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carlos fernandez pardo ACERCA DE FANON ina civilizaci6n que se muestra incapaz de resolver los problemas que su fun “cionamiento suscita, es una civilizacién decadente. Una civilizacién que deci- "de cerrar los ojos a los problemas cruciales, es una civilizacién enferma, Una “eivilizacién que escamotea sus principios es.una civilizacién moribunda" (1). Hablamos de una civilizacién que es, a fin de cuentas, responsable dela empresa més negativa de toda la historia: el colonialismo. Es a este modo de apropiacién del mundo y humillacién de los hombres que Frantz Fanon abri6 el m&s veraz de los procesos que el Tercer Mundo no vacilé en declarar definitivamente suyo y ante el que las ideologfas comprome- tidas con el colonialismo, tuvieron la necesidad de formular presurosamente, la interrogaci6n sobre su propio sentido, Pero la deuda con este gran pensador, aun no fue compensada, Este tra bajo nace de esa evidencia y, como es légico, adelanta sus Ifmites; resulta de una lectura no europea de la obra fanoniana. Digamos que fue nuestro deseo sistematizar, en alguna medida, el con- junto de problemas que en vida, en su corta vida obediente a las exigencias de la eficacia revolucionaria, el propio Fanon no llega a ordenar en forma defini- tiva. En todo momento, consideramos que la disposicién de sus temas y la descripetdn del fendmeno colonial, harfan posible merced a una valida genera- lizaci6n, explicitar los términos del proceso al colonialismo en el que viene a resolverse una intenci6n de fondo, latente en la obra fanoniana. No hemos tenido en cuenta, sino tan s6lo a manera explicativa, el "colo nialismo francés", pero en rigor de verdad 1a validez del fanonismo no serfa sbi = tal si lo condendramos a ser la explicacién critica de dicho sistema colonial ex clusivamente. El "fanonismo" nace de la imposibilidad de esa condena. Desde Frantz Fanon comprendimos que el humanismo burgéés nos habfa ocultado que un hom, bre difiere de otro tan sélo en relacién con io inhumano, y s(bitamente nos cer cioramos (en Fanon fue principio) que no es posible privilegiar este o aquel sis tema colonial, ya que en todos por igual hallamos una misma negacién de la con dicién humana y el funcionamiento de un rigido mecanismo de coaccién y despo seimiento, Con la aparicién del fanonismo se sucedieron como anticuerpos dela in- telligentzia, las excusas, para negarle la palabra, se lo quiso sofocar. Fanon "no era cientifico",... 0 bien 'sdlo es valido para el momento argelino" y otras mas. Aquf hay complicidad o falta de discernimiento, allé no se ha lefdoa Frantz Fanon. Lo cierto es que hubo resistencias en integrar el fanonismo a la cultura polftica argentina y hacer eficaces sus yerdades en la lucha que la con- dicién colonial de nuestra Patria condiciona. En consecuencia, se ha pasado por alto su intuicién mas profunda. Un sistema colonial se distingue de otro, por el modo como cada uno de ellos dibuja la imagen del pueblo que somete y por el singular procedimiento de grabarla en la espalda inerte de la nacién que domina. No obstante, tres rasgos que responden a la naturaleza fntima del siste ma colonial, presentes para el Tercer Mundo en toda ocasién, nos anticipan en Fanon una teorfa vélida que dé cuenta de este fenémeno, Nos referimos al ra~ cismo, a la violencia sistemftica y al subdesarrollo econémico y social. Imposible negar que Frantz Fanon nos hace partfcipes de una verdad pa decida en comin. El contexto historico del que se alimenta el pensamiento de Fanon es el ce una realidad colonial indiscutible; las Antillas, en la década del, cuarenta y Argelia, en la década del cincuenta. Cuando esta naci6n abre sus ojos al primer dia de su liberacién, Frantz Fanon cerraba los suyos para siempre victima de un mal imperdonable. De manera que su obra es tributaria de dos grandes procesos de radica lizaci6n de la conciencia colonizada, en trSnsito hacia la identidad nacional. Una de ellas, coincidente con su periodo antillano, es la negritud a la que sigue cronolégicamente el proceso argelino de liberacién. En ambos, el com, - 52 - promiso de Fanon es Idcido y pleno. Considerar objetivamente una sociedad colonizada, supone el reconoci- miento de esos rasgos bisicos que ésta promueve y a los que hacfamos referen cia anteriormente. Asimismo, podremos observar de qué manera, en la vida cotidiana de estas sociedades, el sistema confunde y enlaza unos con otros los sintomas que lo constituyen, y el descubrimiento de Fanon digamos que se ca tegoriza. El colonialismo funciona de hecho como una antropologfa en acto, Orga, niza el universo material y lo prescribe normativamente, discrimina cada res puesta del colonizado, controla los comportamientos sociales, instituye las di ferencias, ordena las similitudes. En verdad es la racionalidad objetiva de un sistema y no la conducta de una clase social, el vicio congénito de un humanismo,o un exceso aberrante; a nadie "se le va la mano", Adem4s, convengamos en que ninguna burguesfa colo nial se salvajiza gratuitamente (2). El colonialismo es un sistema; se define por lo tanto como un orden de relaciones. Para Fanon, se trata de desarticular, parte por parte (porque tam, bién parte por parte se descuartiz6 a la naci6n colonizada); palabra por palabra el orden colonial y el espacio especular de su lenguaje, que le devuelve al colo nizado una imagen de sf mismo francamente intolerable. En el sistema colonial y en raz6n de la escisién que éste instala en el vértice mismo de la subjetividad humana (Fanon dird que en él toda ontologfa es imposible) el proceso de despersonalizacién es absoluto y andlogo, por otra par te, al saqueo sistemAtico de las economfas dependientes. La burguesfa colonialista enquistada en la estructura econémica del sis tema se confunde con cada una de sus funciones; en cada uno de sus actos se re produce el sentido que el sistema promueve. En las sociedades colonizadas, la burguesfa pierde toda perspectiva hist6rica y Ilega a abrigar la pretensién de actualizar en las colonias las fases de surgimiento del capitalismo europeo. Generalmente, en la primer generaci6n colonizadora, existe un grado de asimilacién entre la figura del capitin de industria y la imagen bonachma del colono. Esponténeamente la burguesfa colonial es narcisista. Sin embargo esta misma burguesfa es la iltima reserva social del capi talismo, Ia finica que puede hacer depender su existencia social de la permanen cia colonialista, en tanto que son las masas colonizadas la Gltima garantfa re~ volucionaria, que en una yeloz y vertiginosa marcha y superando al proletaria -53- do industrial de la metr6poli, expresan la Gnica crftica eficaz y valida del capi talismo en su totalidad. Debido a ello, en la era del imperialismo, es la exigencia nacional la mfs directa de las posibilidades revolucionarias. Cuando mencionébamos las fuentes del pensamiento fenoniano, nos detu vimos en la negritud, La influenciaque este movimiento transfiere al fanonismo no es escasa, en principio haré pasar la frontera del colonialismo por el lengua, je, para situar en este primer nivel la protesta y el enfrentamiento. No debemos ignorar que el lenguaje y el uso terminante de los sfmbolos son un arma eficaz en manos del sistema. Hasta los aportes e investigaciones de la negritud, m4s concretamente de Cesaire, Depestre, Anta Diop, Leiris en la lingufstica y Roumain en la poe- sfa polftica, nada, 0 muy poco al menos, se sabfa de una original virtud del co lonialismo, esto es: la transformacién de los hombres en palabras. El colonialismo es nominalista, se dijo, y estamos de acuerdo; también es narcisista, porque gusta mirarse en los signos y ambas cosas se implican (3). El lector podr4 apreciar que hemos tenido muy en cuenta 1a relacién de Fanon con los poetas y escritores de la negritud, como también las erfticas ver, tidas a algunos de ellos. Desde aquf hemos procedido a ordenar su pensamiento, a recoger las in terpretaciones de Fanon sobre ciertos fendmenos del colonialismo nunca trata dos hasta ahora, Acerca de Ja negritud, logra articular, con el proceso descolonizador, una teorfa del racismo que aflos mas tarde la experiencia argelina vendr4 a con firmar. Pero también acerca de la negritud se deslizaron criterios europeos que perdiendo de vista el sentido anticolonial de este movimiento, terminaron por confundir e] sentido mismo de sus creaciones. Ni movimiento literario exclusivamente, ni exotismo tropical, ni aventa ra esteticista, ni surrealismo fogoso. La negritud es el primer rearme cultural y politico de los pueblos negro africanos, capaz de poner en marcha, como efectivamente ocurrié, una radical polftica de descolonizacién. 28d = No creemos con Sartre, de que aquello haya sido el tiempo débil de una progresi6n dialéctica. En primer lugar, porque no es posible admitir identida- des iniciales con la cultura colonial, y en segundo lugar, porque diffcilmente la racionalidad europea podrfa suprimir y conservar (Aufheben) como momento de sf, aquello que la hard saltar en pedazos (4). Hegel, por cierto m4s coherente, daba en estos casos un rodeo astuto y rechazaba conceptualmente toda cultura no europea; Rousseau, mas directo, se gufa a pie juntillas la opinién de Montesquieu. El ginebrino apostrofaba. "Como la Libertad no es fruto de todos los climas, no esté al_aleance de todos los pue- blos" (5), la lista sigue. A propésito de esta limitada visién del hecho colonial y de esta grosera incapacidad para explicarlo, nos atrevemos a referir brevemente una obra de Albert Memmi, prologada por Sartre, responsable de este tipo de incompren- siones Gltimamente, recién editado al castellano (6). La referencia la creemos oportuna, porque muchos argumentos de Mem mi ser4n utilizados paradéjicamente en las sesiones de lavado de cerebro; ver sion delicada de las torturas a las que eran sometidos los cuadros intelectuales nacionalistas en Argelia, Fanon nos hablaré de ello con bastante detalle; cosa increfble, los tortu radores serfn, en este caso, psic6logos y sociélogos, funcionarios de la repre si6n colonialista y honestos profesionales. En opinién de Frantz Fanon, la irrupcién colonial y el montaje objetivo del esquema que ésta adelanta, petrifica y amordaza, tras el aplastamiento de la resistencia nacional en un primer momento a la cultura autéctona. Nuestro pafs tuvo un ejemplo de esta verdad en el célebre decreto 4161, por el que se prohibfa nombrar al general Perén, ostentar los simbolos del movimiento, etc. Se pretendfa asf paralizar y reprimir los sfmbolos de esa cultura, arras trarla si fuera posible hasta el inconciente mismo del pueblo colonizado, aun- que el colonialismo, pretendiendo erradicarla, 1a venga a instalar con més fuer za atin, Memmi llama a esto amnesia. "Preguntemos -escribe- al mismo colo- nizado cuales son sus héroes populares, sus grandes Ifderes, sus sabios". Men mi se contesta solo: "Apenas podra eshozar algunos nombres en completo des- orden y cada vez menos, a medida que se desciende en las generaciones", He aquf una conclusién bisica para que el colonialismo se desarrolle y organice sin obstficulos; el pasado, en franca exclusién y el presente en sus manos. 66 < Y todo, porque sobre el colonizado pesa la condena de perder la memo- ria. Pero veamos mas de cerca esta extrafia dialéctica. Segin Memmi: "en el dondo de si mismo el colonialista se declara culpable''. Bueno, al menos alguien conserva la memoria, aunque contra Memmi de bemos aclarar siguiendo a Fanon que a medida que el colonizado gana la memo ria, digamos mejor que la actualiza, arribamos a una evidencia que la lucha po Ltica muestra con una claridad meridiana. Fl colonizado en el proceso de par- ticipaci6n activa contra el sistema, reencuentra a cada paso las figuras m&s su blimes de su historia y no vacila en encarnarlas. Pero al colonizador le ocurre lo contrario, dice Fanon, "el colonialista, por un mecanismo de pensamiento bastante comGn, Mega a no poder imaginar una historia que se haga sin él, su irrupeién en la historia del pueblo colonizado es deificada, transformada en ne- cesidad absoluta", La pérdida de perspectiva histérica, observemos, es total. Esta naturalizaci6n de lo social (hist6rico), provocada por la singular mistificacién que el sistema produce, a cada momento es instrumentada como excelente justificacién por la cultura colonialista. Un psiquiatra de Rabat explicaba a Memmi, que la neurosis norafricana se comprendfa por el alma (!). Agreguemos la pereza como signo de menorvalfa, el ocio crénico de to~ do pueblo colonizade, mencionemos a la barbarie estadio cultural de ese ocio y tendremos el alma famosa; pero también el racismo colonial ms refinado. De lo que se traia en este caso, es de negar toda originalidad a la crea- cién polftica del Tercer Mundo, m4xime cuando 6sta moviliza una praxis desco lonizadora, Europa y la arrogancia de sus ideologias, nunca dejaron de aceptar a las culturas del Tercer Mundo como barbarie 0 exotismo, siempre se nos en- cadend a la nifiez del mundo. O como dice Cesaire, "cafmos, para ellos, con las dltimas luvias..." Es evidente que el sistema colonial fija ciertas pautas en el colonizado, para ha cerlas operar como datos o funcién, Con estos elementos las ciencias sociales, tributarias de la expansi6n colonial, harfn el resto, Por Giltimo es preciso reconocer que el colonizado seré lo que el colonia lista dice que es y esta modalidad bAsica de las relaciones humanas, en todo sis tema colonial, acaba reduciendo a los hombres, sometiéndolos a pura exterio- ridad, plasmfndolos en el relieve de 1a mera vida natural. sec - 56 - Hay una crisis en la vida de Frantz Fanon, que se enlaza objetivamente con su profesién, ubicada entre el perfodo de su negritud, ya tardfo por ese en- tonces, y su crftica a la medicina en la sociedad colonizada (7). En efecto, como veremos mAs adelante, en las condiciones inhumanas en que su profesién se desenvuelve, Fanon abandona la estrecha vision individua lista de la enfermedad y de la medicina tan comin en la sociedad colonizada. A tal punto que se lograrf determinar al sistema como una verdadera en fermedad y a la descolonizacion como la cura m4s cierta, Somos plenamente concientes acerca del aporte y el enriquecimiento de 1a psiquiatrfa por parte de Frantz Fanon, y de la atenci6n que ello merece. Sin apartarnos de nuestro interés, nos limitamos a extraer ciertas con- clusiones respecto de dichos aportes. Sin embargo el tema referido desborda nuestras posibilidades; de allf que nos atrevamos a sugerir su estudio en profun didad 2 quien esté en condiciones de hacerlo. Y en esto la deuda con Fanon sigue en pie. (@) Cesaire, Aimeé. "Discurso sobre el colonialismo". Escrito en 1955, el "Discurso" es seguramente una de las piezas polfticas m4s actuales del Ter, cer Mundo; hemos crefdo necesario reproducir gran parte del mismo como apéndice de este trabajo, Por otra parte, la continuidad de ideas entre el “fanonismo" y Cesaire son casi totales. Sobre el pensamiento politico y la obra poética de Cesaire, sugerimos al lector interesado los siguientes en- sayos: Lilyan Kesteloot "Les Ecrivains Noirs de Lange Francaise"' y Hubert Juin "Aimeé Cesaire’ (2) Por incapacidad de comprender 1a necesidad que encadena los actos, que el sistema produce y objetiva, la burguesfa procede a una aberrante division moral de las responsabilidades. En nuestro pais, al tenerse conocimiento de los entretelones de la captura y desaparicién de Felipe Vallese, militan te peronista, la division moral funcion6 a las mil maravillas. Veamos, "el -57- (3) @ (5) (8) @ comisario de Villa Lynch, segtn algunas versiones, Waré ante uno de los Secretarios por la pérdida de su carrera, La Policfa Provincial, para ate- nuar su responsabilidad, har& correr la versién de que los responsables son funcionarios de la Policfa Federal" y hasta el Dr. Medone, ya fallecido, médico "preparador" de las sesiones de torturas, alegar4, ‘nada pude ha- cer, el orden jerarquice etc.", Cf. Ortega Pefia Rodolfo y Duhalde Eduardo L, ''Felipe Vallese. Proceso al Sistema", 2a, Ed., Bs. As., 1967. Basta tomar otro ejemplo, hay demasiados y en todos la misma verdad, Si mone de Beauvoir dice, a propésito del caso Djamila, joven militante tortu rada, que "en ninguna parte hay abusos 0 excesos, lo que reina en todas par tes es un Sistema". Por Giltimo Frantz Fanon se detiene en la ''Psicologie de la Colonisation" de Manoni, donde éste llega a sostener, lindando con la complicidad, "La civilizacién europea y sus sectores mAs representativos, no son responsables (...) esto es obra de subalternos y de pequefios comer ciantes que mucho se afanaron sin conseguir prenda'. Op. cit, pag. 16. Como siempre, estos abusuban y aquellos protestaban por los abusos. Cf, Delich, E, "La Teorfa de la Violencia en Frantz Fanon", Articulo apa recido en Pasado y Presente. NQ 2. Cf. Wilner, Norberto "Ser Social y Tercer Mundo", Ed, Galerna. Bs.As.1970. Rousseau, J.J. "El Contrato Social". Libro IL, Cap. octavo, pag. 151. Memmi, Albert ‘Retrato del colonizado". Ed. La Flor, Bs. As, 1969, La coherencia de Memmi es manifiesta, cuando no sélo no comprendié la revo lucién argelina, sino cuando se atrevié a declarar en una revista sionista (India) que 1a lucha de Israel y los socialismos frabes, debfa entenderse co mo la liberacion nacional encarnada por Israel y la regresién feudal. Cf. "Carta al Ministro Residente". 1956. En Fanon, Frantz "Toward the Afrigan Revolution", Pinguin Books. London, 1970. Pag. 62. = =

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