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N oes) = Cla | | a. ra He a1 a il Gg at as = = a LIGION x BERNHARD HARING FUERZA Y FLAQUEZA DE LA RELIGION La sociologia religiosa como Ilamamiento al apostolado Prefacio de Su Excia. Rvdma. Manrceuino Otaecuea, Arzobispo de Valencia BARCELONA EDITORIAL HERDER 1967 La traducci6n de esta obra ha sido hecha por el Rvdo. José Atszaro Paavrs, presbitero, graduado en ciencias politicas y sociales y licenciado en ciencias econémicas, sobre la 24 edicién de la obra original alemana Macht und Obnmacht der Religion (Religionssoziologie als Anruf, de Bersaro Hinixc, publicada en 1956 por Otto Miller Verlag, de Salzbur- go, dentro de los «Studia theologiae moralis et pastoralis edita a professoribus academiar alfonsianae in Urb. Primera edicién 1958 Tercera edicién 1967 Nunt ossrar: El censor, Dr. Raratt. Gonziuez Momats}o Impmimatue: valencia, 4 de marzo de 1957: Jacinto, Obispo Auxiliar y Vicario General Por mandato de S. E, Rvdma. Dr. Guntexmo Hiyanguata, Canciller-Secretario © Editorial Herder, Barcelona 1958 Es PROPDAD Depésito legal B, 21.914-1958 PRINTED IN SPAIN Graresa — Napoles, 249 — Barcelona A la memoria de mi editor Orto Miitter INDICE GENERAL Pags. Prefarte ease eee 7 Prélogo del autor a la primera edicin 2. ve ee 28 Prologo ta clal seiunda ediciones eae ee recited aq Advertencias del traductor 00. ci ose vee oe nee anaees Introduccién a ee 27 1. Objeto y método de la sociologia de la vida religiosa.. .. ... 30 2, Oposicién a cualquier suerte de sociologismo . 33 3 Actualidad de la sociologia de la vida religiosa .. 36 4 Llamamiento al apostolado 0 ee. cee cee ce ae ee ee 86 5. La divina paradoja. Dos palabras sobre el titulo de este libro... 38 Libro primero PROBLEMAS TEOLOGICCS FUNDAMENTALES DE LA SOCIOLOGIA RELIGIOSA, PROPEDEUTICA TEOLOGICA Capitulo primero: La religién como comunidad y como fuerza crea- dora de comunidad 0... oe oe as 1. Nuestra participacién en la vida de Dios pee ssaedeas 2, Fuerza unificadora del genio religioso 0. os ee 49 3. Fuerza integradora de la comunidad cultual 0... oo. 52 10 Indice 4. Fuerza integradora de la comunidad en Ja fe ... 5. ‘como comunidad de salvacin ... Bibliografia . Capitulo segundo: El mundo y el reino de Dios 1. Sentido del problema para la sociologia religiosa ... s En el mundo, pero sin ser del mundo ... Los diversos sentidos de la palabra emundop ... Imposibilidad de reconciliacién ... Cristo, vencedor det principe de este mundo Enviado al mundo . E1 actual reino de Dios .. Mundo y reino de Dios en la teologia protestante prr ane & Fondo y consecuencias sociolégico-religiosas de algunas ideo- logias erréneas .. Bibliografia . Capitulo tercero: Iglesia y estado ... 1. La Iglesia y el reino de Dios ... La Iglesia inmutable y las formas sociales contingentes . Soberanamente libre, aunque sierva de todos ... La Iglesia no tiene exigencias teocriticas frente al estado ... La tentacién de asumir todo poder ... La ciudad de Dios y Ja ciudad terrena ... Las relaciones correctas entre la Iglesia y el estado, segin los principios 'y segtin la historia a a a Bibliografia . Capitulo cuarto: Teologia det medio ambiente ... 1. El medio ambiente saturado de gracia ... pestered ee 2. El medio ambiente y la inquietud apostélica de los seglares ... Bibliografia . Pay 8 8 82 83 B3ee or 93 95 95 100 Indice Ir Pags. Libro segundo PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE SOCIOLOGIA RELIGIOSA Capitulo primero: Religin y sociedad en general... 0 wu. ve 104 1. La religion no es un mero producto de la sociedad 104 2. La sociologia religiosa del comunismo . 106 3. El influjo de la religién en la estructura social . 108 A. Modificaciones reales en el sistema social debidas a cris- tianismo : . 109 B. Influencia social de tas ae y oo protestantes 12 C. _Ejemplos tomados de religiones no cristianas 115 4. Reflejo de la estratificacién social en la comunidad religiosa, en Ta fey en las costumbres 0. sie see eevee tee ate nee TB 5. La vida religiosa y la clase social directora .. ws ae 120 6. Inadaptacién sociolégica y formacién de sectas ... 133 7. Esclerosis sociolégica de movimientos originariamente religiosos. 138 8 La Iglesia universal oo... os cee cee ee tee wee ae 18D PSE eee REM eectgrteseerrrgereeeeareee eee rgrrra ReaTTge eee e reer a eee ae Capitulo segundo: Seleccién y masa en sociologta religiosa ... ... 147 3. Masa y masificacion . coe ce cee cee cee ee eee ae ae 148 A. Situacién de masa ... 149 B. Masificacién ferns 1s2 C. El conductor de masas ... 153 D. Masa y solidaridad ... "155 2, Razones de la tendencia moderna a fa masificacion .. «158 3. Relaciones mutuas entre masificacién y el criterio religioso ... 166 4 Las religiones ante la seleccin y la masa... us. oe e170. A. Fe en la salvacion por las masas 0... cee ae e170 B. Apartamiento de la masa . 170 5. Relaciones entre seleccién y masa segiin la ensefianza y orien- taciones de la Iglesia catdlica .. a 7 A. La cristiandad como minoria oe entre los pueblos ee B. Jerarquia y carisma . oe ee ee TB 12 Indice Pags. Selecciones de seglares oe ses see ose ve tee nee vee 185 Renovacién de las minorias selectas 0 uo. 189 Cémo tradicién y costumbres preservan contra la masifi- feaeiom geese areata ve 191 F. La moral cristiana y la masificacion 193 6. Misién de a pastoral social frente al problema de la masificacién, 198 A. Ei laico «mayor de edads owe oo ee esos B. No desconfiar de la multitud ... ... oie e109 C. Pastoral del medio ambiente 201 D. Pastoral del individuo an 203 FE, La fuerza del ejemplo nc i ee see aang F. Masa no, comunidad... ss. we ve vee + 204 7. Aplicacién de la psicologia de masas en la predicacién y organi- zacion religiosas .. ee Bibliogcatlatsa-e etter erasure sade qieaeaeaee daar tdeaio Capitulo tercero: Religién y politica... we. we ve ve 212 Religisn y pueblo no ne ce cee cee ve ae ne tee nee nee BIB 2, Religién y forma de gobierno... owe we vee cee ase ane 21S: 3. Religidn y politica... ec cee ee ee 2ar 4. Religion y partidos politicos. os. see se ve vee cee ane ae 224 5. Clericalismo en la politica y responsabilidad de los seglares cristianos . .., eee east eeea2g 6. Quietismo politico de los eristianos : a 230 7. El laicismo, gran peligro para la religién .. 1... 233 Bibliografia ete eset ray Capitulo cuarto: Religién y economia... oi sie vee vee oe oe 236 Tmpugnacién de la doctrina marxista de la superestructura ... 237 A. Fundamentos del marxismo en la vida contempordnea y en fa historia de las ideas ... 237 B. El determinismo cconémico y la religién 238 C. Religion y lucha de clases . ; 240 D. El marxismo como substitutivo de la religion 242 E. Critica del marxismo. Algunas preguntas . 244 Indice 13 Pags, 2, Influencia de la economia en la mentalidad y actuacién religiosas. 249 3. Importancia de la religin para la vida econdmica ... 2... 234 A. Actividad econémica de la comunidad religiosa ... 284 B. Alcance de la moral econémica fundada en razones religiosas. 257 C. Influencia del credo religioso sobre el estilo econémico ... 262 D. El monacato cristiano y la evolucién econémica ... .. 265 E, Diferente influencia en la formacién del estilo econémico en las distintas confesiones cristianas ... ... ... 1... 267 fase Doble -tserie-teausal a iaedsaceea tases aes car ae eet Has ieee Cte aR §. Influencias de los estilos econémicos capitalista y socialista maneree eae ue RENAME EERIE SEHR Cette dE a Bibliografia . : aes 285 Capitulo quinto: Religion y cultura see see see ve tee nee one 288 1. Esencia y objetivos de Ja cultura. ee ee ae oe 289 2. La esencia de la religién, en contraste con la de la cultura... 292 3. La religién, raiz fundamental de la cultura del espirity 0... 297 A. Liturgia y sacerdocio, Su influencia en Ja cultura... 4... 298 B, Vinculos fundamentales entre cultura y religién ... ... .. 302 4. La cultura al servicio de fa religién oi. ke se ae ae 308 5, Las diferentes formas culturales, expresién de un credo religioso determinado . Bee Peer A. La fuerza configuradora de oe en las a no. cristianas 6. se es ee) B. Influencia de las eee cristianas en Yel “desarrollo de Mas cultuea caste cece ne scsi secs gag 6. La creacién de idolos en la cultura secularizada .. 1. 4... 319 7. Las perspectivas culturales de la religion cristiana actual... ... 32 & Religién y moral de Ja cultura... ee oe ae 388; Bibliogeatin ge eee es ga6, Capitulo sexto: Religién y espiritu de la época ... ... 329 1, El tiempo en la Iglesia ws ee aang jE Eat irealidad oti esegeseeteeataertea fe ago IB set Prameipine secre ee eee te suec tees seeaeasiueie ete ceaeeseee eae 14 Indice Pigs. 2. La Iglesia en el tiempo 336 A. En tiempos cristianos . 336 B. En tiempos descristianizados . 338 3. Elespiritu de la época, peligro y estimulo para la religion 342 A. Peligro 342 B. Estimuto 344 4. La ereligiéns, peligro y estimulo para el propio espiritu de la época . 346 A. Peligro . 346 B. Estimulo . 349 5. Criterios frente al espiritu de la época 2. cee vee ase vee 382 6. EI ejemplo de las tendencias ideoldgicas modernas ... ... 1. 358 A. Vitalismo 356 B. Sociologismo 361 C Existencialismo ... 364 D._ Escatologismo 369 efecto ee steerer ee ay5 Libro tercero LA SOCIOLOGIA RELIGIOSA AL SERVICIO DE LA CURA PASTORAL Capitulo primero: Sentido y objeto de la sociografia religiosa ... 382 1. Sociografia puramente cientifica y sociografia apostélica ... ... 382 2, Los limites en el espacio de la sociografia réligiosa .. ... 387 3. El estado actual de la sociologia religiosa practica ... ... ... 380 4. Sobre los métodos de la sociografia religiosa wo... wa aa 300 Bibllogeatiacc cece ct age Capitulo segundo: El retrato fiel de la realidad... we su. wee oe 303 1. Ef objetivo pastoral... see cee cee cee se tee eee ee ae 393 2, Criterios generales y particulares para determinar la intensidad de ta vida de feo. oe ce este tee vee tee nee nee ee 304 A. Realidades puramente religiosas ... 304 B. Obediencia a las indicaciones de Ja Iglesia Indice 3 Dimensién sociolégica de las cifras obtenidas ... 4. Profundizacién de los resultados estadisticos mediante la encuesta. ‘A. Sentido y método del estudio sociolégico-religioso de la opinion ee eee ane one a Las ideas y 1a orientacién espiritual de las minorias . Estudio de las ideas de la mayotia, sobre problemas decisivos de fe y costumbres D. La investigacién de las causas 5. Analisis sistematico de los principales centros de influencia .. ‘A. Los centros de influencia en el ambito religioso . B. Los principales centros de influencia en la vida social . ap Bibliografia . Capitulo tercero: El aprovechamiento de los hechos comprobados Capitulo cuarto: El plan de accién .. Accién regional . 2. Accién especializada . 3. Accién con vistas al futuro ... Apéndices ... Indice analitico ... Indice‘ onoméstico ... 15 Pigs, 400 403 425 426, 427 428 429 458 467 PREFACIO Con sumo gusto presentamos esta obra —y a su autor — al lector de habla castellana, EI libro es de una candente actwalidad. Porque la sociclogia religiosa es una ciencia novisima. Y porque el autor ha conseguido presentarla en su cardcter fundamental. La sociologia religiosa es una ciencia inductiva. Su objeto es tomar contacto con la realidad. Aqui un primer peligro de superficialidad 0, en todo caso, de empirismo. Pero la exposicién que ha hecho el Padre Haring de la sociologia religiosa se mueve en un plano mas elevado. Ataca el problema desde un punto de vista esencial. Su profundidad es Ia de los principios. Fuersa y flaqueza de la religién es un estudio amplio ¢ inte- ligente sobre las influencias mutuas elementales entre las fuerzas de la vida social y las de la vida religiosa. De aqui que se trate de una sociologia religiosa firmemente cimentada sobre la teologia. Que aspira, ademas, a ser elevada un-dia al rango de disciplina teolégica. Que, entroncada en la teologia pastoral, es un llamamiento inaplazable al apostolado, Viviendo a diario la complejidad de los problemas de la cura de almas, vemos evidente el servicio que puede prestarnos una 20 Prefacio sociografia religiosa cientifica. Positiva. Que se enfrente sin miedo con la vida religiosa real de los hombres que viven en sociedad. Y que nos descubra sin ambages las auténticas relaciones entre las fuerzas sociales y las religiosas. Que nos ayude a contestar al angustioso problema; nosotros, cristianos, ; somos realmente la sal de la tierra? Indudablemente, la sociografia religiosa, en lo que tiene de descriptiva, en lo que tiene de imparcial y de estridente, en cuanto provoca el examen y el despertar de las conciencias, es sentida como una necesidad. Sin embargo, la sociografia es un método. Y un método no puede tener sentido pres« teoria, de un pensamiento. Nuestro libro, sin disminuir un apice los valores sobrena- turales, mas poniendg en su justo lugar los valores sociales y humanos, es una exposicién serena — magistral — de la teoria diendo de una sociolégica de la vida religiosa. Fl Padre Hiring, profesor de teologia moral en el Estu- diatitado redentorista de Cars am Inn (Alemania) y en Roma, es una figura universalmente conocida desde 1a publicacién, en 1954, de su monumental obra Das Gesetz Christi, cuya version castellana se halla ya en prensa, Alli presenté una teologia moral, escrita para los sacerdotes y los laicos, en una forma nueva y revolucionaria. Si es que se puede lamar asi una obra cuya originalidad --al decir del Excmo. Sr. Obispo-Coadjutor de Tolosa — estriba ante todo en estar sustanciosamente bafiada en las fuentes de la Revelacién. Con esta obra se ha visto el autor elevado al rango de sus eminentes compatriotas tratadistas de la dogmatica, como son Schmaus, Guardini, Lippert, etc El Padre Hiring, en una palabra, ha reivindicado el lugar que la teologia moral merece entre Jas disciplinas sagradas. Fuerza y flaquesa de la religién es, pues, la obra de un moralista. De un hombre fundamentalmente preocupado por seguir con sus obras la voz de Dios. Su preocupacién ha tomado, Prefacio 21 ademas, una dimensién social. Es la colectividad humana a la que él quiere mover para que emprenda este seguimiento. La sociologia religiosa —concluyamos con el autor —- nos ayuda asi a conocer el zaipd¢, aquello que nuestra época reclama para cumplir el plan salvifico del Sefior. Valencia, cuarto domingo de Adviento de 1956 PROLOGO DEL AUTOR A LA PRIMERA EDICION En esta obra hemos renunciado a estudiar un tema esencial de la sociologia religiosa, el de «Religién y familias, por haber sido éste desarrollado en mi libro Soziologie der Familie (Salz- burgo 1954). Igualmente expuse alli una introduccién general a la sociologia. El capitulo «Religién y espiritu de la época» ha sido escrito por mi hermano en religiin, R. P, Dr. Viktor Schurr. El indice de materias lo compuso el R. P. Dr. Josef Pfab, y el de autores el R. P. Georg Schmitt. Mis mas cordiales gracias, pues, a ellos, asi como a mis hermanos los RR. PP. Dr. Alois Guggenberger, Josef Kempter y Dr. Johannes Schaumberger (+) por su repe- tida y valiosisima colaboracién. Séame permitido manifestar mi especial reconocimiento al Instituto Catélico de Investigaciones sociales de La Haya y par- ticularmente a su director, Prof. Dr. G. H. L. Zeegers yal R. P. Dr. Heinrich Dekkers por haberme seleccionado y facilitado un riquisimo material de investigacién. E] libro entero, en fin, sirva para manifestar mis alla de la tum- ba mi postrera gratitud a mi querido amigo y editor Otto Miiller, a quien el Sefior de la vida ha llamado en estos dias a la eterna morada. El hizo posible el nacimiento de este libro, con su ininterrurhpido y cdlido interés, habiendo velado con evidente carifio por su impresién hasta el dia en que se declaré su enfer- medad mortal. Gars del Inn, 16 de febrero de 1956 PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION El hecho de que en tan poco tiempo se haga necesaria una reimpresién de esta obra, y que de ella se estén preparando varias traducciones en lenguas extranjeras, muestra la actualidad de Jas cuestiones que plantea una sociologia pastoral sistematica, con fundamentos teolégicos. Salvo las necesarias adiciones biblio- grdficas, esta nueva edicién aparece sin ningiin cambio esencial respecto de la primera. Gars del Inn, 13 de octubre de 1956 ADVERTENCIAS DEL TRADUCTOR Al dar fin a este trabajo tememos no haber alcanzado el grado de perfeccién que hubiéramos deseado y que, desde Inego, hemos intentado con todas nuestras fuerzas. Mi mis profunda gratitud se dirige, ante todo, al autor. R. P. Bernhard Haring, por todo cuanto en el libro, y fuera de él, me ha ensefiado, orientado y sugerido. En segundo lugar, permitaseme expresar mi reconocimiento a los RR. PP. Dr. Osval- do Ulrich y Julian Pereda, Redentoristas, quienes, siguiendo la indicacién del autor, han tenido la gentileza de revisar mi manus- crito, En cuanto a adiciones bibliograficas, estoy en deuda de grat tud con el Rvdo. Lic. Modesto Reixach y con el Instituto de Inves- tigaciones Econémicas y Sociales (I. R. E. $.) de la Universidad Catélica de Lovaina. En la adaptacién estilistica a nuestra lengua, he tenido en cuenta las utiles sugerencias del Rvdo. P. Rosendo Roig, S. I, Licenciado en Letras. En justicia, no puedo dejar de mencionar —last, but not Teast— el interminable celo y eficiencia que ha desplegado mi padre, D. José Prades Vidal, para la pronta realizacién de mi trabajo. Quiera el Sefior que el fruto de esta labor redunde en su honor y gloria y en el provecho de muchas almas. Londres y Lovaina, octubre de 1956 INTRODUCCION Entre las ciencias nacidas ultimamente, la sociologia religiosa tendra porvenir. Alemania, con Max Weber, Ernst Troeltsch y Max Scheler, ha ido algtin tiempo a la cabeza de lo que podriamos lamar sociologia religiosa tedrica tipica. En ios iiltimos decenios, sin embargo, este papel rector lo desempefian los paises anglosajones, especialmente los Estados Unidos '. Alli, con el extraordinario florecimiento de la investigacién social, se ha desarrollado abundantemente el andlisis empirico-descrip- tivo de la sociologia religiosa. En Francia, el nuevo esplendor apostdlico y, ante todo, el despertar misionero del laicado, estan inseparablemente unidos con diligentes estudios de sociologia religiosa y se reconoce la importancia del medio ambiente hasta los menores detalles. En lo que toca a la sociologia religiosa pric- tica, los alemanes nos encontramos atin en los comienzos *. La presente obra esta sobre todo destinada a servir al creci- miento de la ciencia y de la investigacién de la sociologia religiosa. Su principal empefio es situar las nociones particulares en el vasto campo de la teologia social, mostrando la fecundidad de esta disciplina novisima para con los estudios pastorales, si se acierta a cimentarla debidamente sobre las ciencias sagradas. Una sociologia religiosa fecundada por Ja teologia puede indicar un camino seguro a seguir, tanto a quien tiene a su cargo la cura 1, CEE. J. Ross, La sociologia de la religién en los Estados Unidos, en «Revista Internacional de Sociologia» 43 (1953) pp. 59-77. (N. del T.) CE. J, Irunmioz, La sociologia religiosa en Europa, en «Revista Int. de Socio- logiaa 43 (1953) pp. 41-37. (N, del T.) 30 Introduccion de almas, como a todos los demas circulos de hombres que se sienten responsables. Asi pues, la sociologia de la vida religiosa que nosotros exponemos aqui, se propone, ante todo, fundamentar teolégicamente, y poner bien de relieve en la practica, la gran misién que toca a los laicos en la cristianizacién sistematica de la vida social, sobre todo, en los medios mds influyentes, La sociologia religiosa quiere ser mucho mds que una mera técnica al servicio de la pastoral. Ella podra revelar toda la fecundidad de su problematica y de sus resultados, solamente cuando se encuentre enteramente dentro del campo de la teologia pastoral. Mas atin, confia ser un dia elevada al rango de disci- plina teoldgica. 1, OBJETO Y METODO DE LA SOCIOLOGIA DE LA VIDA RELIGIOSA Objeto de la sociologia religiosa son las multiples relaciones mutuas que existen entre la religion y los fendmenos sociales. Todo lo que es religioso cae dentro de su campo : doctrina, culto, comuni- dad, practica moral..., pero siempre bajo la especial consideracién de sus relaciones con lo social. Lo religioso, en cuanto crea formas colectivas propias, influye en las que estan ya creadas, © mantiene su presencia en los mas diferentes cuadros de la sociedad. Seguin esto, la sociologia religiosa practica investiga sobre todo si la religién significa o no realmente el fermento de la vida social y de la vida entera, en una actividad, regién o época deter- minadas. Al mismo tiempo, igualmente, hasta qué punto el medio ambiente (bajo esta expresién entendemos todo el universo ideo- logico en el que se esté sumergido) influye en favor 0 en contra de la religion; 0, lo que es lo mismo, de la formacién y propa- gacién de la vida religiosa, del culto, del crecimiento de la piedad y de toda la vida espiritual de cada uno de los grupos e individuos. Introduccién 3t E] fin de esta sociologia religiosa, ademas de llegar a conocer las relaciones mutuas mas importantes entre religién y sociedad, es, sobre todo, poder fundamentar una pastoral que tenga en cuenta convenientemente toda la coherencia del complejo social. Dicho en otros términos, lo que se intenta aqui es cimentar teolégicamente una pastoral misionera que no busca solamente la salvacién del individuo, sino ante todo la realizacién del reino de Dios sobre fa tierra. Al mismo tiempo, y con la mayor insis- tencia, nos preocuparemos de sortear el peligro de clericalismo o de desmedida voluntad de poder que esto Ileva consigo. Para conseguirlo, sera ante todo necesario que sefialemos con la mayor nitidez los limites mas alla de los cuales no debemos de ningtin modo pasar. Junto al método descriptive propio de la sociologia actual, y a la caracterizacién de los multiples fenémenos sociales, en especial las manifiestas relaciones mutuas entre religion y socie- dad, no olvidaremos la consideracién filosdfico-teolégica sobre la raz6n isltima de este entretejimiento de religion y sociedad, y sobre las consiguientes posibilidades para la teologia pastoral. Una introduccién general de cardcter filosdfico-teolégico deberd, pues, preceder a la exposicién de los métodos de la inves- tigacin social empirica en el campo de lo religioso. Solamente cuafido se conoce de una forma adecuada el lugar que ocupa la sociologia religiosa entre las demas disciplinas teoldgicas, sera posible utilizarla eficazmente en la cura pastoral. Ya desde los comienzos vamos a encontrar aqui no pocos errores y equi vocos. Por lo demés, la eficiencia de Ja sociologia religiosa es total- mente otra cuando ésta se apoya sobre una sdlida base de filosofia y teologia sociales, y cuando trabaja «libre de prejuicioss en el sentido que Max Weber da a esta expresién. Una de las mas hondas aspiraciones de este libro es mostrar precisamente cémo la problematica y la investigacin practica de la sociologia religiosa tienen un profundo sentido teolégico, Y hacer ver de cuanta utilidad pueden ser estos trabajos para la misma ciencia teoldgica y, sobre todo, para la cura de almas. 32 Introduccién Esta nuestra sociologia religiosa quiere guardar un justo medio entre una mera teologia social y una interpretacién socio- légica de la religién. Su objeto mas inmediato no es el mensaje social de la religién, sino las modificaciones que aparecen real: mente en la vida de la sociedad causadas por la religion; y a su vez, ifusién o desarrollo el influjo de los factores sociales en la de aquélla, cuando no en su impedimento o patalizacion. La teologia de lo social --'a comprensin del mensaje reu gioso sobre la esencia y sentido de cuanto dice relacién a Ia vida de los hombres en sociedad — es un presupuesto fundamental para tener una idea respetuosa y justa de las profundisimas relaciones intre estas dos realidades, que son la sociedad y la religion mutu Lo social tiene su arquetipo y origen remotos, asi como su fin Ultimo, en la misteriosa comunidad de vida de las tres divinas Personas en una sola naturaleza. Todo lo que es social tiene luego una ordenacin —de qué género sea ésta habré de ser precisado mas adelante — a la comunién de los santos, al reino de Dios que se representa en la Iglesia, Cuerpo mistico de Jesu- cristo. La teologia de lo social, pues, partiendo de la Revelacin, muestra el sentido profundo que tiene lo social delante de Dios, estudia lo esencial sobre su origen y sobre las fuerzas religiosas y divinas que lo afectan. La sociologia religiosa, por su, parte, analiza de una manera empirica las influencias que lo religioso tiene sobre lo social, tomando los fenémenos religiosos en su dimension histérica real. No se trata, pues, sélo de la actuacién de Dios y de las verdades que £1 ha querido revelar. La teologia de lo social define como la religién debe +" ~arnarse necesariamente en la realidad social —alcanzar carne y sangre, dejarse sentir concretamente — y cémo esta realidad, a su vez, es el escenario donde se desarrolla la lucha entre el reino de Dios y el «mundo», reino de Satan. Ella facilita las normas que permiten diferenciar qué cosa sea entre las formas sociales el «mundo» en el sentido peyorativo que le da el Evangelio, y cual la obra perfecta, el mundo que ha sido salvado por Dios. En definitiva, pues, determina qué es lo que concuerda exacta- Introduccién 33 mente con la naturaleza social del hombre, tanto como con la de la religién, comunidad de los hombres con Dios en Cristo. La sociologia religiosa, por lo contrario, estudia la totalidad de lo social, buscando luego las influencias que proceden o se ejercen sobre ef campo de lo religioso. OPOSICION A CUALQUIER SUERTE DE SOCIOLOGISMO El sociologismo de Durkheim, y de una manera mucho mas consecuente la sociologia marxista, no ven en la religin otra cosa que una superestructura de lo social, que va evolu- cionando con el tiempo. Estos ¢explican» Ia religién sociolégi- camente, para acabar por expulsarla del mundo civilizado. La reli- gién, segtin la mentalidad sociologista del marxismo, es un mero producto del dinamismo social, un reflejo que se adapta perpe- tuamente a cada mudanza. Para Karl Marx, la religion cesa sin remedio tan pronto como el hombre descubre la .omnimoda causalidad de lo social en el desarrollo de la capacidad de pro- duccién, y con ella, de la sociedad misma. Nosotros, en cambio, uniendo el anlisis empirico a un enjui- ciamiento cientifico-teérico basado en Ja teologia, tratamos de Hegar a tna conclusién que nos explique validamente hasta. qué punto la doctrina, culto, comunidad, practica y moral religio- sas, etc., en realmente influidas por las fuerzas sociales, y en qué medida se hallan por encima de la evolucién de la sociedad. Ante todo, hemos de mostrar cémo Ia religién da lugar a una comunidad que lees particular, y cémo repercute precisamente asi sobre no importa qué grupo o éstructura social. «Religio praccipuum humanae societatis vinculumy 3, La religion es el alma de la sociedad humana. 3. Bacon, citado en J, Wacut, Religionssoziologie. Tubinga 1951 p. 7: 34. Introduccién La verdadera religion de Jesucristo lleva en si misma la verdad. Ella procede de Dios. Pero en su difusién y actuacion histéricas tiene una importante e imprescriptible misién cerca de lo social. Ademds, de acuerdo con su deber de «encarnarse> —transiendo sobrenaturalmente las cosas de este mundo —, en el estilo de sit actuacién reflejara siempre los cambios importantes que transformen la sociedad. Esto corresponde a su misién de salvacién en la historia. Hay veces que el.esplendor o la decadencia de una religion sé pueden explicar de una manera Gnica y exclusivamente’ socio- logica, es decir, partiendo de los cambios que experimenta una sociedad. En este caso, es evidente que tal religion carece de un impulso auténticamente religioso en su origen, y que, en definitiva, no tiene ningiin valor auténtico como cosa entera- mente propia. La verdadera religion, en cambio, solamente podra explicarse en lo que concierne a su doctrina y constitucién esenciales, si partimos de la Palabra de Dios. En su mas hondo contenido, se encuentra fuera de la corftingencia social. Sin embargo, esto no impide que la manifestacién de este su contenido esencial, mediante palabras, simbolos e instituciones, asi como su misma elaboracién intelectual teolégiea, haya de Ievar de una forma u otra él ropaje y el estilo del ambiente, a pesar de toda la diligencia por la conservacién intacta de la verdad inmutable. El cristimismo tiene un origen divino, ciertamente. Pero ab mismo tiempo, es igualmente cierto que su vitalidad y pureza religioso-moral depende en una buena parte de las circunstancias sociales entre las que se desenvuelve. Fuera de Ja religion cristiana, debemos guardarnos igualmente de quererlo explicar todo de una forma exclusivamente sociolégica. También aqui debemos contar con que el hombre, por razén de sus predisposiciones religiosas recibidas de la mano de Dios, de Ia revelacién natural y de las mociones especiales de la gracia divina, puede comprender y conservar rectamente ciertos aspectos esenciales de la religion, asi como seguir impulsos religiosos auténticos, Introduccién 35 La sociologia religiosa, como nosotros la concebimos aqui, no se propone ante todo exponer el influjo de lo social sobre la doctrina y constitucién religiosas, aun cuando esto cae también dentro del campo de nuestras preocupaciones. Nuestro polo de atracci6n, en la sociologia de la vida religiosa, viene particu- Jarmente determinado por las exigencias de la cura de almas practica, La sociologia religiosa puede y, quiere conducir a un detallado examen de conciencia sobre los problemas de la accion apostélica. De este modo, prescindiendo incluso de nuestra mas decidida oposicién al sociologismo, esta bien lejos de nosotros la tentacién de querer explicar la religién sociolégicamente. Lo que sf tratamos es de la mejor inteligencia de una de las funciones de Ia religin, o mejor dicho, de una importante misién de la vida religiosa y de alejar un peligro que la amenaza, Buscamos Ia influencia de lo social sobre la fuerza vital de la religion Con ello, evidentemente, se plantean también no pocos pro- blemas. ;Cémo se explica que no sdlo una religién cualquiera, sino hasta incluso la misma religion revelada pierda tan facil- mente un gran mimero de adeptos bajo determinadas circuns- tancias sociales? zCémo es posible que esta religion pierda también tanta vitalidad, que apenas tengan conciencia de ella muchos de sus miembros? ;Cémo explicar, por otra parte, que aquellos que son verdaderamente fieles a la practica religiosa ejer- zan a veces tan pequefia influencia en la configuracion de la vida social? Aqui se trata, pues, de las relaciones mutuas entre la religién vivida y las fuerzas reales de la sociedad. Nosotros nos salimos de la sociologia religiosa puramente empirica —que es la que hoy domina— cuando tratamos de cimentar filosdfica y teolégicamente nuestra investigacién positiva, y cuando aprovechamos los resultados de ella para fundamentar una sélida teologia pastoral. Asi pues, tenemos Ia intencién de poner de manifiesto el contenido teolégico de la sociologia religiosa al mismo tiempo que mostramos su admirable fecundidad apostélica, Este nos parece el camino mis seguro para suprimir de raiz toda suerte de equivocos sociolégicos. 36 1 Introduccién 3. ACTUALIDAD DE LA SOCIOLOGIA DE LA VIDA RELIGIOSA Vivimos en una época en Ia que lo social ha adquirido’ una extraordinaria importancia, tanto en el ambito de la vida ordi- naria como en el de la cientifica. Lo que esto significa para la teologia, especialmente para la moral y la pastoral, ha de ser estudiado aan con mayor precisién. Mas el tener en cuenta sociologicamente y de una manera estrictamente cientifica las raices sociales de no pocas formulas y conceptos teoldégicos, puede devolver una mayor luz a la Revelacién, que es indeductible. Asi como liberar de todo aquello que no es la tradicién cristiana genuina, sino la envoltura — explicable sociologicamente — de una estructura social, hoy quizd anticuada e inservible. En este sentido, es indudable que formas religiosas verdade- ramente vivas en otros: tiempos — porque atinaron a. encarnar la religion salvadora «en» Ia historia—, no son hoy sino un lastre que debe ser cuanto antes arrojado por la borda. Para ello, desde luego, es necesario haber aprendido a distinguir entre el origen historico-social de determinadas ideas y costumbres, y la esencia inmutable de la religién. Debido a la rapidisima evolucién de Jas formas y estructuras sociales de nuestra época, esta tarea es hoy tan urgente como necesaria. 4. LLAMAMIENTO AL APOSTOLADO El conocimiento sociolégico de la enorme fuerza del medio ambiente no significa en lo mas minimo la exoneracién de la responsabilidad de los hombres, sino, por el contrario, una enér- Introduccién 37 gica llamada a acomodarse inteligentemente a ese medio ambiente de una manera conforme a fa realidad objetiva. Notemos aqui que la tesis protestante+ de que la religion es sélo, o al menos en primerisimo lugar, un asunto que concierne wnicamente al individuo, ha contribuido largamente a la «ceguera social» en el campo religioso. Con ello ha invalidado una fuente de energia social de primer orden. Segiin esto, cuanto mas domina lo social, tanto mayor es la serie de tareas que de ello resultan. Los conocimientos de socio- logia religiosa son ante todo — para anticipar uno de Jos resul- tados mas importantes de nuestra investigacién — un vigoroso Iamamiento a las minorias religiosas selectas a que tomen con- ciencia de su responsabilidad frente a los demas, frente a aquellos que siendo mas débiles, para lo bueno como para lo malo, se dejan en su mayor parte influir por el ambiente. Por otra parte, es natural que las investigaciones sociolégicas no suponen en absoluto que se rebaje el valor de la personalidad. Al contrario. Estas ponen abiertamente de manifiesto el gran- disimo influjo que puede tener una fuerte personalidad deter- minada. Y sobre todo, la fuerza de un grupo de hombres con gran personalidad, al servicio de unas ideas que les sean comunes. La facilidad con que las masas se dejan influir por el ambiente podra eximir, si se quiere, a quienes religiosa y moralmente son «menores de edad». Pero el conocimiento de la fuerza de este mismo ambiente debe fustigar a los mds despiertos no sdlo a pensar mds en si mismos, sino a reconocerse responsables en la configuracién del mundo que les rodea; de ocuparse de aquellos cuya libertad moral ¢ impresionabilidad religiosa depende en st mayor parte de la mejora de su medio social, de su encua- dramiento en una cemunidad de auténtica valia. 4 Cf. J. Bates, El protestantismo comparado con et catolicisme en sus relacio- nes con ta civilisectén exropec. Barcelona 1949. - J. L, DE ARANGUREN, Catolicismo 9 Protestantismo como formas de existencia. Madrid 1952. - J. L, pe ARANGUREN, EI Pro- testantisma y 1a moral. Madrid 954. (N. del T.) 38 Introduccion 5. LA DIVINA PARADOJA. DOS PALABRAS SOBRE EL TITULO DE ESTE LIBRO El Evangelio nos anuncia el celestial poder de «convertirnos en hijos de Dios» (Ioh 1,12 ss) si escuchamos a quien siendo la misma Omnipotencia, vino a nosotros en la fragilidad de nuestra carne. La Buena Nueva nos emplaza de leno ante la adivina paradoja> de que «la fuerza se perfecciona en Ia flaqueza> (2 Cor 12,9). La religién, que es en su mas profundo sentido una «fuerza de Dios» (1 Cor 1, 18) para la salvacién y renovacién de toda Ja tierra, puede convertirse en flaca e insignificante en la mano de los hombres. Hasta el dia en que Cristo revele victorioso su brillante fortaleza ante el mundo entero, la religion oscilara siempre entre la Omnipotencia de Dios, que conduce a la locura de amor que es la Cruz, y el deslumbrante seudopoder del «principe de este mundo». Nosotros, desde luego, sabemos que Cristo guarda incesantemente para su Iglesia la celestial fuerza de Ja gracia y de la verdad. Ella no correré jamas la suerte de aquellos que han sido victimas de la propia alucinacién; pero siempre com- partira la suerte de su Maestro: «La luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la comprendieron> (Ioh 5,5). Aqui se nos plantea ciertamente un problema angustioso: se trata solamente de participar de la suerte del Maestro, o es la propia culpa del hombre quien oscurece la luz? La sociologia de la religién se mueve, pues, en el dmbito de estas verdades. La religién muestra su fuerza — también en el campo de lo social — en cuanto procede de Dios y el hombre vive profundamente enraizado en El. Pero queda envuelta en la aparente potestad de Satan siempre que se circunscriba a lo humano buscando los triunfos de este mundo. Lo social puede prevalecer sobre la religién y socavarla secularizindola. También Introduccién 39 se ve la flaqueza de la religién cuando ésta se aferra a las formas sociales pasadas, a las que quizds se habia acomodado en otros tiempos, en cumplimiento auténtico de su misién, En fin, queda condenada igualmente a la impotencia toda la religién que pretenda la «interioridad» pura, haciéndose infiel a la con- signa del Maestro, «sois la sal de la tierra» (Mt 5, 13). Una ate- rradora flaqueza se muestra también en la religién, cuando sus adeptos dejan de creer que Dios es Sefior también de la vida ptiblica y se adscriben, en principio o en la practica, al error de que la «religién es asunto privado». Una sociologia religiosa que, precisamente por razén de su profundo enraizamiento en la fe, deja hablar sin miedo a la realidad, ha de ser necesariamente un poderoso llamamiento a la renovacién y profundizacion religiosa, a la actividad apos- télica de todos los cristianos y a una genuina adaptacién a las formas sociales del momento. He aqui, pues, la razon de nuestro subtitulo: «La sociologia religiosa como Ilamamiento al apos- tolado». Terminemos esta breve introduccién diciendo que la sociologia religiosa que exponemos aqui —se la podria Hamar también sociologia pastoral —, conscientes del encargo que nos ha dado Cristo de «ser la sal de la tierras (Mt 5,13), quiere predicar la verdad a nuestro tiempo, pero de forma que no sea ni olvidada ni mal entendida Ja edivina paradojay de la victoria en la debilidad. LIBRO PRIMERO PROBLEMAS TEOLOGICOS FUNDAMENTALES DE LA SOCIOLOGIA RELIGIOSA. PROPEDEUTICA TEOLOGICA Los problemas que plantea la sociologia religiosa no’ resultan, en primer término, del hecho de que las religiones paganas dependan directamente de lo social; de la fuerza de la sangre y del suelo, de la familia, tribu o nacién. El problema se planted en su origen precisamente en el campo de la religién revelada, que es esencialmente una economia de salvacién que vive y opera «en la historias; es decir, que no se cierne en el vacio por encima del mundo natural y social, sino que ha echado hondas taices en el campo real donde vive la humanidad. En la Encarnaci6n, el mismo Verbo de Dios quiso descender al seno de una familia, pueblo y linaje bien determinados, con sus caracteristicas histéricas y sociales concretas. Cristo com- partié, no lo humano en general, sino las particularisimas condi- ciones de su medio ambiente. Hasta el punto que, a juzgar por lo exterior, no sélo fue considerado como uno mis, sino incluso como representante de su pueblo. El Verbo de Dios, en el transcurso de su actuacién histérica, fue siempre fiel a este caracter esencial de la’ Encarnacion. También el Evangelio, que indudablemente leva en si la marca indeleble de su origen divino, en su lenguaje, imagenes, tono y aspiraciones humanas, no deja jamas de adaptarse a las carac- teristicas del mundo para quien es anunciado. Y San Pablo, su gran heraldo, al llegar el momento de echar una mirada retros- pectiva, no considera como su menor fidelidad a la voz de Dios el haberse hecho todo para todos, judio con los judios, gentil con los gentiles (cf. 1 Cor 9, 20-23). 44 Problemas teolégicos San Pablo no desconocia el condicionamiento especificamente sociolégico, y precisamente en razon de su fidelidad para con el mensaje divino, se negé a exigir de los cristianos procedentes de la gentilidad, todo lo que se deriva del mundo judio, pero no directamente de Ja palabra de Dios. De esta forma, el mensaje del reino resplandecié mas clara y puramente que si se hubieran predicado y exigido las costumbres judias en el mismo grado que la irresistible novedad de la ley de la gracia. El conocimiento, pues, de lo esencial y permanente en este mensaje, tuvo su complemento, por amor precisamente a su eficacia, en la acomo- dacién a las nuevas circunstancias. En lo que sigue veremos también cémo la problematica de la sociologia religiosa se funda en las verdades y realidades cristianas mds primitivas, Aunque, naturalmente, habrA que recurrir con frecuencia a la sociologia religiosa general. Pondremos de manifiesto, primero, la parte social de toda religion, y de la cristiana en particular: para mostrar Inego su dinamismo social. La sociologia religiosa ha de contribuir a superar la raquitica concepcién individualista de la religion. «Max Scheler expresa adecuadamente sin ninguna duda la filo- sofia catdlica, al afirmar que todo acto religioso es en ultimo término individual y social a un tiempo; que en sentido amplio la frase “unus christianus — nullus christianus” vale también pata todas las religiones» *. 1. J. Wacw, le, p32. Capitulo primero LA RELIGION COMO COMUNIDAD Y FUERZA CREADORA DE COMUNIDAD 1. NUESTRA PARTICIPACION EN LA VIDA DE DIOS Todo acto! auténtica y profundamente religioso implica comunidad Con esto no sélo suponemos que tal acto del individuo haya de ser siempre compartido o sugerido, de una manera u otra, por los demas elementos religiosos de la comunidad (familia, tribu, parroquia, etc.). Al hablar de necesidad de comuni- dad nos referimos, ante todo, a su sentido mas profundo y esencial, a la comunidad con el Dios vivo. Vivir la religién saca al hombre del anonimato de la vida corriente. Le da una personalidad que le destaca de la masa. Sin embargo, esto no le es causa de aislamiento, antes al contrario, ¢s fuente de didlogo vital, en cuanto se le dona la feliz y con- movedora conciencia de sentirse interpelado y regalado por Dios ¢ impelido a una respuesta y entrega personales. La vivencia religiosa central, el encuentro con el Dios que regala y exige comunidad, ante todo lleva al hombre plenamente hacia si mismo Aqui experimenta él, pueda o no expresarlo, que su propio ser El autor emplea el término Erlebmis, que suele traducirse por évivencian. Aqui preferimos decir eactoo, para cvitar el matiz mistico que podria sugerir la palabra evivencias, (N. del T.) 46 Problemas teolégicos est ligado al Ta divino; que no deja de ser enteramente él mismo, al hacerse uno con Dios. Ya en el simple hecho de descu- brir la religién se anuncia uno de los temas fundamentales de la sociologia religiosa, a saber, la religién entre persona y «comu- nidad» : el referirse vital de un yo al tt y al vosotros. Personalismo y comunidad no son dos conceptos contradic- torios, ni estén tampoco desligados el uno del otro. Persona y comunidad son dos polos que se complementan, Por la inteli- gencia cristiana de la vida religiosa — vida que en sus elementos fundamentales puede muy bien encontrarse fuera del cristia~ nismo— sabe el hombre que cuanto es y cuanto tiene, todo lo ha recibido de la comunidad con Dios. El hombre no es primero. una persona, y luego, como algo postizo, un ser relacionado con Dios. Todo lo contrario, El hombre adquiere su plenitud solamente cuando es llamado con su propio nombre por Dios, y cuando toma conciencia de ser objeto del amor personal divino. Su salvacién esta en la comunicacion con Dios. Mas atin, la revelacion cristiana nos dice que la personalidad de Dios ya significa comunidad en si misma, la intima comunica- cion de vida de la Santisima Trinidad. El Padre es enteramente EI mismo al entregar todo cuanto El es al Verbo. El Padre y el Hijo — Palabra del Padre— son también enteramente ellos mismos al espirar al Espiritu Santo, en quien resplandece toda la magni- ficencia de su amor, y en cuya Persona vuelven a encontrarse en la entrega total. Por la religién, como don sobrenatural de Dios, el hombre es admitido e intimamente ligado a este sacrosanto misterio de la profunda comunicacién del amor divino. De la bondad de las tres divinas Personas ha procedido Ja eterna resolucién de crear al hombre para la participacién a su propia gloria. Escoto nos lo explica: «Deus vult condiligentes se». Por la Religion, por la unién con Dios, se nos abre graciosamente la posibilidad de internarnos en la gloriosa comunidad del amor divino. Podemos celebrar juntamente con El la eterna fiesta del Amor. Mas lo que sera algiin dia gozo cumplido en el cielo, comienza ya aqui con la vida religiosa auténtica. Comunidad a7 Algo de la magnitud de estos misterios se vislumbra, incluso de una manera consciente, en todo acto religioso profundo El hombre siente que él, como persona, vive de la comunidad con Dios. Que su propia vida personal recibe una mayor plenitud a medida que se va adentrando mds y mas en la comunidad divina. La’ Santisima Trinidad es el principio primero de toda vida comunitaria, En ella estd prefigurada toda verdadera comunidad entre personas; pero no sélo la especificamente religiosa, sino, ademas, todo género de comunidad, como la familia, el circulo de amistades, el parentesco, vecindario © nacién y, en general, aquella que corresponda a un fin concreto y racional, Donde quiera que haya una comunidad auténtica, vivird ésta de la participacién, de alguna manera, en las riquezas de la vida de Dios. De este modo, junto con las dem&s comunidades, manifiesta de una maneta finita la infinita plenitud de la divinidad. Asi pues, en su principio y fin ultimos, todas las comunidades —manifestacién y revelacién de la gloria de la vida divina— quedan intimamente ligadas y relacionadas entre si, aunque Ja diferencia entre la participacién a la vida comunitaria con Dios y la participacién a las demas comunidades humanas, es extra- ordinariamente distinta. De aqui que, légicamente, el contacto mutuo entre todo grupo humano ordenado y la comunidad de hombres religiosos, ha de ser siempre fecundo y saludable. EI hombre religioso, por razén de su plena personalidad —plenitud que le viene ante todo de la comunicacién con Dios, y en segundo lugar, de su unién con las comunidades creadas —, tiene una ordenacion esencial a las demis colectividades humanas. La razén de ello es precisamente porque también éstas tienen su causa primera en Ja vida comunitaria de Dios, en la que el hombre se abisma al vivir la religion. Estos actos religiosos vitales son creadores de comunidad 2, porque implican comunicacién con el mismo Dios vivo y parti- cipacién de alguna forma en su intima comunidad de amor. 2. La sociologia y psicologia religiosas actuales vuelven a reconocer la esencial relacién que existe entre la sociedad y la religion, mientras que el individualismo del Problemas teolégicos De ordinario, ademas, la vida religiosa profunda del individuo suele ser facilitada por medio de la comunidad religiosa o que actia religiosamente. Asi, la historia de las religiones demuestra que las auténticas vivencias religiosas del individuo suelen ser un fendmeno comunitario. Pero aun cuando el individuo encontrase a Dios en el aislamien- to, lejos de toda comunidad humana, la vivencia de la gloria y bondad de Dios facilitaria normalmente a este hombre el recto encuentro con las demas criaturas ¢ hijos del mismo Sefior. La co- smunidad puede concebirse como un todo, como una tinica y gran familia, solamente cuando muchos de sus miembros hayan encon- tindo personalmente al Creador y Padre comin de los Cielos. La comunidad humana, como hecho natural, puede muy bien preceder a la experiencia religiosa. El nifio vive en la familia unido por auténtico carifio a sus padres y hermanos, aun cuando carezca en absoluto de una relacién personal y consciente con Dios; pero, una vez haya gozado del encuentro directo con Dios, se hard mucho mds apto para vivir incluso Ja comunidad familiar. Con esto se ha hecho capaz de ver en Ia familia algo mds profundo, de vivir él mismo la comunidad familiar de una forma mds nueva y personal. La familia se transforma en una comunidad de amor, ‘con un sentido totalmente nuevo, cuando todos sus miembros se sienten unos ante Dios. Lo mismo cabria decir de cualquier otra comunidad. Asi, el amor entre dos personas que se quieren como amigos, como novios 0 como esposos, etc., recibe, incluso conscientemente, una reafirmacién y vida redobladas, cuando estas personas experimentan de una manera profunda y directa la entrafiable comunicaci6n amorosa con Dios. siglo pasado, incluso en et ambito de la sociologia religiosa, sufria abundantemente de ‘eceguera socials. A fines del siglo x1x, muchos hombres de ciencia pensaban que el desarrollo de la religién se manifiesta por un lento, pero inevitable, “progreso” del colectivismo hacia cl individualismo, y que este rasgo... es perfectamente manitiesto ‘en el progreso que supone el cristianismo frente a las feligiones paganas y la reforma frente al catolicismos (J, Wacu, Religionssosiologie, p. 33). Esta posicién, por lo demas, aparece claramente a través de Ia Sociologia religiosa de Mensching, (Cf. p. ep. 135)- EI colectivismo, como el individualismo, son corrupciones religiosas bien conocidas desde Ja Antigiedad. La religién auténtica y verdadera es siempre personal y comunitaria al mismo tiempo. Comunidad 49 Todo amor verdadero entre los hombres es necesariamente un amor «en Dios», pues Dios es la fuente de todo amor y de toda unién. Sélo la vivencia religiosa puede dar a los hombres la feliz y unificadora conciencia de que se aman en Dios y con Dios, porque f1 los amé primero y desperté en ellos el amor reciproco. 2, FUERZA UNIFICADORA DEL GENIO RELIGIOSO La comunidad religiosa puede muy bien presentarse en la forma y estructura de una comunidad natural. Asi, en muchas culturas, la familia, tribu, casta o pueblo, son enteramente conce- bidos como realidades religiosas. En las religiones primitivas aparece siempre la idea de que el patriarca o fundador de una gran familia fue distinguido con el trato intimo de Dios, y luego transmitid sus experiencias religiosas a su descendencia. Esto vendria a ser la revelacién. También aqui se ve latir la conciencia de la gran importancia de la personalidad religiosa. Por lo demas, alla donde la religién subsiste como una comunidad particular, sobre y junto a la comunidad natural, los origenes se remontaran manifiestamente a un fundador, a un genio religioso. El homo’ religiosus que experimenta la majestuosa santidad de Dios, se siente inmediatamente inclinado a retirarse de los hombres. Abraham se aparta de su familia y de su patria. Moisés permanece en el desierto o en el monte, lejos del pueblo, cuando Ie cabe en suerte sentir la santidad de Dios. Igualmente los grandes " profetas y predicadores se preparan para su misién, en el desierto, en la soledad. Mas, junto con el sentimiento de Ia terrible santidad de Dios (mysterium tremendum),, se da la experiencia de la embriagadora proximidad amorosa de Dios (mysterium fasci- nosum), Después, quien ha vivido, profundamente la santidad de Dios, se convierte en.el mAs apasionado celador de su honra; quien sabe lo que es la proximidad de Dios, se sentir irresis- 50 Problemas teolégicos tiblemente empujado a convidar a los dem4s hombres a esta beatifica comunidad de amor. El! hombre religioso, pues, por razén de su profunda vida interior, debera necesariamente sobresalir de la masa; pero, aunque hombre singular y por encima de las cosas de este mundo, ejercera, sin embargo, una poderosa influencia sobre los demés. De una manera muy especial, los tres grandes fundadores de las que son ain hoy las principales religiones mundiales, el cristia- nismo, el islamismo y el budismo, muestran claramente su extraor- dinaria actitud como genios religiosos. Ellos atrajeron a las gentes, crearon un importante discipulado en su derredor, por su perso- nalidad, fundandose, sobre todo, en su honda vida religiosa, Mahoma cautivé a sus discipulos principalmente por su ori- ginalidad personal; por saber ser cotra cosa», por la arrebatadora pasion con la que anuncié el sefiorio universal de Ald, de quien él habia de ser su tnico y singular profeta. A esto hay que afiadir, ciertamente, toda la serie de ideales nacionalistas y beli- cosos que cooperaron tanto en conservar unidos a sus «discipulos». (Aqui, por oposicién al discipulado cristiano, seria quizd mas oportuno hablar de adeptos o correligionarios). Semejante seria también la forma de explicar el caso de la personalidad y prosé- litos de Zoroastro; fuera del cristianismo, una de las figuras religiosas mds notables de la humanidad. En Buda’ es la compasion la que le mueve en definitiva, a participar a los demas «el camino de salvaciéns que él habia entrevisto. La particularidad de este camino (desprendimiento de todas las cosas) y del término de la salvacién (hundimiento en el Nirvana) es, sin duda, que Buda consiguiera interesar a sus prosélitos por la fuerza de su atraccién personal, pero sin unirles en absoluto entre si, como es el caso de Mahoma, cuando no de Cristo. Concedamos que desde un punto de vista meramente sociolé- gico-religioso, Cristo tiene cierta semejanza con otros grandes fundadores religiosos. Con todo, lo particularisimo de su perso- 3. Cf. P, Fonr v Puts, La doctrina social det brakamanismo. Aspecto social del budismo, Barcelona 1942, (N, del T.) Comunidad 51 nalidad, su total reivindicacién de divinidad y la renuncia siste- miatica a los medios y miras humanos en Ia fundacién de su Iglesia, son también cosas que aparecen inmediatamente a todo lector versado en las Sagradas Escrituras. £1 cautivé a los discipulos de Juan el Bautista sdlo con su presencia (v. Toh 1,35 ss). El se presenta en los circulos religiosos de su pueblo como el cumplimiento de todas las esperanzas de salvacién. £1 mismo, de Ja manera més consciente, escoge a sus discipulos, destruyendo al tiempo en ellos toda esperanza puramente nacionalista y terrena. £1 no es un tipo religioso al estilo de Buda, preocupado ante todo por encontrar su propio camino de salvacién. Jesis, por el contrario, con toda claridad y desde el primer momento, se sabe enviado a los hombres por el Padre. 1 no Ilama solamente a un grupo de escogidos, sino que expresa, ademas, terminante- mente su voluntad de fundar una imperecedera comunidad de discipulos con un orden sagrado. Asi eligié a los Doce (Mc 3, 13 ss), entre los que prefirié a tres. A Pedro promete y transmite una especial primacia (Mt 16,16 s; Ioh 21,15 s). Junto a los doce, eligié a otros setenta discipulos. No se trata aqui de los lazos de la carne y de la sangre; su discipulado se funda ‘sobre su palabra y sobre la fe en £1. El maestro vive enteramente para ellos, que le son su todo. Extendiendo la mano sobre sus discipulos, exclamaba: «He aqui mi madre y mis hermanos. Pues quien hace Ja voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madres (Mt 12, 49 s). Lo més particular, empero, de las relaciones de Jesiis con Jos suyos, son principalmente dos cosas: primero, que El se les tevela como el Mesias prometido, como el Hijo unigénito del Padre eterno, como el tinico Sefior y Maestro, al mismo tiempo que vive entre ellos como un servidor; segundo, que de antemano celebrara su sacrificio en la Cruz como la mas libre y mayor muestra de amor para con los suyos. Cristo, pues, no es solamente ‘un genio religioso que atrae a los hombres, ni es tampoco el mero fundador de una religién. £1 es el punto central, la piedra angular de la Religién Cristiana: «Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida» (Loh 14,6). 52 Problemas teolégicos La fe en el poder y divinidad de Jesucristo, el amor hacia £1 como Redentor, la celebracién continuamente renovada de su Sacrificio, la alborozada esperanza de su segunda venida gloriosa, son el vinculo indisoluble que mantiene unida toda la comu- nidad de sus discipulos, su Iglesia. En verdad, no hay nada absolutamente en este mundo capaz de consoliddr la unidad de los hombres, como Jesucristo, nuestro Sefior y Maestro, nuestro Hermano y Salvador. Como en el Cristianismo, también en las grandes religiones asiaticas, la fuerza de la personalidad religiosa se muestra ante todo en los fundadores de ordenes o monasterios. Estos grandes hombres y mujeres se sienten impulsados a reunir a su alrededor a quienes estan animados de sus mismos sentimientos, para entusiasmarles a llevar a cabo sus ideales religiosos tan apasiona- damente concebidos. 3. FUERZA INTEGRADORA DE LA COMUNIDAD CULTUAL La vida religiosa del individuo no es en absoluto una causa de aislamiento; por el contrario, en cuanto despierta la conciencia personal en la comunicacién amorosa con Dios, es una fuente de vida comunitaria fecunda. De una manera mucho mis directa atin, se comprueba el extraordinario poder de unificacién, del culto —oracién, adoracién y sacrificio— en comin. El culto es una forma de expresién esencial a la religién, precisamente en cuanto le es propio abarcar a la totalidad de los hombres. «Ja religién gusta de penetrar toda la vida humana» 4, El culto externo, por otra parte, integra a las gentes en la comunidad con tanta mayor fuerza cuanta mayor es la conciencia de comu- nicacién con Dios, entre los participantes en la funcién litirgica. 4 W, Eicunopr, Theclogie des Alten Testomentes, Leipzig 1933, 3, p. 44. Comunidad 53 Por todo lo cual, la vida religiosa individual y la celebracién del culto divino en comin no pueden ser separadas una de la otra al estudiar las repercusiones sociales de la religién. El culto es la expresién del espiritu comunitario y al propio tiempo un medio para despertarlo y mantenerlo vigilante. «La ora- cién, sacrificios y ritos no sirven solamente para poner de mani- fiesto las vivencias de la participacién religiosa comunitaria; ademas, colaboran eficazmente a crear y determinar la organi- zacién y el espiritu del grupos 5. «Mucho mas que la expresin doctrinal, el culto atina e integra _ Ja fraternidad. Los sacramentos cristianos dan claramente una idea de esto» & La fuerza integradora del culto se puede mostrar ante todo en la familia, El aspecto sacerdotal, muchisimo mas que la fuerza o la superioridad, dio al antiguo patriarca de la familia china, persa, romana o germanica, su inconcusa autoridad. El que Ja familia no se limitase a una pura unidad econdmica, ni a una mera comunidad de amor humano, sino que fuese una unidad sagrada que se manifestaba siempre asi en las oraciones, ritos y usos religiosos comunes, fue la causa de que en todos los pueblos, especialmente los cristianos, gozase ésta de una profun- didad, estabilidad y ‘nobleza de la que es incapaz Ja familia laica actual, a pesar de todas sus circunstancias materiales favo- rables. Una familia, por lo demds, que ora y celebra en comin Jas solemnidades religiosas, no se malograra tan facilmente como otra que carezca de esta fuente de energias. Todo grupo humano que honra a Dios de consuno, por razon precisamente de su culto en comin, sera vigorizado en su esta~ bilidad y dignidad. La explicacién de ello, haciendo abstraccién de la fuerza integradora de los actos colectivos, es que los hombres sienten asi la comunicacién con Dios, y una divina recompensa por su unién, docilidad, fidelidad y caridad en este mundo, «No se insistira nunca demasiado en sefialar que, en la vida s. J. Wacn, Ley p. 45. 6. Lew p. 159, 54 Problemas teolégicos cotidiana del hombre primitivo, la religion es un factor muchisimo més importante que en sociedades mis civilizadas. Ald, la religién es lo definitivo. Ella trasciende las relaciones familiares y sociales, las actividades ordinarias y el trabajo. No existe rasgo alguno de la vida de los aborigenes que no tenga su significado religioso Y que no sea mds o menos intervenido por ritos o interdicciones religiosas» 7. «Sin la Eucaristia, eran inconcebibles las hermandades jura- mentadas y las ligas ciudadanas de la Edad Media ®. El estableci- miento de ciudades en occidente se identificd con las “reuniones littrgicas”’» 9. La comunidad nacional israelita no se manifest solamente como tal en la guerra o en la paz, en el derecho 0 en la economia, sino sobre todo en el culto de Dios. El templo y las peregri- naciones promovieron, sin duda, la comunidad religiosa y nacional del pueblo judio. Pero también en el tiempo de la destruccién, cuando les falt6 el templo y las grandes reuniones comunes, se mantuvo viva la practica de las prescripciones liturgicas del Antiguo Testamento. En el budismo y en el hinduismo se puede observar igualmente la gran fuerza umificadora y comunitaria de las peregrinaciones a los santuarios. Desde un punto de vista meramente sociolégico, observamos también que las comunidades catélicas gozan de mucha mayor cohesién que las protestantes. No es la razon menos importante aqui el hecho de que su culto sea mas rico y mejor cultivado. Esto, sin duda alguna, es también una de las razones de que la indiferencia ante el cristianismo del mundo actual es muchi- simo ms acentuada en las regiones protestantes que en las catdlicas. La feligresia que se retine cada domingo para el culto colectivo vive su unidad de una forma mucho mas duradera y persistente que la que solamente se retine en raras solemni- dades, Las comunidades que viven durante siglos un largo peregri- nar al qute se le ha ido cobrando carifio, sienten los reveses y las ale- 7. J. H, Dateners, The Lange: A Nilotic Tribe of Ugands, Londtes 1933, p. 233. 8. Max Wenex, Gesammelte Aufsitze sur Religionssosiologie, 21, p. 40. 9 Ley th p38 Comunidad 55 grias de la manera més solidaria. Asi, la unidad del culte catélico en el mundo entero, con toda su espléndida variedad, tiene una virtualidad extraordinaria para unir a los hombres intimamente '°. Las grandes peregrinaciones, por otra parte, a Jerusalén, Roma, Compostela, y en nuestro tiempo a Loreto, Lourdes o Fatima, han contribuido ocasionalmente a reforzar la unidad de Ja gran familia cristiana ensefiando practicamente a confraternizar a todas las gentes que alli se han encontrado. Nada como el culto comunitario mantiene la unidad en los catdlicos. Con esto ciertamente, no nos referimos a la unidad de un rito, pues la unidad de culto comprende también 1a dife- tencia de ritos. Se trata esencialmente de la unidad en la misma manifestacion de fe y en la expresién de una sola comunidad cultual. Asi, precisamente, la predicacién litargica en los ritos orien tales, en una lengua que el pueblo comprende inmediatamente, forma un lazo de unidad mucho mis directo que la predicacién no liturgica. La unidad de palabra y rito, de accién y de oracién sagrada comprendidas, del oir y responder los himnos y lecciones, influye en el pueblo de una manera infinitamente mds honda que la predicacién pura y simple. «La predicacién religiosa remite al problema basico de lengua y comunidad, que es profundamente sociolégico. Lengua y comu- nidad que se constituyen reciprocamente entre si, la una condi cionando a la otra, A la esencia de la lengua corresponde su tendencia socials "". La palabra oida en comin impresiona mucho més poderosamente que Ia que cada uno puede leerse en particu- lar, «Visto en la éptica de la sociologia religiosa, siempre es la Buena Nueva anunciada de palabra la que da la vida al libro de los Evangelios» 17, io, La unidad en la lengua latina no es, con todo, necesaria, La unificacién inte- rior por medio de un lenguaie comprendido por todos es muchisimo mas poderosa que Ja mera uniformidad externa del sonido articulado. a1, A.A, Kravsxorr, Die Religion und die Gemeinschoftsmichte. Leipzig-Berlin 1935) Pe 45+ 12, Ley p. 47 56 Problemas teolégicos 4. FUERZA INTEGRADORA DE LA COMUNIDAD EN LA FE La religién no se agota en las vivencias religiosas personales, como tampoco en los ritos comunitarios. Religién, alli donde se produce histéricamente, significa también comunidad de fe, comunidad en la creencia de las mismas verdades religiosas. La fe no es tampoco la mera preocupacién del individu que intenta llegar al conocimiento de Dios. Dios no suele mani- festarse ordinariamente al individuo en su aislamiento. Desde luego, por medio de la gracia de la fe, habla #1 de una manera totalmente personal a cada uno; con todo, la revelacién de las verdades divinas las recibe cada cual por medio de Ja comunidad religiosa. «También la fe del Nuevo Testamento es una fe comu- nitaria, El Espiritu Santo Meva al individuo a la comunidad. Que el lazo socioldgico llegue mas tarde, na aparece por ninguna parte» +3, La comunidad es normalmente, pues, el camino para la aceptacién personal de la fe, la cual, a su vez, religa el individuo a la comunidad con nuevos y mas poderosos lazos. EI tesoro de las verdades generalmente reconocidas y creidas es ciertamente muy diferente en cada una de las distintas reli- giones. En el hinduismo, por ejemplo, como quizds en ninguna otra, domina la mayor variedad de concepciones religiosas. Deter- minadas doctrinas, sin embargo, como la del Karma (sobre la tras- ceridencia de las buenas y malas acciones en la determinacién de la transmigracién de las almas), 0 como aquella de la conciencia de la perentoriedad de la autosalvacién, son indiscutiblemente aceptadas por las comunidades hinduistas ortodoxas y hetero- doxas. Estas concepciones colectivas se revelan durante milenios extraordinariamente eficientes, no sdlo para erigir los sistemas 13. Le, B33 Comunidad 57 hindies de pensamiento humano, sino también en la estructu- racién de la vida misma. Por supuesto, estas doctrinas por si solas no hubiesen bastado para unificar al pueblo indostanico en una sola nacién sin la intervencién de la politica colonial inglesa. Un ejemplo notable de la fuerza integradora de la comunidad en la fe, del estar ligadas Jas personas con Jos vinculos de una misma creencia religiosa, es la poca estabilidad de los matrimonics Mamados mixtos, en, donde falta, evidentemente, la asistencia a los mismos actos de culto, y, ordinariamente, también toda suerte de oracién en comin. La comunidad en la fe es uno de los lazos de unién mas fuertes también entre los pueblos y culturas. Israel es una inte- resante muestra de ello, en cuanto la revelacién de Yahveé, recibida y adaptada colectivamente, fue el factor definitive para el nacimiento de este pueblo. «Mucho tiempo después de haber perdido su pais, se mantenian atin en pleno vigor la fe y los ritos comunitarios de este pueblo» ™. Se puede también dudar, y con razén, de si los pueblos germAnicos hubiesen legado jamds a constituir una nacién, un pueblo que se siente solitario, de no haber adoptado la fe cristiana. Carlomagno, guerrero poderoso, consiguié, como su padre y abuelo, subyugar la raza germanica. Con todo, la religién, Ja fe cristiana, fue en ultimo término el verdadero vinculo que unié tazas y lenguas tan diferentes. «Carlomagno y su sucesor Luis el Piadoso rigieron estos territorios, no como reyes francos, sino como sefiores y campeones de la cristiandad> *5, Igualmente, el que el pueblo chino, a pesar de su turbulenta historia y de sus antagonismos internos, permanezca unido en una nacién durante milenios, no se debe, ciertamente, en ultimo lugar a la fuerza integradora de la religién confucianista. La historia. muestra cuantiosos ejemplos de pueblos en los que el nacimiento de la nacionalidad fue impedido por la division en la fe religiosa, aun cuando todas las demas circunstancias fueran favorables. En la India, por ejemplo, sabemos por expe- 14. J. Wace, 1, 6, p. 104 45. Cu, Dawson, Religion and the Rise of Western Culture, Londres 1950, p. 93. 58 Problemas teolégicos riencia que ain hoy es imposible formar pacificamente una nacién reuniendo los mahometanos con los hindiies. Por otra parte, Europa — sobre todo Alemania— conoce bien, por desgracia, la fuerza desintegradora de la quiebra de la fe, desde los tiempos de la Reforma. Es cierto que la unidad religiosa no pudo evitar guertas y dolorosas querellas en el occidente medieval; pero, de todos modos, ayudé indiscutiblemente a crear un sentido de solidaridad occidental superior a toda diferencia, y que atin hoy en dia sobrevive de alguna manera. En fin, el abismo cada dia mds insondable que separa, desde la Edad Media, Bizancio y Occidente, muestra también que la unidad en las creencias religiosas no consigue por si sola gran fuerza integradora sin el vinculo externo de una autoridad religiosa comin y sin una unidad de culto y de amor piblica- mente manifestada. Tengamos en cuenta, en fin, cudn formi- no podemos comprobar, al examinar una doctrina, una forma de culto o una vitalidad religiosa determinadas, qué es lo propio del reino de Dios y qué es fruto del mundo, de las estructuras sociales y del medio ambiente. La fundamentacién teolégico-pastoral de la socio- logia religiosa no puede existir sin teologia, es decir, sin fe. Precisamente de esto tratamos aqui, de conseguir la vision de la fe sobre las relaciones entre el reino de Dios y el mundo, y de poder luego ordenar en su debido lugar teoldgico las influen- cias mutuas que aparecieren. 2. EN EL MUNDO, PERO SIN SER DEL MUNDO En la Sagrada Escritura aparece claro que el reino de Dios no es fruto del empefio que pongan los hombres. Ni la virtud natural ni ninguna constitucién perfecta de la sociedad podran por sf solas contribuir un 4pice a la aparicién del reino de Dios, que procede del cielo, En la tierra se incod con la persona de Jesucristo; la perfeccién total se realizar solamente al fin, 5-H. Fuerza, 66 Probiemas teolégicos el dia de la gran -plenitud, cuando Jestis aparezca triunfador sobre las nubes del cielo, cuando termine la historia de la huma- nidad. Este sefiorio universal de Dios, pues, no Hegaré como algo postizo a la historia, sino, por el contrario, como perfeccio- namiento de esta historia de salvacién en la que nosotros vivimes ya. El reino de Dios no es del mundo ni procede de su virtud, aunque, sin embargo, ha Iegado a este mundo. En nuestra oracién debemos desear de la manera mas viva la Hegada de este reino de Dios, sabiendo que nos ha de ser donado por £1 mismo («Padre nuestro...»). El reino de Dios ha Ilegado ya con la persona de Cristo. El vino a este mundo (Ioh 1,9) del cual es la luz (Ioh 1,5 s; 8,12). Fil vino «a los suyos», a su mundo, pero los suyos no le recibieron (Ioh 1, 11). Bl, que viene en figura de siervo, es el creador: «El mundo fue hecho por El» (Ioh 1, 10). Bl vino no de una forma meramente externa: «El Verbo se hizo carne». El se hizo hombre, hijo de una madre y de un pueblo, y se inserté en un medio social y religioso perfectamente concreto. Con El ha penetrado en el tiem- po el dominio de Dios sobre la tierra. Cristo y su reino no son de este mundo (Ioh 8, 23; 18, 36). Y esto vale tanto de su origen como de su contextura intima. Los suyos, que Bl ha escogido, «no son de este mundo, como tampoco Bl Ie es> (Toh 17, 14 8). Su fe, su calidad de discipulos es un regalo del cielo, de donde Cristo ha venido. Pero el Salvador, el enviado del Padre, envia igualmente a sus discipulos a este mundo (Ioh 17, 18). Su misién es conyencer al mundo de que Cristo ha sido enviado a él por el Padre, y que el Padre y el Hijo quieren hacer reinar en el mundo el mismo amor que reina entre ellos (cf. Ioh 17, 21, 23). El reino de Dios no es ninguna maravilla que se mantenga lejos de nuestro planeta o que saque de él a sus vasallos, «Yo no te pido que fos saques del mundo, sino que los preserves del mal> (Ioh 17, 15). Reino de Dios 67 3. LOS DIVERSOS SENTIDOS DE LA PALABRA «MUNDO» Las manifestaciones de Cristo y de sus apéstoles a propésito del mundo, despiertan en nosotros un profundo interés. Jesus vive en el mundo como en la casa de su Padre. £1 ama al mundo como la obra que ha sido hecha en £1 y que asi perdura efecti- vamente. £1 no vino a perder al mundo en el juicio, sino a salvarlo Goh 3, 17). Con Ia venida de Cristo al mundo se realizé una divisién — que, ciertamente, sdlo sera definitiva y completa en el tiltimo dia — entre aquellos que le han sido dados por el Padre y el mundo que no le ha recibido. El mundo que le odia preci- samente porque El no es del mundo y no se acomoda a él. Porque «da testimonio contra él de que sus obras son perversas> (Joh 7,7; cf. Ioh 8,23; 15,18 53 17,14 s). Unas veces habla Cristo del mundo como de la obra magnifica de Dios, otras habla del mundo que gime bajo el peso del pecado y a quien El ha venido a salvar. Otras veces atin, el mundo significa quien no ha querido recibir la salvacién, adscribiéndose al principe del pecado, «el principe de este mundo» (oh 14, 30). Por el mundo en esta ultima acepcién, por ese mundo que ha rechazado defini- tivamente el ofrecimiento de la gracia, por ése no reza Cristo jamas (Ioh 17, 9). Aqui toma toda su trascendencia el doble misterio del pecado y de la eleccién gratuita de Dios. El que el mundo sea al mismo tiempo la obra de Dios, gima bajo el pecado y —no obstante la Redencién de Cristo—— tenga que decidir todavia su suerte en una lucha final, son las causas de haberse creado esa tensién tan tragica entre el mundo y el reino de Dios y tan ininteligible siempre para nuestro entendimiento humano. 68 Problemas teolégicos 4. IMPOSIBILIDAD DE RECONCILIACION El reino de Dios luchard hasta el ultimo dia contra el mundo, en cuanto éste se deja gobernar por el «principe de las tinieblass y rechaza el mensaje y la salvacién de Cristo. «El mundo entero esta sujeto al maligno» (1 Toh 5, 19). El mundo es sélo tinieblas, por cuanto se cierra a la luz de Cristo (Joh 1). Lo que significa el mundo pecador, se manifiesta en la Cruz de Jesucristo. El mundo rechaza al Sefior del amor. El servicio de la verdad y del amor encontrard siempre oposicién en esie mundo precisamente porque el «mundo» esté sujeto al mal. Y como rechaz6 al Sefior del amor, sechazaré y_ perseguira igualmente a sus discipulos (Ioh 15, 18). Ademds, por supuesto, hard cuanto esté de su parte para hacerles prevaricar. En la oracién que el Apéstol eleva por si mismo y por la comunidad cristiana, pide a Dios que «nos arranque del presente siglo perverso (e6n)» (Gal 1,4). Solamente la fuerza redentora de Dios puede librarnos del mundo extraviado. Claro que este proceso de liberacién no se termina con el simple hecho de entrar a formar parte de la comunidad cristiana. Aun cuando sea propio del cristiano, consi- derado en su naturaleza y facultades, el no pertenecer a este mundo, También el discipulo se encuentra siempre ante el peligro de ser emponcofiado por el malo que domina en este mundo (cf. Ioh 17, 15). De aquf la solfcita advertencia del Apéstol: «No os confi- guréis a semejanza de este mundo» (Rom 12, 2). En el mundo domina siempre «la concupiscencia de la carne, la codicia de los ojos y la soberbia de la vida». Estas fuerzas son Ja expresién misma del espiritu del mundo. Quien ama estas cosas, no tiene el amor a Dios. Por esto, nos aconseja San Juan: «No améis al mundo ni las cosas que en él hays (1 Ioh 2, 14-16). Reino de Dios 69 El Salvador profirié terribles amenazas contra «el mundo» a causa de los escindalos con que trata de hacer prevaricar a Jos hijos del reino de Dios; y también contra todo aquel que da escdndalo, pues al constituir un peligro para la salvacién se hace cémplice del mundo, enemigo de Dios (cf. Mt 18,6 ss). 5. CRISTO, VENCEDOR DEL PRINCIPE DE ESTE MUNDO Aun cuando el malo parezca triunfar en este mundo y se vea el cristiano oprimido y acongojado en el cumplimiento de su misién, no debe, con todo, temer éste la lucha contra el mal, si recuerda las palabras de Jess: «Yo he vencido al mundo» (Toh 16, 33). Tras la falsa e infecunda sabiduria de este mundo, que se ha cerrado a la sabiduria de Dios (1 Cor 1,21), se encuentra en ultimo término el «espiritu de este mundo» (1 Cor 2,12; cf. Ioh 12,31; 14,30; Eph 6,12). En la lucha singular entre el reino de Dios y el mundo, encontramos estas secretas fuerzas del poder de las tinieblas al mismo tiempo que el misterio del reino de Dios, que consiste ante todo en que el propio Verbo divino, al hacerse carne, ha entrado en la historia, a la que clausuraré solemne y definitivamente en su segunda venida gloriosa. Asi putes, esta lucha no se concluye entre meras fuerzas impersonales. Por el contrario, es una lucha entablada por Cristo, vencedor contra los «principados y potestades, contra los tenebrosos sefiores de este mundo, las huestes espirituales de la maldad» (Eph 6, 12). ‘Ambos bandos, con sus adeptos, luchan incansablemente por la conquista del mundo, en el mas hondo sentido de la palabra. Que ésta tome, pues, tan distintos sentidos y matices en la boca de Jesis o de los Apéstoles, no es, por tanto, algo casual 0 atbitrario, sino algo que responde perfectamente a la compleja realidad. Por la creacién, el mundo es la propiedad de Dios; jo. Problemas. teolégicos por el pecado, se ve luego privado de la salud y, en fin, por la Redencién es esencialmente rescatado del maligno. En las mani- festaciones de esta lucha final entre el reino celestial y el poder de las tinieblas, es a menudo muy dificil sefialar el limite que separa a ambos. La cuestién tiene una respuesta dificil: jse entiende aqui mundo en cuanto cautivado por el enemigo maligno, en cuanto incapaz de redencién, o bien en cuanto es obra divina y propiedad rescatada por Jesucristo? En la gran batalla entre el reino de Dios y el mundo, no se pone en juego solamente el futuro de los cristianos, sino también la historia entera, el presente y el futuro de la creacién que gime bajo el pecado y aguarda impaciente la redencién final (Rom 8, 21). También los cristianos que recibieron ya las arras de la salud, la adopcién de hijos de Dios, esperan, suspirando, el cumplimiento definitivo de la salvacién (cf. Rom 8, 22). 6. ENVIADO AL MUNDO Es evidente, pues, en la ensefianza del Nuevo Testamento, que la lucha entre el reino de Dios y el mundo no significa en abso- Juto la enemistad entre la tierra y el cristianismo, sino precisamente una lucha, por la conquista de este mundo, de Dios contra el] tenebroso maligno, vencido ya fundamentalmente por Cristo. Lo que se trata es de arrebatarle su dominio sobre la tierra. Esta lucha no se desarrolla Gnicamente en el alma del cristiano. Cristo es el Seftor del cosmos, de la historia universal, de todos los érdenes creados, todos los cuales se refieren como fin ultimo a El (cf. Rom 11, 36; 1 Cor 15, 24-28; Col 1, 17 ss). El reino de Dios tiene una dimension escatolégica. Se hizo realidad con la primera venida de Cristo y se vio victoriosamente reforzado con su muerte y resurreccién; con todo, £1 no tomara posesion del mundo entero hasta que no Megue el dia en que ha de volver a juzgar a los vivos y a los muertos. Solamente Reino de Dios 7 entonces sera Dios adorado por todas las criaturas. A partir de ese dia terminara la lucha contra el poder de las tinieblas, quien tendra también que doblar las rodillas, en la ignominia y postracion, reconociendo a Jesucristo como a su Sefior (cf. Phil 2,10 s). La soberbia de este. mundo habré de reconocer que ha sido derrotada por la humildad de Jests (cf. Phil 2,5 ss). Entre tanto, el reino de Dios y el mundo no se encuentran inopinadamente el uno al lado del otro. El mundo, aun después del pecado original, continta siendo la obra de Dios * y continta teniendo una ordenacién a su sefiorio universal que ha sido traido por Cristo. La realeza de Jesucristo se extiende sobre el mundo entero, todos los hombres y todos los érdenes terrenos. De aqui la actualidad y vigencia del encargo de Cristo a sus discipuios con respecto al mundo: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13). Si, por el contrario, los cristianos no consiguen contrarrestar la perversidad del pecado en el mundo y dar energia y vigor sobrenaturales a los érdenes todos de la tierra, ;dénde esta su mérito? «Pero si la sal se volviere insipida, ;con qué se la salard?> (Mt 5, 13). «Sois la luz del mundo» (Mt 5, 14). Si los seguidores del reino de Dios quieren pertenecer a Cristo solamente en la interioridad pura, sin colaborar a la disipacién de las tinieblas en el mundo, no seran ellos mismos tampoco verdadera «luz en el Sefiors. El reino de los cielos no es algo tan escondido. Ha sido colocado sobre el candelabro en este mundo. Asi, todos los 6rdenes terrenos se encuentran en su luz y bajo su juicio. 1, Es sabido que la doctrina catélica dice, en lo que a esto respeeta, que la creacién, aun después de intervenir ef pecado, continita siendo propiedad de Divs, mostrando su ordenacidn fundamental y exigiendo que sea ésta respetada. La posiciin opuest2, ta expresa el tedlogo protestante H. Thielicke con el radicalismo mis inquebrantable ‘ 23 (1951) pp. 16-32. ‘M, Prttecuer, Der lebendige Christ vor der wirklichen Welt, Viena, Innsbruck, Munich 5 1955. 1 Capitulo tercero IGLESIA Y ESTADO 1, LA IGLESIA Y EL REINO DE DIOS Seria simplificar abusivamente las cosas equiparar en todo momento la Iglesia con el reino de Dios, y mucho mas atin con la dominacién del mundo. La Iglesia es el cuasi-sacramento del reino de Dios. En ella, comunidad socialmente concreta, se hace visible el reino de Dios de una manera eficiente; algo asi como los sacramentos significan y causan realmente Ia invi- sible gracia de Dios. Muchas de las pardbolas que propuso el Sefior sobre el reino de Dios afectan inmediatamente a la Iglesia y sus relaciones con este mundo, al presentarla como una sociedad visible y con- creta. Pero la Iglesia no es meramente un producto social, no se agota en su caracter de sociedad juridica de orden y subor- dinacién, La Iglesia es una sociedad externa e interna, de vida y de salvacién, que se eleva hasta los cielos, Por esto, muchas de sus cosas no son explicables de forma meramente sociolégica. El concepto de «reino de Dios» es mas extenso que el de Iglesia. El reino de Dios actiia también alla donde no se encuen- tra externamente la Iglesia una, santa, catélica y apostdlica. Donde dos o tres estén unidos en nombre de Jesucristo, alli se 6-H, Fuerza, 2 Problemas teolégicos encuentra El, alli se impone el dominio de Dios en una comu- nidad. Evidentemente, el misterio de la Iglesia es alli eficiente, aunque invisible. Pues dondequiera que el hombre reciba la gracia y se afane honradamente por entregarse a Dios, alli reina Ia majestad de Cristo, aun cuando su nombre o el de su Iglesia no fueren ni conocidos ni nombrados. EI reino de Dios no abarca solamente la salvacién inmediata, para la cual ha sido instituida la Iglesia. La dignidad real de Dios y de Cristo se extiende sobre toda suerte de orden creado. El estado y Ja sociedad, que en el ejercicio de sus funciones y deberes no estan subordinados a la Iglesia, se encuen- tran, sin embargo, enteramente sujetos a las exigencias del reino de Dios. LA IGLESIA INMUTABLE Y LAS FORMAS SOCIALES CONTINGENTES El reino de Dios recibe en la Iglesia una forma visible socioldgicamente, Segiin la yoluntad de su divino fundador, goza aquélla de una constitucién esencial e inmutable en la que se refleja el caracter social del hombre. Con todo, en Ia realizacion historica de su imprescindible estructura social acepta ella también ciertos elementos mutables del medio ambiente en el que vive. Conservando intactas sus notas esenciales, el aspecto social de la Iglesia es profundamente distinto segtin las circunstancias. Notemos, por ejemplo, la diferencia entre la Iglesia de las grandes persecuciones y de las catacumbas, y la del edicto de Milan y periodo postconstantiniano; 0 la Iglesia del medievo feudal, tan diferente de Ja de la era de las modernas democracias ‘. 1, Las modificaciones 0 1a misma inercia del derecho canénico pueden dar lugar a numerosos puntos de partida de investigaciones sociolégicas, las que, por sit parte, son ademas indispensables para la explicacién y desenvolvimiento del derecho. Iglesia y estado 83 Las crisis mas agudas pueden sobrevenir a la Iglesia cuando ésta se entrega excesivamente a las corrientes sociales domi- nantes (las comunidades protestantes muestran una tendencia a la asimilacién mucho mas fuerte que la Iglesia catdlica), o cuando la Iglesia considera como esenciales e intenta conservar a todo precio, elementos estructurales sociolégicos que se le quedaron adheridos procedentes de otra época y quizd ya toda en ruinas. Ambos errores contribuirian a empafiar su naturaleza y a impedirle su labor entre las estructuras de la sociedad. 3. SOBERANAMENTE LIBRE, AUNQUE SIERVA DE TODOS Como la Iglesia es en cierto modo la prosecucién de la encarnacién del Hijo de Dios en el mundo histérico, una detet- minada acomodacién a las estructuras sociales de cada tiempo le es enteramente esencial. Y asi como se anuncia el Evangelio y se adora a Dios en todas las lenguas, consagrando asi todos los pueblos y culturas, igualmente puede y debe la Iglesia ser la levadura de toda estructura social, para hacerla fermentat con el espiritu del reino de Dios. Se renuncia, por desgracia, a esta misién siempre que se cae en uno de los dos extremos: limitarse a plafiir en Ja inaccién al mundo social que se hunde, © empefiarse en defenderlo encarnizadamente, en nombre de la religién, en contra del nuevo mundo que se levanta. Mas, al respetar su necesaria adaptacién a los tiempos y cir- cunstancias en razon de su espiritu de servicio — siendo «todo para todos», judio con los judios, gentil con los gentiles—, experimenta la Iglesia su intima libertad frente a las formas sociales mudables. Asi, no empafia ella st. naturaleza mientras no se asocie servilmente a un sistema social determinado. En-esto la Iglesia del Nuevo Testamento tiene una ventaja esencial sobre el pueblo 7 ___ Problemas teolégicos de Dios del Antiguo Testamento. «Asi también nosotros, cuando éramos nifios esclavizados, estébamos bajo los elementos del mundo» (Gal 4,3) 7. En la teocracia dominante en el Antiguo Testamento, la con- cepcion y la vida religiosas estaban ligadas indisotublemente a las estructuras sociales del pueblo escogido que habian ido naciendo en la historia. La unién con el pueblo de Israel y la unién con la comunidad de salvacion del Antiguo: Testamento legan a ser una misma cosa. La historia de la religion muestra numerosos casos de entera sumisién a Jo social, sea a Ja tribu, al clan o al estado. La misma teligién en estos casos se convierte en «mundo»; aun cuando en este"mundo 19 (1927) pp. 23-47. G. Comnes, La doctrine politique de Saint Augustin, Paris 1927. R. Frick, Die Geschichte des Reich-Gottes-Gedankens in der alten Kirche bis su Origenes und Augustin. Giessen 1928. 94 Problemas teolégicos F. Hormany, Der Kirchenbegriff des hl, Augustinus in seinen Grundlagen und in seiner Entwicklung. Munich 1933. P. Lamntoute, S. Augustin: La cité de Dieu. Paris 1041. H. Expr, Augustinus, Vom Gétterreich sum Gottesstaat, Friburgo 195%. W. Kaman, Christentum und Geschichtlichkeit, Untersuchungen zur Entstchung des Christentums und cu Augustins Biirgerschaft Gottes. Stuttgart 2 1951. E, Toritscu, Kosmos und Herrschaft. Urspriinge der politischen Theo- Iogie, en «Wort und Wahrheit» 10 (1935) pp. 19-30. G. Winscu,, Evangelische Ethik des Politischen. Tubinga 1936. G, TORNVALL, Geistliches und weltliches Regiment bei Luther. Munich 1047. F, Secarra, Iglesia y Estado. Barcelona 1956. Capitulo cuarto TEOLOGIA DEL MEDIO AMBIENTE 1. EL MEDIO AMBIENTE SATURADO DE GRACIA Los pensamientos que hemos expuesto para fundamentar filoséfica y teolégicamente Ia sociologia religiosa se hermanan ahora sin dificultad con una teologia del medio ambiente. El hombre, imagen viva de Dios, ni vive ni se perfecciona en el aislamiento £1 vive para el «tt». En el sentido mas pro- fundo, para participar primero de la amorosa vida trinitaria de Dios, y luego del cuerpo mistico de Cristo y de la vida de las diferentes comunidades humanas, él vive de la comunidad y para ella, Se encuentra enteramente a si mismo sélo cuando se abre a quien él busca y a quien Je llama. El mandamiento natural y sobrenatural del amor al prdjimo que tiene impreso en st alma le pide, no sdlo que abrigue sentimientos de amor en general, sino que haga lo posible por remediar las necesidades de su préjimo y por participar en las penas y alegrias de su alrededor. Toda moral humana esta enraizada en el campo de la historia y del ambiente, y crece en una concreta unidad de destinos. El indi- viduo no Iega al bien sin la ayuda de una comunidad de alto nivel moral. £1 aprende a amar segin el ejemplo de su vecino y de su ambiente. Los cuales, sin ninguna duda, podrian igual- 96 Problemas teolégicos mente serle un dificil obsticulo para llegar al conocimiento y amor de los valores morales, y en particular para la realizacién de su personalidad a imagen y semejanza de Dios. Todo cristiano recibe la vida e impulsos sobrenaturales por medio de la comunidad religiosa; y los recibe tanto mas abun- dantemente cuanto mejor se entrega con plena conciencia a las necesidades de aquélla. El cristiano, como ciudadano de dos mundos, tiene la tarea de hacer valer las exigencias del reino de Dios en st: mundo social. Nos encontramos en el dinamismo de la economia histérica de salvacién de la que ha sido transido el mundo con Ja Encar- nacién del Verbo de Dios. «No hay nada de nuestra carne o de la substancia histérica de este mundo y, en general, de su estruc- tura toda, que no pueda convertirse en medio, instrumento, portador o morada de la accién eficaz del Jogos en nuestro mundo y en nuestra historia» ™. La fe en la redencién y en nuestra propia eleccién para colaborar en ella, nos exige que tomemos muy en serio nuestra situacién histérica y nuestro ambiente, «La consideracién de que Dios, una vez por todas y de la manera mds real, se haya determinado en favor de este mundo», supone para el cristiano una llamada especialisima para poner en movimiento todas las posibilidades de salvacién que su pequefio mundo le ofrece. «La consecuencia de la determinacién de Dios en nuestro favor es que lo provisorio en este mundo, en su mas concreta provi- soriedad, leva consigo valores definitivos» >. Precisamente como miembros de la Iglesia tenemos concien- cia de nuestros deberes para con nuestro alrededor. «Dios se ha determinado en favor de un mundo suyo y nuevo; por ello todas sus formas y estructuras sirven para evar a cabo feliz- mente aquella su determinacién 3, En la comunidad de fe y de gracia que es la Iglesia, y en el espiritu de Cristo, podremos 1. H, Scurize, en ¢Bekenntnis zur katholischen Kirche», Publicado por K. Hardt, Wurzburgo 1935, p. 178. 2 Leap 179. 3 Ley pe 181, Medio ambiente 97 comprender la misién conereta que nos propone aquella deter- minacién de Dios en favor del mundo. Desde que Dios, en la persona de Cristo, tomé sobre si el peso y el dolor de la humanidad entera y de un ambiente concretisimo — pueblo, linaje, familia, discipulos —, tiene el hombre un nuevo titulo para saberse obligado frente al mundo que gira a su alre- dedor. £1 se siente participar en la suerte de Cristo, compartiendo las penas de sus projimos y preocupandose por ellos. En verdad el hombre redimido debe saber que solamente se podra libertar del deprimente peso del mundo si acierta a arriesgarlo todo para procurarle la fuerza redentora y salvadora del reino de Dios. La teologia del medio ambiente exige del cristiano su enrai- zamiento profundo y consciente en la comunidad de amor con Dios y en Ja comunidad salvadora con los dems fieles; pues €1 sabe que sus fuerzas personales las debe siempre a la vida en la comunidad, .y que capitula ciertamente ante la fuerza depre- siva de la masa anénima si no vive y se mueve en Ja comunidad con Dios por Cristo en la Iglesia. No es posible vivir cristianamente si no se toman en serio Jas circunstancias del medio ambiente. La vida sobrenatural del cristiano depende ante todo de su conversién al reino de Dios, en favor del cual debe el hombre emplear cada gracia nueva que reciba. Asi, el cristiano auténtico entiende su alrededor como el escenario donde debe luchar por la gloria de Dios, por la plenitud de la ‘Iglesia y por la adquisicién de su propia salud eterna. El sabe que no puede alejarse del mundo (1 Cor 5, 10). Pero la comunidad cristiana, que sabe por experiencia la fuerza tentadora de los ambientes enemigos de Dios, debe estar bien atenta para reprimir este poder venenoso protegiendo a cada individuo en particular. La comunidad cristiana debe ser el con- trapeso del medio ambiente peligroso. Los conocidos peligros del ambiente, al que el cristiano tiene la obligacién de transformar para el bien, no exigen, pues, simple- mente la huida, sino, por el contrario, el sentimiento profundo de los criterios cristianos, cosa que se podrd conseguir solamente mediante la cooperacién de una auténtica comunidad. Asi, la 8 Problemas teoldgicos misién de actuar en un medio mundano peligroso exige ineludi- blemente el estar arraigado en una comunidad verdaderamente cristiana; como, por ejemplo, la familia, circulo de amistades, de trabajo, parroquia, etc. A la larga, el individuo, abandonado a si mismo, no podré estar a la altura que le exige el mundo que le rodea. Sera incapaz de salvaguardarse a si mismo y, sobre todo, de transformar el ambiente. San Pablo recomendaba a los cristianos que vivian en un mundo pagano: «sed prudentes» (Col 4,5); esto es, que se acomodasen con tiento a su ambiente si podian hacerlo sin trai- cionar el Evangelio. Esto es lo que exige la virtud de la prudencia. De aqui también la recomendacién a todos los miembros de la co- munidad de continuar exteriormente con el estado en el que les alcanzé Ja conversion, Esto valia también respecto de los esclavos. «Cada cual en el estado en que fue llamado, hermanos, en éste permanezca ante Dios» (1 Cor 7, 24). A decir verdad, sin embargo, donde lo permite el «sed prudentes» no debe despreciar el esclavo Ja posibilidad de su liberacion (1 Cor 7, 21). Los cristianos deben evitar todo aquello que pudiese conducir a la difamacién o desprecio del Evangelio (cf. Col 3, 22 5; Eph 6, 5 ss; Tit 2,9; 1 Tim 6,1; 1 Petr 2, 18 ss). Los esclavos, al igual que los sefiores cristianos, deben ser siempre los mas leales e inta- chables, por amor al Evangelio (cf. Eph 6,9; Col 4,1). 2, EL MEDIO AMBIENTE Y LA INQUIETUD APOSTOLICA DE LOS LAICOS La teologia del medio ambiente exige una teologia del laicado. La comunidad cristiana no vive cerrada en si misma, sino que tiene confiada una misién para con este mundo; por eso la visin que presenta a sacerdotes y laicos en la sola relacién de autoridad y sujecién, es absolutamente insuficiente. La primitiva y particular misién de los laicos en el reino de Dios debe también ser, a su vez, tomada en consideracion. Medio ambiente 99 Hubo tiempos en los que el clérigo fue el principal, cuando no el tnico portador de la educacién y de la cultura. Esto sdlo puede concebirse en una sociedad enteramente cristiana; y aun en este caso, no es ni deseable ni ideal que sea el clero inicamente quien fomente y determine la cultura. Las relaciones ideales entre Iglesia y estado, entre clero y laicos, exigen més bien que estos tiltimos reciban una sélida formacién, de modo que se constituyan en los portadores principales de la cultura, y que tomen conciencia de su primitiva misién de poner por obra el dominio soberano de Dios en la sociedad y en las actividades humanas. Sin embargo, precisamente por su misién cabe los érdenes humanos de ser justos en el multiforme medio ambiente y de formar alli la levadura del reino de Dios, los laicos han de tener el mas estrecho contacto con los maestros y pastores eclesidsticos, que Jes han de mostrar las exigencias del reino de Dios, sin que por ello se crean autorizados a darles lecciones o recetas concretas de vida profana. Desde luego, lo que si es cosa propia de los pastores de almas, es prevenir a los laicos contra la falsa inteli- gencia de la doctrina cristiana y contra el gran poder tentador del mundo extrafio a Dios. El medio ambiente ejerce hoy un influjo jams conocido, la multiplicidad de la vida esté cada vez menos al alcance del sacerdote ; por eso la formacién de los laicos urge en la actualidad de la manera mas perentoria. Con Ia independizacién en el dominio de lo profano, legitima en buena parte (v. g., relaciones entre Iglesia y estado), el mundo actual es suspicaz y desmesuradamente receloso frente a toda apariencia de tutela eclesidstica y clerical en los problemas con- cretos de la configuracion del mundo. El apostolado no se puede hoy realizar sin la colaboracién de laicos que alcanzaron ya la mayoria de edad y comprendieron profundamente su misién salvadora original en el medio ambiente. Lutego, no les resta sino emprender esta tarea con auténti¢o espiritu de responsa- bilidad y de iniciativa propias dentro de una unanimidad y cola- boracién intimas. 100 Problemas teolégicos BIBLIOGRAFiA V. Scrurr, Fithlung mit dem Raum, Ein Kapitel Milieukunde, en «Leben- dige Seelsorges 6 (1955) pp. 221-230 (con amplia bibliografia, contenido total del cuaderno: Umnveltscelsorge). : B. HARING, Umweltscelsorge im Bussakrament, Ibid., pp. 235-45- A. BUSEMANN, Miliewkunde, en Lexikon der Padagogik», Friburgo 1934, t. 111, col. 484-489. G. Amor, El medio fisico y la rasa, como agentes de la evolucién social, en «Revista Internacional de Sociologiay 2-3 (1943) pp. 37-34; 4 (1943) Pp. 53-723 6 (1944) pp. 59-78. LIBRO SEGUNDO PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE SOCIOLOGIA RELIGIOSA En el libro primero tratamos de mostrar el lugar de la socio- logia religiosa en el conjunto de la teologia y de las ciencias de la religion. El libro tercero nos Ilevara a investigaciones practicas de nuestra ciencia y a sus aplicaciones para la pastoral. El lazo de unién que nos parece indispensable es un estudio de los problemas sociolégico-religiosos mas importantes. Sin una mirada de conjunto sobre los grandes nexos causales entre religion y sociedad, sin una visién que abrace orgdnicamente los principales problemas de nuestra materia, la investigacién practica puede perder facilmente la profundidad y la orientacién. Como parece necesario tener que observar la sistematica de la sociologia religiosa desde la atalaya de la teologia y de la fenomenologia de la religion, el «campo de trabajo» sociolégico con miras pastorales ha de ser cimentado en un sélido conoci- miento de los problemas esenciales y lineas generales de las relaciones entre religién y vida social. Junto a las relaciones mutuas generales entre sociedad y reli- gidn (1) hemos de tratar ante todo el problema mis actual de la sociologia y de la vida social de hoy, a saber, el' problema minoria y masa; problema que trataremos desde el punto de vista de la sociologia religiosa* (11). Se mostraran luego, al menos en sus Iineas generales, las relaciones entre religién y estado (s11), religién y cultura (1v) y religisn y economia (v). Un capitulo sobre las relaciones entre religién y espiritu de nuestra época, teologia y corrientes de pensamiento (v1) terminard este libro. 1. Para el estudio de fas relaciones principales entre religion y familia, remiti- mos a B, Haninc, Soziologie der Familie, Salzburgo 1954, pp. 88-104. Capitulo primero RELIGION Y SOCIEDAD EN GENERAL 1. LA RELIGION NO ES UN MERO PRODUCTO DE LA SOCIEDAD Cuando se trabaja en la sociologia religiosa, no basta saber qué significa sociedad o estructura social; lo que interesa sobre todo es tener una idea exacta de lo que es religién y del concepto que tienen las religiones de si mismas. Hay, por ejemplo, algunas entre ellas que parecen vinculadas a un linaje, clan, clase o pueblo, cuyos dioses son meramente los de la familia o lugar. Con todo, estas religiones manifiestan también una exigencia tipicamente religiosa, a saber, que se trata de las relaciones con un dios, 0 de la salvacién de un pueblo, 0 quizd simplemente que éste o el propio estado son ya realidades religiosas en si mismos. Cuando una religién, empero, se califica como mero producto social, fruto de formas naturales, profanas y sociales, esto equi- vale a desahuciarse a si misma. Igualmente se condena a la desaparicién toda religién que cree poder explicarse cientifica- mente — sociolégicamente— como’ un mero resultado de los factores sociales. Sociologismo significa, pues, la pretensién de explicar, no ya solamente una religién cualquiera, sino la religion en general, Religién y sociedad 105, cuando no la cristiana, como un reflejo o producto de no importa qué formas © transformaciones sociales. A todas las explicaciones sobre las relaciones mutuas entre la religin y la sociedad presuponemos nosotros con gran insis- tencia una tesis obvia para todo cristiano: Las verdades de la religién cristiana y las estructuras esenciales de su fe, culto y soteriologia, no se pueden por el marxismo de una manera abiertamente simplista : Toda la vida social no es sino una superestructura de las fuerzas econdmicas. Las relaciones sociales, por su parte, se reflejan en Jas ideas culturales y religiosas, las que en definitiva ofrecen siempre una visién del mundo irreal y deformado. Marx se pregunta por qué el hombre se crea con tanta tenacidad un mundo ilusorio. Al fin encuentra’ la explicacion en el hecho de que ya Ja sociedad constituida sobre la base de la propiedad privada es en si un mundo absurdo, El hombre «no es ningiin ser abstracto, acurrucado, fuera del mundo, El hombre es el mundo, el estado y la sociedad» 3. 2. CH, Dawson, 1. c., pe 7. 3 K. Manx, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie, Obras completas edi- tadas por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Mosc. Franefort 1927. 1 parte, 1, 1 pp. 607-621. Religién y sociedad 107 «La religién es, pues, un reflejo intelectual del mundo y de la sociedad, la “teoria general del mundo”. Es una realizacién fan- tistica del ser humano, quien, por lo demas, no tiene tampoco ninguna realidad» ¢, Asi, la lucha contra la religién se ha vinculado a la lucha contra el mundo deformado que aquélla ha traido consigo. La religién, pues, segiin Karl Marx, como lo muestra el pasaje que citamos, es uno de los modos en que los hombres toman conciencia de los conflictos sociales (la lucha de clases) que se resuelven por la revolucién en las relaciones de produc- cién. Segiin esto, la religin no significa, en el fondo, para la historia humana, otra cosa que una de las formas en las que la lucha de clases queda encubierta 0 disimulada. Aqui encontramos Ia clase socials explotada, la engafiada por la religion, fésta vive la religién como una forma de opresin (los dioses, dominadores prepotentes); por medio de la espe- ranza de redencién, se le aparta de emprender enérgicamente la lucha por la reforma social y por su asentamiento definitivo en la tierra. La clase dominadora se engafia a si misma, y mucho mas atin engafia a la clase inferior, para poder justificar sus privilegios econdmicos y sociales de una manera eficiente. Karl Marx echa en cara a la clase dirigente de su tiempo su impostura consciente. En ello influyé de seguro, y no poco, la observacién empirica de aquel tipo de empresario y sefior feudal que tenia a la religién por un medio barato para mantener reducidos a su obediencia al proletario o al oprimido. Mas la generalizacién y exageracién de sus observaciones muy limitadas a tiempo y lugar es en esto, como en todo su sistema, uno de los errores mas palmarios de Karl Marx. Existe el tipo de farsante que juzga la religin como cosa buena para los sabditos y explotados. Existe, desde luego, tam- bién la ereligiéns que es sélo o principalmente una manera 4G. A. Worter, Der dialektische Materialismus, Seine Geschichte und sein System in der Sowictunion, Viena 1953, p. 27 [existe una version reducida en italiano de la misma obra]. 5s. CE. L, MENpreta, Las clases sociales. Méjico 1947. (N. del T.) 108 i Problemas sociolégicos de distinguirse o un reflejo de pretensiones sociales. Mas, con todo esto, no se ha dicho atin una palabra de religién en su sentido esencial, ni se ha rozado apenas el problema de la tealidad de la vida religiosa y de su positiva conexién con la vida social en las diversas épocas y paises. Es un hecho indiscutible que los grandes fundadores de religiones y los profetas han unido en una verdadera hermandad a sus discipulos y seguidores pro- cedentes de todas las clases y estados sociales. La fuerza de Ja personalidad y de la concepcién religiosas se manifiesta aqui mucho mds poderosa que el espiritu de casta y que todos los antagonismos econémicos y sociales. Por muy falsas que sean las afirmaciones de la sociologia religiosa marxista, el problema que plantea debe ser considerado seriamente, Las exageraciones y generalizaciones masivas, asi como todo el imponente sistema de la lucha de clases, seran sola- mente refutados después de que los hayamos estudiado y ponde- rado con toda atencién. Nos habremos de preguntar ante todo, :qué es en las reli- giones fruto o superestructura social?, ;podrian ser explicadas de una forma meramente sociolégica ciertas corrupciones religio- sas?, equé es lo que podemos, o incluso debemos entender como sociolégico en la religion verdadera? Sobre la tesis marxista de que la religion debe explicarse, no ya en general a partir de la evolucién social, sino en defini- tiva, partiendo de conceptos puramente econémicos, insistiremos mas tarde en el capitulo «Religion y economias. 3. EL INFLUJO DE LA RELIGION EN LA ESTRUCTURA SOCIAL Frente al marxismo, mostremos cuanto antes que, por lo contrario, la influencia de la religién sobre Ja sociedad no sdlo es posible, sino hasta en muchos casos demostrable; y esto no Religién + sociedad 109 solamente utilizando métodos propios de las ciencias naturales —que son los tinicos que cuentan para Marx — sino valiéndose también del andlisis propio de las ciencias del espiritu. Como no se trata de un influjo unilateral, sino que casi siempre la influencia es mutua, se pueden, pues, encontrar casos Teligiosos y sociales en los que domina la influencia de la religién sobre la sociedad, al tiempo que la influencia contraria decrece © es de naturaleza totalmente secundaria. Un ejemplo de esto lo encontramos en la mera formulacién de verdades doctrinales. La religién cristiana, por raz6n de su naturaleza y de la mision recibida de su fundador divino, reclama el derecho de ser la «sal de la tierras, Por su verdad indefectible, su fuerza unificadora y la exigencia universal del reino de Dios esta perfectamente capacitada para renovar la faz de la tierra y toda Ja vida social. Mas, junto a la doctrina — evidente para nosotros — de que toda estructura social ha de ser moldeada por los cristianos conforme a la voluntad de su Creador y Redentor, encontramos también los auténticos problemas reales de la sociologia religiosa : a) ;Hasta qué punto la religién cristiana ha impregnado realmente las estructuras sociales de la fuerza religiosa que le es propia y de su doctrina sobre la sociedad? b) zCémo han, influido en el sistema social, las diversas confesiones o sectas cristianas mediante su dogma, su culto, st organizacién y su estilo religioso? c) ~Dénde podriamos encontrar en algin otro mundo reli- gioso ejemplos caracteristicos de un influjo de la religion sobre el orden social? ‘A, MODIFICACIONKS REALES EN EL SISTEMA SOCIAL DEBIDAS AL CRISTIANISMO La ensefianza cristiana de la igualdad de todos los hombres, pertenezcan a la raza o clase social que se quiera, ha transformado profundamente la sociedad humana en el curso de los siglos. 110 Problemas sociolégicos Lo que San Pablo expone en su carta a Filemén como exigencia ideal del espiritu de fraternidad cristiana, fue realizado en los siglos siguientes de una manera eficaz y apreciable sociolégi- camente. Los sefiores tomaron conciencia de que el esclavo, como hermano en Jesucristo, no sélo ha de ser tratado con justicia, sino también con amor fraternal. Los esclavos podian ahora penetrarse de un espiritu de obediencia que no mataba el senti- miento de su dignidad de hijos de Dios y de «libres en Cristoa. Con esto el problema de la esclavitud estaba ya solucionado en su aspecto fundamental. Donde quedé viva esta mentalidad cristiana, no sélo perdié la esclavitud su amargura e indignidad, sino que por necesidad interna hubo de ir desapareciendo paula- tinamente. El que desapareciera precisamente en la antigiiedad cristiana al mismo tiempo que los pueblos se convertian a Cristo, demuestra la vitalidad de la fe religiosa en la hermandad de todos los hombres ante Dios. En la Iglesia cristiana primitiva no hubo ceremonias reli- giosas diferentes para los esclavos y los libres, los ricos o los pobres (cf. 1 Cor 11,17 ss; Tac 2) ni separacién ninguna entre tazas o nacionalidades. En la comunidad cristiana basada sobre la caridad, se colmé el abismo insondable que separaba a los judios, barbaros y griegos, El hecho de que mas tarde en el occidente cristiano los siervos 0 los obreros no fuesen tratados mucho mejor o incluso peor que los esclavos, es una muestra evidente de que, no habiendo cambiado un apice la doctrina, la comunidad cristiana, en el culto, fe y caridad perdié vitalidad y dejé de manifestarse eficaz socio- légicamente. Las levas de indios obligandoles a un trabajo para el que no estaban preparados ni fisica ni moralmente, la denigrante caza de esclavos negros en Africa y la forma inhumana de trans- portarlos y tratarlos como una mercancia, son cosas en perfecta correspondencia con el bajisimo nivel religioso de los circulos y paises «cristianos» que intervinieron en esto, o que al menos lo toleraron sin la menor protesta. La victoria contra el abuso Religién y sociedad 11 de la esclavitud hubo de venir cuando el cristianismo y los ideales cristianos guardaban atin toda su vida en Ja humanidad. El cristianismo, por otra parte, con su ensefianza de que ante Dios no hay diferencia entre el hombre y la mujer, ha superado la discriminacién social que sufria ésta. El respeto a la mujer ha trascendido las fronteras de los circulos de cultura propiamente cristiana. Las ciudades medievales crecieron alrededor del templo, 0, al menos, erigieron maravillosas obras de arte sagrado en su mismo centro, Ya el escudo de la ciudad Ja acreditaba frecuente- mente como una comunidad en el culto a Dios, cosa que se manifesté de la mayor eficacidad respecto de la paz social. Los di- ferentes estados sociales, los gremios, por medio de sus cofradias y diversas reglamentaciones religiosas, v.g., en las procesiones, recibieron una mayor estabilidad y una sancién mas eficaz. Como hoy es casi generalmente admitido, la doctrina social de la Iglesia catélica ha colaborado positivamente en estos tltimos tiempos en la disminucién de la lucha de clases y en la solucién del problema social. También ha tenido razones ereligiosas» el que el problema social de la clase trabajadora pudiese hacerse tan candente en los siglos x1x y xx. Lo que habia especialmente influido era el indi- vidualismo religioso, que ya se habia mostrado en el nominalismo y adquirido también gran importancia en la doctrina luterana de la justificacion, el cual ponia de relieve sobre todo la pre- ocupacién por encontrar un Dios propicio y por asegurarse de la propia predestinacién. Tanto se habia insistido en esto, que otros apasionantes problemas para el cristiano, como el de honrar a Dios también y en la vida social, econémica y cultural, y el de encontrar la manera de ser testimonio para el reino de Dios en los amplios circulos de la vida social, quedaron sumidos en Ia penumbra. Este mismo individualismo, aunque siempre dentro de los limites de la mas pura ortodoxia, se infiltré también en la teologia y pastoral catdlicas, Asi, por ejemplo, un empresario que explo- tase a sus obreros apenas era inquietado en su conciencia, en 112 Problemas sociolégicos los sermones sobre el séptimo mandamiento o en el confesonario, de no ser su moral individual tan deficiente como su aptitud social. La responsabilidad de cada cristiano para con el reino de Dios y su medio ambiente vital no se ponia de manifiesto, ordinariamente, mds que trazando barreras negativas, B. INFLUENCIA SOCIAL DE LAS DOCTRINAS ¥ SECTAS PROTESTANTES, En el protestantismo, la renuncia a una moral social — que aunque se funda, sin duda, en el orden natural, es mucho mas perceptible atin con la ayuda de la revelacién positiva — e incluso la renuncia a Ja apropiacién consciente de las ensefianzas de moral social que contiene el Evangelio, fue la consecuencia de una actitud religiosa: la preocupacién patolégica por la salva- cién individual, y de una posicién teoldégica: la doctrina errénea de la corrupcién absoluta del hombre y de todos los érdenes sociales a causa del pecado original, Aun cuando esta posicién de base luterana no hallé entrada en Ja teologia y pastoral catdlicas, se le incorporé, con todo, de alguna manera. Principalmente mediante la aparicién de un raquitismo religioso preocupado tinica y angustiadamente de la propia salvacién. Mientras en el puritanismo, el maridaje entre una doctrina radical de la predestinacién y el individualismo en la salvacién tuvo como fruto la biisqueda angustiosa de los signos de la propia predestinacién, en el campo catélico se vino a acentuar en forma exagerada la probidad y perfeccién morales propias cayendo en una moral individualista. La moral social presente en el tesoro de la Iglesia perdié su eficacia al haber cambiado en este sentido la orientacién religiasa. También la teologia y pastoral postridentinas estuvieron tan pendientes de su «interlocutor» luterano, que se limitaron a discutir los temas presentados por él. fistos, nada o muy poco decian sobre la eficacia de la ensefianza y religiosidad cristianas respecto de las estructuras sociales. Religion y sociedad —_ 113 El hecho de que las iglesias» y, en general, las sectas protes- tantes modernas no hayan desarrollado una moral social, y que, dejando de lado el tema del reino de Dios, insistan en que cada cual debe preocuparse de su propia salvacién, ha dejado un gran vacio en la moderna sociedad occidental. A ello contribuyo también, como acabamos de sefialar, el acento individualista que tomaron la teologia, predicacién y confesonario catdlicos, a pesar de fundamentarse en una doctrina esencialmente distinta. Las primitivas verdades cristianas del reino de Dios, de la redencién de toda la familia humana, de la esperanza comin en la salvacién final y de la solidaridad entre todos los hombres, eran entonces expuestas de una forma un tanto corrompida y secularizada. El que concepciones ateas, aunque

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