi como las regias técnicas del uso de técnicas som faciles de emplear en la codificacién, ast son dificiles de determinar los principios que permiten una ubilizacién de cada técnica que tenga fen cuenta conscientemente los supuestos Iigicos o sociolégicos de sus operaciones y, aun mds, a plasmarse en la préctica, En cuanto 4 los principios de los principios, los que rigen el uso correcto del miétodo experimental en sociologia, y por esa razén, constitayen el fundamento de la teoria del cond¢imiento sociolégico, estén en este punto tan opuestos a la epistemotogia espontinea que pueden ser constantemente transgredidos en nombre mismo de preceptos © formulas de las cuales se cree sacar partido, De este modo, la misma intencién metodolégica de no atenerse sino a las expresio- nes conscientes, puede legar a otorgar, a construcciones tales como el anélisis jerarquico de opiniones, el poder de elevar las decla- rraciones, aun las mas superficiales, a actitudes que son su prin- cipio, es decir de transmutar mégicamente lo consciente en incons- ciente, 9 por un proceso idéntico, pero que fracasa por razones inversas, a buscar la estructura inconsciente del mensaje de prensa por medio de un andlisis estructural que no puede otra cosa, en ef mejor de los casos, que redescubrir penosamente algunas verdades Primeras mautenidas consciontemente por los productores del io de la neutralidad ética, lugar comin de todas las tradiciones metodolégicas, paradéjicamente puede incitar, en su forma rutinaria, al error epistemolégico que aspira prevenir. Es en nombre de una concepcién simplista del relativismo cultural que ciertos socidlogos de la “cultura popular” % Gir. P. Bourdieu, J.C. Passerom y M. de Saint-Martin, Rapport nédago- gigue et communication, Cariert du. Centre de sociologie europecune, 3° Mouton, Paris, La Heya, 1965, pp. 43.57. LA CONSTHUCCION DEI. OMJETO n ¥ dle los medios modernos de comunicacién pueden croarse Ta ila- swine de actuar de acuerdo con la regla de oro de la ciencia otnold- via al considerar todos los comportamientos culturales, desde la tancién folklérica hasta una cantata de Bach, pasando por una cuncioncilla de moda, como si el valor que los diferentes grupos ley reconocen no formara parte de la realidad, como si no fuera preciso referir siempre las conductas culturales a los valores a los ‘unles se refieren objetivamente para restituirles su sentido pro- piamente cultural, El sociélogo que se propone ignorar las diferen- sins de valores quo Jos sujetos sociales establecen entre las obras lturales, realiza de hecho una trasposicién jlegitima, en tanto ontrolada, del relativismo al cual se ve obligado el etndlogo ando considera culturas correspondientes a sociedades diferen- tes: las diferentes “culturas” existentes en una misma sociedad ificada estan objetivamente situadas unas en relacién con las porque les diferentes grupos se sitiian unos en relacién con os, en. particular cuando se refieren a ellas; por el contrario, In selacién entre culturas correspondientes a sociedades diferentes silo puede existir en y por la comparacién que efectiia el etndlogo. HL relativismo integral y mecdnico desemboca en el mismo resul- twli que el emacentrismo ético: en los dos casos el observador suslituye su propia relacién por los valores de los que observa (y de ese modo a su valor), a la relacién que éstos mantienen sbjetivamente con sus valores, ial es el fisico, pregunta Bachelard, que aceptaria gastar sus hhulires en construir un aparato carente de todo significado ted- ti02” Numerosas encuestas socioligicas no resistirian tal interzo- sonte. La renuncia pura y simple ante ef dato de una practica que tesluce el cuerpo de hipétesis a una serie de anticipaciones frag- its y pasivas condena a las manipulaciones ciegas de una Wisnica que genera automaticamente artefactos, construcciones ‘erjtonzosas que son la caricatura del hecho metédica y conscien- triirnte construido, es decir de un modo cientifico. Al negarse a sr el sujeto cientifico de su sociologia, el sociélogo positivista se ‘lstiva, salvo por un milagro del inconsciente, a hacer une socio- ia sin objeto cientifico, Olvidar que el hecho construido, segiin procedimientos for- huente irreprochables, pero inconscientes de si mismos, puede tis sor otra cosa que un arfefacto, es admitir, sin mas examen, la 72 EL OFIGIO B= sociéLoco posibilidad de aplicar las técnicas a la realidad del objeto al que ‘se las aplica. ,No es sorprendente que los que sostienen que un objeto que no se puede captar ni medir por las técnicas disponibles no tiene existencia cientifica, se vean Ievados, en su préctica, ‘ano considerar como digno de ser conocido més que lo que puede ser medido 0, peor, a conceder sélo la existencia cientifica a todo Jo que es pasible de ser medido? Los que obran como si todos los abjetos fueran apreciables por una sola y misma técnica, o indife- rentemente por todas las técnicas, olvidan que las diferentes téc- nicas pueden contribuir, en medida variable y con desiguales Tendimientos, al conocimiento del objeto, sélo si la utilizacién est controlada por una reflexién metédica sobre las condiciones y los, limites de su validez, que depende en cada caso de su adecuacién al objeto, es decir a fa tcoria del objeto.*® Ademés, esto reflexién ‘6lo puede permitir la reinvencidn creadora que exige idealmente Ja aplicacién de una técnica, “inteligencia muerta y que la mente debe resucitar”, y a fortiori, la creacién y aplicacién de nuevas técnicas. 1. +. La analogia y la construccién de hipétesis Para poder construir un objeto y al mismo tiempo saber cons- truirlo, hay que ser consciente de que todo objeto cientifico se construye deliberada y metddicamente y es preciso saber todo ello para preguntarse sobre las técnicas de construccién de los proble- mas planteados al objeto, Una metodologia que no se planteara nunca el problema de la construccién de las hipdtesis que se deben. demostrar no puede, como lo sefiala Claude Bernard, “dar ideas muevas y fecundas a aquellos que no !a tienen, serviré solamente para dirigir las ideas en los que las tienen y para desonvolverlas a fin de sacar de ellas los mejores resultados posibles [...} el | método por si mismo no engendra nada”.** Contra el positivismo que tiende a ver en la hipdtesis sélo eb producto de una generacién espontinea en un ainbiente infe- 38 EI yo menomaniaeo de una técnica particular es el mis frecuente y- tambiin el mas frecventemente denunciado: "Dad an martille & un nie, dice Kaplan, ¥ se vera que todo le habré de parecer merecedor de un inartilaao” (The Conduct of Inquiry, op. cits p. 122), ‘oC. Rernard, Intraduction @ Vétude de ta médecine expérimental, op. cit, ‘ep. u, pardgrafo 2. 1A CONSTRUCCION DEL OBJETO 3 cundo y que espera ingenuamente que el conocimiento de los hhechos 0, a lo sumo, la induccidn a partir de las hechos, conduzca dle modo automatico a la formulacién de hipétesis, el anilisis cidé- lico de Husserl, como el andlisis historico de Koyré demuestran, a propésito del procedimiento paradigmiitico de Galileo, que una hipétesis como Ja de la inercia no puede ser conquistada ni cons- traida sino a costa de un golpe de estado tedrico que, al no hallar aingin punto de apoyo en las sensaciones de 1a experiencia, no pela logitimarse més que por la coherencia del desaio imagina- wo lanzado a los hechos y a las imigenes ingenuas © cultas de tos hechos. Tal exploracién de los miiltiples aspectos, que supone un Alistanciamiento decisivo respecto de los hechos, queda expuesta 1 las facilidades del intuicionismo, del formalismo o de la pura rspeculacidn, al mismo tiempo que silo puede evadirse ilusoria- nente de los condicionamientos del lenguaje o de los controles dle la ideologia. Como lo subraya R, B. Braithwaite, “un pensa- miento cientifico que recurre al modelo analégico es siempre un ensomiento al modo del «cama si» (as if thinking) [.. Js la con- trapartida del recurso a los modelos es una vigilancia constante”.# Al distinguir el tipo idea? como concepto genérico obtenido por % E Hussor), “Die Krists der eroptischen Wissenschaften und die uunsiendentale Phanomenclogic: Eine Kinleitung. in die phinomenologische Uhilosophie” (trad francesa F. Gerrer, “La crise des sciences vuropéennes et In phénomenologie ranscendactale”, Les Btudes Philorophigues, we® 2 y 4, Maris (hay ed. esp). Koyré, mas censible que cualquier otra historiadar de te ciencia a la ingeniosidaa experimental de Galileo, no vacila sin embargo vu obsersar en el prejuicio de construir una fisica arquimediana el principio tutor do la revolucién eientifica iniciada por Galileo. Es la toria, es decir ‘ow este caso la intuicién teérica del principio de inercia, que precede uyeriencia y la hace posible volviento conctbibles Ine experiencias suscep” 's de validar Ia teocla. CL. A. Koyré, Bruder Gallécnnes, ut, Galilée et fa ‘inertie, Hermann, Paris, 1968, pp. 226-227. 3 RB, Brathwalie, Scienufie Explanation, Cambridge University Press Combridge, 1963, p93. No es casual si, en eiencias que como le econometriay modelos, Ja conciencia del que es imherente a. todo ‘que significa el hibito de rezonar resis paribus: La hipStess 6 vuelve jrefutable desde el momento en que toda ergo wim’. en E. Topitsch (el,), Logik dor Sostalwiswenchafion, Kiepenevee Wiech, Kala, Berlin, 1966, pp. 406-434),

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