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isc SEGUNDA GUERRA MUNDIAL sia Volumen X Fasciculo 153 Direceién: Juan Salvat Director editorial: Joaquin Navarro Coordinacién: José M.* Balbas Publicado por: Salvat, S.A. de Ediciones Arrieta, 25. Pamplona, Espafia © Editions ALPHEE, S.A., Monaco-Ville, Principado de Ménaco, 1966 © Editions Atlas, Paris, 1977 © Salvat, S.A. de Ediciones, Pamplona, 1979 Edicién basada en el texto original del Teniente Coronel Eddy Bauer Documentacién IDES ET EDITIONS, Paris, Impresién: Imprenta Hispano-Americana, S. A. Mallorca, 51, Barcelona-1982 Depésito Legal: NA. 394-1979 ISBN: 84-7137-023-9 Printed in Spain Distribucién: Marco Ibérica, Distribucién de Ediciones, S.A. Carretera de Irdn, km. 13,350 Variante de Fuencarral-Madrid (34) Administracién de suscripciones: Salvat, 8.A. de Djstribuci6n Arrieta, 25. Pamplona HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL se publica en forma de 160 fasciculos de aparicién se- manal. Cada fasciculo consta de 20 paginas interiores, encuadernables, y de 4 de cubiertas. Con el iltimo fas ciculo que completa cada uno de los 10 volimenes que componen 1a obra, se pondrdn a la venta las tapas es- peciales diseftadas para la encuadernacién del volumen. Ademés, reuniendo las dos iiltimas paginas de las cu- biertas de los fasciculos, se obtendrd una interesante coleccién encuadernable, titulada CARTELES DE GUERRA. ros Argentina, S.A. Corrientes 2777 - BUENOS AIRES. Distribuidor para la Capital Federal y el GRAN BUENOS AIRES Distribuidora RUBBO. Garay, 4226 Distribuidor para el interior: Distribuidora SADYE, S.A, Belgrano 355 Colom Salvat Editores Colombiana, SA. Carrera 10, n° 19-65, 4.° piso Edificio Camacol - Apartado aéreo 65-52 BOGOTA Chite Salvat Editores Chilena, Lida. Providencia, 2008, Dpto. A SANTIAGO DE CHILE Ecuador: Salvat Editores Ecuatoriana, S.A, Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de CV. Mariano Escobedo, 438 - MEXICO 5 D.F. Puerto Rico: Salvat de Ediciones de PR INC. G PO Box 4846 San Juan, PUERTO RICO 00936 Venezuela: Salvat Editores Venezolans, S.A. Gran Avenida ~ Edificio Arauca - CARACAS Tras explotar sus pafioles centrales, el acorazado Fuso se partié en dos, y otros 3 destructores quedaron definiti- vamente dafiados. Aunque tocado, el acorazado Yamashiro, buque insignia de Nishimura, continué su curso y seguido por el crucero Mogami penetré en el golfo de Leyte. A las 3 horas y 53 minutos los 6 acorazados del contraal- mirante G.L. Weyler, que le intercepta- ban el paso, abrieron fuego, y 15 minu- tos después habfan descargado sobre la escuadra japonesa 285 proyectiles de mm y de 406 mm. El Mogami logr6 dar media vuelta, pero el Yamashiro zozobro y se fue a pique a las 4 horas 19 minutos, con su tenaz almirante y la casi totalidad de su tripulacién. En aquel momento aparecié Shima, que seguia a Nishimura a 50 km de dis- ancia. No tuvo gran dificultad para hacerse una idea exacta de la situacién, y alas 4:horas y 25 minutos decidié replegarse “temporalmente”. Durante su retirada sufrié el ataque de las lan- chas torpederas y, a partir del amane- er, el de los aviones de la 7.* flota, de modo que, de los 19 buques japoneses aventurados en la ratonera, sélo 2 sobrevivieron (uno fue el viejo destruc- tor Shigure, tantas veces a punto de sucumbir en aguas de las Salomén). En cuanto al contraalmirante Oldendorf, director de este drama en tres actos, computé 39 muertos y 114 heridos. Kurita vuelve a la carga A bordo de su cuartel general flo- tante en el Wasatch, Kinkaid y su Estado Mayor apenas habjan tenido tiempo de alegrarse de su victoria noc- turna en Surigao cuando recibieron la desconcertante novedad de que, junto a la isla de Samar, el Task Group 77.4, formado por 16 portaaviones de escolta y 21 destructores y al mando del con- iraalmirante Thomas L. Sprague, com- Ya tiempos. A ti de 1944 ta axtensi¢n, 4 las posesiones japonesas fa todavia considerable, ¥ planteaba 2 la ofensiva Americana problemas sin procodentes. opinion publica do eses diicultades, 161 162 leat” despegando ‘cublerta del "Lexington batia contra una importante fuerza japonesa. Ahora bien, cuando Kinkaid habia preguntado a Halsey a las 4 horas y 12 minutos: «{Custodia la TF 34 el estrecho de San Bernardino?», Halsey le habia respondido inmediatamente: «No. La TF 34 esté con los grupos aeronavales que hacen frente enveste momento a los portaaviones ene- migos» (35). La agrupacién de Kurita, mucho menos deteriorada de lo que Halsey suponfa, volvia al ataque a una veloci- dad media de 20 nudos (37 km/h). Las noticias de la catstrofe ocurrida a Ni- shimura no la habian disuadido de alcanzar el golfo de Leyte hacia las 11 horas y destruir alli todo lo destruible. El 25 de octubre a las 6 horas y 58 minutos cayeron las primeras granadas sobre la subagrupacion del Task Group 77.4 (contraalmirante Clifton A.F. Sprague) m4s cercana a los japoneses. Si la guerra obedeciese solamente a los datos numéricos que caracterizan el armamento, la derrota americana hubiera debido ser rapida y completa: ningin buque de Estados Unidos armaba cafiones de calibre superior a 127 mm, y los portaaviones de escolta se desplazaban a una velocidad maxima de 20 nudos. Kurita disponia de 33 pie- zas de 356, 406 y 457 mm en sus 4 aco- razados, de la artilleria media de sus 8 cruceros y de los torpedos de 15 des- tructores, y la més lenta de sus unida- des podia hacer 5 nudos (9,3 km/h) mas que la mis répida de su adversario. Pero la primera orden que dio a su escuadra («caza general») fue un error, porque le supuso la renuncia a toda accién de conjunto. Las dos horas mas gloriosas de la Armada americana En el campo contrario, la respuesta americana ante una situacién que la razon debla considerar matemitica- mente desesperada fue una demostra- cién de valor, sacrificio e iniciativa. Mientras los pequefios portaaviones de los dos almirantes Sprague se cubrian con cortinas de humo y se refugiaban donde podian, los destructores ameri- canos atacaron al enemigo a cafionazos después de lanzar sus torpedos. En el aire, los aviones del Task Group 77.4 multiplicaron las pasadas en falso des- pués de agotar sus proyectiles. En medio de tal confusién, los japo- neses no pudieron aprovechar su enorme superioridad numérica y mate- rial. El portaaviones Gambier Bay sucumbié bajo los impactos de 203 mm del crucero Chikuma, pero éste fue hundido, asi como su congénere el Chokai, por los bombarderos-torpede- ros del capitan de fragata R.L. Fowler. El destructor Johnston torpeded al Kumano, y a pesar de los impactos de 3 proyectiles de 356 mm continué la lucha hasta ver inutilizado el dltimo de sus cafiones; igualmente heroico fue el fin del Hoel y el del destructor de escolta Samuel B. Roberts. Sus sacrifi- cios no fueron vanos, porque el crucero pesado Suzuya también resulté torpe- deado. Para concluir, s6lo cabe la apro- bacién més absoluta a lo escrito por E.B. Potter y por el almirante Nimitz acerca del combate de Samar: «Aque- llas dos horas de resolucién, de espiritu de sacrificio y de triunfo, son las mas gloriosas de toda la historia de la Arma- da americana» (36). El contraalmirante Clifton A, Spra- gue describiria el final de la accién de la forma siguiente: «A las 9 horas y 25 minutos estaba _concentrado nica mente en las maniobras para evitar los torpedos, cuando of que un timonel gri- taba en la pasarela: “|Condenacién, muchachos! {Se van!”. No podia creer Jo que mis ojos vefan, y sin embargo veia cémo se retiraba toda la flota japo- nesa. Para convencerme me hicieron falta una serie de mensajes transmiti- dos por los aviones que volaban a nues- tro alrededor. Mi cerebro, absorto en la batalla, se negaba a admitirlo. Mi mayor esperanza hasta aquel momento habia sido Iegar a encontrarme nadando en el mar» (37). Kurita s6lo se proponfa reorganizar su dispositivo para volver al combate en mejores condiciones, pero, después de reflexionar, abandoné 1a partida y antes de la caida de la noche repas6 el estrecho de San Bernardino. De las explicaciones, mas bien confusas, dadas por él después de la guerra se deduce que creyé estar en presencia de la 38.* Task Force y que, habiendo hundido 3 6 4 portaaviones rapidos y varios cru- ceros, consideré su misién cumplida. Puede decirse que dejé de aprovechar una victoria muy importante, aunque probablemente la hubiese pagado con una derrota no menos terrible en un plazo de cuarenta y ocho horas. Los “‘kamikazes” entran en escena La retirada de Kurita no puso fin a las pruebas que habria de soportar el Task Group 77.4: pocas horas mas tarde el vicealmirante Onishi estrend contra la agrupacién americana la nueva arma de los kamikazes. Uno de ellos destruyé el portaaviones de escolta Saint-Lé, en tanto que otros 5 causaban dafios y averias a igual ndmero de buques de la misma catego- ria. La jornada de la batalla de Samar le habia costado a Thomas L. Sprague 5 barcos, 23 aviones, 1.130 marineros y aviadores muertos y 913 heridos. tras la explosion les japoneses “Prinoston’ las explosiones ternan con los incendie 6 La reconquiste de Luzén fue un éxito personal ‘do MacArthur, quien lark, le servi ide puesto provisional de observacion. Balance de la mayor batalla naval de la historia El 25 de octubre, a las 0 horas, el almirante Ozawa solo conservaba’29 cazas y bombarderos, mientras Halsey le perseguia con 10 portaaviones répi dos cuyos aviones, entre el amanecer y el creplsculo, realizaron 527 misiones en seis oleadas. La primera despegé a las 5 horas y 40 minutos: enconiré la forma: japonesa, que avanzaba hacia el norte para alejar a Halsey del golfo de Leyte, hundié el portaaviones ligero Chitose y dejé tan averiado al gran Zuikaku, que Ozawa pasé con su Estado Mayor a un crucero; la segunda incendié el Chiyoda, que quedé a la deriva. Hacia mediodia Mitscher lanz6 una tercera oleada de 200 aparatos (hacia las 14 horas y 14 minutos el impacto de tres torpedos echaria a pique al Zuikaku, nico superviviente de los 6 portaavio- nes que habian bombardeado Pearl Harbor). Una hora més tarde, aproxi- madamente, sucumbié el portaaviones ligero Zuiho durante el ataque de la cuarta oleada. EI éxito qued6 mediatizado porque Halsey no pudo negarse a la peticién de ayuda, primero cifrada y luego con toda claridad, de Kinkaid: a las 8 horas y 48 minutos ordené al grupo MacCain el regreso hacia Leyte y, poco antes de las 11 horas, tras un comunicado de Nimitz, envié hacia el sur a la 34 Task Force y al grupo Bogan. La perse~ cucién se resintié con estas reduccio- nes, pero no antes de que los cruceros del contraalmirante DuBose concluye- ran con el Chiyoda a cafionazos y hun- dieran 2 destructores de la agrupacién Ozawa (ésta perdié también el crucero Tama, pulverizado por un haz. de torpe- dos del submarino Jallao). En cuanto al viccalmirante Lee, que no habia podido disparar los 406 mm de su linea de batalla contra los acora- zados-portaaviones Ise e Hyuga de la agrupacién Ozawa, s6lo encontré para “calmar su sed belicosa” al destructor Nowaki, ante el estrecho de San Ber- nardino y ya hacia medianoche. Asi concluyé la’ mayor batalla naval de la historia. En ella se emplearon 244 buques de ambos bandos, con un arqueo total de 2.014.890 tm (en el combate de Jutlan- dia las 254 unidades que se enfrenta- ron, al mando de los almirantes Scheer y Jellicoe, s6lo habia desplazado 1.616.836 tm). En Samar se perdieron 32 buques, distribuidos entre ambos adversarios de la forma siguiente, en nimero y categorfas: “Americanos ‘Acorazados = Portssviones | 4 1 Portaaiooes | deescolta | — 2 Comer | 10 Destructores | 9 : rece Ma ote leeks Tonelaje | 306.000 | 37.000 Las cifras demuestran sin mas comentarios la aplastante derrota sufrida por el pabellén del Sol Naciente, a pesar de que, al precio de un sangriento sacrificio, el vicealmi- rante Ozawa cumpliera brillantemente la misién de cebo que se le habia enco- mendado. Sin ninguna duda, Kurita no supo aprovechar la situacién determi nada por la maniobra de Ozawa, aun- que deba admitirse en su descargo que la catastrofe del Musashi —al que se consideraba insumergible—, después del naufragio del Atago, dificilmente pudo animarle a un ataque a fondo. En el campo contrario, es evidente que la directiva firmada por Nimitz abrié a Halsey una valvula para dar rienda suelta a su temperamento noto- riamente impulsivo. Con su caracteri tica ecuanimidad, Samuel Eliot Mos son menciona como epilogo a In des- cripcién de este episodio y a las contro- versias que origind, este pasaje de un viejo manual americano titulado Sanas decisiones militares: «En el mar, los malentendidos son normales y los erro- res frecuentes. Las informaciones, casi siempre incompletas, suelen ser impre- cisas y con frecuencia pueden inducir a conclusiones erréneas» (38). Yamashita queda bloqueado en F Interrogado al dia siguiente de la capitulacién por una comisién investi- gadora americana acerca de las conse- cuencias de la batalla, el almirante Yonai, ministro de Marina en el gabi- nete del general Koiso, respondi «Nuestra derrota en Leyte significé la pérdida de las Filipinas, y ésta el fin de nuestros recursos» (39). En efecto, Yamashita se encontraba practicamente bloqueado en el archi- piélago, y s6lo con gran dificultad podia transportar sus tropas de una isla a otra, en tanto que su adversario tenia perfecta libertad de movimientos y dis- ponia de abastecimientos casi ilimita- dos. Sin embargo, a pesar de su cre- ciente superioridad en medios humanos y materiales —tan creciente como el vo- lumen de pérdidas japonesas—, MacAr- THOMAS C. KINKAID Thomas Cassin Kinkaid nacié en Hanover (New Hampshire) en 1888. Contraalmirante en 1941, un mes antes de Pearl Harbor, Kinkaid combatié en la flota del Pacifico y, com su por- taaviones Enterprise, participa en las grandes batallas del mar del Coral (mayo 1942) y de Midway (unio 1942). Dos meses mds iarde entré en combate en Guadaleanal y se distin- guid en las batallas de las islas Salomén y de las Santa Cruz, atcendiendo a vicealmirante en 1943. Tras expulsar a los japoneses de las Aleutianas, asumié en mando de la 7.*flota en ‘apoyo de los desembarcos del general MacAr- thur en el Suroeste del Pacific Fue encargado del atague a Filipinas y par- ticipa on la batalla de Leyte (25 de octubre de 1944), aniguilando a la escuadra japonesa cuando ésta intenté atravesar el esirecho de Surigao. Almirante en abril de 1945, Kinkaid desem- barcé en Corea y recibié, junto con Hodges, la capitulacin japonesa en Setl. En enero’ de 1946 asumiria el mando de la Eastern Sea Frontier y de Ja Atlantic Reserve Fleet. Falle- id en 1972. linas decenas de metros. 165 166 “ thur no utilizé en las Fi método del martillo pilén, y demostré en la “abundancia” de efectivos las mismas cualidades tacticas desplega- das en la “indigencia”, durante su campaiia de Papuasia, Si se piensa que la reconquista de las Filipinas necesité de 38 operaciones anfibias, ningin otro comentario podria ser mas elogioso que los de los aviadores de MacArthur, los generales G.C. Kenney y E.P. Whitehead, y los de sus marinos, los almirantes R.C. Kinkaid y D.E. Barbey. En los dias siguientes al desembarco de Leyte fueron casi 50.000 los japone~ ses que lograron pasar a esta isia, cuya defensa asumié “sin idea alguna de repliegue” el 35.° Ejército nip6n (gene- ral Sosaku Suzuki); pero el 6.° Bjército americano dispondrfa de unos 101.000 hombres el 12 de noviembre y de mis de 183.000 el 2 de diciembre. Ademés, MacArthur aplicé a Yariashita uno de sus golpes caracteristicos: el 7 de diciembre su 77." D.I. desembarcé sor- presivamente en el golfo de Ormoc, en la costa occidental de Leyte. “Apufiala- do” por la retaguardia, el 35.° Bjército vacilé, y luego se derrumbé: «Estoy agotado. No tenemos nada para comer. El enemigo est ahora a 500 m de noso- tros. Madre, querida esposa, hijo mio: os escribo ala luz de una vela. Nuestro fin se aproxima. {Cuil sera el futuro de Japén si esta isla cae en manos del ene- migo? Nuestra aviacién no ha acudido; tampoco el general Yamashita. Cientos de soldados japoneses aguardan, pali- dos, una muerte gloriosa. Es la repeti- cién de lo ocurrido en las Salomén, en Nueva Georgia y en las demés islas. gHasta qué punto esti dispuesto el pueblo japonés a librar su tltima bata- Ila con’ voluntad de vencer?» (40). ‘Asi se expresaria en su iiltima carta un soldado japonés de la 1." D.I. poco antes del 26 de diciembre, fecha en que cesaron los combates por falta de combatientes nipones (perecieron 80.577 y s6lo se entregaron 828 prisio- neros). El 6.° Ejército americano, que comprendia en aquellos momentos los efectivos de 7 divisiones, sufrié la pér- dida de 3.508 muertos y 12.076 heridos (dos tercios levemente) hasta su relevo €l 26 de diciembre por el 8.° Ejército, MacArthur “corta’”’ en dos el archipiélago MacArthur prosiguié su ofensiva sin aguardar el fin de las operaciones de “limpieza” de Leyte. Para ello amag6 sobre Panay y Negros, y cuando ‘Yamashita se disponia a repeler la ame- naza, el destacamento combinado del brigadier-general O.W. Dunkel desem- bareé —sin perder un solo hombre— en Mindoro, el 12 de diciembre. De este modo, los americanos dispusieron a partir del 23 de diciembre de una isla que les permitia extender el radio de accién de su aviacién tictica no sélo hasta Manila, sino incluso hasta el golfo de Lingayen. Ademés, la accién corté en dos el archipiélago, y torné ain més precarias las comunicaciones entre Japon y las islas holandesas. El golfo de Lingayen, donde habia tenido lugar el 22 de diciembre de 1941 el pri- mer desembarco japonés en la isla de Luzén, fue el siguiente objetivo de MacArthur. Para este ataque subordin6 al 6.° Ejército el 1. C.E. (mayor-gene- ral Innis W. Swift) y el 14° CE. (mayor-general Oscar W. Griswold), que encuadraban las 6° y 43." D.L. (1. CE) y las 37 y 41" DL (14° CE), con medios de apoyo y transporte pro- porcionados por Ia 3." y la 7.* fuerzas anfibias. El 9 de enero de 1945, tras una campaiia de engafio destinada a persuadir a Yamashita de que la inva- sin de Luzén se haria desde Mindoro, los americanos desembarcaron sin otra oposicién que algunos disparos de mor- tero, y durante la semana siguiente avanzaron 45 km sobre la ruta de Manila a costa de tan s6lo 900 bajas (250 muertos). El cuerpo de kamikazes organizado por el vicealmirante Takijiro Onishi lograrfa un cierto nimero de victorias contra la 7." flota americana en aquellas aguas relativamente estrechas. El 12 de diciembre, durante la operacién contra Mindoro, uno de ellos caus6 tales ave~ rias al crucero Nashville, que le obligé a retirarse con 131 muertos y 158 heridos a bordo (entre ellos el contra- almirante A. D. Struble). Entre el 1 y el 31 de enero, no menos de 54 buques americanos y australianos su- frieron dafios debidos a estos “ata- ques por percusién”, como los denomi- naban los japoneses, pero, aparte del portaaviones de escolta Ommaney Bay y de otras 2 unidades de escaso tone- laje, los demas buques sobrevivieron. No obstante, el 6 de enero el teniente- general sir Herbert Lumsden, oficial de enlace britinico ante MacArthur, pere- ceria en la pasarela del acorazado New Mexico. Notas liograficas (1) La segunda Guerra Mundial. Tomo VII. Ed. Salvat, 1979, pigs. 265-273. (2) Caidin, Martin: Objectif Tokyo. Paris, Pre- sses de la Cité, 1962, pag. 36. El pérrafo fue subrayado por el autor. (3) Inoguchi, Rikihel; Nakajima, ‘Tadashi: Alerte! Kamikaze! ‘Paris, Editions France- Empire, 1956, pig. 325. El viento divino. Bd. Leru S.A. (4) Potter, E.B.; Nimitz, Ch. W.: La guerre sur 1a mer (1939-1945). Paris, Payot, 1958, pag. 1. La gran guerra en el mar. Ed. Herrero S.A, (3) Hashimoto, Mochitsura: Les sous-marins due Soleit levant (1941-1945). Paris, Presses de Te Cité, 1955, pag. 291 (6) Ibid., anexo TL. (7) Morison, Samuel Eliot: History of the United $ States naval operations in World War IL ‘Tomo VII. Aleutians, Gilberts and Marshall Giune 1942-april 1944). Boston, Little Brown and Company, 1964, pag. 70. (8) Potter, E-B.; Nimitz, Ch. W.: op. cits. pég. 336, (9) Pratt, Fletcher: La reconguéte du Pacifique par les Marines américains, Paris, Payot, 1951, pigs. 129-144 (10) Morison, S.E.+ op. cit. Tomo VII. Pag. 349. (11) Pratt, Fe: op. cit., pag. 137. (12) IBid.; pag. 141 (13) Morison, $.E.: op. cit. pag. 331 (14) Morison, S.E.: op. cit. ‘Tomo VII. New Gui- nea and the Marianas (march 1944-august 1944). Boston, Little Brown and Company, 1953, pag. 9. (15) Leckie, Robert: Les Marines dans la guerre du Pacifique (1942-1945). Paris, Robert La- font, 1965, pag. 254. (16) MacArthur, Douglas: Mémories. Paris, Pre- sses de la Cité, 1965, pag. 137. Memorias. Ed. Caralt, Barcelona, 1966, (17) Bbid., (18) Willoughby, Charles; Chamberlain, John: Le vaingueur du Pacifique. L'épopée MacAr- thur (1941-1951). Paris, Amiot-Dumont, 1955, “pig. 161. MacArthur. Barcelona, AHR, 1957. (19) Morison, S.E.: op. cit. Tomo VIII. Pag. 216. (20) MacArthur, Douglas: op. cit, pig. 156. (21) Morison, S.E.: op. cit. Tomo VIII. Pags. 232-233, (22) Ibid, p (23) Potter, E. 371, (24) Fahey, James: Journal d'un marin du Pacifi- que (1942-1945). Paris, Editions Denoe!, 1965, pags. 157-158. (25) Potter, E.B.; Nimitz, Ch. W 408, (26) Giuglaris, Marcel: La Japon perd la guerre tu Pacifique. Paris, Arthéme Fayard, 1958, pig. 318. Japén pierde la guerra del Pacifi- co, Ediciones Cid, Madrid, 1960. (27) Morison $8. B.: op. cit. Tomo XII. Leyte Giune 1944-january 1945). Little Brown and Company, Boston, 1958, pig. 66. (28) Potter, E-B.; Nimitz, Ch.W.: op. cit, pig 390, (29) MacArthur, Douglas: op. cit, pig. 140 30) Morison, S.E.: op. cit. Tomo XII. Pig. 12. GY) bid, pag. 18. (32) MacArthur, Douglas: op. cit., pég. 151 33) Morison, S.E.: op. cit. Tomo XII. Pig. 67. G4) Ibid., pig. 198, 3) Potter, E-B.; Nimitz, Ch.W.t op. cit, pig 418. (36) Tid, pig. 431 37) Morison, 8.B.: op. cit. ‘Tomo XI. Pig. 288 (38) Tbid., pig. 337. (39) Ibid, pig. 338. (40) Marshall, George C.: La victoire en Europe et dans le Pacifique. Paris, Editions Berger- Levrault, 1947, pég. 107. 243. Nimitz, Ch. W.: op. cit., pig op. cit., pag. (sélo 250 muertos) 167 Capitulo 70 La derrota de Japon Las operaciones del “South-East Asia Command En comparacién con la ofensiva de Nimitz y Macarthur en el Pacifico du- rante 1944, las operaciones del South- East Asia Command, a las érdenes del vicealmirante lord Louis Mountba- tten, serian més bien modestas, al verse perjudicadas por las divergencias entre Winston Churchill y sus jefes de Estado Mayor, y porque el desembarco aliado en Anzio, primero, y luego el de Provenza absorbieron gran parte de los ingenios anfibios destinados a ellas, en principio, por el alto mando estadouni- dense. Simultneamente al desembarco de MacArthur en Hollandia, la Eastern Fleet descargé el 19 de abril un primer bombardeo aéreo y naval sobre Sabang, en el extremo noroeste de Sumatra, repetido el 25 de julio (durante aquel dia el acorazado Richeliew lanzé 80 proyectiles de 380 mm en un cuarto de hora); después pas6 del mando del almirante Somerville al de sir Bruce Fraser, y bombarded el 15 de octubre las instalaciones japonesas de las islas Nicobar. Lo que se pretendia con estas acciones ofensivas era completar una maniobra de diversién en beneficio del desembarco de Leyte. ities Slim rechaza el ataque del 15.° Ejército nipon En Birmania, el general Slim tenia a sus érdenes el 14." Ejército britinico, compuesto por 3 cuerpos de ejército, una docena de divisiones y las fuerzas chinas de su camarada esiadounidense Stilwell. Pero, aunque inferiores en numero y hostigados a retaguardia por la guerri- lla aerotransportada del general Win- gate, no por ello perdieron los japoneses Ia iniciativa de las operaciones. El 22 de marzo de 1944 su 15.° Ejército (general Mutaguchi) franqueé la frontera entre Birmania y Assam (India), con el pro- pésito de atacar los aerédromos del valle del Brahmaputra que utilizaban los americanos para abastecer a sus alia- dos chinos. Sir William Slim, dadas las dificulta- des del avance por la jungla, no espe- raba una ofensiva de semejante impor- tancia, y su 4.° CE, (teniente-general sir Geoffrey Scoones) padeceria durante semanas una situacion delicada en las afueras de Kohima y en Imphal, una cercada y la otra violentamente atacada por ios japoneses. Pero, una vez repuestos de su sorpresa, los ingle- ses consiguieron refuerzos mas rapida- mente que sus adversarios gracias, 2, General Stilwel (soe Vinagre' comandante en jefe amoricano {el teatro de operaciones Indo-chino-birmano. <<. Suprema hum os ofl ‘gue no han © podido eviar ‘et cautiveri: Sopositar sobre el polvo ‘sur sables de samurai cién iaponeses ido ® El acorazado francés froma a las costes, do Sumatra. Le precede ft "Queen Elizabeth 169 Portaaviones japonés Taiho Armamento: 12 catones A.A. e100 mm (Il) y 65 calibre 4e longitud, 51 eahones A.A. {de 25:mm {ill 17) Y hasta 83 aviones = Dperacionales. Blind) 1, 60. mm (arta altura do los moto ¥'150 mm (en fos paroles %be explosivor y municiones) Puente, 98 mm: platatorma {de los montacargas. 52 Tm. Velocidad: 33 nudos {con los 160.000 CV {de sus motores) ‘Autonomia: 10.000 millas ‘marinas 2-18 rudos Yeon 6.700 tm do municione Estora: 253 m. Manga: 27,70 m. Calado: 9,60 Cubierta de vuclo: 257,50 x 30 m. ‘ripulacion: 1-751 hombres Botado of 7-V-1983 y armado 7-Il-1984, esto portaaviones {fue el primero construldo fn Japon con cublerta fe vuelo biindada ‘capaz de resistr bombas do hasta 450 ke. Desplazamionto: 29.300 tm | | I Portaaviones ligero americano Independence [CVL 22) Desplazamiento: 11.000 tm (18.800 tm a plena carga. ‘Armamento: 26 cafones Bofors A.A. ‘46.40 mm {IV «2; I 9) 28 aviones operacionales. Biindaje: lateral do. 76 0 127 mm. Velocidad: 31.6 nudos {con tos 100.00 CV de sus motores) ‘Autonoma: 11-000 millas marinas @ 18 dos: 181800 millas marinas 18 25 nudos. Eslora: 188,90 m, Manga: 18,75 m (casco) do 18.0 21'm on la cublorta Calado: 5.20 m. ‘Tripulacién: 1.569 hombres. Botado ol 22-VIll-1942, Independence fue ‘do una rie. do nue ‘ordanados inicalmente ligeros durante su conetruccién, Mientras ot general Krueger y su 6." Ejercito Timpinban’” Luzon, ol 8 Ejercito americano Eichelberger iberarien Panay, Cabs, Bohol Negros y Tawl-Tawi 172 sobre todo, al transporte aéreo. La intervencién del 33.° C.E. (teniente- general sir Montagu Stopford) les per- mitié no s6lo resistir, sino pasar ademas al contraataque, de forma que, a finales de junio, Mutaguchi hubo de replegarse hacia la espesura. Tras él quedaron 50.000 muertos y la casi tota- lidad de su material, pero los 40.000 muertos y heridos del 4." C.E. y del 15.° C.E. supusieron también un elevado coste para la victoria briténica. Stilwell restablece la comunicacién con China Por carretera Las fuerzas chino-americanas del general Stilwell, que operaban a partir del Ledo por ‘los valles boscosos y escarpados de la alta Birmania, ocupa- ron el 3 de agosto el importante centro de Myityima, cabeza de puente sobre la orilla oriental del Irawaddi y, sobre todo, una vez realizados ciertos trabi jos de acondicionamiento, base para restablecer la comunicacién con China por carretera. EI problema quedé resuelto el 24 de enero de 1945, pero “Joe Vinagre” —como le llamaban sus hombres— no pudo aprovechar este éxito estratégico porque el 28 de octubre precedente habia sido lamado a Washington. El destacado militar y notable organizador no sdlo se entendia mal con lord Mountbatten —y, en general, con los que él apodaba’ Rosbifs—, sino que mantenia_ pésimas relaciones con Chiang Kai-shek; el Pentégono no podia dejar en Chungking al hombre que, tras comunicar una amonestacién del presidente Roosevelt al generali- simo chino, habja rimado al salir de la audiencia estos ripios vengativos: «Largo tiempo esperé la venganza, y por fin me la da el presidente. Ahora empiezo la danza. {Pum!, toma en el ojo, Cacahuete» (1), a los que seguian otras cuatro estrofas del mismo estilo. Las operaciones de 1944 en Birma- nia hicieron presagiar 1a aplastante derrota que el Ejército japonés sufriria en aquel mismo escenario un aio des- pués, tanto mas si se tiene en cuenta que a los nipones les era cada vez més dificil el envio regular de fuerzas y abastecimientos. Reorganizacién naval y escaramuzas en el Pacifico El primer ministro britinico deseaba ardientemente asociar a la Royal Navy a la ofensiva final contra Japon y, con ocasién de la conferencia de Quebec, en septiembre de 1944, obtuvo la aproba- cién americana en este sentido. La British Pacific Fleet, constituida a tal fin y reunida en la rada de Trincoma- lee, partié el 16 de enero de 1945 hacia Sydney. Bajo el mando de sir Bruce Fraser, comprendia 4 grandes porta- aviones del tipo Illustrious, los 2 acor: zados Howe y King George V, 5 cru- Eastern Fleet, convertida con la reorg: nizacién en la East Indies Fleet, qued6 a las drdenes del vicealmirante sir Ar- thur Power, con el acorazado Queen Elizabeth, el crucero de batalla Renown, 4 portaaviones de escolta, 9 cruceros y 24 destructores. Como no se prevefa en Europa nin- guna operacién anfibia a finales de ceros y una docena de destructores. La otofio de 1944, los viejos acorazados americanos que habian apoyado con sus cafiones de grueso. calibre los desembarcos en Normandia y en Pro- venza, fueron enviados a reforzar las unidades anfibias del Pacifico, sin olvi- dar que, en todas las categorias navales, las Task Forces con el pabellon de Estados Unidos se completaban ince- santemente con nuevas unidades recién construidas. Tras el Trafalgar de 1944 que fue la batalla de Leyte, el Almirantazgo japo- nés quedé incapacitado para afrontar un nuevo choque de envergadura en el mar, mientras los submarinos america~ nos continuaban atacando y le infligian sensibles pérdidas y el nivel de las reservas de combustible niponas des- # cendia continuamente. El 21 de noviembre de 1944 el Sealion II hizo que ios zapadores ‘tmericanoe construyeren Uniria Lado, sérmino ferrocs ‘de: Assam, con Ia ruta ‘do Birmania < El general Stell 173 2 La fébrica de motores ¥ aviones Mitsubishi 174 ‘ital mutica (capitan de fragata T. E. Reich) echaria a pique el crucero de batalla Kongo en el estrecho de Formosa, El dia 27 el enorme portaaviones Shinano sucum- bi6 al zarpar de Tokio, bajo el haz de torpedos lanzados por el Archerfish (capitan de fragata J. F. Enright): el buque japonés, de 65.000 tm y cuya cubierta de vuelo media 300 m de lon- gitud, era un superacorazado transfor- mado de la clase Yamato, y no estaba terminado por completo cuando sufrié su terrible encuentro con el submarino enemigo, circunstancia que explica su suerte a s6lo veintidés horas de su bo- tadura. Bombardeo de las ciudades japonesas A partir de mediados de noviembre, la 20." Air Force, directamente supedi- tada al Pentagono y con base en Guam, ‘Tinian y Saipan, lanzé sus escuadrillas de “‘superfortalezas volantes” B 29 al ataque de los centros industriales japo- neses. El 3 de diciembre Tokio sufrié su cuarto bombardeo, y antes del 1 de febrero fueron bombardeadas también las ciudades de Yokohama, Nagoya, Osaka y Kobe. El mayor-general Masa~ take Okumiya referiria los resultados de la forma siguiente: «Nuestras fabri- cas quedaron muy dafiadas: las bombas explosivas ¢ incendiarias destruyeron las maquinas, destrozaron las estructu- ras metélicas, incendiaron muchos edi- ficios y mataron a centenares de obre- ros. Las fabricas de aviones y motores Mitsubishi en Nagoya, la fabrica Kawasaki de motores en Akashi, al este de Kobe, y Ia de Nakijima en Ohta, al noroeste de Tokio, sufrieron grandes dafios. Cada una de ellas era un centro vital de produccién aerondutica para el ejército y para la marina, y los ataques de los B 29 provocaron una muy sensible reduccién de la produc~ cidn» (2), Con todo, la cifra de 28.180 aviones construidos por Japén durante 1944 s6lo era una fraccién de la produccién aerondutica americana. En esas condiciones, las fuerzas armadas del Mikado estaban lisa y Ila- namente obligadas a permanecer a la defensiva, sin otra esperanza que llegar a infligir'al enemigo pérdidas lo bas- tante importantes como para disuadirlo de profundizar su ventaja. Es sabido cual fue el resultado en iiltima instan- cia: esta tactica de disuasién podia ser eficaz si la practicaba una pequeia potencia, como por ejemplo Finlandia, pero carecia de sentido al tratarse de una gran potencia como el Imperio nip6n, a la que —segiin sus enemigos— era esencial destruir su aparato militar. MacArthur en Manila En Ia isla de Luzén, apenas reco- brado Yamashita del sorpresivo desem- barco de 2 cuerpos de ejército en el golfo de Lingayen, se encontré de nuevo desbordado por la izquierda por otra operacién anfibia de su astuto adversario. El 29 de enero el 11.° CE. (mayor-general C. P. Hall: 38." D.L) desembarcé sin perder un solo hombre en Olongapo, en la peninsula de Bataan, y cuarenta y ocho horas mas tarde la 11." D. paracaidista (mayor- general J. M. Swing) tomé tierra en la zona sur del estrecho que comunica la bahia de Manila con el Pacifico. Esta maniobra decidiria la suerte de Manila, capital de Filipinas, en la que el 4 de febrero MacArthur entr6 triunfal- mente. No se trataba s6lo de un obje- tivo de prestigio: ante todo se trataba de rescatar lo antes posible del cautive- rio a los miles de prisioneros militares internados civiles detenidos en condi- ciones atroces por los efimeros vence- dores de 1942. Porque los campos de concentracién de Tojo no eran mejores que los de Hitler, como lo demuestra la descripcién recogida en sus Memorias por el libertador de las Filipinas: «En cuanto fue posible, me dirigi a los cam- pos de concentracién. Durante mi larga vida he visto muchos especticulos emocionantes, pero jamas he asistido a una escena tan dolorosa como mi pri- mera visita al campamento de Santo Tomis, inmediatamente después del bombardeo. A mi llegada, sus ocupan- tes, en lamentable estado y medio muertos de hambre, lanzaron gritos de alegria. Me vi arrinconado contra la pared por centenares de aquellos des- graciados, con sus caras cubiertas de lagrimas. Parecfan utilizar sus Gltimas energias para abrirse camino hasta mi y apretar mi mano. Un hombre me estre~ ché entre sus brazos, puso su cabeza sobre mi pecho y empez6 a sollozar inconteniblemente. Una mujer hara- pienia, que debia haber sido muy her- mosa, elevé su nifio por encima de las cabezas de los demas y me pidié que lo tocara. Lo cogi en mis brazos, y me impresioné su expresién de embruteci- miento raquitico. Todos Iloraban y 175 Inauguracion de le ruta de Stilwell. ol 4 {4e 1946 fue recibiao Solemnemente el primer convoy entre Namkam y Kuen-Ming, reian, mientras intentaban darme las gracias a la vez. Me besaban, me cogian de las ropas. Constituye para mf un maravilloso recuerdo: por primera vez no era un hombre que mataba a otros hombres, sino un salvador» (3). Liberaciones en cadena El_28 de febrero Ia caida del islote fortificado de Corregidor, cuyos tlti- mos defensores perecieron haciendo volar sus propias trincheras y refugios, proporcioné a los americanos el libre uso del puerto de Manila: a pesar de las minas y de las destrucciones practic: das por los japoneses, en marzo estaria ya listo para descargar 50.000 tm, y 90.000 tm en mayo. La maniobra que se acaba de describir redujo a los defensores a los macizos montafiosos del norte y del sur de Luzén, de modo que el 30 de junio todos los puntos de interés estratégico y econémico de la gran isla se encontraban en manos de los americanos. Estos habian sufrido, a partir del desembarco de Lingayen, 8.297 muertos y 29.557 heridos, frente a los 124.000 cadaveres enemigos Mientras el general Krueger y su 6.° Ejército “limpiaban” Luzén, el 8.° Ejér- cito americano y el teniente-general Eichelberger liberaron sucesivamente las islas de Panay, Cebu, Bohol, Negros y Tawi-Tawi. El 10 de marzo, su 41." D.L. (mayor-general Jens Doe) conquis- taba en Zamboanga una primera cabeza de puente en la isla de Minda- nao; después, una serie de operaciones anfibias, eficazmente secundadas por los guerrileros filipinos del coronel Fer- tig, permitieron a su 10." C.E. extender su dominio hasta los puertos de la costa meridional, y rechazar hacia la jungla los restos de las 2 divisiones enemigas que el general Tomochika rindié el 7 de septiembre. EI 1. C.E. canadiense, a las 6rdenes del teniente-general sir Leslie Mors- head, antiguo defensor de Tobruk, atacé durante este periodo Borneo, con el apoyo de la 7." fuerza anfibia. El 1 de mayo una brigada desem- barcé en Ia isla de Tarakan, cuyos pozos de petréleo constituian un obje- tivo de primordial importancia. El 10 de junio la 9.° D.I. (mayor-general G. F. Wootten) hizo lo propio en Brunei, centro de los establecimientos malayos que en otro tiempo habia controlado la Corona britinica, sobre la costa noroeste de la isla de Borneo. Luego, la 78 fuerza anfibia franque6 el estrecho de Macassar y, el 1 de julio, la 7.* D.I. australiana (mayor-general E. J. Mil- ford) desembared en Balikpapan, otro centro importante de explotacién pe- trolifera. Ante la facilidad de estas conquistas, que revelaba el agotamiento de la resis- tencia japonesa, MacArthur quiso explotar su victoria dirigiéndose hacia el suroeste y liberar Java del dominio japonés, pero choe6 contra el veto abso- luto de Washington, interpretado por él como «una injerencia politica en un problema fundamentalmente militar» Lo cierto es que la decisién del presi- dente Truman habia de determinar que 100 millones de infortunados indone- sios padecieran durante veinte afios la dictadura férrea, incapaz y corrompida de Ahmed Sukarno. Douglas MacArthur habia liberado Filipinas en nueve meses de campaiia, tras utilizar 17 divisiones para aniqui- lar 23 del adversario. Su conclusién de este éxito seria sencilla: «La lave del éxito fue la perfecta coordinacién en el empleo de las tres armas —terrestre, naval, aérea— en una estrategia “trifi- bia’’» (4). El asalto a lwo Jima Pero no puede considerarse correcto el paralelismo de MacArthur entre sus operaciones y las del almirante de la flota Chester W. Nimitz. Los tres meses de ofensiva que dieron a los am ricanos las islas de Iwo Jima y Oki nawa, costaron realmente mas vidas humanas que los tres afios de campaiia de MacArthur desde Port Moresby hasta Tokio, pero el problema no es tan sencillo. La ofensiva indirecta que MacArthur practicé con gran destreza (atacar al enemigo donde no estaba) no se puede aplicar a todas las situaciones bélicas. En algunos casos, el jefe que disfruta de fa iniciativa esta obligado al costoso procedimiento de un ataque frontal —como Eisenhower ante la costa de Normandia, o Patton ante el Westwall— para volver a maniobrar una vez que el dispositive enemigo queda dislocado. Era el caso de Iwo Jima, pequefia isla del grupo de las Voleano a mitad de camino exactamente (1.200 km) entre Saipan y Tokio. En manos de los japo- neses, constituia una valiosisima avan- zadilla estratégica que permitia a sus aviones despegar desde sus dos aeré- dromos e interceptar, a la ida o a la vuelta, las formaciones de ‘‘superforta- lezas volantes” que sembraban el fuego y la destruccién en las grandes ciudades del Imperio. En manos americanas, sig- nificaba la posibilidad de escoltar con cazas a los bombarderos, y proporcio- narles adem4s un punto donde repostar © ser reparados, si las averias sufridas durante sus misiones les impedian regresar hasta sus bases de partida en Jas Marianas. Un objetivo tan vital no podia haber escapado a la atencién del mando japo- demostraria| ‘on 1945, su particularmente enérgico, el general ‘adamichi Kuribayashi, y a una guar- nicién de 21.000 hombres, cuyo ele- mento esencial era la 109." D.I. Kuri- bayashi mantuvo a sus hombres “pala en mano” durante meses, de forma que el dia del asalto habfa enterrado mis de 150 piezas de calibre superior a 75 mm (entre ellas 12 morteros de 320 mm que disparaban un proyectil de 300 kg), y convertido Iwo Jima en un verdadero hormiguero formado por unos 1.500 abrigos ‘subterrineos, comunicados en su mayor parte mediante galerias. B: facil comprender, por lo tanto, por qué Nimitz y Spruance pensaron que la isla no estaba fuertemente defendida de: pués de examinar las fotos aéreas. 26 de enero a medianoche Spruance y el Estado Mayor de la 5.* flota procedieron a relevar durante cua- tro meses a Halsey y al Estado Mayor de la 3." flota. Gon su insignia izada en el crucero Indianapolis, Spruance par- tié de Ulithi el 10 de febrero con 16 portaaviones, 9 acorazados y crucer de batalla, 14 cruceros y 77 destructo- res. El dia 16, a menos de 300 km de Tokio, envid ‘su aviacién embar- cada al asalto de diversos objetivos industriales en los alrededores de la capital, y luego se reunié cerca de Iwo Jima con la 54° Task Force encargada de desembarcar al 5.° C.E. anfibio (mayor-general Harry Schmidt). Durante tres dfas, 5 viejos acorazados y numerosos cruceros lanzaron millares de toneladas de proyectiles sobre todos los objetivos que pudieron descubrir pero sin conseguir acallar por completo el fuego enemigo. EI 19 de febrero, hacia las 9 horas, la primera oleada de las 4." y 5.* D.I. de Marines, a las érdenes, respectiva- mente, de los mayores-generales C. B Cates y K. E. Rockey, desembarcaron en el suroeste de la isla, en un frente aproximado de 3 km; al anochecer sdlo habian podido avanzar unos centenares de metros, y el tiro enemigo dificultaba el desembarco del material. Veinticua- tro horas mas tarde las 2 divisiones no habjan logrado aleanzar sus objetivos del “dia D”, y Harry Schmidt se vio obligado a utilizar su reserva flotante, constituida por la 3.* D.I. de Marines (mayor-general G. B. Erskine). El dia 23 de febrero los Marines de la 4." D.L. se anotaron el primer tanto al lograr izar la bandera de Estados Uni- dos en Ia cima del voleén Suribachi, de unos 170 m de altura, pero hubieron de reducir mediante lanzallamas y explosi- vos los nidos de resistencia subterra- neos, desde los cuales los japoneses ametrallaban y cafioneaban a las tropas americanas que avanzaban hacia los dos aerédromos. El apoyo de los tanques con lanzalla- mas y de los bulldozers blindados per- mitié a los Marines superar la resisten- cia enemiga, aunque a un ritmo de 100 6 200 m por dia (en numerosos casos la tinica forma de acabar con los japone- ses consistié en “sellarlos” con explosi- vos —como decian los americanos— en sus casamatas). El 21 de marzo el heroico Kuribayashi transmiti el siguiente mensaje: «Desde hace cinco dias no tenemos nada para comer, ni para beber, pero nuestra moral de com- bate se mantiene alta y lucharemos con bravura hasta el iltimo hombre». El dia 24 concluy6: «A todos los oficiales y soldados de Chichi Jima, jadiés!» (5). El 5.° cuerpo anfibio necesité pues seis semanas para conquistar una isla voleénica de 9 km de longitud por menos de § km de anchura, y de sus 3 divisiones perdié, como minimo, la ter- cera parte de sus efectivos: 5.931 muer- tos y 17.272 heridos. Los americanos identificaron 20.703 cadaveres enemi- (0s y capturaron 216 prisioneros (las fras no incluyen numerosos japoneses quiz 2.000— que perecieron sepulta- dos en sus refugios). En el curso de la operacién, el portaaviones de escolta Bismarck Sea fue hundido por un kamikaze, y el Saratoga, victima de otro ataque suicida, sufrié tales averias que hubo de retirarse a Pearl Harbor para su reparacién. Bombardero japonés Mitsubishi Ki 67 Motores: 2 motores radiaies Armada Tipo 4 ‘Armame de 20 mm Tipo 1 (Ho-S). 2 ometraliadoras e'12.7 mm Tipo 1 (Ho-103) 5300 kg de bombas 9 un torpedo de 1.000 ko, En caso do misién suicida, podia embarcar tina carga explosive ‘do 2.800 kg Velocidad: 537 km/h {819.980 pies (6.600 m) Velocidad de ascons 19.685 pies (6.500 m) en 14 minutos y 30 segundos. ‘Altura maxima: 31.070 pies (9.400 ‘Autonomie: 4.200 km. 20 vaclo/con carga 8.630 kg/13.747 kg. Envergadura: 22,47 m. ‘Tripulacién: & hombres (soto 3.an caso ide misién sulci). 286 La segunda Guerra Mundial vista a través de los carteles Victory now you can invest in it! jAhora puedes invertir en Ia victoria! En realidad, la victoria presentada a los ciudadanos americanos como una excelente inversion, serfa pagada por los 61 pafses beligerantes a un precio tan elevado que nunca ha podido ser evaluado con precision. ‘Aunque las cifras no puedan expresar los sufrimientos, la miseria y la destruccién de los casi 110 millones de personas que tomaron parte activa en la guerra, no es ocioso recordar que, tas estimaciones de 25 a 40 millones de vidas humanas y que los gastos militares alcanzaron el billén de délares.

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