El hombre puede experimentar por s mismo tanto el amor de la carne, como
del alma (necesidades fsicas bsicas y emocionales), pero no puede por su propia cuenta conocer, entender y vivir el amor de Dios. Este es un amor nico, un amor que existe desde antes de la fundacin del mundo, un amor eterno que da la Vida. Dios quiere relacionarse con el hombre (Jeremas 31:3) En el pasaje principal que atae a la predicacin, se describe la tristeza del Seor Jess al darse cuenta, el desprecio que Jerusaln tiene hacia l. (v.37) Jerusaln, Jerusaln, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! Cuntas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! Toda accin tiene una consecuencia, y aunque la desilusin de Jess le embargaba en ese momento, tambin declaro una palabra que demuestra la contraparte de querer recibir el amor de Dios. (v.39) Porque os digo que desde ahora no me veris, hasta que digis: Bendito el que viene en el nombre del Seor. Transcurren los aos y esta historia no cambia, Dios (en muestra de amor y gracia), envi a su Hijo con el fin de que conozca este amor (Juan 3:16). Algunos han credo y entregado su vida a l, otros experimentaron ese amor por algunos momentos, pero el pasar de los aos hace que lo pierdan y corren el riesgo que Dios quite la vida espiritual en ellos (Apocalipsis 2); pero hay otros que no quieren acercarse a Dios por el orgullo y dureza del corazn. Dios se ha dado a conocer, l ha mostrado su amor, la decisin es nuestra, lo recibimos o no lo recibimos.