Está en la página 1de 24
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 151 ts SEGUNDA GUERRA MUN DIAL Salvat Volumen X —Fasciculo 151 Direceiin: Juan Salvat Director editorial: Joaquin Navarro Coordinacin: José M. Balbis, Publicado por Salvat, SJA-de Ediciones Ameta, 35. Pamplona, Espaa (© "Editions ALPHEE, S.A~ Monaco-Ville Principado de Ménaco, 1966 © Eaitions Atlas, Paris, 1977, © Salva, SA. de Ediciones, Pamplona, 1984 Ediign basads en el texto original del Teniente Coronel Eddy Bauer Documentation IDES ET EDITIONS, Paris Impresin: Grafts Estella, S.A, Estella (Navarra}-1908 Depesito Legal: NA.104S-1981 ISBN 84-7197-023-9 Printed in Spain Diesen Arena: SALVAT EDITORES ARGENTINA, S.A Comente 2777~ BUENOS AIRES Distruiee pra Catal Federal 211 GRAN BUENOS AIRES: ‘Distbuidors RUBBO, Gary, 226 Datuuidors SADYE, S.A, Belgrano 385 Direc on Combi: Sahat Eats Colombiana, S.A (Gaer 02 48, 4 80 Talis Camco Aando reo 6552 Direc on Cie: Saat Eos Ciena, Lid ‘taco Norte 26 - Prosidenia SANTIAGO DE CHILE Discn oe Eeader: Svat Edore Barna, A Gironde 2509 10de Agosto, Gann 3987 = QUITO Disa on Mein: Sat Mexicana de Eaiiones SA. de CY. Maraoo Escobedo 08° MEXICO SDF. Dicom Pos Saat Etre Peruana, S.A Minors Livia Diesen Pera Ro: Sat Eres de Paso Rico le GPO Box a8 SAN JUAN DE PUERTO RICO 00536 Diecin en Veet: Saat Editors Venzoan, S.A. Gian Arends Esc Arsen exRACAS HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL se publica en forma de 160 fasciculos de aparicion semanal. Cada fasciculo consta de 20 paginas interiors, encuadernables, y de 4 de cubieras. Con el ulti= ‘mo fascieulo que completa cada uno de los 10 volimenes que compo- nen la obra, se pondrin ala venta ls tapas especiales diseRadas para la fncuademacion del volumen, Ademés, euniendo las dos uitimas pa has de las cubjertas de los fasiculos, se obtendré una interesante cole ‘dn encuademable titulada CARTELES DE GUERRA. En aquella época cada Task Force constaba de varios Task Groups consti- tuidos, a su vez, por naves de diversas categorias. El niicleo central de estas agrupaciones técticas era uno 0 varios portaaviones, denominados capital ships, que, protegidos por la primera cortina de fuego de la D.C.A. de algu- nos acorazados y cruceros, debian orde- nar el despegue y la situacién de su artillerfa volante, con un alance de unos 360 km. En la periferia del Task Group una decena de destructores constituian una segunda cortina defen- siva, y aseguraban la vigilancia antiaé~ rea y antisubmarina en cualquier direc~ cién. Este segundo circulo media nor- malmente 7,5 km de didmetro, pero, en caso de un ataque aéreo importante, los destructores se cerraban sobre los acorazados y los cruceros. Entre un Task Group y otro, contando de Iinea de acorazados a linea de aco- razados, la distancia normal era de unos 18 km, Estas disposiciones ticticas domina- ron la segunda parte de la campaiia del Pacifico. Conviene recordar, sin embargo, que la ofensiva americana tenfa a su disposicién medios cada vez mas poderosos, y que a partir de octu- bre de 1944 Ia reaccién del enemigo se caracterizaria por la intervencién del «cuerpo de ataque de percusién», como se denominaba oficialmente a los ka- mikazes. En “Terrible Tarawa” los americanos pierden el 17% de sus efectivos desembarcados La defensa de las Gilbert habia sido confiada por Tokio al contraalmirante Keichi Shibasaki, quien ultimé meticu- losamente el entramado de esta posi- cién avanzada en el dispositivo estraté- gico nip6n. La isla de Betio, en particu- lar, situada en el angulo suroeste del tridngulo que forma el atolén de Ta- rawa, fue convertida en una verda- dera fortaleza. Estaba rodeada en casi todo su perimetro por una empalizada de troncos de cocoteros que ocultaba numerosas armas automiticas, mor- teros y piezas blindadas de artillerfa, y para el combate a distancia la defensa disponfa de 8 piezas de calibre medio (entre ellas 4 de 203 mm que habjan sido capturadas intactas en una bateria de Singapur). La guarnicién de Betio (3,5 km de longitud y apenas 600 m de anchura), con 4.500 hombres, tenia Srdenes especiales de no dejarse arreba- tar la playa. El 20 de noviembre de 1943, al ama- necer, 3 acorazados, 4 cruceros y 9 des~ tructores (contraalmirante H. W. Hill) abrieron fuego simulténeamente y en dos horas y media lanzaron 3.000 tm de proyectiles sobre las 900 hectareas del atolén de Tarawa, mientras la aviacién naval y los cuatrimotores con base en 2 partir de 1944, 121 yoorpaiepioas > Los japoneses tucharon fen Tarawa, on Kwaj yen Eniwetok hasta ol (oe "'G." desconfiaban ta dal ditimo eetertor fn una vordadora fortaleza por los jeponeses. 122 Funafuti completaban su accién. A las 8 horas y 45 minutos la isla ardia de punta a punta, cubierta por una densa nube de humo y de polvo. Pero cuando los primeros tanques anfibios (Ilamados amphtracks) y las barcazas de desem- barco de la 2." D.I. de Marines se acer- caron a la empalizada de Betio, fueron recibidos por un fuego infernal y bien enfilado, seguido de un violento com- bate dirigido por los tenientes, porque entre las tres playas donde habian desembarcado los Marines y el cuartel general flotante de la divisién las comu- nicaciones por radio funcionaban muy mal. Por la tarde, el mayor-general Julian C. Smith, comandante de la uni- dad, lanz6 al ataque su regimiento de reserva, pero, a pesar de su interven cién, los americanos no lograron pene- trar més de 150 m en el sector més fa~ vorecido. Fueron necesarias cuarenta y ocho horas de combate de infanteria, apoyada con el empleo de lanzallama granadas y cargas explosivas, para aca~ liar por completo la defensa. La guar cin de Betio perecié integra, con excepcién de un oficial subalterno, 16 soldados y 129 trabajadores coreanos. En cuanto a los vencedores, los 16.798 les y Marines participantes com- 6 La conquista de Tarawa ‘marearia el comienzo dol largo avance ‘de Nimitz hacie Tokio. 124 putaron 1.069 muertos y 2.050 heridos (17 % de los efectivos desembarcados). Sobre el islote fueron contados 5.500 cadaveres. El atolén de Abemama, 140 km al sureste de Tarawa, pas6 sin lucha a poder de un destacamento americano, y el de Makin, al noroeste, a pesar de las previsiones, s6lo costé 64 muertos y 150 heridos a la 27.* D.1. (mayor-gene- ral Ralph C. Smith) encargada de ocu- parlo. La 2.* flota japonesa no logra intervenir En espera de un ataque contra las Gilbert, el alto mando nipén habia ela- borado’un plan de contraofensiva que incluia la 2.* flota del vicealmirante Kondo y una numerosa aviacién, pero no fue capaz de ponerlo en practica. Por una parte, las escuadrillas del con- traalmirante Pownall arrasaron las bases aéreas de la isla de Nauru y del atol6n de Mili, en las Marshall, bien situadas para defender Tarawa. Por otra, el avance de MacArthur por el suroeste del Pacifico impedia a los japoneses intervenir eficazmente contra la 5." flota: el 6 de noviembre los por- taaviones Saratoga y Princeton, pres- tados por Spruance a Halsey mientras se esperaba el comienzo de la operacién Galvanic, habian infligido graves ave~ rias a 7 cruceros y 2 destructores japo- neses en su puerto de Rabaul, y las escuadrillas niponas con bases en las islas de Nueva Bretafia y de Bougainvi- le habian quedado literalmente aniqui- ladas por los cazabombarderos de la 5.* Air Force. Con todo, los japoneses se anotarian dos éxitos: el 20 de noviembre el por- taaviones ligero Independence sufrié algunos dafos por el ataque de un avién torpedero, y el 24 de noviembre el portaaviones de escolta Liscome Bay estallé a causa de un torpedo lanzado por el submarino /-175 (capitan de cor- beta Tabata). Las victimas americanas fueron numerosas: el contraalmirante H. M. Mullinnix, el comandante J. D. Wiltsie y 641 oficiales y marineros. “Las Marshall: una ofensiva a toda velocidad” Asi titularfa Fletcher Pratt (9), histo- riador del cuerpo de Marines, el capi- tulo de su libro consagrado a las opera- ciones que entregaron a la 5.° flota los atolones de Majuro, Kwajalein y Eni- wetok, en el archipiélago de las Mar- shall. Tras la conquista de las Gilbert, la flota habia recibido como refuerzos 3 acorazados répidos (entre ellos el Iowa y el New Jersey, de 45.000 tm de des- plazamiento y 33 nudos de velocidad), 3 portaaviones rapidos (2 pesados del tipo Essex y uno ligero del tipo Langley) y 2'portaaviones de escolta. Nimitz’ pudo organizar asi la 58.* Task Force, que incluia los 12 portaa- viones de la 5." flota, dotados en total con 714 cazas, bombarderos en picado y bombarderos-torpederos. El juego normal de la rotacién de mandos’ puso al contraalmirante Mare A. Mitscher a la cabeza de tan temible conjunto ofen- sivo, dividido en 4 agrupaciones. A continuacién figura, a titulo de ejemplo, la composicién de una de ellas, lo que permitira abreviar en adelante (10): TG 58.3 Carrier Task Group 3 (contraalmirante F. C. Sherman) Portaaviones: Bunker Hill (89 avio- nes), Monterey (34 aviones), Cowpens (33 aviones). 7 division de acorazados (contraalmirante O.M. Hustvedt) Acorazados: New Jersey e Iowa. Crucero (pesado): ‘Wichita. Destructores: 9 (formando la 46." divi- sin). En caso de combate naval, Sherman disponia de 31 bombarderos en picado y de 49 aviones torpederos, de los 18 cafiones de 406 mm (cuyos proyectiles pesaban 1.117 kg) de sus acorazados, de los 9 cafiones de 203 mm del Wichita y de las 90 bocas de fuego menores de sus destructores; contra la aviacién enemiga podia lanzar 87 cazas y disparar unas 700 armas antiaéreas de 20, 40 y 127 mm. Las demas agru- paciones de la 58." Task Force posefan similar capacidad ofensiv En cuanto a la 5." fuerza anfibia del vicealmirante R. K. Turner, inclufa casi 300 buques de guerra y de transporte, y su misién consistia 1.°) Ocupar por la fuerza las Marshall mediante el desembarco de los 53.000 hombres del 5.° C.E. anfi- bio, integrado en esta ocasién por la 4" Dil. de Marines (mayor- general Harry Schmidt) y la 7. D.I. del ejército (mayor-general Charles H. Corlett). 2°) Una vez cumplida la misién ante- rior, dejar en tierra una guarnicién de 31.000 hombres encargada de asegurar la defensa y la organi- zacién de los atolones conquis- tados. Teniendo en cuenta la mortifera experiencia de Tarawa, Spruance, Tur- ner y el general Holland M. Smith aconsejaron dividir la operacin en dos fases, y no abordar el objetivo de Kwa- jalein antes de reducir la resistencia de los atolones orientales de las Marshall. Nimitz estaba de acuerdo en que los medios disponibles no bastaban para atacar simulténeamente Wotje, Maloe- lap y Kwajalein, como se habia pre- visto, pero prefirié la audacia a la pru- dencia que le recomendaban, y decidié dedicar al tercero de los tres objetivos la totalidad de su 5.* fuerza anfibia, contentandose con neutralizar los dos primeros con el apoyo de la 58.' Task Force. Fye un acierto de Nimitz, porque el alto’ mando japonés habia’ razonado exactamente como sus propios subordi- nados y reforzado Maloelap y Wotje a expensas de Kwajalein. Spruance logr6 cumplir con pleno éxito su misin: entre el 29 de enero y el 11 de febrero 125 126 de 1944 sus aviones, en 6.232 salidas, descargaron sobre sus objetivos mas de 1.150 tm de bombas. La accién se com- biné con la intervencién de las forma- ciones aéreas de la Armada y del ejér- cito con base en las Gilbert, que lanza- ron otras 1.600 tm. Después ocupé el atolon de Majuro, cuyo lago de 40 km de longitud por 18 km de anchura brindaria a Nimitz una base —un tercio més cercana de la distancia que media entre Pearl Harbor y el cordén de las islas Marianas— para Sus operaciones subsiguientes. Mientras tanto, la 5." fuerza anfibia ocupé sin grandes pérdidas el atolén de Kwajalein, en el centro del grupo: el 4 de febrero los americanos computaron 372 muertos y 1.582 heridos sobre el total de 42.000 participantes en la accién, mientras las bajas niponas al- canzaban 7.870 muertos, entre ellos el contraalmirante Akiyama, jefe de la de- fensa. Este fue el bautismo de fuego de la 4° D.L. de Marines, La experiencia de Tarawa habia dado sus frutos y, lo que era atin mas importante, en un tiempo récord. Las comunicaciones funcionaron de forma satisfactoria entre las tropas que com- batian en tierra y los buques que las apoyaban con su artilleria (en el asalto a la doble isla de Roi-Namur los acora- zados delcontraalmirante R. L.Conolly avanzarian hasta 1.500 m de la costa para lanzar 2.655 tm de proyectiles sobre una superficie de 500 hectareas), y las primeras oleadas de ataque fueron dotadas de mayores cantidades de amphtracks con blindaje mas sélido. Ante la abundancia de materiales empleados, el almirante Turner decla- rarfa, como anticipindose a las posibles criticas: «Quiz4 utilicemos demasiados hombres y barcos en estos combates, pero prefiero que sea asi con tal de eco- nomizar vidas humanas» (11). Como la reserva de la 5.* fuerza anfi- bia se habfa mantenido inactiva, Spruance la lanz6 el 17 de febrero al asalto de Eniwetok, atolén 670 km al noroeste de Kwajalein. La misma desproporcién entre los medios del ata~ que y los de la defensa que en anterio- res acciones le harfa triunfar en su obje- tivo al precio de 195 muertos y 521 heridos, contra las 2.677 bajas mortales que sufrieron los japoneses (sobre un total de 2.741 hombres). Igual que en Kwajalein, los defensores combatieron hasta el fin, como lo prueba el siguiente resumen de una carta escrita por un Marine: «Aquella noche fue verdadera- mente terrible. Quedaba un gran numero de japoneses con vida, y cada uno de ellos s6lo tenia una idea fantds- tica: matar por lo menos a uno de los nuestros. Nos atrincheramos con érde- nes de disparar sobre todo lo que se moviera. Mi sargento y yo pasamos la noche en vela, en un agujero, con un cuchillo en una mano y una granada en la otra. Los japoneses se deslizaban entre nosotros, y cada roca, cada mato- rral, adquirfa’ un cardcter siniestro. Mataron a algunos de los nuestros, pero a la mafiana siguiente habjan pere- cido prdcticamente todos, aunque encontramos soldados japoneses muer- tos en nuestra propias trincheras. Jamas me habia alegrado tanto de vol- ver a ver el sol» (12). El 23 de febrero cesé toda resistencia en el atol6n, situado a 5.000 km al oes- te-suroeste de Pearl Harbor, a 1.150 km al noreste de Truk, en las Carolinas, y a 1.500 km de Saipan, en las Ma- rianas, siguiente objetivo de Nimitz. En cuanto a los atolones de Wotje, Maloelap, Mili y Jaluit, en el mismo archipiélago, fueron abandonados a su suerte por los americanos. Sus guarni- ciones permanecieron alli hasta la capi- tulacién del 2 de septiembre de 1945. Los nuevos planes defensivos de Tojo... ‘okio habia considerado hasta el otofio anterior que las Gilbert y las Marshall se encontraban dentro del perimetro defensivo del Imperio nipén. La caida de Tarawa, a finales de afio, la de Makin y las pérdidas casi totales experimentadas en Rabaul, obligaron a Tojo a revisar sus planes. A partir de 1omento se determiné una nueva mn (definida por una linea que incluia Timor, la parte occidental de Nueva Guinea, la isla de Biak, las Palaos y las Marianas) que debia ser defendida «sin idea alguna de replie~ gue», y desde la que se lanzaria un con- traataque definitive. De este modo seria posible eludir la maniobra en tenaza que esbozaban MacArthur y Nimitz. Ante el anuncio de que los americanos atacaban con enormes eféc- tivos Kwajalein, el almirante Koga recibié 1a orden —l6gica, por otra par- te— de abandonar Truk con la flota combinada y replegarla a los seguros fondeaderos de las Palaos. ... fracasan en las Carolinas Koga concluia ese movimiento cuando, el 17 de febrero, Spruance apa- recié en aguas de Truk a la cabeza de una formacién que comprendia 9 por- taaviones, 6 acorazados, 10 cruceros y 28 destructores. En dos dias la aviacién embarcada del contraalmirante Mits- cher cumplié 1.250 misiones de com- bate que costaron a los japoneses el crucero Agano, 3 destructores, 7 buques auxiliares de la flota, 6 petrole- ros, 17 cargueros y mas de 250 aviones japoneses destruidos en el aire o en tie~ ra, Spruance naveg6 mientras tanto al- rededor del atol6n con sus acorazados y logré hundir a cafionazos el crucero Katori y el destructor Maikaze cuando trataban de eludir el ataque de Mit cher; ambos sucumbieron heroicamen- te. El precio de esa operacién, denomi- nada Hailstone, fue bastante modesto para los americanos: 35 aviones abati- dos y averias en el portaaviones Intre- pid a causa del torpedo de un avién ja~ ponés, ‘equipedos ‘sutomaticos 127 @ Un grupo de tanques anfibios (LV.T) fon espera de ‘ombarque de Nueve Guines. 128 La sorpresa fue tan absoluta, que incluso un comunicado de Radio Tokio, por lo general excesivamente triunfalista, reconocerfa la _derrota nipona: «Una poderosa Task Force americana avanz6 siibitamente contra nuestras islas Carolinas, y atacé reite- radamente el viernes for la mafiana nuestra importante base estratégica de Truk con gran cantidad de aviones embarcados. El enemigo continia ata- cando intermitentemente con podero- sas incursiones de centenares de cazas. El combate aumenta su intensidad y asume caracteres de gravedad, por no decir de furor, sin precedentes. El ritmo de las operaciones emprendidas por el enemigo lleva a suponer que sus fuerzas ofensivas se disponen a ejercer presin sobre el suelo de la metrpoli» (13). Sea como fuere, Tojo aproveché la sorpresa de Truk para destituir al mariscal Osami Nagano, jefe del Estado Mayor general de la Armada, reemplazindolo por el almirante Shi- mada, que le era ciegamente adicto (esa misma adhesion le privaba, quiz4, de la consideracién de sus subordinados). En cuanto a Nimitz, aplicd a Truk y a Ponape el mismo tratamiento empleado a Jaluit, Wotje y demas atolones de las Marshall: se limité a desbordarlos. Los jefes del Estado Mayor conjunto establecen un nuevo plan de ofensiva para MacArthur y Nimitz La “fortaleza Asia” del general Tojo oponia ante las fuerzas americanas del Pacifico central y del Suroeste del Paci- fico, un frente Este y un frente Sur anclados a uno y otro lado de la regi6n del Vogelkop (cabeza de pajaro), como lamaban los holandeses a la zona occi dental de Nueva Guinea. A pesar de sus medios limitados, el general MacArthur estaba dispuesto a hacer saltar el “goz- ne” japonés valiéndose racionalmente de su superioridad aérea, que le permi- ta navegar por donde quisiera e impe- dir que lo hiciese el adversario. Comenzé por completar la anulaci6n de Rabaul. A partir del 1 de enero con- siguié disponer de una cabeza de puente y de un campo de aterrizaje en el cabo Gloucester, extremidad meri- dional de Nueva Bretafia. Entre el 29 de febrero y el 16 de marzo tres opera- ciones anfibias bien organizadas pusie- ron en manos de la 1." D.I. de Marines (mayor-general William Rupertus) y de Ia caballeria a pie de la 1.* D.C. (mayor- general William C. Chase) las islas de los Negros, pertenecientes al grupo del Almirantazgo, ¥ la de Emirau, situada mis al este. De este modo, los 8.° y 17.° Ejércitos japoneses quedaron aisiados: el primero (general Imamura) defendia las bases de Rabaul y Kavieng, mien- tras el segundo debia hacer frente al 13° C.E. americano (mayor-general Oscar Griswold) en la jungla de Bou- gainville. Pero, lo ms importante, fue que el éxito permitié al general MacArthur abordar y resolver el pro- blema de Nueva Guinea sin la menor preocupacién por su retaguardia. Se encontraba en esta situacién cuando recibié, como Nimitz, una nueva directiva del Estado Mayor con- junto (J.C.S.), fechada el 12 de marzo y que decia lo siguiente: «El J.C.S. ha decidido que el avance ms conveniente hacia Formosa, Luzén y China pasa por las Marianas, las Palaos y Minda~ nao. Estos objetivos se alcanzaran con los siguientes medios: 1.°) La supresién de la operacién dis- puesta contra Kavieng. 22) La conclusién de la ocupacién de las islas del Almirantazgo y el montaje de bases navales y aéreas en esta posicién. 3.°) La ocupacién, el 15 de abril, de Hollandia, a cargo de las fuerzas del general MacArthur. Nimitz debera proveerle de portaaviones répidos y otros medios navales de cobertura y apoyo. 4°) La neutralizaci6n —y no la captu- ra— de Truk y las demds Caroli- nas, por parte de Nimitz. 5.°) La ocupacién por Nimitz de Sai- pan, Tinian y Guam a partir del 15 de junio, y de las Palaos a partir del'15 de septiembre, con la finali- dad de controlar los avanees orien- tales procedentes de las Filipinas y Formosa y establecer alli bases navales y aéreas. La ocupacién por MacArthur de Mindanao, a partir del 15 de noviembre, con la ayuda de la flota del Pacifico y con la finalidad de establecer alii bases aéreas desde las que sea posible debilitar a las fuerzas japonesas en las Filipinas, preparar un avance ulterior sobre Formosa, bien directamente, bien a través de Luzén, y lanzar ata- ques aéreos contra las bases ene- migas de las Indias holandesas» (14). Entre las posiciones en aquellos momentos en poder de los Aliados en Nueva Guinea, y su objetivo de Hollan- dia mediaba una distancia de 800 km, por lo que MacArthur decidié conquis- 6°) lala clave dol archipislego 7 Desembarco de Ia 41." Dut del 1.°"C.E. americano 130 ia, bri de 1944, tar una cabeza de puente en Aitape, de modo que sus cazas pudiesen participar en la operacién; la 5. Air Force (mayor-general G. C. Kenney) aplasta- ria a la aviacién enemiga del sector, destruyendo unos 500 eparatos. Mientras las fuerzas aliadas, del Suroeste del Pacifico preparaban este nuevo avance, las del Pacifico central ho se mantenjan inactives. En efecto, el 22 de marzo la 58." Task Force, con 3 grupos de portaaviones, 6 acorazados répidos, 13 cruceros y 26 destructores, zarp6 de Majuro y, en los iiltimos dias del mes, lanz6 una serie de incursiones devastadoras contra las bases niponas de las Palaos y de la isla de Yap, al noreste de dicho archipilago. Ese ata- que hizo que Koga enviara la flota com- binada a un refugio més seguro en las proximidades de Tawi-Tawi, isla situada a escasa distancia del extremo septentrional de Borneo. La flota japo- nesa podia disponer asi del petr6leo en bruto de los vecinos pozos de Tarakan, que sus calderas, con ciertas dificulta- des, podian utilizar. Koga partié enton- ces a Davao, pero su avién desaparecié y el cuartel general imperial designé sucesor al almirante Soemu Toyoda. La operacién de Hollandia movilizé a las fuerzas australianas del general sir Thomas Blamey, al 6.° Ejército ameri- cano a las érdenes del teniente-general Walter Krueger, a la 7.* flota de Esta- dos Unidos (vicealmirante Thomas C. Kinkaid), con 4 cruceros (2 de ellos australianos) y 8 .portaaviones de escolta, y, finaimente, a la 5." Air For- ce. Bl desembarco propiamente dicho, mandado por el contraalmirante Daniel E. Barbey, moviliz6 84.000 hombres y 114 buques grandes y pequefios. La 5." flota, que habia obligado a Koga a reti- rarse de las Palaos, desde donde hubiese podido atacar por el flanco a MacArthur, retorné a alta mar el 13 de abril para participar en la operacién; a su regreso lanzaria una incursién con- tra las instalaciones enemigas de la base de Truk, a rafz de la cual el con- traalmirante japonés Hara haria las siguientes y amargas reflexiones: «No hay estaciones y todos los dias parecen iguales. Trato de mantenerme firme, pero es dificil cuando se tienen las manos vacias. Llueve todos los dias, y todos los dias el enemigo nos bombar- dea. 2De qué sirve recordar? ;Qué importa lo ocurrido ayer?» (15). Su brillante triunfo le costé a Spruance 26 aviones, pero, de sus 43 tripulantes cafdos en el océano, 28 fue~ ron salvados: 22 de ellos por el subma- rino Tang (capitan de fragata Richard H. O'Kane). Los americanos desembarcan en Nueva Guinea, Tanahmerah Bay, Hollandia y Aitape... A pesar de la superioridad de sus medios, MacArthur i26 una dia- bélica maniobra de confusién destinada a hacer creer al enemigo que seria ata- cado de frente en la region de Wewak. El general Adachi, comandante del 18.° Ejército japonés ‘en Nueva Guinea, cayé en el engafio y el 22 de abril fue un dia triunfal para el 1.°" C.E. americano (teniente-general Robert L. Eichelber- ger), que desembared sin grandes difi- cultades su 24." D.I. (mayor-general F.A. Irving) en Tanahmerah Bay y su 41 D.L (mayor-general H. H. Fuller) en Hollandia y en Aitape. Recuperado de la sorpresa, Adachi trat6 de invertir su dispositivo y de recuperar sus comu- nicaciones: el sector de Aitape seria escenario en el mes de julio de furiosos ataques del 18.° Ejército japonés, al que Adachi arengaba en términos impreg- LF nados de decisién y desesperacién: «No veo ningtin medio, ningiin método téc- tico o estratégico que nos permita salir de nuestra situacién. Tengo la inten- cién de cumplir con nuestro Bushido nacional. Estoy decidido a destruir al enemigo en Aitape mediante el ataque feroz de la concentracién de todas nuestras fuerzas. Es nuestra dltima posibilidad de aniquilarlo con todo nuestro peso. Haced el_sacrificio supremo: jsed dignos de la Armada imperial!» (16). El llamamiento fue escuchado y obe- decido, pero el tiempo que le llevé a Adachi retroceder sobre sus pasos por Ja jungla no habia sido perdido por el adversario, conocedor ademas de sus intenciones merced al desciframiento de sus mensajes por radio. En conse- cuencia, el contraataque del 18.° Ejér- cito japonés, durante la noche del 11 al 12 de julio, chocaria contra un enemigo alerta y reforzado por el 11.° C.E. del mayor-general Charles P. Hall y por la 32." DL. de William H. Gill. ... yavanzan de isla en isla por la costa norte MacArthur avanzaba por la costa norte de Nueva Guinea desplazéndose de isla en isla. El 17 de mayo la 41." D.I. desembarc6 en Wakde, 240 km al oeste de Hollandia; el dia 27 un nuevo salto de 280 km le condujo a Biak, donde los japoneses opusieron encarni- zada resistencia, pero, sin preocuparse en exceso por este incidente local, atacé el 2 de julio la isla de Noemfoor y el dia 30, en Sansapor, alcanz6 el pico de la “cabeza de pajaro”, a més de 1.100 km de Hollandia. Mas de 120.000 japone- ses quedaron con sus comunicaciones cortadas, encerrados en el “inferno verde” de la jungla y expuestos, sin defensa contra el pahidismo, a uno de los climas mas mortiferos del mundo. Ante este gran triunfo, Marshall tele- grafiaria al vencedor de la campafia por aire, mar y tierra: «La sucesién de ata- ques por sorpresa realizados, las esca- 131 > Batalla de Mindanao: ‘MacArthur lograria une base para los ataques aéroos ‘contra fos japoneses fon las Filipin > Betalla de Saipan: ‘Nimiteinfigte tin tremendo rev politico y miltar 8 Tojo 132 sas_bajas sufridas, la extensién del territorio conquistado, la importancia de las bajas infligidas al enemigo, todo se combina para hacer de sus operacio- nes verdaderos modelos de maniobras tacticas y estratégicas» (17). Efectivamente, segin los datos del general Willoughby, jefe del Servicio de Informacion de las fuerzas aliadas del Suroeste del Pacifico, y referidos tnica~ mente a las muertes, e! balance de las bajas por ambas partes fue el siguiente: Zonade | Bajas | Bajas combate | EE.UU. | Japén | ProPorcién ‘Arawe- Gloucester} 472 | 4.914 Saidor 35 | 1.275 Islas det Almiran- tazgo 185 | 4143] 1:27 Hollandia a7 | 4aet | ast Aitape 440 | 8370| 1:19 Wakde 646 | 3.399] 1:6 Biak 524 | 5.093] 1:10 ‘Noemfoor 63 | 2328] 1:37 Sansapor 2 374 | 1:187 Conviene recordar, ademas, que en Jos hospitales americanos la mortalidad no alcanzaba al 3 % de los heridos tra- tados, mientras en el caso del adversa- rio no ocurria lo mismo habida cuenta de las lamentables condiciones sanita~ rias en que se veia obligado a combatir el soldado japonés. MacArthur podia acoger con jegitima satisfaccién las feli- citaciones de Marshall, y més ain la seguridad que éste le daba de que el Pentagono reforzaria sus efectivos con un cuerpo de ejército, 5 divisiones, una Air Force suplementaria y 60 unidades navales. El caso de Biak EI ataque a Biak interesaria ya al perimetro defensivo japonés, tal como lo describfa la directiva del cuartel general imperial analizada anterior- mente. El almirante Toyoda que, a i tacién de los americanos, acababa de organizar una 1.* flota mévil al mando del vicealmirante Jizaburo Ozawa, resolvié intervenir enérgicamente con- tra el flanco de MacArthur, y para ello lanzar hacia las Molucas una “division de ataque” (vicealmirante Ugaki) com- puesta bisicamente por los acorazados gigantes Yamato y Musashi; pero el 11 de junio, cuando la formacién apenas habia llegado a su base de partida, reci- bié la orden de interrumpir la opera- cién y reunirse con Ozawa al este de las Filipinas. El motivo de la contraorden era el ataque lanzado por las fuerzas aeronavales enemigas contra las islas de Saipan, Tinian y Guam. EI sistema del doble ataque, después de favorecer a Nimitz en ‘Tarawa, jugaba ahora en favor de MacArthur: si los bombarderos de Mitscher no halla- ron demasiadas dificultades sobre sus objetivos, fue porque el ataque a Biak habia obligado a los japoneses a retirar numerosos cazas para utilizarlos en la defensa de las Marianas. Las reservas suscitadas en el Pentégono a este res- pecto quedaron asf invalidadas por los acontecimientos. Los americanos inician la operacién “Forager” Como afirmaba la directiva del 12 de marzo de los jefes de Estado Mayor americanos, la conquista de las islas Saipan, Tinian y Guam debia propor- cionar a sus fuerzas una base que les permitiera atacar Mindanao en las Fili- pinas; el cuerpo de ingenieros de la Army Air Force podria instalar ademas en Saipan la infraestructura necesaria para que las Superfortress B 29 de la 20." Air Force extendieran la devasta- cién hasta los grandes centros indus- triales de la metrépoli nipona. La operacién, denominada Forager, puso en accién a partir del 6 de junio 535 buques de guerra y transporte y 127.571 hombres del cuerpo de Mari- nes y del ejército. Seguiria a la 58.* Task Force la fuerza expedicionaria combinada T.F.51, encargada de de- sembarcar 2 cuerpos de ejército (4 divi- siones y una brigada) compuestos de la forma siguiente: —5° CE. anfibio (teniente-general Holland M. Smith): 2° y 42 D.L. de Marines. —3.°F C.E. anfibio (mayor-general Roy S. Geiger): 3.8 D.L. y 1." brigada de Marines. —Reserva flotante: 27." D.I. Promovidos ambos al grado superior, el almirante Spruance asumiria el mando del conjunto y el vicealmirante ‘Turner el de las fuerzas de desembarco. Esta poderosa concentracién de medios de todo tipo trastocaba definiti- vamente las bases que sustentaban la estrategia nipona desde la conferencia naval de Washington de 1922. Los japoneses estaban persuadidos de que ‘no ponfan en peligro su seguridad si concedian a los americanos una supe- rioridad de cinco a tres en la clase de los acorazados y en la de los portaavio- nes. Segiin ellos, el eventual enemigo se desgastarfa en las emboscadas que se le tenderian en las Marshall y en las Caro- linas, con lo que la relacion de fuerzas en aguas de las islas Marianas estaria ya a su favor, pero tal prevision fue ‘con seguridad. 133 desmentida por los hechos. En realidad, Iefos te debilitaritarantc clemvance, Spruance inicié la operacin Forager con medios mucho mis poderosos que los disponibles en la época de Ia opera~ cién Galvanic, como lo demuestran los Lo mismo podria decirse con res- pecto a los buques de otras categorias. El dia del combate, la relacién de fuer- zas entre los dos adversarios seria la segene: datos siguientes referidos a la cantidad z ye de portaaviones ripidos a disposicion Somer mM de Ia 5 flota: Portaaviones 15 9 Acorazados: 7 5 Islas Islas Islas Cruceros a 1B Gilbert Marshall Marianas Destructores 69 28 u 12 15 Total 12 55 ‘ x Spruance burla los planes de Ozawa... La superioridad americana en avia- cién embarcada superaba la proporcién de dos a uno: Spruance disponia de 891 aparatos y su adversario de 430, sin contar con que los pilotos de este ‘iltimo habian perdido durante la inac- tividad de Tawi-Tawi el elemental entrenamiento recibido en la metrépoli. Ademés, los portaaviones japoneses casi no se arriesgaban ya a navegar por alta mar a causa del peligro de los sub- marinos aliados, y, por otra parte, tam- poco existia en las proximidades de la mencionada base nipona ningin aer6- dromo hacia donde pudieran dirigirse en caso de peligro 0 de cualquier con- tratiempo los aviones embarcados. Los aparatos de Ozawa tenian mayor auto- nomia, pero los técnicos habian logrado esa ventaja a expensas del blindaje y de los depésitos autoestancos, lo que los hacfa particularmente vulnerables fren- te a los cazabombarderos y a la artilleria antiaérea de los buques estadounidenses. Ozawa, a quien el historiador Samuel Eliot Morison reconoce «un cerebro cientifico, una verdadera intui- cién de los procedimientos innovadores y el sentido innato del marino que sabe jo que pueden dar de si sus buques» (19), esperaba compensar las debilida~ des con una estrecha colaboracién con la aviacién terrestre con base en las Marianas, y mediante la organizacion de comunicaciones répidas entre sus portaaviones y los “portaaviones insu- mergibles” de Guam y de Rota. Spruance iba a burlar ese plan en un momento en que la estrategia japonesa ya no podia optar entre la ofensiva y la defensiva porque, a menos que compro- metiera la “flota mévil”, las Marianas se perderian y su caida supondria la de Jas Filipinas en breve plazo. En ese caso, como declararfa mas tarde el almirante Toyoda, «incluso si con- servabamos la flota, la ruta hacia el sur quedaria cerrada y la flota encerrada en aguas japonesas y sin combustible; si la flota permanecfa en el sur, entonces no podria abastecerse de armas y municio- nes. Si perdiamos las Filipinas, no habria ya ningén interés en salvar la flota» (20). —_———— ... y Ozawa intenta Una contraofensiva _ en aguas de las Filipinas Por esta raz6n, ante el anuncio del bombardeo de las Marianas, Ozawa re- cibié de Toyoda la orden de ejecutar el plan de contraofensiva elaborado en previsin de dicha eventualidad. La tarde del 15 de junio penetré en el mar de las Filipinas por el estrecho de San Bernardino y, veinticuatro horas mas tarde, se reunié con el destacamento de Ugaki. El dia 18, a las 0 horas y 8 minutos, envié a la flota mévil el siguiente mensaje: «Humildemente os transmito el mensaje que acabo de reci- bir del Emperador, a través del jefe del Estado Mayor, cuartel general imperial, seccién naval: “Esta operacin tendr4 un peso inmenso en el futuro del Impe- rio. Se espera que las fuerzas den lo mejor de si y obtengan resultados tan magnificos como en la batalla de Tsus- hima”» (21). Extraiia comparacién, por- que la entonces 5." flota americana na- da tenia en comin con la 2." escuadra rusa del Pacifico destruida por el almi- rante Heihachiro Togo el 27 y 28 de mayo de 1905. Spruance ataca El 14 de junio los viejos acorazados y los portaaviones de Turner relevaron a la 58.° Task Force en el bombardeo de Saipan, y a la noche siguiente equipos de hombres rana despejaron las defen- Se ae « Un erucero americano fo Ins Merianes, miontras los japoneses séio ontaban con 8 y 13, Fespectivamente 137 sas que pudieran entorpecer el desem- barco previsto en el extremo suroeste de la isla. A las 8 horas y 40 minutos del 15 de junio los primeros elementos de las 2.* y 4." D.I. de Marines (mayo- res-generales T. E. Watson y Harry Schmidt) desembarcaron en la playa en ur frente de 6,4 km. Durante la jornada, ° CE. anfibio desembarcé en Sai- pan 20.000 hombres (2,000 fueron her dos o muertos), pero s6lo logré avanzar la mitad del camino hasta sus objetivos aquel dia, frente a la denodada resisten- cia japonesa a cargo de los 32.000 hom- bres del general Saito. Al dia siguiente, ante las noticias recibidas sobre los movimientos de Ozawa, Spruance aplazé la operacién de Guam y envié la 272 DiI. a reforzar el 5.° C.E. anfibio, Los submarinos del vicealmirante Lockwood, al acecho ante Tawi-Tawi, a la salida del estrecho de San Bernar- dino, habian sefialado el acercamiento y con cierta incertidumbre— la comp. sicién de la flota mévil japonesa. Pen- sando en la batalla inminente, Spruance llamé a las fuerzas que acababan de bombardear las islas Bonin y Volcano, al norte de las Marianas, y reorgai su dispositivo estableciendo a ambos lados de sus 4 grupos de portaaviones, ZT al lero" on lg Merges, Ara, an ain japon cca de mua siempre a las érdenes del vicealmirante ‘opera del momenta de antrar en wocise, co Mitscher, una “linea de batalla” que Los 480 cazas do los portaaviones americanos habrian de hacer frente « 373 aparatos PuSO bajo el mando del vicealmirante enemigos W. A. Lee y que comprendia los 7 aco- = (een oS RRR * iB ; * - a wal es? ] razados rapidos, 4 cruceros y 12 des- tructores. El 17 de junio, a las 14 horas y 15 minutos, informarfa de sus planes a sus principales subordinados, en los siguientes términos: — «Inicialmente, nuestros aviones dejarin knock-out a los portaaviones enemigos, y luego se ocuparin de los acorazados y de los cruceros, para frenarlos o dafiarlos. La linea de batalla destruira a la flota ene- miga, bien mediante una acci6n naval, si el enemigo acepta el combate, bien mediante el hundimiento de las naves frenadas o averiadas, si se bate en reti- rada. La accién contra el enemigo debe cumplirse con la maxima energia por parte de todos, para obtener la destruc cién total de su flota» (22). Las intenciones de Spruance eran claramente ofensivas, lo que no signifi- caba que pudiese eludir la misién que le prescribia, expresamente, «conquistar, ocupar y'defender Saipan, Tinian y Guam» (23). De haberse lanzado contra el enemigo, hubiera corrido el riesgo de dejar al descubierto la cabeza de playa donde combatia el 5.° C.E. anfibio, exponiéndolo al ataque de un destaca- mento japonés que lo desbordase por el sur o por el norte. En consecuencia, resolvié mantenerse relativamente a la expectativa. El 19 de junio, al amanecer, la flo- ta mévil formé 2 destacamentos: una vanguardia (vicealmirante Kurita), que JIZABURO OZAWA Fixaburo Ozawa nacié en Kojoegoen Mija~ sakiken en 1886, Contraalmirante en 1936 y profesor en el Colegio de Altos Estudios Nava- les, en 1940 fue nombrado vicealmirante al mando de una divisién de portaaviones y, des- ‘pués, de una de acorazados. En enero de 1942 desempeié un importante papel en las opera- ciones de conquista de Indonesia, asumiendo casi inmediatamente después el mando de la 3.* En 1944 estuoo al frente de la escuadra Japonesa que libré las batallas de las Maria~ nas Gjunio) y de Leyte (octubre), teniendo en esta ultima Ja mision de sacrificar sus bugues. Al mes siguiente fue designado subjefe del Exta~ do Mayor general y, en mayo de 1945, coman- dante en jefe de la flota japonesa, reducida ya @ su minima expresién. Ozawa falleceria en Tokio en 1966. comprendia 3 grupos organizados cada uno en torno a un portaaviones ligero, y, 189 km més atrés, un grueso (Oza- wa) de 2 grupos que inclufan 6 porta- aviones (5 de ellos pesados). Los japo- neses navegaban contra el viento y hacia el enemigo, lo que permitiria a sus aviones despegar proa al enemigo y ahorrarse, al regreso, una parte del ca~ mino. Tiro al plato” en las Marianas Entre el amanecer y las 14 horas y 45 minutos del 20 de junio Ozawa lanz6 contra la 5." flota cuatro incursiones que representaron otros tantos desas- tres, dada la superioridad americana en el entrenamiento y en la calidad de sus maquinas. De los 473 aviones de todo tipo que posefa la flota mévil nipona aquel dia, despegaron 373, masacrados por 450 cazas estadounidenses. Los supervivientes de ese primer encuentro cayeron bajo el fuego masivo de los Task Groups y de la linea de batalla, y los de la cuarta oleada que intentaron aterrizar en el aerddromo de Guam fue- ron destruidos en el aire, 0 quedaron tan averiados durante el aterrizaje que ninguno pudo volver a despegar del suelo, cribado por las bombas. En resu- men, s6lo 130 aparatos japoneses regre~ saron a los portaaviones. Este desastre no encontraria para los « japoneses compensacién adecuada en el $ total de bajas infligidas al adversario. << La flota movil japonesa 139 Cazabombardero americano Vought F4U-1A Corsair 280 La segunda Guerra Mundial vista a través de los carteles In the grip of Japanese co-prosperity En las garras de la coprosperidad japonesa Cartel americano de propaganda denunciando el objetivo final de los propésitos politicos de Japén: «El gran émbito de prosperidad de Asia oriental». La teorfa, impulsada por los idealistas deseosos de liberar Asia de la explotacién de los blancos, seria incorporada tendenciosamente por los defensores del militarismo japonés, que sofiaban con un Asi bajo el dominio japonés. La escritora Pearl Buck habia intentado en 1942 que la incrédula opinién americana ‘comprendiera la verdadera fuerza del pana ‘Aunque quiz4 nos agrade més ignorarlo, es posible que nos veamos involucrados en la més amarga y prolongada de las guerras, humanas, la guerra entre Oriente y Occidente, es decir, la guerra entre el hombre blanco y su universo y el hombre de color y el suyo. npr War Mune Tey ismo. WE WILL ALWAYS FIGHT FOR FAFEQOM/

También podría gustarte